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Agustina Palacios

El modelo social de discapacidad:


orígenes, caracterización y plasmación
en la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad
Colección
Nº 36

Director: Luis Cayo Pérez Bueno

Publicado con el apoyo de:

El 29 de abril de 2008, el Jurado del PREMIO CERMI- Obra Social Caja Madrid
“DISCAPACIDAD Y DERECHOS HUMANOS” 2007-2008, compuesto por Luis
Cayo Pérez Bueno, Secretario General del CERMI, en calidad de Presidente, y María
Fernanda Ayán San José, Directora de Programación y Concertación Asistencial
de la Obra Social Caja Madrid, Juan Ignacio Gómez Pallete, del Departamento de
Personas Dependientes de la Obra Social Caja Madrid, Rafael de Lorenzo García,
Secretario General del Consejo General de la ONCE, Fernando Fernández-Arias
Minuesa, Director de la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos
Exteriores y Cooperación, Silvia Escobar Moreno, Embajadora Extraordinaria para
cuestiones de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Coope-
ración, Antonio Luis Martínez Pujalte, Profesor de Filosofía del Derecho de la
Universidad Miguel Hernández de Elche, Rafael de Asís, Director del Instituto de
Derechos Humanos “Bartolomé de las Casas”, Universidad Carlos III de Madrid,
Miguel Ángel Cabra de Luna, Director de Relaciones Sociales e Internacionales de
la Fundación ONCE y Ana Peláez Narváez, Directora de Relaciones Internaciona-
les de la ONCE y Comisionada de Mujer del CERMI, todos ellos en calidad de
miembros, adoptó por unanimidad el acuerdo de conceder el premio a la obra “El
modelo social de la discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad»,
presentada por Agustina Palacios Rizzo, que con arreglo a las bases del Premio se
publica en forma de libro en la colección cermi.es.

Primera edición: julio 2008


© Del texto: Agustina Palacios
© De esta edición: CERMI
© De la ilustración de cubierta: David de la Fuente Coello, 2008
La responsabilidad de las opiniones expresadas en las obras de la Colección
cermi.es editadas por Ediciones Cinca, S.A., incumbe exclusivamente a sus auto-
res y su publicación no significa que Ediciones Cinca, S. A., se identifique con
las mismas.

Diseño de colección: Juan Vidaurre

Producción editorial,
coordinación técnica e impresión:
Grupo editorial CINCA
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Depósito legal:
ISBN: 978-84-96889-33-0
Agustina Palacios
El modelo social de discapacidad:
orígenes, caracterización y plasmación
en la Convención Internacional
sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad
Autora: Agustina Palacios (agustina.palacios@uc3m.es)
Coordinadora de la Sección Discapacidad sobre Igualdad y No Discriminación
de la Cátedra “Norberto Bobbio”, Instituto de Derechos Humanos “Bartolomé de las
Casas”, Universidad Carlos III de Madrid.
Miembro de la Subcomisión de Expertos sobre la Convención de la ONU en
materia de Discapacidad creada por el Real Patronato sobre Discapacidad, MTAS
de España, Comisión de Legislación sobre Discapacidad, desde 2005.
Integrante del Comité de Redacción de Universitas, Revista de Filosofía, Derecho
y Política del Instituto de Derechos Humanos “Bartolomé de las Casas”, Universidad
Carlos III de Madrid.
Miembro del Consejo Asesor de la Revista Española del Tercer Sector, Fundación
Luis Vives.
Asesora del Gobierno Español durante la Sexta y la Octava Reunión del Comité
Especial de Naciones Unidas relativo al establecimiento de un Tratado Internacional
sobre la protección jurídica de las personas con discapacidad, New York, agosto de
2005, y agosto de 2006 respectivamente.
Directora General de la Oficina Municipal de Lucha contra la Discriminación y la
Promoción de Derechos Humanos, Mar del Plata, Argentina.
A Francisco, mi compañero de viajes, y
de vida, sin cuya presencia nada tendría, ni
someramente, el mismo sentido.

A Rafael de Asís, desde el más profundo


agradecimiento y admiración.
ÍNDICE

Págs.

Agradecimientos ................................................................................. 13
Prólogo ............................................................................................... 17
Introducción ........................................................................................ 25

Capítulo I
Aproximación histórica

1) El modelo de Prescindencia....................................................... 37
1.1) El Submodelo Eugenésico ................................................ 38
1.1.1) Noción de persona con discapacidad ................. 38
1.1.2) Tratamiento de niños y niñas con discapacidad . 41
1.1.3) Medios de subsistencia ........................................ 50
1.1.4) Respuestas sociales............................................. 52
1.2) Submodelo de Marginación .............................................. 54
1.2.1) Noción de persona con discapacidad ................. 56
1.2.2) Niños y niñas con discapacidad .......................... 58
1.2.3) Medios de subsistencia ........................................ 60
1.2.4) Respuestas sociales............................................. 61
2) El Modelo Rehabilitador ............................................................. 66
2.1) Concepto de persona con discapacidad .......................... 80
2.2) Niños y niñas con discapacidad....................................... 81
2.3) Medios de subsistencia .................................................... 85
2.4) Respuestas sociales ......................................................... 90

Capítulo II
Caracterización del modelo social y su conexión con los
Derechos Humanos

1) El Modelo Social ...................................................................... 103


1.1) Orígenes y caracterización ............................................... 106
1.1.1) El movimiento de vida independiente.................. 109

7
Índice

Págs.

1.1.2) El modelo social —o de barreras sociales ......... 118


1.2) Concepto de persona con discapacidad .......................... 122
1.3) Niños y niñas con discapacidad....................................... 128
1.4) Medios de subsistencia .................................................... 133
1.5) Respuestas sociales ......................................................... 141
1.6) El movimiento de la discapacidad como un nuevo movi-
miento social ..................................................................... 151
2) Conexiones entre el modelo social y los valores que sustentan
los derechos humanos ............................................................... 154
2.1) La idea de dignidad humana y sus implicaciones en el
contexto de la discapacidad ............................................. 156
2.1.1) La idea de dignidad como valor del ser humano
—fin y no medio ................................................... 157
2.1.2) La idea de dignidad como capacidad de elección
—autonomía— .................................................... 164
2.2) La igualdad y sus implicaciones en el contexto de la
discapacidad ...................................................................... 167
2.2.1) La discapacidad como un modo de opresión so-
cial ...................................................................... 169
2.2.2) La igualdad y la diferencia que implica la dis-
capacidad. ¿Políticas de reconocimiento o de
redistribución?....................................................... 178
2.2.3) La igualdad de oportunidades y la no discrimi-
nación ................................................................... 196

Capítulo III
Plasmación del modelo social en la Convención
Internacional sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad

1) Breve aproximación al nacimiento y evolución del modelo social


en el sistema universal de protección de los Derechos Hu-
manos .......................................................................................... 204
1.1) Tratados de Derechos Humanos aplicables a la disca-
pacidad .............................................................................. 208

8
Índice

Págs.

1.1.1) Pacto Internacional de Derechos civiles y polí-


ticos ...................................................................... 210
1.1.2) El Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales de 1966 ............................. 214
1.2) La discapacidad como una cuestión de derechos hu-
manos en las normas no vinculantes —soft law— de
Naciones Unidas ............................................................... 217
1.2.1) Primeras Resoluciones de la Asamblea General
de Naciones Unidas en materia de discapaci-
dad ...................................................................... 218
1.2.2) Programa de Acción Mundial para las Personas
con Discapacidad ................................................. 219
1.2.3) Las Normas Uniformes de Naciones Unidas so-
bre la igualdad de oportunidades de las personas
con discapacidad .................................................. 221
1.2.4) Los Principios para la protección de los enfermos
mentales y el mejoramiento de la atención de la
salud mental ......................................................... 225
1.2.5) Informes de Naciones Unidas.............................. 226
1.3) La Organización Mundial de la Salud: Clasificaciones
internacionales .................................................................. 228
2) El modelo social y su plasmación en la Convención de la ONU
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad .......... 235
2.1) A modo de introducción: antecedentes, estructura y ob-
jeto de la Convención ....................................................... 235
2.1.1) Antecedentes inmediatos ..................................... 236
2.1.2) El proceso de elaboración de la Convención In-
ternacional sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad ................................................. 239
2.1.3) La participación de las personas con discapa-
cidad ..................................................................... 251
2.1.4) El propósito de la Convención ............................. 257
2.1.5) La perspectiva de la Convención ........................ 258
2.1.6) El tipo de Convención .......................................... 263

9
Índice

Págs.

