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Huayna Cápac

Idioma
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Huayna Cápac (en quechua: Wayna Qhapaq ‘rey joven’) nacido Inti Cussi Huallpa fue
el undécimo y antepenúltimo inca del Tahuantinsuyo.

Huayna Cápac
Wayna Qhapaq
Inca del Tahuantinsuyo
Cápac Inca
Retrato de Huayna Cápac.jpg
Reinado
1493 - 1527
Predecesor
Túpac Yupanqui
Sucesor
Huáscar
Información personal
Nombre secular
Inti Cussi Huallpa
Tratamiento
Sapa Inca Yupanqui
Nacimiento
Circa 1467
Cusco o Tomebamba
Fallecimiento
alrededor de 1527
Tomebamba, Tahuantinsuyo
Familia
Dinastía
Hanan Qusqu
Padre
Túpac Yupanqui
Madre
Mama Ocllo II
Consorte
Cusi Rimay
Heredero
Ninan Cuyuchi
Descendencia
Huáscar, Atahualpa, Paullu Inca, Manco Inca, Túpac Hualpa, Ninan Cuyuchi, Francisca
Coya, Rumiñahui, Quispe Sisa, Mateo Yupanqui y Duchicela, Illescas Yupanqui, Isabel
Paya, Tupic Cusi Hualpa, Cura Ocllo, Juana Azurpay, Juana Curi De Azurpay Ocllo ,
Hualpa Tupac Yupanqui, Mama Cori Duchisela, Chuqui Hulpa, Mama Tupi Ocllo, Inkill,
Atoc, Bartola Coya, Isabel Yupanqui, Cori Yupanqui, Yupanqui Tupac, Francisca
Cápac, Angelica Ñusta, Huayna Palcon, Beatriz Huaylas, Paskaq, Bartola Díaz
Yupanqui
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Origen Editar

No está claro el lugar de su nacimiento, probablemente nacido en Cuzco, aunque se


discute si pudo haber nacido en Tomebamba, actual ciudad de Cuenca.[1][2][3][4]
Hijo del Sapa Inca Túpac Yupanqui y de la Coya Mama Ocllo, nacido durante las
expediciones de conquista emprendidas por su padre durante el reinado de
Pachacútec. Durante su infancia y juventud fue llamado Titu Cusi Huallpa.

Gobierno de Huayna Capac Editar


Sarmiento de Gamboa citado por Rostworowski dice que Túpac Yupanqui enfermó en
Chinchero, eligiendo como su sucesor al menor de sus hijos, hecho que disgustó a
algunas panacas cuzqueñas que esperaban que el sucesor fuera Cápac Guari hijo de la
concubina Chuqui Ocllo. Gracias a la oportuna intervención de su tío materno Huamán
Achachi la conspiración no prosperó y fue nombrado Inca tomando el nombre de Huayna
Cápac, Con un inicio tan agitado empezó el gobierno del nuevo Inca, que básicamente
tuvo que dedicar todos sus esfuerzos a consolidar los terrenos conquistados por su
padre y sofocar las revueltas de provincias levantiscas. Para esto, asumió el
control político y religioso del Imperio, desplazando a Apo Chalco Yupanqui, el
vigente Villac Umo. Por primera vez en la época imperial se concentraban todos los
poderes en una sola persona. Sin embargo, casi al final de su vida nombra un
pariente suyo, Cusi Túpac Yupanqui, como nuevo Sumo Sacerdote del Sol
(aparentemente este es el Villac Umo que corona a Manco Inca y que lo secundaría en
sus guerras de reconquista como hábil estratega).

Según el cronista Pedro Cieza de León, el Inca no se alejó mucho del Cuzco durante
sus primeros años de gobierno, atendiendo el pedido de su madre. Como el transporte
se realizaba a pie una expedición podía durar varios años, por lo que envió a su
tío Huamán Achachi para que recorriera el camino del Chinchaysuyu hasta Quito.

Sus campañas tenían la tendencia a dirigirse siempre hacia el norte. Por un lado,
la dura resistencia selvática (pobladores y la naturaleza en sí) les bloqueaba el
camino hacia el este, mientras que por el sur y por el oeste ya estaba todo
descubierto. Así, el único camino posible era el norte, virtualmente inexplorado y
a su vez zona altamente inestable dada la gran belicosidad de sus naturales.

