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El “impulso” en psicoanálisis y conceptos

afines en filosofía analítica de la mente*


Carlos de la Puente
Universidad de Lima
Recibido: 7 de julio del 2011 / Aprobado: 25 de julio del 2011

En este artículo se analizan las definiciones sobre el concepto de instinto que se


encuentran en la obra de Freud y se señala la tensión que existe, dentro de esta
obra, entre una definición más fenomenológica y otra de corte más biológico. Se
discuten las controversias que sobre este concepto ha tenido lugar en la literatura
posfreudiana y se examinan brevemente algunos argumentos, provenientes de
la filosofía, para criticar la versión biologista. Apoyado en el trabajo de un
psicoanalista de la escuela de las relaciones objetales, el autor concluye que
llamamos instintos a un conjunto de conductas que el ser humano aprende y
desarrolla a lo largo de su vida.
impulso / psicoanálisis / filosofía de la mente

The concept of “impulse” in psychoanalysis and related concepts in


analytic philosophy of mind
The different definitions of the concept of instinct within psychoanalytic theory
are discussed in this article, highlighting the tension that exists in Freud’ writings
between a more phenomenological version of instinct, or drive, and a concept
with biological overtones. The controversies around this concept are discussed
and arguments stemming from philosophy against the biological version are
considered. Relying on the work of a psychoanalyst from the object relations
theory, the author concludes that psychoanalysis should overcome a body based
notion of instinct and consider it instead as a behavior that human beings learn in
the course of their interactions.
impulse / psychoanalysis / philosophy of mind

* Este trabajo es parte de una investigación que estoy realizando con el apoyo del Instituto de Investigación
Científica de la Universidad de Lima. Agradezco a Marga Stahr, de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, por
sus útiles comentarios a una primera versión de este artículo.
Correo electrónico: capuente@ulima.edu.pe

Persona 14, enero-diciembre del 2011, ISSN 1560-6139, pp. 201-209


Carlos de la Puente

Una de las ideas que Wittgenstein atacó a su amigo Fliess (Freud, 1950) que sus
con más denuedo en sus Investigaciones pacientes histéricas no necesariamente
filosóficas es esta: dado que los seres habían sufrido las agresiones sexuales
humanos aprendemos a hablar conec- que contaban en sus consultas, agresio-
tando directamente las cosas que vemos nes que Freud pensaba eran la causa de
con palabras que designan esas cosas, sus síntomas histéricos, sino que solo
entonces el lenguaje debe funcionar así, habían fantaseado tal intento de seduc-
“en una sola vía”: de un lado los obje- ción. Digo que Freud estuvo a punto de
tos y del otro las palabras que designan empezar a transitar el camino que tra-
estos objetos. El significado de las pala- zaría muchos años después Wittgens-
bras se explicaría, de acuerdo con esta tein porque lo que en verdad pudo des-
concepción, a través de definiciones cubrir Freud a través de este hallazgo
“ostensivas”, definiciones que conectan es que el uso correcto de una expresión
de este modo unilateral a las palabras lingüística (en este caso las palabras
con las cosas. relacionadas con la seducción y el de-
El ataque, victorioso podríamos de- seo sexual) no se aprende únicamente
cir, contra la idea de que el significado a través de una demostración ostensiva
de una palabra se explica a través de y por lo tanto el significado de una ex-
definiciones ostensivas ha tenido una presión no se explica con una definición
influencia grande no solo en la filosofía ostensiva. Pero Freud no siguió este
del lenguaje sino también en las teorías camino, que quizá lo hubiera llevado
psicológicas. Buena parte de los que a una concepción menos naturalista de
escriben artículos y libros en el cam- la mente. Como es sabido, sostuvo que
po de la filosofía psicológica rechazan una fantasía sexual –y no la memoria
hoy, gracias en buena medida a Witt- reprimida de un hecho real– era el ori-
genstein, la idea de que la mente está gen de la enfermedad de sus pacientes,
poblada por objetos que designamos pero concibió “fantasía” solo en térmi-
ostensivamente objetos, que por añadi- nos de un imaginarse icónicamente que
dura serían “privados”. Lo que obliga ocurre “dentro” de la cabeza, con lo que
a preguntarse ¿qué influencia ha tenido situó su teoría más cerca de esa visión
esta suerte de pequeña revolución en de la mente que Wittgenstein y sus se-
la comprensión de lo mental en la psi- guidores se han encargado de demoler:
cología académica? En el caso del psi- la de un escenario poblado de objetos
coanálisis, sostengo que Freud estuvo a internos y privados.
punto de empezar a transitar el camino La obra de Freud creció y se desa-
del Wittgenstein cuando, en 1897, es rrolló flanqueada por las miradas críti-
decir mucho antes de la aparición de las cas de, por un lado, la filosofía analítica
Investigaciones filosóficas le comunicó de la mente inspirada en los escritos de