2.1.7)
El reconocimiento —o no— de nuevos dere-
chos ..................................................................... 270
2.1.8) Estructura y aproximación general ..................... 272
2.1.9) Principios generales ............................................ 274
2.1.10) Obligaciones generales....................................... 276
2.1.11) Derechos protegidos ........................................... 282
2.1.11.1) Derechos de Igualdad....................... 282
2.1.11.2) Derechos de Protección en situa-
ciones de especial vulnerabilidad..... 288
2.1.11.3) Derechos de libertad y autonomía per-
sonal ................................................... 294
2.1.11.4) Derechos de Participación ................. 298
2.1.11.5) Derechos sociales básicos ................ 301
2.1.12) Seguimiento y aplicación .................................... 308
2.1.12.1) Seguimiento a nivel nacional ............. 309
2.1.12.2) Seguimiento a nivel internacional ...... 310
2.2) Plasmación del modelo social .......................................... 313
2.2.1) A modo de introducción ..................................... 313
2.2.1.1) Sobre las causas que dan origen a
la discapacidad ................................. 314
2.2.1.2) Valor de la vida de una persona con
discapacidad ....................................... 330
2.2.2) Concepto de persona con discapacidad............ 340
2.2.3) Niños y niñas ...................................................... 350
2.2.3.1) La necesidad o no de un artículo es-
pecífico y su contenido ...................... 351
2.2.3.2) La perspectiva de transversalidad ..... 374
2.3.3) El debate en torno a la educación .................... 381
2.2.4) Medios de Subsistencia ...................................... 401
2.2.5) Respuestas sociales ........................................... 418
2.2.5.1) Sustitución o asistencia en la toma
de decisiones ..................................... 429
2.2.5.2) La “personalidad jurídica” y la “capaci-
dad jurídica”........................................ 437
2.2.5.3) Sobre el reconocimiento de la perso-
nalidad jurídica ................................... 441

10
Índice

Págs.

2.2.5.4) Sobre el alcance de la definición de


capacidad jurídica .............................. 444
2.2.5.5) El proceso del artículo 12 de la Con-
vención................................................ 454
2.2.5.6) El modelo de asistencia en la toma
de decisiones en el texto definitivo ... 462
Conclusiones ...................................................................................... 469
Referencias bibliográficas .................................................................. 479

11
CAPÍTULO I
APROXIMACIÓN HISTÓRICA

1) EL MODELO DE PRESCINDENCIA

Las características o presupuestos esenciales del modelo que se deno-


minará de prescindencia son dos: la justificación religiosa de la discapaci-
dad, y la consideración de que la persona con discapacidad no tiene nada
que aportar a la comunidad. En primer lugar entonces, se asume que las
causas que dan origen a la discapacidad son religiosas: un castigo de los
dioses por un pecado cometido generalmente por los padres de la persona
con discapacidad, o una advertencia de los dioses acerca de que la alianza
se encuentra rota y que se avecina una catástrofe. En cuanto al segundo
presupuesto, se parte de la idea de que la persona con discapacidad no
tiene nada que aportar a la sociedad, que es un ser improductivo y además
una carga que deberá ser arrastrada, ya sea por los padres o por la misma
comunidad.

Ahora bien, dentro del modelo de prescindencia, se considera posible


distinguir la existencia de dos submodelos: el eugenésico y el de marginación.
Esta distinción se basa en las diversas consecuencias que pueden derivar-
se de aquella condición de innecesiariedad que caracteriza a las personas
con discapacidad. Así, se verá que —si bien desde ambos submodelos se
prescinde de las vidas de estas personas— en el primero la solución es per-
seguida a través de la aplicación de políticas eugenésicas, mientras que en
el segundo dicho objetivo es alcanzado mediante la marginación. Por dichas
razones, se considera oportuno su tratamiento de manera diferenciada.

37
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

1.1) El Submodelo Eugenésico

“En cuanto a la exposición o crianza de los hijos, debe


ordenarse que no se críe a ninguno defectuoso”.
ARISTÓTELES

Desde el submodelo eugenésico se considera que la persona con disca-


pacidad es un ser cuya vida no merece la pena ser vivida. Como consecuen-
cia de estas valoraciones —y en el caso de detectarse diversidades funcio-
nales congénitas—, los niños y niñas afectados son sometidos a infanticidio.
Probablemente como resultado de ciertas creencias religiosas respecto de
su origen, si la discapacidad es generada con posterioridad al nacimiento,
el tratamiento es diferente, llegando incluso a otorgarse ayudas a los fines
de subsistencia a las personas que adquieren una diversidad funcional a
causa de las guerras. En cuanto a los medios de subsistencia, parece que
—sin tener muchas otras posibilidades—, el ser objeto de burla o diversión
es muchas veces el medio de manutención obligado. En términos generales,
podría afirmarse que las respuestas sociales se basan en el temor y/o la
persecución, como consecuencia de la creencia acerca de su peligrosidad
e innecesariedad para el desarrollo de la comunidad.

A continuación se pretende caracterizar el submodelo de referencia, des-


de los cuatro ámbitos propuestos como metodología analítica en el presente
trabajo.

1.1.1) Noción de persona con discapacidad 14

Como se ha adelantado, un rasgo esencial del modelo de prescindencia


es la consideración de que las personas con discapacidad no tienen nada que

14
La utilización en este apartado del término “noción”, y no de “concepto” como se utilizará
al caracterizar el modelo rehabilitador y el social, se debe a que no existe un concepto definido

38
Aproximación histórica

aportar a la comunidad. La diversidad funcional es vista como una situación


desgraciada —tan desgraciada que la vida en dichas condiciones no llega
a ser concebida como digna—. En consecuencia, la idea de que la vida de
una persona con discapacidad no merece la pena ser vivida, sumada a la
creencia acerca de su condición de carga —para los padres o para el resto
de la comunidad— origina que la solución adoptada por el submodelo bajo
análisis sea prescindir de estas personas, mediante el recurso a prácticas
eugenésicas.

El caso de la antigüedad clásica puede resultar un ejemplo claramente


orientador. Relata Fustel de Coulanges que la ciudad antigua fue fundada
sobre una religión y constituida como una Iglesia. Ello es la razón de su
fuerza, de su omnipotencia y del imperio que ejerció sobre sus miembros.15
En una sociedad instituida sobre tales principios, no era posible la existen-
cia de la libertad individual, ni la persona tenía tampoco el significado en el
sentido actual del término. El ciudadano quedaba enteramente sometido a
la ciudad: le pertenecía por completo. La religión, que había engendrado al
Estado; y el Estado, que conservaba la religión, se sostenían mutuamente y
formaban un todo. Estos dos poderes, asociados y confundidos, componían
una fuerza casi sobrehumana, a la cual el hombre quedaba esclavizado en
cuerpo y alma.16

La persona pertenecía el Estado y se encontraba consagrada a su defen-


sa. En Roma, el servicio militar obligaba hasta los cuarenta y seis años; en
Atenas y Esparta toda la vida. La vida privada no se eximía de esta omni-
potencia del Estado. Era común que las costumbres fuesen invariablemente
reglamentadas por las leyes de la ciudad.17

de persona con discapacidad, dadp que no existía dicha categoría, como tampoco el mismo
término de persona tenía el significado asignado en la actualidad.
15
FUSTEL DE COULANGES, N.D., La ciudad antigua, Traducción de Carlos Martín, Dia-
mante, Colección Obras Maestras, Barcelona, 1971, p. 268.
16
Ídem, p. 269.
17
Ibídem, p. 270.

39
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

Dentro de este contexto, el Estado tenía la facultad de evitar que sus


ciudadanos fuesen deformes o contrahechos, ya que en esos casos no serían
provechosos a las necesidades de la comunidad. Y ese era el parámetro —la
utilidad para la comunidad— que resolvía la cuestión acerca del sentido de
la vida de las personas. Podría decirse que ello era de algún modo “cohe-
rente” con las ideas imperantes. No olvÍdemos que el concepto de persona
que existía en la antigüedad no era el mismo que impera en nuestros días,
por lo que a sus ojos aquellos monstruos deformes ni siquiera llegaban a
ostentar la calidad de seres humanos.18

No obstante lo relatado, puede observarse que existía una diferencia en


cuanto a la concepción de la persona, según que la diversidad funcional fuera
congénita o adquirida posteriormente por un accidente, herida de guerra o
enfermedad. Como se verá en el apartado siguiente, en los casos de niños
que nacieran con diversidades funcionales la solución común era el exterminio.
Sin embargo, para el caso en que la diversidad funcional fuese adquirida con
posterioridad —y particularmente para el caso de que fuese adquirida como
consecuencia de la participación en la guerra—, el destino era diferente.
Así, en la antigua Atenas los soldados con discapacidad llegaron a recibir
pensiones, mientras que sus compañeros romanos compartían el reparto de
artículos como comida, dinero y territorios.19 Es probable que ello se deba
a dos causas. La primera sería que, al no haber nacido con la diversidad
funcional la persona no llevaba el estigma generado por la creencia religiosa
que la suponía un castigo de los dioses. En cuanto a la segunda, se sospecha
que fueron los veteranos de guerra heridos en las batallas los primeros be-
neficiarios. Como expresa Garland, parece que semejante gesto por parte de

18
Vid VERNANT, J. P. y otros, El hombre griego, Alianza Editorial, Madrid, 1995, p. 11.
Describe Vernant al abordar las diferentes facetas de la vida del hombre griego que el hombre
de los derechos no puede ser el hombre de la ciudad antigua. “…el hombre griego recorre un
camino impuesto de pruebas y de etapas para convertirse en un hombre en el pleno sentido
de la palabra, conforme con el ideal griego de realización del ser humano”.
19
Vid. GARLAND, R., The eye of the beholder. Deformity & Disability in the Graeco—Roman
world, Duckworth, London, 1995, p. 43.

40
Aproximación histórica

Atenas intentaría demostrar que los luchadores que quedaran imposibilitados


tendrían un resguardo, y así incentivarlos para las batallas.20

Conforme lo expresado, podría llegarse a deducir que los motivos de la


exposición se encontraban muy influenciados por consideraciones utilitarias
y económicas, ya que a pesar de que un niño deforme significara un castigo
de los dioses por un disgusto ocasionado por sus padres, ello aparentemente
no incluía la posibilidad de que pudiera poner en peligro a la comunidad. Por
otro lado, como destaca Garland, no hay nada que indique que los padres
de un niño con diversidad funcional fueran castigados socialmente o dejados
de lado por la comunidad, siendo que ellos eran los supuestos culpables de
la deformidad de sus hijos.21 Este hecho de algún modo demuestra que el
objetivo principal seguía siendo el potencial de utilidad social —o en este
caso, precisamente la carencia de dicho potencial—.

