CATÓLICOS DE IZQUIERDA EN AMERICA LATINA*
Tiene interés describir brevemente algunos de los mo-
vimientos católicos de izquierda de América Latina. tilos
muestran que allí el cristianismo está evolucionando qui-
zás por primera vez en sus cuatro siglos de historia, no al
-LUÍ de problL-máticas o de esquemas teológicos y pastorales
Foráneos y alienantes, sino respondiendo dialéctica y vital-
mente a las contradicciones y crisis internas que convul-
sionan a la;, sociedades, latinoamericanas.
En estas líneas trataremos de pintar algunos de ios
rasgos de la evolución del catolicismo social desde antes del
Concilio hasta la Segunda Asamblea Episcopal Latinoame-
ricana tenida en Mcdellín hace más de un año. Describí-
remos en seguida los objetivos y la acción de algunos movi-
mientos de católicos que pueden considerarse como típicos
de un compromiso social y político de izquierda.
Catolicismo social pre-eon ciliar
Chile ha sido quizás el país latinoamericano cuya Igle-
sia más ha reflejado y llevado a cabo ia renovación social
experimentada por el catolicismo europeo sobre todo de
países como Bélgica, Francia, Alemania e Jtalia. Esta re-
novación inspirada en la doctrina social de los Pontífices,
iniciada por León XIII en Rerum Novarum (1891). logrú
con Pío XI y sobre todo Pío XII. dar impulso a la Acción
Católica de laicos prolongando asi la influencia espiritual
de la Iglesia al campo temporal y originando una serie de
experiencias y obras sociales como los sindicatos, coope-
rativas y partidos políticos social cristianos, las llamadas
instituciones de "inspiración cristiana". En Chile fueron
figuras señeras de esta renovación social Obispos como don
Manuel Larraín Errázvjriz y sacerdotes como el P. Alberto
Hurlado Cruchaga, cuya influencia sobrepasó las fronteras
del país.
Sin embargo, el Concilio Vaticano II abre la puerta
a una nueva teología que, en vez de acentuar con Congen-
ia distinción entre la Iglesia y el Mundo, tiende a borrar
las fronteras entre ambos y reafirma la autonomía de lo
lemporal al menos en su esfera propia. De este modo, la
acción directa de renovación de la sociedad humana ya
no corresponde sólo a loe iaims. La Igksia, concebida co-
mo "pueblo de Dios" y cuya Jerarquía debe estar al servicio
de ese mismo pueblo, según Caudium et Spes. debe sen-
tirse "íntima y realmente solidaria del género humano y su
historia". En esta acción temporal la distinción entre sa-
cerdote y laico tiende a esfumarse: sólo conserva sentido
dentro de la comunidad eclesial.
Esta teología es indudablemente muy distinta de la
que impulsó al cristianismo social chileno y que culminó
en los anos anteriores al Concilio. Existía entonces una Je-
rarquía progresista de reconocida figuración en la Primera
Sesión del Vaticano II: y una serie de importantes institu-
ciones cristianas o de inspiración cristiana que marchaban
paralelas y acordes a las inquietudes y orientaciones de la
Jerarquía.
Mcdellín, ¿un compromiso con consecuencias?
La Iglesia latinoamericana estaba en crisis cuando en
1968 se convoca la Segnnda Asamblea Episcopal de Me>
* Extractado de un estudio Incluido cu L'I libru cOilnJo poi •
NA1 DON: América Latina - 70. Edic. Nueva I i m t r ^ k l a d , Samia-
»a, 1970.
dellín. Su crisis no es sólo la que agita a toda la Iglesia
post-conciliar con sus episodios de rebeldía fren:e a la au-
toridad del Papa y los Obispos, la lucha del clero y laicos
por una democratización de las estructuras monárquicas
eclesíales. la deserción de clérigos, la escasez de vocaciones
y otros problemas presentes en todas las latitudes. Todo
esto afectó en menor o mayor grado a las comunidades
nacionales. Pero la crisis de la Iglesia está también entre-
tejida con la crisis integral de los países latinoamericanos
sumidos en una ola de violencia, de desintegración político-
social, de estancamiento económico y con poblaciones que
crecen explosivamente. De ahí que la misma Iglesia como
institución sea cueslionada por aquellos que la perciben
coludida ton los. dominadores y frenando la construcción de
una sociedad mus justa.
