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Actas de Fiscalizacion y Debido Procedimiento Administrativo, Por Jaime Jara SCH
Actas de Fiscalizacion y Debido Procedimiento Administrativo, Por Jaime Jara SCH
ACTAS DE FISCALIZACIÓN Y
DEBIDO PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO*
JAIME JARA SCHNETTLER**
CRISTIÁN MATURANA MIQUEL***
1º. GENERALIDADES
1.1. ÁMBITO. El presente artículo tiene por objeto estudiar la legitimidad, validez y
fuerza probatoria que ostentan las actas o constancias previas de fiscalización emanadas
de los funcionarios de las entidades fiscalizadoras de la Administración del Estado. Como
se sabe estos diligenciamientos administrativos son de la más alta importancia en la
actualidad, de cara a la demostración en los procesos sancionatorios posteriores de las
responsabilidades de los sujetos fiscalizados frente a la vulneración de las normativas
aplicables en variados ámbitos regulatorios.
El examen que prosigue, si bien centrado en un contexto regulatorio definido, persi-
gue aportar claridad sobre dos aspectos de interés general y que se enuncian a continua-
ción:
a. Es conforme a derecho un acta de fiscalización obtenida por un organismo de
control sin posibilitar audiencia, contradicción o aun presencia en el trámite previo de
fiscalización de representantes de la entidad fiscalizada.
b. Es posible otorgar mérito probatorio a un acta de fiscalización que sólo da cuenta
de declaraciones orientadas previamente por los propios agentes fiscalizadores en un
documento tipo impreso con anterioridad a la diligencia inspectiva.
*
El presente artículo corresponde a un informe en derecho evacuado por los autores que se publica con la debida
autorización y previo a las adecuaciones académicas pertinentes.
**
Magíster en Derecho Constitucional. Profesor de Derecho Administrativo, Facultad de Derecho, Universidad de
Chile.
***
Profesor de Derecho Procesal. Director del Departamento de Derecho Procesal, Facultad de Derecho, Universidad
de Chile.
1
GARCÍA (2006) p. 13.
2
FERRADA (2000) pp. 595-596.
3
PANTOJA (1998) p. 352.
4
Según lo previsto en el numeral 1 del artículo 47 de la Ley Nº 20.255, de Reforma Previsional, corresponde como
función de la nueva Superintendencia de Pensiones, en general, el: 1. Ejercer aquellas asignadas a la Superintendencia
de Administradoras de Fondos de Pensiones en el decreto ley Nº 3.500, de 1980, en el decreto con fuerza de ley Nº 101, del
mismo año, del Ministerio del Trabajo y Previsión Social y en otras normas legales y reglamentarias vigentes.
5
Cfr. CARMONA (2000) p. 15.
6
Facultad reiterada en el numeral 10 del artículo 47 de la Ley Nº 20.255, de Reforma Previsional: 10. Aplicar
sanciones a sus fiscalizados por las infracciones a las disposiciones legales o reglamentarias que los regulan, especialmente
conforme a lo dispuesto en el Título III del decreto con fuerza de ley Nº 101, de 1980, del Ministerio del Trabajo y Previsión
Social.
7
Cfr. RIVERO (2000) p. 197.
válidas y si se sujetan a las reglas propias que gobiernan el ejercicio de la potestad puni-
tiva que se reconoce a la autoridad administrativa.8
2.2. PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO APLICABLE AL EJERCICIO DE ESTAS FACULTADES. En
ausencia de mayores previsiones contenidas tanto en el D.L. Nº 3.500 de 1980 como en
el D.F.L. Nº 101 del mismo año, para la tramitación de los procedimientos de fiscaliza-
ción así como de aquellos relativos a la imposición de sanciones por la Superintendencia
de Pensiones,9 corresponde aplicar en la especie las normas supletorias de la Ley
Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen los actos de los
órganos de la Administración del Estado.
En efecto, el inciso 1º del artículo 1º de esta ley, expresa, bajo el epígrafe procedi-
miento administrativo, lo siguiente: La presente ley establece y regula las bases del proce-
dimiento administrativo de los actos de la Administración del Estado. En caso de que la ley
establezca procedimientos administrativos especiales, la presente ley se aplicará con carácter
de supletoria. Por lo tanto la ley Nº 19.880 al establecer, mediante supletoriedad, un
procedimiento básico, determina su aplicación directa en todos aquellos casos en que no
exista contemplada una ritualidad específica aplicable, que rige para todos los órganos
administrativos y para cualquier categoría de actos que puedan afectar a los ciudadanos
en su relación con la Administración del Estado.10
En armonía con lo anterior y tratándose de los procedimientos sancionatorios que
instruía la ex Superintendencia de AFP, actual Superintendencia de Pensiones, dicho
marco jurídico de aplicación de la facultad represiva ha sido ratificado en estos términos
por la jurisprudencia de nuestros Tribunales de Justicia:
6º) Que a la luz de las disposiciones constitucionales citadas, la potestad sancionatoria
que ejercen los organismos fiscalizadores debe ajustarse a condiciones mínimas de racio-
nalidad que aseguren la justicia de la decisión que adopten, en la medida que el acto
administrativo va a afectar los derechos de los administrados, lo que exige respetar ga-
rantías procesales mínimas y, además de determinar con precisión cuál es el comporta-
miento infraccional que se reprocha, oír a la persona a la que supuestamente habrá de
afectar la sanción.