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Wittgenstein, y, por el otro, por la fe- perada en el psicoanálisis y que es la


nomenología, sobre todo de Merleau teoría de las relaciones objetales la que
Ponty, escuelas ambas que coincidieron más ha hecho en ese sentido. Procederé,
en demandarle al psicoanálisis que se primero, a reseñar las dos definiciones
alejara de esta concepción naturalista que sobre pulsión dio Freud. Luego re-
de lo mental mencionada líneas arriba. pasaré los argumentos de quienes criti-
Y los escritos de Freud parecieron a ve- caron la visión naturalista del instinto
ces, como cuando abandonó la teoría de freudiano y de quienes la defendieron y
la seducción, ceder a esta demanda. Se la defienden, y finalmente, a manera de
trató en verdad de un sutil movimien- conclusión, bosquejaré una definición
to pendular: las ideas de Freud a veces de pulsión.
amagan acercarse a las de sus críticos
anglosajones y continentales, para re- Freud y el terreno desconocido de la
gresar, y quedarse, en el ámbito de pos- pulsión
tulados más “cientificistas”.
Se ha dicho (Whitebook, 1994) que
Este sutil movimiento pendular, esta
como el concepto de pulsión hace re-
tensión que existe en la teoría psicoa-
ferencia a una realidad que está en
nalítica de la mente, se manifestó de
la frontera de lo psíquico y de lo bio-
un modo más evidente en el desarrollo
lógico, del cuerpo y de lo mental,
de un concepto medular en la historia
del psicoanálisis que es el concepto de Freud utilizó un vocabulario muy raro
pulsión o instinto, sobre el cual trata para referirse a ella: Repräsentanz,
este ensayo. Como han señalado va- Vorstellung, Vorstellungsrepräsentanz,
rios comentaristas, Freud no tuvo una Triebrepräsentanz y sychischereprä-
visión estable del concepto de pulsión. sentanz son todas palabras que se yux-
Ese péndulo lo llevó a veces a conce- taponen y a veces son confundidas por
birla en términos más teleológicos, el mismo Freud. Por esta misma razón,
vinculándola al significado de las con- es decir por la dificultad de la tarea, se
ductas y otras veces en términos más cree que Freud se contradijo en cuanto
biológicos. Y así como Freud, psicoa- a la naturaleza de la pulsión y hacia el
nalistas y amigos del psicoanálisis op- final de su obra estipuló que era una de
taron, en relación con la pulsión, ya por las regiones más enigmáticas del pensa-
una comprensión más fenomenológica miento psicoanalítico. ¿Cómo debemos
o por una más biológica. En este tra- entender hoy la naturaleza fronteriza de
bajo quiero explorar esta tensión en la la pulsión? ¿Qué razones tendríamos
definición de la pulsión psicoanalítica. hoy para aceptar que la pulsión alude
Quiero también defender la idea de que al límite de lo corporal con lo mental y
la tentación biologizante debe ser su- que, por lo tanto, la indagación acerca