Sin embargo, denlro de la comunidad cristiana hay
quienes toman progresivamente conciencia del desfase de
la Iglesia de la realidad en esto continente dependiente y
dominado desde el exterior. La denuncia de los obispos en
Medellín de la "violencia institucionalizada" contra el pue-
blo en el sistema capitalista y el compromiso allí asumido
—aunque tímidamente— de comprometerse en la liberación
de los oprimidos, reflejan una maduración teológica aún
en esbozo, pero que surge de la problemática misma del
continente. La historia de la salvación es una liberación
en proceso y toda injusticia, toda alienación del trabajo
humano es un obstáculo en la obra de salvación. Ser cris-
tiano hoy en América Latina es comprometerse creadora-
mente en la lucha por la liberación del pueblo. Tal es la
conclusión de teólogos como Gustavo Gutiérrez que da base
teológica a Ja intuición de Camilo Torres: "el deber del
cristiano es hacer la revolución".
Pero lo que la Iglesia actual aún no percibe es que
su compromiso de Medellín, en la medida en que sea asu-
mido hasta sus últimas consecuencias, la lleva a la destruc-
ción de muchas de sus instituciones. La teología conciliar
y la de Medellín permiten vislumbrar formas radicalmente
nuevas para las estructuras eclesiales. No basta modernizar
o adaptar: hay que crear respuestas pastorales que mués-
iren la vitalidad de la fe situada en un continente subdesa-
rroUado y en creciente descomposición económica y política.
Hay que cesar de ser Iglesia-reflejo —según la distinción del
P. H. de Lima Vaz— de teologías, instituciones, eslüos de
vida, espiritualidades de la Iglesia europea, para llegar a ser
Iglesia-fuente, creadora de nuevas estructuras y actitudes
para servir en una sociedad subdesarrollada y en trance
revolucionario. Eslo explica, al menus en parle, por qué el^
mismo éxito logrado de implantar en Chile un catolicismo
social a la europea e inspirado en tina teología preconciliur,
determina hoy su desintegración creciente y su fa!t;i de
creatividad en la coyuntura actual. No es un misterio para
nadie que una división interna y un progresivo debilita-
miento afecta a numerosas instituciones de inspiración cris-
tiana otrora aparentemente monolíticas e inexpugnables.
Por ejemplo, la separación de una fracción rebelde de la
Democracia Cristiana y la constitución del MAPU. Movi-
miento de Acción Popular Unitaria que se alinea con mar-
xistas en la Unidad Popular es uno de los muchos signos
de la crisis. Otro hecho, la loma de la Catedral en 19t>¡<
por un grupo de cristianos —denominado Iglesia (oven—
no puede ser interpretado como algo aislado y sin signifi-
cación, sino más bien ¡junio símbolo del declinar de un
369
lipa de catolicismo social antes considerado como de avan-
zada en el continente.
Tampoco parece carecer de significado el hecho de que
precisamente países con Jerarquías abiertamente conser-
vadoras y de escasa preocupación social sean hoy, cuna de
actitudes y movimientos revolucionarios. Allí donde no flo-
recieron los partidos demóuratacristianos. ni las grandes
obras socialo LIC ¡n^pir;ii¡6n cristiana, surgen movimientos
sacerdotales (romo los del Tercer Mundo (Argentina) y
ONIS (Perú) que demuestran cierta claridad en sus obje-
tivos sociales y con una acción decididamente renovadora
dentro de la Iglesia. En otros países donde haci: unos años
grupos cristianos separándose de la Jerarquía formaron mo-
vimientos políticos como A?áo Popular y el Frente Unido
se continúa un compromiso revolucionario, ¡J juzgar por la
participación de sacerdotes y religiosos brasileros en ac-
ciones subversivas contra la dictadura militar y por la for-
mación de un movimiento como el de Golconda en C'olom
bia con impacto renovador en l;i vida política del país. Nos
detendremos a analizar este último como el caso más ori-
gina] entre las nuevas formas de cristianismo social emergen-
te en América Latina.
