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M1 Clase2
M1 Clase2
INTRODUCCIÓN
¡Bienvenidos y bienvenidas!
En esta clase, el objetivo es presentar de manera breve aquellos nudos
que identificamos como centrales en la discusión sobre cultura digital y
cultura escolar, y que retomaremos en detalle en cada uno de los
módulos del postítulo: la cuestión del acceso, la accesibilidad y el
archivo, la atención y la presencia, la autoría y la autoridad y los modos
de conocer que nos proponen los nuevos medios digitales y en red.
Nuevamente, el objetivo será interrogar la propia práctica desde estas
tensiones: ¿existen?, ¿dónde se manifiestan (en la planificación, en el
aula, en el futuro)?, ¿desplegamos alguna estrategia para abordarlas?,
¿cuáles?
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escolar. Se trata de una lista que no se pretende profunda ni
exhaustiva, sino un camino balizado para pensar juntos y juntas, y que
busca dar forma a lo que viene en el postítulo: un primer mapeo sobre
el cual profundizaremos desde la reflexión colectiva en cada uno de los
módulos que sigue.
OBJETIVOS
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▪ Indagar acerca de cómo la tecnología pone en juego diversos modos
de ser y estar en el mundo y en la escuela.
CONTENIDOS
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intergeneracional de la cultura común. El segundo remite a cierta
ineficacia que hemos tenido en las escuelas para regular el uso
personal de dispositivos digitales y en red, incluso en el aula, pero en
realidad abre preguntas mucho más profundas. En rigor, resulta un
interrogante, al menos, extraño en el contexto del ASPO y el DISPO. ¿Se
puede prescindir desde la escuela de la cultura digital?
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Aquí, y como desarrollaremos la próxima semana, la perspectiva no se
emparenta tanto con las posturas apocalípticas y defensivas que
describiera Inés Dussel en la clase anterior, sino más bien con un
abordaje solucionista, que ubica a las tecnologías digitales e internet
como la respuesta a todos los males del mundo humano. Como sucede
en otros ámbitos, lo que aparece en estos discursos es la idea de que
los nuevos medios tienen el potencial de cambiar en la escuela aquello
que debe ser cambiado, aquello que resulta un problema y que de
algún modo la volvería un dispositivo obsoleto: los aprendizajes de mala
calidad desvinculados de los intereses de las estudiantes y los
estudiantes; las propuestas de enseñanza que no los interpelan ni los
motivan; los modelos pedagógicos bancarios, repetitivos, pasivos y
homogeneizantes; la insistencia en borrar lo individual y lo original; la
opacidad y discrecionalidad de lo que sucede en las aulas para el
mundo exterior; entre otros males.
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Imagen que circuló por redes sociales, Presente, retratos de la educación
cuando se extendió el uso de celulares argentina (Orge, 2015).
entre jóvenes y adolescentes.
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transformadora que no tiene que ver con una ecología de medios
particular, sino con las prácticas que se organizan en sus usos y
costumbres. Proponemos que los cambios que la digitalización, la
interconexión y la ubicuidad de los nuevos medios provocan en los
modos de conocer, de ser y estar en el mundo y de producir, circular y
consumir cultura son tan profundos que no podemos no traerlos a la
escuela, para pensarlos juntas y juntos, para hacerlos sentido. Esta es la
hipótesis central que organiza la propuesta completa de este postítulo,
y sobre ella volveremos en cada uno de sus módulos, sobre algunos de
esos aspectos que reconocemos en tensión.
El acceso
Una de las grandes promesas de la cultura digital tiene que ver con la
supuesta democratización de la cultura a través de la ampliación del
acceso a los bienes culturales y a los medios de producción de esa
cultura. Por un lado, son innumerables los ejemplos cotidianos de esta
creciente disponibilidad, desde visitas por museos hasta libros en
cualquier idioma, pasando por la nueva versión digital y en red de los
medios tradicionales como el periódico, la radio y la televisión: todo
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está siempre y en cualquier lado al alcance de la mano. No es un
fenómeno nuevo, de alguna manera, es una etapa superior de aquello
que Walter Benjamin anunciaba como la era de la reproductibilidad
técnica. Lo que sí es nuevo es la presencia ubicua de dispositivos
personales y portables, que permiten registrar, editar y compartir en el
momento (y sin costo) contenidos diversos como audios, videos, escritos
y fotografías. Y no se trata solo de registros de tipo amateur, hay
películas estrenadas en festivales y salas comerciales que fueron
enteramente hechas desde celulares.
