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Putsch de Múnich

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Putsch de Múnich
Parte de Violencia política en Alemania (1918-1933)
Bundesarchiv Bild 119-1486, Hitler-Putsch, München, Marienplatz.jpg
Marienplatz de Múnich durante el Putsch.
Fecha 8-9 de noviembre de 1923
Lugar Múnich, Alemania
Coordenadas 48°07′49″N 11°35′31″ECoordenadas: 48°07′49″N 11°35′31″E (mapa)
Acción Hitler y sus asociados planearon apoderarse de Múnich y luego usarlo
como base para una marcha contra el gobierno de la República de Weimar.
Resultado Victoria del Reichswehr
Consecuencias Fracaso del Putsch y encarcelamiento de los líderes nazis.
Insurgentes v. Gobierno
Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán
• Sturmabteilung Bandera de Alemania República de Weimar
• Bandera del Estado Libre de Baviera Gobierno bávaro
• War Ensign of Germany (1921–1933).svg Reichswehr
Comandantes
Adolf Hitler (WIA)
Erich Ludendorff
Ernst Röhm
Rudolf Hess
Hermann Göring (WIA)
v.Scheubner-Richter † Bandera del Estado Libre de Baviera Gustav R. von Kahr
War Ensign of Germany (1921–1933).svg Otto von Lossow
Fuerzas en combate
2000+ 130
Bajas
16 4
Mapa[mostrar]
[editar datos en Wikidata]
Se conoce como Putsch de Múnich o Putsch de la Cervecería al fallido intento de
golpe de Estado del 8 y 9 de noviembre de 1923 en Múnich,1 llevado a cabo por
miembros del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y por el que fueron
procesados y condenados a prisión Adolf Hitler y Rudolf Hess, entre otros
dirigentes nazis.2

Índice
1 Preludio
1.1 El partido nazi
1.2 La radicalización de Baviera
2 El putsch
2.1 Los preparativos
2.2 Golpe en la cervecería
2.3 Sucesos en el resto de la ciudad
2.4 La marcha hacia la Feldherrnhalle y fracaso
3 Mártires del Feldherrnhalle
4 Conclusión
4.1 Juicio
5 Consecuencias
6 Notas
7 Véase también
8 Referencias
9 Bibliografía
10 Enlaces externos
Preludio
Centenares de personas acudían a una de las más grandes cervecerías de Múnich, la
Bürgerbräukeller, donde se reunían los primeros afiliados del naciente partido
nazi; a principios de la década de 1920 cuando Hitler había tomado la jefatura del
NSDAP desde 1921, partido político que rechazaba las condiciones del Tratado de
Versalles de 1919 que había dado fin a la Primera Guerra Mundial y ponía a Alemania
en una posición sumamente comprometida en lo económico, con fuertes sanciones
territoriales y militares. En septiembre de 1923, Hitler anuncia la celebración de
14 reuniones con dirigentes de derecha. El primer ministro bávaro Eugen Ritter von
Knilling declaró el estado de emergencia, nombró a Gustav von Kahr como comisario
bávaro y colocó al general Otto von Lossow al frente de la Reichswehr.

Las intenciones de Hitler se vieron influidas por la Marcha sobre Roma, encabezada
por Benito Mussolini en 1922. Hitler planeó utilizar Múnich como base de su lucha
contra el gobierno de la República de Weimar y proclamar un estado rebelde en
Baviera, iniciando una guerra contra la República para avanzar hasta Berlín.

El partido nazi
Photographie en noir et blanc de Adolf Hitler en tournée de propagande en 1923. Il
est assis à bord d'une voiture, au premier plan à gauche de l'image
Adolf Hitler en una gira propagandística en 1923.
Adolf Hitler era el dirigente indiscutido del NSDAP desde el 29 de julio de 1921;
agitador famoso en la región, apenas lo era en el resto del país.3 El partido
contaba con una sección paramilitar desde 1920, la de gimnasia y deportes, creada y
mandada por Ernst Röhm, que cambió de nombre para adoptar el de Sturmabteilung (SA)
el octubre de 1921.4 Junto con otras organizaciones similares de derecha e
izquierda, participó en la violencia de motivación política que aquejó a la
República de Weimar durante sus primeros años, cuyo paradigma fue el asesinato de
Walther Rathenau5 Hitler participaba en las acciones de la milicia del partido:
tras una riña para impedir una reunión de los seguidores de la Bayernbund, una liga
independentista bávara encabezada por Otto Ballerstedt,nota 1 el 14 de septiembre
de 1921,6 fue condenado en enero de 1922 por atentado a la libertad de reunión y
por asalto y agresión7 a un corta pena de tres meses de cárcel con remisión de dos
condicionados a su buena conducta en el futuro.8

Hitler reforzó la filas del partido entre 1921 y 1923, en el que ingresó entre
otros Julius Streicher, jefe de una importante organización nacionalista de
Franconia, Hermann Göring, que se hizo con el mando de las SA en 1922, Max Erwin
von Scheubner-Richter, diplomático con muchas relaciones y, merced a la mediación
de Max Amann, Ernst Hanfstaengl, miembro de la alta burguesía muniquesa9 que
aseguró la financiación del partido. Los fondos que este recabó le permitieron a la
organización intensificar la propaganda mediante la publicación del Völkischer
Beobachter.10 Gracias a Rudolf Hess, Hitler fue recibido además por Erich
Ludendorff en 1921, y luego, merced a Göring, estableció contacto, si bien poco
trascendentes, con Hans von Seeckt y Otto von Lossow.11. Se encontró también con
Gustav von Kahr a comienzos de mayo, por petición de este, sin que la entrevista
llevase a acuerdo alguno: cada uno intentó neutralizar al otro y a utilizarlo en su
favor.12

