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La guerra de los Cárdenas y los Valdeblánquez (1970-1989)


Estudio de un conflicto mestizo en La Guajira
 

Nicolás  Cárdenas  Angel  620340


Simón Uribe Martínez  620401

Monografía para optar al título de  Politólogo

Dirigida por Marta Herrera Angel

Carrera de Ciencia Política


Universidad Nacional de Colombia2004
AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo es el resultado de una investigación que se llevó a cabo en Bogotá y en


diferentes lugares de la costa Atlántica durante un período de un año (julio de 2003 – julio de
2004). A lo largo de todo este tiempo contamos con la ayuda de una gran cantidad de personas,
cuyos aportes y apoyo permanente fueron fundamentales para la investigación.

En Bogotá contamos con la ayuda invaluable del Taller Interdisciplinario de Formación en


Investigación Social, Umbra. A Mónica Hernández, Juan Camilo Niño, Jorge Luis Lázaro, Luis
Berneth Peña, Bladimir Rodríguez, Sonia Torres y Marcela Riveros, agradecemos sus incontables
aportes, correcciones y sobre todo sus múltiples y rigurosas lecturas del texto. De manera especial
agradecemos a Marta Herrera Ángel por aceptar dirigir la monografía, por su terco e incansable
empeño en darle rigor a la investigación y por su dedicación generosa y constante. Agradecemos
también a Laura Restrepo, Hernando Corral y Enrique Egurrola, cuyos relatos nos adentraron en la
historia de los Cárdenas y Valdeblánquez. 

Nuestro recorrido por la costa se prolongó por cerca de tres meses (octubre-diciembre de 2003) y
fueron muchas las personas que nos recibieron y ofrecieron su ayuda a nuestro paso por Riohacha,
Villanueva, Palomino, Dibulla, Santa Marta y Barranquilla. A todos ellos muchas gracias por su
hospitalidad, sus relatos y alegría inagotables. A Laureano David, Hugo Carrillo, Jarol Ferreira, Pablo
Cuadrado, Azael de Jesús Ramírez y a los profesores Euclides Moscote, Justo Pérez Van-Leenden,
Eider Fajardo y Armando Lacera Rúa, agradecemos haber compartido con nosotros sus recuerdos,
conocimientos y experiencias.

A los dibulleros por dejarnos convivir con ellos y conocer un poco de su historia. A Sixta Arévalo,
Arilis y Robert Pereira, Juan Carlos, Elsy Hernández y Juan Díaz, por acogernos y brindarnos su
amistad. A Camilo Arbeláez por ofrecernos su casa y recomendarnos en Dibulla, sin su ayuda
nuestra estadía allí no hubiera sido igual.

Agradecemos también a Carlos Cárdenas, Gonzalo Uribe, Felipe Camacho, Giangina Orsini y Maria
Elisa Balen por su lectura del texto, sus correcciones y aportes al trabajo. Finalmente a nuestras
familias, amigos y amigas por su solidaridad y apoyo.
TABLA DE CONTENIDO

PRESENTACIÓN de Marta Herrera Ángel


INTRODUCCIÓN
 
I. PRIMERAS PESQUISAS
 
LOS DIBULLEROS Y SU HISTORIA

CAPÍTULO 1. LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZ EN LA HISTORIA DEDIBULLA


1. Los orígenes tempranos del dibullero (siglos XVI-XIX)2. El “actual Dibulla” (siglos
XIX-XX)
2.1 Los Cárdenas y Valdeblánquez: pioneros en la colonización dibullera de la Sierra Nevada
2.2 El contrabando
2.3 Dibulla y la colonización cachaca de la Troncal
2.4 La bonanza y el auge de la violencia

II. HABLANDO SOBRE EL ORIGEN DE LA GUERRA

CAPÍTULO 2. EL CONFLICTO DE LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZORIGENES Y


CAUSAS
1. El parentesco en los Cárdenas y Valdeblánquez: familias extensas bilaterales
1.1 Los matrimonios mixtos y la poliginia multiterritorial del hombre dibullero
1.2. El apellido y la autoridad en la familia dibullera
1.3 De la unión de hecho a la unión legal
1.4 El compadrazgo y los límites difusos del parentesco
2. Los orígenes del conflicto
2.1 La maldición kogui
2.2 Un lío de faldas, un conflicto de honor 
3. El concepto de honor y su importancia en el conflicto
3.1 El honor y los sexos: el hombre como guardián de la sexualidad femenina
3.2 La familia, ejército de protección. Las afrentas de honor y la culpa colectiva
3.3 La justicia por la propia mano. El conflicto entre honor y legalidad
4. El principio de reciprocidad wayúu y su influencia en la cultura mestiza
4.1 La importancia del parentesco en los conflictos wayúu
4.2 Blanco lo hizo, blanco lo paga. La reciprocidad ente wayúu y alijunas
4.3 El conflicto mestizo

III. LA GUERRA

CAPÍTULO 3. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO


1. La venganza de sangre entre los Cárdenas y Valdeblánquez
“Eso fue la guerra más cruel que hemos vivido en La Guajira”
2. El culupuyú o marimbero guajiro
2.1 La naturaleza violenta del guajiro: “A un guajiro no se le pita”
2.2 “Una vendetta guajira a la siciliana”
3. El parentesco y el conflicto: “el conflicto prácticamente se les traslada a unos
primos” 
3.1 Los Cárdenas y los Gómez Ducad
3.2 Los Valdeblánquez y Enrique Coronado
4. Las ciudades escenarios del conflicto “ Unos en Barranquilla y otros en Santa Marta, y
ahí siguió la guerra”
4.1 Expulsión de Santa Marta: “fue a raíz del temor de toda la gente” 
4.2“La vendetta guajira se trasladó a Barranquilla”
5. Los mediadores y los pactos de paz: “más que todo atizar, a encender el mallal” 
5.1 El Estado en el conflicto: “Utilizaron hasta la autoridades”
5.2 La muerte de Pacho Cárdenas: “En una reunión en una gallera rompieron un pacto”
6. El recrudecimiento del conflicto: “Eso fue muerto de uno y otro lado” 
6.1 Las “zetas” y “la guerra entre hombres”
6.2 “Esa regla se rompió después de la muerte de Briceida”
6.3 1980: hasta en prisión mueren los Cárdenas
7. La cacería a Toño Cárdenas: ¿el final de la guerra?
7.1 “Esa guerra se acabó por sustracción de materia”
7.2 “Las guerras no son buenas ni ganándolas”
CONCLUSIONES
EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

ANEXOS
1. Lista de entrevistados
2. Árboles genealógicos
3. Cronología del conflicto

MAPAS
1. Área de estudio
2. La Ramada y la Provincia de los Guanebucán
3. Contactos humanos en Dibulla durante el período colonial
4. Colonización dibullera de la Sierra Nevada de Santa Marta

ÁRBOLES GENEALÓGICOS
1. Descendencia de Francisco Eduardo Cárdenas
2. Matrimonio Valdeblánquez Levette
3. Los Cárdenas Ducad
4. Los Gómez Ducad
5. Los Cárdenas Coronado
6. Los Valdeblánquez Mena
7. Los Valdeblánquez Levette y Enrique Coronado

 
MAPA 1

ÁREA DE ESTUDIO

Fuente: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Atlas de Colombia

, IGAC, 1977, pp.40-41.


 

PRESENTACIÓN

Para los colombianos de mi generación la historia que Simón Uribe y Nicolás Cárdenas analizan
forma parte de la memoria colectiva. El enfrentamiento entre las familias Cárdenasy Valdeblánquez
trascendió los límites locales y durante mucho tiempo ocupó a la prensa de difusión nacional. El
conflicto y la coyuntura en que se insertó fueron noticia, pero lo que la noticia no logró fue develar
la estructura sobre la cual la confrontación se tejió y dinamizó, la lógica que le dio sentido y que, en
su propia efervescencia, transformó a la estructura. Como los autores bien lo señalan en su texto,
era necesario “considerar el conflicto como el resultado de la confluencia de causas estructurales y
coyunturales.”, pero además, tener en cuenta que “estructura y coyuntura no son esferas aisladas
sino que se encuentran en constante juego, modificándose y adaptándose mutuamente y de forma
permanente.”. Sobre esa base, el problema alrededor del cual se estructura el análisis de este libro
es el de la tensión entre los factores estructurantes del conflicto y la dinámica que se generó y que
introdujo sensibles transformaciones en la estructura.

Como los autores lo precisan, el conflicto entre las familias Cárdenas y Valdeblánquez no fue el
único enfrentamiento entre familias guajiras que se dio en la época, pero su manejo como noticia,
como acontecimiento, puso de relieve elementos estructurales de la sociedad en la que se
desarrolló. Lo fundamental de esos elementos estructurantes no radicó, sin embargo, en los hechos
que con mayor insistencia se difundieron, los actos violentos y la llamada bonanza marimbera, sino
precisamente en aspectos más silenciosos, menos espectaculares que el conflicto en sí y, en
últimas, mucho más cotidianos para el país. Se trata de la dinámica social de familias, de
comunidades mestizas, es decir, de gentes cuya organización social se ha estructurado con base en
sistemas de significación procedentes de dos o más culturas.

Lo que Nicolás y Simón muestran con gran acierto es el proceso de configuración de una sociedad
en la que participaron los indígenas Kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta, Wayúu de la
península de la Guajira, los blancos o Alijunas y los afrodescendientes, cada uno con sus diversas
prácticas culturales. Esa sociedad en la que todos tienen un poco de todos, pero cada uno –y unos
más que otros– se coloca y se asume como distinto: el Alijuna, el Kogui, el Wayúu, el
afrodescendiente. Y lo que este libro termina por mostrarnos es una sociedad mestiza Guajira, en la
que el que se asimila como blanco, aunque sea dominante, ha sido el más permeado por la base
cultural nativa y también por la africana. En realidad no es “blanco”, es mestizo y es mestizo Wayúu
o Kogui. Es un mestizo distinto al mestizo Muisca de Tunja y al mestizo Muisca de Bogotá. Las
raíces a las que se articuló el invasor son tan variadas como somos los mestizos de hoy en día.
Mestizos Quimbayas, Sindaguas, Malebúes, Pijaos, Panches... Se trata de raíces negadas,
escondidas, silenciadas, pero siempre presentes.

Entre los muchos aportes del texto, la calidad del análisis que adelantan y sus cualidades
narrativas, es de resaltarse precisamente su preocupación por profundizar tanto en las dificultades
conceptuales que implica el concepto de mestizaje, entendido en un sentido amplio como lo
precisan los autores, como en las características y la dinámica de las sociedades mestizas. Se trata
de un tema que ha sido muy poco trabajado por los investigadores, lo que resulta altamente
significativo, si se considera la importancia demográfica y cultural de estas sociedades en un país
como Colombia, en el que la mayoría de los pobladores somos mestizos.

El caso del mestizo Wayúu presenta en todo caso una peculiaridad que lleva a visibilizar esas
raíces. A diferencia de lo que sucedió con muchos otros grupos indígenas, el Wayúu impuso clara y
abiertamente varias de sus prácticas culturales a los “blancos” que buscaban ejercer su control
sobre ellos. La práctica del pago como compensación de una ofensa, por ejemplo, con todas las
bases ideológicas y la ritualidad de la cual se acompaña se ha hecho valer como ley durante siglos,
más allá y contraponiéndose a la legalidad colonial y luego a la republicana. Más eficiente que estas
últimas, la práctica del pago muestra su origen cultural, lo evidencia, lo pone de relieve. Aquí le es
difícil al mestizo mimetizarse con el blanco, con el ganador, y es en parte esa insubordinación a lo
“blanco” lo que desata la persecución de los medios, de la prensa “nacional”, siempre atenta a
fortalecer el “blanqueamiento”, los valores y las miradas de la metrópoli de turno.

Pero, de otra parte, y este es otro de los grandes méritos del análisis que ofrece la obra, la
incorporación de los sistemas de significación de origen no es integral y si la venganza de sangre se
impuso para limpiar el honor agraviado, no parece haber sucedido lo mismo con los mecanismos de
conciliación. La venganza se prologó por cerca de dos décadas, hasta que las dos familias quedaron
parcialmente exterminadas, llevando así el conflicto a sus últimas consecuencias. No se aprecia,
como sucede en las comunidades Wayúu, la intervención de un intermediario especializado que
diera vía al establecimiento de mecanismos de solución para poner fin al conflicto. En una
coyuntura en el que la abundancia de dinero dinamizó la confrontación, un valor como el honor,
que usualmente operaba como un eficiente mecanismo de control social, derivó en el
encadenamiento de muertes que vengaban ese honor vulnerado.

En términos de los medios, el énfasis y la condena se colocó en el conflicto, en los actos violentos,
en la agresión, en la “barbarie”. Se dejó de lado precisamente aquello que constituye el nudo
central del problema y del conflicto mismo. Una estructura social mestiza, Guajira, cuya riqueza va
mucho más allá de los mecanismos para manejar el conflicto. Es esa riqueza cultural la que emerge
del análisis que nos presentan los autores, dos prometedores jóvenes, cuya pasión e interés por el
tema los llevó a compenetrarse con el trabajo a pesar o tal vez debido a sus diferentes
personalidades. Fue un equipo que trabajó sorprendentemente bien y digo sorprendentemente
precisamente por sus diferencias, pero también por sus semejanzas, tal vez más peligrosas para un
trabajo en equipo. Ambos capaces, talentosos, apasionados, con ideas propias y dispuestos a la
crítica y a la polémica, pero y tal vez fue eso lo que los llevó al éxito de su misión, al diálogo.

Ese diálogo fue muy fructífero no sólo para ellos, sino para el colectivo que los acompañó en su
proceso de elaboración del texto. Los integrantes del Taller Interdisciplinario de Formación en
Investigación Social, Umbra, tuvimos la fortuna de seguir paso a paso su proceso y de
enriquecernos y aprender de sus hallazgos. La lectura de sus textos, la discusión de sus
planteamientos, su riqueza argumentativa, su manejo del tema y, por qué no decirlo, su
empecinamiento, hacían de las sesiones dedicadas a su investigación horas extremadamente ágiles
en términos del aprendizaje. De otra parte, su receptividad a las críticas, comentarios y sugerencias
de los integrantes del Taller agilizó e hizo más fructíferos sus esfuerzos. Ellos, a su vez,
respondieron en forma recíproca y solidaria al interés con que sus compañeros acogieron su trabajo
y fueron serios y rigurosos en su acercamiento a los otros trabajos que se discutían en el Taller.
Todos los integrantes del Taller nos sentimos muy orgullosos de los éxitos de Simón y Nicolás: de
la defensa de la tesis, la ratificación de su calificación de laureada y recientemente la selección de
su trabajo como el mejor trabajo de grado en el área de Ciencias Sociales y Económicas en el
décimo Concurso Nacional Otto de Greiff de 2006, así como de las puertas que se les abren para
continuar sus aportes a la investigación. Sólo meresta decir que ha sido para mí un placer muy
grande haberlos conocido y tenido la oportunidad de trabajar con ellos. De ellos y de los demás
integrantes del Taller es mucho lo que he aprendido, pero incluso más importante que ese
aprendizaje, que valoro infinitamente, es la vitalidad, la riqueza afectiva, el interés y la generosidad
de todos ellos, el aporte más grande para darle sentido a la cotidianidad y a los retos que ésta
impone.

Marta Herrera Ángel

Profesora Asociada

Departamento de Historia

Universidad de los Andes

 
INTRODUCCIÓN

Durante el año 2002 realizamos un viaje por las estribaciones de la cara norte de la Sierra Nevada
de Santa Marta, entre los municipios de Río Ancho y Palomino, ubicados sobre la Troncal
del Caribe, carretera que comunica a Santa Marta con Riohacha. Preguntando a algunas personas,
la mayoría colonos venidos del interior del país, sobre la historia reciente del lugar, nos llamó la
atención que muchos de los relatos giraban alrededor de la bonanza marimbera, una época
comprendida entre mediados de los setenta y comienzos de los ochenta del siglo XX, durante la
cual la Sierra Nevada se convirtió en el principal centro productor de marihuana del país. Algunos
con quienes hablamos habían llegado a la región detrás del negocio de la marihuana, atraídos
por la prosperidad que prometía la bonanza y la ilusión de hacerse a una vida mejor. Los relatos
evocaban unos años de abundancia y derroche, pero también de conflictos violentos que dejaban
muertos a diario: invasiones de los colonos a las grandes haciendas del litoral y desplazamientos
forzosos de indígenas de la Sierra para apropiarse de sus tierras y sembrar allí la marihuana,
enfrentamientos entre marimberos guajiros y cachacos por el control del tráfico y delincuencia
común, entre otros (1). Los problemas tendían a agudizarse por la poca legitimidad de instituciones
del Estado en la zona como el ejército y la policía, que son muy recordados por sus
abusos permanentes y la corrupción generalizada.

Entre las historias de la época de la bonanza, que se fueron multiplicando durante


nuestra permanencia allí, nos interesó particularmente una. En parte porque era la primera vez que
oíamos hablar de ella, pero sobre todo por que se trataba de un fenómeno de violencia cuya
explicación parecía encontrarse mucho más allá de la bonanza marimbera. Se trataba de un
conflicto entre dos familias oriundas de Dibulla, un pueblo de La Guajira ubicado sobre el mar
Caribe, a unos 50 kilómetros al suroccidente de Riohacha. Casi todos con quienes hablamos en ese
entonces tenían algo que decir sobre la  guerra de los Cárdenas y Valdeblánquez, como es
conocido el conflicto en toda la región. Las versiones eran muy parecidas y se referían siempre a la
historia de dos familias guajiras, que por muchos años fueron protagonistas de enfrentamientos
sangrientos, dejando en estos cientos de muertos. Aunque algunos sostenían que todavía
sobrevivían algunos de uno u otro lado, el consenso general era que ambas familias habían
desaparecido por completo. También se decía que tanto los Cárdenas como los Valdeblánquez
habían sido grandes marimberos, llegando a adquirir gigantescas sumas de dinero durante la
bonanza, las cuales utilizaban para costear la guerra. Sin embargo, al preguntar por las causas del
conflicto, la respuesta era siempre la misma y giraba en torno al hecho que eran guajiros que se
mataban por “leyes guajiras” propias de los indígenas wayúu. Fue imposible durante ese viaje
ahondar más en el tema, pues las versiones venían de boca de colonos campesinos del interior,
cuya percepción sobre los guajiros era la de unos seres de naturaleza violenta que habitaban un
territorio donde prevalecían costumbres indígenas, las cuales explicaban por sí solas un conflicto
como el de los Cárdenas y Valdeblánquez.
La cosa quedó así por cerca de un año, luego del cual decidimos plantear el conflicto de los
Cárdenas y Valdeblánquez como un posible tema de monografía de grado, debido a un interés
por estudiar a fondo un fenómeno de violencia concreto sucedido en una coyuntura histórica
específica, como lo fue la bonanza marimbera. Sin embargo, nos encontramos en ese momento con
varios obstáculos que nos revelaron la dificultad y complejidad de la investigación. En primer lugar,
estaba el problema de la viabilidad, si se quiere “física”, de la misma. Con las versiones que
teníamos quedaba poco o nada claro. Nos preocupaba el hecho de que se afirmara que no había
sobrevivido nadie, lo que generaba una inquietud sobre si podríamos acceder a fuentes de primera
mano sobre el conflicto. Por otro lado, si encontrábamos “sobrevivientes”, se trataba de una
historia espinosa episodios y era de esperarse una aversión natural a tocar el tema por parte de
estos y aquellos que hubiesen tenido algo que ver con el conflicto. Estaba además la barrera
infranqueable que implica ser cachacos indagando entre costeños, lo cual, por cierto, pudimos
comprobar a cabalidad durante el trabajo de campo. Por último, aunque habíamos estado
anteriormente en la costa y teníamos algunos vínculos de amistad con personas que nos podían
ayudar en el transcurso de nuestro trabajo, no conocíamos a nadie en Dibulla y éramos conscientes
de que la situación inestable de orden público podía significar en algún momento un obstáculo
mayor para la investigación (2). Por suerte no tuvimos ningún problema al respecto y en cuanto a
nuestra estadía en Dibulla, una afortunada casualidad hizo que el trabajo allí fuera altamente
productivo. Conocimos en Santa Marta a un médico bogotano que años atrás había vivido en este
pueblo, quien nos recomendó con algunos dibulleros y además nos prestó su casa que todavía
conservaba allí. El haber llegado a Dibulla de su parte fue recibido por los dibulleros como una
relación de parentesco con el médico –del que terminamos siendo  sobrinos-, que como veremos
más adelante, fue fundamental en nuestro trabajo.

En segundo lugar, no teníamos idea de cuál podría ser el punto de partida para abordar
el problema. La única pista eran las versiones recogidas en el primer viaje, que atribuían el origen y
desenlace del conflicto a “leyes guajiras” propias de los wayúu. Lecturas posteriores que traían
escuetas referencias a los Cárdenas y Valdeblánquez y a otros conflictos similares sucedidos
durante la época de la bonanza, dejaban en claro que no eran indígenas wayúu sino “familias
guajiras” donde permanecían vigentes costumbres indígenas, algunas de las cuales explicaban el
desencadenamiento de guerras familiares.(3) El que se denominaran “familias guajiras”, nos llevó a
suponer inicialmente que la respuesta se encontraba en que ambas familias eran mestizas
descendientes de wayúu, arrojándonos a la búsqueda de estudios sobre mestizaje en La
Guajira. No obstante, luego de una revisión exhaustiva de fuentes bibliográficas, no encontramos
trabajos dedicados exclusivamente al estudio del mestizaje. La literatura dedicada a los wayúu es
por el contrario muy abundante. Autores como Eduardo Barrera, Hernán Darío Correa, Socorro
Vásquez, José Polo y Otto Vergara, han elaborado trabajos antropológicos e históricos, donde se
analizan a profundidad aspectos propios de la sociedad wayúu tales como su organización
social, política y económica, la estructura familiar, sus costumbres, mitología, etc.(4) Algunos de
estos autores desarrollan el tema de los conflictos, aun cuando de este problema se han ocupado
con mayor énfasis otros como Weildler Guerra y Benson Saler, quienes han centrado su atención en
las formas y la estructura del sistema normativo wayúu.(5) La lectura de estas fuentes y otras
similares, pese a no estar directamente relacionadas con el tema en cuestión, nos fueron muy útiles
en una fase avanzada de la investigación.

En definitiva, hallamos que muchas fuentes desarrollaban extensamente distintos aspectos de la


vida wayúu y en cambio, era muy poco lo existente alrededor del mestizo guajiro y menos lo
relacionado con los conflictos entre mestizos. Además de las menciones esporádicas y sucintas en
la prensa escrita, uno de los pocos aportes lo encontramos en la literatura.(6) En cuanto a las
versiones encontradas en la prensa, el conflicto de Cárdenas y Valdeblánquez era señalado
generalmente como una “vendetta guajira”, donde se mezclaban argumentos que iban desde
afirmar que se trataba de una guerra de clanes donde permanecía vigente la Ley del Talión
(ojo  por ojo, diente por diente), hasta sugerir que todo se explicaba por leyes propias de las
mafias, reduciendo el conflicto a una serie de rivalidades comerciales.(7) 

De la información que nos dejaban las primeras averiguaciones poco o nada habíamos sacado en
claro. Había una tendencia general a asimilar el conflicto con la relación que ambas familias tenían
con La Guajira, sobre cuyos habitantes se construyó por mucho tiempo un estereotipo como un
individuo de naturaleza violenta.(8) Con la bonanza marimbera, se reforzó este estereotipo y
guajiro se volvió sinónimo de mafia, contrabando, armas, vendetta, venganza, etc., lo que
contribuía a oscurecer la historia de los Cárdenas y Valdeblánquez. Primero estaba el problema de
saber qué significaba   guajiro. Roberto Pineda Giraldo, un antropólogo que estuvo trabajando allí
hacia mediados del siglo XX, señalaba que si anteriormente la palabra guajiro se refería
exclusivamente a los indígenas wayúu, ya no se podía afirmar lo mismo, pues ésta se aplicaba
ahora al habitante del departamento de La Guajira, ya fuese indio, mestizo, blanco o mulato. Según
el autor, resulta imposible establecer una separación entre los wayúu y el resto de los habitantes
del departamento para efectos de su estudio, pues según él, su destino se encuentra
indisolublemente unido.(9) Esto ayudaba a identificar a estas familias como guajiras, despejando
el problema de asociar este término con los indígenas wayúu. Quedaba por resolver el significado
de mestizo, cuyas referencias en trabajos académicos continúan siendo aisladas y marginales,
siendo por lo general percibido desde una perspectiva antropológica etnocéntrica que señala los
efectos – generalmente negativos- de este mestizaje sobre la identidad cultural wayúu, pero sin
intentar analizar el problema a fondo, y sobre todo, sin adentrarse en el estudio de los orígenes y
desarrollos del mestizo guajiro como tal.(10)  

Durante nuestro paso por Dibulla y otros lugares de La Guajira, nos encontramos con que
el problema del mestizaje era algo más complejo de lo que habíamos pensado. Por un lado, el
término mestizo es entendido allí exclusivamente como el hijo de wayúu con alijuna, como es
considerado al interior de esta etnia todo aquel que no es wayúu(11). En este sentido, la gran
mayoría de los dibulleros no se consideran mestizos sino simplemente dibulleros. Pero entonces,
¿cuál era el origen del dibullero? Hallamos que detrás del discurso local era posible fijar una línea
divisoria en la memoria colectiva relativa a la historia del lugar. Hasta mediados del siglo XIX, la
narración se encontraba llena de sucesos inciertos de carácter inmemorial: se mencionaba la
existencia de indios guanebucán antes de la llegada de los españoles a comienzos del siglo
XVI, pero estos aparecían como unos habitantes de naturaleza incógnita que se habrían extinguido
tan pronto aparecieron los colonos peninsulares; luego, durante la “época de los españoles”, que
comprendía el período colonial, se evocaba simultáneamente la presencia de indígenas
aruacos(12) de la Sierra, wayúu, cimarrones y españoles, sin que fuera posible establecer un
patrón cronológico en el poblamiento del lugar. Posteriormente, hacia la mitad del siglo XIX, los
dibulleros coincidían en señalar que a partir de allí era posible hablar de las primeras familias
dibulleras, las cuales se habrían encargado de construir el Dibulla actual. Sus apellidos serían
transmitidos de generación en generación y con ellos la memoria, articulando el discurso con
acontecimientos definidos en el tiempo y el espacio. Revisando los archivos parroquiales de Dibulla,
encontramos efectivamente que fue a partir de la mitad del XIX cuando se estableció una parroquia
y comenzaron a ser registrados los bautizos, matrimonios y defunciones. Este hallazgo fue de gran
ayuda y nos permitió, entre otras cosas, identificar en algunos de los primeros registros presencia
de apellidos indígenas wayúu y kogui emparentados con dibulleros.

En resumen, nos dimos cuenta que los dibulleros poseían un origen mucho más complejo de lo que
creíamos. En un sentido estricto, no podíamos asignarles la categoría de mestizos, si atendíamos a
que en La Guajira el mestizo es entendido estrictamente como la mezcla indio wayúu-alijuna. Por
otro lado, la categoría mestizo resultaba problemática si tenemos en cuenta que la
clasificación tradicional heredada del período colonial califica al mestizo como la mezcla blanco-
indio.(13) La población dibullera no era el resultado exclusivo de ésta mezcla, sino el producto de
un mestizaje cultural y biológico prolongado entre distintos grupos humanos (africanos, wayúu,
kogui, europeos). Sin embargo, en un sentido más amplio, la palabra mestizo puede ser entendida
en un contexto genérico que hace alusión a las combinaciones múltiples de grupos humanos,
abandonando la sinonimia que históricamente guarda la palabra con los descendientes de blanco e
indígena.(14) Para los fines de la investigación, la utilidad de poder considerar a los dibulleros como
mestizos (en el sentido genérico del término), residía más en un sentido cultural que racial o
biológico, ya que esto nos permitía comprender la identidad de una población como resultado
de la convergencia de elementos de culturas diferentes. Aquí fue demucha utilidad el podernos
apoyar en el trabajo etnográfico The people of Aritama,(15) de Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff.
Esta investigación explora a fondo la conformación de una cultura mestiza en Atánquez, una
población ubicada sobre la vertiente oriental de la Sierra Nevada, mostrando cómo el atanquero es
un mestizo resultado de los intercambios sociales, económicos y culturales sostenidos por varios
siglos entre indígenas kankuámo e inmigrantes “criollos” descendientes de españoles. Una de las
conclusiones a la que llegan los autores es que la mezcla de diferentes culturas se evidencia en la
personalidad del mestizo, donde en algunos órdenes de la vida prevalecen elementos propios de la
cultura criolla y en otros de la cultura indígena.

Algo similar sucedía en Dibulla y donde lo vimos con mayor claridad fue al acercarnos a la historia
de los Cárdenas y Valdeblánquez. Estas familias habían sido parte de la colonización dibullera de
fines del siglo XIX de San Antonio, un poblado kogui de la Sierra Nevada. Allí vivieron juntos por
más de medio siglo y llegaron establecer relaciones de compadrazgo con los indígenas kogui,
muchos de los cuales huyeron a otros lugares escapando a los abusos de los dibulleros.
Posteriormente ambas familias se vincularon al contrabando y durante la bonanza marimbera se
convirtieron en grandes marimberos. Al indagar sobre las causas y orígenes del conflicto,
encontramos que las versiones orales esgrimían argumentos que iban desde atribuir el conflicto a
una maldición kogui, hasta explicarlo como resultado de una disputa de honor ligada a una mujer,
pasando por relacionarlo con los conflictos entre indígenas wayúu. Quedaba descartada la
posibilidad de que el conflicto se tratara de un enfrentamiento de origen comercial ligado a la
marihuana, porque todas las versiones afirmaban que su origen era anterior a la bonanza
marimbera; en lo que sí coincidían todas, era en que fue gracias a los recursos económicos
provenientes de la bonanza, que el conflicto cobró unas dimensiones inusitadas, volviéndose
famoso no sólo en la costa sino en todo el país. Nos enfrentábamos entonces a un conflicto
inmerso en un fenómeno coyuntural como la bonanza marimbera, pero cuya explicación sólo podía
hallarse en la articulación de una serie de elementos estructurales, propios de la familia dibullera.

