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*Obedeces al que temes*

En la raíz de la inseguridad, la ansiedad sobre cómo piensan los demás de nosotros, está el
orgullo. Este orgullo es un deseo excesivo de que los demás nos vean como impresionantes
y admirables. La inseguridad es el miedo a que no lo hagan, sino que nos vean como
deficientes. Como nos muestra el rey Saúl, es un miedo peligroso porque la inseguridad
puede llevar a una gran desobediencia.

*El Señor rechaza a Saúl* (1Sa. 15)

*1*
Samuel dijo a Saúl: YHVH me envió a que te ungiera por rey sobre su pueblo, sobre
Israel. Por tanto escucha ahora la voz de las palabras de YHVH. *2* Así dice YHVH
Sebaot: Me acuerdo de lo que Amalec hizo a Israel: cómo se interpuso en el camino cuando
salieron de Egipto. *3* Ve ahora y ataca a Amalec; dedicad al exterminio todo lo suyo sin
tenerle compasión. Harás morir desde el hombre hasta la mujer, desde el niño hasta el
lactante, buey y oveja, camello y asno. *4* Convocó, pues, Saúl al pueblo, y le pasó revista
en Telaim: Doscientos mil infantes, y diez mil hombres de Judá. *5* Y Saúl fue a la ciudad
de Amalec, y se puso al acecho en el valle. *6* Y dijo Saúl a los ceneos: Apartaos de entre
los amalecitas para que no os destruya juntamente con ellos, por cuanto hicisteis
misericordia con todos los hijos de Israel cuando salieron de Egipto. Y el ceneo se apartó
de en medio de Amalec. *7* Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havilá hasta llegar a
Shur, frente a Egipto. *8* Y capturó vivo a Agag, rey de Amalec, y exterminó a todo el
pueblo a filo de espada. *9* Pero Saúl y el pueblo dejaron vivo a Agag, y no quisieron
destruir lo mejor de las ovejas, y de la vacada, y de los animales engordados, y de los
carneros, y de todo lo bueno; solamente destruyeron lo inservible y sin valor. *10* Entonces
vino palabra de YHVH a Samuel, diciendo: *11* Me pesa haber designado a Saúl como rey,
porque ha dejado de seguirme, y no ha cumplido mis mandamientos. Y Samuel se
apesadumbró, y clamó a YHVH toda aquella noche. *12* Y madrugó Samuel para ir al
encuentro de Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl llegó al
Carmelo, y he aquí se erigió un monumento, y después volviendo, ha pasado bajando a
Gilgal. *13* Entonces Samuel fue a Saúl, y Saúl le dijo: ¡Bendito seas de YHVH! ¡He
cumplido el mandato de YHVH! *14* Pero Samuel le respondió: ¿Entonces qué es ese
balido de ovejas que hay en mis oídos, y el mugido de vacas que estoy oyendo? *15* Y Saúl
dijo: Los han traído de los amalecitas, porque el pueblo dejó aparte lo mejor de las ovejas y
de las vacas, para sacrificarlas a YHVH tu Elohim; pero hemos destruido el resto
totalmente. *16* Samuel respondió a Saúl: Detente, y te declararé lo que YHVH me dijo
anoche. Entonces él le respondió: Habla. *17* Samuel le dijo: Aunque eras pequeño ante tus
propios ojos, ¿no eres cabeza de las tribus de Israel? Y YHVH te ungió por rey sobre
Israel, *18* y YHVH te envió a una misión, y dijo: Ve, y extermina por completo a los
pecadores, a Amalec, y haz guerra contra ellos hasta exterminarlos. *19* ¿Por qué entonces
no escuchaste la voz de YHVH, y te has precipitado sobre el botín, y has hecho lo malo
ante los ojos de YHVH? *20* Y Saúl respondió a Samuel: Al contrario, obedecí la voz de
YHVH, y fui por el camino que YHVH me envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he
destruido por completo a los amalecitas. *21* Pero el pueblo ha tomado ovejas y vacas del
despojo, las primicias del anatema, para sacrificarlas a YHVH tu Elohim en Gilgal. *22* Y
respondió Samuel: ¿Se complace YHVH en holocaustos y sacrificios, como en la
obediencia a la voz de YHVH? He aquí, el obedecer es mejor que los sacrificios, y el
prestar atención es mejor que la grosura de los carneros. *23* Porque como pecado de
adivinación es la rebeldía, y como la idolatría y el culto de imágenes la obstinación. Puesto
que has rechazado la palabra de YHVH, Él también te ha rechazado como rey. *24* Y Saúl
respondió a Samuel: He pecado; ciertamente he transgredido el dicho de YHVH y tus
palabras, porque temí al pueblo y obedecí la voz de ellos. *25* Y ahora te ruego que cargues
con mi pecado y vuelvas conmigo para que pueda postrarme ante YHVH. *26* Y Samuel
dijo a Saúl: No volveré contigo, porque has rechazado la palabra de YHVH, y YHVH te ha
rechazado como rey de Israel. *27* Entonces, cuando Samuel se volvía para irse, él se aferró
del extremo de su manto, y este se rasgó. *28* Y Samuel le dijo: ¡YHVH ha rasgado hoy de
ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú! *29* Además, la Gloria de
Israel no miente ni se arrepiente, porque no es hombre para que se arrepienta. *30* Y él dijo:
He pecado; pero te ruego que me honres ahora ante los ancianos de mi pueblo y ante Israel,
y regreses conmigo para que pueda postrarme ante YHVH tu Elohim. *31* Volvió, pues,
Samuel tras Saúl, y Saúl se postró ante YHVH. *32* Luego Samuel dijo: ¡Traedme a Agag
rey de Amalec! Y Agag fue a él atado. Y decía Agag: ¿Así amarga es la muerte? 
*33*
 Y Samuel dijo: Como tu espada dejó a mujeres sin hijos, así tu madre estará sin hijo
entre las mujeres. Y Samuel degolló a Agag en presencia de YHVH en Gilgal. *34* Luego
Samuel fue a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl. *35* Y Samuel nunca más
volvió a ver a Saúl hasta el día de su muerte. Pero Samuel lamentaba a Saúl, porque a
YHVH le pesaba haber hecho reinar a Saúl sobre Israel.