Sólo de esta manera podrá el afectado tener conocimiento de las infracciones que
se le atribuyen, a la vez que constatar que el fiscalizador se ha ajustado al marco de
8
GARCÍA (2006) p. 35.
9
El artículo 91, Nº 64, de la Ley Nº 20.255, de Reforma Previsional, introdujo en el numeral 8 del artículo 94 del
D.L. Nº 3.500, la regulación general del trámite de formulación de cargos por la Superintendencia y de evacuación de
descargos por parte de la entidad investigada en los siguientes términos: Para estos efectos y en forma previa, la Super-
intendencia oficiará a las sociedades administradoras antes mencionadas con el objeto de poner en su conocimiento los hechos
que se le imputan como constitutivos de infracción, a fin de que éstas, dentro del plazo de diez días hábiles contados desde la
recepción del respectivo oficio, procedan a formular sus descargos y acompañen las probanzas en que fundamentan sus
alegaciones. Es evidente que la disposición introducida no deroga ni desplaza la aplicación de las normas de la Ley
Nº 19.880 en lo relativo a la prueba en el procedimiento administrativo. Sólo impone acompañar probanzas junto
a los descargos, esto es, estrictamente prueba documental. Pero nada expresa en relación a los medios probatorios que
no pueden acompañarse, como lo son la confesional, la prueba de testigos o aun la solicitud de informes o pericias
técnicas.
10
Cfr. VERGARA (2006) pp. 8-9; VERGARA (2007) pp. 31-48. También en: CORDERO (2007) p. 49.
11
AFP Cuprum c/ Superintendencia de AFP (2006). En el mismo sentido Ortúzar Solar con Superintendencia de AFP
(2007).
12
JARA (2008) p. 289.
13
CORDERO (2003) pp. 50-51.
14
[
] es esta la primera oportunidad en que una norma de rango legal define el acto administrativo, los agentes que
lo generan y su ámbito de aplicación dentro de la Administración con un criterio amplio; es decir, concibiendo como
tales actos no sólo los decretos y resoluciones sino otras manifestaciones de voluntad de la autoridad ejecutiva, como
son las declaraciones de juicio dictámenes constancias o conocimientos (informes), que pueden traer aparejadas
diversas consecuencias jurídicas, como, por ejemplo, recursos, reconocimiento de derechos o negación de una preten-
sión o solicitud. (Vid., Nuevo Informe de las Comisiones unidas de Gobierno, descentralización y regionalización
y de Constitución, legislación, justicia y reglamento, recaído en el proyecto de ley: 10 de septiembre de 2001).
15
Así lo concluye la doctrina española en presencia de una análoga norma que inspira el art. 35 de la Ley Nº 19.880.
Cfr. BARRERO (2006) p. 242.
su práctica no pueda tener relevancia alguna en la decisión que se dicte. Ello supone que el
rechazo por esta causa de las pruebas propuestas por el interesado debe siempre efectuar-
se mediante resolución motivada (art. 35, inc. final); negativa que puede ser causa de
indefensión, habilitando la impugnación separada del acto intermedio de rechazo y pu-
diendo provocar a la larga, en su caso, la ilegitimidad del acto terminal del procedimien-
to (art. 15, ley Nº 19.880).
2. El órgano administrativo está obligado a abrir un término probatorio, esto es,
a realizar actividades probatorias en una fase formal y especialmente contradictoria,
en dos claros supuestos: si no le constan los hechos alegados por los interesados o bien,
cuando la naturaleza del procedimiento lo exija (art. 35, inc. 1º). La doctrina com-
parada deduce de esta norma una regla que perjudica la pasividad probatoria de la
Administración: los hechos sobre los que el órgano administrativo no ha producido
prueba en el procedimiento deben entenderse, a contrario, como tácitamente reconoci-
dos por la Administración que no podrá dictar resolución final desconociéndolos o
negándolos, sea expresa o tácitamente. En cuanto a la expresión naturaleza del proce-
dimiento se ha entendido que en ciertas ritualidades especialmente gravosas o perju-
diciales para el particular, como son los procesos sancionatorios, resulta obligado el
decretar un período formal de prueba en que rija plenamente la regla de contradicto-
riedad.
3. Finalmente, está obligado el órgano administrativo a realizar las actividades proba-
torias respetando siempre el principio de la contradictoriedad que analizaremos detalla-
damente a continuación.
2.3.2. Principio de contradictoriedad probatoria. Existen ciertas pruebas que, por sus
características, deben siempre ser practicadas en presencia y con la participación de los inte-
resados. A ello responde el artículo 35 de la ley Nº 19.880 que faculta al órgano instruc-
tor para abrir un plazo específico de prueba, de 10 a 30 días (inciso 2º). La garantía de
contradictoriedad se aprecia al imponer la ley al instructor del procedimiento la obliga-
ción de comunicar a los interesados, con la antelación suficiente el:
1. inicio de las actuaciones probatorias (art. 36), y
2. el lugar, fecha y hora en que se practicará la prueba, con la advertencia, en su caso,
de que el interesado puede nombrar peritos para que le asistan (art. 36, inciso final).