Lo anterior nos llevó a definir el conflicto de los Cárdenas y los Valdeblánquez como un conflicto
mestizo, queriendo decir con esto que no es posible atribuirle una única respuesta y afirmar,
por ejemplo, que se trató de un conflicto que siguió patrones culturales de origen wayúu, kogui,
africano o español. Pensar el conflicto como mestizo nos obligaba precisamente a buscar aquellos
elementos estructurales subyacentes al mismo, e identificar al interior de éstos influencias
culturales presentes en la cultura dibullera, ya fuesen wayúu, kogui, africanas o hispánicas.

Pero volvamos sobre la historia. Con la información recogida durante el trabajo de campo, tanto en
fuentes orales como en la revisión de periódicos locales, nos íbamos enterando mejor del conflicto.
Sus inicios se remontaban al 16 de agosto de 1970, cuando fue asesinado en Dibulla Hilario
Valdeblánquez Mena por José Antonio Cárdenas Ducad. Este acontecimiento dio paso a una serie
de venganzas de sangre que se prolongaron por cerca de 20 años, hasta la muerte de Hugo Nelson
Cárdenas, el 11 de abril de 1989, quedando ambas familias parcialmente exterminadas. Con la
bonanza, los escenarios del conflicto se trasladaron a las ciudades de Riohacha, Santa Marta y
Barranquilla, donde se establecieron ambas familias. ¿Qué había dado origen al asesinato de
Hilario? Aunque las versiones giraban en torno a una mujer o un lío de faldas, no concordaban
unas con otras, y no pudimos establecer la verdadera causa, pues los pocos familiares
directamente involucrados en el conflicto con los que establecimos contacto, nos manifestaron que
no querían rememorar esa historia. Lo que nos llamó la atención fue la referencia a que todo se
debía a un   problema de honor, cuya resolución sólo encontraba salida por medio de la venganza.
Muerto Hilario, los Valdeblánquez optaron por vengar su muerte asesinando a un Cárdenas, a lo
que estos respondieron de igual manera y así sucesivamente, degenerando en una cadena
indefinida de venganzas.

El honor y la venganza de sangre se convertían entonces en elementos estructurales muy


relacionados que articulaban el conflicto, sobre los cuales debía girar en adelante la investigación.
Igualmente, los Cárdenas y Valdeblánquez pasaban a ser dos familias arquetípicas dibulleras y en
alguna medida guajiras, pues su conflicto, pese a ser el más “famoso”, no fue el único durante esa
época y encontramos casos parecidos en otros lugares de La Guajira. Por otro lado, dado que se
trataba de un conflicto entre familias y no individuos, éstas pasaron a ser el centro de la
investigación. Fue a partir del estudio de las estructuras familiares en Dibulla, que pudimos
relacionar el honor y la venganza con el parentesco. El hecho que los dibulleros y en general los
guajiros afirmaran que la familia actuaba como “un ejército de protección”, nos reveló el
carácter colectivo que asume el honor y la venganza en los conflictos: cualquier ofensa o afrenta
contra elhonor de un individuo significa una afrenta dirigida contra su familia; en consecuencia, la
responsabilidad de restituir el honor no recae solamente en el individuo sino en sus parientes. Esto
fue precisamente lo que sucedió entre los Cárdenas y Valdeblánquez, y que nos llevó a
suponer inicialmente que se trataba de un conflicto similar a los existentes entre clanes wayúu. 

No obstante, en el caso de los wayúu, el parentesco se fija por vía matrilineal y la responsabilidad
de cobrar una ofensa es asumida únicamente por los parientes uterinos, es decir, los del lado
materno como hermanos y tíos, dejando de un lado la familia del padre.(16) En el caso de los
Cárdenas y Valdeblánquez, pudimos determinar que los involucrados en el conflicto eran por lado y
lado parientes consanguíneos de filiación paterna y materna, aunque en gran mayoría de la
segunda, dejando entrever una influencia en el sistema de filiación de parentesco tanto wayúu
(matrilineal) como hispánico (bilineal), lo que de paso nos revelaba la naturaleza mestiza del
conflicto. Quedaba por resolver el problema de por qué el conflicto de los Cárdenas y
Valdeblánquez había desencadenado en una serie indefinida de venganzas de sangre. Si ambas
familias fueran wayúu, lo lógico sería que el mecanismo impuesto por el código de reciprocidad al
interior de este grupo indígena, el cual establece que todas las ofensas y daños causados a alguien
requieren de una compensación material por parte del agresor y su familia a la familia del agredido,
(17) hubiera llevado a contemplar el pago de la ofensa a la familia agraviada (en este caso los
Valdeblánquez) con el fin de restituir su honor lesionado, al haberse derramado sangre de uno de
sus miembros. Pero a diferencia de los wayúu, no hallamos aquí ningún mecanismo de
compensación diferente a la venganza, al optar los Valdeblánquez por lavar la sangre de Hilario
mediante la sangre de un Cárdenas. Tampoco hubo, como hay en los wayúu, un intermediario
especializado o   palabrero que asumiera el papel de mediador entre ambas familias. Este aspecto,
muy relevante en el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez, fue el que terminó sugiriéndonos la
validez y pertinencia de la investigación para una disciplina como la ciencia política. ¿Por qué se
convirtió la venganza de sangre en la única salida al conflicto? ¿Por qué no hubo un tercero capaz
de asumir el papel de mediador entre las dos familias? Un guajiro nos contestaba que

“.....ahora las vainas las arreglan más, sí, porque ya entonces llega la fiscalía y la vaina, los entregan. En esa
época, cuando los Cárdenas y los Valdeblánquez, en esa época no había ley, no había nada, no había policía,
no había un carajo, eran los mismos pueblos que arreglaban”.(18) 

Esta afirmación nos revelaba tres elementos muy importantes para el análisis del conflicto. Por un
lado, el apartado “en esa época no había ley, no había nada, no había policía, no había un carajo,
eran los mismos pueblos que arreglaban”, nos señalaba la necesidad de considerar el conflicto
como el resultado de la confluencia de causas estructurales y coyunturales. Un factor estructural
como el honor ayudaba a explicar por qué dos familias se vieron envueltas en un conflicto. Autores
como Pitt-Rivers señalan que acudir a la justicia ordinaria en conflictos de honor significa mostrarse
vulnerable e incapaz de resolver los problemas por cuenta propia, lo cual es una conducta que
pone entredicho el honor del agraviado.(19) Pero por otro lado, en el caso de los Cárdenas y
Valdeblánquez, la opción de tomarse la justicia por la propia mano se veía facilitada por el contexto
coyuntural de la bonanza marimbera. Como veremos en el capítulo 3, el Estado, através de
instituciones como la policía y el ejército, actuó la mayoría de las veces como espectador, e incluso
como parte, al verse vinculados algunos de sus miembros con las familias en más de una ocasión.
Esta suma de factores dejaba camino libre a la venganza de sangre como el curso natural -o si se
quiere predecible- del conflicto.

Por otro lado, la afirmación “eran los mismos pueblos que arreglaban”, nos sugería la importancia
del honor en el plano de las relaciones sociales entre los dibulleros. No era el honor la causa que
explicaba por sí sola el origen del conflicto entre ambas familias, sino la transgresión a un código
de honor muy arraigado en la estructura social de Dibulla. En efecto, durante la investigación
encontramos que el honor juega un papel político preponderante en la organización social de
comunidades como la dibullera, al involucrar relaciones de poder entre los individuos y las familias.
El honor es un factor condicionante en el comportamiento de los dibulleros, ya que al establecer
cuál es una conducta honrosa o deshonrosa, define las formas de ser y de actuar de los individuos
que son socialmente aceptadas. Igualmente implica una vigilancia permanente entre las personas,
pues el honor de alguien requiere ser reconocido por el resto de la comunidad, y es ante los ojos
de la comunidad que el honor de un individuo o familia puede quedar entredicho.20 En el Dibulla
de la bonanza marimbera, cuando el honor de alguien era cuestionado por una u otra razón, este
cuestionamiento adquiría un carácter público, pues se dice que en esa época “todo el mundo se
veía la cara a diario”.21 Por ejemplo, en el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, elhonor de los
últimos se veía lesionado ante el resto de las familias dibulleras, al haber asesinado los Cárdenas a
uno de sus miembros; para restituir el honor de su familia, los Valdeblánquez debían vengar su
muerte. El problema es que al no existir mediadores o terceros efectivos y reconocidos como
legítimos por toda la comunidad, al no “haber ley”, el mecanismo de la venganza de sangre se
convierte en una amenaza latente en los conflictos entre familias. Es por esto que autores como
Rene Girard señalan que en las sociedades donde no existe un sistema penal capaz de imponerse
como un tercero neutral en los conflictos, “los males que la violencia puede desencadenar son tan
grandes, y tan aleatorios los remedios, que el acento recae sobre la prevención”.22 En Dibulla, el
código de honor juega un papel dicotómico, al servir, por un lado, como principio preventivo de los
conflictos al condicionar el comportamiento social de los individuos (definiendo cual es una
conducta honorable y cual no lo es), y por el otro, cuando hay una transgresión de dicho código,
incentivando el conflicto al obligar al agraviado a desafiar a quien le ha ofendido como único medio
de restituir su propio honor. En resumen, esto nos llevaba a concluir que el conflicto de los
Cárdenas y Valdeblánquez había sido un conflicto mestizo ocurrido por fuera de los parámetros
impuestos por la justicia ordinaria, al no acudir las partes a las instituciones del sistema judicial del
Estado y optar por la justicia privada a través de la venganza. Al tratarse de una disputa de honor,
el medio de la venganza se constituiría en un instrumento tradicional y legítimo de hacer justicia
ante los ojos de la comunidad, si bien era considerado ilegal ante los ojos del Estado. Si además
considerábamos que el conflicto se había desarrollado en un contexto coyuntural como la bonanza
marimbera, donde por un lado hubo un acceso ilimitado a recursos económicos para financiar la
guerra por cerca de 20 años, y por otro, unas instituciones estatales con poca legitimidad, el
resultado predecible era que el peso de la tradición a la hora de resolver un conflicto se impusiera
sobre los instrumentos legales del Estado diseñados para imponer justicia.

Sin embargo, ésta conclusión, pese a basarse en una descripción detallada y rigurosa del conflicto,
dejaba la impresión de que el conflicto no podía explicarse simplemente como resultado de una
serie de factores mecánicos que funcionaban como una especie de ecuación, donde factores
estructurales (honor, parentesco) + factores coyunturales (bonanza marimbera) = venganza
de sangre. Nos enfrentábamos al problema de cómo interpretar esa diferencia entre el antes
“cuando los Cárdenas y los Valdeblánquez” y el ahora. Esto nos revelaba una tendencia de cambio
en las dinámicas de los conflictos en un lugar como Dibulla: mientras hace relativamente poco el
hacer justicia por cuenta propia era el curso predecible y esperable de los conflictos, con el paso
del tiempo tendía a ser más común acudir a un tercero representado por la autoridad judicial; no
obstante, a nuestro paso por allí encontramos que aspectos como el honor seguían jugando
un papel relevante en las relaciones sociales. Entonces, ¿cómo abordar un conflicto como el de los
Cárdenas y Valdeblánquez, donde elementos como el honor y el parentesco no operan en la vida
real como estructuras rígidas -aunque poseen una rigidez aparente para el observador- sino que se
adaptan permanentemente a situaciones cambiantes?.

Fue precisamente la dinámica cambiante del conflicto lo que nos dio la respuesta. Caímos en
cuenta que inicialmente nos había costado mucho trabajo comprender y describir dicha dinámica,
en buena medida porque creíamos que las conductas derivadas del honor se constituían en una
serie de reglas mecánicas y estructurantes del orden social, que operaban como normas rígidas sin
importar las circunstancias en las cuales se producían y reproducían. Mirado de esta
forma, pensábamos que para explicar el origen y desenlace del conflicto entre los Cárdenas y
Valdeblánquez bastaba, por un lado, con analizar detalladamente el funcionamiento del código de
honor en Dibulla, y por otro, con tener presente la ausencia de un tercero mediador entre
las partes, derivada del contexto histórico de la bonanza. Sin embargo, a medida que avanzábamos
en la investigación caímos en cuenta que el conflicto no seguía unos parámetros totalmente
definidos y predecibles, sino que al encontrarse inmerso en una coyuntura histórica particular –la
bonanza marimbera- muchas de las “reglas” del conflicto no se cumplían al pie de la letra; en
otras palabras, el conflicto, más que ser el resultado de la confluencia de factores estructurales y
coyunturales, era la articulación de los mismos, lo que nos llevó a considerar que estructura y
coyuntura no son esferas aisladas sino que se encuentran en constante juego, modificándose y
adaptándose mutuamente y de forma permanente. Por ejemplo, la frase muy común entre los
dibulleros de que “el honor es sólo entre hombres” se cumplía solo de manera parcial en el caso de
los Cárdenas y Valdeblánquez: los niños y las mujeres, que en un comienzo estuvieron marginados
del conflicto, se vieron poco a poco involucrados hasta convertirse en blancos potenciales para
ambas familias. En cuanto a las estructuras de parentesco, las cuales establecen en un conflicto
quiénes deben participar y quienes quedan excluidos del mismo, nos encontramos que frente al
caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, si bien éstas estructuras fueron el principal elemento
articulador de las familias en disputa, se generaron otro tipo de alianzas ligadas al negocio de la
marihuana, viéndose involucrados en el conflicto individuos no ligados por  parentesco
consanguíneo a las familias como escoltas, sicarios, socios comerciales y miembros del ejército y la
policía. Algo similar ocurría con la venganza, pues aunque nos comentaban que en los conflictos es
muy común la existencia de  zetas o fechas específicas escogidas para vengar a alguien, las cuales
coinciden generalmente con los aniversarios de muerte de una víctima, no fue ésta la regla seguida
por los Cárdenas y Valdeblánquez, de los que nos comentaban con frecuencia que “se mataban
donde fuera y cuando fuera sin importar el lugar, el día ni la hora”. No obstante, como veremos en
el capítulo 3, hallamos algunas de estas zetas a lo largo del conflicto, como por ejemplo el
asesinato de Sabas y Moisés Valdeblánquez Levette el 16 de agosto de 1974 en la ciudad de Santa
Marta, exactamente 4 años después del asesinato de su primo Hilario Valdeblánquez.

Aquí fue de gran ayuda podernos valer de los trabajos de Pierre Bourdieu,23 ya que este
autor muestra cómo las sociedades se estructuran a partir de prácticas, las cuales, lejos de ser una
mera ejecución de reglas, son el producto de la relación dialéctica entre una situación específica
socialmente estructurada (coyuntura) y un sistema de disposiciones duraderas (habitus) que
funciona como una matriz de percepciones, apreciaciones y acciones, haciendo posible el
cumplimiento de tareas infinitamente diferenciadas al interior de una sociedad.24 Uno de los
elementos más relevantes de la teoría de Bourdieu, surgido de su crítica a los análisis
estructuralistas, es precisamente su concepción del funcionamiento de la sociedad a partir
de prácticas, cuyo fundamento según el autor no deriva de reglas inconscientes y automáticas, sino
de estrategias concebidas como un sistema de principios generadores y organizadores flexibles y
adaptables a condiciones cambiantes.25 Es por esto que al referirse el sociólogo francés al honor,
que analiza a profundidad a partir de sus trabajos etnográficos realizados en Cabilia (Argelia),
sostiene que éste no se constituye en una serie de leyes mecánicas o una axiomática abstracta que
estructura la dialéctica del desafío y la réplica en los conflictos sociales, sino que conforma una
disposición inculcada (sentido del honor) desde la infancia, constantemente reforzada y exigida por
el grupo, y mediada por estrategias inscritas a su vez en contextos o coyunturas específicas.26

 De lo anterior sacábamos en claro que elementos tales como el honor y el parentesco no operan
como normas rígidas en una sociedad como la dibullera, sino que forman un sistema de
disposiciones estructuradas en forma de prácticas, las cuales se ajustan constantemente a
coyunturas donde intervienen los intereses de los actores sociales mediante el uso de estrategias,
dirigidas a su vez a la acumulación de diferentes tipos de capital.27 En este sentido, el estudio de
un conflicto como el de los Cárdenas y Valdeblánquez, que en términos de Bourdieu podría
ser considerado como una práctica se constituía en un fenómeno ideal para visualizar la dialéctica
del cambio en una sociedad particular, donde los elementos estructurales se mantienen a lo largo
del tiempo, pero se moldean y adaptan a condiciones cambiantes expresadas en forma de
coyunturas.

Teniendo en cuenta lo planteado hasta el momento, creemos que el estudio del conflicto de los
Cárdenas y Valdeblánquez, al analizar a fondo un fenómeno de violencia concreto sucedido en un
contexto histórico y geográfico definido, se constituye en un aporte a la ciencia política y
específicamente a los estudios sobre la violencia en Colombia. Esperamos además que esta
investigación contribuya al estudio del mestizaje en La Guajira y sirva como un incentivo a futuras
investigaciones en este campo, tan poco explorado en ésta región del país. Somos conscientes de
que la complejidad del tema y las nociones limitadas de los autores en campos como la etnografía,
la antropología y la geografía, dejarán vacíos que esperamos poder resolver en trabajos
posteriores.

****

Para terminar, esbozaremos brevemente la estructura y metodología de la investigación, que se


llevó a cabo entre julio del 2003 y mayo del 2004. El trabajo estuvo dividido en tres fases.
La primera transcurrió entre los meses de julio y octubre, durante los cuales nos dedicamos a
recoger información en bibliotecas y centros de investigación con el fin de elaborar el proyecto de
investigación. Durante esta fase nos concentramos principalmente en la revisión de tesis de grado,
artículos especializados e investigaciones que giraran alrededor de la bonanza marimbera, al igual
que trabajos antropológicos y etnografías relativos al mestizaje en La Guajira, los indígenas wayúu
y la población dibullera. La recolección y lectura de la bibliografía disponible nos permitió hacernos
a una idea general del contexto histórico y geográfico en el que tuvo lugar el conflicto, e
igualmente nos remitió a problemáticas de carácter teórico que posteriormente servirían como
material de apoyo en el análisis del conflicto. También iniciamos una revisión exhaustiva de prensa
en diarios nacionales como  El Tiempo,  El Espectador y El Espacio, y regionales y local es como El
Diario del Caribe,  El Heraldo y El Nacional  de Barranquilla y El Informador  de SantaMarta. Esto nos
permitió ubicar algunas referencias al conflicto, aunque la mayoría no pasaban de ser menciones
marginales de asesinatos que se asociaban generalmente con el tráfico de marihuana y el
contrabando. En general, nuestras nociones sobre el conflicto no pasaban entonces de ser una
serie de datos aislados y a veces contradictorios provenientes de la prensa escrita y textos de
carácter literario y periodístico, los cuales terminaban por aumentar la confusión frente al tema.

Con un proyecto de investigación ya casi concluido, iniciamos la segunda fase de la investigación,


que consistió en un trabajo de campo realizado entre finales de octubre y mediados de diciembre
de 2003. Durante este tiempo recorrimos varios lugares de la Costa Atlántica en busca de
información. La historia del conflicto determinó nuestro desplazamiento a sitios diferentes, que
habían sido en otro momento los escenarios del mismo. Fue así como el trabajo de campo se
transformó en una especie de investigación itinerante, que nos llevó desde Barranquilla hasta
Riohacha, pasando por Santa Marta y pueblos de la Troncal  como Palomino, Mingueo y
Dibulla.También recorrimos otros lugares de La Guajira como Villanueva y El Molino, en busca de
información sobre conflictos similares al de los Cárdenas y Valdeblánquez.

Desde un comienzo tropezamos con la dificultad de llegar a la historia a partir del testimonio oral.
Resultaba muy difícil explicar el objetivo del trabajo, ya que para muchos era inconcebible que la
historia de los Cárdenas y Valdeblánquez fuera motivo de una investigación académica. Por otro
lado, era comprensible que en algunos casos la gente no quisiera hablar de un tema como éste
ante unos cachacos desconocidos. Sin embargo, con el tiempo logramos ganarnos la confianza de
algunas personas, lo que nos permitió acercarnos a su conocimiento y apreciaciones sobre el
conflicto. En Dibulla, donde permanecimos por cerca de 20 días, las cosas fueron más fáciles
gracias a que, como anotábamos más arriba, desde un principio nos asociaron como parientes del
médico. Allí llevamos a cabo varias entrevistas con personas muy cercanas a los Cárdenas y
Valdeblánquez, algunas ligadas a ellos por vínculos de parentesco consanguíneo, cuyos testimonios
fueron muy valiosos no sólo frente al conflicto, sino para enterarnos de muchos aspectos sobre la
historia de Dibulla y los dibulleros. En cuanto a los miembros de las familias que estuvieron
directamente involucrados en el conflicto, hallamos a unos pocos, pero nos manifestaron que
preferían no tocar el tema.

Otra de las fuentes de información importantes fue el archivo parroquial de Dibulla. Gracias a los
libros de bautismos, matrimonios y defunciones, en los cuales encontramos registros de los
dibulleros a partir de la mitad del siglo XIX, fue posible reconstruir los árboles genealógicos de
ambas familias, los cuales nos proporcionaron elementos de análisis muy importantes (ver anexo2).
También se adelantó la revisión de prensa en Barranquilla y Santa Marta, en los archivos
de El   Heraldo y  El Informador, que se vio facilitada porque ya contábamos con más información
sobre el desenlace del conflicto, gracias a algunas referencias en los testimonios orales y a fechas
de defunciones de miembros de las familias recolectadas en los cementerios de Riohacha, Dibulla y
Santa Marta. A partir de la compilación y sistematización de todos los datos recogidos en prensa,
fue posible llevar a cabo un seguimiento cronológico del conflicto a partir de 1970, cuando
se produjo el asesinato de Hilario Valdeblánquez, hasta 1989, cuando murió Hugo Nelson Cárdenas
(ver anexo 3).

Finalizado el trabajo de campo, regresamos a Bogotá, donde iniciamos la última fase de la


investigación, que abarcó los meses de enero a julio de 2004. Lo primero fue ordenar y clasificar la
totalidad de la información disponible, trabajo que se prolongó por cerca de un mes, debido a
labores especialmente dispendiosas como la trascripción de entrevistas. Con base en estas
entrevistas, elaboramos una crónica extensa en la que incorporamos en forma de diálogos las
diferentes versiones sobre la historia. La metodología que usamos fue la siguiente: escogimos tres
escenarios distintos –Bogotá, Dibulla y Santa Marta- en los cuales habíamos realizado entrevistas.
En cada uno de los escenarios –excepto Bogotá, donde sólo trabajamos con una entrevista-
pusimos a conversar a diferentes personajes, los cuales no necesariamente se conocían o vivían en
el mismo lugar. En el caso de Dibulla, por ejemplo, reunimos las entrevistas realizadas allí, así como
otras que tuvieron lugar en partes diferentes de La Guajira; luego escogimos la casa del médico y
recreamos allí un espacio imaginario donde se encontraban todos estos personajes y entablaban
una larga conversación, en la cual nosotros interveníamos como los cachacos sobrinos del médico.
En la medida que las entrevistas habían seguido una estructura similar en la mayoría de los casos,
el trabajo consistió en seleccionar en los testimonios transcritos los temas que nos interesaba tratar
–historia de Dibulla, bonanza marimbera, conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez-, y exponerlos
en forma de diálogo. La ventaja de seguir este método era la posibilidad de presentar un
documento tan valioso como el testimonio oral, logrando a la vezc onfrontar diferentes puntos de
vista sobre un mismo tema. En Santa Marta proseguimos de la misma forma, aunque escogiendo
en este caso el Parque San Miguel, aledaño a la casa donde por varios años vivieron los Cárdenas y
también escenario importante del conflicto. Por razones de seguridad, no presentamos los nombres
completos de los entrevistados, optando a veces por usar sus apodos y en algunos casos
cambiando sus nombres; al final incluimos una lista de todas las entrevistas con sus respectivas
fechas (ver anexo 1). En cuanto a las profesiones que les adjudicamos, la mayoría son reales con
algunas pocas excepciones. Los testimonios son totalmente verídicos y en ningún caso
tergiversamos la información facilitada por los entrevistados.

Finalmente, la crónica quedó divida en tres partes y elaboramos para cada una un capítulo de
análisis, apoyándonos en otro tipo de fuentes primarias y secundarias recogidas en Bogotá y
durante el trabajo de campo. La estructura del trabajo consiste entonces de seis capítulos, tres de
crónica (numerados como I, II y III) y tres de análisis e interpretación (siguiendo la numeración 1,2
y 3), intercalados unos con otros y siguiendo la secuencia crónica-análisis-crónica y así
sucesivamente hasta el final. Los capítulos de análisis se estructuraron de la siguiente manera:

El primer capítulo presenta un contexto histórico y geográfico de Dibulla y tiene como


objetivo principal identificar y describir algunos de los aspectos más significativos en la historia
de poblamiento del lugar y su relación con el carácter mestizo de la cultura dibullera, e igualmente
introducir al lector en la historia de de las familias Cárdenas y Valdeblánquez. Este capítulo se
encuentra dividido en dos partes. En la primera mostramos cómo durante el período de la
Conquista y la Colonia el proceso poblamiento del lugar estuvo dibujado por la movilidad y los
contactos prolongados entre diferentes grupos humanos (cimarrones, europeos e indígenas
guanebucán, wayuú y kogui), de los cuales fue surgiendo el dibullero. Uno de los aspectos más
importantes que señalamos aquí es cómo el carácter dinámico e inestable de este proceso estuvo
estrechamente relacionado con la ubicación geográfica de Dibulla, al constituir un lugar de frontera
entre el Mar Caribe, la península de La Guajira y la Sierra Nevada de Santa Marta. En la segunda
parte, que abarca desde la fundación del municipio a mediados del siglo XIX hasta el presente, nos
centramos en la colonización dibullera de San Antonio en la Sierra Nevada y en los antecedentes y
el auge de la bonanza marimbera. La descripción de estos procesos hace referencia constante a la
historia de ambas familias desde su establecimiento en el poblado de San Antonio en la Sierra
Nevada a finales del siglo XIX y comienzos del XX, hasta su vinculación con el tráfico de marihuana
y el inicio del conflicto, a comienzos de la década de los setenta del siglo pasado.

En el segundo capítulo se analizan los orígenes y las causas del conflicto, tomando como punto
de partida la familia dibullera, con especial énfasis en las estructuras de parentesco, buscando por
un lado identificar las influencias culturales presentes en éstas estructuras (especialmente la
hispánica y la wayúu por ser las más visibles), y por otro, relacionar lo expuesto con el caso de
los Cárdenas y Valdeblánquez, para lo cual nos valimos principalmente de los árboles genealógicos
de ambas familias reconstruidos a partir de los archivos parroquiales de Dibulla. Finalmente
describimos las hipótesis existentes frente al origen del conflicto y analizamos a profundidad el
problema del honor, ya que este permite ligar muchos de los elementos esbozados a lo largo de los
dos primeros capítulos.

Por último, el tercer capítulo se ocupa del desenlace del conflicto desde la muerte de Hilario
Valdeblánquez en 1970 hasta el asesinato de Hugo Nelson Cárdenas en 1989, y busca
mostrar cómo un altercado de honor entre ambas familias terminó generando una cadena de
venganzas de sangre por cerca de 20 años, dejando una cantidad indefinida de víctimas.
Mostramos de qué forma el conflicto contribuyó a reforzar un estereotipo violento del habitante de
La Guajira no sólo en la Costa Atlántica sino en el resto del país. También analizamos de qué
manera las relaciones de parentesco al interior de las familias jugaron un papel esencial en el
desarrollo del conflicto, la importancia que tuvo para el mismo la coyuntura histórica de la bonanza
marimbera, el papel del Estado, los mediadores y los escenarios en los que tuvo lugar.

(1)Cachaco es el término con el que el habitante de la Costa Atlántica colombiana suele denominar a todo aquel
que proviene o es oriundo del interior del país. Marimbero fue el término acuñado durante la bonanza marimbera para
designar a quienes se vincularon a la producción y/o comercialización de la marihuana.

(2) Dibulla, al igual que muchas de las poblaciones ubicadas entre Santa Marta y Riohacha, fue escenario durante los años
2001 y 2002 de fuertes enfrentamientos entre las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y grupos de autodefensas locales
por el control de la cara norte de la Sierra Nevada. Aunque a nuestro pasó por allí el conflicto paramilitar había cesado casi
por completo, la amenaza constante de nuevos conflictos y los permanentes homicidios de campesinos e indígenas, dejaban
entrever una situación de violencia latente en toda la región

(3) Al respecto véase: Alfredo Molano, Fernando Rozo, Juana Escobar, Omayra Mendiola, “Aproximación a una historiaoral
de la colonización de la Sierra Nevada de Santa Marta. Descripción testimonial” (inédito), Bogotá, Fundación Pro-Sierra
Nevada de Santa Marta, 1988, pp.7 y 9; Alfredo Molano, Diagnóstico del orden social en la región del Caribe, Bogotá,
Corpes, 1990, p.18; Alfredo Molano, “Contribución a una historia oral de la colonización de la Sierra Nevada de Santa Marta”
(inédito) ,Fundación Pro-Sierra Nevada de Santa Marta, Bogotá, 1988, pp.7 y 25; DaríoBetancourt y Martha
García,Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1994, p.65;Guillermo Rodríguez Navarro,
Margarita Serje de la Ossa, Edgar Rey Sinning,Mapa cultural del caribe colombiano,CORPES, Santa Marta, 1993, p.125; José
Daza Sierra, “Marihuana, Sociedad y Estado en La Guajira”, Bogotá, Tesisde grado de sociología, Universidad Nacional de
Colombia, 1988, pp.76-77.

