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Índice

Introducción .......................................................................................................................................... 1
El conflicto, abreviado........................................................................................................................ 2
Actores ..................................................................................................................................................... 3
En el territorio .................................................................................................................................. 3
Marruecos ..................................................................................................................................... 4
Frente POLISARIO ...................................................................................................................... 6
República Árabe Saharaui Democrática ............................................................................ 7
Internacionales ................................................................................................................................ 8
España ............................................................................................................................................ 8
Francia ............................................................................................................................................ 9
Estados Unidos ..........................................................................................................................10
Otros ..............................................................................................................................................11
Rol de la MINURSO ............................................................................................................................12
Conclusiones ........................................................................................................................................13
Bibliografía ...........................................................................................................................................14

Introducción
No existe una definición precisa del significado de la expresión “conflicto
congelado”; ésta comienza a popularizarse luego del fin de la Guerra Fría, principalmente
en el espacio exsoviético, siendo Transnistria, Abjasia and Osetia del Sur y el Nagorno
Karabaj sus ejemplos más sobresalientes (Grant, 2017).
El término “conflicto congelado” asume que el conflicto está pausado, lo que
puede ser engañoso. El concepto refleja la paralización de las disputas a través de los
años, en las que a pesar de las negociaciones y los eventos armados que hayan tenido
lugar, existe un statu quo en el que el fin del mismo no se vislumbra claramente, creando
una situación en la que no hay guerra, pero tampoco paz. (Chávez Fregoso & Zivkovic,
2012, pág. 140). El núcleo de la cuestión gira alrededor de las posiciones de los actores,
que usualmente implican el choque entre las demandas de independencia de unos y la
defensa de la integridad territorial de otros. Por lo tanto, la resolución de estos conflictos
implica transformar posiciones antagónicas e incompatibles en posturas compatibles,
transformando identidades, comportamientos y perspectivas sobre sí mismos y sus
oponentes.

1
La falta de resolución del conflicto en el Sahara Occidental se reduce a dos puntos
principales: la contradicción entre las posiciones de marroquíes y saharauis, por un lado,
y las consideraciones geopolíticas que involucran a potencias extra regionales, por otro
(Zoubir, 2010, pág. 92). Estar “congelado” no implica que el conflicto desaparezca
(existen negociaciones formales e informales, ocurren escaramuzas en las fronteras, el
escalamiento de las hostilidades es posible en todo momento), pero no hay una
trasformación sustantiva porque las posiciones de los actores, que sufren
constreñimientos de diversa índole. (Chávez Fregoso & Zivkovic, 2012).
El objetivo de este trabajo es describir las características del conflicto en el Sahara
Occidental, así como las posturas e intereses de los actores locales e internacionales, con
el fin de explicar su devenir histórico y situación actual, y por lo tanto las razones por las
que esta disputa puede ser entendida como un “conflicto congelado”.

El conflicto, abreviado.
El Sahara Occidental es el último territorio colonial de África, siendo uno de los
17 territorios no autónomos bajo supervisión del Comité Especial de Descolonización de
la Organización de las Naciones Unidas1. Está ubicado en la costa atlántica, al sur de
Marruecos y al norte de Mauritania. Sobre el fin del siglo XIX, este vasto territorio estaba
habitado por tribus nómadas, conocidas como el pueblo saharaui, y estaba sujeto a la
administración colonial española. La presión internacional y la delicada situación política
interna española llevaron a su retirada unilateral como potencia administradora en 1975,
y a la firma de los Acuerdos de Madrid, que cedían el territorio a Marruecos y Mauritania.

En el mismo año, una opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia no


encontró lazos de soberanía sobre el Sahara Occidental por parte de Marruecos ni de
Mauritania, y confirmó el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Esto llevó
a la invasión del territorio saharaui por parte de estos países, que dio comienzo a una
guerra contra el Frente POLISARIO, movimiento de liberación nacional que a su vez
proclamó la independencia de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) en
19762. Mauritania se retiró en 1979, pero el alto al fuego con Marruecos no llegaría hasta
1991, a pesar de la creciente ocupación marroquí de dos terceras partes del territorio

1 Fue introducido en lalista de los territorios no autónomos en 1960 a través de la resolución 1542
(XV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
2 La RASD no es un estado miembro de la ONU. Fue reconocida por 84 Estados, según la Universidad
de Santiago de la Compostela (Universidade de Santiago de Compostela, s.f.):

2
saharaui, delimitada por un muro de arena sembrado de minas terrestres llamado el
“Berm”.