Golconda: cristianismo de izquierda
Sería falso fijar el origen de este movimiento en un
encuentro que en agosto de 1*36*3 reunió a unos 60 sacer-
dotes en la localidad de Golconda y unos meses más tarde
en Buenaventura. En verdad. Golconda. nació germinal-
mente con la decisión turnada por Camilo Torres en 1965 de
comprometerse directamente en la lucha popular, lo que
lo llevó ¡i morir en la guerrilla en febrero de 1966. La Fi-
gura do este sacerdote logró conmover a las masas con tal
rapidez que, según algunos, la acción del gran líder popu-
lista Jorge E. Gailán queda francamente opacada ante las
resultados obtenidos por Camilo. "Nadie antes que él", es-
cribe Germán Zabaki eJ intelectual manüsta hoy ligado
a Golconda. "se decidió a llevar a cabo una política de
hechos que estuviera Intimamente ligada con la realidad
nacional, evitando deformarla con la interpretación de mol-
des foráneos de cualquier tendencia. Su afán de identificarse
con su puebla de la manera más sincera, a través de la per-
sonificación de sacerdote, para auxiliarlo con su amor pro-
videncial".
Cualquiera que se acerque tal pueblo colombiano se
verá obligado a reconocer la importancia fundamental que
juega la religiosidad en la vida cotidiana. Colombia ea
para muchos el país más tradicional del continente y su
(..Turquía, está más comprometida que en otras parles, con
las altas capas y grupos dominantes de la sociedad que
explotan a un pueblo humillado y Mifridu. Este mismo
pueblo se muestra aparentemente sumiso a la lerarquia y
siempre han abundado las vocaciones para el Seminario y la
vida religiosa. En los pueblos y barrios, el "cura" sigue
siendo un personaje clave. Es el "gamonal", el que manda
y que a menudo ha abusado de su ascendencia sobre el
pueblo para sacarle plata e imponer su autoridad en todos
los campos.
La reunión de sacerdotes en Golconda fue sin dudt
importante para solemnizar un compromiso previo para
varios de ellos, quienes juntos a intelectuales cristianos y
también marxisias fueron impulsados a la acción pur el
ejemplo de Camilo, t i Manifiesto de Buenaventura que
contó también con la firma de! Obispo Local, es sin. duda
para su época el documento de Igl^ia ton opciones po-
J70
líticas más explícitas dentro del marco de una situación
concreta. Optar por una "sociedad de tipo socialista": se
compromete con "las diversas formas de acción revolu-
cionaria contra el imperialismo", haciéndose solidarios, los
Firmantes, "sin discriminación alguna, con todos los que
luchan por ese cambio" y, finalmente, se compromete a
luchar por LI "desplazamiento de las clases diligentes". Por
lo tanto. Golconda no es un grupo de clérigos orientados a
renovar la Iglesia, sino más bien un movimiento que pre-
tende tener una acción en favor del pueblo y junto a las
fuerzas reales de la revolución colombiana.
Su acción específica se orienta a la concientización del
pueblo a partir de la influencia real que los sacerdotes
tienen sobre él. Los de Golconda tratan de asumir el papel
de "gamonal" que les corresponde por ser curas. Es un
papel lleno de ambigüedades, lo saben, pero ellos pretenden
asumir conscientemente el "gamonalismo" y ponerlo al ser-
vicio del pueblo y su liberación. El instrumento principal
son los MF.I (Modelo Educacional Integrado), es decir una
educación destinada a dar una óptica crftica en cuanto al
mundo > su transformación. Las primeras experiencias las
hizo Germán Zabala con un grupo de religiosas y hoy estas
escuelas populares en barrios marginales son a la vez escuela
de formación para jóvenes universitarios que dejan sus es-
tudios para ponerse al servicio de los marginados de ba-
rriadas y en el campo. Otro instrumento es el periódico
mensual Frente Unido, continuación del fundado en 1965
por Camilo Torres que dejó de publicarse, luego que éste
;e unió a la guerrilla. Edita actualmente 20.000 ejemplares
al mes y es vendido en parroquias, universidades y en
I:I calle.
Todo esto atrajo la preocupación del Gobierno que
de acuerdo con algunos Obispos, comenzó a tomar medi-
das contra el grupo. Varios de ellos han sido cambiados
de parroquia, suspendidos, encarcelados por ayudar a po-
bladores a invadir terrenos y también por sus intervencio-
nes en foros universitarios.
