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Introducción a Benjamin, por Adriana Imperatore

Benjamin no nos proporciona una obra teórica sistemática, sino que combina el
aporte de corrientes intelectuales a veces contradictorias, en el contexto de la
experiencia histórica de la Europa Central, con la caída de la ilusión iluminista,
la derrota de la Revolución Proletaria y el ascenso del fascismo.

En un plano personal, Benjamin experimenta rebeldía y rechazo frente a la


posición encumbrada de su padre (vendedor de antigüedades y alfombras
orientales), escenario que le proporcionaba una exposición temprana frente al
fetichismo de la mercancía. Critica a sus padres, igual que los jóvenes de su
generación, como judíos asimilados a la burguesía alemana. De ahí que las dos
vías para oponerse eran el judaísmo y el marxismo, Benjamin, a su manera
combinó ambas corrientes. La hipótesis de Sarlo es que Benjamin mantuvo en
tensión la vertiente materialista y la mesiánica o utópico-moral que debe
capturar en el pasado la huella de la explotación para redimirla. La riqueza
estaría justamente en esta tensión y por eso no hay “teoría benjaminiana” y hoy
podemos seguir leyendo a Benjamin como a un contemporáneo.

1. Corrientes intelectuales disímiles y a veces contradictorias que forman su


pensamiento

A- Idealismo filosófico de corte neokantiano + simbolismo francés:


influencia en su concepción del lenguaje (Ej, de “Sobre el lenguaje en
general…”)
Coincidía con Ernst Cassirer en que las “descripciones” lingüísticas
de la realidad (ya fuesen las del mito, la ciencia o el arte), lejos de ser
señales o intentos de representación arbitrarios, son formas
simbólicas asignadas a las percepciones sensoriales. Aunque absorbió
bastante “formalismo” kantiano, nunca adhirió a la filosofía
hegeliana (esto fue un motivo de fricción con Adorno, cuyo marxismo
se basaba en la dialéctica hegeliana de las mediaciones entre sujeto y
objeto).

Durante la Primera Guerra Mundial y el primer período de Weimar hubo dos


corrientes decisivas en su pensamiento: A la herencia de los poetas simbolistas
franceses y B. el misticismo judío.

Herencia de los poetas simbolistas franceses: en 1913 visita París por


primera vez (ciudad ejemplar que reunía la experiencia de la modernidad
urbana). En 1914-1916 leyó con avidez a Baudelaire y a Mallarmé. Proust llegó
en 1919. Tradujo a Baudelaire al alemán a principios de los años ’20 y a Proust
en 1926-7, junto con su fascinación por los surrealistas.
En su primer artículos importante, “Sobre el lenguaje en general y
sobre el lenguaje de los hombres” (1916) desarrolló la premisa
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simbolista de que el lenguaje se comunica a sí mismo y no los


significados subjetivos o intersubjetivos o las imágenes mentales de
los objetos. La idea es que la densidad material del lenguaje
constituye al mundo que ha de aprehenderse.
En otro artículo, “Sobre la facultad mimética” (1920) habla B. de la
capacidad humana fundamental de producir “semejanzas
evanescentes” en un “relámpago” (privilegia la lógica asociativa y
analógica y no la sucesiva).

Modo de articular las ideas


(Dar ejemplos de Dirección única)
Según Charles Rosen la idea debe parecer surgida sólo de la
yuxtaposición de palabras que se reflejan recíprocamente: esto implica
que se usa más de una faceta del significado de cada palabra para crear
estas reflexiones… Se asegura la iniciativa independiente de las palabras
debilitando sistemáticamente el movimiento lineal. Es en el lenguaje
emancipado de la comunicación donde Benjamin encontraba la
representación de las ideas… Benjamin trata a las ideas como Mallarmé a
las palabras: las nombra, las yuxtapone y deja que se reflejen
recíprocamente. Obliga al lector a extraer el significado de las
resonancias de las ideas. Al igual que la poesía de Mallarmé, la crítica de
Benjamin es alusiva, no coercitiva. Es en el uso surrealista más moderno
del choque… la conexión de incongruencias donde los extremos se
yuxtaponen con escaso o ningún comentario mediador y la idea surge en
el silencio existente entre ellos.
(Analizar cita de Dirección única)

