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Alysse Volkov

Alysse Volkov
Fiorella♥
Maeh
Black Rose
Liz de Rossi
Sam89
Mariana90
∞Jul∞
CJuli2516zC
Melusanti
Sofia Schwab
Ivy
Taywong
Pamela Iride

Alysse Volkov, *Andreina* & Carolina Shaw

Carolina Shaw
Sinopsis Mensaje Capítulo 33
Dedicatoria Mensaje Capítulo 34
Prólogo Mensaje Capítulo 35
4
Parte Uno Mensaje Capítulo 36
Capítulo 1 Mensaje Capítulo 37
Capítulo 2 Capítulo 14 Capítulo 38
Capítulo 3 Capítulo 15 Capítulo 39
Capítulo 4 Capítulo 16 Capítulo 40
Capítulo 5 Capítulo 17 Respuesta
Capítulo 6 Capítulo 18 Respuesta
Capítulo 7 Capítulo 19 Respuesta
Capítulo 8 Capítulo 20 Respuesta
Capítulo 9 Capítulo 21 Respuesta
Capítulo 10 Capítulo 22 Capítulo 41
Capítulo 11 Capítulo 23 Capítulo 42
Capítulo 12 Capítulo 24 Capítulo 43
Capítulo 13 Capítulo 25 Capítulo 44
Parte Dos Capítulo 26 Capítulo 45
Mensaje Capítulo 27 Capítulo 46
Mensaje Capítulo 28 Capítulo 47
Mensaje Capítulo 29 Epílogo
Mensaje Capítulo 30 Próximo Libro
Mensaje Capítulo 31 Sobre el autor
Mensaje Capítulo 32
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Para aquellos con un fuego dentro de ellos,


luchando por un mañana mejor.
Para aquellos que necesitan saber
que sus errores del pasado no los define.
Esto es para ti.
Traducido por Sofía Schwab
7

E
l chico de la sudadera roja seguía mirándome en la fila de la
caja.
Lo había visto antes, muchas veces, incluso más temprano
esa mañana de lunes. Todos los días sus amigos y él
pasaban el rato en el callejón detrás de la tienda de comestibles donde
trabajaba. Los veía cuando mi jefe me hacía romper las cajas y lanzarlas
afuera.
El chico de la sudadera roja siempre aparecía con sus amigos, cada
día. Ellos solían hacer un montón de ruido, fumar cigarros y maldecir a
montones. Él resaltaba, porque los otros tipos sonreían y reían. Parecía
mudo, casi como si su mente viviera lejos de sus alrededores. Sus labios
casi nunca se elevaban; me preguntaba si sabía lo que era sonreír. Quizás
era una persona que simplemente existía en vez de vivir.
A veces nos encontrábamos la mirada, y siempre miraría hacia otro
lado.
Se me hacía difícil mirar sus ojos acaramelados, porque lucían más
tristes que ningún otro par de ojos que alguna vez haya visto en alguien de
su edad. Tenía profundas bolsas de color violeta debajo de sus ojos, junto
con algunas arrugas, pero igualmente era lindo. Un lindo, cansado chico.
Ningún chico debería lucir tan exhausto, o tan maravilloso, todo a la vez.
Me hallaba casi segura de que vivió cien años de peleas en su juventud.
Podía decir que pasó por peores guerras privadas que la mayoría de la
gente que caminaba sobre la tierra de la manera en que él lo hacía:
hombros caídos, la espalda nunca recta.
Pero no todo de él lucía tan roto.
Su oscuro, un poco largo, cabello lucia siempre perfecto. Siempre. A
veces sacaría un pequeño peine y lo pasaría por sus mechones, como si
fuera un motociclista de los años cincuenta. Siempre usaba el mismo tipo
de atuendos, también: o una camiseta lisa blanca, o una camiseta lisa
negra, y algunas veces una sudadera roja. Sus vaqueros siempre eran
negros, junto con sus zapatos negros atados con cordones blancos. No
sabía por qué, pero aunque los atuendos eran simples, me ponía la piel de
gallina.
Noté sus manos, también. Sus manos se encontraban
constantemente envueltas alrededor de un encendedor que prendía y
apagaba, sin parar. Me preguntaba si se daba cuenta de que lo hacía. Casi
parecía que la llama del encendedor fuera parte de su existencia.
Una expresión mundana, ojos cansados, cabello perfecto, y un
encendedor en su mano.
¿Qué tipo de nombre iba con un chico como este? 8
Hunter, quizás. Sonaba como un chico malo, lo que él era, asumía.
O Gus. Gus, el motociclista. El motero Gus. O Mikey, porque sonaba
dulce, lo que sería completamente lo opuesto de como lucía, y yo
disfrutaba de cosas como estas.
Pero, su nombre, en este momento, no importaba.
Lo que importaba en este momento era que se hallaba parado
enfrente de mí. Mostraba más expresión de la que alguna vez le haya visto
cuando se paraba en el callejón. Su cara lucia colorada, y sus dedos
inquietos mientras hacía la fila de la caja en la tienda de comestibles.
Tenía una vergüenza tan fuerte, tan enternecedora en sus ojos mientras
pasaba una y otra vez sus vales de comida. Cada vez era rechazado. Saldo
insuficiente. Cada vez se ponía más y más sombrío. Saldo insuficiente. Se
mordió su labio inferior. —Esto no tiene sentido —murmuró para sí
mismo.
—Puedo probar aquí en mi caja registradora si quieres. A veces esas
máquinas están un poco torcidas —le ofrecí con una sonrisa, pero no
sonrió de vuelta. Su cara se hallaba cubierta por severas líneas de frialdad.
Sus cejas se encontraban unidas y agresivas, pero aun así me dio su
tarjeta. La pasé por mi máquina y fruncí el ceño. Saldo insuficiente—. Dice
que no hay suficiente dinero en la tarjeta.
—Gracias, Capitán Obvio —masculló.
Grosero.
—Esto es tan jodido. —Resopló, su pecho subiendo y bajando—.
Nosotros le pusimos dinero justo ayer.
¿Quién era “nosotros”? Nada que te incumba, Alyssa. —¿Tienes
alguna otra tarjeta que pueda probar?
—Si tuviera otra tarjeta, ¿no crees que la habría probado? —espetó,
haciéndome saltar un poco. Hunter. Tenía que ser un Hunter. Digo, chico
malo Hunter. O quizás Travis. Leí un libro una vez con un Travis en él, y
era un chico muy malo. Travis era tan malo que tuve que cerrar el libro
para contenerme de sonrojarme y gritar todo a la vez.
Tomó un respiro, estudió a la gente en la fila detrás de él, y luego fijó
su mirada con la mía. —Lo siento. No quería gritar.
—Está bien —respondí.
—No, no está bien. Lo siento. ¿Puedo dejar estas cosas aquí por un
minuto? Tengo que llamar a mi mamá.
—Sí, seguro. Solo suspenderé la orden por ahora, luego puedes
retirar tus cosas una vez hayamos solucionado el problema. No hay
problema.
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Casi sonrió, y yo casi lo perdí. No sabía si él sabía cómo casi sonreír.
Quizás era solo un tirón de sus labios, pero cuando casi se curvan, lucía
tan apuesto. Podía decir que no participaba en el acto de sonreír muy
seguido.
Cuando se movió hacia un costado y le marcó a su madre, intenté
con todas mis fuerzas no espiar su conversación. Tomé las órdenes de los
siguientes compradores, pero igual, mis metiches oídos y ojos seguían
encontrando el camino hacia él.
—Ma, solo digo. Me siento como un maldito idiota. Pasé la tarjeta y
sigue siendo declinada.
»Sé la clave. Puse mi clave.
»¿La usaste ayer? —preguntó—. ¿Para qué? ¿Qué compraste?
Sacó el teléfono de su oído cuando su mamá le respondió y rodó sus
ojos antes de ponerse el teléfono de nuevo en el oído.
»¡¿Qué quieres decir con que compraste treinta y dos cajas de Coca
Cola?! —gritó—. ¿Qué mierda vamos a hacer con treinta y dos cajas de
Coca Cola? —Todos en la tienda de comestibles se dieron vuelta hacia él.
Su mirada encontró la mía, y la vergüenza regresó a él. Sonreí. Frunció el
ceño. Dolorosamente guapo. Lentamente se giró, dándome la espalda, y
regresó a su llamada—. ¿Cómo se supone que nos alimentaremos el
siguiente mes?
»Sí, me pagan mañana, pero eso no va a ser suficiente para… no. No
quiero pedirle dinero a Kellan de nuevo… Ma, no me cortes. Escucha.
Tengo que pagar la renta. No hay manera de que pueda… —Pausa—. Ma,
cierra la maldita boca, ¡¿de acuerdo?! ¡Gastaste el dinero para nuestra
comida en Coca Cola!
Corta pausa. Locos movimientos de sus brazos, mostrando su enojo.
—¡No! ¡No, no me importa si era Cola de dieta o Coca Cola Zero! —
Suspiró, pasando sus dedos a través de su cabello. Dejó el teléfono un
momento, cerró sus ojos y tomó respiraciones profundas. Regresó a la
llamada nuevamente—. Está bien. Lo resolveré. No te preocupes por eso,
¿está bien? Lo resolveré. Voy a colgar. No, no estoy enojado, ma. Sí, estoy
seguro. Solo voy a colgar. Sí, lo sé. Está bien. No estoy enojado, ¿está
bien? Lo siento por gritar. Lo siento. No estoy enojado. —Su voz bajó tanto
como pudo, pero no podía dejar de escuchar—. Lo siento.
Cuando se dio la vuelta hacia mí, había terminado de ayudar al
último cliente de mi fila. Encogió su hombro izquierdo y se acercó,
frotándose la parte de atrás de su cuello. —No creo que pueda llevar estas
cosas hoy. Lo siento. Puedo poner las cosas de nuevo en los estantes. Lo
siento. Lo siento. —Seguía disculpándose.
Mi estómago se apretó. —Está bien. En serio. Lo puedo hacer. Estoy 10
saliendo del trabajo ahora de cualquier manera. Lo acomodaré yo.
Frunció sus cejas de nuevo. Desearía que dejara de hacer eso. —De
acuerdo. Lo siento. —Desearía que dejara de disculparse también.
Cuando se fue, miré dentro de las bolsas de comestibles. Estudiando
los ítems dentro de ellas, te rompía el corazón. Las cosas sumaban un
total de once dólares, y él no podía siquiera afrontar eso. Fideos Ramen,
cereal, leche, mantequilla de maní, y una hogaza de pan. Artículos en los
que no habría pensado dos veces al comprar.
Nunca sabes lo bueno que es lo que tienes hasta que ves cuan mal
está alguien más.
—¡Oye! —grité, corriendo detrás de él en el estacionamiento—. ¡Oye,
te olvidaste esto!
Se dio vuelta despacio y entrecerró sus ojos en confusión.
—Tus bolsas —expliqué, alcanzándoselas—. Olvidaste tus bolsas.
—Podrías ser despedida.
—¿Qué?
—Por robar comestibles —dijo.
Vacilé por un momento, un poco confundida de por qué su primer
pensamiento fue que robé la comida. —No las robé. Las pagué.
Perplejidad llenó su mirada. —¿Por qué harías eso? Ni siquiera me
conoces.
—Sé que tratas de cuidar a tu mamá.
Pinchó el puente de su nariz, moviendo su cabeza de un lado al otro.
—Te devolveré el dinero.
—No, no te preocupes por eso. —Negué con mi cabeza—. No es gran
cosa.
Mordió su labio inferior, y pasó sus manos por sus ojos. —Te
devolveré el dinero. Pero… gracias. Gracias… eh… —Sus ojos cayeron a mi
pecho, y por un segundo me sentí un poco incómoda, hasta que me di
cuenta de que miraba mi nombre de mi chapa identificadora—. Gracias,
Alyssa.
—De nada. —Se dio la vuelta y empezó a caminar de nuevo—. ¡¿Qué
hay sobre ti?! —grité, trastabillando una o dos, o quizás cincuenta veces.
—¿Qué hay sobre mí? —preguntó, sin mirarme, mientras seguía
caminando.
—¿Cuál es tu nombre?
¿Hunter? 11
¿Gus?
¿Travis?
¡¿Mikey?!
Definitivamente podía ser un Mikey.
—Logan —dijo. Siguió caminando, sin mirar atrás ni una vez. Puse
el cuello de mi remera en mi boca y lo chupé; ese era un mal hábito por el
cual mi mamá siempre me gritaba, pero mi mamá no se encontraba ahí, y
pequeñísimas maripositas volaban en mi estómago.
Logan.
Lucía como un Logan, ahora que lo pienso.

Volvió unos días más tarde para devolverme el dinero. Luego,


empezó a aparecer semanalmente para comprar una hogaza de pan, o
algunos fideos Ramen más, o un paquete de chicles. Siempre venía a la fila
de mi caja registradora. En algún momento, Logan y yo comenzamos a
hablar durante las transacciones. Nos dimos cuenta que su medio
hermano salía con mi hermana, y habían estado juntos por lo que parecía
una eternidad. En algún momento, casi sonrió. Luego, una vez, juré que
incluso rio. Nos volvimos algo así como amigos, empezando con pequeños
intercambios de palabras hasta construir conversaciones más largas.
Cuando salía de trabajar, él estaría sentado en el cordón del
estacionamiento, esperándome, y hablaríamos incluso un poco más.
Nuestra piel se bronceaba bajo el caliente sol. Nos íbamos cada
noche debajo de las estrellas.
Conocí a mi mejor amigo en la fila de la caja registradora de una
tienda de comestibles.
Y mi vida nunca fue la misma de nuevo.

12
13

Su alma se encontraba en llamas,


y quemaba a todo aquel que estuviera de pie demasiado cerca.

Ella se acercó,
sin temor de las cenizas en las que se hallaban destinados a
convertirse.
14

Traducido por Ivy & ∞Jul∞

V
i un documental sobre tartas.
Gasté dos horas de mi vida sentado frente a una pequeña
televisión, viendo un DVD de la biblioteca acerca de la
historia de la tarta. Resultó que la tarta existió desde los
antiguos egipcios. La primera tarta documentada fue creada por los
romanos; hicieron una tarta con masa de centeno, queso de cabra y miel.
Sonaba completamente asqueroso, pero de algún modo, al final del
documental, lo único que quería era esa maldita tarta.
No comía mucha tarta, era más de pastel, pero en ese momento,
todo lo que voló por mi mente fue la idea de una masa de hojaldre.
También tenía las cosas necesarias para subir a nuestro
apartamento a preparar la tarta. Todo lo que se interponía en mi camino
era Shay, mi ahora ex-novia, con la que pasé las últimas horas enviando
señales contradictorias.
Era malo en romper con chicas. La mayoría de las veces, les enviaba
un simple mensaje de texto, “no funciona, lo siento”, o tenía una llamada
telefónica de cinco segundos para cortarlo, pero no podía con ésta, porque
Alyssa me dijo que romper con alguien por teléfono era lo peor que una
persona podría hacer jamás.
Así que me encontré con Shay en persona. Terrible idea.
Shay, Shay, Shay. Deseaba no haber encontrado la necesidad de
tener sexo con ella esa noche, el cual tuvimos. Tres veces. Después rompí
con ella. Pero, ahora era pasada la una de la mañana, y…
Ella. No. Se. Iría.
No dejaría de hablar tampoco.
La fría lluvia silbaba mientras estábamos de pie frente a mi edificio
de apartamentos. Todo lo que quería hacer era ir a mi dormitorio y
relajarme un poco. ¿Era mucho pedir? Fumar un poco de hierba,
comenzar un nuevo documental, y hacer una tarta o cinco.
Quería estar solo. A nadie le gustaba estar solo más que a mí.
Mi celular sonó, y vi aparecer el nombre de Alyssa en la pantalla con
un mensaje de texto.
Alyssa: ¿Terminaste con la buena obra?
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Sonreí para mí mismo, sabiendo que se refería a romper con Shay.
Yo: Sip.
Vi los tres puntos suspensivos aparecer en mi teléfono, esperando
ver la respuesta de Alyssa.
Alyssa: Pero, ¿no te acostaste con ella, verdad?
Más puntos suspensivos.
Alyssa: Oh Dios, ¿te acostaste con ella, verdad?
Aún más puntos suspensivos.
Alyssa: ¡SEÑALES CONTRADICTORIAS!
No podía evitar reírme, porque me conocía mejor que nadie. Alyssa y
yo hemos sido mejores amigos durante los últimos dos años, y éramos
completamente lo opuesto a los otros. Su hermana mayor salía con mi
hermano Kellan, y al principio, Alyssa y yo estábamos convencidos de que
no teníamos nada en común. Ella se sentaba felizmente en la iglesia,
mientras yo fumaba hierba a la vuelta de la esquina. Ella creía en Dios
mientras yo bailaba con los demonios. Ella tenía un futuro, mientras que
yo, de alguna manera, parecía atrapado en el pasado.
Pero teníamos ciertas cosas en común que de algún modo nos hacía
tener sentido. Su mamá apenas la toleraba; mi mamá me odiaba. Su papá
era un idiota; mi papá era Satanás.
Cuando nos dimos cuenta de las pequeñas cosas que teníamos en
común, pasamos más tiempo juntos, creciendo más unidos cada día.
Era mi mejor amiga, lo más destacado en mis días de mierda.
Yo: Me acosté con ella una vez.
Alyssa: Dos veces.
Yo: Sí, dos veces.
Alyssa: ¡¿TRES VECES, LOGAN?! ¡OH, DIOS MÍO!
—¿Con quién estás hablando? —se quejó Shay, rompiendo mi
mirada del teléfono—. ¿Quién podría ser más importante que tener esta
conversación ahora mismo?
—Alyssa —dije inexpresivamente.
—Por Dios. ¿En serio? Simplemente no puede tener suficiente de ti,
¿no? —reclamó Shay. Aunque aquello no era nuevo; cada chica con la que
salí en los últimos dos años tenía una manera de ser extremadamente
celosa de Alyssa y mi relación—. Apuesto a que estás follándola.
—Sí, lo estoy —dije. Esa fue la primera mentira. Alyssa no era fácil, y 16
si lo era, no sería fácil conmigo. Tenía valores, valores que yo no conocía.
Además, yo tenía normas para las relaciones de Alyssa, normas que
ningún chico jamás podría cumplir. Merecía el mundo, y la mayoría de la
gente en True Falls, Wisconsin, solo tenía migajas que ofrecer.
—Apuesto a que ella es la razón por la que estás rompiendo
conmigo.
—Sí, lo es. —Esa fue la segunda mentira. Hice mis propias
decisiones, pero Alyssa siempre me apoyó, sin importar qué. Sin embargo,
siempre me dio su opinión, y me hacía saber cuándo me equivocaba en
todas mis relaciones. Algunas veces era dolorosamente directa.
—Aunque jamás saldría contigo. Es una buena chica, y tú… ¡eres un
pedazo de mierda! —gritó Shay.
—Tienes razón. —Esa fue la primera verdad.
Alyssa era una buena chica, y yo era el chico que nunca tuvo la
oportunidad de llamarla mía. Aun cuando a veces miraría su loco, rubio,
cabello rizado y mi mente imaginaría en cómo sería tal vez abrazarla y
lentamente probar sus labios. Tal vez en un mundo diferente, habría sido
suficiente para ella. Tal vez no habría sido jodida desde que era un niño, y
habría tenido mi vida en orden. Habría entrado en la universidad y tenido
una carrera, algo que mostrar por mí mismo. Entonces, podría haberla
invitado a salir y llevado a algún restaurante de lujo, y decirle que pidiera
cualquier cosa en el menú porque el dinero no era un problema.
Podría haberle dicho cómo sus ojos azules siempre sonreían, incluso
cuando fruncía el ceño, y que me encantaba cómo mordía el cuello de
todas sus camisetas cuando se encontraba aburrida, o ansiosa.
Podría haber sido alguien digno de amar, y también me hubiera
permitido amarla.
En un mundo diferente, tal vez. Pero solo tenía el aquí y ahora,
donde Alyssa era mi mejor amiga.
Tenía suerte de tenerla en esa forma.
—¡Dijiste que me amabas! —Lloriqueó Shay, dejando que las
lágrimas cayeran por sus mejillas.
¿Cuánto tiempo estuvo llorando? Era una llorona profesional, una
de esas.
Estudié su rostro mientras deslizaba mis manos en los bolsillos del
vaquero. Maldición. Parecía un desastre. Todavía se hallaba drogada de
antes, y su maquillaje se corría por todo su rostro.
—No he dicho eso, Shay.
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—¡Si lo hiciste! ¡Lo dijiste más de una vez! —juró.
—Estás inventando mierda. —Rastrearía en mi memoria para ver si
esas tres palabras se deslizaron de mi boca en algún momento, pero sabía
que no lo hicieron. No la amo. Apenas me gustaba. Mis dedos rozaron mi
sien. Shay realmente necesitaba subir a su coche y conducir lejos, muy
lejos.
—¡No soy estúpida, Logan! ¡Sé lo que dijiste! —Sus palabras tenían
confianza en la creencia de que la amaba. Lo cual, en su conjunto, era
bastante triste—. ¡Lo dijiste al principio de esta noche! ¿Recuerdas?
¿Dijiste que jodidamente me amabas?
¿Al principio de esta noche?
Oh, mierda.
—Shay, dije que amaba follarte. Eso no es jodidamente te amo.
—Es lo mismo.
—Confía en mí, no lo es.
Giró su bolso en mi dirección y le permití golpearme. La verdad era
que me lo merecía. Lo balanceó de nuevo, y lo permití una vez más. Lo hizo
una tercera vez, y agarré la bolsa, tirándolo, y a ella, hacia mí. Mi mano se
posó en la parte baja de su espalda, que se arqueó a mi tacto. Apreté su
cuerpo cerca del mío. Sus respiraciones eran pesadas y las lágrimas
seguían rodando por sus mejillas. —No llores —dije en voz baja,
encendiendo mi encanto para tratar de conseguir que se vaya—. Eres
demasiado hermosa para llorar.
—Eres un cabrón, Logan.
—Lo cual es exactamente por qué no debo estar conmigo.
—Hemos roto por tres horas, y te convertiste en una persona
completamente diferente.
—Eso es gracioso —murmuré—. Debido a que la última vez que
comprobé, fuiste tú quien era diferente, cuando salió con Nick.
—Oh, supéralo. Eso fue un error. No tuvimos ni siquiera sexo. Eres
el único chico con el que me he acostado en los últimos seis meses.
—Uh, hemos estado saliendo desde hace ocho meses.
—¿Qué eres, un gurú de las matemáticas? Eso no importa.
Shay era mi relación más larga en los últimos dos años. La mayoría
de las veces, era de un mes máximo, pero con Shay hicimos un total de
ocho meses y dos días. No sabía exactamente por qué, aparte de que su
vida era casi un duplicado de la mía. Su madre se hallaba lejos de ser
estable, y su padre se encontraba en la cárcel. Ella no tenía a nadie por 18
quien mejorar, y su hermana fue expulsada de su casa por su madre
porque quedó embarazada por un idiota.
Tal vez la oscuridad en mí vio y honró la oscuridad en ella durante
un tiempo. Lo hicimos funcionar. Pero a medida que pasaba el tiempo, me
di cuenta de que era debido a las similitudes que en verdad no
pertenecíamos juntos. Los dos estábamos en muy mal estado. Estar con
Shay era como mirar un espejo y ver todas sus cicatrices observándote de
vuelta.
—Shay, no vamos a hacer esto. Estoy cansado.
—Bueno. Lo olvidé. Eres Sr. Perfecto. La gente toma malas
decisiones en la vida —explicó Shay.
—Te besaste con mi amigo, Shay.
—Es sólo eso: ¡Un beso! Y sólo lo hice porque me engañaste.
—Ni siquiera estoy seguro de cómo responder a eso, viendo que no te
engañé.
—Tal vez no con el sexo, pero emocionalmente, Logan. Nunca has
estado totalmente allí y comprometido. Todo esto es culpa de Alyssa. Es la
razón por la que en realidad nunca te has comprometido conmigo. Es una
estúpida perr…
Coloqué mi mano en su boca, deteniendo sus palabras. —Antes de
que digas lo que vas a decir, no lo hagas. —Bajé la mano, y permaneció en
silencio—. Te dije desde el primer día quién era yo. Es tú culpa por pensar
que podrías cambiarme.
—Nunca vas a ser feliz con nadie, ¿verdad? Debido a que estás tan
colgado por una chica que nunca tendrás. Vas a terminar triste, solo y
amargado. ¡Luego, podrás darte cuenta de lo que tenías cuando estabas
conmigo!
—¿Puedes solo irte? —Suspiré, rozando mi mano contra mi cara.
Culpo a Alyssa por esto.
“Termina con ella en persona, Lo. Esa es la única manera en que un
hombre de verdad lo haría. No se puede terminar con alguien por teléfono”.
Tenía algunas ideas terribles, a veces.
Shay siguió llorando.
Dios, esas lágrimas.
No podía manejar las lágrimas.
Después de unos estornudos mocosos, miró al suelo antes de
sostener su cabeza en alto, una chispa de confianza encontrándola. —Creo 19
que deberíamos terminar.
Estoy en shock. —¿Terminar? —¡Ya lo hicimos!
—Siento que somos dos personas que van en dos direcciones
opuestas.
—Está bien —dije.
Sus dedos volaron sobre mis labios y me hizo callar, a pesar de que
no hablaba. —No seas tan emocional al respecto. Lo siento mucho, Logan.
Pero esto simplemente no va a funcionar.
Me reí internamente de ella, haciendo parecer que la ruptura fue su
idea. Di un paso atrás y puse mis manos en mi cuello. —Tienes razón.
Eres demasiado buena para mí.
¿Por qué sigues aquí?
Se acercó a mí y rozó sus dedos a través de mis labios. —
Encontrarás a alguien bueno. Lo sé. Quiero decir, es cierto, ella podría ser
como un simio, pero aun así. —Corrió hacia su auto, abrió la puerta y se
metió dentro. A medida que el auto salió, mis entrañas se tensaron, y el
pesar me superó. Empecé a correr hacia su auto bajo la lluvia, gritando su
nombre.
—¡Shay! ¡Shay! —Agité la mano en la oscuridad, por lo menos por
cinco bloques antes de que ella se acercara a una luz roja. Di un golpe en
la ventana de su conductor y ella gritó, aterrada.
—¡Logan! ¡¿Qué diablos haces?! —exclamó, bajando su ventana. Su
confusión se convirtió en una sonrisa orgullosa y entrecerró los ojos---.
Quieres que volvamos a estar juntos, ¿verdad? Lo sabía.
—Yo… —Inhalé. No era un atleta en absoluto, ese era más el campo
de experiencia de mi hermano. Traté de recuperar el aliento, sosteniendo
mis manos contra el borde de la ventana—. Yo-yo… ne-necesito…
—¿Tú necesitas qué? ¿Qué, bebé? ¿Qué necesitas? —preguntó,
pasando la mano suavemente contra mi mejilla.
—Tarta.
Se echó hacia atrás, confundida. —¿Qué?
—Tarta. Mis suministros de tarta que compramos antes. Están en la
parte trasera de tu auto
—¡¿Estás jodidamente bromeando?! —chilló—. ¡¿Me perseguiste por
cuadras y cuadras por los ingredientes una tarta?!
Arqueé una ceja. —Um, ¿sí?
Metió la mano en la parte de atrás de su coche, cogió la bolsa, y la
estrelló contra mi pecho. —¡Eres tan increíble! ¡Aquí está tu basura 20
estúpida!
Sonreí. —Gracias.
Su auto salió y no pude evitar reír cuando oí su grito—: ¡Me debes
veinte dólares por el queso de cabra!
Al segundo que puse un pie en mi apartamento, saqué mi teléfono
celular y envíe un texto.
Yo: La próxima vez que termine con una chica, lo haré a través de
mensajes de texto.
Alyssa: ¿Tan mal?
Yo: Terrible.
Alyssa: Me siento mal por ella. Realmente le gustas.
Yo: ¡Ella me engañó!
Alyssa: Y, sin embargo, todavía encontraste una manera de dormir
con ella tres veces.
Yo: ¿De qué lado estás?
Puntos.
Alyssa: ¡Ella es un monstruo! Estoy tan feliz de que esté fuera de tu
vida. Nadie merece salir con una persona psicótica. Es repugnante. Espero
que accidentalmente pise piezas de Lego el resto de su vida.
Era la respuesta que necesitaba.
Alyssa: Te amo, mejor amigo.
Leí sus palabras, y traté de ignorar el tirón en mi pecho. Te amo.
Nunca digo ese tipo de cosas a la gente, ni siquiera con mamá o Kellan.
Pero a veces, cuando Alyssa Marie Walters decía que me amaba, medio
deseaba que pudiera decirlo de regreso.
Pero no amaba.
Apenas me gustaba.
Al menos esa era la mentira que me dije a mí mismo todos los días
para evitar hacerme daño. La mayoría de la gente pensaba que el amor era
una recompensa, pero lo sabía mejor que eso. Había visto a mi mamá
amar a mi padre desde hace años, y nada bueno ha salido nunca de ello.
El amor no era una bendición, era una maldición, y una vez que lo invitas
a tu corazón, solo deja marcas de quemaduras.

21
22
Traducido por Sam89 & Black Rose

Yo: Oye, papá. Sólo comprobando para ver si vas a venir al recital de
piano.
Yo: ¡Hola! ¿Leíste mi último mensaje?
Yo: Hola, yo de nuevo. Sólo mandándote un mensaje para ver si estás
bien. Erika y yo estamos preocupadas.
Yo: ¿Papá?
Yo: ¿?
Yo: ¿Sigues despierto, Lo?
Miré fijamente mi teléfono, mi corazón latiendo en mi pecho
mientras enviaba el mensaje a Logan. Chequé la hora, suspirando
profundamente.
2:33 a.m.
Debería haber estado durmiendo, pero pensaba en papá de nuevo.
Le mandé un total de quince mensajes en los pasados dos días y diez
mensajes de voz, sin embargo, todavía no oí de él.
Puse mi teléfono contra mi pecho, tomando profundas inhalaciones y
exhalaciones. Cuando empezó a vibrar, contesté con rapidez. —Deberías
estar durmiendo —susurré a través del teléfono, secretamente feliz de que
respondiera—. ¿Por qué no estás durmiendo?
—¿Qué va mal? —preguntó Logan, ignorando mi pregunta.
Una ligera risita escapó de mis labios. —¿Qué te hace pensar que
algo va mal?
—Alyssa —dijo, severo.
—El despreciable imbécil no me devolvió las llamadas. Lo llamé
veinte veces esta semana y no me llamó de vuelta. —Despreciable imbécil
era el nombre con el que honramos a mi padre después de que
abandonara nuestra familia. Nosotros éramos extremadamente cercanos,
los dos músicos de la familia, y cuando se fue, una parte de mí lo hizo con
él. No hablaba mucho sobre él, pero incluso cuando nunca dije las
palabras, Logan siempre supo que me molestaba.
—Olvídate de él. Es un pedazo de basura.
—Tengo el más grande recital de piano de verano de mi carrera
acercándose, y no sé si puedo hacerlo sin él allí. —Intenté lo mejor para
mantener mis emociones controladas. Intenté lo mejor para no llorar, pero
empezaba a perder la batalla esa noche. Me preocupaba por él más de lo 23
que hacían mamá y Erika. Tal vez porque ellas nunca entendieron quién
era él, como un artista, como un intérprete. Ambas tenían mentes muy
realistas que venían con un montón de estabilidad… papá y yo éramos del
tipo de espíritus flotantes, bailando en fuegos sin control.
Pero últimamente no llamaba. Y me sentía muy, muy preocupada.
—Alyssa —empezó Logan.
—Lo —susurré, un ligero temblor en mi voz. Él había escuchado los
sorbidos a través del teléfono y me puse más en guardia—. Cuando era
pequeña, las tormentas eléctricas solían asustarme mucho. Y corría hacia
el dormitorio de mis padres y les rogaba dejarme dormir con ellos. Mamá
nunca me lo permitía porque decía que tenía que aprender que las
tormentas no me herirían. El despreciable imbécil siempre estaría de
acuerdo con ella, también. Así que regresaba a mi habitación, acurrucada
bajo mis mantas, escuchando los truenos e intentando muy duro no ver
los rayos. En un minuto, la puerta de mi habitación se abría, él tenía su
teclado en sus manos y tocaba música junto a mi cama hasta que me
dormía. La mayoría de los días, soy fuerte. Estoy bien. Pero esta noche con
la tormenta y todo lo de ignorar mis llamadas… me está rompiendo esta
noche.
—No se lo permitas, Alyssa. No le dejes ganar.
—Sólo… —Empecé a llorar en la línea y comencé a derrumbarme—.
Sólo estoy teniendo un momento triste, eso es todo.
—Voy hacia allí.
—¿Qué? No. Es tarde.
—Voy a ir.
—Los autobuses dejaron de moverse a las dos, Logan. Además, mi
mamá cerró la verja de la propiedad y la bloqueó. De todos modos, no
podrías entrar. Está bien. —Mamá era una gran abogada y tenía dinero…
mucho dinero. Vivíamos en la parte de encima de la colina, con una
enorme verja alrededor de nuestra propiedad. Era bastante imposible
entrar después de que mamá la bloqueara por la noche—. Estoy bien —
prometí—. Solo necesitaba escuchar tu voz y que me recordaras que estoy
mejor sin él.
—Porque lo estás —explicó.
—Sí.
—No, Alyssa. De verdad. Estás mejor sin el despreciable imbécil.
Mi sollozo se hizo más intenso y tuve que cubrir mi boca con una
mano para que no escuchara cuán duro lloraba. Mi cuerpo tembló en la
cama y me rompí, las lágrimas cayendo contra mi almohada, mis 24
pensamientos haciéndose incluso más ansiosos.
¿Y si algo le pasó? ¿Y si estaba bebiendo de nuevo? ¿Y si…?
—Voy para allá.
—No.
—Alyssa, por favor. —Casi sonaba como si estuviera rogando.
—¿Estás drogado? —pregunté.
Dudó, lo cual fue suficiente respuesta para mí. Siempre podía decir
cuando se hallaba drogado, principalmente porque casi siempre lo estaba.
Él sabía que me molestaba, pero siempre decía que era un hámster en la
rueda, incapaz de cambiar sus hábitos.
Éramos tan diferentes de tantas maneras. No había mucho que yo
hiciera. Más que nada, iba a trabajar, tocaba el piano y pasaba el rato con
Logan. Él tenía mucha más experiencia en cosas de lo que yo jamás
hubiera imaginado. Usaba drogas de las que ni siquiera sabía el nombre.
Se perdía a sí mismo casi semanalmente, normalmente después de
encontrarse con su padre o tratar con su madre, pero de alguna manera
siempre encontraba su camino de vuelta a casa hasta mí.
Intentaba lo mejor para fingir que eso no me molestaba, pero a veces
lo hacía.
—Buenas noches, mejor amigo —hablé suavemente.
—Buenas noches, mejor amiga —replicó, suspirando.

Sus manos se hallaban detrás de su espalda y se encontraba


empapado de la cabeza a los pies. Su normalmente ondulado cabello
castaño caía plano contra su cabeza, los mechones cubriendo sus ojos.
Llevaba su sudadera con capucha roja favorita y sus vaqueros negros que
tenían más desgarrones que cualquier par de pantalones deberían tener. Y
tenía una sonrisa boba en su cara.
—Logan, son las tres y media de la mañana —susurré, esperando no
despertar a mi madre.
—Llorabas —dijo, de pie en mi puerta principal—. Y la tormenta no
se detenía.
—¿Viniste caminando? —pregunté.
Estornudó. —No estaba tan lejos. 25
—¿Escalaste la verja?
Se retorció un poco, mostrándome el desgarrón en sus vaqueros. —
Escalé la verja, además. —Sacó sus manos de detrás de su espalda,
exhibiendo un recipiente de tarta, envuelto en papel de aluminio—. Te hice
una tarta.
—¿Hiciste una tarta?
—Vi un documental sobre tartas hoy. ¿Sabías que la tarta ha
existido desde los antiguos egipcios? La primera tarta documentada fue
creada por los romanos y era una de corteza de centeno…
—¿Queso de cabra y miel? —lo interrumpí.
Su cara cayó con sorpresa. —¡¿Cómo lo supiste?!
—Me lo dijiste ayer.
Su vergüenza aumentó un poco. —Oh. Cierto.
Me reí. —Estás drogado.
Soltó una risita, asintiendo. —Estoy drogado.
Sonreí. —Es una caminata de cuarenta y cinco minutos desde tu
casa a la mía, Logan. No deberías haber venido tan lejos. Y estás
temblando. Entra. —Agarré su sudadera con capucha empapada por la
manga y tiré de él por el pasillo hacia el cuarto de baño conectado con mi
dormitorio. Cerrando la puerta detrás de mí, me senté en la tapa cerrada
del inodoro—. Quítate la sudadera y la camiseta —ordené.
Sonrió con picardía. —¿No vas a ofrecerme una bebida primero?
—Logan Francis Silverstone. —Gemí—. No seas rarito.
—Alyssa Marie Walters. Siempre soy rarito. Es por eso que te gusto.
No se equivocaba.
Se quitó la sudadera y la camiseta, arrojándolas en la bañera. Mis
ojos se movieron por su pecho durante un momento e intenté lo mejor
para ignorar las mariposas en mi estómago mientras envolvía tres toallas
alrededor de su cuerpo. —¿Qué diablos pensabas?
Sus ojos color caramelo eran gentiles y se inclinó más cerca de mí,
bloqueando su mirada con la mía. —¿Estás bien?
—Estoy bien. —Pasé mis dedos a través de su cabello, el cual se
sentía tan frío y suave. Estudió cada uno de mis movimientos. Agarré una
pequeña toalla, me arrodillé frente a él y meneé la cabeza mientras
empezaba a secar su cabello—. Deberías haberte quedado en casa.
—Tus ojos están rojos.
Solté una ligera risita. —Como los tuyos. —Un trueno retumbó fuera
y me sobresalté. Logan puso una consoladora mano contra mi brazo y un 26
pequeño hipo escapó de mis labios. Miré fijamente cómo sus dedos me
tocaron, y su mirada cayó al mismo lugar. Aclarando mi garganta, di un
paso lejos de él—. ¿Comemos tarta ahora?
—Comemos tarta ahora.
Fuimos a la cocina, en silencio, esperando no despertar a mi mamá,
pero me hallaba casi segura de que no se despertaría debido a la cantidad
de pastillas para dormir que tomaba cada noche. Logan saltó sobre la
encimera, sin camiseta y con vaqueros mojados, sosteniendo su tarta.
—¿Platos? —ofrecí.
—Sólo un tenedor —respondió.
Agarrando un tenedor, salté a la encimera a su lado. Tomó el
tenedor, sirvió una enorme pieza de tarta y me la tendió. Por propia
voluntad tomé un bocado, cerré mis ojos y me enamoré.
Dios.
Era el mejor cocinero. No me encontraba totalmente segura, pero
dudaba que muchas personas pudieran lograr hacer un pastel de queso de
cabra y miel. Logan no sólo lo logró, sino que le dio vida. Era cremoso,
fresco, totalmente delicioso.
Cerré los ojos y abrí la boca, esperando otro bocado, el cual me dio.
—Mmm. —Suspiré ligeramente.
—¿Estás gimiendo por mi tarta?
—Definitivamente estoy gimiendo por tu tarta.
—Abre la boca. Quiero oírte hacerlo de nuevo.
Levanté una ceja. —Estás siendo rarito de nuevo. —Sonrió. Me
encantaba esa sonrisa. Tanto de su vida involucraba un ceño fruncido,
que cada vez que sonreía, aprendí a apreciar ese momento. Tomó un
pedazo del pastel y lo sostuvo cerca de mis labios. Comenzó a hacer ruidos
de avión, moviendo la cuchara como si estuviera volando por el aire. Hice
mi mejor esfuerzo para no reírme, pero lo hice. Entonces abrí mi boca, y el
avión aterrizó—. Mmm. —Gemí.
—Eres tan buena gimiendo.
—Si tuviera un dólar por cada vez que oí eso —me burlé de él.
Entrecerró los ojos. —Tendrías cero dólares y cero centavos —se
burló de regreso.
—Eres un idiota.
—Para que quede claro, si hubiera chicos que te dijeran “buena
gimiendo” que no fuera yo, en broma, los mataría.
Siempre decía que mataría a cualquier chico que mirara en mi 27
dirección, y una gran parte del por qué mis relaciones nunca funcionaban
probablemente tenía algo que ver con ese hecho, todos se morían de miedo
por Logan Francis Silverstone. Sin embargo, nunca entendí cuál era el
miedo. Para mí, no era más que un gran oso de peluche.
—Esto es lo mejor que he comido en todo el día. Es tan bueno, que
quiero enmarcar el tenedor.
—¿Así de bueno? —Sonrió, una gran cantidad de orgullo corrió a
través de él.
—Así de bueno —dije—. En serio deberías considerar ir a la escuela
culinaria como hablamos antes. Serías increíble.
Resopló, un ligero ceño apareciendo. —La universidad no es para mí.
—Sin embargo, podría serlo.
—Cambiemos de tema —dijo, arrugando la nariz. No quería
empujarlo. Sabía que el tema era delicado para él. Pensaba que no era lo
suficientemente inteligente como para poder ir a algún tipo de escuela,
pero eso no era verdad. Logan era una de las personas más inteligentes
que conocía. Si sólo se viera a sí mismo en la forma en que lo veía, su vida
cambiaría para siempre.
Robando el tenedor de su agarre, tomé más en mi boca, gimiendo en
voz alta, para que la conversación fuera mucho más ligera. Volvió a
sonreír. Bien. —Estoy en serio tan feliz de que trajiste esto, Lo. De hecho,
no he comido casi en todo el día. Mi mamá dijo que tenía que perder nueve
kilogramos antes de empezar la universidad en el otoño, porque estoy en
peligro de llegar a los trece de primer año1.
—¿Creía que eran los seis del primer año?

1 Hace referencia a los freshman 15 (libras) lo cual es una expresión utilizada en Norte
América a los kilos que los estudiantes de primer año de universidad ganan dada la alta
ingesta de alcohol y carbohidratos.
—Mamá dijo que, dado que ya tengo sobrepeso, iba a alcanzar
incluso más que el estudiante promedio. Ya sabes, así es como ella me
quiere.
Dio la vuelta de manera espectacular a sus ojos. —Tan linda.
—Se supone que no puedo comer después de las ocho de la noche.
—¡Por suerte, son más de las cuatro de la mañana, por lo que es un
nuevo día! ¡Debemos comer toda la tarta antes de las ocho!
Reí, cubriéndole rápidamente la boca con las manos para evitar que 28
gritara más. Sentí sus labios besando suavemente las palmas de mis
manos, y mi corazón se saltó un latido. Retiré mis manos lentamente,
sintiendo cómo se formaban las mariposas, y me aclaré la garganta. —Es
un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo.
Lo hicimos también; comimos toda la cosa. Mientras fui a limpiar el
tenedor en el lavaplatos, me agarró la mano. —No, no podemos limpiarlo.
Hay que enmarcarlo, ¿te acuerdas? —A medida que sus manos sostenían
las mías, mi corazón se saltó dos latidos.
Nuestros ojos se encontraron, y él se acercó más. —Y para que lo
sepas, eres hermosa tal y como eres, Aly. Que se joda la opinión de tu
mamá. Creo que eres hermosa. No sólo en las formas superficiales que se
desvanecen con el tiempo, sino que me refiero a todas las formas posibles.
Sencillamente eres una persona jodidamente hermosa, así que, que se
jodan los pensamientos de otras personas. Ya sabes lo que siento por las
personas.
Asentí, sabiendo su lema de memoria. —A la mierda las personas,
prefiero una mascota.
—Eso es correcto. —Sonrió, liberando su agarre en mi mano. Eché
de menos su tacto antes de que incluso me soltara. Comenzó a bostezar, lo
cual me distrajo de mis latidos del corazón errantes.
—¿Cansado? —pregunté.
—Podría dormir.
—Vas a tener que irte antes de que mi mamá se despierte.
—¿No lo hago siempre?
Fuimos a mi habitación. Le di un par de pantalones de chándal y
una camiseta que le robé hace unas semanas. Después de que se cambió,
subimos a mi cama y nos acostamos al lado del otro. Nunca había dormido
en la misma cama con un chico antes, aparte de Logan. A veces, cuando
nos dormíamos, me despertaba con mi cabeza en su pecho, y antes de
separarme, me gustaba escuchar los latidos de su corazón. Respiraba de
manera pesada, inhalando y exhalando por su boca. La primera vez que se
quedó a pasar la noche, no dormí nada. Sin embargo, con el paso del
tiempo, sus sonidos comenzaron a recordarme mi hogar. Al final resultó
que, hogar no era un lugar determinado; hogar era la sensación que te
daban aquellos por los que te preocupabas más, una sensación de paz que
calmaba los incendios incontrolables de tu alma.
—¿Todavía cansado? —pregunté, mientras estábamos acostados en
la oscuridad, mi mente todavía completamente despierta.
—Sí, pero podemos hablar.
—Sólo me he estado preguntando. Nunca me has explicado por qué
te gustan tanto los documentales. 29
Pasó sus manos por su cabello antes de colocarlas detrás de su
cabeza y se quedó mirando el techo. —Un verano, me quedé con mi abuelo
antes de que muriera. Tenía este documental sobre la galaxia que me
enganchó a querer saber más sobre… todo. Me gustaría recordar el
nombre del documental porque me lo compraría en un abrir y cerrar de
ojos. Era algo como El Agujero Negro… o La estrella Negra… —Frunció el
ceño—. No sé. De todas formas. Empezamos a ver más y más
documentales juntos; se convirtió en lo nuestro. Fue el mejor verano de mi
vida. —Una ola de tristeza pareció golpearlo mientras bajaba la mirada—.
Cuando murió, seguí nuestra tradición. Es probablemente una de las
pocas tradiciones que alguna vez he tenido.
—¿Sabes mucho acerca de las estrellas?
—Muchísimo sobre las estrellas. Si hubiera un lugar lo
suficientemente bueno en esta ciudad, te mostraría las estrellas sin toda la
contaminación lumínica, y te mostraría algunas de las constelaciones.
Pero, desafortunadamente, no existe.
—Qué mal. Me encantaría eso. Sin embargo, he estado pensando.
Deberías hacer un documental sobre tu vida.
Él rio. —Nadie querría ver eso.
Incliné la cabeza en su dirección. —A mí me gustaría.
Me dio una media sonrisa antes de envolver su brazo a mí alrededor,
halándome a la curva de su cuerpo. Su calor siempre enviaba chispas a
través de mí.
—¿Lo? —susurré, medio despierta, medio dormida, y en secreto
enamorándome de mi mejor amigo.
—¿Sí?
Abrí la boca para hablar, pero en vez de palabras, un tranquilo
suspiro me dejó. Mi cabeza cayó sobre su pecho, y escuché el sonido de los
latidos de su corazón, contando cada uno. Uno… Dos… Cuarenta y cinco…
En cuestión de minutos, mi mente se ralentizó. En cuestión de
minutos, se me olvidó por qué me sentía tan triste. En cuestión de
minutos, me hallaba dormida.

30
31
Traducido por ∞Jul∞

M
amá y yo no teníamos cable en nuestro apartamento, lo que
estaba bien, no me importaba mucho. Cuando era un niño,
teníamos cable, pero no parecía valer la pena por mi padre.
Él era quien pagaba la factura de cable, y siempre se quejaba de mí
sentado frente al televisor viendo dibujos animados. Era como si odiara
que yo fuera un poco feliz por unos momentos durante el día. Entonces,
un día que entró en nuestra casa, tomó la televisión, y canceló los
servicios.
Ese fue el día en que salió del apartamento.
Ese también fue uno de los mejores días de mi vida.
Después de algún tiempo, me encontré con un televisor en un
contenedor de basura. Era un pequeño televisor de diecinueve pulgadas
con reproductor de DVD, así que saqué un montón de documentales de la
biblioteca y los vi en casa. Era la persona que sabía demasiado sobre todo:
béisbol, pájaros tropicales, y el Área 51, todo debido a los documentales.
Sin embargo, al mismo tiempo, no sabía absolutamente nada.
A veces mamá los vería conmigo, pero la mayoría de las veces, era
un concierto en solitario.
Ma me quería, pero a ella no le gustaba mucho.
Bueno, eso no era cierto.
Ma sobria me quería como si fuera su amigo.
Ma drogada era un monstruo, y era la única que vivía en nuestra
casa últimamente.
Extrañaba a mamá sobria algunos días. A veces, cuando cierro los
ojos, recuerdo el sonido de su risa, y la curva de sus labios cuando era
feliz.
Detente, Logan.
Odiaba mi mente, la forma en que recordaba. Los recuerdos eran
dagas a mi alma, y casi no tenía ninguno bueno al que aferrarme.
Sin embargo, no me importaba, porque mantenía mi mente lo
suficientemente drogada como para casi olvidarme de la vida de mierda
que vivía. Si me quedaba encerrado en mi habitación, abastecido de
documentales, con un poco de buena mierda de fumar, casi podía olvidar
que mi madre se encontraba de pie en una esquina hace unas semanas,
tratando de vender su cuerpo por unas pocas líneas de cocaína.
Esa fue una llamada que nunca querría de mi amigo, Jacob. 32
—Amigo. Acabo de ver a tu madre en la esquina de la calle Jefferson y
Wells. Creo que um... —Jacob hizo una pausa—. Creo que deberías venir
aquí.
El martes por la mañana, me senté en mi cama, mirando al techo,
mientras que un documental sobre artefactos chinos se reproducía como
mi música de fondo, cuando ella gritó mi nombre.
—¡Logan! ¡Logan! ¡Logan, ven aquí!
Yací tan quieto como pude, esperando que dejara de llamarme, pero
no lo hizo. Empujando a mí mismo de mi colchón, salí de mi habitación,
para encontrar a mamá sentada en la mesa del comedor. Nuestro
apartamento era muy pequeño, pero no teníamos mucho para poner
dentro de él de todos modos. Un sofá roto, una mesa de café sucia con
manchas, y una mesa de comedor con tres sillas diferentes.
—¿Qué necesitas? —pregunté.
—Necesito que limpies las ventanas desde el exterior, Logan —dijo
Ma, mientras se servía un plato de leche y colocaba cinco Cheerios en el
interior de la taza agrietada. Dijo que se hallaba en una nueva dieta, y no
quería engordar. No existía manera de que ella pesara más de cincuenta y
cuatro kilogramos, y siendo de un metro sesenta de alto, pensé que era
casi esquelética.
Parecía agotada. ¿Siquiera durmió la noche anterior?
Su cabello era un desastre esa mañana, pero no más que el lío de
toda su existencia. Ma siempre parecía desarreglada, y no podía pensar en
un momento en que no lo hiciera. Siempre se pintaba las uñas el domingo
por la mañana, y siempre se descascaraban el domingo por la noche,
dejando pequeñas manchas de color que queda en sus uñas durante toda
la semana hasta el próximo domingo por la mañana cuando se repite la
tarea. Su ropa siempre se hallaba sucia, pero rociaba eliminador de olor en
ella a las cuatro de la mañana, antes de plancharlas. Cree que el
eliminador de olor era un reemplazo digno de lavar la ropa en la lavandería
local.
No concordaba con su técnica, y lavaba su ropa cada vez que podía
lavarlas. La mayoría de la gente probablemente caminaba pasando las
monedas en el suelo, pero para mí, podría haber significado pantalones
limpios esa semana.
—Se supone que llueva todo el día. Voy a limpiarlas mañana —
contesté. Sin embargo, no lo haría. Iba a olvidarlo muy pronto. Además,
limpiar las ventanas del tercer piso sin balcón parecía un poco ridículo.
Especialmente durante una tormenta.
Abrí la puerta de la nevera para mirar a los estantes vacíos. Había 33
estado vacía desde hace días.
Mis dedos se quedaron envueltos alrededor de la manija del
refrigerador. Abrí y cerré, casi como si la comida aparecería mágicamente
para llenar mi estómago ruidoso. En ese momento, como el genio que era,
la puerta principal se abrió y mi hermano Kellan entró detrás de mí,
sosteniendo bolsas de la compra en la mano, y agitando el agua de la
lluvia de su chaqueta.
—¿Hambriento? —preguntó, empujándome en el brazo. Tal vez Ma
solamente comía Cheerios porque eso es todo lo que teníamos.
Kellan era la única persona en la que alguna vez había confiado,
aparte de Alyssa. Parecíamos casi como gemelos, excepto que él era más
fuerte, más guapo y más estable. Tenía un corte clásico al ras, ropa de
diseño, y no tenía bolsas bajo sus ojos. Los únicos golpes que alguna vez
aparecieron en su piel eran de una tacleado durante un partido de fútbol
de la universidad, lo cual no sucedía a menudo.
Tuvo la suerte de una vida mejor, simplemente porque tenía un
mejor padre. Su padre era un cirujano. Mi padre era más un farmacéutico
de la calle que traficaba drogas para los niños del barrio, y mi madre.
ADN: A veces se gana, a veces se pierde.
—Jesús —dijo, mirando en la nevera—. Ustedes necesitarán más
cosas de las que he comprado.
—¿Cómo supiste que necesitábamos comida? —pregunté,
ayudándolo a descargar las bolsas.
—Lo llamé —dijo Ma, comiendo uno de sus Cheerios, sorbiendo en la
leche—. No es como que nos fueras a alimentar.
Mis manos formaron puños, y golpearon contra mi lado. Mis fosas
nasales se dilataron, pero traté de contener mi rabia de su comentario.
Odiaba que Kellan tuviera que intervenir y salvarnos tan a menudo de
nosotros mismos. Se merecía estar lejos, muy lejos de este estilo de vida.
—Voy a recoger algunas cosas más y dejarlas después de mi clase de la
noche.
—Vives a una hora de distancia. No tienes que conducir de vuelta
aquí.
No me hizo caso. —¿Algo en particular? —preguntó.
—Comida sería bueno —me quejé, junto con mi estómago.
Buscó en su mochila y sacó dos bolsas de papel marrón. —Comida.
—¿La cocinaste para nosotros, también?
—Bueno, algo así. —Tomó las bolsas y las arrojó sobre las
encimeras. Alimentos al azar, sin cocinar—. Sé que cuando viniste a 34
quedarte conmigo por un rato vimos una gran parte de ese programa de
cocina en el que sólo te dan los suministros al azar y hay que hacer una
comida. Alyssa me dijo que pensabas convertirte en un chef.
—Alyssa habla demasiado.
—Está loca por ti.
No discutí eso.
—Así que… —Sonrió, lanzando una patata en mí camino—, tengo un
poco de tiempo antes de ir a trabajar. ¡Haz que algo suceda, chef!
También lo hice. Él y yo estábamos sentados comiendo mi queso de
lujo a la plancha con jamón, tres tipos de quesos, y una salsa de ajolio. Al
lado, hice croquetas caseras con un tocino con sabor a salsa de tomate
picante.
—¿Cómo está? —pregunté, mis ojos pegados en Kellan—. ¿Te gusta?
—Sin pensarlo, puse la mitad de mi sándwich frente a Ma. Sacudió su
cabeza.
—Dieta —murmuró, comiendo su último Cheerio.
—Maldición, Logan. —Suspiró Kellan, de alguna manera apagó el
comentario de Ma. Me hubiera gustado hacer eso—. Esto es increíble.
Sonreí, una chispa de orgullo. —¿De verdad?
—Di un mordisco a este emparedado y, literalmente, casi muero de
lo bueno que estaba. Si creyera en el cielo, hubiera sido únicamente por
este emparedado.
Mi sonrisa se amplió. —¡¿De verdad?! Como que me superé a mí
mismo.
—Jodidamente brillante.
Me encogí de hombros con esa mirada de suficiencia en mi cara. —
Soy algo increíble. —No podía agradecer lo suficiente a Kellan, fue lo más
divertido que tuve en mucho tiempo. Tal vez algún día yo pudiera ir a la
universidad… Tal vez Alyssa tenía razón.
—Sin embargo tengo que irme. ¿Seguro que no quieres un aventón a
cualquier lugar? —preguntó Kellan.
Quería salir del apartamento, era seguro. Pero no sabía si mi padre
se pasaría y no lo quería a solas con Ma. Cada vez que se encontraba a
solas con ella, su piel era siempre más violeta que cuando la dejé.
Tomó una cierta clase de demonio poner alguna vez las manos en
una mujer.
—No. Estoy bien. De todos modos, trabajo en la gasolinera hoy.
35
—¿No es eso como a una hora a pie desde aquí?
—No. Cuarenta y cinco minutos. Está bien.
—¿Quieres billete para el autobús?
—Puedo caminar.
Buscó en su cartera y puso dinero sobre la mesa. —Escucha. —Se
inclinó más cerca de mí y susurró—: Si alguna vez quieres quedarte en
casa de mi padre, que está más cerca de tu trabajo…
—Tu padre me odia —interrumpí.
—No lo hace.
Le di una mirada de “jodidamente estás bromeando”.
—Bueno. Puede que no seas su persona favorita, pero para ser
justos, le robaste trescientos dólares de su cartera.
—Tenía que pagar el alquiler.
—Sí, pero, Logan, tu primer pensamiento no debería haber sido
robarlo.
—Entonces, ¿qué debería haber sido? —pregunté, cada vez más
molesto, sobre todo porque sabía que tenía razón.
—No lo sé. ¿Tal vez pedir ayuda?
—No necesito la ayuda de nadie. Nunca la he necesitado, nunca lo
haré. —Ese orgullo que tenía era siempre tan duro. Comprendí por qué
algunos lo llamaron el pecado mortal.
Kellan frunció el ceño, sabiendo que me hallaba en necesidad de un
escape. Estar en ese apartamento, siempre tenía una manera de
conducirme a la locura. —Está bien entonces. —Caminó hacia mamá y
puso sus labios contra su frente—. Te quiero, mamá.
Ella medio sonrió. —Adiós, Kellan.
Se movió detrás de mí, poniendo sus manos sobre mis hombros, y
suavemente habló—: Está incluso más delgada que la última vez que la vi.
—Sí.
—Eso me asusta.
—Sí, a mí también. —Vi la preocupación pesando en su mente—.
Pero no te preocupes. Voy a hacer que coma algo.
Su preocupación no desapareció. —Te ves algo pequeño, también.
—Eso es sólo debido a mi metabolismo alto —bromeé. No se rio. Le
di una palmada en la espalda—. En serio, Kel. Estoy bien. Y voy a tratar de
hacer que coma. Me comprometo a tratar, ¿de acuerdo? 36
Soltó un suspiro pesado. —Bueno. Te veré más tarde. Si no estás de
vuelta del trabajo cuando termine por esta noche, nos vemos la próxima
semana. —Kellan se despidió y antes de que saliera de la vivienda, lo llamé
por su nombre—. ¿Sí? —preguntó. Encogí mi hombro izquierdo. Encogió
su hombro derecho.
Así era como siempre decíamos “te amo” el uno al otro. Significaba
tanto para mí. Es la persona que algún día soñé en convertirme. Y aun así,
éramos hombres. Y los hombres no decían “te amo”. La verdad era que no
decía esas palabras a nadie.
Aclarando mi garganta, asentí una vez. —Gracias de nuevo. Por… —
Encogí el hombro izquierdo—. Todo.
Me dio una sonrisa suave, y encogió su hombro derecho. —Siempre.
—Con eso, se fue.
Mi mirada cayó a mamá, que hablaba con su tazón de leche.
Imagínate.
—Kellan es el hijo perfecto —murmuró para la leche, antes de
inclinar su cabeza en mi camino—. Es mucho mejor que tú.
¿Dónde está la Ma sobria?
—Sí —le dije, poniéndome de pie para tomar mi comida en mi
dormitorio—. Está bien, Ma.
—Es verdad. Es guapo e inteligente, y me cuida. Tú no haces una
mierda.
—Tienes razón. No hago mierda para ti —murmuré, a poca
distancia, sin querer hacer frente a su mente enloquecida por la mañana.
Mientras caminaba, llegué a ser sorprendido cuando un cuenco
volando rebotó en mi oído izquierdo, y se hizo añicos contra la pared frente
a mí. La leche y el vidrio roto me salpicaron. Mi cabeza se inclinó hacia
atrás hacia mamá, y tenía una sonrisa maliciosa en sus labios.
—Necesito esas ventanas limpias hoy, Logan. Ahora mismo. Tengo
una cita que viene a recogerme esta noche y, ¡este lugar es repugnante! —
gritó—. Y limpia ese desastre.
Mi sangre comenzó a hervir, porque ella era un desastre. ¿Cómo
alguien está tan despistado en la vida? ¿Una vez que se han ido, existía
alguna posibilidad de que alguna vez volviera? Te extraño tanto, Ma... —No
limpiaré eso.
—Sí, lo harás.
—¿Con quién vas a salir, Ma? 37
Se sentó con la espalda recta, como si fuera una especie de realeza.
—No es asunto tuyo.
—¿De verdad? Porque estoy bastante seguro de que la última
persona con quien saliste en una cita era una escoria que te recogió en
una esquina. El tiempo antes de eso se trataba de mi padre vago, y
regresaste con dos costillas rotas.
—No te atrevas a hablar así de él. Es bueno para nosotros. ¿Quién
crees que paga la mayor parte de nuestra renta? Porque definitivamente no
eres tú.
Un chico acabado de graduar del colegio, de casi dieciocho años de
edad, que no podía pagar el alquiler, era un perdedor.
—Pago la mitad, lo cual es más de lo que puedes decir, y él no es
nada más que un pedazo de mierda.
Golpeó sus manos sobre la mesa, irritada por mis palabras. Su
cuerpo tenía un ligero temblor, y parecía cada vez más inquieta. —¡Es más
hombre de lo que jamás podrías ser!
—¿Oh? —pregunté, lanzándome hacia ella, comenzando a buscar en
sus bolsillos, sabiendo exactamente lo que iba a encontrar—. ¿Él es más
hombre? ¿Y por qué es eso? —pregunté, encontrando la pequeña bolsita
de cocaína en su bolsillo trasero. Colgándola en su cara, y vi el pánico
derramarse en su cara.
—¡Basta! —gritó, tratando de agarrarlo de mí.
—No, lo entiendo. Te ofrece esto y lo hace ser un hombre mejor de lo
que podría ser. Te pega, porque él es un hombre mejor. Escupe en tu cara,
y te llama mierda, porque es un hombre mejor que yo. ¿Correcto?
Comenzó a desgarrarse, no por mis palabras, porque sabía que casi
nunca escuchaba, sino que sus ojos se llenaron de lágrimas de miedo por
la cocaína, el polvo amigo se hallaba en peligro. —¡Sólo dámela, Lo!
¡Detente!
Sus ojos eran vacíos, y parecían casi como si estuviera luchando con
un fantasma. Con un profundo suspiro, tiré la bolsa de plástico sobre la
mesa, y la vi limpiarse la nariz, antes de abrirlo, encontrando su cuchilla,
y creando dos líneas de coca sobre la mesa del comedor.
—Eres un desastre. Eres un jodido desastre, y nunca vas a mejorar
—dije mientras esnifaba el polvo.
—Lo dice el chico que probablemente va a entrar en su habitación,
cerrar la puerta, y esnifar su propio obsequio que su padre le dio. Él es el
gran lobo malo, pero el pequeño niño con capucha se mantiene volviéndolo 38
a llamar para obtener su dosis. ¿Crees que eres mejor que él o yo?
—Lo soy —le dije. Solía, pero no demasiado. Tenía el control. No era
salvaje.
Era mejor que mis padres.
Tenía que serlo.
—No lo eres. Tienes lo peor de los dos en tu alma. Kellan es bueno,
estará bien por siempre. ¿Pero tú? —Armó dos líneas más de coca—. Me
sorprendería si no has muerto a los veinticinco.
Mi corazón.
Dejó de latir.
La conmoción se disparó a través de mí mientras las palabras salían
de sus labios. Ni siquiera se inmutó cuando las dijo, y sentí que una parte
de mí murió. Quería hacer lo contrario de lo que pensaba que haría.
Quería ser fuerte, ser estable, ser digno de la existencia.
Pero, aun así, era ese hámster en la rueda.
Dando vueltas y vueltas, y consiguiendo absolutamente nada.
Entré en mi habitación, cerré mi puerta, y me perdí en el mundo de
mis propios demonios. Me preguntaba qué hubiera pasado si nunca le
hubiera dicho “hola” a mi padre hace muchos años. Me preguntaba qué
habría pasado si nunca nos hubiéramos cruzado.

