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INTRODUCCIÓN
Los retos que desde hace décadas viene enfrentando el matrimonio y con ello la
familia van dirigidos en gran medida a la preocupación en relación al crecimiento
geométrico de la población contra el crecimiento aritmético de los recursos que
redundaría en determinado momento en que estos resulten insuficientes, nace
entonces como solución el concepto de la contracepción como método de planificación
familiar, que fue ampliamente difundido a principios del siglo XX por el movimiento
feminista, lo que le siguió fue un avance en la generación de químicos biológicos más
avanzados para impedir la concepción, tales como la píldora que fue de cierto modo un
detonante de la liberación sexual, otro movimiento social de los años 60’s que proponía
entre otras cosas que el ser humano tiene derecho a ejercer su sexualidad y evitar las
consecuencias que serían los hijos, idea incipiente que conduce a métodos
anticonceptivos más radicales que atentan contra la vida humana y que resultan
abortivos.
La vida matrimonial debe estar abierta ante todo a la vida, la sexualidad del
hombre es un ejercicio del amor y el amor hay que entenderlo como un don en donde
el regalo es la persona misma y su práctica correcta comunica la vida, es necesario por
tanto una apreciación más profunda del valor del amor como fin del matrimonio en
relación con la procreación, “Y puesto que, en el tentativo de justificar los métodos
artificiales del control de los nacimientos, muchos han apelado a las exigencias del
amor conyugal y de una "paternidad responsable", conviene precisar bien el verdadero
concepto de estas dos grandes realidades de la vida matrimonial” 2
“El amor conyugal es ante todo un amor plenamente humano, es decir, sensible
y espiritual al mismo tiempo”3, no es un simple instinto sino que es un acto de la
libertad del hombre que tiene el objeto de crecer y mantenerse a lo largo de la vida y
sin importar sus circunstancias, “es una forma singular de amistad personal con la cual
los cónyuges comparten todo de manera generosa dejando de lado el egoísmo, es fiel
y exclusivo hasta la muerte”3, asumiendo con ello las dificultades que la fidelidad
implica, porque nadie afirma que el camino sea fácil, pero sin duda es posible y
meritorio, “el amor conyugal es fecundo, es decir que no se agota en la comunión entre
los esposos sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas”3, desde
luego que demanda ciertas implicaciones si es nuestra intención ser fieles a su
2 HV nº 8.
3 HV nº 9
naturaleza, esta idea es de la que debemos partir al analizar el acto conyugal, que no
es otra cosa sino la expresión y confirmación de este amor, siempre y cuando se
respete su valor unitivo y procreativo, la anticoncepción por su parte controla los
mecanismos biológicos pero con ello priva al acto sexual de su verdad interior, dejando
de ser un acto de amor, por eso las relaciones extra matrimoniales y la anticoncepción
son gestos falsos.
CONCLUSIÓN