Los enfrentamientos en el norte duraron muchos años y, así, luego de arduas y


cruentas batallas, las etnias norteñas fueron incorporadas al Tahuantinsuyu.

Rostworowski afirma que estando Huayna Cápac en Quito, le llegó la noticia de


extraños individuos barbados que navegando en "casas de madera" habían arribado a
las costas por el norte. Era 1527 y Francisco Pizarro con sus compañeros habían
pisado el territorio incaico.

Desarrollo Editar

Debido al derecho incaico, tenía que ser reconocido como auqui (príncipe) por las
panacas reales del Cusco para poder ser Sapa Inca. Para cumplir este indispensable
requisito, Túpac Yupanqui, que se hallaba en la conquista de Quito, se trasladó con
la familia real al Cusco. Se dice que a la vuelta de ambos Pachacútec seguía con
vida y salió al encuentro de ellos para conocer a su nieto. Parece que el muchacho
causó tan buena impresión al anciano y por ello este pidió que el menor dirija la
carga del ejército incaico a la fortaleza de Sacsayhuamán, un acto ritual. Se
cuenta que el príncipe hizo tan bien la faena que Pachacútec lo convirtió en su
favorito y ello cimentó su futuro encumbramiento como Inca.

Túpac Yupanqui habría nombrado como su sucesor a Capac Huari, pero finalmente se
habría decidido por Huayna Capac provocando así la ira de Chuqui Ocllo, madre de
Capac Huari. Este hecho parece haber sido el detonante que impulsó a Chuqui Ocllo a
envenenar a Túpac Yupanqui. Más tarde ésta declaró que Túpac Inca había cambiado de
opinión recién cuando estaba moribundo y con la razón perdida.

Ante este hecho, Huaman Achachi, un general fiel a Túpac Yupanqui (y hermano suyo)
ocultó a Huayna Capac y después de muchos pleitos y la enérgica protesta de Mama
Ocllo (madre de Huayna Capac) condenaron a Chuqui Ocllo y sus cómplices a la pena
de muerte. En cuanto al pequeño Capac Huari, no se le hizo ningún daño debido a su
inocencia. Sin embargo, se lo desterró a un lugar apartado bajo la vigilancia de
personas de la confianza de Huaman Achachi.
Huayna Cápac, ya declarado sucesor de Túpac Yupanqui, tuvo como Regente a su tío
Apo Huallpaya hasta que alcance su mayoría de edad. Más tarde Apo Huallpaya propuso
a su hijo al trono argumentando que Huayna Cápac era incapaz para el cargo, Huamán
Achachi supo que además Apo Huallpaya tenía intenciones de matar al joven monarca.
Apo Huallpaya y su hijo fueron sentenciados a muerte por traición.

Campañas iniciales Editar

Artículo principal: Tercera expansión del Imperio incaico

Expansión incaica durante el reinado de Huayna Cápac, en verde.


Entre las primeras se tiene su incursión al reino de los chachapoyas, que se habían
rebelado al poder imperial aprovechando la muerte de Túpac Inca. El Inca se
encontraba en los funerales de su madre cuando tuvo noticia del alzamiento y
dispuso marchar de inmediato a la región, no sin antes pasar por pueblos
históricamente ligados al origen del Imperio, como el de los soras y el de los
lucanas, donde fue muy bien recibido. Más tarde marcha a Jauja, donde impartiría
sabia justicia, logrando mucha fama regional pese a su corta edad. Después de haber
estado en Yauyos, descansa en Cajamarca y se prepara para la larga lucha.

Los primeros choques resultaron favorables a los chachapoyas, quienes hacen


retroceder varias veces al ejército imperial. Sin embargo, la política incaica de
renovar las tropas dio sus frutos, puesto que una nueva oleada de gente fresca
terminó por aplastar a los agotados pero heroicos chachapoyas, quienes ofrecieron
paz incondicional. Regresa al Cusco y se encarga de visitar el extremo sur del
Imperio (Tucumán, actual noroeste Argentino y las provincias del Contisuyo), para
luego volver a la capital y de ahí emprender una rápida campaña a Cajamarca,
llegando a la región selvática de los Bracamoros, aunque fue repelido por los
naturales y por las condiciones geográficas y climáticas de la región.