Los Padres Rene García, luis Currea. Manuel Álzate
han sido suspendidos indefinidamente de su labor ministe-
rial. Un grupo de sacerdotes y religiosas extranjeras han
sido deportados. Entre ellos Domingo Laín, joven sacerdote
español, quien regresó clandestinamente al país y se incor-
poró al Ejército de Liberación Nacional, movimiento gue-
rrillero en el cual militó Camilo Torres, En el cuarto ani-
versario de la muerte de Camilo hizo pública su decisión:
"Siguiendo un imperativo moral, nacido de la concien-
cia de no pertenecerme a mí mismo como revolucio-
nario, sino a las masas explotadas de Colombia y de
lodos los países- oprimidos, a la vez que respondiendo
:il carácter público que en nuestra sociedad reviste
todavía la función sacerdotal, cumplo con un deber
de orientador del pueblo al incorporarme a las guerri-
llas del ELN, a su línea de acción y a sus programas
político-sociales. Al hacer pública esta decisión, renue-
vo el compromiso irrevocable, aceptado al ser ordenado
sacerdote, de consagración y fidelidad a los pobres y
oprimidos, de solidaridad en su lucha por la liberación
de toda esclavitud. Pienso que ahora comienza mi au-
tentica consagración sacerdotal que exige el sacrificio
total para que todos los hombres vivan y vivan en ple-
nitud".
Estos acontecimientos han tenido sin duda trascen-
dencia política en el momento actual de Colombia. Han lo-
grado aglutinar una cierta opinión pública contraria a un
régimen cuya falsa estabilidad y legitimidad ha quedado
en evidencia en las últimas elecciones presidenciales en que
el candidato de oposición, el ex-dictador Rojas Pinillas. apa-
 hubiera Lriunfado al no mediar la intervención
del régimen.
El ONIS y el Tercer Mundo
Otros movimientos sacerdotales como el ONIS de Perú
han desarrollado una acción de proporciones y de repercu-
siones importantes en la vida nacional. Sus oportunas de-
claraciones referente al subdesarrollo del país y la situación
de miseria del obrero y del campesino contribuyeron po-
siblemente a minar la posición de Belaúnde Terry. Más aún.
si estas declaraciones fueron endosadas por el Cardenal de
Lima. Asimismo, la toma de posición pública de este grupo
sacerdotal, que también cuenla ton la participación de nu-
merosos técnicos y multantes <le movimientos cristianos,
han sido muy decisivas sobre todo, en el caso de IH refor-
ma agraria de la junta Militar, encabezada por Velasco
Alvarado, de cuyos miembros varios no apoyaban una ini-
ciativa semejante.
En Argentina, el movimiento sacerdotal Tercer Mundo
liene influencia positiva dentro de la Iglesia y en la acción
desarrollada por cristianos en la masa obrera. Pero las
principales luchas se han canalizado, quizás más allá de sus
propias intencionas, contra ciertos Obispos de mentalidad
pre-conciliar y de notable intransigencia como es el trisU
caso de Monseñor Bolatti de Rosario. Eslo ha dado lugar
9 una serie de situaciones ajurídicas en que sacerdotes sus-
pendidos —es decir sin mandato de la Jerarquía— cunli-
núan una labor sacerdotal junto al pueblo, l-.n su última
reunión en Sania Fe (mayo 1970) se han declarado en favor
del "socialismo latinoamericano".
El conflicto entre Iglesia y Estado desatado en Para-
guay es un caso distinto al del resto de América del Sur.
AHÍ la Iglesia —Obispos, sacerdotes y laicos unidos— lu-
chan por la supervivencia y por la mantención de un míni-
mo de libertad dentro de un país escasamente desarrollado,
.uva prolongada dictadura impide sistemáticamente cual-
quier iniciativa que pueda dar origen a una oposición al
régimen.
Sin duda que la acción de movimientos como (Jolcon-
da, ONIS y Tercer Mundo estaría muy limitada en países
con regímenes más represivos, sean o no militares. Es el
caso de Brasil, Uruguay. Guatemala y otros países-, donde
los sacerdotes y cristianos actúan sin estructura organizativa
y se integran más bien a movimientos revolucionarios. Cual-
quier forma de trabajo por líi liberación del pueblo aparece
subversiva a los ojos del Gobierno: no sólo el trabajo de
concientización en parroquias y harriadas obreras, sino aún
el mero hecho de vivir en un barrio obrero en Brasil ha
merecido a sacerdotes castigos con prisión. No es de extra-
ñar entonces que ciertos sacerdotes y religiosos se radica-
licen políticamente y colaboren activamente en movimien-
tos clandestinos en varios de esos países.
Los católicos de izquierda y la |erarquia
Colcunda es como el prototipo de movimientos de
avanzada que se despreocupan de los problemas internos
de la Iglesia, celibato, democratización, etc. y se dirigen
directamente al pueblo tratando de conocer la realidad no
sólo de los individuos, sino de las estructuras sociales, bus-
cando allí las causas del mal que tanto oprime al pueblo.
