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Pintura realizada generalmente sobre papel y, algunas veces, sobre seda, con
colores disueltos en agua y con un poco de cola para asegurar su adherencia.
Contrariamente a la aguada en la que los colores son opacos, los tonos permanecen
transparentes con relación al fondo.
Es una técnica antiquísima, ya usada, según parece, por los egipcios para ilustrar
los “Libros de los Muertos”. Alberto Durero utilizó por primera vez la acuarela pura, sin
mezcla de blanco. Esta técnica pictórica floreció en el s. XVII en los Países Bajos,
alcanzando su apogeo en los s. XVIII y XIX. Son famosas las acuarelas de Jean Honoré
Fragonard, Joseph Mallord William Turner, Tranquillo Cremona y Daniele Ronzoni. Hasta
el s. XIX se trabajó sobre el papel seco, perfilando primero los contornos del dibujo para
luego distribuir los colores una y otra vez hasta obtener la obra completa. Un avance
decisivo se logró, más tarde, al empezar a dibujar y pintar sobre el papel húmedo,
eliminando así la dureza de contornos y obteniendo una mezcla más fluida de los colores.
Los blancos y los tonos luminosos se obtienen de los blancos del papel a través de
veladuras más o menos diluidas y, con menos frecuencia, añadiendo colores opacos. Al
mismo tiempo que se trabaja se puede lavar el papel para atenuar los tonos y después
reforzarlos con una extraordinaria flexibilidad de ejecución.
Desde el punto de vista técnico, la acuarela es el sistema de pintura más sencillo,
tanto por la facilidad de extensión de sus pigmentos en capas delgadísimas, como por el
soporte empleado: el papel. Pero, a pesar de esto, exige del artista gran capacidad y
seguridad manual. Pues hasta la mejor técnica dará un resultado dudoso si se
aprovechan de forma equivocada o incompleta sus posibilidades materiales.
Se precisan algunas normas que son fundamentales para utilizar esta técnica:
1) La acuarela parte del soporte pictórico blanco del papel y llega, a medida
que avanza el trabajo, a los puntos obscuros del color.
Puesto que los colores de la acuarela son transparentes, el fondo
blanco debe verse a través de las capas sucesivas.
Se empieza pintando las zonas de colores luminosos o claros,
después las de los tonos intermedios y al final se superpondrán las zonas de colores
obscuros.
El blanco debe quedar como tono intacto del papel y solo si fuese
necesario se utilizará pigmento blanco.
2) Antes de empezar el trabajo debe humedecerse bien el papel, que
después se extiende sobre un tablero dispuesto horizontalmente pegándolo por los
bordes. Mientras se seca la hoja, se trazan en ella las líneas principales del dibujo
utilizando un lápiz algo duro (H o HB) y dibujando muy ligeramente de modo que las
señales trazadas queden luego cubiertas por la capa de color, sin tener que borrarlas.
Las borraduras, estando húmeda la hoja, estropean la superficie del papel de forma
irremediable.
3) La acuarela requiere un pincel grande (N° 10) que puede contener
mucha pintura en forma bien liquida.
El manejo del pincel debe ser desenvuelto y rápido, con trazos
gruesos, aunque esto exija cierto derroche de color.
Se puede pintar muy bien un cuadro a la acuarela con un solo
pincel, lavándolo con frecuencia y esmero. Sin embargo, es preferible trabajar con 3
pinceles:
1) Para los amarillos.
2) Para los rojos y violetas.
3) Para los verdes y azules.
4) Cada color debe extenderse formando una capa pura, es decir, obtenida
a base de mezclas siempre hechas sobre la paleta, ya que no es aconsejable en ninguna
de las técnicas (sobre todo tratándose de principiantes) mezclar los colores sobre la
superficie del dibujo.
5) El trabajo se debe iniciar con coloraciones transparentes y suaves,
utilizando los colores profundos y plenos solo cuando haya seguridad en todo el resto.
Se puede disponer 2 o 3 capas de colores superpuestos, sin olvidar
que debe permanecer intacta la transparencia de cada uno; también en esto se necesita
actuar con rapidez, a fin de que la capa húmeda de color que está debajo no se manche
al mezclarse con la otra.
El efecto debe conseguirse por la síntesis de dos refracciones
superpuestas y no por la mezcla de las dos capas de pigmentos. Antes de la
superposición, por lo tanto, se debe esperar que la capa precedente esté bien seca.
“La acuarela, semejante al boceto gráfico, es la técnica pictórica que más estimula
la colaboración del espectador: pone alas a su fantasía, porque con sencillos bosquejos
se pueden lograr efectos sorprendentes… Esta ilusión o sugestión que influye en el
observador puede considerarse como el principio general de la acuarela. Podéis
conseguir los colores más delicados cuando hayas asimilando exactamente las
características de la armonía de estos colores, o sea, su tono de color fundamental…
Ciertamente, cada artista tiene su técnica preferida, pero hay sensaciones cromáticas
que solo se pueden expresar con la acuarela: la luz fría, la Primavera brumosa, el dulce
Otoño y, sobre todo, el agua: la lluvia, los torrentes, el agua y la nieve que se derrite. Es
como si todo esto estimularía una técnica que tiene necesidad del agua como elixir de
larga vida. Recordad que la pintura a la acuarela será siempre vuestra maestra y os dará
la medida exacta de vuestra capacidad. Forma y color os deben enseñar a decidir a
primera vista, a ejercitar la rapidez y la concentración, a trabajar en las cosas sencillas y
en las de mayor responsabilidad. Por tanto, a pesar de las exigencias de la acuarela
perfecta, es utilísimo usar en la práctica durante el aprendizaje, solamente colores a la
acuarela, porque, aparte de la sencillez de su uso, suele ser decisivo su valor didáctico”
(Bodo W. Jaxtheimer).
La intensidad cromática y la delicadeza de algunas acuarelas modernas, como las
de Emil Nolde y Paul Klee, demuestran porque la acuarela tiene un nuevo atractivo para
los artistas.
Giacinto Gigante fue uno de los primeros pintores italianos que utilizaron la técnica
de la acuarela, usada ya en el s. XVII por los pintores holandeses y que en el s. XVIII, se
difundió ampliamente, sobre todo, entre los ingleses.
Paul Cézzane, si bien prefería la pintura al óleo, utilizaba a menudo esta técnica
para plasmar con rapidez ideas e imágenes que luego le servirían para realizar obras de
mayor envergadura.
Richard Parkes Bonnington, después de una breve estancia en París, contribuyo a
renovar la técnica y amplió sus posibilidades, usándolo para pintar, además de paisajes,
escenas costumbristas e históricas.
Acuarela, etimológicamente, deriva del latín "aqua" y el diccionario nos lo define
como "pintura realizada con colores diluidos en agua y que, emplea como blanco, el color
del papel" o "colores con los que se realiza la pintura". El agua es el medio por el cual se
transmite al papel la cualidad y calidad del color de los distintos pigmentos diluidos en
este medio, aglutinados con otras sustancias como por ejemplo goma del Senegal, goma
arábiga o tragacento, a lo que, los muy puristas, añaden otros componentes como
glicerina, miel, hiel de vaca , un agente conservador como puede ser el fenol o el
ortofenilfenato de sodio ... A estas disoluciones se les denomina tintas y los baños con los
que bañamos el papel usando el pincel u otro medio, se le llama aguadas.
Los colores de acuarelas derivan un compuesto de pigmentos secos, en polvo,
mezclados con goma arábica y solubles en agua. De esa manera se disuelven en el
mejor de los casos con agua destilada y se aplican al papel por medio de un pincel.
La característica principal de los trabajos en acuarela es la transparencia que producen
estos pigmentos diluidos, lo que hace también que la técnica sea difícil, como difícil
resulta la tarea de corregir o disimular algún error que, en el periodo de ejecución se
produzca, aunque siempre existe algunas posibilidades que brinda el conocimiento y
comportamiento de la acuarela, lo que unos denominan trucos y otros recursos.
Desde finales del siglo XIX, la pintura "a la acuarela" ha gozado de gran
popularidad, siendo esta popularidad, la causante de cierto desprestigio ya que, el
termino pintar "a la acuarela" se asociaba, automáticamente, a ciertos estratos de la
sociedad que gozaba de una posición económica desahogada y que convertía, su afición
por la pintura, en un pasatiempo ameno, usando las acuarelas como medio de expresión,
ejecutando una y otra vez paisajes bucólicos, delicados, usando y abusando de los tonos
pastel. A pesar de todo, los artistas han seguido utilizando la acuarela de forma creativa y
aplicándola a los temas más diversos. El agua es la protagonista de la acuarela y la
causante de la excepcional transparencia y luminosidad que la caracterizan, imposibles
de conseguir casi con ningún otro medio. En su utilización interviene el agua junto a una
pequeña cantidad de pigmento que, una vez evaporada el agua, queda depositado en
una capa tan diáfana que permite que el color blanco del papel quede a la vista bajo la
pintura, proporcionando esta cualidad de transparencia propia de una buena acuarela.
Todavía existen detractores de la acuarela, que la tachan de ser una técnica de
"segunda", apoyándose en argumentos como la inestabilidad del color. La transformación
que experimentan las obras ejecutadas con esta técnica es la de presentar un aspecto
muy vivo, cuando están húmedas y apagadas, atenuadas, claras una vez la obra seca.
Esta transformación de aclarado que, evidentemente cambia el aspecto de la obra final,
puede llegar a un 50% dependiendo de la cantidad de color con las que hayas cargado el
pincel al ejecutar las aguadas. Por esto hay que tener en cuenta este proceso, a fin de
conseguir el aspecto final lo más próximo a tu percepción. A pesar de que algunos
puristas defienden que existe una forma correcta de pintar con acuarela, sin salirse de las
normas establecidas en tiempos pretéritos, en la actualidad, cada vez son más los
artistas que, persiguiendo un resultado final, utilizan y mezclan técnicas en la misma
obra. La técnica debe ser utilizada en beneficio de la obra y por lo tanto, nunca esta
deberá ser más importante que lo que se pinta.
Historia
La historia de la acuarela está íntimamente ligada a la historia del papel, inventado
por los chinos, aunque tiene como antecesores a los egipcios, que aplicaron sobre el
papiro pinturas, primero con tintas planas y, posteriormente, tintas desvanecidas, en
dibujos y pinturas consiguiendo los primeros claroscuros. Por otra parte la llamada pintura
de fresco "boun", en realidad es una acuarela especial que se usaba para pintar las
paredes sobre yeso mojado, técnica que se utilizó para los murales de la Capilla Sixtina.
En el siglo VIII, los chinos, utilizaron la acuarela para decorar la seda y pintar sobre papel
de arroz. En Europa, durante el medioevo, se utilizó para la decoración de los
manuscritos, para lo que se empleaban pigmentos solubles en agua, aglutinados con un
densificador derivado del huevo. Los frescos medievales se fabricaban con una base de
pintura blanca a la que se le añadían distintos pigmentos diluidos en agua.
Posteriormente apareció el gouache, que también era una pintura que tenía al agua como
elemento diluyente, aunque era una pintura opaca. Precursores de esta técnica que
sentaron las bases fueron: Paul Sandby, Durero, Constable y John Cromme. Los artistas
de los siglos XVI y XVII empleaban la acuarela de forma ocasional y acostumbraban
hacerlo en monocromo. Utilizaban para ello un pigmento marrón obtenido del hollín
llamado “bistre” u otro extraído del calamar que tenía un tono sepia. La invención de la
pintura al óleo por los maestros flamencos, declinó un poco el interés por la pintura al
fresco y la acuarela fue relegada como el vehículo para hacer bocetos preliminares o
como una herramienta para estudios. Para los anglófilos, la acuarela fue inventada en
Inglaterra durante el siglo XVIII. Aunque en honor a la verdad la primera escuela de
acuarela europea data del 1471 por la influencia del pintor Alberto Durero, que utilizo con
maestría esta técnica creando escuela, aunque debemos reconocer que, el verdadero
avance se produjo en Inglaterra en el siglo XVIII, proceso que se vio favorecido por el
avance tecnológico que desarrolló la Inglaterra imperialista. Se mejoró la producción y la
calidad del papel y de los pigmentos que llegaban, a los puertos británicos, procedentes
de todas las partes del mundo. Al mismo tiempo, los franceses, eternos competidores y
en la mayor parte de ocasiones enemigos de los ingleses, también desarrollaron muchas
obras pictóricas utilizando esta técnica. Entre estos artistas hay que citar Jean Honore
Fragonard (1732-1806). Pero, como hemos dicho, su perfeccionamiento de esta milenaria
técnica, se fraguó en Inglaterra imperialista, donde los artistas ya habían llevado la
acuarela a una categoría tan elevada como el óleo, siendo uno de sus representantes
William Turner, paisajista romántico. Desde este momento, la acuarela, se convirtió en la
técnica preferida por muchos artistas, no solamente ingleses, sino europeos y
americanos, dando a los paisajistas una herramienta ideal para trasmitir sus
percepciones (luminosidad, movimiento, reflejo, transparencia), siendo los americanos
Childe Hassam, James A. McNeill, John Singer Sargent, John LaFarge, Maurice
Prendergast, Thomas Eakins, Winslow Homer y James Abott Whistler, quienes dieron a
la acuarela prestigio y rango de expresión, equiparándolo a la pintura "al óleo". La
primera asociación en apoyo de la acuarela se creó en Inglaterra en 1804 la "British
Society of Painters in Watercolours". Durante la Guerra Civil en Estados Unidos, los
dibujos de los reporteros-artistas, sus dibujos de las escenas de la guerra, se utilizaron
como ilustraciones en los periódicos y revistas. En 1866 se fundó la "American Society of
Painters in Watercolours" y por primera vez fueron exhibidas en las galerías de arte,
obras de acuarela junto a pinturas al óleo. Aimé Bompland es el representante de
pintores exploradores que viajaron por muchos países sudamericanos, realizando una
labor impresionante, copiando muchas especies de fauna y flora desconocidas en
Europa. Fue compañero de Alexander von Humboldt. La obra y la pasión de Aimé
Bompland influenciaron en otros artistas que continuaron esta obra entre los que se
pueden citar Auguste Morissot, Antone Goering Camille Pisarro, Fritz Melbye, Ferdinand
Bellerman y, Theophile Raymond.
La pintura a la acuarela empezó con la invención del papel en China poco después
de 100 a. J.C. En el siglo XII los moros introdujeron la fabricación del papel en España y
la tecnología se extendió a Italia décadas más tarde. Algunos de los más antiguos
fabricantes de papel incluyen a Fabriano (en Italia), abierto en 1492. El antecesor de la
acuarela en Europa fue el fresco — pintura mural usando pigmentos en un medio acuoso
sobre yeso húmedo. Un buen ejemplo de fresco es la 1508 y completado en 1514. El
primer uso conocido de la acuarela en Europa es por el pintor italiano Raffaello Santi
(1483-1520), quien pintaba en grandes cartulinas como bocetos de tapices. En Alemania,
Alberto Durero pintó acuarelas en el siglo XV. La primera escuela de acuarela en Europa
fue liderada por Hans Bol, influida por las creaciones de Durero. Otros famosos artistas
usaron la acuarela para completar su obra al óleo, incluyendo a van Dyck, Thomas
Gainsborough John Constable. En la Gran Bretaña del siglo XVIII, Paul Sandby fue
llamado padre de la acuarela británica. Uno de los acuarelistas más famosos es Joseph
Mallord William Turner (1775-1850), que fue precursor de las técnicas que posteriormente
desarrollarían las vanguardias. Sus cuadros reflejan magníficamente la luz y el
movimiento.
Técnica
La acuarela, en principio, ofrece una engañosa facilidad. Es una técnica seductora
que utiliza sus múltiples atractivos para subyugar a muchos y la mayoría de las veces, de
todos aquellos que alegremente han empezado a pintar con acuarela sin conocer la
técnica, terminan desalentándose y dejando las acuarelas y pinceles en un rincón
olvidados... como el arpa. Las acuarelas no se resuelven por fórmulas ni recetas
maestras, mágicas invariables o con unos cuantos "trucos" que hemos aprendido en
algún taller o curso, sino que requiere un estudio y constancia rayando en la obstinación
con el fin de conocer la técnica, para resolver, con ciertas garantías cualquier obra. En
estos espacios no se pretende dar unos amplios conocimientos, ni ser ninguna obra de
referencia, ni por supuesto abarcar todos los campos del conocimiento de la técnica de la
acuarela, simplemente queremos que sirva de guía introductoria para a principiantes.
¿Queréis aprender pintar con acuarelas?, pues sentados delante del ordenador y
dejándoos la vista en la pantalla no se aprende a pintar. El saber hacer se conquista
haciendo y aprendiendo, sin pecar de impulsos excesivos ni de timideces banales. Si
queréis aprender a pintar ¡pintad!, pero hacedlo siguiendo un plan y estableciendo un
método. No queráis correr mucho. Tenéis que equivocaros y aprender de vuestros
errores. El conocimiento de un arte no transige con una experiencia anárquica y rebelde.
La impaciencia y la precipitación engendran cansancio y, normalmente, llevan a la
desilusión y al aburrimiento. Aunque los primeros resultados no sean todo lo bueno que
soñasteis, no tenéis que caer en el desánimo y seguir insistiendo, el gran poeta griego
Hesiodo, decía que "si vas almacenando poco a poco y a menudo, pronto tendrás
mucho", por lo que si perseguís el éxito es indispensable aportar la cualidad a una
voluntad. Lo que se aprende de una forma teórica, generalmente, no sirve se olvida
rápidamente. De nada sirve un conocimiento si no se practica, se utiliza, se experimenta.
La técnica "transparente" de la acuarela implica la superposición de lavados finos y
se basa en la blancura del papel para obtener sus efectos y los toques de luz. A medida
que se superponen más lavados el color se hace más profundo. El color de la acuarela se
puede modificar añadiendo o quitando agua, usando pinceles, esponjas o trapos. La
acuarela nos da muchas posibilidades... la técnica del lavado nos permite crear
degradados o lavados uniformes, incluso superposición de colores. Con la técnica
húmedo sobre húmedo pintamos con la acuarela sobre el soporte ya humedecido, que
nos da un efecto diferente. También podemos realizar lavados del pigmento una vez
seco, dependiendo del papel, del pigmento y la temperatura del agua. La limpieza con
esponja u otro elemento absorbente, el raspado, son algunos ejemplos de las amplias
posibilidades que ofrece la acuarela.
Hay diversas técnicas para pintar a la acuarela, estas son:
Pintar húmedo sobre húmedo: Una de las técnicas más usadas es la del
papel mojado, también se conoce como acuarela húmeda o técnica de pintar "húmedo
sobre húmedo". Consiste en mojar o humedecer el papel sobre el que vamos a pintar y, a
continuación, con el pincel bien cargado de color damos pinceladas, horizontales, suaves,
inclinado el papel para que corra el color consiguiendo un degradado. También
podríamos conseguir un color totalmente plano, sin ningún degradado, simplemente
dejando el papel totalmente plano y cargando el pincel, en cada pasada, con la misma
cantidad de tinta o color. A estas capas de pintura se les denomina "aguadas", "baños" o
"capas de lavado". Después, y una vez seca la primera capa, se pueden superponer
distintos baños. Si los baños anteriores no se han secado se mezclaran los colores,
produciendo, la mayoría de las veces, efectos no deseados.
Variaciones del baño por fusión: Esta práctica tiene que realizarse sobre
un color aún húmedo, con el fin de cambiar o variar el tono o color original en aquellas
partes que lo requieran. En realidad es una especie de superposición sobre húmedo que
ofrece grandes posibilidades para múltiples efectos en paisaje, arquitectura, cielos,
ropajes, etc. Una ampliación de este medio técnico es el goteado, y consiste en
aprovechar el momento en que una tinta está aún húmeda para depositar sobre ella una
o varias gotas de un pincel bien cargado, con agua pura, con la misma tinta en intensidad
diferente, o con otro color y de manera que la gota se funda casual aunque guiándola
inclinando el papel hacia uno u otro lado teniendo en cuenta el grado de humedad que en
ese momento mantenga el papel. Obviamente no obtendremos los mismos resultados si
el papel está muy cargado de humedad y el pincel con el que "goteamos" deposita poca
cantidad de pigmento o si por el contrario, el papel tiene poca humedad y el pincel lleva
una carga considerable. En el primer caso se diluirá con el color de fondo, en el segundo
se mezclará con el pero conservando unos bordes radiantes bien definidos. Un color
mezclado con otro por este método y siempre que no se les toque después, determina
una composición desintegrada y desigual, en la que los dos colores, aunque mezclados,
se aprecian distintamente. Es excelente para cielos, follaje, carnes y en la resolución de
nubes, goteando, los colores dorados y cálidos, en intensidades claras sobre las partes
iluminadas, y los fríos y más intensos en las zonas de sombra. El color goteado puede
modificar cualquier baño y dar calidades más ricas y excelentes efectos de textura. Si se
quiere aplicar el goteado sobre un baño ya seco, humedézcase éste con agua limpia que
ablande el color aplicado. Cuando el color esté lo suficientemente blando, sin que el
papel se halle excesivamente saturado de humedad, es el momento de aplicar las gotas
del color.
Transición entre colores: Si queremos pasar de un color a otro de forma
gradual, sin que exista una divisoria clara a continuación de haber depositado el primer
color en el papel con una cantidad de humedad suficiente, extenderemos la segunda tinta
de tal manera que inclinando unos 15º el tablero se vayan mezclando los colores. Una
vez obtenida la mezcla en la zona escogida situaremos el tablero nuevamente en la
horizontal y seguiremos depositando el segundo color. Por este método se obtienen unas
bellas fusiones que resultan útiles y de gran efecto en cielos, reflejos, paisajes, etc.
Técnica de la acuarela seca: Se conoce como acuarela seca a la técnica
de aplicar el color en el papel acuarela totalmente seco, con un pincel seco y los
pigmentos o pinturas casi sin diluir. El primer paso, en la ejecución de un acuarela, es la
de aplicar baños tenues, superponiendo un color sobre otro, cuando esté seca la capa
inferior o empleando la técnica de pintar "húmedo sobre húmedo". También se podrían
emplear colores intensos y finales. En la resolución de un tema, normalmente, se
emplean ambas técnicas, la acuarela húmeda para cubrir y colorear grandes superficies,
segundos planos, cielos, etc., y la segunda para resaltar primeros planos, para añadir
detalles finales, sin que se mezclen los colores. También es muy sutil para desdibujar,
enmascarar contornos muy definidos, empleando para ello pinceles viejos y deformados.
Las Superposiciones de color: La aplicación de un color sobre otro ya
seco, las superposiciones, tienen una gran importancia en la acuarela. Se considera uno
de los procesos necesarios para añadir calidades abstractas al color. El color básico,
color general o de fondo, influirá en todos los colores transparentes que le
superpongamos. Por regla general, en las superposiciones, se debe aplicar primero el
color más cálido, por ejemplo, para obtener un color anaranjado, pondremos primero el
color rojo y, una vez seco, superpondremos el amarillo; para el violeta, primero
bañaremos con color rojo y después con el azul. Cuando se actúa al revés, ponemos
primero el color frío y a continuación el cálido, el resultado es totalmente diferente. El
color frío neutraliza al cálido ensuciándolo. Cuando un color resulte opaco o apagado y
queremos darle luminosidad, se deberá velar con una tinta más luminosa y transparente.
Las máscaras: Cuando nos planteamos una obra, siempre habrá zonas
que deberemos reservar, con el fin de resaltar las luces en contraste con las zonas de
sombra. A estas zonas que "reservaremos", algunas veces después de haber ejecutado
el lavado o aguada de fondo, que no mancharemos con las aguadas sucesivas que
necesite el motivo que estemos pintando, las protegeremos con ceras o con fluido
enmascarador , que consiste en una solución de látex de caucho que se extiende sobre
la zona que tenemos que reservar. Hace algunos años, para reservar estos espacios, se
aplicaban distintos tipos de ceras mezclados con algunos líquidos, hoy está en desuso
porque existen en el mercado productos preparados para su aplicación inmediata y fácil
de retirar una vez concluida la obra. Cuando se aplicaban ceras resultaban algo más
complicado el retirarlas. Los productos de látex que se usan en la actualidad se aplican
con un pincel, que posteriormente se limpiará con agua jabonosa y, como hemos dicho,
se retiran con suma facilidad usando el dedo arrastrando el látex con suma facilidad.
También podemos optar por un tipo de cinta que se pega al papel con la finalidad de
proteger del color las superficies que queramos reservar. Se emplean para sacar líneas
muy delimitadas y perfiladas. La forma más purista de reservar una zona, es usando de la
técnica y controlando el color y sometiendo a la zona en cuestión a continuas pasadas
con el pincel semi seco o la esponja totalmente escurrida, en cuanto algún color de los
que estemos usando invada la zona, eliminando, de esta forma, cualquier mancha o
coloración del color invasor.
