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GONZALO JAVIER SOTO VACA

HUMANISMO INTEGRAL I “B”

ENFOQUE PERSONALISTA SOBRE LA SEXUALIDAD

Dios es el autor de la sexualidad y del matrimonio y no podrá nunca ser perverso lo


que ha brotado de sus manos. Creemos que la sexualidad es buena, y, por tanto,
tenemos que hablar bien de ella, así como de la vida, del amor, del compromiso, de la
fidelidad, del pudor del cuerpo, de la castidad, diversa según las distintas
circunstancias de la vida, pero que siempre es amor, entrega y generosidad. Al revés
de la ideología de género, que cree que la libertad determina la naturaleza, para
nosotros la naturaleza se realiza en la libertad. Además, pensamos que existen unas
normas morales que tienen en Dios su último fundamento y realizan la conexión entre
la naturaleza humana y lo que debemos hacer para lograr nuestro desarrollo y
perfección personal. Ésta es nuestra línea de pensamiento que presupone la creencia
en la capacidad del ser humano para optar por el bien.

Es indiscutible que una de las decisiones más importantes de nuestra vida es que el
enfoque que demos a nuestra sexualidad, por los valores en ella implicados. Ello va a
tener gran importancia en nuestra manera de vivir.

Por supuesto que aunque dispongamos de la libertad psicológica, no estamos


dispensados del deber moral de buscar la verdad y de vivir conforme a sus exigencias,
pues toda la actividad humana que sea libre entra dentro del ámbito de la moralidad.
Los que creemos en un orden moral objetivo, y pensamos que el sentido de la vida es
la realización del mandamiento del amor, concebimos la educación sexual como una
enseñanza para vivir de una manera serena y seria los valores de la sexualidad,
preparándonos así para un amor responsable y fiel que será un aspecto esencial del
camino hacia la plena madurez personal. Quienes piensan así, creen en el valor de la
castidad y de la pureza, están abiertos al amor tanto en su dimensión humana como
sobrenatural, son limpios de corazón con la consiguiente apertura a los valores
espirituales y transcendentes y muchos de ellos logran encontrar pleno sentido a su
vida con su entrega generosa a los demás, ya sean los miembros de la propia familia,
ya sea en la castidad consagrada. Éstos, pero también los que quieren vivir un
matrimonio y una familia cristiana, tienen un ideal y han escogido un camino que no es
fácil, pero sí posible con la ayuda de la gracia de Dios.

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