F.l problema específicamente eclesial, el problema de las
estructuras caducas y las enseñanzas alienantes, la colu-
sión de la ferarqufa con las clases dominantes, etc. los ven
como efecto más bien que causa. Es resaltado y pp;ie in-
tegrante de un sistema social construido sobre una base
de injusticia y privilegio. Hay que atacar el mal en su raíz,
luchando por la liberación del pueblo y la construcción
de una sociedad socialista.
Aunque los sacerdotes de izquierda nu pretenden dejar
la Iglesia ni el ministerio de su sacerdocio —mientras no
los obliguen las autoridades eclesiásticas— no se preocupan
demasiado pur cuestiones de derecho canónico, ni de formas
litúrgicas, ni siquiera de guardar una cierta imagen de uni-
dad en la Iglesia. Lo que les importa es luchar por la libe-
ración del pueblo que surge de su compromiso de fe. Va-
rios de ellos están conscientes que ésto no se logrará sin
una resolución que como creen los de üolconda, será lu
única salvación para una Iglesia que se constituye "en de-
fensora y en pilar fuerte del régimen, abusando del domi-
nio sobre las conciencias que todavía ejerce en grandes
sectores de la masa proletaria y que condena la violencia
J rebeldía de las clases pobres J explotadas, aceptando y
conviviendo con la violencia y la represión ejercida por lab
clases ricas y explotadoras" (Dgo. Laín), Para ellos tumbar
a la oligarquía es tumbar a una Iglesia de privilegios que
en muchos países furman un sólo edificio. La revolución
se hará entonce; no sólo por los oprimidos sino también
por los mismos opresores. La nueva Iglesia, ya despojada
Jf realmente Iglesia de los pobres nacería con la toma del
poder por y para el pueblo.
lista posición es quizá extrema dentro de los movimien-
tos sacerdotales estudiados. Por ejemplo, el ONIS ha logra-
do cierto apoyo de importantes Obispos a iniciativas au-
daces —quizás a regañadientes— a pesar de las. fuertes pre-
siones en contra de la Nunciatura y de otros sectores de la
lerarquía.
El "Tercer Mundo", aunque ha tomado posiciones más
radicales en contra de ciertos Obispos, no ha llegado a
una ruptura de relaciones con la Jerarquía y su acción se
desarrolla en gran paite dentro del ámbito eclesial. Sin
embargo, la tendencia parece ser que a medida que estos
movimientos se radicalizan y logran tener influencia cons-
cientizadora sobre el pueblo, las autoridades civiles reac-
cionan represivamente sobre ellos y la Jerarquía, dada su
posición en la sociedad civil y su dependencia de Roma, es
incapaz do defenderlos aún en el caso hipotético en que
estuviera de acuerdo con posiciones revolucionarias.
Hay cristianos que comprendiendo la limiíaeión insti-
tucional de la Iglesia inmerja en una sociedad capitalista.
optan no por romper globalmente con ella sino trabajar in-
dependientemente junto a no cristianos y en organizaciones
funcionales para la larea revolucionaría. La razón es que
¡a Jerarquía es signo de unu unidad de la Iglesia, unidad
que as cierto implica una tarea de dimensión escatológíca.
Se llega a romper con ella sólo cuando sea necesario —no
globalmente— y siempre en torno a situaciones concretas
que alañen al pueblo. Esto lleva de hecho —aunque no for-
malmente— a la existencia de comunidades de cristianos
que reconocen el misterio de la única Iglesia de Cristo, pero
que viven en situación ajurídíca frente a la Iglesia jerár-
quica y oficial. Más aún; si la jerarquía no sólo desaprue-
ba sino también se opone abiertamente a la acción social
de sacerdotes y religiosos —haciendo el juego y estando
de acuerdo con Gobiernos represivos— se dan las condi-
ciones para un éxodo masivo del sacerdocio activo y <lc la
vida religiosa. Es el caso de Brasil donde estimaciones pru-
dentes hacen subir a 1.000 el número de sacerdotes que
han dejado el ministerio en los últimos 5 años.