B-Misticismo judío: al mismo tiempo que incorpora la tradición de la poesía


simbolista en su pensamiento, toma contacto en 1915-1916 con Gershom
Scholem. Este componente será constante y se relaciona tanto con la línea
simbolista como con su posterior inclinación al marxismo. Benjamin formaba
parte de un renacimiento de la creatividad intelectual judía y de la religiosidad
como parte de la revuelta más amplia contra el positivismo y el cientificismo.
Concretamente se rebelaban contra el espíritu práctico de la desarraigada clase
media y la “estúpida” respetabilidad de las generaciones anteriores de judíos
liberales asimilacionistas. Así empezaron a cultivar corrientes contrarias-
apocalípticas y místicas- a la Ilustración racionalista de los judíos emancipados
del siglo XIX, por ejemplo, la cábala.
La cábala es un conjunto de enseñanzas místicas medievales que ejerció
cierta influencia entre muchos grupos judíos tras la expulsión de España
en 1492. Benjamin cruzó esta influencia con la enseñanza de los poetas
simbolistas franceses en su concepción de lenguaje. El modo cabalístico
de interpretación de los textos sagrados judíos restablece los temas
rabínicos en forma paradójica, dándoles una ambigüedad sugerente que
agudizaba la sensación de misterio. Para los cabalistas, todo el cosmos es
una red interminable de correspondencias y símbolos correlacionados;
todo refleja todo lo demás. La dimensión del tiempo apropiada para la
comprensión de estas conexiones se hallaba en la “totalidad
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momentánea” de un “ahora místico”, los instantes fugaces del


entendimiento verdadero. La descripción impersonal y objetiva (en lugar
de la confesión autobiográfica y expresiva) y la concepción del lenguaje
como instrumento de Dios eran dos ideas que iban muy bien con el
pensamiento de Benjamin. En síntesis, las nociones cabalísticas de
correspondencias cósmicas y naturales, el congelamiento del tiempo en
una epifanía del ahora, el lenguaje impersonal, el sentido de la paradoja
primitiva de los cabalistas y el sentido adánico (en el nombramiento de la
chispa divina) daban nuevo curso a las enseñanzas del simbolismo
francés.
(Analizar fragmento de “Sobre el lenguaje…” En el paraíso, la creación
de Dios se completaba con la cualidad otorgada a los hombres, a través
del poder lingüístico, de poder asignar nombres a las cosas, tal y como lo
había hecho Dios en el Génesis. Cuando se hace ese nombramiento se
restablece la “chispa mágica” primordial entre el lenguaje y los objetos.
Pero después del pecado original y la maldición de Babel, el lenguaje se
transformó en mero discurso, un sistema instrumentalizado de signos
usados para comunicar “algo distinto de los signos mismos”, lo que
disolvió su creatividad edénica y su misterio simbólico).

Concepción de crítica: ambas tradiciones también tallaron en el modo de


ejercer la crítica de Benjamin. El crítico no emite juicios sobre el texto
como algo exterior, sino que completa la obra poética, redime al objeto en
una constelación con el presente a través de las redes simbólicas
contenidas en el lenguaje metafórico. También el traductor, al mediar
entre los lenguajes, puede participar de la obra divina, liberando los
significados a partir de una sola forma de ellos. La verdad no es una
revelación (en términos de develar) que descubre y destruye el secreto
del lenguaje, sino una revelación que le hace justicia.
Según Sarlo, aunque la producción de Benjamin es muy dispersa, sus
ideas estéticas se concentran en un tema: la producción poética de un
contenido de verdad que libera energías revolucionarias. (Siete ensayos, p.
43)

