Está en la página 1de 8

Primer Lienzo

La vida es complicada, no tienes control total de lo que sucede a tu alrededor.


Llega a ser frustrante el cómo cada intento llega a desvanecerse como si el esfuerzo
no importara. Estoy consciente que las decisiones que tomé fueron estúpidas, causé
más problemas que los solucionados, no sé en qué fallé; si pudiera rebobinar el
tiempo y regresar a ese instante, pero ahora veo que ya no puedo, es muy tarde.
Tener mi vida hecha y derecha, las cosas solo sucedieron, todos mis amigos y
familia se fueron en un parpadeo. Lo recordaba mientras yacía en un fúnebre
silencio con las maletas recién deshechas y con un uniforme de colegio puesto,
habiendo despertado con grandes manchas en los ojos.
Dormí del asco en esa oportunidad tras haberme desvelado la noche anterior
rodeado de pinturas cuyos colores se extinguieron hace tiempo, solía estar frente a
un lienzo cada segundo del día, pese a que ahora tenía deberes importantes, hoy era
el primer día de clases, debo agregar que no me importaba.
Mi cabello es suave y largo siendo principalmente ondulado con un color nuez
avellana, este cubría levemente mis ojos estando todo desgreñado en dicha mañana
a la vez que una leve luz entraba a mi habitación sobre mi tez blanca. Tomé un
pequeño desayuno en ese día por la mañana aun teniendo las mejillas manchadas
de pintura y sin cargar apetito últimamente; tras un beso sin ganas a mi madre me
fui con la intención de repetir la misma rutina diaria.
-Hoy lo haré bien, lo demostraré
pensé mientras soltaba una sonrisa en busca de ánimos.
Solían decirme elogios tal como ser un chico bastante perspicaz mientras
aumentaban un inevitable ego en el proceso, solía pensar que cuando estas en un
sitio lleno de personas de un coeficiente no muy sobresaliente las personas se
impresionan con cualquier cosa remotamente superior a la media.
Fui clasificado durante esa época como un chico listo, más precisamente el de mi
grupo en mi escuela anterior pues era quien resolvía la mayoría de los problemas
que provocaban mis amigos siendo yo el "responsable" del grupo, sin embargo,
debo decir que la mitad de nuestras desventuras las provocaba yo, por lo cual
agrego que quizás tan inteligente no era.

Mi bienvenida no fue lo esperado siendo que en ese momento me encontraba en el


suelo tosiendo fuertemente mientras veía levemente los pies de los agresores;
estaba mareado y constantemente oía incesantes gritos a mi alrededor resonando en
el baño de hombres.
- Bienvenido al infierno - mencionó sutilmente en mi oído uno de los que me dejó
en tal demacrada situación, todo mientras yo mordía con rabia mi lengua. Era lo
que faltaba, un grupo de acosadores potencialmente peligrosos y sustancialmente
estúpidos que me habían seleccionado como su objetivo, no era el mejor comienzo.
*RING RING* fue el sonido retumbando en los muros y siendo escuchado entre
la confusión, curiosamente como el viejo dicho popular dice fui salvado por la
campana; todos ellos se apresuraron a dejar el lugar mientras yo aún con dificultad
para levantarme me quedaba solo en un baño mugriento, mal cuidado y con
charcos en el suelo de algo que dudosamente pasaría por agua.
En mi mente lo único que cabía era un enojo profundo, salir de las manos de mis
anteriores acosadores para llegar a caer en un pozo más hondo, estaba cansado del
mundo y de su gente. Levanté mi mochila la cual yacía en un costado y me dirigí a
la salida del baño dejando tal lúgubre sitio donde solo podía oír gotear el agua
cayendo de un grifo, el cual a partir de ahora probablemente evitaría.
Recuerdo que mi nuevo colegio era bastante espacioso, los salones estaban
alineados de forma circular dejando un gran espacio en medio donde yacía
vegetación y estaba el principal edificio de administración, la dirección. En ese
entonces fue bastante molesto el poder ubicarme pues en primer lugar no me
dijeron a qué salón debía ir; se suponía que debía observar una pequeña lista
colocada al lado de cada puerta, lo que pasó por mi mente en antaño fue el perder
mi tiempo caminando aula tras aula, podía intuir como el personal educativo era
bastante negligente y no lo decía por andar con la ropa sucia junto a moretones
provocados por terceros.
Pasando de uno en uno llegué al último de los enumerados y por obvias razones ya
podía intuir que era el mío, aunque para variar no era el único que llegaba tarde al
salón en su primer día de clases. - ¿Qué me miras? - Contestó amargamente el
chico de ojos café, tez blanca, un poco relleno y cabello corto negro que estaba
parado junto a mí antes de ingresar. Recuerdo esta reunión de manera irónica.