En 1991 la ONU negoció un alto al fuego. El Consejo de Seguridad estableció la


MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental)
para monitorear la tregua y organizar la consulta popular con el objetivo de que el pueblo
saharaui decidiese sobre la independencia o anexión a Marruecos. A pesar de la
aprobación de las listas de votantes habilitados por parte de la ONU en 1999, el
referéndum nunca tuvo lugar. En su rol como Representante del Secretario General para
el Sahara Occidental, el ex Secretario de Estado estadounidense, James Baker III, propuso
dos versiones de una solución de compromiso en 2000 y 2003, ambas involucrando un
referéndum luego de un período de autonomía. El Plan Baker II fue apoyado por el
Consejo de Seguridad en 2003, pero nunca pudo ser implementado a causa del rechazo
de Marruecos a consentir un voto que incluyese la independencia del Sahara Occidental
como uno de sus resultados posibles.

Desde la invasión y la guerra, una gran parte de la población saharaui huyó del
Sahara Occidental y continúa viviendo en carpas en campos de refugiados en condiciones
hostiles en el desierto del Sahara cerca de Tinduf, en el suroeste de Argelia. El resto habita
los denominados “territorios liberados” al este del Berm en el Sahara Occidental, que
están bajo administración de la RASD. Los ricos recursos naturales del territorio, entre
los que se destacan la pesca en la Costa Atlántica y la explotación de fosfatos, esenciales
para la industria de los fertilizantes, son explotados por Marruecos.

Actores
En el territorio
Como establecen Chávez Fregoso y Zivkovic, en el conflicto del Sahara
Occidental “El estancamiento está reforzado por el choque de identidades en las
posiciones de los actores” (2012, pág. 142). Mientras que la identidad, unidad nacional y
el liderazgo monárquico en Marruecos dependen significativamente en la ocupación
exitosa del Sahara Occidental, la identidad saharaui es uno de los medios de Resistencia
más fuertes que tiene esta nación a disposición. Como se describe en las próximas
secciones, existe una ausencia total de confianza entre las partes. Por lo tanto que
Marruecos presenta el tema como una amenaza a la existencia y supervivencia del Reino,
la experiencia ha hecho que el Polisario sea suspicaz ante cualquier iniciativa marroquí,

3
en el entendido de que han sido suficientemente pacientes tanto con Marruecos como con
la comunidad internacional, sin recibir nada a cambio. Consecuentemente, las
negociaciones entre las partes no se realizan de buena fe, y apenas se realizan del todo.
(Chávez Fregoso & Zivkovic, 2012)
Marruecos

La reivindicación marroquí sobre el Sáhara Occidental tiene sus orígenes en el


concepto del “Gran Marruecos”, acuñado en la década de 1940 por Allal-el Fassi, líder
del Partido Nacionalista Marroquí, conocido como Istiqlal. Fassi “basándose más en la
mitología que en la historia” (Fuente Cobo & Mariño Menéndez, El conflicto del Sahara
Occidental, 2005, pág. 21) publicó un mapa donde “establecía lo que, en su opinión,
debían constituir las fronteras políticas del “Gran Marruecos”. Se trataba de una
amplísima porción del África occidental que incluía parte de Argelia y Malí, y la totalidad
del Sahara Occidental y Mauritania, hasta los confines del río Senegal donde empezarían
los antiguos reinos negros.” (Fuente Cobo & Mariño Menéndez, El conflicto del Sahara
Occidental, 2005).

Cuando Marruecos consiguió su independencia de Francia y España en 1956, el


Rey Mohamed V adoptó el ideario político del “Gran Marruecos” como propio. Estas
ambiciones no pudieron llevarse a cabo mientras la presencia española en el Sahara
Occidental fuese firme, pero empezaron a tomar fuerza en la década de 1970. La razón
de esto fueron los dos intentos de golpe de Estado que sufrió el rey Hassan II en 1971 y
1972 y los disturbios sociales por el descontento con las condiciones de vida que
empezaban a surgir en las ciudades. Con el objetivo de desviar la atención del pueblo de
sus fracasos en la política interna, se intentó crear en el Sahara Occidental un enemigo
exterior, que también servía a la meta de “alejar a las fuerzas armadas de los muros del
Palacio” (Gómez, 1992) para evitar nuevos intentos de golpes militares. Según Mundy,
“la invasión y ocupación marroquí al Sahara Occidental fue, sobre todo y ante todo, un
acto de consolidación del régimen” (2016, pág. 62).

