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¡Terrible peste en Nicoya!

Ha caído en la pobre Nicoya puede oírse la voz del maestro


una peste terrible y fatal, que comience la clase diciendo:
que debemos en todo sentido «Pongan todos bastante atención,
con tesón y valor atacar: hoy leeremos "El asno y el lobo"...
la Poesía, esa bella mujer, —¿de qué ríe Juaquincito, usté es lobo?
la Poesía, esa diosa radiante Vamos pues a empezar la lección»...
que perturba las mentes humanas Caravaca se pasa escribiendo
y enloquece cualquier corazón, unos versos tan tiernos y tristes,
desparrama por toda Nicoya que contristan al hombre más duro.
su embriagante y fatal esplendor. Yo a pesar de que soy poco tierno,
Todo el mundo desprecia la prosa, al leerlos me pongo a llorar:
todo el mundo se expresa ya en verso: «Soy un ave que llora su suerte,
ha quedado la prosa abatida, entre obscuro boscaje escondida,
mas el verso se yergue triunfante. ¡ay! me ha herido tan hondo la vida,
El doctor solo en verso receta: que mi sola ilusión es la muerte...»
si una bella le llega a pedir Según dicen también don Ramón,
el remedio de triste dolencia, el cumplido inspector escolar,
él la observa con aire contrito pulsa a veces la poética lira.
y le extiende el siguiente papel: Es Fadrique un poeta doliente;
«Señorita, su mal es muy grave, es Vidaurre un poeta afligido,
pues es mal espantoso de amor, que se pasa la vida soñando.
y mi ciencia de sabio doctor Don Higinio también es poeta.
mitigar su dolencia no sabe... Y Virgilio es un poeta famoso
¡Es inútil la cura que le haga, (me refiero al Virgilio de aquí).
se lo afirma el doctor Madariaga!» El señor director de la escuela
Y se aleja la triste doliente, es amigo también de las Musas:
lamentando su mísera suerte ¡todo el mundo en Nicoya hace versos!
con los ojos de lágrimas llenos... Y, ya ven, hasta yo sin saber
con el alma llena de lamentos... he venido la pata a meter...
Ahora sí vamos mal, vamos mal...
Si se pasa en las horas de clases me agarró la dolencia fatal...
por la escuela de niños cuajada,
entre el puro y alegre bullicio, Un indio de Matambú.
que cual fresca y brillante corriente, El Correo de la Costa,
viernes 4 de septiembre de 1914.
brota siempre del pecho infantil,

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