Logan, siete años de edad


Me encontré con mi padre en el porche de un extraño. Ma me llevó a
alguna casa esa noche y me dijo que esperara afuera. Dijo que iría rápido, y
luego se iría a casa, pero supongo que ella y sus amigos tenían mucha más
diversión de lo que pensé que lo harían.
El porche se encontraba hecho añicos, y mi sudadera roja no era lo
mejor para el frío del invierno, pero no me puedo quejar. Ma siempre odiaba
cuando me quejaba; decía que me hacía lucir débil.
Había un banco de metal averiado en el porche en el que me sentaba,
las piernas dobladas en mi pecho mientras pasaba el tiempo. La barandilla
del porche tenía la pintura gris descascarada y listones de madera
agrietados, junto con la nieve congelada que nunca fue paleada. 39
Vamos, Ma.
Era tan fría esa noche. Podía ver mi respiración, por lo que para
entretenerme, no dejaba de soplar aire caliente fuera de mi boca.
La gente entraba y salía de la casa durante toda la noche, y casi no
se fijaron en mí sentado en el banco. Metí la mano en el bolsillo de atrás y
saqué un pequeño bloc de papel y la pluma que siempre llevaba conmigo, y
empecé a garabatear. Siempre que Ma no estaba, me mantenía ocupado
dibujando.
Dibujé un montón esa noche, hasta que empecé a bostezar. Con el
tiempo me quedé dormido, metiendo las piernas dentro de mi sudadera roja
y acostado en el banco. Cuando dormía, no me sentía tan frío, era un poco
agradable.
—Oye —dijo una voz áspera, despertándome de mi sueño. En el
momento en que mis ojos se abrieron ligeramente, me acordé de la frialdad.
Mi cuerpo empezó a temblar, pero no me senté—. ¡Oye, chico! ¿Qué
demonios haces aquí? —cuestionó la voz—. Levántate.
Me senté y me froté los ojos, bostezando. —Mi madre está en el
interior. Estoy esperándola. —Mis ojos se centraron en el hombre
hablándome, y mis ojos se abrieron con nervios. Parecía malo, y tenía una
gran cicatriz corriendo por el lado izquierdo de su cara. Su cabello lucia
salvaje, salpicado de blanco y negro, y sus ojos se parecían a los míos.
Chocolates y aburridos.
—¿Sí? ¿Cuánto tiempo has estado esperando? —dijo entre dientes,
con algún tipo de cigarrillo colgando entre sus labios.
Mis ojos se movieron hacia el cielo oscurecido. Se encontraba
iluminado cuando llegamos mamá y yo. No contesté al hombre. Gimió y se
sentó a mi lado. Me acerqué más a la orilla de la banqueta, tan lejos de él
como pude.
—Tranquilízate, chico. Nadie te va a lastimar. ¿Tu madre es una
adicta? —preguntó. No sabía lo que eso significaba, así que me encogí de
hombros. Él se rio—. Si está en esa casa, es una adicta. ¿Cuál es su
nombre?
—Julie —susurré.
—¿Julie qué?
—Julie Silverstone.
Sus labios entreabiertos e inclinó la cabeza, mirando en mi dirección.
—¿Julie Silverstone es tu madre?
Asentí. 40
—¿Y te dejó aquí?
Asentí de nuevo.
—Esa perra —murmuró levantándose del banco con las manos en
puños. Se dirigió a la puerta y abrió la puerta de pantalla, se detuvo. Quitó
el cigarrillo de los labios y me lo ofreció—. ¿Fumas marihuana? —preguntó.
No era un cigarrillo en absoluto. Debería haberlo sabido por el olor. —
No.
Sus cejas se fruncieron. —Dijiste Julie Silverstone, ¿verdad? —Asentí
por tercera vez. Colocó el porro en mis manos—. Entonces fumas marihuana.
Te mantendrá caliente. Volveré con la perra de tu madre.
—Ella no es una… —La puerta se cerró antes de que pudiera
escucharme completar mi frase—, puta.
Sostuve el porro entre los dedos y me estremecí en el frío.
Te mantendrá caliente.
Me estaba congelando.
Así que tomé una bocanada, y me atraganté con mi propia tos.
Tosí duro durante mucho tiempo, pisando fuerte el porro en el suelo.
No entendía por qué alguien haría eso, por qué alguien fumaría. Ese fue el
momento juré nunca fumar otra vez.
Cuando el hombre salió, arrastraba a mamá junto con él. Ella parecía
apenas despierta, y sudorosa.
—¡Deja de jalarme, Ricky! —gritó al hombre.
—Cierra la boca, Julie. Dejaste a tu maldito niño aquí toda la noche,
maldita adicta al crack.
Mis puños se formaron e hinché el pecho. ¡¿Cómo se atreve a hablar a
mi mamá así?! Él no la conocía. Era mi mejor amiga, con excepción de mi
hermano Kellan. Y ese tipo no tenía derecho a hablar a mamá así. Kellan
hubiera estado tan enojado si escuchaba a ese tipo. Lo bueno es que no se
hallaba aquí sino con su padre en una especie de viaje de pesca en el hielo.
No sabía que la gente podría pescar cuando había hielo, pero Kellan
me dijo todo al respecto la semana pasada. Ma dijo que la pesca en hielo
era de bichos raros y perdedores.
—¡Te lo dije, Ricky! No la uso más. L-lo prometo —tartamudeó—. Solo
me detuve aquí para ver a Becky.
—Pura mierda —respondió él, tirando de ella por las escaleras—.
Vamos, chico.
—¿A dónde vamos, Ma? —pregunté, siguiendo detrás de mi madre,
preguntándome lo que iba a ocurrir a continuación. 41
—Los estoy llevando casa —respondió el hombre. Puso a Ma en el
asiento del pasajero, donde cerró los ojos y se dejó caer de nuevo. Luego
abrió la puerta de atrás para mí, cerrándola de golpe después de que me
metí adentro—. ¿Dónde vives? —preguntó, entrando en el asiento del
conductor y marchándose, lejos de la acera.
Su auto era brillante y bonito, mejor que cualquier coche que vi nunca.
Ma y yo tomamos el autobús por todas partes, por lo que estar en su auto
medio me hizo sentir como un rey.
Mamá comenzó a escupir y a toser, e hizo todo lo posible para
aclararse la garganta. —Ves, eso es por lo que tenía que ver a Becky. ¡Mi
casero es un idiota y me dijo que no había pagado los últimos dos meses!
¡Pero lo hice, Ricky! Pagué a ese idiota, y está actuando como si no lo hice.
Así que vine a ver a Becky para conseguir algo de dinero.
—¿Desde cuándo Becky tiene dinero? —preguntó.
—No tiene. No tenía dinero, supongo. Pero tenía que ver. Debido a que
el arrendador dijo que no puedo volver si no tenía el dinero. Así que no estoy
segura de dónde debemos ir. Debes dejar que me vaya comprobar con
Becky realmente rápido —murmuró, abriendo la puerta del pasajero
mientras el auto se movía.
—¡Ma!
—¡Julie!
Ricky y yo gritamos al mismo tiempo. Alcancé su camisa desde el
asiento trasero, y él jaló la manga de su camisa, tirando de ella en su
dirección, cerrando la puerta con ella.
—¡¿Estás loca?! —gritó él, sus fosas nasales dilatadas—. Maldita sea.
Voy a pagar la factura mañana, pero esta noche se quedarán en mi casa.
—¿Vas a hacer eso, Ricky? Dios, lo agradeceríamos mucho. ¿No es
así, Lo? Voy a pagarte de vuelta, te voy a pagar de nuevo hasta el último
centavo.
Asentí, sintiendo el calor finalmente empezar a hacer efecto en el auto.
Calidez.
—Voy a agarrar para el niño algo de comida, también. Dudo que le
dieras de comer. —Buscó en su bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos y un
encendedor con forma de una bailarina de hula. Mientras accionó el
encendedor, la bailarina del hula se movió de lado a lado. Me volví
hipnotizado con el movimiento, incapaz de apartar los ojos de la misma.
Incluso cuando, después de encender el cigarrillo, lo encendió y apagó sin
parar.
Cuando llegamos al apartamento de Ricky, me quedé impresionado 42
por la cantidad de cosas que tenía. Dos sofás y un enorme sillón, pinturas,
una enorme televisión con cable y un refrigerador lleno de comida suficiente
para alimentar al mundo. Después de comer, me instalé en uno de los sofás,
y me dormí, escuchando a mamá y a él susurrar en el pasillo cercano.
—Él tiene tus ojos —murmuró ella.
—Sí, lo sé. —Su voz parecía llena de pesar, pero no sabía por qué.
Escuché sus pasos aproximarse a mí, y abrí los ojos para verlo agachado
junto a mí. Sus manos juntas y sus ojos se estrecharon—. Eres mi hijo, ¿eh?
No respondí.
Porque, ¿qué se suponía que tenía que decir?
Una sonrisa maliciosa cayó del lado de su boca, y encendió un
cigarrillo, una cortina de humo a la cara. —No te preocupes, Logan. Voy a
cuidar de ti y tu madre. Lo prometo.

A las cuatro de la mañana cuando por fin me pasó el efecto de la


droga, yací en mi cama, mirando al techo.
Yo: ¿Estás levantada?
Me quedé mirando mi teléfono, esperando a que aparecieran los
puntos suspensivos, pero no lo hicieron. Cuando sonó el teléfono, tomé
una respiración.
—Te desperté —susurré en el receptor.
—Sólo un poco —respondió Alyssa—. ¿Qué pasó?
—Nada —mentí—. Estoy bien.
Morirás a los veinticinco.
—¿Fue tu madre o tu padre?
Siempre sabía. —Mamá.
—¿Se encontraba drogada o sobria?
—Drogada.
—¿Crees lo que dijo o no? —Dudé, y empecé a chasquear el mechero
encendiéndolo y apagándolo—. Oh, Lo.
—Lo siento por despertarte. Puedo colgar. Vuelve a dormir.
—No estoy cansada. —Bostezó—. Permanece en el teléfono conmigo
hasta que sea capaz de conciliar el sueño, ¿de acuerdo? 43
—De acuerdo.
—Estás bien, Logan Francis Silverstone.
—Estoy bien, Alyssa Marie Walters.
A pesar de que me sentía como una mentira, era su voz la que casi
siempre me hacía creer.
44
Traducido por Black Rose & ∞Jul∞

N
unca celebré realmente mi cumpleaños hasta hace dos años
cuando conocí a Alyssa. Kellan siempre me llevaba a cenar, y
me encantaba. Él era bastante genial en recordarme que no
me hallaba solo en el mundo, pero Alyssa era cada vez más increíble cada
año para mi cumpleaños. Hace dos años, fuimos a Chicago para ver un
documental especial sobre Charlie Chaplin en un viejo teatro, luego me
llevó a un restaurante lujoso para el cual me encontraba demasiado mal
vestido. Ella venía de un estilo de vida donde las cenas lujosas eran
normales, yo venía de un mundo donde la cena no siempre era posible.
Cuando se dio cuenta de mi incomodidad, terminamos caminando por las
calles de Chicago, comiendo perros calientes y de pie bajo la Puerta de la
Nube2.
Esa fue el primer mejor día de mi vida.
Hace un año, hubo un festival de cine pasando Upper Wisconsin, y
ella alquiló una cabaña para que nos alojáramos. Vimos todas y cada una
de las películas juntos durante todo el fin de semana. Nos quedamos hasta
tarde discutiendo cuáles películas nos inspiraron, y cuales fueron hechas
por personas que probablemente tomaron una gran cantidad de ácido.
Ese fue el segundo mejor día de mi vida.
Pero hoy era diferente. Hoy era mi décimo octavo cumpleaños, eran
más de las once de la noche, y Alyssa no me llamó ni una vez.
Me senté en mi habitación viendo el DVD sobre Jackie Robinson3
mientras escuchaba a Ma tropezarse por todo el apartamento. Una pila de
facturas esperaba al lado de mi cama, y sentí un nudo en el estómago por

2La Puerta de la nube es una escultura pública del artista indo-británico Anish Kapoor y
es la pieza central de la Plaza AT&T en el Millennium Park en Chicago, Illinois, Estados
Unidos. Coloquialmente se le conoce como La Alubia (The Bean).
3Fue el primer beisbolista afroamericano en ingresar a las Ligas Mayores de Béisbol.
Jugó la mayor parte de su carrera profesional para los Brooklyn Dodgers.
el miedo de no alcanzar la renta. Si no éramos capaces de pagar la renta,
papá nunca iba a dejarlo pasar. Y si le pedía ayuda, sabía que Ma pagaría
el precio.
Alcancé debajo de la cama y saqué un sobre, comprobando el dinero
que ahorré solo. Las palabras en el sobre me enfermaban.
Fondos universitarios.
Qué broma.
Conté el dinero. Quinientos cincuenta y dos dólares. Estuve 45
ahorrando desde hace dos años, desde que Alyssa me hizo creer que era
una cosa que podía lograr algún día. Pasé mucho tiempo pensando que
algún día podría ahorrar lo suficiente como para ir a la universidad,
obtener una carrera sólida, y comprar una casa para Ma y para mí.
Nunca tendríamos que contar con papá para nada, la casa sería
nuestra, y sólo nuestra. También, nos limpiaríamos. No más drogas, solo
felicidad. Ma lloraría porque sería feliz, no porque él la golpeaba.
Ma sobria volvería, la que solía arroparme cuando era joven. La que
solía cantar y bailar. La que solía sonreír.
Había pasado tanto tiempo desde que vi esa versión de ella, pero una
parte de mí se aferraba a la esperanza de que un día regresaría. Ella tiene
que volver a mí.
Suspiré, sacando algo del dinero de mi fondo universitario para
pagar la factura de electricidad.
Trescientos veintitrés dólares restantes.
Y solo así, el sueño pareció un poco más lejos.
Tomando un lápiz, empecé a garabatear en la factura de electricidad.
Dibujar y abstraerme con los documentales era mi principal forma de
escapar de la realidad. Más, una chica rara, de cabeza rizada que sonreía y
hablaba demasiado fue apareciendo en mi mente. Alyssa ocupaba mucho
más de mis pensamientos de lo que debería. Lo cual era raro, porque
realmente no me importa una mierda las personas o lo que pensaban de
mí.
Preocuparme por las personas les facilitaba meterse con mi mente, y
mi mente ya se hallaba casi destruida debido a mi amor por mi retorcida
madre.
—¡No! —la oí gritar desde la sala—. No, Ricky, fue sin querer —
exclamó.
Mi estómago se retorció.
Papá se encontraba aquí.
Me empujé hacia arriba en mi colchón y apresuré al espacio. Mi
padre era macizo, tenía el cabello más gris que negro, fruncía el ceño más
de lo que sonreía, y odiaba más de lo que amaba. Además, siempre vestía
trajes. Trajes que se veían caros, con corbata y zapatos de cocodrilo. Todos
en el vecindario sabían que debían mantener la cabeza baja al caminar
junto a él, porque incluso mirarlo a los ojos podía ser peligroso. Él era el
matón más grande que caminaba las calles, y lo odiaba con todas mis
fuerzas. Todo lo relacionado con él me daba asco, pero lo que más odiaba
era que yo tenía sus ojos.
Cada vez que lo miraba, siempre veía un pedazo de mí mismo. 46

Ma se estremeció en una esquina, sosteniendo su mejilla, que tenía


la huella de su mano marcada. Vi como él iba a golpearla de nuevo, y di un
paso en su camino, tomando el golpe en mi cara. —Déjala en paz —dije,
tratando de actuar como si la bofetada no me quemó.
—Esto no tiene nada que ver contigo, Logan —dijo—. Apártate del
camino. Tu mamá me debe dinero.
—Y-yo lo conseguiré, lo juro. Sólo necesito tiempo. Tengo una
entrevista en una tienda de comestibles por la calle esta semana —mintió.
Ma no había solicitado un trabajo en años, pero de alguna manera siempre
tenía estas misteriosas entrevistas que siempre se convertían en nada.
—Pensé que ya te había pagado ese dinero —dije—.Te dio doscientos
el pasado fin de semana.
—Y tomó trescientos hace dos días.
—¿Por qué incluso le das dinero? Sabes que no te lo puede pagar.
Me agarró del brazo, hundiendo sus dedos en mi piel, haciendo que
me estremeciera. Mi cuerpo fue tirado cuando me llevó al otro lado de la
habitación y se cernió sobre mí. —¿Quién demonios te crees que eres,
hablándome de esa manera? ¿Eh?
—Sólo pensé...
Me dio una palmada contra la parte posterior de la cabeza. —Tú no
piensas. Ahora bien, esta conversación es entre tu mamá y yo. No
interrumpas. —Me golpeó de nuevo, más duro. Su mano se formó un puño
y cuando encontró con mi ojo, me quejé de dolor. Papá comenzó a ir en
dirección a mamá de nuevo, y como un idiota, me puse delante de ella otra
vez—. ¿Tienes un deseo de muerte, Logan?
—Yo te pago —dije, tratando de mantenerme erguido, a pesar de que
me hacía sentir muy pequeño cada vez que me hallaba a su alrededor—.
Un segundo. —Corrí al dormitorio, me agaché bajo el colchón, y saqué mis
fondos para la universidad. Podía sentir mi ojo hinchándose mientras
contaba el dinero.
Veintitrés dólares restantes.
—Aquí —dije, empujando el dinero en las manos de papá. Me
entrecerró los ojos antes de empezar a contarlo. En voz baja, murmuró
algo, pero no me importó. Mientras se fuera, eso sería lo suficientemente
bueno para mí.
El dinero fue a su bolsillo trasero. —Ustedes dos deberían apreciar lo
afortunados que son al tenerme. Pero ni creas que voy a seguir pagando su
alquiler como lo he estado haciendo.
No te necesitamos, quería decir. Vete y no vuelvas nunca más, 47
soñaba gritarle. Pero mantuve la boca cerrada.
Sus pasos se dirigieron hacia Ma, y la vi estremecerse mientras él
acariciaba su mano contra su mejilla. —Sabes que te quiero, Julie,
¿verdad? —preguntó.
Asintió lentamente. —Lo sé.
—Y que solo quiero que seamos felices. ¿Verdad?
Asintió más lentamente. —Sí.
Se inclinó y la besó en los labios, y yo quería prenderle fuego. Quería
verlo quemar y gritar de dolor por la forma en que utilizaba,
menospreciaba, y proactivamente escupía sobre su alma.
Pero también quería gritarle a Ma, porque definitivamente le devolvió
el beso. Cuando se separaron, lo miraba como si fuera su Dios, cuando en
realidad no era más que Satanás en un traje caro.
—Logan —dijo, mientras caminaba hacia la puerta para salir—. Si
alguna vez necesitas un trabajo de verdad, el trabajo de un hombre de
verdad, estoy seguro de que siempre te puedo incluir en el negocio
familiar. Este dinero de bolsillo que estás haciendo no te va llevar a
ninguna parte.
—No me interesa.
Su siniestra sonrisa se unió a sus labios ante mi respuesta. Era la
misma respuesta que le daba todas las veces, pero cada vez sonreía como
si supiera un secreto que yo ignoraba. Cuando salió del apartamento, solté
un suspiro pesado por mi boca.
—¡¿Qué pasa contigo ?! —exclamó Ma, enfrentándome, golpeándome
contra el pecho. Agarré sus pequeñas muñecas, confundido. Ella seguía
gritando—. ¿Estás tratando de arruinarlo todo para mí?
—¡Acabo de impedir que te atacara!
—No sabes de que hablas. No iba realmente a hacerme daño.
—Estás delirante. Él te estaba haciendo daño.
—Déjame ir —se quejó, tratando de aflojar mis manos de sus brazos.
La solté. Al segundo, su mano se abrió y me dio una bofetada fuerte—.
Nunca interfieras con mi vida de nuevo. ¿Me oyes?
—Sí —dije.
Me apuntó con el dedo a la cara, una mirada severa en sus ojos. —
¡¿Me. Estás. Oyendo?! —preguntó de nuevo.
—¡Sí! —grité—. Te oigo.
Pero mentía directamente a la cara, porque si alguna vez veía a mi 48
padre con sus manos cerca de ella, la defendería. Lucharía por ella. Sería
su voz, incluso si eso significaba perder la mía. Porque sabía que era por él
que sus propios sonidos eran mudos. Era gracias a él que su fuego interior
se desvaneció.
Ma, vuelve a mí.
¿Cuándo la perdí? ¿Se habrá ido para siempre?
Si tuviera una máquina del tiempo, me gustaría volver atrás y
corregir cualquier error que cometió y la convirtió en este ser. La dirigiría a
la izquierda en lugar de la derecha. Le rogaría que nunca fumara esa pipa
por primera vez. Le recordaría que era hermosa, incluso si un hombre le
dijo algo distinto. Arreglaría su corazón que se encontraba tan
dolorosamente dañado.
Me dirigí a mi habitación y traté de borrar los recuerdos de mi padre,
pero cada vez que me daba la vuelta, regresaban. Todo mi odio, toda mi
ira, todo mi dolor. Todo inundó de nuevo mi cerebro, llenando mi cabeza
con tanto ruido que necesitaba hacerlo callar.
Estarás muerto a los veinticinco.
Mi corazón entraba en pánico, mi ojo palpitando con dolor, y me
hallaba a segundos de permitir que los demonios regresaran de nuevo. Se
burlaban de mí, me lastimaban, envenenaban lentamente mi mente. Me
quedé en mi mesilla de noche donde mi aguja dormía cada noche,
sintiendo que susurraba mi nombre, pidiéndome alimentar a los demonios
hasta que se fueran.
Quería ganar esa noche. Quería ser fuerte, pero no lo era. Nunca he
sido lo suficientemente fuerte, y nunca lo sería.
Sólo cede.
Estarás muerto a los veinticinco.
Tomé una respiración, mis manos temblorosas. Tomé una
respiración, mi corazón roto. Tomé una respiración, e hice lo único que
sabía hacer.
Abrí el cajón, permitiendo segundos de la oscuridad en el interior, a
segundos de la luz apagándose, pero entonces, mi teléfono sonó.
Alyssa: ¿Qué haces?
Alyssa me envió un mensaje exactamente cuando la necesitaba, a
pesar de que me ofendía que esperara hasta las once de la noche para
escribir. La única persona que oí de mi cumpleaños fue a Kellan, que me
llevó a cenar. Todo lo que papá me dio fue un ojo negro, y todo lo que Ma
me dio fue decepción.
Sin embargo, Alyssa era con la que contaba. Era mi mejor amiga, y 49
no dijo una palabra durante todo el día.
Yo: En la cama.
Alyssa: Está bien.
Puntos suspensivos.
Alyssa: Ven abajo.
Me incorporé un poco, volví a leer sus mensajes. Con la prisa, me
puse mis zapatillas de tenis, un par de gafas de sol, mi sudadera roja, y
salí del apartamento. Aparcada justo en frente del edificio se hallaba
Alyssa, sonriendo hacia mí. Miré alrededor de las calles a la gente
bebiendo y fumando.
Dios. Odio cuando viene aquí. Especialmente de noche.
Me subí en el asiento del pasajero de su auto, y cerré las puertas al
momento en que estaba en el interior. —¿Qué haces, Alyssa?
—¿Por qué llevas gafas de sol? —preguntó.
—Ninguna razón.
Se acercó y me las quitó.
—Oh, Logan... —susurró, tocando ligeramente mi ojo morado.
Reí y retrocedí. —¿Crees que es malo? Debes ver al otro chico.
No se rio. —¿Tu papá?
—Sí. Sin embargo, está bien.
—No está bien. Nunca he odiado tanto a alguien en mi vida. ¿Está tu
madre bien?
—Está lejos de estar bien, pero está bien. —Vi como los ojos de
Alyssa comenzaron a aguarse, pero rápidamente la detuve—. Todo está
bien. Lo prometo. Vamos a ir a cualquier lugar al que vamos para que
pueda olvidarlo por un tiempo.
—Bueno.
—Y, ¿Alyssa?
—¿Sí, Logan?
Mis dedos secaron sus lágrimas, y permití a mi toque quedarse
contra sus mejillas. —Sonríe.
Me dio una enorme y cursi, sonrisa falsa. Era lo suficientemente
buena para mí.
Puso el auto en marcha, y siguió conduciendo durante mucho,
mucho tiempo. No hablamos en todo el camino, y no sabía qué es 50
exactamente lo que iba a hacer. Cuando el auto se detuvo a un lado de un
camino abandonado, mi confusión creció.
—En serio. ¿Qué estamos haciendo?
—Vamos —dijo, saliendo apurada del auto, y corriendo por el
camino. Esta chica iba a ser mi muerte, y por la muerte significaba la vida.
Debido a que con su entrada en mi vida, encontré de alguna manera
liberar las restricciones de mi vida cada día.
Seguí detrás de ella, porque cada vez que se movía, me preguntaba a
dónde iba.
Se puso de pie delante de una escalera que conduce a una valla
publicitaria. —¡Tada! —gritó, bailando con entusiasmo.
—¿Umm?
—¡Es tu regalo de cumpleaños, tonto!
—Mi presente es... ¿una escalera a un anuncio?
Puso los ojos en blanco y suspiró dramáticamente. —Sígueme —dijo,
subiendo por la escalera. Hice lo que me dijo.
Subimos la escalera más alta que jamás había encontrado. El gran
cartel en el que nos sentamos delante de decía “2 por 5 hamburguesas de
Hungry Harry’s Diner”. Podría decir que Alyssa tenía un poco de miedo a
las alturas, porque no dejaba de intentar todo lo posible para evitar bajar
la mirada. Había una barandilla envolviendo alrededor la valla publicitaria
para alejarnos de la caída libre, pero aun así, parecía demasiado alto para
su gusto.
—¿Estás un poco asustada? —pregunté, aprendiendo algo nuevo.
—Um, ¿tal vez? Creo que las alturas son una de esas cosas de las
que no sabes que estás aterrorizada hasta que estás... en lo alto. De todos
modos. —Caminó lentamente hacia el lado de la valla y sacó una cesta de
picnic y regalos envueltos...—. Aquí tienes. Abre los regalos en primer
lugar.
Hice lo que me dijo, y casi me rompí cuando vi los presentes. »No
sabía cuál era el que viste con tu abuelo, así que tienes todos los DVDs
que pude encontrar —explicó. Sostuve más de doce discos DVD sobre la
galaxia, y el documental que vi con el abuelo se hallaba entre el montón.
—Jesús —murmuré, pellizcando el puente de la nariz.
—Y —Agitó hasta el cielo—, esta es la mejor vista que pude
encontrar para ver las estrellas por la noche. Conduje por la ciudad
durante días tratando de encontrar un lugar. Sé que es probablemente
tonto, pero pensé que te gustaría disfrutar de la vista. —Frunció el ceño—. 51
Es tonto, ¿verdad? Debería haber hecho algo mejor. Los últimos dos años
lo hice tan bien, y pensé que esto sería…
Tomé su mano.
Se quedó en silencio.
—Gracias —dije en voz baja, rozando mi mano libre contra mis ojos.
Sorbí un poco y asentí—. Gracias.
—¿Te encanta?
—Me encanta.
Me estoy enamorando de ti…
Sacudiendo la cabeza, traté de alejar ese pensamiento.
No podía amarla. Amor significaba dolor. Y ella era una de las únicas
dos cosas buenas en mi vida.
Miré de nuevo al cielo. —Si uno mira hacia allí, puedes ver la
constelación de Escorpión. Cada mes, puedes ver algunas constelaciones
mejor que otras. Se inicia con la estrella inferior, se curva hacia arriba, y
luego se separa en cinco puntos, haciendo que se vea como una especie de
diente de león. Antares es la estrella más brillante de la constelación. El
abuelo me decía que era el corazón de Escorpión. ¿Lo ves? —pregunté,
señalando. Ella asintió—. El mito detrás de esto es que Orión, el cazador,
se jactaba de que podía matar a todos los animales en el planeta. Fue
derrotado por un escorpión, y Zeus notó el lugar de la batalla. Por lo tanto,
levantó el escorpión al cielo nocturno para la eternidad.
—Es bonito.
—Sí —dije en voz baja, mirándola, mirando hacia arriba—. Lo es.
—Eso es hermoso, también —dijo.
—¿Qué es hermoso?
Sus labios se alzaron mientras seguía mirando las estrellas. —La
forma en que me miras cuando piensas que no estoy viendo.
Mi corazón saltó un latido.
¿Me vio mirando?
—¿Alguna vez me miras?
Asintió lentamente. —Y luego, cuando no estamos juntos, cierro los
ojos y te veo en mi mente. Ese es el momento en el que nunca me siento
sola.
Me estoy enamorando de ti.
Quería abrir mi boca y decirle esas palabras. Quería dejarla entrar
en mi alma y decirle las historias de cómo soñaba despierta con ella. 52
Entonces recordé quién era ella, y quién era yo y por qué no podía decir
esas palabras.
El incómodo silencio se mantuvo hasta que Alyssa ayudó a seguir.
—¡Oh! También hice una cena tarde-noche para nosotros —exclamó,
alcanzando la cesta de picnic—. Ahora, no quiero que te sientas ofendido
por lo increíble que es mi comida. Sé que estás acostumbrado a ser el
mejor chef de la ciudad, pero creo que te habría rematado con esto.
Metió la mano en el cesto y sacó un recipiente que contiene
mantequilla de maní y mermelada. Me reí. —¡De ninguna manera! ¿Tú
hiciste esto?
—Totalmente a partir de cero. A excepción de la mantequilla de
maní, mermelada y pan. Eso fue todo de la tienda de comestibles.
Mi mejor amiga, gente.
Muerdo el emparedado. —¿Mezcla de mermeladas?
—Mezcla de mermeladas.
—Bueno, ¿no te apetece?
Sonrió. Y yo morí un poco.
—Para el postre, tengo un paquete de frambuesas, y éstos. —Sacó
un paquete de galletas Oreo—. Fui por todas, ¿no? Aquí. —Agarró una
galleta, abriéndola, colocado dentro una frambuesa, y la puso de nuevo
junta. A continuación, procedió a volarlo a su alrededor como un avión a
mi boca. La abrí amplia, tardó un poco, y gemí.
Arqueó una ceja, satisfecha. —¿Estás gimiendo por mis galletas?
—Estoy definitivamente gimiendo por tus galletas.
Se contoneó, y suspiró dramáticamente. —Si tuviera un dólar por
cada vez que un chico me dijo eso.
—Tendrías un dólar y cero centavos.
Me sacó el dedo, y me enamoré más de ella. No podría decidir lo que
quería más, sus labios contra los míos, o sus palabras. La idea de los dos
me entretuvo más de lo que jamás pensé que fuera posible.
Palabras, ve con palabras. —¿Cuál es tu mayor sueño? —pregunté,
tirando algunas frambuesas en mi boca, antes de lanzar unos cuantas en
la de ella.
—¿Sueño más grande?
—Sí. ¿Qué quieres ser o hacer en el futuro?
53
Se mordió el labio inferior. —Quiero tocar el piano y hacer sonreír a
la gente. Hacer feliz a la gente. Sé que suena poco para mucha gente, como
mi madre. Y sé que suena como una meta estúpida, pero eso es lo que
quiero. Quiero que mi música inspire a la gente.
—Puedes hacerlo, Alyssa. Ya lo haces. —Creía en su sueño más de lo
que jamás podría decir. Cada vez que la oía tocar el piano, era como si
todas las partes terribles de la vida se derretían. Sus sonidos me hacían
encontrar unos momentos de paz.
—¿Y tú? —preguntó ella, colocando una frambuesa entre mis labios.
No me encontraba realmente en una situación de vida en la que alguna vez
hubiera sido capaz de soñar, pero cuando me hallaba con Alyssa, todo eso
parecía un poco más posible.
—Quiero ser un chef. Quiero que la gente venga de mal humor y
salgan contentos por lo que pongo en su plato. Quiero que la gente se
sienta bien comiendo mi comida y se olviden de todas las cosas de mierda
pasando en sus vidas reales durante unos minutos.
—Me encanta eso. Debemos abrir un restaurante, con un piano en el
interior, y llamarlo The AlyLo.
—O, LoAly —sonreí.
—AlyLo suena mucho, mucho mejor. Además, fue mi idea.
—Bueno, vamos a hacerlo. Vamos a abrir AlyLo y crear una increíble
comida y reproducir música increíble, y vivir felices para siempre.
—¿El fin?
—El fin.
—¿Promesa de meñique? —preguntó, extendiendo su dedo hacia mí.
Envolví mi dedo meñique con el de ella.
—Promesa de meñique. —Nuestras manos se entrelazaron después
de eso.
—¿Cuál es otro sueño tuyo? —preguntó.
Me debatí si debería decirle, porque parecía un poco pobre, pero si
existía alguien que confiaba en que no me juzgara, era ella. —Quiero ser
un papá. Sé que suena estúpido, pero de verdad. Toda mi vida crecí con
padres que no saben lo que significaba amar. Pero si yo fuera un padre,
los amaría más de lo que las palabras pudieran decir. Me presentaría a
sus partidos de béisbol, sus recitales de danza, y los amaría,
independientemente de si quisieran ser un abogado o un hombre de la
basura. Sería mejor que mis padres.
—Sé que lo serías, Lo. Serías un gran padre.
54
No sé por qué, pero ella diciendo eso hizo que me lloraran los ojos.
Nos quedamos allí por un tiempo, sin decir una palabra, sino
únicamente mirando hacia arriba.
Todavía era tan tranquilo allí arriba. No me podía imaginar en
cualquier otro lugar en el que preferiría estar. No dejamos de sostenernos
la mano. ¿Le gustaba sostener mi mano? ¿Su corazón daba una voltereta
cada pocos segundos? ¿Se sentía ella algo, un poco, enamorada de mí
también? Tomé su mano con más fuerza. No sabía si sería capaz de dejarla
ir.
—¿Cuál es tu mayor temor? —habló en voz baja.
Saqué mi encendedor y comencé a encenderlo y apagarlo con la
mano libre. —¿Mayor temor? No lo sé. Que algo les suceda a las pocas
personas que me importan. Kellan. Tú. Mi mamá. ¿Qué hay de ti?
—Perder a mi padre. Sé que suena estúpido, pero cada día, cuando
suena el timbre, me pregunto si es él. Cada vez que mi teléfono se apaga,
mi corazón se detiene, esperando que me esté llamando. Sé que estos
últimos meses ha estado un poco perdido en acción, pero sé que va a
volver. Siempre lo hace. Pero la idea de perderlo para siempre rompe mi
corazón.
Escuchamos la oscuridad del otro y demostramos mutuamente
nuestra luz.
—Dime un hermoso recuerdo de tu madre —dijo.
—Mmm… —Me mordí el labio inferior—. Cuando tenía siete años,
iba a la escuela cada día. Un día llegué a casa y escuché música a todo
volumen en el garaje de nuestro viejo edificio de apartamentos. Ma tenía
un equipo de sonido reproduciendo clásicos: The Temptations, Journey,
Michael Jackson, todos estos clásicos. Ma dijo que recibió el CD de un
vecino, y le dieron ganas de bailar. Así que había estado bailando en la
calle, y sólo se movía de la acera cuando un carro venía. Se veía tan
hermosa ese día, y me hizo bailar con ella toda la noche hasta que la luna
se encontraba alta. Kellan se acercó también. Se montó en su bicicleta
porque tenía las sobras de la cena que traería para mamá y yo. Cuando
llegó, los tres bailamos.
»Quiero decir, en retrospectiva, estoy seguro de que ella se hallaba
algo drogada en ese entonces, pero no podría decirlo. Sólo recuerdo su risa
y girar y bailar libre con ella y Kellan. El sonido de su risa fue mi parte
favorita porque era tan fuerte, y salvaje. Ese es mi recuerdo favorito de la
familia. Esa es el recuerdo al que vuelvo cada vez que parece tan ida.
—Eso es algo bueno para recordar, Lo.
—Sí. —Le di una sonrisa forzada, nunca dejo que nadie conozca 55
cuánto echaba de menos a mi madre, pero a sabiendas de que me
entendió, porque también extrañaba a su padre—. ¿Cuál es un hermoso
recuerdo de tu padre?
—¿Sabes del reproductor de disco de vinilo en mi habitación?
—Sí.
—Él me lo consiguió durante un año para Navidad, y comenzamos la
tradición de que cada noche nos gustaría escuchar y cantar una canción
antes de ir a la cama. Entonces, en la mañana, nos despertamos y
cantábamos una canción, también. Música moderna, vieja, cualquier cosa.
Era lo nuestro. A veces mi hermana Erika venía y cantaba con nosotros, a
veces mamá gritaba para que bajáramos el ruido, pero siempre reía y
sonreía.
—¿Es por eso que siempre hay música reproduciéndose en la noche
cuando voy a verte?
—Sí. Es divertido cómo reproduzco todas las mismas canciones que
tanto él como yo solíamos hacerlo, pero ahora las letras todas parecen tan
diferentes.
Mantuvimos la conversación durante toda la noche.
La alimenté con frambuesas, mientras ella me alimentó con sus
sueños.
Me alimentó con frambuesas, mientras yo le daba de comer a mis
miedos.
Miramos el cielo nocturno, sintiéndonos seguros y libres por un
momento.
—¿Alguna vez piensas acerca de cómo de loca es la gente? —
pregunté—. Hay más de tres mil millones de estrellas en la Vía Láctea
solamente. Tres mil millones de puntos de luz que nos recuerda a todo lo
que está ahí fuera en el universo. Tres mil millones de llamas que se ven
tan pequeñas. Sin embargo, son, literalmente, más grande de lo que jamás
podrías imaginar. Hay toda clase de diferentes galaxias, todos estos
mundos diferentes que nunca hemos visto, y nunca se descubrirán.
»Hay tanta maravilla en el mundo, pero en lugar de dar una mierda,
y tomarse el tiempo para llegar a la conclusión de que todos somos muy,
muy, pequeños en un lugar muy, muy miniatura, nos gusta pretender que
somos los alfas de todo el universo. Nos gusta sentirnos grandes. Y a cada
uno nos gusta hacer que nuestro camino parezca de la mejor manera, y
nuestras heridas parecen ser las más grande de las heridas, cuando en
realidad, no somos nada más que un pequeño punto de ardor que
constituye una parte del cielo gigante. Un pequeño punto que nadie
incluso notaría. Un pequeño punto, que muy pronto sería sustituido por
otro, que piensa que es más importante de lo que realmente es. Sólo deseo 56
que la gente a veces deje de luchar por cosas estúpidas y mundanas como
la raza, la orientación sexual, y los programas de realidad. Me gustaría que
recuerden lo pequeños que son y tomen cinco minutos al día para mirar
hacia el cielo y respirar.
—¿Logan
—¿Sí?
—Me encanta tu opinión.
—¿Alyssa?
—¿Sí?
Me estoy enamorando de ti…
—Gracias por esta noche. No tienes idea de lo mucho que necesitaba
esto. No tienes idea de lo mucho que te necesitaba. —Apreté su mano
suavemente—. Eres mi más grande éxtasis.
57
Traducido por Maeh

—¡Lo! ¡Lo! ¡Lo! —gritó Alyssa una semana después, corriendo


directamente hacia mí bajo la lluvia torrencial. Me encontraba en la parte
más alta de la escalera, limpiando las ventanas del tercer piso desde
afuera. Obviamente Ma sólo preguntaba por mí para limpiarlas cuando se
vertía la lluvia afuera. La voz de Alyssa me sacudió, haciéndome enviar el
cubo de agua —el cual era principalmente agua de lluvia) a estrellarse en
el suelo.
—¡Dios, Alyssa! —grité hacia ella.
Me dio un leve ceño, sosteniendo la sombrilla de brillante amarillo
con puntos sobre su cabeza. —¿Qué haces? —preguntó.
—Limpiando las ventanas.
—Pero está lloviendo.
No jodas, Sherlock, pensé para mí mismo. Pero luego me di cuenta
que no era culpa de Alyssa que yo estuviese limpiando las ventanas y que
no merecía mi mala actitud. Subí los peldaños de la escalera y observé a
mi amiga. Tomó un largo paso frente a mí y mantuvo la sombrilla sobre
ambos.
—¿Tu madre te hizo hacer eso? —cuestionó con la más triste mirada
en sus ojos que había visto.
No respondí.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, ligeramente enfadado. No vivía en el
tipo de lugar en el que Alyssa lo hacía. Vivía en un vecindario de mierda, y
no era el lugar más seguro para cualquier persona, especialmente alguien
como Alyssa. Había una cancha de básquetbol en la calle en dónde
pasaban más tratados de drogas que juegos. Había quienes se paraban en
las esquinas de la mañana a la noche, presionándose entre sí, tratando de
hacer dinero extra. Había prostitutas quienes caminaban arriba y abajo
por las calles, encadenadas. Y estaban los disparos que siempre se
escuchaban, pero afortunadamente nunca los vi dándole a ningún blanco.
Odiaba este lugar. Estas calles. Esta gente.
Y odiaba que Alyssa apareciera por acá algunas veces.
Parpadeó un par de veces como si hubiese olvidado la razón de venir
aquí.
—¡Oh, sí! —dijo, su ceño fruncido convirtiéndose en una plena
sonrisa—. ¡Despreciable imbécil me llamó! Quería que viniera a mi recital 58
de piano esta noche, pero nunca me llamó de regreso, ¿recuerdas? ¡Hasta
ahora! ¡Me llamó y dijo que podría hacerlo! —chilla. Parpadeo, sin
moverme.
Despreciable imbécil era conocido por hacer este tipo de promesas a
Alyssa y siempre se retractaba a último minuto.
—No hagas eso —dijo, apuntando un dedo hacia mí.
—¿No qué?
—No me des la mirada de, “deja de mantener tus esperanzas,
Alyssa”. No es como si lo hubiera llamado a él, Logan. Él me llamo a mí.
Quiere estar allí. —No dejaba de sonreír. Eso de hecho me hizo sentir mal
por ella. Nunca vi a alguien querer sentirse tan querido en toda mi vida.
Eres querida, Alyssa Marie Walters. Lo juro.
—No te he dado esa mirada —mentí. Definitivamente le daba esa
mirada.
—Está bien. Hagamos los pros y contras de la situación —sugirió.
Antes de que Alyssa y yo nos graduáramos de secundaria el pasado junio,
estuvimos en la clase de historia donde el maestro nos hizo hacer una lista
de pros y contras de todas las guerras que hubieron. Fue tan
malditamente molesto, además, nuestro maestro tenía la voz más
monótona. Así que desde entonces, Alyssa y yo comenzamos a hacer una
lista de pros y contras por todo y nada, usando voz monótona por
supuesto.
—Pro número uno —dijo, su voz convirtiéndose en extremadamente
aburrida—. Él apareció.
—Contra número, él no lo hará —respondí.
Arrugó la nariz molesta. —Pro número dos, él apareció con flores.
Llamó y preguntó cuáles eran mis flores favoritas. ¡Tú no haces eso si no le
llevarás flores a alguien!
Margaritas. Despreciable imbécil debería saber sus flores favoritas.
—Contra número dos, él llamó y canceló en el último minuto.
—Pro número tres —dijo, colocando su mano en su cadera—.
Apareció y me dijo lo increíble que soy. Y lo orgulloso que está de mí. Y lo
mucho que me extraña y ama. —Iba a abrir la boca pero me calló,
manteniendo su tono monótono—. Escucha, Lo. No más contras. Necesito
que me veas y estés feliz por mí, ¿está bien? ¡Inclusive si es un feliz falso!
—Siguió sonriendo, manteniendo emoción en su voz, pero sus ojos y los
ataques de hipo siempre señalaban cómo se sentía Alyssa realmente. Se
sentía nerviosa, asustada de que la decepcionara de nuevo.
Así que sonreí por ella, porque no quería que estuviera nerviosa o
asustada. Quería estar feliz como ella pretendía. —Esto es bueno, Alyssa, 59
—dije, empujando suavemente su brazo—. ¡Él vendrá!
Un profundo suspiro la abandonó y asintió. —Totalmente estará allí.
—Claro que lo estará —dije con una falsa seguridad—. ¡Porque si
hay alguien en el mundo por quien vale la pena estar, es Alyssa jodida
Walters!
Sus majillas se ruborizaron y asintió. —¡Esa soy yo! ¡Alyssa jodida
Walters! —Escarbó en su bolsillo trasero y sacó un boleto que se hallaba
dentro de una bolsa hermética—. Está bien. Entonces necesitaré de tu
ayuda. Estoy paranoica acerca de mamá averiguando que he estado
tratando de hablar con papá. No lo quiero en ningún lugar cerca de casa.
Así que le dije a papá que podría venir y obtener el boleto de ti aquí. —
Alyssa me veía con ojos esperanzados de que su plan estuviera bien. No
pasó desapercibido para mí que ahora lo llamara “papá” de nuevo en vez
de despreciable imbécil. Eso me hizo sentir mal por ella.
Realmente esperaba que él apareciera.
—Lo haré —dije. Sus ojos se llenaron de lágrimas y me dio la
sombrilla para sostenerla mientras se limpiaba las lágrimas.
—Eres el mejor amigo que una chica podría tener. —Se inclinó y
besó mi mejilla por un total de seis veces.
Y pretendí no notar que mi corazón se exaltó seis veces también.
Ella no lo notó, ¿verdad? No se dio cuenta cómo despertaba mi
corazón cada vez que se acercaba a mí.
60
Traducido por Sam89

—¿Q ué tal tu ensayo? —preguntó mamá cuando volví de


la casa de Logan. En lugar de ir al ensayo, conduje a
su lugar y le supliqué que le diera una entrada a
papá. Sin embargo, no podía decirle eso a mamá, no lo entendería. Se
hallaba sentada en su oficina, tecleando en su ordenador, haciendo lo que
hacía mejor, trabajar. Tenía un vaso de vino a su lado, junto con una
botella al lado del vaso. No me miró y, antes de que pudiera responder,
dijo—: Pon tu ropa sucia en la cesta de lavandería en el cuarto de baño.
Luego, si puedes, lávala y ponla en la secadora.
—Está bien —dije.
—E hice lasaña, si quieres puedes ponerla en el horno a las cinco
menos cuarto durante una hora.
—Está bien.
—Y, por favor, Alyssa. —Dejó de teclear y se volvió hacia mí,
pellizcando el puente de su nariz—. ¿Puedes parar de dejar tus zapatos en
el vestíbulo? De verdad son dos pasos a la izquierda para ponerlos en el
armario.
Miré al pasillo a mis zapatillas Converse tiradas en el pasillo. —Las
puse en el armario.
Me dio el ceño de “mentira”. —Ponlas en el armario, por favor.
Las puse en el armario.
Cuando la cena llegó, mamá y yo nos sentamos en la mesa del
comedor, ella mirando a su teléfono, contestando correos, y yo mirando a
mi teléfono, comentando sobre las publicaciones en Facebook.
—La lasaña sabe diferente —dije, hincando mi tenedor alrededor.
—Usé tortillas de clara de huevo en lugar de pasta.
—¿Pero no es lasaña por la pasta? Como, el nombre de la pasta es
legítimamente llamada lasaña. Sin eso, estamos comiendo huevos, salsa y
queso.
—De este modo tiene menos carbohidratos, y sabes que te dije que
deberías vigilar tus carbohidratos antes de ir a la universidad. Aumentar
trece kilogramos de peso durante el primer año es algo real, y además, leí
este artículo sobre cómo quien ya tiene sobrepeso tiende a ganar más kilos
que la gente normal.
—¿Que la gente normal? ¿Estás diciendo que no soy normal? —Sentí 61
mi pecho apretarse un poco.
Mamá puso los ojos en blanco dramáticamente. —Eres
excesivamente sensible, Alyssa. Desearía que pudieras ser más estable,
como tu hermana Erika. Además, sus hábitos alimenticios son diez veces
mejores que los tuyos. Meramente declaro los hechos. Necesitas vigilar
más lo que comes, es todo. —Cambió de tema rápidamente—. Nunca me
dijiste cómo fue tu ensayo —dijo, tomando un bocado de su cena.
—Fue bien —respondí—. Y me conoces y al piano, siempre lo mismo.
Resopló. —Sí, lo sé. Siento no poder ir al recital esta noche. Tengo
mucho trabajo.
Desmesurados y dramáticos ojos en blanco de mi parte, el cual no
notó. Nunca venía a ninguno de mis recitales porque siempre pensó que la
música era una afición, no una elección de vida. Cuando descubrió que iba
a estudiar terapia musical en la universidad, casi se negó a ayudarme a
pagarla, hasta que mi hermana Erika la convenció. Incluso aunque mi
hermana era como mi madre cuando había que ser realista, todavía creía
en mi música. Tal vez porque su novio Kellan era un músico y lo amaba a
él y la profundidad de un artista.
A veces, cerraba mis ojos e intentaba recordar un tiempo cuando
mamá no era tan áspera… no era tan cruel. En mis recuerdos, casi me
acordaba de ella sonriendo. Pero tal vez esos momentos se encontraban
solo en mi imaginación, deseando por algo hermoso para aguantar. ¿Se
volvió fría el día que papá nos abandonó? ¿O la calidez de él ocultó la fría
alma de ella durante un tiempo?
—Creo que voy a ir a la sala de música para prepararme para esta
noche. Gracias por la cena, mamá —dije mientras se servía más vino.
—Síp.
Mientras me ponía mi ligera chaqueta, mis zapatillas Converse y mi
bolso hecho a mano que papá me compró cuando viajó a Sudáfrica para
un concierto, mamá me llamó. —¡Alyssa!
—¿Sí, mamá?
—Pon el lavavajillas antes de irte. Y luego la secadora con la carga de
ropa. Y tráeme una pinta de helado de Bally’s Cream Shop. Pero, asegúrate
de no conseguir nada para ti. Ya sabes, los quince kilos del primer año y
todo eso.

62
Sentía como si mi pecho estuviera en llamas.
El asiento 4A seguía vacío cuando me asomé desde detrás del
escenario. Él iba a venir, pensé. Me llamó, me dijo que estaría ahí, pensé.
Con margaritas.
Me encantaban las margaritas, eran mis flores favoritas, y papá
sabía eso e iba a traérmelas. Porque prometió que lo haría.
—Eres la siguiente, Alyssa —dijo mi profesor. Podría sentir mi
corazón golpeando contra mi caja torácica. Se sentía como si fuese a
derrumbarme con cada paso que daba hacia el piano. Me ahogaba,
sabiendo que él no se encontraba sentado allí, aturdida sabiendo que todo
lo que salía por su boca no eran nada más que mentiras. Mentiras.
Dolorosas e inútiles mentiras.
Y entonces alcé la mirada.
Pro.
El asiento 4A se hallaba lleno.
Él vino.
Me relajé contra el banco del piano y me permití perderme en las
teclas. Mis dedos conectaron con el piano, haciendo que ocurriera la
magia. Haciendo que los sonidos de mi alma llenaran el espacio. No tenía
la intención de llorar, pero unas pocas lágrimas cayeron mientras tocaba.
Cuando terminé, me levanté e hice una reverencia. El público no se
suponía que aplaudiera hasta después de todas las actuaciones, así los
malos concertistas no se sentirían terribles cuando no recibieran ruidosos
clamores de la sala. Pero el chico en el asiento 4A se puso de pie con una
solitaria margarita en sus manos, aplaudiendo como loco, chiflando y
gritando.
Sonreí al chico con un traje demasiado grande para él.
Rápido, sin pensar, corrí hacia el público y lo envolví en un abrazo.
—De todos modos, la entrada era para ti —mentí en su hombro.
Ahí fue cuando me apretó más fuerte.
De todos modos, ¿quién necesitaba al despreciable imbécil? Tenía a
Logan Francis Silverstone.
Eso era lo bastante bueno para mí.

63
64
Traducido por ∞Jul∞

—T
u traje es demasiado grande —dijo ella, tirando de las
mangas que colgaban más allá de mí alcance. La sola
margarita que le di se hallaba colocada detrás de su
oreja izquierda desde que dejamos el recital.
—Es de Kellan —expliqué—. Pasó a dejarlo cuando me di cuenta que
despreciable imbécil no iba a hacerlo.
—Estás nadando en él —bromeó Alyssa—. Pero todavía luces muy
guapo. Nunca te he visto vestir de etiqueta antes. ¿Te gustó el concierto?
No fue mi mejor actuación.
—Fue perfecto.
—Gracias, Lo. Creo que hay que hacer algo divertido esta noche. ¿No
te parece? Creo que deberíamos, oh, no sé... ¡hacer algo salvaje! —Ella
hablaba y hablaba y hablaba, algo que era muy bueno. Mientras
caminaba, giraba en círculos, sonriendo y hablando, hablando y
sonriendo.
Pero no la escuchaba por completo, porque mi mente se encontraba
en otra parte.
Quería seguir diciéndole a Alyssa lo increíble que estuvo en el recital
de piano, la forma en que fue mejor que todos los demás que se
presentaron. Cómo me hizo sentir vivo sólo de ver cómo sus dedos tocaban
las teclas. Cómo hizo que mis ojos nunca fallaran a partir de ella todo el
tiempo. Cómo cuando me abrazó, no quería dejarla ir nunca más. Cómo a
veces pensaba en ella haciendo cosas al azar como cepillarse los dientes o
peinarse el pelo, o buscando calcetines limpios. Quería decirle todo lo que
pensaba porque todos mis pensamientos eran ella.
Quería decirle lo que sentía por ella. Quería decirle lo que me
enamoraba de ella. Quería decirle cómo me gustaba su cabello salvaje, y
me encantaba que su boca siempre parloteaba sobre algo u otro.
Quería…
—Logan —susurró, todavía congelado en la acera. Mis manos
aterrizaron de alguna manera contra la parte baja de su espalda y la guié
más cerca de mí. Mi respiración caía de mis labios, y desaparecía a
centímetros de distancia de su boca. Sus exhalaciones calientes se
mezclaban profundamente con mis inhalaciones pesadas ya que nuestros
cuerpos se sacudían en el agarre del uno al otro—. ¿Qué estás haciendo?
¿Qué hacía? ¿Por qué nuestros labios se hallaban tan cerca? ¿Por
qué nuestros cuerpos se apretaban uno contra el otro? ¿Por qué no podía 65
apartar mi mirada? ¿Por qué me estaba enamorando de mi mejor amiga?
—¿Verdad o mentira? —pregunté.
—Mentira —susurró.
—Estoy arreglando la flor en tu cabello —dije, peinando sus rizos
detrás de la oreja—. Ahora vuelve a preguntar.
—¿Qué haces? —preguntó mientras me movía más cerca, sintiendo
sus palabras susurrar contra mis labios.
—¿Verdad o mentira?
—Verdad.
—No puedo dejar de pensar en ti —dije—. Ni siquiera ahora, quiero
decir, todo el tiempo. Mañana, tarde, noche, estás en mi mente. No puedo
dejar de pensar en besarte, tampoco. No puedo dejar de pensar en besarte
lento. Sin embargo, tiene que ser lento. Debido a que entre más lento va,
más tiempo va a durar. Y quiero que dure.
—¿Esa es la verdad? —habló en voz baja, mirando a mis labios
mientras hipó una vez.
—Esa es la verdad. Pero si no quieres que te bese, no lo haré. Si
quieres que mienta, voy a mentir.
Sus ojos se encontraron con los míos, y sus manos cayeron sobre mi
pecho. Mis latidos martillando contra la punta de sus dedos mientras ella
se acercó más a mí. Se mordió el labio inferior y una pequeña sonrisa se
abrió paso hacia ella. —Eres mi mejor amigo —susurró, tirando de la parte
inferior de su traje de lunares—. Eres la primera persona en la que pienso
cuando me despierto. Eres la única que echo de menos cuando no se está
acostado en la cama conmigo. Eres el único que siempre se sintió bien
para mí, Lo. Y si fuera honesta, diría que quiero que me beses. No sólo una
vez, sino un montón
Nuestros cuerpos se juntaron, y sentí sus nervios correr a través de
ella mientras seguía hipando.
—¿Nerviosa? —pregunté.
—Nerviosa —respondió.
Era incómodo, pero al mismo tiempo se sentía exactamente como
siempre esperé que lo haría. Como si estuviéramos destinados a estar.
Me encogí de hombros.
Ella se encogió de hombros.
Me reí.
Ella rio.
66
Separé mis labios.
Separó sus labios.
Me incliné.
Se inclinó.
Y mi vida cambió para siempre.
Mis manos se envolvieron más fuerte alrededor de su espalda
mientras ella me daba un beso. Me besó más y más duro a cada segundo
que pasaba, casi como si estuviera tratando de decidir si era real o no.
¿Era real?
Tal vez mi retorcida mente inventaba fantasías mientras estábamos
uno contra el otro. Tal vez en realidad, simplemente soñaba. Tal vez Alyssa
Walters ni siquiera existía; tal vez no era más que alguien que hice en mi
cabeza para que me sacara de mis días de mierda.
Pero si eso era cierto, ¿por qué se sentía tan real?
Apartamos nuestros labios uno del otro por una fracción de
segundo. Nuestros ojos se encontraron, y nos miramos, como si los dos
estuviéramos preguntándonos si podíamos mantener vivo el sueño, o si
debíamos parar antes de arruinar el pequeño refugio seguro de nuestra
amistad.
Su cara se acercó más a la mía mientras corría sus manos
temblorosas por mi cabello. —Por favor —susurró en mí. Mis labios
rozaron los de ella, y sus ojos se cerraron antes de que nuestras bocas
chocaran. Las manos de Alyssa me llevaron más cerca de ella. Se inclinó
más y deslizó su lengua entre mis labios. La besé de nuevo más duro de lo
que me besó. Caímos contra el edificio más cercano, y la levanté contra las
piedras frías. La quería más de lo que ella podría haber alguna vez
querido. Nuestros besos se profundizaron, nuestras lenguas
encontrándose una a otra mientras mi mente hacía promesas falsas de
que me permitiría sentir a Alyssa contra mí para siempre.
No me lo inventaba, los labios, los mismos labios que imaginé contra
los míos durante tanto tiempo, los mismos labios que siempre hacían las
sonrisas que iluminaban mis días, fueron a besarme.
Besé a mi mejor amiga, y me devolvió el beso.
Me dio un beso como quería, y la besé como si significara el mundo.
Lo es.
Ella es mi mundo.
Cuando dejamos de besarnos, nuestras respiraciones eran pesadas. 67
La bajé al suelo.
Dio un paso hacia atrás.
Yo hice lo mismo. Nuestros cuerpos temblaban tanto, mientras
estábamos de pie sin saber qué hacer a continuación.
Me encogí de hombros.
Ella se encogió de hombros.
Me reí.
Ella rio.
Separé mis labios.
Ella separó sus labios.
Me incliné.
Ella se inclinó.
Luego empezamos todo de nuevo.
68
Traducido por ∞Jul∞

P
ermanecemos en silencio.
Había sólo unos pocos sonidos en mi habitación que he
elegido notar. El sonido del ventilador de techo girando y
girando por encima, mientras yacíamos juntos al lado del
otro en la cama. El sonido del disco de vinilo reproduciéndose en la parte
superior de la cómoda, un disco que hipeaba cada pocos segundos como si
estuviera dañado, pero de alguna manera también sonaba como si fuera
completamente entero. Un ambientador automático expulsando un siseo
de aroma de rosas cada pocos minutos, los olores que bailaban a través de
nuestras narices. Y por último, nuestras pequeñas inhalaciones y
exhalaciones.
Mi corazón latía de tal manera violenta porque tenía miedo, estaba
segura de ello. Cada día que pasábamos juntos, más me enamoraba de él.
Esta noche nos besamos. Nos besamos por lo que parecía una eternidad,
pero todavía no lo suficiente.
Y ahora, tenía miedo.
Su corazón se sentía tan asustado como el mío, pensé. Tenía que ser.
—¿Lo? —dije, mi garganta seca, haciendo a mi voz quebrarse.
—¿Sí, High? —Empezó a llamarme High al momento en que dejamos
la cartelera después de que me llamó su más grande éxtasis.
Me encantó, más de lo que jamás lo sabría.
Me acurruqué más cerca de él, cayendo en la curva de su lado.
Siempre me hacía sentir como si fuera mi manto de seguridad, el lugar que
siempre me envolvía cuando la vida se volvía un poco fría. Siempre me
sostenía, incluso cuando él mismo se sentía tan, tan perdido. —Vas a
romper mi corazón, ¿verdad? —susurré contra su oreja.
Asintió, con culpa en sus ojos. —Podría.
—Y entonces, ¿qué va a pasar?
No respondió, pero vi en sus ojos el temor de herirme. Me quería. Él
nunca dijo las palabras, pero estaba allí.
Había algo que decir acerca de la forma en que Logan amaba a una
persona. Era silencioso, casi en secreto.
Tenía miedo de dejar a alguien saber de su amor, porque si la vida le
enseñó algo, era que el amor no era un premio, era un arma. Y se
encontraba tan cansado de ser herido.
69
Si sólo supiera que su amor era el único que mantenía el latido de
mi corazón… Oh, cómo deseaba que él me amara en voz alta.
Nos quedamos en silencio una vez más.
—¿High? —susurró, avanzando un poco más cerca.
—¿Sí?
—Me estoy enamorando de ti —habló en voz baja, sus palabras un
espejo de mi mente.
Mi corazón saltó.
Sentí el miedo y la emoción en el tono de su voz. El miedo era mucho
más fuerte, pero el trasfondo de la dicha seguía vivo, también.
Asintiendo lentamente, alcancé su mano, la cual me permitió
sostener. La sostuve apretada, porque sabía que era esto. Este fue el
momento que lo cambió todo. El momento en el que no podríamos volver.
Estuvimos haciendo esto ahora durante unos meses, teniendo estos
sentimientos de los que aún no entendemos nada. Amar a tu mejor amigo
era raro. Pero de alguna manera era correcto. Antes de esa noche, nunca
estuve cerca de decir la palabra amor. No me hallaba segura de que
hubiera espacio en el corazón de Logan para tanto sentimiento. Todo lo
relacionado con su vida existía en el reino de la oscuridad. Así que para él
decir esas palabras significaban más de lo que alguien pudiera entender.
—Te asusta —dije.
Me sostuvo la mano con más fuerza. —Me asusta un montón.
Solía preguntarme cómo sabía que estaba enamorándome. ¿Cuáles
eran los signos? ¿Las pistas? ¿Tomaba tiempo o era un barrido completo?
¿Se levantaba una persona en la mañana, bebía su café, y entonces
miraba a la persona sentada frente a ellos y se entregaba por completo en
caída libre?
Pero ahora sabía. Una persona no caía en el amor. Se disolvía en él.
Un día eras de hielo, al día siguiente, un charco.
Quería que fuera el final de la conversación. Quería inclinarme,
envolver mis brazos alrededor de él, recostarme, y quedarme dormida en la
cama. Mi cabeza descansaría sobre su pecho y él pondría sus manos
contra mi corazón, sintiendo los latidos que fueron hechos por su amor.
Besaría suavemente mi barbilla y me diría que yo era perfecta tal y como
era. Diría que mis caprichos eran lo que me hacían hermosa. Me
sostendría como si estuviera sosteniéndose a sí mismo, su toque lleno de
cuidado y protección. Quería despertar la sensación del calor de este
muchacho dañado a mi lado, el chico en el que me disolvía.
Sin embargo, lo que uno quiere no siempre era lo que recibíamos. 70