15.2-3 ¿Por qué ordenó Dios tan tremenda destrucción? Los amalecitas eran una banda de
terroristas guerrilleros. Vivían de atacar a otras naciones para apoderarse de sus riquezas y
sus familias. Fueron los primeros en atacar a los israelitas cuando estos entraron en la tierra
prometida, y siguieron atacando los campos israelitas cada vez que tenían la oportunidad.
Dios sabía que los israelitas nunca podrían vivir pacíficamente en la tierra prometida
mientras existieran los amalecitas. También sabía que sus prácticas corruptas e idólatras
amenazaban la relación de los israelitas con El. La única forma de proteger el alma y el
cuerpo de los israelitas era destruir completamente a esa nación guerrera y todas sus
posesiones, incluyendo sus ídolos.

15.9 Saúl y sus hombres no destruyeron todo el botín de guerra como lo ordenó Dios
(15.3). La ley de dedicar algo -apartarlo- enteramente para la destrucción era bien conocida
para los israelitas. Cualquier cosa que estuviera bajo la "prohibición" de Dios debía ser
completamente destruido (Dt_20.16-18). Dios quería evitar que la idolatría invadiera a
Israel, porque muchas de sus cosas de valor eran ídolos. El violar esta ley era castigado con
la muerte (Josué 7). Mostraba falta de respeto y total desacato a Dios porque violaba
directamente su mandamiento.

Cuando encubrimos el pecado para proteger lo que tenemos o para beneficiarnos


materialmente, no estamos siendo listos, sino desobedeciendo la ley de Dios. La obediencia
selectiva no es más que otra clase de desobediencia.

15.11 Cuando Dios dijo que se lamentaba por haber hecho rey a Saúl, ¿estaba diciendo que
había cometido un error? El comentario de Dios fue una expresión de tristeza, no el
reconocimiento de un error (Gn._6.5-7). Un Dios omnisciente no puede cometer errores;
por lo tanto, Dios no cambió de parecer. Sin embargo, sí cambió de actitud hacia Saúl
cuando Saúl cambió. El corazón de Saúl ya no pertenecía más a Dios, sino a sus propios
intereses.

