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Túpac Yupanqui o Túpac Inca Yupanqui

(Cusco, 1441-Chinchero, 1493), fue el décimo Inca o soberano del Imperio incaico. Fue
hijo y sucesor en el trono del inca Pachacútec, junto al cual asumió el correinado
probablemente entre los 15 y 30 años de edad (entre 1456 y 1461). Luego, tras la muerte
de su padre, se hizo cargo absoluto del poder.
Primero como Auqui ("Heredero") y luego como Inca ("Rey") empleó la mayor parte de su
tiempo en campañas bélicas de conquista o «pacificación», e, incluso, de exploración.
Estas últimas lo llevaron a Quito por el norte, el Río Maule por el sur, el país de
los opataris y el Paititi por el este1 y Mangareva por el oeste.2Sin embargo, también tuvo
activa participación en el gobierno. Así, estableció a los curacas, realizó el primer censo
general,3 distribuyó el trabajo, asignó impuestos, cimentó a los mitimaes, continuó la
construcción de los grandes caminos, ordenó las cárceles, propagó el culto al Sol e
implantó un calendario basado en sí mismo, embelleció con palacios la ciudad
de Tomebamba en honor de su recién nacido Huayna Cápac y fundó la ciudad de Quito.
Se hacía llamar «El Resplandeciente».
Tomó como esposa principal a su hermana Mama Ocllo Coya (homónima de la esposa del
primer Inca), en la cual tuvo pocos hijos. Sin embargo, dejó fuerte descendencia entre
concubinas y esposas secundarias.
Murió en Chinchero, tal vez envenenado por una de sus esposas llamada Chuqui Ocllo
para favorecer a su hijo. Sin embargo, tras haberlo escogido como sucesor, se rectificó a
último momento y designó como inca (emperador) al muy joven Huayna Cápac. Su momia
perduró hasta la guerra civil incaica, durante la cual los soldados quiteños de los
generales Quizquiz y Chalcuchímac la quemaron en venganza por haber conquistado
Quito. La Cápac Panaca, que conforma su descendencia, recogió las cenizas y las habría
escondido por Calispuquio junto a su deidad tutelar.

Origen[editar]
Túpac Yupanqui nació en el Cuzco cerca del año 1440. Fue hijo legítimo de Pachacútec y
de su hermana esposa Mama Anahuarque. Se destacó como un guerrero excepcional y un
emperador relevante; los cronistas Fernández de Palencia, Sarmiento de Gamboa y Cieza
de León lo describen como "gran señor y muy valiente", "de pensamientos altos" y "el gran
rey Túpac Inca Yupanqui", respectivamente.4
Sin embargo, no era el heredero predestinado siendo el más joven de los hijos del
soberano. En efecto Pachacútec, siguiendo una práctica establecida por su
padre Huiracocha Inca, había asociado al trono a su hijo Amaru Inca Yupanqui en los
últimos años de su reinado, pero este era muy pacífico y bondadoso ―lo llamaban «el
Bueno». Se cuenta que cuando lo mandaron (prácticamente obligaron) a combatir contra
los guaraníes fue derrotado. Tales actitudes hicieron cambiar de opinión a Pachacútec, por
lo que nombró como su sucesor a Túpac Yupanqui y, cuando el Inca se encontraba ya
muy anciano, le dejó asumir casi todo el poder (cogobierno). Otros autores afirman que
Túpac Yupanqui fue desde un inicio designado sucesor y que su hermano, al ser
informado de que debía servirle, lo aceptó de buen grado.
Después de ser elegido como Auqui, o príncipe heredero, correinó al lado de su padre
sirviéndolo como Apuquispay o jefe máximo de sus ejércitos iniciando con ello una larga
lista de conquistas.

Correinado[editar]
La elección recayó en el joven Túpac Yupanqui, quien hasta entonces había recibido una
estricta educación dentro del Coricancha. El príncipe fue puesto, sin tiempo de por medio,
al frente de un ejército y enviado a probar sus cualidades frente al enemigo. Pachacútec,
por supuesto, no quiso correr riesgos y encomendó el segundo mando a su
hermano Cápac Yupanqui, de probada experiencia, con la tarea de supervisar el trabajo de
su hijo, pero este pronto demostró que no necesitaba tutores y que naturalmente fue traído
para el oficio de las armas.
En la campaña posterior, el joven Auqui ejerció el mando en solitario y logró resultados
memorables que enorgullecieron a su augusto padre. Pachacútec había encontrado al
deseado sucesor.

Conquistas como Auqui[editar]


Véanse también: Guerra chimú-inca y Guerras de los Andes septentrionales.

Túpac Yupanqui, según dibujo de Guamán Poma de Ayala.