Recursos técnicos, trucos o efectos especiales:
Estarcido: Por este método, podemos crear unas texturas de gran efecto.
Utilizando un cepillo de dientes o un pincel corto de pelo duro, cargado de color bastante
diluido y le daremos unos golpecitos bruscos consiguiendo unas manchas aleatorias,
seguidamente, cargaremos el pincel con distinto color y con menos agua, rascaremos las
cerdas del pincel de tal manera que mancharemos encima de las primeras manchas
siendo estás más pequeñas. Podemos utilizar este recurso tantas veces como convenga
hasta que obtengamos el resultado perseguido
Raspar: Cuando tengamos la pintura todavía húmeda, podemos rascar
con un pincel de pelo duro, de los empleados para pintura al óleo, llamados de lengua de
gato, levantando o aclarando los colores o sacando luces. Una vez seca la pintura,
utilizaremos una cuchilla de afeitar o una tarjeta de crédito, y con un movimiento
enérgico, sobre determinadas zonas, sobre todo en papeles con mucho grano,
eliminaremos el color de las partes más salientes del papel, creando unos efectos de luz
y textura interesantes.
Cristales o efecto de nieve: Si queremos dar un efecto de la cristalización
del agua o cuando trabajemos en paisajes nevados, usaremos sal mientras los colores
todavía se mantengan húmedos sobre el papel. Deberemos calcular el momento que
vayamos a depositar los granos de sal que tenga la suficiente humedad aunque no
demasiada.
Para conseguir otros efectos similares, haremos unas bolitas de celulosa, y las usaremos
de la misma forma que la sal. Otra variante es utilizar unos hilos cuando todavía los
colores estén húmedos y dejar que sequen. Una vez seca retiraremos los restos de sal,
papel o hilo.
Estampado con cartulina: Para conseguir líneas rectas, es muy útil una
cartulina gruesa lo más rígida posible, y la impregnaremos e una de sus aristas que
posteriormente estamparemos sobre el papel. Se hacen los bordes de los tejados,
delimitación de casas, cercas, vallas, etc.
La esponja: La esponja en acuarela es tan necesaria o más que el pincel.
Con ella se pueden realizan baños rápidos y completos. Sobre papel seco con un color
no muy diluido podemos realizar texturas interesantes. Si utilizas la esponja como si
fuese un sello sucesivamente con dos o tres tintas, podemos conseguir unos matorrales
de gran efecto pictórico. También podemos utilizar la esponja sobre el todavía húmedo
para sacar o aclarar algunas partes.
Pintar con pulverizador: Aunque no es muy frecuente, algunos
acuarelistas usan un pulverizador para conseguir algunos efectos en cielos y suelos. Con
una esponja mojada, humedeceremos el área de cielo que queramos pintar a
continuación rociaremos algunos de los bordes de dicha área con un pulverizador.
Cuando añadas el color, obtendrás algunos bordes muy interesantes que sólo se pueden
conseguir mediante el uso del pulverizador.
Modificación de un baño por la goma de borrar: Cualquier tinta,
después de que haya secado, puede aclararse frotando con una goma de borrar. Sobre
papel de grano y pasando la goma sobre la superficie se pueden obtener efectos
granulados y calidades de una especial textura. No se debe borrar cuando el papel esté
todavía húmedo o presionar con exceso pues, en este caso, sería fácil llegar hasta el
blanco del papel y aún estropear la superficie de éste. Sobre un baño húmedo se puede
realizar un rayado con una goma afilada y obtenerse así, una serie de líneas dentadas
que son muy distintivas para algún efecto especial. Cualquier baño puede ser modificado,
elevándolo o reduciéndolo, antes de que seque; el resultado depende del grado de
humedad del baño en el momento de aplicar el levantado.
Exceso de color en el borde: En algunos planos cuando hay exceso de
agua, se deposita en los bordes el exceso de color creando unos bordes duros e
inconvenientes que, podemos corregir cuando el papel todavía conserve la humedad con
un pincel seco o semi-seco retirando o reduciendo tal exceso. También podemos reducir
este exceso de agua con la esponja, con un paño limpio o con papel secante.
Materiales
Los materiales más necesarios para pintar con acuarelas son:
Los colores materiales o químicos: Los pigmentos: Los Colores que
conforman la paleta deben tener una relación o armonía. Deberíamos incluir un color
cálido y otro frío de cada uno de los colores primarios (por ejemplo, el azul monastral -
azul frío con tendencia hacia el verde - y el azul ultramarino - azul cálido con tendencia
hacia el morado). Esto le permite crear contrastes de temperatura de un color primario
básico. El disponer de la versión cálida y fría de cada uno de los primarios le ayudará a
mezclar fácilmente colores complementarios. También es conveniente tener un surtido de
colores secundarios (son los que se componen de dos colores primarios), incluyendo el
naranja de cadmio, un naranja intenso difícil de obtener con otros colores, y el violeta
cobalto, otro de los colores difíciles de obtener con mezclas. Las acuarelas son pinturas
de colores diluidos en agua, caracterizadas por su gran pureza de color, casi
transparentes y con gamas de colores básicos, luminosos y resistentes a la luz y el
tiempo. Deben ser aplicadas con pinceles blandos sobre papeles de elevado gramaje, ya
que debido a su alto porcentaje acuoso, de lo contrario el soporte papel, se empaparía
produciéndose el desagradable efecto de curvado. Las sustancias colorantes empleadas
en la pintura y las artes gráficas en general, se llaman pigmentos. Los colores en
acuarela se obtienen mediante un compuesto de pigmentos secos en polvo mezclados
con goma arábica y soluble en agua. Los pigmentos básicos son poco numerosos. La
mayor parte de ellos se originan al mezclarlo unos con otros. Los colores, en las distintas
técnicas, pueden ser diluidos mediante un disolvente o líquido reductor: agua, aceite de
linaza, trementina, etc. En acuarela, como su nombre ya nos indica, el disolvente natural
o conductor es el agua, mejor si es destilada. De esta forma se obtienen diversos tonos o
valores de un mismo color al rebajar su intensidad. En acuarela, la paleta de colores se
dispone partiendo de los colores más cálidos hasta los más fríos, siguiendo este orden:
amarillos, anaranjados, violetas, azules, verdes, y al final todas las tierras. El blanco y el
negro en acuarela no se usan, si acaso un gris de Payn. El negro, normalmente ensucian
los colores es preferible utilizar otras mezclas, como por ejemplo una mezcla de marrón
Van Dyck con azul ultramar, para los blancos no se emplea color, sino que se utiliza el
blanco del papel. En el mercado existen diferentes tipos de colores acuarela y se
presentan en pastilla, en tubos o en líquido.
El papel acuarela: La historia de la acuarela está íntimamente ligada a la historia
del papel, inventado por los chinos, aunque también tiene como antecedentes a los
egipcios, que la aplicaron sobre el papiro, primero con tintas planas y, posteriormente,
con tintas desvanecidas, dibujos y pinturas consiguiendo los primeros claroscuros. En el
mercado existen gran variedad de marcas y calidades. El papel acuarela se clasifica de
acuerdo con su peso o espesor. El peso del papel viene determinado por el peso de una
resma (500 hojas). Los gramajes de los papales acuarela que existen en España son:
185 gr./m2, 200 gr./m2, 240 gr./m2, 250 gr./m2, 280 gr./m2, 300 gr./m2, 350 gr./m2, 356
gr./m2, 650 gr./m2, 850gr./m2 y algún otro de características especiales como por
ejemplo el denominado "torchón", que no tiene un grano definido sino unas ondulaciones
más amplias y menos profundas que el grano. La mayor parte de estos papeles acuarela
se pueden utilizar por las dos caras, teniendo en cuenta que la una será más granulada
que su envés. Existen papeles prensados unos en caliente y otros en frío. Los papeles
prensados en caliente, dan unas superficies satinadas, suaves que al usar las acuarelas
no adsorbe bien las aguadas, dejando una impresión opaca y sucia. En cambio, los
papeles presados en frío nos dan una superficie con una textura excelente para la
adsorción y el flujo del agua, resultando unos bordes y contornos muy bien definidos. El
grano o textura del papel es un factor determinante en la técnica y el efecto pictórico. Las
irregularidades del grano dotan de profundidad al tono y color de la acuarela. Los granos
más usados son los de grano medio y fino. Algunos acuarelistas, prefieren el papel de
grano grueso, sobre todo a la hora de pintar temas florales. Si tuviésemos que elegir un
papel de una calidad indiscutible, sólida e invariable para la práctica de la acuarela, sin
lugar a dudas, escogeríamos el fabricado con trapos de hilo troceados, hervidos y batidos
hasta formar una pasta homogénea y suave. Esta pasta está contenida en una cuba o
tina. La pasta debe ser removida en forma constante con el fin de que mantenga la
suspensión de todos sus componentes. Por medio de una forma o molde, se sumerge en
la tina rellenándola de dicha pasta, obteniéndose una fina capa uniforme que, una vez
haya perdido el agua que hace la pasta fluida, se colocará entre dos capas de fieltros
amontonando unas sobre otras, prensándolas seguidamente con el fin de favorecer la
deshidratación. En el curso de su fabricación, o por inmersión posterior, el papel acuarela
se someterá a una solución de cola. De la buena mezcla y proporción de estas
soluciones dependerá, en gran manera, la calidad de un papel. A la hora de seleccionar
un papel para realizar una obra debemos ser meticulosos, observaremos si tiene
manchas, arrugas. Lo miraremos al trasluz con el fin de descubrir cualquier anomalía,
tara o defecto.
El soporte más corriente para esta técnica es el papel y hay gran variedad de
texturas, pesos y colores, y su elección depende del estilo del artista. Existen tres tipos
estándar:
Papel prensado en caliente (hp): tiene una superficie dura y lisa, muchos artistas
consideran una superficie demasiado resbalosa y lisa para la acuarela.
Papel prensado en frío: es texturado, semiáspero, adecuado para lavados
amplios y lisos.
Papel áspero: Tiene una superficie granulada, ya que se le aplica un lavado se
obtiene un efecto moteado por las cavidades del papel.
El peso del papel es la segunda consideración para su elección, ya que un papel
más pesado tiene menos tendencia a ondularse. Para evitar que el papel se ondule
deberíamos tensarlo.
Tensado del papel: Antes de explicar este apartado hemos de decir que existen
en el mercado diversos modelos de bastidores y/o marcos estiradores para montar y
tensar el papel acuarela, aunque no es necesario ni preciso realizar un desembolso que,
en ocasiones, es considerable, para proceder al tensado del papel acuarela, simplemente
debemos procurarnos un tablero, al poder ser impermeable, de un tamaño inferior al del
papel que vayamos a usar. (2 cm. más pequeño por lado) Cuando queremos realizar un
apunte o ejecutar obras de pequeño tamaño, si usamos un papel de un grosor suficiente,
no será necesario montar y tensar el papel, simplemente, lo sujetaremos, por medio de
unas pinzas metálicas (imagen 2), a un tablero, cuyas principales características deben
ser que sea impermeable y poco pesado, sin embargo, cuando queremos realizar obras
de un tamaño considerable, debemos montar y tensar el papel; para ello, a continuación,
reseñamos algunas orientaciones de las que yo uso, con ello no quiero decir que sean las
únicas ni las mejores, pero a mí me sirven de una forma razonable. Para montar y tensar
el papel, procederemos de la siguiente manera:
1.- Como hemos comentado en el párrafo anterior dispondremos de
un tablero de inferior tamaño al de la hoja que vayamos a utilizar. Con una esponja o con
una brocha de cerdas suaves, humedeceremos la cara que queramos pintar y la
pondremos sobre un plástico o hule, quedando la cara seca hacia arriba.
2.- Colocaremos el tablero encima de la hoja y lo centraremos a fin
de que sobre igual superficie de papel por los cuatro lados.
3.- Con unas tijeras procederemos a hacer un corte en diagonal de
45º en todas las esquinas del papel, de tal manera que quede a ras de los cuatro vértices
del tablero.
4.- Plegaremos uno de los lados del papel sobre el tablero, de tal
manera que, la parte húmeda doblada quedará ahora en la parte superior y, con una
toalla o mejor, con un papel secante, levantaremos toda el agua y la humedad que
podamos del papel en cuestión. Seguidamente, con cinta de carrocero, pegaremos este
lado al tablero.
5.- Procederemos de igual manera con el lado opuesto al que
acabamos de hacer, procurando tensar un poco el papel.
6.- Repetiremos este proceso con los otros dos lados que nos
quedan y dejaremos secar el papel. El papel se quedara liso y tenso como piel de un
tambor. Por aquello que más vale una imagen que mil palabras, adjunto una imagen
animada del montaje del papel acuarela sobre un tablero. Espero que os guste.
Hay que advertir que algunos propugnan que a la hora de montar
un papel acuarela sobre un tablero, la cara húmeda debe quedar tocando a la madera, lo
que tiene una ventaja, cuando doblas los laterales de la hoja, se queda al descubierto la
parte seca de la misma, con lo que directamente la pegaremos sobre el tablero y no
tendremos que estar secando ni levantando agua con el papel secante. En mi caso,
cuando monto una hoja de papel sobre el tablero ya he realizado, previamente, el diseño
o dibujo de la obra que quiero ejecutar. Otros autores realizan el dibujo una vez montado
el papel. Si sois principiantes, no tengáis miedo, si queréis dominar la técnica, deberéis
intentarlo una y otra vez con decisión.
Los pinceles: Uno de los materiales que resulta casi indispensables para
pintar acuarela es el pincel. Sí, he dicho casi, ya que también se pueden ejecutar baños
de tintas con una simple esponja, es más, con la esponja casi seca y cargada con el
suficiente color, podemos añadir texturas y acentos de delicada factura. Nos dará una
obra tendiendo hacia la abstracción con unas texturas que quizás no logremos con el
pincel. De cualquier forma el pincel es el útil o herramienta más utilizada por la inmensa
mayoría de los pintores. En el mercado existen mucha variedad y calidades de pinceles,
aunque para pintar acuarela no son necesarios más de dos o tres. Los puristas dirían que
con uno hay suficiente y la verdad es que, cuando llegas a dominar el pincel se pueden
hacer retoques precisos y delicados con el mismo pincel que se utiliza para rellenar y dar
capas de fondo. Utilizad un pincel grueso para humedecer el papel y para pintar fondos,
cielos y grandes extensiones, ya que éste retiene una buena carga de agua, estos tipos
de pinceles pueden ser planos o redondos. Los pinceles, al igual que los lápices, traen un
número que los identifica, cuanto mayor sea el número más grande y grueso será el
pincel. Como ya hemos apuntado, se utiliza el pincel de mayor tamaño para fondos y
trazos grandes, con el fin de evitar demasiados toques que terminarían por dañar el
papel. Para pintar líneas finas tales como las ramas de árboles o la hierba, utilice un
pincel largo y estrecho, número 4, algunos autores les denominan de retallar o perfilar.
También es recomendable un pincel plano del número 8, para realizar texturas y
superposiciones planas y, si llega el caso, un pincel corto de pelo duro para realizar
efectos de estarcido, aunque puedes usar perfectamente un cepillo de dientes y otro de
cerdas pequeño, de los que se usan en óleo para efectuar pequeñas raspaduras sobre
papel húmedo y eliminar pequeñas áreas de pintura.
Partes del pincel: Un pincel consta de varios elementos:
El mango: Es la parte de madera barnizada por donde se
coge el pincel, su longitud depende del fin para que va destinado. En principio, podemos
decir que el mango corto se usa para las técnicas de acuarela y diseño, y el mango largo
o muy largo para óleo o acrílico. Normalmente en el mango lleva grabado un número que
es el que determina su tamaño y, en algunos casos también determina la marca y el pelo
del que está compuesto.
La virola: Algunos llaman a esta parte férula, aunque es un
término que no lo contempla la Real Academia de la Lengua Española. Es la parte que
une y sujeta el pelo al mango. Las férulas de pinceles más baratos suelen ser de lata y
llevan junta de soldadura. Otra calidad son las de aluminio sin soldadura. Los pinceles de
mejor calidad disponen de una férula inoxidable de latón niquelado sin soldadura. Para
una conservación duradera, deberá cuidarlos y mantenerlos siempre limpios. EL haz de
pelo es el elemento más importante del pincel. En general, son de pelo natural de animal,
excepto los denominados filamentos sintéticos. En la actualidad existen en el mercado un
tipo de pincel sintético que da unos resultados aceptables para la pintura con acuarela.
Tipos de pelo: Cada tipo de pelo tiene sus propias características,
que son las que confieren al pincel un carácter determinado. A continuación, se describen
brevemente los tipos de pelo, que es lo que determina la calidad final y características del
pincel:
Pelo de cola de marta roja Kolimsky (Siberia):
proporciona el pelo de mejor calidad para los pinceles de acuarela. Este pelo garantiza un
gran poder de absorción de agua y pintura, una excelente elasticidad que permite que el
pelo vuelva siempre a su forma original, y posee gran resistencia que garantiza su larga
duración. Su capacidad de absorción de agua permite pintar grandes superficies, y las
características del mechón de pelo de marta que posee una punta afilada permiten
realizar de trabajos de detalle. Los pinceles confeccionados con pelo de marta rojo
ofrecen también una gran capacidad de absorción de agua y pintura, buena elasticidad y
larga duración, y permiten la formación de una buena punta. Generalmente se utilizan
para pintar con acuarela, pero también pueden emplearse para otras técnicas.
Pelo de cola de ardilla rusa o canadiense: Algunos
pintores prefieren los pinceles de pelo de cola de ardilla rusa o canadiense también
llamado petit gris. Proporciona un tipo de pelo excelente por su suavidad y capacidad de
absorción de agua, por lo que es muy adecuado para acuarela. Sus características le
hacen muy apropiado tanto para dar grandes superficies de color, como para deslavados.
Pelo de oreja de buey: como su nombre indica, procede del
pelo de la parte delantera de las orejas del ganado vacuno. Normalmente se utiliza como
alternativa económica a los otros pinceles de pelo suave, es razonablemente elástico y
muy duradero. Los pinceles de este tipo de pelo pueden utilizarse prácticamente para
todo tipo de pintura.
Pelo sabeline: En realidad es una imitación a la marta roja,
su color es similar y se obtiene de las mejores calidades de pelo blanco de oreja de buey,
sometido a un proceso de coloración que le da ese aspecto similar al de la marta roja.
Pelo de cabra: Aunque sea en las películas, todos hemos
visto la ejecución de la escritura china. Los pinceles que manejan con tanta soltura,
normalmente están hechos el pelo de cabra que crece sobre la vértebra espinal y se
utiliza con tintas muy fluidas.
Pelo de lobo: Los pinceles construidos con pelo de lobo,
por su suavidad, resultan muy adecuado para los trabajos de acuarela de grandes
superficies.
Debido a la escasez de pelo de marta y a su elevado precio, se ha
desarrollado un tipo de pelo sintético con el fin de obtener un pincel de características
similares y precio más asequible utilizándose fibras de poliéster de punta muy afilada,
dando un resultado satisfactorio y se adecuan a todo tipo de técnica pictórica.
Existen otros muchos tipos de pinceles construidos con pelos
naturales de cerda, de hurón, de comadreja, Pelo de Poni conocidos como "pelo de
camello" y pelos sintéticos de poliamida, Nylon, Perlón, Taklón y otros similares. También
existe en el mercado pinceles de punta de goma usados para conseguir algunos efectos
en la textura y acabado.
Limpieza y mantenimiento: Nos vamos a referir al mantenimiento
para pinceles empleados en pintar acuarela. Como quiera que los pinceles representen
una inversión importante en el conjunto de esta actividad, es por lo que es preciso
cuidarlos para su buena conservación. En primer lugar, debemos advertir que, los
pinceles que uséis para pintar acuarela nunca deben emplearse para manejar otras
pinturas, por ejemplo óleos o acrílicos, estas prácticas terminan arruinando la elasticidad
y acortando la vida de tus pinceles. Mientras se está trabajando, nunca dejar el pincel
metido en el recipiente lavapinceles con el haz de pelo tocando en el fondo ya que, al
cabo del tiempo, se deforma el haz pelo e inutiliza el pincel. Cuando termines la sesión de
trabajo será preciso limpiar a fondo los pinceles. Lavarlos en agua limpia y con jabón
suave. Procurar que suelten todo el tinte que puedan haber retenido en lo más profundo,
ya que, de no ser así, cuando volvamos a usar el pincel posiblemente nos altere cualquier
color. Los pinceles deben guardarse tratando que el haz de pelo quede protegido, sin
peligro que sufra deformación alguna. En mi caso, una vez terminada la sesión de
pintura, después de lavar a conciencia los pinceles utilizados, con los dedos y un poquito
de jabón líquido, trato de devolver la forma original al pincel dejándole secar con el fin de
mantenido unido su haz.
Las paletas: La paleta es una tabla delgada, ovalada, sin mango y
con un agujero a uno de sus extremos, por donde, para sostenerla el pintor, mete el dedo
pulgar izquierdo, y en la que se disponen los colores de forma ordenada para su mezcla y
posterior aplicación. Hasta aquí su definición, ahora vamos a analizar su utilidad en la
acuarela. Los pintores acuarelistas, por lo general, no emplean paletas al uso. Las
paletas tradicionales son de caoba, pero su color oscuro no deja ver exactamente el tono
de los colores y no serían adecuadas para pintar sobre un fondo blanco, por lo que
debemos escoger paletas blancas e impermeables. Personalmente me fabrico las paletas
con una madera rectangular a la que practico un orificio algo biselado en uno de sus
extremos que cumple con la función de poder sujetar la tabla con más comodidad. La
tabla tiene unas dimensiones aproximadas de 30 x 20 x 0,3 cm., después, con el fin de
impermeabilizarla, la lijo y pulo adecuadamente, la doy una capa de selladora y después
tres manos de esmalte sintético blanco, en el intermedio de capa y capa un poco de lija
para eliminar rugosidades. Me resulta muy útil. A los que se inicien en la pintura de la
acuarela se ha de advertir que puede utilizar como paleta cualquier cosa, desde un plato
hasta una bandeja, simplemente se requiere que cumplan una condición que sean
blancos. En el mercado existen diversas y excelentes paletas de plástico fabricada
especialmente para acuarela. La tapa de una caja de acuarela puede asimismo utilizarse
para mezclar colores. Al final de la sesión de pintura se puede limpiar con una pequeña
esponja húmeda y volver a usarla. Las más corrientes son rectangulares, ya que
disponen de mayor espacio en el centro para las mezclas, pero también se usan
ovaladas o con forma de riñón, según el gusto y conveniencia. Una forma de construiros
una paleta de resultados excelentes para usarla en el estudio, es a partir de una mesilla
que tengamos retirada, de las que se usan como elemento decorativo, para poner un
jarrón o un adorno, cuyo tablero no suele medir más de 40 cm. A esta mesa se le
superpone un cristal transparente de unos 2 Mm. aproximadamente de grosor, teniendo
la precaución de lijar sus bordes y aristas para evitar cortes e interponemos, entre el
tablero de la mesa y el cristal, un papel totalmente blanco. Este tipo de paleta posee una
serie de ventajas: fácil de limpiar, no cansa, siempre tenemos libre la otra mano para
poder ayudarnos en cualquier momento. Otro elemento que nos resultará muy útil, a la
hora de pintar con acuarelas, son los platillos para hacer mezclas, sobre todo si la
superficie que tenemos que cubrir es grande, necesitaremos bastante cantidad de una
misma tinta. En el mercado existe de diversas formas y calidades, aunque puedes usar
platillos de café que tengas en desuso. Las cualidades más importantes requeridas en
una paleta son su tamaño, peso y equilibrio. Las pesadas y desequilibradas cansan
enseguida y producen dolor en la muñeca al pesar más de un lado que del otro y,
además, hacen que el borde del agujero ovalado se clave en el dedo pulgar, perdiendo
éste la sensibilidad poco a poco.
Los caballetes: La utilización del caballete no es imprescindible,
sobre todo para aquellos que empiezan en la práctica de la acuarela. Conozco a algunos
artistas que solamente lo utilizan en el estudio. Cuando salen al campo, trabajan
sentados apoyando el soporte en sus rodillas e inclinando el mismo, los grados que
estime conveniente en cada momento de la ejecución. La función principal de un
caballete es sujetar la obra en una posición adecuada. En la actualidad al caballete, se le
está dando otros usos distintos de aquel para el que fue creado por ejemplo: presentar
trabajos en congresos y convenciones, anuncios de la carta de ciertos restaurantes,
colocar carteles publicitarios... etc. En el mercado existen diversas formas de caballetes
según el uso y función a los que queramos destinarlos. Por su funcionalidad, podemos
clasificarlos en caballetes de:
Caballetes de trípode: Es el clásico caballete y el más
utilizado. Existen en el mercado diferentes modelos de calidades y materiales, la mayor
parte de ellos permiten, regular la altura, fijar firmemente el tablero y poder dar la
inclinación deseada a fin de evitar reflejos.
