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2. INTRODUCCION...........................................................................................................1
8. AUTORES ...................................................................................................................19
Esta guía tiene como objetivo facilitar a los profesionales la atención sanitaria a
aquellos padres y madres que sufren una muerte perinatal y/o neonatal. No se puede negar
el impacto que tiene la muerte de un ser querido; sin embargo, cuando se trata de una
muerte perinatal o neonatal, se tiende a infravalorar e incluso negar el proceso de duelo
ligado a dichas muertes. Muchas veces esto es debido a una falta de formación,
conocimiento y recursos, que hace que en ocasiones el personal sanitario tienda a
mostrarse frío y/o distante. Esa actitud conlleva más dificultades para los padres. Los gestos
y palabras de los profesionales que intervienen en ese momento tan doloroso pueden ser
recordados incluso años después y tienen un impacto muy grande en los padres y su
entorno, por lo que resulta necesario saber qué decir o hacer para favorecer un duelo no
patológico.
Este documento surge del trabajo conjunto de madres y padres que sufrieron estas
pérdidas y de la experiencia de profesionales del área perinatal (matronas, obstetras,
psicólogas y psiquiatras). Nace de las pérdidas sufridas y del deseo de que estas
experiencias faciliten el acompañamiento a la muerte cuando se esperaba la vida.
2. INTRODUCCION
En los dos últimos años han surgido grupos de apoyo para el duelo formados
principalmente por padres y madres que han pasado por una pérdida. Sin embargo, son tan
sólo órganos de apoyo y no cubren las necesidades básicas sanitarias de los padres y su
entorno ante una muerte. Las circunstancias que rodean la muerte condicionarán la salud de
los afectados, tanto física como emocionalmente.
3. LA SITUACIÓN ACTUAL
No existe en España un registro para los bebés que mueren antes de nacer o antes
de las 24hrs. tras su nacimiento. En el 2009 se llevó una propuesta al Congreso de los
Diputados para crear este registro. Fue rechazada por el gobierno con argumentos poco
sociales y en ningún momento se tomó en cuenta a las personas afectadas.
Entre muchos de ellos, y a modo de ejemplo, cabe mencionar las iniciativas de:
“Cambiar la concepción errónea que pueda tener la sociedad frente a la pérdida perinatal y
su manejo; y mostrar todas las herramientas y recursos que el sistema sanitario y la red
social tienen para afrontar la pérdida, es una labor que en parte corresponde a los
profesionales de la salud* y, sobre todo, a las matronas. Una comunicación efectiva es la
clave para lograr la mejor calidad de vida” Fallowfield.
*Es importante destacar una vez más que todos los profesionales en la atención al parto están implicados,
tanto enfermeros/-as como neonatólogos/-as, ginecólogos/-as y todo el personal auxiliar.
“La muerte de un recién nacido es una situación que se ha afrontado hasta ahora negándole
importancia, con bastante indiferencia. Los hospitales han tendido a minimizar el impacto
que estas muertes tienen sobre los padres porque piensan que al no haber conocido al hijo,
es como si no tuvieran derecho a realizar un duelo por el bebé muerto”
Los duelos por las muertes perinatales a veces no son públicamente reconocidos ni
socialmente expresados. “La pareja se siente desautorizada para hablarlo porque no ha
habido nacimiento, bautizo o entierro; el niño no tiene nombre, no quedan fotos ni recuerdos,
nada que pudiera avalar su existencia. Sin embargo, el niño/a es su hijo/a desde la
concepción, en la imaginación, en las expectativas y esperanzas de los padres y de la
familia”, añade Payàs.
Cuando un bebé muere intra-útero los padres, y quizas más las madres, tienen que
enfrentarse a una situación que nunca se habían planteado; parir a su bebé sin vida.
Aunque la mayoría de las madres tiene una reacción inicial de no querer pasar por un parto
vaginal, más si son primerizas, tiempo después del parto ellas se sienten realizadas por
haber parido a sus hijos. El parto vaginal es lo más recomendable siempre y cuando la vida
Hay investigaciones que demuestran que es mejor para los padres tener un tiempo
de espera entre el momento en que reciben la noticia y el momento en que se induce el
parto, siempre si la situación clínica de la mujer así lo pueda permitir. Este tiempo facilita
asimilar la muerte y organizarse si hay más hijos, contactar con la familia, decidir sobre
como quieren que sea el parto y la despedida etc. También hay investigaciones que han
optenido resultados contrarios señalando que la espera puede ser peor. Nuestra
recomendación es que los padres siempre reciban la información y el apoyo adecuados para
ayudarles a tomar decisiones. Lo importante es que se sientan informados y partícipes del
parto. Aunque el bebé haya fallecido sigue siendo su parto y su hijo/a deseado.
“La muerte de un hijo es una de las principales causas de sufrir Trastorno por Estrés
Postraumático” (TPEP)
“La oportunidad de despedirse por última vez es de gran importancia para las familias, para
su posterior bienestar físico, psíquico y emocional.”
“Salieron de la consulta del psicólogo con pena pero con serenidad. Fueron a la UCI, se
pusieron las batas y se despidieron de su hija. Lloraron, la cogieron en brazos y le
estuvieron hablando. Luego la sacaron fuera, para enseñarla y que la familia también
pudiera despedirse de ella. Nos comentaron que estaban muy agradecidos por el trato”
Vollman (1971) ha observado que las familias que utilizan sistemas de comunicación
abiertos y eficaces y facilitan la coparticipación de los sentimientos tienen mayor
probabilidad de llegar a una mayor adaptación respecto a otras que aplican en cambio un
modelo de negación o de supresión de sentimientos.
“Nunca hubiera pensado que los profesionales cuidarían de un bebé que ha muerto de una
manera tan bella. Viéndola vestida, en ropita de bebé, y manejada con tanta gentileza fue
muy reconfortante.”
Madre
− Se puede informar a los padres tras la muerte de su hijo de los grupos locales de
apoyo disponibles. Ver capítulo 6.2.1., página 15.
“Pedimos ver al bebé, pues aún no lo habíamos visto. Nos dice que ya nos dejará pasar a
verlo cuando hayan hecho más pruebas y que ahora mismo están demasiado ocupados
para que pasemos. No nos deja ver al bebé. Nos avisarán. SIEMPRE TUVE QUE PEDIR,
ROGAR, PARA QUE NOS DEJARAN VER A NUESTRO HIJO.”
Madre de Santo
Se comprensivo. Hay que usar el sentido común para poder tratar cada caso.
“Cuando preguntamos que teníamos que hacer para ver a Uma la matrona nos esbozó una
serie de problemas para futuros embarazos; concebir, posibles abortos…Todo por haber
visto a nuestra bebé muerta. Nos dijo que unos padres jamás lo superarián” Madre de Uma
Ayúdales a tomar decisiones
Los padres a veces no han pensado si quieren tener recuerdos o si quieren nombrar a su
bebé, puedes sugerirles que tengan estas opciones.
Otra decisión importante a tomar es si desean que se realice una autopsia. Es
importantísimo explicarles a los padres de que si deciden hacer autopsia tienen que
expresar por escrito su deseo de recuperar el cuerpo o de lo contrario el hospital dispondrá
de él. Esto no significa que tengan que escribir una carta, si no que dentro de los papeles a
rellenar quede constancia de esta decisión. Aunque las autopsias no siempre llegan a dar
una respuesta clara a la muerte intrauterina los resultados de la autopsia tienen mucha
importancia para saber que no hubo ningún problema genético por ejemplo, sobre todo de
cara a futuros embarazos, o la importancia que tengan para la investigación del porqué de
las muertes perinatales.
A los padres se les debe informar además de su derecho a pedir diferentes tipos de
autopsias y análisis complementarios como estudios genéticos, microscópicos, etc.
Ayúdales a tener recuerdos de su bebé, si lo desean
Ayúdales a hacer fotos con su bebé, recógeles un mechón de pelo, dáles el brazalete
identificativo del bebé y las huellas de las manos y los pies, si lo desean.
“Se acercó una matrona y me dijo que tenía un bebé precioso. Nunca olvidaré sus palabras
acerca de mi hijo, aunque estuviera muerto seguía siendo precioso” Madre de Fionn
Habla con ambos padres equitativamente
Se suele considerar que los padres no sufren, ni deben llorar o mostrar su dolor; asimismo,
se suele ignorar a las madres en los trámites administrativos, por ejemplo; y ambas
actitudes suponen una exclusión en los asuntos relacionados con sus bebés.
Explícales personalmente los resultados de la autopsia
Los resultados de la autopsia siempre deben ser comentados personalmente con los
padres, en consulta, no solamente por carta. Además no deben ser los padres quienes lo
requieran.
Puedes usar:
− “Siento lo que les ha pasado”
− “Me imagino cuánto querrían a ese bebé”
− “No me molesta que lloren”
− “La verdad es que no sé muy bien que decirles”
− “Tienes un bebé precioso/a”
Debes evitar:
− “Sé fuerte”
− “No llores”
− “Es la voluntad de Díos”
− “Todo pasa por alguna razón, es el destino”
− “No es el fin del mundo”
− “Díos necesitaba otra flor en su jardín”
− “Ahora tienes un angelito”
− “Ahora está en un lugar mejor”
− “Al menos no llegaste a conocerle bien”
− “Eres joven, ya tendrás más”
− “Debes ser fuerte por tus hijos/ esposo/ familia, etc.”
− “El tiempo lo cura todo”
− “Ya le olvidarás”
“Cuidar a unos padres durante y después de la pérdida de un hijo puede llegar a ser muy
estresante y difícil, mucho más si no existe un sistema de apoyo dentro del mismo centro
sanitario y entre los compañeros” SANDS, Guia para profesionales.
¿Quién no se siente afectado cuando tiene que asistir a un parto de un bebé muerto, de
un bebé que no tiene posibilidades de vivir fuera del útero o cuando de repente un bebé
muere en el parto? A los profesionales también hay que proporcionarles herramientas para
saber conllevar la muerte de un bebé. ¿Qué es lo que podemos hacer para facilitaros este
trabajo tan duro? ¿Qué es lo que podéis hacer vosotros para facilitaros esta parte de vuestro
trabajo?
− Perder el miedo a expresar lo que sientes. Si sientes tristeza por la perdida del
bebé expresalo a los padres.
− Si atender a una pérdida de este tipo te supone un problema que sea por una
perdida personal, un problema religioso, etc. háblalo con tu superior inmediato
para ver si otra persona puede atender a este parto.
− Dibujar el contorno de la mano o del pié del bebé en papel y dárselo a los
hermanos o hermanas del bebé, invitándoles a hacer un dibujo con el para crear
su propio memento. También les da una manera de sentirse involucrado.
− Invitar a doulas u otras personas cercanas para que los familiares tengan a
alguien que pueda mirar por los intereses de los padres, guiarles durante el
proceso y ayudarles con el apoyo emocional y práctico. (Alicia y Jane)
Cuando el bebé no sobrevive, a pesar de haber recibido los mejores cuidados posibles, la
madre que se extraía leche varias veces al día se encuentra por un lado afrontando el duelo
por la muerte de su bebé y por otro con unos senos que siguen produciendo leche para un
pequeño que ya no está.
Algunas madres preguntan si pueden donar su leche. En nuestro país disponemos de dos
bancos de leche que solo pueden aceptar leche de las ciudades en las que se encuentran
ubicados, Madrid y Palma de Mallorca *.
El problema que más frecuentemente se puede presentar tras la toma de este medicamento
es la ingurgitación.
