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Una vez que las rocas ígneas, se encuentran en la superficie terrestre, éstas pueden
sufrir diversos procesos de meteorización que llegan a destruirlas.
Estas rocas cubren más del 75 % de la superficie terrestre, formando una cobertura
sedimentaria sobre un zócalo formado por rocas ígneas y, en menor medida, de
rocas metamórficas. Sin embargo su volumen total es pequeño cuando se
comparan sobre todo con las rocas ígneas, que no sólo forman la mayor parte de la
corteza, sino la totalidad del manto.
Las rocas sedimentarias por lo general están formadas por fragmentos procedentes
de otras rocas, son arrastrados y depositados en otro lugar por los agentes
geológicos. Corrientemente, estos fragmentos pueden estar más o menos unidos
por un cemento natural. La roca de origen mecánico, que en un principio era blanda
después del proceso de formación se llega a consolidar.