—No sé si esto es una buena idea —dijo. Sus palabras me


lastimaron más de lo que jamás mostraría—. Eres mi mejor amiga, High.
—Eres mi mejor amigo, Lo —contesté.
—Y no puedo perder eso. No tengo mucha gente… Confío en dos
personas en mi vida; tú y mi hermano. Y nos jodería. Sé que lo haría. No
puedo permitirme hacer eso. Te haré daño. Daño y arruino todo. —Se
volvió hacia mí, y nuestras frentes se presionan una contra la otra. Sus
ojos se veían dilatados, y mi mano se hallaba contra su pecho, podía sentir
cómo sus palabras lo lastimaban. Separó su boca y se movió más cerca,
susurrando contra mis labios—. No soy lo suficientemente bueno para ti,
High.
Mentiroso.
Él era todo lo bueno en mi vida.
—Podemos hacer esto, Logan.
—Pero… te haré daño. No quiero, pero lo haré de alguna manera.
—Bésame una vez —dije, y me escuchó. Su boca encontró la mía, y
me dio un beso lento, alejándose aún más lento. Mi cuerpo se estremeció
mientras pasaba sus dedos por mis rizos—. Bésame dos veces. —Escuchó
una vez más, levantándose ligeramente de modo que se movía sobre mi
cuerpo. Nuestros ojos se encontraron, y él me miraba fijamente, como si
estuviera tratando de prometerme para siempre, a pesar de que sólo tenía
nuestro ahora. El segundo beso fue más duro, más caliente, más real—.
Bésame tres veces.
Sus labios viajaron hasta mi cuello, donde me masajeó con su
lengua, chupando lentamente, haciendome empujar mis caderas hacia
arriba en dirección a él.
—Logan, yo... —Mi voz era temblorosa mientras yacíamos en la
habitación a oscuras—. Yo nunca…
Mis mejillas se calentaron, y no podía decir las palabras. Pero él ya
lo sabía.
—Lo sé.
Mi estómago se agitaba mientras me mordía el labio. —Quiero que
seas mi primero.
—¿Estás nerviosa?
—Estoy nerviosa.
Hizo una mueca ligeramente. —Si no quieres que…
—Pero quiero…
71
—Eres hermosa. —Sus dedos colocaron mi cabello detrás de la oreja.
—Todavía un poco nerviosa.
—¿Confías en mí? —preguntó. Asentí—. Bueno. Cierra los ojos. —
Hice lo que me dijo, mi corazón latiendo más rápido y más rápido a cada
segundo. ¿Qué va a pasar primero? ¿Dolería? ¿Iba a odiarlo? ¿Iba a llorar?
Las lágrimas ya se formaban en la parte posterior de mis ojos.
Lloraría.
Su boca besó el borde de mis labios. —Estás a salvo, High —me
prometió. Sus manos lentamente comenzaron a levantar mi camiseta de
pijama de gran tamaño, y mi cuerpo se tensó—. Estás a salvo —susurró
contra mi lóbulo de la oreja, chupándolo suavemente—. ¿Confías en mí? —
preguntó una vez más. Mi cuerpo se relajó, y empecé a llorar, no porque
estuviera nerviosa, sino porque nunca me sentí tan segura.
—Lo hago. Confío en ti.
Cada vez que una lágrima caía, la limpiaba con un besó.
Levantó la camisa de mi cuerpo pulgada por pulgada, la arrojó a un
lado de la habitación. Su boca comenzó alto, y se abrió camino hacia
abajo. Lamiendo mi cuello, chupando mi pecho, su lengua esbozando la
curva de mi sujetador, besando cada pulgada de mi piel desnuda. —Alyssa
—susurró, antes de llegar al borde de mi ropa interior. Mi respiración era
pesada, y mis caderas se arquearon, necesitando que siguiera tocándome.
Mis manos cayeron sobre mi pecho, sintiendo la forma en que controlaba
mis latidos del corazón. Su voz llena de preocupación—. Dime que pare,
¿de acuerdo? Si necesitas que pare…
—No… por favor…
Bajó mis bragas por mis piernas, y cada pulgada se movía, más
rápido, tanto que mi corazón se aceleró. —Alyssa —dijo una vez más. Miró
hacia mí, capturando mis ojos con los de él durante una fracción de
segundo antes de abrir mis piernas sobre la cama permitiendo su cabeza
bajar. Cuando su lengua me encontró, me quedé sin aliento de la dicha de
todo. Mis dedos retorcieron las sabanas en mis palmas, y su lengua se
deslizó dentro y fuera de mí. Mi mente daba vueltas. Mi corazón se
encontraba de alguna manera acelerando o deteniéndose por completo de
latir. Era como si cada pocos segundos me iba a morir, y sus labios, su
lengua, su alma, me resucitaba. Nunca supe que algo tan simple podría
sentirse tan...
Logan...
—Por favor... —Jadeé, retorciéndome y girando mientras él deslizaba
dos dedos dentro de mí, empujándolos lento, y sacándolos más lento.
Luego, empujó más fuerte, más rápido, más profundo… 72
Lo…
Me hallaba a segundos de explotar mientras retorcía mis manos en
mis sábanas. Me encontraba a segundos de rogarle que me llevara a la
orilla, y me permitiera caer. —Te deseo, Logan. Por favor. —Mi respiración
entraba y salía, mi cuerpo acostumbrándose al placer que trajo a mí.
—Todavía no —dijo, apartándose, sacando sus dedos de mí.
Nuestros ojos se encontraron, y la forma en que me miraba me hizo
sentir como si nunca estaría sola. —Alyssa —dijo—. Te amo. —Su voz era
temblorosa, y sus ojos se humedecieron, sin embargo, las lágrimas
cayeron de mis ojos.
Eres mi mejor amigo, Lo, pensé.
Estábamos más cerca de lo que he conocido a alguna gente estar
nunca. Era una parte de mí en todo lo posible, nuestras vidas se
entrelazaban juntas como si fuéramos una llama ardiendo juntos en la
oscuridad de la noche.
Cuando sentía ganas de llorar, las lágrimas siempre venían de mis
ojos primero.
Cuando su corazón quería romperse, el mío se hacía añicos.
Tú eres mi mejor amigo.
Se inclinó hacia delante y me dio un beso. Me besó con promesas
que nunca hemos hecho el uno al otro. Me besó con disculpas por cosas
que nunca hizo. Me besó con todo lo que él era, y le devolví el beso con
todo lo que existía dentro de mí.
Se puso de pie y se quitó los pantalones y calzoncillos, y aunque me
sentí segura, las mariposas todavía formadas en mi estómago. —Puedes
cambiar de opinión, High —juró—. Siempre puedes cambiar de opinión.
Sostuve mis manos hacia él, y tomó las mías en las de él. Volvió a mí
y subió en la parte superior, ampliando mis rodillas. Cuando sus caderas
rozaron mi parte superior del muslo, dejé escapar un ligero gemido, mis
piernas hormigueaban con el deseo, con el miedo, con pasión, con amor.
—Te amo —dije en voz baja, haciendo que se detuviera. Sus labios se
separaron pero las palabras no salieron. Parecía sorprendido de que
alguien lo pudiera amar—. Te amo —repetí, viendo una suavidad llegar a
sus ojos—. Te amo.
—Te amo —susurró, colocando sus labios contra los míos. Las
lágrimas cayeron de sus ojos y se entremezclaron con las mías. Sabía lo
difícil que esas palabras eran para él. Sabía lo asustado que se sentía de
exponerse de esa manera. Pero también sabía lo mucho que lo amaba.
—Dime que me detenga si te hago daño —dijo. Pero no lo necesité. El 73
dolor se hallaba allí, pero el querer era más. Era mi manto de seguridad,
mi refugio, mi más bello Lo. Meció sus caderas contra la mía, deslizándose
a sí mismo más en mí.
—Te amo —susurró.
Empujó una vez.
»Te amo... —dijo una vez más.
Dos veces.
»Te amo... —murmuró.
Tres veces.
—Logan… yo… voy a…
Una vez, dos veces, tres veces, cuatro…
Arriba.
Abajo.
Cielo.
Infierno.
Él.
Yo.
Nosotros.
Nos liberamos, moviéndonos uno contra el otro, cayendo a pedazos
pero de alguna manera convirtiéndonos en un todo. Perdiéndonos en
nosotros mismos, pero encontrándonos uno al otro.
Lo amaba.
Lo amaba con mi alma, y él también me amaba.
Mantuvo su promesa. Me hizo sentir segura todo el tiempo. Era la
persona a la que iba todas las veces, cada vez que fui herida o cada vez
que sentía miedo.
Como un hogar.
Logan era el hogar para mí.
—Alyssa, eso fue… —Suspiró, yaciendo a mi lado, sin aliento—.
Asombroso.
Sonreí, girando la cabeza lejos de él. Mis dedos enjugaron las
lágrimas que caían todavía, y traté reír el sentimiento de felicidad que
contenía una onza de preocupación. ¿Qué pasaría después? —Si tuviera
un dólar por cada vez que oí eso.
Entrecerró los ojos, sabiendo que mi broma era para ocultar mis
nervios, antes de tirarme más cerca de él. —¿Estás bien, High? 74
—Estoy bien. —Asentí, encontrando su mirada. Se inclinó y besó las
pocas lágrimas—. Estoy más que bien.
—Quiero esto entre nosotros. Para siempre, quiero esto.
—Yo también. Yo también.
—¿Para siempre, High? —susurró.
—Para siempre, Lo.
Tomó una respiración profunda, y sus ojos sonrieron junto con sus
labios. —Estoy muy feliz en este momento. —Esas fueron sus últimas
palabras de la noche, y pensé que describían perfectamente todo mi ser
esa noche.
El ventilador de techo giraba y giraba mientras yacíamos uno junto
al otro en mi cama. El disco de vinilo se reproducía en la parte superior de
la cómoda, hipeando cada pocos segundos pero al mismo tiempo sonando
por completo. El aroma de rosas refrescaba cada pocos minutos, y
nosotros inhalábamos y exhalábamos.
Nos quedamos en silencio.
75
Traducido por Black Rose

L
ogan y yo habíamos estado oficialmente enamorados en voz
alta durante dos meses. No sabía que nuestra amistad podía
crecer más fuerte con sólo enamorarnos, pero de alguna
manera lo hizo. Me hacía reír en los días tristes, lo que significaba el
mundo para mí.
Cuando encontrabas a alguien que podía hacer reír tu corazón
cuando lo que querías era llorar, te aferras a ellos. Ellos serán quienes
cambiarían tu vida para mejor.
También estuve planeando una gran cantidad de detalles. En tres
semanas, me estaría yendo a vivir al campus de mi universidad, pero
planeé las visitas de Logan. Seguiríamos siendo tan cercanos como lo
éramos ahora, y nos enamoraríamos aún más. Dijo que le gustaba la idea,
lo cual fue genial, porque lo amaba con todo mí ser.
Estuve flotando en una nube desde hace semanas, y cuando llegué a
casa del trabajo, mamá se encontraba allí, lista para traerme de vuelta a la
tierra sólida.
—¡Alyssa! —me llamó justo como entré en la casa. Arrojé mis
zapatos en el vestíbulo, me detuve, y los recogí, colocándolos en el armario
frontal.
—¡Ya los guardé! —grité en su dirección.
—Eso no es lo que iba a decir —respondió desde su oficina.
Caminando hacia el sonido de su voz, eché un vistazo a la habitación. Sus
ojos se hallaban pegados a su computador, y tenía un vaso de vino en su
mano—. Hice un pastel de carne sin carne usando la proteína en polvo y el
queso de soja. Mételo en el horno por mí.
Eso no es un pastel de carne, mamá. —Vale.
—Y tu padre te escribió una carta.
Mis ojos se abrieron, una ráfaga de emoción me golpeó. —¿Qué?
—Te escribió una carta. Está en la encimera de la cocina.
Papá me escribió una carta.
¡Papá me escribió una carta!
Mi entusiasmo crecía más y más mientras corría a la cocina, cogí el
sobre que no estaba sellado, y saqué el papel.
Dulce Aly,
Ya era un comienzo prometedor.
76
Mis ojos bailaban a través de las páginas de izquierda a derecha,
tomando cada palabra, cada nota, sin desear nada más que una línea que
mencionara lo mucho que me extrañaba, lo mucho que me amaba, lo
mucho que le importaba. Había tantas palabras, tantas páginas. Páginas
llenas por delante y por detrás, páginas llenas de palabras, algunas largas
otras cortas. Había puntos, signos de interrogación y puntos de
exclamación.
Él tenía una maravillosa escritura a mano que a veces era difícil de
leer.
Mi pecho se sentía en llamas con cada letra que me encontraba,
letras que construían palabras, palabras que construían frases, frases que
construían disculpas, disculpas que se sentían falsas porque, ¿quién haría
esto de verdad?
No estaré cerca por un tiempo.
Tomé una respiración aguda, llegando al último párrafo.
Mi música está despegando. Soy el líder de esta nueva banda.
Otra bocanada de aire.
Enfocado en mi carrera…
Mi pulgar cayó entre mis labios. Cuando llegué a la última página de
la carta, la dejé abajo, mirando a los cinco trozos de papel completamente
llenos de palabras por delante y por detrás.
No estaré cerca por un tiempo, Dulce Aly. Espero puedas
entenderlo. Mantén viva la música.
Mi padre rompió conmigo a través de cinco páginas de papel, y
cuando el pastel de carne sin carne llegó esa noche, mamá dijo—: Te lo
dije.
No podía comer. Pasé la mayor parte de la noche en el cuarto de
baño, vomitando mis tripas. No podía creer que una persona pudiera hacer
algo con tan poco corazón. Escribió las palabras como si realmente
tuvieran sentido para él, también, lo que me enfermaba aún más.
Pasé el resto de la noche en el piso del baño, debatiendo qué hice
mal, y preguntándome por qué mi padre me dejó de amar.

—¿Rompió contigo a través de una carta de cinco páginas? — 77


preguntó Logan, conmocionado. Pasé los últimos cinco días lejos de él,
sintiendo vergüenza por la carta. Cada día a duras penas podía mantener
algo en mi estómago sin querer devolverlo. Lo que más me molestó fue la
complacencia que mamá parecía tener al saber que papá me defraudó.
Siempre parecía disfrutar cuando yo sufría.
Me senté con Logan en la valla, sabiendo el documento de cinco
páginas de memoria. —Técnicamente rompió conmigo a través de diez
páginas, ya que eran por delante y por detrás.
—Dame el sobre —ordenó. Sus fosas nasales flameando, su cara roja
de ira. No sabía que se molestaría tanto por la carta, pero parecía al borde
de romperse.
—¿Por qué?
—La dirección desde donde envió la carta, ahí es probablemente
donde vive. Podemos ir. Podemos enfrentarlo, podemos…
—No había dirección en el sobre. Creo que la dejó en la casa, en el
buzón.
Sus manos corrían por su cara. Un suspiro pesado lo dejó. Empezó a
hojear las páginas una vez más—. ¿Qué hay del nombre de la banda en la
que está? ¿Lo dijo?
—No.
—Esto es una mierda.
—Está bien. —Me encogí de hombros. Todavía no lo había
procesado. Una gran parte de mí todavía pensaba que iba a volver. La
esperanza era peligrosa cuando confiabas en personas poco fiables—. Ya lo
superé. —Sin embargo, no lo hice. Me encontraba lejos de haberlo
superado.
—¡Bueno, yo no! —gritó, poniéndose de pie, caminando de un lado a
otro—. No es justo. ¿Qué hemos hecho alguna vez a estas personas? Tus
padres. Mis padres. ¿Qué hemos hecho mal?
No tenía una respuesta para él. Mucha gente probablemente no
podía entender por qué Logan y yo conectábamos. Éramos diferentes de
muchas maneras, excepto por el mayor fuego que ardía en nuestro
interior: ambos anhelábamos ser amados por nuestros padres.
—Eres buena, Alyssa. Has hecho todo lo posible para ser una buena
hija para él. Has hecho más de lo necesario por este idiota y entonces, ¡¿él
ni siquiera tiene las pelotas para romper contigo en persona?! Quiero
decir, por Dios. ¡¿Quién rompe con su hija a través de correo postal?! —
gritó—. ¿Qué clase de padre rompe con su hijo en absoluto?
—¿Ves por qué te dije que rompieras con Shay en persona, en lugar
de un texto? —traté de bromear. No se rio—. Logan, vamos. Está bien. 78
—¿Sabes qué? Que se joda, High. Vas a hacer grandes cosas. Vas a
cambiar el mundo sin él. Vas a tener éxito más allá de sus expectativas.
No lo necesitas.
—¿Por qué estás tan molesto?
—Porque, ¿cómo pudo hacer eso? ¿Cómo pudo darte la espalda a ti?
A ti, High. Eres la persona más bella, genuina, amable que he conocido. Y
te dejó. ¿Por qué? ¿Por la música? ¿Por dinero? ¿Fama? Es una mierda,
porque nada de eso suma. —Se sentó a mi lado, su respiración todavía
cargada de irritación—. Sólo estoy tratando de entender, eso es todo —dijo,
colgando sus piernas fuera del borde de la valla, y se quedó mirando a la
distancia.
—¿Entender qué?
—Cómo alguien podría abandonarte.

Esa noche finalmente lo entendí. Papá no iba a volver. No quería ser


parte de mi vida. Me abandonó por la música, lo que era irónico porque
para mí, él era mi música. Me pasé toda la tarde enferma, sin desear nada
más que la sensación de vacío dentro de mí me dejara.
Yo: ¿Puedes venir?
Logan se presentó en mi casa alrededor de las once de la noche. Le
di una sonrisa forzada mientras me miraba con intensidad, envolviéndome
en un fuerte abrazo.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy bien.
Entrecerró sus ojos. —¿Mentira?
—Mentira.
—¿Verdad?
Me encogí de hombros, mis ojos llenándose de lágrimas. —¿Puedes
solo abrazarme?
Se preocupó más, retirándose un poco para estudiar cada centímetro
de mí. —High... ¿Qué está pasando?
—Realmente me dejó. —Tragué saliva—. No me quería.
Me llevó a mi habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros. 79
Mientras me subía a la cama, se movió a mi colección de discos de vinilo y
ojeó cada registro. Cuando encontró uno, lo puso, haciendo que mis ojos
se aguaran aún más.
Cuando la canción de Sam Smith, Life Support, comenzó a sonar,
Logan apagó la luz y se metió en la cama envolviéndome con sus brazos. A
medida que me acercaba, haciendo que me curvara contra él, empecé a
temblar cuando comenzó a cantar en voz baja la letra en mi oído.
Empecé a llorar. A medida que continuó cantado, mi cuerpo siguió
temblando contra el suyo. Él me llevó más cerca, me sostuvo con más
fuerza. La canción sonando en un bucle, una y otra vez. Siguió cantando
contra mí, a mi alma, calmando el fuego salvaje, haciéndome doler.
Su voz me puso a dormir, sus brazos me mantuvieron segura.
Cuando desperté en medio de la noche, llorando por una pesadilla,
Logan se hallaba profundamente dormido. Sus brazos caían a sus
costados, sus respiraciones salían por su boca, y lo miré, las lágrimas aun
cayendo por mis mejillas.
—Lo —susurré. Se agitó.
—¿Sí?
—Tuve un mal sueño. ¿Puedes abrazarme?
No dudó. Me acercó una vez más, lo que me permitió descansar mi
cabeza contra su pecho, sintiendo los latidos de su corazón.
—Estás bien, Alyssa Marie Walters. —Suspiró contra mi piel.
Lloré más, acercándolo más. —Estoy bien, Logan Francis
Silverstone.
80

Traducido por ∞Jul∞

C
uando llovía, llovía a cántaros.
Mi madre siempre decía esas palabras cada vez que se
encontraba en medio de un caso judicial y las malas
noticias llegaban. Cuando sucedía una cosa mala, algo peor
lo seguía. Nunca he creído verdaderamente en esta frase, porque era la
optimista de la familia, la chica del vaso medio lleno. Pero últimamente,
parecía cierto. Hace sólo una semana desde que papá rompió conmigo, y
no tuve tiempo para procesar ese evento, antes de que el mundo se me
viniera abajo una vez más. Podía escuchar las palabras de mamá
repitiéndose en mi cabeza.
—Cuando llueve, llueve a cántaros, Alyssa. Esa es la verdad sobre el
mundo.
—Por lo tanto —Suspiró Erika, de pie junto a mí en un pasillo de la
tienda de comestibles—, ¿cuántas debemos conseguir?
Habían pasado dos semanas desde que estuve vomitando cada día.
Lo que pensé que era creado a partir de nervios era ahora un temor más
grande a medida que nos encontramos frente a las pruebas de embarazo.
No sabía a quién más llamar aparte de mi hermana, y cuando oyó el
temblor en mi voz, estaba aparcando justo fuera de la casa cuarenta y
cinco minutos más tarde. A pesar de que Erika era realista y determinada
como nuestra madre, ella no era tan insensible. Me quería por mis formas
creativas y peculiar personalidad, y yo sabía que iba a hacer cualquier
cosa para ayudarme.
—¿Tal vez dos? —susurré, mi cuerpo tembloroso.
Ella puso una mano en mi hombro. —Haremos cinco. Por si acaso.
—Caminamos hasta el cajero, y nos vieron como si estuviéramos locas por
tener tantas pruebas. Ella cogió una jarra de agua, también. Cuando me
hallaba a punto de correr fuera de la tienda humillada, sintiendo la
sentencia viniendo a través de los ojos de la cajera, Erika resopló—. ¿Nadie
les ha dicho que es de mala educación mirar fijamente?
Y registran nuestros artículos, sin mirarnos una vez.
Mi teléfono sonó mientras caminábamos fuera de la tienda. 81
Logan: ¿Dónde estás? Necesito verte.
No puedo responder. Mi teléfono sonó por él cuatro veces más antes
de llegar a casa. Apagué mi teléfono.
Nos sentamos en mi cuarto de baño con la puerta cerrada. Mamá no
estaba en casa, y las cinco pruebas de embarazo, desempaquetadas en el
lavamanos, esperaban a que yo orinara en cada una de ellas. Me bebí toda
una jarra de agua, y cuando empecé a sentir la necesidad de usarlo, Erika
se aseguró de guiarme a través de ello.
—Tienes que orinar un poco en un palo, a continuación, sostenlo y
luego otro palo, a continuación, sostenlo, luego otro…
—Lo entiendo —repliqué, molesta. No con ella, sino conmigo mí
misma por estar en la situación actual. Se suponía que debía estar fuera
en la universidad el próximo fin de semana, no orinando en cinco palos.
Una vez hecha la acción, esperamos diez minutos. Los paquetes
decían que sólo tomarían dos minutos, pero sentí como si diez minutos
habrían sido más precisos.
—¿Qué significa una línea de color rosa en este caso? —pregunté,
recogiendo el primer palo.
—Embarazada —susurró Erika.
Cogí el segundo. —¿Y un signo más?
—Embarazada.
Mi estómago se tensó. —¿Y dos líneas de color rosa?
Frunció el ceño.
Vómito subió por mi garganta. —¿Y otro signo más?
—Alyssa... —Su voz flaquea.
—¿Y éste dice embarazada? ¿Qué significa eso? —Las lágrimas caían
por mis mejillas, y no sabía cómo hacer que se detuvieran. Mi respiración
entrecortada entra y sale, mis latidos volviéndose irregulares. No sabía qué
pensar primero. ¿Logan? ¿Universidad? ¿Mamá? ¿Mis lágrimas?
—Aly, está bien. Vamos a resolver esto. No te asustes. —La mano de
Erika en mi pierna era lo único que me mantenía de caer al suelo y
balancearme hacia delante y hacia atrás en una esquina.
—Empiezo la universidad el próximo fin de semana.
—Y todavía lo harás. Sólo tenemos que resolver…
—¡Alyssa! —gritó mamá, entrando en la casa—. ¡Qué te dije sobre 82
dejar tus zapatos en el vestíbulo! ¡Ven por ellos ahora!
Mis manos comenzaron a temblar incontrolablemente mientras
Erika ayudaba a ponerme de pie, deslizando todas las pruebas de
embarazo en una bolsa antes de que se las metiera en su bolso de gran
tamaño. —Vamos —dijo, lavándose las manos, obligándome a lavarme las
manos, y luego empujando la cabeza hacia la puerta—. Vamos.
—No —susurré-grité—. No puedo, no puedo verla en este momento.
No puedo ir ahí.
—No te puedes ocultar aquí —dijo ella, secándose los ojos—. No te
preocupes. No vamos a decir nada. Sólo respira.
Salió del baño primero, y yo la seguía detrás de ella.
—¿Erika? ¿Qué haces aquí? —preguntó mamá, levantando mucho la
voz.
—Sólo pensé en pasar a visitar. Tal vez cenar con ambas.
—Es grosero aparecerse solo para la cena sin llamar. ¿Qué pasa si
no tenía suficiente comida para ti? Además, ordenaré algo para esta noche.
Alyssa tiene que terminar de empacar todas sus cajas en su habitación, a
pesar de que le dije que debería hacerlo el pasado fin de semana. Y…
—Estoy embarazada.
Los ojos de mamá se dispararon a mí mientras la mandíbula de
Erika golpeaba el suelo. —¿Que acabas de decir?
En el momento en que digo la palabra una vez más, empezaron los
gritos. Me dijo en la decepción en que me convertí. Gritó su disgusto hacia
mí. Dijo que sabía que la jodería de alguna manera, y llamó a Logan un
don nadie.
—Vas a tener un aborto —dijo con la mayor naturalidad—. Eso es
todo al respecto. Vamos a ir a una clínica esta semana, manejaremos este
percance y, a continuación, te vas a la universidad.
Mi mente ni siquiera se había envuelto alrededor del hecho de que
me encontraba embarazada, sin embargo, ya me estaba diciendo que lo
hiciera desaparecer.
—Mamá, vamos. No seamos tan irracionales —dijo Erika,
poniéndose de pie por mí, porque las palabras no eran capaces de escapar
de mi garganta cerrada.
—¿Irracional? —Mamá cruzó los brazos sobre su pecho. Levantó una
ceja con una mirada vidriosa—. No, lo que es irracional es quedar
embarazada cinco días antes de comenzar la universidad. Lo que es 83
irracional es salir con un perdedor sin planes de vida. Lo que es irracional
es Alyssa teniendo un hijo cuando ella ni siquiera es un adulto.
—Él no es un perdedor —juré por Logan. Se hallaba tan lejos de ser
un perdedor.
Mamá puso los ojos en blanco, y caminó hacia su oficina. —Tengo
un caso mañana, pero luego vamos a la clínica. De lo contrario, puedes
encontrar una manera de pagar la universidad por ti misma. No voy a
poner mi dinero en ti yendo a una escuela para una enorme farsa, cuando
termines discerniendo y convirtiéndote en nada —ordenó—. Eres igual que
tu padre.
Inhalé bruscamente, y el cuchillo en mi corazón se enterró más
profundo.
Erika se quedó en nuestro lugar esa noche, moviendo muebles
alrededor de la sala de estar. Reorganizando las cosas era la forma en que
siempre sacaba su frustración. En otras ocasiones, rompía los platos y
vasos en su frustración. —Está siendo poco razonable, Aly. No tienes que
escucharla, ya sabes. Y si te amenaza, no te lo tomes a pecho. Voy a
ayudarte a resolverlo.
Sonreí, luego fruncí el ceño. —Tengo que decirle a Logan. Me ha
estado enviando mensajes de texto toda la tarde, y no le he regresado
ninguno. No sé qué decir.
Erika frunció el ceño, luego frunció el ceño un poco más. —Eso va a
ser una charla difícil, pero debe suceder más pronto que tarde.
Tragué saliva, sabiendo que tenía que pasar esa noche.
—Sin embargo, me preocupa, Alyssa. He conocido a Logan durante
mucho tiempo, y no siempre es la persona más estable. —Erika no era la
mayor fan de Logan, y no podía culparla. Él era el chico que casi quemó su
apartamento y el de Kellan hace un año después de ir de juerga con
fármacos debido al menosprecio y golpes de sus padres.
—Eso es sólo el cinco por ciento —murmuré.
—¿Qué?
—Él está allí noventa y cinco por ciento de las veces, Erika. El
noventa y cinco por ciento de las veces es amable. Es atento. Pero a veces
el cinco por ciento se mete, y no es él mismo. Pierde la batalla entre sus
verdades y las mentiras que sus padres le alimentan. Pero no lo puedes
juzgar en esos momentos.
—¿Por qué no? —preguntó.
—Porque si lo juzgas únicamente en sus pocos momentos bajos,
entonces pierdes sus hermosos triunfos.
84

Cuando llovía, llovía a cántaros, y caía, y caía.


Había visto los puntos bajos de Logan unas cuantas veces en los
últimos dos años. Cada vez que sucedían, se convertía en una persona que
no conocía. Sus palabras mal pronunciadas, su cuerpo temblaba, y su voz
siempre era muy fuerte. Se hallaba enfadado, y algo quería decir, cada vez
que utilizaba fármacos diferentes, otras fumaba marihuana. Sin embargo,
sabía que en su mayoría ocurrían cuando sus padres lo herían, cuando
dejaban cicatrices abusivas en su corazón. Los moretones en el corazón de
uno eran siempre los más difíciles de curar, parecían durar más tiempo.
Cuando ocurrían esos momentos bajos, sabía que era mejor simplemente
dejarlos pasar, porque después, él siempre encontraba su camino de
regreso al Logan que quería y adoraba.
El cinco por ciento bajo, el noventa y cinco por ciento de altura.
Cuando finalmente encendí mi teléfono esa noche, tenía quince
mensajes de texto de Logan.
Logan: ¿Dónde estás, High?
Logan: Te necesito.
Logan: Por favor. Me estoy desmoronando. Mi padre acaba de salir y
no estoy en un buen lugar.
Logan: ¿Alyssa? ¿High?
Logan: No importa.
Oh no. Estaba teniendo un momento bajo. Esos eran los que me
asustaban más.
Yo: Estoy aquí.
No respondió hasta las tres de la mañana. Cuando llamó, lo oí en su
voz, la forma en que se encontraba tan lejos.
—Estoy en el porche —dijo. Al abrir la puerta principal, jadeé. Su ojo
izquierdo se cerraba por la hinchazón, y tenía el labio reventado. Negro y
azul reinaban en su tono de piel bronceado normalmente.
—Lo. —Exhalé, alcanzando su cara. Se encogió, dando un paso
hacia atrás—. ¿Tu papá?
No respondió mientras lo contemplaba.
85
Me di cuenta del temblor primero, seguido por su coordinación
alterada. Frenéticamente se rascaba la piel y se mantenía lamiéndose los
labios.
¿Hasta qué punto manejaste las sombras esta noche, Logan?
—¿Puedo ducharme o algo así? No podía ir a casa esta noche. —
Sorbió por la nariz mientras trataba de ampliar su ojo izquierdo, pero no
se abría.
—Sí, sí, por supuesto. Ven.
Lo llevé a mi cuarto de baño mientras tropezaba a mi lado. Una vez
lo hizo, cerré la puerta detrás de nosotros. Alcancé un paño pequeño,
sumergiéndolo en agua caliente mientras se sentaba en la parte superior
de la taza del baño. A medida que empezaba a presionar en su cara, dijo
entre dientes—: Está bien —argumentó, alejándose.
—No. No lo está. No puedes abrir el ojo.
—Pero todavía puedo ver. —Tenía la boca ligeramente abierta antes
de volver a lamer sus labios—. ¿Estabas ocupada antes?
Parpadeé, sin mirar en su único ojo abierto. Empapé más la toalla.
—Sí.
—¿Demasiado ocupada como para enviar un mensaje de texto?
—Sí, Lo. Lo siento. —Mi respiración se aceleró cuando observé la
salida. Necesitaba un momento de distancia.
—Oye —susurró, colocando su dedo debajo de la barbilla,
levantando la mirada para encontrarme con su único ojo—. Estoy bien.
—¿Estás drogado?
Vaciló, antes de reírse. —Que te jodan por preguntar eso, High. Mira
mi cara. ¿Qué piensas?
Me estremecí. Nunca me hablaba de esa manera, a excepción de
cuando se hallaba casi completamente por el agujero del conejo. Debería
haber respondido a sus textos.
—Voy a conseguir un poco de hielo para tu ojo, ¿de acuerdo? Puedes
encender la ducha. —Me puse de pie para irme, pero él me llamó.
—¿High?
—¿Lo?
Tragó saliva, y una lágrima cayó de su ojo cerrado. —Estoy tan
jodidamente apenado. No sé por qué te dije eso.
Le di una sonrisa tensa y me alejé rápidamente.
Me temblaban las manos cuando fui a tomar una bolsita para poner 86
hielo para Logan. Nunca lo vi tan golpeado, o fuera de él antes. ¿Qué te dijo
de su padre? ¿Por qué era un monstruo?
—¿High? —Di un salto al oír el sonido de la voz de Logan detrás de
mí. Los pelos se me pusieron de punta en mis brazos mientras me volvía a
verlo sosteniendo algo en la mano—. ¿Qué es esto?
—Oh, Dios mío. Logan, quería hablar contigo acerca de eso. —Me
quedé mirando la prueba de embarazo en su mano, que debe haber sido
dejado atrás en el baño a principios de la tarde.
—¿Qué significan dos líneas de color rosa? —preguntó, casi sin
poder contenerse y se balanceaba.
Estás demasiado ido para esta charla esta noche. —Deberíamos
hablar mañana —ofrecí, acercándome a él para colocar mi mano sobre su
hombro. Se separó.
—No, deberíamos hablar de esto ahora —dijo en voz alta.
—Lo, ¿puedes bajar la voz? Mi madre está durmiendo.
—No me importa una mierda. ¿Estás embarazada?
—No debemos hacer esto esta noche.
—¿Qué está pasando? —preguntaron detrás de mí. Me encogí,
viendo a mamá entrar en la cocina vestida con su bata. Cuando sus ojos
cansados se clavaron en los de Logan se despertó completamente—. ¿Qué
estás haciendo aquí? Necesitas irte de inmediato.
—Mamá, vamos —rogué, al ver el odio en sus ojos.
—Jesucristo. ¿No puedes ver que estamos t-t-teniendo una jodida c-
c-conversación? —Logan arrastró las palabras.
Eso no ayudaba a la situación.
Mamá corrió hacia él, agarrando su brazo. —Estás allanando
morada. Vete antes de que llame a la policía.
Él tiró de su brazo lejos de ella, tropezando hacia atrás, golpeando la
nevera. —No me toques. Estoy hablando con tu hija.
Los ojos de mamá se dispararon hacia mí. —Y esto es exactamente el
porqué vamos a tener el aborto. Es un desastre.
Logan se puso de pie tan recto como pudo, sus ojos llenos de
disgusto. —¿Aborto? ¿Tendrás un aborto?
Mi cuerpo temblaba, con los ojos vidriosos. —No. Espera. Mamá,
detente. No estás ayudando.
—¿Realmente hablaron de un aborto? —preguntó Logan de nuevo.
—Lo tenemos para el jueves. Ya he llamado para programarlo —dijo 87
mamá, lo cual era una mentira. Tenía dieciocho años y tenía el derecho de
hacer lo que quería con mi cuerpo, no lo que mi madre encontraba bien.
Logan dejó escapar una respiración baja. —Guau. ¿Así que ibas a
hacer esto sin hablar conmigo? ¿No crees que sería un buen padre o algo
así?
Mamá se rio con sarcasmo.
Una vez más, no ayudaba.
—Eso no es lo que dije, Lo.
—¡Eso es lo que dijiste! ¡Eso es lo que querías decir! —gritó, sus ojos
sin brillo, como si la luz que tanto amaba en él fue succionada de toda su
existencia.
—No me escuchas porque estás drogado, Logan.
—Lo cual no es nada nuevo —murmuró mamá en voz baja, asco
pinchando sus palabras.
—Mamá, ¿puedes parar? —supliqué.
—No. Ella tiene razón. Estoy siempre drogado, ¿verdad? Eso es todo
lo que la gente piensa de mí —dijo, haciendo un gesto hacia mamá y yo—.
Tú y todo su puto dinero en su gran casa sin luchas de mierda. —Mientras
él tropezaba alrededor, tiró accidentalmente nuestro set de cuchillos,
enviándolos a través del piso. Tanto mamá y yo saltamos del susto.
Oh, Lo... Vuelve...
—Necesitas irte. Ahora. —Mamá agarró su teléfono celular y lo
sostuvo en alto—. Voy a llamar a la policía.
—Mamá, no lo hagas. Por favor.
—No. Me voy. Puedes tener todo esto —siseó—. Tu dinero. Tu casa.
Tu vida. Tu aborto. Qué demonios, nunca. Me voy.
Se alejó, y las lágrimas cayeron por mis mejillas mientras miraba a
mamá. —¡¿Qué sucede contigo?!
—¿Yo? —gritó, sorprendida—. Él es un desastre inminente. Sabía
que eras ingenua, Alyssa Marie. Pero no sabía lo extremadamente estúpida
que podrías ser. Él es un adicto. Está enfermo, y no va a mejorar. Va a
arrastrarte hacia abajo a las llamas antes de que te traiga aire fresco.
Debes renunciar a él. Es una causa perdida. Kellan y tú son sus
facilitadores. Permiten que esto siga sucediendo y sólo va a empeorar.
Tomé una respiración profunda antes de correr detrás de Logan.
Él caminaba hacia la puerta para volver a subir sobre ella. —¡Logan,
espera! —Lloré. 88
Se volvió a verme, su pecho subiendo y bajando en gran medida. —
Te dejé entrar —dijo, su voz áspera.
Mi voz, era todo lo contrario. Débil. Dolorida. Asustada. —Lo sé.
—Te dejé entrar, a pesar de que te dije que no era una buena cosa.
No soy alguien que ama, Alyssa. Pero jodidamente me hiciste amarte.
—Lo sé.
—Por lo tanto, me hiciste amarte. Y te amé duro, porque no conozco
otra forma. Te amé desde mi alma, porque hiciste esta vida parecer un
poco más digna de ser vivida. Y luego, de la nada, te vuelves contra mí.
¿Qué hice? ¿Por qué... te dije mis sueños. Te dije todo. —Dio un paso más
cerca de mí, bajando la voz, temblando. Cuando nuestros ojos se
encontraron sacudió la cabeza una vez, dando un paso hacia atrás—. Deja
de mirarme de esa forma.
—¿Cómo qué? —pregunté, desconcertada.
—No soy mi madre —espetó.
—Sé que no lo eres.
—Entonces, ¿por qué diablos estás mirándome como si lo fuera?
—Logan... Por favor, sólo escúchame.
Se acercó a mí, y nuestros cuerpos se fundieron juntos como
siempre lo hacían. Su frente se cayó contra la mía, sus lágrimas rozaron
mi piel mientras mis manos descansaban sobre su pecho. Envolvimos
nuestros brazos alrededor del otro, nuestros cuerpos calentados desde
dentro hacia fuera, ardiendo por conocer las razones por las que la vida
tenía que ser tan difícil. Sus labios cayeron en mi oído, y sus respiraciones
calientes rozaron mi piel cuando dijo las palabras que despreciaron mi
alma.
—No quiero volver a verte.
Desapareció esa noche.
Desapareció de mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Las llamadas
nocturnas desaparecieron. Su suave voz se fue. Cada noche me
preguntaba dónde se encontraba, si estaba a salvo. Cada vez que pasé por
su apartamento, no se hallaba allí. Cada vez que lo llamé, fue directamente 89
al correo de voz. Kellan dijo que no había oído de su hermano, tampoco. Él
no lo había visto, y se sentía tan aterrado como yo.
Cuando le dije a mamá que no iba a renunciar al bebé, me gritó, y
siguió adelante con sus amenazas, y canceló su plan de pago para mi
universidad. Erika y Kellan me permitieron mudarme a su pequeño
apartamento mientras trataba de encontrar mi equilibrio.
Cada noche Kellan y yo volvíamos a la ciudad, y conduciríamos en
torno a los diferentes lugares en que Logan podría haber estado. Hablamos
con sus amigos, pero siempre aparecíamos un minuto demasiado tarde.
Estaba en las fiestas, pero siempre parecía desvanecerse. Su amigo
Jacob nos dijo que Logan había estado utilizando mucho últimamente,
pero no fue capaz de hablar con él.
—Voy a mantenerme al pendiente de él —juró—. Si me encuentro
con él de nuevo, se los haré saber.
Sentí un nudo en el estómago.
¿Qué pasa si Logan cruzaba una línea?
¿Y si no podía volver de este dolor que sentía?
Todo era mi culpa.
90

Traducido por ∞Jul∞

O
diaba recibir llamadas telefónicas durante la mitad de la
noche. Siempre sacudían mis nervios. No hay buenas
noticias a las tres o cuatro de la mañana. Por desgracia, tuve
demasiadas de esas llamadas durante los últimos meses, todo por culpa
de un chico que fijó mi corazón en el fuego. Cada vez que sonaba el
teléfono, mi mente iba a las peores posibles situaciones: una enfermedad,
un accidente, la muerte. Algunas noches me quedaría con los ojos
pesados, a la espera de las llamadas telefónicas. Cuando no las tenía, a
veces marcaría su número, sólo para escuchar su voz, sólo para
asegurarme de que estaba bien.
—Estoy bien, Alyssa Marie Walters —decía.
—Estás bien, Logan Francis Silverstone —respondía, antes de
quedarme dormida con el sonido de su respiración.
Pero últimamente, no estábamos hablando.
Cuando me preocupaba, no lo podía llamar.
Cuando me sentía asustada, sus sonidos no se escuchaban en la
otra línea.
Así que esa noche, cuando sonó el teléfono, tenía más miedo que
nunca.
—¿Alyssa? —dijo una voz en mi teléfono celular, no de Logan, a
pesar de que su nombre fue el que apareció en mi pantalla.
—¿Quién es? —pregunté, el sueño seguía picando en mis párpados.
—Es Jacob... amigo de Logan. Yo... —Dudó—. Mira, estoy en una
fiesta, y me encontré con Logan. Él no lo está haciendo demasiado bien.
No sabía a quién llamar.
Me senté en la cama, completamente despierta en cuestión de
segundos. —¿Dónde está él? —Jacob me dio toda la información, y salí a
toda prisa de la cama, en busca de un lápiz y papel para garabatear todo—
. Gracias, Jacob. Estaré ahí pronto.
—Sí, está bien. Escucha, es posible que desees traer a Kellan,
también.
Me apresuré al dormitorio de Kellan y Erika y golpeé la puerta. Mi
corazón latía con fuerza contra mi caja torácica, y me mordí la lengua para
no gritar. Mi cuerpo no paraba de temblar mientras esperaba oír la voz de 91
Kellan. Cuando abrió la puerta y habló, tomé una respiración dolorosa. Él
sonaba tan parecido a Logan, que casi me tiró hacia atrás. Había sido un
par de semanas desde que Logan me dejó de hablar. Todo lo que quería
hacer era escuchar su voz de nuevo.
—¿Alyssa? ¿Qué pasa? —preguntó Kellan, alarma y alerta llenando
su tono. Sabía igual que yo que una llamada tarde en la noche, cuando
Logan estaba usando otra vez pudo haber sido siempre la llamada que
temíamos más—. Él está…
—No sé —le contesté. Sin embargo, le dije todo lo que sabía, y
estábamos fuera de la puerta en cuestión de minutos.
Cuando llegamos a la fiesta, Jacob se hallaba de pie en el porche de
alguna casa averiada, mientras Logan yacía en un banco. Sus ojos se
veían apenas abiertos, y se le caía la baba por la comisura izquierda de su
boca.
—Jesús —murmuró Kellan, acercándose a su hermano.
—No reacciona.
—¿Qué ha tomado? —preguntó Kellan.
—Estaba pinchándose un poco de heroína, y creo que tomó cocaína
al principio. Pero no sé qué otra cosa.
—¡¿Por qué no llamaste a la policía ?! —grité. Corrí a Logan, y traté
de levantar su cuerpo. Se encogió ante el movimiento, y empezó a vomitar
en el porche.
—No sé, hombre. Escucha, normalmente Logan puede manejar esta
mierda. Pero estas últimas semanas ha estado recibiendo algo de mierda
profunda. No podía llamar a la policía porque… Mira. No sabía qué hacer,
así que los llamé, chicos.
Había conocido a Jacob durante un tiempo. Logan no tenía mucha
gente que llamara amigo, pero Jacob era uno de los pocos raros que
hablaba bajo un aspecto agradable. Pero no concordaba con él esa noche.
Un amigo real, un verdadero amigo, nunca deja caer a alguien tan
profundamente sin siquiera extenderle una mano.
—Deberías haber llamado a una ambulancia —susurré, enojada.
Asustada. Enfurecida y asustada.
—Ayúdame a llevarlo al auto —le ordenó Kellan a Jacob. Ellos lo
pusieron en el asiento trasero, y subí de nuevo allí con él—. Podría vomitar
de nuevo, Alyssa. Es posible que desees sentarte al frente.
—Estoy bien aquí —contesté.
Kellan agradeció a Jacob, y se alejó hacia el hospital para verificar a
Logan. Nunca lo vi así, y me encontraba a segundos de perder la razón.
92
—Mantenlo despierto, ¿de acuerdo? —dijo Kellan.
Asentí mientras mis lágrimas cayeron contra las mejillas de Logan.
—Tienes que permanecer despierto, ¿de acuerdo? Mantén los ojos abiertos,
Lo. —Puso su cabeza en mi regazo en el asiento trasero del auto de Kellan,
y me sentía aterrorizada de que si cerraba los ojos, no los podría abrir.
Todo su cuerpo estaba empapado de su propio sudor, y cada inhalación
lucia dolorosa. Cada exhalación, agotadora.
Él rio. —Hola.
Mis labios bajaron. —Hola, Logan.
Su cabeza se sacudió hacia atrás y adelante, y se incorporó sobre los
codos. —No. No “hola”. High. H-I-G-H. —Odiaba cuando hablaba de ser su
éxtasis. Odiaba la forma en que se perdía en algo que lo cambiaba de mi
mejor amigo a mi mayor temor. ¿Qué te ha pasado esta noche, Logan?
¿Qué te hizo ir tan profundamente hacia la oscuridad?
Hice una pausa, sabiendo la respuesta.
Fui yo.
Hice esto a él.
Hice que lo persiguieran sus sombras.
Lo siento, Logan.
Las palabras de mi mamá resonaban en mis oídos y mente mientras
bajaba la mirada a sus ojos medio abiertos. Él es un adicto, Alyssa. Está
enfermo, y no va a mejorar. Va a arrastrarte a las llamas antes de que
traiga aire fresco. Debes renunciar a él. Es una causa perdida. Kellan y tú
son sus facilitadores. Estás permitiendo que siga y sólo va a empeorar...
—Eres alta —susurró Logan, volviendo a caer.
—¿Qué?
—Me llamas Lo, lo cual tiene sentido porque estoy abajo. Estoy en la
parte inferior de la fosa de mierda. ¿Pero tú? —Se rió y cerró los ojos—.
Eres mi alta. Y rompiste mi maldito corazón.
Las lágrimas llenaron mis ojos mientras lo sujetaba en mis brazos.
—Mantén tus ojos abiertos, Lo. ¿Bien? Sólo mantén los ojos abiertos. —
Eché un vistazo a la parte delantera del auto, donde Kellan se limpiaba la
cara. Sabía que ver a su hermano en la forma que estaba tenía que ser lo
más difícil que hizo nunca.
Sabía que el corazón de Kellan tenía que estar roto al igual que el
mío.
—Llévame de vuelta —murmuró, tratando de empujarse a sí mismo
del asiento trasero. 93
—Tranquilízate, Logan. Todo está bien —dijo Kellan.
—No. Llévame de vuelta —gritó, saltando de mi regazo y sacudiendo
el volante, haciendo a Kellan cambiar de dirección el auto—. ¡Llévame de
vuelta! —Los dos tratamos de impedírselo, conseguir que se controlara a sí
mismo, conseguir que se calmara, pero antes de que pudiera, Kellan
perdió el control.
El auto dio un brusco giro a la izquierda.
Y todo se volvió negro.
94

Traducido por Black Rose

C
uando mis ojos se abrieron, me encontraba en una cama de
hospital, y la luz del sol brillaba a través de mi ventana. Traté
de darme la vuelta, pero todo dolía. —Mierda —murmuré.
—¿Estás bien? —dijo una voz. Giré mi cabeza para ver a Kellan
sentado en una silla con unos panfletos en su mano, y un gran vendaje en
su frente. Llevaba una sudadera con capucha y pantalones de chándal, y
le faltaba la sonrisa que siempre lucia en su rostro.
—No. Siento como si hubiera sido golpeado por un camión.
—O tal vez como si te hubieras estrellado con un maldito edificio —
murmuró alguien más. Me giré hacia mi izquierda para ver a Erika. Tenía
los brazos cruzados, y su mirada era dura. A su lado había un hombre con
corbatín sosteniendo una libreta, y Jacob se hallaba en la esquina,
sentado en el mostrador.
¿Qué pasó? ¿Por qué estaba Jacob con Kellan?
—¿No te acuerdas? —preguntó Kellan, sonando un poco molesto
conmigo.
—¿Recordar qué?
—¡Conducir contra un maldito edificio! —exclamó Erika, su voz
temblorosa. El hombre a su lado puso una mano en su hombro. Cerré los
ojos, tratando de recordar lo que pasó, pero todo parecía un borrón.
—Logan. —Kellan se apretó el puente de la nariz—. Te encontramos
desmayado en un porche. Luego, estábamos tratando de traerte al hospital
para que te revisaran, entraste en pánico y tomaste el control del volante,
haciendo que nos estrelláramos contra un edificio.
—¿Qué? —Mi garganta se sentía seca—. ¿Estás bien?
Asintió, pero Erika no estuvo de acuerdo. —Muéstrale tu costado,
Kellan.
—Para, Erika.
—No. Tiene que ver esto. Tiene que ver lo que ha hecho.
Kellan bajó la cabeza, mirando sus zapatos. —Déjalo, Erika.
—Muéstrame —pedí. Se frotó la parte posterior de su cuello mientras
se levantaba la sudadera, mostrando todo su lado izquierdo, que lucía
negro, azul y en tonos púrpuras de arriba abajo—. Puta mierda. ¿Yo hice 95
eso?
—Está bien —dijo Kellan.
—No es verdad —rompió Erika.
Tiene razón, no lo está.
—Kel, lo siento tanto. No quise...
—¡Eso ni siquiera es lo peor de todo! ¡Casi matas a mi hermana! —
gritó.
Mi corazón cayó a mi intestino.
Alyssa.
High.
Mi más grande éxtasis.
—¿Qué le pasó a Alyssa? ¿Dónde está? —ladré, tratando de
incorporarme, pero fallando por el dolor que me pasó por la espalda.
—Logan, relájate. Los médicos están ayudando a Alyssa. Pero en este
momento se trata de ti. Hemos traído a alguien aquí para ayudarte —dijo
Kellan.
—¿Ayúdarme a qué? No necesito la ayuda de nadie. ¿Qué le pasó a
Alyssa? —Sentí las paredes de la habitación cerrándose. ¿Qué hacía aquí?
¿Por qué todo el mundo me miraba como si fuera mercancía dañada? ¿Por
qué nadie me decía cómo estaba Alyssa?
—Todos estamos aquí porque te amamos —trató de explicar Kellan.
Luego, todo hizo clic en mi cabeza. Entendí por qué el hombre en corbatín
se hallaba de pie en la habitación. Leí uno de los panfletos en las manos
de Kellan, y cerré los ojos con fuerza. Están teniendo una intervención para
mí. En una habitación de hospital.
—¿Amor? —susurré, mi voz llena de amargura mientras lentamente
me daba cuenta de lo que pasaba—. Pura mierda.
—Vamos, Logan. Eso no es justo —dijo Kellan. Me giré para mirar
los ojos pesados de Kellan cuando me miraba con miedo, preocupación.
—No me vengas con “vamos, Logan”, Kellan. Entonces, ¿qué? —
Aparté la mirada de mis manos inquietas—. ¿Esto es una intervención?
¿Todos piensan que estoy tan jodido que tenían que reunirse en una sala
de hospital y avergonzarme hasta la mierda porque piensan que soy
peligroso? ¿Tenían que traer gente que no da una mierda por mí? Cometí
un error anoche —Hice un gesto hacia Jacob—. Es bastante hipócrita
tener al imbécil con el que me drogué la semana pasada aquí, ¿no te
parece? Jacob, estoy casi seguro de que estás jodido en este momento.
Jacob frunció el ceño. —Vamos, Logan...
96
—No. Y, Erika, ni siquiera sé por qué mierda estás acá. No me
soportas —le dije.
—No te odio, Logan. —Tragó saliva—. Vamos, eso es demasiado.
—Realmente me encantaría que dejaran de decir el jodido “vamos”
como si fueran mejores que yo. No son mejores que yo. —Me reí
sarcásticamente, tratando de sentarme un poco. Empezaba a ponerme a la
defensiva, porque en el fondo, sabía que tenían razón—. Es cómico, en
realidad. Porque aquí estamos hablando de lo jodido que estoy de la
cabeza cuando estamos sentados en una habitación llena de gente que
está igual de jodida, si no más, que yo. Kellan aquí, ni siquiera es capaz de
enfrentársele al idiota de su padre para hacerle saber que quiere ser
músico en vez de abogado. Jacob tiene una maldita rara adicción a la
pornografía que involucra tenedores y mierdas. Erika rompe un plato y
compra cincuenta para reemplazarlo, sólo en el puto caso, de que el nuevo
se rompa también. ¿Acaso nadie más encuentra demente su adicción a
romper y comprar?
—Creo que todos sólo queremos que te mejores, Logan —dijo Kellan.
Me preguntaba si los latidos del corazón de Kellan eran tan frenéticos
como los míos en ese momento—. Sólo puedo imaginar lo que has pasado
al quedarte con Ma. Supongo que no te facilita mantenerte limpio.
—Debes estar sintiéndote muy bien —dije, rozando mi dedo debajo
de mi nariz—. Porque eres Kellan, el chico dorado. El que tiene el padre
rico. El que tiene un futuro. El que tiene una beca completa a una
universidad superior para convertirse en un abogado prestigioso. Y yo, sólo
soy el hermano jodido con una mamá adicta al crack y un padre traficante
de drogas. Bueno, felicitaciones, Kellan. Eres el ganador. Eres el mejor hijo
de mamá que hizo algo de sí mismo, y yo sólo soy un pedazo de mierda
patética que probablemente estará muerto a los veinticinco.
Kellan respiró dolido. —¿Por qué incluso dirías mierda como esa? —
Su nariz se encendió mientras se paseaba por la habitación del hospital—.
¿Qué pasa contigo, Logan? Despierta. Despierta. Todos estamos tratando
de ayudarte y nos estás gritando como si fuéramos el enemigo, cuando en
realidad el enemigo es tu propia mente. Te estás matando a ti mismo.
Estás jodidamente matándote, y ni siquiera te importa —gritó. Kellan
nunca levantaba la voz, nunca.
Fui a decir algo, pero la mirada de Kellan me detuvo. Me entrecerró
los ojos, y juré que, por un segundo, vi un destello de odio.
Sus manos frotaron contra su cara una y otra vez mientras trataba
de calmarse. Cuando habló, sorbió por la nariz para contener su propia
emoción. Me arrojó los folletos, y cuando aterrizaron en mi regazo, leí las
palabras una y otra vez.
Clínica de Salud y Rehabilitación St. Michaels. 97
Waterloo, Iowa.
—¿Rehabilitación? —dije—. ¿Crees que necesito rehabilitación?
¿Todos creen que necesito rehabilitación? Estoy bien.
—Estrellaste un auto contra un edificio —recitó Erika de nuevo por
enésima vez.
—¡Fue un accidente, Erika! ¡¿Nunca has cometido un error?!
—Sí, Logan. Pero no uno que casi mata a mi novio y hermana. Eres
un completo desastre, y si no consigues ayuda, vas a hacerle daño a más
gente.
¿Dónde está High?
—Escucha, nos estamos desviando del tema. Logan. Queremos
ayudar. Mi padre pagará por tu estancia en Iowa. Es una de las mejores
instalaciones del país. Creo que realmente podrías conseguir la ayuda que
necesitas —explicó Kellan.
Abrí la boca para decir algo más, pero Kellan me interrumpió. Me
entrecerró los ojos, y juré que, por un segundo, vi un destello de amor.
Un destello de esperanza.
Un destello de súplica.
—¿Puedo hablar con mi hermano a solas? —susurré, cerrando los
ojos. Todo el mundo en la sala se fue, cerrando la puerta detrás de mí—.
Lo siento, Kel —dije, jugando con mis dedos—. No fue mi intención causar
el accidente. No fue mi intención hacerlo. Pero después de que Alyssa dijo
que se iba a hacer un aborto…
—¿Qué? —intervinó Kellan.
—¿No lo sabías? Alyssa estaba embarazada. Pero se hizo un aborto
hace unas semanas. Su mamá la llevó, y eso jodió con mi mente, Kel. Sé
que he estado ido estas últimas semanas, pero mi mente está en mal
estado.
—Logan... —Kellan se acercó más, tirando de una silla a un lado de
mi cama—. Ella no se hizo el aborto.
—¿Qué? —Mi corazón empezó a correr, y mis dedos agarraron la
barandilla en el marco de la cama—. Pero su mamá dijo…
—Su mamá la echó cuando Alyssa le dijo que iba a quedarse con el
bebé. Quiso decirte, pero malditamente desapareciste.
Me senté, dolorido, pero lleno de esperanza. —¿No lo hizo?
Su mirada cayó a sus manos, que se hallaban entrelazadas. —No. 98
—Entonces... —Me atraganté con las emociones corriendo a través
de mí—. ¿Voy a ser papá?
—Logan —dijo Kellan, moviendo la cabeza. Su boca se abrió, pero no
dijo nada por un momento. Se llevó las manos a la sien—. Durante el
accidente, ella no llevaba el cinturón de seguridad. Cuando fuiste a
agarrar el volante, trató de agarrarte a ti. Cuando ocurrió la colisión, ella
voló y atravesó la ventana trasera cuando se rompió.
—No. —Negué con la cabeza.
—Ella está bien, pero…
—No, Kellan.
—Logan. Ella perdió el bebé.
Mis pulgares presionaron contra mis ojos para contener las
lágrimas. —No digas eso, Kel. No digas eso. —Lo empujé—. No me digas
eso.
—Lo siento mucho, Logan.
Empecé a llorar en las palmas de mis manos, temblando
histéricamente. Fue mi culpa. Yo causé el accidente, fue mi culpa. Todo es
mi culpa. Kellan envolvió sus brazos a mí alrededor mientras me vine
abajo, incapaz de decir cualquier palabra, incapaz de detener el dolor,
incapaz de respirar. Cada inhalación se sintió dolorosa, cada exhalación,
una tarea.
99
Traducido por Maeh

—Oye —susurró Logan, caminando dentro de la habitación de


hospital. Usaba su ropa regular, y los pocos moretones en su rostro no se
veían tan mal. Esperaba que supiera lo afortunado que era al haber salido
de ese accidente.
—Hola. —Por el pasado día he estado sentada en la cama de hospital
debatiéndome qué decirle. Mis emociones subían y bajaban, yendo y
viniendo entre el dolor y la rabia durante mucho tiempo. Quería gritarle
sin parar. Quería decirle cuánto lo culpaba, cuánto resentimiento sostenía
hacia él por incluso cuestionar mis motivos con el bebé. Conocía sus
sueños, y su corazón. Sabía que encontraríamos una forma de que
funcionara. Pero, desapareció. Quería odiarlo por un tiempo, pero en el
momento en que lo vi, todo en mi interior cambió.
Simplemente tenía el corazón roto.
Abrió su boca, pero la cerró rápidamente. Sus dedos pasaron a
través de su cabello, y no podía hacer contacto visual. Todo se sentía como
un sueño, lo cerca que estábamos, pero lo lejos que aun así nos
sentíamos. Fue un sueño del que no podía despertar, y quería que fuese
Logan quien me despertara.
Quería que me prometiera que era simplemente un sueño que de
algún modo se convirtió en una vil pesadilla, pero cuando llegara el
amanecer, despertaría.
Quería despertar. Por favor, Dios… despiértame.
Me senté en el lado derecho de la cama, y mis rodillas se flexionaron
hasta mi pecho. Ahogándome con cada respiro que tomaba. El aire en la
habitación era sofocante, tóxico, muerto. Mi necesidad de llorar creció más
pesado y más pesado mientras mi cuerpo se sacudía. Sólo ver a Logan
quebró mi corazón en un millón de pedazos, pero no derramé ni una
lágrima. —Estoy bien —dije finalmente, sintiendo en cada hueso de mi
cuerpo que no lo estaba.
—¿Puedo sostenerte? —preguntó.
—No —dije fríamente.
—Está bien —respondió.
Miré hacia mis temblorosas manos, mi mente se nubló. —Sí.
—¿Sí? —preguntó, su voz entrecortándose un poco.
—Sí.
Su mano aterrizó en mis hombros antes de subir en la cama de
100
hospital y envolverme en sus brazos. Me estremecí cuando sentí sus dedos
tocar mi piel por primera vez en un largo tiempo mientras sus dedos se
envolvían a mi alrededor. —Lo siento, High.
Su toque fue tan cálido…
Regresaste a mí.
Las lágrimas cayeron por mis mejillas. Mi cuerpo se sacudía
incontrolablemente mientras Logan me sostenía fuerte, rehusándose a
dejarme ir en cualquier momento pronto. Nuestras frentes cayeron contra
la del otro, y sus cálidas lágrimas se mezclaron con las mías. —
Jodidamente lo siento, High. —Nos quedamos envueltos juntos, sintiendo
el mundo en nuestros hombros, hasta que ambos caímos dormidos.
Él regresó.
Desperté para encontrarlo todavía sosteniéndome, como si fuera su
salvavidas, giré mi cuerpo para enfrentarlo. Estaba durmiendo; su inhalar
y exhalar casi un susurro. Mis manos se movieron a las suyas y entrelacé
nuestros dedos juntos. Se revolvió un poco antes de abrir los ojos.
—Alyssa, no sé qué decir. No sabía que estabas, no… —Nunca había
escuchado tanta vulnerabilidad en su voz. El Logan que dejó mi casa
semanas antes tan distante de mí, de sus emociones. Pero ahora,
escuchándolo llorar mientras envolvía sus manos alrededor de mi rostro
hizo que el pequeño trozo de mi corazón que aún latía se rompiera—. No
debí irme. Debí quedarme. Debí haber hablado contigo. Pero ahora, debido
a mí, debido a mí… —Enterró la cabeza en mi hombro mientras se
perdía—. Lo maté —dijo, hablando acerca del bebé—. Es mi culpa.
Tomé mis manos y acuné su rostro del modo en que él lo hizo con el
mío. —Logan. No te hagas esto. —Casi podía sentir la culpa que él sentía
mientras sus ojos derramaban emoción. Coloqué mi cabeza contra su
cuello y mis cálidos respiros se derretían contra su piel. Mis ojos se
sentían exhaustos y parpadeé un par de veces antes de cerrarlos y
murmurar contra su oído—. No te hagas esto. —No podía odiarlo. No
importaba lo que haya pasado, odiar a Logar no era algo posible de hacer,
¿pero amarlo? Ese amor siempre estaría ahí. Tendríamos que resolver
cómo seguir adelante del terrible y trágico accidente, juntos. Era nosotros
contra el mundo, debíamos permanecer juntos.
—Estoy yéndome —dijo, recobrándose, secándose los ojos.
Me senté, alarmada. —¿Qué?
—Estoy yéndome. Iré a una clínica de rehabilitación en Iowa.
Mis ojos se iluminaron con anticipación. Más temprano Kellan me
dijo acerca de la clínica de rehabilitación, y ambos realmente esperábamos
que Logan quisiera tomar el programa de noventa días. Eso no se llevaría 101
el dolor que ambos atravesamos, pero eso lo ayudaría a manejarlo de
mejor manera. —Eso es bueno, Lo. Son noticias muy buenas. Y luego,
cuando regreses, podemos comenzar de nuevo. Podremos ser nosotros otra
vez —juré.
Frunció el entrecejo, sacudiendo la cabeza. —No voy a regresar,
High.
—¿Qué?
—Cuando deje True Falls, no voy a volver. Nunca voy a regresar a
Wisconsin alguna vez, nunca voy a regresar aquí.
Me alejé ligeramente de él. —Detente.
—No voy a regresar. Siempre termino hiriendo a las personas. He
arruinado vidas, High. Y no puedo continuar arruinando la tuya, o la de
Kellan. Necesito desaparecer.
—¡Cállate, Logan! —grité—. Deja de decir eso.
—He visto como esas cosas pasan. Hemos estado en una rutina, en
una rueda de hámster donde vamos una y otra vez, y sigo arruinando tu
vida, no puedo hacerte eso. No quiero. —Se levantó de la cama, luego
hundió profundamente sus manos en los bolsillos. Encogiéndose los
hombros una vez, dándome una sonrisa rota—. Lo siento, High.
—No hagas esto, Lo. No me dejes así. Por favor. Te necesito. —No
podía pasar a través de esto sin él. Necesitaba que me enseñara a
levantarme de nuevo. Necesitaba su voz la otra noche, necesitaba de su
amor temprano por la mañana. Necesitaba que la persona que perdió lo
que yo perdí llorara conmigo. Necesitaba que en mi dolor más reciente se
quedara a mí lado.
Sus labios besaron mi frente, y luego susurró contra mi oído antes
de darse la vuelta y dejarme diciendo su nombre.
La última cosa que me dijo serían las palabras que resonaban una y
otra vez en mi cabeza. Palabras que me cortaron más profundo que
cualquier otra cosa. —Hubiera sido una mierda —susurró contra mi oído,
enviando escalofríos por mi columna vertebral—. Hubiera sido una mierda
como padre. ¿Pero tú? —Trago duro—. Hubieras sido la mejor madre.
Nuestro hijo hubiese estado honrado de ser amado por ti.
Y se fue.
Con esas simples palabras, y pasos desvanecidos, descubrí lo que
significaba un verdadero corazón roto.

102
103

De las cenizas, se levantaron,


Y una vez más, quemaron.