La madre, tras la perdida del bebé, puede que no repare en la necesidad de aliviar la
incomodidad y tensión en los senos hasta que se haya producido una ingurgitación severa y
dolorosa.
Es necesario que cuando se prescriba este medicamento para inhibir la lactancia se informe
a la mujer de la necesidad de extraerse leche de sus senos hasta que disminuya la molestia,
sin vaciarlos completamente.
El proceso puede llegar a durar un mes o más y muchas madres que han inhibido la
lactancia de esta manera comunican que aún meses después siguen segregando
esporádicamente algunas gotas de leche. Paulatinamente el seno va produciendo cada vez
menos leche hasta que la secreción desaparece por completo.
Hay varias consideraciones a tener en cuenta como son: El tiempo trascurrido desde el
nacimiento y el número de extracciones diarias.
Si una madre realizaba varias extracciones al día (la mayoría de las madres extraen leche
para sus bebés entre un mínimo de 5 extracciones cada 24 horas, y otras llegan incluso a 10
Se trata de extraer solo la cantidad necesaria para que la madre deje de sentir incomodidad
y espaciar las extracciones a lo largo de los dias o semanas siguientes.
También se aconseja el uso de un sujetador que contenga el pecho sin llegar a oprimirlo y
utilizar otros de tallas más pequeñas a medida que el pecho va involucionando.
“Azahara”
Cada mes de abril te asomas pequeñita a las copas en flor de los naranjos, Azahara,
azahar, blancas y diminutas, como eras tu, mi pequeña, cada mes de abril me recuerda que
fui madre, que por unos días me sentí orgullosa, como las demás mujeres, tenía una hija, ya
no era yerma.
Alicia tuvo su hija mediante cesárea a las 28 semanas de gestación, CIR severo,
hipertensa. Azahara lloró al nacer y sobrevivió 15 dias. Alicia prefirió no tomar ningún
inhibidor de la lactancia farmacológico, al año aún aparecían en sus senos algunas gotas de
leche de forma esporádica.
LA LIGA DE LA LECHE
“La chica me coloca el bebé en mis brazos. Los médicos y demás personal están charlando
y riéndose detrás de nosotros así que la chica pide que bajen las voces y le dice a una
compañera que nos coloque un biombo.”
Madre de Santo
La atención a la muerte perinatal y neonatal siempre ha sido un tema que se dio por
“olvidado” dentro de los espacios de la maternidad; en realidad se ha ignorado. En España
existen ejemplos de maternidades nuevas, construidas e inauguradas hace pocos años,
donde se sigue ignorando esa necesidad. En hospitales más avanzados ya se habla de
“circuitos de duelo” dentro de la planta de maternidad, es decir no mezclar padres que han
tenido un bebé sano con padres que acaban de perder a su bebé y asignar un espacio
concreto para el duelo.
La habitación de despedida:
− Debe ubicarse en una zona poco transitada.
− Estar identificada por fuera (nombre/ símbolo).
Un ejemplo podrían ser las cartulinas de mariposas azules que usan en el hospital
de Donosti para marcar las habitaciones o las lágrimas de SANDS que no sólo
sirven para identificar espacios, sino también para marcar historiales clínicos en
forma de pegatinas como aviso para el médico cabecera o el ginecólogo/-a en el
seguimiento del puerpério o el de un futuro embarazo.
− Con luz natural/ conexión visual con el exterior y iluminación artificial indirecta.
− Con decoración sencilla y acogedora y sillas para los padres y hermanos.
− Debe permitir dejar entrar una cama por si la madre no se puede levantar.
Este listado es solo una pequeña muestra de los cursos, seminarios y posibilidades de
formación en España:
Por Ana Pía López García de Madinabeitia y José Ignacio Zuazo Arsuaga.
SAD Servicio Apoyo al Duelo
En castellano:
− http://www.umamanita.es
− http://www.petitsambllum.org
− http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2007/04/04/sociedad/gipuzkoa
− http://www.amad.es (Asociación de Mutua Ayuda ante el Duelo, Madrid)
− http://www.missfoundation.org/spanish/index.html
− http://www.alfinlibros.com (Librería virtual especializada en muerte perinatal)
6.1.3. Libros
• CARVAJAL A., Claudia. Educando en la Cultura de la Vida Desde la Muerte Intrauterina,
2003.
• CASTAÑEDA CHANG, Ana María. El duelo en pacientes y familias en situaciones de
urgencias y cuidados críticos. 2003.
• Enfermeras Unidad Neonatal del Hospital de Basurto. Avanzando en la Muerte Perinatal.
Abril 2007.
• CLARAMUNT, M. Ángels y colaboradores. La Cuna vacía. Ed. La esfera de los libros,
España 2009.
• SANDS. Pregnancy loss and the death of a baby Guidelines for profesionales. 3º edicion.
UK 2007 (www.uk-sand.org)
• SHEROKEE, Isle. Giving Care Taking care. Ed. Wintergreen Press, Estados Unidos.
• MARTINI, Lori. Healing from the Start, 2009.
http://tanatologia.org/seit/gruposapoyo-espana.html
Programa “Brazos Vacíos”
En castellano:
− http://www.umamanita.es
− http://www.petitsambllum.org
− http://www.elpartoesnuestro.es/index.php?option=com_content&task=view&id=295
&Itemid=120 (Sección “Siempre en el Corazón”, El Parto Es Nuestro)
− http://superandounaborto.foroactivo.com
− http://www.vivirlaperdida.com
− http://www.noticiasdegipuzkoa.com/ediciones/2007/04/04/sociedad/gipuzkoa
− http://www.amad.es (Asociación de Mutua Ayuda ante el Duelo), Madrid.
− http://www.duelo.org (Panamá)
− http://www.missfoundation.org/spanish/index.html
En inglés:
− http://www.uk-sands.org (Stillbirth and Neonatal Death Society)
− http://www.aplacetoremember.com
− http://www.alfinlibros.com (Librería virtual especializada el duelo)
6.2.3. Libros
• CARMELO, Anji. Déjame llorar & De la oruga a la mariposa. Ed. Taranná 2007.
• SHEROKEE, Isle. Brazos Vacios. Ed. Wintergreen Press, Estados Unidos 2005.
• CLARAMUNT, M. Ángels y colaboradores. La Cuna vacía. Ed. La esfera de los libros,
España 2009.
• Revista Tanato´s, Sociedad Española e Internacional de Tanatología (S.E.I.T.)
• DODGE, Nancy C. El cuento de Thumpy. Ed. Share Pregnancy & Infant Loss, 1986
• KIRK, Paul & SCHWIEBERT Pat. Cuando Hola significa Adios. Ed.Perinatal Loss,
Portland, Ore 1985.
• SAVAGE, Judith. Duelo por las vidas no vividas. Ed. Luciérnaga, 1992.
8. AUTORES
Este informe ha sido redactado en un grupo de trabajo formado por las siguientes usuarias y
profesionales:
Usuarias/ -os:
− Jillian Cassidy & Juan Castro, fundadores de la Asociación Umamanita.
− Luz Marina Lo Cascio, responsable “Siempre en el corazón”, El Parto es Nuestro.
− Gemma Villacampa, madre.
− María Jesús Blázquez, bióloga, Asociación Vía Láctea.
− M. Ángels Claramunt, doula, cofundadora y coadministradora del foro “Superando
un aborto” y autora de “La cuna vacía”. Socia de El Parto es Nuestro.
− Natalia Guijarro Serna, madre y socia El Parto es Nuestro.
− Angela E. Müller, arquitecta, socia El Parto es Nuestro.
− Victoria Navas Lucena, IBCLC, Coord. de Monitoras de La Liga de La Leche
Profesionales:
− Ibone Olza, psiquiatra infantil, socia El Parto es Nuestro.
− Mónica Álvarez Álvarez, psicóloga, terapeuta de pareja y familia.
Coautora del libro “La cuna vacía” Ed: La esfera de los libros, 2009.
Socia El Parto es Nuestro. Cofundadora y coadministradora del foro virtual
“Superando un aborto” (SUA).
− Cristina Silvente, psicóloga, socia El Parto es Nuestro.
− Blanca Herrera, matrona, socia El Parto es Nuestro.
− Pepa Aguayo, neonatóloga.
− Adelina Garcia Roldán, IBCLC, Enfermera, Monitora y Enlace Profesional de La
Liga de La Leche
ANEXOS I-V
Índice
Una mujer embarazada visita a su doctor para su último examen antes del
nacimiento de su nuevo bebé. Ha esperado por largos nueve meses para la llegada de su
bebé. El cuarto ya está listo. Conejos de color rosa y borreguitos color verde menta saltan
como guardianes sobre su cuna. Los pañales están guardados con mucho orden cerca de
las toallitas húmedas. La pequeña ropita espera pacientemente en el ropero blanco. La
familia compró un doppler para que cada mañana pudieran oír su latido cardiaco. Ya han
escogido el nombre de su bebita: Sarah. Sus hermanos están sentados pacientemente en la
sala de espera, su padre lleno de orgullo. En cualquier momento puede nacer el nuevo
miembro de la familia para cambiar sus vidas para siempre, y eso sucede.
La madre de Sarah pasará por largas horas de doloroso trabajo de parto. Dará vida y
muerte simultáneamente. Dejará el hospital sin su hija, caminando junto al cuarto lleno de
sanos bebés recién nacidos. En unos cuantos días, sus senos se llenarán de leche y será
un cruel recordatorio de la injusta muerte de su hija. Caminará sinsentido por su casa,
inconscientemente buscando abrazar y acurrucar a su recién nacido. Sus brazos arderán
con dolorosa hambre de abrazarla. Sus instintos maternales la llevaran adonde Sarah está
enterrada. Se sentará sobre la reciente tumba, llorando inconsolable mientras la tierra
absorbe sus lágrimas. Fallará en su intento de recuperación frecuentemente. Tiene un
camino largo y atormentado frente a ella. La comunidad médica influirá fuertemente en su
grado de encierro emocional: ¿recibirá la ayuda necesaria para asistirla durante este evento
que cambió por completo su vida?
“la muerte de un hijo es la pérdida más profunda que una persona puede
experimentar. Como sociedad, estamos más preparados para lidiar con otras muertes... esto
causa profundos sentimientos de desorientación que ningún otro tipo de pérdida”
Debido a que la muerte de un bebé nunca será una experiencia agradable, el equipo médico
puede minimizar el horror de esta experiencia con una comunicación ética y compasiva
durante el proceso de duelo. Desgraciadamente, muy pocos están entrenados en el impacto
psicosocial de este tipo de pérdidas. Muchos no están conscientes de sus responsabilidades
éticas después de la muerte de un bebé. Hay un universo de trabajadores de la salud que
carecen de la capacidad de entender la básica compasión humana y la empatía necesaria
durante situaciones de crisis (Pancrazio, 1992). Esta falta de conocimiento y miedo hace
que muchos abandonen a la familia durante la crisis y en estos momentos dicha falta de
respuesta se percibe como algo inconcebible en la comunidad médica. Las normas éticas en
medicina están cambiando velozmente.]