En caso que no se dé cumplimiento a esta regla de contradictoriedad se configura el
vicio de indefensión para la parte que aparece privada de su derecho a rendir prueba de
manera debida y oportuna o bien de la facultad de participar o presenciar dicha práctica,
para la que necesariamente debe ser citado. Este defecto autoriza la impugnación, tanto
de los actos preparatorios que hubieren incurrido en esta irregularidad, sin perjuicio de
la influencia que dicho acto pueda tener en lo dispositivo de la resolución definitiva del
procedimiento (art. 15, inc. 2º, ley Nº 19.880).
Es oportuno enfatizar que la ley Nº 19.880 considera a tal punto la importancia de
esta exigencia de audiencia en materia procedimental que contempla en su artículo 60
como primera causal de interposición del recurso extraordinario de revisión de los actos
firmes en vía administrativa, el que la resolución se hubiere dictado sin el debido emplaza-
16
CGR Dictamen: Nº 12.971 de 2006.
17
Por todos: GARCÍA DE ENTERRIA, y FERNÁNDEZ, (1995) p. 485.
18
BARRERO (2006) p. 249.
19
MENÉNDEZ et al. (2005) p. 56.
20
En doctrina los sistemas de apreciación o valoración de la prueba en materia administrativa se pueden reducir a dos:
el de la prueba legal o tasada, que establece la fuerza probatoria de cada medio probatorio, con lo que el órgano decisor
resulta vinculado en la apreciación de la prueba a lo que resulte de la aplicación automática del precepto legal, y el de
la prueba libre, que deja libertad al órgano para determinar la eficacia de la prueba practicada. Cfr. GONZÁLEZ (1997)
p. 761.
21
BREWER-CARÍAS (2003) p. 144.
22
Cfr. GONZÁLEZ (2006) p. 762.
23
Cfr. BARRERO (2006) p. 261.
24
BARRERO (2006) p. 345.
25
GARCÍA (2006) p. 180.
26
RIVERO (2000) p. 204.
27
RIVERO (2000) p. 204.
28
Así se han expresado las consecuencias de este conflicto: La presunción de certeza del acta de inspección origina dos
consecuencias que vulneran la presunción de inocencia en el procedimiento administrativo sancionador: por un lado, conlle-
va la inversión de la carga de la prueba sobre el imputado; por otro lado entraña la conversión del acta de inspección en una
prueba legal o tasada que excluye la valoración racional de las pruebas (ALARCÓN (2007) pp. 443-444).
29
SANTAMARÍA PASTOR (1999) p. 401.
30
ALARCÓN (2007) p. 412. En el mismo sentido, detalladamente: HUERGO (2007) p. 426.
31
STC rol Nº 244, 26.08.1996, considerando 9º.
vigilancia sobre el proceder de los empleados públicos que aquél dirigido a fiscalizar la acti-
vidad de los jueces.32
Esta presunción de inocencia aplicada al ejercicio de la potestad sancionadora gu-
bernativa tiene como efecto trasladar al órgano administrativo la carga de la prueba de
los hechos constitutivos de la infracción. La trascendencia de este principio fundamental
concede a la actividad probatoria en el procedimiento sancionador una especial relevan-
cia, aun con respecto a los restantes procedimientos de esta índole.33
El contenido administrativo de esta presunción comporta según la doctrina más
autorizada tres garantías:34
1º. Que la sanción esté basada en actos o medios probatorios de cargo o incriminadores de
la conducta reprochada;
2º. Que la carga de la prueba corresponde a quien acusa, sin que nadie esté obligado a
probar su propia inocencia;
3º. Y que cualquier insuficiencia en el resultado de las pruebas practicadas, libremente
valoradas por el organismo sancionador, debe traducirse en un pronunciamiento absolutorio.
En consecuencia, la presunción de inocencia, de indiscutible raíz constitucional,
impone en los procesos sancionatorios instruidos por la Administración una doble con-
currencia de certeza, tanto de los hechos imputados como en el juicio de culpabilidad
efectuado. La interpretación del valor probatorio de las actas de fiscalización emanadas
de los funcionarios de la Administración no puede por ello sino partir de esta presun-
ción. Sólo si se verifican las dos certezas señaladas cabrá que dicha presunción quede
desplazada. Por ello toda resolución sancionadora administrativa implica el rechazo de
responsabilidades presuntas u objetivas, así como de la inversión de la carga de la prueba
en relación con el presupuesto de la sanción. Con acierto se ha expresado que cuando el
inculpado en el procedimiento sancionatorio aporta pruebas llamadas a rebatir el cargo
formulado no está, en puridad, probando su inocencia, lo que sería contrario a la Cons-
titución, sino actuando contra el acto de prueba aportado por la parte contraria.35
4.2. RELATIVIZACIÓN DEL VALOR PROBATORIO DE LAS ACTAS DE FISCALIZACIÓN ADMINISTRA-
TIVA. Las actas de fiscalización no son actos de fe pública. En efecto, por regla general y
salvo expresa mención de la ley,36 los funcionarios fiscalizadores de los Órganos de la Ad-
32
ALCALDE (2003) p. 235.