Concepción de la historia (Ej. de las “Tesis…”) También del judaísmo,


Benjamin extrae su concepción mesiánica y antievolutiva de la historia.
Durante milenios, la indefensión de exiliados de las comunidades judías
había sido compensada con la esperanza utópica en la venida de un
Mesías que redimiría el pasado e instauraría un reino secular de la
felicidad. Lo importante para Benjamin es el hecho de que tal esperanza
no estaba en un estado de desarrollo y continuidad histórica inmanente,
sino en una intervención apocalíptica y trascendente. En las tesis (1940)
escribió: “El futuro no se volvió un espacio de tiempo homogéneo y
vacío para los judíos. Porque cada segundo de ese tiempo era la pequeña
puerta por la que podría entrar el Mesías”. Reforzando el enfoque
espacial de las “correspondencias” simbolistas y cabalísticas, tales
perspectivas habrían de dar una orientación fuertemente antievolutiva al
marxismo de Benjamin.
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(En el prólogo de Jesús Aguirre se enfatiza la conexión de las primeras


obras de Benjamin con las Tesis, como si hubiera vuelto a sus orígenes
luego de haber recuperado las enseñanzas del marxismo).

C-Surrealismo: A esta concepción simbolista, se agrega el modo de concebir las


imágenes del surrealismo. Benjamin encuentra una lógica de aunar en tensión
una filosofía mística con un enfoque materialista a través del modelo que le
proporcionaba el surrealismo. En un libro de Louis Aragon encuentra el amor
sensual retratado con lenguaje sagrado. La verdad revelada de lo profano a
través de la tensión entre misticismo y materialismo. El arte surrealista
presentaba a los objetos en su forma material, pero al mismo tiempo,
transformados por su presentación como arte, donde aparecían collages
remotos y antitéticos. Las imágenes dialécticas de Benjamin surgían de la
verdad inintencional a través de la yuxtaposición de dos realidades distantes,
de la cual surgía la luz de la imagen. Este era el método del montaje que
también observa en el cine y el mismo principio del montaje se observa en el
análisis de la experiencia urbana del shock: el modo en que elementos
materiales transitorios, fragmentos de la existencia humana como la moda, las
tortugas llevadas en las arcadas comerciales, la moda (el detalle de los guantes
negros de Blanqui) se asimilaba al flash de elementos obsoletos del siglo XIX en
el surrealismo.

D-Marxismo: es el último de los componentes, lee en 1926 a Luckacs y en 1933


El capital, los manuscritos y los escritos políticos de Marx. Sus dos referentes
opuestos dentro del marxismo eran Brecht y Adorno. En el primero encontró el
pensamiento elemental que Adorno despreciaba, pero que según Benjamin,
obligaba a los vuelos teóricos a relacionarse con realidades materiales básicas
experimentadas por las masas. Luego de 1926, año en que se instala en París,
modifica sus intereses, trata de influir en el público lector que es crítico de la
burguesía. De 1929 es “El surrealismo, la última instantánea de la inteligencia
europea”. Las obras de los años ’30 oscilan entre la utopía y la catástrofe, así “El
autor como productor” y “La OA en la época de la reproductibilidad técnica”
tienen una mirada más esperanzada y optimista acerca del papel del
proletariado y el rol del escritor, así como las transformaciones de las nuevas
formas de recepción de los medios y la caída del arte aurático. Del lado de la
melancolía y la crítica negativa se ubican los ensayos sobre Baudelaire que ven
el contacto con las masas de modo negativo.
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Síntesis de la introducción
- Benjamin tramó un modelo de crítica contemplada no como juicio,
sino como método de terminación de la obra de arte y como una
poética en sí misma.
- Su lógica se basó en la iluminación de los detalles como mónadas
que contienen al todo.
- Construcción poética como tema principal de la poesía misma.
- Arte ligado a la experiencia mística.
- Visión de la mente, del lenguaje y del mundo como un corredor de
espejos que se reflejan en forma recíproca, lejos del subjetivismo.

Bibliografía consultada:
Buck Morss, Susan. Dialéctica de la mirada. Walter Benjamin y el proyecto de los
Pasajes. Trad. Nora Rabotnikof. Madrid: Visor-La barca de la Medusa, 1995. Impreso.
(Primera edición en inglés: 1989).