Photographie en noir et blanc de Benito Mussolini, au deuxième plan à gauche de


l'image, lors de la marche sur Rome
Benito Mussolini durante la marcha sobre Roma.
La marcha sobre Roma de Benito Mussolini del 28 de octubre de 1922 convenció a
Hitler de poder hacer lo mismo en Alemania.13 La ocupación franco-belga de Renania
y del Ruhr debida al retraso en el pago de las indemnizaciones bélicas impuestas al
país en el Tratado de Versalles reforzó esta convicción: la ocupación había
desatado una ola nacionalista en el país, un movimiento de resistencia pasiva
favorecido por el Gobierno de Wilhelm Cuno,14 y una serie de choques y atentados
como el de Albert Leo Schlageter. Temiendo que la actitud gubernamental y la
protesta popular le privasen de apoyo, Hitler culpó de la ocupación a los
«criminales de noviembre» y prohibió a sus seguidores que participasen activamente
en la resistencia al ocupante en nombre de la unidad nacional.1516 Esta actitud
disgustó intensamente al Gobierno bávaro y a la Reichswehr.17 Pese a ello, la
ocupación del Ruhr permitió al partido crecer en treinta y cinco mil afiliados
entre febrero y noviembre de 1923; en este último mes la formación contaba con
cincuenta y cinco mil miembros y comenzó a suscitar sospechas de maquinar un golpe
de Estado.18

La crisis económica y la hiperinflación también favorecieron al partido nazi:nota 2


en enero de 1923, un dólar estadounidense equivalía a 17 972 marcos alemanes,
mientras que en agosto ya se cambiaba por 4 620 455, en septiembre por 98 860 000,
en octubre por 25 260 280 000 y en noviembre alcanzó los 4 200 000 000 000.20 En
1923, el partido nazi era ya el principal de Baviera, no por número de
seguidores,nota 3 sino por su naturaleza y potencial, su papel de catalizador y su
capacidad de radicalización..22 Era el partido más dinámico y el mejor organizado
para movilizar a la población.23 No contaba aún, sin embargo, con los medios para
alcanzar sus fines. Por ello y por iniciativa de Hitler, se coligó con otras
organizaciones nacionalistas en la Arbeitsgemeinschaft, para impedir por la fuerza
el desfile de las fuerzas de izquierda durante el primero de mayo. El plan, no
obstante, fracasó, puesto que la policía impidió la acción de las milicias de la
Arbeitsgemeinschaft.24

La radicalización de Baviera
Photographie en noir et blanc de Gustav Stresemann en 1925
Gustav Stresemann en 1925.
El nuevo Gobierno nacional de Gustav Stresemann aceptó finalmente cumplir con las
disposiciones del Tratado de Versalles con el objetivo de restablecer el orden en
el país, medida que para los nacionalistas supuso una traición.25 Para evitar un
alzamiento, el Gobierno bávaro nombró el 2626 de noviembre de 1923 comisario
general al Gustav von Kahr, al frente de un triunvirato del que también formaban
parte el jefe del Ejército bávaro, Otto von Lossow, y el de la Policía, Hans Ritter
von Seisser; el triunvirato prohibió una serie de reuniones del partido nazi
previstas para el día siguiente y que tenían por objetivo el derrocamiento del
Gobierno berlinés.25 Sin embargo, esto no impidió el choque entre autoridades
nacionales y regionales y entre civiles y militares: Stresemann solicitó en vano al
presidente Friedrich Ebert que proclamase el estado de excepción,27 las tropas de
la Reichswehr destinadas en Baviera al mando de Von Lossow desobedecieron las
órdenes del jefe del Ejército Hans von Seeckt, y tomaron partido por Von Kahr.27
Von Lossow, por su parte, se negó a acatar la orden que le obligaba a prohibir la
publicación del Völkischer Beobachter, periódico del partido nacionalsocialista,28,
gesto que hizo que Von Seeckt afirmase el 22 de octubre que el Gobierno bávaro se
entrometía en el mando de las Fuerzas Armadas, conculcando así la Constitución.29
Von Seeckt pretendía implantar en Berlín una dictadura «legal» para mitigar la
crisis, proyecto que Stresemann rechazó a costa de perder el respaldo del
ejército.30

Adolf Hitler y Erich Ludendorff participaron el 1 y el 2 de septiembre en Nuremberg


en el Deutscher Tag, en el que unos cien mil paramilitares nacionalistas desfilaron
durante más de dos horas; muchos de ellos eran miembros de la Reichsflagge de Ernst
Röhm.31 Tras el desfile, el NSDAP, la Bund Oberland y la Reichsflagge se unieron,
por iniciativa de Ernst Röhm,32 en la Deutscher Kampfbund (Liga de Combate
Alemana), cuyo mando otorgaron a Hermann Kriebel, mientras que la gestión quedó en
manos de Max Erwin von Scheubner-Richter y la dirección política en las de Hitler,
con escaso poder real en la nueva coalición.31. El rumor de una «marcha sobre
Berlín» se extendió el 3 de noviembre.33. Von Seeckt comunicó al ministro del
Interior que no tenía intención de tomar acción alguna contra el Ejército bávaro,
actitud pasiva que ya había adoptado durante el golpe de Estado de Kapp.3435

Photographie en noir et blanc de Gustav von Kahr, à la gauche de l'image


Gustav von Kahr (izquierda).
Las negociaciones se sucedieron entre octubre y principios de noviembre, al tiempo
que crecía la radicalización; el 20 de octubre Von Kahr declaró que Baviera era
entonces la «fortaleza de la germanidad amenazada».29. Las autoridades bávaras
trataban con organizaciones nacionalistas berlinesas como la de los Cascos de
Acero, con el objetivo de derrocar al Gobierno federal,36, sin que por ello el
primer ministro nacional, Streseman, siguiese buscando el entendimiento con
ellas.37 Las negociaciones, sin embargo, no fructificaron.

