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expansión comunista fue perdiendo fuerza. Entonces McCarthy centró sus actividades en la
persecución de funcionarios y miembros de las fuerzas armadas, hecho que a la postre
provocó el rechazo del Partido Republicano y del mismo presidente. Estos violentos
ataques a eminentes personalidades entre las que se encontraba el propio presidentey el
intento de someter a investigaciones al ex presidente Truman y a varios oficiales del
ejército, así como el clima de sospecha, desconfianza y desorganización creados en la
administración pública empujaron al presidente Eisenhower, y al Senado a actuar contra
McCarthy. Fue su final. En 1954, fue destituido como miembro del Comité de
Investigación Permanente del Senado y perdió toda su influencia. Murió poco después, en
1957. Con él se hundió también todo el movimiento. Pero las consecuencias fueron
tremendas para un país que vió como se recortaban las libertades públicas por primera vez
desde tiempo inmemorial.
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Macartismo y caza de brujas.
entre otros el escritor Alvah Bessie, el guionista Dalton Trumbo, el director Edward
Dmytryk. En apoyo de los que fueron calificados despectivamente de «testigos
inamistosos» se movilizó el denominado Comité de la Primera Enmienda, que integró a
cerca de 500 profesionales del cine. En esa circunstancia defendieron la libertad figuras
famosas, como Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Gregory Peck, Katherine Hepburn, Kirk
Douglas, Burt Lancaster, Gene Kelly, John Huston. Entre los que colaboraron con el
Comité y denunciaron a otros cineastas, pronunciando además discursos patrióticos de tono
anticomunista, comparecieron Gary Cooper, Ronald Reagan, Robert Taylor. En la lucha
entre el Comité de Actividades Antiamericanas y el Comité de la Primera Enmienda, la
posición de la industria del cine, con la negativa de trabajo a los sospechosos, decantó la
balanza produciendo deserciones en las filas de los defensores de la libertad; fue el caso de
Humphrey Bogart, que se dio de baja de su Comité, y el del director Dmytryk, quien tras
ser condenado a seis meses de cárcel decidió, ya en prisión, confesar su militancia
comunista y su arrepentimiento, proporcionando una lista de 26 correligionarios de partido.
Con esta claudicación pública salió en libertad y encontró trabajo inmediatamente.
Entre las víctimas de la histeria anticomunista hay que recordar a Charles Chaplin.
Su confesión de que nunca había sido comunista ni había pertenecido a ningún partido no
impidió que supiera que sería llamado a declarar. Decidió no regresar a Estados Unidos y
fijó su residencia en Suiza. Muchos profesores universitarios se encontraron en dificultades
o sin trabajo. Y algunos escritores figuraron entre las filas de sospechosos de
antiamericanismo. El alemán Bertold Brecht se vio obligado a atender las solicitudes del
Comité, por su carácter de extranjero, aunque no por ello abandonó su apoyo al Comité de
la Primera Enmienda. El genial guionista Dalton Tnimbo no pudo firmar con su nombre
algún filme excepcional; sólo en 1960 se supo que era el responsable del guión de «Éxodo»
y «Espartaco». El novelista Dashiel Hammet, autor de novelas negras, entre la que destaca
El halcón maltés, se negó a testimoniar y fue condenado por desacato. Tras cinco meses en
prisión, fue puesto en libertad por su penoso estado de salud. En este periodo, en una de las
patrias de la libertad, fue precisamente la libertad la que se vio en peligro.