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de la pulsión –hecha por supuesto con rar metáforas, en el mejor de los casos,
los recursos de lo mental– enfrenta ba- sobre la esencia de la pulsión. Otros
rreras insuperables? En efecto, Freud psicoanalistas, apoyados en esta ca-
afirmó más de una vez a lo largo de su racterística fronteriza han terminando
obra que la idea de pulsión o el instin- endosando el mito del “fantasma dentro
to1 se “nos aparece como un concepto de la máquina” mordazmente denuncia-
fronterizo entre lo anímico y lo somá- do por Gilbert Ryle, al postular una es-
tico” (Freud 1915a). Esta aseveración, pecie de tercera dimensión ontológica,
que sitúa la idea de instinto en verdad que no es ni física ni mental, es decir
más cerca de lo somático que de lo aní- que no responde a las leyes físicas ni a
mico, ha estimulado la imaginación los juegos de lenguaje del deseo o de la
y la creatividad de los psicoanalistas, creencia. Freud mismo pensaba que un
quienes –usando esa ubicación fronte- aura de misterio rodeaba al concepto de
riza de la pulsión como una premisa– pulsión pero hay algunas indicaciones
conjeturaron causas de enfermedades, en el sentido de que él pensaba que el
formularon una teoría de la mente y misterio se disiparía cuando avanzaran
hasta propusieron recomendaciones nuestros conocimientos sobre psicolo-
terapéuticas. Y es que las fronteras en gía y neurociencias.
general aluden casi siempre a lo inex- Sin embargo, a renglón seguido de
plorado. Los límites del mundo han sido aquella frase famosa en la que aludió a
siempre terreno fértil para la fantasía y la naturaleza fronteriza de la pulsión,
el mito. En distintas disciplinas el ser Freud la define en términos mucho más
humano ha tratado lo fronterizo como psicológicos que físicos y señala que
aquello fascinante que no se conoce y esta (i.e. la pulsión) es:
que no es posible conocer. Y ha pasado
[…] un representante psíquico de los
lo mismo con el concepto de pulsión.
estímulos que provienen del interior
Algunos psicoanalistas (Whitebook,
del cuerpo y alcanzan el alma (la
1994), partiendo de esta localización
pulsión se nos presenta como) una
en el borde de lo mental y lo corporal, medida de la exigencia de trabajo
han defendido la idea de que al hablar que es impuesta a lo anímico como
de inconsciente y de pulsión estamos en consecuencia de su trabazón con lo
el terreno de lo inefable. Es decir, en el corporal (Freud, 1915a, p. 117).
dominio de las imágenes y no de las pa-
labras. De manera que nuestros recur- El instinto como representante psí-
sos conceptuales solo sirven para elabo- quico es el argumento más recurrido
por quienes quieren situar el psicoaná-
lisis bajo el ámbito de una disciplina in-
1 La Stantard Edition de James Strachey traduce terpretativa.
el término alemán Trieb por el de “Instinct”.

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Pero esa no sería la única postura del del sentido, de los significados social-
creador del psicoanálisis acerca del ins- mente compartidos. Habría entonces,
tinto. El mismo año, en el tercer capítu- de acuerdo con esta formulación de
lo del ensayo Lo inconsciente (1915b), Freud, dos mundos de lo humano. El
Freud ofreció una segunda definición mundo que pertenece al cuerpo, a la
de la pulsión que claramente contra- energía psíquica, a los factores econó-
dice la que acabamos de citar porque micos de la conducta de los que habló
se afirma más bien que de la pulsión Freud, y habría también el mundo de los
solo podemos conocer sus derivados, conceptos, del yo, de las prácticas cul-
es decir sus representantes psíquicos. turales, en una palabra del sentido que
La pulsión nunca se da a conocer: una le damos a las cosas. Los escritos pos-
pulsión nunca puede pasar a ser obje- teriores de Freud sugieren que esta con-
to de la conciencia; solo puede serlo la cepción de la pulsión como biológica y
representación, que es su representante. conocible solo a través de sus derivados
Ahora bien, tampoco en el interior del es la que deberíamos considerar como
inconsciente puede estar representada la versión oficial del pensamiento freu-
si no es por la representación. Si la pul- diano. En un trabajo posterior muy im-
sión no se adhiriera a una representa- portante, El yo y el ello (1923), hablando
ción ni saliera a la luz como un estado del inconsciente y de las “sensaciones
afectivo nada podríamos saber de ella inconscientes”, Freud suscribe la idea
(Freud, 1915b, p. 173). de que existe un “algo” psíquico que
En esta segunda definición no pue- es anterior al lenguaje y que no nece-
den haber dudas de que Freud, al hablar sita de las palabras para hacerse cons-
de una pulsión que es incognoscible, cientes, con lo que está afirmando una
distingue pulsión de representación. La región de lo mental que es totalmente
pulsión propiamente dicha pertenecería interna, subjetiva y prelingüística. Son
a lo somático y su representante psíqui- dos maneras diferentes de entender la
co a lo psicológico. pulsión, y siendo la pulsión un concepto
Una pregunta que surge ante esta troncal en la teoría psicoanalítica, cada
segunda definición freudiana es ¿cómo una de ellas apunta a una posición epis-
hablar de lo que es somático? ¿Cómo temológica distinta. Si el instinto tiene
acercarnos con palabras y conceptos a un pie bien plantado en la Biología, en-
lo que es, o sería, una manifestación de tonces el psicoanálisis parece tener su
la naturaleza? Y si la pulsión pertenece hogar epistemológico en las ciencias
a la región de lo indecible, si, como dice naturales. Si, en cambio, el concepto de
Freud, de ella solo conocemos sus de- pulsión no se puede entender sin refe-
rivados, entonces la pulsión es una rea- rirse al significado de la conducta en-
lidad ontológica previa e independiente tonces el psicoanálisis debería situarse