El acrónimo LAST (por sus siglas en inglés), es una forma sencilla para una
enfermera o médico de recordar los cuatro pasos básicos para un apoyo notable. El
acrónimo comienza con la letra “L” para recordar que se debe escuchar (listen, en
Los padres en duelo manifestarán las etapas del mismo duelo: negación, shock,
incredulidad, confusión, apatía, desorientación, olvido y un dolor abrumador. Durante
este periodo, es crítico que el médico esté disponible para ofrecer apoyo y responder a
La familia de la pequeña Sarah nunca volverá a ser la misma. Su mundo ha sido destruido
por su no anticipada muerte. Pero con un cuidado compasivo durante el duelo conforme a la
ética médica a la llegada de un nuevo milenio, la familia de Sarah tendrá una mejor
oportunidad de sobrevivir este largo y sinuoso viaje del duelo intacto. Ellos tendrán
recuerdos llenos de suaves adiós. Ellos agradecerán y reflejarán a sus cuidadores el regalo
de la compasión. Puede que eventualmente, la familia de Sarah sea lo suficientemente
fuerte para otorgar los mismos regalos de compasión y bondad que han recibido llegando a
otros en duelo. El eterno legado de un bebé que es amado, un bebé que vivió, un bebé que
importó.
Referencias
− BONN, Dorothy (1999, March 13) Lesley Fallowfield: Blending Psychology with
Science
− Lancet, Vol. 353, Tomo 9156, p 906 (online)
− CACCIATORE, Joanne (1996), Dear Cheyenne, A Journey into Grief, MISS
Publishing, p 27 (online)
− Disponible: www.missfoundation.org
− DEFRAIN, John (1991) Learning About Grief From Normal Families:
− Journal of Marital and Family Therapy, Vol. 17(3) p.p. 215-232
− LIMBO, Rata K. (1993), When a Baby Dies: A Handbook for Healing and
Helping, RTS Publishing, p 72
− PANCRAZIO, James (1992) Sangaman State University, Springfield, Illinois,
Professor, Human Develpoment Counseling
− RAUEN, K. (1985), The Telephone as a Stethoscope.
− American Journal of Public Health, MCN, 10, p.p. 122-124
− Webster’s Encyclopedic Unabridged Dictionary, Gramercy Books, New York
1989
− Random House Company, p 1189
En una gestación múltiple, además, los abortos asociados a muerte espontánea de uno o
más fetos pueden alcanzar el 30 por ciento (Seoud, Toner, Kruithoff, & Muasher, 1992).
Además, los embarazos que acaban en parto prematuro y bebés nacidos con
discapacidades graves hacen revivir a los padres durante el embarazo siguiente miedos y
ansiedades similares.
Como trabajadores sociales en el área perinatal tienen un papel clave a la hora de brindar
a estas familias el apoyo que necesitan. Puede que sea usted miembro del equipo médico
que les atendió en el último embarazo o sea mediador en el grupo de apoyo para padres
que han perdido bebés al que estos padres asistieron.
En los doce últimos años, el trabajo con familias en las que se da un nuevo
embarazo después de uno anterior malogrado ha ayudado a identificar diferentes fases de
evolución en la gestación a medida que las familias viven el nuevo embarazo (O’Leary &
Thorwick, 1994). Son éstas:
− Trabajar el miedo a otro embarazo anormal.
− Trabajar la evitación del vínculo afectivo por temor a perder al bebé después.
− Superar la falta de voluntad para recuperarse de la pérdida por lealtad al bebé
que murió.
− Vincularse con el bebé no nacido separándolo del bebé que murió.
− Duelo de los padres por la pérdida personal que ha supuesto para ellos el
aborto.
Hemos observado cómo todos los miembros de la familia, incluyendo los niños, se
enfrentan a las cuatro primeras tareas. Algunos hombres deben llevar a cabo también un
esfuerzo adicional: superar el miedo a perder a su compañera si la muerte perinatal anterior
supuso una emergencia médica para la vida de la madre.
En el primer trimestre es raro que los padres experimenten la emoción inicial del
embarazo. Los propios padres de la pareja embarazada - los futuros abuelos- muestran su
sorpresa al descubrir que no están contentos. Mientras que la familia y los amigos piensan
que quedarse embarazados de nuevo les ayudará a sentirse mejor y sentirse ilusionados, en
lugar de ello surge un nuevo temor: el de perder también a este bebé. Muchos de estos
padres no quieren decir a nadie que están embarazados. No quieren que les digan “ahora
podréis ser felices de nuevo”. Al estar tan asustados, no quieren participar de los
sentimientos de alegría de los demás. Para estos padres, eso sería como negar al bebé que
murió.
A medida que las mujeres sobrepasan la fecha en que se había producido el parto
prematuro se adentran en un nuevo territorio. Esto puede hacer que vivan con miedo
cualquier molestia o dolor que para otras mujeres que no han sufrido una pérdida entrarían
dentro de la fisiología normal del embarazo. Pueden ingresar en servicios de obstetricia con
síntomas de disminución de los movimientos fetales o sintiendo contracciones. Para valorar
estas situaciones, es importante descartar la existencia de complicaciones, y también tener
presente que el miedo es un factor a tener en cuenta en estos embarazos posteriores.
Las pruebas prenatales pueden comenzar en cualquier momento entre las semanas
28 a 32 de gestación. Esto puede ser de gran ayuda para los padres. Pueden obtener
información objetiva sobre la salud de su bebé y sentirse aliviados al saber que alguien les
está ayudando a vigilar el desarrollo del bebé.
En el último trimestre, cuanto más se acerca la fecha estimada de parto, más miedo
pueden sentir. No es raro que los padres digan “saquen al bebé como sea ahora que
todavía está vivo”.
Además, este es un momento en el que la pareja está más expuesta a sus propias
emociones. Las parejas dijeron que era más fácil para ellos no pensar en el embarazo y
preocuparse por el trabajo. Cuando toman conciencia de que este bebé podría realmente
nacer, necesitan ayuda para afrontar el parto tanto ellos como su pareja. Siempre que sea
posible, sería conveniente facilitar a estas parejas clases de preparación al parto especiales.
Si ello no es factible, ofrecerles al menos apoyo mediante la redacción de un plan de parto.
Es extremadamente beneficioso para ellos visitar el área de dilatación y paritorios antes del
parto. Aunque esto puede resultarles difícil, necesitan que les animemos a ello de forma
amistosa. Lo ideal sería hacerlo de forma individualizada, no en grupo.
El primer embarazo de Sara y Paul fue de gemelos, un niño y una niña que nacieron
a las 22 semanas de gestación. El niño nació muerto, pero la niña vivió durante 20 minutos,
muriendo en los brazos de su padre mientras Sara era anestesiada para alumbrar la
placenta. En el siguiente embarazo, de un solo feto, Sara participó semanalmente en un
grupo de apoyo para familias embarazadas después de haber perdido un bebé. Aunque el
embarazo se había desarrollado sin incidentes, ambos padres estaban petrificados ante la
posibilidad de un parto prematuro y un parto vaginal. En la clase especial de preparación al
parto, Paul tuvo que abandonar el aula cuando vio las “fotos normales” de anatomía y
fisiología, porque la fotografía de un bebé en el segundo trimestre de gestación le hacía
rememorar imágenes del nacimiento de los gemelos. Sara llegó efectivamente a término,
pero el bebé se puso de nalgas durante el parto y nació por cesárea.
Aunque su segundo embarazo fue “de libro”, esta pareja tuvo muchos miedos y
ansiedades que tuvieron que ser elaborados. Habría sido muy doloroso para ellos estar en
una clase de preparación al parto normal. Muchas de estas familias no irán a una clase de
preparación simplemente porque es un recordatorio demasiado doloroso de que no todos
los nacimientos son “perfectos”. Ya nunca más encajarán entre la población normal.
Tampoco es raro que algunos bebés se coloquen en posición de nalgas cuando la madre
tiene miedo al parto vaginal. Aunque no se ha investigado, la práctica clínica ha constatado
suficientemente la existencia de este fenómeno como para que se respete el poder de la
conexión cuerpo-mente en esta población.
2.5. SUGERENCIAS
“La intervención más valiosa por su parte consiste en algo que usted ya sabe hacer:
acompañarles y escuchar su historia.”
“…y le dice a mi marido, roto por el dolor, que me deje preñá en la cuarentena...para más
inri tratan de meter una recién parida con su bebé en los brazos en mi misma habitación”
Yo tuve un embarazo estupendo, todo iba muy bien. Sobre el 10 de enero y con 41
semanas de embarazo, viendo que no me ponía de parto decido irme a urgencias del
maternal del Hospital, me ingresan no sin antes confundir mi expediente con una chica que
iba de cinco meses y que tenía que ingresar en planta, pues bien, a mí una bóxer con cara
de mujer me obligaba a ir a planta y a la otra chica a monitores...Por fin voy a monitores y
tras una noche en el hospital deciden darme el alta y mandarme a casa (Nadie me hizo una
eco, protocolos) Me citan para el día 18 (42.5 semanas) y por fin me hacen una eco,
detectan oligoamnios, no tengo líquido amniótico porque mi placenta es muy vieja por lo
prolongado del embarazo y no lo produce, la niña está bien, pero me ingresan para provocar
el parto. Me llevo todo el día 18 en monitores, previamente me rasuran el pubis con “mucha
delicadeza” y con la puerta abierta...sin comentarios, por lo visto los monitores son muy
importantes pero alguien decide a las 9.30 de la noche subirme a planta y SIN
MONITORES, el parto ante un cérvix desfavorable tuvo que acabar en cesárea el mismo día
pero...
Paso toda la noche en planta con mi marido y por fin comienzan las contracciones de
parto, llamo varias veces a la celadora o la enfermera de guardia, me dicen que no son muy
seguidas y que espere...por fin sobre las 6.30 me mandan de nuevo a monitores, la niña
vive pero me desconectan los monitores...rompen la bolsa y meconio espeso...no hay
líquido...no hacen nada, me dicen que no pasa nada...hay sufrimiento fetal pero no tengo
monitores, me suben a ponerme la epidural pues ya estoy de cuatro cm. y me llevan a la
sala de dilatación, en esto transcurre una media hora y yo no hago más que preguntar por el
meconio pero ni caso, me despido de mi marido con un beso, creemos que va a nacer
nuestra niñita y él llama a nuestros padres para que conozcan a su nieta...sobre mi cama
está el historial de otra chica cuyo bebé viene de nalgas y que probablemente sí tenía
líquido amniótico, supongo que por eso no hicieron nada, cuando por fin me vuelven a
monitorizar la niña ya estaba muerta...se había asfixiado por el meconio, entonces por fin
veo a un doctor...hasta entonces ninguno me había hecho caso, nunca olvidaré la imagen
de mi niña muerta en el ecógrafo...paso a paritorio y doy a luz a una niña de 2.940gr,
totalmente normal, de la mano de mi marido que se desmaya pero nadie le atiende, me la
sacan con ventosa y episotomía media, coincide el cambio de turno y me atiende una
doctora que llora durante el parto...era sábado...me dice que he sido muy valiente y que la
niña es normal que si quiero verla y que si queremos autopsia, a ambas cosas me niego,
aún no he reaccionado, mi marido sí pide autopsia...me suben a planta...una especie de
monja viene a hablar conmigo y me dice que son cosas del destino (será hija de puta, si a mi
niña la han matado ellos) que somos jóvenes y podemos tener más (sí, pero no a mi niña) y
le dice a mi marido, roto por el dolor, que me deje preñá en la cuarentena...para más inri
tratan de meter una recién parida con su bebé en los brazos en mi misma habitación, se
“El día 20 por la mañana una doctora me da el alta diciéndome que no llore que hace
un día precioso y que tengo una cicatriz preciosa...salgo del hospital en volandas, no me
acuerdo como lo hice y llegué aquí, mis pobres suegros se habían encargado de vaciar mi
casa de todas las cositas de María y el aspecto de mi casa era desolador...”
María.