En 1975, apenas horas después de que la opinión consultiva de la Corte


Internacional de Justicia rechazase la hipótesis de la soberanía marroquí sobre el Sahara
Occidental, el rey Hassan II de Marruecos inició una movilización que pasaría a la historia
como la “Marcha Verde”. Haciendo caso omiso a la esencia del dictamen, el rey le
comunicó a sus súbditos que éste había sido favorable a las pretensiones marroquíes, y

4
dio lugar a la invasión de 350.000 personas al Sahara Occidental 3, en ese entonces
posesión española. Años después, el monarca admitiría que “La Marcha Verde fue un
chantaje horrible, pero un chantaje lícito y no condenable por ley alguna" (Barbulo, 2005),
que tuvo por objetivo forzar el fin de las negociaciones que se llevaban a cabo en España
mientras Franco agonizaba, cuyo resultado serían los Acuerdos de Madrid. La potencia
colonizadora se retiraría de lo que hasta entonces había sido el Sahara Español días
después.
La invasión de Marruecos y Mauritania de los territorios saharauis,
inmediatamente después de la retirada española, dio comienzo a la Guerra del Sahara
Occidental, que duraría desde 1975 a 1991. El Frente Polisario, que luchaba por la
independencia desde 1973, combatió contra sus vecinos del norte y el sur, logrando que
Mauritania se rinda en 1979. En la década de 1980, Marruecos cambió de estrategia:
decidió construir “seis muros defensivos con una longitud total superior a los 2.000
kilómetro [que] permitieron a las Fuerzas Armadas Reales reequilibrar la balanza militar
que hasta entonces había estado en manos del Polisario” (Fuente Cobo, 2011). Esto llevó
a un “empate militar” que, junto con las negociaciones llevadas a cabo con la mediación
de la ONU y la Organización para la Unidad Africana (actual Unión Africana), motivó la
firma del alto al fuego y el establecimiento de la MINURSO en 1991.
Marruecos buscó obstaculizar la puesta en práctica del Plan de Arreglo, que
regulaba entre otras cosas “la repatriación de los refugiados, el confinamiento de las
tropas, la liberación de los presos políticos y los prisioneros de guerra, la adopción de un
código de conducta que rigiera la campaña electoral” (Fuente Cobo, 2011). En el mismo
sentido, “La colonización infraestructural y demográfica marroquí del Sahara Occidental
se aceleró, complicando los esfuerzos de la ONU para establecer un electorado para el
referéndum” (Mundy, 2016, pág. 64). El mayor resquemor de Marruecos estaba
relacionado a la base censal para la celebración del Referéndum: la polémica inclusión o
exclusión de los colonos marroquíes radicados4 en el Sahara Occidental y de los

3 En palabras de Fuente Cobo y Mariño Menéndez: “el proyecto de invasión que suponía la Marcha Verde se
gestó en un gabinete de estudios estratégicos londinense con financiación de Arabia Saudita. El Departamento
de Estado norteamericano tendría conocimiento de la misma, considerándola como una operación cuyo objetivo
debía ser el de resolver un problema político entre países amigos, salvando las formas y evitando llegar a un
enfrentamiento armado. En esas fechas el Secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger hizo unas
declaraciones al respecto, en las que afirmaba que el Sahara debía pasar a manos de Marruecos. De esta manera,
y con un mensaje cifrado enviado el 21 de agosto desde la embajada norteamericana en Beirut donde se
encontraba, a Rabat, Washington habría dado luz verde al proyecto de la Marcha Verde” (2005, pág. 50)
4 La población marroquí superaba numéricamente a la población saharaui en una relación de
aproximadamente dos a uno en el territorio del Sahara Occidental en 2015 (Shefte, 2015)