15.12 Saúl construyó un monumento a sí mismo. Qué contraste con Moisés y Josué,
quienes le dieron el reconocimiento a Dios.

15.13, 14 Saúl pensó que había ganado una gran victoria sobre los amalecitas, pero Dios lo
vio todo como un gran fracaso. Saúl lo había desobedecido y luego había mentido a Samuel
acerca de los resultados de la batalla. Quizás Saúl pensó que su mentira no sería detectada,
o que lo que había hecho no era malo. Saúl se engañaba a sí mismo.

La gente que no es veraz llega a creer las mentiras que lanza a su derredor. Después deja de
ver la diferencia entre lo que es verdad y lo que es mentira. Al creer sus propias mentiras,
se engaña a sí misma, se aísla de Dios y pierde credibilidad frente a los demás. A la larga,
la verdad triunfa.

15.22-23 Este es el primero de los numerosos lugares en la Biblia donde se repite el tema
"obedecer es mejor que los sacrificios" (Sal 40. 6-8; Sal 51.16-17; Pr. 21.3; Is. 1.11-17; Jer.
7.21-23; Os. 6.6; Mic. 6.6-8; Mt. 12.7; Mr.12.33; He.10.8-9). ¿Estaba diciendo Samuel que
el sacrificio no tenía importancia? No, estaba exhortando a Saúl a que analizara las razones
por las que hacía el sacrificio y no el sacrificio mismo. Un sacrificio era una transacción
ritual entre el hombre y Dios que demostraba físicamente una relación entre ambos. Pero si
el corazón de la persona no estaba completamente arrepentido o si no amaba
verdaderamente a Dios, el sacrificio era un ritual vacío. Las ceremonias religiosas o los
rituales son vacíos a menos que se lleven a cabo con una actitud de amor y obediencia. "Ser
religioso" (ir a la iglesia, servir en una actividad, dar limosna) no basta si no practicamos
nuestra devoción ni la obediencia a Dios.

15.23 La rebeldía y la obstinación son pecados graves. Son algo más que ser independientes
y de carácter fuerte. Las Escrituras las compara con la adivinación (hechicería) y la
idolatría, pecados que merecen la muerte (Ex. 22.18; Lv. 20.6; Dt. 13.12-15; Dt. 13.18-10;
Mic. 5.10-14).

Saúl se volvió rebelde y obstinado, y por lo tanto no nos sorprende que Dios finalmente lo
haya rechazado y destituido de su trono. La rebeldía contra Dios es quizá el más serio de
todos los pecados, porque en la medida que una persona se rebela, cierra la puerta al perdón
y a la restauración ante Dios.

15.26 Las excusas de Saúl habían llegado al final. Era el momento de ajustar cuentas. Dios
no estaba rechazando a Saúl como persona. El rey todavía podía buscar el perdón y
restaurar su relación con Dios, pero ya era demasiado tarde para devolverle su reino. Si
usted no es responsable con lo que Dios le ha confiado, a la larga se le agotarán las excusas.
Todos nosotros algún día daremos cuenta de nuestros actos (Ro. 14.12; Ap. 22.12).

15.30 Saúl estaba más preocupado por el qué dirán que por el estado de su relación con
Dios (15.24). Le rogó a Samuel que lo acompañara a adorar como una demostración
pública de que el profeta todavía lo apoyaba. Si Samuel le hubiera dicho que no,
probablemente el pueblo hubiera perdido toda confianza en Saúl.
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El corazón de Samuel estaba quebrantado y pesado mientras se acercaba al campamento de


Saúl en Gilgal. El primer rey de Israel había fallado tan pronto y tan seriamente. Y Samuel
estaba cansado. Había estado despierto toda la noche lamentándose en oración por
las palabras del Señor: "Lamento haber hecho rey a Saúl, porque ha dejado de seguirme y
no ha cumplido mis mandamientos".

Y estaba enojado. El Señor ya había disciplinado severamente a Saúl por oficiar el


holocausto cuando supo que transgredía la ley. Pero Dios había tenido la bondad de darle
otra oportunidad al enviarlo a llevar a cabo juicio sobre los amalecitas. Las instrucciones no
podrían haber sido más claras. No las había obedecido.