Caballetes de estudio: Los caballetes de estudio resultan
mucho más pesados que los de trípode, por lo que se utilizan principalmente por pintores
que disponen de estudio y no tienen necesidad de recoger y plegar el caballete
continuamente. Estos caballetes son los más estables y los que permiten mayor
regulación de altura, permiten albergar grandes y sujetar con firmeza grandes tableros,
también permiten regular la inclinación, algunos de ellos poseen ruedas para poder
desplazarlos cómodamente ya por su peso resultaría difícil desplazarlo.
Caballetes de campaña: Estos caballetes se utilizan
principalmente para pintar fuera del estudio. Su principal característica es su peso ligero,
1,5-2,5 Kg., y un reducido tamaño cuando está plegado, 80 - 90 cm. aproximadamente.
Sin lugar a dudas resulta el caballete ideal para pintar en el campo o llevarnos de
vacaciones. Existen modelos en madera y metálicos. Este tipo de caballete se empleará
siempre como segunda opción debido a que la estabilidad es menor que los de trípode o
estudio. Otra opción para pintura al aire libre, concursos, excursiones y vacaciones son
las cajas caballete de caja con patas. Tienen la ventaja de ser al mismo tiempo caballete
y caja para guardar las pinturas.
Caballete de sobremesa: Para aquellos que el permanecer
de pie les resulte penoso, por dolores de espalda o simplemente por conveniencia o
decisión, hemos de señalar que existen en el mercado una gran variedad de caballetes
de los denominados de sobremesa, la mayoría de ellos construidos en madera de haya
aceitada. Los modelos pequeños se utilizan mucho en decoración y como medio
expositor de un cuadro encima de una mesa o mueble añadiendo un toque artístico a la
decoración. Otros emplean estos modelos para exponer libros.
Otras herramientas importantes aunque no trataremos de ellas colores, un
cuaderno de dibujo, lápices HB, goma de borrar (debemos de avisar que no se debe
abusar del uso de la goma de borrar ya que daña el papel y después tiene unos
resultados negativos), una cuchilla o cutex, un pulverizador, un paño suave para la
limpieza de pinceles y retirada del exceso de agua, dos recipientes para colocar el agua,
uno para lavar los pinceles y el otro con agua limpia para utilizar con los colores. Esta
última, al poder ser, con preferencia filtrada o destilada para que el papel sea menos
vulnerable al ataque de hongos.
Consejos
1º.- El color es relativo en sí mismo, ya que siempre está influenciado por el
color que le rodea.
2º.- En las superposiciones se debe aplicar primero el color más cálido.
3º.- La luminosidad se obtiene, cuando aplicamos baños bien mezclados
con pocas pinceladas y de la manera más simple.
4º.- Carles Haes, siempre recomendaba a sus discípulos entornar los ojos
para ver sin detalles, apreciando así todas las partes del cuadro simultáneamente.
5ª.- Como regla general hay que hacer notar que todos los colores, a
medida que se alejan, tienden a fundirse en un gris neutro.
6º.- La imagen que habremos de expresar es la impresión atmosférica y
luminosa que captan nuestras percepciones.
7º.- Tengamos siempre presente que cuanto mayor sea la extensión del
área pintada, más neutra habrá de ser su coloración. Los colores puros deben ser
evitados en los fondos. Conjúguense colores cálidos y fríos con el fin de que se equilibren
mutuamente, si las luces son cálidas las sombras tendrían que ser frías y viceversa.
Acuarelas europeas
Normalmente se considera que las verdaderas acuarelas más antiguas son los
estudios de paisajes y de animales realizados en el siglo XV por el maestro alemán
Alberto Durero, quien terminaba a la acuarela sus dibujos a pluma sobre temas de
historia natural. Estas obras no constituyen la mayor parte de su producción, pero se les
considera ejemplos clásicos de dibujos de la naturaleza, detallados y precisos. Los
artistas de los siglos XVI y XVII sólo utilizaban de forma ocasional las pinturas al agua y
la costumbre era emplearlas en monocromo. El bistre (pigmento marrón, café, obtenido
del hollín) y la sepia (pigmento negruzco procedente de la tinta de calamar) tuvieron una
preponderancia momentánea en las obras del artista francés Claudio de Lorena y del
maestro holandés Rembrandt, quienes los utilizaban para crear expresivos efectos
atmosféricos de nubes y cielo en sus dibujos de paisajes a tinta. No era frecuente el uso
de pinturas al agua, por lo que se encuentran únicamente en las obras de unos cuantos
maestros relativamente menores, como Hendrick van Avercamp y Adriaen van Ostade.
Acuarelas inglesas
La acuarela sufrió la evolución más importante de su historia en Inglaterra, en la
segunda mitad del siglo XVIII, coincidiendo con el desarrollo, que además la intensificó,
del romanticismo, que glorificaba la naturaleza y la belleza natural. Además de ser la
técnica más conveniente para la pintura al aire libre (por su rápido secado), la acuarela
era sobre todo adecuada para representar los temas románticos favoritos, como cielos
tormentosos, niebla y bruma, y espesos follajes. Al principio, los acuarelistas ingleses
seguían la tradición holandesa y se servían de aguadas de color para realzar sus dibujos
a pluma o a lápiz. Sin embargo, a mediados de la década de 1700, la técnica de la
acuarela se libró de esas ataduras —sobre todo con la obra innovadora de Paul Sandby
—, y los artistas empezaron a aplicar la pintura directamente sobre el papel sin atenerse
a contornos previamente dibujados. Esta evolución marcó la madurez de la acuarela
como modalidad artística y se hizo muy popular. Los temas abarcaban mucho más allá
del paisaje, incluyendo las composiciones místicas de William Blake y las sátiras sociales
de las caricaturas de Thomas Rowlandson. En manos de algunos artistas, la naturaleza
pastoril y apacible de la acuarela fue sustituida por el drama, la grandiosidad y lo sublime.
John Robert Cozens, por ejemplo, realizó acuarelas muy evocadoras de los Alpes suizos
y ejerció una importante influencia sobre los dos grandes maestros ingleses de la
acuarela, Thomas Girtin y Joseph Mallord William Turner. En la primera mitad del siglo
XIX, este último alcanzó una brillantez y luminosidad que no ha encontrado parangón;
para describir sus acuarelas se decía que habían sido “pintadas con vapor teñido”.
Acuarelas en América y Europa
La acuarela no destacó tanto en otros países europeos. En Francia utilizaron
mucho esta técnica algunos pintores románticos como Géricault o Delacroix. La facilidad
que proporcionaba a los artistas para representar la luz y la atmósfera tuvo una influencia
menor en el movimiento impresionista que se desarrollaba en Europa a finales del siglo
XIX, aunque algunos artistas aprovecharon su rápido secado para captar el instante
fugaz. En España fueron diestros acuarelistas Mariano Fortuny y Ricardo Madrazo entre
otros. El empleo de la técnica de la acuarela estaba más extendido en Estados Unidos.
Sus principales representantes a partir de 1870 eran John Sargent y Winslow Homer, el
primero con escenas europeas brillantes y el segundo con representaciones realistas y
absolutamente espontáneas de los bosques de Maine y de escenas caribeñas. En el
siglo XX, la acuarela ha tenido un papel relativamente pequeño, destacando
ocasionalmente en la obra del postimpresionista francés Paul Cézanne y del vanguardista
suizo Paul Klee. Sin embargo, en general, ha quedado eclipsada por sus parientes más
brillantes y expresivos, el gouache y la pintura acrílica.
Acueducto
Canal artificial construido para transportar agua y abastecer a una población.
Puede ser un canal abierto o cerrado, un túnel o una tubería, o puede ser un puente que
eleve el canal sobre un valle o un río.
Las culturas antiguas de regiones como la India o Mesopotamia construyeron
acueductos, pero el sistema de transporte de agua más extenso de la antigüedad fue
quizá el construido por los romanos. El primero que construyeron, Aqua Apia, era un
acueducto subterráneo de 16 km de longitud. Fue erigido durante el mandato de Apio
Claudio (llamado el Ciego). El primer acueducto romano que transportaba el agua sobre
la superficie del suelo fue el Aqua Marcia, en Roma; tenía una longitud de 90 km y fue
construido por el pretor Marcio en el año 144 a.C. La sección de este acueducto,
soportada por puentes, medía unos 16 km. Diez acueductos suministraban agua a la
antigua ciudad de Roma, unos 140.000 m3 de agua al día. En la actualidad se
encuentran porciones de ellos que todavía están en funcionamiento, y proporcionan agua
a las fuentes de Roma. Los antiguos romanos también construyeron acueductos en otros
lugares de su imperio, muchos de los cuales se mantienen todavía en buen estado: el
acueducto sobre el canal de Francia; el de Segovia en España y el de Éfeso en Turquía.
A partir del siglo XIX el aumento de la población en las zonas urbanas obligó a
realizar grandes obras de conducción y tratamiento de las aguas. Se comenzaron a
utilizar las instalaciones de conducción de sifón basadas en el empleo de distintas
presiones. Los acueductos modernos han modificado su estructura y están integrados por
grandes tuberías de hierro, acero o cemento. Su función es suministrar agua a grandes
zonas secas (California) y distribuirla en amplias zonas de regadío (Francia).
En tiempos más recientes se han construido extensos acueductos en Europa. El
acueducto que transporta agua a Glasgow mide 56 km; el de Marsella, terminado en
1847, 97 km; el de Manchester tiene 154 km de longitud; el de Liverpool mide 109 km; y
el segundo acueducto Kaiser Franz Joseph, en Viena mide 232 kilómetros.
En EEUU se han construido complejos sistemas de acueductos para transportar
agua a las ciudades como Boston, Baltimore, Washington, Saint Louis, Nueva York y Los
Ángeles. El sistema de acueductos que suministra agua a la ciudad de Nueva York tiene
más de 322 km de longitud; la mayor parte es subterránea. Los principales acueductos
bajo la ciudad de Nueva York se encuentran de 60 a 180 metros por debajo del nivel del
mar. El acueducto Delaware transporta diariamente 3 millones de m3 de agua desde los
Montes Catskill a Nueva York; su longitud, 137 km, lo convierte en el túnel de transporte
continuo más largo del mundo.
Acuña López, José María, escultor español (Salcedo, Pontevedra, 1903– Vigo, 1991)
Su formación se llevó a cabo en el Colegio de Sordos de Santo Domingo, en
Santiago de Compostela, donde ejerció labores docentes algunos años después. Entre
1920 y 1022 estuvo trabajando en el taller de Francisco Asorey, y luego fue pensionado
por la Diputación de su ciudad natal para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San
Fernando en Madrid. Expuso sus obras en esta última ciudad, así como también en
Santiago, Pontevedra y Vigo. Además realizó numerosos trabajos para la desaparecida
Cerámica Celta de Pontecesures, donde también se desarrolló la labor creadora de otros
vanguardistas gallegos, como Castelao, Manuel Torres, Carlos Masside o Santiago
Bonome.
Es creador de un interesante conjunto de esculturas en bronce de tipos populares
gallegos, tales como el campesino o el marinero, con temática popular y de costumbres,
que se inscribe dentro del ámbito de la recuperación de lo regional iniciada por Asorey.
Tras la Guerra Civil se mantuvo en silencio hasta 1972, año en el que volvió a exponer de
nuevo. En 1976 obtuvo el Premio Nacional de Escultura.
Su estilo se caracteriza por la mezcla entre el academicismo y la presentación de
tipos gallegos. Entre sus obras destacan las ya mencionadas esculturas de cerámica, que
hoy constituyen piezas de coleccionista, y otras en bronce como Hoxe comeredes, en
que refleja los problemas marineros, De la fiesta, de carácter costumbrista, o La carta del
hijo, en que muestra la problemática de la emigración.
Ha realizado algunas exposiciones individuales, a saber, (1933) Galería de Arte
Michelena, Pontevedra. Castrelos, Vigo. (1973) Nueva Sala de Exposiciones Caja Vigo.
(1975) Ayuntamiento de La Coruña. (1976) Museo Arqueológico de Orense. Antología al
aire libre, Parque Municipal de Castro, Ayuntamiento de Vigo. (1989) Caja de Madrid,
Madrid. Y colectivas: (1925) "Arte Gallego", Palacio del Retiro, Madrid. (1926) Exposición
Regional de Arte Gallego, Santiago de Compostela. (1927) Círculo de Bellas Artes,
Madrid. (1973) I Bienal de Pontevedra. (1974) II Bienal de Pontevedra. (1975) III Bienal
de Pontevedra. (1977) Galería Kreisler, Madrid. Galería Gaudí, Barcelona. (1985)
"Escultura española 1900-1936", Palacio de Velázquez, Madrid.
Hijo de un herrero y miembro de una familia humilde de ocho hermanos, él y otros
tres eran sordos de nacimiento. Estudió Bellas Artes en la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando, en Madrid, con una beca de la Diputación de Pontevedra. Fué
discípulo de Francisco Asorey.1 Trabajó en la Cerámica Celta de Pontecesures y
desarrolló una importante labor docente, como profesor de dibujo, modelado y talla, en el
Colegio Regional de Sordomudos de Santiago, del que había sido alumno.
Hizo de Galicia, sus ciudadanos y sus costumbres el tema central de su creación.
Entre sus obras más conocidas destacan las de peregrinos, como las del Monte do Gozo
y San Caetano, Santiago de Compostela.
Acuña Tapias, Luis Alberto, pintor, escritor y folclorista colombiano (Suaita,
Santander, 1904– Villa de Leyva, 1993)
Su obra plástica se caracteriza por un tradicionalismo enraizado en los temas
prehispánicos y en el costumbrismo indígena. En 1940 fundó la escuela de arte Bachué y
en 1976 un museo que lleva su nombre en la población colombiana de Villa de Leyva.
Ejerció la docencia universitaria y escribió los libros El arte de los indios colombianos
(1935) y Folklore del Departamento de Santander (1949).
El Maestro Acuña, ha sido un artista de larga trayectoria y abundante y variada
producción. Militó por muchos años a la vanguardia de la pintura colombiana, siendo una
de sus figuras sobresalientes. Ha cultivado el puntillismo, el cubismo, la pintura histórica,
los temas americanistas, el expresionismo y el costumbrismo. En escultura es
académico, aunque ocasionalmente ha ensayado otras escuelas modernistas, en las que
ha empleado el hierro, la madera, el bronce y el cemento. Como director del Museo
Colonial de Bogotá, ha desarrollado una interesante labor, organizando exposiciones,
conciertos y conferencias, y dirigiendo la edición del interesante Boletín. También ha sido
profesor de la historia del Arte Colombiano, investigador y conferencista.
Sus obras se encuentran: En el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en
varias colecciones particulares y públicas de: los Estados Unidos, Colombia, México y
otros países. En el Museo Nacional de Bogotá, existen las siguientes esculturas:
Campesina (caoba) y las terracotas: Bañista, Jinete, Vida Interior, Afrodita, La Venus del
Sombrerito, Reposo, Mestiza, La Presumida, Tradición, Sonámbula, y la Diosa, las cuales
están señaladas en el catálogo con los números 2314 al 2325. En la Galería de la
Academia de Historia de Bogotá, se encuentran los retratos de Eduardo Posada (primer
Presidente de la Academia); un busto en mármol de Santander; retrato del Coronel
Agustín Codazzi (técnica puntillista); Relieve en bronce de los Reyes Católicos Fernando
e Isabel; Relieve en bronce de Cristóbal Colón. En el Palacio de Bellas Artes de Bruselas,
se encuentra la escultura en madera titulada: "Mito". Además ha restaurado obras de
arquitectura colonial tales como: El Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario,
Bogotá; La Casa del Escribano don Juan de Vargas, en Tunja (hoy Museo Colonial); la
casa del Congreso en Villa de Leiva; la Hacienda del Salitre de Paipa; la Casa de El
Paraíso (escenario de la novela "La María") en Palmira, etc. Mural de la Academia de la
Lengua (Tiene una superficie de 10 metros de largo por 4 de ancho. En él se hace una
apoteosis de los principales personajes creados por los más destacados escritores del
habla castellana al través de todos los tiempos. En primer término aparece de izquierda a
derecha el Cid Campeador; después el Amadís de Gaula; más adelante y como figura
principal de la gran obra pictórica, el Sancho y Don Quijote. Al fondo, el Castillo de las
siete Moradas de Santa Teresa. Luego se ve la Celestina, el Guzmán de Alfarache y el
Lazarillo de Tormes. Al fondo está colocado el Convidado de Piedra. En el centro,
Segismundo, Don Juan Tenorio y el Penitente de la Guía de Pecadores o el Místico y en
seguida el Alcalde de Zalamea. Entran después los personajes más definidos de la
literatura castellana en América con Caupolicán en primer plano; don Álvaro de Oyón,
Martín Fierro, Doña Bárbara, el Periquillo Sarmiento de la literatura Mexicana, y el Peralta
de Carrasquilla. Para finalizar, en la parte superior aparecen las figuras de Arturo Cova
en el corazón de la selva americana, la India Cumandá, de la literatura ecuatoriana, el
Indio Tabaré del Uruguay y en el rincón izquierdo final en la parte inferior, las figuras de
Efraín y María.
Ad Reinhardt, Adolph Dietmar Friedrich Reinhardt, llamado el, pintor y escritor
estadounidense (Buffalo, New York, 1913 – New York, 1967)
Fue pionero del arte conceptual y del minimalismo. Reinhardt estudió historia del
arte en la Universidad de Columbia, en donde trabó amistad con Robert Lax y Thomas
Merton, con quienes desarrollaría conceptos similares de simplicidad en diferentes
direcciones.
Reinhardt estudió pintura con Carl Holty y Francis Criss en la Escuela Americana
de Artistas, y luego en la Academia Nacional de Diseño, bajo la tutela de Karl Anderson.
En 1936 comenzó a trabajar en el Proyecto de Arte Federal, y rápidamente se transformó
en un miembro del grupo de Artistas Abstractos Americanos.
Tras completar sus estudios en el Instituto de Bellas Artes de la Universidad de
Nueva York, comenzó a dar clases en el Colegio de Brooklyn, y más tarde en la Escuela
de Bellas Artes de California en San Francisco, posteriormente en la Universidad de
Wyoming, en la universidad de Yale, y en el Colegio Hunter de Nueva York.
Crítico del expresionismo abstracto, las primeras obras de Reinhardt exhibidas
evitaron representación, pero mostraron una estable progresión en el alejamiento de los
objetos y las referencias externas. Su trabajo evolucionó desde composiciones con
formas geométricas en los años 1940, a trabajos en distintas tonalidades del mismo color
(todo rojo, todo azul, todo blanco) en los 1950.
Reinhardt es conocido por sus llamadas pinturas "negras" en la década de 1960,
que en un principio parecían ser simplemente lienzos pintados de negro, pero estaban en
realidad compuestos por tonalidades de negro y cuasinegro. Entre otras evocaciones,
estas pinturas pueden interpretarse como el cuestionamiento de si puede existir algo que
sea tan absoluto, incluso en el negro, un color que algunos espectadores ni siquiera
consideran como tal.
Su literatura incluye interesantes comentarios acerca de su propio trabajo y el
trabajo de sus contemporáneos. Su ingenio conciso, su enfoque aguzado, y abstracción,
hacen su lectura interesante incluso para aquellos que nunca han visto sus pinturas. Lo
mismo que estas últimas, sus escritos levantan controversia décadas después de su
composición.
Obra suya es el libro “Arte as Art”, editado por Barbara Rose, U. of California
Press, 1991.
Miembro del grupo de los expresionistas abstractos neoyorquinos de la década de
1940, después de la Segunda Guerra Mundial se dejó influenciar por el movimiento
reduccionista que pretendía eliminar la libre expresión, el contenido y el significado del
arte, lo que se ve reflejado en sus pinturas monocromas, las últimas hecho en negro.
Precursor del Minimal Art, escribió "Doce reglas para una nueva Academia" (1957)
en donde expone la filosofía reduccionista.
Adam, familia de pintores alemanes
Adam, Albert, pintor alemán (Nördlingen, 1786 – Münich, 1862)
Nacido en Nördlingen, comenzó un aprendizaje como confiterías y se dirigió a
Nüremberg en 1803 para comenzar su formación. Sin embargo, influido por el director de
la Academia de Bellas Artes de Nüremberg y luego por Johann Rugendas, se dirigió
hacia la pintura (principalmente los campos de batalla y los caballos). Después de
participar en la campaña de Austria de 1809, se quedó durante un tiempo en Viena,
donde se señala a la atención de Napoleón, hijastro Eugenne de Beauharnais y fue
nombrado pintor de su corte. La mayoría de las obras de Adam de hacer frente a la
campaña rusa de Napoleón, en el que participaron en virtud de Beauharnais. Entre otras
obras, que pintó un diario de la campaña en 83 escenas. En 1815, Adam se trasladó a
Münich, donde fue ocupada por los emperadores y reyes de Baviera y Austria. Su estudio
en Münich fue visitado frecuentemente por Theodor Horschelt, que más tarde se hizo
muy conocido por sus pinturas de guerra del Cáucaso ruso. Trabajó hasta que la edad le
hizo imposible registrar las batallas y los caballos que participan en ellas, aunque en sus
últimos trabajos fue apoyada por la ayuda de sus hijos, Benno, Eugen y Franz. Murió en
Munich.
Adam, Benno Raffael (1812-1892)
Se especializó en retratos de animales y de mercado y escenas de caza. Era el
hijo mayor del pintor de Münich Albrecht Adam, se distinguió por la presentación de los
animales cazados y perros de caza de muchas figuras en las composiciones (caza de
ciervo, el zorro, hostigamiento, caza del jabalí,) y las mascotas.
Adam, Franz, (Milán, Italia, 1815-1886)
Fue un pintor alemán, principalmente de temas militares, nacido y activo gran
parte de su vida en Italia.
Fue notable su labor. Primero realizó una colección de litografías de las
revoluciones de 1848 en los estados italianos, realizado conjuntamente con el conocido
litógrafo Denis Auguste Marie Raffet. Pintó su primera obra maestra durante la Segunda
Guerra Italiana de la Independencia de 1859, una escena de la batalla de Solferino. Sus
obras más conocidas, mientras tanto, representan la guerra franco-prusiana de 1870a
De los estudiantes de Adán, Joseph Brandt es el más notable. Adán murió en
1886 en Münich.
Adam, Eugen (1817-1880)
Se especializó en animales, el género, el paisaje y cuadros de batallas. Él tenía su
taller en Munich, y vivió en Milán durante los años 1849-1858. En 1859 se convirtió en
reportero de la revista de la tierra y el mar. En 1861 participó en las campañas de Suiza
en 1870 y 1871 en la guerra entre Francia y Alemania.
Adam, Julius (1821-1874)
Se dedicó a la litografía y a la fotografía.
Adam, Julius Anton (1852 - 1913)
Conocido como "Cat Adams" fue un pintor de género y animalista alemán
especializado en cuadros de gatos.
Julius Adam era miembro de la importante familia Adam de artistas de Munich. Su abuelo
era Albrecht Adam, sus tíos eran Benno, Franz y Eugen Adam, y su primo Emil Adam,
todos pintores. Su padre, también llamado Julius Adam (1821-1874), era principalmente
litógrafo y fotógrafo. Al principio Adam (el hijo) se ocupó de la fotografía de paisajes y
trabajó en el negocio de su padre en Río de Janeiro, pero más tarde regresó a Munich y
se estableció como pintor de género.
Inicialmente Adam fue alumno del Prof. Michael Echter (1812-1879), más tarde de
Wilhelm von Diez (1839-1907) en la Akademie der Bildenden Künste de Munich.
Comenzó a producir sus exitosos dibujos de gatos en 1882, cuya popularidad
internacional hizo que se pasara por alto la alta calidad de sus otras obras.
Se casó con su prima primera Amalie, hija de su tío Benno, pero no tuvieron hijos.
Adam, familia de arquitectos escoceses
Familia de arquitectos y diseñadores escoceses del siglo XVIII, que desarrollaron
un estilo neoclásico depurado. Los cuatro hermanos Adam, John, Robert, James y
William, eran hijos de un arquitecto de Edimburgo. Trabajaron en Londres, donde
proyectaron casas en la ciudad y en el campo y decoraciones que fueron reflejo de la
creciente prosperidad de Inglaterra.
Adam, William, (1689-1748)
Arquitecto escocés, albañil, y empresario. Fue el principal arquitecto de su tiempo
en Escocia, el diseño y la construcción de numerosas casas y edificios públicos, y, a
menudo, en calidad de contratista, así como arquitecto. Entre sus obras más conocidas
son Hopetoun Casa cerca de Edimburgo, y Duff House en Banff. Su persona, exuberante
estilo construido en el estilo de Palladio, pero con detalles de inspiración barroca por
Vanbrugh Continental y la arquitectura. En el siglo 18, Adam Escocia fue considerado el
"Arquitecto Universal." Sin embargo, desde principios de siglo 20, los críticos de
arquitectura han tomado una medida más vistas, Colin McWilliam, por ejemplo, la
búsqueda de la calidad de su trabajo "variado a un grado extremo ". Además de ser un
arquitecto, Adam participó en varias empresas industriales y planes de mejora,
incluyendo la minería del carbón, la sal panorámica, canteras y fábricas. A partir de 1731
construyó su propia finca en Kinross-shire, que Blair llamó Adam. Fue el padre de tres
arquitectos, John, Robert y James, los dos últimos los creadores del "estilo Adam".