Hitlernota 4 se reunió con Von Lossow a mediados de octubre; el general había


criticado duramente a los nazis en una reunión de oficiales, pero la entrevista con
Hitler le hizo cambiar de opinión y mostrarse dispuesto a respaldar las acciones
nacionalistas de este, como comunicó a sus oficiales poco después. Hitler expuso su
posición política a Seisser el 24 de octubre, al tiempo que Von Lossow negociaba a
sus espaldas con los dirigentes militares de las organizaciones nacionalistas. Al
día siguiente, 25 de octubre, Hitler y el doctor Weber, jefe de la organización
paramilitar Oberland, se reunión con Seisser y Von Lossow; Hitler les expuso su
proyecto de implantar un directorio en el que participaría junto con Ludendorff, y
los propios Von Lossow y Seisser, pero del que quedaría excluido Von Kahr; les
aseguró también que era consciente de no poder emprender acción alguna sin la
colaboración de la policía y el ejército. Las negociaciones continuaron durante
varios días, pero no dieron fruto.39

Von Kahr, Von Lossow y Seisser organización una reunión el 5 de noviembre con los
responsables de la Kampfbund, la agrupación de milicias nacionalistas, sin el
concurso de Hitler.40 En ella dejaron clara la intención de impedir por la fuerza
si era necesario toda intentona de golpe en Baviera, posición que reiteraron el día
8 en una reunión entre Von Kahr y Ludendorff: el derrocamiento, en su opinión,
debía originarse en Berlín y no en Múnich.40

El putsch
Los preparativos
Photographie en noir et banc d'Erich Ludendorff, en uniforme et arborant certaines
de ses décorations, dont la croix Pour le mérite
Erich Ludendorff, retratado de uniforme y luciendo la condecoración Pour le Mérite.
Temiendo que lo abandonasen los paramilitaresnota 5 si continuaba la falta de
acción contra el Gobierno federal o que se le adelantasen las autoridades bávara,41
Hitler mantenía los contactos con estas.42 Sin embargo, apoyado por Ludendorff,
hábil militar pero ignorante político,23 decidió dar un golpe en una fecha escogida
tanto por la urgencia del momento como por su valor simbólico: el 9 de noviembre,
aniversario de la proclamación de la república en 1918.42

Preparó el golpe (putsch) entre el 6 y el 7 de noviembre; la mañana de este último


se reunió con Weber, Ludendorff, Göring, Scheubner-Richter y Kriebel, responsable
militar de la Kampfbund. El golpe debía llevarse a cabo en Múnich, pero también en
las demás principales ciudades bávaras: Ratisbona, Augsburgo, Ingolstadt, Núremberg
y Wurzburgo.43 Las bandas armadas nacionalistas debían apoderarse de las estaciones
de ferrocarril, las centrales de telégrafo y teléfono, de las estaciones de radio,
de los edificios públicos y de la comisarías y detener a los dirigentes socialistas
y comunistas y a los representantes de los sindicatos.43 Los confabulados disponían
en Múnich de un máximo de cuatro mil hombres, de los que menos de la mitad
pertenecían al partido nazi o a las SA; tendrían que hacer frente a dos mil
seiscientos policías y soldados, mejor encuadrados y armados que ellos y con
reservas.44

Los preparativos suscitaron nuevos rumores sobre la inminencia de un intento de


tomar el poder, que siguieron a los de agosto y septiembre: Lossow los tomó por
ciertos y ordenó a sus lugartenientes que aplastasen todo intento de golpe de
Estado; mencionó específicamente a Hitler como probable instigador.45 Por el
contrario, Seisser confió en la garantía que le había dado Ludendorff y no tomó
medida alguna, mientras que Von Kahr, convencido de que Hitler y Ludendorff no
actuarían sin advertirle, solicitó que las medidas de seguridad para la reunión
prevista en el Bürgerbräukeller para el 8 de noviembre fuesen lo más discretas y
mínimas posible.45

Golpe en la cervecería
Photographie en noir et blanc et en plan large d'une réunion nazie à la
Bürgerbräukeller, remplie de monde, vers 1923
Reunión nazi en el Bürgerbräukeller, en torno a 1923.
Kahr llegó a la cervecería muniquesa Bürgerbräukeller hacia las siete de la tarde
del 8 de noviembre, acompañado de Von Lossow y Von Seisser.46nota 6 El dispositivo
de seguridad era escaso, conforme a las órdenes que había dado Von Kahr: lo
formaban doce agentes de la policía criminal situados en el interior del local,
otros treinta de la Hauptwache (policía de reserva) en el exterior asegurando el
orden y otro grupo, mayor, situado a varios centenares de metros. La sala de la
cervecería se llenó pronto y las puertas se cerraron en torno a las siete y
cuarto.47 El público que había acudido al acto lo componían unas tres mil
personas,48, entre ellas destacados políticos, mandos policiales y militares
bávaros, burgueses y miembros de las profesiones liberales. Hitler llegó al lugar
poco después de las ocho, que ya estaba rodeado por los curiosos. Sorprendido por
la afluencia de público, ordenó a la policía que lo dispersase; tras recibir
refuerzos, los policías despejaron los accesos a la sala de la cervecería y
despacharon nuevamente a los agentes que habían llegado a participar en la labor a
su cuartel. Los primeros camiones llenos de miembros de las SA llegaron hacia las
ocho y diez; veinte minutos después aparecieron los stosstruppe.49