5
refugiados saharauis residentes en los campos argelinos. Marruecos tampoco se mostró
dispuesto a conceder la inclusión de una opción independentista en la consulta popular,
ofreciendo como alternativa brindarle “autonomía” a las que llama sus “Provincias
Meridionales”, pero manteniéndolas bajo soberanía marroquí.
En la actualidad, Marruecos ocupa el 85% del territorio saharaui (Fuente Cobo,
2011), y controla la enorme mayoría de sus recursos naturales. Su mayor interés es el
mantenimiento del statu quo y la postergación indefinida de la celebración del
Referéndum de autodeterminación. Con este objetivo, fomenta el asentamiento de la
mayor cantidad posible de colonos en el territorio, utiliza la presión diplomática para
evitar nuevos reconocimientos internacionales a la República Árabe Saharaui
Democrática y fomentar el retiro de los reconocimientos ya hechos5, vierte millones de
dólares en lobbying en Washington D.C. con el objetivo de lograr que se etiquete al
Polisario como una organización terrorista (Mundy, 2016, pág. 67) y dedica una porción
importante de su presupuesto a reprimir cualquier manifestación proindependentista.
En suma, para Marruecos el Polisario no tiene legitimidad como gobierno o como
representante del pueblo saharaui, al tratarse de un movimiento secesionista. Además,
entienden que el conflicto en el Sahara Occidental es interno a su país, y por lo tanto debe
ser tratado como tal y resuelto por Marruecos sin intervenciones externas (Chávez
Fregoso & Zivkovic, 2012, pág. 142).
Frente POLISARIO
El Frente POLISARIO es el movimiento de liberación nacional que representa a
la población saharaui, y tiene como objetivo central la lucha contra la ocupación marroquí
en el Sahara Occidental. Llevó adelante los enfrentamientos armados contra Marruecos
desde la retirada española hasta 1991, cuando se decreta el alto al fuego en ocasión del
establecimiento de la MINURSO. Controla por la vía de los hechos el “territorio liberado”
del Sahara Occidental, al oeste de los sucesivos muros que construyó Marruecos.
Su surgimiento tiene lugar en mayo de 1973, en el interior del Sahara todavía
español, cuando militantes saharauis fundaron el Frente Popular de Liberación de Seguía
el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario), con un programa de corte socialista y panárabe,
en el contexto histórico de los movimientos de liberación árabes de la Argelia de
Bumedian, el Egipto de Nasser y la Libia de Gadafi. (Fuente Cobo & Mariño Menéndez,

5 Por ejemplo, Marruecos apalancó la dependencia de India de las importaciones de fosfato como fertilizante
para forzarla a retirar su reconocimiento a la RASD, y se negó a contribuir con tropas para la MINUSTAH por el
reconocimiento haitiano a los saharauis. (Huddleston, 2019)

6
2005) La ideología del Frente Polisario sería un obstáculo a la hora de conseguir aliados
entre las potencias occidentales en un contexto de Guerra Fría. “Se pensaba de acuerdo
con las teorías de “cerco y contra cerco” tan propias de la época de la Guerra Fría, que un
Sahara independiente caería inevitablemente bajo la influencia argelina que encontraría
de esta manera un camino para abrirse paso hasta las aguas de Atlántico, completando el
envolvimiento de su vecino y rival marroquí, aliado tradicional de los Estados Unidos.”
(Fuente Cobo, 2011).
El Frente Polisario se enzarzó en una guerra de guerrillas contra España como
potencia colonizadora primero, y luego contra Marruecos y Mauritania a partir de la
retirada española. Lograron vencer a Mauritania, que se acordó el cese de hostilidades
con el Polisario en 1978, pero no así a Marruecos. “hasta 1980, la superioridad militar del
Frente Polisario fue indiscutible. La estrategia aplicada, la mayor voluntad de vencer de
los saharauis y su conocimiento y utilización del terreno habían ido provocando sucesivas
derrotas de las Fuerzas Armadas Reales” (Fuente Cobo & Mariño Menéndez, 2005, pág.
103) Pero el cambio de estrategia de Marruecos, que empieza a construir los muros que
siguen en pie dividiendo el Sahara Occidental hasta el día de hoy, llevó al congelamiento
del conflicto. Las incursiones armadas del Polisario al oeste del muro siguieron teniendo
lugar hasta 1991. El Frente Polisario se enfrenta a crecientes críticas dentro de los
campamentos, donde una nueva generación está exigiendo reformas democráticas y una
mayor participación política de las voces críticas (Barreñada & Ojeda, 2016) Existen
denuncias de corrupción y monopolio del poder entre una élite del liderazgo Polisario, así
como de prácticas clientelísticas en la distribución de la ayuda internacional, que
exacerban las tensiones dentro de los campos de refugiados. El “romanticismo
revolucionario” parece haber dado lugar a una organización militarizada, donde hay
pocos espacios para voces discordantes (Boukhars & Amar, 2011).
República Árabe Saharaui Democrática
La República Árabe Saharaui Democrática (RASD) se define como una república
y se proclama como el objetivo del Frente Polisario. La RASD es definida en la
Constitución de 1976 como parte de la nación árabe, africana y del tercer mundo, con una
política de no alineamiento y como objetivo a largo plazo se planteaba la unidad del
Magreb como un paso para una unidad más amplia, árabe y africana (Fundació Solidaritat,
s.f.). Se define en términos de Estado como un Estado libre, independiente, soberano,
regido por un sistema nacional democrático árabe, de orientación unionista, progresista y
de religión islámica, sobre la base de la libre voluntad popular fundada en los principios