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únicamente sentidos, sino también contenidos sobre esos bienes.
Tuiteamos, posteamos y publicamos sobre la serie que vimos o el libro
que leímos, entramos en una conversación (local o global) con otros
(conocidos o no). Pero también, y especialmente entre los más jóvenes,
seleccionamos y compartimos fragmentos significativos, reeditamos,
homenajeamos y reversionamos aquello que nos gusta, que nos
conmueve. Algunos autores llaman a esto “cultura de la participación”,
otros se preocupan porque estas prácticas representan un trabajo
simbólico no remunerado que agrega valor, que es capitalizado por las
industrias culturales.
Aquí, unas primeras balizas, invitaciones a mirar con otros ojos algunas
cosas que ya vimos y a descubrir nuevas, que nos hablen del acceso,
de la democratización (o no) de la cultura en la contemporaneidad y
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de consumir participando, entre otras cosas.
La atención y la presencia
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invita a la concentración. Ambas coordenadas contribuyen a
consolidar unas formas de ser espectador en la cultura de masas y de
ser alumno en la escuela con puntos en común, al menos en su versión
estereotípica (que, sabemos, se parece bastante poco a la ruidosa
realidad de las aulas de carne y hueso).
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público ni común, ni siquiera detrás de las pantallas, porque además
asistimos a una oferta aumentada exponencialmente todos los días.
Más aún en el contexto del ASPO y el DISPO, el encuentro es un
encuentro mediado, que sucede en las redes, donde la presencia es
otra forma de presencia, virtualizada y flotante. La hiperconexión se
presenta así como una capa omnipresente de lo real, otro territorio
(territorios), donde compartir con otras comunidades.
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Para profundizar después del aula
La autoría y la autoridad
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diversos, que no son para consumo doméstico o del núcleo vital, sino
que tienen el potencial de viralizarse y de llegar a donde antes
parecían llegar solo las industrias culturales. Todos somos autores, pero
al mismo tiempo la autoría de otros (o, más bien, la propiedad
intelectual) no representa un límite, sino un punto de partida para
nuevas producciones que dialoguen de distinta manera con esos
mensajes. ¿Quién hace un meme, por ejemplo? Así, nos pasamos el día
consumiendo registros que circulan sin origen visible ni destino
aparente. Este juego de citas y referencias no es nuevo y ha sido tema
de la teoría literaria y la semiótica en el siglo XX. El propio Borges juega
en varios relatos con esta idea del autor apócrifo de la obra: en “Pierre
Menard, autor del Quijote”, avanza lúdicamente sobre esta idea y se
adelanta a la pregunta por el autor que reponemos en este apartado.
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Los nuevos modos de autoría, además, conmueven los criterios de
autoridad que se construyen desde la función autor. Porque un autor,
un nombre, jerarquiza a los contenidos del mismo modo que el libro
jerarquiza a la palabra escrita sobre otros modos de codificación y
representación de la experiencia humana. Y de igual manera que
existen nuevas autorías, también existen nuevas autoridades, nuevos
criterios de jerarquización del saber y la cultura, que no son
necesariamente más democráticos y horizontales, sino que implican
arbitrariedades verticales que responden a otros criterios. Uno de ellos
es la popularidad: aquello que se viraliza es merecedor de visibilidad y
de conversación. También la opinión personal se vuelve una verdad sin
exigencia de verificación, en una suerte de tiranía del yo, donde resulta
valioso ser auténtico, transparente y fiel al propio deseo y modo de ver
el mundo, muchas veces, de forma independiente de la verdad y otros
criterios para su producción.
Sin dudas, esta polifonía de voces que hablan al mismo tiempo sin un
origen focalizado identificable y que solo se jerarquizan cuando se
hacen populares representa un desafío para el trabajo escolar y los
modos en los que imaginamos (¿soñamos?) el aula. ¿Cómo construimos
autoridad pedagógica en este contexto? ¿Cómo proponemos desde
la escuela otros criterios de jerarquización que apliquen a los saberes y
nos permitan sostener un modo de trabajo escolar reflexivo y crítico? Tal
vez el ASPO nos dé algunas pistas en esta dirección, porque la
autoridad pedagógica de la escuela recibió un nuevo viento con la
pandemia, lo cual da cuenta de que no es una cuestión de medios,
sino de posiciones y sentidos que se construyen tanto de adentro para
afuera como de afuera para adentro.