Al poco de haber empezado su discurso, pasadas las ocho y media de la tarde, cuando
afirmaba que «El hombre más enérgico, incluso con los mayores poderes, no puede
salvar al pueblo si no recibe el apoyo eficaz de este, inspirado por el espíritu
nacional», Von Kahr se vio interrumpido por un gran alboroto: un grupo de hombres
armados, encabezado por Hitler que portaba una pistola irrumpió en la sala y colocó
una ametralladora en la entrada. Hitler y algunos de sus hombres alcanzaron con
dificultad el estrado atravesando lentamente la multitud que abarrotaba el local;
para acallar el bullicio, Hitler disparó al aire. Se dirigió al público hacia las
nueve menos cuarto, declarando:
Ha estallado la revolución nacional. Seiscientos hombres armados ocupan la sala. Si
no se restablece la calma de inmediato, se colocará una ametralladora sobre la
galería. El Gobierno bávaro queda destituido y se ha formado un gabinete
provisional.
Para presumir e impresionar a los presentes,50 indicó también que los cuarteles de
la Reichswehr y de la policía regional habían sido ocupados y que tanto el ejército
como la policía marchaban ya bajo los estandartes de la cruz gamada.51

Hitler llevó a Von Kahr, Von Lossow y Von Seissler a una sala lateral que había
reservado previamente para ello Hess.52 Allí les explicó que pretendía asumir la
presidencia del nuevo Gobierno, del que formarían parte Ludendorff —que no había
llegado aún a la cervecería— en calidad de jefe del Ejército, Von Lossow como
ministro de la Reichswehr y Von Seisser al frente de la Policía; Von Kahr sería
nombrado regente de Bavieranota 7. La meta del nuevo Gobierno sería organizar la
marcha sobre Berlín para derrocar al federal. El triunvirato y los golpistas
negociaron en un ambiente de gran tensión y presión; los triunviros trataron de
alargar las conversaciones. Aunque no había logrado el acuerdo con ellos, Hitler
volvió a la sala principal tras un cuarto de hora y declaró a la multitud que en
diez minutos habría concierto entre las partes54 y volvió la salita lateral. Göring
siguió encargado de mantener el orden en la habitación principal. Se oían en la
salita los gritos de Heil! Heil! provenientes de la pieza principal; al poco llegó
Ludendorff, que expresó su conformidad con el plan de Hitler: «Se trata de la
patria y de la gran causa nacional del pueblo alemán, por lo que no puedo hacer
otra cosa que aconsejarles que se se unan a nosotros, colaboren», afirmó.55 Uno
tras otro, Von Lossow, Von Seisser y Kahr aceptaron finalmente la propuesta.
Volvieron a la tribuna junto con los confabulados y unos y otros expresaron su
apoyo mutuo: Hitler enardeció a los presentes con una arenga contra los «criminales
de noviembre».42. El discurso hitleriano y las breves intervenciones de los
triunviros desataron una gran ovación general del público,56 al que se le permitió
a continuación abandonar el lugar, salvo un grupo que quedó rehén, entre los que se
contaron miembros del Gobierno derrocado y los principales mandos de la policía
muniquesa, a los que Rudolf Hess retuvo por indicación de Hitler.57

En la tarde del 8 de noviembre de 1923, Hitler, junto con un contingente de las SA,
llegó a la cervecería Bürgerbräukeller donde el gobernador de Baviera, Gustav von
Kahr, pronunciaba un discurso delante de tres mil personas.58 Cerca de seiscientos
hombres de las SA bloquearon las salidas. Hitler, rodeado por sus copartidarios
Hermann Göring, Alfred Rosenberg y Rudolf Hess, entró por la puerta delantera a las
20:30 horas, disparó un tiro al techo y saltó sobre una silla gritando: «¡La
revolución nacionalista ha comenzado!».

De inmediato se declaró un gobierno provisional en la misma cervecería. Los


cuarteles de la Reichswehr (el ejército de la República de Weimar) y los de la
Policía fueron ocupados por partidarios del golpe, no necesariamente nazis. Hitler
y algunos de sus correligionarios tomaron como rehenes al Comisario de Baviera,
Gustav von Kahr, y a sus dos hombres más importantes, von Lossow y von Seisser.

Sucesos en el resto de la ciudad


Si los acontecimientos siguieron el plan de los confabulados en la cervecería, en
el resto de la ciudad pronto lo inadecuado de los preparativos fue evidente.
Wilhelm Frick, jefe del departamento político de la jefatura de policía, había
logrado paralizar la acción policial; gran parte del cuerpo era, en todo caso,
afecto a la causa nacionalista.59nota 8 Ernst Röhm había ocupado el Wehrkreis
(cuartel general de la región militar) hacia las diez de la noche,60 pero tardó una
hora y media más en despachar un destacamento a apoderarse también de la central
telefónica, lo que permitió a las autoridades legales solicitar auxilio a las
fuerzas militares acuarteladas en el resto de la provincia.61