7
de la opción democrática. Se considera como un miembro de las Cartas de la ONU, la
OUA y de la Liga Árabe, así como de la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre. Actualmente la RASD tiene su capital en Tinduf y su ámbito de actuación
legítimo se encuentra actualmente circunscrito en los campamentos de refugiados
situados en esta zona, territorio argelino cedido a la RASD, y en las zonas liberadas del
Sahara Occidental que en 1998 representaban 1/3 parte del territorio (Fundació
Solidaritat, s.f.). A pesar de que la constitución de la RASD contempla el multipartidismo
después de conseguir la independencia, en la actualidad es el Frente Polisario organizado
como partido el que articula la RASD, que se concibe como el objetivo último de la lucha
de liberación saharaui. El Polisario y la RASD siguen existiendo en una relación
asimétrica en la que el primero domina a la segunda, supuestamente por necesidad,
mientras no se consiga la independencia, según Mundy. (2016, pág. 70)

Internacionales
El conflicto en el Sahara Occidental está congelado, a su vez, por las posturas y
los intereses de otros países en el mismo. Zoubir lo resume de la siguiente manera:
“poderes externos, particularmente los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU
Francia, Estados Unidos y en menor escala el Reino Unido han evitado la resolución de
esta disputa6. Su interferencia proviene por un lado de la larga amistad de Estados Unidos
y Marruecos, y los servicios que el segundo provee al primero, y por otro lado los
considerables intereses de Francia en Marruecos” (2010, pág. 87). Otros autores señalan
el doble rol de estas potencias en el conflicto, al no solo proveer de ayuda internacional a
Marruecos, sino que son actores dominantes en el Consejo de Seguridad, influenciando
el estancamiento desde dos direcciones diferentes (Chávez Fregoso & Zivkovic, 2012,
pág. 143). Su rol más grande ha sido el de mantener el statu quo al obstaculizar los
cambios necesarios para que la MINURSO pueda cumplir efectivamente su misión y
proteger los DDHH de las personas en el territorio. (Fernández-Molina & Ojeda-García,
2020)
España
España inició la colonización del Sahara Occidental en las últimas décadas del
siglo XI con dos objetivos principales: uno de orden económico (la explotación pesquera
de las aguas situadas entre las Islas Canarias y la costa atlántica del continente africano)

6
Cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (los nombrados anteriormente más
Rusia) y España, la antigua potencia colonial, forman el llamado Grupo de Amigos del Sahara Occidental
en Naciones Unidas.