Las primeras campañas del entonces príncipe Túpac Yupanqui se dieron en el norte del
Cuzco y tuvieron como escenario de los enfrentamientos, primero la región de Hatun
Xauxa, luego se extendieron a los territorios alrededor de la meseta de Bombón y
terminaron con la conquista de los huaylas y la posesión de Cajamarca.
Posteriormente, el joven conquistador intentó un atrevido ataque al reino Chimú, dirigiendo
su atención a su amurallada ciudad capital: Chan Chan. Ante esto, Túpac Yupanqui
elaboró una certera estrategia: desviar el río Moche, principal proveedor de agua para
Chan Chan. Como la ciudad se encuentra en medio del desierto, no tardó muchos días en
anunciar la rendición.
Después de esta primera expedición volvió al Cuzco con un cargado botín y muchos
orfebres y artesanos que fueron de gran utilidad en la enseñanza de estas artes en la
capital. Descansó ahí dos años, y enseguida salió nuevamente por el norte anexando más
etnias y derrotando otras que por su «salvajismo» no las anexaría por no ser de interés.
Luego siguió la conquista de los territorios dominados por los chachapoyas, una fuerte
etnia que liderada por un hábil guerrero, Chuqui Sota, ofreció una feroz resistencia,
atrincherándose en la fortaleza de Piajajalca, pero que finalmente tuvo que rendirse.
Túpac Yupanqui hizo otra rápida incursión hasta Huancabamba, último lugar conquistado y
la dirección seguía siendo el norte, hacia Ayabaca y los territorios del departamento de
Piura. Era la tierra de los tallanes y bracamoros, este último gente salvaje que empeñaba
duro, pero no detenía a los ejércitos del Cuzco.
Más adelante se encontraba el área de influencia de los cañaris, un poderoso pueblo que
dominaba la región. Túpac Yupanqui intentó un acuerdo, pero los orgullosos habitantes se
negaron a someterse y, habiéndose aliado con el igualmente combativo Quillaco de Quitu,
lucharon abiertamente.
Por primera vez en su vida Túpac Yupanqui se arriesgó a la derrota y sólo su valentía
decidió el día. Al darse cuenta del derrumbe de sus tropas, el príncipe no dudó en
lanzarse, con su guardia personal, a la refriega y anuló el resultado del enfrentamiento.
Los líderes de los cañaris perecieron en la batalla y el líder de los Quillaco, Pillaguaso fue
capturado. Toda la región quedó ahora en manos de los incas que ocuparon Tomebamba,
llegando incluso hasta la misma Quito.
Túpac Yupanqui se asentó en la región, cuidando de asimilarla a las costumbres del
imperio y, para ello, introdujo las técnicas constructivas de los incas, levantando suntuosos
palacios en Tomebamba, elegida, para la ocasión, capital de las tropas en el campo.
Mientras esperaba aquí para emprender nuevas iniciativas, tuvo el placer de ver el
nacimiento de su hijo, Titu Cusi Hualpa, quien luego sería su sucesor con el nombre
de Huayna Cápac. Al volver al Cuzco luego de 4 años, se le tentó comandar otra campaña
de conquista por el Chinchaysuyo, en el golfo de Guayaquil, donde derrotó a
los punaeños y a los paches.
Por el sur, su mirada se dirigió al valle de Cañete y al señorío del Huarco. Aliado con
los chinchas, creyó que su victoria sería segura pero los hechos le demostrarían lo
contrario. Su campaña por esas tierras, la más ardua que habría de luchar en su vida y
que le sirvió mucho en su desarrollo como guerrero, le tomó cerca de cinco años. Por esto
decidió apelar a otros recursos para conseguir la derrota definitiva de tan recia gente. En
efecto, mandó emisarios para señalarles a los líderes de la región (encabezados por una
fiera mujer guerrera) que ambas naciones alcanzarían una alianza con el fin de mutuo
beneficio entre ambos, siendo que los del huarco aportarían constantemente alimentos y
productos al Imperio mientras que los incas respetarían su autonomía. Ante esto, grandes
celebraciones se darían inicio y en plena fiesta los soldados del joven Túpac Yupanqui
irrumpirían contra las principales posiciones defensivas para tomarlas. Esto lo
conseguirían en todos los reductos, salvo en la fortaleza de Ungará.
Aquí la lucha se hizo más dura y costó muchas vidas el tomarla. Finalmente, viéndose
rodeados y deseosos de salvar sus cuerpos de la furia del príncipe imperial, los
sobrevivientes se lanzaron desde lo alto de la fortaleza en un salto que años más tarde
emularía el famoso Cahuide ante los conquistadores españoles. A su llegada al lugar,
Túpac Yupanqui, congestionado por la ira, ordenó que todos los prisioneros fueran
ajusticiados y colgados de esos muros como escarmiento a todos los pueblos que
siguieran su ejemplo.
Decidido finalmente a regresar al Cuzco, Túpac Yupanqui se detuvo a visitar el famoso
oráculo de Pachacámac que su madre le había recomendado honrar. El príncipe se
sometió a un larguísimo ayuno y sus devociones fueron recompensadas porque declaró
que tuve la visión del dios que le habría mandado construir un templo en su honor.
Cargado de honores y botines, Túpac Yupanqui finalmente regresó a la capital incaica.

