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XVI
Durante el siglo XVI España alcanzó el mayor poderío político y militar de su
historia. Se creó un imperio inmenso con posesiones en Europa, Filipinas y, sobre
todo, América, lo que le permitió convertirse en la nación dominante en Europa
durante más de un siglo. El protagonismo de este periodo recayó en manos de
dos reyes, padre e hijo: Carlos V yFelipe II
1. La herencia de Carlos V
Carlos V utilizó el catolicismo y su defensa como un medio para dar unidad a los
diferentes territorios que controlaba. A su vez los príncipes alemanes, que no
deseaban estar gobernados por el emperador, utilizaron el recién nacido
luteranismo para distanciarse y enfrentarse a Carlos V. Por tanto, la religión formó
parte importante de la política de la época.
Lutero recibió el apoyo de los príncipes alemanes rebeldes (Dieta de Worms,
1521) y esto provocó el inicio de la guerra de Carlos V contra el protestantismo. El
rey logró ganar las principales batallas, significativo fue su gran triunfo en
Mühlberg (Alemania, 1546) sobre los protestantes. Sin embargo, el problema
continuó y años más tarde (desgastado por no ser capaz de poner fin a tan
costoso enfrentamiento) tuvo que aceptar la libertad de culto en los territorios
alemanes, lo que en la práctica significaba una renuncia a tener el control sobre
estos.
2. Reinado de Felipe II
El rey.
Felipe II el Prudente, nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527, hijo del
emperador Carlos V y de Isabel de Portugal desde muy joven fue preparado para
ser rey. Su padre se preocupó mucho por su educación y le preparó en política y
diplomacia, dejándole como rey regente de España durante sus ausencias en
1543 y 1551.
Tomó el trono español tras la abdicación de Carlos V en 1556, y hasta 1598
gobernó el enorme imperio integrado por Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra,
Valencia, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán,
Nápoles, Orán y Túnez, toda la América española (menos las inhóspitas zonas
de Norteamérica que nunca se llegaron a colonizar) y Filipinas. En 1580 es
nombrado rey de Portugal, por lo que incorporó Brasil y los territorios
afroasiáticos portugueses.
Se caso 4 veces, siempre por razones de Estado: el futuro heredero, Felipe III,
nació de su cuarto matrimonio que fue con Ana de Austria (1549-1580) (se
casaron primero por poderes en 1570 en el castillo de Praga). Era su sobrina, hija
de su primo Maximiliano II de Austria y de su hermana María.
Como persona fue un hombre muy trabajador – se pasaba la mayor parte del
tiempo en su despacho- siendo esta casi la única virtud que compartía con su
padre, pues al contrario que el Emperador, fue Felipe II un hombre muy reservado,
serio, poco amante de fiestas y viajes, y en lo posible evitaba el contacto con las
personas.
Sin embargo, el recuerdo que queda de su reinado es muy negativo fuera de
España y discutido dentro de ella. Desde el principio, sobre todo historiadores
franceses e ingleses, presentaron al rey como un monstruo fanático y despótico.
Especialmente se le atacó por su extremismo católico y por la forma de
explotación en América. Lo cierto es que la “leyenda negra” que sobre el rey ha
dejado la historia no se ajusta a la realidad. Fue un hombre prudente, calculador y
con una enorme visión de estado y de responsabilidad política. Pero era el dueño
de un imperio inmenso, lo que por sí mismo explica el desprestigio de las
recelosas naciones enemigas (salvando las distancias, pensemos en la imagen
exterior que para muchos hoy tiene EEUU, por ejemplo)
Durante su gobierno, el imperio español se extendió colonialmente a través de
Atlántico y el Océano Pacífico; se consolidó durante mucho tiempo como el
principal país y potencia europea en todo el mundo. Su imperio fue el primer
imperio global de la historia, porque por primera vez un imperio abarcaba
posesiones en todos los continentes, las cuales, a diferencia de lo que ocurría con
el Imperio Romano o en el de Carlomagno, no se comunicaban por tierra entre sí.
• Madrid, Capital de España. Es el primer rey que fija la capital en Madrid (1561),
algo importante para la unidad territorial, pues la España cristiana desde tiempos
de los visigodos no había tenido una capital del conjunto territorial. También vivió
durante tres años en Lisboa cuando fue rey de Portugal. Madrid era entonces una
ciudad de unos 10.000 habitantes que cuando acabó el siglo alcanzaba los
150.000. La razón para hacerla capital fueron sobre todo geográficas (aunque, sin
querer extendernos demasiado, otras de las razones que pesaron en la decisión
fueron que: se trataba de una ciudad joven con posibilidades de crecer, no
pertenecía a ninguna orden militar u otra entidad privada y tenía buenos
cazaderos en sus alrededores)
Como su
padre, la política exterior de Felipe II viene marcada por las guerras para mantener
el imperio. Hereda casi todos los problemas que ya tuvo su padre y a esto añade
algunos nuevos. Veámoslo.
Análisis social
Quizá el principal problema, el que supuso el fin del poderío español fue la
mentalidad de la población, los valores sociales. Como hemos dicho, la época del
Renacimiento coincide con un primer desarrollo del capitalismo comercial y con el
inicio del Estado moderno. Sin embargo, en España, esta evolución no se hace en
beneficio ni de la burguesía, ni del cuerpo administrativo de funcionarios reales
(los letrados), ni de los trabajadores; sino que son la aristocracia y los valores
caballerescos los que se imponen. El ideal de caballero en el s. XVI se convierte
en el modelo a seguir por la sociedad.
El caballero ideal ya no es el guerrero, como en la Edad Media, sino el cortesano,
el que se dedica a la escritura y a la guerra (escritores soldados como, por
ejemplo, Cervantes o Garcilaso de la Vega). La nobleza se interesa por la cultura y
se impone un ideal “ocioso”, es decir: se critica y se ve mal el trabajo manual, y,
por contra, se valoran el arte y el lujo. Hay un desprecio por las actividades
productivas y el trabajo manual, considerado como oficio despreciable, impropio
de un caballero. «Dios mandó al hombre rico que obrase y no le dijo que
trabajase, que esto pertenece a los pobres», se decía en la época. Por tanto, el
trabajo es sinónimo de pobreza y mala imagen social. Las grandes fortunas
invierten su dinero en comprar nuevas tierras, pero no en crear industrias o en el
comercio.
Además el caballero ideal estaba obligado a la caridad, debía ayudar al mendigo
por lo que muchas personas del pueblo llano prefirieron ser mendigos (pues
recibirían ayuda del caballero) antes que labrar la tierra o trabajar en el taller, lo
que provocó falta de mano de obra para trabajar y el inicio del histórico atraso
industrial de España.
4.6. La colonización.
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