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y otro político (poner freno a la expansión de la colonización francesa en el Magreb)
(Gómez, 1992). España nunca estableció una colonia verdaderamente desarrollada. La
población española de su colonia en el Sahara Occidental fue muy limitada a los enclaves
pesqueros en la costa, y la presencia militar estuvo restringida a una simbólica
representación que pretendía evitar los avances de Francia al interior del país. En 1884 se
legalizó la soberanía española sobre el territorio saharaui en los términos de la
Conferencia de Berlín, y en 1900 y 1912 se consolidó el poderío español con la firma de
tratados de delimitación del Sahara con Francia. La paz entre franceses y españoles y el
establecimiento de sus respectivos Protectorados en el norte de África significó una unión
de fuerzas de estos países contra los líderes tribales saharauis, y la aniquilación definitiva
de su resistencia armada en 1934 (Gómez, 1992, pág. 26).
El descontento entre los saharauis se mantuvo, de todas maneras. Ya en 1970, el
gobierno de España en un discurso promovió un referéndum de autodeterminación y la
realización de un censo de la población saharaui. (Mateo, 2011). Con Franco en su lecho
de muerte, España firmó los Acuerdos de Madrid, en los que le cedían la soberanía del
territorio a Marruecos y Mauritania, en 1976. Como estos acuerdos carecen de validez
internacional según la Corte Internacional de Justicia, España es de jure aún la potencia
administradora del Sahara Occidental. De todas maneras, España se considera a sí misma
exenta de toda responsabilidad internacional conectada a la administración del territorio
desde estos Acuerdos (Fernández-Molina & Ojeda-García, 2020).
A pesar de que existen tensiones entre este país y Marruecos (por ejemplo las que
surgen del diferendo por la Isla de Perejil en 2002), existe entre ellos una alianza, basada
en las relaciones económicas y políticas que mantienen. España, así como la Unión
Europea en general, tiene interés en mantener a Marruecos como aliado en términos de
antiterrorismo y control de la migración (Sakthivel, 2016).
Francia
Francia es uno de los países que apoyan más explícitamente a Marruecos. Este
país fue la única “tercera parte” en intervenir militarmente en el conflicto en el Sahara
Occidental: lo hizo en 1977 para apoyar a Marruecos en su lucha contra el Polisario
(Mumford, 2017), además de apoyar logísticamente la Marcha Verde, proporcionar
armamento a los marroquíes y forzar a Mauritania para que se colocase en el bando
marroquí (Pérez García, 2006).
La relación entre los saharauis y Argelia preocupa especialmente a Francia. Esto
implica que, independientemente de su posición oficial, los franceses consideren al

9
Sahara Occidental como parte integral de Marruecos. Desde 1975, sucesivos gobiernos
han hecho un pobre trabajo en esconder su oposición a la existencia de un estado Saharaui
independiente, por la posibilidad de que caiga bajo la influencia argelina (Zoubir, 2010,
pág. 95).
Además de las consideraciones geopolíticas, Francia tiene una interdependencia
económica y política muy fuerte con Marruecos: desde 1990 es su principal socio
comercial, proveedor de ayuda económica y militar, incluida la venta de armas (Chávez
Fregoso & Zivkovic, 2012, pág. 143). A los ojos de Francia, la pérdida del Sahara
Occidental significaría una amenaza de inestabilidad política y social, especialmente por
parte de grupos islamistas (Chávez Fregoso & Zivkovic, 2012).
Por estas razones, Francia amenazó con usar su veto en el Consejo de Seguridad
de la ONU en diversas ocasiones con el objetivo de impedir la expansión del mandato de
la MINURSO en lo que respecta al monitoreo de DDHH (Zoubir, 2010) (Bolopion, 2010)
(Charbonneau, 2014).
Estados Unidos
Estados Unidos y Marruecos pregonan su tratado de Amistad del siglo XVIII, uno
de los más antiguos que Washington mantiene (Mundy, 2016). Durante la Guerra Fría,
Estados Unidos tuvo una presencia limitada en el Magreb -reconociéndola como área de
influencia natural de Francia-, pero guardó la mirada vigilante para evitar que la región
cayera bajo las filas prosoviéticas. En ese sentido, un proyecto político tan combativo
como el de los saharauis, que contaba con el apoyo de Libia y Argelia, despertaba la
desconfianza de los estadounidenses (Vagni, 2014). El “balance regional” fue una
consideración clave que llevó a Estados Unidos a apoyar a Marruecos en su puja por
ocupar el Sahara Occidental en 1975 (Mundy, 2016, pág. 59).
En julio de 1975, Henry Kissinger recibió un informe de la CIA en el que se
relataba una preocupante inestabilidad interna de Marruecos, así como una complicada
situación exterior marcada por las difíciles relaciones con Argelia. Como consecuencia,
Estados Unidos y Francia decidirán apoyar al aliado conservador frente al socialismo
argelino y tomarán posición a favor de Marruecos en el asunto de la reivindicación del
Sahara. (Pérez García, 2006) Según Mundy, en el momento clave en el que el Presidente
Ford estaba decidiendo si apoyar o no el comportamiento marroquí, “Kissinger indujo a
Ford al error de creer que la CIJ había fallado a favor de Marruecos, y que el Sahara
Occidental era un desierto deshabitado” (2016, pág. 59). Estados Unidos luego presionó