Gobierno[editar]
Andas del Inca. Túpac Yupanqui y Mama Ocllo Coya sentados en su trono o ushnu, de Felipe
Guamán Poma de Ayala, en Primer nueva corónica y buen gobierno.

El recibimiento de Pachacútec a sus ejércitos victoriosos fue grandioso. Entre otras cosas,
el anciano emperador tuvo la grata sorpresa de conocer al jovencísimo Huayna Cápac y
quedó encantado, al punto de recomendarlo a su hijo como su futuro heredero. La
celebración incluía el desarrollo de un simulacro de batalla y el soberano quería
encomendar el mando de una escuadra a su nieto que era un niño de unos diez años.
Pasadas las fiestas, el anciano soberano, que ya se sentía cercano al final, recomendó a
su hijo el destino del imperio y, poco después, murió llorando junto a todos sus familiares.
Su muerte, sin embargo, se mantuvo en secreto hasta que las familias representativas del
imperio se pronunciaron sobre su sucesión.
En 1471, con la muerte de Pachacútec, Túpac Yupanqui fue coronado con
la mascapaicha como Sapa Inca a sus 30 años aproximadamente. En afanes de continuar
la expansión del imperio dirigió una campaña en el Antisuyo (región selvática).

Conquistas al sur del imperio[editar]


El nuevo señor del Cuzco estaba, sin embargo, más inclinado a la vida militar que a
encabezar un imperio, con todas las implicaciones burocráticas necesarias. Confiando en
la ayuda de su hermano Amaru Inca Yupanqui, del que era muy fiel y capaz, se dispuso a
continuar la actividad a la que se sentía más inclinado: la de conquistador.
Conquistas en la selva amazónica[editar]
Al este de la cordillera de los Andes se extendía la selva amazónica con sus bosques
inmensos e inexplorados, pero el ansioso soberano no se dejó intimidar ni siquiera por la
trampa de la naturaleza. El ejército inca se adentró en lo más profundo de los bosques en
busca de territorios que conquistar.
La verdadera dificultad no eran los nativos, pocos e intimidados aunque estuvieran
equipados con flechas envenenadas, sino la maraña de vides y la falta de caminos. El Inca
inventó nuevas estrategias. Sus hombres más ágiles subieron a los árboles más altos y
señalaron el camino orientándose con los ríos, pero aun así la marcha fue muy lenta y
dificultosa.
Aunque diezmado por la enfermedad, el ejército cuzqueño aún logró ocupar la región del
río Paititi, la actual Madre de Dios y obtuvo la obediencia de las tribus de los Opataris, los
Manosuyos, los Manaríes y los Chuncos.
En esa coyuntura llegó la noticia de que el Collao estaba sublevado y que era
imprescindible volver al altiplano andino. Túpac Yupanqui no puso tiempo en el medio y, a
marchas forzadas, recuperó el frescor de sus montañas natales, probablemente
agradecido por la oportunidad de abandonar esos bosques insalubres que tan mal
convenían a la naturaleza de sus soldados acostumbrados a vivir en grandes alturas.
Sublevaciones en el Collao[editar]
Su campaña fue mortal y los alborotadores fueron de derrota en derrota. Posteriormente
fueron conquistadas Llallahua, Asillo, Arapa y Pucara y derrotados definitivamente sus
defensores.
Como eran rebeldes, Túpac Yupanqui no tuvo piedad y sus líderes fueron ejecutados de
inmediato. Por desprecio fueron desollados y con sus pieles fueron hechos tambores de
guerra dejados como dotación al ejército.
Sólo después de haber eliminado definitivamente cualquier foco de rebelión y de haber
obtenido el sometimiento de los Charcas, señores de la región conocida más tarde
como Alto Perú, el Inca volvió al Cuzco.
Conquistas al Collasuyo[editar]
Artículos principales: Guerra inca-mapuche y Guerra del Collao.

Expansión del Imperio incaico.