Él nunca olvidó su resplandor,


Y ella nunca lo olvidó.
Mensaje #1

Oye, Logan, es Alyssa. Sólo estoy llamándote para ver cómo vas. Sólo…
odio cómo dejamos las cosas. Odio cómo las últimas veces nosotros no nos
encontrábamos en nuestro mejor momento. Odio cuánto te extraño. Odio
cuánto duele esto. 104

Sin embargo, voy a llamarte, cada día, incluso si no contestas. Quiero


que sepas que no estás en esto solo. No importa cuán malo se ponga. Quiero
que sepas que no estás solo.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #5
Oye, soy yo.
Has estado en la clínica por cinco días ahora, y deseo poder escuchar tu
voz. Kellan dijo que habló contigo, y que estás llevándolo bien. ¿Estás
llevándolo bien? En verdad espero que sí. Te extraño, Logan. Mucho, mucho.
105
Estoy feliz de que estés trabajando duro.
Lo mereces.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #14
Dos semanas. Has estado allí dos semanas, y Kellan dijo que lo estás
llevando bien. Dijo que estás teniendo problemas con la abstinencia, pero sé
que eres más fuerte que tus más grandes demonios.
Acostada en mi cama anoche, escuché las canciones en el reproductor de
106
discos de vinil saltarse unos segundos, y esto me recordó a ti. Recordé la
primera vez que nosotros…
Olvídalo.
Sólo te extraño, eso es todo. Algunos días son más difíciles que otros.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #45
Estás a medio camino a través del programa. ¿Cómo estás? ¿Estás
comiendo lo suficiente? ¿Está aclarándose tu mente? Espero que allí tengan
documentales en DVD para que veas. Si quieres, tal vez puedo ir allí y llevarte
algunos DVDs. Vi un documental sobre The Beatles que te puede interesar.
107
¿Quieres que lo lleve?
Porque lo haré.
Sólo dilo.
He estado dejándote mensajes todos los días durante los últimos
cuarenta y cinco días, y voy seguir dejando los mensajes. Sólo deseo poder
escuchar tu voz. Me gustaría que contestarás el teléfono.
Lo...
Por favor.
Dios mío. Te extraño.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #93
Hola, es Alyssa.
Terminaste tu programa, y no puedo evitar querer llorar. Estoy tan, tan
orgullosa de ti. Esto es bueno. Esto es lo mejor…
Kellan dijo que estás bien. Que estás saludable y con buen ánimo. 108
También dijo que pediste algunos DVDs. ¿Por qué no me preguntaste?
¿Por qué contestas sus llamadas pero no las mías? ¿Qué hice mal?
Los hubiera llevado para ti, Logan… los DVDs. Los hubiera llevado
para ti.
Pero eso no importa.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #112
Él dijo que no regresarás a True Falls. Dijo que te estarás quedando en
Iowa. No te creí cuando me lo dijiste. Y no quiero creerlo ahora.
Dijo que encontraste un pequeño apartamento tipo estudio y un trabajo.
Eso es bueno. Si necesitas algo, muebles, comida… compañía.
Sólo te extraño, eso es todo. 109
No puedo creer que no regreses.
Pero, eso es bueno. Eso es bueno para ti.
Te amo.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #270

¿Sabes que este mes es en el que el bebé habría nacido? Estaría en el


hospital, y hubieras sostenido mi mano. Lo sé, probablemente suena como que
estoy llorando, pero no lo hago.
110
Esta noche estoy solo un poco borracha.
No bebo, así que no tomó mucho. Un amigo me sacó para ayudarme a
despejar mi mente.
Oír tu voz ayudaría aún más.
Pero no me has llamado.
Tal vez este ya no es tu número.
Tal vez ya seguiste adelante.
Tal vez ya no te importa una mierda. ¡Incluso no me importa que a ti no
te importe una mierda!
No importa.
Vete a la mierda por no llamarme, Logan. No me has llamado. Ni una
vez.
Lo siento.
Esta noche estoy un poco borracha.
Nos vemos pronto, Lo.
Mensaje #435
¿Qué haces durante las noches cuando llueve?
Me acuesto en mi cama pensando en tu voz.
Nos vemos pronto, Lo.
111
Mensaje #756
He decidido que te odio. Odio todo sobre ti.
Pero aun así, espero verte pronto, Lo.

112
Mensaje #1090
Estoy ondeando una bandera blanca, Logan. Estoy cansada y me rendí.
Pararé ahora.
Cinco años.
Pararé con los mensajes. 113
Te amo.
Te extraño.
Te deseo lo mejor.
Mensaje #1123
Logan, es Kellan. Escucha, sé que hiciste una vida en Iowa y que las
cosas están yendo bien para ti. Y no te pediría siquiera que regreses a este
pueblo de mierda a menos que realmente te necesite y…
Erika y yo nos vamos a casar. Pero no puedo casarme sin mi hermano. Y
114
no puedo pararme en el altar, sin la única familia que tengo a mi lado.
Sé que esto es pedirte un montón.
Pero prometo nunca preguntar por nada más.
Además, te compré un documental de la NASA de ese que hablamos
hace unas semanas.
Sólo lo conseguirás si eres mi maldito padrino de bodas.
Sí. Estoy tratando de comprar tu amor y no me siento culpable al
respecto.
Te escribo pronto.
14
115

Traducido por ∞Jul∞

C
ada noche encendía un cigarrillo y me sentaba en mi ventana.
Mientras se quemaba, me permitía recordar mi pasado. Me
permitía hacerme daño y lamentarme hasta el momento en
que las llamas alcanzaban el filtro. Entonces apagaba mi cerebro y me
permitía olvidar, porque el dolor era demasiado para tragar. Cuando mi
cerebro se cerraba, me mantenía ocupado, asegurándome que los
recuerdos no se colaban. Veía documentales, tenía trabajos sin futuro,
trabajaba fuera, hice todo lo posible para no recordar.
Pero ahora, mi hermano me llamó de nuevo al único lugar del que
me pasé los últimos cinco años huyendo. En el momento en que regresé a
True Falls, me hallaba sentado en la estación de tren, debatiendo si
debería encontrar una manera de recolectar dinero para conseguir un
billete de solo de ida hacia a Iowa.
—¿Viene o va? —preguntó una mujer, sentada a dos asientos de
distancia de mí. Me volví hacia ella, algo retirado por sus intensos ojos
verdes. Me dio una pequeña sonrisa, y se mordió el uña del pulgar.
—No estoy seguro todavía —le contesté—. ¿Qué pasa con usted?
—Vengo. Me quedo, creo. —Siguió sonriendo, pero cuanto más lo
hacía, más triste parecía. No sabía que la sonrisa podría parecer tan
desgarradoramente triste—. Sólo estoy tratando de perder algo de tiempo
antes de que vuelva a mi vida.
Podía entender eso.
Me recosté en mi silla, tratando de no recordar la vida que dejé atrás
hace todos esos años.
—Incluso reservé un hotel para esta noche —dijo, mordiéndose el
labio inferior—. Sólo así podría tener un par de horas más para olvidar,
¿sabes? Antes de regresar al mundo real. —Asentí una vez. Se deslizó dos
sillas más cerca de mí, su pierna rozó la mía—. No me recuerdas, ¿verdad?
Inclinando la cabeza en su camino, me dio esa sonrisa triste otra
vez, y pasó sus dedos por el cabello largo. —¿Se supone que deba?
Su cabeza se sacudió hacia atrás y adelante. —Probablemente no. Mi
nombre es Sadie. —Parpadeó una vez, casi como si supiera que su nombre
se supone que significa algo para mí. Sus labios se curvaron hacia abajo—.
De todas formas. Pareces un chico que le gustaría olvidar por un rato,
también. Si lo deseas, eres bienvenido a venir al motel conmigo. 116
Debería haberle dicho que no. Debería haber ignorado su invitación.
Pero había algo en lo triste que se veía, cómo su alma dolorida parecía
arder como la mía. Así que cogí mi bolsa de lona, la arrojé por encima de
mi hombro, y seguí a Sadie a la tierra del olvido.

—Hemos asistido a las mismas escuelas durante años —dijo Sadie


cuando nos sentamos en algún pedazo de mierda de habitación de motel.
Estuve en el motel antes, hace mucho tiempo, desmayado en una bañera
sucia. Estando allí no trajo de vuelta los mejores recuerdos, pero pensé
que desde que regresé a Wisconsin después de cinco años, todo estaría
cubierto de basura de recuerdos.
Sus labios manchados de vino se movían mientras con estridencia
chasqueaba su chicle. —El último año copiaste mi prueba para cada
examen de matemáticas. Fui la razón por la que te graduaste. —Se levantó
sobre sus codos—. Escribí cuatro de tus ensayos en inglés. ¡Puedes hablar
español por mí! ¿Sadie? ¿Sadie Lincoln?
Ni idea.
—No puedo hablar español.
—Bueno, podías. En realidad, ¿no te acuerdas de mí?
Sus ojos lucían tristes por esto, pero no debería haber estado triste.
No era nada personal. Había mucho que no recordaba.
Entonces ahí estaba todo lo que deseaba poder olvidar.
—Para ser justos, pasé la mayor parte de mi carrera en la
preparatoria jodido.
Eso no era una mentira.
—O con esa chica Alyssa Walters —comentó.
Mi pecho se apretó junto con mi mandíbula. Sólo escuchar su
nombre hizo mi mente inundarse de recuerdos.
—¿Sigue en la ciudad? —pregunté, tratando de sonar indiferente.
Alyssa se detuvo de dejarme mensajes hace meses, y siempre que Kellan
me llamaba, no hablaba sobre el tema.
Sadie asintió. —Trabaja en el restaurante Hungry Harry’s. La vi
trabajando en la tienda de muebles de Sam, también. Toca el piano en
algunos bares. No lo sé. Ha estado por todo el lugar. Me sorprende que no 117
lo supieras. Ustedes se hallaban prácticamente pegados el uno al otro, lo
que era raro porque no tenían nada en común.
—Teníamos mucho en común.
Una risa sarcástica salió de ella. —¿De verdad? ¿La siempre chica de
A de la música y el siempre D, gracias a mí, drogadicto con una madre
adicta al crack, tenían muchas cosas en común?
—Deja de hablar como si supieras una mierda —le susurré,
molestándome. En aquel entonces, Alyssa y yo teníamos más en común
que cualquier otras dos personas en esta tierra. Además, Sadie no sabía
absolutamente nada acerca de mi madre. Que se joda por pensar que lo
hacía.
Debería haber salido de la habitación del motel. Debería haberle
dicho que se fuera a la mierda y encontrara a otra persona para acosar,
pero realmente odiaba estar solo. Pasé los últimos cinco años solo, a
excepción del ratón ocasional que venía a visitarme de vez en cuando.
Sadie se quedó callada todo el tiempo que pudo, que no pasó mucho
tiempo en absoluto. No sabía lo que era el pacífico silencio. —Entonces,
¿es cierto? ¿Estuviste en rehabilitación?
Hablaba más de lo que era cómodo. Odiaba hablar de la
rehabilitación porque la mitad del tiempo desearía estar de vuelta en la
clínica. La otra mitad de las veces, deseaba estar de vuelta en el callejón,
con una línea o dos en un cubo de basura. Pasó tanto tiempo desde que la
había utilizado, y todavía pensaba en ello casi cada maldito día. La
Doctora Kahn dijo que sería una transición difícil volver al mundo real,
pero creía que podría manejarlo. Le prometí que cuando sintiera ganas de
usarla, chasquearía la banda de goma roja que me dio en mi piel, como un
recordatorio de que las decisiones que tomé eran reales, al igual que el
aguijón contra mi piel.
La banda decía “fuerza”, lo cual era raro porque me sentía como si
no tuviera ninguna.
Estuve chasqueando a presión la banda contra mi brazo desde que
Sadie empezó a hablar.
—Hubo una apuesta por la ciudad de que estabas muerto. Creo que
tu madre la empezó —dijo.
—¿Sabes lo hermosos que son tus ojos? —pregunté, cambiando de
tema. Empecé a besar su cuello, escuchando su gemido.
—Son sólo verdes.
Se equivocaba. Eran de un tono único de celadón, sosteniendo un 118
poco de gris y un toque de verde a ellos. —Hace unos años, vi un
documental sobre la cerámica china y coreana. Tus ojos son del color del
esmalte que se utiliza para hacer la cerámica.
—¿Viste un documental de cerámica china? —murmuró con una
sonrisa, tratando de recuperar el aliento mientras mis labios se movieron a
las curvas de su clavícula. La sentí temblar contra mí—. Debes haber
estado bastante en mal estado.
Me reí porque ella no tenía ni idea.
—Lo llaman celadón en el oeste, pero por allí, es qingci. —Apreté los
labios contra los suyos. Me devolvió el beso, porque esa fue la razón
principal por la que estábamos allí en la habitación de un motel sucio.
Estábamos allí para confundir unos momentos de contacto con la idea del
amor. Estábamos allí para confundir besos por algún tipo de pasión.
Estábamos allí para confundir la soledad con plenitud. Era una locura lo
que la gente haría, lo que la gente hace, para evitar sentirse tan solo.
—¿Puedes pasar la noche? —susurró.
—Por supuesto —Suspiré, rodando mi lengua contra su oído.
Quería pasar la noche con ella, porque la soledad absorbía. Quería
pasar la noche con ella, porque la oscuridad se extendía. Quería pasar la
noche con ella porque me lo pidió. Quería pasar la noche con ella porque
quería pasar la noche.
Deslizó mi camisa sobre mi cabeza, y sus dedos rodaron en mi
pecho. —¡Oh, Dios mío! —chilló—. ¡Eres musculoso! —Entonces se rio.
Joder. ¿Realmente quiero pasar la noche?
Sin responder, le quité los pantalones, y quité los míos. Mientras me
acostaba con ella, me cerní sobre ella, moviendo los labios de su cuello,
por debajo de su pecho, a través de su estómago, y haciendo una pausa en
su línea de ropa interior. Mientras frotaba el pulgar contra sus bragas, ella
gimió.
—Sí… por favor…
Dios, era mi adicción esa noche. Me sentí un poco menos solo.
Incluso soñé despierto en llamarla mañana, encontrándola de nuevo en el
motel y follándola de nuevo en la malísima cama.
No pasó mucho tiempo para que mis bóxers salieran y para que yo
subiera por encima de ella. Me puse un condón, y justo antes de que me
metiera en ella, ladró.
—¡No, espera! —Un temor se disparó a través de esos ojos qingci. Se
llevó las manos a la boca, y las lágrimas brotaron de sus ojos—. No puedo.
No puedo. 119
Hice una pausa, congelado sobre ella. Culpabilidad golpeó mi
estómago. No quería tener sexo conmigo. —Oh, Dios. Lo siento. Pensé…
—Estoy en una relación —dijo—. Estoy en una relación.
Espera.
—¿Qué? —pregunté.
—Tengo novio.
¿Novio?
Mierda
Era una mentirosa.
Era un infiel.
Ella tenía novio.
Me quité de ella, y me senté en el borde de la cama. Mis manos
agarraron los lados del colchón, y escuché su movimiento. La sábana
susurró con todos sus movimientos.
Habló en voz baja—: Lo siento. Pensé que podía hacerlo. Pensé que
podría llegar hasta el final, pero no puedo. Pensé que sería fácil contigo,
¿sabes? Dejarme ir y soltarme. Sólo pensé que podría olvidar por un
tiempo.
No volviéndome hacia ella me encogí de hombros. —No es gran cosa.
—Empujándome a mí mismo del colchón, me dirigí hacia el cuarto de
baño—. Vuelvo enseguida.
La puerta se cerró detrás de mí y me pasé las manos por la cara.
Quité el condón de mi pene y lo tiré a la basura antes de apoyarme en la
puerta y acariciarme a mí mismo.
Era patético.
Soy patético.
Pensé en la cocaína mientras me masturbaba a mí mismo. La fuerte
avalancha que solía entregar para calentarme. La sensación de paz y
felicidad completa. Acaricié con más fuerza, recordando la forma en que se
llevaba todos los problemas, todos los miedos, todas las luchas. Me sentía
como si estuviera en la cima del mundo, imparable. Euforia. Júbilo. Amor.
Euforia. Júbilo. Amor. Euforia. Júbilo. Amor.
Odio. Odio. Odio.
Respira profundo.
Me liberé.
Me sentía vacío en todas las formas posibles. 120
Encendiendo el lavamanos, me lavé las manos y miré en el espejo,
mirando fijamente a los ojos. Ojos marrones que no eran importantes. Ojos
marrones que lucían tristes. Ojos marrones que se veían eclipsados por
una vaga depresión.
Me sacudí el sentimiento, sequé las manos, y volví a ella.
Ella se vestía, secándose los ojos.
—¿Te vas? —pregunté.
Asintió.
—Tú… —Aclaré mi garganta—, puedes pasar la noche. —Prometí de
nuevo—. No soy un imbécil quién te echará a las tres de la mañana.
Además, es tu cuarto de hotel. Me iré.
—Le dije a mi novio que estaría en casa después de volver a la
ciudad —me dijo, con una sonrisa forzada en los labios. Vestida sólo con el
sujetador y las bragas, se dirigió hacia el balcón, abrió la puerta, pero no
salió. Era un diluvio, las gotas de lluvia golpeaban contra la jaula de
metal. La lluvia siempre me recordaba a Alyssa y lo mucho que odiaba
dormir durante una tormenta. Me preguntaba dónde estaría su mente esta
noche. Me preguntaba cómo trataba con los sonidos contra su ventana.
—No puedo dormir, Lo. ¿Puedes venir?
La voz de Alyssa se reproducía como una grabación en mi mente,
una y otra vez sus sonidos tomaron la travesía en mi cerebro hasta que la
empujaba fuera.
Sadie pasó sus dedos por sus largos mechones de cabello. Su
sonrisa forzada cayó a un ceño fruncido. —Probablemente aún no está en
casa. Odiaba dormir sola cuando estaba soltera. Y ahora que estoy en una
relación, todavía me siento sola.
—¿Se supone que me sienta mal por ti porque eres una infiel? —
pregunté.
—Él no me ama.
—Sin embargo, puedo decir lo mucho que lo amas —me burlé.
—No entiendes —afirmó a la defensiva—. Él es controlador. Ha
apartado a todos los que alguna vez se preocuparon de mí. Solía estar
limpia, como te encuentras ahora mismo. Solía nunca joder con las drogas
hasta que lo conocí. Me atrapó, y ahora cuando llegue a casa, olerá a un
perfume que no me pertenece. Se meterá en la cama y ni siquiera me
tocará una vez.
Pensamientos comenzaron a correr por mi cabeza que sabía que
eran una mala idea.
Quédate conmigo esta noche. 121
Quédate conmigo en la mañana.
Quédate conmigo.
La soledad era la voz en la parte posterior de tu cabeza que te hacía
tomar malas decisiones basadas únicamente en un corazón roto.
—¿Se siente raro? ¿Estar de vuelta aquí? —preguntó, cambiando de
tema. Movimiento inteligente. Un lento giro de su cuerpo y estábamos
mirándonos en los ojos del otro de nuevo. Un color carmesí afectó sus
mejillas y juro que sentí que mi corazón se rompía con la simple idea de
ella estando sola.
—Un poco.
—¿Todavía no ves a Kellan?
—¿Conoces a mi hermano?
—Él toca en los micrófonos abiertos alrededor de la ciudad. Es muy
bueno, también. —No sabía que había estado tocando música de nuevo.
Arqueó una ceja, curiosa—. ¿Son cercanos?
—He estado en Iowa durante cinco años y él ha estado aquí en
Wisconsin.
Asintió con comprensión.
Me aclaré la garganta. —Sí, somos cercanos.
—¿Mejores amigos?
—Solo amigos.
—Estoy muy conmocionada acerca de que tu amistad con Alyssa no
durara. Pensé que la habrías tenido embarazada o algo para ahora.
Hubo un tiempo en que pensé eso, también.
Deja de hablar de Alyssa. Deja de pensar en Alyssa.
Tal vez si me quedaba la noche con Sadie, no dejaría que Alyssa
llenara mi mente. Tal vez si me quedara dormido con ella en mis brazos,
no pensaría demasiado en estar de nuevo en el mismo lugar donde la
única chica que me ha amado aún habitaba. Dando un paso más cerca de
Sadie, pasé mi mano por mi barbilla. —Mira puedes…
—No debería. —Suspiró, cortándome. Era extraña. Nuestra mirada
se rompió mientras miraba al suelo—. Nunca me ha engañado. Él... me
ama. —Su repentina confesión hizo mi mente correr.
Era una mentirosa.
Era una infiel.
Se está yendo. 122
—Sólo quédate —pedí, y sonaba más desesperado de lo que quería—
. Voy a dormir en el sofá. —No era exactamente un sofá, sino más un futón
desglosado que tenía más manchas que cojín. Para ser honesto,
probablemente estaría más cómodo en la alfombra sucia del suelo. O,
podría haber llamado Kellan y dormido en su casa.
Pero no me sentía preparado para eso.
El momento en que viera a alguien de mi pasado, alguien que
realmente recordara, sabía que iba a caer en el viejo mundo. El mundo del
que hui. El mundo que casi me mata. No me sentía listo. ¿Cómo podría
uno estar listo para mirar su pasado a los ojos y pretender que todo el
daño y el dolor desaparecieron?
Se deslizó en su vestido y miró por encima de su hombro izquierdo
hacia mí. Los ojos llenos de tristeza compasiva. —¿Me subes la cremallera?
Sólo tomó tres pasos antes de que estuviera de pie detrás de ella,
cerrando la cremallera de su vestido que abrazaba cada curva de su
cuerpo. Mis manos descansaban contra su cintura y ella se apoyó en mí.
—¿Me puedes llamar a un taxi?
Podía y lo hice. En el momento en que se fue, me dio las gracias y
me dijo que podía pasar la noche en el motel, ya lo había pagado y no
debería desperdiciarse. Acepté su oferta, pero no me hallaba seguro de por
qué me dio las gracias. No he hecho nada por ella. En todo caso, la hice
una infiel.
No.
La primera vez de un infiel probablemente sentiría algún tipo de
culpa.
Ella sólo se sentía vacía.
Tenía la esperanza de que nunca la vería de nuevo, porque estar con
otras personas vacías agotaba.
Cuando se fue, me paseé por la habitación del motel durante una
hora. ¿Existían otras personas por ahí como yo? ¿Otras personas que se
sentían tan solas que preferirían pasar noches sin sentido con la gente sin
sentido sólo para tener unas horas de mirar fijamente en los ojos de otra
persona?
Odiaba estar solo, porque cuando me hallaba solo, me acordaba de
todas las cosas que odiaba de mí mismo. Me acordaba de todos mis
errores del pasado que me trajeron hasta el punto que en lugar de vivir,
sólo existía. Si verdaderamente vivía la vida, iba a terminar haciendo daño
a alguien que se me acercaba, y no podía hacer eso. Eso significaba que
tenía que estar solo.
123
En el pasado, nunca me sentía solo cuando tenía mis drogas, mi
silencio, amigos mortales destructivos. Nunca me sentía solo cuando tenía
mi mayor éxtasis.
Alyssa...
Mierda.
Mi mente jugaba conmigo, las palmas de las manos picaban. Traté
de ver la televisión, pero solo había basura en la pantalla. Traté de dibujar
por un tiempo, pero la pluma en la habitación no tenía tinta. Traté de
apagar mi cerebro, pero me quedé pensando en el mejor éxtasis que
alguna vez tuve.
¿Cuándo la vería?
¿La vería en absoluto?
Por supuesto. Su hermana se casa con mi hermano.
¿Quería verla?
No.
No lo hacía.
Dios.
Lo hacía
Quería abrazarla, pero al mismo tiempo nunca tocarla de nuevo.
Quería besarla, pero al mismo tiempo nunca recordar sus curvas.
Quería…
Cállate, cerebro.
Levantando mi teléfono celular, mantuve apretado el número dos. La
voz era diferente esa vez, pero el saludo fue el mismo. Me dieron las
gracias por llamar a la línea directa de drogas y alcohol. Me dieron la
bienvenida a hablar de mis luchas actuales y los impulsos en un entorno
confidencial.
Colgué, como siempre.
Debido a que la gente como yo, con un pasado como el mío, no
merecía ayuda. Merecían encierro.
Mis pasos se trasladaron al balcón, y encendí un cigarrillo,
apoyándolo en un lugar seco en el suelo. Escuché el martilleo de la lluvia
contra el pueblo de True Falls, y cerré los ojos. Tomé una respiración
profunda, y me permití herirme durante el corto período que el cigarrillo
quemaba.
Pensé en Alyssa. Pensé en mamá. Pensé en todas las drogas.
Entonces, siempre que terminaba pensando en el niño que podía 124
haber sostenido si no fuera por los demonios dentro de mí.
A veces el cigarrillo ardía durante ocho minutos. Otras veces, diez.
Una cosa que nunca cambiaba, no importa cuánto tiempo duraba el
cigarrillo, era cómo mi corazón destrozado todavía encontraba la manera
de romperse en pedazos aún más pequeños.
125

Traducido por Black Rose

C
ada día me iba a trabajar con mi vecina, una camarera de
setenta años de edad, llamada Lori. Ambas trabajábamos el
turno de la mañana en el restaurante Hungry Harry´s, y
odiábamos cada momento de ello. Lori trabajó allí durante los últimos
veinticinco años, y me dijo que su plan de escape era casarse con alguno
de esos Chris. Evans, Hemsworth, o Pratt, no era exigente. Cada día
cuando llegábamos, Lori siempre se quejaba de estar cinco minutos antes,
argumentando que el peor lugar jamás al que podrías llegar temprano, era
tu lugar de trabajo. No la culpaba.
Estuve trabajando en Hungry Harry´s durante los últimos cinco
años. Lo peor del trabajo era que llegaría oliendo a perfume de rosas y
champú melocotón, y me iría oliendo a hamburguesas fritas y croquetas
de patata, todos los días. La única cosa que me mantenía allí era saber
que cada hora que trabajaba me acercaba a mi sueño de abrir un bar de
piano.
—Puedes hacerlo, jovencita —dijo Lori cuando llegamos a la
cafetería—. Todavía eres genial y a la moda. Tienes un montón de tiempo
para hacer que tu visión sea una realidad. La clave está en no escuchar el
ruido exterior de quienes te rodean. Las personas siempre tienen opiniones
sobre las vidas que no viven; sólo mantén la cabeza en alto y evita
escuchar su mierda.
—Buen consejo. —Sonreí, sabiendo que sólo hablaba para evitar que
entráramos en el edificio un segundo antes de nuestra hora de llegada.
—¿Sabes lo que mi mamá me decía cuando intimidaban cuando
niña?
—¿Qué?
—Un día a la vez. Eso es todo lo que se necesita para superar
cualquier cosa. No pensar demasiado en el futuro o mantener al cerebro
corriendo en la caminadora del pasado. Simplemente permanece en el
ahora. Estar aquí ahora. Esa es la mejor manera de vivir la vida. En el
momento. Un día a la vez.
Un día a la vez. Un día a la vez.
Repetí esas palabras en mi mente cuando un cliente grosero me gritó
porque sus huevos estaban demasiado revueltos, o cuando un bebé arrojó
un plato de comida en el suelo y los padres me culparon, o cuando un tipo
borracho vomitó en mis zapatos.
Odiaba la industria del servicio de alimentos. Pero, de nuevo, era 126
bueno ver los pormenores de tal lugar, porque cuando tuviera mi propio
bar, una gran parte del trabajo sería alrededor de la cocina.
Tan sólo un día a la vez.
—¿Siempre mueves las caderas así cuando terminas de tomar la
orden de alguien? —se burló una voz, haciéndome sonreír cuando reconocí
la fuente.
—Sólo cuando sé que van a dejar buenas propinas. —Sonreí,
dándome la vuelta para ver a Dan de pie detrás de mí, con las manos
llenas de archivos. Se veía tan apuesto en unos pantalones azul marino y
azul claro, camisa de botones con las mangas enrolladas. Su sonrisa era
grande y brillante como siempre, y él me daba esa sonrisa a mí.
Guardando mi bloc de papel y bolígrafo en mi delantal, me acerqué a él—.
¿Qué te trae por acá tan temprano?
—Revisaba la propiedad de la que hemos estado hablando.
—¿Sí?
—Sí. Me encanta. En serio, pero hay un problema de termitas.
¿Tienes un minuto para repasar algunas cosas? He traído unos cuantos
planos de otros lugares que podríamos mirar.
Fruncí el ceño, mirando alrededor del restaurante. —Creo que mi
jefe me dispararía si dejo de trabajar para mirar locales para bares.
Dan era un amigo con el que me crucé hace unos años en un bar de
piano. Actualmente trabajaba para uno de los mejores corredores de
Bienes Raíces en el Estado, y cuando le dije sobre mi idea de abrir un bar
de piano, saltó a la idea de ayudarme a buscar lugares, a pesar de que le
dije que pasaría un largo tiempo antes de que ese día llegara a la vida.
—Oh, no, por supuesto. Me encontraba en el vecindario y pensé en
pasar por algunas croquetas de patata y café. De todos modos, estoy en mi
camino al trabajo.
Sonreí ampliamente y él sonrió aún más amplio. —¿Podemos
revisarlos mañana por la noche si eso te funciona?
—¡Sí, sí! —exclamó, la emoción alcanzándolo—. Puedo llevarlos a tu
casa. Podemos pedir comida china, y puedo llevar el vino. Incluso podría
cocinar carne o algo para ti... —Su voz se desvaneció a medida que se
volvía un poco demasiado alegre. Se pasó las manos por el cabello
encogiéndose de hombros—. O ya sabes, lo que sea.
—Eso suena como un plan. Sólo una advertencia. Mi casa sigue
siendo una obra en construcción. Y con la lluvia, aparecieron un par de
fugas en el techo.
—Mi oferta sigue en pie sobre quedarte en mi casa hasta que 127
termines la remodelación de tu casa. Sé que esas cosas pueden ser un
dolor de cabeza.
—Gracias, pero creo que voy a manejarme a través de la
complicación que es mi casa.
—Vale. Bueno, mejor me voy a trabajar, pero te veré mañana en tu
casa para repasar esto. —Sacudió los archivos en el aire y me guiñó.
—Espera. ¿Pensé que viniste por café y croquetas?
—Ah, sí. Lo hice, pero me acabo de dar cuenta de... —Parecía un
poco nervioso, y no pude evitar sonreír—. En serio me tengo que ir a
trabajar un poco temprano para mirar algunas cosas más para mi jefe.
—Entonces, mañana será. Yo me encargo del alcohol; tú de las
propiedades.
Con eso, desapareció. Dejé escapar un suspiro. Dan ha tenido el
mismo enamoramiento por mí durante los últimos tres años,
prácticamente desde que nos conocimos, pero nunca sentí ese tipo de
conexión con él. Sin embargo, era una persona importante en mi vida, y
siempre esperé que fuera a estar bien con sólo ser amigos.
—Lo juro, te trae propiedades, tiene un buen trabajo, miente sobre
querer croquetas sólo para verte, tiene ese tipo de sonrisa de fóllame, y se
ofrece a cocinarte carne. ¿Pero ni siquiera puedes aceptar su oferta para
quedarte con él por un tiempo? —dijo Lori, llevando una bandeja con
huevos revueltos, croquetas de patata y salchichas.
Me reí. —Mi casa está muy bien. Me he pasado todos estos años
ahorrando para comprar mi casa ideal, y ahora que la tengo, no estoy lista
para dejarla ir. Sólo necesita unas pocas tiritas, eso es todo.
—Cariño. Tu casa necesita un poco más que tiritas. —Sonrió,
colocando los platos de comida en la mesa cinco antes de dirigirse de
nuevo a mí con una mano en la cadera y descaro en sus labios—. Sólo
digo. Si tuviera a Dan ofreciéndome una cama, me mudaría con él y lo
tendría mostrándome sus planos de propiedades en cada centímetro de mi
cuerpo, en cada rincón de la casa.
—¡Lori! —La hice callar, mis mejillas calentándose.
—Sólo digo. De todos modos, tienes tres trabajos para pagar por una
casa que necesita ser arreglada, con el fin de demostrar que puedes ser
una mujer independiente. Podrías arreglar la casa y vivir con Dan, ¿sabes?
—La casa no necesita tantas reparaciones —argumenté.
—Aly. —Gimió, golpeando su mano contra su rostro—. La última vez
que fui a compartir una botella de vino, cuando fui a tu baño, no cerré la
puerta cuando lo usé. ¿Sabes por qué? Porque no había una puerta en el
baño. 128
Me reí. —Bueno. Lo entiendo. Así que es una casa que necesita
reparaciones. Pero, me gusta el desafío.
—Mmm. Debes ser un muy buen polvo para que Dan se mantenga
alrededor como lo hace.
—¿Qué? Dan y yo no hemos dormido juntos.
—¿En serio? —exclamó—. ¿Quiere decir que está babeando por ti, y
ustedes dos nunca han cerrado el trato?
—Nunca.
—Pero... ¡Esa sonrisa!
Me reí. —Lo sé. Pero él es un buen amigo. Tengo una regla grande
para mis relaciones, y nunca incluye salir con cualquiera de mis amigos.
Jamás. —Pasé por eso antes, y no planeaba recorrer ese camino de nuevo.
Al día de hoy, todavía pensaba sobre Logan y lloraba por la amistad que
amé y perdí.
Nos hubiera ido mejor si nunca nos hubiéramos enamorado.
—Sabes, Charles y yo fuimos mejores amigos antes de decidir salir.
Él fue el amor de mi vida, y nunca nadie se ha comparado. Solía hacerme
reír tanto, antes de saber lo que era el amor. Algunas de las mejores cosas
de la vida vienen de los tipos más fuertes de amistad —explicó Lori. Su
cabeza bajó, y agarró el medallón que colgaba de su collar, que llevaba su
foto de boda en el interior—. Dios, oh, Dios, extraño a ese hombre
locamente. —Casi nunca hablaba de Charles, su esposo. Pero cada vez que
lo hacía, aparecía un brillo en sus ojos como si su mente viajara de vuelta
al día en que se enamoró de él.
Nuestro jefe nos dijo que dejaremos de charlar tanto y volviéramos al
trabajo, cosa que hicimos. Siempre estábamos ocupadas en las mañanas,
sirviendo a más gente de lo que parecía humanamente posible, pero
mientras más ocupadas estábamos, menor era el tiempo que tenía que
pensar en las cosas.
—¿Estás bien de café? —pregunté a una mujer sentada cerca de la
ventana. Sostuve la cafetera en mis manos mientras me abría camino
alrededor a todas mis mesas para rellenar.
—Sí, estoy bien. Gracias.
Sonreí ampliamente, y cuando levanté la vista por la ventana, mi
corazón se apretó en mi pecho. Mis dedos aterrizaron contra el cristal,
tratando de alcanzar y tocar la figura al otro lado. Cuando parpadeé una
vez más, lo que creí ver desapareció. Un escalofrío me recorrió la espalda, y
me enderecé. 129
Lori levantó la mirada en mi dirección. —¿Estás bien, Alyssa? Parece
que viste un…
—¿Fantasma? —dije, terminando la frase.
—Exactamente. —Se acercó y miró por la ventana—. ¿Qué pasa?
Un fantasma.
—Nada. No fue nada —dije, llevando mi cafetera a la siguiente mesa.
Fue mi imaginación, eso fue todo.
Nada más, nada menos.
130

Traducido por Liz de Rossi

M
i mirada se centró en Alyssa mientras caminaba alrededor
de la cafetería, ayudando a los clientes. Me senté en una
esquina de atrás, incapaz de verme desde su ubicación. No
debería estar aquí. Mi mente sabía todas las razones por las que no
debería haber caminado al restaurante ese día, pero mi corazón sintió un
tirón en su dirección.
Seguía sonriendo igual. Eso me hizo feliz y triste a la vez. ¿Cuántas
sonrisas me perdí? ¿Quién la hacía sonreír actualmente?
—Aquí está tu omelet —dijo mi camarera dejando el plato frente a
mí. Su cara lucia algo pálida, y el sudor goteaba en su frente. Se echó
hacia atrás y hacia delante, tratando de forzar una sonrisa—. ¿Algo más
que pueda traerte? —preguntó.
—Jugo de naranja sería genial —dije.
Asintió en respuesta, alejándose.
Cogí el salero y empecé a añadir un poco a mi omelet. Una risa en
voz alta escapó en la cafetería, y tomé una respiración profunda. La risa de
Alyssa. No había cambiado. Cerré los ojos, sintiendo mi pecho apretarse.
Los recuerdos me inundaron como un huracán, tirándome hacia atrás
mientras imaginaba todas las veces que pasé a su lado, escuchando su
risa ondulando a través de mi alma.
—Si quieres un plato de sal con una omelet al lado, podrías
simplemente pedirlo —ofreció una voz, rompiendo mis recuerdos del
pasado. Mi mirada cayó al omelet en el que había estado espolvoreando sal
por los últimos cinco minutos.
—Lo siento —murmuré, poniendo el salero sobre la mesa.
—No necesitas disculparte. Todos tenemos nuestras preferencias —
prometió la voz—. De todos modos, el personal está siendo apaleado,
acaban de enviar a Jenny a casa con la gripe, y me ordenaron traerte un
jugo de naranja y hacerme cargo de tu mesa.
Mis ojos se movieron a la chica que hablaba. Estaba bien, labios
color rosa y esos ojos azules que eran más que familiares para mí, eran la 131
única cosa sorprendente de esa ciudad. Esos ojos tenían un talento de
poder sonreír, todo por su cuenta. Su cabello rubio era liso, y tenía
mechones que caían sobre sus cejas.
Ninguno de nosotros dijo una palabra.
Mantuvo la mirada fija.
No miré hacia otro lado.
Alyssa.
High.
Mi más grande éxtasis.
Se veía hermosa, pero eso no era sorprendente. No existía un día que
me acordara donde no fuera hermosa. Incluso en los días en los que fui
demasiado lejos para abrir los ojos, me acordé de la belleza de sus suaves
palabras pidiendo que volviera a ella, para que me mantuviera respirando.
—Logan —susurró, colocando el vaso de jugo de naranja sobre la
mesa. Me levanté de la silla mientras daba un paso hacia delante, hacia
mí. Al principio pensé que iba a abrazarme, aceptarme, perdonarme por
ser yo y nunca regresar sus llamadas. Pero, en realidad, no iba a
abrazarme. Su palma se abrió, y lo sabía bien cuando lo vi, me iba a dar
una cachetada. Fuerte. Cada vez que Alyssa hacia algo, lo hacía con toda
su fuerza, nada nunca fue a medias.
Su brazo se levantó, vino rápido hacia mí, y estaba listo para el
escozor que merecía. Cerré los ojos a la espera, pero nunca sentí su tacto.
Dios, cómo quería sentir su tacto. Al abrir los ojos, vi su mano temblorosa
flotando en el aire, a centímetros de mi mejilla. Abrimos nuestros ojos y vi
las lágrimas ardiendo en la parte posterior de los suyos, la confusión, la
angustia.
—Hola, Alyssa —hablé en voz baja. Se encogió y cerró los ojos. Su
mano se quedó en el aire y la tomé en mi propia mano, poniendo sus
dedos en mi mejilla. Un pequeño gemido de dolor escapó de sus labios
mientras su piel se ponía contra la mía. Me atrajo hacia sí en un abrazo, y
se sentía igual que ayer. Su piel era tan fría, como siempre, y mi cuerpo la
calentó. Sus dedos se movieron de mi mejilla, y envolvió ambos brazos
alrededor de mi cuello, se sostuvo sobre mí como si me perdonara por
todas las llamadas perdidas y el silencio.
Sus dedos se aferraron a mí, casi excavando en mi carne como si
pensara que yo era una especie de espejismo que desaparecería si no me
detenía. No la culpo, habría desaparecido antes.
Aspiré su cabello.
Duraznos.
132
Dios, odiaba los duraznos hasta ese día.
Olía como los días de verano cuando se iba a dormir y
despertábamos en otoño. Suave, dulce, perfecta.
Mi jodida High.
—Extrañé… —habló en mi oído.
—Lo sé —le contesté.
—Te fuiste… —comenzó.
—Lo sé —le contesté.
—¿Cómo te atreves... —comenzó.
—Lo sé —le contesté.
Su cuerpo se tensó y tiró de mí. La tristeza en sus ojos desapareció.
Sólo se mantuvo la ira.
Eso parece correcto.
—¿Lo sabes? —dijo entre dientes, de pie, pero seguía siendo tan
pequeña. Sus brazos cruzados y se mordió el labio inferior. Las pequeñas
arrugas en las comisuras de sus ojos se profundizaron, y se encontraba
claro que no era la misma chica que dejé atrás hace años. Era una mujer
adulta, y tenía un fuego ardiendo el fondo de su alma—. Te llamé.
—Lo sé.
Su ceño fruncido. —No. Te he llamado, Logan. Te llamé y te dejé más
de quinientos mensajes.
Mil noventa mensajes.
No quiero corregirla.
—Desapareciste. Me dejaste. A nosotros. Kellan. Nos dejaste a todos
—dijo—. Tengo entendido que necesitabas tu espacio, pero me dejaste.
Después de todo lo que hemos pasado, después de lo sucedido… me
dejaste sola con eso.
—Estaba mejorando. Trabajando a través de la mierda con mi
madre, la mierda contigo, y sí, yo era un desastre, pero sólo necesitaba
tiempo.
—Te di espacio, y aun estás fuera.
—Me has llamado todos los días, Alyssa. Eso no me da espacio.
—Kellan y yo te salvamos la vida, y pensamos que volverías. Te he
llamado todos los días para hacerte saber que me hallaba aquí, esperando.
Pensé que volverías por mí. Por nosotros.
133
—No se puede salvar la vida de las personas, y no se puede esperar
que la gente venga a por ti, Alyssa. Deberías haberlo sabido después de lo
que paso con… —Me mordí la lengua, parando mi discurso, pero sabía que
no podía retirar mis palabras. Sabía lo que iba a decir. Deberías haberlo
sabido después de lo que paso con tu padre.
—Eso fue miserable.
—No he dicho nada.
Su cabeza se sacudió hacia atrás y adelante. —Para alguien que no
dijo nada, seguro que comunicas un montón. —Su voz se quebró—. Más
de quinientos mensajes, y ni una respuesta.
Mil noventa mensajes.
Seguía sin corregirla.
—No tenía nada que decirte —mentí. Empezaba a construir el muro
que sabía que tenía que construir al venir a la ciudad. Tuve que mantener
mis emociones y la mente a raya para dejar de caer de nuevo en la vida de
Alyssa. La última vez que estuve en su vida, lo arruiné. No podía
permitirme hacerle eso de nuevo. Por lo tanto, tenía que ser frío e incluso
duro.
Porque merecía algo mejor que estar esperando en su teléfono por
alguien como yo que llamara de regreso.
—¿Nada? —Dio un paso atrás, estupefacta—. ¿Ni una cosa? ¿Ni
siquiera un “hola”?
—Siempre fui mejor con las despedidas.
—Vaya... —Dejó escapar un profundo suspiro.
Cada emoción que sentí hacia ella a lo largo de los años se volvió a
mí, más fuerte que nunca. Me sentía enojado conmigo mismo por no
llamarla, estuve triste, estuve feliz, estuve confundido, estaba enamorado.
Era todo lo que Alyssa me hacía sentir.
Mi mente se hallaba a segundos de explotar.
—¿Sabes qué? —Se aclaró la garganta y me dio una sonrisa
forzada—. No vamos a hacer esto.
—¿Hacer qué?
—Luchar. Discutir. Porque si lo hacemos, ¿sabes lo que significa?
Esto significaría que tú y yo tenemos algún tipo de relación, lo cual no
tenemos. Te convertiste en un extraño al momento en que desapareciste
en los campos de maíz de Iowa.
Mis labios se separaron, pero antes de que pudiera hablar, se dio la
vuelta sobre sus talones y salió corriendo para ayudar a otra mesa. Tenía 134
una sonrisa falsa pegada a su cara mientras se dirigía a los clientes. Su
pie golpeaba sin parar contra el suelo a cuadros, y hubo una ligera
sacudida que iba y venía a su cuerpo.
Sus ojos se disparaban hacia mí, mientras hablaba con los
individuos.
—Bueno, creo que tendré huevos sencillos y… —dijo un cliente, pero
fue interrumpido por Alyssa atacándome de nuevo—, tocino.
—¡¿Kellan siquiera sabe que estás aquí?! ¿O también irás a atacarlo
por sorpresa en su trabajo? —Sus manos golpearon las caderas y arqueó
una ceja.
Levanté una ceja hacia ella. —Sí. Es la razón por la que estoy aquí.
Para la boda.
—¿Qué? —preguntó nerviosa.
—La boda... tú sabes, como mi hermano se casa con tu hermana.
—Pero... —Hizo una pausa, su irritación bajando—. La boda no es
sino hasta dentro de un mes. ¿Volviste un mes antes para ayudar con eso?
—Kellan dijo que era el fin de semana.
—Bueno, sin duda fue una novedad para mí. Pero con todo lo que
está pasando, no me sorprendería.
—¿Qué significa eso? ¿Qué está pasando?
Abrió la boca, pero no salió ninguna palabra. Lo intentó de nuevo,
mordisqueando su labio inferior. —¿Estás consumiendo, Logan?
—¿Qué? —pregunté, a la defensiva—. ¿Qué demonios significa eso?
—Tú sabes lo que significa. Yo solo... —Comenzó a temblar, tratando
de controlar sus nervios—. Necesito saber si estás limpio.
—Eso no es asunto tuyo. Viendo que, si te dijera algo, significaría
que hemos tenido algún tipo de relación, y como dijimos anteriormente
nosotros…
—Lo —susurró. El apodo saliendo de sus labios me hizo repensar mi
molestia y mi defensivo acercamiento.
Sus ojos.
Sus labios.
Alyssa.
High.
Mi más grande éxtasis.
135
—¿Sí? —susurré.
—¿Estas consumiendo?
—No.
—¿Ni siquiera marihuana?
—Sólo marihuana —le contesté. Un profundo suspiro salió de sus
labios—. Vamos, Alyssa, dame un respiro. La marihuana es legal en
algunos estados.
—No lo es en Iowa. —Empezaba a sonar como si estuviera
preocupada, lo que significaba algún tipo de preocupación, lo que
significaba la esperanza. Sin embargo, ¿qué me importaba la esperanza?
La pared de Alyssa que impedía la entrada fue construida y no la
derribaría en poco tiempo. Estaría en el próximo tren fuera de este lugar si
una boda no iba a suceder—. Entonces, ¿solo marihuana?
—Sólo marihuana.
—¿Lo prometes?
—Prometido.
Dio un paso hacia atrás, antes de caminar hacia delante dos pasos.
Tendió su meñique en mi dirección. —¿Promesa de meñiques?
Le miré el meñique por un tiempo, recordando todas las promesas
que solíamos hacer cuando éramos más jóvenes, cruzando nuestros dedos.
Envolví mi dedo alrededor del de ella, el pequeño toque llenándome.
—Promesa de meñiques.
Cuando dejamos nuestro agarre, dio dos pasos hacia atrás, antes de
dar un paso adelante. Sus manos extendidas hacia mí y sin ningún
pensamiento, la atraje hacia mi agarre. Me sacó de mi asiento y envolvió
sus brazos a mí alrededor. La forma en que me apretó tan fuerte, me dijo
que algo estaba mal.
—High, ¿qué es?
Me llevó más cerca, aguantando y negándome a dejarla ir. Sus labios
apretados contra mi oído, sus respiraciones calientes bailando en mi piel.
—Nada. No es nada. —Cuando nos separamos, puso sus manos en
posición de oración y las apretó contra sus labios, inclinando ligeramente
la cabeza—. Lo…
Mis dedos pasaron a través de mi cabello y asentí. —High...
—Bienvenido a casa —dijo.
—No es mi hogar. Sólo estoy parando antes de salir de nuevo.
Se encogió de hombros. —El hogar siempre es el hogar. Aun cuando
no quieres que lo sea. ¿Y Logan? —dijo, ligeramente balanceándose hacia 136
delante y hacia atrás sobre sus talones.
—¿Sí?
No dijo nada más, pero la oí alto y claro.
También te extrañé, High.
137

Traducido por Sam89

D
ejé caer mi bolsa de lona en el porche delantero de Erika y
Kellan antes de tocar a la puerta. Mi estómago se anudó, no
sabiendo cómo sería visto por ambos después de tanto
tiempo. El tiempo tenía una manera de cambiar a la gente, y me pregunté
cuánto los habría cambiado a ellos. Dejé que pasaran algunos segundos
más antes de reforzar el valor para tocar.
Cuando la puerta se abrió, solté un pesado suspiro. Kellan me dio su
sonrisa de hermano mayor antes de abrazarme con fuerza. —Se suponía
que tu tren llegaba ayer. ¿Te perdiste, hermano?
Me reí. —Tomé el camino largo.
—De acuerdo, déjame mirarte. —Se apartó, cruzó sus brazos y se
rio—. Te ves musculoso o algo. Dejaste la ciudad como Peter Parker y has
vuelto como el Hombre Araña.
—Esas arañas radioactivas en Iowa no están jodidamente alrededor,
hombre. ¡Y mírate! —Le golpeé de broma en el estómago—. Te ves como un
cacahuete. Tal vez ahora pueda patearte el culo en lugar de al revés.
—Ja, no cuentes con eso. Todavía acondicionas tu cabello como una
mujer, ya veo —dijo, alborotando mi perfecto cabello.
—La envidia es uno de los siete pecados capitales, hermano.
—Lo tendré en mente —dijo riendo. Maldición. Era bueno verlo. Se
veía tan bien como siempre lo hacía. Nunca te dabas cuenta de cuánto
podías extrañar a una persona hasta que se encontraban justo delante de
ti después de mucho tiempo.
—Kellan, ¿quién está en la puerta? —dijo Erika, saliendo del cuarto
de baño, secando su cabello con una toalla. Cuando me vio, la sorpresa la 138
embargó—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—También es bueno verte, Erika.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó de nuevo.
Mis ojos se dispararon de Kellan a Erika, y de vuelta a Kellan. —
Estoy empezando a preguntarme lo mismo. ¿Qué está pasando, Kel? Fui a
ver a Alyssa antes y…
—¡¿Fuiste a ver a Alyssa?! —exclamó Erika. Era divertido… lo poco
que eché de menos su excesivamente dramático ser.
—Eso es lo que acabo de decir. Bien, ¿y me dijo que la boda no era
esta fin de semana?
—El próximo mes —corrigió ella—. Es el próximo mes. ¿Por qué
llevas una bolsa de lona?
—Eh, ¿me fue dicho que me quedaría con ustedes dos? Para la boda
que no parece que vaya a suceder.
—¡Es el próximo mes! —repitió una vez más—. Es el próximo mes. Ni
siquiera sabía que venías. ¿Quedarte con nosotros? —Empezó a rascarse
el cuello, su piel pálida enrojeciéndose con irritación. Sin embargo, se
parecía mucho a su hermana, sus personalidades eran tan diferentes que
podrían haber sido extrañas—. Cariño, ¿puedo hablar contigo en el
dormitorio por un minuto?
Di un paso adelante para seguirla, haciendo a Kellan sonreír cuando
Erika gruñó con molestia. —¿Oh? Perdona. Cuando dijiste “cariño” asumí
que me hablabas a mí. Pero ahora veo que iba dirigido a mi hermano. Mi
culpa.
Kellan se rio. —No seas un idiota.
—No puedo evitarlo. Tengo una polla, así que soy uno.
Los dos se apresuraron a ir al dormitorio donde la puerta se cerró de
golpe. Me senté en el sofá y justo cuando alcancé mi bolsillo, la puerta del
dormitorio se abrió.
—¿Logan? —dijo Erika.
—¿Sí?
—No toques nada.
Alcé mis manos con derrota y ella volvió a entrar en la habitación,
con otro fuerte portazo.
—¡No puedo creer que no me dijeras que venía, Kellan! —se hizo eco
a través de la casa y no pude evitar reírme. Incluso aunque no tenía ni
idea de por qué volví a la ciudad que creó todos mis demonios, siempre se 139
sentía como en casa molestar a Erika.
Alcanzando mi bolsillo, saqué mi paquete de cigarrillos y luego
encendí uno con mi mechero. Echando un vistazo a la casa, recordé lo loca
de la limpieza que era Erika y no pude entender por un segundo cómo
Kellan podía vivir con ella. Seguramente cada día estaba lleno de agobio.
Cuando la ceniza empezó a formarse al final del cigarro, entré en
pánico, sabiendo que Erika se volvería loca si caía alguna en su
probablemente carísima mesa de café. Me apresuré hacia la mesa del
comedor que se hallaba colocada como si hubiera una gran cena teniendo
lugar y agarré un platillo, dejando caer la ceniza en eso. Llevé el platillo de
vuelta al sofá y me relajé un poco.
—Kellan, yo sólo… estamos ya bajo mucho estrés. Tienes mucho
pasando, con el trabajo. Estoy trabajando en mi grado de maestría.
Además, estamos intentando tener todo listo para la boda. ¿Crees que
tener a Logan aquí es una buena idea? —le preguntó, mientras escuchaba
a través de las delgadas paredes.
—Es mi hermano.
—Tú estás… Nosotros… No sé si esto es una buena idea.
—Es mi hermano.
—Pero sabes cómo es. Te arrastrará a su loca vida, siempre lo hace.
—Erika, está limpio. Ha estado limpio hace años ahora. —Pude
escuchar la irritación en la voz de Kellan, y un poco de decepción se
apoderó de mí. Él siempre fue uno de los pocos que en realidad creyó que
me desintoxicaría. Él y Alyssa. Todos los demás me consideraron una
causa perdida.
La voz de ella contenía alguna clase de hostilidad. —O eso es lo que
dice. En serio, ¿cuántas veces hemos escuchado eso de él? Tienes esta
necesidad de protegerlos a él y a tu madre. No estás a cargo de sus vidas,
cariño. Y no eres el padre de Logan. ¡Dios, ni siquiera es tu hermano
completo! Es tu medio hermano.
Escuché un ruidoso golpe y mi estómago se apretó. Levantándome
del sofá, me encontraba a segundos de distancia de ir a comprobarlos. El
platillo lleno de cenizas permaneció en mi agarre cuando me dirigí al
dormitorio, sin embargo, hice una pausa cuando escuché la voz de Kellan.
—Si alguna vez dices algo así de nuevo, saldré de este lugar y será
difícil que mire atrás. Sí, Logan la ha jodido en el pasado. Ha metido la
pata contigo y con montones de otra gente. Para muchos, él es
imperdonable. Pero es mi hermano. Nada de esa mierda de “medio”. Cien
por cien, es mi hermano. Cuidaré de él y nunca perderé la confianza en él.
Nunca quemaré ese puente, Erika. Así que si eso te molesta, bien, 140
probablemente va a ser un problema.
Sus voces descendieron y tuve que oír desde muy cerca para
escuchar a Erika disculparse, seguido por los intercambios de “te amos”, y
más disculpas.
Cuando la puerta se abrió, me quedé con mi cigarro colgando entre
mis labios. Los dos me miraron fijamente, sorprendidos de verme tan
cerca. —Escuchen, chicos —empecé.
—¿Estás fumando en la casa? —Jadeó Erika, arrancando el cigarro
de entre mis labios—. ¡¿Y estás echando la ceniza en mi vajilla china?! —
chilló, arrebatándome el platillo de las manos—. Oh, Dios mío. ¡Mi madre
va a estar aquí en un par de horas y ahora el lugar huele a humo!
La madre de Erika. La única persona en la tierra que era más
dramática y molesta que Erika. ¿Cómo estaba Alyssa relacionada con estas
personas?
Ella se precipitó al fregadero, donde tiró mi cigarro, enviándolo a
través del triturador de basura. Murmuró para sí misma mientras
empezaba a fregar el plato sin parar, una y otra vez.
Un incómodo silencio se apoderó de la habitación, mientras Kellan y
yo mirábamos a su prometida, quien parecía estar en nivel quinientos de
locura ese día.
—Entonces… —dijo Kellan, balanceándose atrás y adelante—.
¿Quieres ir al restaurante de Jacob? —preguntó.
—Síp —respondí, más rápido que la velocidad de la luz. Jacob era
un viejo amigo con el que no hablaba desde que le grité sobre su colección
de porno. No sabía cómo iría la reunión, pero esperaba que fuera mejor
que la reunificación con Erika.
Nos apresuramos a salir por la puerta antes de que Erika pudiera
enojarse más.
—¿Crees que todavía no ha superado que casi quemara su último
apartamento? —pregunté con una sonrisa en mi cara.
—Oh, definitivamente no ha superado que casi quemaras su
apartamento. —Kellan se rio.
—Dame un descanso. Fue un error.
—Que le costó cuatro mil dólares, sí. Un caro error. Pero lo superará,
no te preocupes.
—Kellan, ¿por qué estoy aquí?
Antes de que pudiera contestar, la puerta principal se abrió. —
Puedes quedarte en una de nuestras habitaciones de invitados —dijo 141
Erika, asintiendo hacia Kellan. Sus ojos se bloquearon con los míos y
parecía más tranquila que antes. Tal vez la intensa sesión de limpieza
equilibró su magia—. Pondré tu bolsa allí.
—Gracias, Erika. Significa mucho para mí —repliqué.
—Volveremos para la hora de cenar —dijo Kellan, besando su
mejilla.
—¿Nosotros? —preguntó, su voz creciendo con preocupación.
—Nosotros —dijo él, apuntando hacia sí mismo y a mí. Intentó hacer
lo posible para no encogerse, pero definitivamente se encogió.
—Oh, maravilloso. Sólo, de alguna manera, haré el pastel de carne lo
bastante grande para cuatro en lugar de para tres personas. Y pondré un
mantel individual extra. —Podía sentir su molestia flotando en el aire, pero
sonrió y lentamente volvió dentro y cerró la puerta.
—Creo que ella y yo somos oficialmente mejores amigos. —Me reí.
—Los mejores amigos —concordó—. Hablando de… ¿Cómo fue ver a
Alyssa?
—Bien —mentí—. Simplemente planeo evitarla lo mejor que pueda.
—Bien —dijo, caminando por el porche delantero—. Es
probablemente mejor que esos sentimientos del pasado hayan
desaparecido, ¿eh? Tal vez pueden perdonar, olvidar y seguir adelante.
—Sí. No sentí nada estando a su alrededor de verdad. Así que, eso es
bueno. —Eso era verdad, también. Y por “verdad” me refería a la más
horrible mentira. Recordé las palabras que Alyssa dijo más temprano en la
cafetería.
El hogar siempre es el hogar. Aun cuando no quieres que lo sea.
Después de todo el tiempo que pasó, después de toda la distancia,
Alyssa Marie Walters todavía de alguna manera se sentía como casa para
mí.
No estaba seguro de cómo manejar ese hecho, lo cual era
exactamente por lo que necesitaba un billete de ida lejos de True Falls,
Wisconsin.
Rápido.

142
143

Traducido por Maeh

—En una escala de uno a diez, ¿durante cuánto tiempo has sabido
que Logan ha estado en el pueblo antes de que se te ocurriera llamarme?
Uno sería que no tenías ni idea, diez sería “secretamente odio a mi
hermana” —pregunté a Erika por teléfono, haciendo malabares con mis
llaves mientras intentaba entrar a mi casa. Desde que Logan y yo nos
cruzamos en el restaurante, mis nervios han estado de punta. No podía
pensar de manera coherente, sentía nauseas, sentía rabia… Sentía…
¿Alivio?
Una gran parte de mí a veces dudaba si Logan seguía con vida,
incluso si Kellan me diera actualizaciones por aquí y por allá.
—Créeme, no tenía idea —dijo Erika. Finalmente abrí mi puerta
principal y en segundos, me tiré en el sofá—. Kellan envió un S.O.S. para
él supongo. Es un desastre. Supone que se quedara con nosotros por un
tiempo.
—¿Un tiempo? —pregunté—. ¿Cuánto es un tiempo? ¿Está allí
ahora? —Me debatí en caminar por su casa solo para ver su rostro. Sólo
para asegurarme de que era real.
—Aly —regañó, su voz sonando un poco como la de mamá cuando
nos disciplinaba de niñas—. No lo hagas.
—¿No qué?
—No vuelvas a ese camino. Logan Silverstone está fuera de tu vida. Y
creo que es mejor que lo mantengamos así.
¿Cómo se suponía que se mantuviera fuera de mi vida cuando está
literalmente a cuadras de mí, quedándose en la casa de mi hermana?
—Solo me daba curiosidad, Erika. En serio. —Me detuve,
escuchando el sonido viniendo del teléfono. Se hallaba reorganizando su
casa; sólo lo sabía. Podía oírla colocando los muebles alrededor. Cuando
sea que Erika se sentía nerviosa o molesta, siempre reacomodaba cosas, o
accidentalmente las rompía, con lo cual debía ir rápidamente a la tienda
por reemplazos. Era un raro capricho acerca de ella, pero le dejé a un
hombre un correo de voz cada día por cerca de cinco años, todos tienen
caprichos raros—. Vaya, él debe haber conseguido meterse realmente en
tu piel —dije, sacando un tubo de brillo labial y aplicándomelo una y otra
vez—. Puedo escucharte moviendo cosas alrededor.
—¿Puedes culparme? Es como el fantasma de la Navidad pasada
apareciéndose y diciendo “¿Oh? ¿Estás bajo algún tipo de estrés? Bueno,
déjame arruinar las cosas un poco más para ti”. 144

—¿Cuántos platos haz quebrado hasta ahora?


—Sólo uno, gracias a Dios. —Suspiró—. Pero, tengo algunos de
repuesto en el armario de mantenimiento. —Claro que los tenía. Siempre
se encontraba lista para casi cualquier clase de incidente—. ¡Él estaba
fumando y dejando cenizas en mi vajilla, Alyssa! ¿Quién hace eso?
Me reí. —Mejor que tu mesa de café de quinientos dólares.
—¿Crees que es gracioso?
Un poco.
—No, no es gracioso. Lo siento. Mira, estoy segura que después de
algunos días, las cosas regresarán a la normalidad. Tú probablemente ni
sabrás que Logan está allí.
—¿Crees que todavía las usa? —susurró a través del teléfono—.
Kellan está en negación, pero no lo sé. Creo que ésta es una terrible,
terrible idea. El momento no podría ser peor.
—Él se ve bien —dije, caminando hacia mi baño, frente al espejo con
el desastre de labios con demasiado color rojo rubí en ellos. Tomé un paño
húmedo y comencé a quitar el labial, pensando en los ojos de Logan que
me recordaron tanto el ayer—. De hecho, se ve bastante bien. Saludable.
—¿No te preocupa? ¿Que recaiga? Estar de regreso en este lugar
donde todos sus problemas comenzaron no puede ser bueno.
—Creo que no deberíamos sobre pensarlo todo. Un día a la vez. Un
plato quebrado a la vez, Erika.
Ríe burlonamente. —¿Estás segura que no deseas venir y
acompañarnos a cenar? Mamá estará aquí para saludar a Logan.
Oh, no. Pobre Logan.
Mi madre se hallaba lejos de ser su admiradora. Y la última vez que
Logan la vio, él la llamó monstruo despreciable.
—Por mucho que me gustaría ser parte de ese tren de demolición,
creo que voy a tener que pasar. —Ver a Logan más temprano tenía mi
mente mareada. No sabía si podría manejar verlo de nuevo. Incluso si una
gran parte de mi corazón quería verlo, solo para estar segura de que era
real—. Como sea, diviértete esta noche, y envíame mensajes con todos los
desastrosos detalles.
—Lo haré. Y, ¿Alyssa?
—¿Si?
—No regreses al agujero de conejo por Logan. Nada bueno viene con
eso.
145
—No lo haré. Y, ¿Erika?
—¿Si?
—No rompas la maldita lámpara.
—Hecho.

Saqué la caja.
La caja que se supone fue destruida años atrás. La caja de la cual
Erika pensó que me deshice porque lo dejé ir luego del millón de mensajes
de voz. Tenía que dejarlo. Pero fue empacado debajo de mi colchón, con
todos nuestros recuerdos dentro.
Le quité la tapa y fui a través de todas las fotos de nosotros desde
que éramos jóvenes. Levanté la margarita presionada de cuando me besó
por primera vez. Saqué el osito que robó del parque de atracciones cuando
el chico me estafó por el premio principal.
El boleto de las películas que fuimos a ver.
Las cartas de cumpleaños que siempre me hacía a mano.
Su encendedor.
—¿Por qué tienes que hacerme esto? —susurré, levantando la
sudadera de capucha roja que me dio la primera vez que salimos. Lo olí, y
casi podía oler los rastros de humo de cigarrillos que dejó en la tela—. ¿Por
qué tenías que regresar?
En el fondo de la caja había un tenedor de plata enmarcado. Cerré
los ojos mientras lo sostenía en mis manos. Me sentí en la pila de
recuerdos hasta que fue momento de empacar la caja y colocarla de
regreso debajo de mi colchón.
Debía deshacerme de ella algún día, estaba segura de ello.
Sólo que no hoy.