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a España para que le cediese el Sahara Occidental a Marruecos en virtud de su alianza
con el Rey Hasan II (Zunes, 1998).
Desde entonces, Estados Unidos se mantiene neutral desde el punto de vista
formal (Huddleston, 2019), pero mientras que no reconoce el Sahara Occidental como
parte de Marruecos, sí reconoce la administración marroquí sobre el territorio saharaui
(Zunes, 1998).
Luego de los ataques del 11 de setiembre de 2001, “la poca prioridad que la
administración de George W. Bush había puesto en solucionar el conflicto en el Sahara
Occidental se vio fácilmente obstaculizada por la necesidad de asegurarse que Marruecos
continuase siendo un socio seguro y estable en la pugna política, económica y militar
contra militantes islámicos nacionales y transnacionales” (Mundy, 2016, pág. 67). Los
más audaces intentos de desbloquear o al menos insuflar nuevas ideas al fallido proceso
de paz liderado por la ONU deben ser reconocidas como iniciativas del impulso e
influencia norteamericanas. Es el caso del Plan Baker I y II, y de los intentos de mandatar
el monitoreo de los DDHH a la MINURSO, aunque haya sido eventualmente una
propuesta retirada (Fernández-Molina & Ojeda-García, 2020). Estados Unidos apoyó el
Plan Baker, pero renegó de éste, “tal vez intentando no agravar la brecha con Francia
sobre el asunto de Irak, sumado a su amenaza de vetarlo” (Zoubir, 2010, pág. 96).
Otros
Rusia
Rusia es parte del Grupo de Amigos del Sahara Occidental en la ONU, y mantiene
desde tiempos soviéticos una postura que llaman “neutralidad positiva”. Durante el siglo
XX mantuvieron relaciones comerciales tanto con Argelia como con Marruecos, y nunca
reconocieron a la RASD en un esfuerzo por sostener lazos estables con estos países
(Mumford, 2017). Rusia, entonces, “Nunca ha hecho de este tema una cuestión vital de
su agenda que le lleve a oponerse a la corriente dominante.” (Sidati, López, Núñez
Villaverde, Capella Soler, & Daha, 2012). Rusia y Marruecos tienen firmados numerosos
acuerdos sobre diferentes sectores tales como “educación, tráfico aéreo, pesquerías,
medio ambiente, fuerzas armadas, energía y agricultura” (Ghanem-Yazbeck &
Kuznetsov, 2018). Por otro lado, Rusia y Argelia tienen un comercio armamentístico que
también tiene sus orígenes en el siglo XX, pero continúa siendo sumamente importante
en años más recientes: Argelia recibió el 78% de las exportaciones rusas de armas entre
2013 y 2017 (Roussellier, 2018).

11
No obstante, Rusia ha tenido una postura más dura respecto al Sahara Occidental
en los últimos años, considerada como “una respuesta directa a las tensiones con Estados
Unidos y Francia al respecto de Siria” (Roussellier, 2018).
China
China se presenta a sí misma como una parte “imparcial” respecto del conflicto a
través de su reticencia y discreción, permitiéndole continuar con su cooperación
económica tanto con Marruecos como con Argelia (Zhou, 2018). Las dos principales
preocupaciones chinas sobre el conflicto identificadas por Zhou, las complejas relaciones
entre Marruecos y Argelia y el riesgo de que aumente el terrorismo en la region, no
parecen ser suficientemente urgentes como para cambiar los cálculos de Beijing (2018,
pág. 143). Además, las similitudes entre el asunto de Taiwán y el Sahara Occidental hacen
que China prefiera no involucrarse en este conflicto (Wanjun & Sobral, 2018).