Adam, Robert (Kirkcaldy, 1728 –Londres, 1798)
Su obra de teórico de la arquitectura, sus estudios sobre los monumentos de la
antigüedad y la creación de edificios y mobiliario de extraordinaria elegancia, centran en
él todo el arte de la segunda mitad del s, XVIII, abriendo el camino por el gusto
neoclásico en toda Europa. De la familia, es el arquitecto de más acusada personalidad.
Completo su educación cultural viajando 4 años por el continente. En Roma hizo
amistad con Giovanni Battista Piranesi, quien le dedicó un volumen entero de sus
grabados; en Spalato reprodujo restos del Palacio de Dioclesiano en una serie de dibujos
finísimos que fueron publicados en Londres en 1764; a su regreso a la capital inglesa
inició una brillante carrera de arquitecto: proyectó la construcción o restauración de gran
número de edificios públicos y residencias señoriales. Sus obras más características,
muchas de las cuales fueron realizadas en colaboración con su hermano James, son:
Landswone House, Kenwood House (ambas en Londres), Oesterley Park (en Midlesex);
Syon House (en Brentford); la iglesia de Mistley (en Essex) y la Villa de Marble Hill. Con
la ayuda de James y de sus hermanos, Robert construyó, en Londres, entre 1768 y 1774,
en la orilla izquierda del Támesis, un grandioso conjunto de palacios que llamó Adelphi
(del griego: hermanos), en recuerdo de la colaboración familiar. La empresa, que se
resultó del todo antieconómica para los hermanos Adam, constituyó, sin embargo, un
ejemplo de sistematización urbanística.
Gran Importancia tuvieron los diseños de muebles que realizó, adaptando modelos
de la antigüedad romana y griega a las tradiciones inglesas. Durante mucho tiempo
influyeron en el artesanado británico, determinando una intensa evolución estilística.
El motivo de la lira, que aparece repetido en el respaldo de varios de sus muebles,
es un elemento típico del estilo Adam.
Robert Adam tuvo el acierto de saber adaptar sus entusiasmos clasicistas al clima
moderado y práctico de la arquitectura de su país, donde las novedades son siempre
filtradas con prudencia y donde se aceptan solo los elementos más asimilables.
Una de las características de la arquitectura neoclásica, junto al fanatismo
arqueológico, había sido la de simplificar formas y decoración. Ahora ello encajaba
perfectamente con una burguesía en rápido desarrollo económico, deseosa de afirmar su
espíritu práctico y el neoclasicismo de Adam satisfacía plenamente esta exigencia.
Fue igual si no más brillante como decorador, diseñador de muebles, etc., por lo
cual su nombre es todavía una palabra familiar. Era un típico escocés sagaz, cruelmente
ambicioso y sin embargo con un perfil benigno y romántico. Ambas facetas se veían
reflejadas en su trabajo, que oscila entre una pictórica visión del neo-clasicismo y una
versión clasicista del neo-gótico. Su trabajo tiene un aire de buenas maneras, erudición
poco pedante y de opulencia sin ostentación que refleja perfectamente el mundo
civilizado de sus patrones. Él pensaba que sería de mala educación hacer cualquier corte
violento con tradiciones establecidas, es por esta razón que desarrolló un estilo
neoclásico más luminoso y elegante que los revivalistas griegos que lo sucedieron. Abolió
innovaciones alarmantes como las Griegas Dóricas para los edificios clásicos o la
pintoresca asimetría para los góticos. Respondió a la demanda corriente de un nuevo
clasicismo agrandando el repertorio de motivos decorativos y por un más imaginativo uso
de contrastantes planos de cuartos que derivan de los Baños Imperiales Romanos. En su
sutil variación de las formas de los ambientes y en su predilección por escenografías
encalanadas y ábsides para dar un sentido de misterio espacial, no menor que en sus
castillos neogóticos, tan masivamente románticos por fuera y tan confortablemente
clásicos en el interior, respondía al gusto de lo pintoresco. Se transformó en el arquitecto
por excelencia de la Era de la Sensibilidad. Su influencia se extendió rápidamente por
toda Inglaterra y más allá, tan lejos como Rusia y América. Su producción fue enorme.
En 1758 se estableció en Londres, donde su hermano James se asentó junto a él.
El “Admiralty Screen” de Londres (1759-60), dio la prueba inmediata de su habilidad y
originalidad aunque todos sus previos encargos fueron para la transformación interna de
casas antiguas o la consumación de casas iniciadas por otros arquitectos. No obstante,
su estilo maduró rápidamente, y los interiores de “Harewood House”(1758-71),
“Kendleston Hall”(1760-61), “Syon House”(1760-69), “Osterley Park”(1761-80), “Luton
Hoo”(1766-70), “Newby Hall”(1767-85) y “Kenwood”(1767-9) son quizás sus piezas
maestras del diseño interior. Su atención meticulosa en los detalles se revela no solo en
el acabado de pintura decorativa de paredes y su superficial trabajo en estuco sino en el
cuidado que pone en cada parte de los ambientes, desde las carpetas hasta las
bocallaves. Ningún arquitecto anterior había intentado esos esquemas comprensivos de
decoración interior. A pesar que los motivos decorativos individuales son pequeños en
escala, se entrelazan con tanta habilidad que el efecto que da es sumamente delicado y
aunque la misma personalidad artística es evidente en cada ambiente, el efecto de una
serie nunca es monótono. Su postura neo-clasicista es evidente en el planeamiento de
Syon con sus variadas formas geométricas y en el frente sur de Kedleston, modelada en
un Arco Triunfal Romano. Su originalidad e ingenuidad en planeamiento culminó en sus
London Houses realizadas durante los años 1770, en los cuales, la decoración devino en
superficial y lineal tendiendo a la impertinencia, por lo que fue muy criticado durante el
final de su vida. A pesar de esto, se recuperó durante la última década de su vida bajo el
estímulo de encargos desde Edimburgo como la General Register House (1774) y la
University (1789) que fue su más monumental edificio y su obra maestra que lo consagró
como arquitecto. Al mismo período corresponden los castillos como Culzean Castle
(1777-92) y Seton Castle (1789-91) que resultaron de avanzada para su época.
Adam, James (1732 - 1794)
Fue un arquitecto escocés y diseñador de muebles, pero a menudo eclipsado por
su hermano mayor y socio de negocios, Robert Adam. Eran hijos de arquitecto William
Adam. En 1755 James trabajó en Gunsgreen House en la ciudad fronteriza de Eyemouth.
En 1758, Robert, James, y su hermano menor William Adam comenzó su actividad en
Londres (que viven en Baja Grosvenor Street), centrándose en el diseño de planes para
completar la decoración y del mobiliario de las casas. Palladio fue el diseño popular, pero
Robert ha evolucionado un nuevo estilo más flexible que incorpora elementos de diseño
clásico romano, junto con influencias del griego, bizantino y barroco estilos. Los
hermanos Adam éxito también puede atribuirse a un deseo de todo el diseño hasta el
más mínimo detalle, asegurando un sentido de unidad en sus diseños. A continuación,
siguió en los pasos de Robert por la empresa Grand Tour, dejando en mayo de 1760 a
octubre de 1763, cuando él llega de vuelta en Londres. Robert James logró como
arquitecto de Corte en 1768, justo antes de trabajar en Adelphi (1768-1772) proyecto que
casi le produjo su ruina económica y en el que trabajaron otros notables arquitectos
incluido Joseph Bonomi (1739-1808) que, a partir de 1768, que se mantuvo con los
hermanos Adam hasta 1781). A partir de 1771-5 fue contratado con su hermano en el
diseño y la construcción de cerca de Castillo de Wedderburn Duns, Berwickshire. James
salió de su hermano a la sombra después de la muerte de Robert en 1792, el diseño de
varios edificios notables en Glasgow, incluidos los antiguos Enfermería (1792; demolido
1907), Assembly Rooms (1794, demolido en 1890) y la Tron Kirk (1794). Él también
diseñó Portland Place en el centro de Londres. Sin embargo, su gloria fue de corta
duración, ya que murió en su casa en Londres del Albermarle Street en octubre de 1794.
Adam, familia de escultores y pintores franceses de los s. XV y XVI
Jacob-Sigisbert Adam (Nancy, 1670-1747)
Escultor francés de estilo barroco. Ya era un escultor de renombre, cuando recibió
el contrato para los reyes Louis XIV y Louis XV. En Paris, también trabajó como su hijo
Lambert Sigisbert en el estudio del escultor François Dumont. Sus tres hijos deben su
enseñanza a su padre, el más importante representante de la familia. El más joven de los
hermanos, François Gaspard Adam, que más tarde respondió a la corte nombró a
Federico el Grande. Viniendo de Lorena pertenecía a Adams de una larga línea de
broncistas y escultores en Nancy. Su hija Ana se casó con el escultor Michel Thomas
Metz y de ese matrimonio nació Claude Michel Clodion, conocido escultor
Lambert-Sigisbert Adam (1700-1759)
Hijo del escultor Jacob Adam Sigisbert Nancy, Lambert Sigisbert Adam era el
mayor de tres hermanos que se encontraban todos los escultores. En un primer momento
fue discípulo de su padre en Metz y París en el taller de François Dumont, antes de pasar
diez años en la Academia Francesa en Roma, después de obtener en 1723 el gran
premio de escultura. Durante su estancia, fue protegido por el Cardenal Melchior de
Polignac, embajador francés ante la Santa Sede, para quien copiar o restaurar las
estatuas antiguas. Restauró las doce estatuas se encuentran en la denominada villa de
Marius. También fue elegido miembro de la Academia de Saint-Luc en 1732. Durante
esta muy larga estancia en Roma, adquirió una técnica y la sensibilidad que se refieren
más al barroco y rococó. Pone de manifiesto su predilección por la puesta en escena del
agua, a través de esculturas a las fuentes o alegorías. Ganó en 1731 la competencia por
la Fontana de Trevi en Roma, pero el Papa Clemente XII le dio el encargo a Nicola Salvi.
Trabajó en los famosos saltos de agua del castillo de Saint-Cloud (La Seine et Marne),
tallado de la cuenca central de Neptuno del Palacio de Versalles (El triunfo de Neptuno y
Amphitrite, 1740), trabajó en el Palacio Sanssouci en Potsdam (Caza y pesca). Para su
recepción en la Real Academia de Pintura y Escultura en 1737, dio una Neptune calmar
las olas irritadas.
Nicolas-Sébastien Adam, (1705-1779)
Hijo del escultor Jacob Adam Sigisbert de Nancy, estudió inicialmente con su
padre y, a continuación, con su anciano, Lambert Sigisbert Adam, con la Real Academia
de la pintura y la escultura. Viajó a Italia y en el camino trabajó con la decoración de las
fachadas del espléndido castillo de la Mosson a Juvignac, cerca de Montpellier, donde
permaneció dieciocho meses, y llegó a Roma en 1726. Su hermano se presentó al
cardenal Melchior de Polignac, para lo cual restauró muchos mármoles antiguos. Regresó
a París en 1734, trabajando en el taller de su anciano, y no se hizo en la recepción de
muchos órdenes. Con su hermano, trabajó en el gran grupo de llevar a cabo de la cuenca
de Neptuno del castillo de Versalles, el triunfo de Neptuno y Amphitrite (1740). También
trabajó para la Famille de Rohan con el Hotel Soubise, de la talla de bajo relieves de los
Amours de los Dioses (1736) de la sala de desfile de la Princesa. El Bâtiments del Rey
hizo que el trabajo con la Cámara de cuentas en París, con la Abbaye de Saint-Denis
(con un poco de alivio de Saint Maur suplicante la ayuda del Señor para la curación de un
niño) y con el Château de Versailles (para el real Bóveda). Los padres del Oratorio de
París que le encomendó la decoración de la puerta de su iglesia. Se le aceptó con la
Academia en 1762 con un Promethee conectado, que es considerado como uno de los
jefes de los trabajos de la escultura del siglo XVIII. Pero su labor más notable resto del
monumento de la reina Catherine Opalinska, mujer del rey Stanislas, en la Iglesia Nuestra
Señora-en-Bonsecours Nancy, el orden, sin duda, obtenidos gracias a sus orígenes
Lorraine. Uno ve los fines de uno, se arrodillaron allí y las manos unidas en la actitud de
la oración, guiada con el cielo por un ángel que tiene en el brazo a él, en la parte inferior
de una pirámide de mármol negro. Llevado a cabo con un gran refinamiento, este grupo
es considerado como uno de los más notables, y uno de los más auténticamente en
movimiento, entre los monumentos del siglo XVIII. En 1757, Nicolas Sebastien Adam se
casó con la hija de un orfebre de Nancy, Christine Lenoir. Tuvieron un hijo que fue pintor,
Jean Charles Nicolas Adam, y otro escultor, Gaspard Louis Adam. Murió ciego en París
en 1778. Influenciados, como Sigisbert Adam Lambert, por el barroco italiano, Nicolas
Sebastien Adam toma asiento, en sus partes, como uno de los escultores más refinados
y más sutiles de su tiempo. Fue a ejercer una marcada influencia sobre su sobrino
Clodion.
François-Gaspard Adam (1710-1761)
Fue el escultor de la corte de Federico II de Prusia. Miembro de una familia de
pintores, François estudió bajo la tutela de su padre, Jacob-Sigisbert. En 1730 viajó con
sus dos hermanos a Roma para luego mudarse a París. En 1740 quedó en segundo
lugar en el Premio de Roma, competición que ganó poco después; tras lo cual volvió a
Roma, en 1742, donde estudió en la Academia de Francia. Entre Federico II el Grande de
Prusia. Muchas de sus obras decoran los terrenos del Palacio de Sanssouci en Potsdam.
François Gaspard Adam proviene de una familia de escultores. Fue el hijo menor
del escultor Jacob Sigisbert Adam y su esposa Sébastienne Le Leal. Hasta 1729 recibió
una educación en el estudio de su padre y sus hermanos siguieron Adam Lambert y
Nicolas Sigisbert Sébastien en 1730 a Roma, donde trabajó como restaurador de
esculturas antiguas de la colección privada del cardenal Polignac trabajado. En enero de
1733 disminuyó François Gaspard y su hermano Lambert Sigisbert, con una estancia de
corta duración en el Nancy Lorraine, a París. En 1742 regresó a Italia después de cuatro
años. En su viaje de regreso a Francia, que recibió 1746 en Florencia, por la Accademia
di Belle Arti Firenze el título de profesor otorgado. Después de una breve estancia en
París en 1747 Adam trabajó al servicio del rey prusiano Frederick II. Como representante
de la escultura rococó francesa creó especialmente el parque de Sanssouci. En 1751, se
convirtió en un miembro honorario de la Academia Prusiana de las Artes, Departamento
de Bellas Artes. Como François Gaspard Adam era izquierdista, tuvo que dejar Prusia en
1759 la izquierda para regresar a Francia, completó su sobrino Michel François Sigisbert
algunas de sus obras. Dos años más tarde murió el 18 de Agosto 1761 en París.
Adam, Santiago, grabador alemán (fines del s. XVIII – principios del s. XIX)
Vivió en Viena a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Entre sus mejores
obras se destacan los retratos de Leopoldo, gran duque de Toscana, de Maximiliano de
Baviera, del pintor Mengs y otros.
Adami, Valerio, pintor, diseñador gráfico y grabador italiano (Bolonia, 1935-¿?)
Su estilo se basa en el cubismo. Reconocido como uno de los artistas europeos
vivos más importantes, Valerio Adami se singulariza por su personal estilo, síntesis de
Cubismo, Pop art y Futurismo. Recibe una sólida formación en el estudio de Achille Funi,
en la Accademia di Belle Arti di Brera, de Milán (1951-54). Se instala en París en 1957, y
a partir de entonces desarrolla su actividad a caballo entre Francia e Italia. Su estilo inicial
es expresionista, y combina imágenes violentas y chistosas, bajo influencia de Roberto
Matta y las tiras de cómic. Protagoniza su primera exposición importante en 1962
(Londres, Institute of Contemporary Art), y pronto participa en la Documenta III de Kassel.
A mediados de los 60, Adami fija su estilo más conocido, de influencia pop: imágenes
estilizadas, perfiladas en negro sobre áreas de intensos colores planos. Su proceso
creativo arranca de fotografías y demás imágenes de su entorno, que desmenuza,
combina y presenta en formas esquemáticas. Su éxito es rápido, y en 1968 representa a
Italia en la Bienal de Venecia. En esa época, decora con cuatro grandes murales la sede
del Firstar Bank en Madison (Wisconsin, EE.UU.) Las imágenes creadas por Adami
ofrecen frecuentemente fragmentos de la sociedad moderna, objetos sacados de
contexto y perspectiva y que así parecen nuevos. En sus primeros años de estilo pop,
crea visiones de espacios desiertos, pero posteriormente representa a personajes de la
cultura moderna como Sigmund Freud y James Joyce. Su etapa más reciente, a partir de
los 80, se centra en la creación de espacios fantásticos donde revitaliza los mitos de la
cultura occidental desde Ovidio, plasmando alusiones a la belleza, la creatividad, el
deseo y el sexo. Se le dedica un número de Eighty, revista francesa sobre el arte de los
años 80; es también estudiado por The New Yorker, y merece estudios críticos de Italo
Calvino y Jacques Derrida" Jacques Derrida. En 1985 se le dedica una antológica en el
Centro Georges Pompidou de París y en el Communo de Milán. Hay que destacar otras
exposiciones en Boston, Bruselas, Hamburgo, México, Jerusalén, París (Musee d´Art
Moderne de la Ville) y Milán (Palazzo Reale). En 1993 se crea la Academia-Fundación
Adami en Liechtenstein. En 2005, se le dedica una exposición de dibujos en Madrid. Sin
embargo, su presencia en colecciones españolas es muy limitada. Se mencionan obras
suyas en el IVAM de Valencia, que le había dedicado una muestra individual a finales de
los 90.
Adams, Herbert Samuel, escultor estadounidense (West Concord, Vermont 1858-
New York, 1945)
Herbert Adams nació en West Concord, Vermont. Se educó en el Instituto de
Tecnología de Massachusetts, y en la Escuela Normal de Arte de Massachusetts, y en
1885-1890 fue alumno de Antonin Mercié en París.
En 1890-1898 fue instructor en la Escuela de Arte de Pratt Institute, Brooklyn,
Nueva York. En 1906 fue elegido vice-presidente de la National Academy of Design de
Nueva York. Él experimentó con éxito con algunos bustos de mármol policromado y de
color, sobre todo en la hija del rabino y un retrato de la señorita Julia Marlowe, la actriz, y
que está en su mejor momento en sus bustos de mujeres, el mejor ejemplo es el estudio,
concluido en 1887 , de la señorita Adeline Pond, quien se casó.
Entre otras producciones de Adams son una fuente de Fitchburg, Massachusetts
(1888); una serie de obras para la Biblioteca del Congreso, Washington, DC, incluidas las
puertas de bronce ( "Escritura") iniciado por Olin Warner, y la estatua del profesor Joseph
Henry, lápidas conmemorativas de la Massachusetts State House, un monumento a
Jonathan Edwards, en Northampton, Massachusetts; estatuas de Richard Smith, el tipo-
fundador, en Filadelfia, y de William Ellery Channing, en Boston (1902), y el memorial de
Vanderbilt puertas de bronce para la iglesia de San Bartolomé, en Nueva York. Cass
Gilbert que diseñó el James Scott Memorial Fountain (1925) en Belle Isle (Michigan),
encargado Adams como el escultor de la estatua de James Scott.
Las obras individuales por Adams también existen, y se puede ver en numerosos
museos americanos, incluyendo la National Gallery of Art de Washington.
Adams murió en Nueva York en 1945.
Adams, Neal, dibujante y guionista estadounidense (Governor’s Island, New York,
1941- )
Se inició como publicista, oficio que abandonó para dedicarse al género del cómic.
Ha colaborado en numerosas series, entre ellas la tira diaria Ben Casey. Ha dibujado The
Spectre, Batman y diversos episodios de X-Men y The Avengers. Ha sido galardonado
con el premio Phénix por Green Lantern.
Reconocido principalmente por su trayectoria en DC Comics y en Marvel Comics y
por ser uno de los artistas más representativos e innovadores de la década de 1970. Su
trabajo en colecciones como Deadman, Batman, Green Lantern y Green Arrow, Avengers
o Uncanny X-Men aún son recordados como el cénit gráfico en la trayectoria de dichos
personajes, sin olvidar su, probablemente, obra maestra: Superman contra Muhammad
Ali.
En la década de 1970, abordó diversas cuestiones sociales y políticas en la
reunión de los héroes Flecha verde y Linterna Verde.
En los mismos años, y junto al guionista Dennis O'Neil, crearon varias de las
mejores historias de Batman hasta esa fecha. Hasta hoy se destacan comics como "Las
Cinco Venganzas del Joker" y la creación del supervillano "Ra's al Ghul, junto a un
Batman mas aventurero, humano y detectivesco.
Dibujante de corte claramente realista y reconocidamente influenciado por el
creador de Juliet Jones, Stan Drake, y por Gil Kane, Adams revolucionó la escena del
comic-book gracias a su rompedora narrativa y su sobrenatural capacidad de
visualización, que le permitía dibujar escorzos magistrales.
Adán Morlán, Juan, escultor español (Tarazona, 1741 – Madrid, 1816)
De joven viajó a Roma para perfeccionarse en su arte y, en vista de sus
progresos, consiguió una beca de la Academia de Bellas Artes de San Fernando para
continuar sus estudios en Roma. Fue académico de mérito de la Academia de San
Fernando, en 1774; y académico de mérito y director de estudios de la Academia de
Roma.
En 1776 regresó a España y realizó algunos trabajos en la catedral nueva de
Lérida; se trasladó a Madrid, hacia 1782, donde fue nombrado escultor de cámara en
1795. Destacan las obras que realizó para las catedrales de Jaén, Tabernáculo; y
Granada, Retablo del Pilar y Retablo de San Miguel; la Estatua de Venus para la
Alameda de Osuna, en 1795; y algunos retratos como: El duque de Alcudia (1794),
Carlos IV y María Luisa (1797) y El obispo Bertrán.
Estudia en Zaragoza y se coloca de aprendiz en el taller del escultor José Ramírez
de Arellano. Se traslada a Roma, donde consigue una pensión para realizar estudios. Se
le nombra miembro de la Academia de San Lucas y es también en Roma donde se casa
con Violante del Valle.
En el año 1774 se le nombra académico de la Real Academia de Bellas Artes de
San Fernando de Madrid, allí regresa en 1776, con encargos para realizar diversos
retablos. Trabaja en la catedral de Lérida, Granada y Jaén.
Se le hicieron numerosos encargos para realizar retratos de personajes relevantes
y de la nobleza de la época. En 1811 fue nombrado Director de la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, así como escultor de cámara del rey Fernando VII, en el
año 1815.
Su hija Micaela fue la esposa de Diego de Argumosa y Obregón, llamado "el
restaurador de la cirugía española del XIX" e introductor en España de la anestesia.
Su hermano Andrés fue asimismo notable escultor, elegido en 1806, por su obra El
centauro Chirón enseñando la música a Aquiles, «Escultor de los Reales Jardines de San
Ildefonso».
Obras suyas son: Retrato de Carlos IV Retrato de María Luisa de Parma Retrato
de Manuel Godoy Retrato del Duque de Alcudia. 1794 Sepulcro y estatua orante del
arzobispo Antonio Jorge y Galbán (Catedral de Granada) La Piedad. Colegio de los PP
Escolapios de Pozuelo de Alarcón San José con el Niño. Iglesia de San Ginés, Madrid.
Cristo crucificado. Iglesia parroquial de Torrelavega Esculturas en los Jardines de
Aranjuez. 1793. Príamo y Héctor. R.A.B.A.S.F., Madrid.
Adaro y Magro, Eduardo, arquiterto español (Guijón, 1848 – Madrid, 1906)
Ejerció a lo largo de su vida diferentes cargos aunque destacó primordialmente
como arquitecto titular del Banco de España, después de ser arquitecto auxiliar de esta
institución. Cabe destacar que dirigió la construcción del Banco de España de Madrid,
además de varias sucursales del mismo en otras ciudades.
Además de su vinculación al Banco de España, también ejerció otros cargos
importantes, como ser profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, arquitecto de la
exposición vinícola madrileña en 1877, vocal de la Junta de patronos del Correccional de
Santa Rita, vicepresidente de la Sociedad de Higiene, presidente de la Sociedad Central
de Arquitectos, además de ser jurado de varias exposiciones, concursos y oposiciones, y
académico electo de la Junta de Bellas Artes de San Fernando (véase Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando).