(4) Algunos de estos trabajos son: Eduardo Barrera, Mestizaje, comercio y resistencia. La Guajira durante la segunda mitad
del siglo XVIII, Bogotá, ICANH, 2002; José Polo Acuña, “Contrabando y pacificación indígena en una frontera del Caribe
colombiano: La Guajira (1750-1800)”, Cartagena, Revista Aguaita Número 4, Revista del Observatorio del Caribe
Colombiano, julio de 2002; Alberto Tarazona, “Raza y Violencia. Un estudio sobre La Guajira Siglo XVIII”, Bogotá, Tesis de
Grado de Antropología, Universidad Nacional de Colombia, 1975; Hernán Darío Correa y Socorro Vásquez, “Los wayúu. Entre
juya (“el que llueve”), Mma (“la tierra”) y el desarrollo urbano regional”, Geografía humana de Colombia, Nordeste indígena,
Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1993, pp.215-292; OttoVergara González, “Los Wayúu. Hombres del
desierto”, Ardila Gerardo (ed.), La Guajira de la memoria al porvenir,  Bogotá, FEN-Universidad Nacional de Colombia, 1990,
pp.139-161.

 (5) Véase: Weildler Guerra, La disputa y la palabra, La Ley en la sociedad wayuu, Bogotá, Ministerio de Cultura,
2002;Weildler Guerra, “Los conflictos interfamiliares wayúu”, Bogotá, Revista de antropología y arqueología Vol. 9 (1-2),
Universidad de los Andes, 1996, pp.81-92; Benson Saler, Principios de compensación y el valor de las personas en
la sociedad guajira, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1986; Federico Guzmán, “Venganzas de sangre entre los
wayú frente al derecho penal colombiano”, Bogotá, Revista de antropología y arqueología vol.9 (1-2), Op.cit., pp.93-106;
Michel Perrin y José F. Uliyuu Machado, “La “Ley Guajira”, Justicia y venganza entre los guajiros”, Revista Cenipec, Mérida,
no. 9, 1985, pp. 83-118.

(6) Principalmente la novela de Laura Restrepo  Leopardo al sol, cuyo argumento se basa en los Cárdenas y Valdeblánquez.
Laura Restrepo, Leopardo al sol, Bogotá, Editorial Planeta, 1993; véase también: Juan Gossain,  La Mala Hierba Bogotá,
Editorial Oveja Negra, 1981; José Soto, Jepira, Bogotá, Arango Editores, 1989; Osvaldo Mejía Marulanda, “La Venganza
nunca muere”, en: Víctor Bravo Mendoza (comp.), Cuentos Genéricos de autores guajiros , Editorial Lealon, Medellín, 1989,
pp. 63-72. Fuente importante de información fueron revistas de la época como Alternativa y Semana, junto con los diarios El
Tiempo, El Espectador, el Diario del Caribe, El Heraldo y El  Informador , entre otros.

(7) Algunas referencias que ilustran lo mencionado son: “Mafia en la costa. Un fantasma con nombres y apellidos”, Revista
Alternativa No.205, marzo 26-abril 2, 1979; “Alarma en Santa Marta”, El Espectador, julio 11, 1977, p. 2 A;“En Santa Marta
Vendettas a la Siciliana”, El Heraldo, Septiembre 10, 1974, pp. 1-4.

(8) Weildler Guerra, “Los conflictos interfamiliares wayúu”, Op.cit. p.82.

(9)Roberto Pineda Giraldo, “¿Dos guajiras?”, Gerardo Ardila et.al., La Guajira de la memoria al porvenir , Bogotá,Universidad
Nacional de Colombia, 1990, p.27,273.

(10) Al respecto véase los trabajos de: Gloria Triana, “El Mestizaje”, Guhl Ernesto, Bürgl Hans, et. al., Indios y blancosen la
guajira, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1963, pp. 115-120; Hernán Darío Correa, “Los wayúu: pastoreando elsiglo XXI”,
Francois Correa (ed.), Encrucijadas de Colombia Amerindia, Bogotá, ICAN-Colcultura, 1993, pp.203-228; Alberto Rivera, “La
metáfora de la carne sobre los wayúu en la península de La Guajira”, Bogotá,  Revista colombiana de antropología, volumen
XXVIII, 1990-1991, pp. 87-136.

(11) Para los wayúu, la palabra wayúu significa gente en idioma wayúunaiki, mientras que alijuna refiere a toda persona no
wayúu. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.28.

(12) Los dibulleros designan generalmente con el término “aruacos” a sus vecinos los kogui, al igual que todos los indígenas
de la Sierra, sin aplicar distinción alguna entre los diferentes grupos étnicos que ocupan el macizo.

(13) Virginia Gutiérrez de Pineda, La familia en Colombia. Transfondo histórico, Bogotá, Universidad Nacional deColombia,
1963, p.180.

(14) Elisabeth Cunin, “La competencia mestiza. Chicago bajo el trópico o las virtudes heurísticas del
mestizaje”, RevistaColombiana de Antropología- volumen 38, Bogotá, 2002, pp.11-44, p.16.

(15) Gerardo and Alicia Reichel Dolmatoff, The people of Aritama. The cultural personality of a colombian mestizovillage ,
Chicago, The University of Chicago Press, 1961.

(16) Weildler Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., p. 76-77.

(17) Eduardo Barrera, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.45.

(18) Entrevista a Carlos Fernández, Palomino, noviembre 20, 2003.

(19) Julian Pitt Rivers, “Honor y Categoría Social”, Op.cit., p.30.

20. Ibid., p.27.

21. Autores como Simon Roberts señalan que las disputas tienden a permanecer latentes en comunidades donde
losdisputantes viven cerca, ya que permanecen todo el tiempo “viéndose las caras” (face to face), mientras que
ensociedades más numerosas los implicados casi nunca se ven la cara luego de resueltos los conflictos. Simon Roberts,
Order and dispute. An introduction to legal anthropology, Penguin books, 1979, p. 51.

22. René Girard, La violencia y lo sagrado, Barcelona, Editorial Anagrama, 1983, p.26.

23. Para esta investigación nos valimos especialmente de las siguientes obras del sociólogo francés: Pierre Bourdieu, Outline
of a Theory of Practice, New York, Cambridge University Press, 1977 (1972); El Sentido Práctico, Madrid,Taurus, 1991
(1980); La Dominación Masculina, Barcelona, Anagrama, 2000; “El sentimiento del honor en lasociedad de Cabilia”, J.G.
Peristiany, El concepto de honor en la sociedad mediterránea, Barcelona, Editorial Labor,1968, pp. 175-239; “The Forms of
Capital”, John G. Richardson (ed.), Handbook of Theory and Research for theSociology of Education , New York, Greenwood,
1986, pp. 241-255.

24. Pierre Bourdieu, Outline of a Theory of Practice, Op.cit., p.72. Para Bourdieu, el habitus depende de unas estructuras
objetivas (economía, lenguaje, etc.), pues éstas definen las condiciones en que dicho habitus es producido, mientras que la
coyuntura determina las condiciones en que éste opera. Ibid., pp.79-87.

25. Francisco Vázquez García, Pierre Bourdieu. La sociología como crítica de la razón , España, Editorial Montesinos,2002,
p.76.

26. Pierre Bourdieu, El Sentido Práctico, Op.cit., pp.175-176.

27. Para Bourdieu el capital “es trabajo acumulado, bien en forma de material, bien en forma interiorizada oincorporada” y
se puede dividir en capital económico, social, cultural y simbólico. Como veremos en el capítulo 2, elhonor y el parentesco
constituyen formas de capital, lo que ayuda a comprender el por qué no obedecen a reglasmecánicas y se encuentran
mediados por intereses. Francisco Vázquez García, Pierre Bourdieu. La sociología comocrítica de la razón, Op.cit., p. 97
I. PRIMERAS PESQUISAS

 Era muy poco lo que conocíamos acerca de la historia de los Cárdenas y los Valdeblánquez. Es
más, casi nada sabíamos, tan solo rumores aislados referidos todos a la ferocidad del
enfrentamiento entre dos familias guajiras sucedido por allá en los años setenta, cuando en la
costa Atlántica estaba en auge la producción y comercialización de la marimba, la marihuana
sembrada en la Sierra Nevada de Santa Marta. La escasa información que teníamos provenía de
unos pocos libros que tocaban el tema. Un amigo guajiro nos introdujo con cierto sigilo  La  Noche
de las Luciérnagas,2 advirtiéndonos que ahí reposaba casi que lo único escrito sobre la bonanza,
descrita con espectacularidad y rimbombancia. Coincidencialmente por aquellos días una amiga
guajira nos prestó   Leopardo al Sol,3 novela escrita por la colombiana Laura Restrepo. La novela,
según nos contó luego la escritora, había nacido de sus épocas de periodista cuando realizó una
crónica que fue publicada en la revista Semana.4 Allí contaba la historia de las dos familias con
algunos apartes hasta ahora desconocidos por nosotros. Por ejemplo, que eran de Dibulla en la
Guajira, que al parecer todo había empezado por un Cárdenas y un Valdeblánquez, quienes
peleando por una mujer habían desatado el primer muerto del lado de los Valdeblánquez, y que de
ahí para adelante fue muerto de un lado y muerto del otro, trasladando la guerra de su natal
Dibulla a las ciudades vecinas de Santa Marta, Riohacha y Barranquilla. La otrora periodista utilizó
la información recopilada en su investigación para la elaboración de esa crónica y de un guión para
llevar la historia a la televisión. Muy pronto llegó la advertencia de los Valdeblánquez: si se
realizaba la telenovela, la sede de la televisora  RTI  sería volada con una bomba. Eso quedó así por
un tiempo, hasta que el guión para televisión se convirtió en una novela, la cual se servía de la
historia de ambas familias para nutrir la ficción encarnada en la historia de los   Barragán y los
Monsalve. Contrario a lo que sucedió con la telenovela, los Valdeblánquez autorizaron su
publicación: “Que escriba todo lo que quiera, que nosotros por acá no leemos”.

Poco a poco empezábamos a tener más información. Sin embargo, sabíamos lo difícil que
sería poder hablar sobre esa historia con personas que la hubieran vivido de cerca. Era un tema
más que espinoso. El panorama se empezó a despejar cuando a través de un amigo en común,
conocimos a   Kike, un músico samario con mucho que contar sobre la historia que nos ocupaba. Su
infancia había transcurrido en Santa Marta y Villanueva, en el sur de La Guajira. De sus vivencias
en Santa Marta quedaron recuerdos varios, que involucraban la historia de los Cárdenas y los
Valdeblánquez. En una tarde bogotana, gris por cierto, pronto nos vimos sentados en la sala de su
apartamento en el barrio La Macarena, rodeados de una batería, tambores y paredes recubiertas
con empaques de huevo para aislar el sonido y evitar quejas de los vecinos. Kike nos contaba que
igual se quejaban, hasta llegan con la policía, nos decía. Sin necesidad de preguntas ni
explicaciones iniciales,  Kike inició su historia con un estilo descomplicado y espontáneo, que pronto
nos hizo sentir más cachacos que nunca.
“Yo vivía en el edificio Katime, calle 14 número 6-29, en el centro en Santa Marta. En ese edificio
no había nadie marica, hasta que se mudó una familia. El pelao era culo ’e picao, andaba con
unos  Nike de pega pega. Oye y tú qué, ¿cómo es que te llamas? Yo soy Hugo Nelson Cárdenas
Cárdenas, ¿Cárdenas? Sí viejo Kike, Cárdenas de los que tuvieron  el problema, ¿Los de la bomba?,
¿los Cárdenas? Sí, sí, pero toda esa vaina ya pasó marica, Ah, no, todo bien, que tal, firme . Se va
Hugo y me dice un amigo, no marica este man bacano y todo, pero este man todavía tiene la vaina
esa con los Valdeblánquez. Hombe qué es eso, eso manes ya nada, esa guerra ya se acabó, eso ya
no existe ninguno de esos. Mami cómo te parece que Hugo es de los Cárdenas , Ay! no me digas
eso, a mi me da miedo que tú andes con ese pelao, que no sé que cosa, porque  no joda,  esa
vaina  es  peligrosa y  que tal. No pero esa  vaina ya se acabó, decía yo, por amistad, si me
entiendes. Pero igual nosotros nos hicimos amigos y Hugo era como mi mejor amigo. O sea, con
otros amigos salíamos todos los días a joder  la vida, culo ’e amistad, él se quedaba en mi casa, yo
me quedaba en la casa de él, era súper buena gente, íbamos a la playa, jugábamos Atari y mi
mamá ya lo quería. La mamá de Hugo se llamaba Libertad Cárdenas, ya yo la conocía. Tenía dos
hermanas, una que se llamaba Indira y otra que se llamaba Ivonne. La mamá era comerciante,
cada ratico viajaba a Maicao y toda esa cosa. Entonces LibertadC árdenas dejaba a mi mamá
encargada de los hijos de ella, si entiendes, para cualquier vaina, si me explico, entonces a veces
tocaba que almorzaran en mi casa o mi mamá iba allá y alguna vaina, preparábamos comida o
alguna cosa y la vaina...”

 Kike interrumpió su narración al tiempo que encendía un cigarrillo y tomó una bocanada de humo
como si éste hiciera más vívidos sus recuerdos. Pronto aprovechamos su silencio y formulamos una
pregunta, antes que fuera él quien escogiera el rumbo de la conversación: “¿Cómo fue eso de la
bomba?”

“La bomba del Parque San Miguel, que le decían Parque de los Cárdenas, pero realmente se llama
Parque del cementerio San Miguel. La casa de los Cárdenas quedaba en el costado derecho del
cementerio, ahí en el Parque San Miguel. Entonces cuando eso, Hugo tenía como 5 años y lo
metieron abajo de una cama, pero él estaba en la casa de al lado y esa vaina explotó. Y después
que explotó cayeron como 25 manes más de los Valdeblánquez, porque eran los Cárdenas y los
Valdeblánquez que se agarraron a plomo marica, entonces los que quedaron vivos de la bomba los
terminaron de matar, si me entiendes. De ahí se perdieron, fue la época que Hugo se fue para
Maicao, para La Guajira, Uribia y toda esa vaina”.

Foto 1. Diario del Caribe, febrero 4, 1981

Foto 2. El Bogotano, febrero 4, 1981


 Intrigados con un evento del que no teníamos conocimiento y aprovechando la concentración
de Kike, quien fuma de su cigarrillo, formulamos la pregunta de rigor: “¿Cuál era el problema que
tenía la familia de Hugo?

”A la par con la bocanada que salía de su boca, empezaron a desfilar las palabras: “Todo
comenzó porque el papá de Hugo se comió a una mujer de los Valdeblánquez. El problema fue
porque las mujeres enloquecen al mundo entero, hasta la revolución francesa fue por una vieja...
Ahí empezó toda la vaina. Realmente los Cárdenas eran indios, los Valdeblánquez también. Eran
esas familias numerosísimas, todo el que tuviera nexos de cariño, de afecto, se lo bajaban. Hicieron
buen billete con la bonanza, la bonanza marimbera. Hugo me contaba que él alcanzó a vivir esa
época, los casones que tenían esos manes, los carros, toda la vaina. Al papá de Hugo, Toño
Cárdenas, que le decían chichi mouse -a Hugo también le pusieron chichi mouse- lo mataron, fue
horrible, lo cogieron por allá y lo cogieron a tiros y toda la vaina. Mejor dicho como el man era el
duro y Hugo era el hijo directo, el man había dejado hijos por todas partes.Es que eso era un mes
mataban a uno, un mes mataban a otro, se daban plomo entre ellos y con sicario”.

Pronto nos dimos cuenta que Kike nos podía hablar sobre la parte de la historia que se desarrolló
en Santa Marta. “Pero y entonces viejo Kike, ¿cómo se vivía en Santa Marta en esa época?”

“Yo respiré la atmósfera esa de que la venganza está ahí latente, y ta y un muerto, ¿y de quién
era?, no de los Valdeblánquez, y después de un mes o a los dos meses, ta otro muerto, ¿y qué? de
los Cárdenas. Entonces se respiraba esa atmósfera de la guerra entre esas dos familias y quien
estuviera en el medio se lo llevaban. Ese temor era así en Santa Marta. Era una amenaza vivir al
lado de algunos Cárdenas o de los Valdeblánquez, como en la época de Pablo Escobar vivir al lado
de un policía o al lado de una estación de policía, tú sabías que ahí iba a pasar algo”.

Foto 3. Hugo Nelson Cárdenas. Diario del Caribe, Abril 12, 1989

Foto 4. El Heraldo, Abril 12, 1989

Por los ojos de Kike flameaban los recuerdos de aquella época y de su amigo de infancia,
Hugo Nelson Cárdenas Cárdenas. “¿Y Hugo?”, preguntamos casi al unísono.

“Hugo nunca, el man nació con toda esa energía de todo lo que había vivido, todo lo que
había pasado. Claro, no era un picao, es que el man era entre comillas la verguita, si me entiendes,
la verguita. Ya Hugo no tenía rencor, Hugo andaba en otro paseo, sabroso, o sea, él nunca
pensaba en vengar la muerte del papá o cosas así. No, nada, el man estaba fresco con esa vaina,
otra nota. O sea el man era para que estuviera vivo, porque ya él no tenía por qué estar en esa
vaina. El odio fue muy hijueputa. Yo una vez tenía como una gripa, una vaina y a mi me habían
incapacitado como dos días. Al tercer día debía ir al colegio, pero como mi mamá era enfermera, ya
yo tenía excusa para no ir al colegio. Entonces, no, no voy a ir a la primera hora, voy a ir a la
segunda hora, dije yo, culo  ‘e flojera. Nosotros de costumbre teníamos que Hugo me timbraba tran
chacata y nos íbamos, si me entiendes, nos íbamos por la avenida del Ferrocarril caminando. En la
avenida del Ferrocarril cogíamos el bus, un directo avenida Libertador. Nos bajábamos en el
Seminario como de costumbre. Pero como ya yo tenía dos días de no ir alcolegio, ya Hugo sabía
que para qué me timbraba y no me timbró. Y mi mamá me dijo que no fuera al colegio, y yo, no
hombe qué! Quédate si tú estás mal todavía y que tal.  No, no yo si voy a ir, porque ya estaba
bien, pero voy en la segunda hora. Entonces ra me bañé. Cuando yo me estoy bañando marica,
suenan unos tiros así, pa pa, dos tiros. Mi mamá los oyó porque después me dijo que los había
oído, si me entiendes, pero realmente es que la puerta del apartamento la estaban prácticamente
partiendo y era una vecina, como con una manta guajira, una manta para dormir. Venía llorando,
loca, vuelta mierda, gritando, Celia!, Celia! como que mataron a Hugo. Qué viaje marica, yo vi la
vaina y yo dije, ¿qué pasó?, ¿cómo así?, ¿cómo es la vaina?, y llega un amigo que estudiaba de
tarde en el Liceo Caribe, ese no se levantaba temprano, ¡hey!, ven, ven marica, vamos. Mi mamá
decía, ¡no salgan!  Nosotros, ¡vamos!, ¡vamos! Mi mamá, ¡no  sale nadie de aquí!, ¡no sale!
La otra señora también, ¡no sale nadie de aquí!, ¡aquí los encerramos! ¡Mamá!, ¡señora Celia!,
¡mataron a Hugo no joda! como no voy a salir, que no sé que cosa. Salimos los cuatro a ver que
era lo que había pasado. A Hugo le habían metido dos tiros en la cabeza, uno entre la nariz en la
boca y otra aquí, como en la sien. Cuando eso Hugo tenía catorce años, si me explico, cuando la
bomba él tenía como cinco años, pero cuando él andaba conmigo tenía como trece, catorce años y
Hugo tenía la misma edad que la mía. Yo no lo vi, llegó la ambulancia, se lo llevó y yo no lo podía
creer, se lo llevaron para la clínica y mi mamá, cómo era enfermera, buscó de cuánto medico
pueda haber bueno y se fueron para allá, para atender a Hugo. Y mi mamá me dijo, él se salva, él
se salva porque él esta vivo, no está muerto. Ese fue como el alivio de todo el mundo. Entonces
nos fuimos para la casa de Hugo, la mamá estaba viajando, las hermanas estaban llorando y la
abuelita de Hugo también estaba llorando. Yo ese día le metí que culo ’e puño a la pared, llorando
contra un escaparate de la casa de él, porque yo sentía que el man se iba a morir. Cuando llega mi
mamá otra vez al edificio como tres horas después, porque el man duró como dos horas y media
vivo, llegó con una falda rosada, la tenía llena de sangre y salió llorando, dando la noticia que se
había muerto Hugo. Cogió y me abrazó, y me dio fuerza y me dijo, mira las llaves, me las dio Hugo
cuando se estaba muriendo. Cuando Hugo se estaba muriendo, cogió las manos, se las abrió a mi
mamá y le dio las llaves del apartamento y le dijo, dile a mi mamá y a todos que yo estoy bien, que
yo sé que me estoy muriendo, pero estoy bien. Mi mamá llegó con las llaves agarradas y me contó
esa vaina y le contó a todo el mundo”.

 Kike apagó el cigarrillo, refrescó su garganta con un vaso de agua y continuó hilando su relato:

“En ese momento Libertad Cárdenas que era la mamá de Hugo venía fletada desde Maicao. Fletada
es que, si tú no le pones la chancleta a esa hijueputa camioneta yo te zampo un tiro , si
entiendes, porque te voy a pagar son 500.000 pesos, ¡no joda! . Después de que llega mi mamá,
llega como a los 20 minutos Libertad Cárdenas. Se bajó de una cuatro puertas, de esas así de
Maicao, blindada y todo, porque ella tenía apoyo de ciertas personas que conocieron al papá de
Hugo. O sea con decirte que no se demoró ni dos horas en llegar desde Maicao hasta Santa Marta,
por Riohacha se vino, a través de la Sierra Nevada. Marica la vieja gritaba así y todavía me queda
el recuerdo, se tiró de rodillas en la puerta del edificio y gritó, ¡Dios Mío tantas esperanzas!, ¡tantas
ilusiones!, ¡tantas ilusiones!, repetía como veinte veces, ¡tantas ilusiones!  gritaba y gritaba, ¡chichi
mouse!, ¡chichi mouse!, ¡chichi mouse! Se murió Hugo, si me entiendes, culo ’e viaje. Eso fue no
joda, todos los colegios banda de guerra, todo el mundo que nos conocía. Mejor dicho ese día fue
noticia, hasta en el noticiero salió y toda la vaina, porque si fue noticia en Santa Marta, tiene que
ser noticia en todo Colombia, si me explico. Ya era el tumulto de gente abajo en mi edificio o sea
era la prensa si entiendes, todo el mundo quería saber. Además eran los Cárdenas y Hugo era el
último de los Cárdenas, el último, que lo estaban dejando crecer para que le doliera más a la
mujer. Eso fue en abril de 1989”.

El silencio pronto nos devolvió a aquella fría tarde capitalina. El golpeteo de la lluvia en la ventana
nos sacó de la trágica escena de un niño de 13 años, quien esperando el bus del colegio recibe dos
disparos que acaban con su vida. Ahora éramos nosotros quienes fumamos para calmar un poco la
impresión producida por el relato. “¿Cómo así que lo estaban dejando crecer?”, preguntamos. Con
gran dominio de la palabra, Kike retomó su narración:

“Porque resulta que los manes no querían matar a Hugo tan chiquitico si me entiendes, sino que lo
querían dejar crecer para que le doliera más a la mujer, si entiendes. Fue culo ’e vaina hijueputa
haberlo dejado crecer para que le doliera más a la vieja. Eso fue el problema, que lo dejaron coger
confianza, dejaron pasar tiempo. El nunca hablaba de eso, él estaba tan seguro como que nunca le
iba a pasar nada, pero la venganza entre más deja pasar el tiempo más hijueputa es todavía, tú no
la esperas. La venganza fue tan hijueputa que se prestó para hacer eso. Una vendetta en la cual
hasta brujería mi hermano, después vas a saber por qué. De pronto la brujería esa es otra vaina ya
más hijueputa, como que tú clavarle una mala intención a alguien, seguro, eso ya es brujería. Pero
lo cierto fue que Indira se murió como dos años después de cáncer, una pelada de diecisiete años,
incluso le encontraron la muñequita con alfileres y huevonadas, pero pues imagínate eso. Ivonne
en cambio está viva, se envejeció, pareciera que tuviera cuarenta años. Libertad en este momento
está en Riohacha, sola, tiene un puestecito de ropa. La mamá de Hugo se sintió culpable de que lo
hubieran matado, el otro año como que lo iban a mandar para México. La historia de la vendetta
esa familiar termina con la muerte de Hugo, ya después de eso ya no hubo nada. Si la única que
queda es Libertad Cárdenas, para qué la van a matar si no hay nadie que sufra. Libertad Cárdenas
no me podía ver, esa mujer me veía y se ponía a llorar, porque lo primero que le llegaba a la mente
era que así estaría Hugo, estaría igualito a mi. Vaina hijueputa no joda, tú no lo crees, pero esa es
la historia de Hugo Nelson Cárdenas Cárdenas”.

Muy pronto el relato tomó otro rumbo. Las aventuras de cuatro adolescentes en Santa Marta
unidos por la amistad, el Atari, la playa y el sexo. Luego de la muerte de Hugo,  Kike y su primo
Pablo fueron enviados a Villanueva para que cambiaran de aire y olvidaran un poco lo sucedido.
Para nosotros también era hora de partir. Empezaron a llegar los músicos de la banda de  Kike, que
con seguridad interrumpirían el silencio y la paz de los vecinos. Paradójicamente habíamos
conocido de entrada el aparente final de la historia: finalizando la década de los ochenta, había sido
muerto un niño de apellido Cárdenas. Puede que fuera el último Cárdenas que faltaba por morir
producto del enfrentamiento con los Valdeblánquez, pero con toda seguridad no era el primero.

LOS DIBULLEROS Y SU HISTORIA


Foto 5. Cayuco en playas de Dibulla

Luego de algunas semanas de permanencia en la costa, durante las cuáles seguimos rutas distintas
en la búsqueda de pistas sobre los Cárdenas y Valdeblánquez, nos encontramos una mañana a
comienzos de noviembre en las afueras de Dibulla. Sabíamos desde un comienzo que los orígenes
de estas dos familias guajiras se situaban en este pueblo a orillas del mar Caribe, pero decidimos
tomar caminos diferentes para llegar allí, con el fin recorrer algunos escenarios y recoger
testimonios que nos situaran mejor en su historia. Uno había tomado la ruta del Valle, que
atraviesa en dirección nor-oriental el valle que se forma entre la Serranía de Perijá y la
Sierra Nevada de Santa Marta. Después de estar por algún tiempo en Villanueva y El Molino,
municipios ubicados al sur del departamento de La Guajira, donde recogió algunas versiones sobre
la guerra de los Cárdenas y Valdeblánquez, así como de otras familias guajiras durante la época de
la bonanza marimbera, pasó algunos días por Riohacha, donde realizó otras entrevistas. El otro se
dirigió directamente a Santa Marta, ciudad que fue el principal escenario del conflicto, pues allí se
estableció una de las dos familias a comienzos de los años setenta del siglo pasado y tuvieron lugar
muchos de los enfrentamientos. En éste lugar hizo algunas entrevistas a personas que vivieron la
época de la bonanza marimbera y que también recordaban algunos episodios del conflicto.
Igualmente, inició una revisión del único periódico samario que circulaba en esa época,  El
Informador, revisión que tomó varios meses por el estado precario de su archivo: los ejemplares
del diario estaban incompletos y muchos se encontraban descompuestos por la humedad, cosa que
por lo demás carecía de importancia alguna para los funcionarios del periódico, para quienes la
palabra “archivo” sonaba tan extraña como absurda. El horario de atención se reducía a unas pocas
horas los sábados, que dependían del tiempo libre del “encargado” del archivo, personaje que
alternaba este oficio con el de portero, mensajero y recepcionista; por último, el “encargado”, que
siempre mostró una repulsión evidente por la bodega destinada al archivo, se cercenó un pedazo
de dedo con una sierra de carpintería, hallando en éste infeliz suceso la excusa perfecta para no
pisar el archivo por un buen tiempo.

Esa mañana la cita era en Casa Aluminio, un punto sobre la Troncal del Caribe a unos 50 kilómetros
al sur occidente de Riohacha, desde donde sale el camino a Dibulla. Lo primero que siguió al
reencuentro fue un rápido intercambio de impresiones de viaje, al tiempo que recorríamos en una
camioneta Ranger  de placas venezolanas que varias veces al día transita los 10 kilómetros que
separan a Dibulla de la Troncal. Nos preocupó un poco la dificultad que habíamos tenido ambos al
acercarnos a personas que estuvieron muy cerca de la guerra o de alguna de las familias, pues en
Bogotá nos habían hablado de la facilidad y abundancia de las versiones orales sobre la misma.
Caímos en cuenta que no sólo estaba el inconveniente de ser cachacos en la costa, cachacos
inexpertos en el arte de conversar e indagar, sino que además nose nfrentábamos a una historia no
tan reciente como para ser noticia comentada en las esquinas, pero tampoco tan lejana como para
volverse “historia”. Tampoco sabíamos qué nos podía esperar en Dibulla, pues ninguno de los dos
había estado antes allí y salvo algunas referencias históricas encontradas en lecturas previas al
viaje, era muy poco lo que conocíamos sobre el lugar. Nuestro único contacto era Camilo, un
médico bogotano que treinta años atrás había llegado a hacer el rural de medicina y terminó por
quedarse a vivir en el pueblo. No lo conocíamos pero una amiga suya nos habló de él y nos dio las
señas para llegar: debíamos ir hasta la calle de la marina y preguntar por Sal si puedes, el nombre
de su casa.