Photographie en noir et blanc de membres des milices nazies lors du putsch. La


plupart sont en uniforme et armés
Milicianos nazis durante el golpe de Estado.
Hitler, que confiaba en el apoyo de la Reichswehr, de las autoridades y de la
población en general al golpe y al plan de avance contra Berlín, descuidó la
ocupación de la central telefónica, las estaciones de ferrocarril, los ministerios
y los cuarteles, que quedaron en consecuencia en poder de las autoridades
bávaras.62

Mientras Hitler se hallaba ausente de la cervecería para tratar de apoderarse de


armamento para algunos de sus partidarios, Ludendorff autorizó a Von Kahr, Von
Lossow y Von Seisser a abandonar el lugar y volver a sus casas. En vez de hacerlo,
se pusieron de inmediato en contacto con el ejército, la policía y los medios de
comunicación para denunciar el golpe de Estado, que afirmaron haber tenido que
apoyar mediante amenazas, e intentar desbaratarlo.42

Los golpistas estaban mal organizados: el tercer batallón del regimiento muniqués
de las SA se había armado con tres mil fusiles que habían escondido en el
monasterio franciscano de la plaza de Santa Ana, pero luego permaneció pasivo, a
excepción de uno de sus pelotones.63 Uno de los grupos confabulados, el de la
Oberland, no consiguió rodear el cuartel del 19.º Regimiento de Infantería ni
hacerse con armas64 en él o en el de ingenieros. Por su parte, Röhm, tras haberse
adueñado del Wehrkreiskommando, intentó en balde hacer lo propio con el cuartel
general de la ciudad.61 La mayoría de los cadetes de la escuela militar de
infantería se sumaron al golpe, pero no la de la 7.ª División de la misma arma.65

Von Kahr, Von Lossow y Von Seisser se habían refugiado en el cuartel del 19.º
Regimiento y desde allí radiaron un mensaje a todas las estaciones de radio
alemanas en torno a las tres de la madrugada en el que condenaron el golpe de
Estado. Por añadidura, Von Lossow ordenó a varias unidades del Ejército bávaro que
se encaminasen a Múnich para aplastarlo.55. Gustav Stresemann condenó la intentona
tan pronto tuvo conocimiento de ella34 y declaró alta traición cualquier
colaboración con los golpistas.

Al amanecer del 9 de noviembre, las fuerzas del comandante de las SA Ernst Röhm
(entre las que se encontraba un joven Heinrich Himmler), siguiendo órdenes de
Hitler, ocuparon el Ministerio de Defensa bávaro y se enfrentaron a las fuerzas
gubernamentales, sufriendo dos bajas. Mientras tanto, los tres hombres del gobierno
retenidos en la Bürgerbräukeller fueron liberados bajo palabra de compromiso con la
«revolución nacional» por un ingenuo Erich Ludendorff. Los tres gobernantes,
inmediatamente después de ser liberados, dieron órdenes a la Policía de acabar con
la revuelta y se mostraron firmes en sus puestos. Ante esta situación, Ludendorff
propone marchar al centro de la ciudad para tomarla, seguro de que su presencia
inhibiría a soldados y policías de cualquier acción represiva; no muy convencido,
Hitler accedió.

La marcha hacia la Feldherrnhalle y fracaso


Photographie en couleurs de la Feldherrnhalle, dernière étape du putsch
La Feldherrnhalle, objetivo de los golpistas.
La mañana del 9 de noviembre quedó claro que las fuerzas armadas y la policía se
mantenían fundamentalmente leales a las autoridades legales.66 En el resto de
Baviera los conatos de rebelión habían fracasado rápidamente o ni siquiera habían
llegado a producirse.67 Pese a que el golpe de Estado parecía haber fracasado,
reinaba todavía la confusión en Múnich: desde el alba, la ciudad estaba cubierta de
proclamas contradictorias en pasquines tanto de los golpistas como de las
autoridades bávaras.68

A últimas horas de la mañana, Hitler y Ludendorff, convencidos de que la Reichswehr


no dispararía al «estratega de la Primera Guerra Mundial»69 reunieron a unos dos
mil partidarios y se dirigieron hacia el centro de la ciudad. Encabezaban la marcha
de doce en fondo Hitler y Ludendorff, seguidos de los miembros de la Stosstruppe,
los de las SA y los de la Liga Oberland; tras estos iban los cadetes de la escuela
de infantería y los jinetes de la SA, que no habían participado en acción alguna
desde el comienzo del pronunciamiento.70. Una multitud aclamó a la columna, que
logró desbaratar una primera barrera policial en el Ludwigsbrücke (un puente sobre
el Isar).71 Los manifestantes llegaron cerca de la Feldherrnhalle pasadas las doce
y media de la mañana; allí les esperaba un nuevo destacamento policial.71 Un
tiroteo entre manifestantes y policías desbarató la marcha; los autores concuerdan
en que se desató por un único disparo, pero no sobre si este provino de las filas
de la policía o de los golpistas.71 Göring fue herido de gravedad en el muslo, Max
Erwin von Scheubner-Richter cayó muerto y a Hitler se le descoyuntó el hombro.
Cuatro policías murieron en la refriega y dieciséis manifestantes, cinco de ellos
de la Stosstruppe, la guardia del Führer que luego se transformó en las SS. De este
episodio surgió el mito de la Blutfahne, la bandera manchada supuestamente con la
sangre de Ulrich Graf,nota 9 uno de los guardaespaldas de Hitler que se cree que lo
protegió de los proyectiles policiales, salvándole la vida. La policía detuvo
inmediatamente después a Ludendorff y Streicher entre otros cabecillas; Göring por
su parte, logró escapar. Hitler huyó tras los primeros disparos,72, pero fue
finalmente arrestado el 11 de noviembre42 en una casa de campo de Ernst Hanfstaengl
en la que se había ocultado.

