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Material clínico.

“B”

CONTEXTO SITUACIONAL.
Inicio tratamiento: Marzo 2018.
Finalización: Marzo 2019.
Ingresa a la Institución en octubre 2017 tras una medida de abrigo, medida de
protección excepcional de derechos, que tiene como objetivo brindar al niño, niña
o adolescente, un ámbito alternativo al grupo de convivencia cuando en éste se
encuentren amenazados o vulnerados sus derechos, hasta tanto se evalúe la
implementación de otras medidas.
Al momento de inicio del tratamiento B tiene 9 años. Tiene una hermanita de 1
año y medio (A), y otra hermanita de unos meses de edad (D).
 A ingresa a la Institución junto a ella.
 D (recientemente nacida) se encontraba en otra Institución, teniendo
vinculaciones cada mes. Hacia mitad de año ingresará a la misma Institución
junto a sus hermanas mayores.
Tiene otros hermanos por parte de la progenitora, cada uno viviendo junto a
su progenitor en otras provincias del país.

INGRESO A LA INSTITUCIÓN.
B ingresa luego de estar en situación de abandono, sola en la calle, junto a su
hermanita A. En aquel momento, su madre cursaba un embarazo de alto riesgo
que la llevó a estar internada en un hospital, a punto de dar a luz. Una vez nacida
D, firma documentación declarando que no se podría hacer cargo de ella.
B estando sola en una plaza junto a A, se acerca a un policía a pedirle ayuda
para salir de esa situación.
La primera medida tomada fue la indicación de búsqueda y el intento de
vinculación con la progenitora. Tras localizarla y conocer la situación de la
misma, la derivan a tratamiento psicológico por consumo problemático de
sustancias, indicación que no puede sostener y termina rechazando.
En un primer momento tras el ingreso de las niñas a la Institución, se acerca el
abuelo (pareja de la abuela materna), mostrándose muy interesado, muy
amoroso con las niñas. Su principal interés era el de vincularse con ellas, pero
al cabo de unos días no vuelve a tener contacto ni con la Institución, ni con las

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niñas. Esta situación es vivida por B con mucha angustia, quien expresa su
tristeza por la falta y pérdida de su abuelo. A lo largo de su terapia lo nombrará,
pedirá por él, reclamará verlo y dirá cuánto lo extraña en reiteradas ocasiones.
Otra de las medidas tomadas por la justicia buscó conectar con otros familiares
directos, quienes pudieran hacerse cargo de ellas. Pasados varios meses y sin
tener respuesta tanto de la progenitora como de otros familiares, teniendo en
cuenta la complejidad de la situación y viendo que no había adultos responsables
que les proporcionasen los cuidados necesarios ni que reclamasen su custodia,
la justicia, considerando las edades de las niñas, decide iniciar el proceso de
adoptabilidad de las tres hermanitas.

EN TERAPIA.
Inicia las sesiones de terapia en marzo 2018.
B se caracteriza por tener un claro registro de su situación. Cuando se habla de
estos temas con ella dice: “no quiero que me vuelvan a pasar ciertas cosas”.
Conoce acerca de la situación vivida, sufre por eso y lo expresa.
En su primera sesión llega muy alegre, luego de una pequeña presentación
sobre quién era yo y sobre ese espacio, y tras la invitación a que me contara algo
sobre ella, me cuenta sobre su fecha de cumpleaños, su edad, su colegio, a qué
grado va, qué le gusta hacer, de qué equipo es. Me cuenta que le gusta mucho
ver futbol, es de un equipo argentino muy conocido, se pone muy contenta
cuando su equipo gana, entonces le pregunto qué pasaba cuando pierde,
respondiendo: “Bueno, no se puede tener todo en la vida, yo por ejemplo si
quiero tener a mi familia no puedo tenerla, ingresé al hogar en octubre, al
principio mi abuelo habló con las directoras, los primeros 3 días, que me quería
ver, sobre mis vinculaciones. Después no atendió más. Y eso me puso muy triste.
Yo lo llamaba, le mandaba mensajes y audios y no atendía”.
En el consultorio suelo tener una caja con distintos materiales, desde juegos de
mesa, cartas, elementos con diferentes texturas, globos con diferentes rellenos
(harina, arroz, pelotitas de gel), plastilinas, una cartuchera con varios útiles, y
también algunas cosas para hacer manualidades, entre ellos: canutillos y
mostacillas de distintos tamaños, formas y colores.
Pregunta si podemos hacer pulseras. Acepto la propuesta y comenzamos a
enhebrar algunas mostacillas. Mostrándome la pulserita que había hecho, dice:

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“un día cuando ya no esté o cuando no pueda seguir viniendo, me voy a llevar
esto para tenerte de recuerdo”.
Continuamos haciendo pulseras por varias sesiones, ella pensaba a quién podía
regalarle una pulsera, qué colores podrían gustarle a sus amiguitas y la
confeccionaba. Mientras se dedicaba a enhebrar conversábamos de diferentes
temas: del cole, de cómo estuvo su semana, de qué equipo de futbol era tal o
cual amiga, sus compañeros y compañeras de cole y del hogar, entre otras
cosas.
En otras sesiones utilizábamos cartas o jugabamos al tuti-fruti.
El juego del tuti-fruti también se continuó sesión tras sesión, al llegar a su
próxima sesión preguntaba “¿seguimos jugando?”. Buscábamos las hojas que
teníamos de la semana anterior y continuábamos con el tuti-fruti. Si bien el juego
tenía cierto matiz de “competencia”, más que nada al momento de contabilizar la
cantidad de puntos obtenidos, cuando a una de las dos no se le ocurría una
palabra decía en voz alta “ay, no me sale una palabra con tal letra” y la otra
respondía en voz muy bajita, casi susurrando, como a escondidas, una palabra
para poder ayudarla.
Para mediados de julio se había decidido que la hermanita más chica, D, ingrese
junto a sus hermanas más grandes a la Institución. B había comentado dicha
situación en sesiones anteriores, y en la semana que ingresó D, lo volvió a
mencionar. Tras preguntarle cómo había sido ese día y ese reencuentro, cómo
se sentía ella con que D esté en la Institución, B comenta que si bien la bebé
ingresó al hogar, no se iba a quedar a vivir, luego de preguntarle cómo sería eso,
responde “porque se puede ir, podemos volver con mamá algún día”.
Para esa fecha era un pensamiento muy prevalente en B la idea de poder
regresar junto a su mamá. En varias ocasiones manifestó a los profesionales de
la Institución querer ir a buscarla porque estaba convencida que si la encontraba
podría hacerla cambiar de parecer, y podría hacer que vuelva a querer estar con
ella y sus hermanitas.
Unas sesiones después, comenzamos hablando de la música: “¿qué música
escuchás? ¿Cuál es tu canción favorita?”, me preguntó, le respondí que no tenía
canción favorita y que me gustaba todo tipo de música. Cuando le pregunté a
ella, qué música escucha y cuál es su canción favorita responde: “Vuelve”,
agrega “¿Podemos escuchar música acá?” Le digo: “sí, podemos”. Ponemos la

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canción desde mi celular y escuchamos, ella la canta en voz bajita, se sabe la
letra, dice que le encanta esa canción, un día la escuchó en un cumple y desde
ese momento le gustó.

