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La épica Cortesano – caballeresca

Rodolfo E. Modern

Lo más brillante y típico del período Stáufico es la epopeya rimada


cortesano –a caballeresca. A partir de 1160, aproximadamente, la religiosidad
pasó a un segundo plano, y los clérigos se vieron desplazados en su misión
literaria por otra clase social y profesional: la de los caballeros. La causa es que
durante el lapso en que los caballeros dirigieron las letras entre 1170 y 120,
impusieran sus conceptos y formas culturales. Volvió la mirada al caballero
como clase social, como círculo aristocrático, para el aplauso y elogio de sus
pares, a diferencia de lo clerical, que llamaba a todos a volverse hacia lo
celestial, y despreciar lo mundano terrenal. Ahora, se le da sentido a algunas
cosas de este mundo, no a todas. Cosmovisión interior que se expresaba en la
literatura, para ofrecer un mundo de belleza física y moral, idealizado y
ennoblecido por damas y caballeros. Un ideal caballeresco común a toda
Europa. El caballero, según estos patrones, era un hombre que dedicaba su
vida a empresas temerarias, prodigas en aventuras, al servicio de una causa
noble y del recuerdo constante del amor a una dama hermosa y lejana.
Conducta que no renegaba de la formación cristiana del mundo, sino que la
templaba por la dignidad de una clase con tantos derechos como deberes, del
amor a las clases bellas. Caballerosidad significaba le cultivo de las formas
refinadas, de los modales nobles, de las cosas bellas. De la Maze y la Staete
(mesura, contención de modales, discreción, fidelidad, constancia. Tomados de
los modelos franceses). Rechazo a vulgaridad y sordidez.
La épica cortesano – caballeresca, apogeo entre 1190 y 1220, tuvo su
origen en Francia, coincidente con la época de la poesía heroica y con el
“Minnesang”. El contacto con los caballeros franceses, practicada por las
cruzadas, llevó a aprender y a imitar su literatura. El Minnesan adquirió
características alemanas, y a la vez los alemanes se valen de lo francés para
apartarse de los lineamientos originales que insistían, sobre todo, en lo externo
y exótico. Los personajes ahora con profundidad y seriedad nuevas,
proponiendo ejemplos y señalando conductas. Cultivaron los mismos temas.
Argumentos y héroes con terminología afrancesada. Aceptaron el pareado con
rimas consonantes, de ritmos yámbicos de cuatro elevaciones, utilizado mucho
antes por Otfried.
La Ep.CC comenzó en Alemania con traducciones de novelas que
trataban del ciclo troyano, o del de Alejandro, que fueron concentrándose en
torno al rey Arturo.
El introductor del género: Heinrich Von Veldeke. En situación ideal
para servir de intermediario entre la poesìa francesa y la alemana. Importó de
Francia la épica caballeresca, sino que fijó también su forma estrófica, el
pareado con rima consonante. En 1185, termina Eneit, traducción de un
Roman d Enéas. Pero se aleja del clima virgiliano y sus héroes asumen las
características del caballero medieval. Tomó la versión francesa y le dio un
matiz capaz de satisfacer más profundamente el gusto cortesano alemán, en la
significación y virtudes del amor caballeresco.
Hartman Von Aue es el primero luego, adaptando de versiones
francesas a Chretién de Troyes, uno de los más populares poetas de la
aristocracia. Adaptación a la alemana, que profundiza con psicología e ironía
los problemas de aquel. El público se sentía más atraído por los
acontecimientos bizarros o descabellados y por la vida noble y cortés de los
castillos.
Gottfried Von Strassburg y Wolfram Von Eschenbach representan, en
el grandioso apogeo de estos años, el mismo papel grandioso que Goethe y
Schiller en el clasicismo alemán. En la segunda mitad del SXIII, Gottfried,
ilustrado burgués alsaciaino en contacto con cultura cortesana, compuso
Tristán e Isolda. La fuente era versión francesa de un Roman de Tristant e
Iseut, obra del clérigo Tomás de Bretaña, un anglorromano del que solo
quedan fragmentos. El amor se vuelve el protagonista en la obra de Gottfried,
por una concepción personal que bordea, en cierto sentido, lo místico, aunque
afirme los derechos de las criaturas sobre ésta tierra. La tesis es osada, porque
todo reparo de una moral convencional cede ante una poesía inflamada por
una pasión y una belleza enorme. Es vital la conducta “decorosa”, el valor y la
cortesanía, pero todo en segundo plano, frente al poderío irracional,
sobrenatural de un sentimiento amoroso.
Wolfram Von Eschenbach lleva a los planteos más hondos sobre la
conducta y los planteos de la vida. El Parzival, completa, n fuente en el
Perceval de Chretién de Troyes. Transformó el original que hacía hincapié en
la simplicidad del ignorante, de su héroe en cuanro a las normas de la
conducta caballeresca, y en el contraste que surgía con el mundo cortesano de
afuera. Agregó, en lo externo, el matrimonio de Parizval, la historia de sus
padres, su coronación como rey de Grial. En lo interno, documenta la
problemática de la cultura cortesano – caballeresca. Las fuentes legendarias
son la del rey Arturo y la del Santo Grial.
La larga epopeya ofrece una problemática candente: ¿cabe la
posibilidad de comportarse, simultáneamente, como caballeo y como cristiano?
Dando una respuesta afirmativa, a la vez intuye que es posible no por la
obediencia a normas exteriores, sino simplemente por la gracia de Dios. En un
vasto misterio, crece con un apetito de Dios, que, luego de un tormentoso
período de prueba y de dudas, adquiere la certeza y el conocimiento de la
presencia de Dios y la conciencia de su dignidad humana. Fusionó en su héroe
las dos actitudes que preocupaban a su clase, valiéndose de giros rebuscados
y oscuros, y metáforas poco comunes y difícilmente accesibles, lo que le fue
reprochado por Gottfried, el maestro del estilo claro.
Hartmann, Gottfried o Wolfram eran, sobre todo, los últimos creadores
de formas vivas que moldeaban también una cultura viva. Marcaban el apogeo
de un ideal humano y su poesía trasluce una manera de realizarlo.
En la segunda mitad del SXIII, comienza una corriente satírica hacia la
iglesia, además de prepararse el terreno para héroes de la picaresca. Hay un
cambio de la sensibilidad literaria que refleja la disolución de la sociedad
medieval caballeresca. También el período registra la aparición de una
literatura didáctica, de tono menor, por medio de consejos sentencias, fábulas
y obra doctrinales, que prueban que la epopeya cortesana no era el único
género existente.

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