Me encontraba harto de todo el chiste de día que había tenido en aquella ocasión, y
a pesar de tener tanta ira contenida de mi boca salió un simple
- Nada.
En este punto es donde me percaté que el chico con el cual ahora estaba
enfrentándome era uno de los maleantes que me habían dejado en el baño minutos
atrás, fue maravilloso, solo podía pensar que me tocaba tratar con un patán por el
resto del año.
La puerta fue abierta bruscamente por él, dejando finalmente ver un aula con un
notable mal estado, un montón de alumnos sentados y rayones en las paredes junto
la profesora en turno y ¡oh! que sorpresa el ver al resto de aquellos que me
atormentaron, de verdad no sabía que podría ser peor.
Al vernos, la profesora rápidamente nos gritó
- Apresúrense, vamos, siéntense juntos por favor
Sé que no soy tan bueno como el pan y no esperaba que me trataran como un rey,
pero, de verdad pensé haber acabado con todo. Él y yo tomamos asiento y
claramente éramos incompatibles, se podía sentir la tensión en el aire siendo tan
pesada y densa que cualquiera se ahogaría en el dulce néctar de la amargura. Pero,
tal como la tensión existía como si nada ésta desapareció con la aparición de otra
chica que también por azares del destino llegó tarde.
La joven poseía un cabello obscuro, tez morena y contextura delgada, junto a una
considerable altura para el promedio, medía 1.68 siendo que para ese año la
mayoría rondaba por el 1.50 y además poseía unas características pecas alrededor
de sus mejillas a la vez que andaba con un gorro hecho de una brillante lana roja.
Tras atraer las miradas de casi todos en el aula ella tomó asiento a unos metros de
mi izquierda colocando una mochila purpura entre sus piernas. Realmente llamó
bastante mi atención, ahora bien, no me consideraba como el resto de sarnosos en
el aula quienes babearían por ella. Por el momento decidí pasar de su presencia en
lo que transcurría la clase y entrando en algo que podríamos llamar... un largo
letargo, por más que solo sean palabras lindas para decir que me quedé dormido.
Y por arte de magia la tortura terminó con un sonido familiar escuchado la misma
mañana en el baño.
Justo al frente de mi aula había un pequeño banco en el cual se podía sentar
cualquiera, resultaría un lugar agradable para reposar si no fuera porque
absolutamente TODOS los de mi grupo fueron a sentarse en ese lugar y como no
soy precisamente el tipo más social del mundo se imaginarán que yo a ese asiento
no me acercaba ni porque me pagaran, por lo cual decidí ir a otro banco cercano a
la entrada del colegio.
Unos minutos más tarde mientras tomaba mi desayuno, apareció un nuevo
individuo el cual era... peculiar; un joven con tez blanca, bastante alto, con ojos
verdes y un arremolinado cabello café venía corriendo a todo pulmón en la entrada,
apenas logrando llegar antes de que cerraran la puerta mientras jadeaba e intentaba
no perder el aliento.
- Cuidado y escupes tu pulmón... - susurré para mí mismo en un tono bajo
creyendo que no me escuchaba, no obstante, para mi sorpresa sí se percató.
- Jaja sí, di un buen maratón - contestó mientras esbozaba una dulce y cálida
sonrisa la cual, podría derretir incluso el más frío corazón.
He de admitirlo, era el chico dulce y guapo que toda chica desearía que incluso
llegaba a erizarme la piel, no me llevaba precisamente bien con esta clase de chicos
y quizás dije antes que no me acercaba al otro banco ni porque me paguen no
obstante a este tipo no lo tocaba ni con un palo, sentía una enorme envidia de su
buen parecido; terminé de comer intentando no cruzar miradas nuevamente con él
y que simplemente se aburriera olvidando mi presencia, supongo fue mucho pedir.
- Ey, Soy Christian, ¡mucho gusto! - dijo entusiasta mientras yo sin ganas lo
miraba.
- Te preguntarás por qué vine corriendo... - Dijo con un tono alegre
- La verdad no me interesa - respondí esperando que captara que no me veía
interesado en su amistad.
- Está bien, te lo diré, había llegado temprano, pero cuando bajé del bus me
percaté que dejé mi mochila... ¡así que perseguí el bus hasta la terminal! - Dijo
alegremente.
- ¿Me estás jodiendo? ¡Esas son 20 cuadras! - respondí con sorpresa, pues al
parecer este chico no solo era una cara bonita, era extremadamente desafortunado y
a su vez también ridículamente estúpido.