El carácter indomable del soberano, sin embargo, no tenía por qué permitirle un largo
descanso. Quedaban inmensos territorios al sur del imperio, casi inexplorados y el Inca
decidió ir allí con sus tropas.
Túpac Yupanqui siguió el camino por los Andes, el mismo que seguiría después Diego de
Almagro. Sin embargo, sus ejércitos desconocieron las dificultades vividas por los
conquistadores españoles y llegaron fácilmente al río Maule.
Aquí se encontraron enfrentados a la etnia mapuche, pueblo orgulloso e indomable que
defendería sus tierras del dominio de los españoles hasta 1800. Los incas los derrotaron
en batalla y sus líderes Michimalongo y Trangolonco se vieron obligados a rendirse, pero
su resistencia fue tan duro como para convencer a Túpac Yupanqui de que no siguiera
más al sur.
En efecto, según Cristóbal de Molina, el Inca habría enviado una fuerza expedicionaria
al Estrecho de Magallanes, pero la descripción de esta tierra fría y desolada lo habría
convencido de fijar las fronteras del imperio en el río Maule y regresar al Cuzco después
de instalar una guarnición en el río.
La crónica "Suma y Narración de los Incas”, de Juan de Betanzos (a. 1551), es una de las
crónicas más autorizadas que se escribieron sobre el Imperio Incaico debido a que fue
confeccionada sobre la base de los datos proporcionados por la gente allegada a la corte
de Cuxirimay Ocllo, antigua esposa del Inca Atahualpa que casó luego con Betanzos.
Efectivamente, en la Introducción del libro de Juan de Betanzos publicado por María del
Carmen Rubio (2004) se indica que Betanzos (pág.. 16): “…interrogaba a sabios,
guerreros y personajes de avanzada edad que todavía conservaban en la memoria los
hechos sucedidos en las campañas expansivas o represivas de Tupac Inca Yupanqui o de
Huayna Cápac, y a otros muchos más…”: “…de esta forma, el cronista obtuvo las noticias
necesarias que le permitieron escribir y describir, casi según oía, los hechos sucedidos
durante los años esplendorosos del gobierno incaico…”.
En los capítulos XXXIII al XXXV, Betanzos describe el alzamiento de los “collas” a quienes
Tupac Yupanqui enfrentó y persiguió hasta llegar, primero a Arapa (cerca de Puno), luego
a Chuquiabo (actual ciudad de La Paz) y posteriormente a Urocoto (probablemente
Oronkota, al noreste del actual departamento de Potosí, en Bolivia).
Túpac Yupanqui (siempre según Betanzos), habría llegado posteriormente hasta: “…un río
grande, que dicen ser el de La Plata…” y luego: “…fuese por la vera de él hasta que llegó
a sus nacimientos, que dicen ser a las espaldas de Chile…//…pasó los puertos y
cordilleras de nieve y montañas altas, sujetando y conquistando todo…”. De retorno de
Chile, Tupac Yupanqui y sus ejércitos vuelven a entrar en territorio del Collasuyo pasando
por Carangas, Aullagas, Chichas y Llipi (Lípez) hasta llegar a Chuquisaca, los Charcas,
Pocona y Sabaypata, lugares en los cuales construye fortalezas y deja guarniciones de
mitimaes. Siete años después de su partida, probablemente en 1478, retorna al Cuzco
(“…y estuvo Túpac Inca Yupanqui, desde que salió del cuzco para pacificar esta provincia
de Collasuyo hasta que volvió a la ciudad del Cuzco, siete años…”. Betanzos, op. Cit.,
pag. 204). Esta “hoja de ruta” que, según Betanzos, siguió Túpac Yupanqui, es coincidente
con la que señala el Cápac Ayllu, un documento confeccionado en 1569 por quienes se
consideraban a sí mismos: “… nietos de los Incas conquistadores…”, es decir, nietos de
los Incas Túpac Yupanqui y Huayna Cápac (Rowe, J.H. Probanza de los Incas nietos de
conquistadores”. HISTORICA. Vol. IX, N.º 2, [1569] 1985: 193-245). Este documento,
confeccionado igualmente sobre la base de los datos proporcionados por
los quipucamayos Incas todavía existentes, hace mayores especificaciones respecto a la
zona que nos ocupa englobando regiones, etnias y datos de interés histórico
importantísimos respecto no solamente de la actual zona de los chichas, chiriguanaes, el
Tucumán y los juríes, haciendo ver que el conocimiento que los Incas tenían de toda esa
zona era desde luego muy amplio.5
Contiene, evidentemente, muchos de los datos del documento anterior pero ampliados, de
tal forma que ambos documentos se complementan, uno a otro. En ambos es la misma
“hoja de ruta” que los Incas conquistadores siguen, desde “los collas”, en el Altiplano,
hasta “los juríes”, en el Tucumán, pasando por los chichas y varias otras zonas a las que
caracteriza por el nombre de los pueblos que las habitaban.5 El paso que Túpac Yupanqui
utilizó para llegar a los “chiriguanaes” fue seguramente la llamada “Puerta del Chaco”, por
la actual localidad de Santa Ana y el que usó para llegar a Humahuaca y el Tucumán tuvo
que haber sido el corredor que atraviesa los valles de Yavi y Livi Livi, única vía expedita y
con caminos para llegar a esas zonas.
El proceso de su incursión a los "chiriguanaes" fue tras conquistar el Collao. A partir de
1470 Tupac Yupanqui se dirigió al sureste, donde se encontró con una variedad de
pueblos de indios ajenos a los del Collao, se trató de integrarlos al imperio mediante el
ámbito bélico debido la oposición de estos. Ya subyugados, incursionó el territorio y logró
encontrarse con los chiriguanos, teniendo enfrentamientos con estos, posteriormente tuvo
que abandonar la región para avanzar hacia el sur, llevándose consigo a muchos indios
subyugados como mitimaes que serían puestos en las fortalezas del Tucumán. La
integración de la región de estos indios no fue plenamente, puesto a que solo se dejó a
sentinelas como vigías de los indios subyugados, y que sufrían constantemente los
ataques de los chiriguanaes. Posteriormente, estos indios subyugados serían
desperdigados a lo largo del imperio como mitimaes y esclavos, despoblando por completo
la región en donde habitaban, y el cual sería del provecho de los chiriguanos.
En Chile desplazo a los diaguitas de los valles transversales y parte de
los picunches (grupo mapuche septentrional) que habitaban el valle de Chile (el actual
valle del Aconcagua o el valle del Mapocho) y algunas comarcas ubicadas al sur de él,
produciendo que estos se desplazaran hacia tierra de mapuches, y allí se unieran los
diaguitas y picunches con los mapuches, fijándose así los límites del Imperio Inca, en una
zona que convencionalmente los historiadores y la arqueología extienden hasta el río
Maule. Tomó el camino de regreso por la costa pasando por Pica, Huantajaya, Ariacca,
Tácana y en Sama tomó rumbo hacia el Cusco.
El cronista Pedro Cieza de León expresa:
Caminó por toda la provincia del Collao hasta salir de ella, envió sus mensajeros a todas la naciones
de las Charcas y Carangas y más gentes que hay en aquellas tierras. De ella, unos le venían a
servir y otros a darles guerra... Yendo victorioso adelante de los charcas, atravesó muchas tierras o
provincias y grandes despoblados de nieve hasta que llegó a lo que llamamos Chile y señoreó y
conquistó todas aquellas tierras, en los cuales dicen llegaron hasta el río Maule. En lo de Chile, hizo
algunos edificios y tributáronle de aquellas comarcas mucho oro en tejuelos. Dejó gobernadores y
mitimaes y, puesto en orden lo que había ganado, volvió al Cusco
Pedro Cieza de León