“En cada ecografía aguantaba la respiración hasta que empezaba a escuchar ese sonido
tan maravilloso, el latido de su corazón y entonces cuando la doctora me decía “está todo
bien”, cerraba los ojos, respiraba tranquila y no sé porque, empezaba a llorar.”
“Cuando por fin el test de embarazo dio positivo me sentí muy feliz, pero esa felicidad
duró pocos minutos, luego la tristeza me invadió y no me dejó durante los 9 meses de
embarazo. Viví los 9 meses con mucha tristeza, con muchas lágrimas, me podía más la
pena que sentía por no tener a Hugo a mi lado, disfrutando del embarazo de su hermanita,
que la felicidad de volver a estar embarazada.”
Cambié de clínica y de doctora, por supuesto, y busqué a alguien que entendiera qué
significaba para mí este segundo embarazo, que entendiera el daño psicológico que sufría y
que entendiera los miedos que iba a sentir aunque todo estuviera bien.
“Me hicieron muchas ecografías y no me servía la típica frase “tranquila, todo irá
bien, no tiene porque volver a pasar”, nadie podía asegurarme que no iba a volver a pasar,
yo necesitaba saber que todo iba bien, pero con pruebas médicas, necesitaba escuchar el
corazón de mi bebé y la doctora sabía de mi necesidad.”
El día que me dijeron que el bebé que esperaba era una niña, lloré más que nunca,
no podía parar, yo no quería una niña, yo no quería un niño, yo quería que ese día me
dijeran que era otra vez Hugo, y por eso lloraba, porque no era él, y se volvía a hacer
presente, una vez más, que nunca tendría a Hugo a mi lado. Tuve miedo de no poder querer
a esa niña como se merecía. Pero a los pocos días entendí que era mejor que fuera una
niña, yo lo estaba pasando muy mal, y así podría separar los dos embarazos, podría
distinguir sin confusiones a esos dos bebés, a mis dos hijos, me di cuenta de que una niña
era lo mejor para mí, para Hugo y para mi corazón. Los meses siguientes fui haciéndome a
la idea de que era una niña e ilusionándome con ella. Me costaba mucho elegir ropita para
ella, los ojos se me iban hacía la ropita de niño, la que yo había comprado para Hugo y se
me llenaban los ojos de lágrimas y tenía que salir de la tienda. A veces, cuando me decidía
por algo para mi niña, cuando estaba a punto de pagar, me echaba para atrás, me invadía el
miedo de volver a perder este bebé y que la ropa se quedara de nuevo sin estrenar, volver a
guardar sus cosas en cajas no podría soportarlo y por eso prefería no comprar nada.
Finalmente, compré una caja bonita y guardé la ropita de Hugo, y algún recuerdo
más de él, un peluche, un pañal, un chupete, las ecografías, etc., sólo me quedé con un par
de cosas para su hermana, pero lo demás lo guardé, con todo el dolor de mi corazón, junto
con toda la ilusión con que lo había comprado, y entonces, pude comprar alguna cosa para
Claudia, poco, lo justo para el hospital. La habitación la dejé igual, no toqué nada, sólo
guardé las cosas de Hugo, y preparé las de Claudia. La habíamos preparado con muchísima
ilusión y no quería cambiarla, supongo que quería que siguiera siendo la habitación de
Hugo.
Viví un embarazo completamente diferente al primero, sin ilusiones, sin hacer planes
de futuro, sin pensar. Mi primer embarazo lo viví tanto, tan a tope, con tanta ilusión y con
tantas expectativas, era la persona más feliz del mundo, tenía tantos planes para hacer con
Hugo... que en el embarazo de Claudia todo me daba tristeza porque todo me recordaba a
él, además me sentía mal por no poder darle a Claudia todo lo que se merecía, y lloraba al
pensar que Claudia iba a conocer a una madre tan diferente de la que conoció Hugo... pero
yo no podía hacer más, con la muerte de mi hijo perdí todas esas ilusiones y la inocencia de
la maternidad y hacía un esfuerzo a diario por seguir viviendo.
“Durante este segundo embarazo también viví algo que me llenaba de rabia: todo el
mundo estaba feliz cuando me veían de nuevo embarazada, ¿es que nadie se acordaba ya
de mi Hugo? Sé que nadie lo hacía con mala intención, la gente se alegraba por mí, pero yo
no me sentía alegre, yo quería que todo el mundo se acordara de mi primer hijo y me lo
hicieran saber.”
El día del parto estaba tan nerviosa... no quería pensar en que pudiera volver a
pasar, intentaba estar ilusionada y pensar en el momento de abrazar a Claudia, pero sentía
tanto pánico a volver a sentir ese vacío... Cuando me bajaron a quirófano para hacerme la
Los primeros días, incluso los primeros meses, con Claudia en brazos, fueron
bastante difíciles, no me sentía feliz, la miraba y deseaba ver a Hugo, la miraba y me hacía
cien mil preguntas. Me sentía tan triste... por varios motivos, por no tener a Hugo y por tener
a Claudia y no poder sentir esa felicidad. Encima los dichosos comentarios de la gente sin
mala intención “bueno, ahora ya está, ya la tenéis a ella”, pues sí la tenemos a ella, que nos
hace felices y nos llena de alegría, pero Hugo sigue sin estar con nosotros y el vacío que
dejó en nuestros corazones no se llena con nada.
Todo el mundo me decía que la disfrutara pero yo no sabía como hacerlo, sólo
después de 3 o 4 meses es cuando he empezado a disfrutar de mi hija, a mirarla y sólo ver
a Claudia, nos hemos hecho buenas amigas y ahora me hace feliz y la quiero con toda mi
alma.
“Si tuviera que definir con una sola palabra mi segundo embarazo, esa palabra sería:
Tristeza.”
“…he de decir que cuando una mujer entra en urgencias diciendo que no nota a su bebé no
se la puede tener hora y media en una sala de espera.”
El 12 de Febrero de 2007 hizo dos años que nació nuestra hija Paula. Su corazón
había dejado de latir a punto de cumplir la 39 semana de embarazo. Era nuestro primer
embarazo así que pensamos que no se movía porque estaba encajada y a punto para
nacer. Aunque he de reconocer que una vez que me pasaron a monitores y ecografía todo
el personal fue muy cariñoso y humano conmigo, he de decir que cuando una mujer entra en
urgencias diciendo que no nota a su bebé no se la puede tener hora y media en una sala de
espera, y quiero denunciar aquí (ya que no lo he hecho legalmente como quizá debería
haber hecho) que si las placentas pueden dar mucha información a un patólogo, o al menos
complementar la que pueda dar el propio bebé, ¿por qué no mandaron mi placenta junto al
cuerpo de mi niña a anatomía patológica?, no lo sé, pero sospecho que la profesional que
me atendió tenía muy poco de profesional cuando dejó pasar ese “pequeño detalle”.
Afortunadamente va a hacer un año que nació nuestra hija Ruth, el embarazo fue
llevado en una consulta de riesgo y el ginecólogo que nos atendió sí se había sacado el
título en la facultad y no en una “tómbola”. Fue el primero que empezó a darnos algunas
respuestas, me hicieron pruebas de coagulación, y efectivamente, era algo a controlar,
aunque no hubo que tratar finalmente, pero fue una pista. También el cordón de Ruth era
corto pero ella nació viva.
“Intenté hacer la misma vida en mis dos embarazos, porque en el fondo siempre me
he culpado de que algo hice mal la primera vez, así que repetía los pasos tratando de dar
con el “fallo”.”
Sé que la medicina no tiene respuestas para todo, pero en nuestro caso pienso que
no buscaron esas respuestas suficientemente, al fin y al cabo Paula ya estaba muerta, para
qué gastar recursos y hacer esfuerzos inútiles ¿no?, o como me dijeron en el hospital
“piensa que ha sido un aborto”, qué alegremente usamos el lenguaje, ¿es que un aborto no
es la pérdida de un hijo?...cualquier día nos dirán que pensemos que ha sido un retraso en
la menstruación. Pues me van a perdonar, pero en vez de pensar tonterías prefiero “pensar”
que quizás esos esfuerzos “aparentemente inútiles” pueden salvar la vida de futuros
bebés...de futuras personas. Afortunadamente Ruth está con nosotros, y ojalá tenga
hermanitos en el futuro, pero sé que nunca conseguiré “reposar” en el embarazo, porque
nunca sabré que pasó dentro de mí para que Paula muriera, y donde anida la vida sé que
también acecha la muerte. Yo quisiera que se pudiera encontrar esa paz en la ciencia y en
la medicina, y seguro que se puede si se le da importancia a los casos de mortinatos,
porque somos muchas familias las que lo hemos sufrido, no me creo esa estadística de solo
somos 1 entre 1000.
“El mismo día que nació Ruth, cuando estábamos en monitores, a otra chica que
estaba junto a mí se le partió el alma en dos porque a su bebé no le latía el corazón. No se
nada más de ella, no sé como se llama ni qué habrá sido de ella después de ese momento
en que sus gritos de dolor al recibir la noticia me volvieron a partir el alma como si la suya y
la mía fuesen una, porque ¿qué parecidas pueden ser las almas de las madres?”
Sé que es difícil que dé la casualidad de que ella lea ésto pero si es así ésto lo
escribo en gran parte por ella, para hacerle llegar mi comprensión y mi amor, y decirla que
ojalá ya lo sepa, pero que estamos llenas de vida a pesar de todo, que yo ahora abrazo a mi
pequeña Ruth y se me agranda tanto el corazón que me parece mentira que sea ese mismo
corazón el que tan solo hace dos años se quedó tan seco, vacío y pequeño en esa sala de
hospital. Como me gustaría “chica desconocida” poderte abrazar y recordarte lo hermosa
que es la vida, lo hermosos que son los niños. Ojalá ya lo estés recordando de nuevo, ojalá
lo estés ya sintiendo de nuevo en tu vientre, y si no es así, ojalá lo recuerdes y lo sientas
pronto, ojalá...
Y eso es lo que Paula nos ha dado, amor, amor para sentir amor por personas que
apenas se han cruzado en nuestra vida un instante, amor para perdonar, amor para amar
incluso cuando se roza el odio, amor por la vida, amor por Paula y por Ruth, por su padre y
por el futuro. Y aunque el amor que más cueste sentir sea el “amor propio”, porque como
madre nunca acabes de perdonarte, porque nunca acabes de saber ¿por qué pasó?....poco
a poco....tiempo al tiempo.
Ángel y Ángela
3.1.4. ONDABEBÉ
“Dormí de un tirón, extraño… Cuando desperté, deseaba pedir que me trajeran a mi niña,
para abrazarla otra vez. Fuera llovía, y dentro de la habitación, también.”
La fecha de parto era sobre el 16 de mayo, pero la mañana del 8 de mayo de 2008,
en silencio, se me fue. Después, el silencio también marcaría su nacimiento. Era jueves, y
realmente durante la noche la había sentido poco, me levanté un poco mosqueada, pero,
primeriza, pensé que es que ya estaba encajada, y que los bebés a esa edad se movían
menos. Había quedado para hacer unas compras de última hora, pero una voz interior me
sugirió que me quedara, que mejor, que hoy el día iba a ser especialmente duro… esto lo
escuchaba mientras despedía a Javier. Decidí tomarme dos sorbos de café, mientras
terminaba un trabajo delante del ordenador. El brebaje cumplió su función y Maia se movió a
media mañana… ufff…. Un suspiro profundo, todo estaba bien. Sobre mi pelota sentada,
sentía sus fuertes movimientos, definitivamente no iba a ser una niña muy femenina, iban y
venían y yo me daba un paseíto para calmarla, me balanceaba, hasta que hubo un
momento que me hizo realmente mucho daño, hizo unos movimientos muy bruscos,
marcaba sus piececitos por mi piel… y después, nada.