Rehecho de su encuentro con los bracamoros, se dirigió a la región de los paltas,


que habían dado muerte a los embajadores que dejó su padre. Enterados del arribo
del Inca, enviaron espías disfrazados de leñadores, sin embargo, la treta fue
descubierta y los espías recibieron castigo más que severo: acabaron asesinados,
mientras que unos cuantos regresaron con narices , orejas cortadas y con los ojos
vaciados. Los paltas, ante esto, se rindieron. Finalmente arribará a Quito, previa
estadía en su natal Tumibamba (hoy Cuenca), en donde tomaría por esposa a la
princesa Paccha Duchicela, nombrada Shyri XVI, para luego emprender el viaje de
regreso al Cusco, no sin antes dar permiso para que construcciones de tipo
palaciego se puedan levantar en Quito. En estas campañas se conquistó el territorio
de las lenguas preincaicas de la cuenca del Marañón.

Sus visitas al santuario de Pachacámac fueron constantes y varias veces eran para
ver la suerte que correría en una eventual campaña, como la que desarrolló por la
costa norte hasta Tumbes.

Rebeliones de los huancas y punás Editar

Para su visita al litoral emprendió marcha rumbo al santuario de Pachacámac. Para


esto recorrió los pueblos de los soras y lucanas, así como la región de los
belicosos huancas hasta llegar a la ruta de Huarochirí, por la cual descendió hasta
el valle limeño.

Llegado al Santuario, recibió buenos vaticinios acerca de su campaña presente y la


posterior, por lo que se dirigió a Tumbes, pasando por el territorio que fuera del
Gran Chimú. Para esto tomó varios años, dado que a su paso fue construyendo canales
y afirmando tierras de cultivo. Llegado a la región norteña, se informó de la
rebeldía del cacique Tumbala, de la Isla Puná, y se dirigió hacia allá. El cacique
consultó pueblos vecinos por ayuda, pero como todos ya se habían sometido al Inca,
optó por una salida astuta. Fingió pasividad ante el Inca y cuando sus tropas se
retiraban en balsas, atacó a la mitad y en la refriega cayeron muchos orejones.
Huayna Capac, enterado de ello, montó en furia y él mismo dirigió la carga sobre
los punaeños, venciéndolos tras dura lucha.

Campaña al Collasuyo Editar

Artículo principal: Collasuyo

Huayna Cápac, según dibujo de Guamán Poma de Ayala.


Más tarde, envió a su tío Huaman Achachi (quien lo salvó de los incas acomplot
durante su infancia) a visitar las nuevas regiones conquistadas del norte, mientras
que él se dirigió al Collasuyo. Atravesando el Collao, llegó a la región de los
charcas y de ahí, por el Paso del Huasco, llegó a Chile. Una vez ahí, retiró a los
gobernantes dejados por su padre y puso en su lugar a los descendientes de los
antiguos caudillos regionales, ganando el favor de la región entera. Luego se
dirigió a Chile Central, sometiendo definitivamente los valles desde el Río
Aconcagua hasta el Río Cachapoal.[5]Finalmente regresó al Cusco por Coquimbo,
Copiapó, Atacama y nuevamente el Collasuyo. Sin embargo, hallándose en Cochabamba,
obtuvo preocupantes noticias del Chinchaysuyo.

Los cayambis y los caranguis habían intentado desconocer el poder imperial y se


levantaron contra el Inca. Huayna Capac recogió tropas en la región de los collas y
se dirigió con ellas a la capital para hacer un último reclutamiento. Hecho esto,
nombró generales a Auqui Toma (Hanan Cusco) y a Michi (Hurin Cusco).

Huacas y nueva información sobre el Collasuyo Editar


Véanse también: Huaca de Chena, Pucará de La Compañía y Pucará del Cerro Mauco.
Atribuibles a este monarca serían la serie de pucarás existentes en Aconcagua,
Mapocho y Maipo; en especial Chena, Angostura y Merchacas. En cambio, las
construcciones de Catemu y Cerro Mauco, podrían pertenecer al último tramo del
reinado de Topa Inga Yupanqui, cuando el río Aconcagua constituía la frontera
austral del imperio.

Recorrido a la costa sur del continente Editar


Huayna Cápac recorrió todo el territorio anexado, especialmente Quillota, Aconcagua
y Mapocho. En el Valle de Chile invistió como Curaca (su representante) a los jefes
locales Michimalonco y Tangalonco, dejando en un segundo plano al gobernador inca
Quilicanta.[6] Probablemente este Inca organizó definitivamente la extracción del
tributo en oro de Marga Marga, que debían enviar anualmente al Cuzco los curacas de
Aconcagua, y la división del señorío político del valle en dos mitades: valle
superior e inferior, quedando este último subordinado al primero.