146
147

Traducido por Black Rose

M
e sorprendí cuando entramos al restaurante de Jacob, Bro’s
Bistro. Fue muy divertido ver cómo Jacob cambió su vida.
Cuando éramos más jóvenes, solíamos fumar marihuana y
bromear acerca de cómo los dos queríamos ser chefs y ser dueños de
restaurantes. Fue genial ver su sueño vivo en acción.
—¡Bueno, que me condenen! Mira lo que trajo el gato —exclamó
Jacob desde detrás de la gran barra—. Logan Silverstone. Nunca imaginé
que te vería de nuevo en estas partes de la ciudad. —Tenía el cabello corto
y la misma sonrisa grande y torpe que siempre mostró en el pasado.
Sonreí. —Ha pasado un largo tiempo, hombre, eso es seguro.
—Te ves bien —dijo, corriendo hacia mí, y dándome un abrazo de
oso—. Saludable.
—Tratando, hombre. Tratando. Este lugar es increíble, Jacob.
—Sí, sí. Todavía es temprano —dijo—. Se llenará un poco más cerca
de las siete u ocho. Y mañana es noche de micrófono abierto, donde
encontrarás a tu hermano presentándose.
Levanté una ceja. —¿En serio? No te he oído tocar la guitarra y
cantar en un tiempo jodidamente largo, Kellan.
—Sí. Estoy intentando volver a las cosas que amo, ¿sabes? La vida
es demasiado corta como para no hacer lo que te hace feliz.
—Esa es la verdad. Este lugar es realmente genial, Jacob. No todos
los días alguien tiene un sueño y lo hace realidad —dije mientras me
acompañaba por todo el lugar, y me mostraba todo—. Sin embargo, tú lo
estás haciendo. Estás viviendo tu sueño.
—Eso trato. —Se rio—. Resulta que administrar tu propio
restaurante, es jodidamente difícil.
—Sólo pensar en ello es agotador.
—¿Dicen por ahí que obtuviste tu título culinario mientras estuviste
en Iowa? —preguntó, llevándonos a Kellan y a mí a la barra.
—De hecho, lo hice. Nunca pensé que lo lograría, pero... —Alyssa
siempre lo supo—. Pero lo hice.
Sonrió ampliamente. —Mierda. Eso es increíble, hombre. ¿Quién se
hubiera imaginado que dos chicos jodidos como nosotros lograríamos ir a
la universidad? ¿Qué les puedo ofrecer? ¿Cerveza? ¿Martinis femeninos?
—preguntó Jacob, limpiando la barra. 148
—Quiero agua —dijo Kellan.
Me reí. —Todavía el animal fiestero salvaje que siempre supe que
eres, hermano. Voy a tener una Bud Light —dije a Jacob.
Kellan arqueó una ceja. —Veo que eres tan salvaje y loco como yo.
Jacob agarró las bebidas y las puso delante de nosotros antes de
dejar sus codos sobre el mostrador. Entrelazó los dedos, su cabeza
apoyada sobre sus puños. —Entones, Iowa, ¿eh? ¿Qué diablos hay para
hacer en Iowa?
—Absolutamente lo que parece que habría para hacer. Nada.
Trabajar, dormir, mujeres, y marihuana. Lave, enjuague, repita. —Kellan
hizo una mueca ante la mención de la marihuana de la misma manera que
Alyssa lo hizo—. Dame un respiro, Kellan. No estoy usando nada más. Sólo
un pequeño cigarrillo aquí y allá.
—Sólo no quiero que recaigas, eso es todo.
—No lo he hecho en años. Estoy bien. —Me aclaré la garganta—. Por
cierto, gracias por ayudarme con el alquiler del último mes. Y el mes antes
de ese... —Mis palabras se desvanecieron en un susurro—. Y el mes antes
de ese... —A pesar de que tenía un título, encontrar un trabajo de verdad
era bastante difícil.
—Cuando quieras. —Sonrió, sabiendo que estaba cambiando de
tema, pero me lo permitió—, pero vamos a asegurarnos de que nunca se lo
mencionamos a Erika, ¿de acuerdo?
Jacob se rio. —Eso debe ser raro, Kellan.
—¿Qué cosa? —preguntó.
—Tener las pelotas agarradas tan firmemente por una mujer.
Reí. —Me sorprende que todavía tenga alguna de sus bolas.
—Jódanse, chicos. Si, Erika es un poco... —Kellan arrugó la nariz,
buscando la palabra correcta.
—¿Maniática del control? —ofreció Jacob.
—¿Agobiante? —dije.
—¿Dramática?
—¡¿Extremadamente dramática?!
—¿Maternal?
—¿Menospreciadora? —bromeé.
—Estable —dijo Kellan, bebiendo su agua—. Erika es estable. Es
todo lo que me mantiene conectado a tierra. Es difícil, sí, pero elegiría
sostener su mano cualquier día porque ella es fuerte. Es mi ancla. 149
Jacob y yo quedamos en silencio, un poco aturdidos.
—Guau. —Jacob exhaló un profundo suspiro—. Eso es tan... —Sus
ojos se aguaron—, eso es tan jodidamente cursi.
Me reí. —Súper cursi.
—Es como si unicornios y ositos cariñositos tuvieran un bebé y
Kellan fuera el resultado. —Sonrió Jacob.
—Jódanse. No esperaba que dos tarados solteros entendieran algo
acerca de las relaciones —dijo Kellan—. Entonces, ¿te gusta el lugar?
—¿Gustarme? Es asombroso. Apuesto a que la comida sabe tan bien
como se ve. Si viviera aquí, vendría a este lugar todos los días.
Una sonrisa maliciosa se abrió camino por la cara de Kellan, y no
pasó mucho tiempo antes de que la cara de Jacob tuviera la misma mirada
de placer. —Es curioso que lo menciones, porque Jacob y yo estábamos
hablando... Si tuvieras que quedarte en la ciudad, tendrías un puesto de
trabajo. Él está buscando un chef —ofreció Kellan.
—Es buen pago. Es decir, el Jefe General es un idiota total, pero se
trata de un buen trabajo —agregó Jacob.
Me reí, porque era una idea ridícula. Dejé de reír cuando vi lo serios
que ambos lucían. —Sin ánimo de ofender, Kellan. Pero dado que no habrá
boda pronto, estoy tomando el primer tren de regreso a Iowa.
—¿Sí? ¿Puedes permitirte un billete de tren de vuelta? —me
preguntó Kellan.
Levanté una ceja. —¿Qué? Dijiste que cubrirás el pasaje.
—No es cierto. Te dije que me gustaría comprarte el boleto hasta
aquí. No he dicho nada acerca del de vuelta.
—Vete a la mierda —dije de una vez. Me volví hacia mi hermano,
confusión en mi mirada—. Hablas en serio, ¿verdad? —Miré a Jacob—.
Estás hablando jodidamente en serio, ¿verdad?
—Sólo estoy diciendo, hermano. Este es tu hogar. Y siempre eres
bienvenido en tu hogar.
—Me estás manteniendo como rehén —contesté, desconcertado.
—Te estamos ofreciendo un trabajo —respondió—. Escucha, si
realmente quieres un boleto de regreso a Iowa, te lo voy a comprar por la
mañana. Pero la oferta siempre está en pie. —Kellan realmente empujaba
la idea de que me quedara, y por mi vida que no podía entender por qué.
True Falls no era el lugar que consideraba más mi hogar. Sólo era los
demonios pasados de mi vida. 150
—Tomaré el billete de ida. Sin ánimos de ofender, Kellan. Te amo, lo
hago. Pero, ¿esta ciudad? No me puedo quedar aquí y permanecer sano.
Simplemente, no puedo.
Asintió entendiendo. —Lo entiendo. Sólo pensé en ofrecértelo.
Le di las gracias.
—Entonces, ¿te encontraste con Alyssa antes? ¿Cuál es tu plan de
ataque si eso ocurre de nuevo? —preguntó Kellan.
—Voy a hacer caso omiso de ella, y apartarla. Ella y yo no podemos
retroceder. No puedo ir por ese camino nunca más, y está definitivamente
mejor sin mí. Pero —dije, cambiando de tema—, es bueno ver que estas
limpio, Jacob.
Él asintió. —No pasó mucho tiempo después de que te fueras de la
ciudad, en realidad. Un día me desperté y no pude hacerlo más. No fui a
rehabilitación, pero hice lo de la iglesia por un tiempo, lo que ayudó. No he
ido a la iglesia en años, pero me afectó lo suficiente que me convertí en un
ministro ordenado.
Me reí. —De ninguna manera.
Sonrió, señalando los pulgares a su pecho. —Si alguna vez piensas
en casarte, mantén a este tipo guapo en mente. —De la nada, Jacob se
inclinó hacia delante con la expresión más solemne que jamás le vi—.
Logan, en un tono más serio, tengo que preguntarte algo realmente
importante...
Suspiré, sabiendo que no podía evitar las preguntas que mucha
gente probablemente tenía para mí. El mismo tipo de preguntas que Sadie
me disparó en el motel. ¿Cómo estuvo la rehabilitación? ¿Has metido la
pata? ¿Sigues pensando acerca de usar? —¿Sí, Jacob?
—¿Cómo demonios mantienes tu cabello tan perfecto? Es más
brillante que cualquier cosa que he visto en mi vida. ¡Y el volumen! Mierda.
Tengo el cabello corto, y me lo tuve que casi rapar sólo para verme semi-
decente.
—Oh, Dios mío. —Gimió Kellan, rodando los ojos—. No le pidas que
hable de su cabello.
—Te lo dije, Kel, la envidia es un pecado. —Me reí—. Una vez al mes,
me lo acondiciono a fondo con yemas de huevo y aguacate.
—¿De verdad?
—De verdad. Pero cuando lo laves después de cuarenta y cinco
minutos, no uses agua caliente. De lo contrario los huevos se volverán
revueltos en tu pelo y estarás recogiendo los pedazos durante una semana.
Además, el baño con agua fría es bueno para los folículos del cabello, 151
ayudando a que crezca más sano y fuerte. Puedo hacerte una lista con
todos los productos que uso si quieres.
—¿No me digas? ¿Harías eso?
—Claro, no hay problema.
—No puedo creer que esta conversación está ocurriendo en serio en
este momento. —Suspiró Kellan, rodando los ojos tan fuerte, que pensé
que quedaron atascados en la parte posterior de su cabeza. Podría haber
tenido una mejor vida que yo cuando crecía, pero la broma era sobre él
hoy, porque al menos mi cabello todavía se veía jodidamente asombroso
mientras el suyo dejaba de existir.
Nos quedamos en el restaurante por un rato más, sin hablar del
pasado, sin hablar del futuro, sino simplemente disfrutando el momento
actual.
—No me gusta tener que terminar esta reunión, pero será mejor que
regrese para ayudar a Erika con la cena —dijo Kellan.
Me levanté del taburete y estiré la mano hacia Jacob, y él me la
agarró. —Es bueno verte, Jacob.
—A ti también, Logan. Te ves bien. Muy bien, hombre.
—Igualmente. Y em, nunca fui capaz de decir esto, pero perdóname
por lo que dije hace mucho tiempo. Acerca de tu adicción a la pornografía
y el comentario del tenedor.
Él rio. —Te perdono, amigo. A pesar de que no era un tenedor, era
una cuchara congelada. ¡Y oye, no se te olvide conseguirme esa lista de
productos para el cabello!
No sabía si eso lo hacía más normal, o más raro, pero, de cualquier
manera, fue bueno estar cerca de una cara familiar.
152
Traducido por Ivy & Pamela Iride

—¡Llegaron tarde! —se quejó Erika cuando entramos a la casa, la


cual se veía completamente diferente de cuando nos fuimos. Todo
desplazado, la mesa del comedor, los sofás, la televisión. Sentía como si
hubiera entrado a una dimensión desconocida—. Mamá estará aquí
pronto.
—Voy a ir a ducharme antes de la cena —dije.
—Bien. Dejé un juego de toallas y artículos extras que podrías
necesitar en la habitación de invitados. —Erika hizo un gesto con la
cabeza al cuarto de atrás—. Ahora, Kellan, ven a probar las patatas que
hice.
—Espera, tiempo fuera. ¿Erika está cocinando la cena? —pregunté,
con miedo en mi garganta. Sentí otra punzada de Kellan en el costado,
pero no pude contenerlo—. ¡La última vez que comí la comida que hizo, el
pollo todavía cacareaba, Kellan!
—Amigo. Solo... ve a ducharte.
Mientras iba a mi habitación, me reí escuchando a Erika decir que
trabajaría muy duro para no matarme. Situada en la cama se hallaba una
caja que contenía toallas limpias, un cepillo de dientes, hilo dental,
hisopos, imperdibles, gel de baño, desodorantes, y todo lo demás que
pudiera necesitar una persona.
Sabía que ella no había ido a la tienda, así que seguramente solo
tenía estas cosas por ahí. A veces, ser un poco loco era útil.
El agua de la ducha corría sobre mí, agradable y caliente. Lavé y
acondicioné mi cabello, mientras mi mente trataba de reproducir todos y
cada uno de los momentos de encontrarme con Alyssa. Su olor, sus
toques, sus sonrisas, sus ceños.
La idea de estar en la ciudad con el único objetivo de tal vez
encontrarla pasó por mi mente. Pero un montón podría cambiar en cinco
años, especialmente después de todas las llamadas perdidas que recibí de
ella.
Debería haberle devuelto las llamadas. Debería haber contestado el
teléfono.
Después de unos minutos, regresé rápidamente de mis
pensamientos, cuando oí llamar a la puerta delantera. Apagué la ducha,
me sequé, y me puse un par de vaqueros y una camiseta blanca.
—¿Alguien fumó aquí? —preguntó la madre de Erika, Lauren, en voz
alta, su voz viajando por los pasillos. 153
—¿Qué? No, entra, mamá.
—Huele a humo —dijo Lauren, su voz llena de decepción.
En la otra habitación Lauren se quejó, sorprendida cuando se enteró
de mi regreso a la ciudad. Tomé una profunda respiración y chasqueé de
nuevo la banda en mi muñeca. No importa lo que la gente piense de mí. No
soy la misma persona que era cuando me fui. Sus opiniones no me
definían.
Todo era un parloteo espiritual que el Dr. Khan me dijo cuando
estuve en la clínica de rehabilitación, pero en ese momento, ese parloteo
espiritual me dio la fuerza para salir del baño y enfrentar a más personas
de mi pasado.
—¿Aún se encuentra en las drogas? —preguntó Lauren en voz alta
cuando doblé la esquina.
—Hoy no —contesté, poniendo una brillante, sonrisa falsa. Fíngelo
hasta que lo logres, Lo. Solo una cena y luego estarás en un tren de regreso
a Iowa—. Lauren, es bueno verte. —Extendí mi mano para saludarla, pero
se negó, acercando el bolso a su lado.
—Pensé que íbamos a ser nosotros para cenar —dijo Lauren, su voz
aumentando con enfado—. ¿Y pensé que íbamos a un restaurante a
comer? —Lauren fruncía el ceño mucho más de lo que sonreía, y aunque
tenía los ojos de Alyssa, no tenía su amable espíritu.
—Pensamos que sería mejor tener una pequeña cena, sin todo el
ruido del restaurante. Pasa, ya hay botellas de vino abiertas en la mesa, y
Erika cocinó una gran comida —respondió Kellan con una gran sonrisa.
Me preguntaba si su sonrisa era tan falsa como la mía.
Antes de poder sentarnos a comer, hubo otro golpe en la puerta.
Cuando Erika abrió, mi estómago se tensó al ver a Alyssa de pie,
sosteniendo dos botellas de vino.
Cada vez que entraba a una habitación, mi mente se derretía un
poco. Mantén el muro arriba, Logan.
—¿Todavía tienen espacio para uno más? —preguntó, sonriendo.
—Sí, definitivamente, podemos hacer espacio —dijo Erika, corriendo
a poner otro plato.
Lauren resopló. —Es muy desagradable simplemente aparecer en la
casa de alguien y preguntar por un asiento extra en la mesa.
—Es bueno verte también, mamá —dijo Alyssa con descaro.
Mi mirada permaneció en Alyssa, y sus ojos encontraron los míos.
Me dio una pequeña sonrisa, y tuve que romper la mirada antes de 154
perderme en mi mente. Estar de vuelta aquí, cerca de ella, era mucho más
difícil que cualquier cosa que haya tenido que hacer.
Y he hecho un montón de mierda difícil.
Todos nos sentamos a comer, mi asiento justo al lado de Lauren,
que parecía más nerviosa de lo normal. Kellan sirvió vino para todos. Fui
rápido para levantar mi copa y tomar un buen trago.
—¿Deberías estar bebiendo? —preguntó Lauren.
—No, probablemente no —dije, terminando mi primer vaso y
vertiendo otro. Todos empezamos a comer la repugnante comida de Erika,
la cual tuve que masticar cinco veces más de lo normal solo para tragarla,
pero no me quejé.
—¿Cómo te tratan en el bufete de abogados, Kellan? —preguntó
Lauren. La madre de las chicas era una abogada y una de sus cosas
favoritas acerca de Kellan era que estudió Derecho y encontró un exitoso
trabajo donde hacía buen dinero, y odiaba su alma.
Kellan se aclaró la garganta, limpiándose la boca con una servilleta.
—De hecho, renuncié hace más de un mes.
Levanté una ceja, sorprendido. —¿En serio?
—¿Qué? —preguntó Lauren, sorprendida. Se volvió a Erika—. No me
dijiste eso. ¿Por qué no me dijiste eso?
—Realmente no parecía mi lugar, mamá.
—Pero, ¿por qué? ¿Por qué renunciaste? —cuestionó.
—No era una parte de mi corazón, supongo —dijo Kellan, apretando
la mano de Erika. Se sonrieron el uno al otro y por un momento lo vi: el
amor que Kellan dijo que siempre sintió. Estos dos realmente se
preocupaban por el otro—. Dejar la firma me da la oportunidad de
alcanzar mis otras pasiones.
—¿Cómo qué? —preguntó Lauren.
—Mi música. Tocar mi guitarra.
—Eso es un pasatiempo, no un trabajo. —Lauren frunció el ceño.
Era muy pesimista.
—Mamá. ¿Sabes que trabajo en un bar de piano para vivir, verdad?
—mencionó Alyssa.
—Oh, cariño. —Lauren frunció el ceño—. Trabajas en un
restaurante, una tienda de muebles, y tocas un piano en bares sucios por
la noche. Eso no es realmente algo que quieras estar transmitiendo al
mundo como una especie de logro.
Seguía siendo una perra, ya veo. 155
—Creo que la música es muy importante —dijo Kellan, metiéndose
en la conversación—. Es divertido. Los conciertos que he estado
consiguiendo pagan buen dinero, también. Es algo que me encanta. Y la
vida es demasiado corta como para no hacer lo que amas.
—¡Aquí, aquí! —me burlé, bebiendo más vino—. Es por eso que bebo
tanto vino. —Sonreí, guiñándole un ojo a Lauren, amando cuán incómoda
la dejé.
—Verás el espectáculo mañana. Mi amigo está haciéndome tocar en
su restaurante.
—¿Qué? Dijiste que mañana íbamos al teatro —dijo Lauren,
dirigiéndose a Erika.
—No... Dije que íbamos a un espectáculo —contestó su hija. Las dos
eran tan parecidas que era casi imposible ver cómo Alyssa encajaba en esa
ecuación.
—No te preocupes, la verdad. Todo será divertido. Además, después
de la función, podemos pasar por la sala de recepción para la boda el
próximo mes —explicó Kellan.
—¿Qué? —cuestionó Lauren.
Erika comenzó a toser con dureza, tratando de aclarar su garganta.
—¿Alguien quiere más vino?
—¿Qué quieres decir con que la boda es el próximo mes?
—¿No le dijiste? —preguntó Kellan, frunciendo el ceño a su
prometida.
—¿Decirme qué? —preguntó Lauren.
—Me olvidé —respondió Erika. Guau. Sentía como si estuviera
viendo una mala comedia desarrollándose frente a mí—. Movimos la boda
al próximo mes. ¡Pero no te preocupes! No tienes que hacer nada más que
aparecer.
—No. La boda es el año que viene. Pensé que esperábamos hasta que
terminaras tu maestría, Erika. Además, yo soy la que paga la boda. ¿No
crees que tenía derecho a saber esto? ¡Ya hicimos un pago inicial en la sala
de recepción! ¿Y ahora dices que encontraste una nueva ubicación?
—Te devolveremos el pago inicial. Fue un cambio de última hora.
—¿Cambio de última hora? Dame una razón. Una buena razón por
la que tenemos que apresurar esto. Hay tantas cosas por resolver. Flores,
pastel, la comida. Vestidos, invitaciones, todo. No hay suficiente tiempo. —
Lauren mantuvo el lloriqueo. 156
—No necesitamos todas esas cosas, mamá. Solo vamos a mantenerlo
simple.
De vez en cuando atrapé a Alyssa mirando a mi dirección, y
apartaba la mirada rápidamente. De vez en cuando me atrapó mirando a
su dirección, y aparté la mirada rápidamente. Casi no quería prestar
atención a la conversación sucediendo en la mesa. Me encontraba mucho
más interesado en ver a Alyssa y a mí tratando de evitarnos el uno al otro.
—Has estado planeando tu boda soñada desde que tenías cinco,
Erika Rose. ¿Y ahora simplemente no te preocupas por esos detalles? No.
Teníamos un plan. Nos apegaremos al plan. Además, ¡Kellan ni siquiera
tiene un trabajo en este momento!
—Tiene un concierto esta noche —me involucré en la conversación
con una sonrisa. Alyssa rio. Morí por el sonido. ¿Por qué tenía que ser tan
hermosa? Realmente esperaba que volvería a la ciudad y que ella luciría y
olería como un zorrillo.
Sin suerte allí.
—Simplemente no entiendo la prisa. Deberías postergarlo hasta el
próximo año como lo planeamos —ofreció su madre—. Deberíamos
apegarnos al plan.
—Los planes cambian, mamá. Está bien.
—Dime por qué. ¿Por qué ahora? Este es un cambio tan radical ¿No
piensas que deberías de estar más enfocada en el hecho de que Kellan está
desempleado? ¿Cómo incluso van a hacer que les alcance el dinero para
esta casa? ¿Ah? ¿Has pensando algo sobre eso? Los impuestos de una
casa de este tamaño, en este vecindario deben de ser altos. Les dije a
ambos que no compraran un lugar tan grande, pero no quisiste escuchar.
¿Cuál es el plan? —Su mamá se mantuvo preguntándole una y otra vez.
Me sentí mal por Erika. Su cara se veía roja y sus nervios fueron
sacudidos.
—¡Lo amo! Lo amo, mamá. ¿Qué importa si nos casamos hoy o
dentro de unos años? Yo quiero estar con él.
—No es lógico. Suenas como tu hermana, Erika.
Alyssa resopló un pequeño aliento de sus labios. —Estoy aquí,
mamá.
—Bueno, es cierto. Tú siempre fuiste la llama salvaje que no podía
extinguir. Tú estabas por todo el lugar, lo sigues estando, Alyssa. Pero,
Erika, tú eres la dócil. Eres la que tiene una buena cabeza sobre sus
hombros. Pero ahora actúas como si no tuvieras sentido.
Observé los ojos de Alyssa ponerse llorosos, pero se mordió la
lengua. Iba a gritar a Lauren por hablar de ella de esa manera, pero me 157
detuve cuando vi a Alyssa mover ligeramente su cabeza hacia mí para no
hacerlo.
¿Qué me importaba de todas maneras? No era mi trabajo pelear sus
batallas.
Erika abrió la boca para hablar, pero las palabras de Kellan vinieron
primero, silenciando la habitación. —Tengo cáncer.
Espera.
¿Qué?
No.
Mi corazón cayó hasta mi estómago, y sentí el ácido subiendo por mi
garganta mientras él seguía hablando. —Hemos estado lidiando con esta
noticia por un tiempo, sin saber cómo manejar el decirles a todos. Tuve
una cirugía para extirpar el tumor, y empezaré mi primera quimioterapia
pronto, pero…
—Lo siento. Ve despacio. Retrocede. ¿Qué? —lo interrumpí. Mi
sangre hervía, y me sentía al borde de una crisis. Mis dedos se clavaron a
los costados de mi silla, ya que mi cuerpo empezó a temblar. ¿De qué
demonios hablaba? Kellan no tenía cáncer. Kellan se encontraba sano.
Siempre fue saludable. Era el único en nuestra familia que no era un
desastre. No podía estar enfermo—. ¿Estás jodidamente bromeando?
No.
No.
Los ojos de Alyssa se entristecieron por la noticia, y casi se acercó
para tomar mi mano, pero negué con la cabeza. Él continuó hablando,
pero me puse de pie desinteresado en su explicación. No quería que dijera
ninguna maldita cosa, porque sus palabras en ese momento eran tóxicas y
envenenaban mi alma. Necesitaba aire. Mucho aire. Me dirigí a la puerta
del patio, y salí afuera. Una ráfaga de aire frio se abalanzó hacia mi cara, y
solté una exhalación de dolor. Mis manos agarraron la baranda mientras
contemplaba el cielo oscurecido, tomando respiraciones profundas,
intentando todo lo posible no desmoronarme.
Cerré mis ojos y tiré de la banda en mi muñeca una vez.
Esto no es real...
No podía abrir mis ojos.
Él se hallaba bien. Estaba saludable.
Tiré de la banda en mi muñeca por segunda vez.
No es real. Esto no es real...
La puerta corrediza de la terraza se abrió, y escuché pasos
158
acercándose. Kellan se apoyó en la baranda junto a mí.
—Me tendiste una trampa —dije.
—No quise decírtelo de esa manera. No sabía cómo decírtelo.
—¿Qué tipo?
—Colon.
Mierda.
—Yo… —Mi voz comenzó, pero luego se fue apagando. Sentía como
si debería decir algo, pero no sabía cuáles eran las palabras correctas.
¿Existían palabras correctas en una situación como esta?
Mis dedos sujetaron la baranda con más fuerza
—Tenemos que ir a ver a T.J. No creeré esto hasta que él me lo diga
directamente en la cara. —T.J. era el médico de ambos, Kellan y yo
siempre íbamos con él cuando éramos niños. Era un buen amigo del padre
de Kellan, aunque yo no tuviera dinero o asistencia médica para ir a un
consultorio médico, T.J. siempre me revisaba de forma gratuita. Era un
tipo raro, pero un buen hombre, y el único médico en el que confiaría para
que me dijera la verdad sobre el diagnostico de mi hermano.
—Logan. —La voz de Kellan se suavizó—. Ya he hablado con T.J.
Además, él no es oncólogo.
—Confío en él —le dije con los dientes apretados—. Confío en él,
Kellan. Y sólo en él.
Se frotó la parte posterior de su cuello. —Está bien. Iremos a ver a
T.J. mañana si eso te hará sentir mejor.
—Lo hará. —Me aclaré la garganta—. Hasta entonces, dime todo lo
que sabes. ¿En qué etapa estás? Es curable, ¿verdad? ¿Cómo nos
deshacemos de esto? ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo ayudar? ¿Cómo
podemos arreglar esto? —¿Cómo te arreglo?
—Es la tercera etapa. —No. Eso no es bueno—. Pero, por ahora,
estamos esperando. Como dije, he tenido una cirugía para remover el
tumor y dos ganglios linfáticos. Empezaremos con la quimioterapia en una
semana y tenemos que darle tiempo para ver si funciona. La quimio
ayudará a detener cualquier célula potencial que pueda haberse extendido
en otra parte de mi sistema.
—¿Qué pasa si se extiende en otra parte?
Se quedó callado.
No.
No.
No. 159
Me mordí la lengua. —Deberías habérmelo dicho.
—Lo sé.
Nos giramos hacia la casa. Erika gritó a su madre mientras que ella
le gritaba de vuelta. Alyssa intentaba lo mejor que podía para neutralizar
la situación, pero no tuvo suerte en absoluto.
—No puedes casarte con una persona que tiene cáncer, Erika. ¡No
tiene sentido! Estás pensando con el corazón en lugar de la cabeza.
Qué maldita horrible cosa para decir a una persona.
—Dios. Su madre está demente. Olvidé lo demente que es. Ella en
realidad hace parecer a Erika... ¿Normal?
—Es difícil, eso seguro. —Kellan agachó su cabeza un poco y se
quedó mirando sus zapatos—. Pero, no está completamente equivocada.
—¿Qué?
—Erika en su estado de pánico. Se está apresurando a casarse
conmigo, en caso de que suceda algo. Sólo en caso de que las cosas vayan
mal. No me mal intérpretes, quiero ser su esposo pero... —Sus palabras se
desvanecieron y miró atrás hacia su casa, la cual parecía que se
encontraba a segundos de la explosión.
Quería profundizar más en sus pensamientos sobre casarse con
Erika, pero podía decir por su lenguaje corporal que no se hallaba de
humor.
La conversación en el interior de la casa debe de haber golpeado el
punto de ebullición, porque Lauren salió furiosa. Erika comenzó a limpiar
rápidamente la mesa del comedor, rompiendo platos en el fregadero y
reorganizando las sillas mientras Alyssa retrocedió observando.
—Eh, ¿deberíamos de ir a ayudarle? —pregunté
Sacudió su cabeza. —Es parte de su proceso. Sólo deja que suceda.
Tiré de mi banda una vez más. O dos veces. Tal vez quince veces.
—¿Sabes lo que es una locura? Yo fumo y tú tienes cáncer.
—Lo que es tuyo es mío…
—Y lo que es mío es tuyo —contesté.
—Si te hace sentir mejor, no puedes tener cáncer de colon por
fumar. Pero, deberías de dejar de fumar.
Resoplé ante su voz paternal.
Pero él se equivocaba.
—El abuelo tenía cáncer de colon —dije, mi voz quebrada. Eso fue lo
que acabó con su vida. 160
—Sí. —Kellan asintió—. Lo sé.
La única persona en mi vida quien me quiso como mi hermano lo
hacía, fue mi abuelo. Observar cómo su vida fue succionada de él, fue la
cosa más difícil que he tenido que presenciar. Lo que fue incuso peor fue lo
rápido que ocurrió. Un día se hallaba ahí, y pocos meses después, no lo
hacía. No tuve incluso la oportunidad de decirle adiós, porque vivía muy
lejos.
—Escucha. Tal vez debería de volver aquí por un tiempo. Realmente
no tengo nada que hacer de regreso en Iowa.
—¿Si? —preguntó, sorbiendo su nariz, poniendo sus manos en la
parte posterior de su cabeza.
—Sí. No es gran cosa. Podría incluso ir a ver a Ma pronto. Ver cómo
lo ha estado haciendo.
—No es bueno —dijo—. Yo iba a recoger su tarjeta de cupones de
alimentos y llevarle algunos comestibles a finales de esta semana.
—Puedo recogerlo mañana.
Se encogió de hombros. —No sé si es una buena idea, Logan. Tú
sabes... contigo estando limpio y todo. Además, con lo que acabas de
descubrir. No quiero que vuelvas a caer en ese mundo.
—Está bien —le aseguré—. Puedo manejarlo.
—¿Estás seguro?
Me reí y lo empujé. —Amigo. Tú eres el que tiene cáncer, y estás aquí
sentado preocupándote por mí. Detente. Has cuidado de Ma y de mi toda
nuestra vida. Es mi turno. ¿De acuerdo? —Cuando la palabra cáncer salió
de mis labios sentía que moría.
—Está bien. —Suspiró, cruzando sus brazos—. Tengo un par de
cosas que hacer mañana después de que vayamos a ver a T.J., pero Erika
puede llevarte.
—¿Haría eso?
—Si le pregunto, sí. Pero no te sorprendas si tienes que hacer
algunas paradas previamente.
Me encogí del hombro izquierdo.
Él se encogió del derecho.
Observamos a Erika destruir la casa, antes de que lo arreglara todo
otra vez, y me pregunté todo el tiempo si yo era lo suficientemente fuerte
como para hacer frente a mi pasado de nuevo. No sabía cómo se sentiría,
encontrarme cara a cara con Ma.
161
No sabía cuan fuerte era.
162

Traducido por Maeh

—¿Logan? —susurré, golpeando la puerta de su habitación. Él


estuvo en su habitación por los pasados treinta minutos, y sólo podía
imaginar por dónde estaría viajando su mente tras el cáncer de Kellan. Lo
escuché moverse alrededor de la habitación antes de que abriera la puerta.
Sorbió un poco y corrió su mano por su rostro antes de entrecerrar sus
ojos hacia mí.
—¿Si?
Sus ojos lucían rojos y ligeramente hinchados. Quería alcanzarlo y
envolverlo en mis brazos, jalándolo cerca de mí, disculparme por su dolor y
sufrimiento.
Estabas llorando.
—Sólo quería revisar y ver qué tal lo estás haciendo —hablé
suavemente.
—Estoy bien.
Caminé un poco hacia la puerta, acercándome más a él, sabiendo
que se encontraba lejos de estar bien. Kellan era el mundo de Logan.
Cuando se fue de Iowa, sólo mantuvo contacto con su hermano. Cuando él
ignoró todas mis llamadas, respondió cada una de las de Kellan.
—No estás bien.
—Lo estoy. —Asintió, una fría mirada en sus ojos—. Estoy bien. No
voy a apartarme y esa mierda, Alyssa. Las personas tienen cáncer cada
día. Y las personas superan el cáncer cada día. Él está bien. Estoy bien.
Todo está bien.
Cualquier persona normal estaría perdiéndolo, el pequeño temblor
en su labio inferior, pero yo no. Lo he visto, la manera en que su corazón
está inflamado con dolor. —Lo, vamos. Soy yo. Puedes hablar conmigo.
—¿Y quién eres tú para mí, exactamente? —siseó, una amargura
venía con su tono—. ¿Desde hace cuánto que lo sabes? ¿Desde hace
cuánto tiempo sabes que está enfermo?
Mis labios se separaron, pero él siguió hablando.
—¿Así que lo sabías? Mil noventa mensajes, Alyssa. Me dejaste mil
noventa mensajes. Llamaste a mi teléfono mil noventa veces, ¿pero no te
tomaste el tiempo para llamar y dejar un solo mensaje diciéndome que mi
hermano tenía cáncer, el mismo cáncer que mató a nuestro abuelo? —
siseó alzando su mano y tomando el pomo. Cerró de golpe la puerta, y no 163
me sorprendió. Todo lo que decía era áspero, pero no era mentira. Sabía
que Kellan tenía cáncer desde hace un tiempo, pero no era mi lugar para
decirlo. Kellan me hizo jurar que no lo haría.
Mis dedos aterrizaron contra la puerta, y cerré los ojos. —He vivido
en la última casa de la esquina de Cherry Street y Wicker Avenue. Es la
casa con un macetero amarillo en forma de piano en el porche delantero.
Puedes pasarte por ahí si lo necesitas, Logan. Si necesitas hablar con
alguien. Puedes venir cuando sea, en cualquier momento en que lo
necesites.
La puerta se balanceó abierta, y me quedé ligeramente boquiabierta
mientras él caminó hacia adelante, cerniéndose sobre mí. Su rostro se veía
duro, y dónde los ojos rojos estaban momentos antes, fueron reemplazados
por una mirada rabiosa. —¿Qué malditamente no entiendes? —siseó. Se
colocó de pie frente a mí mientras retrocedía. Mantuvimos ese ritmo hasta
que mi espalda se hallaba contra la pared del pasillo, y su cuerpo se
encontraba a pulgadas del mío. Nuestras bocas estaban tan cerca que si
me inclinaba, podría sentir los labios que solía querer contra los míos. Sus
palabras cayeron de su lengua, apuñalándome con cada sílaba—. No te
necesito, Alyssa. No. Te. Necesito. Así que podrías hacerme un favor y
dejar de actuar como si fuésemos amigos, sería grandioso. Porque no lo
somos. Nunca seremos amigos de nuevo. No te necesito. Y no necesito tu
maldito hombro de apoyo.
Caminó de regreso a su habitación y cerró de un portazo la puerta.
Tomé algunas respiraciones profundas, mis nervios temblaban. Mi corazón
no paraba de latir destructivamente contra mi pecho mientras caminaba
hasta la sala para tomar mi chaqueta y colocaba mis zapatillas.
¿Quién era ese?
Esa no era el mismo chico que conocí años atrás. Él no era mi mejor
amigo.
Se sentía como un completo extraño para mí.
—¿Estás bien? —preguntó Erika, frunciendo el ceño hacia mi
camino.
Me encogí de hombros. —¿Puedes ser un poco más fácil con él,
Erika?
—¿En serio? —dijo molesta—. Él te gritó, literalmente gritó. ¿Y me
preguntas si podría ser más fácil con él? Estoy a dos segundos de decirle
que se largue de mi casa.
—No —dije rápidamente, negando con la cabeza—. No. No lo hagas.
Está pasando por mucho. Digo, no puedo imaginar… si fueras tú… —Mis
palabras se desvanecieron. No estoy segura de cómo manejaría descubrir
que mi hermana tuviera cáncer—. Sólo dale un respiro. 164
Su postura se suavizó. —Está bien. —Me dio un abrazo y susurró—:
Está bien para ti que mantengas tu distancia de él, Aly. Lo sabes, ¿cierto?
Sé que verlo de nuevo te ha herido.
—Está bien. —Moví mis pies y me encogí de hombros—. Estoy bien
con eso.
—Sí, pero podría ser mejor mantener una sana distancia. Por el
corazón de ambos. —Concordaba con eso. Además, no lo veía encontrando
su camino de regreso a mí en algún momento cercano.
165

Traducido por Fiorella♥

M
i espalda quedó contra la puerta de la habitación hasta que
oí a Alyssa irse. Apartarla iba a ser difícil para mí
permaneciendo en la ciudad, debido a que una gran parte
de mí como siempre quería tirar de ella más cerca.
Me senté en mi habitación con mi teléfono celular, con el navegador
web abierto, buscando información sobre el cáncer de colon. Mis ojos
bailaban a través de páginas y páginas de información, llenándome de más
pánico del que pensaba que podía manejar. Durante un tiempo leí una
historia tras otra de los supervivientes, pero entonces de alguna manera
viajé en el oscuro mundo de la Internet, donde existían las historias de
aquellos que pasaron a toda prisa el cáncer de colon.
Encontré remedios naturales. Encontré mentiras comunes. Mis ojos
permanecieron abiertos hasta que salió el sol, enviando luz a través de mi
ventana.
A medida que mis ojos se pusieron tan pesados como mi corazón,
apagué mi teléfono.
La única cosa que aprendí esa noche fue que las páginas web de
información médica eran el diablo, y Kellan probablemente no lo haría a
través de la noche.
Saqué un cigarrillo y lo prendí con mi encendedor. Abrí la ventana,
dejé el cigarrillo en la cornisa, y me permití esos pequeños momentos para
hacerme daño.
166

Traducido por ∞Jul∞

L
a oficina del doctor James Petterson se sentía fría. Más fría de
lo que necesitaba. Claro, fuera probablemente se encontraba
cerca de los treinta y dos grados, lo cual era muy caliente para
el clima de Wisconsin, pero no existía necesidad de que fuera un cubo de
hielo en su habitación. James —o Toothpick Jimmy —T.J.) como todo el
mundo alrededor de la ciudad lo llamaba debido a su cuerpo alto y
delgado—, era el único médico que conocía y en quien confiaba. Sin
embargo, no parecía un médico normal. La mitad del tiempo me
preguntaba si T.J. era incluso un verdadero médico o si se aburrió un
sábado por la noche, compró un estetoscopio, se puso un abrigo blanco y
nunca se lo quitó. Vivía en el apartamento justo encima de su oficina,
también.
Su oficina incluso parecía que era un consultorio médico falso. En la
repisa de la chimenea detrás de su escritorio había una enorme cabeza de
ciervo que juraba que derribó con los ojos cerrados hace años. Al lado de
la cabeza de venado se hallaba lo que se suponía que era la piel de un oso
negro, pero realmente era sólo una alfombra que probablemente encontró
de Walmart en una liquidación. Sacaba a relucir la historia de cómo mató
al oso con una lata de cerveza en su mano derecha y una escopeta en su
izquierda.
En la esquina de su escritorio, T.J. tenía un frasco de gomitas junto
con regaliz negro al lado derecho.
Me asaltó la idea de un médico empujando dulces en las caras de
sus pacientes, pero para T.J. tenía sentido, viendo cómo su esposa Effie
era una de las pocas dentistas de la ciudad y siempre buscaba nuevos
pacientes.
Sin embargo, T.J. y su esposa debían haber usado más sentido
común cuando eligieron el caramelo, porque nadie con su mente bien
comería regaliz negro.
Crucé los brazos, presionándolos contra mi cuerpo para darme calor.
Mierda. Helaba. Mis ojos se movieron hacia la silla justo al lado de mí,
donde Kellan se hallaba sentado.
Cuando miré hacia T.J., vi que sus labios seguían moviéndose
rápidamente. Continuaba explicando la situación una y otra vez. Al menos
eso es lo que pensaba que hacía. Sin embargo, no podía estar seguro
porque ya no lo escuchaba.
No sabía el momento exacto en que dejé de oír las palabras que
salían de su lengua, pero durante los últimos cinco o diez minutos 167
simplemente veía cómo se movía su boca. Sonidos sin sentido fluyendo de
sus labios.
Mis manos agarraron el lado de mi silla y me mantuve firme.
La conmoción fue la peor parte, sin saber si debía reírme o llorar al
diagnóstico. Sin saber si debería enojarme y golpear una pared. Sin saber
cuánto tiempo me fui con mi hermano. La abrumadora sensación de
aislamiento tomó mi respiración. Los latidos del corazón que se
apoderaron de mi sistema eran aterradores, pero no desconocidos. El
miedo y la ira hacían cada momento insoportable.
—Logan —dijo T.J., tirándome de nuevo a la conversación—. Este no
es el fin para tu hermano. Está trabajando con los mejores doctores del
estado. Está recibiendo el mejor tratamiento.
Kellan rozó sus dedos contra su cuello y asintió. —Este no es el fin
para mí, Logan. Es sólo un traspié. —Su cabeza asintiendo con su elección
de palabras, me confundió. Si no fuera el final, ¿no sacudiría la cabeza en
vez de asentir?
Mi mano derecha rozó mi mejilla y aclaré mi garganta. —
Necesitamos una segunda opinión. —Comencé a pasear por el pequeño
porche del patio y mis manos corrían a través de mi cabello—. Y entonces
queremos una tercera opinión. Y una cuarta.
Eso es lo que la gente hacía, ¿verdad? ¿Buscaban una respuesta que
fuera más agradable? ¿Más prometedora?
—Necesitábamos una mejor respuesta.
—Logan... —T.J. hizo una mueca—. Obtener segundas opiniones
solo nos ralentizará. Ya estamos atacando esto desde la cabeza, y tenemos
esperanza...
Sucedió de nuevo. Dejé de escuchar.
El resto de la reunión continuó, pero no dije otra palabra. Ya no
había nada que decir.
Kellan y yo condujimos en silencio todo el camino de regreso a su
casa, y mi mente no se calló, repitiendo la palabra cáncer una y otra vez.
Mi hermano, mi héroe, mi mejor amigo tenía cáncer.
Y ya no podía respirar.

Cuando Kellan me dijo que Erika quería detenerse en algún lugar 168
antes de que me dejara en casa de mamá, no me hubiera imaginado estar
sentados en el pasillo cinco de una tienda durante más de veinte minutos.
Pasó un día entero desde que Logan me contó las noticias sobre su salud,
y sólo pensé en usar drogas cada minuto para hacerle frente, lo cual era
mejor cada segundo. Sin embargo, Erika tenía un tipo diferente de
adicción que la ayudaba a lidiar con el estrés, llamado Pottery Barn.
—¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí? —le pregunté a Erika,
mientras nos parábamos delante de una exhibición de platos carísimos.
Permanecimos allí por lo menos veinte minutos, mientras contemplaba qué
nuevos conjuntos de platos debían escoger, ya que rompió casi toda la
porcelana de su casa.
—¿Quieres callarte? —ordenó, con los brazos cruzados, los ojos
entrecerrados y su mente obviamente completamente loca—. Esto lleva
tiempo.
—No realmente. —Hice un gesto hacia un conjunto—. Mira. Platos.
Oh, mira, más platos. ¿Qué tenemos aquí, Erika? Creo que son platos.
—¿Por qué tienes que ser tan difícil todo el tiempo? Realmente
esperaba que durante estos cinco años hubieras madurado un poco.
—Siento decepcionarte. Pero, en serio, ¿podemos irnos?
Me lanzó una mirada molesta. —¿Por qué tienes tanta prisa por ir a
ver a tu madre? Te has ido hace cinco años, dejando a Kellan para
manejar todo. Tenía que estar allí cuando se cayó a pedazos, y ni siquiera
la contactaste. Nunca la llamaste ni nada, ¿por qué ahora?
—Porque mi hermano tiene cáncer, mi madre es adicta, y me siento
como un hijo de mierda y hermano por irme y no volver. ¿Es eso lo que
quieres escuchar, Erika? Lo entiendo, soy una mierda. Pero si pudieras,
sinceramente, tomar dos segundos para dejar de lanzarlo en mi cara, eso
sería muy agradable.
Bufó una vez, moviéndose hacia delante y hacia atrás en sus
talones. Su mirada se apartó de mí, a los platos que teníamos ante
nosotros, y volvimos a nuestro silencio.
Cinco minutos. Diez minutos. Quince minutos.
—Ese. —Asintió, señalando delante de ella—. Llevaré ese. Agarra dos
juegos, Logan.
Girando los talones, se dirigió en dirección al cajero, dejándome
perplejo. —¿Por qué estoy tomando dos? —grité. No se molestó en
contestarme, sólo se apresuró.
Haciendo malabares con los dos juegos en mis brazos, me tambaleé
hasta el frente de la tienda, colocando las cajas en frente de la cajera.
Erika y yo permanecimos en silencio hasta que el cajero nos dijo el precio 169
final de los platos.
—Ciento ocho dólares y veintitrés centavos.
—Tienes que estar jodiéndome. —Me ahogué—. ¿Vas a pagar más de
cien dólares por platos?
—No es asunto tuyo lo que hago con mi dinero.
—Sí, pero, vamos, Erika. Podrías comprar fácilmente algunos platos
baratos de una tienda de a dólar o algo así, y verás cómo los romperás
mañana de todos modos.
—No cuestiono en lo que Kellan gasta su dinero, o debería decir, con
quién se lo gasta. Así que prefiero que no cuestiones mis decisiones de
gasto.
—¿Sabías que Kellan me daba dinero?
—Por supuesto que lo sabía, Logan. Si hay algo que Kellan es, es un
mal mentiroso. No me importa que te esté dando el dinero, pero... —
Suspiró, y sus ojos se suavizaron cuando se volvió. Por primera vez desde
que volví, parecía derrotada—. No le defraudes, Logan. Él está cansado. No
actuará como que lo está, pero lo está. Está agotado. Estando de vuelta
aquí lo hace feliz. Eres bueno para él ahora mismo. Sólo quédate bien, ¿de
acuerdo? Por favor, no lo decepciones.
—Juro que no me estoy drogando, Erika. Eso no es sólo una mierda
que he estado diciendo. Realmente estoy limpio. —Cada uno agarramos
una caja y caminamos hacia su auto, poniéndolos en el maletero antes de
saltar al auto, y ella comenzó a conducir al apartamento de mamá.
Asintió. —Te creo. Pero, estamos a punto de ir a ver a tu mamá, y sé
cuán detonante era para ti.
—No soy el mismo chico que era.
—Sí. Te escucho. Pero confía en mí. Tu madre es la misma persona
que era entonces. A veces pienso que la gente realmente no cambia.
—Lo hacen —dije—. Si se les da una oportunidad, la gente puede
cambiar.
Tragó saliva. —Espero que estés bien.
En el momento en que llegamos a donde mamá, le pregunté a Erika
si subiría, y declinó, mirando alrededor. —Me quedaré aquí.
—Es más seguro dentro.
—No. Está bien. No me gusta ver... ese tipo de estilo de vida.
No la culpo. Mis ojos se arrastraron por las calles oscurecidas y vi a
unas cuantas personas pasando el rato en las esquinas, como cuando era
niño. Tal vez Erika tenía razón. Tal vez algunas personas, cosas y lugares 170
nunca cambiaban.
Pero tenía que esperar que algunos lo hicieran.
De lo contrario, ¿qué hacía exactamente conmigo?
—Simplemente no te tardes una eternidad, ¿de acuerdo? El
espectáculo de Kellan empieza en cuarenta y cinco minutos —dijo Erika.
—Supongo que no deberíamos haber pasado dos horas de pie frente
a los platos, ¿eh?
Me sacó el dedo. Un término de cariño, apuesto. —Saldré rápido.
¿Estás bien aquí?
—Estoy bien. Sólo date prisa.
—Oye, ¿Erika? —dije, saliendo del auto.
—¿Sí? —Mis ojos una vez más miraron a la gente en los rincones,
viendo en nuestra dirección.
—Cierra con seguro las puertas.
No sabía a qué me metía. Sabía que sería malo, pero supongo que no
sabía lo mal que estaba Ma. Kellan siempre mantuvo esas conversaciones
cortas, diciéndome que tenía que preocuparme de mejorarme en lugar de
preocuparme por asegurarme de que Ma estuviera bien.
Ahora era su turno de tomar su propio consejo.
Pero eso significaba que alguien tenía que dar un paso y
comprobarla, y tenía que ser yo. Y no podía dejar a Kellan caer cuando
más me necesitaba.
La puerta principal se encontraba desbloqueada, lo que me
preocupaba lo suficiente como para hacer que mi intestino se apretara. El
apartamento lucia completamente destrozado con latas de cerveza, botellas
de vodka, botellas de píldoras vacías y ropa sucia por todo el lugar.
—Jesús, Ma… —murmuré para mí mismo, algo sorprendido.
El mismo sofá roto en frente de la misma mesa de café repugnante.
Estaría mintiendo si dijera que no localizaba la bolsa de cocaína sobre la
mesa.
Chasqué la pulsera.
Solo respira.
—¡Quítate! —Oí gritar desde la cocina, la voz de mamá sonora y
temerosa. Mi corazón se me cayó al estómago y volví al infierno. Me
apresuré a entrar en la habitación, listo para arrancar a mi padre lejos de
ella, sabiendo que cada vez que gritaba, sus puños encontraban su camino 171
a su alma.
Pero cuando entré en la habitación, se hallaba sola, teniendo un
ataque de pánico. Rasguñó agresivamente su piel haciendo que se volviera
roja. —¡Aléjate de mí! ¡Bájate de mí! —gritó cada vez más fuerte.
Levanté mis manos y caminé en su dirección. —Ma. ¿Qué estás
haciendo?
—¡Están sobre mí! —gritó.
—¿Qué está sobre ti?
—¡Las cucarachas! ¡Están en todos lados! Las cucarachas están
sobre mí. ¡Ayúdame Kellan! ¡Quítame esta mierda!
—Soy yo, Ma. Logan.
Sus ojos apagados levantaron la mirada en mi dirección y por una
fracción de segundo, me recordó a una mamá sobria.
Entonces empezó a rascarse de nuevo.
—Bien, bien. Ven. Vamos a darte una ducha. ¿Bueno?
Después de un poco de trabajo, conseguí sentarla dentro de la
bañera mientras el rocío caía sobre ella. Seguía frotando su piel mientras
me sentaba encima de la tapa cerrada del inodoro.
—Kellan me dijo que ibas a dejar de drogarte, Ma.
—Sí. —Asintió rápidamente—. Seguro. Seguro. Kellan se ofreció a
enviarme a la rehabilitación, pero no lo sé. Puedo hacerlo por mi cuenta.
Además, esas cosas cuestan mucho dinero. —Me miró con los ojos
cerrados y sonrió, sosteniendo sus manos hacia mí—. Volviste a casa.
Sabía que volverías a casa. Tu padre dijo que no lo harías, pero yo lo sabía.
»Aún me vende a veces. —Bajó la mirada y empezó a lavarse los pies.
Las magulladuras en su espalda y las piernas casi me hicieron tener
arcadas. Sabía que eran de mi estúpido padre. Y el hecho de que no
estuviera allí para intervenir entre los dos me hacía sentir como si fuera
tan mala persona como él.
»¿Crees que soy bonita? —susurró. Las lágrimas corrían por sus
mejillas, pero ni siquiera pensé que supiera que lloraba.
—Eres hermosa, mamá.
—Tu padre me llamó una perra fea.
Mis manos formaron puños, y tomé algunas respiraciones
profundas. —Qué se joda. Estás mejor sin él.
—Sí. Seguro. Definitivamente. —Asintió rápidamente otra vez—. Sólo
deseaba que me amara, es todo. 172
¿Por qué nosotros como seres humanos siempre queríamos amor de
la gente que era incapaz de tal sentimiento?
»¿Puedes lavarme el cabello? —preguntó.
Estuve de acuerdo. Toqué ligeramente los moretones contra su piel,
y no pareció reaccionar en absoluto. Por un rato nos sentamos y
escuchamos el sonido del agua. No sabía cómo comunicarme con ella. Ni
siquiera sabía si quería, pero el silencio era demasiado para desnudar
después de algún tiempo. —Mañana iba a ir al supermercado, Ma.
¿Quieres conseguirme tu tarjeta de comida?
Cerró los ojos y juntó las manos. —¡Diablos! Oh, mierda. Debo
haberla dejado en el apartamento de mi amiga la otra noche. Vive justo en
la calle debajo de la mía. Puedo ir a buscarla —dijo, tratando de ponerse
de pie, pero la detuve.
—Todavía tienes jabón en el cabello. Lávate, sécate, y encuéntrame
en la sala de estar. Veremos la comida otro día.
Me levanté y me fui. Cuando llegué a la sala de estar, mis ojos
cayeron a la bolsa de cocaína sobre la mesa. —Joder... —susurré,
chasqueando mi banda.
Céntrate. Esta no es tu vida. Esta no es tu historia.
El Dr. Khan dijo que después de que dejara la rehabilitación,
surgirían momentos en que me encontraría segundos después de dar un
paso atrás en la rueda de hámster de mi pasado, pero luego me dijo que ya
no era mi historia.
Tenía las manos sudorosas y me senté en el sofá. No sabía cuándo
sucedió, pero de alguna manera la bolsa de cocaína se encontraba en mis
manos. Cerré los ojos, tomando algunas respiraciones profundas. Mi
pecho se sentía en llamas, mi mente salvaje. Estar en la ciudad era
demasiado para mí, pero dejar a Kellan no era una opción.
¿Cómo iba a sobrevivir?
—Mira, vamos a llegar tarde... —Erika entró en el apartamento y se
detuvo, viéndome con la cocaína en la mano. Rápidamente miré de un lado
a otro entre la cocaína y Erika. Ella suspiró—. Figúrate.
Dio media vuelta y se apresuró a salir de la habitación. Mierda. Con
prisa, la seguí, llamándola, pero me ignoró todo el camino hasta el auto.
Una vez que estuvimos dentro, aceleró el motor y se apartó de la acera.
Pasaron unos minutos sin intercambiar palabras.
—Escucha, lo que viste ahí arriba… —empecé, pero negó con la
cabeza. 173
—No hables.
—Erika, no es lo que piensas.
—No puedo hacer esto, Logan. No puedo. No puedo ser la que te
conduce para ir en estos paseos de la alegría. No puedo verte decepcionar
a tu hermano.
—No estoy consumiendo.
—Estás mintiendo.
Lanzando mis manos en derrota, solté un suspiro pesado. —Ni
siquiera sé cómo remotamente hablarte.
—Entonces no lo hagas.
—Bien. No lo haré.
Los dedos de Erika se apretaban firmemente alrededor del volante y
vi cómo su ambientador se balanceaba de un lado a otro en su espejo
retrovisor.
—Está enfermo, y está tratando de no mostrar su preocupación por
ti o por tu madre, pero está aterrorizado. Creo que tenemos que enfrentar
la realidad, y la realidad es que te vi con drogas en la mano. Lo último que
Kellan necesita es que tú lo estreses más.
—¿Qué pasa en tu cabeza? Inventas todas estas historias locas y
juzgas a la gente por cosas que nunca sucedieron. Te pareces mucho a tu
madre desquiciada, ¿sabes?
Se detuvo en el restaurante y puso el coche en el estacionamiento.
Con un tono áspero se volvió hacia mí y me dijo—: Y tú eres una copia de
la tuya.
174

Traducido por Black Rose

—¡No soy para nada como mi mamá! —medio susurré, medio siseé,
persiguiendo a Erika al restaurante de Jacob.
—¡Te vi! —medio susurró, medio siseó de vuelta, enterrándome con
fuerza su índice en mi pecho—. ¡Te vi, Logan!
—Crees que viste algo, pero no lo hiciste. No iba a hacerlo.
—No me mientas, ¡idiota! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Lo prometiste! ¡Lo
prometiste!
Antes de que pudiera responder, Kellan se acercó.
—¿Qué les tomó tanto tiempo? —preguntó. Erika tenía su ceño
fruncido pegado a la cara, pero lo obligó a cambiar de dirección cuando vio
la preocupación en los ojos de su prometido.
—Sólo tuve que hacer una parada en el camino —dijo, besando su
mejilla—. ¡Pero ya estamos aquí! ¡Y no puedo esperar a ver tu
presentación!
La mirada de Kellan se movió a mí, y mantuvo sus ojos llenos de
preocupación. Me encogí de hombros ligeramente, incapaz de realmente
mentirle a mí hermano.
Sus cejas bajaron con la comprensión. Asintió hacia la puerta
principal. —¿Quieres ir a tomar un poco de aire conmigo, Lo? Mi set no
inicia durante otros quince minutos.
—Sí, por supuesto —respondí. Tenía las manos metidas en los
bolsillos de mis vaqueros, todavía en puños por la forma en que Erika me
habló en el coche minutos antes. Sin embargo, ni siquiera podía estar
realmente enojado con ella al respecto. La persona que era cuando me fui
de la ciudad hace años, fue la única persona que alguna vez conoció. A sus
ojos, yo era el imbécil drogadicto que jodió sus vidas y rompió el corazón
de su hermana cuando nunca la volvió a llamar. A sus ojos, yo era el idiota
que casi mata a Kellan y a Alyssa la noche en que estuve en tan mal
estado, que me puse al volante. Era la persona responsable de que Alyssa
perdiera a nuestro hijo. A los ojos de Erika, yo era el equipaje de Kellan y
de Alyssa el cual ambos merecían descargar.
A sus ojos, era el yo que intenté tan duro en nunca volver a ser.
Kellan y yo salimos al exterior, y el frío de la noche otoñal golpeó
nuestras caras rápidamente. Se apoyó contra la pared de ladrillo del bar,
con su pie izquierdo en reposo contra las piedras y los ojos cerrados, su 175
cabeza inclinada hacia el cielo. Metí la mano en el bolsillo por un cigarrillo,
y me detuve.
Mierda.
Nada de fumar.
Me apoyé en la pared junto a él. —¿Cómo lo llevas? —pregunté,
sacando mi encendedor y empecé a prenderlo y apagarlo.
—¿Honestamente?
—Sí.
Cuando abrió los ojos, vi su lucha para contener las lágrimas. —
Practicaba con la guitarra, y mi mano empezó a temblar. El otro día pasó
también, y mis manos no paraban de temblar. Creo que todo está en mi
cabeza, porque tengo miedo de la quimioterapia. He leído un montón en
línea acerca de la quimio cerebral. Ahí es donde una persona pierde
algunas funciones cognitivas. Así que tal vez, incluso podría no ser capaz
de tocar la guitarra más. O escribir letras. Digo... —Se mordió el labio
inferior e inhaló profundamente. Mi rudo, siempre fuerte hermano, se
empezaba a agrietarse lentamente. Y no podía hacer nada al respecto—.
Digo... la música... ese soy yo. Esa es mi vida. Sin embargo, pasé tanto
tiempo huyéndole, y ahora, si no puedo tocar la guitarra...
—Tocaré por ti —dije, y en serio.
Se rio. —Tú no tienes un hueso musical en todo tu maldito cuerpo,
Logan.
—Puedo aprender. Y, demonios, ¿recuerdas cuando aprendiste a
cocinar después de que mi padre me rompió la mano?
—¿Cuando hice el pavo para Acción de Gracias ese año?
Me reí. —Y gritaste, “¡¿quién sabía que un maldito pavo tenía que
descongelarse durante más de cuatro horas?!” cuando trataste de cortarlo.
—¡Pero en serio! ¿Quién sabía eso?
—Um, ¿todo el mundo con un cerebro? O sea, para darte crédito,
nunca vi un pavo que estuviera completamente quemado en el exterior y
totalmente crudo en el interior. Para eso se necesita talento. ¿Qué dijo Ma
al respecto? —pregunté, recordando uno de los pocos buenos recuerdos
que compartimos.
Hablamos al unísono—: ¡¿Qué tipo de mierda es esta?! Si querían
matarme, podrían haber utilizado un cuchillo carnicero. Hubiera sido
menos doloroso que este maldito pavo.
Kellan y yo reímos al tiempo. Ni siquiera era tan gracioso, pero
estábamos muertos de la risa, riendo juntos con tanta fuerza que nuestras
costillas empezaron a doler. Las lágrimas por los recuerdos, corrían por mi 176
cara.
Cuando paramos, un frío silencio llenó el espacio, pero al menos en
este silencio no me sentía solo, porque mi hermano se encontraba
conmigo.
—¿Cómo estuvo ella hoy? —preguntó Kellan sobre Ma.
—No te preocupes, Kel. En serio. Estoy de vuelta, así que me
encargo de ella. Tienes un montón de mierda en tu plato. Es mi turno de
ayudar.
Inclinó la cabeza en mi dirección. —Sí, pero ¿y tú qué? ¿Cómo lo
llevas?
Suspiré.
No podía decirle lo cerca que estuve de drogarme.
No podía decirle cómo me rompió el corazón ver a Ma en la forma
que estaba.
No podía desmoronarme cuando más me necesitaba.
Tenía que ser fuerte por él, porque toda su vida se la pasó siendo la
persona que me salvó. Yo no era un héroe, no era un salvador, pero era su
hermano y realmente esperaba que fuera suficiente.
—Estoy bien, Kellan —dije. No me creyó—. Lo estoy, te lo prometo.
—Sabía que era una mentira, pero no me delató tampoco.
—Estoy muy preocupado por Ma. Y no estoy seguro de cómo
ayudarla... Y si no estoy... —Detuvo sus palabras al tiempo que sus
demonios y temores internos accidentalmente se deslizaron de entre sus
labios.
Empujándome fuera de la pared, me puse delante de él. —No. No. Ni
siquiera puedes llegar a decir esa clase de mierda, ¿de acuerdo? Mira,
estás aquí. Estás recibiendo la quimioterapia. Va a funcionar. ¿Bueno?
Su duda se reflejaba plenamente en su mirada.
Empujé suavemente su hombro. —No te estás muriendo, Kellan. ¿De
acuerdo?
Su mandíbula tembló, y asintió levemente. —De acuerdo.
—No, dilo con convicción. ¡No te estás muriendo! —dije, aumentando
mi voz.
—No me estoy muriendo.
—¡De nuevo!
—¡No me estoy muriendo! —dijo al aire fresco. 177
—¡De nuevo!
—¡No me estoy jodidamente muriendo! —gritó la última vez, sus
brazos extendidos en señal de victoria, una sonrisa en sus labios.
Le jalé en un abrazo apretado y lo sostuve. Escondí las lágrimas que
comenzaron a caer de mi cara, y asentí ligeramente, susurrando—: No te
estás muriendo.
Nos dirigimos de nuevo al interior del restaurante, y lo vi tocar, sus
manos más inestables de lo que me gustaría admitir, pero su música fue
mucho mejor de lo que le había oído. Erika lo miró como si estuviera
viendo el alma de su para siempre en este individuo. Ella lo amaba. Lo
cual era una razón suficiente para que yo la amara. Incluso si me odiaba
con todas sus fuerzas, una gran parte de mí la quería, por amarlo hasta la
médula.
—Tengo que volver a terminar de calificar mis ensayos —dijo Erika
después de que Kellan terminara su set. Todos nos quedamos en el bar
con bebidas en nuestras manos, riendo con Jacob, y olvidando por un
momento la realidad de nuestros días por venir.
—Voy contigo —le dijo Kellan. Metió la mano en el bolsillo y me tiró
las llaves del auto—. Puedes conducir mi auto, Logan. —Esas palabras
podrían no haber significado mucho para cualquier otra persona, pero
significaban que confiaba en mí.
Siempre confió en mí, incluso cuando no era digno de confianza.
—Nos encontraremos en tu auto, Erika. Sólo voy a agarrar mi
guitarra. —Ella asintió y se fue. En el momento en que ella se alejó, Kellan
se inclinó hacia Jacob, con la mirada más sincera en sus ojos—. Oye, sólo
quería saber. Si me pasara algo —Se detuvo, se volvió hacia mí y sonrió—,
que no lo hará, porque no me estoy muriendo. Pero si algo me pasara,
estaría bien con que cuidaras a Erika, ¿sabes? Estaría de acuerdo con eso.
Jacob se inclinó hacia delante, apoyando ambos codos sobre la
encimera. —Y este es el momento en que te digo que te largues por pensar
algo así.
Kellan rio. —No, pero en serio. ¿Cuidarías de ella?
—No estamos hablando de esto —respondió Jacob.
—Sí, Kel. Deja de ser dramático —concordé.
—Amigo. Tengo cáncer.
—Ni en broma saques la tarjeta del cáncer conmigo. —Se rio Jacob,
lanzándole un trapo—. Me importa una mierda —dijo en tono de broma.
—Pero, ¿prométeme que cuidarás de ella? —preguntó, por última
vez. 178
Jacob suspiró, pellizcando el puente de su nariz. —Aunque NADA va
a pasarte, si te hará dormir mejor en la noche, Erika será cuidada. Lo
prometo.
Kellan parecía visiblemente más ligero, sus hombros se relajaron, y
asintió antes de salir a unirse a su prometida.
Mientas me ponía el abrigo para salir, llamé a Jacob. Apoyándome
cerca de él, agarré su camiseta blanca y lo miré con ojos entrecerrados. —
Si alguna vez te veo mirando de cualquier manera a Erika, lo juro por Dios
que te rasgaré las pelotas y te las daré de comer.
Resopló riendo, hasta que vio la mirada severa en mi cara. —Amigo.
Erika es como una hermana para mí. Eso es asqueroso. Ahora, si esa
chica fuera Alyssa, por otro lado... —Sonrió y movió las cejas.
—Eres una persona terrible —dije secamente.
Se rio. —¡Estoy bromeando! Vamos. Eso fue gracioso. Confía en mí,
las chicas Walters están fuera de los límites.
—Bueno. Sólo quería asegurarme de que estábamos en la misma
página.
—Lo estamos. Además, Kellan no se está muriendo.
Asentí concordando en eso.
Porque Kellan no estaba muriendo.
179