Conspiración en el Cuzco[editar]
Durante las campañas militares, el reinado de Túpac Yupanqui se desarrolló
tranquilamente, dentro de sus fronteras, estando el Cuzco controlado por su fiel hermano
Amaru a quien, entre otras cosas, también se le había encomendado la tarea de dirigir la
panaca Cápac Ayllu establecida por el soberano reinante. Esto fue una anomalía porque,
en rigor, Amaru Inca Yupanqui debió formar parte de la panaca de Pachacútec, pero se
supone que fue una especie de reconocimiento a su renuncia al trono y a su actividad
como garante del reino durante las numerosas ausencias del soberano conquistador.
En realidad se había producido una especie de motín, relatado por Cieza de León en su
obra, pero debió de ser un episodio menor porque se resolvió sin la intervención del
soberano.
Mientras el Inca estaba decidido a celebrar los ritos de la pubertad de uno de sus hijos
recientes, sucedió que uno de sus hermanos, Topa Cápac, trató de levantarse y expulsarlo
del reino.
Este hermano siempre había sido bien considerado por Túpac Yupanqui quien le había
tenido un trato especial. Había sido su compañero de armas en la primera campaña
cuando aún era Auqui y había sido nombrado por él, después de subir al trono, inspector
general de todas las tierras recién conquistadas. En el desempeño de sus funciones Topa
Cápac había reunido en todos los distritos del imperio a algunos fieles a su causa y con su
contribución había prometido desbancar a su hermano del trono.
Sus intenciones, sin embargo, habían sido descubiertas antes de que sus partidarios
pudieran llegar al Cuzco y el soberano, rápidamente apresurado, logró sofocar la rebelión
de raíz. El culpable fue ejecutado de inmediato junto con los principales autores de la
conspiración. En cuanto a los participantes menos comprometidos, Túpac Yupanqui actuó
de manera diferente. Todos ellos fueron despojados de sus prerrogativas de nacimiento y
transformados en yanaconas o servidores del emperador sin derecho a ciudadanía
autónoma.