Entre sus obras más importantes destacan las iglesias de Periana, la de Puente
Piedra y la de Torre del Mar, el monumento a Alfonso XII en Alhama, y dos obras de
presidios: el correccional de jóvenes de Carabanchel y el presidio en la isla de Cabrera.
Su obra fue premiada con varias condecoraciones; entre ellas varias medallas de
oro en exposiciones de arquitectura, además de ser agraciado con la Gran Cruz de
Alfonso XII y las cruces de Caballero y Comendador de Carlos III.
En su obra arquitectónica hizo empleo abundante del hierro y esto pude verse en
el patio de operaciones del Banco de España.
Adén
Ciudad de la República del Yemen situada a 300 metros sobre el nivel del mar, en
una península rocosa al suroeste de la península arábiga, a la entrada del mar Rojo, en
el golfo que lleva su nombre.
Arte
Las Cisternas de Tawila, integradas por un sistema de 18 cisternas
interconectadas entre sí mediante canalizaciones que están diseñadas para almacenar
hasta la más mínima gota de agua procedente de las precipitaciones estacionales.
Fueron construidas por los rasulidas, y los tahiridas. Los británicos las descubrieron en
1854, mientras realizaban unas excavaciones en la zona, y las limpiaron, eliminando
cualquier rastro de los escombros que las cubrían y volvieron a utilizarlas según su
función original casi 2.000 años después de haber sido construidas.
Mezquita Al Airdrus, construida en el siglo XV. Su aspecto actual se debe a una
remodelación de 1850. Su interior alberga la tumba del patrón de Adén, Sayyid Abdullah
al Airdrus.
Museo Arqueológico Nacional, cuyo edificio es un antiguo palacio del sultán de
Lahej. En su interior se exponen numerosos objetos pertenecientes a los principales
reinos preislámicos del país, especialmente de Qaaban y Awsan.
Aderezo
Adorno femenino constituido por un juego de joyas, generalmente ricas y costosas,
de oro, plata o pedrería. Consta por lo regular de collar, pendientes y pulsera de la misma
calidad y dibujo; cuando solamente se compone de pendientes y un alfiler de pecho (o
broche) se llama medio aderezo.
Hubo también los aderezos de espada, sables, dagas o espadines, que no eran
otra cosa que la guarnición por la que se empuñaban estas armas o el brocal o la contera
que se ponía en la vaina.
Característico del s. XVII y XVIII, tanto de la joyería como de la bisutería, es el
aderezo. Un aderezo femenino constaba de collar, pendientes, broche y, a veces,
también de tiara o anillo. Un aderezo masculino en el siglo XVIII constaba de botones,
hebillas de zapato, empuñadura del sable e insignia de la orden de caballería. Se
diseñaron gran cantidad de magníficos aderezos y joyas para las casas reales europeas,
las cuales durante siglos han ido acumulando colecciones de aderezos de coronación,
joyas oficiales y personales e importantes piedras preciosas como los diamantes Koh-i-
noor y Esperanza. Aunque muchas joyas reales han sido retalladas, fraccionadas o se
han perdido, aún se conservan importantes colecciones en la torre de Londres, el tesoro
de Viena y el Kremlin de Moscú. En esta época también estuvieron de moda accesorios
con piedras preciosas como relojes, tabaqueras y sellos. Algunas de las joyas europeas
más suntuosas fueron realizadas en Francia durante el Segundo Imperio, cuando se
impuso el uso extravagante de perlas y diamantes de gran valor. Al dar mayor
importancia a la abundancia, la ostentación y al valor intrínseco de las piedras preciosas,
se descuidó la artesanía de las monturas de metal y bajó la calidad de las joyas. En
Rusia, a finales del s. XIX, tuvo lugar un resurgimiento de la orfebrería con Carl Fabergé,
creador de accesorios como cajas, empuñaduras de bastones, abanicos y marcos de
cuadros. Al igual que los orfebres del renacimiento, Fabergé se especializó en el
contraste de colores y materiales y sus diseños muestran una original combinación de
oro, esmalte y piedras preciosas.
Adiaensen, Alejandro, pintor flamenco (Aberes, Bélgica, 1625-?)
Se dedicó especialmente a pintar bodegones.
Adler, Dankmar, arquitecto alemán (Eisenach, 1844 – Chicago, 1900)
Adler era un arquitecto judío y un ingeniero civil que, con su socio Louis Henry
Sullivan, diseñó muchos edificios inclusive el Chicago Stock Exchange Building y el
Auditorium Building. La firma de Adler y Sullivan era instrumental en reedificar Chicago
después del gran fuego y era el líder en la escuela de Chicago de la arquitectura.
Además de sus propios logros con edificios y rascacielos, entrenó a Frank Lloyd
Wright.
Hijo de un chantre, inicia los estudios de dibujo a los quince años. En 1854 emigra
a Detroit. Trabaja asociado con A.J. Kinney de 1869 a 1871, con Edward Burling de 1871
a 1879 y con L. H. Sullivan de 1881 a 1895. Durante el boom de la construcción que
Chicago experimentó tras el incendio de 1871, colabora con Burling en numerosos
diseños. En 1879 se independiza profesionalmente, asociándosele Sullivan dos años
después de que, en su obra más significativa, el Central Music may de Chicago, diseñara
las rejas monumentales. Esta edificación, acabada en 1879, se convierte en prototipo de
otros teatros más tardíos, en especial del Edificio Auditórium. Estas son obras notables
por su configuración, distribución e iluminación, pero en las que acapara todos los elogios
el saber intuitivo de Adler es en materia de acústica.
Adler destina los últimos años de su vida a controlar los trabajos de ingeniería y
los asuntos económicos de la empresa, así como a participar activamente en organismos
afines a la arquitectura con el propósito de introducir muchas reformas progresistas y
mejorar el papel de la arquitectura en la sociedad norteamericana. Dentro de su
producción se incluyen varias sinagogas.
Dankmar, hijo de Liebman Adler, maestro de la escuela judía y cantor de la
sinagoga de Eisenach, Stadtlengsfeld, Alemania, nació el 3 de julio de 1844. Su madre
murió al darlo a luz y, por eso, el padre inventó el nombre de su unigénito uniendo dos
palabras: «dank» (gracias) y «mar» (amargo). Cuando el niño tenía diez años de edad,
Liebman, invitado a asumir como rabino y cantor de la comunidad Beth El de Detroit,
Estados Unidos, decidió aceptar el cargo y emigrar. Allí Dankmar estudió en escuelas
públicas, pero luego no pudo ingresar, como deseaba, a la universidad. En cambio,
recibió lecciones de dibujo. Como manifestara interés por la Arquitectura, el padre le
consiguió entrar de aprendiz al taller de Shaefer, conocido arquitecto de la ciudad. Allí
aprendió los llamados «Cinco Ordenes de la Arquitectura», nociones muy estrictas,
tradicionales, de las escuelas de arquitectura insertas en las de Bellas Artes (tal como se
enseñaba en Chile hasta comienzos del siglo XX). Y debió dibujar, con los instrumentos
de precisión de la época, difíciles de manipular, los complicados ornamentos bizantinos y
románicos que eran populares en esos tiempos. Precursor de la Arquitectura Moderna
Dankmar Adler Pionero y líder en el desarrollo y construcción de edificios estructurados
en acero.
En Mayo de 1861 Liebman fue designado rabino de la Sinagoga Kehilath Anshe
Ma'ariv de Chicago y los Adler se trasladaron a esa ciudad. Dankmar comenzó,
inicialmente, a buscar trabajo de arquitectura, pero en julio del año siguiente se alistó
como voluntario en la Compañía M, Primer Regimiento de la Artillería Ligera de Illinois y
participó en muchas batallas de la Guerra Civil, donde resultó herido. Durante ese tiempo,
en los momentos de calma, se dedicó a leer publicaciones científicas, especialmente las
relacionadas con Acústica, materia que sería más tarde una de sus sobresalientes
especialidades en el campo de la Arquitectura, como en el soberbio Auditorio (Teatro
Central de Variedades) de Chicago (1890). Los últimos meses de la guerra los sirvió
como dibujante en la oficina de Ingeniería de la División Militar de Tennessee. Al ser
desmovilizado, regresó a Chicago. Allí comenzó a recibir numerosos encargos como
arquitecto y en 1971 se asoció con Edgard Burling. Ocho meses después de constituida
la sociedad, estaban sobrepasados de trabajo, a causa del enorme incendio de la ciudad.
Adler se casó al año siguiente, a los 38 años de edad y siendo ya un profesional exitoso,
con Dila Kohn, hija del fundador de la Sinagoga donde ejercía su padre. En 1879, la
sociedad con Burling se deshizo. Adler contrató como ayudante al entonces muy joven
Louis Sullivan, a quien más tarde asoció. Sullivan era muy talentoso y, de hecho, es
mucho más famoso que su mentor. Ambos diseñaron más de cien edificios, incluyendo
numerosos rascacielos de innovadora estructura metálica. Uno de los más conocidos es
el Chicago Stock Exchange Building. El esbelto esqueleto de acero, oculto, resulta,
mirado con los ojos de hoy, contradictorio con la pesada apariencia exterior del edificio y
con la profusión de adornos, de delicado trazado. Adler diseñó también, en esa misma
época, una nueva sinagoga para la congregación de su padre. Entre los jóvenes
aprendices formados en la oficina Adler y Sullivan, llegaría a destacarse
extraordinariamente el gran arquitecto Frank Lloyd Wright. En 1895, cuando recién había
cumplido medio siglo, Adler disolvió su oficina y se dedicó exclusivamente a dar
conferencias y a escribir artículos sobre arquitectura. Murió cinco años más tarde
Adler, Felipe, llamado Patricus y, por corrupción, Patricina, grabador alemán
(Nüremberg, 1848-?)
Sus obras son muy estimadas, y se cita en particular una Virgen con el niño Jesús
en una rama de hojas.
Adler, Jorge Cristian, arqueólogo y teólogo alemán (1734-1804)
Fue hijo de Jacobo Adler, Sus principales obras son: Descripción completa de la
ciudad de Roma, Las lagunas pontinas y De aquaeductibus urbis Romae.
Adobe
Conglomerado de barro y paja moldeado en forma de ladrillo y secado al sol:
muchos miembros de la tribu aún vivían en casas de adobe.
Arquitectura
Su composición es barro amasado con agua y paja o, en su defecto, cal, arena en
bajo porcentaje o estiércol, para darle consistencia. Se trata de un material que, con una
tradición constructiva de más de 6.000 años, cayó en desuso al ser sustituido por piezas
cocidas, denominadas ladrillos. No obstante, en la actualidad , más del treinta por ciento
de la humanidad aún sigue viviendo en casas de ladrillo crudo y, aproximadamente, el
cincuenta por ciento corresponde a población de países en vías de desarrollo, que han
encontrado en la utilización de un material autóctono el camino para solucionar sus
graves problemas habitacionales sin dependencias de terceros países.
Historia
La más antigua ciudad conocida, Çatalhöyük, en Anatolia, del VII milenio antes de
Cristo, tenía las casas construidas con adobes. En el Antiguo Egipto se empleó
frecuentemente el adobe, elaborado con limo del Nilo, en la construcción de casas,
tumbas (mastabas), fortalezas, e incluso palacios, aunque los egipcios también fueron los
primeros en emplear la piedra tallada para erigir templos, pirámides y otras edificaciones
monumentales.
En Perú existe la ciudadela de Chan Chan, la ciudad de barro más grande de
América, perteneciente a la Cultura Chimu, (1200-1480). Chan Chan se ubica en el valle
de Moche, frente al mar, a mitad de camino entre el balneario de Huanchaco y la ciudad
de Trujillo, capital del departamento de La Libertad en la costa norte del Perú. El sitio
arqueológico cubre un área aproximada de veinte kilómetros cuadrados. La zona central
está formada por un conjunto de diez recintos amurallados (llamados "ciudadelas") y
otras pirámides. Este conjunto central, cubre un área de seis kilómetros cuadrados,
aproximadamente. El resto, está formado por una multitud de pequeñas estructuras mal
conservadas, veredas, canales, murallas y cementerios.
En España, es característico, entre otras, de las regiones secas de Castilla y León
donde se añade paja al barro. Las construcciones de adobe se suelen remozar con una
capa del mismo barro con lo que dan ese aspecto tan curioso de las casas típicas de
Tierra de Campos. También es usual en regiones semi-desérticas de África, América
Central y América del Sur (rancho.)
En México, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y en el sur y norte de
Chile las casas de adobe son aún patrimonio de muchas familias humildes, que
conservan esta tradición desde tiempos inmemoriales. Mezclar pasto seco con el barro
permite una correcta aglutinación, gran resistencia a la intemperie y evita que los bloques
una vez solidificados tiendan a agrietarse. Posteriormente los bloques se adhieren entre
sí con barro para levantar muros.
Actualmente algunos arquitectos siguen utilizando muros de adobe en
combinación con cimientos, columnas y losas de hormigón debido a sus características.
En muchas ciudades y pueblos de Centro y Sur de América la construcción con adobes
se mantiene viva aunque amenazada por las imposiciones del mercado formal o por la
mala fama que le han hecho los sismos y el mal de Chagas. En Uruguay, el adobe es una
de las técnicas tradicionales de construcción que poco a poco fue dejada de lado aunque
en los últimos 20 años se han realizado experiencias tanto en Montevideo como en el
interior del país.
La reactivación de una arquitectura en adobe en gran medida se debe al ahorro de
energía que las edificaciones con este material suelen implicar, en efecto el adobe resulta
un excelente aislante térmico motivo por el cual se reducen las demandas de energía
para refrescar o caldear las viviendas. Por otra parte, uno de los problemas típicos del
adobe es su absorción de la humedad del suelo por capilaridad, para esto una solución
bastante frecuente es utilizar un cimiento hidrófugo o impermeable de hasta
aproximadamente un metro de altura sobre el nivel del suelo, tal cimiento suele ser de
piedras o, más modernamente, de hormigón.
Características técnicas
El adobe puede ser considerado como un ladrillo crudo que no ha pasado por la
etapa de cocción. Su composición es el barro amasado con agua y paja o, en su defecto,
con cal, arena en bajo porcentaje o estiércol, para darle consistencia. El secado del
adobe se realiza al aire. También se puede producir adobe prensado sin introducir
materia orgánica, sometiéndolo a fuerzas de compresión de aproximadamente 50
kg/cm2.
Las dimensiones del adobe dependen del país e incluso de la zona, pudiéndose
decir que el largo corresponde a dos veces el ancho más una llaga, entendiendo la llaga
como el espacio entre adobes una vez colocados y de aproximadamente un centímetro.
Dimensiones usuales son 40 x 20 x 10 cm ó 20 x 30 x 10 cm.
Se suele considerar una densidad aceptable del adobe la de 1.6 Kg/cm3.
Su resistencia a compresión está entre 33 y 47 Kg/cm2.
Se considera que no es aconsejable que el adobe colocado sufra compresiones
mayores de 5 kg/cm 2.
Para una construcción ordinaria no es necesario probar la resistencia de los
adobes. Si éstos son suficientemente firmes para ser apilados, acarreados y manipulados
sin pérdidas apreciables debido a rompimiento, serán suficientemente fuertes para
construir simples paredes. Después de curarse a la intemperie, las esquinas de los
adobes deben ser firmes, siendo necesario un fuerte golpe de martillo para romper uno
de ellos.
La elección de una tierra adecuada es fundamental para la fabricación de adobe,
siendo la mejor aquella que se mezcla fácilmente y da como resultado piezas que no se
agrietan y que al mojar y secar los adobes repetidamente no dan muestras de deslavado,
aunque quede al descubierto el agregado grueso. Los adobes fabricados con esta tierra
poseen esquinas duras y son difíciles de quebrar.
Se entiende que una tierra es aceptable para la fabricación , cuando el mezclado
es difícil pero posible, los terrones de la tierra para amasar deben ser remojados y deben
presentar un tacto pegajoso. En algunas piezas realizadas con este tipo de tierra pueden
aparecer grietas y al dejarlas a la intemperie, se produce deslavado pero no
agrietamientos importantes. En su manipulación pueden producirse roturas de esquinas,
pero la pieza es suficientemente firme. Una tierra no debe utilizarse para fabricar adobe,
cuando es imposible de mezclar eficientemente sus componentes, todas las muestras se
agrietan, los adobes no pueden ser manipulados apilados y cuando dejados a la
intemperie se desmoronan, o aparecen grandes grietas.
Generalmente, la resistencia a compresión, en materiales secos preparados con
tierra, se debe a la proporción de arcilla, mientras que la arena reduce el enjutamiento y
la formación de grietas. La tierra debe ser arcillosa y carente de piedras y otras
impurezas. El contenido de arena en tierras entre un 50% y un 60% es el adecuado para
la fabricación de adobes, considerándose un 70% el porcentaje idóneo para la
preparación de bloques con máquina.
Fabricación
En la fabricación del adobe se distinguen las siguientes etapas:
Amasado: consiste en mezclar la tierra escogida con agua y paja hasta
lograr una masa moldeable.
Moldeado: se prepara un espacio con arena, paja y cal, donde se coloca la
adobera o molde de madera de dimensión algo mayor que el material terminado, con
agarraderas laterales para facilitar el desmolde. Se llena de barro preparado
apisonándolo. Más tarde se retira el molde y se deja secar el adobe. Para evitar que la
mezcla se pegue a la adobera, una vez vaciada, se lava o se frota con arena.
Secado: terminado el moldeado se deja el adobe al menos veinticuatro
horas en el lugar, procediéndose, una vez transcurrido dicho período, a la recogida y
colocación en relajes que permita la circulación de aire entre los adobes , hasta la
desecación aparente. Los rejales se protegen con paja para evitar posibles deterioros.
En la actualidad gracias a la utilización de prensas, generalmente manuales, tipo
Cinva-Ram, se consiguen piezas más compactas y resistentes. Añadiendo al terreno
seleccionado una pequeña porción de cemento se consiguen adobes mejorados,
denominados generalmente como suelo cemento. La selección de tierras en este caso es
menos rigurosa, sirviendo las que tengan un contenido arenoso entre 60% y 75%.
En la fabricación de adobes mejorados, una vez seleccionada la tierra, se la deja
cubierta para que pierda su humedad natural, pasándola través de un tamiz nº 4 ; a
continuación, en seco, se añade cemento en proporciones de una parte de cemento por
catorce de tierra. El amasado se realiza generalmente con pala, añadiendo agua con
regadera para evitar la formación de barro; posteriormente, se vierte sobre moldes
metálicos y se aplica la presión necesaria con la prensa. Una vez formados los bloques,
se pasa por la etapa de curado, regando por aspersión los materiales que deberán estar
protegidos del sol y de la lluvia. Esta operación durará , como mínimo quince días,
pudiendo ser movidos los bloques al quinto día. Las dimensiones de las piezas son
semejantes a las del adobe.
Construcción antisísmica
En América Latina hay ejemplos de que las estructuras de adobe presentan una
alta vulnerabilidad sísmica, ya que han habido comportamientos inadecuados ante las
fuerzas inducidas por los terremotos —incluso los temblores moderados de tierra—,
derrumbándose de manera súbita. Esto ha creado un gran número de pérdidas humanas
e importantes pérdidas económicas, culturales y patrimoniales. Un caso concreto es el
terremoto de la ciudad de Cartago en Costa Rica de 1910, después del cual se prohibió la
utilización de adobe en las construcciones de dicho país.1 Esto se observa
reiteradamente en Latinoamérica, donde el cuidado del patrimonio, en particular de tierra,
se encuentra, por lo general, sin la adecuada manutención ni cuidado. Las principales
razones de derrumbe y vulnerabilidad sísmica de las construcciones de adobe se debe a
la nula manutención, al descuido, a las intervenciones inadecuadas sobre su estructura y
por sobre todo a las construcciones realizadas de forma precario o sin el conocimiento
adecuado sobre el sistema constructivo, no teniendo encuentra características básicas de
su construcción, como respetar proporciones de altura y espesor, proporciones
adecuadas en la mezcla, correctos morteros, entre otros.
El mayor problema para la reparación, manutención y correcta ejecución de las
construcciones de adobe es la pérdida de una tradición ancestral, transmitida de
generación en generación, generando un vacío en la cultura constructiva, perdiendo el
saber hacer y generando problemas que pueden ser fatales, sobre todo en el caso de
países sísmicos.
Según las Normas Argentinas para Construcciones Sismorresistentes:
Reglamento INPRES - CIRSOC 103: «Existen materiales aptos para lograr
construcciones seguras, y materiales no aptos (tales como el adobe), pero de ninguna
manera puede hablarse de materiales antisísmicos».
Esta situación condujo a que los gobiernos y la población en general hayan
favorecido la reconstrucción con bloque, ladrillo y hormigón. Sin embargo, estas viviendas
nuevas, aparte de perder su calidad térmica, son más costosas y su edificación en
autoconstrucción se hace más difícil. Por esta razón, muchos centros de investigación y
agencias de cooperación trabajan para desarrollar construcciones antisísmicas en adobe
que sean saludables y socialmente costeables.
En Colombia y Perú se han desarrollado diversos estudios y técnicas tendentes a
obtener piezas de adobe antisísmicas, prestando especial interés en la adecuada
composición y sus dimensiones óptimas, pudiendo utilizase tanto en nuevas
construcciones como en rehabilitación.
En Chile, en el Terremoto de Santiago de 1985 muchas de las construcciones de
adobe resultaron gravemente dañanadas y durante el terremoto de Chile de 2010,
diversas construcciones de este material se derrumbaron o quedaron gravemente
dañadas, comunas como San Carlos, Yumbel, Santa Cruz, Talca (casco histórico),
quedaron prácticamente en el suelo debido a estos derrumbes, ya que son las
construcciones más antiguas de los lugares siniestrados. Sin embargo, muchas de ellas
fueron además derrumbas y abandonadas por los prejuicios generados a través de los
años, desconociendo su real estado constructivo, lo que ha generado una gran alerta en
la población y prejuicios sobre el material. Otras se mantienes estoicas esperando su
reparación y otras ya han sido reparadas, como en Vichuquén.
Actualmente diversas universidades de Chile, organismos de estado, y oficinas
privadas estudian una manera de renovar el adobe y darle propiedades antísismicas para
mantener la identidad cultural del país. Por otro lado se estudian estrategias aplicadas en
los edificios que se han mantenido de pie por s.s sin derrumbarte antes la inmensa
cantidad de terremotos de Chile, para aprender de estrategias constructivas tradicionales
y del bien hacer de los constructores de tierra.
Adolphe, José Francisco, pintor checoslovaco (Moravia, 1671-1749)
Se distinguió como pintor de historia natural.
Adolphi, Jacobo, pintor italiano (Bergamo, 1682-1741)
Entre sus mejores cuadros se cita una Adoración de los Magos.
Adra
Adra es un municipio español de la provincia de Almería y la comunidad autónoma
de Andalucía, situado en la comarca del Poniente Almeriense y a 53 km de la capital de
la provincia, Almería.
Historia
Su origen se encuentra en la colonia de Abdera, fundada por los cartagineses en
el s. VI a.C. Durante este período y el siguiente romano tuvo destacada importancia por
sus industrias de salazones que la convirtieron en un floreciente centro comercial. Con la
llegada de los árabes, y en general durante toda la Edad Media, perdió su privilegiada
situación económica. En los años siguientes a la conquista de Granada recobró su
antiguo poderío al amparo de su nueva condición de plaza fuerte avanzada que le
otorgaron los monarcas castellanos, al tiempo que se fortificó.
Los orígenes de Adra la cual hoy en día se conoce como Adra no son muy claros.
Hay dos teorías al respecto:
Por una parte se cree que ésta fue fundada por los griegos basándose en
que su nombre no parece demostrar origen semítico y en que, según Apolodoro,
Hércules estuvo en Adra. Otros testimonios recogidos de Poseidonios, Artemidoros y
Asclepiades Myrleanos hablan de la existencia de la ciudad de Ulisea u Odisea, en el
interior de Adra, e incluso de la existencia de un templo dedicado a Atenea. Pero esta
teoría no deja de ser una suposición.
La teoría más aceptada sobre el origen de Adra es como colonia fenicia en
el s. VIII a. C., corroborada por la aparición de un pie de Krátera del S.IV con inscripción
púnica, este se conserva en el Museo Provincial de Granada, y de las monedas que,
aunque no acuñadas hasta la dominación romana, conservan los caracteres púnicos.
Éstos establecerían en el municipio un enclave comercial marítimo de relativa
importancia, del que importan sobre todo productos relacionados con el mar, navegantes
de Tiro y Sidón (Fenicia/Líbano), en ruta comercial hasta Gadir (Gades/Cádiz).