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en la provincia de la interpretación y de lo que solo conocemos sus deriva-


de la hermenéutica. La controversia en dos. Quizá haya espacio para pensar,
relación con la naturaleza de la pulsión siempre de acuerdo con Freud, en una
está muy vinculada a la discusión sobre especie de vivencia precognitiva de la
dónde situar epistemológicamente al pulsión, algo entre la idea (Vorstellung)
psicoanálisis. y el afecto y esto quizá sería parte del
Aunque ambas definiciones de pul- “representante-representativo”. Pero
sión han generado controversia, es par- creo que es contraproducente (además
ticularmente la segunda la que ha causa- de mistificador) asumir esta postura,
do las mayores confusiones y motivado que es en verdad consecuencia de un
las versiones del psicoanálisis más re- rezago del positivismo: la de creer que
gresivas y con menos asiento científico. la pulsión es una cosa que será mejor
Al relegar a la pulsión a la categoría estudiada mientras más aumento tenga
de lo incognoscible y al mismo tiempo el lente del microscopio con que la ana-
otorgarle una influencia en la conduc- lizamos.
ta, Freud abrió el camino para alejar
al psicoanálisis del rigor conceptual y La recepción de la idea de pulsión
científico. Tan solo por esto: se trata de en la filosofía y en la teoría de las

una conceptualización biologista de la relaciones objetales

pulsión que sin embargo no tiene cabida La filosofía analítica de la mente del
en la Biología contemporánea. siglo XX se trazó como su principal
Ni la oscuridad que rodeó los es- objetivo destrozar el modelo cartesia-
fuerzos de Freud por encontrar una de- no de subjetividad. Este modelo, que
finición de pulsión ni la cantidad y va- planteaba que mente y materia eran dos
riedad de palabras con las que intentó realidades ontológicas distintas, unidas
completar esta tarea debe, sin embargo, misteriosamente por la glándula pineal,
impedirnos clarificar lo que significó la pareció encontrar un nuevo impulso en
pulsión en los escritos freudianos. En la doctrina freudiana de las pulsiones.
resumidas cuentas, Freud consideró Por lo menos así lo vieron algunos filó-
que hay dos o tres cosas esenciales en la sofos interesados en la mente.
pulsión: una idea o una representación Si bien es cierto que hacia 1921 Ber-
(que coincide con la intención, en el trand Russell (1921) acogió de modo
sentido no técnico de esta palabra), un positivo al psicoanálisis y desarrolló
monto de afecto, y si se quiere aceptar una teoría sobre el deseo fuertemente
la tesis biologista de una pulsión escon- influida por las ideas de Freud, Witt-
dida en lo más profundo de la mente (la genstein (1951), y especialmente Gilbert
tesis que Freud defendió en Lo incons- Ryle (1949), en cambio dirigieron sus
ciente) y una pulsión propiamente dicha baterías contra teorías que, sino espe-