Muerte[editar]
Túpac Yupanqui falleció en su palacio de Chinchero, a los 45 años de edad, a causa de
una enfermedad desconocida.6 Existe la versión de que Chuqui Ocllo, una de sus esposas,
lo convenció de que su hijo Cápac Huari lo sucediera, sin embargo Túpac Yupanqui
designó como sucesor a su hijo Titu Cusi Hualpa (Huayna Cápac); esto provocó la ira en
Chuqui Ocllo quien envenenó a Túpac Yupanqui aproximadamente en 1493.
Su momia, junto a su ídolo Cuxichuri, fue guardada por su panaca la Cápac Ayllu en su
palacio de Pucamarca. Posteriormente en 1532, cuando el ejército de Atahualpa tomó la
ciudad de Cuzco, las etnias que conformaban su ejército todavía guardaban un
resentimiento inmenso a Túpac Yupanqui por haberlos conquistado. Estas etnias
quemaron su momia en el Cuzco bajo el mando de Quizquiz. Sus cenizas fueron
recolectadas por la Cápac Ayllu y ocultadas en Calispuquio, donde siguen escondidas
hasta el día de hoy.

Descendencia[editar]
Los numerosos hijos de Túpac Yupanqui se reunieron en la panaca fundada por el
soberano. Fue el prestigioso Cápac Ayllu quien por su riqueza y poder le habría disputado
el poder en el imperio a la otra gran panaca, la de Pachacútec, llamada Hatun Ayllu.
Durante la guerra civil entre Huáscar y Atahualpa, los miembros de la Cápac Ayllu tomaron
posiciones por Huáscar y cuando llegó la derrota de este último fueron severamente
castigados. Todos sus principales representantes fueron masacrados, las propiedades
familiares confiscadas y la propia momia de Túpac Yupanqui ultrajada e incendiada.

Teorías sobre Túpac Yupanqui[editar]


Teoría del descubrimiento de la Polinesia[editar]

Mascarón de proa del BAP Unión (BEV-161), que representa a Túpac Yupanqui, el Inca navegante.

A partir de las obras realizadas por cronistas españoles Pedro Sarmiento de


Gamboa, Martín de Murúa y Miguel Cabello Balboa durante la conquista; se recogieron
una serie de relatos en los que se explica que Túpac Yupanqui, cuando se encontraba en
la costa norte (en las islas Puná), habría tenido conocimiento de unas islas lejanas en las
cuales encontraría oro, decidiendo ir en busca de ellas. Alistado una gran flota
de balsas,nota 1 habría zarpado con 20 000 expedicionarios, llegando a unas islas
llamadas Ninachumbinota 2 y Ahuachumbi.nota 3
Estas crónicas dieron pie, al historiador José Antonio del Busto, para la formulación de una
teoría sobre que esas dos islas serían Mangareva y Rapa Nui, basándose en treinta
pruebas que asegura haber descubierto; entre ellas el hecho que en Mangareva existe
una leyenda sobre un rey tupa, que vino del este en balsas con velas, trayendo orfebrería,
cerámica y textilería y del que hasta hoy existe una danza. Un relato similar existiría en
las islas Marquesas. Además, agrega que el Vinapú, en Rapa Nui, está construido en
forma similar a las construcciones incaicas del Cuzco, y que el rey tupa en Rapa Nui
habría tomado el nombre de Mahuna-te Ra'á, traducido como ‘hijo del Sol’ basándose en
una leyenda Rapa Nui.7 Esta hipótesis es apoyada por la travesía que hizo el explorador
noruego Thor Heyerdahl, denominada Kon-tiki en honor al dios de los incas, Huiracocha, el
creador del universo, pues Kon-tiki es una advocación del mismo.
Los relatos narran que Túpac retornó a los dos años trayendo consigo gente negra (que
serían prisioneros polinesios hallados en Mangareva), sillas de latón (que sería en realidad
un trono de un material parecido a la tumbaga, recogido del reino de Chimú al terminar el
viaje), pellejos y quijadas de caballos (que más podían haber sido de lobos marinos
machos) que fueron conservadas en la fortaleza de Sacsayhuamán.
Y andando Topa Inga Yupanqui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puná y Túmbez,
aportaron allí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia el poniente en balsas,
navegando a la vela. De los cuales se informó de la tierra de donde venían, que eran unas islas,
llamadas una Auachumbi y otra Niñachumbi, adonde había mucha gente y oro. Y como Topa Inga
era de ánimos y pensamientos altos y no se contentaba con lo que en tierra había conquistado,
determinó tentar la feliz ventura que le ayudaba por la mar. Después de atisbar de cómo Túpac
Yupanqui se entero de la existencia de unas islas auachumbi y ninachumbi, esto avisado y
confirmado por un mercader llamado Autarqui. Se determinó ir allá. Y para esto hizo una
numerosísima cantidad de balsas, en que embarcó más de veinte mil soldados escogidos. Navegó
Topa Inga y fue y descubrió las islas Auachumbi y Niñachumbi, y volvió de allá, de donde trajo gente
negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijadas de caballo. Hago instancia en esto,
porque a los que supieren algo de Indias les parecerá una caso extraño y dificultoso de creer.
Pedro Sarmiento de Gamboa