33
GALLEGO y MENÉNDEZ (2001) pp. 189-190.
34
NIETO (2002) p. 381.
35
BARRERO (2006) p. 348.
36
Un caso excepcional es el de los inspectores laborales de la Dirección del Trabajo, que de conformidad al artículo 23
de la ley orgánica de dicho servicio, el D.F.L. Nº 2 de 1967, tienen tal carácter:
Artículo 23.- Los Inspectores del Trabajo tendrán el carácter de ministros de fe de todas las actuaciones que realicen en el
ejercicio de sus funciones, dentro de las cuales podrán tomar declaraciones bajo juramento.
En consecuencia, los hechos constatados por los Inspectores del Trabajo y de los cuales deban informar de oficio o a requeri-
miento, constituirán presunción legal de veracidad para todos los efectos legales, incluso para los efectos de la prueba judi-
cial.
En el mismo sentido de excepcional plena prueba puede mencionarse el artículo 166 del Código Sanitario:
Artículo 166. Bastará para dar por establecida la existencia de una infracción a las leyes y reglamentos sanitarios el
testimonio de dos personas contestes en el hecho y en sus circunstancias esenciales; o el acta, que levante el funcionario del
Servicio al comprobarla.
ministración del Estado no son ministros de fe, no están investidos de fe pública ni tampo-
co son fedatarios públicos. Dicha circunstancia, en el caso particular de la Superinten-
dencia de Pensiones, objeto de este estudio, aparece avalada por lo dispuesto en el artícu-
lo 14, inciso final del D.F.L. Nº 101, de 1980, en relación a su artículo 18, inciso 1º, que
sólo otorga la condición de fedatario al Jefe de la División de Administración Interna de
ese servicio y para los limitados efectos que en esos preceptos se establecen. 37
Lo anterior no significa que los hechos que constaten dichos funcionarios no tengan
valor probatorio. Pero dicha eficacia no se configura sobre la base de su consideración
como un acto emanado de un ministro de fe, cuando en derecho no tienen tal calidad,
salvo excepciones, sino sobre la base de su consideración como un instrumento probatorio
más. Para algunos autores con un valor especial, a medio camino entre la prueba que
vincula al órgano competente en su resolución y una prueba realmente libre en su valo-
ración.38 Mientras que para otro sector de la doctrina dichas actas sólo tendrían una
simple calidad de prueba normal, sin valor jurídico especial ninguno.39
Así lo corrobora el inciso 6 del numeral 8 del artículo 94 del D.L. Nº 3.500 de
1980, que a propósito de las reclamaciones jurisdiccionales deducidas en contra de los
actos sancionatorios de la Superintendencia de Pensiones, expresa que: Los funcionarios
de la Superintendencia prestarán declaraciones ante los Tribunales, en las reclamaciones a
que se refiere este número, mediante informes escritos, los que constituirán presunciones lega-
les acerca de los hechos por ellos personalmente constatados, sin perjuicio de la facultad del
Tribunal de citarlos a declarar verbalmente como medida para mejor resolver. Este precep-
to reafirma lo dicho: se trata de una presunción simplemente legal, iuris tantum, que no
es absoluta ni indiscutible; que puede ser enervada por otras pruebas que conduzcan a
soluciones diversas. Por ello nada impide que las actas de fiscalización puedan ser con-
trovertidas, discutidas y aun que en su contra puedan utilizarse por el interesado otros
diversos medios de defensa oportunos.
37
Artículo 14.- Corresponde a la División de Administración Interna en general el manejo operativo interno del Servicio
y principalmente: [
]
El jefe de esta División tendrá el carácter de Secretario del Servicio y tendrá la calidad de Ministro de Fe en aquellas
actuaciones que digan relación con transacciones y otorgamiento de certificados y copias de documentos oficiales emanados de
la Superintendencia, y en los casos que así lo dispongan las leyes y reglamentos.
Artículo 18.- Las resoluciones del Superintendente que impongan multas o la disolución de una administradora serán
fundadas y se notificarán personalmente a su representante legal por intermedio de quien se desempeñe como Ministro de Fe
de la Superintendencia o de un Notario Público.
38
BARRERO (2006) p. 345.
39
GARCÍA (2006) p. 226; en el mismo sentido: ALARCÓN (2007) p. 414. Esta última autora plantea que respecto del
valor probatorio de las actas de fiscalización se han planteado tres diversas doctrinas:
1. Tesis según la cual las actas de fiscalización carecen de valor probatorio. Por tratarse de diligencias previas obtenidas sin
respetar la garantía de contradictoriedad que rige en el procedimiento administrativo, no podría reconocérseles fuerza
probatoria. Sólo tendrían la consideración de simples documentos de respaldo de una denuncia.
2. Tesis según la cual las actas de fiscalización son pruebas normales. En la medida que son otorgadas por funcionarios
competentes con las formalidades legales, constituirían a lo menos instrumentos públicos y como tales, un medio
probatorio que puede usarse en el procedimiento sancionador respectivo.
3. Tesis según la cual las actas de fiscalización son pruebas especiales dotadas de presunción de veracidad o certeza. Según
esta tesis las actas de inspección serían medios privilegiados a los cuales se dota de una eficacia probatoria superior en
razón de la presunción de veracidad o certeza que beneficia a los hechos en ellas consignados.