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cíficamente freudianas, compartían un Para Habermas es necesaria una teo-


espíritu freudiano. Wittgenstein y Ryle, ría psicoanalítica del instinto pero sin
en efecto, repudiaron repetidamente olvidar que el concepto de instinto, aun
la idea de que un deseo es un “algo” cuando se aplica a los animales, es un
psíquico que antecede y que causa la concepto que se origina en la interac-
conducta. Ellos cuestionan que motiva- ción humana. Hambre, deseo y odio son
ción –y por lo tanto todo lo que se suele palabras y conceptos que provienen de
asociar con los motivos de la conducta, estas interacciones y por lo tanto tratar
como los impulsos y los deseos– y con- de ofrecer una explicación “cientificis-
ducta son realidades separadas que se ta” o positivista de ellos es una empresa
vinculan causalmente. condenada al fracaso.
Desde una escuela que no es la filo- Hay, sin embargo, quienes han mi-
sofía analítica, otro filósofo que criticó rado con simpatía la división que hace
la concepción biologista de la pulsión Freud de lo humano en lo que he lla-
es Jurgen Habermas (1982), importante mado los dos mundos, como el filósofo
porque discute los dos argumentos más Paul Ricoeur (1970), quien nos conmina
usados por quienes sostienen que el ins- a no abandonar las hipótesis económi-
tinto es sobre todo biológico. A saber, cas del psicoanálisis; es decir, las hipó-
la “intensidad” con que una persona ex- tesis que enfatizan el carácter biológico
perimenta un impulso y lo que en psi- del instinto y a combinar el lenguaje de
coanálisis se llama compulsión a la re- la “fuerza” (i.e de la energía psíquica)
petición. Habermas dice que la ilusión con el lenguaje de la interpretación (i.e
de motivos o impulsos de naturaleza el lenguaje del significado de la conduc-
biológica en la conducta humana surge ta). Al afirmar que “[…] no podemos
del hecho de que los deseos inconscien- reducir los afectos ni su factor cuantita-
tes reprimidos actúan como una fuerza tivo a las ideas, ni podemos tratarlos (a
externa a la conciencia, que los hace los afectos y sus factores cuantitativos)
aparecer incontrolables. Pero esta, dice como una realidad distinta de las ideas”,
Habermas (1982) usando una expresión Ricoeur enfatiza que el psicoanálisis es
de Hegel, no es la causalidad de la natu- único dentro de las disciplinas que pro-
raleza sino del destino. No puede negar- curan una comprensión científica del
se, dice, que las tendencias libidinales ser humano porque su razón de ser es la
y agresivas existen pero estas tenden- combinación del discurso cuantitativo
cias no son otra cosas que motivos de con el discurso hermenéutico. El instin-
acción, es decir intenciones plenamente to, para Ricoeur en su lectura de Freud,
formadas y lingüísticamente interpreta- es una representación psíquica que se
das, a las que los mecanismos de defen- sitúa en el límite entre lo orgánico y lo
sa han negado el acceso a la conciencia. psíquico.

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Así como en la filosofía, también la naturaleza de los instintos. A veces