Foto 6. Casa de Camilo, almendro y playa

Foto 7. Burro de Juan Diaz

Llegamos a Dibulla a medio día y a primera vista nos pareció un lugar desolador. En las calles a
medio pavimentar no se veía sino uno que otro perro sediento buscando una sombra para echarse,
y todo el mundo parecía refugiado en algún escondite huyéndole al calor. Al comienzo sólo vimos
algunas miradas curiosas asomarse por entre los umbrales de las casas, y el único lugar donde
divisamos alguna actividad fue una enramada al fondo de la calle donde nos había dejado la
Ranger. Era el restaurante de Fátima, una matrona dibullera que atendía el sitio y ofrecía la mejor
sopa de guineo del pueblo. Le preguntamos por Camilo y nos dio las señas, “Ah, el médico, tienen
que bajar una cuadra y voltear a la derecha, allá por la casa de Sixta. Camilo, Camilo es buen
amigo mío, lo que me dio rabia fue cuando no lo nombraron alcalde de aquí. El hubiera sido el
alcalde en esa época, cuando Samper fue presidente, Camilo. Mucha gente quería nombrarlo, la
cosa es que Dibulla es un municipio que no tiene pies ni cabeza...Camilo ha pegado aquí, él tiene
muy buenas amistades, lo queremos mucho, ese es dibullero....Ahora debe estar ahí, pero mejor se
pasan más tarde que debe estar echando la siesta, a esta hora todo el pueblo está de siesta”.

Esta versión sobre Camilo era compartida por todas las personas con quienes hablamos en Dibulla
y fue gracias a él que pudimos acercarnos a la historia de los Cárdenas y Valdeblánquez, pues
después de un tiempo la gente nos asoció como sus sobrinos y esa relación de parentesco nos
abrió las puertas del pueblo. Camilo no vivía tiempo completo en Dibulla desde hacía varios años y
ahora sólo pasaba allí temporadas de algunos meses, durante los cuales los dibulleros iban a
buscarlo a su casa para hacerle consultas. Atendía desde su hamaca que guindaba en un almendro
viejo sembrado sobre la playa, y así lo encontramos por primera vez, recostado mientras
mambeaba5 y conversaba con su compadre Juan Díaz, un veterano colono venido de El Molino,
que casi todos los días salía al amanecer montado en su burro para una finca en la Sierra que tenía
en compañía con una dibullera, la cual hacía también las veces de amante. Camilo nos recibió en su
casa y su consultorio resultó siendo durante nuestra permanencia el mejor lugar  para enterarnos
de Dibulla y su historia. Allí, debajo del almendro, a medida que llegaba la gente a contarle al
médico sus dolencias y le pagaba con chirrinche,6 guineo y pescado, pudimos presenciar y
participar de largas conversaciones que poco a poco nos fueron llevando a los Cárdenas y
Valdeblánquez. A pesar de haber hecho algunas entrevistas en otros lugares del pueblo, decidimos
integrarlas al espacio del consultorio con el fin de poner a dialogar simultáneamente a muchos
personajes, entre los cuales nosotros nos convertimos a larga en uno sólo: los cachacos. La
narración que construimos a continuación es entonces una suma de diálogos que se llevaron a cabo
en tiempos y lugares distintos, pero que bien pudieron confluir en un mismo espacio y en el curso
de un día, un día cualquiera de noviembre del año 2003 en el consultorio del médico. Nos
decidimos a dejar que los dibulleros y otros habitantes de Dibulla contaran la historia, su historia,
pues ellos fueron y son sus protagonistas. Nosotros asumimos nuestro papel de cachacos, a veces
interrogando, otras moderando y otras simplemente observando y comentando el curso del diálogo
y sus personajes.

***

Una mañana conversando con Camilo y algunas personas que le hacían visita con frecuencia,
nos pusimos a preguntar sobre el origen de Dibulla. Aparte de nosotros tres, tomaron parte en la
conversación otras tres personas: el profesor Euclides, dibullero de nacimiento, compositor de
música vallenata y gran conocedor de la historia local; Sixta, una mujer dibullera cercana a los 80
que contaba con una memoria extraordinaria y Elsy, estudiante universitaria de Dibulla, quien
tiempo atrás había ido recopilando varios testimonios orales sobre la historia local para su tesis de
grado. Camilo, al tiempo que mambeaba y dirigía su mirada hacia las montañas de la Sierra que se
alzan unos pocos kilómetros al sur de Dibulla, tomó la palabra:

“No se sabe cuándo se funda Dibulla, ni se sabe qué quiere decir Dibulla, aquí en Dibulla dicen
dizque por la bulla, que por la bulla le pusieron Dibulla. Pero yo me he puesto a pensar, Dibulla es
un sitio muy importante para los koguis, la boca del río Cañas, el pantano, toda la playa que va de
ahí hasta La Punta de los Remedios es muy importante porque ahí se sacan las conchas para la cal,
solamente ahí, y de toda la Sierra vienen a recoger conchas ahí. Y en Kogui mar se dice niui,
entonces de pronto tiene algo que ver, pero de eso no se sabe nada”.

“Y aquí no había wayúu?”, le preguntamos al tiempo que vimos entrar a Sixta y sentarse en su silla
azul que cargaba para todas partes.

“El límite de los wayúu era La Punta. Pero la influencia de la cultura wayúu es impresionante. La
matrilinealidad todavía la ve uno en Dibulla, y la concepción de que la familia es al mismo tiempo
un ejército de protección, eso es puro wayúu, puro puro wayúu. La vaina de tener varias mujeres,
hay una influencia muy grande en toda la cultura. Una de las cosas en que es más claro, es toda la
cuestión de la guerra, de la guerra entre guajiros. Uno viene a Dibulla y después va a Taroa en la
alta Guajira y es el mismo tipo de vaina”.

“Aquí en Dibulla sí había wayúus, lo que pasa es que a ellos los hicieron ir los negros -interrumpió
Elsy-. Es que los wayúus fueron los fundadores. Incluso hay una parte donde ellos tenían un
ceremonial, donde hacían estatuillas. Después llegó el señor Pedro Badillo desde Santa Marta en
1525. El vino como con 300 hombres a pie y a caballo y en Palomino se ahogó Juan Álvarez
Palomino, se ahogó ahí. Entonces ahí se quedó un  pocotón de gente, pero siguieron y descubrieron
esta tierra y a mucha gente le gustó. Les gustó el sitio y se quedaron. A partir de ahí ese fue el
primer hito de la historia en sí, pero sin vestigios, porque vivían en chocitas y eso. El primer
nombre era Yaharo, que significa ciudad bañada en oro. Luego Salamanca de la Ramada. Luego le
pusieron  Barranco Colorado también. Es decir, ha tenido muchos nombres y el último es Dibuya,
que según me han contado fue un buque, un barco, un cayuco o algo así que atracó aquí cerca.
Entonces le decían  Dibu y el señor se llamaba Dibu, el jefe de la banda o el capitán, y cuando lo
llamaban él respondía ya,  ya, por eso  Dibuya. Entonces por eso dicen que se llama  Dibuya. Pero
entonces los dibulleros le cambiaron la  ye por doble ele, porque incluso en el Agustín Codazzi eso
reza  Dibuya, con ye”.

“Pero aquí en Dibulla los que estaban eran los guanebucanes –contestó el médico- y llegaron los
negros que había en un palenque ahí en la Sierra. Entonces empezó la mezcla, y después llegaron
europeos. Ahora, uno no sabe hasta que punto también hay wayúu, también es muy probable, sin
embargo, el tipo de gente es diferente en La Punta que en Dibulla. Yo creo que el mestizaje con los
wayúu es mucho más grande en La Punta. Pero bueno, igual eso es jodidísimo de determinar. Pero
culturalmente si es impresionante la influencia”.

“Ve médico –levantó la mano Sixta desde el fondo de su silla-, si la raza mía es de wayúu, tengo
tres o cuatro bisnietos que son hijos de wayúu y los papás tienen su casta. Mis antepasados no son
wayúu, yo no tengo casta wayúu, pero los nietos que tengo sí. Aquí en Dibulla había wayúus en
otras épocas, en otros siglos. Habían wayúus porque en Ma-Ziruma,7 ¿ustedes lo conocen? – dijo
dirigiéndose a nosotros-, ahí había un cementerio y había cabezas y huesos de indios, y oro,
sacaron oro, y vea que sí, porque todavía hay oro creo yo.

El profesor Euclides, que hasta el momento había permanecido silencioso en su hamaca y tenía la
mirada perdida en el mar, se dirigió de pronto hacia todos nosotros y comenzó a contarnos un poco
sobre sus conocimientos de la historia de Dibulla: “La historia por lo general no es precisa, además
que el hombre es quien la construye, que la hace, y dentro de eso puede existir el error –sentenció
al tiempo que levantaba el pulgar de su mano derecha-. Es difícil precisar en qué tiempo estuvieron
los wayúus en Dibulla porque para esas épocas los documentos son escasos. Yo hice un trabajo de
esto a partir del año de 1848, cuando la iglesia de Dibulla estaba en Camarones. Camarones era el
centro de los sacerdotes que venían de Riohacha hacia la Sierra Nevada. Entonces, en el año de
1848 y un poquito más, en el año de 1873, aparecen los primeros bautizos en los libros de la
Parroquia. Por ejemplo, se registra mi abuelo, Angelino Antonio, él nació en el año 1863 y lo
bautizaron en 1872. A partir de allí ya comienza a llegar la gente, lo que no se precisa, porque no
es preciso, es de dónde viene la gente. Hay unas referencias que yo tengo que proceden del Molino
y aparecen en Camarones en 1877. Tenemos los apellidos Bolaños, tenemos Mendoza, que viene
de Fonseca; tenemos apellido Conrado, que ese Conrado viene de Fundación o Ciénaga, entra a
Camarones y se mezcla entonces con los Suárez; y tengo un señor allí, Rodolfo Antonio Conrado
Suárez, que nació como un 10 de enero de 1888, ya en Dibulla, con padres de Camarones, y ahí se
va armando el pueblo, y así fue mucha gente que uno podría decir que fueron los constructores de
este Dibulla, ellos tuvieron sus hijos y siguieron construyendo el Dibulla que hoy tenemos. Y luego
de 1900 para acá se pueden señalar más, están esos Coronado, están Bermúdez, están Suárez,
están los Vanegas, Del Prado, que hoy son los mayores; los Campo, los Arévalo, como el caso de
Sixta, ella nació en 1920 o me equivoco Sixta?”

“Allí ve, allí donde está esa pared, en 1920, un 17 de noviembre –asintió Sixta con una sonrisa
radiante-. Pero vea, yo tuve un nacimiento de varón, nací bocabajo, y de pie. Cuando yo nací, la
comadrona le dijo a mi papá, don Francisco, un varón, se va a llamar don Francisco, cuando me
voltiaron, hembra, vea, se va a llamar Sixta. Y entonces, ve que yo me crié sanita, caminé a los
siete meses, y todavía estoy caminando, no me duelen las piernas, yo me río a veces sola y le doy
gracias a Dios, que me ha conservado los miembros, porque por ahí hay un poco de gente que no
sirve. Y he pasado tropiezos en la vida, he pasado por todas....Pero volviendo a Dibulla, que yo
recuerde, las primeras familias de aquí fueron los Redondo y los Campo. Aquí el que no es Campo
es Redondo o Redondo Campo, Campo Redondo o Redondo Campo. También recuerdo algunos
que vinieron de fuera. Vino Gilberto Peralta, liberal; vino Emiro Gómez Mejía de Camarones, liberal,
vino Andrés Joaquín Mejía, también de Camarones”.

“¿Y los cachacos sobrinos del médico como se llaman? –dijo Sixta después de una pausa y
dirigiendo su mirada hacia nosotros-. Ah, Nicolás y Simón. Nicolás, yo conservo mucho ese nombre
aquí, porque Nicolás del Castillo fue uno que vino en el tiempo de los españoles, vino en un barco y
entró en una balsa por el río, y subió río arriba hasta el puente, ¿ustedes vieron el puente? Uno que
es de pura piedra, hasta allí llegó del Castillo e hizo la sequia esa, que no se ha vuelto a dañar, sólo
se ensucia y van los dibulleros y la limpian. Entonces hizo una chimenea allí, en esa chimenea hacía
ladrillos y baldosas. También tenía un ingenio, tenía un estanco, tenía su motor para su estanco y
trapiche, y hacía ron y hacía panela, de todo. El tipo venía de Santo Domingo, era de Santo
Domingo, lo perseguían los españoles, entonces no tuvo más remedio el tipo, se ahorcó. Le quitó la
culebra a la máquina de hacer los ladrillos y se guindó. Entonces los trabajadores lo recogieron y se
lo llevaron. Vinieron unos riohacheros y se llevaron todos los hierros que había ahí, casi desbaratan
la chimenea, hombre, cuando esa chimenea debiera ser un caso histórico, una reliquia. Las paredes
de mi casa son de ladrillo de allá”.

Cuando Sixta estaba finalizando su historia, oímos de repente una algarabía proveniente de la calle
y al asomarnos vimos a un indígena kogui con una botella de chirrinche en una mano, al tiempo
que con la otra vaciaba un costal sobre el andén. Mientras caían al piso varias docenas de plátanos
y unas cuantas yucas y malangas,8 algunas mujeres salieron de las casas vecinas llevando atados
de pescado seco y se abalanzaron sobre el kogui. Pronto se armó un tumulto a su alrededor del
que sólo podíamos oír gritos que iban y venían en medio del trueque:

Te cambio plátano por pescado de este, No me trajiste la yuca, no la veo por ningún lado, Yo
te saco los piojos y tú me das malanga, Que aquí no vengas más borracho, porque borracho
no sabes tú lo que vas a vender, ya sabes, cuando vengas borracho, te voy a amarrar aquí,
Oiga  siempre que yo viniendo y trayendo algo de arriba y me quieren marranear, No joda, no
hables tanta mierda, saca los guineos, ponlos en filita para ver, pero calma, calma que tú estás
borracho, ¿Oiga el mar por qué está rabiando? Porque tú estás borracho, Ya me va a engañar, ya
lo vi, échame más malanga, me jodiste, Si ves, me jodió, Y bien jodida, para que te dejaste joder,
Yo te doy un pescado y tú qué me das, dame guineo y malanga, Yo te cambio el pescado por
plátano, Oye, me estás robando, Pero ven, dame otra malanga, dame la malanga de los pescados
esos que te di, pónmela ahí, pero malanga, guineo no, malanga, me quieres joder, Ya te la di, me
esta engañando, usted me está jodiendo también, ya, ya no le echo más, ¿Y los  guineos que me
vas a echar? me engañaste, este aruaco si es bien jodido, me jodió...

Finalizado el regateo, el kogui empacó el pescado y vino tambaleando hasta el patio de la casa de
Camilo. Luego de tomar un par de sorbos generosos de chirrinche, dejó el costal a un lado y se
echó a dormir encima de una gualdrapa de la mula de Juan Díaz. Camilo nos había contando en
días anteriores que estas escenas eran comunes en el pueblo, y que por lo general los kogui –
llamados aruacos por los dibulleros-, venían a descansar un rato o a pasar la noche en su casa.
Ellos le tenían confianza porque había trabajado en varias ocasiones en la Sierra y conocía a
muchos de los que a diario bajaban a cambiar sus productos por pescado, chirrinche y otros
artículos que sólo conseguían en los pueblos costeros.

Foto 8. Indígena kogui en Dibulla

Foto 9. Vista de la Sierra Nevada desde la boca del río Jerez

El momento nos pareció propicio para desviar un poco la discusión hacia la relación histórica de
Dibulla con la Sierra. En lecturas anteriores al viaje encontramos algunas referencias a las
colonizaciones de dibulleros a fines del siglo XIX en San Antonio, un poblado kogui ubicado en la
cuenca del río Garavito, a unas 8 horas a pie desde Mingueo. Nos habían comentado también que
algunos de los Cárdenas y Valdeblánquez habían nacido y crecido allí, lo que pudimos constatar
revisando los libros de bautismos y defunciones de la parroquia de Dibulla. Una de las cosas que
nos llamó la atención en dichos libros, era precisamente que algunos de los primeros registros de
bautismo, datados de finales del siglo XIX, tenían como lugar de origen San Antonio y los poblados
vecinos de San Miguel y San Francisco. Al comentar nuestro interés por conocer un poco más ese
proceso de colonización, Camilo tomó la palabra de nuevo:

“Lo que pasa es que los dibulleros son muy flojos para subir cerro, para subir montaña. Entonces
durante mucho tiempo la Sierra estuvo aislada, completamente aislada. Por ahí hasta mediados o
finales del siglo XIX los dibulleros empezaron la colonización de la Sierra y se metieron por toda la
cuenca del Río Ancho. Y cuando conocí, eso fue en 1973, Pueblo Viejo9 era un pueblo de
dibulleros, un pueblo grande, tenía calles y había por lo menos doscientas, doscientas cincuenta
familias dibulleras. Le tumbaron toda la tierra a los indios, porque en ese tiempo los dibulleros eran
bravísimos. Entonces hicieron una inspección de policía manejada por dibulleros que administraba
la justicia de los kogui. Fue a través de esa inspección que sacaban los papeles de las tierras y así
se fueron apoderando. Establecieron un régimen del terror la cosa más verraca allá, impresionante,
esos muchachos eran muy bandidos y tumbaban a los indígenas de una manera absolutamente
descarada”.

“Cálmate no joda, el maltrato a los indios no era de todos los dibulleros –protestó Goyo, un vecino
que acababa de unirse a la conversación-. Mi papá se bajó de la Sierra porque no le gustaba el
maltrato a los indios, porque con el tiempo llegó gente que los maltrataba. Mi papá fue corregidor
yo creo que más de 10 veces, y siempre ellos lo querían. Mi papá a veces no quería y ellos lo
pedían, iban a Riohacha y lo pedían. Yo nací en Dibulla, pero nosotros no teníamos Dibulla como
centro sino de tránsito. Nosotros vivíamos era arriba, las tierras estaban en la Sierra, allá arriba,
donde viven los aruacos. Veníamos aquí era en temporada, en tiempo de fiestas, y cuando pasaban
las fiestas nos devolvíamos. Es que mi papá vivía era allá. Mi papá sabía todo el idioma aruaco.
Nosotros éramos siete varones y una hembra, éramos ocho. El hermano mayor mío, lo mató una
culebra, una mapaná, mi hermano mayor. Ese sabía todo el idioma aruaco, el mayor, nosotros no
lo aprendimos, muy poco. Porque cuando él era chiquito, había una guaca10 y ella le hablaba puro
aruaco, y así aprendió. Pero los menores ya veníamos acá y estudiábamos y en vacaciones era que
nos íbamos para allá, por eso fue que no aprendimos aruaco”.

“Me acuerdo que el viaje en invierno duraba dos días –añadió-, pero en verano se alcanzaba a
llegar en un día, salía uno de aquí a las seis de la mañana y llegaba allá a las seis de la tarde.
Ahora no, ahora se hace en un momentico, pero antes uno salía a pie de aquí mismo, no había
carretera, puro camino por aquí, a la orilla del mar. Se metía uno allá a la finca de La Esperanza, la
finca que está allá adelante, y se metía uno para adentro, por donde queda Mingueo hoy en
día, porque para esa época Mingueo no existía. Mingueo no tiene muchos años de fundado, cuando
yo era jovencito todavía no existía Mingueo. Póngale unos cuarenta y pico de años, eso es lo
que puede tener. Yo traía carga de plátano de río Cañas a Mingueo cuando había invierno. Después
empezaron a hacer la carretera, entonces poníamos las cargas acá, porque los carros para allá no
entraban, y a veces se la vendíamos a los cayucos que iban para Santa Marta. Entonces empezaron
a arreglar la carretera, eso fue hecho cuando el mando de Rojas Pinilla. Cuando ya empezaron a
abrir la trocha para abrir la carretera, todos los que estaban en la orilla del mar, en el río Cañas, se
vinieron para la carretera. Toda la gente fue haciendo el ranchito, se fueron viniendo para la
carretera. Hasta que se formó el Mingueo”.

Goyo vivía a unas cuantas casas de Sal si puedes y lo veíamos con frecuencia caminar por la playa
hacia la boca del río Jerez, que desemboca al mar en el extremo occidental del pueblo. Días atrás
nos habíamos enterado que era familiar de los Cárdenas, y que por causa de la guerra tuvo que
huir y refugiarse por varios años en la Alta Guajira y en Venezuela. Desde el primer encuentro que
tuvimos con él nos contó que vivía enfermo de nervios, y su mirada triste y envejecida nos reveló
por primera vez las dimensiones reales del conflicto, un conflicto quehasta entonces sólo
conocíamos en rumores y titulares de prensa. Goyo solía visitar a Camilo, quien hacía años le había
salvado la vida y ahora le trataba su enfermedad. Esa mañana, luego de contarnos sobre Mingueo,
se despidió y continuó su camino hacia el río Jerez, momento que aprovechamos para referirnos a
la historia de Goyo y de su familia. Sin embargo, notamos en la cara de Sixta una incomodidad
evidente frente al tema. En un momento manifestó que no valía la pena sacar a la luz historias que
habían traído tanta tragedia al pueblo y que lo mejor era olvidarlas. Luego de un silencio que se
prolongó por varios minutos, dijo que tenía que irse por unos guineos para el almuerzo, levantó su
silla y se despidió anunciando que de pronto regresaba en la tarde. Ya se acercaba el medio día y
sólo quedábamos Camilo, Euclides y nosotros dos. Elsy se había ido hace un rato y el sol de las
doce puso fin a la conversación.

Propusimos entonces un baño en el Jerez y a la iniciativa se sumó Euclides. Por el camino le


estuvimos preguntando por qué la aparición de los Cárdenas y Valdeblánquez en la conversación
había molestado a Sixta. Nuestra experiencia hasta el momento era que en especial a las personas
mayores no les agradaba recordar épocas recientes como la bonanza marimbera, ni mucho menos
acontecimientos como la guerra de los Cárdenas y Valdeblánquez, y al hablar de la historia de
Dibulla preferían siempre rescatar sucesos ocurridos en tiempos anteriores. El problema estaba,
según Euclides, en que la llegada de la bonanza marimbera había perturbado de tal forma la
estructura social de Dibulla, que se podía afirmar la existencia de un Dibulla anterior a la bonanza y
uno posterior, radicalmente opuestos. La gente mayor, entre los cuales él se incluía, veía con malos
ojos el Dibulla producto de la bonanza, e igualmente atribuía a dicha bonanza el desenlace –si bien
no el origen- de la guerra de los Cárdenas y Valdeblánquez. Su versión era la siguiente:

“Llegó la época de la marihuana y había una propuesta como esta: Yo te doy tanto
dinero, de pronto representado en dólares, tú siembras la tierra y me vendes el producto a mí. Y
entonces sembraban 10, 20, 30 hectáreas de marihuana y luego le vendían la producción al gringo,
al que administraba los dólares o cualquier persona aquí del interior del país, o también de la costa.
Le prestaba los dólares o le daba ese dinero en esa condición. De esa forma llegó mucho dinero y
muchas tierras fueron cultivadas de marihuana, y se dio una producción magna, muy grande. Y
todo pues estaba muy bien organizado, había la producción, había los medios de comunicación, de
transporte, los cayucos que ustedes conocen, los barcos, los yates y las avionetas. Qué pasó
entonces: había una inversión de mucho dinero, había una producción de mucho dinero, porque
según entiendo, la inversión podría ser de 100 millones de pesos, pero le daba 1000 millones
de pesos. La educación académica aquí llegó tarde, cuando debió llegar muy temprano, digamos en
el año 1900. La gente que cultivaba esas tierras, por lo general no tenía ningún nivel
académico para administración de los bienes, por ejemplo, para no sé, conocer algunos aspectos
de la ley, reconocer que ese era un dinero que no egresaba de buena fuente, entender que ese era
un cultivo que destruía físicamente a la persona, el consumo de drogas, el consumo de marihuana,
eso no es apropiado para el cuerpo humano. Entonces, ¿qué pasó? Primero, la adquisición de
mucho dinero en cabezas mal puestas. Eso produjo qué cosas: la arbitrariedad y la falta de
civilidad, y comenzaron entonces las peleas, se compraban muchas armas, se compraba mucho
ron, se compraba mucho carro. Un hombre tenía hasta 20 mujeres y podía tener hasta 20 hijos,
digamos en una década, porque eso más o menos demoró unos 10 años. La gente comenzó
entonces con la pelea, y los problemas que ya existían por cualquier irregularidad, cualquier
circunstancia, se revivieron en ese entonces. Y comenzaron entonces los dos bandos, que son dos
familias o más familias, y allí comenzó entonces la guerra, la muerte, la ruina, la soledad, la ruina
económica y la ruina social. ¿Por qué la ruina económica? Porque ellos tenían que gastar mucho
dinero en la pelea, la pelea representaba hombres, proyectiles, armas, comida, ron, carros.
Entonces viene esa ruina económica y seguido la ruina social”.

A pesar de que Euclides tampoco se mostraba muy dispuesto a hablar de los Cárdenas y
Valdeblánquez, a medida que recorríamos el camino hacia el río, sus palabras nos fueron situando
en el Dibulla de la época de la bonanza. La conversación de la mañana nos había arrojado algunas
referencias al origen de Dibulla, que nos dejaba la impresión de una historia de poblamiento con
rasgos muy complejos, explicados en parte por encontrarnos en un lugar ubicado en una frontera
entre el mar Caribe, la Sierra Nevada y la península de La Guajira. Nos interesaba sobre todo el
poder ahondar en los elementos relevantes en la conformación de la identidad local, que pudieran
ayudarnos a explicar los orígenes y el desenlace del conflicto que nos encontrábamos investigando.
En la conversación con  Kike en Bogotá nos había llamado la atención la referencia a que los
Cárdenas y Valdeblánquez eran “indios”, queriendo decir que eran indígenas wayúu, como una
posible manera de explicar el desencadenamiento y desenlacede la guerra. Sabíamos que ambas
familias no pertenecían a esta etnia, pero nuestra suposición inicial era que eran mestizos
descendientes de wayúu y que esta relación de mestizaje explicaba por sí sola algunos elementos
de la dinámica de la guerra. Sin embargo, luego de indagar un poco sobre el origen de las familias
en Dibulla, no encontramos relaciones de parentesco cercanas con indígenas wayúu. De la
conversación de la mañana, nos quedaba la impresión de que si por un lado los dibulleros ubicaban
el origen del lugar y de sus primeros habitantes en tiempos remotos cercanos a la llegada de los
españoles, por el otro hablaban de un origen más reciente, donde los wayúu no parecían estar tan
presentes y el discurso local se encontraba ligado de forma más estrecha a la Sierra Nevada, los
indios kogui y los poblados vecinos como Camarones, La Punta de los Remedios y Mingueo. 

Nuestros pensamientos giraban alrededor de estas cuestiones cuando encontramos a Chichi, un


dibullero ahijado de Camilo con el cual nos habíamos hecho buenos amigos, en parte por que no
era mucho mayor a nosotros, pero sobre todo por compartir la afición por el fútbol. Chichi era
árbitro y con frecuencia pitaba partidos en Mingueo y Riohacha, ocupación que combinaba con
oficios varios como la pesca, la albañilería y los contratos ocasionales en la alcaldía. Como esa tarde
andaba desocupado nos acompañó al río y lo invitamos a la casa de Camilo.

Cuando llegamos ya eran cerca de las tres y encontramos a Camilo reunido con don Hugo, un
riohachero de unos 60 años que venía con cierta frecuencia a su casa; Cayo, un villanuevero y
colono fundador de Palomino que estaba allí para hacerse ver una hernia del médico; y por último
Cote, periodista y locutor de radio de Mingueo, quien venía acompañando a Cayo. Aprovechamos la
locuacidad de Cote unida al chirrinche que ya por esas horas circulaba de boca en boca, para
reanudar la conversación de la mañana preguntándole sobre el origen de Mingueo.

“Mingueo se desarrolló porque Mingueo le abrió los brazos a comunidades venidas de otras
regiones, precisamente sedientas de riqueza, de adquirir un medio de vida diferente al que tenían
allá en sus tierras, por eso Mingueo tiene una cultura bastante amplia en ese sentido –comentó al
tiempo que se acomodaba la cámara fotográfica que nunca se quitaba de encima-. Entonces eso es
lo que ha hecho más difícil la unificación de criterios en Mingueo. Aquí en Dibulla se puede dar
porque si se quiere todos son familia, lo mismo que en La Punta de los Remedios y Las Flores. En
Mingueo no, porque en Mingueo se dieron cita diferentes culturas, ahí tenemos rolos, tenemos
vallunos, tenemos antioqueños, tenemos caldenses, tolimenses, guajiros, pastusos, cesarenses. Ahí
hay de todo”.

“Lo mismo pasa con Palomino –anotó Cayo-. Palomino es nuevo, lo que tendrá es 37 años. Como
Mingueo, Palomino es de forasteros, casi todo, pero allá llegaron primero los dibulleros, hicieron un
pueblito, muy poquitos, se pueden contar, como 10 ó 15 dibulleros. Entonces después hicieron la
Troncal y fue cuando empezó a entrar gente forastera, gente que vino atrabajar en la carretera y
se quedó. Vinieron santandereanos, antioqueños, gente de todas partes. Mingueo también era
cuatro casas de dibulleros en la playa. Lo que pasa es que Dibulla ha sido la más famosa aquí, la
más vieja, porque aquí fue que llegaron los españoles, por eso la chimenea antigua que está en la
entrada del pueblo, esa es de la época de los españoles”.

Foto. 10. Casa dibullera


Foto 11. Casa dibullera

“Es que lo que pasó con Mingueo, Río Ancho, Palomino y otros pueblos de la Troncal fue que
fueron formados más que todo por personas del interior –afirmó Cote-. Y la razón es la influencia
de la Sierra, porque está más cerca de ahí, entonces se les facilitaba las cosas. Se trataba de gente
que estaba acostumbrada a esos terrenos bastante quebrados, que venía de terrenos parecidos. En
cambio los que viven por este sector añoran su tierra plana, y entonces se dedicaron desde un
comienzo al cultivo de arroz, al plátano, al sorgo, al fríjol y a esas cuestiones que se explotan en
tierras planas. Además Dibulla y La Punta de los Remedios le cerraron la puerta a los cachacos, lo
mismo Campana, Las Flores y Puente Bomba11. Lo que le abrió las puertas a los cachacos fue
desde Mingueo hacia abajo, ahí es donde predomina más que todo el personal oriundo del interior
del país”.