Ese chico era algo fuera de lo normal y no creo recordar haber conocido a alguien
con tan mala suerte o con tan pocas neuronas, al menos no recuerdo a otro al que le
pasaran tales cosas. - Bueno, son cosas que pasan - Dijo sonriente mientras
mostraba su mochila recién recuperada confirmando que era verdad y que
efectivamente había perseguido un autobús.
- Dime don apático, Chico Pintura ¿Cómo te llamas? -preguntó con total alegría;
me percaté que aún tenía la cara manchada con pintura de esa misma mañana y que
anduve todo el rato paseando con la cara pintada, ahora veo por qué me habían
escogido como una víctima y eso era lo de menos pues sin querer las palabras solo
salieron
- Soy... llámame Isaac.
Con un breve intercambio de nombres este volvió a colocarse su mochila, había
llegado tarde y tenía un poco de prisa, por lo que decidió seguir su camino. - Nos
vemos luego Chico Pintura - dijo mientras se apresuraba. Al final quizás el día no
era tan malo si había evitado hablar con alguien tan de mala espina y para evitar
futuros encuentros decidí moverme a un sitio diferente, claro no sin antes limpiar
mi mejilla.
Por obra del destino acabé en una pequeña tienda dentro del propio colegio sin
tener una razón aparente para estar en ese sitio, en sí solo buscaba pasar el tiempo,
quería que si bien fuera paradójico e imposible tan solo por un segundo el tiempo
volara y mi percepción me engañara; No puedo creer que mi suplica fuera
escuchada.
Hermosa era la única palabra capaz de describir lo que veía; tan finos rasgos y
dulces ojos café, cabellos lacios de un color negro puro, con una mirada fría y seca,
casi muerta que siendo un tono tan sombrío y puro era hipnotizante. Sin embargo,
no pude apreciar tal belleza por mucho tiempo.
- ¡Auch! - Grité tras chocar con un individuo
- Vaya ¿Qué tal Chico Pintura? Nos reencontramos, parece ser que lo del baño aun
no es todo lo que te toca - Dijo aquel chico que anteriormente había encontrado en
la mañana junto a su grupo de amigos.
- Oh que tenemos aquí, oigan ¡el chico estaba mirando fijamente a Kat! ¿No les
parece tierno? - preguntó mientras soltaba una sonrisa amarga a su grupo de
amigos mientras estos soltaban carcajadas y devolvían la mirada.
Realmente solo bastaron segundos para que su tono bromista y excéntrico
cambiara a uno estérico, el cual en tal estado de rabia solo pudo pensar en
sujetarme la camisa abotonada - ¿Por qué carajos estás mirando a Katherine? -
preguntó nuevamente, sin embargo, su mirada se había tornado mucho más
obscura, más profunda e irritante.
- Detente Jean, no hizo más que mirarla - interrumpió uno de sus amigos, el cual
para mi sorpresa era aquel que se había sentado a mi lado durante la clase.
- Ricardo, sabes que Chris nos va a sacar la mierda a nosotros si no le sacamos la
mierda a aquel que moleste a Katherine - respondió ya sin tanto enojo al chico que
salió a defenderme
- Sí, pero no es como que Chris sepa en todo momento quien la mira, hasta tú la
miras de vez en cuando ¿No es así Jean? - dijo sosteniendo una sonrisa pálida que,
pese a ojos de los demás pudiera verse verdadera, su sonreír probablemente perdió
sus colores hace un tiempo y yo solo podía pensar en lo repulsiva que me resultaba
su falsa mueca sin importar que fuera para defenderme.
- Tú ganas, no le daré muchas vueltas, te has salvado, agradécele desde el fondo de
tu alma - Respondió en un tono más tranquilo mientras retiraba su mano y dejaba
de lado su agresividad. Tras ello siguió su camino sin mirar a atrás junto a todos
sus amigos exceptuando a mi salvador.
Con ello el peculiar grupo me dejó en paz por el momento, parecía que buscaban
cualquier pretexto para buscar un pleito, con todo aún podía ver a aquel chico que
me salvó el pellejo.
- No pienses que te debo algo, hace unas horas me dejaste en un baño asqueroso
sin importar el cómo me lastimaron - Le dije con un tono violento y cansado, no
sentía como si tuviera que tratarlo como un héroe sino como alguien que solo
aparentaba ser bueno. Para mí en el fondo estaba tan podrido como los demás, a
mis ojos era un hipócrita del montón, al menos los otros matones no intentaban
cubrir sus asquerosas conductas.
- No esperaba que me agradecieras, solo no quería ver cómo te golpeaban, es todo,
no creas que es por ti - Fueron las palabras que me dedicó antes de irse del lugar.