Link de la canción: https://www.youtube.com/watch?v=6xeoNjqokRs

HACER UN TRATO.
El cumple de A se celebraba en julio, a fin de mes, justo ese día B tenía sesión
pero habíamos acordado que se tomaría el día libre para poder estar en el
festejo.
En medio del festejo se dieron cuenta que B no aparecía por ningún lado. Luego
de buscarla la encontraron en el patio interno de la Institución junto a otras niñas,
con las mochilas llenas con sus pertenencias, intentando salir del hogar. Este
episodio fue nombrado por la Institución como “intento de fuga”.
B muy enojada y alterada, sin querer ingresar a la casa para conversar, exigió
hablar con su jueza, la jueza que llevaba su expediente y todos los documentos
sobre las tres niñas y sus situaciones. Exigía que busquen a su mamá, ella
estaba convencida que el hogar le ocultaba información y sabía dónde se
encontraba la mujer. B imaginaba que era el hogar quien quería separarlas de
su mamá. Por tal motivo, quería hablar con la jueza y pedirle buscar a su mamá.
Junto a los profesionales de la Institución escribieron una nota dirigida a la Jueza,
donde se solicitaba su intervención, la firmaron y la presentaron a la defensoría
zonal. Dicho evento dio como resultado que a los pocos días de entregada la
nota, la Jueza se acercara personalmente a la Institución y conversara
ampliamente de lo que le estaba ocurriendo a B.
La Jueza decretó que B sea acompañada por diferentes profesionales de la
Institución a hacer un recorrido por CABA, por los barrios donde suponía que
posiblemente estén tanto su madre, como su abuelo. El recorrido debía hacerse,
pero B debía estar acompañada por adultos / profesionales de la Institución. Así
fue como B junto a las directoras, la psicóloga y educadoras del hogar fueron por
ciertos barrios, intentando encontrar a la mujer, así como también al abuelo que
B tanto extrañaba y reclamaba. B dirigió el recorrido, fueron a diferentes hoteles
donde habían vivido anteriormente, recorrieron distintas plazas donde podrían
haber estado, tocaron timbres y preguntaron a vecinos si los habían visto. No los

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pudieron hallar. Hacia el final del recorrido B dijo: “por más que la vea, no quiero
bajar del auto”. Allí terminó el recorrido y finalmente regresaron al hogar.

INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA.
Fue una decisión trabajada en conjunto con el equipo terapéutico hacer ingresar
o no este tema en su terapia. B no había mencionado nada de esto. Había todo
un intercambio de información entre profesionales que circulaba, aun así B no
había dicho nada de lo sucedido en su espacio terapéutico.
¿Debía yo, como su terapeuta, hacer ingresar este tema a su terapia, siendo que
esta información fue recibida de parte de los profesionales, pero que B no había
mencionado? ¿Cómo ingresar este tema tan importante de forma no violenta?
¿Cómo cuidar el espacio, su espacio terapéutico, sin que sea disruptivo?
Luego de largas reuniones, consideramos que hablar de esto en sesión era una
intervención necesaria. Mientras jugábamos en una sesión, deslicé el siguiente
comentario: “tuviste una visita de la jueza esta semana…”
Me miró un segundo, continuó haciendo lo que estaba haciendo y respondió “sí,
vino a hablar conmigo porque en el hogar dicen que yo intenté fugarme, y yo no
quise escaparme, yo quise ir a buscar a mi familia”. Me contó qué había hablado
con la jueza, quien le preguntó muchas cosas sobre ella. B le contó qué
hacíamos en terapia y otras cosas más.
Hablaba muy rápido contándome todo lo que había pasado. También me contó
del recorrido que hicieron buscando a su familia.
La intervención apuntó a legitimar su pedido y su derecho de hacer tal búsqueda,
pero recordándole que ella era una niña y siempre debía haber adultos
responsables que la acompañasen, la asistiesen, cuidasen y protegiesen.
Recordándole también, que la calle es muy peligrosa y que ella solita no podía
hacer ese recorrido sin adultos a su lado.

OTROS JUEGOS Y SUEÑOS.


