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El "Impulso" en Psicoanálisis y Conceptos Afines en Filosofía Analítica de La Mente
El "Impulso" en Psicoanálisis y Conceptos Afines en Filosofía Analítica de La Mente
* Este trabajo es parte de una investigación que estoy realizando con el apoyo del Instituto de Investigación
Científica de la Universidad de Lima. Agradezco a Marga Stahr, de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, por
sus útiles comentarios a una primera versión de este artículo.
Correo electrónico: capuente@ulima.edu.pe
Una de las ideas que Wittgenstein atacó a su amigo Fliess (Freud, 1950) que sus
con más denuedo en sus Investigaciones pacientes histéricas no necesariamente
filosóficas es esta: dado que los seres habían sufrido las agresiones sexuales
humanos aprendemos a hablar conec- que contaban en sus consultas, agresio-
tando directamente las cosas que vemos nes que Freud pensaba eran la causa de
con palabras que designan esas cosas, sus síntomas histéricos, sino que solo
entonces el lenguaje debe funcionar así, habían fantaseado tal intento de seduc-
“en una sola vía”: de un lado los obje- ción. Digo que Freud estuvo a punto de
tos y del otro las palabras que designan empezar a transitar el camino que tra-
estos objetos. El significado de las pala- zaría muchos años después Wittgens-
bras se explicaría, de acuerdo con esta tein porque lo que en verdad pudo des-
concepción, a través de definiciones cubrir Freud a través de este hallazgo
“ostensivas”, definiciones que conectan es que el uso correcto de una expresión
de este modo unilateral a las palabras lingüística (en este caso las palabras
con las cosas. relacionadas con la seducción y el de-
El ataque, victorioso podríamos de- seo sexual) no se aprende únicamente
cir, contra la idea de que el significado a través de una demostración ostensiva
de una palabra se explica a través de y por lo tanto el significado de una ex-
definiciones ostensivas ha tenido una presión no se explica con una definición
influencia grande no solo en la filosofía ostensiva. Pero Freud no siguió este
del lenguaje sino también en las teorías camino, que quizá lo hubiera llevado
psicológicas. Buena parte de los que a una concepción menos naturalista de
escriben artículos y libros en el cam- la mente. Como es sabido, sostuvo que
po de la filosofía psicológica rechazan una fantasía sexual –y no la memoria
hoy, gracias en buena medida a Witt- reprimida de un hecho real– era el ori-
genstein, la idea de que la mente está gen de la enfermedad de sus pacientes,
poblada por objetos que designamos pero concibió “fantasía” solo en térmi-
ostensivamente objetos, que por añadi- nos de un imaginarse icónicamente que
dura serían “privados”. Lo que obliga ocurre “dentro” de la cabeza, con lo que
a preguntarse ¿qué influencia ha tenido situó su teoría más cerca de esa visión
esta suerte de pequeña revolución en de la mente que Wittgenstein y sus se-
la comprensión de lo mental en la psi- guidores se han encargado de demoler:
cología académica? En el caso del psi- la de un escenario poblado de objetos
coanálisis, sostengo que Freud estuvo a internos y privados.
punto de empezar a transitar el camino La obra de Freud creció y se desa-
del Wittgenstein cuando, en 1897, es rrolló flanqueada por las miradas críti-
decir mucho antes de la aparición de las cas de, por un lado, la filosofía analítica
Investigaciones filosóficas le comunicó de la mente inspirada en los escritos de
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de la pulsión –hecha por supuesto con rar metáforas, en el mejor de los casos,
los recursos de lo mental– enfrenta ba- sobre la esencia de la pulsión. Otros
rreras insuperables? En efecto, Freud psicoanalistas, apoyados en esta ca-
afirmó más de una vez a lo largo de su racterística fronteriza han terminando
obra que la idea de pulsión o el instin- endosando el mito del “fantasma dentro
to1 se “nos aparece como un concepto de la máquina” mordazmente denuncia-
fronterizo entre lo anímico y lo somá- do por Gilbert Ryle, al postular una es-
tico” (Freud 1915a). Esta aseveración, pecie de tercera dimensión ontológica,
que sitúa la idea de instinto en verdad que no es ni física ni mental, es decir
más cerca de lo somático que de lo aní- que no responde a las leyes físicas ni a
mico, ha estimulado la imaginación los juegos de lenguaje del deseo o de la
y la creatividad de los psicoanalistas, creencia. Freud mismo pensaba que un
quienes –usando esa ubicación fronte- aura de misterio rodeaba al concepto de
riza de la pulsión como una premisa– pulsión pero hay algunas indicaciones
conjeturaron causas de enfermedades, en el sentido de que él pensaba que el
formularon una teoría de la mente y misterio se disiparía cuando avanzaran
hasta propusieron recomendaciones nuestros conocimientos sobre psicolo-
terapéuticas. Y es que las fronteras en gía y neurociencias.
general aluden casi siempre a lo inex- Sin embargo, a renglón seguido de
plorado. Los límites del mundo han sido aquella frase famosa en la que aludió a
siempre terreno fértil para la fantasía y la naturaleza fronteriza de la pulsión,
el mito. En distintas disciplinas el ser Freud la define en términos mucho más
humano ha tratado lo fronterizo como psicológicos que físicos y señala que
aquello fascinante que no se conoce y esta (i.e. la pulsión) es:
que no es posible conocer. Y ha pasado
[…] un representante psíquico de los
lo mismo con el concepto de pulsión.