En medio de esta marea, comencé a plantearme cómo iba a ser la cosa. Una vez
más, sentía que tenía sentido haberme topado con todas esas mujeres, fuertes y sabias,
que conforman El Parto es Nuestro, ya que de ahí iba a sacar los ‘conocimientos’ para este
parto, tal y como sucedió con Leo. Gracias a todo lo que aprendí con ellas, aquella vez me
libré de muchas manipulaciones innecesarias, a pesar de que el trato en general fue
nefasto. Conseguí salir de aquella deriva, e iba pensando todo lo que le iba a plantear a la
doctora para mi parto. Ilusa de mi, que tenía todo listo en casa… y enfrentándome a un plan
ya no B si no C, devastador. La única premisa, salír de allí lo más indemne físicamente,
intervenciones las justas. Volvimos a la consulta, lágrimas enjuagadas, corazón detenido, y
cerebro a toda máquina. Aún no sé por qué o quien estaba poseída, pero controlaba la
situación, mi cabeza estaba pesada pero fría y conseguía ir pensando en los pasos
siguientes.
El análisis salió bien, con valores algo alterados pero dentro de la normalidad.
Mientras estaba hablando con ella, mi tripa se seguía poniendo dura, igual que venía
haciéndolo desde el sexto mes, seguía teniendo contracciones, de las indoloras… las
percibía como algo positivo pero tremendamente irónico y cruel… ¿para qué, por qué? Mi
embarazo seguía viento en popa, lo que me tenía muy descolocada. Ella nos aconsejó
inducir lo más pronto posible, para evitar posibles riesgos, y nos sugirió que me quedara
ingresada. Uuuuy, no, ¿acabar aquellos maravillosos meses así? No, me iba para mi casa.
Y comenzó mi primera negociación sobre mi posible ingreso, mis peticiones, mis negativas,
las suyas… La cosa quedó en que yo decidiría cuando acudir, comprobando que todo iba
bien haciéndome un análisis de sangre. Pero ella no iba a estar al día siguiente, para qué
negociar con ella más. A casa, firmando un alta voluntaria. a estar juntos, a despedirnos, a
seguir embarazada unas cuantas horas más, a seguir portando en exclusiva el cuerpo de mi
niña…
“Una vez solos, en nuestra casa, en nuestra cama, en nuestro silencio emocional,
pues eso, silencio. No sabíamos muy bien qué hacer, cómo hacer, qué no hacer… sólo una
cosa clara, esa noche, en nuestra cama, despediríamos a Maia igual que la recibimos, en
silencio y con amor, de la misma manera en que ella llegó a mi vientre…”
“Era cuestión de vernos con la doctora, era otra mujer, y lo cierto es que tardó
bastante. Se presentó, era joven, Alexandra, quiso hacer una ecografía, y en la consulta,
nos echó la bronca, por ser tan despreocupados e inconscientes, que podríamos habernos
buscado problemas no ingresando el día anterior. Nuestro primer encuentro y chocamos…
me temía lo peor, no conseguía encontrar en ella el apoyo que necesitaba… pero poco a
poco, nos fuimos midiendo, y encontrando… Pasó una hora, después otra, de
negociaciones. Nos entendimos, a la perfección, creo que mi asombrosa serenidad ayudó
mucho, ella decía que era muy valiente, que ojalá se encontrara ella con más mujeres como
yo en partos normales…”
Yo, le iba pidiendo perdón internamente a mi hija por las cosas que estaba haciendo,
las que le había prometido que no iba a hacer en su nacimiento, mientras asumía que en
ese sentido, nada podía hacer ya por ella.
Pasadas unas tres horas, o cuatro, no lo recuerdo bien, comencé a sentir de nuevo
dolores. Algo me decía que Maia ya estaba ahí, pero no me atrevía a palpar su cabecita.
Llamé a la matrona, para que lo confirmara, pero estaba atendiendo a otras dos mujeres, y
la ginecóloga también. Eran perfectamente aguantables, pero estaba cansada, me dejé
invadir por la sensación de cansancio y me dejé llevar por las molestias, de manera que
terminamos llamando a la matrona y a la anestesista, con la idea de hacer un tacto y si
había poco avanzado, poner una dosis extra pequeñita. Pero las dos se retrasaban, y en
ese lapso de tiempo volví a coger fuerzas y cambié de opinión, no quería más droga, pero
llego ella, y bastante contrariada, tengo la sensación de que no tenía trabajo, estaba
descansando y yo la fastidié. Le agradecí sus molestias y el desplazamiento, y le expliqué
que ya no quería la dosis extra, que muchas gracias, y que lo sentía. Me preguntó cómo me
encontraba, que la doctora y la matrona iban a tardar porque se habían presentado
dificultades en otro parto, y que no fuera tonta, que para qué iba a pasar dolor, y que claro,
si me hubiera quedado cerca de ella podrían haber controlado mejor las dosis y su efecto,
pero al marcharme a mi habitación, ella no se podía hacer responsable. Se mostró bastante
exigente y marimandona, de manera que me vi evitando que me pusiera el bolo, pero al final
se impuso… ¿cómo? No sé. El caso es que dejé de sentir las piernas, en una sensación
francamente desagradable, me puso muy nerviosa la sensación de invalidez y pedí que me
dieran friegas en las piernas. En cierta manera, entendí el comportamiento de la anestesista
como una pequeña venganza por no haber hecho las cosas a su manera. Era casi la 1 de la
mañana, y lo peor, que seguí sintiendo esas molestias. Por fin apareció la matrona, me hizo
un tacto y me confirmó lo que yo sentía, que estaba en completa. Llamó a la gine y otra vez
se puso la maquinaria en marcha, yo no me movía de la cama, “¿Estás segura que quieres
ver a la niña? Piensa que no tendrá la apariencia idílica de bebé…” Con tres pasmadas
ayudantes pegadas a la pared del fondo, enfundadas de verde hasta arriba, solo se les
veían los ojos con los que me miraban, expresando una mezcla de pena, conmiseración y
aberración. Si, de rechazo, de locura.
Nos pusimos a buscar la postura idónea hasta donde mis piernas colaboraban.
Semisentada. Al ritmo de mis mudas contracciones, empujaba… nada, asomaba su cabecita
y se volvía hacia dentro. Una vez más, nada, otra… nada… La gine propuso a Javier que
hiciera presión sobre mi vientre, la maniobra de Kristeller, a ver si ayudaba a que la niña
bajara y no se volviera hacia arriba. Lo intentó, pobre… pero apenas hacía fuerza para no
lastimarme. Entonces le reemplazo otra matrona, una que no conocía, y sentí que me iba a
partir las costillas… para nada. Me empecé a alarmar, al final si habían aparecido esas
complicaciones… ya me veía en el quirófano, con fórceps, episiotomía… cuando caí en la
cuenta que desde que me enchufaron la epidural no había ido a hacer pipí, y que tampoco
me habían sondado. Llevaba más de 6 horas sin hacer pipí, y al tocarme la vejiga, estaba
enorme, gigante…
Fin. Cansada, me adormilé, pedí que me retiraran el catéter, lo que hicieron casi a
las 5 de la mañana. Dormí de un tirón, extraño… Cuando desperté, deseaba pedir que me
trajeran a mi niña, para abrazarla otra vez. Fuera llovía, y dentro de la habitación, también.
“Empecé a preguntar que qué le pasaba a mi niña, que qué le pasaba. A lo que la matrona
me contestó literalmente “Ahora te preocupas por tu hija, haberlo hecho antes que no la has
ayudado en nada “. Esas palabras nunca las podré olvidar ni quitar de mi mente, y ese
sentimiento es el que se ha quedado en mi, el de no haber hecho lo suficiente.”
Llegó el momento del parto que yo tanto deseaba. Por fin le vería la carita a mi niña.
Era 3 de Junio de 2.002. Cuando llegué al Hospital, sobre las 4 de la mañana, iba de unos 2
cm, de Maria llegué de 2 a 3 cm. La tocóloga me dijo que venía lento, que me llevaran a la
habitación. De Maria me quedé directamente en la sala de dilatación. Las contracciones
también eran más fuertes que de Maria y más irregulares (unas muy fuertes, muy fuertes y
otras mucho más flojitas). Yo dije esto a la tocóloga y a la matrona, pero no le dieron
importancia. Cuando eran sobre las 9 menos cuarto de la mañana, me bajaron para que me
reconocieran. Una matrona me reconoció, y me dijo que ya estaba de unos 5 cm, que si
quería me podía poner la epidural. No sabía que hacer, pero al final me la puse. A partir de
ahí la dilatación fue mucho más lenta, aunque sin dolor. Llegaba el cambio de turno y yo no
estaba para entrar en paritorio.
“En la UCI pregunté que qué me habían hecho, pero no me decían nada, hasta que
una médica me dijo te duele el vientre, y le dije que un poco, y ella me contestó es normal te
han quitado la matriz. Lloré y lloré, ya no podría tener más hijos, pero lo que en ese
momento importaba era mi hija Lucía de Jesús.”
Con esta tragedia llevamos viviendo ya más de 4 años. Con la angustia de no haber
podido agarrar la vida de mi hija que se escapó de entre mis manos. Intentando saber que
es lo que pasó, por qué, por qué, por qué............
Ojalá esto no ocurra nunca más, y ojalá que todas nuestras lágrimas y toda nuestra
angustia sirviera para algo.
8 diciembre 2008.
Cuando me propusieron contar mi testimonio para que sirviera de ayuda a otras mujeres que
han perdido sus embarazos, lo primero que pensé es “¿Cómo empiezo?”, ¿Cómo contar
algo tan triste, pero que a la vez sirva de ayuda? Se me planteó un gran reto, que espero
cumplir. Quiero recalcar, que todo lo que cuente es totalmente subjetivo y que me he
equivocado en algunas decisiones, pero también he aprendido de ello, y espero que este
aprendizaje sirva de ayuda para unos y de conciencia social acerca del tema, para otros.
“…ese mismo día me indujeron un parto, con el consecuente ingreso, oxitocina, dilatación,
enema, paritorio, epidural……en fin absolutamente todos los pasos por los que pasa una
parturienta “normal”, sin tener en cuenta detalles cómo qué en la cama de al lado, tu
compañera va a parir un hijo vivo y tú no, que en el paritorio tienen preparada la ropita de
bebé para los recién nacidos que tú no vas a utilizar, o que al día siguiente el ginecólogo te
pregunte cuanto han pesado los gemelos, mientras tu deshaces en lágrimas. “
Con esto tan solo me gustaría reivindicar un protocolo específico para estos casos,
en las maternidades públicas, ya que las secuelas psicológicas disminuirían, si cuidasen
estos detalles.
A los 6 meses de esta pérdida me volví a quedar embarazada, supongo que es algo
que todas las mujeres que han pasado por un suceso similar, están deseando volver a
hacer, ya que es una manera de frenar la presión social a la que eres sometida y de intentar
borrar aquello de lo que nadie quiere hablar. Realmente y después de cuatro años, me doy
cuenta de que no estaba preparada para afrontar un nuevo embarazo, no era cuestión de
poner el contador a cero y empezar de nuevo.
Que los medios físicos sean los adecuados, que tengas baño en la habitación y
no tengas que cruzar un pasillo para utilizar uno comunitario, y que finalmente te
sonden para que así no tengas que levantarte y avisar al personal, del cual
escasean.