Este último carácter atribuido por la ley de presunción legal bien puede ser vincu-
lado con su condición documental. En efecto, las actas pueden ser calificadas legalmente
como instrumentos públicos del artículo 1699 del Código Civil, en la medida en que
se autorizan por funcionarios competentes en el ejercicio de sus funciones y con las solemnida-
des legales. De ahí que no sea sino un medio ordinario de prueba más, sin que la partici-
pación del funcionario pueda de suyo atribuirle veracidad automática e incontrarrestable al
contenido mismo de su constatación.
Por ello las actas de fiscalización constituyen sólo un primer medio de, prueba, esto es,
un elemento inicial fundamentador, de cargo, pero no concluyente para la posterior
decisión administrativa sobre los hechos que constan en las diligencias de fiscalización.
Porque su valor o eficacia deberá examinarse a la luz del principio de la libre valoración de
la prueba que consagra el artículo 35, inciso 1º, de la ley Nº 19.880: Los hechos relevan-
tes para la decisión de un procedimiento, podrán acreditarse por cualquier medio de prueba
admisible en derecho, apreciándose en conciencia.
En consecuencia, el acta de fiscalización es un medio de prueba que siempre puede
ser vencido mediante la aportación de elementos que lo contradigan. El ordenamiento
jurídico, salvo casos expresos y excepcionales, no atribuye a las actas y a sus constataciones
fe pública, sino sólo relevancia probatoria. Y este valor probatorio no es pleno, sino
limitado. No obligan al órgano fiscalizador a resolver en el sentido afirmado en esos
documentos marginando el resultado que arrojen otras pruebas aparejadas en la tramita-
ción del procedimiento sancionatorio. Por el contrario, lo verificado por el acta de ins-
pección no posee una veracidad absoluta e indiscutible: siempre puede ceder frente a
otras pruebas que aportadas por el interesado conduzcan a conclusiones diversas; o bien
por objeciones que realicen los propios participantes en el expediente destinadas a des-
conocer su valor por diversos motivos, que serán apreciados en forma fundada y basados
en las reglas de la lógica y las máximas de la experiencia.
Así lo corrobora la doctrina:
Las actas no constituyen pruebas incontrovertibles, sino elementos probatorios
susceptibles de ser valorados y llevar al convencimiento de la realidad de la conducta que
se impute en las mismas. Por tanto, nada impide que frente a las actas se puedan utilizar
los medios de defensa oportunos, lo cual no supone invertir la carga de la prueba, sino
actuar contra el acto de prueba aportado por la parte contraria. 40
En nuestro nuevo ordenamiento procesal administrativo es esta la conclusión obli-
gada frente a los derechos actualmente reconocidos por la ley Nº 19.880. En efecto, el
derecho a utilizar todos los medios de prueba admisibles en Derecho consagrado en el
artículo 35 de la ley y la facultad que de conformidad al principio de contradictoriedad de
su artículo 10 asiste a los interesados para formular alegaciones y presentar pruebas en
cualquier momento del procedimiento. Éstos serían preceptos sencillamente vacíos de
todo contenido si quisiera atribuirse a las constataciones de los funcionarios un valor
incontrovertible y absoluto, más allá de cualquier otra prueba que pueda producirse en
la tramitación administrativa contradictoria. Aquello pugna, además, con el sistema de
40
GARCÍA (2006) p. 229.
41
Debe recordarse que el principio de que la prueba sea libre, racional y razonadamente valorada, excluye en principio
la existencia de pruebas tasadas en el procedimiento administrativo sancionador. Cfr. ALARCÓN (2007) p. 412.
42
En una posición bastante más restrictiva se sitúa ALARCÓN, quien expresa: A nuestro entender, las actas de inspec-
ción [
] no son pruebas documentales anticipadas en los procedimientos sancionadores, sino diligencias previas sin
valor probatorio originario (ALARCÓN, 2007, p. 386).
43
ALARCÓN (2007) p. 414.
44
GARCÍA (2006) p. 221.
45
GARCÍA (2006) p. 222.
46
CORDERO (2003) p. 72.
47
Las actas de inspección y similares son, siempre que satisfagan ciertas garantías [
] pruebas de cargo suficientes y
válidas para enervar la presunción de inocencia, no porque prevalecen sobre los demás medios probatorios en virtud
de una ley, sino en tanto que la autoridad administrativa sancionadora haya decidido racionalmente que el acta
inspectora es la prueba existente que le merece más credibilidad para fundamentar su decisión (ALARCÓN (2007)
p. 437).
48
ALARCÓN (2007) p. 438.
49
ALARCÓN (2007) p. 365.
50
GARCÍA (2006) p. 214.
51
GARCÍA (2006) p. 215.
decir para que la presunción iuris tantum de certeza se otorgue a las afirmaciones de ciertos
funcionarios que den cuenta de hechos directamente apreciados por ellos, esa constatación
debe ser posible de efectuar de forma objetiva y sin necesidad de realizar valoraciones críticas
y siempre que por su fugacidad o por cualquier otra causa realmente no puedan ser probados
de otro modo en el proceso posterior.52
Según se dijo, el fundamento del valor probatorio iuris tantum de las actas radica en
la imparcialidad del funcionario, en la objetividad que debe presidir su actuación y en su
capacidad técnica. Esto implica que sólo aquellos hechos que dicho agente público haya
podido verificar pueden amparar este valor para esas constataciones.