Rol de la MINURSO
La Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sahara Occidental,
cuando fue desplegada en 1991, fue una de las operaciones de mantenimiento de la paz
más ambiciosas: “la primera en darle la autoridad a Naciones Unidas para identificar y
registrar votantes, llevar a cabo un referéndum, certificar los resultados, y supervisar la
retirada y desarmamiento del lado perdedor” (Durch, 1993).
Desde su concepción, la misión tuvo sus dificultades: entre otras cosas su
planificación coincidió con la invasión de Irak a Kuwait, lo que quitó protagonismo al
conflicto del Sahara Occidental. La operación sufrió un problema “fundamental e
irresuelto” desde el comienzo: aunque ambas partes en conflicto estaban dispuestas a
someter su disputa a una consulta popular, ninguna de las partes estaba dispuesta a perder
(Durch, 1993). La reticencia de marroquíes y saharauis, sumada a la actuación de las
potencias mencionada anteriormente, causó que la MINURSO no pudiese cumplir sus
objetivos hasta este momento, casi 30 años después de su establecimiento.
La MINURSO detuvo la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, al
monitorear exitosamente el alto al fuego entre éstos desde 1991 hasta la fecha. Sin
embargo, “no ha podido desarrollar un análisis de la situación y ejercer el poder con vistas
a resolver los asuntos centrales que llevaron a las partes a la guerra, promoviendo así un
cambio pacífico” (Solà-Martín, 2006). En otras palabras, si bien la Misión consiguió la
paz negativa (ausencia de conflicto armado abierto) no ha logrado construir una paz
positiva y duradera. Para algunos autores, la presencia indefinida de fuerzas

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internacionales de mantenimiento de la paz ha prolongado innecesariamente la resolución
del conflicto (Fernández-Molina & Ojeda-García, 2020), al contribuir con el sostén del
balance asimétrico de poder entre las partes que llevó a la violencia en un primer lugar
(Solà-Martín, 2006). Con el referéndum bloqueado por las acciones de Marruecos, la
función de la MINURSO se reduce actualmente a verificar el cumplimiento del cese al
fuego entre las partes, proveer apoyo logístico para las “medidas de confianza” entre
partes, como las visitas familiares organizadas por la Oficina del Alto Comisionado para
los Refugiados de la ONU (UNHCR) y monitorear las actividades de desminado de
ambos lados del Berm (Fernández-Molina & Ojeda-García, 2020).
A excepción de la MINURSO, todas las misiones de paz de Naciones Unidas
contemporáneas incluyen un componente de derechos humanos en su mandato (Sidati,
López, Núñez Villaverde, Capella Soler, & Daha, 2012). Esta modificación al mandato
de la MINURSO se ha discutido en diversas ocasiones en el Consejo de Seguridad,
infructuosamente hasta ahora. La decisión de autorizar a la MINURSO a vigilar el respeto
de los derechos humanos en el Sáhara Occidental y en los campamentos de Tinduf (en
territorio argelino) requeriría el consentimiento de Marruecos, del Frente Polisario y de
Argelia, “poniendo a prueba el compromiso con los derechos humanos de todas las
partes” (Capella Soler, 2011).
Las razones por las que Marruecos se niega a dar su consentimiento para la
modificación del mandato de la MINURSO son dobles: por una parte, lo ven como una
amenaza a su soberanía, al no querer que ningún aspecto de su control sobre el territorio
sea cuestionado. Por otro lado, Marruecos cree que el asunto de los Derechos Humanos
ha sido politizado y se está utilizando en su contra. Desde su punto de vista, la demanda
por incluir el asunto ha emanado de países y organizaciones de la sociedad civil que son
hostiles a la posición marroquí.

Conclusiones
El conflicto en el Sahara Occidental está congelado por múltiples razones: las dos
principales son la falta absoluta de reconocimiento y confianza entre Marruecos, por un
lado, y el pueblo saharaui por el otro, y la conjunción de intereses de Francia y Estados
Unidos, en conjunto con España, en que todo se mantenga como está en el Sahara
Occidental.
Las Naciones Unidas, y especialmente la MINURSO, juegan un doble rol en esta
disputa, a su vez: el de actor y el de ámbito de actuación de otros actores. Si bien la

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MINURSO tiene una existencia propia, sus acciones están subordinadas a lo que los
miembros permanentes del Consejo de Seguridad decidan, y por lo tanto la situación
actual, en la que la Misión se ve impedida de cumplir el objetivo para el que fue creada,
probablemente se mantenga hasta que haya alguna disrupción notable o cambio en el
balance de fuerzas entre los Estados. Rusia y China no tienen un rol protagónico en este
conflicto, por lo que no disputan la hegemonía occidental en las decisiones sobre este
conflicto.

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