Que una camilla entre por la puerta de la habitación y no tengas que levantarte
(en mi caso tuve que sujetarme el cordón que simplemente pinzado con una mano y
la botella del suero con la otra mientras traían la silla para llevarme al quirófano).
Que intenten utilizar un protocolo más flexible y que la inducción del parto sea
más natural, en mi caso me durmieron dos veces (una para pinzar el cordón y que el
corazón dejara de latir, y otra para hacerme un legrado y sacar la placenta), yo
hubiese preferido que me dejaran expulsar la placenta (así lo hice la otra vez), y me
hubiesen puesto a cambio la epidural (no había necesidad de pasar tanto dolor sin
justificación).
Por experiencia compruebo que cada una hace lo que puede y busca algún sitio
donde le puedan ayudar, donde sentirse entendida aun habiendo pasado el tiempo y donde
quede reflejado que algo muy fuerte ha pasado en tu vida. Foros como el de “Superando un
Aborto”, sin duda, ha sido un gran apoyo para muchas de nosotras. Espero que iniciativas
como esta surjan desde las administraciones y se pueda minimizar el tiempo de
desconsuelo que conlleva una pérdida gestacional.
Me siento como el ave fénix, después de desintegrarme, he resurgido de las cenizas. Volver
a dar forma a esas cenizas, ha supuesto rehacerme de nuevo en todos los aspectos. En el
plano físico, no solo deshacerme de esos kilos de más, sino el llegar a reconocerme en el
espejo de nuevo como una mujer en toda su globalidad, en el plano psicológico y emocional,
volver a dar sentido a mi vida, ilusionarme por otras cosas que no están relacionadas con
los embarazos y la maternidad, volver a tener en el pensamiento otras emociones distintas
al miedo, la culpa, el enfado…, y desde el punto de vista social, volver a retomar o crear
nuevos roles en mi vida diaria, dejar de ser la futura mamá, para ser la hija, la hermana, la
trabajadora, la amiga y la compañera, en conclusión volver a tomar las riendas, volver a
reencontrarme y ser “yo”. Y después de todo este arduo y lento trabajo, he sacado la
conclusión de que nunca seré la misma. He aprendido que todo cambio en tu vida supone
un crecimiento personal, que te llena de fuerza y sabiduría para entender lo importante de la
vida.
Ahora solo me falta alzar el vuelo y llegar a ser capaz de plantearme un nuevo embarazo,
sin miedo, con ilusión….sabiendo que al final de ese largo vuelo de nueve meses habré
creado una vida, la de mi quinto hijo.
A todos ellos, a los que no llegaron al final del viaje y a los que llegarán, va dedicado este
testimonio.
“El Fénix es un ave igual a los dioses celestes, que compite con las estrellas en su forma de
vida y en la duración de su existencia, y vence el curso del tiempo con el renacer de sus
miembros. No sacia su hambre comiendo ni apaga su sed con fuente alguna.”
Claudio Claudiano
Santo nace a las 7:39h del viernes 25 de febrero, tras 70 horas de parto inducido.
“Pedimos ver al bebé, pues aún no lo habíamos visto. Nos dice que ya nos dejará pasar a
verlo cuando hayan hecho más pruebas y que ahora mismo están demasiado ocupados
para que pasemos. No nos deja ver al bebé. Nos avisará. SIEMPRE TUVE QUE PEDIR,
ROGAR, PARA QUE NOS DEJARAN VER A NUESTRO HIJO.”
Me parece que para contar mi parto, hace falta mencionar el embarazo que tuve y el
postparto para que se puedan imaginar lo que ha significado para mí ser madre en España.
Les pido perdón por la extensión de mi testimonio pero no me parece correcto eliminar parte
de ello. Mi embarazo fue planificado. Acudí a una revisión de ginecología en diciembre 2003
y recibí el visto bueno para quedarme embarazada. Solo había el inconveniente de tener un
poco de sobrepeso (pesaba en ese momento 66 kilos). Yo llevaba desde septiembre en un
gimnasio. En enero 2004 decidí dejar de usar el anillo vaginal y empecé a tomar Acfol. Lo
tomé en meses alternativos hasta mayo. Durante esos meses hacíamos el amor con
preservativo. En mayo decidimos a raíz de un bautizo que ya es hora de dar un paso más en
nuestra historia de amor. Mi marido y yo llevábamos juntos desde 1991 y hacía dos años
que nos habíamos casado.
“Llegó el miércoles 23 de febrero (mi FPP) y veo que me hacen pasar y no dejan a mi
marido entrar conmigo. Ese sería lo que vuelve a repetirse durante las 70 horas de parto
inducido y una de las cosas que más me molestaba aunque nunca lo llegué a expresar. Soy
demasiada educada.”
Me ponen monitorización y al ver poco movimiento del niño, me pelean que porque
no he comido. Les digo que sí he desayunado pero me dijeron que estuviera allí a las 08:00
horas y que ahora son las 09:30 (pues lo lógico era que el bebé tendría algo de hambre, si
desayuné a las 06:30 para luego poder coger el coche y llegar puntual). Me pasan a un
despacho y allí me vuelven a examinar y me dicen que la prueba de estreptococcos dio
negativo. Eso me da ánimos. No me explican mucho sobre el proceso. Solo que me van a
aplicar una especie de tampón para ayudar la dilatación. Sobre las 10:00 horas empiezo con
la prostaglandina y estoy así durante doce horas. Me monitorizan a ratos. Dejan pasar a mi
marido y al rato me pasan a una habitación señalada como Alto Riesgo. Allí está otra chica
con su pareja por amenaza de aborto. Por cierto, su pareja jamás se tuvo que ausentar y
estaba presente durante mis examinaciones y a veces ni pasaban la cortina bien. Incluso
una vez, me ayudó a beber agua porque yo no alcanzaba la botella entre tanta máquina y
cables. A mi marido le mandaban fuera a cada momento y o bien se olvidaban de llamarlo
de nuevo o bien es que pasaban de mí.
Me cambian la máquina de monitorización varias veces (sin decir porqué) y sobre las
ocho de la noche toco el timbre y llega una señora (no se identifica, así que no sé si es
doctora, enfermera o una celadora!). Aviso que he sentido como si hubiera “roto aguas”, se
limita a observar el empapador que ya estaba bastante manchado de flujo sanguinolento y
me dice que no, que estoy equivocada, que allí no hay líquido amniótico. Mi marido insiste
en que tengo contracciones cada cinco minutos y ella dice que eso no tiene que ver y decide
volver a monitorizarme pues llevaba un rato sin control. Recuerdo que en una ocasión le
pido que deje entrar a mi marido (puesto que solo estaba a ratos conmigo y luego tenía que
marcharse) y entra con el marido de otra paciente. Luego me entero de que confundían en
varias ocasiones a otra chica conmigo porque teníamos nombres casi idénticos. (Ahora me
he enterado de que a esa chica le hiceron inducción también y que tuvo una cesárea la
noche del jueves 24 de febrero mientras yo tenía fiebre. Su bebé estuvo en la UCI de
neonatos también. Todos los bebés que nacieron durante el tiempo que yo estaba allí, el día
24 y 25 de febrero, terminaron unos días en la UCI.) Al final de ese día, estoy cansada de
tantas contracciones y de la postura incómoda tumbada con la monitorización (durante doce
horas). El Dr. que me revisa me dice que todo está bien pero que me deja para la mañana
siguiente porque estoy cansada. Me manda a planta para DESCANSAR. Esto me sería
imposible porque las contracciones son regulares y no encuentro forma de usar la técnica de
respiración. Además, le dicen a mi marido que se marche a casa, que vuelva mañana a las
09:00 horas. (Si me pongo de parto por la noche él se hubiera perdido quizás el momento
más hermoso de todos).
Paso ese turno bastante bien y animada. La matrona no me deja mucho rato. Se
sentó conmigo durante las ocho horas. Me acariciaba el brazo, me decía palabras de
aliento, me habló de su vida y me preguntó por la mía. Me trató con cariño. Me habla de sus
cosas y me pregunta por mis cosas. Guardo un recuerdo agradable de su forma de tratarme
aunque lamento que ella no fuera más partidaria de que mi parto fuera más natural. Lo único
que recuerdo negativo del turno fue el hecho de que me cambiaran el electrodo del bebé
tres veces. Les llegué a oir quejándose del mal funcionamiento del aparato y de que
esperaban ansiosos la llegada de equipos nuevos. Pero en todo momento me dan a
entender que todo va bien, un poco lento pero bien. Antes de que se acabe su turno, mi
marido se marcha para tomarse algo y a la vuelta se encuentra con la matrona saliendo
camino a su casa. Ésta le desea suerte.
“Yo intentaba darme ánimos a mí misma, murmurándome lo bien que iría todo y
cómo iba a besar y querer a mi hijo cuando lo tuviera en brazos. Hasta eso me fue negado.
No lo tuve en brazos hasta que estuvo muerto. Se ve que no creían en el poder de una
mamá.”
Sobre las 07:00 horas llega una que parece ser Dra. No es muy delicada, pues
manda mi marido fuera y me abre las piernas sin decirme que va hacer. Sobre la marcha
‘desaparece´ ahí abajo y la oigo respirando fuerte y hablando de un “ph”. Habla con la
enfermera y le oigo decir que no lo consigue. Cuento tres intentos y ella parece estar algo
contrariada por no conseguirlo. Yo no sabía que prueba era ni tampoco cómo se conseguía
y no la interrumpo pues presiento que está agobiada. Me pide empujar y lo hago. Ella sale y
le avisa a mi marido que el parto será con fórceps y que ya le dejarán entrar cuando esté el
bebé conmigo. Son algo brutos conmigo abriéndome las piernas y poniéndolas sobre los
estribos. Todo se hace muy rápido. Solo recuerdo la sensación de prisa que tenían. De
repente hay un montón de gente en la habitación… ¡¡¡pero no dejan a mi marido estar
conmigo!!! Soy yo sola contra todos ellos. Bajo sus órdenes, empujo con suma
concentración un total de cuatro a cinco veces. De repente oigo llorar a un bebé y me
emociono (era el bebé de otra chica, le estaban haciendo una cesárea al mismo tiempo) y
me colocan el bebé encima, pero no me lo ponen sobre el pecho. La Dra lo deposita alejado
de mí cara y brazos, justo encima del pubis. Al ponerme el bebé yo me quedo asustada
pues no hace ruido alguno, está todo encojido en posición fetal y cubierto de algo.
Hay un equipo de cuatro personas alrededor de mi hijo. Consigo ver que le han
puesto una especie de gorra natal y su piel está muy oscura. Aparece la anestesista detrás
de mí y me da ánimos felicitándome por mi esfuerzo y diciéndome que todo saldrá bien. Yo
ya estoy llorando pero no sé si es de emoción o de miedo, pues aún no oigo llorar a mi hijo y
puedo discernir cómo le dan golpes para provocarle el llanto. Finalmente se acerca un Dr. y
se presenta y me dice que el niño ha tragado heces y que se lo van a llevar para que se
recupere. Solo me da por mencionar mi marido que está fuera y no sabe nada.
Vuelvo a la habitación e intento poner buena cara a la otra chica, pues está de 6
meses con dilatación y riesgo de aborto y no quiero provocarle nervios. Poco después nos
llaman para poder ver a Santo. Está lleno de tubos, cubierto por una sabana hasta la cintura
y parece estar inconsciente. Le doy besitos, le cojo la mano y le acaricio el brazo. Lo vemos
durante un rato muy corto. Yo le hablo al bebé en inglés (mi idioma materno). Le hablo bajito
dándole ánimos y recuerdo haberle dicho algo cómo que su llegada no ha sido la mejor pero
que le recompensaré. El mismo médico de antes me dice “que dices señora, que estás
diciendo”. Yo le digo que solamente estoy hablándole al niño en mi idioma. La chica que
está con él entiende inglés y le oigo animando al bebé diciéndole que su mamá está con él.