Traducido por Liz de Rossi

M
etí mis manos en los bolsillos y me balanceé hacia atrás y
adelante en el porche de Alyssa. No sabía cómo me
encontraba allí de pie. No sabía si podría incluso mantener
la puerta abierta una vez que se diera cuenta de que era yo.
Pero no tenía otro lugar a donde ir. Sin nadie a quien recurrir.
Abrió la puerta y mis ojos bailaban sobre su cuerpo mientras hallaba
de pie con una camiseta blanca y vaqueros azules. Cuando me encontré
con sus ojos, casi me eché a llorar porque sólo estar cerca de ella me
recordó lo que se sentía no estar solo.
Con los brazos cruzados levantó una ceja. —¿Qué quieres, Logan?
¿Todavía me buscas para gritarme? ¿Para hacerme sentir como una
mierda? Porque es casi la una de la mañana y la verdad es que no quiero
oírlo. —La fuerte posición que ocupó casi me hizo reír, pero cuando abrí mi
boca para soltar una risa, me atraganté con el aire.
Vi sus ojos suavizarse. Salió al porche.
—¿Qué es? —preguntó, alerta, la preocupación que siempre se
encontraba en sus palabras era fuerte y clara.
Mi cabeza se sacudió hacia atrás y adelante. Mi estómago se anudó.
—Él es… —Me aclaré la garganta. Metí mis manos más profundamente en
mis bolsillos. Mi mirada cayó a las gastadas tablas de su porche—. Él es…
—Lo. Habla conmigo. —Puso una mano reconfortante en mi pecho,
sobre el corazón. Y sin pensarlo, mi corazón comenzó a acelerarse a causa
de su contacto—. ¿Qué pasa?
Abrí la boca, pero me atraganté con aire. Mi cuerpo empezó a
temblar mientras forzaba las palabras a salir de mi lengua. —Cuando
tenía once años, mi padre me hizo sentar en la lluvia torrencial, porque lo
miraba mal. Estuve allí durante más de cuatro horas, sentado encima de
un cartón de leche y él me miraba desde su ventana, asegurándose de que
no me moviera. Y um... Kellan vino a dejar algunas cosas. Tenía sólo
quince años, pero sabía que Ma pasaba por uno de sus puntos más bajos,
por lo que cada día tenía que parar a revisarme. Traerme comida. La ropa
que le quedaba pequeña. Cuando dio la vuelta a la manzana y me vio
sentado allí, empapado, vi su cara de color rojo y su mano derecha
formase en un puño.
»Le dije que estaba bien, pero no me hizo caso. Me llevó hasta el
apartamento y comenzó a gritarle a mi padre, llamándolo parasito esto y
paracito aquello. Lo cual es una locura, cierto, porque conoces a mi padre. 180
La gente no le replica, la gente ni siquiera lo mira a los ojos. Pero Kellan lo
hizo. Se hinchó el pecho, se quedó mirando al hijo de puta directamente a
los ojos y le dijo que, si alguna vez ponía una mano sobre mí, o me hacía
hacer alguna locura de mierda otra vez, como estar de pie bajo la lluvia, lo
mataría. No significaba eso, ya sabes. Kellan no le haría daño a una
mosca. Pero se puso de frente a mi mayor temor. Luchó por mí cuando no
podía. Y mi padre lo golpeó. —Solté una respiración baja, recordando—. Le
pegó duro, demasiado. Pero Kellan se ponía de pie. Una y otra vez, se
ponía de pie. Por mí. Se ponía de pie por mí. Siempre me cuidó ¿sabes? Es
mi hermano mayor. Es mi…
Mi cabeza se sacudió hacia atrás y adelante. Mi estómago se anudó,
dolió. »Él es… —Me aclaré la garganta y metí las manos más
profundamente en mis bolsillos. Mi mirada cayó a los cordones de mis
zapatos hechos jirones—. Es... se está muriendo. —Asentí, dándome
cuenta de que una vez que esas palabras salieron de mis labios, se
volvieron reales. Mi hermano, mi héroe, mi mundo, se estaba muriendo—.
Kellan está enfermo. Se está muriendo, High. Se está muriendo. —Negué
incontrolablemente, tratando de luchar contra las lágrimas ardientes que
se acumulaban en la parte posterior de mis ojos. Quería callar, quería
dejar de hablar, pero no podía dejar de repetir las palabras más
aterradoras del mundo—. Se está muriendo. Se está muriendo. Kellan se
está muriendo.
—Oh, Logan…
—¿Hace cuánto tiempo lo supiste? ¿Hace cuánto tiempo supiste que
está enfermo? ¿Por qué no me llamaste? Por qué no… se está muriendo...
—Sollocé. Jesús, era un desastre. Me encontraba a segundos de escapar.
Pero entonces se me acercó. Me sostuvo. Sus brazos se envolvieron a mí
alrededor y no habló. Solo me sostuvo fuerte mientras me perdía aquella
noche de verano en el porche de su casa.
Por un momento fuimos nosotros de nuevo. Por un momento ella fue
el fuego que mantenía mi frío corazón caliente por la noche. Por un
momento fue mi salvadora. Mi refugio seguro. Mi brillante y hermosa High.
Pero después de los altos, siempre venían los bajos.
—¿Qué está pasando? —preguntó una voz profunda desde detrás de
Alyssa, saliendo de la casa. Levanté la mirada mientras hablaba de
nuevo—. ¿Quién es éste?
Se puso de pie llevando un botón de la camisa hacia abajo con las
mangas enrolladas hasta los codos, pantalones y zapatos de aspecto caro.
Dio un paso al porche, mientras yo daba un paso lejos de Alyssa,
confundido.
—Dan este es Logan, es mi… —Vaciló, porque no sabía lo que
fuimos, con buena razón. La verdad era que no fuimos nada. Fuimos 181
recuerdos fugaces de algo que una vez fue. Nada más y nada menos—. Es
un viejo amigo.
¿Un viejo amigo?
Te amaba.
¿Un viejo amigo?
Tú me cambiaste.
¿Un viejo amigo?
Te extraño demasiado.
—¿Está todo bien? —preguntó.
Dan dio un paso más cerca de Alyssa con los ojos entrecerrados.
Colocó la mano en su hombro de una manera protectora, y por un
segundo pensé en estar dándole un puñetazo por tocarla. Por colocar su
mano sobre mi chica, pero luego recordé.
Ella no era mía.
No lo había sido en años.
Se encogió para que quitara su mano de encima.
Aparté la vista.
—Voy a irme. —Me reí, pero nada era gracioso. Chasqueé la banda
en mi muñeca, bajé los escalones y escuché a Alyssa llamarme poco
después.
La ignoré.
Tampoco hice caso del fuego dentro de mi alma.
El mundo nunca hacia promesas, pero sabía que siempre estaría
jodido por eso.
Me senté en la valla, mirando las estrellas que brillaban en el cielo.
Mis párpados eran pesados, pero no podía volver a la casa de Kellan. No lo
podía ver. Necesitaba dormir, y durante un tiempo consideré sólo
quedarme despierto mirando al cielo y tomando una siesta hasta que el sol
me despertara. Pero cada vez que cerraba los ojos, recordaba unas horas
antes, cuando T.J. confirmó la peor noticia de mi vida.
Mi corazón dolía más de lo que los corazones deberían estar
autorizados a doler. 182
Es mi hermano…
No podría imaginar que no estuviera allí. Y me odiaba en ese
momento. Me odiaba a mí mismo, porque una gran parte de mí quería huir
y encontrar fármacos. Una gran parte de mi quería sacar mi teléfono
celular y marcar los números de las personas que nunca necesitaba volver
a ver, para inyectarme alguna mierda. Una gran parte de mi quería caer en
el agujero del conejo, porque por ese agujero del conejo, no existían
sentimientos. Nada era real cuando una persona se hallaba en el agujero
del conejo, por lo que el dolor de la realidad nunca salió a la superficie.
Mis piernas dobladas y mis brazos alrededor de mis rodillas.
No recé. No creo en Dios. Pero por un momento de quiebre,
consideraba que el ser hipócrita comenzó aquella noche.
Mis ojos se cerraron e incliné mi cabeza hacia el cielo.
Los pasos eran tranquilos al principio. A continuación, la escalera de
metal empezó a balancearse ligeramente hacia atrás y hacia delante,
mientas hacia su camino a la cima.
Llevaba una bolsa de plástico, esos vaqueros ajustados y el chaleco
de punto, la preocupación en sus ojos permanecía.
Se encogió un poco, sin necesidad de palabras, pero me di cuenta
que pedía permiso para unírseme. Me encogí de hombros y sabía que era
un sí. A medida que sus pasos se acercaban, sentí mis ojos arder y el
corazón acelerarse. Se sentó a mi lado izquierdo, dobló las piernas, y
envolvió sus brazos alrededor de sus rodillas, tal como lo hice. Nuestras
cabezas se volvieron hacia el otro, donde se encontraron nuestros ojos.
Abrió la bolsa de plástico y sacó un paquete de galletas Oreo, una
cesta de plástico de frambuesas, un galón de leche, y dos tazas rojas
separadas.
Escuché cómo se arrugaba el paquete mientras retiraba las caras de
las galletas, dejando al descubierto una pequeña parte de nuestro pasado.
Desenrosqué la parte superior de la leche y luego serví dos tazas.
Desenroscó una galleta, colocando dentro una frambuesa, a
continuación, las puso juntas de nuevo, entregándomelas.
No podía recordar la última vez que tuve una Oreo de frambuesa.
Sus labios se convirtieron en una media sonrisa y asintió. Asentí
una vez en respuesta.
—¿Estás bien, Logan Francis Silverstone? —dijo.
—Estoy bien, Alyssa Marie Walters —respondí.
Nos alejamos el uno del otro, comimos dos cajas enteras de galletas 183
de frambuesa y nos quedamos mirando el cielo iluminado por las estrellas.
Cuando sintió frío, le di mi sudadera.
Cuando mi corazón se rompió, me cogió la mano.
184

Traducido por Fiorella♥

—Oye, despierta. —Sentí un golpe ligero en mi lado mientras me


frotaba mis manos contra mis ojos. Lentamente abriéndolos, el sol
brillante inundaba mi cara, junto con Logan de pie junto a mí—. Oye,
levántate.
—Jesús... ¿Qué hora es? —pregunté, bostezando. No tenía ningún
plan para conciliar el sueño esa noche. Lo que significaba ir a casa y
meterme en mi cama caliente y pretender que Logan no existía en mi
mundo ya, pero él parecía tan roto anoche.
—Es hora de que te vayas —dijo entre dientes. Me incorporé un
poco, confundida acerca de su actitud. Tiró todos los artículos que compré
de nuevo en la bolsa de plástico, y los empujó hacia mí—. No vuelvas aquí,
¿de acuerdo?
—¿Por qué eres tan grosero?
—Porque no te quiero aquí. Y dame mi sudadera.
—Está bien —me quejé, poniéndome de pie y lanzando su sudadera
a él. Mi corazón latía mientras caminaba hacia la escalera para salir. Sin
embargo, en vez de bajar, me di la vuelta en torno a Logan—. Yo no hice
nada malo. Tú viniste a mí la noche anterior. No de la otra manera.
—No te pedí que vinieras aquí. No te dije que trajeras galletas y
mierda, como en los viejos tiempos. Noticia de última hora, no somos las
mismas personas que éramos. Jesús. ¿Tu novio siquiera sabe dónde te
encontrabas anoche?
Reí, conmocionada. —¿Así que esto es sobre mí teniendo un novio?
Logan. Dan no…
Rodó los ojos. —Podría dar una mierda acerca de ti teniendo un
novio. Pero creo que dice mucho de ti que estés tan jodidamente cómoda
con la idea de pasar la noche con otro hombre. ¿El siquiera sabe dónde te
encuentras en este momento? Es decir, vaya, Alyssa. Te hace ver como
una real zor…
Lo corté, dando un paso delante de él, sosteniendo mi mano en
frente de su boca antes de que pudiera decir la palabra. —Entiendo que
estás haciendo daño. Entiendo que estás asustado y que lo estás
descargando en mí porque soy un blanco fácil. Está bien. Voy a ser tu
objetivo. Sacude todo tu odio hacia mí. Dime que nunca vuelva aquí, al
único lugar que me recuerda a ti. Dime que me vaya a la mierda. Pero tú
no consigues hablar conmigo de esa manera, Logan Francis Silverstone.
No soy la chica que se llega a menospreciar porque traté de estar allí para 185
ti. No soy la chica que llamas una zorra.
Su cara cayó por un momento, la culpa leve en sus ojos antes de que
resoplara con fastidio. —Voy a estar en la ciudad por un tiempo, ¿de
acuerdo? Así que, ¿podemos simplemente hacer todo lo posible para
evitarnos el uno al otro? Fue mi culpa por llegar a tu casa, para empezar,
pero eso se acabó. No hay ninguna razón para que nos comuniquemos, la
verdad. Obviamente, no tenemos nada que decirnos.
—Lo siento si he hecho algo de esto más difícil para ti. Yo me quedo
fuera de tu camino. Pero si me necesitas, estaré allí, también. ¿Sí? Sólo
házmelo saber. Y para que conste, Dan no es mi novio. Nunca lo ha sido,
nunca lo será. Es sólo un amigo que me está ayudando a tratar de
conseguir una propiedad. Bebió un poco demasiado y terminó
estrellándose en mi sofá. No estoy en una relación. No lo he estado en un
largo tiempo. Ninguna de mis relaciones pasadas ha sido un buen partido.
Y ahora lo entiendo, por qué no funcionaron. —Tomé una inhalación
profunda, y cerré los ojos—. Debido a que estuve esperando todo este
tiempo a un chico que creía que una vez que me amó.
—Dios… Maldición, Alyssa, ¡no me importa! No me importa acerca
de las cosas sucediendo en tu vida. Y tienes que darte cuenta de algo: Tú y
yo nunca estaremos juntos de nuevo. No somos un final feliz. —Sus
palabras cortaron profundo mientras me daba la espalda.
—¿Alguna vez piensas acerca de nosotros? ¿Alguna vez piensas en
mí? —susurré, pasando los dedos a través de mi cuello—. ¿Alguna vez
piensas en el bebé?
No se volvió de nuevo a mirarme, pero sus hombros cayeron. No se
movió otro centímetro. ¡Di algo! ¡Di cualquier cosa!
—Sólo tienes que irte, Alyssa. Y no vuelvas.
Tragué saliva, la garganta seca.
Di cualquier cosa excepto eso.
186

Traducido por cjuli2516zc

U
nas pocas semanas pasaron desde que volví a casa para estar
con Kellan. Había pasado a través de dos rondas de
quimioterapia y parecía ser él mismo, aunque quizás un poco
malhumorado. Tendía a estar un poco molesto con cómo Erika le ayudaba
con su medicina y lo revisaba cada segundo de cada día. Ella respiraba
bajo su cuello, y si fuera honesto, diría que me sentía agradecido por ello.
Sabía que le molestaba, su persistencia sin parar, pero me hizo sentir un
cierto nivel de paz, sabiendo que tenía tan buen cuidado.
La boda se suponía que debió ocurrir la semana pasada, pero lo
pospusieron para el próximo mes. Me preguntaba con qué frecuencia se
había movido y reorganizado. Sabía que Kellan era el que lo empujaba
fuera, debido a sus reservas acerca de su enfermedad.
El jueves, me dio dinero para ir a comprar algunos comestibles a Ma.
Cuando fui a su casa, traje artículos de limpieza conmigo. La casa se
hallaba destrozada. Ma se encontraba desmayada en el sofá, y no me
molesté en despertarla. Si ella dormía, no se drogaba.
Era una locura para mí como se veía angelical mientras dormía. Era
como si los demonios de su mente fueran a descansar, y su verdadero yo
salía. Abastecí la nevera y los armarios con los alimentos que no se
echaban a perder rápidamente. No sabía lo mucho que debía estar
comiendo, pero de esa manera ella podía picotear cosas sin que se echaran
a perder demasiado rápido.
También le hice una lasaña. Uno de mis recuerdos favoritos de ella
era cuando decidió que quería estar limpia, y me pidió que le hiciera una
cena de celebración antes de que se internara en rehabilitación. Nos
reímos, comimos, y tuvimos un momento de lo que podría haber sido
nuestra vida, si ambos estábamos limpios.
Cuando salió de la casa, tropezó con mi papá, y la rehabilitación se
convirtió en un recuerdo lejano para ella.
Limpié el apartamento de arriba abajo, incluso poniéndome de
rodillas para fregar la alfombra. Caminé toda su ropa a la lavandería, y
mientras se lavaban, regrese a su apartamento y limpié un poco más.
No se despertó hasta que estuve de regreso en el apartamento,
doblando su ropa limpia mientras me sentaba en el suelo. Cuando se
sentó, bostezó. —Me pareció que era un sueño que estuviste aquí el otro
día. 187
Le di una media sonrisa. Ella me dio la otra mitad mientras se
frotaba sus delgados brazos.
—¿Limpiaste el lugar?
—Sí. Tengo algo de comida y lavé tu ropa, también.
Sus ojos se llenaron de lágrimas y siguió sonriendo. —Te ves bien,
muchacho. —Asintió una y otra vez, las lágrimas cayendo por sus mejillas.
No se limpió las lágrimas, permitiéndoles caer contra su barbilla—. Te ves
muy bien. —La culpa asumió el control mientras se rascaba su piel—.
Sabía que podías hacerlo, Logan. Sabía que podías conseguir estar limpio.
A veces me gustaría... —Sus palabras se desvanecieron.
—No es demasiado tarde, ya sabes, Ma. Podemos entrar en un
programa. Podemos conseguir que estés limpia, también. —No sabía que
todavía existía en mí, esa chispa de esperanza que siempre sostuve por
ella. Quería que se alejara de todo de este mundo. Todavía existía una
pequeña parte de mi alma que quería conseguir a los dos una casa, lejos
del lugar que creó tanto horror para los dos.
Por un segundo, parecía que lo consideraba, también. Pero entonces
parpadeó, y comenzó a rascarse de nuevo. —Estoy vieja, Logan. Soy vieja.
Ven aquí. —Me acerqué, y me senté en el sofá junto a ella. Tomó mis
manos en las de ella y sonrió—. Estoy tan orgullosa de ti.
—Gracias, Ma. ¿Tienes hambre?
—Sí —dijo. Me sorprendió un poco.
Arrojé la lasaña en el horno, y cuando terminó nos sentamos en la
mesa de comedor, comiendo directamente de la sartén. Me hubiera
gustado que pudiera haber encerrado este momento en mi corazón y
nunca dejarlo salir.
Mientras comía, las lágrimas seguían cayendo por su rostro.
—Estás llorando —dije.
—¿Lo estoy? —Se limpió su cara. Me dio otra sonrisa. Pero era una
sonrisa tan rota—. ¿Cómo está Kellan? —preguntó.
—¿Sabes sobre el…?
Asintió.
—Él está bien. Me pidió que fuera a una reunión de la terapia con él
la próxima semana. Va a superar esto, ya sabes. Es un hombre duro.
—Sí —murmuró, comiendo más de lo que la vi comer en un largo
tiempo—. Sí. Él es fuerte. Es fuerte. —Las lágrimas empezaron a caer más
rápidamente por sus mejillas, y las sequé—. Sin embargo, es mi culpa,
sabes. Le hice esto a él... yo era una madre de mierda. No estuve allí para
ustedes, muchachos. 188
—Ma. Vamos. —No sabía qué decir, cómo hacerla detener las
lágrimas.
—Es verdad. Tú lo sabes. Lo arruiné. Hice esto.
—No le diste a él cáncer.
—Sin embargo, no hice sus vidas fáciles. Fuiste a rehabilitación,
Logan. Rehabilitación. Me senté contigo en tu dieciséis cumpleaños e
hicimos rayas de coca. Te di mi adicción... —Sacudió su cabeza hacia atrás
y hacia delante—. Lo siento mucho. Lo siento mucho.
Se veía tan rota. Tan perdida. Era verdad, había estado vagando
alrededor perdida en su mente durante todo el tiempo que puedo recordar.
Durante mucho tiempo, estuve tan enfadado con ella. Sostuve tanta
amargura de las decisiones que tomó, pero no fue su culpa. Ella sólo
estaba corriendo vueltas y vueltas en su propia rueda de hámster, incapaz
de dejar de repetir todos sus mismos errores.
—Todos vamos a estar bien, Ma. No te preocupes. —Tomé su mano
en la mía, y la sostuve con fuerza.
En ese momento, la puerta principal se abrió y Ricky llegó
irrumpiendo.
Fue increíble lo mucho que mi odio hacia él todavía existía el
momento en que lo vi.
—Julie, ¿qué demonios? —dijo entre dientes. Sin embargo, se veía
muy diferente a la última vez que lo vi hace cinco años. Parecía...
¿deteriorado? Viejo. Cansado. Sus trajes elegantes que solía usar fueron
reemplazados por pantalones de chándal y camisetas. Sus zapatos de lujo
eran ahora zapatillas de deporte. Sus brazos una vez-musculosos no eran
tan fuertes y definidos como habían estado antes.
Me preguntaba si estaba usando el material que vendía.
—Me debes cincuenta dólares —gritó, y se detuvo cuando me vio. Su
cabeza inclinada a la izquierda, desconcierto en su mirada—. ¿Un
fantasma sólo cruza mi camino? —Mi pecho se apretó de la misma forma
en que siempre lo hacía cada vez que venía en mi camino. Sólo tomó un
momento antes de que su confusión se convirtiera en una sonrisa
siniestra. Parecía satisfecho por mi regreso, casi como si supiera que
estaría de vuelta.
—Tú sabes —Caminaba hacia mí, su pecho empujado hacia fuera—,
había rumores alrededor diciendo que volviste, pero pensé que era una
mierda. Ahora que estás de vuelta, puedes venir a unirte a mí en la
empresa familiar.
—Nunca voy a hacer eso. Nunca voy a ir por ese camino de nuevo. 189
Sus ojos se estrecharon y vi sus graves inhalaciones y exhalaciones.
Entonces se rio. —Me encanta eso. Me encanta que honestamente piensas
que eres lo suficientemente fuerte como para mantenerte limpio. —Se
acercó cara a cara conmigo, y en lugar de dar marcha atrás, me mantuve
firme. No tenía miedo de él nunca más. No podía tener miedo. Empujó mi
pecho con el suyo, tratando de hacerme volver a bajar—. Pero te conozco,
Logan. Veo en tus ojos la misma perra débil que reside en tu madre. No
hay manera de que jamás logres mantenerte lejos.
Vi lágrimas formándose en los ojos de Ma cuando dijo eso. Tuvo que
sentirse como un puñal en su alma, porque toda su vida, todo lo que
siempre hizo fue amarlo. Desperdició tantos años amando a un hombre
que amó controlarla y menospreciarla.
—No hables de mi mamá —dije, levantándome por ella porque no
tenía ni idea de cómo defenderse a sí misma.
Él se rio disimuladamente. —Amo a tu mamá. Julie, ¿no te amo?
Ella es mi primera y única. Eres para mí, bebé.
Mamá dio una especie de sonrisa, como si le creyera.
Algo que nunca entendí.
Me puso enfermo. —No la amas. Amas controlarla porque oculta el
hecho de que tú mismo eres nada más que una rata de mierda.
Me estremecí cuando sentí su puño en contacto con mi ojo. —Esta
rata de mierda todavía puede patear tu culo, pequeño niño. Sin embargo,
no voy a perder más tiempo en ti. Julie. Dame mi dinero.
Su voz temblaba de miedo. —Ricky, no tengo ahora mismo. Sin
embargo, voy a conseguirlo. Sólo tengo que... —Fue a golpearla, y di un
paso delante de él, esta vez bloqueando su golpe.
—Entonces qué, ¿te fuiste a un lugar de rehabilitación elegante y
vuelves pensando que simplemente puedes dar un paso atrás en este
lugar, Logan? —preguntó, molesto—. Confía en mí, no me quieres como tu
enemigo.
Metí la mano en mi bolsillo y agarré mi cartera, contando cincuenta
dólares. —Aquí. Toma y desaparece.
Arqueó una ceja. —¿He dicho cincuenta? Quise decir setenta.
Cabrón. Saqué otros veinte, y lo empujé a él. Aceptó de buena gana
los billetes, metiéndolo en su bolsillo. Se inclinó delante de la lasaña. —
¿Hiciste esto, hijo? —preguntó, sabiendo que llamándome hijo iba a
meterse debajo de mi piel. Tomó una cucharada de la comida, y luego lo
escupió, nuevamente en la sartén, arruinando toda la cosa—. Sabe como a
mierda. 190
—Ricky —dijo Ma, viniendo a defenderme, pero él le lanzó una
mirada que la hizo callar.
Se robó su voz hace mucho tiempo, y ella no tenía ni idea de cómo
encontrarla. —Actúas como si no me ocupara de ti, Julie. Eso es realmente
ofensivo. No te olvides quien se encontraba allí para ti cuando este
muchacho salió y te dejó. Y te preguntas por qué es tan difícil para mí
amarte. Me traicionas cada segundo que obtienes.
Su cabeza bajó.
—¿Y esto? ¿Él trayéndote comida y comestibles? Eso no significa que
se preocupa por ti, Julie. —Abrió los armarios y la nevera, cogiendo toda la
comida que compré para Ma, abriendo cada elemento y vertiéndolo en un
montón en el suelo. Quería detenerlo, pero Ma me dijo que lo dejara
tranquilo. Abrió una caja de cereal, bloqueado sus ojos conmigo y
lentamente lo vertió por encima de todo en el suelo, antes de abrir un
galón de leche y hacer exactamente lo mismo.
Luego, se acercó con sus zapatillas, y se dirigió a la puerta principal.
—Voy a manejar algunos negocios —dijo con una sonrisa—. Y, ¿Julie?
—¿Sí? —susurró, un temblor en su cuerpo.
—Limpia esa mierda antes de que regrese a casa.
Cuando la puerta se cerró, mi ritmo cardíaco comenzó a volver a la
normalidad. —¿Estás bien, Ma?
Su cuerpo parecía tenso, y no me miraba. —Tú hiciste esto.
—¿Qué?
—Él tiene razón. Me dejaste, y él se hallaba allí para mí. Eres la
razón por la que hizo este desastre. No estabas allí para mí. Él se encargó
de mí.
—Ma...
—¡Fuera! —gritó, con las lágrimas cayendo por sus mejillas. Empezó
a caminar hacia mí, golpeándome, como solía hacerlo cuando era joven.
Culpándome a mí porque el diablo no la amaba—. ¡Fuera! ¡Fuera! Todo es
tu culpa. Es tu culpa que él no me ama. Es tu culpa que este desastre está
aquí. Es tu culpa que Kellan se esté muriendo. Te alejaste de nosotros. Nos
dejaste. Nos dejaste. Ahora sal, Logan. Sal. Sal. ¡Sal! —gritó, golpeando
contra mi pecho, sus palabras confundiéndome, hiriéndome,
quemándome. Estaba histérica, recordándome demasiado a la Ma que una
vez conocí y odié. Sus palabras haciéndose eco en mi mente.
Es tu culpa. Es tu culpa que este desastre está aquí. Es tu culpa que
Kellan se esté muriendo. Nos dejaste. Nos dejaste. Nos dejaste. ... Kellan
está muriendo...
191
Mi pecho quemaba mientras parpadeaba una y otra vez, tratando de
no desmoronarme. ¿Cómo llegué de nuevo aquí? ¿Cómo me encuentro en
exactamente el mismo tipo de posición en la que me encontraba hace cinco
años? ¿Cómo estaba de nuevo en la rueda de hámster de la que pasé tanto
tiempo huyendo?
No dejó de pegarme. No se detuvo de culparme.
Así que empaqué mis cosas y me fui.

Logan, once años de edad


—¿No te ves cómodo? —Papá tropezó en la sala de estar mientras yo
estaba sentado en el suelo viendo Cartoon Network. Lo ignoré lo mejor que
pude y seguí comiendo mi cereal Captain Crunch de un tazón. Fumaba un
cigarrillo y sonrió a mi intento de fingir que no estaba allí.
Era solamente las cuatro de la tarde y ya estaba dando tumbos. Ya
se hallaba borracho.
—¿Eres sordo, muchacho? —Se acercó a mí y pasó el dorso de su
mano contra mi cabeza antes de que me golpeara con fuerza. Me estremecí
ante su contacto. Pero seguí ignorándolo. Kellan sabía lo mal que mi papá
podía ponerse, y dijo que era mejor si no respondía. Kellan era tan
afortunado por tener otro padre. Hubiera querido tener otro padre, también.
No podía esperar para que mamá regresara a casa. Se fue por unos
días, pero cuando me llamó la semana pasada dijo que la vería pronto. Me
hubiera gustado que papá nos dejara y permaneciera desaparecido para
siempre.
Cuando su mano corrió contra mi hombro me estremecí de nuevo,
golpeando mi tazón de cereal fuera de mis manos. Se rio maliciosamente,
complacido por mi incomodidad. Levantó su mano y me dio una bofetada en
mi oído. —Recoge esa mierda. Y, ¿qué demonios crees que haces comiendo
cereal a las cuatro de la tarde?
Tenía hambre y era todo lo que teníamos. Pero no podía decirle eso.
No podía decirle nada.
De pie, me sacudí cuando empecé a poner las piezas del cereal de
nuevo en el recipiente. Papá se puso a silbar una melodía de mi dibujo
animado, y mi corazón comenzó a golpear. —Date prisa de una jodida vez,
chico. Recoge esa mierda. Haciendo líos en mí casa como si no tuvieras 192
ningún maldito sentido.
Mis ojos comenzaron a lagrimear, y odiaba que empezaba a dejarlo
llegar a mí. Un niño de once años de edad, se suponía que era más
resistente. Me sentía débil.
—¡RECOGE. ESO!
No podía soportar más de su ira de borracho, su aparente disgusto
por mí. Cogí el plato de cereal y se la arrojé. Falló su cabeza y golpeó la
pared, el recipiente rompiéndose en un millón de pedazos. —¡Te odio! —
siseé, lágrimas ardiendo deslizándose por mis mejillas—. ¡Quiero que mamá
regrese! ¡Te odio!
Sus ojos se ensancharon, y me entró el pánico, arrepentido de mi
arrebato. Kellan hubiera estado tan decepcionado. No debería haber
hablado de nuevo. No debería haber respondido. Debería haberme
encerrado en mi habitación como siempre.
Pero no había dibujos animados en mi dormitorio.
Sólo quería ser un niño, aunque sólo sea por un día.
Papá se dio la vuelta y me agarró del brazo. —¿Quieres volverte
astuto? ¿Eh? —Me dio un tirón a través del cuarto, obligándome a tropezar
con mis propios pies—. ¡¿Quieres romper mierda?!
Fui arrastrado a través de la cocina, donde abrió el armario debajo
del fregadero. —¡No! ¡Lo siento, papá! ¡Lo siento! —Lloré, tratando de
separarme de su agarre.
Se rio burlonamente, y me empujó dentro del gabinete. —Aquí está tu
maldito cereal —dijo, agarrando la caja, y vertiéndolo todo en mi cabeza.
Cuando cerró la puerta del armario, hice todo lo posible para abrirlo, pero no
se movía. Había colocado algo delante de él para mantenerlo bloqueado.
—¡Por favor, papá! ¡Lo siento! —Lloré—. No me dejes.
Lo siento.
Sin embargo, no me escuchando, y después de un tiempo ni siquiera
escuchaba sus pasos.
No sabía cuánto tiempo había pasado desde que me encerró en el
interior del armario, pero me quedé dormido dos veces, y molesto conmigo
mismo. Cuando mamá me encontró, se veía hecha un manojo de nervios y
sacudió su cabeza, pareciendo tan decepcionada de mí.
—Oh, Logan. —Suspiró y corrió sus manos por su cabello. Encendió
un cigarrillo—. ¿Qué hiciste esta vez?

193
Alyssa 194

Traducido por Black Rose

—¿Tienes alguna idea de lo mucho que me estás confundiendo,


Logan? —pregunté, mis brazos cruzados mientras él permanecía de pie en
el porche en una camiseta de color negro con vaqueros oscuros. Tenía frio
por la brisa fresca que me golpeó, dado que sólo llevaba una enorme
camiseta y calcetines hasta la rodilla. Su espalda estaba hacia mí mientras
se movía hacia el borde del porche y envolvió sus dedos alrededor de la
barandilla. Se quedó mirando hacia la oscuridad. Sus brazos eran
musculosos y pude ver cada corte mientras se agarraba del riel de madera.
Cuando éramos más jóvenes, era guapo, pero no construido. Ahora,
parecía un poco como un dios griego que hacía que mis piernas
cosquillearan sólo con mirarlo.
—Lo sé. Es que... no sé a dónde ir.
Se volvió hacia mí, y quedé sin aliento, al ver su ojo morado. Con
prisa, corrí hacia él, ligeramente tocándolo, lo vi encogerse. —¿Tu papá?
Asintió. —Si vuelvo donde Kellan así, va a enloquecer.
Oh, Lo...
—¿Estás bien? ¿Tu madre está bien? —pregunté, y me detuve. Era
como si estuviéramos viajando en el tiempo, reviviendo las mismas rutinas
que solíamos llevar a cabo. Me hubiera gustado que esto no fuera uno de
los recuerdos más comunes.
—No está bien. Pero está bien.
Déjà vu.
—Ven adentro —dije, tomando su mano en la mía.
Negó con la cabeza, soltando su mano de la mía. —Me preguntaste
algo la última vez que hablamos, y no te respondí.
—¿Qué?
—Me preguntaste si pensaba en el bebé. —Sus dedos frotaron la
parte posterior de su cuello—. Pienso en que al final del verano, él o ella
hubiera estado empezando el jardín de infancia. Pienso en que tal vez él
tendría tu risa y tus ojos. Pienso en que probablemente ella masticaría su
cuello y tendría hipo cuando estuviera nerviosa. Pienso en cómo podría
latir el corazón de él. Cómo ella te amaría. Cómo caminaría, hablaría,
sonreiría, frunciría el ceño. Lo pienso. Más de lo que quiero. Y entonces...
—Se aclaró la garganta—. Entonces pienso en ti.
195
»Pienso en tu sonrisa. En cómo cuando te sientes nerviosa masticas
los cuellos de tus camisas, y cuando estás tímida haces lo mismo. Pienso
en cómo cuando te enojas, te da hipo tres veces, y que cada vez que tu
madre te menosprecia, todavía te duele. Pienso en dónde está tu mente por
la noche cuando hay tormentas, y si alguna vez, por un segundo, todavía
piensas en mí.
—Lo. —Suspiré—. Entra.
—No me invites a entrar —murmuró en voz baja.
—¿Qué?
—Dije, no me invites a entrar.
—¿No quieres hablar?
—No. —Su mirada me encontró—. No. No quiero hablar. Quiero
olvidar. Quiero hacer que mi mente deje de recordar toda la basura.
Quiero... High... —Perdió su aliento, y sus palabras se tambalearon. El
temblor en su voz hubiera sido omitido por alguien que no conocía a
Logan. Pero lo oí, lo conocía, y su mente empezaba a viajar a lugares
oscuros de nuevo. Dio un paso más cerca, y se detuvo. Lo quería más
cerca. Echaba de menos estar tan cerca de él. Su mano se posó en mi
mejilla y cerré los ojos a su tacto suave—. Quiero hablar contigo, pero no
puedo. Porque entonces estaremos de vuelta a donde estábamos hace
todos esos años, y no puedo volver a eso, Alyssa. No puedo volver a
enamorarme de ti. No puedo hacerte daño de nuevo.
Mi corazón saltó. —¿Es por eso que has sido tan malo conmigo? —
Asintió lentamente—. Logan. Podemos ser sólo amigos. No tenemos que
tener una relación. Sólo ven adentro, y podemos hablar.
—No puedo ser tu amigo. No quiero hablar contigo, porque cuando
hablo, me duele. Y no quiero sentir más dolor. Pero... no puedo estar lejos
de ti. Lo estoy intentando, pero no puedo. Te quiero, High. —Sus palabras
provocaron escalofríos por mi espina dorsal, y empañaron mi mente—.
Quiero pasar mis manos por tu cabello —susurró, tomando sus dedos y
peinando mis rizos detrás de mi oreja—, quiero pasar mi lengua por tu
cuello. Quiero sentirte —Su mano recorrió mi mejilla—, quiero probarte —
Su boca lamió lentamente la curva de mi cuello—. Quiero chuparte. —Sus
labios envolvieron mi lóbulo de la oreja, chupando suavemente—. Quiero...
Follarte... —Suspiró, acercándome más—. Te quiero, Alyssa. Te quiero
tanto. Te deseo tan fuerte y profundamente que mi mente no puede pensar
en otra cosa. Así que, por favor, para evitar más confusión entre nosotros
—dijo entre dientes contra mi lóbulo de la oreja, antes de aspirar
ligeramente—. No me invites a entrar.
Mi corazón latía apresuradamente, y di unos pasos hacia atrás hasta
que me encontraba pegada a la pared de mi casa. Él se acercó más,
encerrándome en sus brazos. Sus ojos se dilataron a medida que se 196
clavaron en los míos, llenos de, ¿necesidad, deseo, esperanza...? O tal vez
fue mi propia esperanza, la que oré que aún existiera dentro de su mirada.
Mis muslos temblaron, mi mente echa un revoltijo. Una parte de mí se
preguntaba si soñaba, mientras que a una gran parte de mí no le
importaba. Quería este sueño. Extrañaba este sueño. Porque deseé este
sueño durante los últimos cinco años. Quería sentir su cuerpo presionado
contra el mío. Quería sentir lo mucho que me echaba de menos. Quería
inclinarme más y darle un beso.
Quería sentirlo…
Saborearlo…
Lamerlo…
Lo...
—Logan —murmuré, incapaz de retirar mi mirada de sus labios, que
casi tocaban los míos. Logan trasladó ese cuerpo magnífico más cerca de
mí, levantando mi barbilla, así nos mirábamos directamente a los ojos del
otro. Sus labios me recordaron el verano en el cual besar era todo lo que
nos gustaba hacer. Recordándome el primer chico que jamás amé y el
primer y único chico que consiguió romper mi corazón—. Estás triste esta
noche. —Incliné mi cabeza hacia la izquierda y estudié cada parte de él. Su
cabello, su boca, su mandíbula, su alma. Las sombras oscuras que se
encontraban siempre en las profundidades de sus ojos. Sus respiraciones
eran pesadas e inestables como las mías.
—Estoy triste esta noche —concordó—. Estoy triste cada noche.
Alyssa, nunca quise hacerte daño al no devolverte las llamadas.
—No importa. Fue hace mucho tiempo. Éramos niños.
—Ya no soy ese mismo chico, Alyssa. Te juro que no lo soy.
Asentí. —Lo sé, así como ya no soy la misma chica. —Sin embargo,
una parte de mi alma recordaba nuestro ayer. Una parte de mi alma
todavía sentía el fuego que Logan y yo empezamos a construir muchos
años atrás. Y a veces, en los momentos de silencio entre la luz del día y la
noche, juré que todavía sentía su calor—. Es por eso que quiero que entres
esta noche. Porque yo también estoy triste. Sin compromisos. Sin
promesas. Sólo unos pocos momentos para olvidar, juntos.
Sus dedos empezaron a levantar mi camiseta, y mis ojos se cerraron
por el placer que me traía su simple acto. Un pequeño gemido se me
escapó mientras su pulgar rodaba contra la tela de mis bragas, y luego
presionó más fuerte, deslizando el pulgar hacia arriba y abajo. Su lengua
bailaba contra el lóbulo de mi oreja antes de que lo chupara con fuerza. Su
mano derecha agarró mi culo mientras su izquierda movía mis bragas a un
lado, permitiéndole deslizar un dedo dentro de mí.
197
Un dedo.
Dos dedos.
Tres dedos…
Mis jadeos eran pesados, mis necesidades aún más fuertes. Mis
caderas se arquearon en su dirección, queriendo su dureza dentro de mí.
Me molí contra sus dedos, rogando por el toque que extrañé tanto.
—Ven adentro —dije, en voz baja gimiendo, acercándolo más,
necesitándole más cerca.
—No me invites a entrar.
Sus dedos se profundizaron. Mis latidos se aceleraron. Sentía todo
en esos momentos. Cada miedo, cada deseo, cada necesidad...
Sentir.
Saborear.
Chupar.
Oh, Dios mío, Logan...
—Ven adentro —pedí, envolviendo una pierna alrededor de su
cintura.
—No, High.
—Sí, Lo.
—Si voy adentro, no voy a ser suave —juró—. Si voy adentro, no
hablaremos de nada. No mencionamos el pasado, no discutimos el
presente, y no hablaremos acerca del mañana. Si voy adentro, te follo. Y te
follo duro. Te follo salvaje. Te follo para callar mi cerebro, y me follas para
acallar el tuyo. Y luego me voy.
—Logan.
—Alyssa.
—Lo...
—High…
Parpadeé una vez, y cuando volví a abrir los ojos, me prometí no
apartar la mirada de él de nuevo. —Ven adentro.

No llegamos más lejos que el piano en la sala de estar. A medida que 198
su boca encontró mis labios, me besó como nunca me habían besado
antes. Fue duro, áspero, feo y triste. Tan jodidamente triste. El fuego en mi
pecho ardía mientras le devolvía el beso con más fuerza, deseándolo más
de lo que podría haberme deseado alguna vez. Rasgamos la ropa del otro,
sabiendo que este era un tiempo fuera en la vida. Esta era una
oportunidad para silenciar nuestra mente y follar el dolor fuera del otro.
Envolvió sus brazos a mí alrededor y me levantó, colocando mi espalda
apoyada en el piano.
Tomó mi mano y la deslizó sobre su dureza. Lo acaricié mientras me
follaba con su dedo, nuestra mirada nunca vaciló del otro.
Sentir.
Saborear.
Chupar.
Sí…
Metiendo la mano en su bolsillo, sacó un condón y se lo deslizó
antes de extender mis rodillas más amplias. Mientras se deslizaba en mí,
grité de felicidad, de placer, de la clase más profunda de dolor. Sus dedos
se clavaron en mi piel mientras las mías se aferraban a su espalda. Mis
brazos lo agarraron apretadamente mientras empujaba profundamente en
mí, haciendo temblar a mi cuerpo debajo de su peso corporal. Nos
sacudimos contra las teclas del piano, los sonidos a juego con nuestros
deseos, nuestras necesidades, nuestra confusión, nuestros miedos.
Rodaba dentro y fuera de mí, y le rogué nunca dejarme ir. Estábamos tan
rotos. Estábamos tan agotados de las vidas que vivíamos. Pero esa noche
hicimos el amor con las piezas rotas.
Fue intenso, fue sagrado, fue desgarrador.
Tenía sus puntos bajos, tuvo sus altos.
Oh, Dios. Se sintió tan mal, sin embargo, siempre bien.
Lo extrañaba.
Extrañaba a nosotros.
Nos extrañaba tanto a nosotros.
Cuando se fue, no dijo una sola palabra.
Cuando se fue, yo esperaba que volviera mañana.

199
200
Traducido por Liz de Rossi

H
e cocinado desde que tenía cinco años. Ma solía dejarme en
casa con nada más que una lata de sopa, así que tuve que
aprender a usar un abrelatas y la estufa para calentarlo todo
por mi cuenta. Cuando cumplí nueve años, hacia pizzas de tamaño
personal con masa casera, usando salsa de tomate y rebanadas de queso
Kraft como ingredientes. Para el momento en que tuve trece años, sabía
cómo rellenar y asar un pollo entero.
Así que el hecho de que Jacob se sentara con el ceño fruncido frente
a mí era preocupante. Nos sentamos en una cabina de Bro’s Bar & Grill
mientras ponía mi plato de risotto de setas y salchichas frente a él. El
restaurante se hallaba todavía cerrado, y era la segunda vez que lo hacía
sentarse frente a mí con una entrada.
—Mmm… —murmuró, tomando la cuchara y recogiendo un gran
bocado de risotto. Lo vi masticar muy lentamente, sin mostrar ninguna
emoción en su rostro mientras consideraba su opinión, como si mi comida
fuera lo suficientemente buena como para permitirme trabajar en su
cocina.
—No —dijo rotundamente—. Esto no es así.
—¿Estás bromeando? —pregunté, sorprendido y ofendido—. Ese
plato me llevo a través de la escuela culinaria. Fue mi plato final.
—Bueno, tus maestros fallaron contigo en ese momento. No sé cómo
hacen las cosas en Iowa, pero aquí en Wisconsin, nos gusta la comida que
realmente tiene buen sabor.
—Que te jodan, Jacob.
Sonrió. —Tráeme otro plato la próxima semana. Ya veremos cómo
va.
—No voy a seguir trayéndote platos para que los sigas rechazando.
Esto es ridículo. Puedo hacer la comida de tu menú. Sólo dame el trabajo.
—Logan. Te quiero. Realmente lo hago. Pero no. ¡Necesito que
cocines con el corazón!
—¡Cocino con mis manos!
—Pero no con algún corazón. Vuelve cuando lo encuentres.
Le mostré el dedo medio. Se rio de nuevo. —¡Y no olvides que todavía
me debes la receta de la mascarilla para el cabello!

201

—¿Cómo van las cosas hasta ahora, estar de vuelta en la ciudad? —


me preguntó Kellan mientras estábamos sentados en la clínica en la que
recibía su tercer ciclo de quimioterapia. Odié el lugar, ya que hizo que su
cáncer pareciera más real de lo que me sentía preparado para aceptar,
pero hice todo lo posible para ocultar mis miedos. Necesitaba que fuera su
hermano, que estuviera delante de él, y no el hombre débil en que sentía
convertirme.
Ver a las enfermeras enganchar todo tipo de intravenosas en sus
brazos fue difícil para mí. Ver cómo a veces hacia una mueca de dolor, fue
casi la muerte para mí. Pero, aun así, traté de actuar con normalidad.
—Las cosas están bien. Sin embargo, Jacob se comporta como un
imbécil. Dijo que tenía que perfeccionar tres platos antes de que me
contratara para trabajar en su cocina.
—Eso parece justo —dijo Kellan.
Rodé los ojos. —¡Soy un gran cocinero! ¡Lo sabes!
—Sí, pero Jacob no. Sólo prueba algunos pocos platos diferentes de
la casa. No es gran cosa.
Tenía razón, no fue un gran problema, pero todavía me molestaba
ver cómo Jacob me ofreció el trabajo cuando llegué por primera vez aquí,
pero ahora ponía normas sobre este.
—¿Cómo has estado viendo a Alyssa? —preguntó, cerrando los
ojos—. Eso tiene que ser raro.
—¿Te refieres a verla con o sin su ropa?
Sus ojos se abrieron de golpe, el shock golpeándolo. —¡No! ¿Estás
durmiendo con Alyssa? —susurró casi gritando.
Apreté mis dientes y me encogí de hombros—. Define dormir.
—¡Logan!
—¡¿Qué?!
—¿Por qué? ¿Por qué estas durmiendo con Alyssa? Es una terrible
idea. Esta es una completamente fuera de este mundo, una idea horrible.
Me pareció que el plan era evitarla a toda costa para que no cayeran de
nuevo en su pasado. Dios. ¿En serio te acostaste con ella? Incluso, ¿cómo
fue que sucedió?
—Bueno, cuando dos personas se quitan la ropa… —Empecé,
sonriendo.
—Cállate. Tuve sexo cuando todavía usabas ropa interior de 202
superhéroes. Pero, ¿cómo sucedió con ustedes dos?
No podía decirle que acudí a ella cuando estaba cayéndome a
pedazos, porque se sentiría muy mal por mí, no sería fuerte. Pero, no
quiero mentirle. Así que le dije la verdad. —Siempre me recuerda a casa.
Puso una cursi sonrisa. —Después de todo este tiempo, después de
todo lo que pasaron, sigue ahí ¿no?
—Es sólo sexo, Kellan. Y sólo lo hemos hecho una vez. Sin
compromiso. Sin cadenas. Sólo una manera de relajarnos.
—No. Nunca ha sido sólo sexo entre ustedes dos. Para que quede
claro, siempre me han gustado ustedes dos juntos. Erika lo odiaba, pero a
mí me encantaba.
—Hablando de Erika, no le digamos nada. Enloquecería.
—¿Enloquecería sobre qué? —dijo Erika, caminando de regreso a la
habitación con un café en la mano izquierda y un libro de texto en la
derecha. Había estado tomando clases de noche para su maestría, y
cuando no cuidaba de Kellan, su cabeza se hallaba en un libro. A veces,
incluso cuando cuidaba de Kellan, su cabeza todavía seguía en un libro.
—Rompí un plato en tu casa por accidente —mentí.
Levantó la vista de su libro. —¡¿Qué?!
—Mi error.
Empezó a preguntarme sobre todos los detalles del incidente con el
plato que ni siquiera estaba realmente roto, y Kellan me sonrió, antes de
cerrar los ojos, esperando para terminar su tratamiento de quimioterapia.
Treinta y dos horas después de que Kellan tuviera su tratamiento de
quimioterapia, se hallaba decidido a realizar una presentación en un bar.
Erika y yo tratamos de hablar de él, pero se negó, diciéndonos que no
podía renunciar a su sueño. Ahora una gorra de béisbol negra se
encontraba en su cabeza todos los días, mientras trataba de ocultar la
prueba de que empezaba a perder el cabello, pero lo sabía mejor que nadie.
Sin embargo, nunca hablamos de ello.
Las respiraciones de Kellan eran pesadas mientras caminábamos de
la casa hasta el auto, como si los pocos pasos fueran casi mortales para él. 203
Eso me preocupó mucho.
—¿Ven, chicos? —Tomó una inhalación profunda seguida de una
exhalación profunda. Erika le ayudó a entrar en el asiento del pasajero—.
Estoy bien.
Erika hizo una mueca por un momento, antes de darle una sonrisa
falsa. —Realmente estás haciéndolo muy bien. No puedo esperar a verte en
unas pocas semanas mientras la quimioterapia esté funcionando, porque
lo hace. Sólo tengo un presentimiento. Y me encanta que estemos
manteniendo nuestras vidas normales, también. Que todavía estés
tocando la guitarra en lugares. Los médicos dicen que la rutina es
importante. Esto es bueno. Todo esto es bueno. —Erika repetía las
palabras, y yo coloqué una mano reconfortante hacia el asiento delantero
del pasajero, donde Kellan se hallaba sentado.
Lo vi darme una débil sonrisa a través del espejo retrovisor.
Nosotros solo recorrimos unas pocas cuadras antes de tener que
detener el auto. Kellan se lanzó desde su asiento y empezó a vomitar en el
lado de la carretera. Erika y yo corrimos a su lado, abrazándolo
constantemente para que no se cayera.
Este tipo de cáncer se volvía más real cada día.
Lo odiaba.
Odiaba todo lo relacionado con esta desagradable enfermedad. La
manera en que tomaba a la gente más fuerte en el mundo y los obligaba a
ser débiles. Cómo solo tomaba tus seres queridos, y los iba secando hasta
succionarlos.
Si hubiera una píldora mágica que pudiera atrapar todo su dolor y
pasármelo, me la tomaría todos los días de mi vida.
Mi hermano no merece estar pasando por sus luchas actuales.
Ningún humano lo haría.
No le deseaba el cáncer ni a mi peor enemigo.
Ya lo teníamos de nuevo al auto y fuimos directamente a casa,
sabiendo que no existía manera de que Kellan pudiera haber actuado en
su estado actual. Cuando llegamos a su casa, tanto Erika como yo tuvimos
que ayudarlo a caminar hacia su habitación.
—Estoy bien —dijo, su voz agotada—. Sólo necesito un poco de
sueño. Debería haber planeado el espectáculo mucho después de la
quimioterapia. Sólo un estúpido error.
—Voy a estar en la sala de estar estudiando si necesitas algo, ¿de
acuerdo, cariño? —dijo Erika, ayudándolo a acostarse, y luego lo cubrió. 204
Lo besó en la nariz y cerró los ojos.
—De acuerdo.
Salió de la habitación, y se quedó atrás, mirando su pecho subir y
bajar. Se veía tan delgado que me hacía enfermar. ¿Cómo puedo curarte?
¿Qué puedo hacer para que estés bien?
—Estoy bien, Logan —dijo, como si estuviera leyendo mi mente.
—Lo sé, es sólo que... me preocupas, eso es todo.
—No pierdas tu tiempo. Porque estoy bien.
Encogí mi hombro izquierdo. Te amo hermano.
Encogió el derecho, como si pudiera ver mi acción incluso con los
ojos cerrados.
—Voy a salir por un pequeño bocado. Erika puede llamarme si te
pasa algo.
—¿Salir por unas galletas? ¿Por un pequeño batido? ¿Por algunas
actividades adultas con una chica llamada Alyssa? —bromeó.
—Kellan, cállate —Me reí.
Pero sí.
Allí era exactamente a dónde iba.
205
Traducido por Alysse Volkov

L
a primera vez, se paró en mi porche, se pasó las manos por el
cabello y me dijo que no lo invitara a entrar. Luego, regresó al
día siguiente, y al siguiente. Y el siguiente después de ese.
Quería saber el tipo de pensamientos que recorrían su mente cada día.
Cuáles eran sus sueños y cuáles eran sus pesadillas. Pero como no
estábamos hablando, tendría que usar su lenguaje corporal para
entenderlo. Cuando se sentía enojado con sus padres, era rudo. Cuando se
le rompía el corazón por Kellan, su cuerpo se prolongaba un poco más
contra el mío.
Me moví a la izquierda de mi marco de la puerta. Él entró a la casa.
No lo hicimos más allá del vestíbulo esta vez. Rasgó mi ropa y yo
desgarré la suya. Me levantó contra la puerta del armario delantero, y tiró
de mi cabello mientras mis manos se enredaban en las suyas. Tenía las
piernas envueltas alrededor de su cintura, y no me advirtió antes de
entrar. El choque me invadió, haciéndome gemir su nombre cuando
comenzó a golpearme, cada empuje más duro que el anterior. Me hallaba a
segundos de perderme contra él.
Una de sus manos me agarró la espalda y la otra me apretó los
pechos mientras se balanceaba más profundo.
Sintiendo.
Degustando.
Lamiendo.
Joder…
Estábamos volviéndonos poco a poco adictos al acto de él
apareciendo, y yo invitándolo a entrar. La pasión era nuestra droga, y
éramos adictos al éxtasis. Grité su nombre mientras él gruñía el mío.
Empujábamos y nos levantábamos y suspirábamos. Calmamos nuestra
respiración mientras bajaba mis pies al suelo. Pero esta vez, en lugar de
salir de mi casa, comenzó a caminar hacia mi sala de estar.
—¿Qué haces? —le pregunté mientras caminaba por mi pasillo,
hacia mi habitación.
—Vuelve a ponerte la ropa.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Así que puedo quitártela de nuevo.
206
207
Traducido por Fiorella

Mi mayor jodido éxtasis...


208
Traducido por Fiorella

Mi más doloroso Lo...


209
Traducido por Melusanti & Maeh

—Ella no está en casa —dijo una voz amable. Había estado allí de
pie durante unos minutos, golpeando, esperando a que me dejara entrar,
pero no hubo respuesta—. Está trabajando en el bar de piano llamado
Red’s esta noche. Estará allí, haciendo su presentación durante toda la
semana.
—Oh, está bien. Gracias.
La voz pertenecía a una mujer que se encontraba, probablemente,
alrededor de los setenta años, y tenía el cabello color gris plateado que caía
por su espalda. Se hallaba sentada en el porche de la puerta de al lado, en
una mecedora, leyendo novelas mientras tarareaba una melodía propia. A
medida que comenzaba a bajar la escalera de Alyssa, la mujer volvió a
hablar.
—Entonces, ¿Cuál es tu motivo con Aly, eh?
—¿Disculpe?
—Ven aquí —ordenó, estremeciéndome más cuando cerró su libro.
Caminé hacia el porche y me senté a su lado—. Mi nombre es Lori, y he
conocido a esa chica de al lado desde hace muchos años. He servido más
panqueques con ella que nadie con la que haya trabajado. Tiene chicos
arrojándosele a diario, sin embargo, no los voltea a ver. Pero, entonces,
este misterioso chico llega a la ciudad, y pierde su cabeza. ¿Qué pasa
contigo?
—Nosotros solíamos ser muy cercanos. Hace unos cinco años.
—Oh —murmuró, asintiendo—, eres Logan. El chico de la caja.
—¿Qué?
—Bajo su cama, hay una caja. Tú eres todo lo que hay en ella.
Recuerdos, expresiones. El único chico que parece no poder sacudir. —
Puso su mano alrededor del medallón colgando alrededor de su cuello—.
Sé lo que es eso.
—Estoy seguro de que ha superado lo que teníamos hace años. Me
dijo que lo hizo.
Lori levantó una ceja y ladeó su cabeza. —Los hombres son
estúpidos.
Me reí.
—Hay un chico llamado Dan. Chico guapo. Él entró al restaurante
cada semana durante los últimos años para tratar de salir en una cita con
Alyssa, y la vi rechazarlo oficialmente hoy. Sé que lo hizo a causa de sus
sentimientos por ti. 210
No sabía qué decir a eso, por lo que permanecí callado mientras Lori
seguía hablando.
—Pero para ser claros, ella no es una droga. No es tu droga, joven. —
Levanté una ceja, y una pequeña sonrisa apareció en sus labios—.
¿Piensas que desaparecerías por años, y Alyssa no te mencionaría siempre
ahora y antes? Me habló de tu pasado con las drogas, y cómo conseguiste
limpiarte. Lo cual es bueno. Sin embargo, cariño, no puedes volver aquí y
usarla de esta manera. Ella no es algo que puedas tomar para así poder
olvidarte de las cosas a tu alrededor. Es una chica, una gentil y cuidadosa
que todavía está loca por un chico. Y lo que estás haciendo es egoísta. Lo
que ella hace es egoísta también. Verás, tú no dejarás de usarla y ella no
dejará de usarte. Los dos son adictos. Los dos se iluminan a sí mismos con
fuego, como si no sintieran la quemadura.
»Si te importa algo de ella, pararás de hacer esto ahora. Si te importa
algo de su corazón, te detendrás antes de romperlo otra vez. Lo que sea
que ustedes dos estén haciendo, podría ser sólo diversión y juegos para ti,
pero para ella, es más. Es todo en que lo pensaba en el último par de años.
Si al final rompes el corazón de mi amiga, mejor que creas que romperé
todos tus dedos de las manos y pies uno a la vez.
Me reí de nuevo, pero la mirada severa de Lori me detuvo. Tragué
saliva. —Está bien.
—Pero, por ahora, deberías llegar a casa pronto —dijo, abriendo su
libro otra vez—. Se supone que una gran tormenta se está moviendo en las
próximas horas.
Miré hacia el cielo, las nubes oscurecidas bloqueando la luna.
Parándome, con las manos volviendo a los bolsillos, le di las gracias a Lori
por la charla.
Al día siguiente, Kellan preguntó para unirme a él y Erika en su cita
con el terapeuta y no existía manera de decir que no. Me gustaría hacer
algo para que me preguntara a mí. El único terapeuta con el que alguna
vez hablé fue durante mi estancia en la clínica de rehabilitación St.
Michaels Health. Tendríamos sesiones individuales y sesiones en grupo en
los que nos hacían colores y mierdas. Lo odiaba al principio, pero después
de un tiempo, ayudó. Entonces, a veces, me gustaría empezar a odiarlo de
nuevo.
211
Me senté al lado de mi hermano y su novia en la consulta del doctor
Yang, y podía sentir la tensión. Antes de salir de casa, Kellan y Erika
discutieron sobre pequeñas cosas, un tubo de pasta de dientes a la
izquierda en la encimera del baño, el café que no estaba terminado, los
libros de texto de Erika todos en la mesa del comedor. Nunca los vi pelear
antes, así que fue un poco extraño.
—Gracias por acompañarnos hoy, Logan. Sé que significa mucho
para tu hermano que estés aquí.
—Sí, por supuesto. —Palmeé a Kellan en la pierna. Él me dio una
sonrisa forzada—. Lo que sea por este tipo.
El doctor Yang asintió, satisfecho. —Creo que es importante
comprobar de vez en cuando cómo van las cosas. Sé que Erika mencionó
que te has mudado a la casa, lo que supongo podría ser algo bueno para
Kellan. Tener a la familia cerca siempre es útil. Así que, veremos cómo
todo el mundo lo ha estado haciendo. Kellan, comienza.
—Estoy bien.
—Ha estado perdiendo su apetito un poco. Y parece algo de mal
humor últimamente —intervino Erika.
—Eso es perfectamente normal con todo lo que está pasando —le
aseguró el doctor Yang.
—No estoy de mal humor —ladró Kellan.
Erika frunció el ceño. —Me bufaste ayer, Kellan.
—Me tomabas la temperatura a las tres de la mañana mientras
dormía.
—Parecías frío —susurró ella.
—¿Y cómo lo estás haciendo tú, Erika? Sé que hablamos sobre cómo
manejar tu estrés rompiendo cosas…
—Sí. Pero lo estoy haciendo mucho mejor.
Kellan se rio.
—¿Lo siento? —Erika le arqueó una ceja a mi hermano—. ¿Es algo
gracioso?
—Tenemos siete nuevas lámparas en nuestro armario porque una se
rompió. Estás perdiendo la cabeza.
Vaya, eso fue duro.
Vi la vergüenza volver rojas las mejillas de Erika mientras estudiaba
sus zapatos.
El doctor Yang escribió algo en su cuaderno de notas antes de 212
volverse hacia mí. —¿Qué hay de ti, Logan? ¿Crees que Erika está
manejando la enfermedad de Kellan de la mejor manera posible?
Erika resopló. —Correcto. Debido a que un drogadicto consigue
juzgarme.
Eso fue duro también.
Me incorporé en mi asiento, mirando por encima de los dos de Kellan
y Erika antes de contestar. Los dos parecían tan agotados. De la misma
manera en que lucía Ma. Kellan se hallaba clavando los dedos en los lados
de la silla, mientras que Erika luchaba contra la tentación de llorar.
Me aclaré la garganta. —¿Si creo que es raro que Erika tenga estas
mini-rupturas en la que rompe y compra? Sí. ¿Si creo que juzga a la gente
por no ser o pensar exactamente como ella? Absolutamente. —Podía sentir
las dagas que Erika enviaba con los ojos en mi dirección, pero continué
hablando—: Pero ella lo ama. Limpia después de mí. Gritando sobre ello,
pero lo hace. Debido a que está haciendo todo lo posible para hacer que se
sienta cómodo. Podría no estar manejando tu definición, la de Kellan, o la
mía. Tal vez ni siquiera de la mejor manera posible. Pero hace su mejor
esfuerzo. Se despierta cada mañana e intenta hacer su mejor esfuerzo. No
sé si alguna vez yo haya hecho mi mejor esfuerzo… —Bajé la mirada a la
banda en mi brazo—, pero lo estoy intentando. Por estos dos, intento hacer
mi mejor esfuerzo. Que es lo único que uno puede hacer realmente.
Cuando me encontraba en la clínica de rehabilitación en Iowa, tenía estas
frases de Baba Ram Dass4 en todas las habitaciones. En el vestíbulo se
encontraba esta frase en la pared que decía: “Todos estamos sólo
caminando entre sí a casa”. En realidad nunca entendí el significado hasta
ahora.
»Porque al final del día, estamos todos perdidos. Todos estamos
agrietados. Todos tenemos cicatrices. Todos estamos rotos. Todos estamos
tratando de averiguar esta cosa llamada vida, ¿sabes? A veces te sientes
tan solo, pero luego recuerdas tu tribu central. Las personas que en

4 Dr. Richard Alpert también conocido como Baba Ram Dass es un maestro espiritual
contemporáneo que escribió en 1971 el afamado libro Be Here Now.
ocasiones te odian, pero nunca dejan de amarte. Las personas que siempre
aparecen, no importa cuántas veces la has jodido y alejado. Esa es tu
tribu. Estas personas, estas luchas, esta es mi tribu. Así que si, nos
caemos, pero vamos a caer juntos. Vamos a levantarnos juntos. Luego, al
final de todas estas mierdas, todas las lágrimas, todo el dolor, tomaremos
un paso a la vez. Luego, vamos a tomar un par de respiraciones
profundas, vamos a caminar entre sí a casa.