En la actualidad se llevan a cabo excavaciones arqueológicas en el Cerro de
Montecristo, un promontorio, hoy interior, pero que debió ser acantilado en la época de su
fundación, frente al mar Mediterráneo y formando la desembocadura del río Adra o Río
Grande de Adra. En octubre de 2006 se han reiniciado las excavaciones para sacar a la
luz restos de viviendas y talleres del s. VI a. C., trabajos que lleva a cabo la Universidad
de Almería, con la dirección del profesor José López Castro. Los restos hallados en dicha
excavación revelan un pasado púnico a partir del s. IV a. C., si bien, algunos historiadores
insisten en que anteriormente pudo ser una colonia griega. Actualmente el Cerro de
Montecristo está catalogado como Bien de Interés Cultural según la Ley de Patrimonio de
Andalucía.
Tras un período de abandono, la colonia pasa a manos griegas, que le dan el
nombre de Adra, de donde se deriva el nombre actual del municipio. Este nombre lo
compartió con otras dos ciudades del Mediterráneo, una situada al norte de África junto a
la ciudad púnica de Cartago, dentro de la actual Túnez bajo el nombre de Abdeira (según
un mapa de Ptolomeo), y otra ciudad, hoy llamada Avdira, localizada en la Tracia griega y
que sería ilustremente famosa por ser la ciudad de origen de filósofos como Demócrito y
Protágoras. Avdira y Adra se encuentran hermanadas desde el año 1985.
Época romana
A partir del s. IV a. C. la colonia pasa a control púnico y a finales del s. II a. C.
pasa a control del Imperio romano, en la provincia romana de la Hispania Ulterior. En
Adra, la presencia romana se hace patente durante tres s.s, siendo el s. I, el de mayor
esplendor como Municipio Romano, acuñándose monedas propias en su ceca.
Ingentes restos arqueológicos, especialmente lápidas y estelas de habitantes de
Adra se hallan repartidas en museos arqueológicos y en colecciones privadas, ya que en
los dos últimos s.s la expoliación de los yacimientos ha sido sistématica.
Adra fue en época romana puerto de salida de minerales de las sierras próximas
de Gádor, maderas y salazones de pescado, entre ellas el garum, pasta licuada,
procedente de los restos de carnes y vísceras de pescados y mariscos, muy apreciada en
tiempos de la dominación romana. El garum obtenido en Adra, así como sus salazones,
eran muy apreciados en todo el Imperio, tal y como menciona el historiador romano Plinio
en Naturalis Historiae.
La mayoría de las fuentes bibliográficas más antiguas existentes sobre el
municipio pertenecen a este período. Otros historiadores también mencionan la localidad
en varias obras, como es el caso de Estrabón, que en el libro tercero de su Geografía,
habla del puerto de Adra y de la existencia de otra ciudad llamada Odysseia, no en el
lugar de la actual sino en la montaña, visible desde el mar y que exhibía un santuario
dedicado a Atenea. No existe constancia de este santuario ni se han encontrado restos
arqueológicos similares.
Tras una decadencia poblacional entre los años 23 a. C. y 25, se produce un
momento de gran esplendor para la ciudad entorno al 175 y 225 d. C. A partir del s. III, y
coincidiendo con la crisis del Imperio romano, la ciudad entra en un período de paulatina
decadencia que dura hasta el s. VI d.C., en el que la ciudad casi ha menguado su
actividad económica sustancialmente. Éste será el estado en el que la encuentren
bizantinos y visigodos en torno a los s.s VI y VII d. C.
Época musulmana
La islamización del municipio no tendrá lugar hasta el s. IX d. C., remodelándose
su población urbana en el interior, concretamente en torno a la barriada actual de La
Alquería. De esta época son los restos arqueológicos más antiguos todavía presentes en
la localidad, como es la torre vigía situada de la calle Natalio Rivas.
Existe una leyenda en torno a la figura del último dirigente nazarí de Granada,
Boabdil el Chico, que afirma que éste abandonó la Península Ibérica desde el puerto de
Adra en 1492, camino del norte de África, tras abandonar Granada huyendo de los Reyes
Católicos. La leyenda afirma que una vez en el mar, el príncipe volvió la mirada en
dirección a Adra y lanzó su espada al mar prometiendo que algún día volvería a por ella.
Años después, elegiría nuevamente la ciudad de Adra como puerta de entrada para
intentar una nueva reconquista frustrada de la península.
Asimismo, Adra fue puerto base de las tropas castellanas que acabaron con la
rebelión de los moriscos en Las Alpujarras, en la que participaron los capitanes que
vencieron en la Batalla de Lepanto.
Época contemporánea
Adra comenzó a resurgir en el s. XIX con la industrialización –fue pionera a nivel
nacional poseyendo la primera máquina de vapor operativa en España– y la creación de
fábricas de azúcar y fundición de plomo, aunque su pesca siempre ha sido bondadosa,
especialmente en sardinas, boquerones, doradas y lubinas –en los últimos tiempos
criadas en granjas marinas–, atún, bonito y melva 'canutera', alcanzándose gran prestigio
con su industria conservera desde los años treinta.
En la actualidad la industria en Adra ha desaparecido casi por completo, la
mayoría de los ingresos actuales provienen de la agricultura y la pesca, dos sectores muy
tocados en estos últimos años.
Arte
Zona arqueológica del Cerro de Montecristo donde se ubica la antigua Abdera. Se
conservan restos de murallas, torreones de la defensa del s. XVI y torres vigías.
Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, templo fortaleza del s. XVI
modificado en el XVIII.
Torre de los Perdigones y Ermita de San Sebastián, con la Fabriquilla del vinagre,
único resto de la fundición de plomo de San Andrés, del primer tercio del s. XIX.
El yacimiento arqueológico Cerro del Montecristo está reconocido como Bien de
Interés Cultural y es la máxima figura de protección contemplada en la Ley de Patrimonio
Histórico Andaluz. Es una elevación natural de 49,38 metros de altitud sobre el nivel del
mar, donde se asentó la población de Abdera. Numerosas reseñas literarias de la
antigüedad hacen alusión a ella: Estrabón menciona Abdera cuando realiza la descripción
de la costa sur del Mediterráneo, aclarando que se trata de una fundación fenicia, al igual
que Sexi (Almuñécar).
Se han realizado diferentes intervenciones arqueológicas en el Cerro de
Montecristo desde el s. XVIII. En el transcurso de la dirigida por el arqueólogo Fernández
Miranda, en el año 1970, vieron la luz estructuras de casas de época púnica, cuya
cronología se aproximaba al s. IV a. C, así como materiales y restos de época republicana
romana, altoimperial y bajoimperial, fundamentalmente de balsas de salazón. En el año
1986 una nueva excavación arqueológica puso de manifiesto una fase más antigua, de
ocupación fenicia. En la actualidad, sabemos que Abdera fue una fundación fenicia de
finales del s. VIII a. C., que reproduce una situación habitual del urbanismo fenicio: en la
desembocadura del río Adra (o río Grande), sobre un cerro elevado proyectado hacia el
mar, dominando el estuario del río. Habitada la ciudad posteriormente por los romanos,
detentó gran importancia en el Mediterráneo central y oriental, sobre todo por la
comercialización del "garum" y salazones de pescado. La fisonomía del Cerro está muy
alterada por los trabajos de desmonte y abancalamiento para el aprovechamiento
agrícola. En la actualidad se trabaja para la recuperación y puesta en valor del yacimiento.
El tránsito de la antigüedad a la época medieval sigue arrojando grandes interrogantes, si
bien fuentes escritas mencionan que el obispo de Abdera acudió al Concilio de Sevilla
convocado por San Leandro en el año 590. Sin lugar a dudas, esta referencia, manifiesta
que existió poblamiento hasta al menos el s. VI d.C., y que Abdera continuó detentando
cierta importancia al contar con sede episcopal.
Restos de Murallas de la Fortaleza de Adra (S.XVI), pertenecientes al recinto
amurallado de Adra "La Nueva", que servía de protección a la villa. Mandado construir por
la reina Juana "La Loca" para proteger a la población de los ataques de piratas que
asolaban la costa mediterránea y de los moriscos que habitaban en el interior de la
Alpujarra. La muralla que formaba el recinto fortificado estaba realizada con mampostería
y tapial, y poseía una altura de siete metros en su parte interior y ocho y medio por el
exterior. Se tiene constancia de la existencia de dos puertas en el perímetro de la ciudad.
Torre-Vigía de Guainos (S.XIII-XV), representativa del sistema defensivo nazarí-
castellano, fue mandada a construir por doña Juana I de Castilla y cuyo cometido era la
vigilancia costera sobre todo de la piratería berberisca.
Casas Señoriales de las familias Rodriguez-Chacón y Gnecco (S.XVIII). Estas
casas barrocas fueron construidas por la familia Gnecco, de origen genovés que se
instaló en Adra para desarrollar una importante actividad comercial. La vivienda
compuesta por dos plantas y cubierta a dos aguas, está organiza en torno a un patio
central porticado. La primera planta era utilizada para los servicios, por lo que en ella se
encontraban las cuadras y los almacenes, y la segunda estaba destinada a vivienda. El
escudo de armas situado en la facha de la casa hace referencia al prestigio de la familia.
Arco de las Animas (S.XVIII - XIX), es un arco-acueducto de medio punto que
atraviesa la Rambla de las Cruces y fue utilizado para la conducción del agua.
Molino del Lugar (S.XVIII), es un molino harinero de dos paradas, cuya conducción
de agua se realiza mediante un amplio arco de ladrillo, levemente apuntado.
Fundición de San Andrés (S.XIX), perteneciente a esta Fundición de plomo, se
conservan dos construcciones recientemente restauradas: la Torre de los Perdigones y la
llamada Fabriquilla del Vinagre.
La Torre de los Perdigones, mide 45 metros de altura y formó parte de la fundición
de plomo de San Andrés. En ella, se elaboraban los perdigones obtenidos del
enfriamiento del plomo derretido que caía desde la parte su parte más alta. Actualmente,
esta torre constituye la imagen emblemática de la ciudad.
La Fabriquilla del Vinagre, es un vestigio de la industrialización del s. XIX, destaca
por la cierta preocupación estética que patentizan algunos de sus elementos
constructivos, algo poco frecuente en la arquitectura industrial.
Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción (S.XVI- XIX), es Iglesia, fortaleza.
Destacan en su exterior los antepechos con saeteras, de claro carácter defensivo.
Imaginería Barroca. La Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, conocida hasta el
s. XIX como Iglesia de Santa María de la Encarnación de Adra, fue levantada en el s. XVI
y es el monumento religioso más importante de la población. Su planta de cruz latina se
divide en tres naves. Guarda en su interior una bella talla del Cristo de la Expiración, obra
de Alonso de Mena y Escalante, y situada en un camarín, en su altar mayor, destaca la
imagen de la Purísima Concepción.
Ermita de San Sebastián (S.XVII, XVIII)m fue reconstruida en 1680, se amplió en
el s. XVIII. Portada latericia con lápidas que la tradición atribuye a San Tesifón. En su
interior destaca la presencia de las imágenes de San Nicolás de Tolentino y la Virgen del
Mar, patronos de Adra. Está situada en la ladera sur del Cerro de Montecristo, fue
levantada a finales del s. XVII y reedificada a mediados del s. XVIII. Es un templo con
planta de cruz latina en cuyo subsuelo se han localizado importantes restos romanos de
las factorías de salazones, pertenecientes al s. I a.C. En su interior merece especial
mención la imagen de San Nicolás de Tolentino, patrón de Adra.
Iglesia parroquial de Nuestra Señora de las Angustias (S.XVIII). La Alquería.
Interesante Camarín con decoración geométrica de estuco. El templo consta de una sola
nave con dos capillas laterales y una torre cubierta por una armadura, hoy oculta.
Posteriormente, se llevo a cabo su ampliación en la que se construyó la actual cabecera,
integrada por la capilla mayor, dos capillas colaterales y la sacristía.
Ermita de San Isidro (S. XVIII). Barranco de Almerín. Ejemplo de arquitectura
religiosa popular alpujarreña. En su interior se venera la imagen de San Isidro, protector
de los animales, en torno al cual se congregan multitud de fieles cada año en su día, para
celebrar la tradicional fiesta cortijera.
Fuente del Mar, fue inaugurada el 15 de julio de 2004 por la Alcaldesa de Adra,
Dña. María del Carmen Crespo Díaz. Monumento homenaje a los barcos y marineros
desaparecidos de Adra.
Fuente Homenaje a la Agricultura, fue inaugurada el 22 de agosto de 2006 por la
Alcaldesa de Adra, Dña. María del Carmen Crespo Díaz, la Fuente Homenaje a la
Agricultura, refleja en su talla las labores que se realizan en el campo.
Adrano
Ciudad de Italia situada en la Isla de Sicilia, en un altiplano lávico que domina el
valle del río Sineto, a 560 m de altitud. Dista 37 km de Catania, la capital provincial, y
ocupa un área de 82,5 km2 en la zona suroeste de las faldas del Etna.
Historia
Los primeros asentamientos en esta zona se remontan a la época prehistórica,
como puede comprobarse en los numerosos restos que se conservan y exhiben en el
museo arqueológico de Siracusa.
Su fundación como ciudad se debe a Dioniso, tirano de Siracusa, y data del año
400 a.C. Durante la antigüedad fue una fortaleza militar y un cruce de caminos muy
importante entre Enna y Catania.
Sufrió grandes desperfectos ocasionados por el terremoto de 1693 y, en el s. XX,
durante la Segunda Guerra Mundial. Hasta 1929 era conocida con el mismo nombre que
le impusieron los normandos, Aderno.
Arte
Entre sus numerosos monumentos debe destacarse:
Castillo: actualmente sede del museo arqueológico, situado en la plaza
Umberto I. Fue construido en el s. XI, durante la dominación normanda, bajo el
mecenazgo del conde Roger, y fue reformado en el s. XIV. Su interior se distribuye en
cuatro alas y su altura es de unos 34 m. Su perímetro está rodeado por una muralla con
torres en los ángulos. Alberga en su interior un museo donde se exhiben valiosas piezas
arqueológicas encontradas en las excavaciones efectuadas en la región circundante al
Etna.
Iglesia Madre: cercana a la fortaleza, construida en la segunda mitad del
s. XV y reformada en el s. XVII. Tiene estructura de cruz latina y tres naves separadas por
16 columnas realizadas en piedra lávica.
Monasterio de Santa Lucía: situado junto a la iglesia que está bajo la
misma advocación. Las obras de construcción del monasterio comenzaron en 1596, y su
ejecución finalizó en 1775, según el proyecto de Steffano Ittar y del príncipe Biscari.
Iglesia de santa Lucía: próxima al monasterio anteriormente mencionado,
cuyo interior destaca por su forma elíptica.
Iglesia de san Francisco: situada en la vía Catena. Conserva en su
interior un crucifijo realizado por fra. Umile da Petralia en el s. XVII.
La ciudad también cuenta con algunos vestigios de la antigua muralla griega,
realizada en el s. IV a.C., así como restos de varias necrópolis fechadas entre los s.s IX y
V a.C.
Adriano de Córdoba, pintor español (Córdoba ¿-1630)
Discípulo de Pablo de Céspedes. Se conservan algunas obras suyas, entre otras,
una Magdalena, que dice Palomino: "parecía ser del Tiziano", un crucifijo, un Calvario y
varias figuras de medio cuerpo, que pintó para un retablo de la sacristía de su convento.
Borró muchas de sus obras para evitar que se hicieran elogios de ellas; murió en 1630.
Adriano, Muro de
Antigua muralla romana situada en el norte de Britania, levantada con el fin de
proteger el sur romanizado de las invasiones de las tribus hostiles del Norte. Fue
mandada construir por el emperador Adriano en el 122 d.C. Se extendía desde el golfo de
Solway al oeste, hasta la desembocadura del río Tyne en el este.
Historia
Tras los éxitos de las campañas de Julio Agrícola en Escocia, se había producido
un retroceso en la presencia romana en el norte, hecho que se confirmó con la orden de
Trajano de retrasar todas las tropas hasta la línea que luego ocuparía la Muralla. El
emperador Adriano llegó a Britania en el 122 d.C., en el trascurso de uno de los múltiples
viajes que hizo, destinados a conocer la totalidad de su Imperio. A su llegada nombró
gobernador a A. Platorio Nepote y, antes de partir, le ordenó la construcción de un muro
defensivo, edificación que se encuadraba en la política de reforma del sistema fronterizo
romano. En este caso, el limes estaba totalmente constituido por construcciones
artificiales debido a la ausencia de fronteras naturales.
La construcción se inició ese mismo año, aunque no estuvo terminada hasta el
136 d.C., casi al final del reinado de Adriano. Toda la estructura defensiva ocupaba una
franja de 3 km de ancho, donde la estructura principal la constituía un gran muro de piedra
continuado de 130 km de longitud, que iba desde la desembocadura del río Tyne en
Newcastle hasta la ciudad de Bowness en el golfo de Solway, acompañado de un
entramado de carreteras auxiliares, campamentos adjuntos y torres de vigilancia.
La muralla en sí tenía 3 metros de ancho y cinco metros de altura, e iba precedida
de un foso, tras el cual había otro de mayores dimensiones, de 6 metros de anchura en la
superficie y 3 metros en el fondo, con una profundidad de 2,5 metros, reforzada por un
talud de 6 metros construido con la tierra que se había extraído del foso. En las cercanías
de la empalizada se construyeron una serie de pequeños y grandes campamentos, donde
se asentaban las diferentes unidades encargadas de la defensa de la Muralla de Adriano.
Paralela al muro, por su cara meridional, se construyó una vía que permitía el rápido
desplazamiento de tropas de un sector a otro. Las obras se completaban con una serie de
defensas en la costa meridional del golfo de Solway, para evitar una posible invasión por
mar. Cada cierta distancia se situaron puertas en el muro, defendidas por pequeñas
fortificaciones y, entre puerta y puerta, torres de vigilancia con una separación de 500
metros.
Para las labores defensivas se destinaron tres legiones, la II Augusta instalada en
Isca (la actual Caerleon), la VI Victrix en Eburacum (York) y la XX Valeria Victrix, que
tenía su cuartel general en Deva (Chéster). El muro era el único método efectivo para
poder controlar la frontera, para lo cual se calcula que era necesaria la presencia
permanente de dos mil hombres. La muralla fue destruida por las invasiones de las tribus
del Norte en tres ocasiones (197 d.C., 296 d.C. y 367 d.C.), lo que obligó a su
restauración; uno de los que más empeño puso en ello fue el emperador Septimio Severo.
La muralla fue abandonada definitivamente entre los años 383 y 388 d.C., durante
el gobierno del usurpador Magno Máximo Clemente. Actualmente se pueden observar
grandes sectores de la muralla todavía en pie, lo que la convierte en la mayor
construcción romana conservada en Reino Unido.
Papel social
Una de las funciones más importantes del arte africano radica en la diferenciación
social. De acuerdo con ello, las mujeres suelen representarse como madres,
generalmente amamantando o acunando a su hijo. Los hombres, en cambio, suelen
aparecer bien como ancianos, los jefes tradicionales de la comunidad, bien como
guerreros montando a caballo o pertrechados para la lucha. Los temas sociales destacan,
asimismo, en muchas representaciones de máscaras. En estas representaciones las
características humanas y animales, personificadas por seres humanos debidamente
vestidos y enmascarados, adoptan una gran variedad de papeles para ejemplificar con
ellos las formar correctas e incorrectas de la conducta social. En las representaciones de
los ijo y de los ibo, al sur de Nigeria, se han encontrado diversos modelos de conducta
antisocial, como, por ejemplo, el avaro, el codicioso, la prostituta, el médico incompetente
y el abogado sin escrúpulos. En las representaciones egungun de la vecina tribu yoruba,
el chismoso, el glotón y el extraño amaneramiento de los extranjeros forman parte
destacada dentro de los modelos sociales negativos.
Papel político
El arte africano desempeña también un importante papel dentro del poder político.
Entre los dam (Liberia), kota (Gabón), pende (Zaire) y otros pueblos, la gente lleva
máscaras imitando a jueces y policías. Las máscaras de los kwele gon de Gabón son
ejemplos particularmente buenos de este tipo de representaciones de la comunidad
oficial. Gracias a su anonimato y sus poderes especiales, estas figuras enmascaradas de
los gon tienen poder para romper los códigos y prohibiciones sociales establecidas como
medio para redistribuir la comida y los animales en épocas de gran escasez dentro de la
comunidad tribal. Un modo diferente de control social es el realizado por ciertas figuras y
motivos arquitectónicos en determinadas zonas de África. Las figuras relicario de los kota,
sogo y fang de Gabón, por ejemplo, se utilizan como imágenes protectoras para custodiar
las ancestrales reliquias sagradas de la tribu de posibles robos o daños. En el mismo
sentido, los dogones de Malí y los senufo de Costa de Marfil tienen puertas
minuciosamente talladas que, según la creencia popular, protegían los objetos sagrados y
los suministros de comida de la comunidad.
Papel económico
El arte cumplió también un importante papel en la economía africana. Los
bambara de Malí llevan a las ceremonias y ritos de cultivo y cosecha de los campos
elegantes tocados de antílope de madera representando a Chi Wara. Chi Wara, mítico
inventor de la agricultura para los bambara, aseguran que se sepultó él mismo bajo tierra
como un acto de autosacrificio. La danza de las máscaras Chi Wara sobre los campos
agrícolas (la tumba de Chi Wara) sirve a la vez para honrarle y para recordar a los
jóvenes granjeros bambara el duro sacrificio que ellos deben hacer cada año. Entre los
senufo de Costa de Marfil se utilizan figuras delicadamente talladas con el mismo fin de
alentar a los agricultores en su difícil tarea. En este caso, estacas daleu con imágenes de
pájaros o figuras femeninas se afianzan en la tierra al final de cada hilera de plantas
cultivadas. Estos postes actúan a modo de metas, marcadores y trofeos en las
competiciones agrícolas.
Papel histórico
En otra dimensión, el arte africano actúa como referencia o registro visual de
importantes personajes o acontecimientos del pasado. Así, los dogones de Malí han
grabado numerosas imágenes de sus legendarios antepasados, los nommo, que
descendieron del cielo al comienzo de los tiempos. Estas figuras nommo (algunas de las
cuales alzan sus manos hacia el cielo señalando su lugar de origen) han aparecido sobre
puertas de graneros, en pinturas en el interior de las cuevas y en edificios sagrados.
En el poderoso reino de Benín, en Nigeria, se hicieron igualmente laboriosas
planchas en relieve vaciadas en bronce (sistema de la cera perdida) representando a
personajes y acontecimientos del pasado, con escenas de batallas, encuentros con
dignatarios extranjeros, procesiones cortesanas, nobles con sus ropas de gala,
ceremonias religiosas y músicos.
Papel terapéutico
Las terapias tradicionales africanas han tenido también formas especiales de
representación artística. La adivinación, modo de determinar los problemas y su posible
resolución, fue particularmente importante a la hora de elaborar objetos artísticos. Los
adivinos o brujos yoruba (Nigeria) e ifa, por ejemplo, usaron mesas de adivinación
laboriosamente esculpidas, cuencos y otros útiles como parte esencial de sus rituales. De
igual modo, los baulé de Costa de Marfil emplearon también para sus oráculos recipientes
y cacharros cuidadosamente labrados. Entre los kongo de Zaire, los fetiches de madera
(atravesados por agujas y clavos de hierro) se consideraban imbuidos de poder para
ahuyentar los peligros.
Diferenciaciones regionales
Aunque las diferencias son muy amplias, las culturas africanas subsaharianas
pueden agruparse geográficamente atendiendo a su clima, topografía y organización
social. Algunas de estas culturas han desaparecido, quedando sólo sus manifestaciones
artísticas; otras han sobrevivido, con lo que su tradición artística continúa.
Artes de la sabana occidental
Entre las tradiciones artísticas más conocidas de la sabana occidental están las de
los dogones, bambara, mossi, bobo y tamberma que habitan las llanuras secas y
herbáceas de Malí, Burkina Faso y Togo. Las artes plásticas de los dogones, una de las
tribus más aisladas, han sido especialmente bien estudiadas. Los dogones tienen una rica
y compleja base filosófica sobre la que apoyaron sus producciones artísticas. Sus
poblados, por ejemplo, semejan una forma humana, representando a los nommo,
primeros seres humanos creados por el dios Sol y creador de los dogones. Partes
importantes de la fisonomía en que se estructuran estos poblados son: la cabeza (herrería
y casas para hombres), el tórax (casas de los jefes de los distintos clanes o linajes), las
manos (casas de las mujeres), los genitales (mortero y altar) y los pies (capillas). Las
máscaras dogones, realizadas por la asociación de hombres awa, representan la imagen
que los dogones tienen del mundo en su totalidad, con los animales y gentes que lo
habitan. El antílope, el pájaro, la liebre, las mujeres fulani y los hombres samana son
algunas de las formas y modelos que aparecen en las representaciones de tipo funerario
de esta asociación. Otras máscaras, a su vez, se inclinan más hacia la representación de
conceptos filosóficos más abstractos. Una de ellas, la serpenteante máscara Gran Madre
de 9 metros de largo, rememora a la muerte. Otra, la cruciforme máscara Kanaga, recrea,
junto con los motivos de danza representados, el origen del mundo.