Photographie en noir et blanc d'Ernst Röhm en uniforme, arborant la croix de fer et


un brassard nazi
Ernst Röhm.
Ernst Röhm, cuyo abanderado era Heinrich Himmler,73 estaba rodeado por tropas de la
Reichswehr venidas de Augsburgo en el edificio de la capitanía de la región
militar; exigió a los generales Franz von Epp y Jakob von Danner, que habían pedido
que capitulase, que le presentasen la orden correspondiente de Ludendorff. Sin
embargo, aceptó finalmente la oferta de Von Danner de abandonar la posición con
honores militares tras enterarse del desbaratamiento de la marcha hacia la
Feldherrnhalle y de la detención de Ludendorff; los golpistas fueron desarmados
pero pudieron abandonar sin más el edificio, salvo Röhm que fue arrestado al
punto.74

Unos 2500 hombres marcharon directamente hacia la Marienplatz, la plaza donde se


encuentra el Ayuntamiento de Múnich, y allí se toparon con una importante masa de
gente que había salido a la calle enterada del altercado. Tras unos minutos de
desconcierto ante semejante aglomeración, Ludendorff decidió que se continuara
caminando hacia el Ministerio de Defensa y así encontrarse con los hombres de Röhm,
para lo cual había que atravesar la Odeonsplatz (Plaza del Odeón). A lo largo del
camino se iban uniendo más personas apoyando a Hitler y el putsch. Sin embargo, una
vez arribada la marcha a la entrada de la Odeonsplatz, justo a la altura del
Feldherrnhalle (monumento a los generales alemanes de las guerras patrias) se
encontraron con un grupo de policías que les bloqueaban el paso. Ambos grupos de
hombres armados quedaron frente a frente durante unos segundos, hasta que de pronto
sonó un disparo y comenzó un importante tiroteo. Hitler y Göring fueron heridos, el
último pudo escaparse. Nunca quedó claro quién disparó primero.

Hitler se refugió en casa de un amigo, Putzi Hanfstaengl, donde incluso planeó


suicidarse, pensando que sería fusilado por las autoridades. Pasó dos noches
escondido en el ático de Hanfstaengl y a la tercera noche, la Policía llegó y lo
arrestó. Fue llevado a la prisión de Landsberg, donde supo que iba a ser juzgado
por alta traición.

Mártires del Feldherrnhalle


Los catorce militantes nazis muertos por la Policía en la Feldherrnhalle y los dos
miembros de la liga paramilitar nacionalista Reichskriegerflagge caídos frente al
Ministerio de Defensa bávaro fueron considerados mártires y héroes del movimiento
nacional-socialista. Después de 1933 sus restos fueron trasladados hasta el mismo
Panteón de los Héroes de la Odeonplatz y se les rendía respeto y culto cada 9 de
noviembre. La frase Und Ihr habt doch gesiegt! («Y sin embargo, ¡triunfásteis!») se
hizo de uso obligatorio en la mitología nazi del heroísmo.

Monumento nazi erigido a sus muertos durante el Putsch.


Estos fueron:

Allfarth, Félix, comerciante.


Bauriedl, Andreas, sombrerero.
Casella, Theodor, empleado bancario.
Ehrlich, Wilhelm, empleado bancario.
Faust, Martin, empleado bancario.
Hechenberger, Anton, cerrajero.
Körner, Oskar, comerciante (vicepresidente del NSDAP).
Kuhn, Karl, empleado de hotel.
Laforce, Karl, estudiante de ingeniería.
Neubauer, Kurt, criado.
von Pape, Klaus, comerciante.
von Der Pforten, Theodor, secretario del Tribunal Regional Superior.
Dr. von Scheubner-Richter, Max Erwin, doctor en ingeniería.
Rickmers, Johann, excapitán de caballería.
von Stransky, Lorenz Ritter, ingeniero.
Wolf, Wilhelm, comerciante.
También resultaron muertos cuatro policías en el tiroteo:

Friedrich Fink
Nikolaus Hollweg
Max Schobert
Rudolf Schraut
Conclusión
Juicio
El juicio a los cabecillas del pronunciamiento75nota 10 por alta traición y la
muerte de cuatro agentes de policía, crímenes que se castigaban con la pena de
muerte77nota 11 duró del 26 de febrero al 1 de abril de 1924 y algunas sesiones se
celebraron a puerta cerrada. Las autoridades bávaras obtuvieron permiso para que el
juicio se llevase a cabo en el tribunal popular de Múnich y no en el del Reich sito
en Leipzig, con el fin de controlar más estrechamente el desarrollo de las
intervenciones.79

Tanto los fiscales como los jueces mostraron una clara simpatía por los acusados y
se esforzaron por excluir de los hechos que se juzgaban a Ludendorff. El presidente
del tribunal, Neithardt,nota 12, consideraba que Ludendorff era «la única baza de
Alemania». Se evitó que algunos testigos cruciales declarasen y se dejaron de
presentar algunas pruebas fundamentales, esencialmente para soslayar la complicidad
de Von Kahr, Von Lossow, Von Seisernota 13 y de la Reichswehr con el proyecto de
derrocamiento del Gobierno nacional de Berlín.82 Este ambiente favorable le
permitió a Hitler transformar el juicio en una operación propagandística, «un
carnaval político»,83, en el que dio verdaderos discursos.84 Si ante la policía
había presentado un aspecto penoso, en el juicio demostró una aplastante
superioridad oratoria respecto del resto de participantes.85 El fiscal principal
llegó a afirmar: «Hitler es un hombre dotadísimo que, con poco, ha alcanzado merced
a su seriedad y a su trabajo incansable una posición respetada en la vida pública.
Se ha sacrificado totalmente a las ideas que lo imbuyen y ha cumplido plenamente su
deber de soldado. No podemos reprocharse haber aprovechado en beneficio propio la
situación que se ha labrado».86