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Para profundizar después del aula
El archivo
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conservación, jerarquización y acceso de y a la cultura, sería difícil
pensar que el archivo (como un museo o una biblioteca) puede
sobrevivir a la crisis de la autoría, a la redefinición de los criterios de
autoridad cultural y del saber y a la multiplicación de las oportunidades
ubicuas de consumo simbólico.
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de plataformas acumulan riqueza, es ese el bien primario que nos es
expropiado y se transforma en enormes fortunas que avanzan sobre la
soberanía de los Estados con escaso control ciudadano.
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publicado el 25 de agosto de 2020. Todos los episodios están
disponibles aquí.
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sino, y especialmente, como docentes, trabajadoras y trabajadores de
la educación, y como agentes de la transmisión de la cultura común.
Sin dudas, el principal de esos desafíos tiene que ver para la escuela
con sostener lo común, aquello que acomuna, que incluye a los nuevos
en unos relatos y unas tramas que inscriben, identifican y sujetan a
cada uno con los demás y con todos. El lugar de la escuela, por lo
tanto, no tiene que ver solo con hacer inteligible el mundo, sino con
darnos la oportunidad de construir con otros, de estar con otros. Un
desafío especialmente complejo en tiempos de distanciamiento social,
porque para construir lo común hay que encontrarse con lo otro, y si
estamos todo el día en casa, es muy difícil ese encuentro, porque
estamos con lo uno. ¿Cómo hacer umbral y cómo disponer a un
trabajo focalizado, profundo y concentrado en medio de la dispersión?
¿Cómo proponer unos modos de estar juntos distintos a los modos de
sociabilidad que promueven las redes? ¿Cómo acompañar a los
usuarios para que puedan habitar el mundo como ciudadanas y
ciudadanos? Y, yendo un poco más allá, ¿qué lugar ocupa la escuela
en la jerarquización de saberes, qué capacidad tiene de disputar con
los modos de organizar que proponen los nuevos medios?
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Cuando, hasta los últimos días, la sociedad de mercado había
mantenido la perspectiva de un mundo de tiendas para sus caprichos,
nuestra educación debe ahora llevarlos a descubrir un mundo de
tesoros, un fabuloso espacio de investigación para su curiosidad.
Cuando los medios de comunicación les muestran esencialmente una
realidad que fascina, asombra o aterroriza y a la que debemos
resignarnos, nuestra educación debe llevarles a cuestionar, a
cuestionar, a cuestionar para ver que nada, nunca, se juega
definitivamente. Cuando la sociedad les ordena pertenecer a un clan
que les da identidad y seguridad, nuestra educación debe mostrarles
que la verdadera felicidad está en la apertura a la alteridad. Cuando
por todas partes se susurraba al oído que sólo se podía encontrar placer
en el consumo desenfrenado de lo inagotable, nuestra educación
debe mostrarles, a diario, que el verdadero placer reside en compartir lo
inagotable: obras de arte y cultura, conocimiento y aprendizaje,
transmisión y creación. (Meirieu, 2020)
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2) Interrogar esa experiencia desde dos de las dimensiones que
trabajamos durante el desarrollo del módulo. ¿Cómo se
entraman los viejos y nuevos modos en aquello que contamos?
¿Cómo se dan cuenta de las transformaciones que discutimos?
También aquí hay libertad, pueden elegir sus propias preguntas
y las dimensiones a tratar:
● Acceso.
● Atención y presencia.
● Autoría y autoridad.
● Archivo.
● Nuevos modos de conocer.
● Alfabetización.
3) Elegir el relato de un compañero o compañera cursante y
analizarlo en función de una variable distinta a las elegidas en
la participación inicial.
Les recordamos que si sostenemos participaciones breves, tenemos
más posibilidades de generar un diálogo conversacional; desafío
principal de cualquier espacio asincrónico de comunicación como
un foro.
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Popular. Disponible en:
http://www.mcep.es/2020/04/18/la-escuela-despues-con-la-ped
agogia-de-antes-philippe-meirieu/
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