Más al este, entre el grupo lingüístico de los tamberma de Togo, la arquitectura
doméstica ha alcanzado la cima de belleza y complejidad simbólica. Los ‘castillos’ de
barro de 2 pisos utilizados por este pueblo sirven no sólo de viviendas, sino también como
fortalezas, catedrales, teatros y diagramas cosmológicos. Al igual que el pueblo dogon,
cada casa tamberma adopta las distintas formas humanas. De acuerdo con ello, las
fachadas aparecen esgrafiadas con los mismos diseños utilizados por las mujeres en sus
adornos. Algunas partes del cuerpo se relacionan con determinados elementos de la
vivienda, y así, por ejemplo, la puerta con la boca, la ventana con los ojos, la piedra de
moler con los dientes, y así sucesivamente.
Los bosques occidentales
La gran masa forestal de la costa oeste, bañada por el Atlántico, a menudo
llamada costa de Guinea, engloba las distintas culturas y artes de Guinea, Sierra Leona,
Liberia y Costa de Marfil en el oeste, y Ghana, Togo, Benín y Nigeria en el este. En los
bosques de la costa occidental, el arte está controlado y patrocinado por asociaciones de
hombres y mujeres del tipo de los sandé y los poro. En la sociedad de mujeres sandé de
los mende (Sierra Leona), tienen particular importancia sus máscaras, bruñidas en negro,
que reflejan la belleza y riqueza del mar. Tales máscaras son llevadas por los líderes
femeninos de la asociación en las ceremonias de iniciación de las jóvenes mujeres que
ingresan en la comunidad. La más bella de estas máscaras refleja, a su modo, las
características que los mende admiran de sí mismos: una frente elevada, despejada, un
tocado ricamente elaborado, y un cuello de marcada elegancia.
Los poro, asociación paralela de hombres, también tienen una importante tradición
de máscaras. De Liberia y Costa de Marfil son los dan, kran y guere poro, que
representan en sus máscaras a diversos personajes relacionados con su asociación,
como el juez, el cantante y el corredor. Formas elegantes, superficies negras y brillantes,
y complicados tocados son sus principales características. Cuando las máscaras no se
usaban se guardaban en una casa sagrada especial para ellas bajo la protección del amo
o maestro. La esposa de este importante personaje tiene su propio objeto especial: una
cuchara decorada que enseña en las fiestas de la comunidad.
En Ghana, Togo, Benín y Nigeria, en las regiones de la costa atlántica, se han
encontrado algunas de las mejores piezas artísticas de carácter aristocrático de todo
África. Quizá el más famoso de los reinos es el de la dinastía Benín en Nigeria. La ciudad
regia de Benín (no debe confundirse con el reciente y vecino país del mismo nombre) tuvo
su momento de esplendor en los s. XVII y XVIII, siendo comparada por los viajeros que la
visitaban con las grandes ciudades contemporáneas de los Países Bajos. El palacio del
rey era especialmente impresionante. Todos sus muros estaban recubiertos con
magníficas y bellas planchas de bronce fundido, de las que se decía que brillaban como el
oro. Cada uno de los tres edificios principales del palacio estaba rematado por grandes
torretas que soportaban gigantescos pájaros y pitones de bronce. En los altares del
palacio real se desplegaban cabezas conmemorativas de bronce, tanto para las fiestas
privadas como para las oficiales.
Centro, sur y este de África
En los espesos bosques ecuatoriales y en las áridas regiones de la sabana que se
extienden por todo Gabón, Zaire y países limítrofes al este y al sur, destacan aún otras
manifestaciones artísticas. En las culturas matriarcales del sur de la República
Democrática del Congo, tienen particular importancia la figuras femeninas. La casa del
jefe de los pende, por ejemplo, presenta a menudo sobre su tejado una imagen de mujer
a escala natural. Dicha figura sostiene, a veces, a un niño (símbolo de la línea familiar y
futuros herederos) y a veces, un hacha (símbolo del poder).
Entre los primitivos gato, bongo y konso de Sudán y Etiopía, hubo la costumbre de
instalar en lugares destacados del poblado figuras conmemorativas de madera que
delimitaban el acceso al mismo y los sepulcros de sus antecesores más relevantes. En
muchas otras culturas de África oriental, la escultura de tipo monumental fue menos
frecuente. En cambio, la decoración corporal se convirtió en una importante fuente de
manifestaciones artísticas. Los masai de Kenia y los zulú de Sudáfrica destacan sobre
todo por sus joyas. Las formas circulares utilizadas por los masai para sus adornos
personales aparecen también entre la tribu bantú, en esta misma zona. El gran edificio
elíptico de piedra (c. 1200) de la antigua cultura Monomotapa, en Zimbabue, forma parte,
conceptualmente, de estos diseños circulares.
Arte contemporáneo africano
Muchas de las denominadas artes tradicionales de África están todavía en pleno
uso y vigencia. Como en todos los periodos artísticos, coexisten actualmente en África
importantes innovaciones junto con significativos conservadurismos estilísticos. En años
recientes, los avances en los medios de comunicación experimentados en el continente
africano han facilitado la dispersión y difusión a gran escala de las diversas formas
artísticas entre sus distintas culturas. Hoy, por ejemplo, algunas máscaras de estilo
nigeriano se están usando con asiduidad entre las poblaciones de Ghana y otras tribus de
la costa de Guinea.
El arte africano ha estado también sujeto a influencias exteriores. Por ejemplo, la
arquitectura y los motivos decorativos islámicos pueden verse en muchas de las
manifestaciones artísticas de la zona norte, especialmente en Nigeria, Malí, Burkina Faso
y Níger. Motivos estampados similares a los utilizados en la India, se han encontrado en
las esculturas y máscaras de los ibibio y efik, a lo largo de la costa sur de Nigeria. Algunos
artistas contemporáneos han adoptado temas cristianos para los diseños de puertas,
artesonados y pilas bautismales de las iglesias y catedrales del África cristiana. En fechas
recientes, los artistas han encontrado sus principales fuentes de mecenazgo en los
bancos, establecimientos comerciales, oficinas gubernamentales y cortes de los nuevos
países. El turismo también ha contribuido a favorecer la demanda de arte africano,
especialmente máscaras decorativas y esculturas ornamentales de ébano o marfil, dentro
de los límites oficialmente permitidos.
El desarrollo de las escuelas de arte y arquitectura en las ciudades del África
subsahariana ha alentado a los artistas a trabajar en nuevos materiales, como el cemento,
el óleo y otras pinturas, tinta, piedra, aluminio y una gran variedad de medios gráficos. Las
imágenes y diseños así creados reflejan una vibrante fusión entre la tradición africana y el
Occidente contemporáneo. Artistas como Twins Seven y Ashira Olatunde, ambos de
Nigeria, o Nicholas Mukomberanwa, de Zimbabue, se cuentan entre los más brillantes
seguidores de estas nuevas formas de creación artística.
El continente africano acoge una gran variedad de culturas, caracterizadas cada
una de ellas por un idioma propio, unas tradiciones y unas formas artísticas
características. Aunque la gran extensión del desierto del Sahara actúa como barrera
divisoria natural entre el norte de África y el resto del continente, hay considerables
evidencias que confirman toda una serie de influencias entre ambas zonas a través de las
rutas comerciales que atravesaron África desde tiempos remotos. Hoy, por ejemplo,
aparecen entre las culturas del sur del Sahara muchas muestras de arte islámico, así
como también formas arquitectónicas de inspiración norteafricana. Además, las
investigaciones apuntan a una influencia recíproca entre estas zonas del sur con las
tradiciones artísticas y culturales de aquellas regiones del norte de África más cerradas al
Mediterráneo. El arte de Egipto, uno de los más brillantes de África, tiene importantes
conexiones artísticas y culturales con las civilizaciones africanas al sur del Sahara.
Los collares africanos destacan por el conjunto de colores que en ellos se
combinan. Cada collar tiene un significado, al igual que las máscaras.
Las artes africanas son fiel reflejo de las ricas historias, filosofías, religiones y
sociedades de los habitantes de este vasto continente. El arte africano, además de su
importancia inherente a las gentes que lo produjeron, ha inspirado también a algunos de
los más importantes artistas y movimientos del arte contemporáneo tanto de Europa como
de América. Los artistas occidentales del s. XX han admirado la importancia que se
concede a la abstracción en el arte africano, estimulando con ello su falta de
preocupación por el naturalismo.
La historia del arte africano se remonta a los tiempos prehistóricos. Entre las
formas artísticas más antiguas están las pinturas y grabados en piedra de Tassili y
Ennedi, en el Sahara (6000 a. de J.C. y s. I). Otros ejemplos de arte primitivo los tenemos
en las esculturas modeladas en arcilla de los artistas de la cultura Nok, al norte de
Nigeria, fechadas entre el 500 a. De J.C. y el 200; también en los decorativos trabajos en
bronce de Igbo Ukwu (s. IX y X), y en las magníficas esculturas en bronce y terracota de
Ifé (del s. XII al XV). Estas últimas muestran tal habilidad técnica y están representadas
de forma tan naturalista que en un principio, aunque erróneamente, se consideró que
estaban inspiradas en la Grecia clásica.
Las ricas tradiciones artísticas africanas continúan hoy día, tanto en su línea más
tradicional como a través de nuevos y renovadores modos de expresión.
África occidental y central sudsahariana
La vastísima zona africana que comprende las costas del golfo de Guinea y las
enormes cuencas de los ríos Níger y Congo, cubiertas de sabanas y espesas selvas
tropicales, está habitada por pueblos melánidos de cultura agrícola y vida sedentaria, que
practican cultos y ritos de carácter animista, en relación con los cuales han desarrollado
modalidades artísticas que se caracterizan por el uso de la madera como material básico
de sus esculturas y tallas. Destacan las tallas antropomorfas dedicadas al culto a los
antepasados, las máscaras para danzas de carácter ritual, y en menor grado los
denominados fetiches, que se relacionan con la magia. También son muy interesantes las
tallas de objetos utilitarios: taburetes, tambores, copas y postes para las casas de los
jefes.
África oriental y meridional
En las mesetas de Etiopía y en la región de los grandes lagos habitan pueblos,
como los etíopes y los nilóticos, que practican la ganadería de bóvidos en las sabanas
cubiertas de hierba; también en las llanuras herbosas del África meridional, en las que
viven diversos pueblos de lengua bantú, la economía es asimismo pastoril y, por lo tanto,
esencialmente nómada. Los pueblos no sedentarios, por lo general, no realizan obras de
arte que requieran largas horas y jornadas de un trabajo que exige atención y numerosas
herramientas, como es la talla en madera. Por ello, los pueblos pastores de África limitan
sus actividades artísticas a la decoración de su propio cuerpo con pinturas, ungüentos,
complicados peinados y grandes tocados y a la fabricación de utensilios de cestería,
cerámica y cuero.
Cuando se habla de arte negroafricano, hay que hacer la advertencia que éste
queda limitado a las etnias que pueblan un área amplia y a la vez compacta del África
Occidental y Central, cuyas fronteras están marcadas, por el norte, por el desierto del
Sahara; por el este, por la cuenca de los Grandes Lagos, y por el sur, por el desierto del
Kalahari. Dicho en otras palabras, la plástica negroafricana procede exclusivamente de
las cuencas de los ríos Níger y Congo. Dentro de las áreas mencionadas, prácticamente
todas las tribus realizan esculturas de madera. Únicamente se tallan objetos de carácter
utilitario, para las actividades de cada día. Dado que no existen diferencias raciales o
lingüísticas que permitan establecer algún tipo de hipótesis acerca de la mencionada
distribución, la única explicación posible reside en el género de vida de unos y otros
pueblos. En efecto, el ámbito de los pueblos escultores corresponde a etnias sedentarias,
de agricultores que viven agrupados en poblados. Los pueblos que carecen de escultura
(nilóticos, sudafricanos) son nómadas, dedicados básicamente al pastoreo.
La plástica negroafricana fue conocida en Europa al iniciarse los primeros imperios
coloniales. Fueron los navegantes portugueses, que a mediados del s. XV contorneaban
las costas occidentales de África, los primeros que entraron en contacto con los pequeños
reinos de tipo feudal que existían en los territorios correspondientes a las actuales
repúblicas de Nigeria y Congo. Más tarde, en los s.s XVI a XVIII, siguieron aquellas rutas
comerciantes holandeses, ingleses y franceses, cuyo objetivo principal, en sus
incursiones por territorio africano, era la adquisición de oro, marfil y, especialmente,
esclavos. Ya en el s. XIX, África fue el principal objetivo de los países colonizadores
europeos, y los ejércitos belgas, franceses, alemanes y, claro está, ingleses, rivalizaron
en el reparto y conquista del territorio africano.
Tallas africanas, especialmente de marfil y bronce, fueron trasladadas a Europa
desde mediados del s. XV, pero en ningún caso fueron consideradas como objetos de
interés artístico, sino como meras "curiosidades", producto de culturas inferiores, propias
de pueblos "primitivos" y" salvajes". Realmente, las tallas y las máscaras negroafricanas
no recibieron la consideración del mundo occidental, desde el punto de vista estético,
hasta que a finales del s. XIX y principios del XX, la vanguardia artística europea del
postimpresionismo francés (fauves y cubistas) y los expresionistas alemanes (de los
grupos Die Brücke y Der Blaue Reiter) creyeron ver, en las esculturas procedentes del
África negra y de Oceanía, la respuesta a los interrogantes que ellos se planteaban
acerca de la validez de las antiguas tradiciones artísticas de Occidente, que consideraban
caducas y periclitadas. Encontraron, pues, en el denominado "arte de los pueblos
primitivos", africanos y oceánicos, que prescindía totalmente de cánones, que rehuía de la
imitación y la descripción, el paradigma de la libertad expresiva del artista.
A partir de la primera década del s. XX, el interés por las manifestaciones artísticas
africanas se difundió con extraordinaria rapidez, iniciándose una verdadera carrera por
adquirir ejemplares representativos del arte de las diferentes etnias del continente
africano. Pronto se reunieron en Europa y América grandes colecciones que no sólo
enriquecieron los museos en los que se exhiben las producciones artísticas de las
antiguas civilizaciones de la humanidad, como son el British Museum o los museos de
Berlín, sino que se integraron también en riquísimas colecciones particulares. El interés
por el arte negroafricano corría paralelo con el desarrollo e intensificación de la
colonización de África por parte de los Estados europeos y de la consiguiente penetración
de la cultura occidental en aquel continente, con todas sus ventajas y, asimismo, con
todos sus inconvenientes.
La actuación de misioneros y colonos pronto operó cambios profundos en el
sistema de creencias y en la propia filosofía de la vida de los indígenas africanos, basada
en el temor al poder de los espíritus y en la eficacia de la magia y de los ritos para
propiciar y dominar aquel poder. Dado que el arte negroafricano, como se verá más tarde,
estaba estrechamente conectado con esa cultura mágico religiosa, a medida que han ido
desapareciendo aquellas creencias, el arte, a su vez, falto de la savia que lo nutre, ha ido
extinguiéndose, y en los últimos lustros las tallas africanas son una mera repetición de las
que todavía estaban en plena vigencia en las décadas de 1950 y 1960. Esta
transformación se operó de un modo automático y no siempre por la actuación deliberada
del "invasor", deseoso de extirpar un sistema de ideas que consideraba inmoral y
pernicioso, sino simplemente por la introducción entre las poblaciones africanas de
nuevos materiales y herramientas, de un sistema educativo que incluía el aprendizaje de
la lengua y la cultura de los colonizadores, y sobre todo, por el sentimiento surgido entre
los mismos indígenas, al abandonar su "primitivo" pasado, y aculturizarse, de desprecio
hacia sus antiguas creencias. Y como las esculturas dedicadas al culto a los antepasados
y las máscaras rituales estaban íntimamente unidas a tales creencias, fueron
consideradas como testigos desafortunados de aquel pasado, y las mismas personas que
las habían creado las desecharon, destruyeron o, en el mejor de los casos, obtuvieron
una pingüe ganancia vendiéndolas a los blancos.
Hay que tener en cuenta que el sistema de valores africano no consideraba
aquellas piezas, como hace la cultura occidental, por su interés estético o histórico, sino
simplemente como un vehículo o instrumento de su sistema de creencias; por tanto,
abandonado el sistema, el instrumento dejaba de tener validez. Otra causa de la
desaparición de magníficas tallas africanas, que es necesario considerar, es el propio
material en el que más corrientemente se expresó la plástica africana, la madera, que en
su medio ambiente original se encuentra amenazada por los factores ambientales de
calor, y sobre todo de humedad, y también por roedores e insectos xilófagos, por lo que
las tallas, incluso las elaboradas con maderas muy duras, no sobreviven largo tiempo.
Paradójicamente, las tallas africanas más antiguas son las conservadas en
museos europeos. Lo mismo sucede con piezas esculpidas en otros materiales, como el
marfil, tan apreciado en Europa, y que en cambio en la propia África se utiliza muy
raramente y sólo en objetos suntuarios usados por los reyes de los pequeños estados
feudales. Precisamente, de este material hechas por encargo de los propios europeos y
con temas de inspiración también europea. Se trata de copas, saleros, cucharas, trompas
y colmillos de elefante cubiertos de escenas en relieve y también de crucifijos y cálices.
Las escasas esculturas de madera que se conservan de los primeros s.s de contacto
entre Europa y África carecen de documentación y a veces tan sólo se conoce de ellas el
lugar de origen.
La inicial aproximación admirativa, por parte de los artistas de las vanguardias
europeas, al arte negroafricano fue seguida, en el período entre las dos guerras
mundiales, y de modo progresivo, por el interés del mundo científico por descubrir el
significado que aquellos objetos tenían para las sociedades que los habían creado. Se
promovieron entonces numerosas expediciones constituidas por antropólogos, sociólogos,
arqueólogos e investigadores del arte, para el estudio en profundidad de la compleja y
plural cultura de las etnias negroafricanas.
Esta etapa, realmente positiva y fructífera, fue interrumpida por la II Guerra
Mundial, tras la cual las naciones europeas, concientizadas de los errores cometidos por
un imperialismo sin escrúpulos, iniciaron el proceso de descolonización de los territorios
africanos. Este proceso, complejo y difícil, plagado de conflictos políticos, económicos y
sociales, ha sumido a las sociedades negroafricanas en un profundo desconcierto, en
gran parte debido a la imposición, por parte de los colonizadores, de esquemas culturales
que eran ajenos a las etnias africanas y por la destrucción de los suyos.
Entre los muchos daños que esa situación ha determinado se halla también la
lenta desaparición de las raíces de las que se alimentaba el arte autóctono No obstante,
con toda seguridad, surgirán en un futuro inmediato nuevos artistas que lograrán aunar la
antigua plástica con las nuevas corrientes culturales que van surgiendo en los modernos
países del África negra.
Desarrollo histórico del arte en África negra
Aunque poco conocido, el arte negroafricano abarca un período extenso, de casi
30.000 años. Las primeras muestras conservadas son de hacia el 26000 a. de J.C y
consisten en pinturas y grabados rupestres en la zona de Namibia. No se descarta que en
futuras excavaciones y exploraciones se encuentren vestigios anteriores ya que el género
humano se originó en este continente.
En la zona del Sahara existen numerosos ejemplares también de arte muy
antiguo, de la época neolítica, si bien de un momento más reciente que el de África
meridional. Se trata también de pinturas y grabados de entre el 8000 a. de J.C y el s. I d.
de J.C En este mismo lapso histórico en la zona alta del río Nilo se desarrolló, entre el
8000 a. de J.C y el 500 d C, el reino negro de Nubia (actual Sudán), con interesantes
manifestaciones artísticas. A partir de los primeros contactos con el mundo egipcio, en
torno al 2000 a. de J.C, empezaron a trabajar materiales nobles, de los cuales nos han
llegado algunas piezas.
Desde mediados del I milenio a. de J.C las poblaciones saharianas se expandieron
hacia el sur y se tienen muestras de su presencia en la cuenca del río Níger. Destaca la
ciudad de Djenné, con su gran mezquita, que fue fundada entorno el 250 a. de J.C y que
se desarrolló gracias al comercio hasta llegar a su mayor expansión en el 850 d. de J.C
Entre el 500 a. de J.C y el 200 d. de J.C se desarrolló en la zona media del río
Níger la cultura Nok. El nacimiento de este pueblo sigue siendo un misterio, igual que el
significado de sus esculturas. Un poco más al sur y en torno al año 350 a. de J.C se
tienen las primeras muestras de la cultura Ifé, la cual desarrolló magníficas cabezas en
bronce y terracota, que demuestran la perfección de los artesanos en el momento de usar
la técnica de la cera perdida en tan remota época.
Poco se conoce de lo que sucedió en África hasta el año 500 d. de J.C Se sabe,
sin embargo, que en el sur del continente se seguían pintando y grabando rocas y cuevas.
Sin embargo también se han encontrado los restos de siete esculturas en un yacimiento
cercano a Pretoria (Sudáfrica). Están realizadas en loza y, según los datos de la datación
por radiocarbono, fueron enterradas en torno al año 500, lo que las convierte en las
piezas escultóricas más antiguas del hemisferio sur africano.
En Etiopía, entre el s. I y VII, se desarrolló el reino cristiano de Axum. En este
estado se originó un arte sacro cristiano. Cabe señalar, por su monumentalidad, las
estelas funerarias de unos 20 metros de altura que se erigieron cerca de la ciudad de
Yeha, con motivo de la muerte de personajes de la elite política y religiosa.
A partir del año 500 hay que diferenciar el arte africano según la zona de su
producción, distinguiendo así dos grandes centros: África occidental y África suroriental.
En la zona occidental aparecieron diversos reinos que se enriquecieron por el comercio
transahariano entre los pueblos del norte y los del sur del desierto. El primero de estos
reinos en surgir fue el de Sonninké, en Ghana, y se convirtió en uno de los centros
principales.
Entre el 500 y el 800 se desarrolló enormemente la ciudad de Djenné, que junto a
la civilización previa de los Nok, fueron uno de los primeros en dominar la técnica del
hierro, y entre el s. X y XV, elaboraron magníficas piezas de terracota. Desgraciadamente,
las excavaciones no profesionales han expoliado muchos de estos testimonios y hoy poco
se puede descubrir acerca de su significado. Sin embargo las pocas investigaciones
profesionales han revelado que eran objetos ceremoniales que eran enterrados junto a
otros objetos rituales.
Las civilizaciones de Nok e Ifé
Es en Nigeria donde se han localizado los más antiguos testimonios del arte
africano. En el poblado de Nok, en la provincia de Zaria, se hallaron, en unas minas de
estaño abandonadas, y mezcladas con hachas de piedra pulimentadas y con restos de
una industria del hierro, un conjunto de esculturas de terracota de tamaño diverso, entre
las que destaca una serie de estilizadas cabezas humanas de forma cilíndrica o cónica,
con complicados tocados, y boca, ojos, orejas y pupilas realizados mediante escisiones.
Además de estas cabezas y de fragmentos de cuerpos, brazos y piernas humanos, se
han encontrado figurillas de animales de tipo realista. A los hallazgos de Nok se han
unido, en los últimos lustros, varios más descubiertos en lugares cercanos. Según los
datos que proporciona la datación mediante el carbono 14, las esculturas de Nok se
remontan a una época comprendida entre el 500 a. de J.C. y el 200 d. de J.C
Cerca de Nok, en el sudoeste de Nigeria, en territorio habitado desde antiguo por
la etnia yoruba, se desarrolló un importante foco cultural centrado en torno a la ciudad de
Ifé, capital religiosa de la mencionada etnia. Un investigador alemán, León Frobenius,
descubrió en 1910, en la ciudad de Ifé, un conjunto de esculturas representando
bellísimas cabezas humanas realizadas en terracota y en bronce fundido, de tamaño algo
menor que el natural, de un extraordinario realismo y elaboradas con una habilidad y una
técnica altamente refinadas; junto a estas cabezas aparecieron también esculturas muy
estilizadas que relacionaban el arte de Ifé con el de Nok.
En 1938 fueron descubiertas, también en Ifé, 18 hermosas cabezas en bronce
fundido, de extraordinaria perfección, la mayor parte de las cuales se conservan hoy en
día en los museos de Nigeria (en Ifé y en Lagos). En los años sesenta se practicaron
excavaciones en algunos centros cercanos a Ifé, que proporcionaron nuevos y
extraordinarios hallazgos.