Hitler junto a los demás acusados por el Putsch de Múnich, durante el juicio.
Hitler reivindicó para sí la total responsabilidad del pronunciamiento:
No he acudido ante el tribunal para negar nada ni evitar mis responsabilidades.
[...] [Este golpe] lo he llevado a cabo solo. En última instancia, soy el único que
lo deseaba. Los demás acusados únicamente han colaborado conmigo al final. Estoy
convencido de no haber deseado nada malo. Cargo con la responsabilidad de todas las
consecuencias. Pero debo decir que no soy un criminal y que no me creo tal, todo lo
contrario.87
Las penas dictadas fueron muy benignas: Hitler, el jefe de policía Pöhner, Kriebel
y Weber fueron condenados a cinco años de cárcel en una fortaleza, de los que se
restaron los seis meses que habían pasado en prisión preventiva.85 Los demás
acusados, entre ellos Ernst Röhm, recibieron condenas tan cortas que quedaron
compensadas por el período que habían pasado encerrados preventivamente: obtuvieron
la libertad condicional tras el juicio.85 Ludendorff fue absuelto.85 El tribunal
justificó la clemencia argumentando que a los golpistas «los había guiado un
espíritu puro de patriotismo y la voluntad más noble».77. Por añadidura, Hitler
evitó la deportación a Austria, prevista sin embargo en la sección 9, §2 de la ley
de protección de la repúblicanota 14 que, según los jueces, no debía aplicarse a un
hombre como Hitler «que piensa y siente como alemán».90

Pese a que la rebaja de la pena impedía legalmente todo recorte posterior de esta,
Hitler salió anticipadamente de la cárcel el 20 de diciembre de 1924, si bien
siguió sin poder dar discursos públicos en la mayor parte del país hasta 1927 y sin
poder residir en Prusia hasta 1928.91
Tres días después del putsch, Hitler y algunos otros conspiradores fueron
arrestados por cargos de traición, mientras que otros escaparon a Austria. Las
oficinas del NSDAP fueron cerradas, y su periódico, el Völkischer Beobachter (El
Observador del Pueblo) fue secuestrado y prohibido. Tras un juicio en el que fue
tratado con cierta clemencia, cumplió sólo nueve meses de los cinco años a los que
había sido condenado. La cárcel en la cual Hitler fue recluido autorizó que
recibiera a visitantes casi diariamente y durante muchas horas. Durante este tiempo
dictó Mein Kampf a su secretario Rudolf Hess.

Ludendorff fue absuelto. Röhm y el doctor Wilhelm Frick fueron liberados a pesar de
ser hallados culpables. Göring, que había logrado huir, se hizo adicto a la morfina
y a otras drogas como consecuencia de la herida de bala que sufrió en una pierna y
al fuerte tratamiento que recibió.

Pero lo sustancial del fracaso del golpe fue el cambio de estrategia que motivó, al
percibir Hitler la imposibilidad de conquistar el poder por la vía insurreccional
en aquel momento. A partir de ese instante, se centrará en crear un partido de
masas para intentar hacerse con el control de Alemania de acuerdo a la
constitución, pervirtiendo en cierta medida el carácter de «antipartido» y de
reacción a la política liberal clásica que el movimiento nazi había tenido en su
origen. Este pragmatismo es común a los movimientos fascistas triunfantes en el
período de entreguerras, ya que Mussolini también reconvirtió los iniciales Fasci
di Combattimento en el Partido Nacional Fascista en 1921, poco antes de acceder al
poder en Italia con el beneplácito del monarca Víctor Manuel III.

La prisión de Landsberg
Consecuencias
Photographie en couleurs d'un exemplaire de la versión française de Mein Kampf
Ejemplar de Mein Kampf.
El NSDAP fue prohibido el 9 de noviembre, la interdicción se eliminó en abril de
1925 por iniciativa del ministro de Justicia Franz Gürtner. Ilegalizado, sin jefe,
con una dirección interina confiada a Alfred Rosenberg, privado totalmente de
autoridad, desgarrado por disensiones internas entre fracciones encabezadas en
especial por Ernst Röhm y Julius Streicher, el partido sufrió una decadencia y
estuvo a punto de desaparecer por completo.91

Otra de las consecuencias del pronunciamiento fue el cambio de estrategia de Adolf


Hitler para hacerse con el poder. Según Georges Goriely, en los años que siguieron
evitó aparecer como golpista y trató de atraer a su causa a los poderes
tradicionales.72. Robert O. Paxton comparte la opinión: «El golpe fallido de la
cervecería fue sofocado de forma tan ignominiosa por los jefes conservadores
bávaros que Hitler se juró no volver a intentar hacerse con el poder por la fuerza.
Esto comportaba que los nazis tendrían que respetar, aunque fuese someramente, la
legalidad constitucional, si bien no abandonaron del todo la violencia, que era un
elemento central de su poder de atracción, ni las alusiones a objetivos más amplios
que pretendían alcanzar tras adueñarse del poder».92 Según lo formuló Joachim Fest:
«no hay que entender [...] que Hitler estuviese dispuesto a aceptar la legalidad
como barrera infranqueable, sino solamente que estaba decidido a emplear la
ilegalidad al amparo de la ley».93nota 15