---. Origen de la dialéctica negativa. Theodor W. Adorno, Walter Benjamin y el


Instituto de Frankfurt, México: Siglo XXI Editores, 1981. Impreso.

Eugene Lunn (1982) “VII Benjamin y Adorno: el desarrollo de su pensamiento”


en: Marxismo y modernismo, México, FCE, 1986.

Löwy, Michael, Walter Benjamin. Aviso de incendio. Una lectura de las tesis: Sobre el
concepto de historia, México, FCE, 2002.

Sarlo, Beatriz (2001) Siete ensayos sobre Walter Benjamin, Buenos Aires, FCE.
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Fragmentos benjaminianos
“Porcelana china” (tomado de Dirección Única, texto de 1929). Cita completa:
Benjamin, Walter, Dirección única, Madrid, Alfaguara, 1987.

Hoy en día, nadie debe empecinarse en aquello que “sabe hacer”. En la improvisación
reside la fuerza. Todos los golpes decisivos habrán de asestarse como sin querer.

Un portal se abre al comienzo de un largo camino que, cuesta abajo, lleva hasta la casa
de… a quien yo solía visitar cada tarde. Desde que ella se mudó, el arco del portal sigue
presente ante mis ojos como el pabellón de una oreja que hubiera perdido el oído.

No hay forma de conseguir que un niño en camisón salude a una visita que entra. Desde
lo alto de su autoridad moral, los presentes intentan en vano persuadirle y vencer su
recato. Pocos minutos más tarde, el niño se presenta, esta vez en cueros vivos, ante la
visita. Entretanto se había lavado.

La fuerza de una carretera varía según se la recorra a pie o se la sobrevuele en


aeroplano. Así también, la fuerza de un texto varía según sea leído o copiado. Quien
vuela, sólo ve cómo la carretera va deslizándose por el paisaje y se desdevana antes sus
ojos siguiendo las mismas leyes del terreno circundante. Tan sólo quien recorre a pie
una carretera advierte su dominio y descubre cómo en ese mismo terreno, que para el
aviador no es más que una llanura desplegada, la carretera, en cada una de sus curvas,
va ordenando el despliegue de lejanías, miradores, calveros y perspectivas como la voz
de mando de un oficial hace salir a los soldados de sus filas. Del mismo modo, sólo el
texto copiado puede dar órdenes al alma de quien lo está trabajando, mientras que el
simple lector jamás conocerá los nuevos paisajes que, dentro de él, va convocando el
texto, esa carretera que atraviesa su cada vez más densa selva interior: porque el lector
obedece al movimiento de su Yo en el libre espacio aéreo del ensueño, mientras que el
copista deja que el texto le dé órdenes. De ahí que la costumbre china de copiar libros
fuera una garantía incomparable de cultura literaria, y la copia, una clave para penetrar
en los enigmas de la China.

“Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos” (1916)


Cita completa: Benjamin, Walter, Iluminaciones IV. Para una crítica de la violencia y
otros ensayos, Madrid, Taurus, 1991.

(…) El lenguaje transmite la entidad lingüística de las cosas, y la más clara


manifestación de ello es el lenguaje mismo. La respuesta a la pregunta: ¿qué comunica
el lenguaje?, sería: cada lenguaje se comunica a sí mismo. Por ejemplo, el lenguaje de
esta lámpara no comunica esta lámpara, (la entidad espiritual de la lámpara, en la
medida en que es comunicable, no es de modo alguno la lámpara) sino la lámpara
lingüística, la lámpara de la comunicación, la lámpara de en la expresión. El
comportamiento del lenguaje nos lleva a concluir que la entidad lingüística de las cosas
es su lenguaje. El entendimiento promovido por la teoría lingüística, depende de su
capacidad de esclarecer la proposición anterior de modo que borre todo vestigio de
tautología. Esta sentencia no es tautológica pues significa que aquello que en la entidad
espiritual es comunicable es un lenguaje. Todo se basa en este “ser” o “ser inmediato”.
Lo comunicable de una entidad espiritual no es lo que más claramente se manifiesta en
su lenguaje, sino que lo comunicable es, inmediatamente, el lenguaje mismo. O bien, el
lenguaje de una entidad espiritual es inmediatamente aquello que de él puede
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comunicarse. Lo comunicable de una entidad espiritual, en el lenguaje se comunica.