Según algunos cronistas, durante un año el Sapa Inca visitó sus dominios y dio
regalos y atribuciones a sus aliados, a los mencionados jefes locales Michimalonko
y Tanjalonko, y se llevó consigo a muchos locales a otras partes de su imperio.[7]
Siguiendo esta versión,[8] el curaca Vitacura fue enviado por el Inca con tropas a
explorar al sur, llegando hasta el río Biobío, tras esto cuando volvía fue
confrontado en el Maule o en el Cachapoal (aprox. 1505).[9] Posteriormente se
realizarían campañas más al sur extendiendo su zona de influencia.

Confrontaciones en el norte e indicios de decadencia Editar

Preparados para la campaña al extremo norte del Tahuantinsuyo, en el año 1513 se


dirigió con lo más selecto de sus tropas, contando entre ellas con la colaboración
de dos de sus hijos: Ninan Cuyuchi, un hábil guerrero, y un joven pero
experimentado Atahualpa. En el Cusco quedarían Huascar y los pequeños Manco Inca y
Paullu Inca.
Llegados a su natal y lejana Tumibamba, se levantó el palacio Mullu Cancha, en el
cual se ubicaría una estatua de oro de su madre Mama Ocllo, que se dejaría al
cuidado de la nación cañari. También se construyó la Casa del Sol y la de Ticci
Viracocha Pachacama. Finalmente arribaría a Quito, desde donde despacharía
emisarios para ordenar el sometimiento pacífico de los rebeldes, obteniendo una
respuesta hostil. Es aquí que, reunido el Alto Mando, se decide lanzar una campaña
en la región de los Pastos (Pats Awá o "gente escorpión"), en el sur de la actual
Colombia, para lo cual se designan capitanes del Collasuyo, quienes afirmaban ser
los más capaces para combatir en regiones como esa.

Aparentemente, la afirmación resultó cierta, puesto que la victoria fue sumamente


sencilla. Inmediatamente, a la llegada de la noche se dispuso una celebración entre
los soldados triunfantes y fue en ese momento que el verdadero ejército de los
Pastos cayó sobre los confiados incas, destrozándolos casi por completo. Los pocos
que salvaron la vida se fueron replegando hasta que la guardia de los Orejones (que
había quedado rezagada) logró defender la retirada. Se dice que aquí se lucieron
tanto Ninan Cuyochi como Atahualpa.

Conocedor de los hechos, Huayna Capac decidió enviar esta vez al grueso de su
ejército, el cual sin problemas dominó la situación y produjo gran mortandad entre
los Pastos, no salvándose ni mujeres ni niños. Dado que era época de lluvias, se
replegaron todos a Tumibamba no sin antes haber dejado tropas y representantes en
la región.

Previo llamado de refuerzos, se dispuso el ataque a la región de los caranguis. La


rendición de la primera fortaleza se logró con muchos apuros. Acto seguido, la
mirada se dirigió al reducto principal de los caranguis, en pleno corazón de sus
dominios, que estaba defendido no solo por los naturales, sino también por otabalos
y cayambis, que les prestaban apoyo. Justamente para evitar más adhesiones a estos,
Huayna Capac ordenó que sus principales jefes vayan por los alrededores anunciando
que el Inca iba a tomar represalias contra la nación que apoyara de una forma u
otra a los sitiados.

Cumplido el cometido, se lanzó el primer ataque a la fortaleza. Un fracaso sonoro


sacudiría los cimientos más profundos del Imperio en sí. Se produjo, por primera
vez en la historia, la caída del Inca. Su litera, soportada por los Orejones, fue
atacada por los cayambis y los cusqueños cedieron, provocando que el Inca impacte
duramente contra el suelo. El desconcierto fue total y solo pudo salvar la vida
Huayna Capac al ser protegido por 3 de sus más fieles capitanes. Finalmente, los
Orejones también apoyarían y lograron poner a salvo al Inca.