Photographie en noir et blanc des principaux putschistes internés à la prison de


Landsberg en 1924. Hitler est à la gauche de l'image
Los principales golpistas encerrados en la prisión de Landsberg en 1924. De
izquierda a derecha: Adolf Hitler, Emil Maurice, Hermann Kriebel, Rudolf Hess y
Friedrich Weber.
Hitler disponía de una celda amplia y amueblada en la prisión de Landsberg, en la
que recibió a más de quinientos visitantes durante los nueve meses que estuvo
preso.77 Por sugerencia de Max Amann, dictó a Emil Maurice y a Rudolf Hess su vida
hasta el momento y sus opiniones en una obra que se publicó en 1925: Mein Kampf.77

Según Kershaw, el año que debería haber supuesto la desaparición definitiva de


Hitler de la política alemana fue por el contrario el de su triunfo absoluto en el
movimiento völkisch y el del comienzo de su ascenso a la autoridad suprema. Supo
aprovechar la desorganización del movimiento nacionalista para imponerse en él de
forma absoluta, a la cabeza de un partido nazi remozado, mejor estructurado y
cohesionado en el que nadie le hacía sombra.48

Notas
Otto Ballerstedt, dirigente de la Bayernbund, había nacido en Múnich el 1 de abril
de 1887, fue uno de los rivales políticos de Hitler en Baviera a comienzos de la
década de 1920. Pasó a un segundo plano en 1923 y poco a poco fue abandonando la
actividad política, lo que no impidió que fuese arrestado en la Noche de los
cuchillos largos y luego asesinado el 30 de junio o el 1 de julio de 1934 en el
campo de concentración de Dachau.
También alentaron los levantamientos comunistas en Turingia y Sajonia.19 La
afiliación al partido comunista también creció enormemente merced a la crisis
económica; el partido ingresó en los Gobiernos regionales de Sajonia y Turingia a
principios de octubre de 1923. Su intentona de alzamiento nacional durante el
«octubre alemán» fracasó tres semanas antes del golpe de Hitler.
Según un informe policial, tenía unos treinta y cinco mil afiliados en Múnich en
el verano y unos ciento cincuenta mil en todo el estado; la Bund Bayern und Reich
contaba por entonces con sesenta mil, con mejor adiestramiento militar que el de
los nacionalsocialistas.21.
Según Beucler, Hitler, conocido por su rechazo a la restauración de la Casa de
Wittelsbach, intentó en vano que lo recibiese en septiembre el príncipe Ruperto de
Baviera.38
Estos temían sobre todo dejar de recibir sus pagas. Según Conrad Heiden, al que
cita A. Beucler, Ludendorff declaró a Von Lossow: «las tropas de la Kampfbund se
mueren de hambre y cada vez es más difícil controlarlas».Beucler,, p. 234
Cette section est fondée, sauf mention contraire, sur ,, p. 91-98, dont le récit
se fonde sur le rapport rédigé par Lossow pour les autorités bavaroises en
Plantilla:Date-. Si le rapport de Lossow est considéré comme fiable par Bonnin en
ce qui concerne les faits, il doit être manié avec une grande prudence lorsqu'il
évoque l'attitude de son auteur et celle de Kahr et Seisser.
Según Kershaw, a Von Kahr se le ofreció el cargo de jefe del estado
(Landsverweser) y al prefecto de policía Pöhner el de primer ministro.53
Según Lionel Richard, tanto el prefecto de policía Poehner como su adjunto Wilhelm
Frick apoyaban a Adolf Hitler desde 1920.12
La cuestión de quién protegió a Hitler de las balas de la policía y de a quién
pertenecía la sangre de la bandera desató agrios debates en el seno del partido
nazi.
Hubo otros juicios relacionados con el fallido golpe de Estado: el de los miembros
de la Stosstruppe Hitler que había atacado el local del Münchener Post, el de los
golpistas que había robado billetes de banco para pagar a los paramilitares y el de
aquellos que habían sacado armas del arsenal secreto del monasterio de Santa Ana.76
Según Shirer, la pena máxima posible era la cadena perpetua, contenida en el
artículo 81 del código penal.78
Neithardt había sido nombrado por el reaccionario ministro de Justicia bávaro,
Franz Gürtner, y era famoso por sus convicciones nacionalistas. Había presidido ya
el juicio de 1922 que acabó con la condena de Hitler a tres meses de cárcel, de los
que dos le fueron perdonados.80
Los tres cesaron el 18 de febrero de 1924.81
Ley aprobada por el Reichstag, el 21 de julio de 1922 y abrogada el 23 de julio de
1927.88. No se aplicó más que parcialmente en Baviera, que contaba con una
legislación de excepción particular. Con base en esta se había condenado en octubre
de 1922 a Felix Fechenbach, secretario del difunto Kurt Eisner, a once años de
cárcel por un delito de prensa que debería haber prescrito.89
Este concepto de «ilegalidad al amparo de la ley» se reflejó de manera clara en la
«Noche de los cuchillos largos» en la que Hitler eliminó a los principales
dirigentes de las SA, entre ellos Ernst Röhm, y privó de toda autonomía a esta
organización con el objetivo de conservar el apoyo de los círculos conservadores
tradicionales y de la Reichswehr. La aprovechó también para hacer asesinar a Von
Kahr, uno de los responsables del fracaso del golpe de 1923.
Véase también
Alemania nazi
Nacional-socialismo
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