Era como si estuviera tragando todo para luego escupirlo. Nos vuelven a llamar a la
UVI de neonatos. Al llegar a la puerta, nos dice que está muy mal, que se está muriendo.
Por lo visto hace algún gesto a mi marido que yo no veo, pues estoy en silla de ruedas y no
miro hacia arriba. Entramos mi marido y yo primeros para ver a nuestro bebé. Está la misma
chica que antes. Van entrando y saliendo mis suegros y papá.
“Entonces pido poder abrazarlo, tenerlo en mis brazos, besarle, y ella dice que no
hay problema que esperemos a que quite los tubos y demás.”
“Estoy con mis cuñadas cuando llega la Dra que me había puesto el ‘protogest´ tres días
antes y totalmente ajena a lo que ha pasado me dice con tono alegre, “¿que, como se te ha
quedado el cuerpo?”. La miro entre sorprendida y fría y le digo que el bebé está muerto, me
dice, “perdona un momento” y se marcha.”
Pasa un buen rato, como dos horas, y vuelve esta vez más seria y les pide a mis cuñadas
que salgan aunque yo insisto en que se pueden quedar. Como siempre, termino sola con un
médico pues se marchan ante su insistencia.
“Se disculpa diciéndome que no había mirado mi historial antes de hablar conmigo y se
sienta en la cama y me intenta consolar pero con muy poco éxito pues sus comentarios son
muy desafortunados y hasta ofenden mi inteligencia. Me dice entre otras lindeces lo
siguiente: “ … lo puedes volver a intentar y esta vez SI te vamos a controlar … ”, “… dale
gracias a que no fue una cesárea, … dentro de tres meses puedes intentarlo de nuevo … ”,
“… ya verás cómo después vas a tener un montón de chiquillos y me vas a implorar una
ligadura de trompa … ”.¡Cómo tengo que entender sus comentarios! … ¿acaso creen que
volveré a ese hospital para que me controlen un segundo embarazo y acaso creen que
podré soportar entrar en ese paritorio para un segundo parto?”
Salgo del hospital el sábado 26 de febrero y ese mismo día le hacen la autopsia a mi
hijo. El domingo 27 de febrero mi hijo ya está enterrado en el cementerio después de un
‘bautizo´. Metí dentro de su ataúd el peluche que le habíamos comprado, la ropa con que le
íbamos a sacar del hospital y la última foto de los tres que habíamos tomado una hora antes
de acudir a la inducción. Mi hermana nos ayuda a vaciar la habitación de Santo. Nos
empaqueta todo y lo guarda fuera de nuestra vista. Me lleva a una ginecóloga recomendada
y nos enteramos de que tengo un desgarro muy importante y que no me pusieron puntos
suficientes. Empiezo un tratamiento, pero seis semanas después aún tengo muchas
molestias y se puede observar que hay algo anormal en la cicatrización de la episiotomía.
“Durante todo ese tiempo mi madre y suegra cocinan para nosotros, en un intento de
que mi anemia desaparezca rápidamente. No recibo visitas en casa porque muchos amigos
se sienten incómodos y no saben qué decir ni hacer. Me dedico a ver la tele desde que me
despierto hasta que me acueste. Veo hasta cinco películas de golpe.”
Esos dos meses fueron muy malos. Paso mucha ansiedad y me como paquetes de
papas fritas con refrescos. No podía evitarlo. Dentro de tres días habrán pasado cinco
meses desde la muerte de mi hijo. Estoy mejor que entonces pero aún me queda mucho
camino por recorrer. Jamás olvidaré el maltrato psicológico al que fui sometido ni tampoco el
maltrato hospitalario. En cuestión de 50 horas mataron a mi hijo, al que le dimos vida nueve
meses antes, el mismo bebé que vivió nueve meses de constante felicidad. Le negaron el
derecho a nacer dignamente y a mí me negaron el derecho de toda mujer a un parto digno.
Todo esto en el año 2005, en uno de los paises europeos más avanzados.
Hoy, casi 5 años después, me es imposible olvidar un parto que ha dejado su huella
en mi cuerpo en forma de una episiotomía mal suturada pendiente de una reconstrucción y
en forma de unos recuerdos dolorosos. No pasa ni un solo día en que no pienso en mi niño.
Santo es parte de nuestras vidas.
En nuestras fotos solo aparece un hijo, pero siempre sentimos que hay dos.
“Supongo que es algo que, como sucede con los accidentes de trafico, siempre les pasa a
otros.”
03-04-03.
Primer y último día en la vida de nuestra hija, Elena, nombre de orígen Griego, la
más brillante, la más resplandeciente. En este caso era nuestro segundo hijo y siempre lo
será.
Cinco años antes mi mujer dio a luz a nuestro primogénito, niño sano, alegre y
extrovertido, lleno de vida y de fuerza. Ese embarazo fue espléndido. Ella estuvo trabajando
hasta el último día antes de dar a luz, no hubo ningún problema durante el mismo ni
tampoco después, todo a pedir de boca. Cuando esto sucede parece que el proceso de
engendrar una vida es lo mas sencillo, corriente y natural del mundo, pero quizás, todo
cambie, hasta tu opinión, después de la experiencia que tuvimos que pasar y después de
informarte de todo el proceso, lo milagroso es, francamente que todo salga bien.
Después de un parto sin problemas, en el que todo sucedió rápido y limpio (según
me contaron ya que yo permanecí fuera, supongo que siempre he sido un poco cobarde
para enfrentarme a este tipo de situaciones) un grupo de médicos salio del paritorio con mi
hija en una cunita camino de Dios sabe donde. Hubo algún problema a la hora de nacer y la
niña no lloro, nunca llego a hacerlo, le costaba respirar y tenían que ver que pasaba, ya en
ese momento la luz de tu nombre empezó a difuminarse.
Mas tarde me comunican lo peor, debido a que, según interpreta el cuerpo médico,
en algún momento del embarazo, la niña tuvo un sufrimiento fetal a consecuencia del cual
hizo una aspiración de meconio que quedo dentro de su cuerpo y debido a su densidad no
pudo expulsar lo que le provoco una parada cardio-respiratoria y por lo tanto su
fallecimiento.
Y ahora... ¿qué?
Desde ese momento la vida de nuestra familia retorna al año cero, se empieza de
nuevo, todo cambia, la perspectiva de las cosas, el entorno familiar, la capacidad de querer
a otros y sobre todo a valorar lo que se tiene, intentando que a partir de ese momento el
hacer feliz al de al lado sea tu mejor meta, sin olvidar en ningún momento la huella que ella
dejo y que será por siempre nuestro hija, Elena.
03-04-09
Los meses que pasaron hasta el momento del alumbramiento fueron, como decir, de
sinsabores, recuerdos, incredulidad y teniendo la impresión que la película vuelve a
comenzar otra vez, sabiendo que no todos los finales son felices y sobre todo con el
recuerdo de algo grabado a fuego en nuestra piel para el resto de nuestros días.
Llegó por fin el tan esperado a la vez que temido día. Hay que decir que todo salio a
pedir de boca y finalmente nació nuestro tercer hijo. Echando la vista atrás, después de seis
años de que aquel momento lo único que me queda aparte de su recuerdo, es quizás saber
dar las gracias porque en cierta medida, siempre lo he pensado y sigo haciéndolo, tengo la
certeza que su paso de puntillas por este mundo de locos, no fue en vano sino una manera
de educarnos y enseñarnos muchas cosas que de otra manera quizás nunca habríamos
aprendido.
“Sus escasas dos horas de vida me educaron con tal crueldad a saber lo que
realmente importa que duele hasta su recuerdo, mucho más que mil vidas vividas y
enseñanzas recibidas.”
“Oh, eres matrona?... tiene que ser entretenido!” es el comentario habitual cuando la gente
sabe a qué me dedico. Deben de imaginarse Madonnas amorosas con sus bebés sanos y
vestidos de rosa y la matrona presente para sustituir a la madre cuando esta necesita
descansar. Debería ser un gran trabajo.
Esto es lo que una amiga muy querida llama “remover el cubo del duelo”. Cuando
te enfrentas a una situación de duelo, todos los duelos anteriores surgen de nuevo: todos
suben a la superficie de la conciencia como cuando remueves una sopa. Al removerse, esta
mezcla que ha esvado tanto tiempo en el subconsciente, vuelve a revivirse y a
experimentarse, y además se le añade una nueva vivencia de duelo. La familia experimenta
una pérdida o muerte perinatal destapará su propio “cubo de duelo” y todas las pérdidas
anteriores resurgirán. Puede que recuerden la muerte de un familiar, la pérdida de un amigo,
de una mascota o de un sueño. La manera en que afrontarán esas experiencias influirá en
cómo van a afrontar esta muerte perinatal en el presente.
Del mismo modo, mi propio “cubo de duelo” influirá en cómo yo me relaciono con
ellos como enfermera o matrona suya. Es un cubo muy bien surtido que proporciona es
sustento necesario para poder continuar de forma saludable. Intento ver qué contiene, me
fortalezco y prosigo para poder realizar el trabajo inmediato.
Lo primero que hago cuando admito a una familia con antecedentes de muerte
perinatal es iniciar el “Listado de Muerte Perinatal” (LMP). El LMP consiste en
La función más importante del LMP es estimular la recogida de memorabilia para las
familias. A menudo la familia sólo dispone del tiempo que están en el paritorio tras el parto
para estar con su hijo. En cualquier caso, ya sea muerte perinatal, nacimiento prematuro o
un bebé con anomalías incompatilbles con la vida, es importante enfatizar el acto de crear
recuerdos. A menudo sugiero cosas a la familia para ayudarles a planear el parto de su
bebé con el fin de sacar el máximo de este encuentro. En el mejor de los casos, me tomo el
tiempo para comentar con las familias cuales son sus deseos para cuando el bebé haya
nacido. Puede que no tengan pensado nada mas si quieren ver o no a su bebé. Este tema,
por si mismo, puede resultar de extrema importancia. Los que tienen claro que les gustaría
ver a su bebé facilitan mucho mi trabajo.
A los que no lo tienen claro les aconsejo ver al bebé, ofreciéndose coger al bebé
para que ellos pueden verle, si eso les ayuda. Mi tarea más complicada es con las familias
que deciden no ver a su bebé. Respeto su decisión y les informo que algunas familias toman
esta decisión por miedo. Sólo puedo asegurarles que la realidad es a menudo menos
espantosa que la imaginación. Habitualmente aprovecho esta situación para compartir
algunas de mis experiencias. Lo primero es todos, les aseguro que su decisión no es
irrevocable, dejando la puerta abierta por si cambian de opinión. Hasta el alta o hasta que el
cuerpo sea recogido por la funeraria escogida siempre hay oportunidad de estar con el bebé
en el área para familias de la morgue. Aunque yo sé que el momento óptimo es justo
después del expulsivo dadas las condiciones del bebé, hay que hacer cualquier cosa para
hacer que esta situación sea lo más fácil posible. También comparto con ellos mis
experiencias con familias que me han llamado a posteriori lamentándose de no haber visto a
su bebé. Me siento tranquila porque hago esto sin ningún tipo de juicio.