Lo más sorprendente del arte de Ifé son, sin duda, las magníficas cabezas
humanas, que constituyen verdaderos retratos, quizás algo idealizados. Estas cabezas
difieren totalmente, tanto en el tratamiento de las formas, como en las técnicas
empleadas, e incluso en el mensaje que transmiten, de cuanto representa el arte
negroafricano posterior; hasta el punto que se ha pretendido entroncar el arte de Ifé con el
de las altas culturas mediterráneas. En 1950, M. W. Fagg formuló la hipótesis de que los
yoruba, creadores del arte de Ifé, hubiesen emigrado hasta Nigeria desde las orillas del
alto Nilo, en los inicios de la era cristiana; las emigraciones pudieron producirse en
diferentes oleadas, de modo que Nigeria habría recibido el influjo de la cultura de Nubia,
donde se conservaban tradiciones egipcias y prehelénicas.
Otras hipótesis, menos plausibles, entroncan el arte de Ifé con posibles contactos
e influencias de fenicios, cartagineses e incluso griegos y romanos, que pudieron
establecerse en aquellos territorios de modo fortuito, en el transcurso de sus expediciones
a lo largo de las costas del golfo de Guinea.
El oni regulaba los conflictos dinásticos y coronaba a los reyes de los estados
federados. La ciudad "santa" de Ifé era y es aún en la actualidad foco de atracción de
peregrinajes procedentes de buena parte de la cuenca del río Níger. Las cabezas de
terracota y de bronce serían retratos de los oni y de sus esposas.
Las cabezas de bronce están fundidas por el difícil procedimiento de la cera
perdida, realizado con extraordinaria perfección, sólo superada por los grandes
escultores italianos deI Renacimiento. Algunas de estas cabezas, por su expresión
severa y altiva, poseen la dignidad de los retratos de la Roma imperial; no obstante, sus
rasgos, sus bocas de labios gruesos, los ojos rasgados, la nariz ancha de aletas
dilatadas, reflejan las características raciales negroafricanas. Algunas cabezas presentan
surcos paralelos, que recorren las caras longitudinalmente y que representan un tipo de
escarificación practicado en esta zona de África. Asimismo, en torno al nacimiento del
cabello y de la boca y las mejillas, algunas cabezas ostentan pequeños orificios en los
que al parecer se insertaban pelucas, barbas y bigotes artificiales hechos con pelo
natural.
El arte del reino de Benín
Al este de los yoruba y al oeste del río Ifé, están establecidos los edo, una etnia
compuesta por varias tribus, entre las que se cuenta la de los bini, cuya capital fue Benín.
Los bini formaron en el s. XII uno de los reinos confederados que rendía pleitesía al oni
de Ifé. Incluso parece que un oba rey de Benín pidió al oni de Ifé, en el s. XIII, que
enviase a su ciudad un maestro en el arte de la fundición del bronce. Constituían un
grupo guerrero y pronto formaron uno de los más poderosos imperios que han existido en
África. En el s. XV, el portugués Fernando Poo estableció un tratado comercial, entre el
rey de Portugal y el oba reinante en Benín, por el que los africanos entregaban productos
tales como pimienta, aceite de palma, marfil y esclavos, recibiendo a cambio sal, telas,
alambre, utensilios metálicos, armas de fuego y pólvora. Los portugueses introdujeron en
Benín las naranjas, los limones, el cacao, el maíz y el tabaco. En los s.s XVI y XVII
comerciantes ingleses y holandeses establecieron sus factorías en Benín. Precisamente
un viajero holandés, Dapper, nos ha dejado una magnífica y vívida descripción de la
ciudad de Benín y del palacio del oba, con sus pilares recubiertos de placas de bronce
decoradas con hermosos relieves. El bronce era un material de primordial importancia
para los bini, y el oba tenía el monopolio de su fabricación y utilización, consistente en la
realización de objetos suntuarios y religiosos para el oba y su corte.
En Benín se produjeron piezas de bronce, y también tallas de marfil, a lo largo de
varios s.s; las mejores y más bellas esculturas y placas con relieves son, sin duda, las
realizadas a mediados del s. XVI. Entre las primeras destacan las cabezas de reinas
madre, de bellos y delicados rostros y graciosos tocados; entre las placas destacan las
escenas de caza, en las que están representados arcabuceros portugueses, y las de
corte. Otra época de bellas producciones fue el s. XVIII. A partir de entonces el arte de
los broncistas de Benín entró en una progresiva decadencia; las cabezas de los oba se
hicieron cada vez más estereotipadas, la fundición perdió calidad, y aumentó el grosor del
material empleado.
A finales del s. XIX, cuando los ingleses iniciaron la colonización de Nigeria, el
reino de Benín se había convertido en paradigma de terror y crueldad, ya que los oba,
para mantener su posición preponderante sobre las tribus vecinas, recurrían a un
constante uso de la fuerza, que se manifestaba especialmente durante las ceremonias
anuales dedicadas al culto a los oba difuntos y a la divinización del oba reinante, y que
implicaban la realización de sacrificios masivos de los prisioneros de guerra.
En 1897, las constantes denuncias que hacían los pueblos vecinos de la crueldad
que reinaba en Benín decidieron al vicecónsul británico, Mr. Phillips, a intervenir,
comunicando al oba que deseaba visitar la ciudad. Pese a la negativa del oba, que
manifestó que la época no era oportuna, por celebrarse entonces los ritos que
aseguraban la continuidad de la dinastía y la riqueza de su reino, Phillips decidió realizar
la visita.
Según parece, uno de los jefes de las tropas del oba, desobedeciendo las órdenes
de éste, hizo caer en una emboscada a los blancos, y Phillips y sus acompañantes
(excepto dos, que pudieron escapar y explicar lo sucedido) fueron asesinados. La
respuesta británica fue contundente, la ciudad de Benín fue sitiada, cañoneada hasta
arrasarla y entregada al pillaje.
Los tesoros del palacio del oba, los altares, las cabezas de bronce, las copas,
campanas, trompas, marfiles tallados, y las hermosas placas de bronce de paredes y
columnas, fueron repartidas entre los soldados. A la larga, una buena parte de las
mejores piezas pasaron a engrosar las colecciones inglesas; algunas, muy pocas,
quedaron en Nigeria y otras se dispersaron por el mundo.
Actualmente, la mayor y mejor colección de piezas de Benín es, sin duda, la del
Museo de Berlín Dahlen; le sigue la del Museo Británico y la colección Pitt Rivers,
también en Inglaterra. Así terminó la más importante y más larga tradición artística del
África negra.
Las tallas en madera
La estatuaria del África negra de madera incluye objetos y temas variados. Hay
que destacar en primer lugar las figuras para el culto a los antepasados y las máscaras,
que constituyen los temas más ampliamente difundidos. Otros temas cultivados
solamente por tribus muy determinadas son los fetiches, relacionados con la magia, las
figuras de divinidades o de personajes reales (que aparecen solamente entre las tribus de
mayor desarrollo cultural) y objetos varios en los que, en ocasiones, la plástica africana
alcanza sus más bellas manifestaciones, como tronos, taburetes, bandejas y cajas para
la adivinación, copas, puertas, columnas, tambores y figuras de animales. Se ha dicho
que toda la estatuaria africana tiene un trasfondo religioso. Aunque esta afirmación es
excesivamente rotunda, es cierto que una buena parte de las mejores tallas africanas
están dedicadas al culto a los antepasados, al mito, la magia y el ritual. El negroafricano
cree que todos los seres y cosas dotados de vida poseen un espíritu que los anima:
cuando mueren, su espíritu vaga libremente y, según sea el comportamiento de los
vivientes respecto a él, puede actuar de una manera positiva o negativa. El hombre, para
lograr dominar los espíritus de los difuntos, puede recurrir al culto, que incluye ritos,
sacrificios y ceremonias, y también acudir a la magia, que podrá ser realizada con fines
benéficos (magia blanca) o maléficos (magia negra). La propia realización de una talla
dedicada a ese culto se inicia ya en medio de ritos especiales que tienen por objeto
apaciguar al espíritu del árbol del que se ha de obtener la madera para la escultura. Los
ritos consisten en sacrificar al espíritu del árbol un pequeño animal, generalmente un
pollo, cuya sangre se derramará sobre la madera, y en el recitado de fórmulas mágicas
salmodiadas. Una vez tallada la figura, se purifica ésta mediante sahumerios y se baña
con aceite de palma para evitar que espíritus dañinos penetren en ella. Más tarde se
consagra a los espíritus de los difuntos, que pasarán a residir en ella mediante
ceremonias en las que se invoca a los espíritus en medio de danzas y ritos especiales.
Una vez "consagrada" la estatuilla, en la que ya reside el espíritu de un difunto en
particular, o el espíritu de los difuntos del grupo, se procurará obtener su benevolencia y
ayuda mediante pequeñas ofrendas de comida, vino de palma, sahumerios, etc.
Las tallas para el culto de los antepasados de ciertas etnias africanas se cuentan
entre las más notables piezas del llamado "arte primitivo"; así, las de los baulé de Costa
de Marfil, los dogon de Mali, los fang de Gabón y Guinea Ecuatorial, los bacota de
Gabón, los bakongo, baluba, bakota, bapende, bena lulua, etc., de Zaire. Aunque la
utilización de máscaras se extiende a todos los continentes, épocas y culturas, es en
África, y entre los pueblos de raza negra y de cultura agrícola, donde el uso de la
máscara alcanza mayor difusión, significado y variedad.
Las máscaras, como las estatuillas para el culto a los antepasados, están
relacionadas con el mundo de los espíritus. La máscara es el instrumento del que se vale
el hombre para captar la fuerza que emana de los espíritus, someterla y transmitirla a la
comunidad, para que ésta la use en su propio provecho. La máscara ha de tener un
aspecto semejante al del espíritu que se desea dominar, para que éste se sienta atraído
y tome posesión del portador de la máscara. La máscara es una simple apariencia del
espíritu y el enmascarado no se identifica con el espíritu que invoca, sino que éste toma
posesión de su persona, hasta el punto que el portador de la máscara, "fuera de sí"
(perdida momentáneamente su propia personalidad), en puro frenesí, en estado incluso
de trance, actúa, se mueve, habla, gesticula y danza de modo distinto al suyo habitual; se
convierte en instrumento del espíritu, a través del cual éste se manifiesta. Las máscaras
desempeñan un papel eminente en las ceremonias funerarias; gracias a ellas, el grupo
( familia, clan, tribu) del que formaba parte el difunto logra dominar la fuerza vital del
espíritu del difunto, de modo que no pueda convertirse en una fuerza maligna que llegue
a perjudicar a los suyos.
La técnica de la cerámica
Las piezas cerámicas más antiguas que se han descubierto en el continente
africano se remontan al VI milenio a. de J.C, tal como demuestran ciertos fragmentos
hallados en el desierto del Sahara.
Pueden distinguirse entre dos tipos de objetos cerámicos: las esculturas y los
utensilios de uso cotidiano. A pesar de estar fabricados con las mismas técnicas, éstos
difieren radicalmente en cuanto a su funcionalidad y naturaleza. Mientras la escultura
puede tener significación ritual o mágica, los elementos domésticos eran concebidos para
resultar prácticos en el hogar. Estos últimos podían contener leche o grano, cerveza o
miel, hierbas curativas e incluso las cenizas de los familiares fallecidos. Cada uno de
ellos adaptaba su forma y aspecto externo a su funcionalidad precisa.
La cerámica africana antigua estaba habitualmente modelada por mujeres, ya que
el acto de realización de este tipo de obras se encontraba íntimamente relacionado con
los rituales de fertilidad y el proceso de creación de la vida. Sin embargo, y como se verá
un poco más adelante, existen ciertas culturas en las que son los hombres quienes se
ocupan de esta labor.
Los objetos cerámicos africanos tradicionales están modelados a mano, sin la
utilización de la rueda de alfarero. Si bien en la actualidad ésta se halla presente en
algunos centros productores, las técnicas ancestrales de manipulación y tratamiento de la
arcilla siguen siendo las más expandidas en la mayor parte del continente, sin peligro de
desaparecer próximamente. De hecho, trabajar el material a mano presenta más
dificultad que hacerlo con la rueda de alfarero, por lo que los objetos realizados mediante
esta técnica requerían mayor destreza que los hechos utilizando medios mecánicos.
Como ya se ha avanzado, tanto los receptáculos como las esculturas cerámicas africanas
se realizaban teniendo en cuenta las mismas técnicas, ya que normalmente una sola
persona se encargaba de fabricar el material y de darle forma. El creador, una vez
preparada la arcilla mezclando la tierra seleccionada con agua, colocaba una pequeña
cantidad de ésta sobre un soporte, para realizar la base del objeto. Encima de la misma
se iba construyendo el artefacto, a través de diferentes trozos que se modelaban con las
manos de forma individual. Sin embargo, en determinadas regiones del continente, se
usaban otras técnicas para construir los objetos. Las mujeres ashanti de Ghana, por
ejemplo, los elaboraban a partir de una única porción de arcilla; al igual que los artistas
cerámicos de Sokoto. Generalmente, los objetos se dejaban secar al sol hasta que
perdían toda la humedad. Entonces, se procedía a su cocción, para lo cual se colocaban
sobre una capa de maleza, eran recubiertos con hierba y, finalmente, se prendían con
fuego. Aunque la duración de la cocción variaba según las dimensiones de la pieza y las
regiones donde se efectuaba, habitualmente ésta se prolongaba entre 15 minutos y un
par de horas. Los hornos no empezaron a ser utilizados hasta el final de la sociedad
tribal, por lo que hoy en día muchos pueblos africanos siguen elaborando sus objetos
cerámicos con las técnicas ancestrales de sus antepasados.
Los utensilios que se usaban para la fundición de estas piezas eran, por regla
general, elementos sacados del entorno natural, como vainas, trozos de cuero y guijarros,
e incluso pequeñas varillas de madera para efectuar las decoraciones del exterior antes
de su secado. Después de éste, se podían realizar ornamentaciones con incisiones de
cuchillos o incluso con pigmentos.
Nigeria es uno de los lugares que alberga restos de cerámica de gran antigüedad,
en especial procedentes de la cultura de Nok. Estos pueblos sobresalieron en las
representaciones escultóricas de cabezas y partes del cuerpo, algunas de ellas de
tamaño real, y se les puede considerar como precursores de este tipo de producción en
el continente.
Además de la cultura de Nok, en Nigeria también es destacable la presencia de los
Ifé, cuya tradición cerámica es igualmente remarcable. Probablemente influenciados por
el pueblo Nok, los Ifé produjeron también esculturas de gran naturalismo, tratándose de
las dos únicas culturas africanas en haber construido figuras de seres humanos a tamaño
natural.
El estilo Igbo Ukwu
En la región africana del bajo Níger, a mediados del s. XX, se encontraron
fortuitamente varios objetos de bronce así como una cámara funeraria perteneciente a
quien se cree era un gran dirigente religioso de los igbo, enterrado alrededor del año
1000. Este descubrimiento debe atribuirse a la familia Anozie y por este motivo a los
yacimientos se les puso el nombre de sus miembros (Isaiah, Jonah y Richard).
La excavación del emplazamiento fue llevada a cabo por el arqueólogo Thurston
Shaw quien, en este primer momento, desenterró los esqueletos de cinco individuos, que
probablemente eran esclavos al servicio de su amo, cuyos restos se hallaron un metro
por debajo. Acompañando los cuerpos se encontró una gran cantidad de objetos:
artefactos de marfil y madera, fragmentos de tejidos, cuentas de cristal y coralina,
cerámica, cuchillos y unos 25 utensilios de bronces y varios objetos metálicos para uso
personal (brazaletes, abanico, etc.), confeccionados mediante la técnica de la cera
perdida.
Para obtener la data de todas estas piezas, se utilizó la técnica del radiocarbono,
resultando fechadas en torno al año 900 d. de J.C, mucho antes de los bronces de Ifé y
de las esculturas del palacio del Oba, en Benín. Igualmente, las obras de Igbo superan a
las anteriormente citadas en la calidad del metal utilizado para su confección. Parece ser
que el cobre empleado en Igbo contiene como mínimo de un 5% de estaño; todo esto no
hace sino demostrar el alto grado de refinamiento y técnica de esta cultura a la hora de
confeccionar sus obras. Entre las piezas sacadas a la luz en Igbo Richard, cabe destacar
un objeto de bronce, representando un cráneo de leopardo engarzado en una varilla
metálica, probablemente de cobre. Este elemento se halló junto a los restos del personaje
principal enterrado en este yacimiento, así como una estatua ecuestre de peculiar
belleza. El más importante de los objetos hallados en el yacimiento Igbo Isaiah, es un
recipiente de bronce, consistente en un pie con decorado con motivos geométricos que
sostiene un cuerpo en forma de vasija ornamentada por ondas entrecruzadas. Toda la
pieza está envuelta por una red metálica que simula una cuerda. Se desconoce la
funcionalidad exacta de este objeto, si bien se han lanzado varias hipótesis al respecto.
De todos modos, parece evidente que no era para uso doméstico y tenía que tener una
función ritual.
En el yacimiento de Igbo Jonah, aparte de numerosos objetos de hierro, cobre y
terracota, sobresalen excelentes utensilios cerámicos ornamentados con motivos
geométricos y zoomorfos, cuya funcionalidad era con toda probabilidad ritual. Si tenemos
en cuenta la naturaleza del territorio del bajo Níger, sorprende la utilización de ciertos
materiales presentes en las obras, tales como la cornalina, el cristal y el cobre. En el caso
de los dos primeros, parecen proceder de la India, hecho que probaría la existencia de un
intercambio entre las dos regiones, así como de rutas comerciales, ya en la época. Por
otra parte, se ha discutido mucho sobre la procedencia del cobre usado para obtener el
bronce con el que se realizaron las piezas Igbo Ukwu.
Debemos especificar que en aquel momento se desconocía la existencia de
depósitos de cobre en la región. Por consiguiente, el material tuvo que ser importado
desde otro lugar, como podría ser las Montañas de Air (al norte de Igbo Ukwu), el Congo
o las runas de Azelik y Marandet, en el actual Níger. De la misma manera, se han hallado
pequeños depósitos de cobre cerca del poblado de Abakaliki. Además del hecho de que
el material procediera básicamente del exterior, otro hecho que pone en duda la
realización de estas piezas por el pueblo Igbo Ukwu es el hecho de que no se han
encontrado restos de una manufactura de Fundición de bronce en el mismo sitio. Al
respecto, se han barajado varias teorías que contemplan la posibilidad de que los
bronces Fueran importaciones, trabajos locales realizados por artesanos extranjeros o,
simplemente, piezas locales sin relación alguna con la tipología habitual en el área.
El descubrimiento de algunas piezas en emplazamientos relativamente alejados
de Igbo Ukwu (delta del Níger y las inmediaciones del río Cross), ha puesto de manifiesto
la enorme afinidad tanto técnica como estilística a las piezas anteriormente descritas.
Esto no ha hecho más que añadir más interrogantes al misterioso origen de las obras de
esta cultura del bajo Níger. ¿Es probable que se exportaran bronces, o hubo un taller
itinerante conocedor del estilo, que viajó por la zona? La falta de nuevos hallazgos
arqueológicos y de una prueba fehaciente de la existencia de una industria de Fundición
en la región no permiten, de momento, dar una respuesta de6nitiva a todas las dudas que
los bronces de Igbo Ukwu plantean.
El arte afro portugués
El hijo de Juan I de Portugal, Enrique el Navegante, decidió que Portugal tenía que
explorar las zonas recónditas de África, después de su victoria en la batalla de Ceuta
(1415). A partir de entonces, y bajo su dirección, se iniciaron una serie de viajes de
exploración, que culminaron con la circunnavegación del continente africano y el posterior
establecimiento Jorge da Mina (Elmina, actualmente en Ghana) en el año 1482. En este
lugar se comerciaba con los indígenas a cambio de esclavos, oro, marfil y especias.
Desde este punto se entrará más tarde en contacto con el antiguo reino de Benín. En ese
mismo año, Diego Cao llegó al estuario del río Congo (República Democrática del Congo)
y remontando el curso alcanzó la capital del reino de los bakongo, Mbanza. El explorador
portugués quedó sorprendido de la organización de ese estado, con el cual estableció
rápidamente excelentes relaciones comerciales que beneficiaron a ambas partes. Fue tal
el entendimiento, que el monarca bakongo se convirtió al cristianismo en 1491 y, con él,
muchos de sus seguidores. Desafortunadamente, esta cordialidad duró poco por la
codicia portuguesa, y acabó en una guerra que destruyó el estado bakongo y propició
que los kongoleses volvieran a su religión tradicional.
Así pues, vemos que a partir de las primeras incursiones portuguesas en África, el
contacto europeo traerá consigo una profunda transformación de muchos aspectos de la
vida social, cotidiana, religiosa, comercial y artística de los africanos. En este sentido, la
influencia europea y cristiana en la zona de bakongo hizo que se adaptaran muchos de
los antiguos objetos rituales, adquiriendo un nuevo sentido religioso. Como ejemplo
podríamos mencionar el crucifijo, el cual adoptó formas artísticas africanas, y que, con la
vuelta a los ritos ancestrales, obtuvo un sentido de fetiche.
Fue en estas condiciones en las que, a partir del s. XVI, el término fetisso,
derivado del portugués feitiço, y que daría lugar a nuestro actual "fetiche", para nombrar a
efigies y objetos supuestamente adorados por los nativos y con poderes mágicos.
Asociado en principio con las ideas medievales en torno a la brujería y el control de la
sexualidad femenina, el término acabó convirtiéndose en una palabra genérica para
designar un tipo particular de objetos. La mayor parte de los objetos africanos llamados
fetiches presentes en los museos fueron coleccionados entre 1870 y 1920. Los grupos de
la cultura bakongo (oeste de la República Democrática del Congo) los denominan minkisi
(plural) o nkisi (singular). Las efigies de ese tipo, algunas realmente impresionantes,
tenían como finalidad originariamente el ejercicio de algún tipo de poder (curación,
castigo, adivinación, control social...), pero ese poder no podía ejercerse sin los
materiales que lo activan y las personas que saben cómo usarlo. Por una parte, el nkisi
no es autónomo (la idea de sus propiedades mágicas es absolutamente simplista). Y por
otra, tampoco representa ningún ser o entidad no material. Es como un dispositivo, un
desencadenante de una serie de operaciones que van más allá de la efigie y requieren la
incorporación de otros elementos: espejos, cristales, clavos, cabellos, ungüentos, sangre
sacrificial. La diferencia entre éstos y las figuras de antepasados no es formal sino más
bien funcional. Algunos son fácilmente reconocibles porque llevan clavos y un relicario en
el ombligo (parte del cuerpo que se relaciona al origen de la vida y fuente de energía). Su
poder dependía, además, de las reglas de abstinencia sexual y alimenticia que imponía a
su propietario y a quienes se convertían en sus clientes. Si esas reglas se rompían, el
nkisi quedaba profanado y volvía al status de un objeto inservible hasta que hubiera sido
reconstituido con los rituales necesarios.
Algunos autores han querido ver en estos objetos la influencia que tuvieron los
bakongo durante el período de dominación portugués, ya que creen que se inspirarían en
las imágenes de santos y mártires cristianos para la realización de dichas piezas.
Historia
La necrópolis de Agullana se encontraba situada al pie de los Pirineos Orientales,
a la salida de dos vías naturales de penetración en la cordillera, en un lugar desde donde
era visible toda la llanura del Alto Ampurdán.
Los primeros en excavar el lugar fueron P. Palol, J. Maluquer y J. Tomás en 1943,
quienes localizaron 226 enterramientos. En general, éstos constaban de una urna
cineraria que se colocaba en el interior de un hoyo de poca profundidad excavado en el
terreno de granito blando. La mayoría de los hoyos estaban revestidos de piedras, lo que
les daba cierto aspecto de cista, sensación que se acrecentaba en aquellos casos
-escasos- en los que había colocada una losa en el fondo del hoyo. Todos los
enterramientos estaban cerrados en su parte superior por una gruesa losa.
Los vasos de ofrendas y los objetos metálicos del ajuar del muerto se solían situar
en el interior de las urnas, aunque en algunos casos también se situaban junto a ellas. La
cremación de los cadáveres se efectuaba junto a la tumba y, casi siempre, el muerto
estaba vestido y llevaba sus joyas, como demostraron los abundantes restos de bronce
fundido hallados en el interior de algunas urnas cinerarias, si bien la presencia de objetos
en perfecto estado indicaba que algunos de éstos no se arrojaban en las piras funerarias.
Además, se sabe que la incineración, por lo general, no era completa, pues los huesos no
estaban consumidos en su totalidad.
El número de enterramientos de la necrópolis aumentaba conforme avanzaba el
tiempo cronológico, lo que parece indicar que hubo un incremento de la población del
asentamiento madre de Agullana, todavía hoy no descubierto. Los enterramientos no
estaban distribuidos en zonas definidas por épocas, sino que las tumbas se superponían
unas a otras partiendo de un nivel original a lo largo de los dos s.s en que se utilizó la
necrópolis.