Esto reafirma que cada lenguaje se comunica a sí mismo. Y para ser más precisos: cada
lenguaje se comunica a sí mismo en sí mismo; es, en el sentido más estricto, el
“médium” de la comunicación. Lo medial refleja la inmediatez de toda comunicación
espiritual y constituye el problema de base de la teoría del lenguaje. Si esta inmediatez
nos parece mágica, el problema fundacional del lenguaje sería entonces su magia. La
palabra magia nos refiere, en lo que respecta al lenguaje, a otra, a saber, la infinitud.
Está condicionada por la inmediatez. En efecto, dado que nada se comunica por medio
del lenguaje, resulta imposible limitarlo o medirlo desde afuera. Por ello cada lenguaje
alberga en su interior a su infinitud inconmensurable y única. El borde está marcado por
su entidad lingüística y no por sus contenidos verbales. (…)

“Sobre el concepto de historia” (Tesis de la filosofía de la historia) (1940)


Cita completa: Löwy, Michael, Walter Benjamin. Aviso de incendio. Una lectura de las
tesis: Sobre el concepto de historia, México, FCE, 2002.

Tesis VI

“Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “tal como fue en concreto”,


sino más bien adueñarse de un recuerdo semejante al que brilla en un instante de
peligro. Corresponde al materialismo histórico retener con firmeza una imagen del
pasado tal como ésta se impone, de improviso, al sujeto histórico en el momento del
peligro. El peligro amenaza tanto la existencia de la tradición como a quienes la reciben.
Para una y para otros consiste en entregarlos como instrumentos a la clase dominante.
En cada época es preciso intentar arrancar nuevamente la tradición al conformismo que
quiere apoderarse de ella. El Mesías no viene sólo como redentor, viene también como
vencedor del Anticristo. El don de atizar para el pasado la chispa de la esperanza sólo
toca en suerte al historiógrafo perfectamente convencido de que, si el enemigo triunfa,
ni siquiera los muertos estarán seguros. Y ese enemigo no ha cesado de triunfar”.

Comentarios a las tesis

Tesis VI. Aúna a la manera benjaminiana el aporte marxista con la visión


mística. Rechazo de la concepción de la historia positivista como continuum que
ratifica la visión de los vencedores, reyes, papas y emperadores. En un
momento de peligro supremo se presenta una constelación salvadora que
vincula el presente con el pasado. Un pasado en el cual, pese a todo, brilla, en la
sombría noche del fascismo triunfante, la estrella de la esperanza, la chispa del
levantamiento revolucionario. Por eso el historiador materialista debe devolver
a la historia su dimensión de subversión del orden establecido, versión
edulcorada o suprimida por los historiadores oficiales. Así, el partidario del
materialismo histórico podrá “hacer brillar en el pasado la chispa de la
esperanza”, una chispa que puede hacer saltar el polvorín hoy.
Rolf Tiedemann constata que “en ninguna otra parte Benjamin habla de manera
tan directamente teológica como aquí, pero en ninguna otra parte tiene una
intención tan materialista”. El equivalente profano del Mesías son los núcleos
de resistencia antifascista, las futuras masas revolucionarias herederas de la
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tradición de junio de 1848 y de abril y mayo de 1871. En cuanto al Anticristo (un


elemento cristiano que Benjamin incorpora a su misticismo judío), su homólogo
secular es el Tercer Reich hitleriano.

Tesis XV: “La conciencia de hacer estallar el continuum de la historia es propia


de las clases revolucionarias en el momento de su acción”. Oposición al tiempo
cronológico del reloj capitalista y hallazgo del tiempo inicial de una revolución
como condensación de todas las luchas de los oprimidos. Algo de este golpe
está implicado en la violencia divina.

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