Esta necesidad de comprobación directa deriva del propio carácter instrumental de
las actas de inspección. En estos documentos la posibilidad de certidumbre llega hasta
donde alcanza la percepción u observación directa del funcionario, pero en ningún caso
abarca a la veracidad de las declaraciones realizadas por las partes que escapan de dicha
percepción.
Por otra parte, las actas sólo pueden verificar hechos objetivos que se incorporen a las
mismas. Es decir, deben limitarse a factores que por su objetividad sean susceptibles de
percepción directa por el fiscalizador o a los inmediatamente deducibles de aquéllos o
acreditados en la propia acta.53 Ello exige la completa descripción de tales hechos, y
además la especificación de la forma en que se ha llegado a su conocimiento, no bastan-
do la pura consignación del resultado final de la investigación. Estos hechos, además,
deben ser coetáneos con la labor fiscalizadora.
Los autores han precisado que si el acta se refiere a hechos situados en el pasado,
lógicamente insusceptibles de captación directa por el inspector, su comprobación pasa a
ser un enjuiciamiento de hecho y no una constatación, por lo que esa acta no puede benefi-
ciarse con la presunción de certeza atribuida a dichos documentos.54 Por ello deben quedar
excluidos del acta de fiscalización las calificaciones jurídicas, los juicios de valor, las sim-
ples opiniones, las meras conjeturas, que ya no corresponden a una labor imparcial del
funcionario, comprobando hechos objetivos, sino que pasa a introducir en ellos su pro-
pia perspectiva subjetiva. Las posibles deducciones que pueda llevar a cabo un fiscaliza-
dor carecen por ello de virtualidad en el acta misma por faltar, precisamente, el conoci-
miento directo de los hechos ciertos y objetivos que le permitieron levantar el acta.
Así lo expresa la doctrina:
[...] la presunción de veracidad sólo alcanza o beneficia a los hechos consignados
en el acta por percepción directa del inspector actuante, de forma que al desempeñar la
función los advierte y recoge; no se extiende, por consiguiente, a las simples apreciacio-
nes globales, juicios de valor o calificaciones jurídicas del inspector. En suma, para que
las actas de inspección puedan surtir plenos efectos y comportarse como una auténtica
prueba de cargo han de cumplir escrupulosamente con el conjunto de exigencias que las
vinculan. En la medida en que en el acta no se hagan constar con claridad los hechos
52
GARCÍA (2006) p. 232.
53
Cfr. ALARCÓN (2007) p. 439.
54
GARCÍA(2006) p. 234.
que imputa, posea un contenido más allá del normativamente establecido o se haya
levantado infringiendo las reglas formales propias, habrá de considerarse que nos halla-
mos ante un acto contrario a Derecho, carente de la correspondiente eficacia.55
Finalmente y en lo que interesa a este estudio, en el caso de incorporación al acta
inspectiva de alegaciones o declaraciones del sujeto fiscalizado, éstas sólo pueden ser
atribuidas a quien figura realizándolas, sin que les sea aplicable la presunción de que
emanan de hechos comprobados por el funcionario.56
4.5.2. Deber de ratificación del acta en el procedimiento posterior. La obligación de
ratificación por parte del funcionario que constata los hechos materia del cargo resulta
una exigencia ineludible. Ello se justifica, sobre todo, si el presunto responsable niega los
hechos en el procedimiento sancionatorio instruido con posterioridad.
Lo anterior se justifica porque la negativa del inculpado en el proceso sancionador
posterior puede implicar un indicio de que las circunstancias referidas por el fiscaliza-
dor en su acta deben ser examinadas con mayor detención antes de su simple acepta-
ción por el órgano sancionador. Precisamente según el artículo 35, inciso 2º, de la ley
Nº 19.880, una de las causas que pueden motivar la apertura de la fase de prueba en el
procedimiento es que no consten a la Administración los hechos alegados por el
interesado. Así la oposición de éste a los hechos verificados por el funcionario fiscali-
zador puede suponer un indicio de contradicción que precise de la realización de
prueba adversarial con la necesaria ratificación por parte del funcionario de sus actua-
ciones previas.
4.5.3. Actas de fiscalización cuando integran a su contenido otros medios de prueba.
Limitaciones. El acta de fiscalización, como elemento probatorio especial, se justifica en
la necesidad de reflejar hechos objetivos in situ que pasan ante el funcionario inspector
y que éste comprueba personalmente. Es esa situación eminentemente externa al ob-
servador imparcial la que le permite dejar debida constancia de ellos.57
Sin embargo, no es inhabitual que estas actas de fiscalización en la práctica extien-
dan su eficacia a hechos que carecen de dicha cualidad, caso en que resulta imperativo,
en amparo del debido proceso administrativo, la explicitación de los verdaderos medios de
prueba que subyacen a esa pretendida constatación documental.58
Se trata de casos frecuentes en que el fiscalizador actuante se sirve, por ejemplo, de
declaraciones de testigos o bien de un informe técnico pericial, incorporados de hecho
en el acta respectiva.