1.1.2) Tratamiento de niños y niñas con discapacidad

La condición de prescindencia o innecesariedad que acompaña a las


personas con discapacidad, sumada a las creencias religiosas y a las com-
plicaciones derivadas de la crianza de un niño con estas características,
generaba en la antigüedad la practica del infanticidio.

“¿Cuál es el ser de voz única que tiene cuatro, dos y tres pies? Al res-
ponder el hombre, Edipo había resuelto el enigma de la esfinge.”22 Sostiene
Giuseppe Cambiano que el cambio en las formas de locomoción parecía la
señal evidente de las tres etapas cruciales de la vida humana: la infancia, la

20
Ídem. Señala Garland que resulta evidente que en ello también influyen motivos políticos:
el alentar a los luchadores, previendo que para el caso de sufrir un accidente o herida de
guerra tendrían un resguardo.
21
Ibídem.
22
CAMBIANO, G., “Hacerse hombre”, en la obra El Universo, los dioses, los hombres. El
relato de los mitos griegos, Vernant, J. p. (ed.), Traducción de Joaquín Jordá, Anagrama, Bar-
celona, 2000, p. 103.

41
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

madurez y la vejez.23 La posición erecta, que, a partir de Platón y Aristóteles


muchos filósofos habrían considerado como un rasgo distintivo fundamental
entre el hombre y los demás animales, indicaba también la supremacía
del hombre adulto y la distancia que el recién nacido —tan cercano a la
situación del cuadrúpedo— debía recorrer para convertirse realmente en un
hombre.24 Aunque naturalmente, la primera condición para llegar a ello era
sobrevivir, escapando a la mortalidad ocasionada por partos anómalos o por
enfermedades. Pero no sólo era la naturaleza la que actuaba como medio
selector de supervivencia.25 En los casos de nacimientos de niñas y niños con
deformidad, no se dudaba en recurrir al infanticidio.26 Relata Ignacio Campoy
que en esta época el niño era considerado como una simple propiedad —
ya fuera de los padres o de la comunidad—, cuyo fin era convertirse en un
ciudadano ideal.27 Ello generaba diversas consecuencias, entre las que se
destaca que no se le reconociera el derecho a la vida.28

En Esparta, la decisión de permitir vivir al recién nacido se encontraba


reservada a los miembros más ancianos de la tribu a la que pertenecía
el padre. El niño que pareciera débil o deforme podía ser abandonado en
las cercanías del Monte Taigeto.29 Más allá de los motivos religiosos, la

23
Ídem.
24
Ídem, p. 104.
25
Ibídem.
26
Comenta Garland que Edipo, el lisiado más célebre de la mitología griega, posiblemente
deba su nombre, que significa «pie hinchado», al hecho de que sus tobillos fueron pegados en
la infancia. Entiende el autor que si esta etimología es correcta, esta práctica bárbara presumi-
blemente haya sido común; realizada con la intención de eliminar completamente las chances
de vida de los niños. Cfr. GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 14.
27
CAMPOY CERVERA, I., La fundamentación de los derechos del niño: modelos de re-
conocimiento y protección, Dykinson, Madrid, 2006. En este sentido, el autor describe al niño
como «el mármol, de mejor o peor calidad —de mejor o peor naturaleza, con la que el escultor
—legislador, ha de esculpir —formar, mediante buen uso del cincel —educación, el más perfecto
busto —ciudadano».
28
Ibídem.
29
Cfr SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 18. Resalta el
autor que Esparta, más que cualquier otra ciudad—estado, elevó el culto de la fuerza física y

42
Aproximación histórica

práctica del infanticidio se consideraba esencial para controlar la naturaleza


de la población espartana, para promover el ideal de la raza pura y poder
cumplir con los objetivos militares. El recién nacido entonces era expuesto
ante un consejo de ciudadanos inspectores, y si se demostrasen o sospe-
chasen signos de deformidad, taras o debilidad debía ser despeñado desde
el monte Taigeto.30

En Atenas, el infanticidio también se reservaba para los débiles y defor-


mes. Pero aún entonces era diferente del que practicaban los espartanos.
Se recurría al método de la exposición del recién nacido en una vasija de
barro o en otro recipiente lejos de su casa, a menudo en lugares inhóspitos,
fuera de la ciudad, donde podía morir de hambre o ser despedazado por las
fieras, a no ser que alguien los recogiera.31 A través de los años, el grado y
la naturaleza de esta práctica fueron variando considerablemente. A medida
que fue aumentando la afluencia de población, el infanticidio comenzó a ser
más frecuente. Inmediatamente después del nacimiento, era preciso tomar
una decisión. Si el pequeño no había sido aniquilado antes de cumplir 10
días de edad, recibía el nombre de su padre; garantía de supervivencia y
de cierta protección.

De todos modos, resulta de suma importancia destacar que la costumbre


de eliminar a las niñas y niños con discapacidad congénitas fue seguida,
no solo por razones religiosas, sino también por razones prácticas, ya que
criar a tales niños era económicamente pesado y extremadamente improduc-
tivo.32 No obstante, algunos padres deben haberse encontrado solos frente
al “problema” en los casos en los que la anormalidad no se manifestara en
el momento del nacimiento, o fuera adquirida con posterioridad. Por ejemplo
la sordera, la mudez, o ciertos tipos de diversidad funcional mental que no

la agresividad a cuotas inigualadas, por lo que encuentra lógico que una sociedad con tales
concepciones hiciese profundo hincapié en la eugenesia y el infanticidio.
30
Ídem.
31
Ibídem, p. 104.
32
Cfr. GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 27.

43
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

eran evidentes hasta tiempo posterior. Por ello, en el caso de que sobrevi-
vieran o adquirieran la diversidad funcional luego de nacer, la obsesión de
los griegos por la perfección corporal devenía en la consecuencia de que
las personas con algún tipo de diversidad funcional o imperfección física,
tuvieran un espacio muy reducido en la sociedad.

Como es sabido, Grecia exigía ciertas cualidades a sus habitantes. Los


griegos perpetuaban el culto a la salud y la belleza física, además de abogar
por las cuatro virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templan-
za.33 Estas preocupaciones se reflejaban en la filosofía y la cultura griega.
Los dioses y las diosas de los griegos eran el modelo por cuya imitación se
animaba a luchar. Como señala Robert Garland, resulta significativo que solo
existiera un Dios con defecto físico: Hefesto, el hijo de Zeus y de Hera.34

Conforme las creencias de sus tiempos, también los filósofos griegos se


inclinaban por impedir el desarrollo de los nacidos con diversidades funcio-

33
Vid. SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 18.
34
Comenta GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 19, que las circunstancias
de la concepción de Hefesto fueron completamente desfavorables. Su madre Hera lo dio a
luz sin tener contacto sexual previo, con el motivo de mortificar a su marido Zeus. Parece ser
que su objeto fue vengarse porque Zeus había dado vida a Atenas sin su asistencia. Y así
fue que Zeus cometió una especie de infanticidio al privar del cielo a su hijo. Posteriormente,
Afrodita, la diosa del amor, se apiada de Hefesto y se casa con él. Pero el matrimonio no
duró y la diosa toma como amante a Ares, porque su marido era un lisiado. En la Odisea,
luego de que su hermosa mujer Afrodita le ha sido infiel, Homero hace decir a Hefesto que
nadie era responsable por el hecho su ser defectuoso, excepto sus propios padres, y que
ellos nunca debieron haberle hecho nacer. Esta explosión de Hefesto denota la creencia
acerca de la angustia que pudiera producir el hecho de padecer una diversidad funcional en
una manera que solo puede ser encontrada en la literatura clásica, y esto claramente tiene
implicaciones para su permanente status como un lisiado, que va mas allá de su predicamento
como esposo engañado. En otro sentido, la áspera discusión entre Edipo y Tiresias, el ciego
profeta, en Edipo Tirano de Sófocles, resulta muy reveladora de la oculta animosidad que se
insinúa pudiera existir por parte de quien no es ciego hacia quien lo es. Precisamente en el
momento en que Edipo se mofa de su adversario llamándolo charlatán artificioso “eres ciego
de ojos, de oído y de entendimiento”, Tiresias pierde su temple y revela más de lo que era su
intención acerca de la verdad sobre los padres de Edipo. Cfr. SÓFOCLES, Edipo rey, Fontana,
Barcelona, 1995, p. 28.