- Sí, justiciero - repliqué mientras lo veía alejarse del lugar detrás del grupo con el
cual en primer lugar llegó.
Irónicamente no parecía que yo hubiera aprendido la lección, era el tipo de chico
que no es como si cometer un error una vez fuera suficiente y aun habiendo tenido
un enfrentamiento directo con ellos mis ojos solo pudieron una vez más ir en busca
de aquella cuya hermosa figura seca y fúnebre causaba tan preciosa sensación, pese
a que para mí mala fortuna solo pude tener un amargo recuerdo dado que ella ya no
se encontraba ahí; - Katherine... - susurré a mí mismo sabiendo que al menos sabía
el nombre de aquella que me robó un suspiro.
Habiendo pasado ya todo el suceso procedí a ir a mi próxima clase pues no podía
pasar todo el receso buscando a la chica que había provocado tal sensación. Una
vez ahí recuerdo nítidamente el haberme sentado junto a una ventana y en esta
oportunidad Ricardo no se había sentado junto a mí, sino que lo hizo con su
respectivo grupo, en su lugar alguien más sí decidió repetir el puesto que
anteriormente tomó a mi lado.
- ¿Por qué eres tan sombrío? - preguntó una chica pecosa con un gorro de color
rojizo intenso que anteriormente atrajo todas las miradas en la clase cual arte
abstracto, una belleza incomprendida pero igualmente aceptada y deseada por
muchos.
- ¿Le preguntas a todos lo mismo? - respondí esbozando una sonrisa.
Todos mostraban colores extintos y carentes de fuerza sin ningún tipo de variedad,
monótonos matices que oscilaban entre azul y rojo, todos tintes repetidos y no
muchos únicos, llegando al punto de resultar repugnante de observar a diferencia
de estos vividos tonos que eran tan alegres y electrizantes; claramente ella era
diferente.
- Solo a los que parecen interesantes - respondió devolviendo una mueca alegre.
- Escuche que antes el grupo de Chris te llamaba Chico Pintura ¿Dejarás que te
digan así? - parece que me había ganado un apodo nuevo y cada quien me llamaba
por ese sobrenombre, no obstante, en mi mente quizás había algo más intrigante
que eso.
- Si, no hay mucho que pueda hacer - contesté sonriendo levemente mientras ella
devolvía el gesto, era un hermoso matiz de colores. - ¿Quién es Chris? ¿el líder de
ese grupo? - pregunté a aquella persona con dulces ojos café.
- Básicamente, no creo que quieras meterte con él, es el chico que te cruzaste en la
mañana - fue la respuesta dada por la chica cuya tez blanca el sol deslumbraba.
- ¿Me estabas viendo? ¿Y dices que ese chico despistado es el más peligroso de ese
grupo? - respondí con asombro, no esperaba que el Chris que tanto mencionaban
fuera ese Chris.
- No es como si te vigilara, solo te vi, tampoco fue muy discreto siendo casi que
en la entrada del colegio. Quién diría que te encontrarías de esa forma con él -
contestó mientras soltaba una leve risa burlona.
Esa mañana rápidamente se esfumó, llevándose con ella mi percepción del tiempo
hasta el punto de olvidar la imagen asociada al mismo y reemplazarla con la suya.
Suelen decir que el tiempo vuela cuando te diviertes, jamás había entendido el
significado de esas palabras ni captado su verdadera tonalidad, era sin duda un
hermoso lienzo que quería recordar, pues había olvidado los colores que pigmentan
dicha sensación.
Las clases finalmente habían terminado sin que me diera cuenta y el campanazo
final marcó la salida del lugar. Había bastante bullicio en la salida, todos salieron
bastante rápido con rumbo a la puerta principal y recuerdo que la gente se
acumulaba sin tener ni una pizca de empatía por los demás. No creo haberme
cruzado con ningún rostro conocido hasta ese momento, claro, sin contar a la chica
pecosa que estuvo toda la mañana conmigo.
- ¡Vamos! ¡Vamos! ¡No lo dejes levantarse Chris!-
Eran algunos de los griteríos que se escuchaban al final del pasillo, un montón de
personas agrupadas en este, gritos por todos lados al unísono sin parar.
- ¡Maldita sea! ¡Pártele la boca Ricardo!- dijo alguien del público en la contienda
Golpe tras golpe se lanzaban ambos, pero, Chris era claramente superior pues tenía
a su oponente postrado en el suelo. Casi siento lastima por Ricardo, solo casi, los
matones que antes me agredieron estaban peleándose, no había nada más gratos de
observar.

También podría gustarte