“Es que el dibullero es egoísta –replicó Cayo-. Dibulla es regionalista, nada más hay gente de la
región, que yo me acuerde de cuando viví aquí, eso fue por allá en el 70, máximo había un
cachaco, no había más. Conocí uno que todavía está vivo. Conmigo, a pesar de ser villanuevero,
siempre había un roce, porque el de aquí del norte es muy flojo, y el del sur le tocaba trabajar, le
tocaba con la ganadería, con el algodón, con el café. Los de por aquí no, los de por aquí no másera
tierra plana con plátano y pescado y contrabando, contrabando de Dibulla a Santa Marta. Me
acuerdo de los carros dibulleros, que llaman mixtos, de escalera y carrocería, siempre iban llenos
de contrabando. Es que a Dibulla llegaba mucho contrabando. Dibulla es contrabandista de
tradición. Ahí embarcaban tabaco, embarcaban café, embarcaban de todo, lo mismo que allá en
Riohacha. Entonces primero empezó el tabaco y el dividivi, y después vino la extracción de perlas
marinas con los japoneses, los alemanes y los ingleses. Luego llegó la langosta, es que todo eso
fue contrabando, y después entró el café, y después entró el contrabando a Maicao, y la marihuana
terminó de redondear todas esas vainas”.

Las intervenciones de Cayo y Cote desbordaron una conversación que hasta el momento había
girado alrededor de Dibulla. El hecho de que fueran personas venidas de afuera nos ofrecía
apreciaciones distintas acerca de Dibulla y sus habitantes, pero también incorporaban elementos
que requerían situarnos ahora en un contexto regional, sobre todo si queríamos acercarnos al
conflicto entre Cárdenas y Valdeblánquez, un fenómeno que sin duda no era comprensible sino por
la conjunción de elementos tanto locales como regionales. Insistimos entonces sobre el punto del
regionalismo y la aversión de los dibulleros a los cachacos, manifestando que durante
nuestra permanencia allí no habíamos sentido rechazo en la gente.

“Yo pienso que a ustedes les ha ido muy bien en Dibulla, la parte social de Dibulla –dijo Euclides
dirigiéndose a nosotros y ofreciéndonos la botella de chirrinche-. Fueron acogidos. Pero hagan algo,
pellizquen a alguien, nada más pellízquenlo, para que vean cómo se prende la llama, porque
nosotros somos así. Ustedes van mañana y le hacen así a una persona, él no se lo tolera, cuando
debieran entrar en el arreglo”.

“Es que ese es un radicalismo que siempre ha existido en esta zona –recalcó Cote-. Aquí es que las
cosas son como yo digo porque yo soy de acá y tú no eres de aquí, y por lo tanto lo mío es mío y lo
tuyo tú verás como te defiendes, que ha sido siempre el rechazo hacia las personas foráneas.
Porque aquí el que no es nativo tiene una consideración diferente y el que es de aquí se aprecia
más. Aquí somos de pronto enemigos por instinto pero amigos por la sed de algo, por lograr algo
somos amigos, pero cuando ya lo logramos ya nos despatriamos. Sí, esa es nuestra idiosincrasia,
aquí una familia entera se puede estar matando, pero llega un forastero a entrometerse, nos
unimos, jodemos al forastero y empezamos la pelea de nosotros nuevamente”.

“Pero eso de que aquí somos enemigos por instinto no es tan cierto –alegó Euclides-. Para
entender ese comportamiento violento yo creo que nosotros tenemos que tener en cuenta que La
Guajira fue una región del país que fue colonizada, que hubo una llegada de negros y españoles,
de indígenas, ya indígenas radicados aquí y de negros. Eso desde su fondo trae violencia, porque
los españoles venían en contra de los indígenas, porque la esencia de ellos realmente era
adquirir espacios por aquí por esta región y adquirir cierta posibilidad económica a través del oro.
Con el oro llegaron ellos pero también llegaron los negros, entonces ese tipo de mezcla, y de
pronto, con el tiempo, el disgusto y la contradicción entre ellos, debió dejar algo hereditario de
violencia, además que Colombia ha sido un país de violencia. Ahora, la región nuestra, esta región
de La Guajira, por lo general, además de tener ese tipo de influencia no ha tenido la posibilidad de
tener, digamos, un pleno empleo, donde las personas son más pasivas porque tienen una
responsabilidad que cumplir, también unos medios económicos con los cuales puedan sustentar la
situación económica de su familia. Aquí ha existido mucho el contrabando, y la única forma de
cobrar algo si no lo quieren pagar, es a través de la violencia, la agresión, la muerte, el plomo”.

“Existe entonces ese tipo de relación negativa que está permitida por el contrabando –continuó
el profesor al tiempo que tomaba un trago-. Aquí en La Guajira se ha contrabandeado ganado, se
ha llevado el café, de ahí del sur de La Guajira, hacia Maicao, a las islas. Se ha mantenido un
contrabando, digamos que no es un contrabando que sea de naturaleza tan delicada
económicamente para el país como es el cigarrillo que entra por acá por Maicao y otros productos
que han entrado siempre por Venezuela, sino por ejemplo qué cosas: papel higiénico, buena
producción de papel higiénico de allá venía aquí; sardinas, huevos, pollos, todo eso. Eso lo digo
para emparejar el punto donde digo que La Guajira ha vivido de contrabando. Pero hablemos
también de la época de la marihuana. Fíjense, todo este recuento que he hecho tiene que ver algo
con la entrada de la marihuana. La marihuana, ¿por qué entra? Muy sencillo, ya hemos dicho, La
Guajira ha vivido de contrabando. La Guajira en un momento determinado, y de pronto diríamos
nosotros en el año por ahí de 1970, tuvo algunos contactos con el exterior, hubo la posibilidad del
exterior en cuanto a ese tipo de contactos irregulares, de contrabando y de producción de
marihuana”.

Foto 12. El Heraldo, mayo 7, 1979

Foto 13. Alternativa, noviembre 20-27, 1978


“Hombre, pero esa época de la bonanza por acá fue un terremoto, eso por aquí no se había visto –
exclamó desde el fondo de su silla don Hugo-. En realidad por aquí había habido cosas que se
asemejaban a eso pero no igual, por lo menos me decían a mí, porque eso no lo vi yo, que cuando
hubo la pesca de perlas vinieron 5.000 venezolanos a pescar perlas aquí, hubo también entusiasmo
de dinero y mucha bulla. Luego pasó eso y vino, creo que fue en el año 38, no, como del 37 al 39,
vino la compra de dividivi. Eso vinieron unos alemanes cuando se iban a preparar  para la segunda
guerra mundial a comprar dividivi, para hacer la pólvora y no sé que cosas otras. Luego pasó eso,
entonces cuando Rojas Pinilla en el 53 vino el movimiento del café, llevaban café para hich, para
Curazao, para esos puntos llevaban café, y eso se volvió un torbellino aquí, que todo el mundo
embarcaba café en Puerto López, Puerto Inglés, Puerto Estrella, y eso venía de los santanderes,
200, 500 carros, y eso eran colas. Luego pasó eso y vino otro movimiento, selle vaban el azúcar de
Colombia también para allá, para Norteamérica. Después de eso fue que vino la marihuana, eso fue
plata y muerto y plata y muerto, hasta que se estrelló, se acabó. Yo en Riohacha en el Banco de la
República veía colas, sin exagerarle, de más de 500 hombres cambiando dólares, y a los
estudiantes pobres los metían en las colas pagándoles el día. Entonces al final llegó el Estado, se
dio cuenta de que eso era grave y se acabó eso. Y ahora quedó la desolación, quedó la ruina,
quedaron las malas costumbres, porque el hombre es un animal de costumbre. Sí, porque aquí
antes por lo menos el campesino vivía del campo produciendo el maíz, la yuca, el plátano, criaba
sus vacas, criaba sus chivos, y cuando eso vendieron las tierrecitas y todo el mundo buscó la
ciudad. Aquí estamos pasando hambre”.

“Eso es totalmente cierto –sentenció Cayo-. Aquí en Dibulla todo el mundo vivió de la marihuana,
todo el mundo, nadie compraba nada, nadie sembraba yuca, el plátano se agotó, nadie tenía que
ver con plátano, y esta era una tierra de puro plátano en esa época, todo eso se acabó. Todo el
mundo se dedicó a la marihuana, un quintal de marihuana podía valer 120.000 pesos como valer
30.000 mil. Entonces un tipo que nunca había conseguido un peso, nada más que detrás del burro
con el platanito, cogía de pronto 120.000 pesos y un carro valía 30.000 pesos. Compraba el carro y
se emborrachaba, yo si tengo plata, y era plata. El que tenía 5 quintales cogía 600.000, se volvía
loco bebiendo y comprando carros y armas, y déle tiros al aire y a todas partes. Se montaba
borracho con la familia y empezaba por ahí a fregar, vamos a tal   parte, y estrellaba el carro y se
mataba con todo y familia. Y aquí hubo más muerto de carro quede otra cosa”.

“Si esa época yo la viví en carne propia –dijo Chichi con su expresión alegre de siempre-. Cuando
yo era pelao mi papá tenía un poco de cayuquitos, dos cayuquitos, y eso llegaban los barcos, se
ponían ahí los yates, los barcos, no, que hay que cargar marihuana....Yo jodía con eso y tenía
asegurada la pinta de ropa. Yo me aseguraba mis mil barras hijueputa, con mil barras llegaba aquí
a la casa y venga, me lo quitaban. Mil pesos en esa época, uyy, qué no compraba uno, y entonces
se vivió esa época, una época bacana. Pero también fue una época de terror, hubo mucha
violencia, mucha muerte. A raíz de eso fue que los Cárdenas y Valdeblánquez comenzaron a
echarse plomo, por la vieja esa. Pero sí, mucho muerto, mucha violencia, aquí eso era que
encontraron tres muertos por allá, no que encontraron dos por allá, no que encontraron no sé que
en la Sierra, no que en el camino ese hay tantos muertos. Entonces se fue creando un
ambiente jueputa, aquí en Dibulla y en toda La Guajira, y crió esa fama La Guajira de bellacos.
Cuando uno iba Santa Marta, cuando iba uno a Barranquilla o a Cartagena, no dejaban
entrar guajiro. O sea, por unos pagamos todos...”.
Chichi continuó por largo rato evocando recuerdos de los años de la bonanza, los cuales narraba
con una mezcla de nostalgia y a la vez un asombro de sobreviviente. Su relato estaba lleno de
episodios en los que aparecían yates gringos cargados de maletas con dólares y armas de los
calibres más desconocidos, avionetas piloteadas por exsoldados de Vietnam, enfrentamientos con
el ejército y la policía que terminaban siempre en el soborno,   Rangers a toda velocidad tripulados
por marimberos que celebraban el “corone” de un negocio con varias cajas de whisky, peleas a
muerte entre guajiros y cachacos por el control del negocio, asesinatos aquí y allá, etc. La
conversación había cobrado un tono festivo, facilitado por el chirrinche y una brisa fresca que
llegaba casi siempre al caer la tarde. Hasta el profesor Euclides, que había recriminado en varias
ocasiones a hicha por celebrar la época de la bonanza como si fuera un carnaval, mostraba buen
ánimo y hasta se decidió a cantarnos una de sus composiciones. Aprovechamos entonces para
referir nuestro interés en la historia de los Cárdenas y Valdeblánquez, a lo que siguió una larga
disquisición donde los concurrentes de Sal si puedes nos despejaron muchas dudas, que a su vez
nos sembraron nuevos y múltiples interrogantes sobre el conflicto.

Foto 14. La bonanza marimbera

Foto 15. Titular de la bonanza marimbera


CAPÍTULO 1

LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZ EN LA HISTORIA DE DIBULLA

 No hay entre los dibulleros un consenso acerca de su origen ni el origen de Dibulla. Al
indagar sobre los procesos de poblamiento del lugar, encontramos que sus habitantes
evocan acontecimientos sucedidos en tiempos inmemoriales anteriores a la llegada de los
españoles. Aparecen allí referencias dispersas a los indios guanebucán y wayúu o “guajiros”,
considerados como los primeros habitantes de la zona. Luego se rememoran las épocas de la
llegada de los españoles en los albores del siglo XVI, cuya presencia allí está confirmada según los
dibulleros por la existencia de vestigios materiales como la chimenea de piedra, que aún
permanece incólume en las afueras del pueblo. Esta se ha convertido en un ícono arquitectónico
del cual se sirve el discurso local para reivindicar la antigüedad del lugar, pese a que se desconoce
con exactitud la fecha de su construcción. Sucede lo mismo con el poblamiento de la zona durante
el período colonial, pues se suele evocar simultáneamente la presencia de negros, españoles,
wayúue indígenas aruaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, pero se trata de menciones vagas
relativas a un tiempo indefinido y un territorio de límites difusos.

Es desde mediados del siglo XIX, cuando se funda el municipio de Dibulla y se establece allí
una parroquia, que los dibulleros son capaces de reconstruir con mayor precisión su historia. A
partir de esa época comienzan a registrarse los bautizos, matrimonios y defunciones, siendo el
referente genealógico transmitido por los apellidos el eje articulador que permite al dibullero
afirmar que es en esa época donde se funda el “actual Dibulla” y de donde provienen las primeras
familias dibulleras. Las personas mayores aseguran que desde ese momento sus antepasados se
encontraban habitando el pueblo, habiendo llegado algunos en esa época de otros lugares de La
Guajira y otros de origen incierto o desconocido por sus descendientes. Esto nos ayuda a explicar el
por qué los dibulleros dan a entender la existencia de dos Dibullas, uno anterior a la fecha en que
se funda el municipio y otro posterior. El primero, como vimos, carece de referentes temporales y
espaciales precisos que permitan delimitar los procesos históricos de poblamiento, al constituirse
por acontecimientos y menciones dispersas cuyo fin es el de sostener que Dibulla ha sido habitado
desde mucho tiempo atrás, buscando así legitimar la antigüedad de su pueblo frente a los
habitantes de otros lugares de la región. El segundo se encuentra ligado al asentamiento
permanente de familias allí a partir de mediados del siglo XIX, cuyos apellidos se vienen
trasmitiendo de generación en generación y son llevados en la actualidad por muchos dibulleros, lo
cual pudimos constatar al revisar los libros de bautismo del archivo parroquial de Dibulla.

Se puede afirmar que el discurso local, con sus ambivalencias y rupturas, es el reflejo de
un proceso de poblamiento muy complejo. Coincidimos con la antropóloga Anne-Marie Losonczy,
cuando sugiere que esta complejidad tiene que ver con el hecho de que Dibulla fue siempre una
intersección de varias fronteras, al limitar al norte con el mar Caribe, al sur y occidente con la Sierra
Nevada de Santa Marta y al oriente con la península de La Guajira, lo cual “dibuja la imagen de un
poblamiento disperso y móvil, constituido por llegadas individuales sucesivas de una población
compuesta de cimarrones, mestizos e indígenas guajiros, sobre el trasfondo de visitas periódicas de
indígenas de la Sierra”.12

Para Losonczy, estas dinámicas de poblamiento, inscritas en la movilidad permanente de diferentes


grupos hasta bien entrado el siglo XIX, hacen que el discurso local rememore ese tiempo como
“una evocación difusa de gentes sin nombre y territorios sin límites, lejos de cualquier referente
genealógico, patronímico o comunitario”.13 Según la autora, esta situación persiste hasta mediados
del XIX y explica la construcción tardía de “la dimensión local del ser dibullero”,14 pues sólo a partir
de ahí, con la creación del municipio y el establecimiento de una parroquia, se inicia una nucleación
territorial y religiosa de los dibulleros, marcando el inicio de una época donde los sucesos narrables
poseen nombre propio y continuidad en la memoria colectiva. No obstante, Losonczy no explora a
profundidad las dinámicas de poblamiento y su análisis carece de una investigación histórica
rigurosa del lugar, la cual enriquecería significativamente su análisis.15 Aunque tampoco es el
objetivo de este trabajo reconstruir la historia del poblamiento de Dibulla, tarea que por lo demás
está por hacerse,16 consideramos que es necesario esbozar brevemente algunos elementos de
dicho poblamiento con el fin de situar a los Cárdenas y Valdeblánquez en un contexto geográfico e
histórico definido, lo que a su vez, como se verá más adelante, es muy importante para
comprender los orígenes y dinámicas del conflicto. En este sentido, este capítulo comienza por
exponer someramente algunos elementos relativos a los orígenes tempranos del dibullero, donde
se sugiere que éste se fue configurando a partir de múltiples contactos humanos (indígenas,
negros, españoles), facilitados a su vez por ocurrir en un espacio de frontera. No aparecen aquí los
Cárdenas y Valdeblánquez, ya que como el resto de las familias dibulleras, su historia anterior a la
época de la fundación del municipio es difusa y carece de referentes concretos. Sin embargo, la
segunda parte del capítulo, aunque se centra en la historia del “actual dibulla”, destacando
procesos como la colonización dibullera de la Sierra Nevada, el contrabando, la apertura de la
Troncal y la bonanza marimbera, lo hace de la mano de la historia de los Cárdenas y Valdeblánquez
y su vinculación con dichos procesos.

1. Los orígenes tempranos del dibullero (siglos XVI-XIX)

Según Reichel Dolmatoff, las primeras referencias al territorio comprendido por el actual Dibulla y
las poblaciones vecinas datan de inicios del siglo XVI, cuando se comenzaron a designar como
“Provincias” ciertas regiones geográficas y a veces aplicando el término a territorios tribales mal
definidos, sin que la provincia tuviera un sentido administrativo (ver mapa 2). A una de
estas provincias, que abarcó el triángulo de tierras litorales planas formado por el mar Caribe, la
Sierra Nevada y el río Ranchería y que pertenecía a la antigua Gobernación de Santa Marta,17 se le
llamó La Ramada, la cual estaba ocupada por los indios guanebucán.18

  Reichel sostiene que los datos para este grupo indígena son escasos en la literatura de la época,
siendo el cronista Juan de Castellanos una de las pocas fuentes. Este cronista describe el
territoriode los guanebucán como una “tierra de grandísima cultura”,19 lo que hace suponer a
Reichel que además de ser pescadores y navegantes, sus habitantes fueron también
horticultores.20 Entre las poblaciones nombradas por Castellanos se encuentra una
denominada Debuya,21 lo que permitiría suponer que de allí proviene el nombre de Dibulla,
aunque no tenemos certeza de esto.
MAPA 2

LA RAMADA Y LA PROVINCIA DE LOS GUANEBUCÁN

Fuentes: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Atlas de Colombia, Op.cit., pp.40-41; Gerardo Reichel Dolmatoff,  Datos
histórico-culturales, Op.cit., p. XVIII.

Por otro lado, en dicha provincia se fundó en el año de 1561 la ciudad de Nueva Salamanca de La
Ramada, según se puede constatar en un documento de 1578 del Archivo General de Indias, que
contiene la Descripción histórica y geográfica de la ciudad de Nueva Salamanca de Ramada.22 El
documento contiene interrogatorios a vecinos de dicha ciudad ordenados por el entonces
gobernador de Santa Marta, Lope de Orozco, los cuales están llenos de datos sobre el lugar. Es
muy factible que la Nueva Salamanca se fundara en el mismo lugar o muy cerca del actual pueblo
de Dibulla, pues éste se ubica sobre la margen oriental del río Jerez, conocido anteriormente como
río Dibulla, y todavía se denomina así a un caño tributario del Jerez. Además, con el nombre de
Salamanca se conoce todavía un arroyo que desagua en el río Tapias, unos kilómetros más al norte
de Dibulla. No obstante, en el citado documento se afirma que “este pueblo está fundado como
mil pasos de la mar en un cerro pequeño montuoso”,23 lo que sugeriría que su localización original
estaría un poco más al sur del actual centro de Dibulla, donde se ubica hoy en día uno de los
barrios periféricos y el puesto militar. En un apartado se dice también que “esta tierra es de pocos
naturales y que ha tenido en tiempos pasados mucha cantidad y se han acabado por las guerras
que han tenido unos con otros”,24 mención que resulta cuestionable, ya que más adelante otro
vecino refiere que los indios restantes cuentan de una epidemia de viruela que los acabó años
atrás.25 Además, Restrepo Tirado cuenta que el 7 de septiembre de 1576 desembarcó en el lugar
Lope de Orozco, viniendo en dos bergantines con más de 400 almas con la intención de poblar el
lugar. Sin embargo, de los veinte vecinos que componían la Nueva Salamanca, sólo quedaban siete
y estos se quejaron al gobernador de que el mariscal Miguel de Castellanos se había llevado para
sus fincas a más de 600 indios.26

  No sabemos si estos indios referidos en el texto de Restrepo Tirado eran guanebucán o si ya para
este momento estos habían desaparecido, quedando sólo los kogui en la zona. El hecho es que,
como indica Reichel Dolmatoff, después de 1600 desaparecen las referencias a este grupo, siendo
la hipótesis más convincente sobre su desaparición la expuesta por este mismo autor, quien
sostiene que lo más probable es que los guanebucán, cuya filiación lingüística parece ser
Arawak,27 era un grupo indígena del litoral con un desarrollo cultural diferente al de sus vecinos los
kogui , que como consecuencia de la conquista española se vio obligado a huir hacia la Sierra
Nevada, donde terminó siendo absorbido por los últimos.28 De cualquier forma, finalizando el siglo
XVI la caída demográfica de los indígenas era evidente en toda la región, no sólo por su
exterminación violenta en las campañas de conquista, sino por la implantación del sistema de
encomiendas,29 cuyo establecimiento se inició en la gobernación de Santa Marta hacia de 1530
bajo la administración de García de Lerma.30 Para el caso de la provincia de La Ramada, los datos
de población indígena tributaria muestran un descenso de 400 indígenas en 1574 a 122 en 1625,
repartidos estos últimos en 6 encomiendas.31 De ahí en adelante las referencias a La Ramada son
escasas, aunque se menciona la existencia de encomiendas allí a lo largo de los siglos XVII y XVIII,
cuyos indios tributarios se denominaron arhuacos, pero como se verá más adelante, lo más
probable es que en realidad se tratara de indígenas kogui.32

 Un elemento curioso es que en los documentos citados no se haga mención a los cimarrones33 en
la provincia de La Ramada, cuando Restrepo Tirado refiere que el 26 de febrero de 1531 se
incendió la ciudad de Santa Marta, siendo la causa aparente “unos negros e indios que se habían
huido a tierras de La Ramada y que habían jurado matar a los cristianos”.34 Aquiles Escalante trae
la misma referencia aunque para el año 1529 y señala que en 1528 ya se había establecido un
asiento35 con los alemanes Enrique Alfinger y Jerónimo Sayller para introducir a las Indias 4.000
esclavos, parte de los cuales estaban destinados a la provincia de Santa Marta.36 Sin embargo, no
encontramos más referencias al establecimiento de cimarrones en la zona de Dibulla para la época,
pese a lo cual debió darse no sólo por sus muchas menciones en la tradición oral, sino por los
rasgos predominantemente africanos de su población.

Desde comienzos del siglo XVII, la drástica disminución de la población indígena como
consecuencia de las primeras incursiones de españoles en tierra firme obligó a la Corona a
aumentar las importaciones de esclavos negros. Borrego Pla señala que sólo en la gobernación de
Santa Marta, entre 1609 y 1640, ingresaron legalmente un total de 800 negros, suma que debió
haber sido mayor por el contrabando de esclavos en la región.37 Muchos de estos
esclavos,utilizados principalmente en las pesquerías de perlas y en los trabajos agrícolas, huyeron y
conformaron palenques, que consistían en asentamientos de difícil acceso en los cuales se
construían obstáculos para su defensa como cercas con púas envenenadas, fosos y trampas en los
caminos. Estos palenques se convirtieron con el tiempo en lugares de hibridación cultural de
africanos e indígenas, y para el caso de la Gobernación de Santa Marta muchos se ubicaron en los
alrededores de Riohacha.38 Es posible entonces que en el territorio del actual Dibulla se hubiesen
establecido uno o más palenques, aunque esto es difícil de precisar. Sin embargo, es de resaltar la
referencia que trae Borrego Pla acerca de 300 cimarrones establecidos entre Riohacha y Santa
Marta, los cuales solicitaron hacia mediados del siglo XVII al gobernador de Santa Marta que se les
concediera su libertad, la cual fue concedida por las autoridades en 1679 en consideración a que
estos palenques ayudarían a proteger la Gobernación.

Aparte de los guanebucán y la población de origen africano, la presencia de wayúus o “indios


guajiros”, como se denominó por mucho tiempo este grupo indígena Arawak que se encontraba
habitando la península de La Guajira desde tiempos de la llegada de los españoles, también es
recurrente en la tradición oral de los dibulleros.39  Muchos de ellos están emparentados con estos
indígenas y su influencia cultural en la zona, como en buena parte del departamento de La Guajira,
es indiscutible, al punto que elementos propios de los wayúu como la denominada “ley guajira”
operan todavía fuera de su territorio y entre los mismos alijunas. La cercanía de Dibulla con el
territorio wayúu y el carácter nómada de estos, debió mantener en contacto desde
tiempos prehispánicos a los pobladores de ambos lugares. Como indica Barrera Monroy, los wayúu
se movían a lo largo de la península según las estaciones climáticas, aún después de la llegada de
los españoles. Los arduos veranos los obligaban a desplazarse hacia el sur en busca de agua para
ellos y sus ganados.40 Barrera trae la referencia del posible comercio entre los wayúu y los
arhuaco, pues se dice que los primeros utilizaban el   poporo y la coca para mascar, pero debían
adquirir la hoja en la Sierra Nevada, pues esta planta no se cosechaba en La Guajira.41

  Carecemos de más información sobre estos contactos durante el periodo Colonial, pero para el
siglo XIX contamos con algunas fuentes. René de la Pedraja menciona la expulsión por parte de los
riohacheros de wayúus ubicados en cercanías a Camarones y Dibulla, a causa de una
situación prolongada de conflicto entre ambos grupos.42 El viajero y geógrafo francés Elisée
Reclús, quien visitó la Sierra Nevada y parte de La Guajira hacia mediados del siglo XIX, cuenta que
en ocasiones el fuerte verano obligaba a los wayúu a desplazarse hacia el sur en busca de agua.
Menciona que la Punta del Diablo, que por las referencias que trae el autor parece ser la misma
Punta de los Remedios, poblado localizado a unos pocos kilómetros al norte de Dibulla “se ve
invadido por muchas centenas de indios que la sed y el hambre expulsan de sus desiertos”,43 por
lo que es muy probable la presencia estacional de estos indígenas en esta zona para dicha época.
Esto lo reafirma el etnógrafo alemán Konrad Theodor Preuss, quien visitó la zona entre 1914 y
1915 y menciona desplazamientos de wayúus a la zona de Riohacha y hasta Dibulla, a causa de
una fuerte sequía que ha tenido lugar en la península durante dichos años.44 Dado que la zona de
Dibulla era visitada esporádicamente por indígenas de la Sierra Nevada, los cuales bajaban a la
costa a recolectar conchas para extraer de allí la cal usada para mezclar con las hojas de coca,
sostuvieroncontactos con los wayúu, aunque las referencias que encontramos refieren que sus
relaciones no eran buenas y existía cierta hostilidad entre ambos grupos.45
MAPA 3

CONTACTOS HUMANOS EN DIBULLA DURANTE EL PERÍODO COLONIAL

Fuentes: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Atlas de Colombia, Op.cit., pp.40-41; “Relación de Nueva Salamancade la
Ramada de 1578”, Op.cit., p.121; Ernesto Restrepo Tirado, Historia de la Provincia de Santa Marta, Op.cit, pp.67,175; Maria
del Carmen Borrego Pla, “La conformación de una sociedad mestiza”, Op.cit., p.67; Eduardo BarreraMonroy, Mestizaje,
comercio y resistencia, Op.cit., p.38.

2. El “actual” Dibulla (siglos XIX-XX)

  Hasta ahora hemos presentado un panorama general del poblamiento de Dibulla durante los siglos
XVI a XVIII y parte del XIX, el cual estuvo caracterizado por múltiples contactos culturales en la
zona, que involucraron la presencia de españoles, africanos, criollos e indígenas guanebucán, kogui
y wayúu. Como se puede ver, estos contactos están registrados de forma dispersa y es muy posible
que los procesos de poblamiento también presentaran esta característica. Es difícil afirmar que
Dibulla tenga un origen preciso y una historia de poblamiento ininterrumpida. Seguramente el lugar
del pueblo no fue siempre el mismo y su poblamiento estuvo durante mucho tiempo determinado
por migraciones esporádicas de indígenas, españoles y africanos cimarrones, de cuyo mestizaje
cultural y biológico se fue conformando el dibullero. Sin embargo, estos orígenes inciertos están
muy anclados en la memoria de los habitantes del lugar, quienes los evocan permanentemente
para reivindicar su antigüedad con relación a las poblaciones vecinas ubicadas entre Dibulla y
Riohacha. Pero como se anotó anteriormente, el discurso local adquiere cierta continuidad en la
narración histórica de lugar y sus habitantes sólo desde mediados del siglo XIX, cuando se funda el
municipio y se establece allí una parroquia.46 A partir de este momento los dibulleros refieren la
existencia del “actual Dibulla”, cuya fundación y crecimiento se atribuye a algunas familias
establecidas allí desde épocas anteriores o venidas de otros lugares de La Guajira. Igualmente, el
referente genealógico transmitido por medio de los apellidos se vuelve el medio usado por muchos
dibulleros para reivindicar su antigüedad en el pueblo y reclamar para sus antepasados el título de
fundadores de Dibulla.