Resumiendo el alcance de su teoría sobre el viaje de Túpac Yupanqui a Polinesia, Del


Busto reconocía que aún faltaba la comprobación de sus postulados, que dijo sustentar en
"posibilidades" o "probabilidades":8
Esto es algo que comenzó como una gran curiosidad de mi parte, eso sí no lo puedo negar. Lo
convertí en una hipótesis de trabajo y hoy día es una teoría. Falta indudablemente la demostración.
Encontrar cosas que evidencien la presencia de Túpac Yupanqui en 1465 por allá.
Antonio del Busto8

Teorías sobre la expedición a Chile[editar]


Versión de la batalla del Maule[editar]
Véase también: Batalla del Maule

Confrontación entre mapuches (izquierda) y los incas (derecha). Dibujo del cronista Guaman Poma
de Ayala.

El Inca Garcilaso de la Vega en su libro Comentarios Reales de los Incas y el


español Alonso de Ercilla en el poema épico La Araucana relatan la expedición Inca con
una sospechosa gran cantidad de detalles, dado que el primero la escuchó de niño y el
segundo prácticamente la inventó. Llamando a este encuentro como batalla del Maule.9
Según ambos autores, durante la campaña al sur se libró una guerra entre 20.000
hombres de Túpac Yupanqui y 20.000 guerreros de las tribus mapuches, al sur del Maule.
El subgrupo Picunche, conocido como promaucaes por los españoles, enterados de la
venida de los incas se aliaron con los subgrupos Antalli, Pincu y Cauqui. Los incas
enviaron parlamentarios para que reconozcan a Túpac Yupanqui como soberano.
Los purumaucas decidieron dar batalla y se enfrentaron por tres días con los incas.
Durante el enfrentamiento hubo muchos muertos en ambos bandos y ningún ejército
vencedor. Al cuarto día decidieron no enfrentarse. Los purumaucas se retiraron del campo
de batalla cantando victoria, en tanto los incas intentaron asegurar el control de pequeñas
zonas conquistadas al norte del Maule.
...duró la batalla todo el día sin reconocerse ventaja, en que hubo muchos muertos y heridos...El
cuarto día...no salieron de sus alojamientos...los Purumaucas...se volvieron a sus tierras, cantando
victoria...los Incas...resolvieron en volverse a lo que tenían ganado y señalar el río Maulli por término
de su Imperio y no pasar adelante en su conquista hasta tener nueva orden de su Rey Inca
Yupanqui...El Inca les envió a mandar que no conquistasen más nuevas tierras, sino que atendiesen
con mucho cuidado en cultivar y beneficiar las que habían ganado...
Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales10
El potente rey inca aventajado, en todas las antárticas regiones, fue un señor en extremo aficionado,
a ver y conquistar nuevas naciones... Los promaucaes de Maule, que supieron, el vano intento de
los incas vanos, al paso y duro encuentro les salieron, no menos en buen orden que lozanos; y las
cosas de suerte sucedieron, que llegando estas gentes a las manos, murieron infinitos orejones,
perdiendo el campo y todos los pendones. [...] Los incas, que la fuerza conocían, que en la provincia
indómita se encierra, y cuán poco a los brazos ganarían, llevada al cabo la empezada guerra; visto
el errado intento que traían, desamparando la ganada tierra, volvieron a los pueblos que dejaron,
donde por algún tiempo reposaron.
Alonso de Ercilla, La araucana11

