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Los feminicidios desde una perspectiva vincular

Desde la inclusión del término feminicidio en el lenguaje, como un nuevo significante


generador de significados, un importante número de casos de hombres que matan a las
mujeres por el hecho de ser mujer han salido a la luz.

De acuerdo con el listado ofrecido por el Observatorio de Violencia de Género en


colaboración con el Centro de Documentación y Estudios, en el año 2017 se produjeron
un total de 48 casos de feminicidios, de estos 35 casos se dieron al interno de relaciones
de pareja. El número de casos fue en aumento desde que estos empezaron a registrarse,
quizás no existe un verdadero aumento numérico sino que se trata de una mayor
exposición de los mismos.

El empleo del termino feminicidio permite hacer visible una realidad que se encontraba
permanentemente oculta tras una manta, normalizada y disfraza en denominaciones
tales como “crímenes pasionales” volviéndolos sucesos propios de la dependencia
afectiva y de la psicopatía. Corriendo el riesgo de caer en reducciones, se puede decir
que una mirada psicoanalítica clásica, nos lleva a encuentros cercanos con
explicaciones semejantes a la anterior, teorizando sobre las características de los
miembros de estas relaciones, sobre sus experiencias infantiles y sus puntos de fijación.
Nos habla de una mujer probablemente sumisa quien se expone a situaciones de
violencia, repitiendo compulsivamente componentes de su historia familiar y de un
hombre con características sádicas y perversas. Se encuentran en la relación ambos
lados de la moneda anal.

Desde esta perspectiva se reafirma y se sostienen los roles de víctima y de


victimario, pero el psicoanálisis vincular nos llama superar esta lectura, nos pide que
pensemos en los fenómenos que se dan dentro de los vínculos. Prefiere hablar de
superviviente (en caso de haberlo) que de víctimas, sacándolas del lugar pasivo. Nos
hace preguntar qué pasa con esos vínculos que se mantienen de manera “loca” durante
mucho tiempo antes de llegar al fatídico final. Los feminicidios son solo la punta de
una escalera de violencia que inicia con chistes, comentarios sobre el cuerpo, otros
abusos verbales y físicos tales como los golpes y la violación.
Esther Czernikowski y Silvia Gomell aporta para entender este tipo de situación desde
el concepto de la locura vincular, que se refiere a un fenómeno sustentado en el
compromiso para desconocer / reconocer de a dos o de a varios la realidad de la
castración de un situación localizada y cuyo efecto es la creación de una neo realidad
vincular, sostenida como una contradicción. [ CITATION Gom97 \l 15370 ] Habría en los
miembros del vínculo un rechazo a cumplir con el mandato cultural de formar una
familia extra parental en la que exista una primacía genital.

Este tipo de relaciones que acaban con uno de los miembros matando al otro, podría ser
producto de un vínculo que no logro enfrentar la paradoja de la fusión separatividad de
la que habla Janine Puget. Permanecen más allá del periodo inicial de enamoramiento,
el sentimiento oceánico de uno envuelto en otro, con coincidencia total. Aferrados
ilusoriamente al estado idílico inicialmente necesario. Al mismo tiempo no se logra
elaborar la paradoja en la que cada encuentro es un reencuentro. Por un lado cada uno
aporta algo irrepresentable, pero a su vez es un reencuentro con los objetos tempranos
de apego. La violencia se da al no lograr tolerar la ajenidad del otro que se nos imponen
con su presencia.

Esta mirada amplía notablemente la postura clásica, sin dejarla inutilizada. Pero no
hay duda de que el psicoanálisis vincular estaría terriblemente insatisfecho con esta
concepción y ni que decir las miles de mujeres que salen a la calle a luchar por su
emancipación. Esto se debe a que el psicoanálisis vincular nos llama a pensar a cada
vinculo dentro de su contexto, y desde la lectura de lo transcultural, adquiere un sentido
ampliado todo lo antes mencionado. Se entiende que la cuestión no acaba en que uno
de los miembros de la relación violente al otro, el que violenta es un hombre a una
mujer, en un sociedad en la que las relaciones de poder son desfavorecedoras para el
sexo femenino, tanto en lo social, en lo económico como en lo jurídico.

En el vínculo penetran las estructuras sociales y de poder, es cierto que con la


cotidianidad de la relaciones de pareja, se pueden fijar representaciones y
violentamente se busca borrar las diferencias, pero la ajenidad no tolerada es la de una
mujer, que muchas veces con sus logros o al insatisfacer los pedidos del hombre, pone
en cuestión el lugar de superioridad del partenaire.

Ya de desde lo clásico se sabe que ambos géneros se mueven a partir de sus pulsiones
tanto agresivas como libidinales. Dijo muy elocuentemente [CITATION Con \l 15370 ]
que “Lo que no anhela en su alma hombre alguno, no hace falta prohibirle, se excluye
por sí sólo. Precisamente lo imperativo del mandamiento “no matarás” nos da la
certeza de que somos del linaje de una serie interminable de generaciones de asesinos,
que llevaban en la sangre el gusto de matar, como quizá lo llevemos todavía nosotros...
patrimonio heredado de la humanidad que hoy vive” Pero la masculinidad se
estructura con un mayor apoyo social para la libre descarga de sus pulsiones agresivas.
Es que el súper yo no se acaba en la prohibición, en la culpa, muchas veces tiene
mandatos, que como dice Lacan orientan al Goce. Esto explicaría porque la mayoría de
los asesinatos son perpetrados por hombres. La violencia ocurre muchas veces, como
un intento de respuesta homeostática para mantener el poder.

Al hablar de feminicidios se busca dejar en claro el lugar de subordinación en el que se


encuentran las mujeres por su género, lo que requiere el compromiso del estado para la
protección de su integridad, asumiendo esto como un problema social y no como
producto de una patología. Marcela Lagarde deja en claro que la usencia de sanciones
para los feminicidios debe ser considerada como un crimen de estado, que se puede
manifestarse de otros formas como con la falta de datos actualizados y precisos que nos
hablen de los feminicidios. Está claro que las diferentes ramas de la psicología podrían
ampliar y profundizar las lecturas de esta problemática, desde una perspectiva de
género, si es que los intereses políticos y estatales tomaran enserio el problema y nos
permitirán acceder a más datos para entenderlos y teorizar con mayor margen.

De igual manera teniendo las tres lecturas por separado el psicoanálisis vincular,
seguiría sin estar satisfecho, el aporte se da en la integración. Los tres mundos (intra,
inter y trans) no deberían estar separados en el entendimiento, se encuentran
superpuestos y adquieren su peso de forma diferencial en cada caso.

Referencias Bibliográficas
En Paraguay hubo 48 víctimas de feminicidio en lo que va del 2017 . (19 de Diciembre de
2017). ULTIMA HORA .

Freud, S. (1915). Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte. Buenos Aires :


Amorrortu .

Gomell , S., & Czernikowski, E. (1997 ). Locura Vincular. En J. Puget, Psicoanalisis de pareja. Del
amor y sus bordes. PAIDOS .

Grupo, A. A. (2010). Saber hacer con el otro» Psicoanálisis Vincular: La Clínica. Obtenido de
http://www.aappg.org/wp-content/uploads/2010-N%C2%BA1.pdf

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