La doctrina ha expresado acertadamente que en tales casos corresponde que dichos
medios probatorios deban practicarse con sometimiento al conjunto de garantías que les
son propias. Esas condiciones tienden, en definitiva, a salvaguardar el conocimiento del
interesado y la consiguiente posibilidad de rebatir los elementos de convicción, dando
55
BARRERO (2006) p. 351.
56
GARCÍA (2006) p. 217.
57-58
BARRERO (2006) p. 348.
así cumplimiento a la exigencia de que las pruebas de cargo deben ser obtenidas con
todas las garantías del debido proceso.59
En relación a esta materia y en particular a la integración de hechos que no son
directamente cognoscibles por el funcionario fiscalizador, sino que precisan, para acce-
der a ellos, de otros medios de prueba, concretamente de la declaración de testigos, una
sentencia extranjera ha expresado la siguiente doctrina que estimamos aplicable a nues-
tro régimen procesal administrativo:
En estos casos, si la empresa expedientada niega los hechos imputados, la prueba debe
practicarse en el procedimiento sancionador, con las adecuadas garantías de publicidad, y en
su caso, de identidad y responsabilidad de los testigos que aporten los datos de conocimiento
pertinentes. No cabe en tal sentido sustituir la declaración del concreto testigo, por simples
referencias genéricas de informaciones dadas al Inspector por los trabajadores, lo que daría al
procedimiento sancionador una morfología de opacidad y secretismo, incompatibles con las
garantías de defensa que proclama [...] la Constitución [...].60
59
BARRERO (2006) p. 352.
60
Sentencia del Tribunal Supremo español de 17 de junio de 1997, citada por: BARRERO (2006) p. 353.
61
BARRERO (2006) p. 282. En la misma línea: ALARCÓN (2007) p. 369. Para esta autora, en garantía de la regla de
contradictoriedad, la práctica de la prueba testifical necesariamente exige que el testimonio se realice originariamente
en presencia del imputado. Advierte además esta autora que el examen y objeción posterior sobre su resultado final no
subsana la diligencia probatoria ni constituye una garantía suficiente para el inculpado.
62
MATURANA (2003) p. 101.
63
GARCÍA (2006) p. 217.
64
BREWER (2003) p. 146.
65
ALARCÓN (2007) p. 184.
[...] sólo se consigue que la Administración interrogue como mero testigo a quien ya tiene la
intención de acusar para conseguir una declaración que no obtendría si iniciara un procedi-
miento sancionador en su contra. [...] Es decir, no cabe demorar la iniciación del procedi-
miento punitivo con el fin de obtener el testimonio de un sujeto sobre datos por los que pueda
resultar incriminado, si ya se cuenta con indicios racionales para formular una acusación en
su contra.66
5.3. DECLARACIONES PRECONSTITUIDAS EN ACTAS INSPECTIVAS IMPORTAN UNA LESIÓN A
LA GARANTÍA DE CONTRADICTORIEDAD PROBATORIA DE LA LEY Nº 19.880: carecen de mérito
legal como prueba testimonial. Invariablemente, tanto la doctrina como la jurispruden-
cia extranjera han negado la condición de prueba testimonial válida a las manifestacio-
nes o declaraciones de ciertas personas sobre hechos recogidos en un acta que luego se
incorpora a un expediente administrativo o jurisdiccional.67 Lo anterior, considerando
que se estaría en presencia de una prueba practicada sin las debidas garantías de contra-
dicción propias de todo proceso, llegándose a calificar la aportación posterior de esos
antecedentes al expediente como una práctica viciosa.68
Este también ha sido el criterio aplicado por nuestros tribunales de justicia al
examinar el valor de la prueba testimonial forjada mediante diligencias ajenas al
procedimiento respectivo. Se ha sostenido que no procede dar el valor de prueba
testimonial a las declaraciones prestadas en un sumario independiente del juicio en que
se hacen valer, sin que se baya ratificado en éste con las formalidades propias de la
prueba testimonial.69 Para sostenerlo así se ha considerado que la prueba de testigos
queda sujeta siempre, en su examen, a la contradicción de las partes, de modo que
no pueden éstas enfrentarse sorpresivamente a una testimonial preconstituida y
extraprocesal.
Subyace a este temperamento el propósito de que los testigos declaren ante la auto-
ridad llamada a decidir el proceso respectivo, con las formalidades que la ley señala en
resguardo del derecho de audiencia y del principio de contradicción probatoria que
corresponde a las partes interesadas.70
66
ALARCÓN (2007) p. 230.
67
[...] la cobertura de una prueba de testigos para las que se utilizó el acta notarial, por ausencia de las garantías
procesales de repreguntas ... es carente de cualquier valor probatorio; la virtualidad probatoria de tales actas notariales
está limitada a que es cierto que los comparecientes expresaron lo que expresan tales documentos, pero no extienden
en modo alguno a la veracidad intrínseca de tales declaraciones, ni a la intención o propósito que oculten o disimulen,
porque ésta y aquélla escapan a la percepción notarial (Sentencia del Tribunal Supremo español de 17 de mayo de
1996, citada por: BARRERO (2006) p. 281.