El viejo profeta tembló ante la palabra que debía dar a un rey armado que temía la
humillación pública más que al Santo.
Saúl era todo sonrisas cuando vio a Samuel. “Bendito seas para el Señor. He cumplido el
mandamiento del Señor”.

Samuel tuvo que morderse la lengua. "¿Qué, pues, es este balido de las ovejas en mis oídos
y el mugido de los bueyes que oigo?"

Saúl se sintió inmediatamente expuesto. Solo, se había imaginado que modificar algunas


instrucciones realmente no importaría. Pero ahora sabía que había presumido
seriamente. Buscó a tientas las palabras. "Los han traído de Amalec, porque el pueblo
perdonó lo mejor de las ovejas y de los bueyes para sacrificarlos al Señor tu Dios, y el resto
lo dedicamos a la destrucción".

Esta fue una cortina de humo. "¡Detente!" Samuel gritó. No podía soportar que Saúl tratara
de cubrir la desobediencia con justicia cosmética. Ni tu cobarde esconderse detrás de la
gente. "Les diré lo que el Señor me dijo esta noche".

Saúl estaba a la defensiva en su culpa. "Habla", dijo con un disfraz de bravuconería.

“Aunque eres pequeño a tus propios ojos, ¿no eres el jefe de las tribus de Israel? El Señor te
ungió por rey sobre Israel. Y el Señor te envió en una misión y dijo: 'Ve, consagra a la
destrucción a los pecadores, los amalecitas, y lucha contra ellos hasta que sean
consumidos'. ¿Por qué, entonces, no obedeciste a la voz del Señor?

Luego, mirando el ganado, el precio del reino de Saúl, Samuel dijo: "¿Por qué te
abalanzaste sobre el botín e hiciste lo malo ante los ojos del Señor?"

Saúl fue desafiante en su negación. “Yo he escuchado la voz del Señor. He ido a la misión a


la que me envió el Señor. He traído a Agag rey de Amalec, y he entregado a Amalec a la
destrucción. Pero el pueblo tomó del botín, ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas
destinadas a la destrucción, para sacrificarlo al Señor tu Dios en Gilgal".

Samuel simplemente bajó la cabeza con decepción. Y la sacudió con una sutileza que a
Saúl le dolió tanto como a cualquier cosa que el profeta hubiera dicho ... todavía.

Con los ojos llorosos en el suelo, Samuel dijo: “¿Se deleita el Señor tanto en los


holocaustos y sacrificios como en obedecer la voz del Señor? He aquí, mejor es obedecer
que sacrificios, y escuchar que la grasa de los carneros. Porque la rebelión es como pecado
de adivinación, y la presunción como iniquidad e idolatría ".
Samuel luego hizo una pausa y contuvo el aliento. Lentamente, miró a los ojos tímidos por
la culpa de Saul. “Porque has rechazado la palabra del Señor, Él también te ha rechazado
para ser rey”.

Saul miró nerviosamente a los hombres que miraban sin palabras a su alrededor. Estaba
sudando. "He pecado, porque he transgredido el mandamiento del Señor y sus palabras,
porque temí al pueblo y obedecí su voz".

*Saulo es un recordatorio sobrio para nosotros de que obedecemos a quien


tememos. Temía al pueblo, amaba su reputación y despreciaba a Dios*. Ser pequeño a
nuestros propios ojos puede ser justo o ruinoso. Es justo si vemos a Dios como grande y a
nosotros como pequeños. En realidad, esto nos libera del miedo. *Pero es ruinoso si la
aprobación del hombre es lo grande para nosotros porque siempre lleva a
desobedecer a Dios*.

*Cuando fallamos en esta área, y todos lo hacemos en algún momento, Dios nos llama
no al remordimiento sino al arrepentimiento. Saúl estaba arrepentido, pero no
arrepentido sinceramente. Persiguió al dios de su propia gloria sobre el Dios que le dio
esa gloria hasta su muerte en el monte Gilboa. Y se volvió letalmente paranoico por la
inseguridad*.

Así que arrepintámonos de nuestras inseguridades y digamos con Pedro y los discípulos:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch. 5.29). Para los sabios y
humildes “temed a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt. 10.28).

Y aun si sufrís a causa de la justicia, sois bienaventurados. No os amedrentéis por temor a


ellos, ni os turbéis *1Pe. 3.14*

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