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El diagnóstico y tratamiento de las enfermedades mentales supone un reto intrínseco

para la familia y el paciente, supone un cambio estructural en las dinámicas familiares,

sociales del paciente presentando retos cada vez más complejos para el núcleo familiar y

social del afectado. Los pacientes con enfermedades mentales de base necesitan supervisión

constante sea cual sea su condición o estadio de la enfermedad, esto representa enormes

retos para las personas que están a cargo de esta situación como son los cuidadores.

La figura de cuidador ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad

pero es apenas en el sigo XXI donde se le da una importante mirada desde el punto de vista

interdisciplinar, sin embargo es bien sabido que la actuación por parte de los profesionales

es limitada, puesto que la atención central está enfocada en el paciente. El meollo de la

situación radica en que el enfoque simbólico del cuidador, aquel sujeto que tiene un deber u

obligación y que no tiene derecho a quejarse porque es lo que eligió o por su deber ser

debido a que es un familiar cercano del enfermo, anulando totalmente su palabra como

sujeto de derechos y su carga emocional y física que suele ser desapercibida e ignorada por

la sociedad.

De lo anterior se despliega la importancia de conocer el concepto de cuidador, De

acuerdo a lo planteado por las autoras Mínguez, Polo, Celemín & Rodríguez (2014), en su

texto Cuidándonos: Cuidarnos a nosotros mismos es cuidar mejor de nuestro familiar:

Entendemos por cuidar la acción de atender a alguien que, por su corta o avanzada edad o

por presentar un deficiente estado de salud, necesita de una atención y vigilancia especial.

Cuidar es una tarea doble, porque tienes que conocer las necesidades de la persona

enferma y después, saber cómo satisfacerlas. (p.9). Con lo anterior, se puede comprender el

concepto del cuidador como aquel que sin remuneración alguna y sin algún interés
particular, está atento al servicio del enfermo o paciente que en muchas ocasiones depende

de un cuidado especial de aquella persona a cargo. Entonces, los cuidadores a lo largo del

tiempo, han tenido transformaciones en cuanto a la forma de cómo son concebidos desde su

identidad, rol y la importancia de sus propios cuidados. De lo anterior se puede decir que la

tarea del cuidador no es algo sencillo, pues el nivel de sobrecarga física y emocional puede

llegar a ser muy alto.

Por consiguiente, Reigada, Ribeiro & Novellas (2013), en su artículo Capacidades

familiares para cuidar de enfermos oncológicos paliativos: un estudio cualitativo, escriben:

Los cuidadores familiares «demandan» reconocimiento por su acto de cuidar, ya que es el

resultado de mucho esfuerzo de su parte. Tener la capacidad y la oportunidad de

expresarse contribuye al proceso de adaptación a la situación. Vemos esto en el Eje

Relacional, donde la capacidad de cuidar aumenta cuando se incrementa la satisfacción

personal. Este concepto está estrechamente relacionado con las ideas de bienestar y

reconocimiento en la sociedad. (p.7). Regaida, Ribeiro & Novellas (2013), nos hablan de

una palabra clave que es ‘’bienestar’’, para estos autores es imprescindible que el cuidador

goce de bienestar en su vida para que incremente su calidad al cuidar al paciente. Para estos

autores el gran problema del cuidador es su invisibilizacion en la sociedad, la falta de

intervención y atención de los profesionales psicosociales en su rol, debido a que no se

sienten escuchados ni valorados.

En este orden de ideas y prestando especial importancia a las necesidades del

cuidador de pacientes con trastornos mentales, que suponen retos físicos y emocionales, el

trabajo social se convierte en una disciplina que articula los procesos del paciente y las

necesidades del cuidador, comprendiendo que son dos personas que necesitan acción e
intervención del profesional propendiendo a una simbiosis eficiente entre paciente y

cuidador, teniendo en cuenta que el cuidador debe estar en óptimas condiciones a nivel

cognitivo, físico y emocional para poder realizar mejor su labor y proporcionar una

adherencia efectiva al tratamiento del paciente.

El trabajador social como profesional debe ser capaz de visibilizar las acciones del

cuidador, tan importantes como el tratamiento del paciente, poder escuchar activamente sus

requerimientos y necesidades y realizar un seguimiento constante de sus problemáticas. Por

ello se hace imprescindible que el profesional en Trabajo social tome acciones en su

profesión para irse por líneas de investigación que se preocupen por resolver algunos de

estos problemas en la sociedad, que edifique un camino para encontrar soluciones a tantos

vacíos en las intervenciones psicosociales a todo tipo de población. He ahí que desde la

perspectiva de Trabajo social, se puedan realizar diferentes acciones, para una mejor

atención a los cuidadores informales, ya que en muchas situaciones esto garantiza mayor

adherencia y calidad de vida en el tratamiento de todo tipo de pacientes.


BIBLIOGRAFÍA

- Minguez, A., Polo, L., Celemin, S., y Rodriguez, J (2014). Cuidándo-nos:

Cuidarnos a nosotros mismos es cuidar mejor de nuestro familiar. Recuperado de

http://www.secpal.com//Documentos/Blog/Cuidando-nos%20(web).pdf

- Orozco, K. (2011). El trabajo del cuidado en el ámbito familiar: principales debates.

Debate Feminista, 44, 19-32. Recuperado de http://www.jstor.org/stable/42625561

- Reigada, C., Ribeiro, E., y Novellas, A. (2013). Capacidades familiares para cuidar

de enfermos oncológicos paliativos: un estudio cualitativo. SCPAL, 22 (4), 119-

126. Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.medipa.2013.12.002

- Minguez, A., Polo, L., Celemin, S., y Rodriguez, J (2014). Cuidándo-nos:

Cuidarnos a nosotros mismos es cuidar mejor de nuestro familiar. Recuperado de

http://www.secpal.com//Documentos/Blog/Cuidando-nos%20(web).pdf

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