44
Aproximación histórica

nales. Para el caso de las diversidades funcionales fueran congénitas, Platón


consideraba necesario eliminar a los débiles y a los deficientes.
“Digo, pues, que ya ha sido sentado el principio de que los mejores
de cada sexo deben unirse con los mejores con tanta frecuencia, y
los inferiores con los inferiores tan rara vez, como sea posible; y que
es preciso criar a los vástagos del primer tipo de unión, pero no del
segundo, si la estirpe se ha de mantener en condiciones óptimas…
Los funcionarios pertinentes llevarán los hijos de los padres selectos
al redil o guardería, y allí los depositarán en manos de ciertas no-
drizas que habitarán un cuarto separado; pero los vástagos de los
inferiores, o de los superiores cuando hayan nacido deformes, serán
rechazados…” 35

Destaca Garland que Sócrates aconseja a su interlocutor a inspeccionar


a su descendencia desde cada ángulo a fin de estar seguro de que no está
siendo defraudado por un fantasma inanimado que no valga la pena criar:
“O tu crees que tu hijo debe ser criado en cualquier caso sin ser expuesto?
¿Vas a llevar a tu hijo a ser examinado sin enojarte en el caso que lo tiren,
a pesar de que fuera tu primer hijo?” 36 En opinión del autor citado, aunque
Platón deja percibir al lector que Sócrates considera la posibilidad de crianza
de un niño defectuoso como un acto irresponsable, se podría interpretar que
el texto sugiere la posibilidad de que algunos padres atenienses pudieron
ser persuadidos y que, por ende, haya estado permitido por la ley el criar a
niños en estas condiciones.37.

En la misma línea, el hecho de que Aristóteles creyera necesario re-


comendar la existencia de una ley que impidiese a los padres criar a sus
hijos defectuosos, podría llegar a sugerir que algunos padres se inclinaran
a criarlos.38 Señala Garland que la frase: “el primer escalón en el camino de

35
PROTÁGORAS, GORGIAS, Carta Séptima, Introducción, traducción y notas de Javier
Martínez García, Alianza, Madrid, 1998, p. 28
36
Theaitetos, 161 a, citado por GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 15.
37
GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 16
38
Ídem p. 17.

45
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

la deformidad”39 o “todas las criaturas vivientes son enanas comparadas con


el hombre”40 demuestra una lectura del fenómeno del mundo, en la que el
hombre es visto como el estándar de perfección física en comparación con
los demás animales.41 De este modo, en lo relativo a los casos de diversi-
dades funcionales congénitas, expresa en la Política:
“En cuanto a la exposición o crianza de los hijos, debe ordenarse que
no se críe a ninguno defectuoso”.42

Este consejo resultaba coherente con sus ideas. Ese estándar de perfec-
ción del cual era exponente el hombre, no debía ser alterado. Sin embargo,
el deseo de Aristóteles de que los deformes fueran eliminados, como lo
previsto en el código de los espartanos, se debía primariamente a un sentido
práctico sobre cuales eran los mejores intereses para la sociedad, y también
a su conocimiento sobre la posibilidad de que las enfermedades fueran
transmitidas hereditariamente.43 En este sentido, resalta Ignacio Campoy las
ideas de Aristóteles respecto del control que se ejercía sobre la “calidad” de
la naturaleza del niño a través de la legitimación de prácticas abortivas, y la
exclusión de su crianza como consecuencia de sus diversidades funcionales,
entre otras razones.44

No obstante lo relatado, en Ética a Nicómano expresa:


“Y no solo los vicios del alma los que son voluntarios, sino en algunas
personas también los del cuerpo, y por eso las censuramos. Nadie censu-

39
ARISTÓTELES, Generación de los animales, Traducción de Francisco Gallach Palés,
Espasa-Calpe, Madrid, 1933, p. 34.
40
Ídem, p. 28.
41
GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 15. Sostiene el autor que Aristóteles
tuvo una mirada muy subjetiva y completamente antropológica sobre la deformidad, proponiendo
una noción zoológica jerárquica —que consideraba al hombre en la cima, y a la mujer en un
escalón inferior—.
42
ARISTÓTELES, Política, capítulo XVI, versículo 1335, Edición bilingüe y traducción por
Julián Marías y María Araujo, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1970, libro 7, p. 145.
43
Vid. GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 15.
44
Vid. CAMPOY CERVERA, I., La fundamentación de los derechos del niño, op. cit.

46
Aproximación histórica

ra, en efecto, a los que son feos por naturaleza, pero si a los que lo son
por falta de ejercicio y abandono. Y lo mismo ocurre con la debilidad y
los defectos físicos: nadie reprendería al que es ciego de nacimiento, o a
consecuencia de una enfermedad o un golpe, mas bien lo compadecería;
pero al que lo es por embriaguez o por otro exceso, todos lo censurarían.
Así, pues, de los vicios del cuerpo se censuran los que dependen de
nosotros; los que no dependen de nosotros, no”.45

Pareciera de este modo, que su posición era más tolerante para el caso
de la diversidad funcional sobrevenida como consecuencia de una guerra o
accidente. Aunque también resalta la falta de responsabilidad para quien nace
ciego; quizás porque la ceguera era asimilaba con ciertas dotes y aptitudes;
lo que no ocurría con otras anomalías. 46

Ahora bien, retornando al plano fáctico y no obstante lo relatado, en los


casos en que el niño sobreviviera, ya sea porque alguien se apiadara de
él, o que la diversidad funcional se manifestara o se adquiriera posterior-
mente, es importante resaltar que Atenas fue la única comunidad antigua
que se sabe ha tenido financiación en provisión a los pobres y personas
con discapacidad.

El autor de La Constitución de Atenas nos provee los siguientes


detalles:
“El consejo también examina a los impedidos, pues existe una ley que
ordena que, a los que tengan una suma menor a tres minas y mutilados
físicos, que no puedan hacer ningún trabajo, el Consejo los examina y
se les da, a expensas del Estado, dos óbolos diariamente a cada uno,
como sustento.”47

45
ARISTÓTELES, Ética a Nicómano, Edición bilingüe y traducción de María Araujo y Javier
Marías, Introducción y notas de Julián Marías, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
1989, Libro III, 5, p. 40.
46
Vid. en este sentido, MONTORO MARTÍNEZ, J., Los ciegos en la historia, Tomo I, ONCE,
Madrid, 1991
47
49.4 de la Constitución de Atenas, en Las Constituciones Griegas, Edición de Aurelia
Ruiz Sola, Akal, Madrid, 1987, p. 73.

47
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

El caso de Roma presenta rasgos similares. No obstante, desde la fun-


dación de Roma hasta la caída del Imperio, se producen una gran cantidad
de cambios y contrastes, que repercuten en el tratamiento recibido por las
personas con discapacidad. Relata Marcel Sendrail que el hecho de que
los romanos interpretasen los nacimientos como presagios de los dioses se
encuentra demostrado con el significado de la palabra “monstum”, que se en-
cuentra etimológicamete relacionado con “monere” que significa advertir.48 En
consecuencia, el nacimiento de un niño con diversidades funcionales significa-
ba que la alianza con los dioses se encontraba rota.49 Esto puede interpretarse
aún de manera más perjudicial que en el caso griego, ya que en este último
predominaba la idea de que la persona con discapacidad era un castigo por
algo que ya había ocurrido, sin embargo la explicación romana se presentaba
como más temible: era una advertencia de algo que iría a acontecer.

Como es sabido, durante los primeros días de la República se observa-


ban en Roma muchas de las tradiciones griegas.50 El nacimiento de un hijo,
sobre todo si era varón, constituía un acontecimiento de primer orden en la
vida de una familia. Señala Sendrail que la potestad que ejercía el padre
romano sobre la vida de sus hijos —patria potestas— no ha tenido parangón
en ninguna otra sociedad. Podía matarlos, mutilarlos o venderlos. Y ello se
debía a que en Roma, al igual que el caso griego, no se concebía a los
jóvenes de otro modo que como propiedad de los adultos y la comunidad,
cuyos intereses siempre se priorizaban. No obstante, la información acerca
de la exposición de los niños deformes en el mundo romano es bastante
ambigua.51 En este sentido, ha escrito Dionisio:

48
Vid. SENDRAIL, M., De los monstruos a los Dioses, Archivos Iberoamericanos de Historia
de la Medicina, Vol. IV, Fasc. II; julio-diciembre de 1962, p. 353.
49
Por ello sostiene Sendrail que no resulta sorprendente que reportes de nacimientos de
monstruos tendieran a proliferar en periodos de levantamientos sociales y políticos. Ídem, p.
353.
50
Ídem, p. 353. Así, se permitía dar muerte a los niños deformes, aunque solo durante los
primeros ocho días de vida.
51
Como destaca SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 24,
es imposible describir en forma completa todas las experiencias por las que atravesaron las

48
Aproximación histórica

“Rómulo ordenó a todos los habitantes de la ciudad que criaran a


todos sus hijos varones y a la primera mujer, no matar a ningún niño
menor de tres años de edad, a menos que el niño fuera deforme o
monstruoso. Él no impedía que los padres expusieran a sus hijos; con la
condición de que antes lo hubieran mostrado a cinco vecinos y estos lo
hubieran aprobado.”52

De este modo, podría decirse que —como afirma Garland— la ley que
Dionisio atribuye a Rómulo, no demanda la exposición de los niños, sino
que solo libera a los padres de la obligación de criarlos. Aunque no debe
olvidarse la connotación de mera propiedad que les caracterizaba.53

Ahora bien, para el caso de sobrevivir, o de adquirir la diversidad funcional


con posterioridad, relata Scheerenberger que si los niños menos afectados
podían encontrar algún papel que cumplir en la República, no puede decirse
lo mismo de la Roma del Siglo I d. C. Para entonces Roma era un Imperio
desgarrado por un siglo de insidias y guerras civiles. La esclavitud y la miseria
hacían que los niños supusieran más obligaciones que ventajas. Las tasas
de natalidad se redujeron significativamente, y el infanticidio pasó a ser una
práctica generalizada.54 En aquellos tiempos de crisis, Roma se encontró
bajo el gobierno de Augusto. Desde el año 27 a.C. hasta el año 14 d.C. el
emperador se esforzó por restaurar la paz, y favoreció las reformas sociales,
y la asistencia del gobierno a los necesitados. Sin embargo, a su muerte
el infanticidio ganó auge nuevamente, aunque no siempre se practicaban la
muerte y el abandono directos. Muchos recién nacidos no deseados eran
abandonados en la columna Lactaria, a donde el Estado enviaba nodrizas
para alimentarlos y salvarlos; aunque incluso en esas circunstancias el tra-
tamiento que les era impartido era miserable. A muchos se les mutilaba a

personas con discapacidad en aquellos tiempos. El período es demasiado dilatado y la historia


bastante negligente en su registro de la vida y costumbres del vulgo.
52
DIONISIO DE HALICARNASO, Historia antigua de Roma: Libros IV—VI, traducción y
notas de Almudena Alonso y Carmen Seco, Gredos, Madrid, 1984, 2.15.1-2.
53
Ídem.
54
Cfr. SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 25.