“Cuando la familia opta por no ver a su bebé me tomo un tiempo extra para sostener
a ese bebé en privado. Esta es una de las maneras que tengo para sanarme tras una
experiencia de dar cuidados tras la pérdida de un bebé.”
Precaliento la cuna y tengo mantitas y toallas alrededor de la cuna como haría con
cualquier otro bebé. Cubro al bebé completamente o parcialmente tal y como habíamos
planeado. He notado que si está presente algún abuelo en la habitación se acercan a la
cuna para poder verle de cerca. En cuanto los aspectos físicos del expulsivo como la
expulsión de la placenta, limpieza o reparación del perineo o los signos vitales de la madre
son estables, entonces puedo prestar atención al bebé.
Secaré al bebé cuidando de no dañar su piel ya que puede ser muy frágil. Realizo los
cuidados del bebé en la habitación de la paciente siempre que sea posible. Haciendo a la
familias testigos de este proceso pueden observar como manejo a su bebé mediante
maniobras cuidadosas, respetuosas y amables; esto les ayuda a darse cuenta que es
aceptable y lícito tocar a estos bebés. Estoy muy triste en estos casos porque no puedo
evitar pensar en el sentimiento de pérdida de una vida y un amor en potencia que estas
familias están experimentando. Creo que mis lágrimas ayuda a validar el hecho de que el
duelo por esta vida que se ha ido vale la pena.
Intento sacar fotos que yo querría para mi familia. La cámara Polaroid me permite
realizar múltiples instantáneas hasta obtener las mejores imágenes dentro de las propias
limitaciones de la cámara. En los últimos años he empezado a fotografiar los partos, las
bendiciones y a los miembros de la familia con el bebé. Procuro ser lo más discreta posible
a la hora de hacerlas. También hago fotos solo del bebé con un fondo que he creado para
eliminar los equipos médicos de la escena. Utilizo peluches y de esta manera puedo darle
un ambiente de pediatría así como utilizarlos de apoyo para que el bebé pose. Estas
imágenes suelen ser muy bien recibidas. Otros elementos de la memorabilia son huellas de
manos y pies, mechones de pelo, los brazaletes de identificación, la manta utilizada, el body
y el gorro que el bebé llevaba en las fotos y mientras estuvo en brazos de la familia.
También añado una copia de “Cuando Hola significa Adiós” y un librito de recuerdo del bebé
donde están anotadas: la hora y fecha del parto, el peso y la longitud, y las personas
involucradas en los cuidados del bebé y del la madre.
(Alemania, Inglaterra, País de Gales, Bélgica, Canadá, Italia, España, Grecia, País Bajos,
Polonia y Suiza)
Por tres decretos de leyes del 6 de febrero, la primera Camera civil de la Corte de Casación
ha venido a concretar el estatuto de los niños nacidos sin vida, indicando que el articulo 79-1
al 79-2 del código civil no su bordona el establecimiento de un acto de niño sin vida ni del
peso del feto, ni de la duración del embarazo.
El estudio comparativo de esta cuestión permite establecer que los países tienen todos,
excepto Polonia, establecido un tiempo de gestación o un peso mínimo para permitir el
establecimiento de un tal acto.
• La de niño nacidos vivos pero fallecidos antes de haber estado declarados en el registro
civil. Todos los países les aplican las reglas de niños todavía en vida durante la
declaración, pero fallecidos después (inscripción en el registro de nacimiento y después
en el de fallecimiento)
Este régimen específico se explica por el hecho que un acta de nacimiento no puede estar
registrado en este país solo después de un plazo de 24h después del nacimiento (y antes de
la expiración del plazo de 30 días).
Según los países la naturaleza y el contenido de las actas del estado civil difieren:
• Ciertos países como Italia y Países Bajos inscriben los niños muertos en el registro de
fallecimientos mientras que Alemania, Italia, Polonia o Suiza los apuntan en el registro
de nacimiento Inglaterra, país de Gales y España usan un registro especial dedicado a
los “mortinaissances” (nacimiento muerto) (folleto especial de abortón en España y
registro “still-birth” en Inglaterra.
• El contenido de las actas civiles presenta rasgos comunes en todos los países: identidad
de los padres, fecha y lugar de nacimiento, sexo y menos en el caso de España
Las consecuencias jurídicas ligadas al estatus de los niños sin vida varían (posibilidad de
proceder a obsequios y de beneficiarse de una baja o de una indemnización de nacimiento.
La personalidad jurídica no está nunca asignada. El hecho de dar derechos abiertos para las
familias parece haber sido desarrollado para responder a su sufrimiento, y reconocerles un
estatus cercano al de los padres. Por otro lado existe un caso especial para Alemania. Este
país permite que se proceda a obsequios para los niños sin vida pero el Landre de Renania
del Norte Desfolia lo autoriza igualmente para los fetos que todavía no han adquirido este
estatus.
Estas reglas son establecidas por las leyes (Inglaterra, País de Gales, Bélgica, España,
Grecia, Países Bajos y Polonia) o por decretos (Alemania, Italia y Suiza).
Países Bajos Niño nacido sin vida después de Inscripción en el registro de Derecho a baja por
una gestación de 24 semanas defunciones de una acta maternidad por 10
mencionando que el niño a semanas para la madre.
-Disposición prevista por la ley del nacido sin vida (los padres El límite para adquirir
código civil (Art. 19, BW). pueden el apellido y el esta baja es una
nombre del niño). gestación mínima de 16
semanas.
Polonia Ninguna condición de peso ni de Inscripciones el registro de Posibilidad de recibir
duración de gestación. nacimientos y obsequios.
establecimiento de una acta
-Disposición prevista por la ley de nacimiento con mención -no hay derecho a
sobre las actas del estado civil si se trata de un niño nacido ayudas por parte de las
(Art.38 PASC). muerto. comunidades
Los psicólogos recomiendan a los hospitales mejorar la atención a los padres en los casos
de muerte perinatal
Han pasado cinco duros meses y Gemma Villacampa sigue destrozada por la muerte
de Hugo, un bebé que murió a las cuatro horas de haber nacido “de forma inexplicable”
según le dijeron en la clínica barcelonesa donde dio a luz. Esta joven madre de 30 años de
Viladecans (Barcelona) y su marido, Ángel Rubio, de 33 años, están de baja por estrés y
sienten una profunda desesperación, rabia y dolor, no sólo por el fallecimiento de su primer
bebé, sino por cómo les trataron en el hospital. “No me han explicado qué pasó, no me
dejaron ver el cuerpo, ni me pude despedir del bebé”, lamenta Gemma.
Pese a que la muerte perinatal sigue siendo un tema tabú y a que los padres no
siempre reciben una atención adecuada, “no es una cuestión que tengamos encima de la
mesa: cada hospital tiene la libertad para actuar como crea oportuno”, afirma Juan Carlos
Melchor, presidente de la Sociedad Española de Medicina Perinatal.
“La muerte de un recién nacido es una situación que se ha afrontado hasta ahora
negándole importancia, con bastante indiferencia. Los hospitales han tendido a minimizar el
impacto que estas muertes tienen sobre los padres porque piensan que al no haber
conocido al hijo, es como si no tuvieran derecho a realizar un duelo por el bebé muerto”,
sostiene Alba Payàs. En Estados Unidos se les denomina “duelos desautorizados”: no
pueden ser públicamente reconocidos ni socialmente expresados. “La pareja se siente
desautorizada para hablarlo porque no ha habido nacimiento, bautizo o entierro; el niño no
tiene nombre, no quedan fotos ni recuerdos, nada que pudiera avalar su existencia. Sin
embargo, el niño es su hijo desde la concepción, en la imaginación, en las expectativas y
esperanzas de los padres y de la familia”, añade Payàs.
En España es tan habitual la indiferencia, que llega a resultar cruel. “No hay
respuesta por parte del equipo médico”, dice la psicóloga. Así lo confirma Gemma a partir de
su propia experiencia: “La ginecóloga asintió a regañadientes a dar la triste noticia a mi
mujer, pero no le dejó ver al pequeño”, dice Ángel. Lo peor estaba por venir. Al día siguiente,
les visitó un jefe del servicio: “Me dijo que lo olvidara y que no me preocupara, que era joven
y que podía tener otros hijos”, cuenta Gemma. Ahora está en tratamiento psicológico y
Para evitar casos como éste, el Hospital de Santa Caterina en Salt (Girona) creó
hace un año un protocolo de actuación para enfermería del Servicio Maternoinfantil. Así lo
explica la enfermera Lluïsa Vilardell. “Hace cinco o seis años, que los padres vieran al niño
muerto se consideraba algo monstruoso. Se sedaba a la madre para que en el momento de
expulsar al bebé no lo viera, como si no hubiera pasado nada. Eso generaba en los padres
gran cantidad de dudas. Con el nuevo protocolo, las cosas han cambiado mucho. La forma
de presentar el cuerpo, de hablar con la madre, de ofrecerle la posibilidad de estar con el
pequeño unos momentos, de tener algún tipo de recuerdo e incluso de recibir ayuda de un
psicólogo hacen más llevadero el duelo. “Y nunca juzgamos sus decisiones”, añade
Vilardell.
El ejemplo ha trascendido. A los dos días de nacer, la pequeña Núria tuvo que
ingresar en la Unidad de Cuidados Intensivos del Servicio Maternoinfantil del Hospital
Universitario de Girona Dr. Josep Trueta. “Los médicos comunicaron a los padres que la
criatura estaba muy mal, que se moría. Y le ofrecieron ayuda psicológica”, cuenta la
enfermera de neonatología Maria Reixach.
“Salieron de la consulta del psicólogo con pena pero con serenidad. Fueron a la UCI,
se pusieron las batas y se despidieron de su hija. Lloraron, la cogieron en brazos y le
estuvieron hablando. Luego la sacaron fuera, para enseñarla y que la familia también
pudiera despedirse de ella. Nos comentaron que estaban muy agradecidos por el trato”,
explica Reixach. “Llevo 26 años en neonatos y durante mucho tiempo, lo normal era tratar
de evitar que los padres vieran al bebé muerto. ‘¡Tiene un color muy feo!”, les decíamos.
La psicóloga Cristina Silvente trata a numerosas parejas que no han recibido una
atención adecuada. Recomienda a los centros sanitarios establecer protocolos de
intervención para estas situaciones y formar a los profesionales para que sepan dar las
malas noticias de forma más adecuada. De lo contrario, las secuelas no tardan en aparecer:
insomnio, ansiedad, sentimientos de culpa.
Una hermosa herramienta que puede ayudar a los padres a elaborar el duelo por su bebé
fallecido es guardar algunos de los objetos relacionados con el niño. Será la cajita de los
recuerdos del bebé. Puede contener desde la historia clínica, ecografías y otras pruebas
médicas, a las huellas de pies y manos impresas, la pulserita del hospital, el chupete, los
zapatitos o el cepillo que iban a utilizar los padres. Cada caso se debe tratar de forma
individualizada, pero los especialistas recomiendan poner un nombre al bebé fallecido, si no
lo tenía, e incluso tomar alguna fotografía, pero “siempre en brazos de alguien, una
enfermera o los propios padres, nunca abandonado encima de una mesa”, dice la psicóloga
Cristina Silvente. “Aunque esto pueda parecer monstruoso, al cabo de un tiempo muchos se
arrepienten de no haber visto a su hijo y de no tener una imagen suya”, añade. Y si en el
momento de la muerte los padres no quieren nada, guardan igualmente la historia clínica de
la madre por si más adelante quieren recogerla, explica la enfermera de Santa Caterina,
Lluïsa Vilardell.