Tener esto en cuenta es fundamental a la hora de adentrarnos en la historia de los Cárdenas y


Valdeblánquez, pues al indagar sobre los orígenes y las causas del conflicto entre estas dos familias
arquetípicas dibulleras, nos encontramos con elementos que van desde rasgos de las estructuras
familiares wayúu y el código de reciprocidad al interior de este grupo indígena, hasta la influencia
de la cultura kogui en el sistema de creencias de los dibulleros, pasando por la importancia del
honor y su vigencia en la cultura mestiza de La Guajira. Sin embargo, como sucede con el resto de
los dibulleros, las primeras referencias explícitas a los Cárdenas y Valdeblánquez las encontramos
en los libros de bautismo del archivo parroquial de Dibulla. Estos libros consisten en una serie de
tomos organizados en orden cronológico, donde se registran los bautismos de los dibulleros desde
1869 hasta el presente. Cada bautismo ocupa un registro distintoy consta de los siguientes datos:
nombre y apellidos del bautizado, nombre y apellidos de los abuelos maternos y paternos, nombre
y apellidos de los padres y padrinos de bautismo, nombre del párroco, fecha y lugar de nacimiento
y fecha y lugar de bautismo. Una revisión exhaustiva de estos libros y de aquellos donde se
consignan los matrimonios y las defunciones, nos permitió reconstruir el árbol genealógico de
ambas familias (ver Anexo 2); sin embargo, es necesario señalar que esta reconstrucción es parcial,
al menos por tres razones. En primer lugar, no contamos con datos anteriores a los registrados en
el archivo parroquial y aunque las versiones orales se refieren a ambas familias como dibulleras de
origen, es posible que ambas hubiesen llegado a Dibulla provenientes de otros lugares de La
Guajira como La Punta de los Remedios, Camarones, El Molino, Riohacha, etc., como es el caso de
muchos de los dibulleros. En segundo lugar, no todos los bautismos, matrimonios y defunciones se
encuentran registrados en la parroquia de Dibulla, pues algunos ocurrieron en lugares distintos,
como es el caso de Riohacha, Santa Marta y Barranquilla, a donde se trasladaron ambas familias
después de iniciado el conflicto. Por último, es de esperar la existencia de muchos hijos ilegítimos
no registrados en los archivos parroquiales -si bien encontramos algunos-, dada la tendencia a la
poliginia en la familia dibullera. A pesar de estos inconvenientes, los datos reunidos fueron
suficientes para reconstruir una buena parte de las genealogías familiares de los Cárdenas y
Valdeblánquez por cuatro generaciones, e igualmente nos permitieron encontrar vínculos de
parentesco entre ambas familias y de éstas con otras distintas que estuvieron involucradas en el
conflicto. De aquí en adelante trataremos de presentar un panorama histórico del “actual” Dibulla,
haciendo referencia en lo posible a las familias en cuestión, cuya historia es en muchos sentidos la
historia de una familia arquetípica dibullera.
2.1 Los Cárdenas y Valdeblánquez: pioneros en la colonización dibullera de la Sierra
Nevada

 Tanto los Cárdenas como los Valdeblánquez son señalados en la tradición oral como algunas de las
familias dibulleras pioneras en la colonización de San Antonio, en la Sierra Nevada de Santa Marta.
San Antonio, posteriormente llamado Pueblo Viejo,47 es un poblado kogui cercano a los 1000
msnm que hacia mediados del siglo XIX y hasta la década de 1970, fue el principal centro de
colonización de los dibulleros en la Sierra Nevada. En este lugar fue fundada una parroquia llamada
San Antonio de La Ramada de Cototama por misioneros capuchinos en las primeras décadas del
siglo XVIII. Años después comenzaron a migrar familias dibulleras y se establecieron allí y en otros
poblados vecinos como San Miguel y San Francisco, lugares donde hacia 1880 había capillas
católicas.48 Esto lo pudimos verificar en los libros de bautismos de la parroquia de Dibulla, donde
algunos de los primeros bautizos registrados, datados de la década de 1870, se refieren a personas
nacidas en la Sierra. Aparecen allí por ejemplo apellidos de familias dibulleras como Coronado,
Cordero, Valdeblánquez, Ducad49, cuyos lugares de nacimiento se nombran como San Antonio y
San Miguel de la Nevada.

Los Valdeblánquez fueron sin duda algunos de los primeros en iniciar la colonización dibullera de la
Sierra, que data de comienzos de la década de 1870. En esos años se establecieron las primeras
familias en San Antonio, como lo constata el presbítero Rafael Celedón, quien visitó este lugar hacia
1875 y menciona que para esa época tenía “una población como de 150 indígenas y algunas
docenas de civilizados, mal acomodados en algunas 30 ó 40 casitas, varias de ellas de forma
circular”.50 Para estos años ya encontramos algunos registros de bautismo de miembros de esta
familia nacidos allí. Surge, por ejemplo, Eudoxio Valdeblánquez Cordero, nacido en junio 17 de
1877 en San Antonio de la Nevada; hijo de Antonio María Valdeblánquez y Remedios Cordero,51
Eudoxio vendrá a ser el abuelo paterno de Hilario Valdeblánquez Mena, el primer muerto en el
conflicto, cerca de cien años después. Igualmente encontramos a sus hermanos Francisco de Jesús,
nacido en abril 17 de 1893 en San Francisco de la Nevada52 (un poblado vecino de San Antonio),
Justa Regina, en septiembre 7 de 1880 en San Antonio de la Nevada53 y María Engracia, en agosto
1 de 1886 en San Antonio de la Nevada.54

 En cuanto a los Cárdenas, al parecer no llegaron tan temprano a San Antonio como los
Valdeblánquez, pues en los libros de bautismo no encontramos a ningún miembro de esta familia
nacido en la Sierra Nevada durante el siglo XIX. El dato más antiguo que tenemos es el matrimonio
de Francisco Eduardo Cárdenas con María Engracia Valdeblánquez –hermana de Eudoxio-, ocurrido
en Dibulla en mayo 21 de 1903,55 lo cual establece un vínculo de parentesco entre ambas familias.
Sin embargo, como se verá más adelante, los actores iniciales del conflicto no estuvieron ligados
por parentesco consanguíneo entre sí, aunque sí tuvieron primos en común, lo que ayuda a aclarar
las versiones orales que afirman que Cárdenas y Valdeblánquez eran familia. Por otro lado,
encontramos registros de los Ducad, quienes posteriormente se emparentaron con los Cárdenas y
estuvieron directamente involucrados en el conflicto. Hallamos por ejemplo a Tomas Antonio Ducad
Castillo, nacido en octubre 19 de 1884 en San Antonio de la Nevada,56 quien tuvo como hijas a
Digna Petrolina y Elda Josefina Ducad Cotes, que luego darían origen a las familias Cárdenas Ducad
y Gómez Ducad, dos de las más afectadas por el conflicto. La relación de la familia Ducad Cotes
con la Sierra queda retratada en la imagen de su casa: “En esta casa hubo olor a plantas
medicinales serranas, a enjalmas sudadas por bueyes y mulas, panela de agua y de coco, cebollín y
otros productos, traídos por la familia Ducad Cotes desde la Sierra Nevada de Santa Marta”.57

MAPA 4

COLONIZACIÓN DIBULLERA DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Nota: El lugar de Pueblo Viejo corresponde al antiguo San Antonio. Optamos por referenciar el primero, ya que comose
aclara en el texto, el segundo se incendió apenas iniciada la colonización dibullera y en su lugar se erigió Pueblo Viejo.

Fuentes: Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Atlas de Colombia, Op.cit., pp.40-41; Elisée Reclús, Viaje a la Sierra Nevada
de Santa Marta, Op.cit., pp. 134 ss; Konrad Theodor Preuss, Visita a los indígenas Kágaba, Op.cit., pp.28-33.

La llegada de dibulleros a San Antonio estuvo caracterizada desde un principio por relaciones de
explotación económica hacia los kogui, muchos de los cuales se vieron obligados a emigrar hacia
sitios lejanos en las vertientes occidental y sur-oriental de la Sierra. La invasión dibullera de sus
tierras y la presencia de misioneros en la zona debió causar un efecto traumático, pues el territorio
kogui, a diferencia del de sus vecinos kankuámo, ika y  sanká, estuvo durante la época colonial
mucho menos expuesto al contacto con los peninsulares. Después de las invasiones españolas del
siglo XVI, que diezmaron su población, los caminos enlosados que llevaban a su territorio
desaparecieron cubiertos por la selva manteniéndolo aislado por cerca de dos siglos.58 Este relativo
aislamiento habría de romperse definitivamente con la llegada de los dibulleros, tal como lo
atestigua Reclús, quien estuvo en San Antonio con la intención de fundar una colonia agrícola en la
zona, y a su paso por allí dejó el testimonio de los abusos de que eran víctimas los kogui, pues
menciona que los “blancos y negros son el azote de los aruacos”,59 ya que suelen endeudarlos
por medio de ron y otras mercancías, viéndose los indios en la obligación de “pagar por el
aguardiente ocho o diez veces más de su valor”.60

A comienzos del siglo XX muchos dibulleros vivían en San Antonio (en ese entonces ya denominado
Pueblo Viejo) y habían desplazado a muchos kogui del lugar, como lo constata Preuss en su paso
por allí hacia 1915, dejando testimonio de la explotación económica de los indios, el cual vale la
pena transcribir por su descripción detallada de la situación:

“La población de Pueblo Viejo está también integrada por negros como en Dibulla, muchos de los cuales viven
alternadamente en ambos sitios. Comercian con los productos de los indígenas, en primer lugar con panela y con las papas,
que sólo se dan en las partes altas de la Sierra; también con algo de ganado que llega hasta Dibulla; son muy hábiles para
vender a los indígenas artículos de consumo a precios increíblemente amplios; como pago por estos, ellos deben entregarles
sus productos durante largo tiempo. Si los indígenas no cumplen con las entregas en la fecha prevista se les impone una
multa en dinero, que es pagada por un colombiano, de nuevo, a cambio de una desproporcionada cantidad de productos
autóctonos. Si esto tampoco resulta, se le quita al indígena una res que tiene probablemente un valor diez veces más alto
que el de la deuda. De igual manera, el representante del gobierno, el inspector, quien tiene la atribución de reunir a los
indígenas para realizar trabajos en los caminos, puentes y refugios e imponer multas, puede obtener reses a precios muy
bajos. A los indígenas se les impide totalmente el comercio con Dibulla y sólo muy pocos llegan hasta allí, para servir a los
habitantes del pueblo como conductores de bueyes”.61

 El viajero inglés A.F.R Wollaston, quien pasó por Pueblo Viejo diez años más tarde, en 1925,
refiere la relación de los dibulleros y los kogui en los mismos términos que Preuss, afirmando que

“[Pueblo Viejo] era hasta hace pocos años un poblado indígena, cuando sus habitantes fueron expulsados por los (llamados)
civilizados, personas de origen mestizo provenientes de la costa, quienes se ganan la vida ociosamente gracias al trueque
con los indígenas de los valles más altos”.62

 Al parecer la familia Valdeblánquez ocupaba un lugar prominente entre los colonos dibulleros, tal
como lo sugiere la siguiente mención de Preuss:

“Tuve que pasar un día en Pueblo Viejo, por el necesario cambio de bueyes. Me había ganado, para futuros
abastecimientos, a Eudoxio Valdeblánquez, el cuñado de Ragonessi, un propietario de reses muy competente y confiable,
quien sobrepasaba en mucho a sus paisanos y quien como todos sus parientes, no andaba en buenas relaciones con su
cuñado italiano”.63

 Más adelante comenta Preuss que Eudoxio Valdeblánquez, quien tenía el negocio de
transportar mercancía en bueyes de Dibulla a San Antonio, “gozaba de especial confianza entre los
indígenas”.64 Otro dato de interés es la referencia a Antonio Ragonessi, un inmigrante italiano,
“joven hermoso, de anchos hombros, atento y parlanchín”, quien se casó con Antonia
Valdeblánquez -hermana de Eudoxio- y es todavía muy recordado entre los dibulleros. Los
Valdeblánquez siguieron habitando San Antonio y manteniendo sus relaciones comerciales con los
kogui, hasta la época en que se inició la bonanza marimbera y su conflicto con los Cárdenas los
obligó a desplazarse a otros lugares de la Costa como Riohacha, Santa Marta y Barranquilla. Esto lo
pudimos constatar en las conversaciones sostenidas en la casa de Camilo y especialmente en un
escrito inédito del profesor dibullero Euclides Moscote, donde afirma que hacia mediados del siglo
XX, Antonio Malachía Valdeblánquez, hijo de Eudoxio y casado con Corina Mena, continuaba
bajando productos de San Antonio para vender en el pueblo. Posteriormente, en 1962, estableció
un aserradero en la Sierra, lo que hizo más fácil el abastecimiento de madera en Dibulla, pues
anteriormente había que traerla desde Santa Marta o Riohacha.65

 Los Cárdenas, al igual que los Valdeblánquez, se dedicaron a la agricultura y el comercio con los
kogui. Algunos de los hijos y nietos de Francisco Eduardo y María Engracia, al igual que los Ducad,
crecieron en San Antonio, aprendieron el idioma de los kogui y permanecieron allí hasta la época en
que inició el conflicto entre ambas familias. El matrimonio se dedicaba a la venta de leche y María
Engracia era reconocida por su catolicismo fervoroso y por su práctica recurrente de rezar el
rosario66. También fue una familia que se destacó entre las demás, pues como contaba Gregorio
Cárdenas (Goyo) en casa de Camilo, su padre, José Francisco Cárdenas –hijo de Francisco
Eduardo-, ocupó el cargo de corregidor  en varias ocasiones, cuyas atribuciones políticas lo
autorizaban a apropiarse del trabajo de los indígenas para realizar diversas labores (puentes,
arreglo de caminos, etc.) y obtener beneficios económicos adicionales en el intercambio comercial
con los mismos.67

Un elemento importante que vale la pena señalar son las relaciones de parentesco entre dibulleros
e indígenas kogui. En los libros de bautismo referidos encontramos apellidos kogui como Zarabatá,
Nolavita y Gualé, emparentados con dibulleros,68 y lo mismo encontramos en el texto de Preuss,
quien menciona algunos dibulleros portando estos y otros apellidos como Lavatá y Vacuna. Sin
embargo, esto no parece ser algo muy frecuente y la tendencia general de los kogui esa no
mezclarse, replegándose en lo posible en las partes altas de la Sierra, más inaccesibles para los
habitantes de las tierras bajas. De cualquier forma, muchos permanecieron en lugares cercanos a
San Antonio, sujetos a las eternas deudas con los dibulleros y sometidos por la influencia del ron de
destilación doméstica o chirrinche, el cual sigue siendo un vicio para muchos indígenas. Por otro
lado, se puede afirmar que la presencia de los dibulleros allí continuó durante buena parte del siglo
XX, pues en 1975 se dice que Pueblo Viejo estaba habitado por 15 familias procedentes de Dibulla,
Riohacha y San Pedro de la Sierra, y sólo en ese año la población aumento en un 50%. El sistema
de endeudamiento seguía vigente y mientras los colonos proveían a los indios de artículos tales
como tela, linternas, agujas, pescado seco y especialmente chirrinche, estos entregaban a cambio
productos agrícolas como cerdos, aves de corral, café y panela, pagando en promedio un precio
cinco veces superior al costo de los artículos adquiridos.69

  No sabemos con exactitud hasta qué momento estuvieron establecidos los Cárdenas y
Valdeblánquez en la Sierra Nevada, pero debieron permanecer allí al menos hasta principios de la
década de 1970, pues por esa época los dibulleros recuerdan que ambas familias
continuaban bajando café, papa, panela y otros productos para comerciar en el pueblo. Para ese
tiempo muchos ya vivían en Dibulla y tenían fincas en Mingueo, permaneciendo algunas
temporadas allí y otras en la Sierra.70

 2.2 El contrabando

Al tiempo que muchas de las primeras familias dibulleras se encontraban colonizando San Antonio,
a Dibulla llegaron otras familias venidas de diferentes lugares de La Guajira y la costa Atlántica. Los
mayores evocan con frecuencia la llegada de gentes de sitios como Camarones, La Punta, Fonseca,
El Molino, Fundación y Ciénaga, considerándolos también como fundadores de Dibulla. Debido al
agitado panorama político nacional de mediados del siglo XIX y a las sucesivas guerras civiles
libradas en esos años, muchos llegaron huyendo y todavía se recuerdan por su filiación política. Se
dice que a comienzos del siglo XX, durante la guerra de los Mil Días, mucha gente se enfiló en el
batallón liberal de Rafael Uribe Uribe y participó activamente en la lucha. También se recuerda la
llegada de extranjeros de apellidos como Ragonessi, de origen italiano, o Martinier, francés.
Algunos se emparentaron con dibulleros, como es el caso de Antonio Ragonessi, quien como
mencionábamos más arriba, se casó con una mujer Valdeblánquez y tuvo un hijo con ésta en
1919.71 Desconocemos la época de llegada de estos extranjeros a Dibulla, aunque es muy posible
que se sitúe a mediados del siglo XIX, pues el padre Celedón a su paso por allí en 1875 menciona
la existencia de una colonia de franceses en cercanías de Dibulla, sobre las estribaciones de la
Sierra, que ya para esa época había fracasado a raíz de enfermedades contraídas por el clima.72
 Por otro lado, Dibulla había pasado a ser municipio del departamento del Magdalena, creado por la
constitución de 1886, que abolió el régimen federal. Posteriormente, en 1915, pasó a ser inspección
de este departamento hasta 1954, cuando Rojas Pinilla desintegró el mismo y creó la intendencia
de La Guajira, que finalmente se erigió como departamento en 1965.73 Pese a que Dibulla se fue
consolidando territorial y administrativamente, las recurrentes referencias en la tradición oral a la
permanente movilidad de su población, refuerzan la idea expuesta más arriba de que esta
constante histórica es resultado de su situación de frontera entre la Guajira, el mar Caribe y la
Sierra Nevada. Esto también explica su relación tradicional con las prácticas de contrabando, de
antiguo arraigo en la Costa Atlántica y particularmente en La Guajira. Se pueden esbozar muchas
causas que han hecho del contrabando el eje articulador de la economía en esta región, pero basta
con señalar la cercanía geográfica al Caribe y a Venezuela y una situación persistente de
aislamiento. La Guajira fue uno de los territorios que permaneció durante toda la colonia por fuera
del control de la Corona, al punto que hasta bien entrado el siglo XVIII se emitieron
capitulaciones74 para la conquista y “pacificación” de sus indígenas.75 Esto no mejoró después
del proceso independentista y los conflictos permanentes con los indios guajiros a lo largo del XIX,
llevaron a las autoridades provinciales a solicitar al gobierno nacional que asumiera parte de La
Guajira, lo que desembocó en la creación del “Territorio Guajiro” en 1846, quedando buena parte
de la península constituida en territorio nacional bajo la autoridad del gobierno central. El gobierno
republicano también fracasó en sus intentos de “civilizar” a los indios guajiros y poner fin al
contrabando, y desde 1880 los ministros de gobierno insistieron en sus memorias anuales en la
necesidad de devolver este territorio al Estado del Magdalena.76

Otra de las causas del contrabando en La Guajira ha sido la dicotomía permanente entre legalidad y
legitimidad. Esta práctica nunca fue considerada ilegal por los indígenas wayúu, quienes desde la
llegada de los españoles comerciaron con holandeses, ingleses y franceses todo tipo de productos,
pues no se sentían sometidos al poder de la Corona y consideraban sus territorios como
autónomos, utilizando a veces el contrabando como medio de adquisición de armas para
resguardar sus tierras de las invasiones de los peninsulares. Estos últimos, pese a que también se
vieron involucrados muchas veces en negocios de contrabando, inclusive con los mismos indígenas,
lo consideraron siempre como algo ilegal.77 Hoy en día, el contrabando sigue siendo una de las
principales actividades económicas de los guajiros, y aunque estos son conscientes de su carácter
ilegal, lo consideran legítimo achacándole al gobierno nacional la poca preocupación  por la
situación económica de la península78. Es el caso de Dibulla, donde muchos viven del contrabando
de gasolina y otros productos entre Maicao, Riohacha y Santa Marta, que transportan en los
camiones conocidos comúnmente con el nombre de mixtos, por transportar simultáneamente
pasajeros y mercancía. Antiguamente Dibulla era famoso por el tráfico decontrabando en bongos o
piraguas, cuando no existía carretera y estas embarcaciones se usaban para transportar mercancías
hacia Santa Marta y Riohacha. Preuss comenta que:

“Según todas las referencias hay un camino muy peligroso que conduce desde Santa Marta, no lejos de las deshabitada
costa, por empinadas cuestas y después por la playa plana hasta Dibulla, a través de la desembocadura de numerosos ríos.
Pero el correo y todas las cosas que se envían a Dibulla llegan primero en pequeñas  goletas a Riohacha, donde hay un
trafico permanente establecido con la mencionada población por medio de grandes piraguas construidas con la madera del
corpulento caracolí”.79

 Como muchos dibulleros, los Cárdenas y Valdeblánquez se habían vinculado también al


contrabando de todo tipo de productos con las ciudades de Riohacha y Santa Marta, primero
por mar en botes pequeños denominados cayucos, y posteriormente a mediados del siglo XX, con
la apertura de la carretera Troncal que comunicó a estas dos ciudades, en mixtos. En efecto,
algunas versiones orales señalan que ambas familias utilizaron el contrabando para financiar el
conflicto en sus primeros años, antes de vincularse al negocio de la marihuana, y como veremos en
el siguiente capítulo, encontramos versiones en la prensa que vinculan el origen del mismo a un
altercado entre ambas familias por un negocio de contrabando. La relación de los Cárdenas y
Valdeblánquez con el contrabando se vio sin duda facilitada por su relación con la Sierra Nevada,
cuyos productos agrícolas eran comercializados en ciudades como Riohacha y Maicao, donde
adquirían todo tipo de mercancías de contrabando que luego vendían en Dibulla y Santa Marta.

2.3 Dibulla y la colonización cachaca de la Troncal

Durante las primeras décadas del siglo XX los dibulleros sostuvieron vínculos estrechos con la Sierra
Nevada y La Guajira. Algunos tenían sus fincas en cercanías a Dibulla y en Pueblo Viejo, y bajaban
periódicamente a comerciar plátano, yuca, malanga y otros productos sembrados por ellos y los
indios kogui. Como estancia de paso entre Dibulla y Pueblo Viejo se fue conformando el lugar
llamado la Sabana de Volador, en territorios donde actualmente se ubica el pueblo de Mingueo.
Otros se dedicaron a la pesca, y los que habían logrado hacerse a un bote o cayuco, alternaban
este oficio con el comercio por mar hacia Riohacha y eventualmente Santa Marta. Los mayores
refieren esos años con nostalgia y los recuerdan como tiempos de prosperidad, al tiempo que
rememoran fechas importantes en la historia del pueblo: la construcción de una iglesia nueva hacia
1910 y la restauración de una antigua “de los tiempos de los españoles” por el año de 1936; la
primera casa con techo de zinc, edificada hacia la década de los treinta, propiedad de Sixta Arévalo
Redondo; la plaga de langosta que por los años veinte acabó con todos los cultivos de los
dibulleros, hasta que estos decidieron pedirle ayuda a la Virgen del Pilar, la cual les concedió el
milagro ahogando las langostas en el mar un día después de haberla sacado a una procesión,
convirtiéndose desde ese entonces en la patrona del pueblo.

También es recurrente la mención a los años de Rojas Pinilla, cuyo gobierno es recordado por los
dibulleros como aquel que trajo más progreso al pueblo. Fue en esa época donde se dio
mayor impulso a la educación y se abrieron las primeras trochas hacia Riohacha que sacaron a
Dibulla de su aislamiento. En efecto, una de la iniciativas de Rojas Pinilla fue la de integrar
geográficamente La Guajira al resto del país. Durante su gobierno se terminó la carretera de
Riohacha a Valledupar que pasa por San Juan del Cesar, y se inició la construcción del
tramo Riohacha-Santa Marta como parte del proyecto de la Troncal del Caribe.80 Esto estuvo muy
relacionado con el proceso colonizador que se estaba dando en la región y especialmente al interior
de la Sierra Nevada, el cual es necesario referir por su estrecha relación con la zona de Dibulla,
pues ésta se convirtió en una frontera entre guajiros y colonos venidos del interior del país. La
colonización de la Sierra estuvo significativamente marcada por dos factores relacionados entre sí.
En primer lugar, a partir de mediados de la década de los cuarentas se iniciaron oleadas masivas de
colonización de campesinos del interior a raíz del fenómeno conocido como la Violencia.81 Muchos
campesinos santandereanos, boyacenses, antioqueños y de otros departamentos del interior y de
las costas, se fueron asentando en las partes bajas y medias de los ríos de la Sierra, entre los 500 y
1500 msnm, aproximadamente.82 Se calcula que sólo entre 1952 y 1966, la población de colonos
en la Sierra Nevada pasó de 4.000-6.000 habitantes a 27.000 familias, las cuales se concentraron
principalmente en las vertientes norte y occidental del macizo. En segundo lugar, entre 1969 y
1970 se culminó la construcción de la Troncal del Caribe, quedando comunicadas en menos de 4
horas las ciudades de Santa Marta y Riohacha, cuando anteriormente se debía bordear toda la
Sierra Nevada recorriendo parte de La Guajira, Cesar y Magdalena, en un viaje que tomaba hasta
tres días.83 Esto no sólo amplió la frontera de colonización del interior o “cachaca”84 sino que
cumplió un papel integrador -a nivel geográfico, social y económico- de pueblos de guajiros como
Dibulla con las ciudades de Santa Marta y Barranquilla y otras poblaciones de origen reciente
ubicadas sobre la Troncal.

Los dibulleros se consideran los fundadores de algunos de estos lugares, como es el caso de
Mingueo y Palomino. El primero, ubicado a unos pocos kilómetros al occidente de Dibulla, fue
durante mucho tiempo una colonia de familias dibulleras y punteras que se instalaron allí, a orillas
del río Cañas,85 hacia mediados del siglo pasado, pues este era el lugar de donde partía el camino
a San Antonio. Algunos de los Cárdenas y Valdeblánquez figuran entre los primeros colonizadores
del lugar, como es el caso de Poncho y Alcibíades Cárdenas y Serafín Valdeblánquez,86 cuyas
familias eran precisamente aquellas que desde tiempo atrás se habían establecido en la Sierra y
usaban la Sabana de Volador – hoy Mingueo – como sitio de paso y de embarque para
sus productos. En cuanto a Palomino, ubicado unos kilómetros al occidente de Mingueo, fue un
lugar que se constituyó como la última frontera para los guajiros de la zona durante muchos años.
A pesar de ser un sitio habitado en su mayoría por cachacos, sus primeros pobladores fueron
dibulleros, situación que se mantuvo así hasta los años de 1969 y 1970, cuando se pudo superar el
paso de los muchachitos87 y quedó concluida la carretera entre Santa Marta y Riohacha, abriendo
el paso a la colonización del interior que venía avanzando en esa dirección.88

 Estos referentes históricos son de especial importancia para los dibulleros, pues legitiman la
antigüedad de su pueblo y refuerzan la idea del lugar como un centro de influencia política y
cultural sobre la zona, al asociar los orígenes de poblados vecinos como prolongaciones territoriales
del municipio, mantenidos por redes de parentesco y compadrazgo que aún permanecen vigentes.
Un ejemplo de esto es la erección de Dibulla como municipio en noviembre de 1995, título que
estaba siendo disputado por Mingueo, cuya importancia a nivel económico puede considerarse
mayor a la de Dibulla. Los dibulleros se unieron en una manifestación que llegó hasta la Asamblea
de Riohacha y por medio de un referendo lograron que se les otorgara la condición de municipio -la
cual mantienen en la actualidad-, quedando Mingueo como uno de sus corregimientos.89 Sin
embargo, los conflictos entre dibulleros y cachacos asentados en los pueblos vecinos, son un hecho
frecuente que se remonta al proceso colonizador ya mencionado. Muestra de esto es la referencia
traída por los dibulleros de “que aquí una familia entera se puede estar matando, pero llega un
forastero a entrometerse, nos unimos, jodemos al forastero y empezamos otra vez la pelea de
nosotros nuevamente”. Esta afirmación proyecta una imagen exterior de Dibulla como una
comunidad, en el sentido de afirmarse en el rechazo a los valores e intereses venidos de afuera que
puedan perturbar las estructuras sociales, económicas, culturales y políticas del lugar.90 Creemos
que de alguna manera el uso de este concepto para el contexto de Dibulla es útil para entender no
sólo la actitud histórica de rechazo de los dibulleros hacia la gente venida de otras partes, sino un
conflicto como el de los Cárdenas y Valdeblánquez, cuyo origen y desarrollo, como veremos más
adelante, revela unas dinámicas muy complejas que sólo pueden explicarse a partir de los rasgos
propios de la cultura dibullera.

2.4 La bonanza marimbera y el auge de la violencia

Los dibulleros tienen apreciaciones muy disímiles sobre la bonanza marimbera. Para los mayores,
esta época significó la pérdida de valores tradicionales como el respeto y la dignidad representada
en trabajos poco remunerados pero considerados como honrados. Estos evocan la bonanza como la
llegada masiva de dólares y su adquisición por parte de personas humildes y con una
educación precaria, que como se dice popularmente en la Costa “pasaron de la mula a la ranger  sin
conocer la bicicleta”. El consenso general es que la mayoría gastó todo en armas, whisky y
camionetas importadas que estrellaban en las borracheras, y que jamás se les ocurrió invertir el
dinero de una manera productiva, quedando al finalizar de la bonanza solamente la ruina
económica y social. Pero para los más jóvenes, a pesar de que reconocen haber malgastado la
plata, recuerdan la bonanza con algo de nostalgia como “una época bacana” de abundancia y de
trabajo fácil. Refieren episodios cinematográficos de pistoleros, yates de gringos cargados de
armas, pistas clandestinas y avionetas incendiadas y llenas de marihuana. De cualquier forma, la
bonanza marimbera es un acontecimiento que por su magnitud es muy recordado por todos en el
pueblo y nadie desconoce que durante buena parte de la década de los setenta, la economía de la
zona giró alrededor de la marihuana, lo cual se puede explicar por dos factores.