213

Luego de la cita de Kellan, él y Erika fueron a casa para descansar


un poco y caminé alrededor de la ciudad durante todo el día, hasta que la
noche llegó y me encontré de pie frente al bar de piano Red’s. En una
pizarra de tiza sentada frente al bar, veo el nombre de Alyssa como
intérprete de la noche y una oleada de orgullo pasa por encima de mí. Ella
lo está haciendo. Está haciendo lo que ama.
Me posicioné en la parte posterior del bar de piano Red’s, escondido
lejos de la línea de visión de Alyssa. Ella se sentó en el piano, sus dedos
moviéndose atrás y hacia delante a través de las teclas, llenando el bar con
una hermosa melodía que muy pocas personas en el mundo alguna vez
experimentarían. Escuché de cerca, canción tras canción, recordando
cuán increíblemente talentosa era Alyssa.
Cuando llegó a su última canción, se sentó frente al micrófono a un
lado de ella y habló gentilmente—: Termino cada presentación con esta
canción, porque significa tanto para mi corazón. Contiene mucho de mi
alma dentro de las letras y siempre me recuerda un tiempo cuando una
vez amé a un chico… y por algunas respiraciones, algunos susurros y
algunos momentos, creo que él me amó, también. Aquí está “Life Support”
de Sam Smith.
Mi pecho se apretó y me senté más derecho.
Sus dedos bailaban a través de las teclas y veía su cuerpo moverse
como si se estuviera convirtiendo en parte del piano. Era como si no fuera
más que un recipiente de arte. No podía imaginar cómo pudiese ser más
sorprendente. No podía entender cómo podría aturdirme aún más.
Pero entonces separó sus labios.
Las letras fluyeron de su boca con tal facilidad. Sus ojos se cerraron
mientras cantaba; se perdía a sí misma en las palabras, los sonidos, en sí
misma, en nuestros recuerdos.
Fue un honor ser testigo del momento. Lágrimas cayeron de sus ojos
cerrados mientras sus hombros se mecían hacia atrás y hacia delante al
ritmo y sonidos que hacían sus manos. Había algo diferente acerca de los
artistas del mundo. Casi parecía como si sintieran las cosas de diferente
manera, más profundo tal vez. Veían el mundo a color, mientras que
muchos solo veían los blancos y negros.
Mi vida era blanco y negro antes de que Alyssa apareciera en ella.
Mis pies me llevaron más cerca del escenario y me detuve frente a
ella, escuchando las palabras que susurraba en su oído cuando éramos 214
jóvenes. Era tan hermosa, tan libre, cuando interpretaba su música.
Cuando se deja ir, tenía una manera de hacer que todos a su alrededor se
sintieran como si fueran libres, también. Por unos momentos mientras
cantaba, me sentía convencido de que las cadenas de la vida eran
quitadas. Era libre al lado de ella.
Sabía que Lori era una gran amiga, protegiendo a Alyssa del modo
en que lo hizo, pero lo que no sabía era que para mí, Alyssa hacía eso. Era
la chica en mi corazón. Aunque una gran parte de mí intentara negar los
sentimientos que tenía por ella, la otra parte se encontraba todavía
desesperada con la falta, la necesidad, el amor que sólo era capaz de crear
en mi alma.
Alyssa terminó su canción, agradeciendo a sus oyentes y luego se
volvió hacia la audiencia. No me moví. Sus hermosos ojos encontraron mi
mirada. Respiró profundamente y se estremeció un poco cuando se dio
cuenta. Sus pasos hacia mi dirección eran tentativos. Cuando nos
encontramos uno delante del otro, casi sonreímos, medio fruncimos el
ceño, también.
—Hola —dijo ella.
—Hola —respondí.
Fruncimos el ceño y sonreímos.
—¿Puedo acompañarte a casa? —pregunté.
—De acuerdo —respondió.
Cuando dimos un paso hacia afuera, llovía. Alyssa compartió su
sombrilla de lunares conmigo todo el camino a casa. —Estuviste increíble
allí, Alyssa. Lo mejor que te he escuchado interpretar. Lo mejor que nunca
nadie escuchó interpretar, de hecho.
No respondió, pero sus labios se curvaron hacia arriba.
Una vez que llegamos a su porche, abrió su boca para invitarme a
entrar y sacudí mi cabeza. —No puedo hacerlo más.
El aguijón de la decepción golpeó sus ojos azules. Entonces la
vergüenza enrojeció sus mejillas. —Oh, sí. No es gran cosa. —Podría decir
que la herí con mis simples palabras.
Me sentía tan cansado.
Fue un largo día.
Una larga vida.
Una larga y agotadora vida.
—He recaído, Alyssa. —Me froté los dedos contra mi frente. 215
Sus ojos disiparon la vergüenza al preocuparse. —¿Qué? ¿Qué ha
pasado? ¿Cómo? ¿Con qué?
Bajé la voz y me encogí de hombros. —Contigo.
—¿Qué?
—Volví y mi mundo se sacudió otra vez. Regresé al pasado, excepto
que esta vez fue peor porque mi hermano estaba enfermo y fui
directamente a drogarme para ayudar a olvidarlo por un rato. Fui contigo.
Siempre has sido mi refugio, High. Has sido mi ruta de escape de toda la
mierda que me rodea. Pero eso no es justo para ti, o para mí. Quiero
mantenerme limpio. Quiero ser capaz de levantarme y no encontrar la
necesidad de olvidar, lo que significa que no puedo recaer otra vez y no
podemos seguir haciendo esto. No podemos seguir durmiendo juntos. Pero,
te necesito.
—Lo…
—Espera. Déjame sacar esto porque ha estado girando en mi mente
por mucho tiempo ahora. Sé que no soy el mismo chico que era en ese
entonces, pero las piezas de ese tipo todavía persisten dentro de mí. Y sé
que dijimos que el sexo no significaba nada, pero creo que sabemos que
significa todo, razón por la cual no podemos seguir haciéndolo. Pero, te
necesito. Necesito que seas mi amiga. Todo en mi vida ha sido difícil. Todo
en la vida me ha hecho duro. Excepto tú y Kellan.
»Y sé que es egoísta de mi parte preguntarte eso ahora mismo. Sé
que es egoísta, porque necesito que alguien me levante mientras trato de
mantener a mi hermano también, pero te necesito. Necesito que seas mi
amiga otra vez, pero eso es todo, porque no puedo herirte otra vez. No
puedo estar contigo, pero te necesito. Te necesito. No quiero hablar del
pasado. No preocuparnos por el futuro. Sólo ser nosotros, ser amigos. Aquí
y ahora. ¿Estás bien con eso? Porque echo de menos reír y siempre me reía
contigo. Echo de menos hablar y siempre podía hablar contigo. Te extraño.
Por lo tanto, me preguntaba, ¿podemos ser amigos otra vez?
Se apoyó contra el marco de la puerta, luciendo como que lo
pensaba profundamente antes de que una sonrisa encontrara sus labios.
—Nunca dejamos de ser amigos, Logan. Sólo estuvimos alejados un
tiempo.

216
217

Traducido por Black Rose

A
medida que las tensiones entre Logan y yo finalmente se
calmaron y encontramos un camino hacia una nueva amistad,
las aguas rocosas entre Kellan y Erika comenzaron a
construirse. Una noche, tras una mala cita en el médico, los dos entraron
en la casa peleando, mientras me hallaba sentada en su sofá, organizando
la medicina de Kellan que Erika me pidió que obtuviera de la farmacia. Me
estuve quedando en su lugar durante unos pocos días, simplemente con el
fin de ayudar con las cosas. Además, me preocupaba por Kellan más de lo
que quería admitir.
—¡No me estás oyendo! —gritó Kellan, forzando su voz.
—No, te estoy oyendo. Lo que estás diciendo es que no quieres
casarte conmigo.
—Por supuesto que quiero casarme contigo, Erika. Pero simplemente
no tiene sentido ahora. Si muriera, te quedarías con todo el equipaje.
Todas las cuentas, toda la…
—¡No me importa!
—¡Bueno a mí sí!
—¿Por qué estás actuando así? —Erika se giró hacia mí—. Alyssa,
¿puedes decirle a Kellan lo poco razonable que está siendo?
Mis labios se separaron y, antes de que pudiera hablar, Kellan dijo—
: ¡No arrastres a tu hermana a esto! —Cerré mi boca. Me habría ido a casa,
pero permanecían de pie justo en el vestíbulo bloqueando mi camino. Así
que me hundí en el sofá, tratando de hacerme invisible.
Suspiró pesadamente. —No vamos a hablar de esto ahora. Vamos a
calmarnos. Mañana tienes tu cita de quimioterapia, por lo que debemos
descansar antes de ir a eso.
—No vendrás —dijo.
—¿Qué?
—Dije que no vendrás. Reprobaste tu último examen. No has estado
estudiando tanto como antes, y no puedes seguir retrasándote. Haré que
Logan me acompañe.
—¿Por qué me estás dejando fuera? —Erika se volteó de nuevo hacia
mí—. ¡¿Por qué me está dejando fuera?!
Abrí la boca, y una vez más, Kellan habló antes que yo. —¡Deja de 218
meterla en esto! No vienes a mi cita de quimioterapia, ¡¿bien?!
—¡¿Por qué no?!
—¡Porque me estás sofocando! —gritó, más fuerte que lo que lo
escuché gritar jamás—. ¡Me estás sofocando con preguntas, y paquetes, y
píldoras, y tu maldita planificación de la boda y tus malditas lámparas! ¡No
puedo respirar, Erika! —Giró sus brazos con irritación, golpeando una
lámpara fuera de la mesa auxiliar. Cuando se estrelló, la sala quedó en
silencio. Los ojos de Kellan se volvieron pesados por la culpa cuando las
lágrimas comenzaron a caer por las mejillas de Erika.
Kellan bajó la voz, dando un paso más cerca de mi hermana. »Lo
siento, yo solo…
Ella se encogió de hombros. —Lo sé.
De repente, Logan salió del baño con una toalla alrededor de su
cintura, empapado en agua. Su pelo goteaba algún mejunje de aspecto
extraño que era viscoso y verde, y sus ojos se encontraban muy abiertos
por el pánico.
—¡¿Qué está pasando?! —dijo nervioso, casi deslizándose sobre la
pista de agua que él mismo creó. Se veía tan serio y, sin embargo, tan
ridículo, que nosotros tres no pudimos dejar de empezar a reír
histéricamente.
—¿Qué diablos es eso en tu cabeza? —exclamé.
Entrecerró los ojos, confundido por nuestra risa. —Es el tercer lunes
de cada mes. Es una máscara de huevo y aguacate para el
acondicionamiento profundo. —Nos reímos más duro, y la habitación que
había estado previamente llena de ira y confusión fue reemplazada con la
familia y la risa.
—¿Sabes qué necesitamos? —preguntó Kellan, besando suavemente
la mejilla de Erika.
—¿Qué cosa?
—Un receso musical bailable.
—¿Qué es un receso musical bailable? —preguntamos Logan y yo al
unísono.
Los dos nos ignoraron. —Kellan, no. Ha sido un día largo —estuvo
en desacuerdo Erika—, y como acabas de decir, tengo que estudiar...
—No. Está sucediendo. Receso musical bailable.
—Pero… —se quejó Erika.
—Tengo cáncer —dijo.
Su boca se abrió y ella le dio un golpe en el brazo. —¿Acabas de 219
jugarme la carta del cáncer?
Su sonrisa se agrandó. —Lo hice.
Esperé para ver a Erika gritarle, para decirle cómo sus palabras
dolían, pero en lugar de eso sonrió. Intercambiaron miradas y ojeadas que
sólo ellos entendían, y ella asintió. —Está bien. Una canción. Una, Kellan.
Nunca lo vi sonreír tan grande. —¡Una canción!
—Nuestra canción —le ordenó.
Se precipitó fuera de la habitación, dejando a una muy confundida
yo, y a un viscoso Logan allí de pie. Entonces salió con dos congas, y dos
palos de lluvia, entregando una para mí y el otro a Logan.
—¿Qué está pasando? —preguntó Logan—. ¿Qué diablos se supone
que debo hacer con esto?
Erika se quedó mirando a Logan como si fuera un babuino completo.
Ella, tomó el palo en su mano, y le dio la vuelta, haciendo el sonido de
lluvia. Luego, se la devolvió.
—A ver, Lo —me burlé.
Me mostró el dedo medio.
Mariposas se formaron.
Eso no era nada nuevo.
Kellan se sentó frente a las congas y empezó a jugar con ellas. Me
tomó un segundo para entender el ritmo de la canción, pero cuando hizo
clic en mi cabeza, mi corazón se derritió por el tipo de amor que mi
hermana y Kellan tenían. Tocaba la canción de Ingrid Michaelson, “The
Way I Am”.
Su canción.
Kellan cantó el primer verso a Erika mientras sonreía,
balanceándose hacia delante y hacia atrás. Logan y yo añadimos los palos
de lluvia, y ambos empezamos a bailar con Erika, mientras Kellan
golpeaba contra las congas.
Erika cantó el segundo verso, y el amor entre ella y Kellan llenó la
casa con luz a medida que las palabras de la canción salían de su lengua.
Palabras sobre amarse el uno al otro sin importar el dolor, palabras sobre
estar ahí el uno para el otro, incluso cuando se caminaba por las llamas
de la vida.
Fue hermoso.
Cuando llegamos al largo momento musical sin letra, Logan tomó la
mano de Erika y la mía, y nos dio la vuelta, todavía con su toalla, todavía
con el pegote verde que goteaba de su cabello. Luego, la sala quedó en 220
silencio cuando Erika comenzó a cantar el verso final; la estrofa que llenó
de lágrimas los ojos de todos. Cantó las palabras acerca de amarlo cuando
perdiera todo su cabello, mientras pasaba sus dedos por sus cabellos,
apoyando su frente contra los labios de Kellan. La besó suavemente, y
terminaron de cantar la letra juntos, como uno solo.
El último ruido escuchado fue el palo de lluvia de Logan
desvaneciéndose.
—Guau —dijo, envolviendo su mano sobre su boca, mirando a su
hermano y Erika—. Ustedes dos son jodidamente perfectos.
Erika se rio un poco antes de mirar a Kellan. —No me quiero casar
contigo.
Él suspiró. —Sí, si quieres.
—No. Bueno, sí, lo hago. Pero no hasta que estés mejor. No hasta
que estés sano. Vamos a esperar. Vamos a patearle el culo al cáncer. Y
luego, te casarás con mi culo.
La atrajo hacia él, besándola duro. —Me casaré hasta los huesos
contigo.
—Claro que sí lo harás.
—Oh Dios mío. Consigan una habitación. —Gimió Logan, rodando
los ojos—. Iré a lavar esta mierda de mi cabello.
—Hablando de eso... —Kellan se aclaró la garganta y entrecerró los
ojos—. ¿Ustedes creen que pueden hacer algo por mí?

Logan sacudió la cabeza hacia atrás y hacia delante con disgusto. —


Esta es una pésima idea.
—Por primera vez en la historia, Logan y yo estamos de acuerdo en
algo —dijo Erika, lanzando sus manos en estado de shock.
—Yo digo que de una. —Los cuatro estábamos apretujados en el
baño, una rasuradora para cortar el cabello en mi mano.
—¡Gracias, Alyssa! Finalmente, alguien de mi lado. Además, nena —
Kellan se volvió hacia Erika con una gran sonrisa—, ahora, un montón de
gente se está afeitando la cabeza.
—Bueno, él tiene razón ahí —concordó Logan—. Es un poco lo que
se hace en Hollywood. La cabeza rapada es la nueva tendencia. 221
—Entonces, después te afeitas tú —desafió Erika, agarrando la
rasuradora de mis manos, a continuación, sosteniéndola hacia Logan.
Sus ojos se abrieron con horror, y sostuvo un dedo frente a ella. —
Cuida tu lengua.
—Sin embargo, Logan tiene razón. Un montón de celebridades se
han afeitado la cabeza para papeles —intentó explicar Kellan a su novia en
pánico.
—Nombra algunos.
—¡Bryan Cranston! —dije—. Para Breaking Bad.
—¡Joseph Gordon-Levitt lo hizo en 50/50! —añadió Logan.
—Lo siento, ¿podemos no nombrar actores que interpretaban
pacientes con enfermedades terminales cuando se afeitaron sus cabezas?
—pidió Erika. Lo suficientemente justo.
—¡La Roca!
—¡Hugh Jackman!
—¡Matt Damon!
—Jake Gyllenhaal, dos veces —exclamó Logan.
—¿En serio? —preguntó Kellan—. ¿Dos veces?
—Jarhead y End of Watch.
—Genial —asintió Kellan, extendiendo el puño, que Logan golpeó
con el suyo.
—Totalmente genial.
Qué perdedores.
—A ver, chicos. —Me puse de pie con la espalda recta y encendí la
máquina de cortar—. Llegó la hora.
Erika contuvo la respiración y se cubrió los ojos. —Bueno. ¡Hazlo!
—¡Hazlo! —exclamó Kellan.
—¡Hazlo! ¡Hazlo! —coreó Logan.
Así que lo hice.

222
223

Traducido por cjuli2516zc

—¿Qué haces aquí? —preguntó Alyssa, abriendo su puerta,


encontrándome allí de pie con una puerta nueva y una caja de
herramientas.
—No pude dejar de notar las pocas veces que he venido a tu casa
que había un poco de trabajo que necesitaba hacerse.
—¿De qué hablas? —Sonrió—. Esta casa es la definición de la
perfección.
Levanté una ceja, me acerqué a su barandilla del porche, y tiré de
ella hacia arriba, viendo cómo nada la fijaba a las escaleras del porche.
Ella se rio tontamente. —Está bien, así que no es perfecto. Tampoco es tu
trabajo arreglarlo. —Se mordió su labio inferior—. ¿Estás usando un
cinturón de herramientas?
—Estoy definitivamente usando un cinturón de herramientas, lo que
hace mi trabajo el arreglarlo. Así que, si por favor podrías hacerte a un
lado y me dejas ponerte una puerta en tu cuarto de baño, eso sería genial.
—Pasé las siguientes seis horas arreglando las cosas alrededor de su casa,
y ella me ayudó a clavar un par de cosas en su lugar. Lo último que hice
fue subir a la parte superior de su techo, y tratar de arreglar algunos
puntos.
—¿Sabes lo que haces? —gritó Alyssa hacia mí. Se negó a subir
hasta el techo, porque a diferencia de la valla, no había ninguna barandilla
de protección.
—Por supuesto que sé lo que hago —le grité de regreso.
—Pero, ¿cómo?
Me volví hacia ella y le di una sonrisa maliciosa. —Una vez, vi un
documental sobre techos.
Sus ojos se desorbitaron y sus manos se agitaron de ida y vuelta. —
Nop. Nop. Baja, Logan Francis Silverstone. ¡Ahora! Ver un documental no
te convierte en un profesional.
—No, ¡pero el cinturón de herramientas lo hace!
—Logan.
—Alyssa.
—Lo.
—High. 224
—¡Al suelo, ahora! Ven a tomar poco de agua. Sólo... voy a contratar
a una persona para revisar el techo, ¿de acuerdo? Entonces, no te sentirás
como que debes solucionarlo.
Reí entre dientes y comencé a bajar por la escalera. —Bien. Porque
no tenía ni idea de qué diablos hacía.
Una vez que mis pies tocaron el suelo, ella me empujó duro, y
entrecerró sus ojos. —No seas un idiota como eso nunca más. ¿Está bien?
—Está bien.
—¿Meñique? —preguntó.
Envolví mi dedo meñique con el de ella, acercándola más a mí. Mi
corazón empezó a correr desde el pequeño toque, y estudié sus
temblorosos labios mientras miraba mi boca. —Meñique.
Nos quedamos de pie cerca uno del otro, de alguna manera cada vez
más y más cerca, a cada momento que pasaba. Sentí sus labios tocando
ligeramente los míos, pero no estábamos besándonos. Estábamos
simplemente de alguna manera tornando dos personas en una sola,
tomando respiraciones de cada uno.
—¿Lo? —susurró, su aire rozando contra mi piel.
—¿Sí?
—Debemos dejar de estar parados tan cerca ahora.
—Está bien.
Asintió una vez, y dio un paso atrás. —Está bien. —Se pasó sus
dedos por su cabello, y me dio una sonrisa apretada—. Debes ir a buscar
un poco de agua o algo así. Has estado trabajando como un loco. Sólo iré a
mi habitación para tomar un respiro, o cinco, por un minuto.
Estuve de acuerdo y me dirigí a la cocina por un vaso de agua. Me
pregunté si sentía todo por mí como lo sentía por ella cada vez que se
encontraba cerca de mí. Me preguntaba si tenía que luchar contra el
sentimiento de anhelo tanto como yo tenía que hacerlo.
Al abrir su nevera, hice una pausa, viendo todos los alimentos
frescos que tenía. —¿Acabas de ir a comprar comestibles? —grité hacia su
dormitorio.
—Sí, fui ayer.
Mi mente empezó a correr, mirando las verduras y embutidos crudo.
Abrí sus armarios, buscando. —¿Te importa si hago algo realmente
rápido?
—No. Ve por ello. Cualquier cosa está disponible.
225
Increíble.
Empecé a mover las cosas, acaparando ollas y sartenes. En cuestión
de minutos, el caldo de pollo se calentaba en su estufa, y empecé a picar
champiñones y ajo fresco.
—Tengo que decir que, cuando dijiste que querías hacer algo muy
rápido, pensé que querías decir como un burrito caliente. —Sonrió Alyssa.
—Lo siento —Exhalé, de pie en su cocina, dorando la salchicha en
una sartén—, Jacob me ofreció un trabajo en su restaurante. Pero me está
obligando a perfeccionar tres platos antes de darme el trabajo. Y está
siendo un idiota total acerca de ello, rechazando cada cosa que le llevo. Así
que iba a probar algunos de los platos en ti si eso está bien.
Sus ojos se ampliaron con placer. —Oh, Dios mío, no he tenido una
comida de Logan en mucho tiempo. Con mucho gusto seré tu conejillo de
indias. ¿Qué estamos haciendo?
—Risotto —le contesté.
—¿Eso no toma un tiempo?
—Sip.
No sabía que la veía por el rabillo del ojo, pero sonrió. Sonreí
sabiendo que ella sonreía.
Hablamos de cosas al azar mientras me hallaba de pie junto a la
estufa, revolviendo el arroz con el caldo. —¿Así que estás pensando en
abrir un piano bar?
—Sí, bueno, estoy pensando seriamente en ello. ¿Recuerdas cuando
éramos niños y hablábamos de ello?
—¿LoAly?
—AlyLo —corrigió ella con una sonrisa de suficiencia—. Sí. Es decir,
no lo llamaría así viendo cómo era nuestro tipo de cosa, pero no sé. Es solo
un sueño. Eso es todo.
—Un buen sueño, que debes hacer una realidad.
Se encogió de hombros, cruzando sus brazos sobre la mesa, y
apoyando su cabeza en la parte superior de ellos. —Tal vez. Ya veremos.
Mi amigo Dan me ha mostrado algunas propiedades diferentes que podrían
funcionar. Sé que es demasiado pronto para estar mirando edificios y esas
cosas, pero es simplemente divertido. Al ver los lugares hace que el sueño
parezca estar un poco más cerca.
Después de que el risotto estaba hecho, lo puse en el plato y lo
coloqué frente a Alyssa. Sonrió de oreja a oreja, aplaudiendo sus manos
como loca. —Oh, Dios mío, ¡está sucediendo! Sé que te he echado de
menos, Logan. Pero creo que extrañé a tu comida aún más. 226

—Lo suficientemente justo. Ahora aquí. —Le di una cuchara—.


Come.
Cavó rápidamente, y cuando se reunió con sus labios y empezó a
masticar, frunció el ceño.
—¿Qué? ¿¿Qué es?? —pregunté, mi voz agudizada.
—Nada, es sólo que no es... ¿increíble?
—¿Qué? No hay nada mal con este plato.
Sus labios se separaron y ella asintió. —Sí hay.
—No. No hay. Mira. La salchicha se cocinó a la perfección. Los
champiñones asados están perfectos. La mezcla perfecta de condimentos,
notable. Este es un plato malditamente perfecto.
Frunció el ceño y se encogió de hombros. —Quiero decir, está bien.
Para lo que es.
Resoplé. ¿Para lo que es? Alyssa tenía un montón de agallas. —No
hay nada mal con este plato.
—Hay.
—No, no hay.
—Es —Se mordió su labio inferior, hizo un vacilante hacia atrás y
delante ademán con sus manos, y se encogió de hombros una vez más—,
sosa.
—¡¿Sosa?!
—Sosa.
—Tú simplemente —Tomé una inhalación profunda y exhalé con
fuerza—, ¿acabas de llamar a mi comida sosa?
—Lo hice. Porque lo es.
Puse mis manos en el borde de la mesa y me incliné hacia ella,
extremadamente molesto. —He estado cocinando desde que era un niño.
He estado cocinando este plato durante tres años consecutivos a través de
la escuela culinaria. Podría hacer este plato en mi maldito sueño y sabría
cómo algo con lo que alimentaría al presidente. Mi comida no es sosa. Mi
comida es sabrosa y deliciosa. ¡Y tú eres una lunática! —grité.
—¿Por qué estás gritando? —susurró.
—¡No lo sé!
Se echó a reír, haciendo que me dieran ganas de besarla. —Logan...
prueba la comida.
227
Agarré la cuchara de su mano. Sumergiéndola en el plato, arrojé el
risotto caliente dentro de mi boca. En el momento en que golpeó mis
labios, escupí de vuelta en su plato. —Oh, Dios mío, sabe a culo.
Asintió, disculpándose. —Cuando dije que era sosa, estaba siendo
amable.
Mis hombros se desplomaron, y caí contra el suelo. —¿Cómo empecé
a apestar en la cocina? Eso era lo único que se me daba bien.
—No apestas en la cocina. Acabas de perder tu pasión,
probablemente. No te preocupes, lo podemos encontrar. Si vuelves
mañana, te ayudaré a intentar cocinar algo más. Vamos a seguir
intentando hasta que perfecciones tres platos que Jacob nunca podrá
rechazar.
—¿Harías eso por mí?
—Por supuesto.
Nos quedamos despiertos esa noche, comiendo el desagradable
risotto y recordando lo que se sentía ser felices uno con el otro. Durante
las siguientes dos semanas, me presenté en su casa, y cocinamos y
cocinamos, hasta que encontramos tres platos que sabían a gloria. Se
sentía bien estar cerca de ella, se sentía libre. Hablamos, reímos, e hicimos
desastres. Se sentía como todos esos años atrás, cuando todo lo que
hacíamos era reír uno con el otro. Alyssa me entrenó a través del
perfeccionamiento de cada uno de mis platos, y yo me sentía tan
agradecido de tenerla.
Senté el pastel de chocolate final en frente de ella, y gimió antes de
que incluso golpeara a sus labios. —¿Gimiendo sobre mi pastel aún antes
de haberlo probado? —le pregunté.
—Definitivamente gimiendo sobre tu pastel antes de incluso
probarlo. —Abrió su boca, y agarré un tenedor, recogí un poco de torta, y
lo puse en su boca. Cuando empezó a masticar, gimió más fuerte—. Oh,
Dios mío, Logan.
Sonreí con orgullo. —Si tuviera un dólar por cada vez que he
escuchado eso.
—Tendrías ningún dólar, y cero centavos —se burló—. No. En serio,
tienes que probar esto —dijo, pero en vez de conseguir un tenedor para mí,
sumergió su mano en la torta, y lo empujó en mi cara—. ¿No está bueno?
—Se rio como si tuviera cinco años, mientras me limpiaba el chocolate de
mis ojos, nariz y boca.
—Oh, sí. Es muy bueno. Apuesto a que quieres más —dije. Justo
cuando saldría corriendo, envolví mi brazo alrededor de su cintura y la
acerqué a mí. Con mi mano libre recogí pastel y lo empujé dentro de su
boca. Ella chilló.
228
—¡Logan! No te creo. —Se rio, untando su barbilla contra mí
barbilla, frotándolo más profundamente en mi ligera de barba sombra de
las cinco—. ¡Está en mi cabello!
—¡Está en mi nariz! —respondí, agitándola por mi cara lo mejor que
pude, riendo al oír el sonido de sus risas.
Seguimos riendo disimuladamente por un rato hasta que el
momento pasó. Mi mano seguía envuelta alrededor de ella, y cuando
nuestros sonidos cesaron, nuestros latidos del corazón aumentaron.
Me estoy enamorando de ti.
Mi mente se hallaba tan inundada de la falta de Alyssa durante
todos esos años, que casi se me olvidó por qué tenía que echarla de menos.
Debido a que amarme es peligroso. Cambia de tema.
Di un paso hacia atrás, liberando mi agarre sobre ella. —Alyssa.
—¿Sí?
—Tienes una guitarra en tu habitación, ¿tocas?
Vaciló un lado a otro con sus manos. —Más o menos. Me ayuda a
mantenerme creativa. Estoy bien en ella, ni de lejos tan buena como soy
con el piano.
—Kellan ha sido incapaz de tocar. Sus manos son inestables, y a
veces se olvida de sus propias letras. Puedo decir que eso lo está
devorando.
Frunció el ceño. —Sólo puedo imaginar lo que es eso. Ser incapaz de
hacer lo que amas.
—Sí. Me preguntaba, sé que dijiste que no eres muy buena tocando,
pero ¿me puedes enseñar? ¿Me puedes enseñar todo lo que puedas, por lo
que tal vez pueda tocar para él?
—Ahí está de nuevo. —Exhaló un pequeño suspiro.
—¿Qué es?
—El pequeño vistazo del chico que amaba.
229

Traducido por Melusanti

A
la semana siguiente, traje a Alyssa conmigo mientras me
hallaba sentado en el restaurante de Jacob para mi examen
final de comida. Viendo cómo ella era mi inspiración detrás del
plato, se sentía correcto que fuera ella la que estuviera sentada a mi lado
mientras Jacob me hacía cabrearme y que quisiera encontrar otra línea de
trabajo. Tierno y crujiente pato asado, con salsa de frambuesa y romero,
patatas asadas, rostizadas vestidas con aceite de oliva y condimentos, y
coles de bruselas con ajo.
Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras miraba fijamente a
Jacob hacer la misma expresión facial mundana mientras masticaba. El
pie de Alyssa daba golpecitos con nerviosismo a mi lado y mordisqueaba el
cuello de su camisa, lo que me hizo sonreír. No sabía quién se sentía más
preocupado porque el pato no cumpliera con las normas de Jacob, si
Alyssa o yo.
—¡Tienes que sumergir el pato en la salsa! —intervino Alyssa antes
de volver a masticar su camisa—. ¡Oh! Y las coles de bruselas. ¡Sumerge
las coles de bruselas en la salsa de frambuesa también!
Él hizo lo que ella dijo y me estremecí mirando. Bajó el tenedor, se
sentó de nuevo en la cabina y una pequeña sonrisa adornó sus labios. —
Bueno, jódeme de ambas formas, eso es bueno.
Un poco de confianza me encontró. —¿Sí?
—No. Es como, es bueno. Al igual que fuera del mundo, la-mejor-
cosa-que-nunca-he-comido de bueno. —Volvió a dar un bocado más en su
boca—. Mierda. Lo que sea que hiciste en este plato, quiero que lo hagas
en mi menú cada día que vengas a trabajar.
—¿Así que… tengo el trabajo?
—Mantente cocinando de esa manera y puedes tener todo el
restaurante. —Se rio. Luego se puso serio, señalándome con el dedo—. Eso
fue un chiste. El restaurante no está a la venta.
Me reí. —Bueno, el trabajo es suficiente por ahora.
El orgullo llenó mi interior, y casi estallé. Alyssa lucía radiante de
izquierda a derecha mientras se estiraba, lanzando sus brazos a mí
alrededor. —¡Lo sabía! —susurró en mi oído—. Sabía que podías hacerlo.
Aspiré su champú melocotón.
230
—Muy bien, niños, dejen de hablar. Sal y celebra esta noche, Logan,
comienzas el lunes.
Nos paramos todos y Jacob fue por un apretón de manos, pero lo
levanté en un abrazo de oso y lo hice girar en círculos antes de besar su
frente. —Gracias, Jacob.
—En cualquier momento, amigo.
Mientras Alyssa y yo salíamos, me detuve. —Oh, sí, Jacob, espera.
—Metí la mano en mi bolsillo de atrás y saqué un trozo de papel con la
receta de mi mascarilla para el cabello.
Se rio. —¿Te retuviste de darme la receta hasta que te diera el
trabajo?
—Podría haber habido una pequeña posibilidad de que te estuviera
manteniendo a raya hasta que me dieras el trabajo.
Asintió, orgulloso. —Habría hecho lo mismo.

Alyssa y yo estuvimos en la ciudad por el resto de la noche,


celebrando que consiguiera mi primer trabajo oficial de chef. Terminamos
en un restaurante barato con hamburguesas y papas fritas apiladas frente
a nosotros, teniendo la batalla de quién podía comer más sin enfermarse.
Me sentí como la primera vez, me encontraba feliz de nuevo.
Pero debería saber mejor que no duraría mucho tiempo. Porque
después de los altos, siempre llegan los bajos.
—¿Comes también aquí, hijo? —escuché detrás de mí, y mi
mandíbula se apretó. Me di la vuelta para ver a mi padre sonriendo en mi
camino como el idiota que era. Tenía su brazo alrededor de una chica, y
cuando cerré los ojos en ella, vi el miedo descansando en su mirada. Mi
mente volvió a la primera noche que vi esos ojos.
—¿Sabes lo hermosos que son tus ojos? —pregunté, cambiando de
tema. Suavemente empecé a besar su cuello, escuchando su suave voz
gimiendo.
—Sólo son verdes.
Se equivocaba. Eran de un tono único de Celadón, sosteniendo un
poco de gris y un toque de verde en ellos. —Hace unos años, vi un
documental sobre cerámica china y coreana. Tus ojos son del color del 231
esmalte que se utiliza para hacer la cerámica.
—Oye. —Tragué saliva, alejando mi mirada de Sadie—. ¿Qué pasa?
—¿Qué pasa? —Se hizo eco—. Dices qué pasa como si la última vez
que me viste no trataste de iniciar una pelea.
Alyssa sostenía su bolso cerca de ella y podía ver el pánico en su
mirada. Se sentía aterrorizada, de la misma manera en que lo parecía
Sadie. De la misma manera en que la mayoría de las mujeres parecían
cuando se hallaban cerca de mi padre. —Mira, no quiero problemas —dije,
mi voz baja.
—Oh, así que ahora ¿soy problemas? —Se rio, hablando en voz alta
porque quería que todos notaran nuestra interacción. Ese era el tipo de
persona que era, un fanfarrón. Dio un paso más cerca de mí mientras me
sentaba, cerniéndose a un par de pulgadas por encima de mí—. No te
olvides de la persona que te tomó a ti y a tu mamá en todos estos años
atrás, Logan. —Gruñó, un poco como una amenaza.
Se quedó mirándome con odio en sus ojos durante unos segundos
antes de que hiciera una gran mueca y me diera una palmada en la
espalda. —Sólo estoy jodiendo contigo, amigo. ¿Podemos sentarnos?
¿Podemos unirnos a ti? —No esperó por una respuesta antes de caer en la
cabina junto a Alyssa.
Alyssa se tensó y pareció a unos segundos de llorar. Tomé su mano
en la mía, ligeramente apretando sus dedos, y la atraje más cerca de mí.
Quería abandonar el lugar, y llevar a Alyssa a casa. Odiaba la forma
en que mi padre hacia que la mujer tuviera la piel de gallina por miedo.
—Esta es mi chica, Sadie —dijo, envolviendo su mano fuertemente
alrededor de su cintura, tirando de ella hacia él.
Me encogí, sintiendo crecer mi temperamento, pero traté de no dejar
que me afectara. Sostuve mi mano hacia Sadie para un apretón de manos.
—Encantado de conocerte —ofrecí. Ella no extendió su mano, y rompió el
contacto visual.
Ricky habló por ella. —Oh, no, no, no. No tocar. —Su voz se
encontraba empapada en la misma forma amenazante que siempre le
habló a Ma. Él pensaba que significaba algo como que era una gran polla
poderosa, por lo que restaba importancia a las mujeres como una forma de
sentirse fuerte.
Sólo lo hacía ver débil para mí.
—A Sadie realmente no le gusta ser tocada por otros hombres,
¿verdad, Sadie? —dijo papá.
No respondió, porque él no se lo permitió. Si no hubiera hablado con 232
ella esa noche, habría asumido que era muda, viendo cómo no dijo una
sola palabra desde que la vi en el restaurante.
—¿Necesitas algo, Ricky? —le pregunté, cada vez más y más
molesto.
Arrojó sus manos en defensa. —Guau allí, extraño. Sólo quería
decirte “hola”. —Su celular sonó y echó un vistazo a Sadie—. Tengo que
tomar esto. No te muevas. —Se puso de pie y se dirigió hacia fuera para
tomar la llamada.
Mi mirada saltó a Sadie. —¿Qué demonios estás haciendo con él?
¿Ese es el novio del que hablabas?
—Yo… no sabía… —Su voz era temblorosa—. Te vi en la estación de
tren después de que tratara de dejarlo, y quería decirte. Pero sabía que
sólo crearía más problemas. Quiero dejarlo, pero cada vez que lo intento,
envía a personas para encontrarme. No puedo…
—¿Te lastimó? —pregunté. Su mirada cayó al suelo.
Cavé en mi bolsillo trasero y saqué mi billetera, luchando para
conseguir dinero. —Aquí. Toma esto. Ve a buscar el autobús más cercano
y aléjate de él.
Los ojos de Alyssa estudiaron los míos, pero no preguntó que
pasaba. Su mano se posó en mi pierna para confortarme durante todo el
tiempo.
—No me puedo ir. No puedo —dijo Sadie, con los ojos desgarrados.
—¿Por qué no?
—Estoy embarazada —susurró—. Estoy embarazada y no tengo
nada ni a nadie para correr. Él me llevó lejos de mi familia. Destruyó todas
mis relaciones. Y ahora es todo lo que tengo.
—Sadie, escúchame. Por tu niño, la mejor cosa que alguna vez
puedes hacer es conseguir un autobús y nunca mirar hacia atrás. No
quieres tener un hijo con ese hombre. He sido ese niño. Confía en mí, no
sale bien.
Bajó la mirada, moviéndose ligeramente. —Está bien —susurró.
Alyssa parecía confundida, pero escribió su número en una
servilleta. —Si necesitas algo me puedes llamar, o a Logan. Pongo nuestros
dos números abajo.
Sadie secó las lágrimas de sus ojos. —¿Por qué estás siendo tan
amable? Ambos casi ni me conocen.
—¿Qué? Por supuesto que te conozco. Me enseñaste español —
bromeé, tratando de romper la tensión. Ella me dio una pequeña sonrisa y
recogió el dinero—. Sal por la puerta de atrás en la cocina. Puedo llevarte 233
si quieres.
Me puse de pie, tomé su mano, y empecé a acompañarla a la parte
trasera. Casi lo hicimos hasta que sentí que la tiraban lejos de mí.
—¿Qué diablos significa para ti “no te muevas”, mujer? —le dijo
papá entre dientes. Su brazo se atrapó en su cintura, y la apretó tan fuerte
que vi la expresión de dolor golpeando sus ojos—. Hora de irse.
Sadie me miraba con ojos suplicantes, y di un paso adelante. —No
creo que ella quiera ir.
—¿Perdón? —preguntó. Pasó sus dedos por el cabello de Sadie y tiró
de ella aún más cerca, más apretada—. ¿No quieres ir conmigo?
Ella no dijo nada. Papá continuó—: Hago tanto por ti, Sadie. ¿Y así
es como me pagas? Te amo. ¿No sabes eso? —Se inclinó y la besó, de la
misma manera que solía besar a mamá cuando le daba de comer sus
mentiras para controlar. Ella le devolvió el beso, también, de la misma
manera que mamá usaba para darle el beso. Supe en ese momento que
Sadie no saldría. Se encontraba encerrada en su red—. Nos pondremos al
día más tarde, Logan —me dijo. Sonaba más como una amenaza que como
un feliz encuentro.
Sin embargo, no me sorprendí. Mi padre no sabía nada acerca de la
felicidad, pero era un profesional en desastres.
Cuando se fueron, me sentí disgustado. Permanecí en silencio,
cortando la banda en mi muñeca. Alyssa se acercó a mí. —¿Estás bien?
Negué.
—Podemos salir a la calle en busca de aire, si quieres.
—Sí, está bien. —Sin embargo, necesitaba más que aire. Necesitaba
que mi padre desapareciera, permitiendo que todos los que se cruzaron en
su camino fueran liberados finalmente de sus cadenas.
234

Traducido por Fiorella♥

M
ientras Logan y yo caminábamos fuera, él apretó los puños,
enrojeciéndose de la molestia de su padre. No sabía la
historia que Logan y Sadie tenían, pero sabía que tenía
miedo por su bienestar, como debería haber estado. Estar cerca del padre
de Logan era aterrador. No podía imaginar ser Sadie, incapaz de escapar
de sus cadenas.
—¿Estás bien? —le pregunté.
—Sólo necesito un momento. —Puso sus manos detrás de su cuello
y comenzó a dar vueltas por el estacionamiento. Había coches aparcados
en la parcela grande, y la gente se hallaba fuera en el buen tiempo,
socializando y riendo, mientras que Logan hacía todo lo contrario. Trataba
con esos demonios que le gustaban perseguirlo. Se merecía un descanso.
Me apoyé en el lado del edificio, a la espera de que se calmara. Pateó
los mechones altos de hierba con sus zapatos, de ida y vuelta.
—¿Estás pensando sobre usar drogas? —pregunté.
—Sí —murmuró, cerrando los ojos y caminando en círculos.
Pobre tipo.
—¿Sabes lo que haría este momento mejor? —pregunté, poniendo
las manos en las caderas mientras mi pie izquierdo se apoyaba en el lado
del edificio.
—¿Qué es eso?
—¿Sabes lo que deberíamos hacer para realmente hacer que te
sientas mejor?
—Uh no. ¿Pero supongo que tienes una idea?
—¡Oh, sí la tengo! —Fijé mis ojos con él—. ¿Estás escuchando?
—Sí.
—No, quiero decir, ¿estás realmente, realmente escuchando?
Rio. Bien. Me sentía tan feliz de que se riera. También me reí, porque
era muy guapo. Me reí porque era mi amigo de nuevo. Me reí porque mi
corazón sabía que no hubiera sido lo suficientemente bueno para mí.
—Sí, estoy escuchando.
Me puse de pie, desplazando hacia afuera mi pecho, y dije—:
Karaoke. 235
—Oh, Dios, no.
—¿Qué? ¡Vamos! ¡¿No te acuerdas cuando íbamos al karaoke
cuando éramos más jóvenes?! ¿Y tú hiciste Billy Jean de Michael Jackson
con el movimiento de pelvis y todo? —Recreó sus movimientos de cadera
del pasado.
Se rio. —Sí. También recuerdo estar drogado cuando hice el
movimiento de pelvis.
Mi cara cayó en estado de shock. —¿Qué? ¿Estabas drogado cuando
hiciste eso?
—Sí, de lo contrario nunca habría recordado hacer karaoke, confía
en mí.
—Oh. Sólo pensé que te sentías entusiasmado con su colección de
Michael Jackson y Justin Bieber. De todas formas. Hoy, vamos a hacer
karaoke en el bar de O'Reilly.
—De ninguna manera.
Asentí tomando sus manos en la mía. —Sí lo harás.
—Alyssa. Aprecio que estés tratando de hacerme sentir mejor y esas
cosas, pero en serio, no tienes que hacerlo. Estoy mejor ahora. Me hiciste
mejor. Además, no hay manera en el infierno que vuelva a hacer Karaoke
de nuevo.
236

Traducido por Sam89

E
staba haciendo lo del karaoke otra vez.
De alguna manera Alyssa se las arregló para tirar de
mí hacia el escenario en el bar O’Reilly, y puso un
micrófono en mi mano. Prometió que haríamos un dúo así
que no estaría actuando solo, pero todavía podía sentir los nervios en la
boca de mi estómago. Ella eligió la canción, “Love The Way You Lie” de
Rihanna y Eminem.
—¿Te sabes la letra? —me preguntó—. La canto todo el tiempo
cuando estoy conduciendo, así que me sé las letras de memoria.
—Puedo seguir la pantalla.
Sonrió ampliamente. Sonreí más ampliamente.
Mi más grande High.
Cuando la música empezó a sonar y las primeras letras aparecieron
en la pantalla, ningún sonido vino de Alyssa ni de mí. La gente en el bar
empezó a gritarnos que cantáramos, pero ninguno lo hizo.
El DJ apagó la música y nos hizo un gesto. —Um, saben que tienen
que abrir la boca para cantar, ¿verdad?
Miré a Alyssa confundido. —¿Por qué no cantabas? Decía que era la
parte de Rihanna.
—Oh. No canto su parte. Me gusta rapear la parte de Eminem.
—¿Qué? —siseé, dando un paso más cerca de ella—. No cantaré la
parte de Rihanna.
—¿Por qué no?
—Porque no soy una chica.
—Pero tienes esa hermosa voz aguda, Lo. Creo que harás una
hermosa Rihanna —se mofó.
—La voy a poner otra vez, gente. Es ahora o nunca —dijo el DJ.
—No voy a hacer esto, High —dije mientras estábamos de pie nariz
con nariz, con nuestros pechos fuera.
—Oh, vas a hacerlo.
—No.
—Sí. 237
Negué con la cabeza. —No.
Asintió. —Sí.
—Alyssa.
—Logan.
—High.
—Lo.
El principio de la música empezó y seguí negando con la cabeza,
diciéndole que no existía manera de que fuera a hacerlo, pero cuando la
parte de Rihanna vino, el micrófono se alzó hacia mis labios y empecé a
cantar la parte femenina de esta canción; agudo, sonando como el puto
infierno.
Alyssa cubrió su boca para mantener sus incontrolables risitas para
sí misma. Le di una mirada asesina antes de volverme para encarar al
público y abrazar completamente mi lado femenino. Pensaba que lo hacía
bastante bien. Pensaba que era el que hacía nuestra actuación mágica.
Pero entonces algo sucedió.
Los versos de Eminem llegaron y Alyssa lo trasformó en algo que
nunca he visto antes. Le robó al DJ la gorra de beisbol, poniéndola en su
cabeza del revés, y empezó a moverse atrás y adelante en el escenario,
consiguiendo envolver a la audiencia en la actuación, haciéndolos mover
sus manos atrás y adelante mientras ella rapeaba.
Alyssa Marie Walters rapeaba a Eminem. Y era jodidamente
increíble. Lo puso todo en ello, gestos con las manos, expresiones faciales,
dándole todo lo que tenía. Era tan salvaje y hermosa en ese momento.
Libre.
Cuando el estribillo llegó, me miró y empecé a cantar de nuevo,
chillón y terrible.
Luego, ella rapeó de nuevo, clavando cada palabra.
Cuando llegó el último verso, el más duro que tenía que rapear,
respiró profundamente. Bloqueó sus ojos con los míos, y antes de que
empezara, el cuello de su camisa descansó entre sus labios. Asintió una
vez. Asentí una vez. Ella dejó caer el cuello y empezó a rapear el último
verso directamente hacia mí.
Y fue jodidamente sexy.
Su cuerpo se movió atrás y adelante, se convirtió en las palabras y
las palabras se empararon de ella, y una vez que terminó, dejó caer el
micrófono, la multitud se volvió salvaje y yo canté el último estribillo de 238
Rihanna hacia ella.
Cuando terminamos, no podíamos parar de reír. Nos envolvimos en
un apretado abrazo, mientras la gente del público nos vitoreaba,
rogándonos por un bis.
Actuamos cinco canciones más antes de retirarnos a una cabina en
la parte de atrás del bar para algunas bebidas de celebración.
Nos quedamos la mayor parte de la noche, hablando sobre nada y
todo. Nos reíamos más de lo que habíamos hecho en mucho tiempo. Por
un tiempo, se sintió como solía ser.
Sus risas se convirtieron en mis inspiraciones. Sus sonrisas eran
mis latidos.
Miré su boca moverse mientras contaba una larga historia sobre lo
que sea. La verdad era que dejé de escuchar. Dejé de escuchar hacía un
largo tiempo, porque mi mente se hallaba en otro lugar.
Quería decirle cómo me sentía por ella, en todos los aspectos de
nuevo. Quería decirle cómo estaba cayendo por ella una vez más. Quería
decirle que todavía amaba su salvaje cabello y todavía amaba su boca que
siempre fue parlanchina sobre lo que fuera.
Quería…
—Logan —susurró, congelada en la cabina. Mis manos de alguna
manera habían aterrizado en su espalda baja y la guíe más cerca de mí.
Mis labios se cernían a centímetros de distancia de su boca. Sus jadeantes
exhalaciones se mezclaban con mis profundas inhalaciones, mientras
nuestros cuerpos se sacudían en el agarre del otro—. ¿Qué haces?
¿Qué hacía? ¿Por qué nuestros labios se hallaban tan cerca? ¿Por
qué nuestros cuerpos se presionaban el uno contra el otro? ¿Por qué no
podía apartar mi mirada? ¿Por qué estaba enamorado de mi mejor amiga
en todos los sentidos de nuevo?
—¿Verdad o mentira? —pregunté.
—Mentira.
—No soy adicto a tu sonrisa. Tus ojos no hacen que mi corazón se
acelere. Tu risa no me da escalofríos. Tu champú de melocotón no me
vuelve loco y cuando muerdes el cuello de tu camisa no me enamoro más
profundamente de ti. Porque no lo estoy. No estoy enamorado de ti.
Sus inhalaciones se hicieron más profundas y sus exhalaciones más
jadeantes. —¿Y la verdad?
—La verdad es que te deseo. Te quiero de vuelta en mi vida, en todas
las maneras y más. No puedo dejar de pensar en ti, High. No para escapar
de la realidad, sino para abrazarla. Eres mi corazón. Eres mi alma. Te 239
deseo. Todo de ti. Y más que nada en este momento, quiero besarte.
—Lo… —Su voz fue temblorosa—. Todavía eres la primera persona
en la que pienso cuando me despierto. Todavía eres el único al que extraño
cuando no estás a mi lado. Todavía eres la única cosa que alguna vez sentí
correcta para mí. Y si fuera honesta, diría que quiero que me beses. He
querido que me beses toda mi vida.
Entrelacé mis dedos con los suyos.
—¿Nerviosa? —pregunté.
—Nerviosa —respondió.
Me encogí de hombros.
Se encogió de hombros.
Me reí.
Se rio.
Separé mis labios.
Separó sus labios.
Me incliné.
Se inclinó.
Y recordé los ayeres en los que hizo arder mi mundo. Nos besamos
por un largo tiempo en esa cabina, compensando todos los errores de
nuestro pasado y perdonando al otro por todos los errores de nuestro
futuro.
Fue hermoso. Fue correcto. Fue nuestro.
Pero evidentemente con todos los altos, siempre venían los bajos.
El teléfono de Alyssa sonó y nos separamos. Cuando contestó, pude
decir que algo malo había pasado. —¿Qué pasa, Erika?
Pausa.
—¿Él está bien?
Mi estómago se apretó mientras me enderezaba.
—Estaremos allí pronto. De acuerdo. Adiós.
—¿Qué pasa? —pregunté cuando colgó.
—Es Kellan. Está en el hospital. Tenemos que ir. Ahora.

240
241

Traducido por Sam89

—¿Qué ha pasado? —pregunté, irrumpiendo en la habitación de


hospital de Kellan. Él se encontraba tumbado en su cama, vías
intravenosas enganchadas a sus brazos—. Kel, ¿estás bien?
—Estoy bien. No sé por qué ella los llamó, chicos. No hay nada mal.
—Iba en camino al cuarto de baño y se desmayó en el pasillo —dijo
Erika, sentada en una silla, balanceándose hacia atrás y adelante
ligeramente, con sus manos metidas bajo sus muslos.
—Volví en mí, inmediatamente —discutió él—. Estoy bien.
—Kellan, no podías hablar y olvidaste mi nombre.
Kellan abrió la boca para hablar, pero un suspiro lo dejó en su lugar.
Cerró sus ojos. Parecía cansado. Más y más agotado cada día, y no pude
evitar preguntarme cuándo empezaría la quimioterapia a curarlo. Parecía
como si estuviera sólo agotándolo.
Erika se puso de pie, llevándonos a Alyssa y a mí a un lado de la
habitación para hablar mientras Kellan se quedaba dormido. Envolvió sus
brazos alrededor de su cuerpo y se inclinó contra la pared más cercana. —
Los doctores han hecho algunas pruebas más. Él está tan cansado y débil.
La enfermera dijo que pueden enviarnos a casa con una silla de ruedas y
podría ayudarlo a desplazarse, pero dijo que no quería. Está siendo tan
orgulloso. Pero necesita… —Pasó sus manos sobre sus ojos antes de
dejarlas en la cima de su cabeza—. Simplemente necesitamos ayudarlo. No
es del tipo que alguna vez dice que necesita ayuda. Siempre ha sido el
único ayudando a otros. Pero necesita nuestra ayuda. Incluso si intenta
alejarnos.
—Cualquier cosa que necesites, estoy allí —dije—. Cualquier cosa
que él necesite. —Erika me dio una apretada sonrisa. Sus ojos lucían
pesados, también. Privados de sueño. Estaba casi seguro de que cuando
sea que Kellan abría sus ojos por la noche, ella se hallaba totalmente
despierta—. También necesitas ayuda, Erika. No tienes que hacerlo todo.
Es por eso que estoy aquí.
—Es sólo —Su voz tembló mientras echaba un vistazo atrás hacia
Kellan—, es sólo el momento de empezar a darse cuenta de que las cosas
van a empeorar mucho antes de mejorar. Eso me asusta. Estoy
aterrorizada. Logan, si algo sucede… si algo le pasa… —Empezó a llorar y
la saqué de la habitación de hospital, al pasillo, y la envolví en un fuerte
abrazo—. No puedo perderlo. No puedo.
242
Nunca había visto a Erika tan destrozada. Ella siempre era quien
tenía todo junto. Verla tan destrozada decía mucho de cuán seria se
estaba haciendo la situación actual.
Cuando se recompuso, dio un paso atrás y limpió sus lágrimas. —
Estoy bien. Estoy bien. Estoy bien —dijo, asegurándoselo a sí misma tanto
como a nosotros—. Va a seguir aquí durante la noche. Me quedaré con él.
—Puedo quedarme —ofrecí—. Sé que tus finales están llegando.
—No, está bien. Estoy bien. Estoy bien.
—Hermana —susurró Alyssa, limpiando las lágrimas de los ojos de
su hermana.
—Estoy bien. De verdad. Ustedes dos vayan a casa. Les enviaré un
mensaje si algo cambia.
Miré hacia la habitación de hospital. —¿Puedo sentarme con él por
un momento?
Asintió. —Sí. Definitivamente. Alyssa, ¿quieres venir conmigo por
café?
Las dos se alejaron y entré en la habitación y acerqué una silla al
lado de la cama de Kellan. Las máquinas a su alrededor se mantenían
sonando y zumbando mientras miraba su pecho elevarse y caer. Incluso
respirar parecía difícil para él últimamente.
—¿Estás dormido? —susurré.
—No —respondió—. Sólo adormilado.
Presioné mis pulgares contra mis ojos para contener la emoción. —
¿Qué diablos estás haciendo aquí, Kel? Era mi trabajo terminar en lugares
así, ¿recuerdas? No el tuyo.
Me dio una débil sonrisa. —Lo sé, ¿verdad?
—¿Estás bien?
Una profunda inhalación. Una exhalación con tos. —Sí. Estoy bien.
—Inclinó su cabeza en mi dirección y sus siempre amables ojos me dieron
una ligera sonrisa—. La estoy matando —susurró, hablando de Erika.
—¿Qué? No.
Se alejó, intentando esconder las lágrimas cayendo por sus mejillas.
—Lo estoy. Mirarme morir la está matando.
—No te estás muriendo, Kellan.
No replicó. 243
—¡Oye! ¿Me has oído? He dicho, no te estás muriendo. Dilo.
Miró hacia el techo, luego cerró los ojos. Las lágrimas seguían
cayendo por sus mejillas. —No me estoy muriendo.
—Otra vez.
—No me estoy muriendo.
—Una vez más, hermano mayor.
—¡No me estoy muriendo!
—Bien. Y jodidamente no lo olvides. Todos están bien. Todos vamos
a pasar por esto juntos. —Tomé su mano con la mía y la apreté
ligeramente, intentando darle algo de consuelo.
—Todo está bien. Tú estás bien. Lo siento, sólo estoy…
—¿Cansado?
—Cansado.
Me quedé con él más tiempo de lo que pensaba que haría. Erika
volvió a la habitación, pero le pregunté si podía ser el que se quedara con
Kellan esa noche. Estuvo de acuerdo y Alyssa decidió quedarse con ella,
asegurándose de que no estuviera sola.
No dormí esa noche. Me quedé despierto, vigilando las máquinas y la
respiración de mi hermano.
Cuando la mañana llegó y abrió los ojos, me dio una media sonrisa.
—Ve a casa —dijo.
—No.
—Vete. Ve a vivir tu vida, Logan. ¿No tienes a alguien de la que estás
enamorado? —preguntó.
—¿Qué crees que estoy haciendo en este momento? —repliqué
mientras apoyaba mi cabeza en la cama. Él sonrió en mi dirección y
encogió su hombro derecho. Sonreí en su dirección y encogí mi izquierdo.
Ojalá pudiera decir que las cosas con Kellan mejoraron, pero parecía
que sólo empezaban a ponerse más difíciles. Si no estaba en el hospital,
pasaba la mayor parte del tiempo en la cama. Mi una vez sonriente
hermano iba volviéndose poco a poco alguien que difícilmente mostraba
cualquier emoción. El gentil Kellan espetaba más y más a Erika por 244
cualquier cosa que ella hacía, lo que la hacía ponerse incluso más
nerviosa.
Era desgarrador, porque ella realmente hacía lo mejor que podía.
Él nunca me gritó, lo cual deseaba que hiciera. Erika parecía al
borde de tener una crisis nerviosa. El año escolar llegaba de nuevo y
parecía abrumada con la planificación de sus clases, junto con el hecho de
que falló en sus clases de verano para su maestría. Su nivel de estrés era
alto.
—Invítala a salir. —Suspiró Kellan cuando lo senté en el sofá del
salón. Se sentía enfermo de mirar fijamente las paredes en el dormitorio,
volviéndose un poco claustrofóbico.
—¿Invitar a salir a quién?
Me dio una mirada de “sabes de quién estoy hablando”. —Alyssa. En
la mesa de café hay dos entradas para la opera esta noche en Chicago.
Hay una noche de hotel, también. Creo que le gustaría eso. Erika y yo
íbamos a ir en nuestra luna de miel, pero… —Su voz se desvanece
mientras cerraba sus ojos—. Invítala a salir.
—No voy a conducir hasta Chicago y pasar la noche allí cuando no
estás haciéndolo bien.
—Sí, lo harás.
—No, no lo haré. Tuviste quimioterapia ayer. Siempre te enfermas
un par de días después.
—Estoy bien. Además, Erika me ayudará.
—Kellan.
—Logan. —Kellan se empujó hacia arriba para sentarse en el sofá—.
Te mereces ser feliz.
—Soy feliz.
—No. Existes. Pasando por los momentos de la vida. Lo cual tiene
sentido. Todo lo has pasado, todo lo que has visto, tenía que convertirse de
alguna manera en una enferma rutina de la que era imposible
desprenderte. Pero la única vez que te he visto feliz, y me refiero a
realmente feliz, fue cuando estabas con Alyssa.
—Kellan, detente.
—¿Recuerdas cuando me pediste dinero para comprar un traje para
ponerte sólo para que pudieras llevarla a un recital de piano en Chicago?
Sonreías con esperanza. Nunca te vi tan esperanzado.
—Por una buena razón. La esperanza es una pérdida de tiempo.
¿Recuerdas cómo ella y yo en realidad no fuimos a Chicago porque Ricky
me cabreó y caí en lo profundo? 245
Puso sus ojos en blanco. —Ya no eres esa persona. Invítala a salir.
—No.
—Sí.
—No.
—Sí.
—¡No!
—Tengo cáncer.
Puse mis ojos en blanco. —Amigo. Golpe bajo. ¿Cuánto tiempo vas a
jugar la carta del cáncer?
Me sonrió, extendiendo su mano en mi dirección, y me dio un golpe
en el hombro. —Invítala a salir, ¿de acuerdo?
Asentí una vez. —De acuerdo.
246

Traducido por Black Rose

—Hola —dije, mi voz entrecortada mientras Logan se hallaba de pie


en mi porche con un traje y corbatín. Tenía el cabello peinado hacia atrás,
y lucia radiante.
—Te ves hermosa —dijo, apreciando mi vestido largo negro—. Muy
hermosa.
Me sonrojé. —Tú también. Quiero decir, apuesto. Te ves apuesto.
Extendió su mano hacia la mía, y la tomé. Mientras me acompañaba
hasta el auto, abrió la puerta del copiloto y me ayudó a entrar. Mi corazón
latía con fuerza contra mi caja torácica cuando las mariposas en el
estómago de alguna manera se transformaron en dragones, prendiéndome
en fuego. Me sentía tan nerviosa.
Cuando me preguntó si me gustaría ir a Chicago con él a ver una
ópera, tuve que asegurarme de que no estaba soñando. Nunca fuimos
capaces de ir en ninguna cita de fantasía hace tantos años. Nunca fuimos
capaces de enamorarnos en la forma en que realmente nos merecíamos
amarnos el uno al otro. Así que el hecho de que hoy, Logan estuviera en
un traje que no era demasiado grande para él, y yo llevaba un vestido que
era demasiado elegante para mí, era increíble.
Todavía te amo…
—¿Estás emocionada? —preguntó, mientras nos llevaba por la
autopista.
—Sí.
Todavía te amo…
—Nunca he hecho algo como esto, ¿sabes? Ir a la ópera. Es decir, he
estado en tus recitales de piano, que fueron impresionantes, pero nunca
he visto algo como esto.
—Te va a encantar —dije—. Cuando estaba en la universidad,
tuvimos que ir a algunos espectáculos para una de mis clases de música.
La ópera es toda una experiencia.
Él sonrió. —Gracias por venir conmigo, High.
Cada vez que me llamaba High, me sentía como si tuviera dieciocho
de nuevo. 247
Todavía te amo…
El espectáculo estuvo increíble, y mientras estuvimos sentados en
un palco viéndolo, me di cuenta de cómo Logan se conmovió hasta las
lágrimas por la acción. Sus ojos no se apartaron de los personajes en el
escenario, y los míos casi nunca lo dejaron a él. Era una locura cómo
sucedió. Cómo podía un chico todavía, después de todos estos años,
controlar cada latido de mi corazón.
Después del espectáculo, caminamos afuera en el frío clima otoñal
de Chicago. Nos quedamos tan cerca uno del otro que de vez en cuando
nuestros brazos se rozaban entre sí. El hotel donde nos quedamos se
encontraba justo en la calle de la ópera, lo cual fue maravilloso.
—Erika y Kellan están estresados —dijo Logan, rompiendo mis
pensamientos.
—Sí. Extremadamente estresados. Erika me llamó la otra noche
mientras se sentaba en su auto llorando a moco tendido. Siente como si
estuviera al límite de su paciencia, y como si Kellan la estuviera
empujando lejos.
—¿Crees que él la está alejando?
—No lo sé. Creo que sólo tiene miedo.
—Sí. Yo también. He estado pensando... Deberíamos hacer algo por
ellos. No sé qué, pero quiero hacer algo para que se sientan mejor.
—Esa es una gran idea —concordé, abriendo la puerta de la entrada
frente al hotel—. Y creo que…
—Todavía estoy enamorado de ti.
¿Qué? ¿Acabo de decir las palabras que han estado bailando por mi
mente toda la noche? ¿Las palabras que he estado sintiendo durante los
últimos cinco años?
No. Ellas no vinieron de mis labios.
Girándome lentamente, me quedé mirando a Logan, de pie en la
acera, con las manos metidas en sus pantalones. Se balanceaba hacia
atrás y hacia delante.
—¿Qué? —dije, mi corazón golpeando.
—Todavía estoy enamorado de ti —repitió caminando más cerca—.
He tratado de detenerlo. Traté de ignorarlo. Traté de desear que se fuera,
pero no se irá. Cada vez que estás cerca de mí, te quiero aún más cerca.
Cada vez que ríes, quiero que el sonido nunca se desvanezca. Cada vez que
estás triste, quiero besar tus lágrimas. Soy consciente de todas las razones 248
por las cuales no debería desear estar contigo. Sé que nunca podré ser
perdonado por lo que pasó hace tantos años, pero también sé que aún te
amo. Todavía eres el fuego que me mantiene caliente cuando la vida se
vuelve demasiado fría. Todavía eres la voz que mantiene la oscuridad a
raya. Todavía eres la razón por la que mi corazón late. Todavía eres el aire
en mis pulmones. Todavía eres mi mayor éxtasis. Y todavía estoy
verdadera, loca, y dolorosamente enamorado de ti. Y creo que nunca sabré
cómo parar.
—Logan... —Siguió caminando hacia mí, haciendo acelerar mi
corazón hasta que me sentí débil.
—Alyssa...
—Lo. —Mis dedos lentamente se entrelazaron con los de él.
—High.
Él.
Yo.
Nosotros.
Nos acercamos más. Nuestros cuerpos envueltos juntos, y lo sentí
temblar cuando mis dedos se posaron sobre su pecho.
—¿Nervioso? —pregunté.
—Nervioso —respondió.
Mis labios se cernieron a milímetros sobre los suyos. Su respiración
se convirtió en la mía, y las mías eran exclusivamente suyas. Él era mi
apoyo en la vida, haciendo que mi corazón subiera y bajara, una y otra
vez.
Me encogí de hombros.
Se encogió de hombros.
Me reí.
Él rio.
Separé mis labios.
Separó los labios.
Me incliné.
Se inclinó.
Y los dos estábamos todavía tan enamorados.

249

Por unos breves momentos, me dejó entrar en su corazón, y yo le


permití entrar en el mío. Su piel encontró mi piel, sus labios encontraron
mis labios. Esa noche nos sostuvimos del otro. Detuvimos nuestras
mentes de vagar. No hablamos del ayer, y nos negamos a hablar del
mañana.
Pero sí recordamos, y sí soñamos.
Recordamos todo lo que fuimos y soñamos con todo lo que
podríamos llegar a ser algún día. Cada vez que se movió dentro de mí,
susurré su nombre. Cada vez que se retiró, susurró el mío.
—Te amo —dije suavemente contra su oído.
—Te amo —respondió suavemente, besando mi cuello.
Nos amamos esa noche. Nos amamos sin ataduras, sin restricciones,
sin miedo. Nos amamos con cada beso, cada caricia, cada clímax.
Amamos el dolor, amamos las cicatrices, amamos nuestro fuego
salvaje que nunca pudo ser extinguido.
Amamos esa noche.
Sí…
Amamos tan lentamente.