49
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

fin de aumentar su rentabilidad como mendigos. Este hecho era debatido


entre los intelectuales, pero el debate culminaba en el convencimiento de
que los niños abandonados y rescatados eran en esencia esclavos, por lo
que ningún mal se perpetuaba contra el Estado. Los filósofos lo justificaban
aduciendo que era mejor que dejarlos morir.55

La Ley de las Doce Tablas, que probablemente data de este período,


instruye a los paterfamilias a matar rápidamente a un niño recién nacido
deforme.56 Ello parecería indicar que el paterfamilias no necesitaba pedir
autorización a testigos antes de llevar a cabo el acto. De todas maneras,
no existen indicios respecto de la persecución a padres que hubieren per-
mitido vivir a hijos defectuosos, y además sabemos que de hecho algunos
hijos con diversidad funcional congénita han sido criados, como pasó en el
mundo griego.57

1.1.3) Medios de subsistencia

Probablemente, el mundo del entretenimiento proveyó en la antigüedad


la forma más lucrativa para las personas con discapacidad como objeto de
burla grotesca. Aunque con ciertas excepciones: las pocas opciones que
tenían las personas ciegas incluían la posibilidad de ser profetas, poetas o
músicos. Por otro lado, no olvÍdemos que en el mundo antiguo el trabajo
no podía considerarse una virtud. El ideal humano de la Antigüedad era el
individuo como miembro de la polis del Estado, como un ciudadano absorbido
por la vida social, política o cultural, y no por el trabajo físico.58

55
Ídem.
56
“Habiendo sido muerto inmediatamente, como lo hubiera sido un niño extraordinariamente
deforme en virtud de las XII Tablas”; Ley de las XII Tablas, Estudio preliminar, traducción y
observaciones de César Rascón García y José María García González, Tecnos, Madrid, 1993,
Tabla IV, 1, p. 9
57
GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit, p. 17.
58
Vid. MONTORO MARTÍNEZ, J., Los ciegos en la historia, op. cit.

50
Aproximación histórica

Hacia el siglo II d. C., en Roma la práctica del infanticidio disminuyó


hasta ser abolida. Adriano (117-138 d.C.) condenó al exilio a un padre que
había matado a su hijo y procuró que los padres cuidasen de sus hijos
en lugar de exponerlos a sufrimientos.59 Sin embargo, para aquellas épo-
cas los gustos romanos habían degenerado hasta el punto de que cual-
quier persona deforme o deficiente era motivo de burla y diversión por
parte de su familia. De este modo, los estratos más altos de la sociedad ro-
mana se saturaron de tal modo que llegaron a enamorarse de la deformidad.
A juicio de Garland esa moda por coleccionar este tipo de personas también
fue promovida por la creencia de que algunas de ellas eran dotadas con
poderes sobrenaturales, o también eran utilizadas como amuletos para la
suerte.60 Por otro lado, existía un perverso e inagotable apetito por lo exótico
y lo bizarro, que inducía a los emperadores y a poderosos romanos a pagar
precios exorbitantes por aquellas monstruosidades humanas. 61

La frecuente mención sobre esclavos deformes en la literatura latina es


un testimonio de su popularidad. Parece que ninguna familia distinguida era
completa sin una abundante servidumbre de enanos, mudos, jorobados;
quienes tenían la función principal de ser degradados y humillados a fin de
proveer entretenimiento en fiestas, cenas u otro tipo de ocasiones festivas.62
No obstante, sostiene Scheerenberger que dicha moda tuvo sus detractores
intelectuales. Séneca puede presentar una visión ilustrativa en este sentido.
Si bien el filósofo no ha abordado el tema de la discapacidad en forma di-

59
SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 26.
60
GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 34.
61
Sostiene Garland que la predilección imperial por los monstruos seguramente refleja el
hastío de los miembros del imperio y el encogido mundo del emperador, lo que les hacia buscar
algo exótico que les aliviara del tal aburrimiento. Por otro lado, en determinadas circunstancias
también el emperador encontraba una justificación en su propia deformidad o anormalidad
apelando a la creencia de que era una señal de fuerza. El Emperador Augusto estaba cubierto
de manchas en la piel, y ello se explicaba alegando que las mismas eran proporcionales en
número a la constelación de Osa Mayor. Ídem
62
Cfr. SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 26.

51
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

recta, pareciera que — a pesar de que su visión sobre la misma no fuera


muy halagadora— no encontraba diversión en dicha condición:

“Ya sabes que en mi casa ha permanecido como una carga hereditaria


Herpastes, aquella mujer fatua que mi mujer tenía. Yo siento en verdad gran
aversión hacia este tipo de persona calamitosa; pero cuando me quiero
divertir con un fatuo, no he de andar muy lejos: me río de mí mismo. Esta
mujer fatua perdió súbitamente la vista, y te contaré una cosa increíble,
pero bien cierta: ignora que está ciega, y, a menudo, ruega a su guía que
cambien de estancia porque la encuentra oscura. Esto que nos hace reír
en ella, es menester que te conste claramente, es lo que sucede a todos
nosotros: nadie se conoce que es avaro, nadie que es concupiscente. Y,
con todo, los ciegos piden una guía y nosotros vamos errantes sin ninguna
mientras andamos diciendo: yo no soy ambicioso, pero en Roma no se
puede vivir de otra manera; yo no soy malbaratador, pero la vida de ciudad
exige grandes dispendios.”

De lo anterior puede deducirse que Séneca, por un lado no trataba de


disimular su aversión hacia la diversidad funcional; pero por otro parece que
al filósofo estoico no le convencía que la misma fuera objeto de burla.63 No
obstante era esa la costumbre, y el método de subsistencia imperante para
las personas con discapacidad por aquellos tiempos.

1.1.4) Respuestas sociales

Sostiene Garland que, en términos generales, las personas con discapa-


cidad que pudieran sobrevivir en la antigüedad eran objeto de un tratamiento
cruel, y de persecuciones con resultados que llegaron hasta la muerte.64 La

63
Vid. SÉNECA, L. A., Cartas morales a Lucilio, Introducción de Eduardo Sierra Valentí,
Planeta, Barcelona, 1985, De la Amistad, Carta XLVIII, p. 112.
64
Destaca el autor citado que el Emperador Claudio dictó un edicto declarando que los
esclavos con discapacidad debían ser abandonados en vez de quitárseles la vida; por lo que

52
Aproximación histórica

necesidad psicológica de personalizar el miedo evocada por alguna crisis,


fue institucionalizada a través de una práctica, consistente en seleccionar a
una víctima como depositaria, en la creencia de que los males en circulación
que asediaban la comunidad se depositaban en ella 65.

Por otro lado, como se destacado anteriormente, los ideales de la anti-


güedad respecto de las condiciones modelo de los ciudadanos conllevaba
una mirada de mucho menosprecio hacia la diversidad funcional. No obstante,
ello podía presentar algunas excepciones. Podría afirmarse que las clases
sociales eran un factor importante en la determinación de la incidencia de
la diversidad funcional en el destino de la persona.66 Un claro exponente
de ello fue el Emperador Claudio (10-54 d.C.) en la cultura romana, quien
llegó a ocupar el puesto mas alto de su civilización. En su obra Los doce
Césares, Cayo Suetonio lo describe de la siguiente manera: “cuando mar-
chaba, sus inseguras piernas se doblaban frecuentemente; en sus juegos,
así como en los actos más graves de su vida, mostraba varios defectos
naturales...”. Comenta Garland que Claudio era considerado un deforme y
tratado como ta. Su propia madre —Antonia— se refería frecuentemente a
él como “una caricatura de hombre”.67 Sin embargo, a pesar de la falta de
apoyo y de contención familiar, y de las circunstancias tan adversas que
lo acompañaron, Claudio llegó a ocupar el puesto más encumbrado de su
civilización. Aunque, desde luego, ello fue excepcional.

se inclina a pensar que el hecho de matarlos era una práctica habitual. Vid. GARLAND, R.,
The eye of the beholder, op. cit., p. 39.
65
Ídem, p. 40.
66
Es esta una característica que —como se verá— se encuentra en todos lo modelos a
desarrollar y que se podría considerar una constante histórica.
67
Cfr. GARLAND, R., The eye of the beholder, op. cit., p. 41.