estímulos que provienen del interior
Algunos psicoanalistas (Whitebook,
del cuerpo y alcanzan el alma (la
1994), partiendo de esta localización
pulsión se nos presenta como) una
en el borde de lo mental y lo corporal, medida de la exigencia de trabajo
han defendido la idea de que al hablar que es impuesta a lo anímico como
de inconsciente y de pulsión estamos en consecuencia de su trabazón con lo
el terreno de lo inefable. Es decir, en el corporal (Freud, 1915a, p. 117).
dominio de las imágenes y no de las pa-
labras. De manera que nuestros recur- El instinto como representante psí-
sos conceptuales solo sirven para elabo- quico es el argumento más recurrido
por quienes quieren situar el psicoaná-
lisis bajo el ámbito de una disciplina in-
1 La Stantard Edition de James Strachey traduce terpretativa.
el término alemán Trieb por el de “Instinct”.
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Pero esa no sería la única postura del del sentido, de los significados social-
creador del psicoanálisis acerca del ins- mente compartidos. Habría entonces,
tinto. El mismo año, en el tercer capítu- de acuerdo con esta formulación de
lo del ensayo Lo inconsciente (1915b), Freud, dos mundos de lo humano. El
Freud ofreció una segunda definición mundo que pertenece al cuerpo, a la
de la pulsión que claramente contra- energía psíquica, a los factores econó-
dice la que acabamos de citar porque micos de la conducta de los que habló
se afirma más bien que de la pulsión Freud, y habría también el mundo de los
solo podemos conocer sus derivados, conceptos, del yo, de las prácticas cul-
es decir sus representantes psíquicos. turales, en una palabra del sentido que
La pulsión nunca se da a conocer: una le damos a las cosas. Los escritos pos-
pulsión nunca puede pasar a ser obje- teriores de Freud sugieren que esta con-
to de la conciencia; solo puede serlo la cepción de la pulsión como biológica y
representación, que es su representante. conocible solo a través de sus derivados
Ahora bien, tampoco en el interior del es la que deberíamos considerar como
inconsciente puede estar representada la versión oficial del pensamiento freu-
si no es por la representación. Si la pul- diano. En un trabajo posterior muy im-
sión no se adhiriera a una representa- portante, El yo y el ello (1923), hablando
ción ni saliera a la luz como un estado del inconsciente y de las “sensaciones
afectivo nada podríamos saber de ella inconscientes”, Freud suscribe la idea
(Freud, 1915b, p. 173). de que existe un “algo” psíquico que
En esta segunda definición no pue- es anterior al lenguaje y que no nece-
den haber dudas de que Freud, al hablar sita de las palabras para hacerse cons-
de una pulsión que es incognoscible, cientes, con lo que está afirmando una
distingue pulsión de representación. La región de lo mental que es totalmente
pulsión propiamente dicha pertenecería interna, subjetiva y prelingüística. Son
a lo somático y su representante psíqui- dos maneras diferentes de entender la
co a lo psicológico. pulsión, y siendo la pulsión un concepto
Una pregunta que surge ante esta troncal en la teoría psicoanalítica, cada
segunda definición freudiana es ¿cómo una de ellas apunta a una posición epis-
hablar de lo que es somático? ¿Cómo temológica distinta. Si el instinto tiene
acercarnos con palabras y conceptos a un pie bien plantado en la Biología, en-
lo que es, o sería, una manifestación de tonces el psicoanálisis parece tener su
la naturaleza? Y si la pulsión pertenece hogar epistemológico en las ciencias
a la región de lo indecible, si, como dice naturales. Si, en cambio, el concepto de
Freud, de ella solo conocemos sus de- pulsión no se puede entender sin refe-
rivados, entonces la pulsión es una rea- rirse al significado de la conducta en-
lidad ontológica previa e independiente tonces el psicoanálisis debería situarse
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pulsión que sin embargo no tiene cabida La filosofía analítica de la mente del
en la Biología contemporánea. siglo XX se trazó como su principal
Ni la oscuridad que rodeó los es- objetivo destrozar el modelo cartesia-
fuerzos de Freud por encontrar una de- no de subjetividad. Este modelo, que
finición de pulsión ni la cantidad y va- planteaba que mente y materia eran dos
riedad de palabras con las que intentó realidades ontológicas distintas, unidas
completar esta tarea debe, sin embargo, misteriosamente por la glándula pineal,
impedirnos clarificar lo que significó la pareció encontrar un nuevo impulso en
pulsión en los escritos freudianos. En la doctrina freudiana de las pulsiones.
resumidas cuentas, Freud consideró Por lo menos así lo vieron algunos filó-
que hay dos o tres cosas esenciales en la sofos interesados en la mente.
pulsión: una idea o una representación Si bien es cierto que hacia 1921 Ber-
(que coincide con la intención, en el trand Russell (1921) acogió de modo
sentido no técnico de esta palabra), un positivo al psicoanálisis y desarrolló
monto de afecto, y si se quiere aceptar una teoría sobre el deseo fuertemente
la tesis biologista de una pulsión escon- influida por las ideas de Freud, Witt-
dida en lo más profundo de la mente (la genstein (1951), y especialmente Gilbert
tesis que Freud defendió en Lo incons- Ryle (1949), en cambio dirigieron sus
ciente) y una pulsión propiamente dicha baterías contra teorías que, sino espe-
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