Cuando desperté, todavía me sentía como si estuviera soñando,


porque me desperté en sus brazos. Sus ojos se abrieron, y me dio un beso
suave en la frente.
—Hola. —Bostecé, frotándome los ojos.
—Hola —respondió.
—¿Es hora de levantarse?
—No. —Negó con la cabeza—. Sólo son las tres de la mañana.
Me incorporé un poco, preocupación construyéndose en mí interior.
—¿Qué pasa?
—Nada.
250
—Logan. Dime.
—Estoy preocupado, eso es todo. Kellan tuvo su quimioterapia hace
más de un día, y desde que regresé, nunca he faltado. A veces se enferma
en el medio de la noche, y me preocupa, eso es todo.
Salí de la cama y empecé a recoger sus cosas, entonces me puse mi
ropa.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Un par de pantalones le dieron una palmada en la cara. —Vístete.
Nos vamos a casa.
El regreso a casa fue en silencio, pero me sostuvo la mano todo el
camino. Sabía que parecía tonto, pero en ese viaje en coche, me enamoré
aún más de él. Se acercó a mi casa para dejarme, y se inclinó para
besarme.
Oh, cómo me gustaban sus besos.
—Llámame si necesitas algo —dije. El cielo seguía oscuro, el sol aún
dormía. Accedió a mantenerme al día—. Ah, y tengo algo para ti. —Metí la
mano en mi bolso de gran tamaño y saqué una pila de DVDs—. He
coleccionado estos durante los últimos años, pensando que podrían ser
documentales que te interesarían. Vi unos pocos, y me encantaron. El del
fénix fue mi favorito, y me recordó a ti.
Sus labios se separaron, y su voz se quebró. —¿Por qué nunca te
rendiste sobre mí?
Me encogí de hombros. —Porque por algunas cosas, por las mejores
cosas, siempre vale la pena luchar. —Besé sus labios, y empecé a salir del
auto.
—Ah, y ¿High? —Metió la mano en la guantera del coche, y sacó un
DVD—. Esto es para ti.
—¿Qué es?
—Hice un documental mientras estuve en Iowa.
—¿Qué? —pregunté—. ¿De qué es?
—De nosotros —respondió, un poco tímidamente—. Se llama Highs
and Lows5. Cada mensaje que me dejaste tiene una respuesta ahí. Mil
noventa respuestas. Además de unos cuantos momentos en el medio.
—Lo...
—No todo es bueno, pero es real. Es primario. Pero pensé que
deberías saber que sí respondí. Cada mensaje. Y quiero que sepas que
fuiste la que me ayudó a atravesar cada segundo de estar limpio. Tu voz
me salvó.
El momento en que entré en mi casa, puse el DVD en mi portátil, y 251
contuve la respiración durante una hora seguida. En algunas de sus
respuestas me hablaba, en otras simplemente se dirigió a la cámara, como
si fuera un tipo de diario. Cada respuesta me dijo lo que deseé haber
podido escuchar todos esos años atrás. Cada respuesta igualando cómo
sangró mi corazón, por cinco años consecutivos.

5 En español se traduce como Altas y bajas.


Respuesta #1

Lo siento. Lo siento. Lo siento. Jodidamente lo siento, High…

252
Respuesta #56

Es mi 56º día de rehabilitación y estoy solo. Todavía no sé qué significa


todo esto. Estar vivo, estar muerto. Inhalando, exhalando. La simple idea de la
existencia siempre fue confusa para mí. Pero entonces entraste en mi vida un
día, y todo empezó a tener un poco más de sentido.
253
Tal vez el punto de la vida es enseñarnos que no siempre vamos a ser
nuestros errores del pasado. Tal vez el punto de la vida es abrirnos a las cosas
que más tememos, como el amor.
Tal vez todo el punto de mi vida fue simplemente encontrarte, aunque
no fuera para siempre.
Y solo ese pensamiento es suficiente para atravesar cada noche de
soledad.
Respuesta #232

El bebé habría nacido este mes. Me dejaste un mensaje diciéndome esto,


pero ya lo sabía. No puedo dormir. No puedo comer. No puedo dejar de pensar
en estar a tu lado, sosteniéndote cerca de mí. Pero aún no estoy mejor. Todavía
estoy perdido. No soy lo suficientemente fuerte como para amarte como
mereces ser amada. Así que aquí, espero. Hasta que sea algo de lo que puedas 254
estar orgullosa.
Respuesta #435

Así que este es mi apartamento. No sé si te he mostrado antes, pero aquí


está. Tenemos todo lo básico. Kellan me ayudó. Aquí encontrarás a Jordy el
ratón. Él sale a jugar de vez en cuando. Y, eso es más o menos. Es pequeño,
pero es mío, supongo.
255
Sé que estás enojada conmigo.
Pero te extraño tanto que me duele respirar algunas noches.
¿Me preguntaste qué hago cuando llueve?
Me acuesto en la cama y pienso en ti.
Respuesta #1090

Dijiste que habías terminado de llamarme. Estoy feliz de escuchar eso,


pero al mismo tiempo roto. Quiero que seas feliz. Quiero que encuentres a
alguien digno de amarte. Quiero que te enamores de un corazón que late como
el mío late por ti. Quiero que te rías tan fuerte, y quiero que alguien se
enamore del sonido de tu risa, de la forma en que amo esos sonidos.
Quiero que tengas tu final feliz. 256

Quiero que sigas adelante.


Me digo a mí mismo cada día que ya no estoy enamorado de ti, que
seguí adelante.
Pero de alguna manera eso no es verdad. Cada día sucede, justo antes de
cerrar los ojos para dormir. Veo tu rostro, tu sonrisa, tu alma, y en los
silenciosos susurros de la noche, me enamoro de ti otra vez.
Espero que nunca cambies.
Y egoístamente, espero que una pequeña parte de ti siempre me ame
también.
257

Traducido por Maeh

C
aminando hacia el lugar de Kellan, me detuve un momento al
escuchar el sonido de alguien vomitando. Me precipité al baño
de donde los sonidos provenían y encontré a Kellan en el
suelo, su cabeza en el inodoro mientras vomitaba todo lo que tenía dentro.
—Jesús, Kel —murmuré, alcanzando una toalla mojada. Me agaché
junto a él mientras lo limpiaba, incapaz de vomitar cualquier otra cosa
porque no había salido mucho de su interior.
—Estoy bien —murmuró, antes de que comenzara a levantarse en
seco. Mi mano cayó sobre su espalda. No había mucho que pudiera hacer,
además de estar allí con él a través del dolor.
—¿Qué está pasando? —dijo Erika alarmada, metiendo la cabeza en
el baño. Sus ojos se ensancharon mientras deliberaba hacia qué dirección
ir, al cuarto de baño con Kellan, o hacia la sala de estar—. ¿Por qué no me
despertaron? —me preguntó.
—Apenas llegué a casa.
Sus manos rastrillaron a través de su cabello. —Está bien. Él
necesita las pastillas para las náuseas. —Se apresuró, sus pies
martilleando contra los pisos de madera. Regresó con un vaso de agua y
una pastillita rosa—. Aquí tienes, Kellan.
—No —susurró—. No quiero.
—Ayudará con las náuseas.
—No quiero eso.
La barbilla de Erika se estremeció y empujó más la píldora frente a
él. —Kel, vamos. Hará que…
—¡Solo déjame en paz! —gritó, empujando el vaso de ella y
haciéndolo volar hacia el suelo y romperse.
Erika se inclinó hacia atrás, haciendo muecas. Sus labios temblaron
mientras sus respiraciones entraban y salían. Colocó la píldora en el
lavabo del baño. —Estará ahí si la necesitas.
Después de ayudar a Kellan a regresar a su dormitorio, tomó la
píldora de mí. Tomé algunos pasos tentativos hacia la cocina, donde
encontré a Erika ir a través de los gabinetes. Frente a ella había una caja
con vasos nuevos, los cuales estaba sacando.
—Erika, sólo está cansado.
Ella asintió repetidamente, pasando sus manos por su cabello. —Sí, 258
ya lo sé. Lo sé. Está bien. Sólo quería conseguir estos vasos colocados
antes de mañana. Estoy tan contenta de haber comprado estos. Sabía que
serían prácticos y que serían realmente mejores que los de antes. Más
fuertes. No sé cómo no los cambié antes.
Cerró la caja después de que todos los vasos estuvieran colocados y
fue a la sala de estar, dónde se quedó parada con sus manos en las
caderas, con una mirada en blanco hacia delante.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté.
—Creo que si muevo el sofá frente a la pared este, más personas
podrán ver la televisión. Sí, creo que esa es una buena idea.
—Erika.
—O tal vez debo comprar un televisor nuevo. Vi una venta en el
periódico y…
—Erika, vamos. Vamos a la cama.
—No. No. Está bien, tengo que limpiar el vidrio en el baño. En serio
fue por suerte que tenía los reemplazos.
—Erika.
Estalló en sollozos, cubriendo su rostro. Jesús. —¿Por qué él no es
así contigo? ¿Eh? ¿Por qué no grita…? ¿Por qué no…?
—Me fui antes y no tenía planes de volver. Probablemente piensa
que voy a dejarlo otra vez. O peor, que empezaré a drogarme.
—Estoy rota. Estoy tan rota. No estoy preparada para comenzar la
escuela. Fallé en mi clase nocturna de verano. Fallé. No había fallado en
nada en mi vida. Y ahora Kellan es malo. Kellan nunca ha sido malo. No sé
cuánto más puedo dar. —Continuó sollozando y envolví mis brazos a su
alrededor.
No sabía qué decir o qué tipo de comodidad ofrecerle. Ella no estaba
mal. Parecía que cada día que pasaba, Kellan se hacía más y más oscuro
hacia ella, la empujaba lejos. —¿Quieres fumar algo de hierba?
Se empujó lejos de mí y ladeó la cabeza, sacudiéndola. —No, Logan.
No quiero fumar hierba.
—Está bien.
Silencio.
—¿Quieres emborracharte? —pregunté.
Estrechó sus ojos hacia mí, pinchando su labio inferior y dudó,
debatiéndose.
259

Nos sentamos en su patio por los últimos cuarenta y cinco minutos


y por primera vez, fui testigo de una Erika borracha. Su risa hizo eco a
través de su patio trasero y de vez en cuando inhalaba antes de tomar un
trago de su botella de whisky. Fumé un porro que me apaciguó.
—Eres el mejor —dijo, golpeándose la pierna.
—Tú odias mis entrañas.
—Lo hago. Odio tus entrañas. —Buscó el porro entre mis labios y
presioné mis labios alrededor, negándome a dejarlo ir.
—Creo que sólo debes atenerte a tu whisky.
—Creo que sólo debes atenerte a tu whisky —se burló, antes de reír
otra vez—. ¿Sabes qué odio más de ti?
—¿Qué es eso?
—Todo el mundo te ama, no importa lo que hagas.
—Pura mierda.
—No. —Asintió—. Realmente. Especialmente Kellan y mi hermana.
Piensan que eres una especie de Dios. ¡Logan Silverstone no hace ningún
mal! Ambos te quieren más de lo que nunca podrían amarme.
Fruncí el ceño. —Eso no es verdad.
—No, lo es. Es decir, vamos a afrontar la realidad. Estrellaste el auto
de Kellan. Casi quemas mi primer apartamento. Rompiste el corazón de mi
hermana cuando caminaste por el edificio. Huiste, la ignoraste durante
años y todavía ella malditamente se casaría mañana si se lo pidieras.
Kellan no pasa un día sin mencionar tu nombre. Tú mamá lloraba todos
los días después de que la dejaste. Incluso logró mantenerse limpia por un
tiempo porque quería hacerte sentir orgulloso, antes de que el loco de tu
padre la arrastrara de vuelta a esa porquería y aterrizara en el hospital.
Destruyendo cualquier clase de mierda que hiciste para ir a rehabilitación.
La verdad es, la droga más grande en este pequeño círculo de personas
eres tú y no te dejan de usar.
Mi garganta se volvió seca y se me hizo difícil tragar. —¿Qué fue lo
que dijiste?
—Uh, acabo de decir mucho. ¿Quieres que lo repita todo?
—No. —Sacudí la cabeza—. La parte de mamá. ¿Mi padre la puso en
el hospital? 260
Erika levantó la mirada rápidamente, encontrándose con mi mirada.
—Oh mi Diosh. —Sus ojos se sobresaltaron y sacudió la cabeza—. No les
digas que mencioné eso. Por favor. No quieren que lo sepas, porque no
querían que te sintieras culpable por no estar ahí. Por favor no digas nada.
Saqué el porro, poniéndome de pie y luego fui adentro. —Ve a la
cama, Erika.
261

Traducido por ∞Jul∞

A
l día siguiente, Logan me pidió que fuera con él a visitar a su
mamá. Paramos por Bro's Bistro primero para recoger algo de
comida para ella, y mientras él corrió hacia el restaurante,
esperé fuera en el auto. Mis ojos cruzaron la calle cuando oí gritar desde el
callejón a unos pasos del auto.
Abriendo mi puerta, empecé a caminar en dirección al sonido y mi
corazón saltó de mi pecho cuando vi al padre de Logan de pie sobre Sadie,
gritándole. Estaba temblando contra la pared de hormigón de la tienda de
al lado.
—¡Lo siento! —gritó mientras él levantaba su mano y la golpeaba con
fuerza. La escuché lloriquear mientras su cuerpo se deslizaba por la pared
hasta la posición fetal.
—¡Oye! —grité, corriendo por el callejón oscuro, hacia los dos—.
Retrocede, patán —le grité.
Encajonó a Sadie con los brazos y miró hacia mí. Sus ojos se veían
inyectados de sangre y fríos, viciosos. —Vete a la mierda —ordenó.
Los ojos de Sadie se encontraron con los míos con nada más que
miedo. Las magulladuras que se formaban lentamente en su rostro
hicieron que mi estómago se retorciera. No sabía qué más hacer mientras
lo observaba agacharse y susurrar algo en su oído que la hacía encogerse
de miedo. —¡Déjala en paz, idiota! —grité.
Sus manos rodearon las muñecas de Sadie y él comenzó a tirarla en
la dirección opuesta de mí. —Una perra estúpida —murmuró él hacia ella,
arrastrándola a su lado.
Sin pensarlo, corrí por el callejón y lo empujé por detrás. —¡Deja que
se vaya! —grité, golpeando mi puño en su espalda.
Dejó caer su mano y sin pensarlo, dio la vuelta y me golpeó
directamente a los ojos y me envió golpeando contra la pared, haciendo
que mi cuerpo se deslizara hacia el suelo por la súbita pérdida de
equilibrio.
Antes de que pudiera estar de pie, lo único que vi fue que Logan
apareciera corriendo por el callejón, y observé cómo golpeaba su puño
contra la mandíbula de su padre, haciéndolo caer al suelo. Sadie se acercó
a mí para ayudarme a ponerme de pie. —¿Estás bien? —preguntó, en
pánico, pero me encontraba bien, aunque sólo sacudida de toda la
situación. 262

—Estoy bien, estoy bien —dije. Mis ojos se dirigieron a Logan, que
permanecía de pie sobre Ricky golpeando sus puños en su cara una y otra
vez. Sus ojos eran duros, su mirada fría, y seguía balanceándose—.
¡Logan, no! —grité. Tiré de su brazo. Sus ojos eran salvajes, el fuego dentro
de él lo quemaba a cenizas.
Logan.
Lo.
Mi punto más doloroso.
—Logan, eso es suficiente. Se ha desmayado. Está bien. —Mantuve
mi voz suave, tratando de no mostrar lo asustada que me sentía. Volvió a
golpear a su padre, pero me sostuve en su brazo—. Mírame, Lo. Por favor
—le supliqué—. Logan, tú no eres él —le prometí, haciéndo una pausa—.
No eres él. No eres tu padre.
Se detuvo.
—Estás bien, Logan Francis Silverstone —juré, lágrimas cayendo por
mis mejillas—. Estás bien. Dame tu mano —ordené.
La tomó.
Lo ayudé a levantarse.
Observé cómo su respiración se calmaba cuando se alejó de Ricky, y
miró sus nudillos ensangrentados. Busqué sus manos, pero las apartó.
Sus ojos cayeron sobre el rostro de Sadie, que se hallaba casi en tan mal
como el de su padre. —Mierda. —Exhaló—. Vamos —dijo, caminando.
Sadie y yo seguimos detrás de él mientras nos llevaba al consultorio
médico de TJ.
Después de golpear la puerta, TJ bajó en pijama y abrió la puerta. —
¿Qué diablos, Logan? Es domingo. El domingo es día de descanso.
Logan no dijo nada, pero se acercó a él, revelando a Sadie y a mí.
—Mierda —murmuró TJ—. Adelante.
Permanecimos allí hasta que estábamos todos curados, y TJ
comprobó al bebé de Sadie, que se encontraba agradecidamente bien.
Cuando nos fuimos, le dije a Sadie que podía quedarse conmigo, pero
antes de que pudiera responder, recibió un texto de Ricky.
Ricky: Dile a tu héroe que pagará por esto. Empezando por su mamá.
—Oh no —murmuré, mientras los ojos de Logan se abrieron de
miedo—. Llama a la policía.

263
264

Traducido por Black Rose

C
orriendo a casa de Ma, empujé la puerta abierta, mi pecho
agitado. —¡Ma! ¿Dónde estás? —grité. Mi corazón casi dejó de
latir cuando vi a Ma en el suelo, siendo pateada en el
estómago en varias ocasiones por el mismísimo diablo. Salté sobre él y lo
arrojé al otro lado de la habitación con todas mis fuerzas. Me apresuré al
lado de Ma, tratando de despertarla.
Una risita se oyó detrás de mí mientras se levantaba. —Bueno, ¿no
es esta una gran reunión familiar? No te preocupes por tu mamá allí. Sólo
está tomando una siesta.
Me puse de pie y lo ataqué, queriendo tumbarlo al suelo, pero hice
una pausa, escuchando a Alyssa en mi cabeza. No eres tu padre.
—Sólo déjanos en paz, Ricky. —Se veía como un desastre, como si
hubiera estado consumiendo una gran cantidad de sus propias drogas.
—No hasta que recupere a Sadie. Ya te divertiste. Ahora
devuélvemela —gritó, caminando hacia mí.
—Ricky... necesitas ayuda, hombre.
—Vete a la mierda, imbécil. Dame a Sadie.
—Ella no es de tu propiedad. No quiere estar contigo.
Pasó sus manos por el cabello, jalándoselo por la ira. —¡Estuve ahí
para ti, chico! Cuando no tuviste a nadie, te tomé bajo mi ala.
—¿Haciéndome adicto a las drogas? Sí, qué considerado de tu parte.
Se precipitó hacia mí y envolvió su mano alrededor de mi cuello,
presionando nuestras frentes juntas. —No puedes hablarme de la manera
en que te dé la gana, hijo. —A pesar de que ya no era el chiquillo que solía
ser, Ricky todavía era mucho más grande que yo. Él era aún más aterrador
cuando se encontraba dopado, también. No existía forma de saber qué
haría, pero todo lo que sí sabía era que prefería que me lo hiciera a mí que
a esas dos chicas sentadas en el auto abajo.
—Vete a casa, Ricky. Se acabó.
—¿Se acabó? —Me empujó y luego lanzó un puño a mi ojo. El dolor
que siguió fue incondicional. Tropecé hacia atrás y traté de no caer,
agarrándome del sofá flácido.
—No pelearé contigo, Ricky —murmuré, mis dedos cayendo sobre mi
ojo.
265
—Sí, lo harás —murmuró, acercándose y lanzando su puño a mis
tripas.
Sentí el vómito elevarse desde mi estómago, e hice mi mejor esfuerzo
para empujarlo hacia abajo. —No, no lo haré.
—¿Por qué no? —preguntó, empujándome al suelo y golpeándome
con el pie en el estómago—. ¿Por qué no? ¿Por qué eres débil? ¿Por qué no
puedes ser un hombre de verdad? —gritó, dándome patadas en repetidas
ocasiones.
—No —murmuré, escupiendo la sangre en mi boca—. Porque si lo
hiciera, sería justo como tú.
—Estoy tan cansado de ti —murmuró, pasando sus manos contra su
boca antes de alcanzar el bolsillo trasero de su pantalón y sacar una
pistola—. Estoy cansado de que interfieras con mi vida. Estoy cansado de
que te metas en mis situaciones. Estoy cansado de tu cara. Así que vamos
a terminar esto ahora.
Apuntó su arma hacia mí, y cerré los ojos, pero cuando oí el sonido
de la bala, no sentí nada.
Mis ojos se abrieron, y vi a los policías de pie detrás de mí, y a Ricky
tendido en el suelo, un disparo en su hombro.
Los policías y los paramédicos se apresuraron a la escena. Todo fue
un borrón mientras los vi correr hacia Ma y luego hacia Ricky. Alyssa
habló con los oficiales junto con Sadie, explicando lo que sucedió. Traté de
abrir la boca, pero mi mandíbula se sentía tan hinchada que me dolía
hablar. Un paramédico se me acercó para revisar mi cara, pero los mandé
lejos.
—Estoy bien. —Me atraganté, mi garganta ardiendo. Me ignoraron, y
empezaron a limpiar mis cortes, hablando de puntos de sutura para la
nariz y la barbilla.
—Tendremos más preguntas en el hospital —dijo el oficial a Alyssa—
. Iremos detrás de ti en el camino hacia allí.
Asintió, luego se dirigió hacia mí. Hizo una mueca mientras sus
dedos suavemente tocaban mi cara. —Oh, Lo... —susurró.
Dejé escapar una risita. —T-t-tú... —Hice una pausa, encogiéndome
por el dolor de mi mandíbula—. ¿Crees que me veo mal? Deberías ver al
otro tipo.
No se rio.
Supongo que porque no fue gracioso.
—Vamos —dijo—. Vamos a que te arreglen. 266
Quise decir algo sarcástico. Quise hacerla sentir mejor porque me di
cuenta de que se sentía angustiada. Pero las palabras no salían. Mi mente
daba vueltas, pensando en Ma, si ella estaría bien. No podía dejar de
preguntarme cuánto tiempo había sido golpeada antes de que yo llegara.
No podía dejar de pensar en la forma en que debería haber estado allí para
protegerla. No podía dejar de pensar en la cantidad de veces que juré que
la odiaba, pero la verdad era que la amaba.
La amaba tanto. Y la decepcioné. La decepcioné cuando me fui.

Logan, trece años de edad.


El abuelo me envió un documental sobre hamburguesas por mi
cumpleaños. Ya lo había visto tres veces, pero lo puse de nuevo en el
reproductor de DVD. Era bastante interesante, y estaba bastante aburrido
antes de que llegara el documental porque ya había visto la mayoría de los
que tenían en la biblioteca.
—¿Qué haces? —preguntó Ma, de pie en mi puerta.
—Nada —contesté.
—¿Puedo hacer nada contigo?
Levanté la mirada, y jadeé. Ma se veía hermosa. Llevaba su cabello
peinado en una cola de caballo, y había atado una cinta roja alrededor.
Llevaba maquillaje, algo que nunca hacía, y llevaba un vestido bonito negro
que normalmente colgaba al fondo de su armario.
—Te ves increíble. —Exhalé.
Sus músculos temblaban, pero eso era medio lo normal con Ma.
Siempre andaba inquieta y retorciéndose con temblores, pero después de un
tiempo dejó de molestarme. Era sólo una parte de ella. —¿Sí? No lo sé. Voy a
esta reunión más tarde hoy. —Sonrió e hizo una reverencia—. Es una
reunión para ayudar a la gente a limpiarse, ¿sabes? Quiero dejar de
consumir, Logan. Quiero ser una mejor mamá para ti.
Mis ojos se abrieron. Me sentía como si estuviera flotando, ya que mi
estómago se agitaba. —¿En serio? —Ma nunca hablaba sobre obtener
ayuda. Siempre decía que nadie podía ayudarla.
—Sí. —Se sentó en el colchón—. Aunque, tendrías que ir a quedarte
con Kellan y su padre por un tiempo. Quiero ir a rehabilitación. En serio
quiero mejorar las cosas para nosotros. 267
—¿Me estás dejando? —dije, mis manos húmedas.
—Sólo por un rato. Luego volveré mejor que nunca.
—¿Volverás por mí?
—Volveré por ti.
Suspiré de alivio.
—¿Crees que puedes tomar un descanso de ver tu DVD y venir a
hacer una lasaña? Podemos celebrar antes de que me vaya.
Mis ojos brillaban y asentí. —¡Sí!
Cocinamos juntos. Hice la salsa, y Ma puso las capas de fideos y
queso. Cuando terminamos, me hizo mover el pequeño televisor de mi
habitación a la sala de estar. Nos sentamos en el sofá, viendo el documental
de hamburguesas, y comiendo nuestra lasaña caliente de la sartén.
—¿Ma?
—¿Sí, Logan?
—¿Por qué lloras? —pregunté. Me dio una sonrisa apretada y se
encogió de hombros.
—Solo estoy feliz, eso es todo, cariño. Solo estoy feliz.
Sonreí, también, y volví a comer. La lasaña quemó mi paladar, pero no
me importó en absoluto, porque Ma iba a rehabilitación. Entonces volvería
por mí, y empezaríamos nuestra vida real juntos. Nos estábamos mejorando.
Pronto, nuestra vida normal sería comer la cena juntos y ver documentales.
Ella iría a mis conferencias de padres y maestros, y graduaciones. Bailaría
lento conmigo en mi boda. Les leería a mis futuros hijos cuentos para dormir.
Tendríamos un futuro juntos, y sería perfecto.
Seguí sonriendo, y sonriendo, y sonriendo.
Porque nunca había sido tan feliz.
268

Traducido por Maeh

L
ogan se alejó con una nariz fracturada, dos ojos negros y una
muñeca rota. Fue afortunado, viendo cómo el daño a su rostro
se ve cincuenta veces peor de lo que realmente resultó ser.
Estábamos sentados en la recepción, esperando escuchar sobre la
situación de su madre. Cerré los ojos, rezando para que estuviera bien.
Sabía que Julie siempre trajo dolor a la vida de Logan, pero no existía
duda de que ella significaba el mundo para él.
Los policías llegaron para hablar con nosotros.
—Siento interrumpirlos, chicos, pero solo queríamos darles
actualizaciones. Después de todo lo que hemos hablado, en este momento
estamos obteniendo una orden de allanamiento para la casa de tu padre.
El arma que tenía en su posesión era ilegal, y le encontramos drogas en la
escena. Tiene un historial con la policía, así que creemos realmente poder
apresarlo esta vez. Por ahora, lo mantendremos en custodia por el ataque
a tu madre. Eso podrá darnos tiempo suficiente para conseguir una orden
de la corte. Atraparemos a este tipo.
Logan asintió. Agradecí a los oficiales y ellos nos desearon lo mejor,
diciendo que estarán en contacto.
—Qué alivio. —Suspiré.
La cabeza de Logan descansó en sus palmas, mientras se mantenía
asintiendo. —Sí.
Froté su espalda cuando el doctor se acercó a nosotros. —Hola,
tengo una actualización.
—Demasiadas actualizaciones por hoy —murmuró Logan.
El doctor le dio una tensa sonrisa. —Si. La condición de tu madre
está mejorando, pero el nivel de narcóticos en su sistema es bastante
preocupante para nosotros. Vamos a mantenerla aquí por los próximos
días para ayudar a nivelar su sistema. Tiene dos costillas rotas de donde
fue pateada, pero no podemos darle demasiada medicina para el dolor
debido a los narcóticos. Estamos preocupados por su oído en este punto.
Si tienen alguna pregunta, por favor no duden en preguntar.
Agradecí al doctor y la cabeza de Logan permaneció en sus palmas.
—¿Ves, Logan? Todo está bien. Todo estará bien. ¿Quieres que llame
a Kellan y dejarle saber? —Su hermano no fue informado de nada. Logan
no quiso preocuparlo antes de saber todos los detalles.
Gruñó, y levantó su mirada. —No. Debo estar allí y decírselo en 269
persona. Solo en caso de que reaccione de mala manera. No quiero
decírselo por teléfono.
—Esto tiene sentido. Es una buena idea.
—¿High?
—¿Sí?
—Solo quiero que sepas que tienes el derecho de salir de esto. De
todo esto.
—¿De qué hablas?
—Mi vida —dijo, la tensión era evidente en su voz, dejaba ver el dolor
en su mandíbula—. Mi vida es un desastre. Siempre lo ha sido y te estoy
dando un pase libre de “me voy a la mierda de aquí”. Estoy enamorado de
ti, y es por eso que te doy una salida. Mereces más que esta desastrosa
vida.
—Oye —susurré, acercándome hacia él. Mis labios cayeron contra
su oído, peiné su cabello hacia atrás. Mi corazón se rompió al ver la sangre
en su rostro y cabello. Había sido tan desgarradora la vida que llevaba—.
No estoy yendo a ninguna parte.
Asintió constantemente, palmeando sus manos juntas, sus ojos
lucían vidriosos. —Soy un desastre, High. Soy un desastre. Siempre he
sido un desastre. Siempre seré un desastre.
—Logan, detente. No eres como en aquel entonces. ¿Está bien? No
eres el resultado de tu pasado.
—Pero te mereces el mundo. Puedes ser mejor. Mereces más.
—Podría tener una vida decente con alguien más —dije—. Podría
tener la valla blanca. Un trabajo normal, niños normales, un esposo
normal. Podría tener una vida cómoda con alguien con quien esté
contenta, pero nunca me llenará de amor. Pero eso no es lo que quiero,
Logan. Te quiero a ti. Quiero las cicatrices. Quiero las quemaduras. Quiero
tu desastre. Tus cicatrices, tus quemaduras, tu desastre, eso es mi
corazón. Tú eres todo lo que he querido y todo lo que podría necesitar. Tu
dolor es el mío. Tu fuerza es la mía. Tus latidos fluyen a través de los míos.
Así que no, no me iré. No quiero huir porque las cosas son duras en
ocasiones. Te quiero a ti. Todo de ti, lo bueno, lo malo, el dolor, la rabia. Si
estás caminando a través del infierno, sostendré tu mano a través del
camino. Si las llamas en nuestras vidas siguen ardiendo, arderemos como
uno. Lo eres para mí, Logan. El ayer, el hoy, el mañana, soy tuya. Eres mi
llama eterna.
Se volteó y me besó. Lo besé de regreso, un poco más duro, y él
gimió ante el contacto. —Lo siento. —Rio gentilmente, besé su frente—.
Vamos. Regresemos a mi casa, límpiate, y luego te llevaré con Kellan así 270
ustedes, chicos, pueden hablar.

Cuando llegamos a mi casa, fui a mi ducha, desvestí a Logan y lo


ayudé a entrar. El agua caliente caía contra su cuerpo mientras cerraba
los ojos, y tomaba profundas respiraciones.
—Estaré justo afuera. Tengo algo de tu ropa vieja que puedes tomar
para ti —dije.
—No. Apaga la luz y ven aquí —dijo, sus ojos seguían cerrados. Hice
lo que dijo. Removí toda mi ropa y subí a la ducha con él. Él me trajo
cerca, y envolvió sus brazos a mí alrededor, su piel con mi piel, su frente
contra la mía. Todo lo que se podía oír era el agua cayendo contra
nosotros, y nuestra respiración.
Estuvimos ahí por largo tiempo, hasta que el agua se volvió fría, y
luego permanecimos un poco más.
—¿Por siempre, High?
—Por siempre, Lo.
271

Traducido por Sam89

C
uando Alyssa me dejó en el lugar de Kellan, lo hizo con un
nivel de paz. Mi padre se encontraba detenido. Ma era incapaz
de dejar el hospital, lo cual significaba que no podría entrar
en contacto con ninguna droga por un de poco tiempo. Tal vez las cosas
lentamente se encontraban cambiando. Tal vez.
Entré a una casa oscura. Kellan se hallaba sentado en el sofá. —
¿Qué pasa? —pregunté, encendiendo la luz. Se encogió ante el abrupto
fluido de luz, pero no dijo nada. Tenía lágrimas bajando por su cara
mientras sus manos temblaban e intentaba abrir un bote de sus píldoras
para el dolor. Cuando no tuvo éxito, lanzó el bote a través de la habitación.
—¡Argh! —gritó, golpeando sus manos contra su cabeza.
—¿Qué está pasando, Kel? ¿Dónde está Erika?
—Se fue a casa de su madre. —Se puso de pie despacio, sus piernas
temblando, y tropezó hacia el bote de píldoras. Lo recogió, intentó abrirlo
de nuevo y falló. Su respiración era jadeante cuando se inclinó contra la
pared y siguió intentándolo.
—Aquí, déjame —ofrecí. Extendí la mano por las píldoras y él me
empujó.
—Déjame solo.
—No.
—Sí.
Empecé a forcejear con él por el bote de píldoras, y lo arrebaté de su
agarre. Lo abrí y puse una en la palma de su mano. Él se deslizó hacia
abajo contra la pared hasta el suelo y se sentó.
—No los necesito ni a ti ni a Erika para cuidar de mí y abrir mis
malditos botes de píldoras.
—Sí, lo haces.
—No, no lo hago.
—¡Kel, sí, lo haces!
—¡No, no lo hago! —gritó, su voz quebrándose cuando rompió a
llorar. Envolvió sus brazos alrededor de sí mismo y se alejó de mí, tratando
de ocultar las lágrimas—. Me estoy muriendo, Logan. Me estoy muriendo.
Me deslicé en el suelo, y me senté a su lado con mi espalda contra la
pared. —No digas eso. 272
—Es la verdad.
—Estás aquí ahora —dije, citando a Ram Dass—. Esa era la cita que
se hallaba sobre cada dormitorio de la clínica de rehabilitación. Nos
dijeron que dejáramos de culparnos a nosotros mismos por nuestros
ayeres y dejáramos de preocuparnos cuando nos fuéramos de la clínica.
Teníamos que estar allí, en el momento. Estás aquí ahora, Kellan. En este
momento, estás aquí. Estás tan vivo como Erika, Alyssa y yo.
—Sí. Pero estaré muerto mucho antes que todos ustedes.
—Eso es debatible. Se me da muy bien joderlo.
Kellan se rio, y me empujó un poco. Bien. Reír es bueno. Nos
apoyamos contra la pared.
—Estoy aquí ahora —murmuró para sí mismo.
—Entonces, ¿cuándo vuelve Erika? —pregunté.
—No lo hará. Le dije que se fuera por un tiempo.
—¿Qué?
—No podía seguir haciéndola pasar por esto, Logan. Cada vez que
tosía, pensaba que moría. Merece una vida normal.
—¿Es eso lo que le dijiste?
Hizo una mueca. —No exactamente.
—¿Qué dijiste?
—Le dije que no quería casarme con ella. Le dije que habíamos
acabado y que me sentía harto de su agobio. Le dije que se fuera y no
volviera.
—La alejaste siendo malo.
Asintió, esnifando. —Era la única manera en la que se iría. No podía
seguir rompiéndole el corazón.
—Confía en mí, hermano mayor, su corazón está roto. —Frunció el
ceño, sabiendo que tenía razón—. Vamos a decir que los roles se
revirtieran. Vamos a decir que Erika tuviera cáncer y fueras el que la
cuidara. ¿Cómo te sentirías si ella te dijera esas palabras?
Sus manos pasaron por su cara sin parar. —Lo sé. Lo sé. Ya la
extraño. Pero no sé cómo arreglarlo. No sé cómo hacerlo más fácil para
ella.
—Ella no se apuntó por que fuera fácil, Kellan. Lo hizo por ti. A
través de todo esto, se apuntó por ti. Sin embargo, no te preocupes. Lo
arreglaremos.
—¿Cuándo te volviste tan sabio? 273
Sonreí. —Cuando Alyssa me dio el mismo exacto discurso sobre
cómo ella se apuntó por mí, lo cual incluía todo el equipaje que venía
conmigo.
Se rio. —Debería haber sabido que no eras tan sabio.
—Sí, bueno, estoy trabajando en ello.
Nos sentamos en silencio por unos minutos. —Uh, ¿Logan?
—¿Sí?
—¿Qué diablos le pasó a tu cara?
Me reí y empecé a contarle acerca de mamá y mi padre. Reaccionó
mucho mejor de lo que esperaba, además de tener el mismo pensamiento
que yo. —Bueno, al menos no puede conseguir drogas mientras está en el
hospital.
Ah, mi hermano. Mi mejor amigo.

Alyssa: Estás bien, Logan Francis Silverstone.


Yo: Estoy bien, Alyssa Marie Walters.
Me envió esas palabras cada pocas horas. Cuando Kellan estuvo
listo, él y yo fuimos al hospital para ver a mamá. Ella tenía un poco de
dolor, porque los doctores no podían darle muchas medicinas debido a sus
adicciones. Fue duro verla de esa manera, pero no era de la peor manera
en que la había visto.
Kellan se sentó en una silla de ruedas y la empujé hacia su cama. Él
tomó su mano con la suya y le dio una pequeña sonrisa mientras me
quedaba detrás observando.
—Lo siento tanto, cariño. —Lloró. Él colocó sus manos contra su
cara y negó con la cabeza—. Lo siento por arruinarlo tanto. He jodido todo.
—Estás aquí ahora, mamá —replicó él—. Está bien.
Mordió su labio y miró a su bata de hospital y todos los cables y
vendas pegados a su cuerpo. —Quiero ir a rehabilitación —habló
suavemente.
Kellan y yo asentimos en acuerdo.
—Yo también —dijo otra voz. 274
Me volví para ver a Sadie. Sus ojos eran vidriosos y parecía un poco
inquieta, pero me dio una sonrisa.
—Está bien —dije.
Asintió. —Está bien. No sé cómo voy a hacerlo. Tener este bebé por
mi cuenta. No tengo a nadie.
La animé. —Está bien. Ese niño será mi hermano. Y de donde vengo,
haces cualquier cosa por tu hermano. Te ayudaré. Tienes una familia
ahora, Sadie. Ya no tienes que solucionarlo todo por ti misma. Prometido.
275

Traducido por mariana90 & Sam89

P
asaron dos semanas desde el incidente con los padres de
Logan. Julie entró en rehabilitación, y había estado allí
durante días, luchando, pero luchando por su vida. Sadie
consiguió estar limpia, encontrando el equilibrio.
Todo empezaba a volver a la normalidad. Excepto por el hecho de
que Erika se seguía quedando con nuestra madre, lo que se hallaba lejos
de ser normal. En realidad, era un poco aterrador. El sábado por la tarde,
me dirigí a la casa de mamá, con una caja en mis manos, y golpeé la
puerta delantera.
Cuando se abrió, Erika arqueó una ceja. —Hola, Aly. ¿Qué pasa?
—Um, ¿lo que pasa es el hecho de que estás quedándote con mamá?
Sabes qué, no importa. Iré a buscar tus cosas. Es hora de irse.
—¿De qué hablas?
—¿Te acuerdas de tu vida? ¿Tu prometido? Sí. Es hora de que te
vayas a casa con Kellan.
—No me quiere. No me quiere allí, Alyssa.
—Te necesita.
Mamá apareció en la puerta, con los ojos entrecerrados. —¿De qué
hablas? Erika finalmente recuperó sus sentidos. Está haciendo su vida de
nuevo antes de cometer un gran error. Estoy tan orgullosa de que se diera
cuenta de esto.
—Mamá, ¿puedes hacer algo por mí? —pregunté.
—¿Qué?
—Sólo métete en tus propios malditos asuntos. Por una vez en tu
vida, métete en tus asuntos.
Resopló, pero antes de que pudiera responder, tiré de Erika fuera de
la casa y cerré la puerta detrás de ella. Erika frunció el ceño. —Escucha,
Alyssa. Lo intenté con Kellan. Realmente lo intenté. Pero él lo dejo alto y
claro que no me quería allí, así que no estoy…
—Vuelve a casa, Erika. Ahora mismo.
—No.
—Está bien. —Abrí la caja y arqueó una ceja—. Pero traté de
advertirte.
276
Sus ojos se abrieron cuando vio su colección de platos en la caja. —
¿Qué haces, Alyssa? —Empecé a inclinar la caja encima, y ella saltó, ya
que todos cayeron al suelo—. ¡Oh, Dios mío!
—¡Logan! Ven aquí. —Lo llamé y saltó fuera del coche con una caja
en sus manos—. Dile a Erika que vuelva a casa.
Erika temblaba, mordiéndose el labio inferior. Logan se acercó a ella,
la miró a los ojos y sonrió. —Eres mi hermana.
—Detente. No lo soy.
—Me gritas. Odias mis entrañas. Me tratas como una mierda. Me
llamas estúpido. Eres mi hermana, Erika. Y estás con Kellan en este
momento. En este momento necesito que vuelvas a casa. No puedo
ayudarlo sin ti.
—No puedo —dijo—. No puedo hacer esto.
Logan asintió, abriendo la caja con el material de vidrio favorito de
Erika. —Ven a casa.
—Estoy en casa.
—Está bien. —Empezó a inclinar la caja encima, y ella se encogió.
—¡No, Logan! Yo sólo compré… —¡Crash! Piezas de vidrio fueron
esparciéndose por el suelo.
—¡Oh, Dios mío! ¡¿Qué está mal con ustedes dos?!
—Queremos que vuelvas a casa, eso es todo —le expliqué.
—No puedo seguir haciendo esto. No puedo hacer más lo
disfuncional.
Hice un gesto hacia las ventanas de la casa, donde mamá observaba
cada movimiento, golpeaba el cristal, gritando por Erika para que
regresara dentro. —¿Y tú piensas que eso es normal?
—Váyanse, los dos. Por favor. Kellan no me necesita.
—Sí, lo hago. —Todos nos volvimos para ver a Kellan caminando
hacia nosotros con su propia caja. Se puso de pie en el borde de la
calzada, y cerró los ojos en Erika—. Te echo de menos. Te quiero. Te
necesito, Erika. —Lanzó todos los elementos en su caja al suelo, y soltó la
caja.
—Ven a casa.
Erika se rio, y luego todos nos echamos a reír con ella. Mama abrió
la puerta principal, salió, y ordenó a Erika volver dentro, pero se negó a
escuchar.
Todos caminábamos de regreso a los autos, dejando nuestro dolor en
los pedazos de vidrio en el suelo, y empezando de nuevo juntos. Kellan 277
regresó a casa con Erika en su auto, y Logan condujo el mío.
—Oye, estaba pensando... ¿Quieres tener algunas loca, salvaje
aventura sexual antes del evento de esta noche en el restaurante de
Jacob?
Me encogí de hombros, y murmuré—: Supongo. O bien, podemos ver
el nuevo documental sobre Michael Jackson que compré ayer y comer
sobras de pizza y galletas Oreo de frambuesa.
Sus ojos se abrieron. —Oh, Dios mío. Me encanta cuando me hablas
sucio.
Me dio un beso, y yo sabía que nuestro para siempre empezaba en
ese mismo instante.

—Está bien, así que este es el plan. Iré al restaurante de Jacob y


ayudaré a establecer todos los detalles finales. Tú irás al lugar de Kellan y
Erika a recogerlos, y hablar con ellos acerca de venir a tomar algo, Kellan
aceptará, Erika se negará a salir, y entonces de alguna manera aun así
terminara viniendo porque ama a Kellan y hará cualquier cosa para
hacerlo feliz —explicó Logan, poniéndose de pie para salir después de que
vimos el documental.
—Correcto.
—Dios. Estoy nervioso y la fiesta no es ni siquiera para mí. —Sonrió.
Le di un beso mientras corría fuera de la casa.
—¿Seguro que no quieres que te lleve al lugar de Jacob?
—No, estoy bien. Está agradable afuera. ¡Nos vemos pronto!
Cuando se fue, me dirigí directamente a la casa de mi hermana,
donde hizo exactamente lo que Logan pensó que haría, se negó a ir.
—Simplemente no creo que sea una buena idea ir a tomar algo,
Alyssa. Los dos estamos muy cansados. —Erika frunció el ceño—. Quizás
la próxima semana.
—¡Ah, vamos! ¡Será divertido! Además, esta noche Logan trabaja en
el restaurante de Jacob, así que podemos molestarlo ordenando comida y
enviarla de vuelta sin parar. ¡Será tan épico!
Kellan sonrió. —Ese suena como algo divertido. Y echo de menos la 278
diversión.
Erika entrecerró los ojos. —¿Quieres ir?
Él asintió rápidamente.
—¿De verdad? ¿No estás cansado?
Negó con la cabeza rápidamente.
Ella se sentó en una profunda reflexión por un momento mientras
Kellan y yo le dábamos los mayores ojos de cachorro que había visto.
Cuando por fin cedió, aclamamos con entusiasmo.
—¡Un aperitivo y una bebida! Y agua para este tipo. —Sonrió,
haciendo un gesto hacia Kellan.
—Para que lo sepas, disfrutaré de mi agua muy, muy lento.
Cuando llegamos al restaurante de Jacob, Erika frunció el ceño. —
¿Por qué hay un cartel de cerrado en la puerta? Son las seis de la tarde.
—No sé, eso es raro. —Agarré el mango y lo giré, abriendo la
puerta—. Está desbloqueado. Vamos, vamos a ver si Jacob está aquí.
En el momento en que entramos, Erika se quedó sin aliento al ver
todas las decoraciones de la boda. El lugar se encontraba lleno con todos
sus amigos, gritando—: ¡Sorpresa!
—¿Qué está pasando? —preguntó Erika, con los ojos yendo de un
lado a otro.
Jacob se acercó, y envolvió su brazo alrededor de Kellan. —Yo me
encargaré de este tipo, y Alyssa, ayuda a tu hermana. La habitación de las
chicas es gratis para los dos.
—¿Por qué? —preguntó Erika, todavía nerviosa, pero me agarró del
brazo y tiró de mí. Cuando entramos en el cuarto de baño, se tapó la boca
con las manos—. ¿Por qué está mi vestido de novia aquí, Aly?
Sonreí, casi sintiendo su abrumadora energía. —¿Pensé que sabías?
Te vas a casar hoy.
—¿Qué?
—Dije, te vas a casar hoy. —Sus ojos comenzaron a aguarse, y negué
con la cabeza—. Oh, no. No llores. La maquilladora va a estar aquí en unos
pocos minutos. Y tendrás que estar lista.
—¿Quieres decir... Que la boda es allí afuera... Esas decoraciones,
esas personas? ¿Esa es mi boda?
Asentí.
Resopló, poniendo las manos en sus caderas con incredulidad. — 279
¿Hiciste esto para mí?
—Fue idea de Logan. —Se mordió el labio inferior y empezó a
temblar—. Ay, cariño. No llores.
—No lo hago. —Sollozó, cubriéndose la cara con sus manos—. Eso
fue sólo una cosa muy, muy agradable de su parte hacerlo.
Nos apresuramos para tenerla lista, colocando su hermoso vestido
de novia blanco, sujetándole el cabello en un delicado moño recogido, y
nos reímos mientras bebíamos champán. —¿Estás lista, hermana? —
pregunté, de pie detrás de ella en mi vestido de dama de honor.
—Sí. Sólo deseo que mamá estuviera...
Fruncí el ceño. —Lo sé.
—Pero, no importa. Esta noche se trata de Kellan y yo. Esta noche es
nuestra.
Cuando entramos al restaurante, Jacob se hallaba de pie en el
escenario con un micrófono en la mano, listo para oficializar la ceremonia.
A su izquierda se encontraba Kellan en un traje y corbata, y junto a Kellan
se encontraba Logan. Mis ojos danzaban en su rostro, teniendo todo de él.
Su sonrisa era amplia y se extendía a sus ojos. Sin embargo, faltaban sus
bellos mechones de cabello. Todo su cabello se había ido, recién afeitado
para que coincidiera con su hermano. No sólo a Erika se le llenaron los
ojos de lágrimas, sino que los míos también lagrimearon.
Lo amaba.
Para siempre. Para siempre. Para siempre.
—Quédate aquí —le dije a mi hermana—. No te muevas hasta que
me oigas tocar, luego ve a encontrarte con tu pronto a ser marido.
Erika seguía hermosamente sorprendida, pero asintió. Me dirigí al
piano y empecé a tocar mientras veía a mi hermana caminar por el pasillo
hacia el amor de su vida. Las lágrimas caían por sus mejillas, y lágrimas
cayeron por las mías.
Se merecían este momento. Se lo merecían más que nadie en el
mundo. Jacob leyó su texto y los dos amantes intercambiaron sus votos,
comprometiéndose el uno con el otro en los días difíciles y en los días
tranquilos. En el doloroso sufrimiento y el hermoso latido. El por y para
siempre. Cuando se besaron, todos en la sala sintieron el amor que
compartían.
Luego, se apresuraron a salir de la sala, riendo y llorando y
amándose. Logan agarró el micrófono de Jacob y esperó un par de minutos
más antes de que le diera la señal de que Erika y Kellan estaban listos
para su gran entrada. Sus labios se separaron y sonrió mientras hablaba. 280
—Damas y caballeros, es un placer para mí presentarles, por primera vez,
¡al señor y la señora Kellan Evans! —Hizo un gesto hacia Erika en el lado
izquierdo de la sala y entonces hizo un gesto hacia Kellan en la derecha, y
ellos caminaron, encontrándose en el centro de la pista de baile—. Antes
de que nos sumerjamos en una noche de diversión, pensé que daría mi
discurso de padrino ahora. Así que, donde quiera que estén, agarren una
bebida y escuchen.
Esbozó una tensa sonrisa y vi las lágrimas que intentaba alejar
formarse en sus ojos. —Mi hermano Kellan es un superhéroe. Puede que
no salve ciudades, puede que no lleve una capa, pero cambia vidas.
Siempre ha vivido cada día como si estuviera lleno de magia. Sonríe
incluso cuando duele. Cree en el amor y la vida y los finales felices. Cree
en la familia. Quiero decir, creyó en mí, cuando probablemente no lo
merecía. Él y yo crecimos de forma diferente. Cuando él creía en la
felicidad, yo me encontraba atascado en tragedias, pero siguió amándome.
Me amó a través de mis batallas, a través de mis fuegos internos, a través
de mi dolor. Me amó incondicionalmente. Sin límites para ese amor. Y a
causa de ese amor, supe que nunca estaría solo.
ȃl y Erika aman de la misma manera. Erika ama a mi hermano con
su corazón. Atravesaría el infierno y volvería para hacerlo sonreír, incluso
cuando duele. Es cariñosa, inteligente, gentil. Me dio la bienvenida en su
casa, incluso aunque dejé desorden en cada habitación, porque lo amaba.
Lo amaba por todo lo que era, y todo el pesado equipaje que venía con él…
incluyéndome. Lo amaba antes del cáncer, lo amaba durante el cáncer y,
lo juro por Dios, lo amará después del cáncer. Porque su amor es
incondicional.
»Estas dos personas son superhéroes del amor. Lo demuestran
cuando las cosas se ponen difíciles, siempre puedes encontrar sonrisas. Se
sacrifican el uno por el otro, porque saben que su amor es verdadero.
Incluso cuando está oscuro, su amor de alguna manera brilla. Estas dos
personas me enseñaron a abrazar el amor. A creer en los finales felices
para siempre. A dar mi todo, incondicionalmente. Y por eso, alzo mi copa.
—Levantó una copa en el aire y miró a su hermano y a Erika—. Por los
buenos días, por los malos días, por el amor incondicional en el que estos
dos me enseñaron a creer. Puede que todos busquemos ese tipo de amor,
puede que todos descubramos ese tipo de amor. —Sus ojos se movieron
hacia mí y una solitaria lágrima cayó por su mejilla, mientras una rodaba
por la mía—. Y cuando lo encontremos, puede que lo mantengamos para
siempre, y siempre, y siempre. —Le soplé un beso y él lo atrapó en su
corazón antes de volverse de nuevo hacia la pareja—. Por Kellan y Erika, y
su tipo de amor de para siempre.
Todos vitorearon, bebieron y amaron. Logan se secó los ojos y rio.
»Ahora, por favor, todo el mundo deje la pista de baile para que los casados 281
compartan su primer baile.
Me uní a Logan sobre el escenario y tomé el micrófono de su mano.
—Tu cabello ha desaparecido —susurré, pasando mis manos por su
pelada cabeza.
Se encogió de hombros. —Sólo es un corte de cabello.
—No. —Besé su frente—. Es mucho más que eso.
—Te amo —susurró.
—Te amo —repliqué. Se acercó a la guitarra y la levantó, dejándola
encima del taburete mientras me movía al piano, colocando el micrófono
cerca de mí y esperando a que él empezara a rasguear. Cuando escuché
los sonidos que aprendió a tocar recientemente, sonreí, uniéndome a él
mientras tocaba las teclas y empezaba a cantar el principio de la canción
“The Way I Am” de Ingrid Michaelson.
Su canción.
Kellan y Erika se balancearon atrás y adelante por la pista de baile,
profundamente enamorados, momento a momento. Durante el solo de
guitarra, Logan habló en su micrófono mientras la puerta delantera se
abría en el restaurante. —Por favor, den la bienvenida a las madres de la
novia y el novio a la fiesta.
Los ojos de todos se ampliaron y vitorearon cuando Julie y mi madre
entraron juntas en la sala. Mi corazón empezó a latir con fuerza contra mi
caja torácica mientras me volvía a Logan, sorprendida. —¿Cómo?
Se encogió de hombros. —Hice algunas paradas mientras venía
hacia aquí.
Eres mi mundo. Mi completo y amplio mundo.
La boda fue increíblemente bien, con más risas y lágrimas de
felicidad de las que vi en mucho tiempo. Cuando todo terminó, todos
fuimos al estacionamiento del restaurante, Kellan y Logan todavía en sus
trajes, y Erika y yo todavía en nuestros vestidos.
—Gracias de nuevo, Logan y Alyssa. Por todo. Esta noche ha sido
todo lo que alguna vez soñé —dijo Erika. La manera en que miraba a
Kellan y en que él la miraba a ella me mostró cómo se veía realmente el
verdadero amor. 282
—No hay problema. Kellan, sé que tienes tu cita con el doctor
mañana y estaré allí. Pero creo que esta noche me quedaré con Alyssa, así
los recién casados pueden tener la noche para ellos —dijo Logan.
Él sonrió y estuvo de acuerdo, pero Erika chilló—: ¡No!
—¿Qué? —pregunté.
—Tenemos que hacer una parada antes de que nos separemos —
explicó.
—De acuerdo. ¿Dónde es? —le preguntó Logan a mi hermana.
Una sonrisa malvada apareció en los labios de Erika y esa sonrisa
me dijo exactamente dónde estábamos a punto de ir.

Los cuatro estábamos en el pasillo cinco de Pottery Barn, mirando a


los diferentes juegos de platos. Los ojos de Erika se hallaban
entrecerrados, pensando en profundidad, mientras que el resto nos
balanceábamos atrás y adelante.
—¿De verdad tenías que romper todas mis cosas? —cuestionó,
ladeando su cabeza hacia la izquierda, mirando a algo que costaba más
que mi vestido de dama de honor.
—Fue idea de Logan —dijo Kellan, tirando a su hermano bajo el
autobús.
—Alyssa estuvo de acuerdo —replicó Logan.
—Kellan me dijo que no te importaría —añadí.
—Lo que sea. Les culpo a todos por igual.
—¡No puedes culparme! —dijo Kellan a la defensiva—. Tengo…
—¡Cáncer, lo sabemos! —Gemimos Logan, Erika y yo al unísono. Él
se rio.
—Está bien. A la cuenta de tres, todos apunten al juego que debería
conseguir antes de que nos movamos a los vasos. ¡Uno, dos, tres!
—¡Ese! —gritamos, apuntando a diferentes cosas, luego todos
empezamos a discutir, gritando sobre los otros, riendo y sonriendo.
Una vez que los platos fueron escogidos, hubo una sensación de paz
que se apoderó del una vez frenético pasillo cinco. Miré alrededor a la
gente que lo sabía todo de cada uno, lo bueno, lo malo y lo destrozado. Lo 283
vi. Estaba todavía ahí. A través de todo el dolor, las lágrimas y la
destrucción, de alguna manera nuestro amor por los otros sobrevivió. De
alguna manera, todos estábamos todavía conectados.
Mi gente.
Mi familia.
Mi tribu.
De alguna manera, éramos inquebrantables.
284

Traducido por Maeh

L
a oficina de TJ se sentía helada. Más helada de lo que
necesitaba estar. Pero la estaría usando por ahora. No echaba
de menos una cita con Kellan desde que regresé a True Falls.
En la esquina izquierda de su escritorio se encontraba una jarra de
gomitas con regaliz rojo colocado en el lado derecho. Al menos se deshizo
del regaliz negro.
Crucé mis brazos, presionándolos contra mi cuerpo por calor.
Mierda. Me estaba congelando. Mis ojos se giraron hacia la silla a mi lado,
donde Kellan se sentaba.
Cuando vi hacia TJ, vi sus labios moverse muy rápido. Seguía
explicando la situación una y otra vez. No podría estar seguro, debido a
que ya no escuchaba.
No sabía el momento exacto cuando dejé de escuchar las palabras
saliendo de su boca, pero por los pasados cinco o diez minutos
simplemente veía su boca moverse.
Mis manos se apoderaron de los lados de mi silla y los sostuve
apretadamente.
Erika se hallaba sentada al otro lado de la silla de Kellan, lágrimas
caían contra sus mejillas. —¿Está funcionando? —dijo ella, rompiendo mi
aturdimiento.
—Está funcionando. —La voz de TJ se sentía llena de esperanza,
incluso tenía una sonrisa en su rostro—. La quimioterapia está
funcionando. Aún no estamos fuera de la oscuridad, pero estamos yendo
por la dirección correcta.
El abrumador sentimiento de esperanza tomó mis respiraciones. Los
latidos de pánico que rodaron a través de mi sistema eran aterradores.
—Yo… —Mi voz comenzó pero luego se detuvo. Me sentí como si
debía decir algo, porque Kellan no hablaba en absoluto. Sin embargo, no
sabía cuales sería las palabras correctas. ¿Existían palabras correctas
para una situación como esta?
Mis dedos sostuvieron mi silla profundamente. Rocé mi mano
derecha contra mi mejilla y aclaré mi garganta. —¿Está funcionando? —
pregunté.
Él comenzó a hablar pero dejé de escuchar nuevamente. Tomé la
mano de Kellan y me deslicé a su izquierda, mientras que Erika se 285
deslizaba a su derecha.
Mi hermano, mi héroe, mi mejor amigo luchaba contra el cáncer.
Estaba superando el cáncer.
Y finalmente pude respirar.

Esa noche Alyssa y yo subimos hasta la cartelera y vimos las


estrellas lanzarse a través del espacio. Compartimos Oreos de frambuesa,
y nos besamos hasta que necesitábamos respirar, recordando todo lo que
habíamos atravesado, y soñando con todo aquello que vendría.
—Me gustó el DVD que me diste acerca de la mitología griega del
fénix —dije, mientras nuestras piernas colgaban por el borde de la
cartelera—. Amé la idea del ave muriendo, pero entonces, de alguna
manera, alzándose de entre las cenizas, recibiendo una nueva oportunidad
en la vida.
Sonrió. —Sí, tú eres el Fénix, Logan. Has pasado por mucho, visto
tantas cosas, y has renacido.
Negué con la cabeza. —Busqué por diferentes mitologías y diferentes
creencias del fénix y lo que significaba. Aunque aprecio la historia de los
griegos, fue la creencia China la que más me atrapó.
—¿En qué creían ellos?
—El fénix comúnmente se veía como dos, un hombre y una mujer.
Los dos fénix juntos de pie para el yin y yang. Eran dos partes de uno
entero. El fénix femenino era pasivo, gentil, el intuitivo, mientras que el
masculino era el asertivo, el que tomaba la acción. Juntos por una
asociación inolvidable. En algunas partes del mundo, el símbolo de los dos
fénix se da como regalo de bodas, un símbolo del por siempre y la felicidad
eterna.
—Eso es hermoso —dijo ella.
—También lo pienso.
Nos tomamos un momento para ver de nuevo hacia el cielo.
—¿High?
—¿Sí? —Mis palmas se sentían húmedas mientras buscaba dentro
de mi bolsillo y sacaba una pequeña caja. Ella tomó una pequeña 286
respiración cuando sus ojos cayeron en la caja, luego sus ojos se
encontraron con los míos—. ¿Qué estás haciendo, Lo?
—¿Verdad o mentira?
—Mentira.
—No estoy haciendo absolutamente nada.
Su labio inferior temblaba. —¿Y la verdad?
—Estoy alzándome de entre las cenizas. Estoy en las primeras
etapas del renacimiento, pero sé que mientras asciendo, quiero que estás
atada a mí por siempre. —La pequeña caja se abrió, y saqué el anillo de
bodas, el cual mostraba dos fénix juntos, entrelazados con un diamante en
el medio de sus alas—. Eres mi sanación. Eres mi fuerza. Eres mí por
siempre, y si estás bien con eso, si estás de acuerdo con ello, me
encantaría que fueras mi esposa.
—¿En serio? —habló suavemente.
—En serio —respondí.
Su voz era débil mientras se movía más cerca de mí, descansando
sus labios contra los míos. —¿Por siempre, Lo?
Tomé su mano en la mía, y deslicé el anillo en su dedo anular,
besándola gentilmente. —Por siempre, High.
287

Traducido por Taywong

E
ra feliz.
No tenía mucho a mi nombre, y no tenía muchas historias
de éxito para transmitir a mis hijos. No era algún genio
millonario. No tenía tres títulos de licenciatura.
Probablemente estaría trabajando la mayor parte de mi vida para llegar a
fin de mes, pero siempre llegaría porque tenía amor. Tenía tres personas
contando conmigo para seguir adelante cuando los tiempos eran difíciles.
Tenía tres personas creyendo en mí y mis sueños lejanos.
Alyssa y yo pudimos comenzar uno de nuestros sueños juntos:
Restaurante y Piano Bar High&Lo. Habíamos estado funcionando por dos
años ahora, y después de mis niños, era uno de mis mayores logros. Sin
embargo, me esforzaba por más.
Un día daría a mis hijos y a mi hermosa esposa el mundo. Mis hijos
nunca sabrían lo que significaba no ser amado. Habían sido apreciados
antes de que hubieran entrado al mundo.
Alyssa, mi hermoso amor, me salvó la vida. Me dio una razón para
vivir, y era un honor ser amado por ella. Le prometí a su corazón que
nunca olvidaría la forma en que me dio todo de ella cuando no tenía nada
que dar a cambio. Me prometió que no era el producto de mis ayeres, y
sabía que me encontraba destinado a mañanas increíbles.
Ella era el fuego en mi alma que me mantenía caliente por la noche.
—Eso es demasiado alto —gritó mi hijo de cinco años, Kellan,
mientras caminábamos hacia la escalera de la cartelera. Fue nombrado en
honor a su tío, que todavía perseguía su sueño de convertirse en un
músico exitoso, y se acercaba a ello cada día.
Su hermana, Julie, se sentaba sobre mis hombros, levantando la
vista. —¡Sí, papá! ¡Demasiado alto! —concordó. Ella fue nombrada en
honor a su abuela, la mujer que conocía más días oscuros que la luz, pero
ahora era capaz de caminar en el sol y durante los últimos siete años
mantuvo a sus demonios a raya. No todos los días era fácil, pero cada día
era una bendición.
Sonreí a Alyssa, que me advirtió que los niños pensarían que era
demasiado aterrador, pero quería que vieran las estrellas esa noche desde
el mismo lugar en el que me enamoré.
288
—Tenemos mantas —dijo Alyssa—. Siempre podemos ponerlas aquí
abajo y mirar hacia arriba.
—¿Podemos hacer eso, papá? ¿Podemos sólo mirar hacia arriba en
lugar de subir? —preguntó Kellan.
—Por supuesto. Eso es aún mejor.
Esa noche estuvimos callados, mirando hacia el cielo iluminado por
las estrellas que se desvanecían en la oscuridad. Mis brazos se hallaban
envueltos alrededor de la cintura de Alyssa, y se recargó contra mí,
permitiéndome ser el que la sostenía. Cada noche veíamos la puesta de
sol, sin importar dónde estuviéramos, y nos despertaríamos temprano
para presenciar su ascenso. Esa era la cosa de la vida: incluso cuando los
días se volvían negros, siempre se te daba otra oportunidad, un segundo
momento para intentar volver a salir de las cenizas.
Los niños corrían alrededor, jugando, mientras Alyssa y yo
mirábamos las vidas que habíamos creado. Fueron nuestros felices para
siempre, los regalos que nos trajeron tanta alegría.
Dios mío, era feliz.
Me sentía tan malditamente feliz, seguro y amado.
Cuando el cielo se volvió negro y los vientos fríos rozaron contra
nosotros, susurré contra el oído de Alyssa, acercándola a mí—: ¿Por
siempre, High?
—Por siempre, Lo.
Me encogí de hombros.
Se encogió de hombros.
Me reí.
Ella rió.
Separé mis labios.
Separó sus labios.
Me incliné.
Se inclinó.
Nuestros labios se engancharon, y aunque mis pies se encontraban
plantados firmemente en el suelo, nunca en mi vida me sentí tan alto.

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