53
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

1.2) Submodelo de Marginación

“El agua apaga la ardiente llama y la limosna expía los


pecados”.
Eclo, 3,33

La característica principal presente en este submodelo es la exclusión,


ya sea como consecuencia de subestimar a las personas con discapacidad
y considerarlas objeto de compasión, o como consecuencia del temor o el
rechazo por considerarlas objeto de maleficios o la advertencia de un peligro
inminente. Es decir, que —ya sea por menosprecio ya sea por miedo—, la
exclusión parece ser la mejor solución y la respuesta social que genera
mayor tranquilidad.

A diferencia del submodelo eugenésico, ya no se comente infanticidio,


aunque gran parte de los niños y niñas con discapacidad mueren como
consecuencia de omisiones —ya sea por falta de interés y recursos, o por
invocarse la fe como único medio de salvación—. En cuanto a quienes
subsisten o a los mayores, la apelación a la caridad, el ejercicio de la men-
dicidad y ser objeto de diversión son los medios de subsistencia obligados.
De igual modo que en el submodelo de extermino, la diversidad funcional
tiene un provecho: ser centro de diversión.

Aunque muchas de las características definitorias de este submodelo


son una constante histórica, un ejemplo que puede resultar ilustrativo puede
encontrarse en el tratamiento brindado a las personas con discapacidad du-
rante la Edad Media. Si bien las explicaciones religiosas medievales fueran
diferentes de las alegadas por los antiguos, e incluso dentro del cristianismo
se presentaran de manera fluctuante —el poder de Dios o la consecuencia
del pecado original— o como obra del diablo desde la creencia supersticiosa;
el hecho de considerar a la diversidad funcional como una situación inmo-
dificable originaba que la misma debiera ser aceptada con resignación. Los

54
Aproximación histórica

encargados de diagnosticar diferencialmente si un comportamiento extraño


era un proceso natural o uno diabólico eran el médico y el sacerdote, aunque
no olvÍdemos que —como sostiene Aguado Díaz— en muchas ocasiones el
peritaje médico se encontraba supeditado a la lógica teológica.68

En el siglo IV d. C., como consecuencia de la influencia del cristianismo,


se promulgaron edictos contra el infanticidio y la venta de niños como es-
clavos.69 Destaca Sendrail que, por diversas razones, el cristianismo habría
de influir enormemente en las actitudes adoptadas frente a los niños, los
disminuidos y los enfermos. Jesús se acerca a ellos, obsesionado por sus
lamentaciones. Parece hacer de los paralíticos, los lisiados, los ciegos, los
sordomudos, los leprosos, su compañía de elección.70 En el texto de José
donde relata la curación de un ciego, la respuesta de Jesús a la pregunta
sobre “¿quién ha pecado para que este hombre esté ciego, él o sus pa-
dres?”: éste responde: “Ni él ni sus padres; es para que se manifiesten en
él las obras de Dios”.71 De este modo, el cristianismo asigna a la diversidad
funcional una finalidad divina, y proporciona una prueba llevando a cabo
una curación instantánea por medio de la cual se manifiesta el poder y la
misericordia de su Padre 72.

El cristianismo se dio a la vez la misión de curar los tormentos físicos


y de perdonar los pecados para manifestar que había recibido poder sobre

68
Ibídem.
69
En cuanto a los primeros, destaca AGUADO DÍAZ, A., Historia de las deficiencias, op. cit.,
p. 55 y ss, que los padres de la Iglesia denuncian el infanticidio y el aborto y consideran que
hasta los no nacidos tienen alma. Por lo que respecta a los segundos, el Concilio de Ancira
(314) prohíbe de por vida la entrada en el templo a la mujer que haya dado muerte a su hijo;
el de Nicea (325) decreta el hospedaje en cada comunidad de enfermos, pobres y vagabundos
(hospedajes que en algunos casos se convierten en asilos para niños); el de Vaisón (442)
dispone refugio en el templo durante diez días para todo niño abandonado.
70
Vid. SENDRAIL, M., Historia cultural de la enfermedad, Traducción de Clara Janés, Espasa-
Calpe, Madrid, 1983, p. 173 y ss.
71
Edición castellana de 1967 de la Biblia de Jerusalén (Juan, 9:1-3).
72
“Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. El les dijo: «Me puso
barro sobre los ojos, me lavé y veo.»” Ídem, (Juan, 9:9-15).

55
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

todas las formas del mal. Sin embargo, y a pesar de lo relatado, desta-
ca Scheerenberger una doble influencia del cristianismo hacia direcciones
contrapuestas: dulzura—amor frente a posesión demoníaca. Por un lado, la
dulzura—amor que propicia el tratamiento humanitario.73 Pero por otro lado,
también se aplican prácticas crueles, siendo la posesión demoníaca la más
brutal de todas ellas: la misma Iglesia que potencia los hospitales y asilos,
traerá las hogueras de la Inquisición.74

En este punto procede, una vez más, analizar las respuestas sociales dis-
pensadas a las personas con discapacidad, desde la asunción del presente
modelo tomando como marco de referencia, los cuatro ámbitos propuestos
como metodología analítica en el presente trabajo.

1.2.1) Noción de persona con discapacidad

A diferencia de la sociedad antigua, en la que se prescindía de las


personas con discapacidad, en la Edad Media ocupaban un sitio: el de los
marginados. Como es sabido, en aquellos tiempos no existía como en la
actualidad una conciencia respecto del término discapacidad, ni eran las
personas clasificadas o calificadas según este parámetro. En consecuencia,
se podría afirmar que las personas con discapacidad se encontraban en el
mundo medieval incluidas dentro del grupo de pobres y mendigos.75 Ahora
bien, las reflexiones esbozadas por una variedad de autores respecto de la

73
Aunque ello tenga mucho de caridad y paternalismo, lo que tiende a perpetuar la situa-
ción de partida, dado que no potencian al sujeto, sino que se lo sigue considerando un ser
inferior.
74
SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 33.
75
Lo afirmado no elude la consideración de que también en este submodelo la pertenencia
a una clase social acomodada determinaba en gran medida el destino de la persona afectada
por diversidad funcional. Al menos no debía apelar a la caridad pública, sino a la de su familia.
El hecho de no tener que mendigar ni someterse a tratos degradantes del estilo proporcionaba
a la persona con discapacidad la posibilidad de no integrar el grupo de marginados, el cual se
definía básicamente por la carencia de medios elementales para la supervivencia.

56
Aproximación histórica

ubicación de los mendigos en la sociedad medieval nos llevan a advertir que


aquellos desempeñaban un papel social determinado; que se encontraban de
algún modo insertos en el cuadro de la división social de las ocupaciones,
y que participaban en las formas organizativas de la vida corporativa.76 Por
ello, autores como Geremek, sostienen que la marginación a la que se en-
contraban expuestos ciertos colectivos —y entre ellos se entiende debería
incluirse a quienes hoy son consideradas personas con discapacidad— era
una marginación necesaria y de sostén dentro del conjunto social. Según
el autor mencionado, si hay que reconocer que el proceso de marginación
se fundamenta en la exclusión de los vínculos sociales, o bien en su es-
pontáneo abandono, en la pérdida de sitio en la división del trabajo o en
la distribución de los papeles sociales, entonces resulta difícil considerar a
los mendigos personas del todo marginadas. Ellos resultaban necesarios
por cuanto ofrecían la posibilidad de testimoniar la caridad, se encontraban
organizados y estabilizados, y vivían en el respeto a las normas de la con-
vivencia social.77

En similar sentido, afirma Maravall que en la Edad Media el pobre ocupa


un puesto central y necesario, que complementa de manera imprescindible al
puesto del rico. La carencia de bienes o de salud eran consideradas como
una ley natural. El pobre, entonces, era una pieza elemental en el orden
natural, conforme al cual debían encontrarse constituidas las sociedades
humanas.78 Siendo en consecuencia una de las manifestaciones de la ley

76
Vid. GEREMEK, B., La Piedad y la Horca. Historia de la miseria y de la caridad en Europa,
Versión española de Juan Antonio Matesanz, Alianza, Madrid, 1989, p. 60 y ss.
77
Vid. GEREMEK, B., El marginado, en El hombre medieval, LE GOFF, J., Y OTROS,
Traducción de Julio Martínez Mesanza, Alianza, Madrid, 1990, p. 383. Destaca el autor que la
ambivalencia de actitud hacia los mendigos y la pobreza —entre la condena de un modo de vida
y el elogio de las virtudes de la renuncia— se puede rastrear ya en los escritos de los Padres
de la Iglesia, pero en la sociedad medieval prevalece la aceptación del papel funcional de los
mendigos, aunque siempre en la medida de que no comprometiesen el equilibrio existente.
78
MARAVALL, J. A., Pobres y pobreza del medioevo a la primera modernidad, Trabajo pu-
blicado en la Revista “Cuadernos Hispanoamericanos”, Madrid, enero-febrero, 1981.

