DIOS NO SE DEJA VENCER EN GENEROSIDAD– DOMINGO XIII

DEL TIEMPO ORDINARIO: 28 DE JUNIO DEL 2020

IDEAS PARA PROFUNDIZAR que uno trasmite a través de su
EN EL EVANGELIO vida a las demás personas.
El Evangelio de hoy pone de
manifiesto la radicalidad con la
que Jesús lanza la propuesta de
vida a sus apóstoles en relación
con la experiencia del reino de
Dios; ésta característica es
esencial para Jesús y quiere que
las personas cercanas a Él lo
tengan bien claro: la opción por
el reino de los cielos es una
cuestión seria y profunda, tan es
así que Él no anda con rodeos y
les dice la verdad en su cara: “el
que trate de salvar su vida la
perderá, y el que pierda su vida
por el evangelio la ganará”.
El discípulo de Jesús debe saber
que se está jugando la vida al
haber optado por vivir los
valores del evangelio, pero
también debe entender que
dicha experiencia de vida es una
manera muy heroica y ejemplar
de gastar la vida. Esta decisión
no es una propuesta que llame
mucho la atención de las gentes,
si se mira desde una óptica
material, sin embargo tiene
sentido cuando se entiende
desde el testimonio y la alegría
La recompensa a todo este
sacrificio que hacen los
apóstoles al dejarlo todo y
seguir a Jesús es clara: “hay más
alegría en dar que en recibir”
(Hch 20, 35). Esto es una
riqueza que no se cuantifica en
términos numéricos sino en el
sentido pleno que cobra la vida
al ser un medio por el cual las
personas conocen a Dios y su
justicia. Cabe mencionar
también que en esta experiencia
del discipulado Jesús no deja
abandonado a los suyos, sino
que los cuida y los anima a
través de su Espíritu Santo para
perseverar en la obra.
La actitud generosa, cercana y
de comprometida que tuvo
Jesús con sus apóstoles y con la
gente es la misma que un
cristiano debe tener con quienes
convive a diario y con los
demás. Es muy corto pensar a
veces que el evangelio es para
vivir solo hacia fuera y no hacia
dentro. Hay que tener en cuenta
estas dos direcciones en que va
el mensaje de Jesús: primero
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una conversión interna y luego
la conversión externa, ambas
deben debe coexistir en
simultáneo; porque de poco
sirve ser un agente de
promoción humana aparente si
en mi interior y con los míos me
ando peleando y los ando
desacreditando. La experiencia
del reino de Dios es una
realidad que transforma primero
la vida misma del discípulo.
Otra característica importante
de la realidad del Reino de Dios
a destacar en este domingo es la
que encontramos en la lectura
del segundo libro de reyes, y es
la hospitalidad que se debe tener
con el otro. Esta dimensión de
la vida no es solo algo que
acontece por un impulso
externo, sino más bien, creo yo,
por un impulso interno. Es la
convicción personal interna que
mueve a “la mujer distinguida”
a ser compasiva con el profeta
Eliseo, y eso es lo que le hace
reconocer también que dicho
hombre era un profeta, un
hombre de Dios.
De todo esto podemos decir que
la generosidad de Dios no se
hace esperar para con los que
aman y buscan las cosas del
reino de Dios, siempre llega la
recompensa; la presencia del
Espíritu Santo es la energía vital
que transforma nuestra vida, la
cual también nos lleva a dar a
conocer esta misma experiencia
a los demás, y la insistencia de
Jesús es que primero se tiene
que potenciar “el ser” del
discípulo para que “el hacer”
sea de acuerdo a lo que ser sea y
sienta, más no sea solo una
actitud aparente y efímera el
comportamiento del discípulo.
Chno. Roberto Mejía A. C.P
PRIMERA LECTURA
Lectura del segundo libro de
Reyes 4, 8-11. 14-16a
Un día pasaba Eliseo por
Sunam, y una mujer distinguida
lo invitó con insistencia a
comer. Y, siempre que Eliseo
pasaba por allí, se detenía a
comer en su casa. Ella dijo a su
marido:
“Me consta que ese hombre de
Dios es un santo; con frecuencia
pasa por nuestra casa. Vamos a
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prepararle una habitación
pequeña, cerrada, en el piso
superior; le ponemos allí una
cama, una mesa, una silla y una
lámpara, y así, cuando venga
visitarnos, se quedará aquí”.
Un día llegó allí, entró en la
habitación y se acostó. Dijo a su
criado Guejazí: “¿Qué
podríamos hacer por ella?”.
Guejazí comentó: “Mira, no
tiene hijos, y su marido es ya
viejo”. Elíseo dijo: “llámala”.
Lo llamó.
Ella se quedó junto a la puerta,
y Elíseo le dijo: “El año que
viene, por estas fechas, tendrás
un hijo en tus brazos”. Palabra
de Dios. R. Te alabamos,
Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 88
R. Contaré eternamente las
misericordias del Señor.
Contaré eternamente las
misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas
las edades. Porque dije: Tu
misericordia es un edificio
eterno, más que el cielo has
afianzado tu fidelidad. R.
Dichoso el pueblo que sabe
aclamarte: camina, oh Señor, a
la luz de tu rostro; tu nombre es
su gozo cada día, tu justicia es
su orgullo. R.
Porque tú eres su honor y su
fuerza, y con tu favor realzas
nuestro poder. Porque el Señor
es nuestro escudo, y el Santo de
Israel nuestro rey. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 6, 3-
4. 8-11
Hermanos: ¿No saben ustedes
que todos los que fuimos
bautizados en Cristo Jesús, nos
hemos sumergido en su muerte?
Por el bautismo fuimos
sepultados con él en la muerte,
para que, así como Cristo fui
resucitado de entre los muertos
por la gloria del Padre, así
también nosotros andemos en
una vida nueva.
Por tanto, si hemos muerto con
Cristo, creemos que también
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viviremos con él; pues sabemos
que Cristo, una vez resucitado
de entre los muertos, ya no
muerte más; la muerte ya no
tiene domino sobre él. Porque
su morir fue un morir al pecado
de una vez para siempre; y su
vivir es un vivir para Dios.
Lo mismo ustedes, considérense
muertos al pecado y vivos para
Dios en Cristo Jesús. Palabra
de Dios. R. Te alabamos,
Señor.
EVANGELIO
Aclamación antes del
Evangelio 1Pe 2, 9
Aleluya, aleluya. Ustedes son
una raza elegida, un sacerdocio
real, una nación santa;
proclamen las hazañas del que
los llamó a salir de la tiniebla y
a entrar en su luz maravillosa.
R. Aleluya.
Lectura del Santo evangelio
según san Mateo 10, 37-42
R. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus apóstoles:
“El que quiere a su padre o a su
madre más que a mí no es digno
de mí; el que quiere a su hijo o a
su hija más que a mí no es
digno de mí; y el que no toma
su cruz y me sigue no es digno
de mí.
El que trate de salvar su vida la
perderá, y el que pierda su vida
por mí la salvará. El que los
recibe a ustedes me recibe a mí,
y el que me recibe a mí recibe al
que me ha enviado; el que
recibe a un profeta porque es
profeta tendrá recompensa de
profeta; y el que recibe a un
justo porque es justo tendrá
recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no
sea más que un vaso de agua
fresca, a uno de estos pequeños,
sólo porque es mi discípulo, les
aseguro que no perderá su
recompensa”. Palabra del
Señor. R. Gloria a ti, Señor
Jesús.