Lo que siguió a estos hechos es notable por cuanto el Inca decidió demostrar su
enojo hacia sus capitanes y a sus nobles Orejones a través de varias acciones, como
disminuirles las raciones de comida o no invitarlos a las fiestas en el campamento.
Estos, al verse relegados públicamente, tomaron la imagen del Sol y se dirigieron
al Cusco, siendo interceptados por mensajeros del Inca, a los cuales procedieron a
capturar. Un último enviado recibió por respuesta: "decid al Inga que su poco apego
y el hambre que nos apura nos hacen partir al Cusco".

Finalmente, Huayna Capac se dirige a los Orejones en persona y les recrimina su


actitud. Los Orejones de todas formas prosiguen su marcha y, Huayna Capac en acto
insólito, pide que se retire la estatua de su madre, que se hallaba en el templo,
para que la pongan frente a los desertores. Hecho esto, una india cañari sale al
camino y, haciendo como si estuviera poseída por el espíritu de la Coya, les
convence de quedarse. Los Orejones contestan al Inca: "Queremos más ser vasallos
desfavorecidos que no hijos inobedientes". El Inca recurrió a este artilugio para
ganar tiempo y organizar un banquete para agasajar a sus capitanes.

Este hecho es explicado por una arraigada costumbre andina, basada en la


reciprocidad: todo Señor andino debía ofrecerles a sus súbditos regalos y favores a
cambio de su labor, y Huayna Capac estaba dejando de lado esta obligación para con
sus ejércitos, que estaban formados por varios pequeños ejércitos al mando de
señores de diversas grupos étnicos. Estos formaban el corazón del Tahuantinsuyo. El
Inca tuvo que ofrecerles las acostumbradas ceremonias de petición de favores, para
lograr que sus ejércitos volvieran a su mando, antes de iniciar otro ataque.

El ataque a la fortaleza se reanudaría con participación de los Orejones', que


pelearon tan bien que consiguieron ganar 4 de los 5 muros de la misma. Sin embargo,
la caída del hermano del Inca, Auqui Toma, obligó a un replanteo de la situación.
El mismo Huayna Capac encabezaría las acciones.

El desenlace Editar

Decidido a culminar aquella guerra, se pone al frente de una división. La otra


estaría comandada por el general Michi, del Hurin Cusco (uno de los Orejones), y la
última estaría compuesta por los soldados del Chinchaysuyo. Estas dos estarían
encargadas de atacar por los flancos, a modo de sorpresa, mientras que la división
principal sería dirigida por el propio Inca y sería la que habría de llevar el
mayor peso en la contienda.

La batalla duraría varios días y, al cabo de un tiempo, el Inca daría la orden de


retirada. Sus tropas lo siguieron y tras ellos iban los caranguis, que salieron de
la fortaleza con el deseo de aplastar a los incas definitivamente. Justo en ese
momento, las tropas que debían flanquear la fortaleza salieron de sus escondites
respectivos y las tres columnas atacaron la fortaleza de tal modo que la lograron
ganar completamente. Las represalias fueron, al estilo del Inca, muy severas. Como
dice el historiador Raúl Porras Barrenechea, Huayna Capac "deseaba ser tan temido
que de noche le soñaran los indios".

Súbitamente el emperador se enfermó de lo que mucho tiempo se pensó era la viruela,


lo cuál ha sido sin embargo descartado (McCaa, Nimlos & Hampe - Why Blame
Smallpox?), entre otras razones por la falta de las marcas características de esta
enfermedad en su momia, siendo más probable que fue envenenado con hierbas
aparentemente medicinales por un curaca chachapoya (Ziemendorff - Revisión de
argumentos respeto al hipotético asesinato del inca Huayna Cápac, véase también
[1]).

A decir de Garcilaso, el Inca predijo la llegada de misteriosos viajeros que


arribarían vía marítima (relato que muestra similitud con la historia chimú arribo
de Naylamp en la costa norte peruana). Lo cierto es que el Inca llegó a saber de
las naves que estaban explorando el litoral y que murió sin obtener una respuesta
certera sobre la identidad de los viajeros. Finalmente, también murió sin dejar un
claro indicio sobre su sucesión. El designado, de algún modo, llegó a ser Ninan
Cuyochi, un hijo bastardo con gran manejo de las armas, pero que también moriría
como su padre. Ante la gravedad de la situación, surge la figura del hijo de la
segunda Coya (la primera no llegó a darle sucesión al Inca), Huascar Inca, quien se
encargaría de gobernar al Imperio los próximos años, así como la figura de
Atahualpa que gobernará en el norte del imperio. Seguirá una guerra civil al final
de la cual Atahualpa se impone sobre su hermano.