57
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

natural, venía a ser una participación en el sistema de la ley eterna o divina;


toda ley natural lo era, por lo que en definitiva la pobreza, la enfermedad
y las diversidades funcionales también lo serían.79 Sin embargo, apunta
Geremek, que, a aquellos que sufrían, se les debía conceder alguna com-
pensación que les paralizara sin amenazar el orden. Por dicha causa, se
repetía insistentemente al rico la obligación en que se encontraba respecto
del sistema, y en cuyo vértice se situaba a Dios, de cumplir con sus cargas
relativas a la ayuda debida a los pobres y desvalidos.80

1.2.2) Niños y niñas con discapacidad

A diferencia de lo que acontecía en la antigüedad, en la Edad Media dejó


de practicarse el infanticidio. Sin embargo, a pesar de que los valores cris-
tianos inculcaron el respeto hacia la vida de cualquier ser humano, muchos
niños sin recursos económicos morían por falta de la atención más básica.
Ello como consecuencia de la falta de medios económicos por un lado, y por
otro por la falta de utilización de medios técnicos, es decir de herramientas
médicas que muchas veces eran suplantadas invocándose la fe. Ahora bien,
a esa situación penosa que generaba que muchos niños muriesen— aunque
como regla general ya no como consecuencia de acciones, sino de omisio-
nes— debe sumársele las circunstancias a las que se enfrentaban muchos
niños que sobrevivían. Relata Aguado Diaz que la economía agrícola, junto

79
Ídem, p. 5, el autor sostiene que este reconocimiento de la necesidad de los pobres y
de la pobreza en la sociedad medieval se tradujo en la sublimación teológico-moral y política
de una situación real dada. Con su planteamiento escatológico, ligada a la ley eterna o ley de
Dios y al Evangelio o ley de Jesucristo, la pobreza se reveló como un resistente pilar en el
que se apoyaba la estructura económico-social de la sociedad tradicional.
80
Sin embargo, como se verá más adelante, durante el período de Baja Edad Media las
violentas crisis sociales, al causar empobrecimiento, generaron una transformación en las re-
laciones con las personas con discapacidad, como por ejemplo el cambio que se produjo en
la doctrina acerca de la pobreza en el siglo XIII, que es la causa de la difusión de actitudes
represivas y marginadoras respecto de las personas que mendigaban en general, y de las
personas con discapacidad en particular.

58
Aproximación histórica

con la elevada tasa de mortalidad y la acusada necesidad de mano de obra,


determinaron que no se practicara el infanticidio y que se recomendase de-
jar en las Iglesias a los hijos no deseados. En este contexto, Carlomagno
(742-814) decretó que los niños abandonados serían esclavos de quien los
encontrase.81 Así, miles de niños fueron vendidos como esclavos por sus
empobrecidos padres durante este oscuro período. Y no solo vendían a sus
propios hijos y exponían a los pequeños con fines de mendicidad, sino que
además raptaban a hijos de familias acomodadas con dicho fin.82

Los miembros del clero contribuyeron a paliar aquellas miserables cir-


cunstancias, comprando niños a fin de ponerlos al servicio de la Iglesia.
Finalmente, un Concilio celebrado en Rouen en el siglo VIII convocó a las
mujeres que dieran a luz hijos en secreto a que los dejaran en la Iglesia,
donde serían atendidos.83 A partir de esta medida, se fueron creados nume-
rosos asilos y orfanatos a los que iban a parar muchos niñas y niños con
discapacidad, considerados inocentes e hijos del Señor. Lamentablemente,
dichas instituciones se limitaban a prestar la asistencia más elemental, por
lo que muchos de los niños afectados por diversidades funcionales no so-
brevivían.84

Por otro lado, como se comentará con mayor detenimiento más adelante,
el destino de muchos niños durante esta etapa sería el de ocupar un sitio
entre los mendigos. La mendicidad llegaría a convertirse en una especie de
práctica profesional, y los niñas y niños con discapacidad serían utilizados
como objeto motivador de caridad, en mayor medida que cualquier otro men-
digo. De este modo, no solo los niñas y niños con discapacidad congénitas
que sobrevivieran ni los que las adquiriesen con posterioridad por accidente

81
Vid. AGUADO DÍAZ, A., Historia de las deficiencias, op. cit., p. 59.
82
El negocio de comprar niñas y niños con el objetivo de deformarlos se generalizó por toda
Europa, principalmente en Inglaterra, donde los compraniños fueron muy perseguidos por las
autoridades. Vid. MONTORO MARTÍNEZ, J., Los ciegos en la historia, op. cit., p. 485.
83
Vid. GEREMEK, B., La Piedad y la Horca, op. cit., p. 180.
84
Vid. SCHEERENBERGER, R. C., Historia del retraso mental, op. cit., p. 44 y ss.

59
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

o enfermedad serían objeto de esta práctica, sino que en muchos casos se


recurriría a mutilar a niños exclusivamente con dichos fines

1.2.3) Medios de subsistencia

Como se ha mencionado con antelación, durante la Alta Edad Media,


aquellos niños y niñas que sobrevivían y llegaban a mayores, debían apelar
a la mendicidad y el asilo de la Iglesia, las que prácticamente se convirtieron
en sus únicas posibilidades de subsistencia. Por una parte la formalización
de las limosnas, y por otra la profesionalización del estatus del mendigo,
introdujeron un tipo particular de equilibrio en la función de la miseria den-
tro de la sociedad. De este modo, una multitud de desgraciados que solo
ocasionalmente llegaban a las distribuciones importantes de las dádivas, se
mantenían en una frontera incierta entre la miseria y el trabajo.85

En el aspecto exterior del mendigo el cuerpo tenía un papel fundamen-


tal. Las técnicas de la mendicidad profesional implicaban, ante todo, saber
exponer los defectos o enfermedades. La idoneidad para ejercer de mendigo
derivaba entonces en primer lugar de las deformidades físicas, y por consi-
guiente, exhibirlas servia para legitimar esta actividad y generar compasión
con la mayor eficacia.86 Describe Geremek que la consideración de la propia
deformidad como medio técnico de profesión se encuentra manifestada en
la popularidad de un motivo recurrente en la literatura medieval: el enfermo
milagrosamente curado contra su voluntad. Destaca el autor de qué modo
en la literatura de la época encontramos una auténtica apología de la vida
de los mendigos: “pueden dormir cuando quieren; siempre tienen de beber
y de comer y si por casualidad tuvieran que someterse a una curación em-
pezarían para ellos los problemas”.87

85
Vid. GEREMEK, B., La Piedad y la Horca, op. cit., p. 60.
86
Ídem, p. 58.
87
Ibídem.

60
Aproximación histórica

Al mismo tiempo, no es difícil imaginar que de la especificidad de su


oficio derivase cierta ambivalencia de estatus social. Las técnicas de la pro-
fesión mendicante se basaban en la exhibición de los signos exteriores de la
invalidez, de la enfermedad o de la indigencia como medio para solicitar la
caridad. La línea divisoria entre la ostentación de una invalidez auténtica o
de una aparente era muy resbaladiza: el engaño o la sospecha del engaño
acompañaban de manera inevitable a la profesión del mendigo; y la difusión
de las noticias sobre prácticas artificiosas determinaba el debilitamiento de
los sentimientos de caridad hacia ellos.88

Sin embargo, más allá de la condición de mendigos, existía otra posibili-


dad: las personas con discapacidad fueron igualmente objeto de diversión y de
ridículo durante el período medieval. Muchas ejercían el oficio de bufones, di-
virtiendo con sus muecas a los habitantes de los castillos, es decir, dedicadas
a las mismas ocupaciones que habían desempeñado sus predecesores, con
las pequeñas variantes que imponían las circunstancias y la época. Cualquier
anomalía servía de motivo de diversión. Casi ninguna de sus actividades se
hallaba libre de la picaresca, que alcanzaba desde los rezadores a domicilio
hasta los bardos invidentes y juglares, que llevaban de aldea en aldea y de
castillo en castillo los cantares de amor y de guerra.89 Por lo que —de igual
modo que en el submodelo eugenésico— la diversidad funcional tenía un
provecho: ser centro de diversión. No obstante, la característica más relevante
se configuraba a través del prototipo objeto de caridad y sujeto de tutela que
impregnaba el trato impartido: esto es, la práctica de la mendicidad.

1.2.4) Respuestas sociales

Desde los primeros tiempos, la Edad Media adoptó una actitud completa-
mente diferente a la del mundo antiguo en lo relativo al trabajo y a la riqueza.

Ibídem.
88

Como en toda época, los ciegos entretenían con su música y cantares, Vid. al respecto:
89

MONTORO MARTÍNEZ, J., Los ciegos en la historia, op. cit., p. 460.

61
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

En una sociedad de pequeños productores el trabajo no podía considerarse


una ocupación vergonzosa. Por lo tanto, el hecho de que las personas con
discapacidad no tuvieran cabida en el campo laboral incidía negativamente
en aras de una actitud de menosprecio y marginación social. Por otro lado,
en esta época de grandes pestes, el temor al contagio invadía a la población,
lo que repercutiría de manera muy negativa en el tratamiento impartido.90

En este contexto, las personas con discapacidad fueron objeto de un


doble tratamiento. Por un lado del trato humanitario y misericordioso que
inculcaba la caridad cristiana, y por otro de un tratamiento cruel y marginador,
originado como consecuencia del miedo y el rechazo. Cualquiera de estas
dos consideraciones tenía el mismo resultado: la exclusión. Como describe
Johan Huizinga, la Edad Media solo conoce dos extremos: la plenitud del
castigo cruel o la gracia. 91 En este período no existe mayor diferencia que
aquella que reina en el universo de quienes viven al margen, siendo la exclu-
sión lo que les agrupa bajo un mismo perfil.92 La marginación —entonces—
puede ser tanto la consecuencia de la caridad como del rechazo.