En primer lugar, el antecedente contrabandista de Dibulla hizo más fácil que su población se
dedicara a este nuevo negocio. La permanente movilidad de los dibulleros por las redes comerciales
tanto marítimas como terrestres favoreció su vinculación con la bonanza. Estos conocían muchas de
las rutas y los contactos para la comercialización del producto en el Caribe, como también los
puertos marítimos de embarque y los lugares propicios para establecer pistas clandestinas de
aterrizaje. Se estima que durante la bonanza existieron alrededor de doce puertos, los cuales
sirvieron de embarcadero para los cerca de 100 barcos destinados al transporte permanente de
marihuana entre Colombia y Estados Unidos. Igualmente, la superficie plana de las tierras del litoral
hizo posible el establecimiento de pistas de aterrizaje clandestinas, la mayor  parte de las cuales –
calculadas en 70- estuvieron ubicadas entre Dibulla y Riohacha.91 Es por esto que el dibullero, más
que dedicarse a la producción de la marihuana, se especializó principalmente en su
comercialización, llegando a monopolizar una parte importante de la misma. De Dibulla se dice que:

“La vieja piratería en el mar y ahora en la carretera, la bonanza de las perlas, el antiguo y el
moderno contrabando de armas y actualmente electrodomésticos, rancho, cigarillos y licores era
una actividad de tradición ancestral que permitió al dibullero un paso apenas natural: la bareta. Era
la hora de la marimba: los guajiros, las trochas, el mar, los cayucos y las ranger último modelo,
robados en Venezuela. Todo empezó a funcionar en torno al nuevo producto. Pero la marihuana
ocupó el sitio de la comida, los colonos dejaron de sembrar pues todo podía comprarse con el
dinero que por la marimba llegaba por arrobas”.92

 En segundo lugar, en la zona de Dibulla, como en el resto de la Troncal entre Santa Marta y
Riohacha, tuvo una incidencia especial la bonanza marimbera, pues buena parte de sus tierras eran
consideradas aptas para el cultivo de marihuana,93 no sólo por las características climáticas ideales
que ofrece la Sierra Nevada en este sector y su posición geoestratégica para la comercialización,94
sino por la gran cantidad de colonos campesinos dispuestos a sembrar el producto. El auge de la
bonanza, cuyo inicio podemos ubicar hacia mediados de la década del setenta,95 coincidió con la
apertura de la Troncal, atrayendo a muchos campesinos del interior e incentivando a los existentes
a dedicarse a la siembra de marihuana, mucho más rentable que el café, al cual se dedicaba la
mayoría. Un estudio de la época revela que mientras el precio de un kilo de café estaba cercano a
$12.50 pesos, la libra de marihuana podía oscilar entre $100 y 300, de acuerdo con la calidad.96

 Lugares situados al borde de la carretera Troncal como Guachaca, Buritaca, Don Diego, Palomino,
Río Ancho y Mingueo, experimentaron un crecimiento acelerado y se convirtieron en centros de
comercialización de marihuana.97 Pero a raíz de esto también se originaron situaciones de violencia
en toda la región, que se vieron facilitadas por la poca legitimidad del Estado en la zona y los
frecuentes casos de corrupción de la policía y el ejército.98 Fueron comunes los conflictos entre
terratenientes de la región y colonos sin tierra que invadieron sus latifundios; los desplazamientos
violentos de los indios kogui, arhuacos y arzarios, que debieron refugiarse en las partes altas de la
Sierra huyendo de la presión colonizadora;99 y los enfrentamientos entre capos cachacos y
“guajiros” por el control del negocio, que dejaban diariamente varios muertos.100 Estos últimos
nos regresan a lo planteado sobre la actitud reacia del dibullero hacia las personas venidas de
afuera. Lo que sucedió en este caso fue que la presión colonizadora, la cual alcanzó a llegar hasta
Mingueo, no sólo fue considerada una amenaza económica por los dibulleros, los cuales
controlaban el tráfico de la marimba en la zona, sino también una amenaza a la estructura
social, política y cultural de sus zonas de influencia, como lo eran Mingueo y Palomino. Estos dos
lugares fueron “famosos” por los enfrentamientos violentos entre guajiros y cachacos. Se
cuenta por ejemplo que en esos años “las cien cantinas y cerca de 1.000 prostitutas que llegó a
tener Mingueo, pueblo de 3.000 habitantes, fueron el escenario de intensas balaceras”.101

 Otro elemento importante, es que dichos conflictos contribuyeron a reforzar un estereotipo del
“guajiro” como individuo de naturaleza violenta, estereotipo que por lo demás ha estado presente
desde los tiempos de la colonia.102 Con la bonanza marimbera,  guajiro se volvió sinónimo de
mafia, contrabando, armas, vendetta, venganza, etc., como un personaje venido de un “lejano
oeste” decidido a imponer sus “leyes” al resto de los costeños. De ahí la afirmación de Chichi en la
casa de Camilo de “que aquí en Dibulla y en toda La Guajira, se crió esa fama de bellacos. Cuando
uno iba a Santa Marta, cuando iba uno a Barranquilla o a Cartagena, no dejaban entrar guajiros”.

Este estereotipo también se vio fortalecido a raíz del conflicto de los Cárdenas y los Valdeblánquez,
un fenómeno de violencia distinto a los mencionados hasta el momento. Este no fue el único
conflicto entre familias guajiras ocurrido por los tiempos de la bonanza, pues en otros lugares de La
Guajira se dieron casos similares.103 Lo que sin duda se constituye en un rasgo particular, fue que
durante esa época este conflicto cobró una gran magnitud, volviéndose “famoso” no sólo en la
Costa Atlántica, sino en todo el país a través de la prensa escrita y los medios de comunicación.
Entre los factores que ayudan a explicar esto, se encuentra el hecho de que el poder económico
adquirido por ambas familias debido a su vinculación con el tráfico de marihuana –representado a
su vez en armas, mujeres, aliados, automóviles, etc.-, se tradujo en que viejas disputas cobraran
una fuerza insospechada. Al respecto se dice que la bonanza marimbera no constituyó un fin
económico en sí mismo, sino un medio usado por ambas familias para sostener una cadena
interminable de venganzas.104

  No se pretende aquí analizar los orígenes y las causas de este conflicto, pues éstos se tratan con
detenimiento en el próximo capítulo, sino señalar que si bien para los dibulleros la bonanza no es la
causa que explica el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez, sí es un acontecimiento que causó
una dislocación profunda al interior de su sociedad en todos los niveles: sus actividades económicas
tradicionales como la agricultura y la pesca se abandonaron para dedicarse por completo al negocio
de la marihuana; las grandes sumas de dinero que dejaba esta actividad no se invirtieron
productivamente, sino que por el contrario se gastaron en armas, carros, whisky y otros artículos
de contrabando que contribuyeron a generar un ambiente de violencia al interior del pueblo; la
afluencia masiva de colonos del interior del país a lugares que se encontraban bajo su influencia,
causó múltiples conflictos cuya principal manifestación era la rivalidad comercial, pero que en el
fondo albergaban un contenido cultural más amplio, donde se produjo un choque de valores
radicalmente diferentes.105 También fue gracias a la bonanza que se revivió una disputa iniciada
tiempo atrás entre dos familias dibulleras como fueron los Cárdenas y Valdeblánquez, cobrando una
magnitud insospechada y extendiéndose fuera de los límites territoriales de Dibulla, hasta llegar a
ciudades como Riohacha, Barranquilla y Santa Marta.

1 Elaborado con base en entrevista realizada a Enrique Egurrola y Javier Rocha en septiembre 26 de 2003 en Bogotá.

2 José Cervantes Angulo, La noche de las luciérnagas , Plaza & Janés, Bogotá, 1980. En su carátula se advierte: “todolo que
usted quería saber sobre el tráfico de la marihuana colombiana desde el primer embarque hasta el nacimientode una nueva
clase socioeconómica: la marimbera”.

3 Laura Restrepo, Leopardo al sol,Editorial Planeta, Bogotá, 1993.

4 Laura Restrepo y Fernando Alvarez, “La maldición de una estirpe”, Revista Semana no. 94, febrero 21-27, 1984, pp. 27-
32.

5. Palabra con que se conoce el acto de masticar la hoja de coca.

6. Aguardiente o ron de destilación casera.

7. Ma-Ziruma es hoy en día un centro recreacional de la Caja de compensación Comfamiliar de la Guajira, ubicado enlas
afueras de Dibulla.

8. Tubérculo comestible de planta que se cultiva en terrenos bajos y húmedos.

9. Como veremos en el capítulo 1, San Antonio fue incendiado hacia fines del siglo XIX y en su lugar se levanto la  población
de Pueblo Viejo.

10. Con el nombre de guaca se conocen comúnmente los entierros funerarios o tumbas indígenas.

11. El municipio de Dibulla, creado en 1996, tiene cabecera municipal en Dibulla y cuenta con los siguientescorregimientos:
Mingueo, Palomino, La Punta de los Remedios, Las Flores, Puente Bomba, Campana y San Antonio.

12. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas: figuras de movilidad transfronteriza en lazona
dibullera del Caribe colombiano”, Claudia Mosquera, Mauricio Pardo, y Odile Hoffmann (eds.), Afrodescendientes en las
Américas. Trayectorias sociales e identitarias , Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, Instituto Colombiano de
Antropología e Historia, 2002, pp. 215-245, p.223. Autores como Clara Inés García señalan que los territorios de frontera
son propicios a la hibridación y a los mestizajes y por lo tanto para el estudio de“mundos en contacto y la interacción entre
diferentes”, pues la frontera es “un límite que marca la diferencia, pero también implica el punto de contacto y de
interacción”. García, Clara Inés, “Enfoques y problemas de la
investigación sobre territorios de frontera en Colombia”, Clara Inés García (comp.), Fronteras. Territorios y metáforas,
Medellín, Hombre Nuevo Editores, 2003, pp.47-70, pp.50, 56.

13. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit, 223.

14. Ibid., p.224.

15. Es posible que esto se deba a que se trata de un artículo donde se exponen los resultados de una investigación
másextensa, sin embargo, no pudimos encontrar otros trabajos de la autora sobre el lugar, aunque es posible que dada
lafecha de publicación del artículo (2002), no hayan sido publicados hasta la fecha.

16. Aunque encontramos dos tesis de grado relativas a la historia de Dibulla, ninguna desarrolla a profundidad suhistoria de
poblamiento y se centran para el efecto principalmente en la memoria oral de los dibulleros, con algunas pocas referencias a
fuentes de archivo y bibliografía secundaria. Véase Patricia Mejía, “Dibulla: una comunidadfrente al cambio”, Tesis de
Antropología, Bogotá, Universidad de los Andes, 1972; Elsy Ceballos Hernández,“Reconstrucción histórica de Dibulla a través
de la memoria oral”, Tesis de grado, Dibulla, Facultad de Educación,Corporación universitaria del Caribe (CECAR), 2000.

17. La Gobernación de Santa Marta se creó en 1524 por capitulación de Rodrigo de Bastidas con la Corona española
yabarcaba el territorio comprendido desde el Cabo de la Vela hasta la desembocadura del río Magdalena, con
sucorrespondiente “tierra adentro”. Juan Friede, “La conquista del territorio y el poblamiento”,Manual de Historia
deColombia, 3 Vols., Vol. 1, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1982, pp.116-222, p.131.

18. Gerardo Reichel Dolmatoff, Datos histórico-culturales sobre las tribus de la antigua gobernación de Santa Marta ,Bogotá,
Imprenta del Banco de la República, 1951, p.56.

19. Juan de Castellanos , Elegías de varones ilustres de indias, Gerardo Rivas (ed.), Organización de
EstadosIberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Bogotá, 1997, p. 507.

20. Gerardo Reichel Dolmatoff, Datos histórico-culturales, Op.cit., p.98.

21. Juan de Castellanos, Elegías, Op.cit., p.507.

22. “Relación de Nueva Salamanca de la Ramada de 1578”, transcripción y estudio preliminar de Carl
Henrik Langebaeck, Revista de Antropología y Arqueología, vol. 6, no. 2, Bogotá, Universidad de los Andes, 1990, pp.106-
124.

23. Ibid., p.122.

24. Ibid., p.113.

25. Ibid., p.121.

26. Ernesto Restrepo Tirado , Historia de la Provincia de Santa Marta, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura,1975, p.175.

27. Esta hipótesis es apoyada por José R. Oliver, quien menciona que la toponimia guanebucán descrita por Juan
deCastellanos parece poseer raíces proto-Arawak, lo que sustentaría su relación con los indios wayúu y cocina de
la península de La Guajira. Sin embargo, sostiene el autor que estos topónimos podrían pertenecer a los indígenaswayúu y
cocina, dada su cercanía geográfica con los guanebucán, pues no hay otras evidencias que indiquen lafiliación lingüística de
este grupo. José R. Oliver, “Reflexiones sobre el posible origen del Wayú (Guajiro)”,Gerardo Ardila (ed.),  La Guajira de la
memoria al porvenir, Op.cit., pp.81-122, p.88.

28. Gerardo Reichel Dolmatoff, “Contactos y cambios culturales en la Sierra Nevada de Santa Marta”,  Revistacolombiana de
antropología, vol.1, no.1, Bogotá, junio, 1953, pp. 15-123, p.35.

 29. La encomienda fue, en términos generales, un mecanismo de dominación española derivado de las leyes deBurgos del
27 de diciembre de 1512, según las cuales los indígenas quedaban libres de la esclavitud, pero debíansometerse al control
de un encomendero. Este recibía un tributo (generalmente en especie) de los indios, a cambiode encargarse de las labores
de adoctrinamiento (pago de curas, construcción de la iglesia, etc.) y la defensa de laencomienda. Orlando Fals Borda ,
Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Carlos Valencia Editores,1994 (1982), p.36.

30. Como anota Reichel, la encomienda significó la imposición de fuertes cargas laborales sobre los indígenas yfomentó la
aparición de epidemias de sarampión, viruela y otras enfermedades. Gerardo Reichel Dolmatoff,  Datos histórico-culturales,
Op.cit., p.46.

31. Maria del Carmen Borrego Pla, “La conformación de una sociedad mestiza en la época de los Austrias, 1540-1700”,
Adolfo Meisel Roca (comp.), Historia económica y social del Caribe colombiano , Barranquilla, EdicionesUninorte, 1994, pp.
59-108, p.66. Véase también Ernesto Restrepo Tirado , Historia de la Provincia de SantaMarta, Op.cit., p. 242.

32. Carlos Alberto Uribe, “La etnografía de la Sierra Nevada de Santa Marta y las tierras bajas adyacentes”, Geografía
humana de Colombia. Nordeste indígena, Op.cit., pp.7-214, p.35.

33. La palabra cimarrón se utilizó para designar a los esclavos de origen africano que se escapaban de sus amos.

34. Ernesto Restrepo Tirado, Historia de la Provincia de Santa Marta, Op.cit., p.67.

35. El autor debe referirse aquí a un contrato bajo el sistema de licencias, pues los asientos o contratos monopolistas  para el
suministro de mano de obra esclava sólo se comenzaron a implementar a partir de 1595. Jorge Palacios Preciado, Cartagena
de Indias, gran factoría de mano de obra esclava, Tunja, Ediciones Pato Marino, 1975, p.12.
36. Aquiles Escalante, El negro en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional, 1964, p.117.

37. Maria del Carmen Borrego Pla, “La conformación de una sociedad mestiza”, Op.cit., p.67.

38. Ibid., p.103.

39. Los wayúu fueron y son el grupo indígena más numeroso en la península de La Guajira. Su territorio
comprendíainicialmente las vegas del río Calancala (Ranchería) y se extendía al norte de la península hasta inmediaciones de
laSerranía de la Macuira. Con la llegada de los españoles y la fundación de la ciudad de  Río de el hacha en 1545 en la
riberaoccidental del Ranchería, este río se convirtió en una especie de frontera geográfica entre ambos grupos, cuya
relaciónhostil es bien conocida, al punto que se dice que los wayúu solo llegaban hasta la orilla derecha del río y desde
allíllamaban al comandante de la ciudad para conversar con él. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia,
Op.cit., p.71.

40. Ibid., p.38.

41. El autor también refiere un caso para el siglo XVIII de un arhuaco viviendo entre un grupo wayúu de Camarones,
cuyafunción era la de arrear los ganados de los vecinos de la jurisdicción del Valle hasta las cabeceras del río Dibulla.
Ibid., p.122.

42. René de la Pedraja, “La Guajira en el siglo XIX: Indígenas, contrabando y carbón”,  Revista Desarrollo y Sociedad, no.6,
Bogotá, 1981, pp.329-359, p.346.

43. Elisée Reclús,Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, Barcelona, Editorial Alertes, 1990 (1869), p.134.

44. Konrad Theodor Preuss, Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta. Observación, recopilación de
textos y estudios lingüísticos Konrad Theodor Preuss, Bogotá, Colcultura, ICANH, 1993, p.27.

45. Reclús por ejemplo afirma que a pesar de que ambos grupos se asocian a una misma “raza”, se “aborrecen entresí, y si
los aruacos descienden rara vez al llano, esto proviene sobre todo del terror que le inspiran los demás Pielesrojas [los
wayúu]”. Elisée Reclús, Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.117. Por su parte el conde DeBrettes, quien
también pasó por Dibulla a fines del siglo XIX, ratifica lo dicho por Reclús, aunque señala que a pesar del carácter altivo y
belicoso del indio guajiro y el pacifismo y la sumisión del arhuaco, se temen mutuamentey se tratan con cierta afabilidad,
“comunicándose en un español miserable acompañado por una mímica, a menudo,muy divertida”. Joseph de Brettes,
“Donde los indígenas del norte de Colombia (seis años de exploraciones)”, Revista de Antropología, vol.III, no.1, Bogotá,
Universidad de los Andes, 1987, pp.91-120, p.99.

46. Desde el siglo XVIII las referencias a La Ramada son escasas, aunque ésta sigue apareciendo en los mapas de laépoca
dentro de la gobernación de Santa Marta (Véase: Bartolomé Neirci, “Carta dei paesi sopra il maremeridionale da Panama a
Guayaquil. Florencia (1777)”, Atlas de mapas antiguos de Colombia. Siglos XVI a XIX  ,Bogotá, Litografía Arco, 1986, p.103).
En este sitio encontramos a Dibulla desde mediados del siglo XIX, cuandoen 1846 se erige como municipio de la provincia de
Santa Marta. Según autores como René de la Pedraja, lafundación de Dibulla, junto con la de otros lugares como
Camarones, El Paso y El Soldado, obedeció a unaestrategia del gobierno republicano para gobernar a los indios guajiros,
poblando estos lugares con colonos,soldados y misioneros, lo que terminó en algunos casos con la expulsión de dichos
indígenas y en otros con elfracaso de la iniciativa militar. René de la Pedraja, “La Guajira en el siglo XIX: Indígenas,
contrabando y carbón”,Op.cit., 344.

47. Durante la guerra civil de 1886, San Antonio fue incendiado y temporalmente abandonado, siendo
reconstruido posteriormente en la otra orilla del río. En su antiguo lugar se levantó la población de Pueblo Viejo, nombre
que permanece hasta hoy día. Gerardo Reichel Dolmatoff, “Contactos y cambios culturales”, Op.cit., p.75. Es
necesarioseñalar que cuando hacemos referencia a San Antonio, estamos hablando del lugar original donde se inició la
colonización dibullera (que desde fines del siglo XIX se denominó Pueblo Viejo), y no del actual San Antonio, quedata del
siglo XX y está ubicado a unos dos kilómetros al sur de Pueblo Viejo.

48. Gerardo Reichel Dolmatoff, “Contactos y cambios culturales”, Op.cit., p.64.

49. Miembros descendientes de la familia Ducad participaron activamente en el conflicto. Probablemente de origenfrancés, el
apellido registra formas diversas de ortografía incluso en los distintos registros de los archivos parroquiales, donde figura
como ‘Ducad’, ‘Ducat’, ‘Ducatt’ o ‘Ducadt’. Para el presente trabajo se ha optado por usar la forma ‘Ducad’.
50. Rafael Celedón, Gramática de la lengua Kóggaba. Con vocabularios y catecismos , Maisonneuve Freres & Ch.Lecrerc
Editeurs, Paris, 1886, p. V.

51. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, fl.120, registro no.359.

52. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, fl.255, registro no.762.

53. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, fl.150, registro no. 447.

54. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, fl.210, registro no.635.

55. Archivo Parroquial de Dibulla, Matrimonios, Tomo único, fl.78, registro no. 266.

56. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, fl. 100, registro no. 215.

57. Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla: Laboriosos del Pasado” (inédito), Riohacha, 2002, p. 80

58. Gerardo Reichel Dolmatoff, “Contactos y cambios culturales”, Op.cit., p.69.

59. Los aruacos a los que se refiere Reclús son realmente indígenas Koguis, grupo indígena asentado en lasvertientes norte
y occidentales de la Sierra Nevada, entre los 1.000 y 2.000 msnm, muy diferente de los arhuacos o ikas, los cuales habitan
la vertiente sur y suroccidental del mismo macizo. Esta confusión viene desde el siglo XVII,cuando se denominó como
arhuacos a todos los indios de la Sierra, confusión que por lo demás se mantiene enmuchos lugares, como sucede en
Dibulla. Carlos Alberto Uribe, “La etnografía de la Sierra Nevada de SantaMarta”, Op.cit, p.16.

60. Elisée Reclús,Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.184.

61. Konrad Theodor Preuss, Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.32.

62. “[Pueblo Viejo] was an Indian settlement until a few years ago, when the inhabitants were driven out by the (so-called)
civilisados, a people of mixed origin from the coast, who earn a lazy living by barter with the simple Indians from thehigher
valleys”. A.F.R. Wollaston, “The Sierra Nevada of Santa Marta, Colombia”, The Geographical Journal, vol.LXVI,no.2, Londres,
agosto 1925, pp.97-111, p.101.

63. Konrad Theodor Preuss,Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.33.

64. Ibid., p.45.

65. Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla: Laboriosos del Pasado” Op.cit., p.32.

66. Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla: Laboriosos del Pasado” Op.cit., p.150; Euclides Moscote A., “FósforoEnvuelto”,
Litoempresos Aarón, Riohacha, 1995, p. 16.

67. Konrad Theodor Preuss,Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta , Op.cit., p.32.

68. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 1, 1869-1906. En cuanto a las relaciones de parentesco entreindios
kogui y dibulleros, nos limitamos solamente a señalarlas, pues esto se desarrolla en extensión en el siguiente capítulo.

69. Inés Sanmiguel, “Relación económica indígena-colono campesino de la Sierra Nevada de Santa Marta”, Primer congreso
nacional de historiadores y antropólogos , Santa Marta, noviembre 1975, pp.112-115, p.113. Con lacreación del resguardo
kogui-arzario en 1980, se inició la recuperación de la zona de San Antonio mediante lacompra de tierras de los colonos para
los indígenas y se puede decir que en la actualidad no hay dibulleros en ellugar, aunque los vestigios de sus casas y otras
construcciones todavía se encuentran presentes (observación personal en viaje realizado a San Antonio, julio, 2002). Sin
embargo, los kogui continúan bajando sus productos aDibulla y otros lugares cercanos como Mingueo y Palomino, donde
persisten estas relaciones desiguales deintercambio.

70. Alfredo Molano et al., “Aproximación a una historia oral”, Op.cit., p.160.

71. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo no.1, fl.314, registro no.1123; Konrad Theodor Preuss, Visita alos
indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.33.
72. Rafael Celedón, Gramática de la lengua Kóggaba, Op.cit., p.IV

73. Patricia Mejía, “Dibulla: una comunidad frente al cambio”, Op.cit., p.15. Véase también Guillermo Rodríguez Navarro et.
al., Mapa cultural del caribe colombiano, Op.cit., p.151.

74. Las capitulaciones fueron contratos entre personas particulares y la Corona, establecidos por la Real cédula del19 de
abril de 1495. Estos otorgaban licencias para la conquista, exploración o simplemente el reconocimiento dedeterminado
territorio americano, concediéndole al capitulante prerrogativas y licencias para alistar personal en suexpedición. La Corona
por su parte se reservaba un porcentaje del botín logrado por los capitulantes, comúnmentedenominado el “quinto real”.
Juan Friede, “La conquista del territorio y el poblamiento”, Op.cit., p.124.

75. Marta Herrera Angel, Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras del Caribe y en los
Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII  , Bogotá, ICANH, Academia Colombiana de Historia,2002, p.121.

76. René de la Pedraja, “La Guajira en el siglo XIX: Indígenas, contrabando y carbón”, Op.cit., pp.342, 345, 353.

77. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., pp.138-171. Sobre la situación histórica
decontrabando en La Guajira véase también: Lance Grahn,The Political Economy of Smuggling, Westview Press,Boulder,
1997. José Polo Acuña, “Contrabando y pacificación indígena en una frontera del Caribe colombiano”;Darío Betancourt,
Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos; Roberto Pineda Giraldo, “Informe preliminar sobre aspectos
sociales y económicos de La Guajira”, Revista del Instituto etnológico nacional,vol. 2,no.5, Bogotá, 1949, pp.529-572.

78. Sobre la construcción de un ethos sociocultural guajiro en torno al contrabando y a la poligamia, véase: Giangina Orsini,
“Poligamia y contrabando: nociones de legalidad y legitimidad en la frontera Guajira”, tesis de maestría en Antropología
Social, Universidad de los Andes, Observatorio del Caribe Colombiano, Bogotá, 2005.

79. Konrad Theodor Preuss, Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., pp.24-25.

80. Alfredo Molano, Diagnóstico del orden social en la región del Caribe, Op.cit., p.21.

81. María Teresa Amaya, “La colonización, elemento determinante en el deterioro de la Sierra Nevada de SantaMarta”, Tesis
de antropología, Bogotá, Universidad de los Andes, 1975, pp. 58-59.

82. Alfredo Molano et. al.,“Aproximación a una historia oral”, Op.cit., p.19.

83. Ibid., p.7.

84. María Teresa Amaya, “La colonización, elemento determinante”, Op.cit., p.68.

85. A finales de la década de los 50 del siglo pasado el caserío de Río Cañas desapareció a causa de una inundación y
sushabitantes se desplazaron unos kilómetros al sur, fundando la actual población de Mingueo.

86. Alfredo Molano,et.al. , “Aproximación a una historia oral”, Op.cit., p.160.

87. El paso de los muchachitos es un obstáculo natural al occidente de Palomino, donde las estribaciones de la Sierra
alcanzan su mayor cercanía al mar, convirtiendo el lugar en una zona de pendientes muy empinadas y acantiladosque se
levantan hasta alturas cercanas a los 100 msnm, situación que impidió durante mucho tiempo el tránsitoterrestre por ahí e
hizo muy difícil la construcción de la carretera.

88. Alfredo Molano, et.al., “Aproximación a una historia oral”, Op.cit., p.7.

89. Dibulla fue constituido como municipio de departamento de La Guajira por medio de la Ordenanza 030 de marzo31 de
1996, quedando como corregimientos del mismo Mingueo, Palomino, La Punta de los Remedios, Las Flores,Puente Bomba,
Campana y San Antonio. Elsy Caballos Hernández, “Reconstrucción histórica de Dibulla”, Op.cit., p.23; véase también:
“Dibulla pasa a ser nuevo municipio de La Guajira”, El Heraldo, Barranquilla, noviembre 17,1995, p. 7C.

90. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.218.

91. Hernando Ruiz Hernández, “Implicaciones sociales y económicas de la producción de marihuana”, ANIF, Marihuana.
Legalización o represión, Bogotá, Biblioteca ANIF de economía, 1979, pp. 111-228, p.170.
92. Alfredo Molano, et.al., “Aproximación a una historia oral”, Op.cit., p.163.

93. Hernando Ruiz Hernández, “Implicaciones sociales y económicas”, Op.cit., p.124.

94. Ibid., p.139.

95. No hay una fecha determinada que marque el inicio de la bonanza marimbera. Sin embargo, se sabe que hacia 1974se
inició su producción masiva y para 1978 se sembraba marihuana prácticamente en toda la Sierra, fecha en que pasóa ser un
fenómeno reconocido en todo el país bajo la denominación de “la bonanza marimbera”. Alfredo Molano, et.al  ,“Aproximación
a una historia oral”, Op.cit., p.17.

96. William Partridge, “Cannabis and cultural groups in a colombian municipio”, Vera Rubin (ed.), Cannabis and culture,
Paris, Mouton Publishers, 1975, pp.147-172, p.155.

97. Darío Betancourt y Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Op.cit., p.57.

98. Son numerosos los casos referidos de corrupción en la Policía Nacional, el Ejército, el DAS, el F-2., la banca y la política.
Por ejemplo véase: “La pobredumbre viene de arriba”, Revista Alternativa, Bogotá, no. 138, Octubre 31- Noviembre 7, 1977,
pp. 16-19; Luis Guillermo Vélez, Gloria Cecilia Tamayo y Jorge Pérez, “La Cocaína y laMarihuana en Colombia, 1972-
1978”, Revista Temas Administrativos, Medellín, Universidad EAFIT, julio-septiembre, 1980, pp. 79-107; “Mafia en la costa.
Un fantasma con nombres y apellidos”, Revista Alternativa, Bogotá,no.205, marzo 26-abril 2, 1979, pp.12-13.

99. James Krogzemis, A historical geography of the Santa Marta area, Colombia , University of California, Berkeley,1967,
p.116. Véase también Consuelo Abello y Francisco Avella, “Asentamientos humanos de la Sierra Nevada, prueba de una
metodología”, Primer congreso nacional de antropólogos e historiadores, Santa Marta, 1975, p.73.

100. “Inseguridad en la Costa. La guerra de la marimba”,  Revista Alternativa, Bogotá, no. 210, abril 23-mayo 3, 1979, pp.2-
4.