dentro del movimiento psicoanalítico los concebía como fuerzas psicológicas
el campo está dividido entre quienes exentas de toda connotación biológica y
entienden la idea de instinto desde una etológica y otras veces pareció ceder a
perspectiva más fenomenológica o te- la tentación biologizante. Loewald, en
leológica, y quienes insisten en buscar cambio, es enfático en señalar la natu-
la esencia del instinto en lo corporal. raleza psicológica, esto es mental de los
Es en la escuela de la teoría de las re- instintos. Los estímulos que provienen
laciones objetales donde uno encuentra del cuerpo y del entorno estimulan a la
uno de los esfuerzos más creativos para mente a representar. Pero esta función
eliminar del concepto de pulsión todo representativa está siempre dentro de
remanente biológico. lo mental y de lo psicológico. Mientras
Hans Loewald, quien en su trabajo que los estímulos orgánicos “alcanzan
“On motivation and instinct theory” a la mente”, afirma Loewald, “los ins-
(1971) asume la tarea de discutir los tintos no son los estímulos en sí, pero
textos freudianos de la pulsión, conclu- representan estos estímulos”. Afirma
ye que debemos olvidarnos de una no- también, en una aseveración que es
ción biologista de energía psíquica y de medular para esta monografía, que los
instinto y aceptar que la única versión instintos se crean en la interacción de
de pulsión con la que el psicoanálisis la madre con el niño. En una afirmación
debe trabajar es aquella en la que Freud que sorprendentemente acerca su teoría
afirma el carácter psicológico, mental de la pulsión a la teoría del deseo que
y no biológico de la pulsión. Un instin- Bertrand Russell formuló cincuenta
to, dice Loewald, no es algo que actúe años antes afirma: “Hablando en tér-
desde afuera de la mente. Al hablar de minos de la ontogénesis de la realidad
instintos estamos más bien ante modos psíquica, yo quisiera decir que la de-
de conducta que la persona, urgida qui- mandas y urgencias incoherentes del
zá por presiones del cuerpo, ha desa- neonato y sus respuestas reflejas devie-
rrollado en su contacto con los demás. nen organizadas y coordinadas como
Leyendo así a Freud, dice Loewald, instintos y asumen metas y dirección a
concluimos que cualquier pretensión de través de sus actividades y las respues-
declarar la existencia de un incognos- tas del ambiente” (Loewald, 1971, p.
cible remanente biológico en la pulsión 119, traducción del autor).
es un error. “¿Cuál es la situación de los Los instintos, entonces, de acuerdo
instintos en la relación a la organización con Loewald, son creaciones producto
total del aparato psíquico?”, se pregunta de la interacción del bebé con la madre.
Loewald. Él dice que Freud permane- Una posición muy similar es la de Otto
ció indeciso toda su vida en cuanto a Kernberg (2004), quien ofrece una teo-

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ría sobre la ontogénesis de la pulsión costumbres y palabras que comúnmen-


cuyos detalles no podemos tocar en este te llamamos “mundo”. Y que constitu-
trabajo. Baste decir que de un modo ye un error, en el que incurrió Freud, el
imaginativo Kernberg postula que las de atribuir a la pulsión una esencia bio-
pulsiones son constituidas en la interac- lógica.
ción de la madre con el niño. Y aunque
Kernberg parece darle al cuerpo –a tra- Referencias
vés de los afectos– una mayor relevan-
cia de la que le otorga Loewald, su tesis Freud, S. (1915a). Pulsiones y destinos
es esencialmente que la palabra pulsión de pulsión. Obras completas. (Tra-
se refiere a una realidad psicológica in- ducción: José Echeverry). Buenos
tersubjetivamente creada. Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1915b). Lo inconsciente.
Conclusión Obras completas. (Traducción: José
Esta excursión a través de las contro- Echeverry). Buenos Aires: Amo­
versias alrededor del concepto de pul- rrortu.
sión ha intentado ilustrar el movimien- Habermas, J. (1971). Knowledge and
to dialéctico del concepto “pulsión”. human interest. (Traducción: Je-
Como lo he dicho líneas arriba, el tema remy J. Shapiro). Boston: Beacon
me parece pertinente porque creo que Press.
existe una tendencia dentro de ciertos
movimientos psicoanalíticos a mante- Kernberg, O. (2004). Contemporary
nerse fijados en el aspecto más mitoló- controversies in psychoanalytic
gico de la teoría de los instintos: aquel theory, techniques and their appli-
que le otorga al cuerpo misteriosamente cations. New Haven: Yale Universi-
una inteligibilidad e intencionalidad o ty Press.
que cree que el ser humano en su estado Loewald, H. W. (1971). On motivation
prelingüístico (es decir los infantes de and instinct theory. Psychoanalytic
meses) pueden tener los impulsos y de- Study of the Child, 26, 91-128.
seos que posee un adulto que ha apren-
Ricoeur, P. (1970). Freud and philo-
dido a hablar.
sophy: An essay on interpretation.
Mi opinión es, como la de Loewald New Haven: Yale University Press.
y de Kernberg, que las pulsiones se
aprenden y se desarrollan en la inte- Russell, B. (1921). The analysis of mind.
racción. Y que lo que aprende el niño Nueva York: Routledge University
es a relacionar, incluso de modo prerre- Press.
flexivo, sus necesidades corporales con
el ensamblaje de instrumentos, códigos,

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