371
Interrogantes a! cristianismo de izquierda
La actitud de los cristianos de izquierda admite mu-
chas interpretación^, ¿ge tralñ Je vin neo-clericalismo aho-
ra de izquierda? Antes la Iglesia estuvo estrechamente li-
gada a los Partidos Conservadores y más recientemente
al social cristianismo, ¿no se estarían hoy matriculando al
socialismo en forma oportunista? Es el peligro señalado
por el teólogo uruguayo |uan Luis Segundu.
Sin embargo, otros teólogos como el peruano Gustavo
Gutiérrez, aunque \cn el riesgo que existe de ínslrumen-
talizar la Iglesia para fines políticos partidistas, consideran
que le IÚLU a ésta ensuciarse ! •• nanos, compromi
por el pueblo. Sin su influencia moral, que ¿e transforma
en poder político en un continente predominantemente cris-
tiano, será imposible llevar a cabo cambios profundas en
las estructuras que liberen al pueblo de su servidumbre
actual. De otro modo, la Iglesia al abstenerse de tomar po-
f.ición social y política y ul actuar sólo sobre las conciencias.
no solo se confinaría a ciertas élites escogidas, sino tam-
bién daría apoyo en la práctica a los que desean mantener
el slatus-quo. \ . . trataría entonces de una iglesia popu-
lar, como la caridad de Cristo la quiere.
Otros, comprometidos directamente en la acción re-
chazan también la acusación de que su posición política
actual trasunta un oportunismo de izquierda de la Jelebij.
Según los sacerdotes de Golconda, es precisamente lo con-
trario lo que sucede. Su acción está basada ürt la convicción
ele que no hay ninguna doctrina social cristiana, entendida
como un cuerpo sistemático de enseñanzas sobre lo social,
en la cual debe inspirarse el cristiano para su acción po-
lítica que impulsado por su fe se manifiesta en América
I atina en un compromiso revolucionario. Para los del Fren-
te Unido, la revolución no tiene nombres, no se le puede
pegar etiqueta ni cristiana, ni marxista, ni de ninguna es-
pecie. Hacer la revolución por la liberación del pueblo, lu-
char y trabajar inteligentemente por los cambios, es ciencia
y la ciencia es neutra, no está vendida a ningún grupo ideo-
lógico. Sin embargo, ¿no es esto volver a caer en el dualis-
mo entre Iglesia y Mundo rechazado por la teología posi-
conctliar?
No debe escapar al lector el hecho de que ta urgencia
372
del compromiso popular, impide a los cristianas de izquier-
da hacer elaboraciones teológicas más acabadas y juicios
matizados sobre la labor de la iglesia tradicional. Su diná-
mica ts la lucha por un pueblo oprimido que no se com-
padece con estudios a fondu de temas que para mi •
son cruciales. Por ejemplo, la función de la jerarquía y de
la Iglesia institucional en una sociedad subdesarrollada, el
papel del sacerdote en una situación prc-revolucionaria y
su compromiso político, el humanismo cristiano y marxista,
la teología de la esperanza, la función de la educación y de
la universidad en la revolución, los aspectos valóneos de
las ciencias, ele. La pregunta clave que resume lo anterior
es ¿cuál es el aporte específico del cristiano en ta lucha por
la liberación del pueblo?
La misma evolución de acontecimientos que se preci-
pitan en forma tan rápida, pone en desuso cualquier re-
flexión teológica. Según el decir de un teólogo, la teología
debe elaborarse "a lo más para ieis meses". Hasta ahora
los cristianos de avanzada, a base de intuiciones surgidas
de una primera reflexión de fe sobre un compromiso prác-
tico con el pueblo creen que su deher es comprometerse
como sacerdotes y hombres tn una tarea de concientiza-
ción y acción junio a los que buscan la liberación del pue-
blo y ésto aún sufriendo la persecución, la cárcel y el exi-
lio. La teología es casi un lujo del cual hay que dispensarse
cuando la demora en la acción implica vidas humanas sa-
crificadas.
¿No habría que reconocer en el surgimiento de un
cristianismo de izquierda y en la división y crisis de la iglesia
tradicional, el advenimiento de una situación, llena de am-
bigüedades, de rupturas dolorosas pero también de prome-
sas, de nuevas formas de vida cristiana, de una Iglesia po-
pular y latinoamericana? El "Misercor super lurbam" ad-
quiere una connotación estructural concreta en América
Latina pero informada por el mismo amor de Cristo por
los pobres. Por ahora nos hemos limitado a decir lo que
sucede, obviamente se impone una reflexión y una refle-
,imi profund.-i.
Gonzalo Arroyo S. J.