Como ejemplo ilustrativo de la primera —exclusión y caridad— puede


ser útil pensar en la Alta Edad Media:

En un mundo atormentado, maltratado por dentro y presionado desde


fuera como el medieval de los siglos V al X, resulta lógico que la única ley
que se aplicara fuera la del más fuerte, tanto física como militarmente.93
Los más débiles se encomendaban a los más poderosos, y la esclavitud y

90
Vid. GURIÉVICH, A., Las categorías de la cultura medieval, presentación de Georges
Duby, Versión castellana de Helena Kriúkova y Vicente Cazcarra, Taurus Humanidades, Madrid,
1990, p. 242 y ss.
91
Vid. HUIZINGA, J., El otoño de la Edad Media, Versión española de José Gaos, Alianza,
Madrid, 1988, p. 37.
92
La más manifiesta exclusión se dio para el más peligroso y miserable de todos: el leproso.
Vid. LE GOFF, J. Y OTROS, El hombre medieval, op. cit., p. 34.
93
Vid BRAUDEL, F. Las civilizaciones actuales. Estudio de historia económica y social,
Tecnos, Madrid,1966, p. 277.

62
Aproximación histórica

la servidumbre identificaban a las masas campesinas. La mayor parte de la


población trabajaba en los campos, y el miedo y la superstición se encon-
traban presentes, a la orden del día.94

¿Qué destino podían tener las personas con discapacidad en aquellas


épocas? Quizás ninguno más alentador que el apelar a la mendicidad y
así convertirse en un medio para que los de mejor situación salvaran sus
remordimientos. De este modo, durante la Alta Edad Media la marginación
fue consecuencia de la caridad, que como se ha comentado, se plasmó de
manera profunda mediante la práctica de la mendicidad.

Sin embargo, diferente fue el tratamiento recibido por las personas con
discapacidad durante la Baja Edad Media, donde la marginación fue el re-
sultado nefasto de la exclusión y de la persecución:

Como consecuencia de las invasiones, las frecuentes guerras y las gran-


des epÍdemias, en estos tiempos aumentó considerablemente el número
de personas enfermas y de personas con discapacidad. Esta época de
cruzada, de canciones de gesta, y de catedrales, fue también la época de
las grandes enfermedades colectivas, de las pandemias: la época de las
pestes.95 Desde la Alta Edad Media, la desmembración feudal, las dificulta-
des de los cambios de una sociedad todavía estable, cerrada y sobre todo
rural, habían dificultado la extensión de epÍdemias a grandes distancias.
Pero, como relata Marcel Sendrail, el crecimiento demográfico de los siglos
XII y XIII y el desarrollo urbano, la afluencia creciente a las grandes ferias
y la multiplicación de corrientes comerciales y las navegaciones de altura,
abrían los mas amplios caminos a los gérmenes pestilentes, y los dirigían
hacia un continente preservado hasta entonces, al menos en una gran
proporción.96

94
Ídem.
95
Vid. LOPEZ PIÑERO, J.M., Medicina, Historia, Sociedad. Antología de clásicos médicos,
Ariel, Barcelona, 1973, p. 75 y ss.
96
SENDRAIL, M., Historia cultural de la enfermedad, op. cit., p. 226.

63
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

Fue entonces cuando la muerte negra se abalanzó sobre Europa, arras-


trando indistintamente a las personas, sin prestar atención en que éstas
fueran reyes, eclesiásticos o mendigos. La desaparición de un gran número
de familias aristocráticas provocó una remodelación del personal dirigente
y la carencia de poderes locales incrementó la autoridad de las grandes
monarquías centralizadoras.97 La peste negra no solo abrió un camino de
decadencia demográfica y de crisis económica, sino que determinó un cam-
bio en las estructuras e injirió en el nacimiento de una nueva sociedad, en
la que las legiones de mendigos llegaron a constituir una amenaza social,
entre otras cosas por la identificación entre mendicidad y contagio.98 En este
momento, comenzaron a descargarse sobre ellos acusaciones de brujería y
de posesión de artes diabólicas.99

Durante la Inquisición se produjo un cambio sustancial que supuso la


culminación de la llamada tradición demonológica, cuyo auge sitúa Foucault
hacia fines del medioevo y principios del renacimiento, 100 y en el que las
personas con discapacidad pasaron a ser consideradas hijas del pecado y
obra del demonio. El espíritu colectivo, y el pensamiento social de la Europa

97
LÓPEZ PIÑERO, J.M., La medicina en el historia, Salvat, Barcelona, 1981, p. 27.
98
Ídem. Destaca el autor que en 1349 Eduardo III promulgó en Inglaterra el Statute of
Labourers, mediante el cual se perseguía erradicar la pobreza, contratando obligatoriamen-
te a vagabundos, mendigos, ancianos o niños. Estos debían aceptar a todo propietario que
quisiera emplearlos. Por otro lado, y a efectos de que el plan propuesto diera buen resultado,
se prohibía terminantemente dar limosna. Los castigos a los que se encontraban expuestos
los mendigos oscilaban desde la mutilación de la nariz y las orejas hasta la condena a las
galeras o la horca.
99
Estas fueron las causas por las cuales durante este período varía la concepción y el juicio
sobre la pobreza, particularmente entre los eclesiásticos, quienes pasaron a considerarla resul-
tado del pecado y de la degradación del hombre. Dios había querido la división de los hombres
entre poderosos y débiles, ricos y pobres, sanos y afectados por enfermedad o deficiencias. La
limosna era un deber, pero destinado a salvar a quien daba; ya que no se demandaba amor o
compasión hacia el desvalido, y menos aún se reflexionaba sobre su dignidad. En consecuencia,
el destino de muchas personas con discapacidad era apelar al deseo de la propia salvación
del poderoso a través de la limosna.
100
FOUCAULT, M., Historia de la locura en la época clásica, Tomo I, Fondo de Cultura
Económica, Madrid, 1997.

64
Aproximación histórica

de aquellos tiempos se encontraban, en mayor o menor medida, dominados


por la superstición. Una lamentable intransigencia comenzaría a caracterizar
los actos de gobierno, inspirados —y a veces suplantados— por el Tribunal
de la Inquisición. Relata Aguado Diaz cómo esa fe deformada fue invadiendo
todos los aspectos de la cultura de la época, hasta infiltrarse en el criterio
médico, influyendo de manera poderosa sobre los parámetros relativos a la
enfermedad mental. La creencia en el diablo sirvió de base a esa influencia
supersticiosa y las enfermedades pasaron a ser consideradas como prue-
bas o castigos enviados por Dios. Y como las enfermedades mentales se
presentaban con caracteres tan extraordinarios y fantásticos para el pueblo
atemorizado por esa superstición, se le asignaba el significado de una in-
fluencia diabólica.101

De este modo, las personas con discapacidad —más específicamente las


personas con discapacidades psíquicas— dejaron de ser inocentes del Señor
para pasar a ser fruto del pecado y del demonio.102 Ellas eran la prueba
viviente de la existencia de Satanás y de su poder sobre los hombres. Así,
el concepto de pecado y la idea de posesión diabólica se institucionalizaron
y se convirtieron en la ideología dominante. Se puede citar como máximo
exponente de esta ideología al Malleus Maleficarum, el cual establecía que
cuando el paciente no encontrara alivio en los medicamentos, sino que más
bien empeorara con ellos, la enfermedad era producto del demonio. De este
modo, se pensaba que los niñas y niños con discapacidad manifiesta habían
suplantado subrepticiamente a otros al nacer y que eran los sustitutos del
diablo. Esto también se declaraba en el Malleus Maleficarum: esos niños eran
el producto de las prácticas de brujería y hechicería de sus madres.103

101
AGUADO DÍAZ, A., Historia de las deficiencias, op. cit., p. 60.
102
Ídem.
103
Ibídem. Relata el autor que —escrito por los monjes dominicos alemanes Sprenger y
Kraemer en 1487—, El martillo de las brujas es una enciclopedia cruel sobre brujería, sobre
la forma de aprehender a las brujas y los procedimientos para examinarlas por medio de tor-
turas. Identificaba brujería con herejía y también brujería con enfermedad mental, muchos de

65
El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad

Debe aclarase que, si bien ningún ser humano física o mentalmente dife-
rente de la norma se escapaba de la acusación de brujería, a las personas
con discapacidad intelectuales y a las denominadas loco no alborotadores se
les permitía vagar en libertad. En este contexto, se consideraba que existía
la buena y la mala locura medieval, por lo que se trataba de personajes
sociales a sanar o a segregar. 104

2) EL MODELO REHABILITADOR

“Ninguno hay tan inválido a quien le falten las fuerzas en


absoluto para hacer algo”
JUAN LUIS VIVES

Las características o presupuestos fundamentales del modelo que se


denominará rehabilitador son dos. En primer lugar, las causas que se ale-
gan para justificar la discapacidad ya no son religiosas, sino que pasan a
ser científicas. En este modelo ya no se habla de dios o diablo, divino o
maligno, sino que se alude a la diversidad funcional en términos de salud
o enfermedad. En segundo lugar, las personas con discapacidad ya no
son consideradas inútiles respecto de las necesidades de la comunidad,
sino que ahora se entiende que pueden tener algo que aportar, aunque
—como se verá— ello en la medida en que sean rehabilitadas o normaliza-
das. Desde la visión prevaleciente en este modelo, entonces, se considera
que la persona con discapacidad puede resultar de algún modo rentable a
la sociedad, pero dicha rentabilidad se encontrará supeditada a la rehabili-
tación o normalización —y, esto significa, en definitiva—, supeditarlo a que

cuyos síntomas la obra describe cuidadosamente. Este compendio fue la autoridad y guía de
la inquisición en su búsqueda de herejías y posesiones diabólicas
104
Ibídem, p. 64.

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