A partir de ese momento, comenzó una serie de juegos de escondite en el
consultorio. “Cigarrillo 43” y sus variantes. Íbamos buscando diferentes formas
de jugarlo, contando hasta diferentes números, cantando, etc.
Hacia el mes de septiembre en una sesión, me pregunta si podemos sacar las
pelotitas que había dentro de un globo, dice querer ver qué tenía dentro el globo.
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Lo corta, separa las pelotitas rotas de las enteras, pone unas y otras en potes
diferentes. Limpia las enteras, otras las tira a la basura, le pregunto “¿Y ahora?”,
me responde: “las dejamos así”. Luego, me pide una hoja, quiere hacer una caja
de papel para guardar cosas (ya anteriormente habíamos armado una, copiando
un modelo de Internet). Comenzamos a hacerla, se recuesta sobre la mesa,
apoya la cabeza sobre los brazos, deja de jugar y armar la caja de papel. Luego
de unos minutos de estar así le digo “¿qué pasó?”, me responde “tengo sueño”,
le pregunto si se había acostado tarde dice que no. Le digo “a éstas cajas las
podemos pintar, ¿no?”, levanta la cabeza, me mira y dice, “sí, pero tengo sueño”.
Le digo “Bueno B”. Hago silencio, yo sigo armando mi caja, pero ella se queda
dormida. Le ofrezco acostarse en el sillón pero no quiere. Duerme lo que resta
de la sesión sobre el escritorio. La levanto minutos antes de terminar la sesión,
nos saludamos y se va.
Dormirse en sesión se empieza a repetir sesión tras sesión. A veces pasa la
sesión entera durmiendo, otras veces comenzamos jugando y poco a poco va
acomodándose para dormir. En algunas oportunidades pide permiso para
acostarse en algún sillón, otras duerme recostada sobre la mesa.

OTROS PAPÁS.
Hacia diciembre el proceso de adopción ya tenía pretensos padres adoptantes,
las vinculaciones iban a comenzar próximamente. La Institución comenta que en
la primera reunión de vinculación, ella se muestra muy resistente. Llegó a la
puerta y no quiso entrar, luego de hablarle y ofrecerle algunos regalos que le
llevaron, aceptó ingresar.
Para finales de ese mes, las vinculaciones se hacían más seguidas. Un día la
llevaron ellos a su sesión. Era habitual en nuestros encuentros preguntarle quién
la traía o la retiraba, recurso muy útil en ese momento, ya que B no había
mencionada nada de la adopción, ni de las vinculaciones que ya habían
comenzado a ser cada vez más frecuentes. Se daba la oportunidad de comenzar
a nombrar esta situación. Aprovechando aquella modalidad le pregunto
“¿quiénes te trajeron hoy?”, ella responde “son mis papás nuevos”. Hablamos de
ellos, me contó qué iban a hacer al salir de allí, luego me pidió dormir un ratito.
Pasó las fiestas de fin de año con ellos. Llegaron las vacaciones, primero fueron
las mías, luego las de ella. Se fue una semana de vacaciones junto al hogar,

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luego una semana junto a sus “otros papás”. Volvió de sus vacaciones feliz,
entusiasmada, contándome todos los detalles de lo que hizo en el “campo” con
el hogar y sus compañeros y junto a su otra familia.

ÚLTIMA SESIÓN.
La guarda permanente se otorgó a mitad de febrero 2019, por tal motivo el
espacio terapéutico generado por el Programa de Extensión debía finalizar.
Pautamos un encuentro más para darle un cierre a dicho espacio, pero dejando
abierta la posibilidad de poder contactarse conmigo de forma particular en caso
de necesitarlo.
Entra alegre, con una energía distinta, habla rápido, se mueve rápido. Me cuenta
de sus nuevos proyectos: una casa nueva, una escuela nueva, compañeros y
compañeras, el uniforme del cole, quiere ir a hacer patín, me cuenta de la fiesta
de despedida que tuvo en el hogar. Nos ponemos a jugar.
Utiliza las plastilinas y los cortantes. Hace diferentes personajes y los caracteriza
con diferentes caritas. Comienza a contar una historia: “el corazón, tiene en un
ojo, acá, algo lastimado” le pregunto qué es, responde: “es una marca de
nacimiento”. “La Persona, es un chico, está contento por su vida, se había
enamorado”. “El Chancho estaba triste”.
Me asombra la capacidad de creatividad, la capacidad de inventar, de poder
relatar una historia, contar e imaginar una historia nueva.
Siento que hay otra energía en ella, un movimiento, algo distinto a lo que venía
sucediendo hasta ese entonces. Una disponibilidad nueva, algo que no había
tenido lugar antes, y que ahora, puede empezar a desplegarse.
Me pide que le saque una foto así la guardo de recuerdo.
Finaliza la sesión, nos damos un fuerte abrazo y nos despedimos dejando abierta
la posibilidad de un contacto posterior.

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