La figura de Huayna Capac se puede ubicar en la lista de los grandes gobernantes


del Imperio, junto a su padre y a su abuelo, mientras que su hijo Huascar Inca
representaría la decadencia. Sin embargo, lejos de tanta felicidad, lo cierto es
que el Tahuantinsuyo ya había empezado a rajarse momentos antes de iniciarse el
gobierno del joven Inca. El atentado de su regente, así como las intrigas de
serrallo, pasando por el encumbramiento de las clases militares y terminando en el
relajamiento de la nobleza (los pobres trabajaban ya no solo para el Inca y el Sol,
sino que también debían trabajar para las familias de los que habían sido incas),
eran muestras de que algo ya andaba mal en un Imperio que había crecido
desmesuradamente rápido. Si bien Huayna Capac fue muy querido por todos, Grande,
que terminó siendo uno de los puntos más fuertes para la rivalidad entre ambas
ciudades al llegar el reinado de Huascar Inca. Sin embargo, no puede negarse que
mantuvo sólidamente unido al Tahuantinsuyo (a decir de un conquistador español, "si
la tierra no hubiera estado dividida, si Guaynacaba no huviera muerto, no la
pudiéramos entrar ni ganar") producto de una gran capacidad de liderazgo, gran
voluntad y un admirable arrojo.

Visita de Huayna Capac al Sumac Urcu o cerro Rico[10] Editar

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual


de Copia aparentemente literal de un texto del siglo XVIII.

11° Sapa Inca: Huayna Cápac.


El 11º rey del Tahuantinsuyo (hijo de Túpac Yupanqui) se llamó Huayna Cápac, que se
interpreta Mancebo poderoso. Este fue aquel insigne en riquezas de que puede causar
admiración al mundo, que tuvo rimeros de oro y grandes montones de plata, pues como
cuentan los cronistas Inca Garcilaso de la Vega y el padre maestro fray Antonio de
la Calancha con otros autores, tenía en su palacio en estatuas de oro a los reyes
sus predecesores, y todas cuantas alhajas sirven en una casa de madera, piedra o
barro, las tenía este rey en su palacio de finísimo oro; aun las piedras de moler
el ají (que es aquella especería de tanta mordacidad a la lengua y labios) y los
batanes donde molían el maíz, todo era de este rubio y precioso metal. El cronista
presbítero Francisco López de Gómara, Betanzos, el padre José de Acosta (de la
Compañía de Jesús) y el maestro fray Rodrigo de Loaisa (agustino) dicen de este rey
que tenía en la puna un recreo o jardín (hecho a mano) de árboles, flores y yerbas
de oro que era un remedo propio de los naturales vergeles. Esta máquina y mucha más
de oro fino de su palacio la echaron en la laguna de Chucuito (que tiene 80 leguas
de rodeo) cuando los españoles entraron al Perú, porque no gozasen tan rico tesoro.

Y no hay que admirarse de la abundancia de este precioso metal que tenían junto en
palacio, pues entonces no lo llevaban a España ni se lo tragaba el mar. Entonces el
oro y la plata se estaban en el reino del Perú y no se esparcía por el mundo. En
aquel tiempo iban los indios a los cerros a traer los ricos metales como quienes
sabían los secretos y venas donde estaban; mas después de reconocer la codicia de
los españoles y los malos tratamientos que más que bárbaramente les hicieron,
cerraron las bocas de las minas, y todo lo que tenían sacado de ellas lo echaron en
aquella profunda laguna y enterraron en diversas partes dondequiera que les cogió
la noticia de la crueldad española, pues tanta fue su codicia en recoger el oro y
la plata que no estando satisfecha con lo mucho que hallaron fuera, apremiaron a
los desventurados indios, y contra toda caridad, a fuerza de rigor, les hacían
descubrir las riquezas que sabían, y descubiertas, con mucha violencia les
obligaban a que sacasen los preciosos metales. De suerte que no pudiendo los
naturales tolerar aquella sinrazón, los más se fueron a las remotas provincias del
Perú a vivir entre aquellas incógnitas naciones sin fe ni conocimiento del
verdadero Dios; otros se quitaban la vida con sus mismas manos; otros se remontaban
de 50 en 50 y de 100 en 100, y se escondían en las quebradas y grutas de los montes
con sus mujeres e hijos, y allí morían de hambre; otros quedaban en poder de los
españoles, hechos esclavos, sin razón, ley ni caridad, pues no eran habidos por
derecho de la guerra, que las más de las provincias se les dieron graciosamente y
ellos las tiranizaron de tal manera que no hay lengua que lo pueda significar. Por
lo cual se puede decir seguramente que aquellos españoles no conquistaron el Perú
sino que todo lo redujeron a tiranía.