68
BARRERO (2006) p. 281.
69
Norddeutshcer Lloyd con Gallis (1930).
70
Una línea doctrinal afirma incluso que las actuaciones previas al procedimiento sancionador o las diligencias preli-
minares a su iniciación, no tienen en absoluto valor de prueba. De modo que carecen por sí mismas de la fuerza
acreditativa suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia del inculpado Cfr. ALARCÓN (2007) p. 381. En
consecuencia, para adquirir valor probatorio, dichas diligencias previas deben someterse a las exigencias propias del
procedimiento administrativo sancionador, particularmente si ellas han consistido en la realización de actuaciones en
la fase de información previa (art. 29, Ley Nº 19.880), que antecede al inicio del procedimiento y al período formal de
prueba contradictoria regulado en los artículos 35 y 36 de la Ley Nº 19.880.
CONCLUSIONES
1º. Tanto el ejercicio de las facultades fiscalizadoras como de las potestades
sancionatorias de la Superintendencia de Pensiones se someten supletoriamente, a falta
de regulación legal, al procedimiento y otras garantías formales contempladas en la Ley
Nº 19.880, sobre Bases de los Procedimientos Administrativos que rigen los actos de los
órganos de la Administración del Estado.
2º. La garantía del debido proceso no agota su aplicabilidad a la sede judicial, sino
que su eficacia también se extiende al procedimiento administrativo conforme a lo pre-
visto en el artículo 19 Nº 3 de la Constitución Política de la República, garantía que
desarrolla la ley Nº 19.880 respecto a las ritualidades administrativas. Según el principio
de contradictoriedad consagrado en esa ley concierne al interesado el derecho de aducir
alegaciones y aportar documentos u otros elementos de juicio en cualquier momento de
dicho procedimiento. Este principio resulta de especial aplicación en su fase probatoria
en que se determina la exactitud y veracidad de los hechos que servirán de base a la
resolución administrativa definitiva.
71
Nasser Julian, Nahvia (1980).
72
García G., Amadeo (1960).
73
Méndez B., Francisco y Otros con Méndez Z., Teresa (1964).
74
RIOSECO (1988) p. 16.
3º. El ejercicio tanto de la pretensión punitiva, como del derecho a sancionar por parte
del Estado sólo es procedente una vez que se ha destruido la presunción de inocencia. Dicho
principio resulta plenamente aplicable al Derecho administrativo sancionador.
4º. Las actas de fiscalización no son actos de fe pública; no producen plena prue-
ba ni constituyen una forma de prueba tasada absoluta e indiscutible. Sólo configuran
un antecedente probatorio más de cargo que debe ser apreciado en conjunto con las
demás pruebas que se aporten al procedimiento administrativo.
5º. Las actas de fiscalización no obligan al órgano decisor a resolver en el sentido
establecido en ellas, por regir en el procedimiento administrativo un sistema de libre
apreciación de la prueba en conciencia o sana crítica, que exige su ponderación fundada y
conjunta de acuerdo con reglas de lógica y máximas de experiencia.
6º. El valor probatorio de las actas de fiscalización queda condicionado al cumpli-
miento de los requisitos de imparcialidad, objetividad, percepción personal y directa del
fiscalizador y a la ratificación posterior del funcionario otorgante en el proceso sanciona-
dor respectivo.
7º. El interesado tiene la facultad de objetar la fuerza probatoria de las actas de
inspección si no cumplen con estos requisitos jurídicos. Si no se apareja otro medio
probatorio de cargo, deberá rechazarse éste por no haberse destruido la presunción de
inocencia que favorece al interesado. Cualquier insuficiencia en el resultado de las prue-
bas practicadas, libremente valoradas por el órgano sancionador, debe necesariamente
conducir a un pronunciamiento absolutorio por parte del órgano administrativo.
8º. Al interesado asiste el derecho a rendir prueba relevante y pertinente dentro del
proceso administrativo sancionatorio. Corresponde al órgano decisor, al ponderar la prue-
ba ofrecida según las reglas de la sana crítica, dar mayor valor a aquella que se rinde con
sometimiento pleno a la regla de contradictoriedad en desmedro de aquella preconstituida
unilateralmente por un fiscalizador, sin sometimiento a dicha garantía formal.
No constituyen genuinas actas de fiscalización administrativas ni llenan los requisi-
tos de prueba apta para producir convicción, aquellas que, bajo el pretexto de ser un
conjunto objetivo de constataciones percibidas directamente por los fiscalizadores, sólo
pretenden legitimar una indebida prueba de testigos practicada unilateralmente, al mar-
gen de las formas legales aplicables a este medio probatorio y, en general, en ausencia de
la garantía de contradictoriedad probatoria que debe regir dentro de todo debido proce-
so, sea éste judicial o administrativo. Las actas que únicamente inducen en terceros un
relato fáctico forjado previamente por los propios agentes fiscalizadores, no pueden ad-
mitirse con mérito probatorio por tratarse en definitiva de una pseudo prueba que no
respeta el principio de contradictoriedad, supuesto necesario para estar en presencia de
una legítima prueba testimonial en el procedimiento administrativo.
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