Estos dos relatos llevaron a algunos historiadores chilenos modernos a teorizar que, a la
llegada de los españoles los mapuches habían hecho retroceder a los incas hasta el río
Mapocho "mapuche" denominación que nunca correspondió al río, sino que a la línea
divisoria entre ambos grupos, la cual se había desplazado en ese lapso de tiempo desde
doscientos kilómetros al sur. Cabe destacar que al norte de esta línea permanecía un
asentamiento perteneciente a Vitacura, uno de los principales lugartenientes de Túpac
Yupanqui y que hasta el día de hoy designa a una comuna de Santiago, capital de Chile.
Las mismas fuentes afirman que ya muy cansados por la prolongada ocupación, los incas
buscaron en los intereses coloniales españoles y la ocupación pretendida por Diego de
Almagro, la oportunidad de ajustar cuentas con su antiguo enemigo, pero ello derivó
desafortunadamente para sus pretensiones en un nuevo retroceso, esta vez doscientos
kilómetros al norte al valle del Choapa. Los escasos restos encontrados en el
siglo XX hicieron suponer de que los incas nunca pudieron lograr su objetivo de asentarse y
durante los meses siguientes a la batalla su subsistencia se centró en la recolección de
frutos y el saqueo de pequeños poblados. La denominación inka, significa ‘ladrón’
en idioma mapuche,[cita requerida] lo que podría sugerir que nunca fueron bien recibidos por
los locales, quienes en cantos ancestrales denuncian a los incas robando alimentos y
realizando sacrificios humanos,[cita requerida] de lo cual derivaría el nombre Huelén (‘dolor’),
denominación mapuche original del cerro Santa Lucía, en el centro de la actual ciudad de
Santiago.
Versión de las expediciones incas al Chacao[editar]
Datos aportados por crónicas españolas, tales como el Informe de Miguel de
Olavarría[cita requerida] o el del padre Giovanni Anello Oliva[cita requerida] en su Historia del
Perú (publicada en una traducción al francés) indican que la expansión inca habría llegado
más al sur, o que posteriormente se habría producido última expansión o invasión más al
sur hasta el río Biobío. Miguel de Oliveira afirma que "conquistaron y subjetaron a todos los
indios que avia desde la Serena asta el gran río de Biobio como oy se ve e aver llegado
hasta el dicho rio por los fuertes que hicieron en el cerro del Río Claro,[cita requerida]
donde pusieron y tuvieron frontera a los indios del estado con quienes tuvieron muchas
batallas"; mientras, por su parte, el padre Anello Oliva narra que Túpac Yupanqui "Sometió
hasta el valle de Arauco, donde pasó el invierno, después de haber construido algunos
fuertes. Sometió a continuación las provincias de Chiloé y de Chillcaras."[cita requerida]
El historiador José Antonio del Busto, en su obra sobre Túpac Yupanqui, recoge
testimonios de varios cronistas como Cristóbal de Molina, los cuales comentan que Túpac
Yupanqui cruzó más allá del Maule y el Biobío, alcanzando el Canal de Chacao,
observando desde la orilla la Isla de Chiloé, considerándola el "fin de la tierra". Al apreciar
estos últimos territorios improductivos, regresó al gobierno del Tahuantinsuyo, asentando
sus fronteras en el río Maule.12
"y esde saber que cuando los espanoles entraron en el Cuco había indios que se acordabande un
senor Inga que se llamaba Tupa-Inga Yupangue, el cual fue padre de Guaynacaba,padre de
Tabalipa y de Guascar y de Mango Inga, y dexo otros muchos, pero questostres fueron los mas
principales, y los que los espanoles alcanzaron a los principios de lasierra haber. Este Tupa Inga
Yupargue conquisto por su persona, según dicen los indios,la mayor parte de estos reinos, y fue
muy valeroso e hizo y acrecento los caminos realesde la sierra y llanos quinientas leguas de aquella
parte del Cuzco; este conquisto el Collao, que se rebelo muchas veces, y desde el Cuzco hasta las
provincias de Chile, queson quinientas leguas, y toda su habitación fue desde el Cuzco hacia el
estrecho de Magallanes, y trabajo mucho y al cabo vino a morir en el Cuzco, y sucediole su hijo
Guainacaba, que en lengua de Cuzco quiere decir <<mancebo rico>>".
Cristóbal de Molina, el almagrista

Confines sur de los incas según la arqueología[editar]


A finales del siglo XX las investigaciones arqueológicas disputaban si la frontera
permanente y estable inca se ubicaba en el Río Maipo o el Río Maule.13 Algunos autores,
aceptando esa frontera estable, manejaron la posibilidad de una incursión pasajera hasta
el Bío Bío, al tiempo que postulaban la existencia de focos o episodios dispersos de
contacto económico y cultural (no violento) entre los incas y los indígenas del área de
Arauco. Esta actividad, según estos autores, "en ningún caso" alcanza en su radio de
influencia, la zona de Chiloé o Chacao.14
Según los restos arqueológicos encontrados especialmente en la última porción
del camino del inca que alcanza a avanzar aproximadamente un kilómetro de norte a sur
en el centro de la capital de Chile15 se considera que no hubo una gran batalla como
afirman Encilla o Garcilaso, sino que se produjeron algunos enfrentamientos entre los
ejércitos incas y los pueblos mapuches, estos últimos luchando principalmente bajo la
estrategia de guerrillas que más tarde aplicarían con los conquistadores españoles. A
partir de esta conclusión, se considera que en estos enfrentamientos ganaron los incas por
la mayor cantidad de fuentes y cronistas que lo apoyan, y también por los recientes
descubrimientos de yacimientos arqueológicos bajo la ciudad de Santiago de Chile, que se
presumía de fundación española.

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