Tiranizado, pues, el Perú por los españoles, se fueron consumiendo millares de


millones de indios, y millones de millones de oro y plata, con que quedó el Perú
sin ser lo que se solía en tiempo de sus monarcas. Por esto viendo y considerando
desapasionadamente la ruina del Nuevo Mundo el ilustrísimo y reverendísimo señor
don fray Bartolomé de las Casas, obispo de Chiapa, escribió la historia intitulada
Destrucción de las Indias Occidentales, donde cuenta muy por extenso la
incomparable riqueza del Perú y sus reyes, el fin y paradero que tuvieron sus
grandezas después de que entraran los españoles en dichas Indias; aunque si
quedaron destruidas, fue de las riquezas temporales, pues comenzaron las
celestiales con la adoración del verdadero Dios.

Volviendo al poderoso rey Huayna Ccápac digo que en su tiempo, habiendo salido
grandes ejércitos de los indios guaraníes (que era una nación en el Río de la
Plata, la cual descubrió Sebastián Caboto el año de 1525, distante de esta
provincia de los Charcas más de 500 leguas), gente guerrera, traidora y soberbia,
éstos llegaron al Perú, y después de haber hecho grande destrucciones en las
provincias se volvieron victoriosos a su naturaleza; pero quedándose algunos entre
las sierras hicieron siempre grandes daños en todas las provincias de los Charcas,
Porco y Chichas, donde se avecindaron y poblaron. Apoderáronse de los valles de
Mataca (que son cercanos a esta Villa) y de allí acometían a los de esta provincia
de Porco, quedando siempre victoriosos porque su forma de guerra era de noche y en
haciendo sus saltos se retiraban a las montañas en cuya aspereza se mantenían.
Asaltaron al pueblo de Cantumarca y lo entraron con gran mortandad de sus vecinos,
y rehaciéndose allí trataban ya de continuar sus victorias en las demás provincias
sujetas a Huayna Ccápac.

Noticiado este rey de aquel atrevimiento llamó sus capitanes, y con numeroso
ejército salió con ellos del Cuzco; llegó al valle de Tarapaya donde se reforzaron
algunos días. Bañóse este rey en aquella laguna, gozoso de ver una obra maravillosa
de sus antepasados, y habiendo descansado lo que convenía envió 4,000 soldados con
uno de sus hijos a Cantumarca. Estaban los guaraníes bien prevenidos y así no
rehusaron 3,000 aventajados combatientes de salirles al encuentro, y se portaron
con tal valor que mataron 200 de los del inga. Huyeron llevándose la noticia los
que quedaron, de que indignado el rey partió al punto con diestros capitanes, y
aunque le resistieron los enemigos al cabo fueron deshechos y muertos más de 6,000
guaraníes; los pocos que quedaron huyeron sin parar hasta meterse en las montañas
de los Charcas. Recibió Cantumarca muy gozoso a su rey Huayna Cápac y le hicieron
grandes fiestas por sus victorias.

