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SEMINARIO DIOCESANO

NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

Nombre: Ivan Guanoluisa


Tema: Ejercicios
Materia: Eclesiología
Ejercicio 1. Vocabulario
Identifica el significado de las siguientes palabras y expresiones usadas:
Cuerpo místico: Es la comunión de todos sus hermanos por medio del Espíritu, reuniendo así
a todos los pueblos.
Pléroma: Cristo es plenitud para el mundo. También por eso en la Iglesia caben todos los
pueblos, judíos y gentiles, pues Cristo los reconcilió con su muerte y resurrección.
Mysterium lunae: La Iglesia es verdaderamente como la luna: no brilla con luz propia, sino
con la luz de Cristo. Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo,
pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí”
Ejercicio 2. Guía de estudio
Contesta a las siguientes preguntas:
¿Cómo surge la «imagen» de la Iglesia como «cuerpo de Cristo»? ¿y el adjetivo místico?
La idea de la que se ha dicho que es «más que una imagen» de la Iglesia, surge en el
pensamiento paulino sobre todo a partir del encuentro del Apóstol con Jesús, camino de
Damasco (cf. Hch 9, 1-9). Esto le llevará más tarde a san Pablo a escribir sin rodeos a los
cristianos de Corinto: «Vosotros sois el cuerpo de Cristo» (1 Co 12, 27). Místico: adjetivo usado
para diferenciar la iglesia del cuerpo de Cristo presente en la Eucaristía, termino usado por
teólogos medievales.
¿Cuáles son, a este respecto, los principales contenidos eclesiológicos de los escritos
paulinos?
La Iglesia, misterio de comunión «en Cristo»
1.1. La unión espiritual entre cada cristiano y Cristo
En 1 Co 6, 12-120, la unión espiritual entre cada cristiano y Cristo se compara con la unión
sexual, con la finalidad de destacar la dignidad del cuerpo y la ofensa a Jesucristo y al Espíritu
Santo que supone la fornicación. El texto señala la unidad espiritual del cristiano con el Señor
y, en consecuencia, la realidad de la morada del Espíritu Santo como don de Dios, a raíz de la
redención obrada por Cristo.
1.2. La Eucaristía, causa de la unidad del Cuerpo eclesial
En 1 Co 10, 14-22, se muestra cómo la Eucaristía es causa de la unidad del cuerpo místico. El
comer del pan y el beber del cáliz eucaristizados equivale a entrar en comunión con el cuerpo
y la sangre de Cristo. La multiplicidad de los que comulgan se expresa al decir que, así como
participamos de un mismo pan, también participamos de un solo cuerpo.
1.3. La Iglesia es un cuerpo y es de Cristo
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En 1 Co 12, 12-30 se destaca con realismo que la Iglesia es un cuerpo (y no simplemente
«como» un cuerpo), y que es el cuerpo de Cristo (los cristianos no forman simplemente un
cuerpo «con» Cristo), gracias a los dones del Espíritu Santo.
1.4. La Iglesia en el campo de la acción de Cristo
En Rm 12, 3-8 (texto relacionado con el anterior) se manifiesta que el cuerpo místico está en
el campo de la acción de Cristo. La variedad de las funciones que tienen los diversos
miembros del cuerpo, es un don de la gracia.
La «capitalidad» de Cristo en su Cuerpo
2.1. La «capitalidad» de Cristo
El «misterio escondido» de Cristo es el de su capitalidad: el ser Cristo la cabeza de la Iglesia.
En primer lugar, el sentido bíblico de autoridad y dominio: Pablo destaca la primacía y
superioridad de Cristo sobre otras potestades que pueden limitar la libertad de los
hombres.
Cultura griega: la capacidad unitiva e influencia vital de la cabeza sobre el cuerpo, de
Cristo sobre la Iglesia. Cristo ejerce un influjo vital y salvífico sobre la Iglesia.
En tercer lugar, Cristo no es sólo cabeza de la Iglesia, sino también cabeza del cosmos,
aunque solo la Iglesia es cuerpo de Cristo.
2.2. Aspectos particulares
Como cabeza Cristo es principio vital que incorpora a los creyentes a su cuerpo
principalmente mediante los sacramentos.
Se trata de un cuerpo visible y a la vez espiritual, porque el Espíritu es el que, en
último término, lo conforma y une.
La íntima relación entre Cristo y la Iglesia, que se da sobre todo en la Eucaristía, no
debe sin embargo llevar a confundir las dos realidades, como si la Iglesia fuera una
prolongación de Cristo o su «encarnación continuada»
¿Qué aporta eclesiológicamente la imagen esponsal de la Iglesia?
En primer lugar, la iniciativa de Dios y la gratuidad del amor de Cristo (es el esposo quien
elige a su esposa), junto con el «precio» que esto le ha costado (su sangre). El amor y la unión
esponsal («una sola carne»: Gn 2, 24) son signo del amor y de la unión de Cristo con la
Iglesia.
En segundo lugar, la imagen de la Iglesia-esposa es importante para completar la imagen de la
Iglesia-cuerpo, al manifestar, la imagen de la esposa, que los esposos, aunque estén unidos, se
mantienen como dos personalidades distintas: no se identifican ni se funden, sino que
mantienen cada uno frente al otro con su propia identidad. Cristo y la Iglesia forman el
«Cristo total»
En tercer lugar, la imagen de la Iglesia-esposa implica también su maternidad y fecundidad.
La Iglesia «hace» a sus miembros a la vez que es «hecha» por ellos: además de esposa
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(subordinada y fiel a su cabeza), la Iglesia es «madre fecunda» y «nodriza caritativa» de sus
hijos (Bossuet)
La Iglesia no brilla con luz propia. Los Padres ven a la Iglesia como el mysterium lunae: «La
Iglesia es verdaderamente como la luna: no brilla con luz propia, sino con la luz de Cristo.
Recibe su esplendor del Sol de justicia, para poder decir luego: “Vivo, pero no soy yo el que
vive, es Cristo quien vive en mí”
¿Podrías apuntar algunas implicaciones pastorales de la eclesiología del cuerpo místico?
La encíclica Mystici corporis salió al paso de deformaciones de tipo naturalista, misticista y
biologista; también de la oposición entre una «iglesia jurídica» y una «iglesia de la caridad».
Por otra parte, algunos concebían a la Iglesia, por ser cuerpo místico, como una
«encarnación continuada» de Cristo sin distinguir bien entre Cristo y la Iglesia
(monofisismo eclesiológico).
El concilio Vaticano II entendió la Iglesia como cuerpo místico a la vez que como «pueblo
mesiánico» (LG 9), constituido por Cristo como «comunión de vida, de caridad y de verdad»
(relación con el triplex munus de Cristo); es decir, como participación en el sacerdocio de
Cristo, y ello en dos modos (sacerdocio común, y sacerdocio ministerial)
la Iglesia como una «persona mystica» junto con Cristo (santo Tomás) ha permitido hablar
modernamente de que la Iglesia tiene su propia autoconciencia.

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