Pasadas éstas se encaminó a Ccolque Porco y Andaccaua, asientos de sus minas de


donde le sacaban innumerables arrobas de plata. Antes de partirse vio nuestro
famoso Cerro, y admirado de su grandeza y hermosura dijo (hablando con los de su
corte): "Este sin duda tendrá en sus entrañas mucha plata"; por lo cual mandó a sus
vasallos que luego de que llegasen a Ccolque Porco (que está distante de esta Villa
siete leguas) volviesen, labrasen sus minas y le sacasen el rico metal. Así lo
hicieron, y habiendo traído sus instrumentos de pedernal y madera fuerte subieron
al Cerro; y después de haber tanteado sus vetas, estando para comenzar a abrir sus
venas, se oyó un espantoso estruendo que hizo estremecer todo el Cerro y tras esto
fue oída una voz que dijo: "No saquéis la plata de este Cerro, porque es para otros
dueños". Asombrados los indios de oír estas razones desistieron del intento,
volviéronse a Porco [y] dijeron al rey lo que había sucedido; refiriendo el caso en
su idioma, al llegar a la palabra del estruendo dijeron "Potocsi" que quiere decir
dio un gran estruendo, y de aquí se derivó después (corrompiendo una letra) el
nombre de Potosí. Esto sucedió (según la más probable cuenta) 83 años antes de que
los españoles descubriesen este famoso Cerro, y desde aquel tiempo se llamó
Potocsi. Don Antonio de Acosta en la Historia de Potosí le da otra etimología,
añadiendo que no tan solamente por el suceso dicho se llamó Potocsi mas también
porque luego de que se descubriera el Cerro lo nombraron los indios Orcco
Poctocchi, que quiere decir cerro que brota plata. Añade más este autor, diciendo
que antes de que el rey Huayna Cápac viniese a esta provincia de Porco llamaban los
indios al Cerro, Súmac Orcco, que significa hermoso cerro, por su hermosura
exterior que, con más razón lo pudieran llamar así si vieran y sacaran la interior
que tenía; mas guardóla Dios para otros dueños, según se oyó en aquella voz que
queda dicho, como lo cuentan el comentador Garcilaso de la Vega, el capitán Pedro
Méndez, Bartolomé de Dueñas y Juan Sobrino.

Véase también Editar

Tercera expansión del Imperio incaico


Inca
Imperio incaico
Cañaris

Predecesor:
Túpac Yupanqui 11°
Cápac Inca
Dinastía Hanan Cuzco

1493 – 1527 Sucesor:


Huáscar
Predecesor:
Túpac Yupanqui Banner of the Inca Empire.svg

Inca del Tahuantinsuyo

1493 – 1527 Sucesor:


Huáscar
Referencias Editar

↑ María Rostworowski - Enciclopedia Temática del Perú Tomo I pag 67


↑ Miguel Cabello Valboa - Miscelánea Antártica (1945, pags 142, 143, 146)
↑ Santa Cruz de Pachacutic Yamqui 1993 pags 249, 255
↑ Bernabé Cobo tomado de Cieza de León 1964 Tomo II pag 90
↑ Oliva 1598
↑ Sarmiento: 124
↑ Cieza de León: 280; J.V. Murra, 1975: 114
↑ Las versiones varían, algunos cronistas aseguran que la campaña al actual Chile
se produjo en los tiempos de Túpac Yupanqui y otros con Huayna Cápac, algunos
hablan que fueron expediciones distintas. Los resultados de las campañas también
varían. Como la mayor parte de la historia previa a la conquista española esta es
incierta y existen varias interpretaciones.
↑ Historia de Chile. Prehistoria, Descubrimiento y Conquista. Desde la Prehistoria
hasta 1601, Osvaldo Silva Galdames, 2005, ed. Copesa, pp. 14.
Topa Inca Yupanqui envió expediciones para someter a los coles, construyendo,
alrededor del año 1470, el gran centro administrativo de Mollepampa, en el valle de
Lluta. Más tarde se adueñó de los oasis de los atacameños, tras una cruenta
resistencia que sus habitantes opusieron en el pucara de Quitor, y vontinuó
avanzando hacia los valles diaguitas, hasta las proximidades del río Choapa. Cerca
del año 1490 se instaló en Coquimbo un gobernador, para mantener el control de la
población.
Unos quince años después, su hijo Huayna Cápac conquistó hasta el Aconcagua, donde
dejó otro gobernador para que continuase las expediciones hacia el sur. La
resistencia mapuche solo les permitió ocupar ciertas tierras hasta el río Maipo, en
cuya rebera norte fundaron dos importantes colonias de mitimaes: una en la actual
San José de Maipo y otra en Talagante, con la misión de impedir rebeliones y
enseñar a los mapuche comarcanos las costumbres incaicas.
Estos mitimaes, o "trasplantados" en quechua, eran diaguitas sometidos al poder
imperial. Estaban al mando de un anciano funcionario inca llamado, al parecer,
Vitacura, quien posiblemente ordenó explotar hasta el río Biobío. Al regresar
fueron enfrentados por los mapuches, no se sabe con exactitud si en el río Maule o
el Cachapoal.

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