101. Alfredo Molano, et.al  , “Aproximación a una historia oral” , Op.cit., p.26.

102. Ver: Weildler Guerra, “Los conflictos interfamiliares wayúu”.

103. Alfredo Molano, et.al  , “Aproximación a una historia oral”, Op.cit., pp.140-146.

104. Comunicación personal de Laura Restrepo, Bogotá, septiembre 8, 2003.

105. Manifestaciones culturales como la música fueron un ejemplo claro de este choque de valores, llegando a traducirse
aveces en enfrentamientos violentos, como fue el caso de una población de la Troncal donde hubo una docena de muertos
acausa de una disputa entre dos grupos, el uno partidario de una ranchera y el otro de un vallenato. Alfredo
Molano,“Contribución a una historia oral”, Op.cit., p.25
II. HABLANDO SOBRE EL ORIGEN DE LA GUERRA1

Foto 16. Cementerio de Dibulla

Aprovechando la mención de Chichi de que los Cárdenas y Valdeblánquez se habían comenzado a


echar plomo a raíz de la bonanza, manifestamos nuestro interés por conocer un poco más acercade
los orígenes del conflicto. Esta vez fue Camilo quien tomó la palabra, recordando la visita deGoyo
Cárdenas unas horas atrás.

“Yo quiero mucho a Goyito -comentó dirigiéndose a los presentes y con cierto tono de gravedaden
su voz-, pero los muchachos de esas familias eran muy bandidos, yo les voy a contar unahistoria
que me echaron hace tiempo:

Resulta que los Cárdenas y los Valdeblánquez, la generación de la guerra,todos nacieron y se


criaron allá, en Pueblo Viejo. Bajaban a Dibulla a vender el café, eso fue por allá en 1950, 60. Ellos
se levantaron allá porque los papás tenían fincas, pero fueron muchachos muy bandidos. Uno de
los disparatesgrandes que hicieron, eso fue como en el 65, fue que estaban los indígenas en San
Miguel en una fiesta y ellos se fueron para allá a vender el chirri . A ellos los alojaban en una casa y
uno de estos muchachos, yo lo conocí, lo mataron,uno de esos muchachos llegó y se dio cuenta
donde estaban las vainas de losmamos. Entonces se metió y agarró una máscara de oro, eso es lo
que cuentala gente. Los tipos agarraron la máscara de oro y salieron corriendo de SanMiguel,
venían bebiendo, haciendo tiros, felices con lo que se habían robado.Y cuando iban llegando a El
Barco, un filo que hay entre Pueblo Viejo y San Miguel, se metieron en una casa de un indígena y la
mujer estaba sola y la violaron, y estaban en ese cuento cuando apareció el marido, y entonces
lomataron, le dieron un garrotazo y lo mataron y salieron corriendo. Se bajarony estuvieron en
Dibulla un tiempo y se subieron para La Guajira, para la alta Guajira. Se fueron ambos juntos,
Cárdenas y Valdeblánquez, eran primos hermanos, y además criados juntos.

 “Pero si es que ellos eran familia –dijo una voz proveniente del fondo del patio que se unía ala
conversación-. Es más, ellos estaban cruzados, una Valdeblánquez tenía un hijo de UlisesCárdenas.
Y el otro estaba casado, el esposo de Mella era un Cárdenas, que también tuvieronun pelao, ese
pelao vive todavía”.

“No joda Victorongo, tú deberías estar era trabajando –alegó Chichi-, si la pasan sabroso enese
Concejo. Vea cachacos, les presento a este honorable concejal del municipio de Dibulla,hace rato
que me viene prometiendo trabajo en la construcción del acueducto, pero no joda,es que en Dibulla
hasta para echar pico hay que tener palanca”.

“No te preocupes viejo Chichi que eso va andando y cualquiera de estos días te estamosavisando –
contestó Victorongo en tono de excusa y mientras arrimaba una silla-. Más biendeja de chupar
tanto chirri y pasa la botella que tu mujer te anda buscando y donde te vea enesas te va a joder.
Oye médico, esa historia que tú cuentas sí que no me la sabía, y eso que yofui criado en la Sierra
con los Cárdenas y Valdeblánquez, lo que pasa es que para la épocaque comenzó todo yo estaba
todavía pelado”.

Pues sí que eso pasó, y después que ellos se fueron para la Alta Guajira seformó el mierdero aquí
en la Sierra –dijo Camilo retomando el hilo de surelato-. Hicieron una reunión de mamas y había un
mama, no recuerdo cómose llamaba él, que tenía una vaina que llamaban los kogui lebiyi, que es
comouna cuenta de cuarzo. Entonces dicen que el tipo se puso a adivinar y dijo: la máscara está
en Dibulla. Entonces delegaron a un mama para que fuera a buscar la máscara a Dibulla. El tipo
bajó a Dibulla y llegó a la casa dondeestaba la máscara, eso fue por ahí a mediados de los 60. Y
empezaron amamarle gallo, a decirle indio huevón, y a joderlo y coma mierda y váyase y  si no se
va lo jodemos. Dicen que el mama salió y dijo que la devolvieran porque sino eso iba a causar un
problema el berraco. Y salió el hombrecaminando por la playa y en el cerrito donde está el
cementerio, dicen que eltipo sacó una vaina y se la pasó por la cabeza, hizo las vainas que hacen
ellos....”

“Claro, es que en ese sitio quedaba el cementerio de los indios, en la parte de atrás del
cementerioque está hoy –interrumpió Chichi-, cuando se moría un indio lo enterraban allá atrás.
Cuando unindio se moría lo quebraban, lo metían en una mochila y le echaban chicha, panela y
bollo paracomer allá”.

“…y entonces la gente empezó a mamarle gallo –continuó Camilo-, que indio huevón y entonces él
dijo: Si no devuelven esa máscara va a haber una cantidad  de problemas berracos, y uno de los
problemas es que se va a quemar el pueblo, yla gente que haya cogido la máscara va a tener
muchos problemas, va a terminar en guerra. Y el indio se fue. Estos muchachos estaban en la alta
Guajiraescondidos. Resulta que en ese tiempo no había carretera ni un carajo y se llegabaa pie a
Santa Marta o por cayuco. Entonces cogieron la máscara y se vinieron paraSanta Marta, la
vendieron allá y se devolvieron. Resulta que en el regreso, pasandolo que llaman la Punta del
Cabo, se vino una marejada la berraca que tiró elcayuco contra las piedras y se ahogaron como
seis, y el capitán del cayuco, yo loconocí, se golpeó contra una piedra y quedó paralítico

  En Dibulla, la máscara la habían tenido en una de las casas de la playa, de la callela Marina.
Estaba una mujer fritando pescado y echó la presa y estaba el aceitemuy caliente, y pegó la
llamarada y se prendió eso. Como todo era de bareta y palma se prendió la casa y se prendió la
mitad del pueblo, se incendió. Bueno, pasó la vaina, pero la otra vaina curiosísima que pasó fue
que la gente que compróla máscara en Santa Marta la negoció en Barranquilla, y la casa del  pinta
que negoció la máscara se le quemó, y en Barranquilla se quemó la casa también, y dela máscara
no se supo nunca que pasó con ella”.

“Yo no sé médico que tan cierto pueda resultar eso –replicó Euclides con escepticismo-. Esa historia
es verdadera pero según me han contado sucedió antes, no sé si será la misma. Lo que a mí me
contaron es que en la Sierra Nevada de Santa Marta, en San Antonio, se perdieron
unas pertenencias indígenas, de oro precisamente. Se decía, se comentaba, que ese oro lo tenían
en Dibulla. Entonces el mama mandó a decir que ya él había visto en el lebrillo, lebrillo creo que se
llama, es algo como una bola de cristal, que las pertenencias estaban en Dibulla, que si al paso
dela luna nueva o algo así, una fase de la luna, eso no estaba allá en la Sierra, entonces él
cometería,él mandaría. Y según la tradición oral y un documento que yo leí en Maracaibo cuando
menos pensé, dice que en efecto aquí en Dibulla llegaban los incendios cuando menos se esperaba.
Esoyo lo tengo escrito, porque yo lo retomé de ese libro y lo tengo por ahí. Y se producían ese tipo
deincendios, la gente no se explicaba, luego vino el conocimiento, la gente entendió que pasó, y
los propietarios, los que tomaron esas pertenencias, las devolvieron, y santo remedio, no ocurrió
másnada, eso fue con los kogui”.

“Todo eso que comentan puede ser verdad, pero la guerra de los Cárdenas y los Valdeblánquez
comenzó fue por una mujer –afirmó Hugo-. Uno tomó la mujer de la familia del otro y no se casó,y
ahí empezaron ellos a matarse, eso fue el origen de la guerra, por una mujer, porque en esaépoca
plata no había por acá, la bonanza ni siquiera había comenzado.”

“Sí, por una mujer” -exclamó Chichi luego desocupar de un sorbo lo que quedaba de la botella,
ysus palabras fueron seguidas por un silencio que por un momento pareció revivir la guerra en
lasmiradas presentes.

“Pero Chichi, tú dijiste que fue por la bonanza que comenzaron a echarse plomo” - preguntamosun
poco confundidos y tratando de reanudar la conversación.

“Lo que dije fue que con la bonanza fue que comenzó la guerra en serio -contestó Chichi -, por que
ahí fue cuando ambas familias hicieron plata para financiar la guerra. Eso fue lo que pasó conla
bonanza, que había familias que venían con problemas, enfrentándose con otras familias,
peronunca vieron la oportunidad de resolver su situación de venganza por la imposibilidad de
comprar armas, de tener armas. Muchos se metieron a eso simplemente para armarse y arreglar
sus chicos, sus problemas con otras personas, con otras familias. Eso fue parte del problema. Que
en vez decomprar fincas, en vez de comprar algunos activos que los conllevara a un futuro, a un
chorro residual, compraban armas simplemente para pelear, para defenderse de sus enemigos, de
los enemigos que estaban quietos probablemente. Pero lo de los Cárdenas y Valdeblánquez venía
deatrás. Eso fue por una vieja, y la vieja todavía esta viva...”

“Viva y coleando –sentenció Victorongo-. Lo que pasó ahí fue que ellos bajaron a un cabo de año,el
año de muerto de Lucas Brito, que era el papá de Rebeca Brito y por ella empezó el pleito, porque
ella vacilaba con los dos. Pero mientras el uno sabía que ella vacilaba con el otro y lo aguantaba, el
otro cuando se dio cuenta no lo soportó, sin ser mujer de él, porque entre otras cosasella estaba
casada con otro tipo. Eso fue lo que pasó”.
“El uno como que encontró al otro con la vieja y empezaron a discutir –replicó Chichi-, yentonces el
man, no joda, te voy a matar, cuando fue que aquel no alcanzó a sacar y este de losCárdenas de
una vez lo aseguró, lo jodió. Toño Cárdenas mató a Hilario Valdeblánquez”.

“Pues la versión que yo tengo es diferente. Las investigaciones que yo he hecho sobre losCárdenas
y Valdeblánquez –dijo Cote- es que el problema que se dio, entre las familias, fue por que una
mujer de los Valdeblánquez recibió un perjuicio de un Cárdenas. El perjuicio a su moral,su dignidad,
perdió la virginidad. Eso también fue lo que pasó con otras familias, como los Pinto ylos Gómez,
alias Gavilanes, que terminaron en guerra a raíz de un problema de tipo sentimental”.

Foto 17. José Antonio Toño Cárdenas. Revista Semana No. 94, febrero 21-27, 1984.

Foto 18. Hilario Valdeblánquez.  El Bogotano, febrero 4, 1981

“Tírame un trago de chirri Cote –gritó Cayo desde una mecedora que había acomodado debajo
delalmendro-. Pues eso fue lo que pasó. Que una Valdeblánquez se fue con un Cárdenas, y ella
vive,vive en Mingueo. Ella se comprometió con Toño Cárdenas, entonces en Dibulla el
hermanomayor de ella le dijo a Toño que si no se casaba con la hermana se casaba con él, antes
era así.Eso era una burla, si uno no se casaba era una burla. Entonces Toño le dijo vamos a
tasarnos de una, y Toño salió para afuera, y fue cuando este arrancó y  pam, pam, pam, lo puyó
con un 32 y lomató, y ahí empezó la guerra. Él arrancó para la Sierra, le avisó a su familia, se
bajaron, y de ahíempezaron a pelear. Yo lo digo porque yo fui amigo de ellos, y eso fue hace como
29 años, cuando yo estuve en Dibulla”.

“Eso pasó como cinco, seis, ocho años, no sé cuanto tiempo exactamente después del robo ese
alos koguis –dijo Camilo-. Lo que me han contado es que esas familias bajaron a negociar el café a
Dibulla, todos juntos. Y resulta que fue por uno de los hijos de Pacho Cárdenas, el mayor de
losCárdenas, por donde empezó el problema. El venía a negociar el café y se estaba comiendo a
una mujer de uno de los Valdeblánquez. Entonces llegaron con el café y tal, empezaron a beber y
elValdeblánquez, después de unos traguitos, se alborotó y lo amenazó diciendo que lo iba a matar,
yalcanzó a sacar el arma y todo, pero este hombre sacó y pam pam pam, lo mató y salió corriendo
aesconderse a la alta Guajira. El Cárdenas mató al Valdeblánquez. Y ahí empezó la guerra,
ahíempezó la pelea. Eso tuvo que haber sido un poco antes de que yo llegara a Dibulla, que fue en
el72. En el 72 la guerra había empezado hace unos dos años, estaba todavía fresquita y todo
elmundo andaba muy preparado, todo el mundo en guerra mejor dicho”

“Pero ellos no se bajaron de la Sierra de una –alegó Victorongo, quien había entablado
unaacalorada discusión con Cote y Cayo por las diferentes versiones frente a la mujer-. Es que yo
vivíeso en carne propia. Cuando se recrudeció la guerra fue que ellos se bajaron todos de
PuebloViejo, pero alcanzaron a convivir unos meses enemistados allá arriba, sólo se quedaron los
viejos,Alcibíades y la mujer, Rafael Ducad, Pedro Luís que después lo mataron en el camino de la
Sierra….

”Victorongo se extendió por un rato trayendo recuerdos de los primeros tiempos de la guerra,
cuando aún los Cárdenas y Valdeblánquez no habían bajado de la Sierra. Su versión de la historia
se reforzaba por el hecho de haber vivido por varios años en Pueblo Viejo y su cercanía a
ambasfamilias. Tenía muy buena memoria y fue de él de quien oímos por primera vez el nombre de
lamujer que habría dado origen a la disputa entre Hilario Valdeblánquez y José Antonio Cárdenas.
Sin embargo, su versión no era la única y la traída por Cote y Cayo, que oiríamos posteriormenteen
otros lugares, terminarían por dejar irresuelta esta parte de la historia. Euclides, por su
parte, parecía conocer la historia mejor que ninguno de los presentes, pero se mostraba incómodo
con eltema. Casi siempre evitó mencionar nombres propios al referirse a las familias y por eso
no paraba de dirigir miradas censurantes a Victorongo, quien seguía explayándose en detalles
sobrela guerra. Camilo pareció percibir esto y tomó la palabra tratando de continuar con la historia.

“Pero la guerra sí comenzó antes de la bonanza, de eso estoy seguro –afirmó-. Ellos eran
malosmalos, ellos tenían bandas, hacían banditas para asaltar en la carretera y como estaban en
guerra,eso también es muy wayúu, cuando hay guerra ellos se unen y se van juntos todos los
hombres yse dedican al pillaje para poder financiar la guerra. Entonces se dedicaron a eso, después
de lascinco de la tarde las carreteras por acá eran solas. Todavía la marimba no había entrado,
estabaapenas empezando a entrar. Seis meses después ya se vino la bonanza en forma y todos
semetieron, tanto los Cárdenas como los Valdeblánquez, todo Dibulla y todo el mundo se metió a
lamarimba. Ellos empezaron con el cuento que cambiaban marimba por armas, entonces los
barcosllegaban  full  de armas, y ellos mismos se cagaron la bonanza porque llegaban los gringos en
susveleros con pacas de dólares, y empezaron los dibulleros a decirles listo negociamos, les daban
lamarimba y el tipo les daba los dólares, y apenas se montaba en el barco llegaban en una lancha y
rannn pam pam pam, mataban a todos y cogían otra vez la marimba. Y después empezaron
a queni siquiera esperaban a negociar la marimba sino que veían que venía el gringo y  pa pa pa
pa…”.

“Como les dije esta mañana –reapareció la voz Euclides - en esa guerra ellos tenían que
gastar mucho dinero, esa guerra implicaba hombres, carros, proyectiles, armamento, comida y ron
¿Habíadinero? No había dinero, primero ellos eran unos trabajadores de la Sierra Nevada, allá
sededicaban a cultivar los productos cotidianos. Yo les voy a leer algo que escribí sobre la
Sierra,dijo al tiempo que abría un documento anillado que extrajo de su maletín.

Compartiendo vecindad al lado derecho de la casa precitada, vivió Antonio MalachíaValdeblánquez


Padilla, Antonio Malachía y Corina Mena Redondo. Ellos traían hico,2 panela, chirrinche o
mamarongo, en lomo de mula de la Sierra Nevada de Santa Marta. Años posteriores,en 1962, la
familia Valdeblánquez Mena instaló un aserradero donde ofrecía todo tipo de madera y de
medidas, negocio que llegó a Dibulla en momento oportuno dado que el carpintero debíaadquirir la
madera por encargo a Riohacha o Santa Marta. Al igual que Antonio, FranciscoValdeblánquez
Cordero, “Kiko” Valdeblánquez, Esperanza Pereira del Prado, “mona la de Kiko”, veterano de la
familia trabajadora de la Sierra Nevada de Santa Marta, también utilizabanlas bestias para
transportarse a zonas frías habitadas por indígenas koguis, con quienesintercambiaban productos
tales como sal por panela, tela por ron y otros.
Entonces los Valdeblánquez, al igual que los Cárdenas, eran campesinos de la Sierra. Luego huboel
disgusto entre las dos familias que ya mencionaron -dijo dirigiendo un mirada recriminatoria
aVictorongo-, que entre otras cosas es cierto que son familia entre sí. Hubo el disgusto y hubo
eldespatriamiento de algunos miembros. Posteriormente hubo la posibilidad de adquirir
ciertodinero, y todavía estaba la rencilla, entonces fue cuando comenzó la pelea. Y todavía hoy día
haygente de esos, de los dos bandos, que se cuidan, pensando que al llegar a tal parte puede
ocurrir esto, no, yo no voy a la fiesta porque esto, yo no voy al velorio porque puede ocurrir esto,
yo noviajo para tal parte porque puede ocurrir aquello”.

 Pero por qué un disgusto acabó por desencadenar una guerra? –preguntamos intentando
volver sobre el episodio de la disputa de Hilario y José Antonio por una mujer.“¿Por qué pasan esas
vainas? – exclamó Cote-. Muy simple, por que uno por acá lo ve como una burla, que tú te
enamoras de mi sobrina, de mi hermana, y que tú después te consigas otra, lehagas el perjuicio, y
listo, ya comiste y picaste y te fuiste y te casaste con la otra, y yo me quedétranquilo . Entonces
alrededor de eso comienza mucha gente a decir tú eres pendejo eh, ay qué ydónde está tu
valentía. Yo pierdo autoridad porque yo no puedo hablar, porque cualquier cosa queyo vaya a
hablar, lo primero que me dicen, ah sí, ahora sí vas a hablar, y cuando fulano a tuhermana la
perjudicó, ahí si te quedaste tranquilo”

“Es que el perjuicio era cosa hijueputa primo –comentó Chichi-. Una vez sucedió con una
sobrinamía, se metió con un man. Nos enteramos que la pelada no había sido violada, porque la
verdadella quiso, pero él sí hizo uso de la sobrina. La pelada, la sobrina pues, manifestó a la familia
loque había sucedido. Por consiguiente pedía el apoyo para que esa persona, ese hombre, se
casaracon ella. Recuerdo que emprendimos la lucha contra ese señor y le hicimos la sugerencia que
secasara con la sobrina, porque él la había “perjudicado”, un término que ya pasó de moda.
Entonces ese señor perjudicó a la sobrina y ella lloraba y lloraba, sobre todo porque estaba
embarazada. Recuerdo que con un hermano, buscamos al tipo un día y le dijimos, y pues en
vistaque se le había dicho y no proponía absolutamente nada, optamos por la violencia. Lo
conminamos a que se casara, yo recuerdo que mi hermano lanzó una expresión muy fuerte
conrelación a eso, le dijo que si no se casaba con la sobrina se iba a casar con él. Entonces el
peladocogió miedo y en seguida puso fecha de matrimonio y se casaron. Hoy en día esas cosas no
sedan, al menos tengo mucho tiempo de no tener conocimiento de eso, que se haya dado eso,
porqueacá sucedieron cosas que no conllevaban a nada, a ningún futuro a esas dos personas, a la
pareja”.

“Entonces esa situación la hace uno, no por machismo, sino por valor –siguió Cote-, por pudor
devarón de defender a su hermana. Pero como dice Chichi eso se ha venido revaluando, aunque
laverdad es que todavía uno refleja en la práctica todas esas acciones. Aquí uno sigue defendiendo
ala mujer de la familia, técnicamente todavía la sigue defendiendo”
Foto 19. Lugar en donde fue asesinado Hilario Valdeblánquez

Los argumentos de Cote y Chichi, al tiempo que reforzaban su versión de que todo
habíacomenzado porque un Cárdenas se había metido con una Valdeblánquez, nos introdujo
por  primera vez en los elementos de fondo que explicaban un conflicto como el de los Cárdenas
yValdeblánquez. Aprovechando que la discusión había discurrido entre el chirrinche, y que hasta
elmomento el tema de la guerra no había suscitado mayor tensión entre los concurrentes,
nosaventuramos a preguntar las causas de la guerra. Referimos que en nuestra investigación
noshabíamos encontrado con otros casos similares en lugares como Riohacha y Villanueva, y que
lasrespuestas giraban en torno a elementos como el honor, la ley wayúu y el espíritu de venganza
tradicional en La Guajira.

“Yo podría decir que es la capacidad intelectual, el análisis, el engrane social, que de pronto lagente
nuestra no lo tenía –comenzó diciendo Euclides-. El espíritu de la venganza, de la pelea y dela
venganza. En otras partes del mundo, existe ese tipo de pelea, de agresión, de muerte, y no es
elmismo hombre el que toma la decisión de la venganza, lo hace la ley, no es una venganza,
seaplica la ley. Otras personas creen más en lo sobrenatural, en la justicia divina, yo pienso que
sí, porque si una persona en aquel entonces hubiera analizado las consecuencias de acabarse
unafamilia, tal vez eso se hubiera arreglado, o en uno de los tantos arreglos que se hizo, ahí se
hubieratronchado el desarrollo de esa pelea, que lo que trajo fue ruina. Se acabaron dos familias,
entérminos generales, porque si yo siembro 100 árboles y se me secan 93, yo perdí. Pero yo
siembro100 árboles y se secan 3, yo gané. Si en una familia de 10 miembros, 12 miembros, se
mueren 7, se perdió, eso fue lo que pasó ahí, se perdieron, se acabaron. Pienso que la respuesta
podía estar  por ahí”.

“La respuesta para mí es que aquí las familias viven muy cerca –sentenció don Hugo-. Dibulla
erachiquito, ahora es que está un poquito grandecito, pero antes podían ser 50 casas, jurado.
Entonceslas familias vivían cerca: que el primo mío es el nieto del primo, hermano del hermano.
Para el interior no es así, claro, en las ciudades, pero supongo que en los pueblos las familias
deben deverse, pero aquí es así. Así que todo el mundo se veía la cara a diario, que vamos para
allá para la  finca, que vamos para acá, se veían la cara. Entonces ese es el problema de las familias
aquí, queson muy cerca, ahí, pegadas. Si usted ve una persona todos los días en su casa, y tiene
un hermano en Nueva York, pues tiene más confianza con este, porque usted lo ve todos los días,
y habla conél, charla con él, come con él, discute con él, esa es la vaina. Y yo viví en Bogotá, yo
presté miservicio en la guardia presidencial y yo me di cuenta cómo es el negocio allá, que allá el
hermanoestaba viviendo en aquella época en Puente Aranda y el otro estaba allá en Monserrate, ¿y
cuándose veían?”.
Foto 20. Calle dibullera

“Y no sólo está el hecho que las familias vivan cerca sino que son muy numerosas -intervino
denuevo Euclides-. Es que aquí nosotros hemos heredado una tradición y pienso a mi entender
esto.Yo pienso que aquí nosotros sentimos que tenemos como cierto reconocimiento, como
personas. Mire, no es lo mismo para mí vivir en Riohacha que vivir en Valledupar. Yo tengo una
casa en Maracaibo, mis hijas estudian allá, yo viajo para allá, pero yo siento que yo tengo como
másrespeto, es decir, se me profesa más respeto, aquí en Riohacha, en Dibulla, en cualquier
pueblo deaquí de la Troncal, que en Maicao, en Villanueva o incluso en Maracaibo donde yo
estudié, yoestudié allá en la universidad del Zulia. Y resulta que a partir de allí uno comienza a
valorar, escomo un espíritu que tiene uno, yo no sé de donde viene, ese espíritu de la venganza. Sí
a mi mehacen algo de pronto en otra parte donde no me conocen, no voy a reaccionar igual a
donde meconocen porque aquí tengo mis protectores, y esa es una de las cosas que conlleva a uno
a esas irregularidades. Las familias aquí en Riohacha, en La Guajira, como les decía, son
numerosas, esode numeroso tiene mucha influencia, mucho positivismo, pero también puede ser
negativismo. Por ejemplo, nosotros somos una familia de 20 hermanos, yo tengo 19 hermanos, se
ha muerto alguno pero el resto vivieron. Resulta que si a mí me pasa algo, mis hermanos vienen a
protegerme, y si laotra familia tiene su familia, también viene a proteger a mi contendor. Y ahí
comienza entonces la discrepancia, la pelea, hasta que ya se llega los extremos más inhumanos
que es matarse, de unaforma poco humana, porque es que el matarse no es del humano, porque el
ser más importante esel hombre y por lo tanto el hombre no puede acabar al hombre”.

“¿Y se podría decir que ese espíritu de la venganza tiene que ver con el honor?”, le preguntamosal
profesor aprovechando su entusiasmo con el tema.“Es correcto –dictaminó mientras levantaba su
mano-. Es que aquí el honor es como la dignidad,como el respeto. Lo que yo les decía, yo aquí
siento que tengo más valor social y humano que enotra parte. Si a mí en Maracaibo me hacen un
daño, quién me va a proteger a mí, nadie, y quien vaa llegar a decirme oye, que fue lo que te pasó
ayer que por ahí un señor te dijo esto y esto, nosvamos allá a arreglar con ese tipo, lo levantamos
a calibre no joda. Y yo me siento apoyado porque tengo quien me proteja. Pero si yo hago una
reflexión, digo no, lo que pasó fue que el   señor me agredió de palabra y esto, pero eso ya no, eso
no va a continuar, nosotros conversamos  y arreglamos, entonces quien viene con ese ánimo se
cae, se decae y ya no pasó nada. Cosas comoesas suceden en nuestra zona, no sólo en Dibulla, yo
creo que es cuestión de La Guajira. Elsamario es diferente, el samario es más sensible, más
humano, el barranquillero también, elcartagenero. Pero si vamos a hablar, ya no hablamos de
Dibulla sino de casi toda La Guajira, yhasta los lados de Maicao se presentan esos casos. La gente
del sur es un poco más gente, en eseaspecto, también se dan las irregularidades pero ellos son un
poco más educados” 
 “No joda compadre. Es que aquí, mejor dicho, los guajiros somos rencorosos, o sea tú me haces
una vaina a mi y puta , yo hasta que no te haga una vaina a ti, hasta que no te joda, hasta que
nome la desquite no me quedo tranquilo –exclamó Chichi-. Pueden pasar seis, siete, ocho años.
Aquí hay una vaina por decir, estamos nosotros aquí reunidos, yo soy su amigo, entonces va a
venir otro man aquí a pegarles o a intimidarlos, olvídate del tango, si ustedes están conmigo, yo me
meto, eso es lo que es aquí, aquí somos eso”.

“Yo me pongo a pensar en los Cárdenas y Valdeblánquez –dijo Euclides dirigiéndose a nosotros-.Ahí
honor se puede interpretar de la siguiente manera. Para uno de guajiro la hermana hembra esun
valor y uno la hace respetar a toda costa. Aquí todavía uno sigue defendiendo la hermanahembra y
sobre todo el honor de la hermana hembra. No el hecho de la virginidad pero sí la burla. Por
ejemplo yo no acepto en estos momentos que ningún marido o esposo de una hermana mía
le pegue delante de mí, para mí se come los guineos maduros conmigo. Comerse los
guineosmaduros es, se pelea conmigo. Si ella es golpeada delante de mí, nos golpeamos los dos
también ¿Por qué? Por honor, por que para nosotros, para el guajiro, a pesar de que somos
machistas, tampoco somos partidarios que la mujer es para maltratarla. Es una compañera y así
debe mirarse.Este es el honor de nosotros. El honor más grande para nosotros lo tiene la mujer, la
hembra. Por eso nosotros lo valoramos mucho”.

“Pero es que el honor no es sólo por faldas –declaró don Hugo, quien era el único que no
habíatomado de la botella y ahora regresaba de la cocina con café-. Ustedes por ejemplo, hacen
unnegocio conmigo, me dicen le voy a comprar esta casa, y ustedes empeñan su palabra y me
pisanel negocio, con dos, tres millones, cuatro, cinco, lo que sea y se llega el plazo y usted no
mecumple, yo les digo no señores, el negocio no es así, esperen y verán, porque ustedes fallaron
Sí, porque en la justicia también es así, el que falla pierde y así sucesivamente. Ustedes por lo
menos,vamos a hacer una partición de un terreno, seamos campesinos ambos, y digo, por aquí es
la líneadivisoria de nosotros, entonces ustedes mañana van a decirme que no, que es por allá, No,
por  allá no, aquí está la línea divisoria, aquí va el alambre . Bueno, eso es palabra de honor,
porquenosotros no hemos escrito ningún documento sino como dice el dicho: palabra de gallero. Sí,
queustedes me dicen, le vamos al gallo pinto, Cuánto le van, Vamos 500.000 mil pesos, pongamos
ahora porque antes se hablaba de cinco pesos, diez pesos. Entonces ganó el pinto, yo tengo
que pagarle a ustedes, es el honor”.

Foto 21. Entrenamiento de gallos, gallera   El Ciclón, Dibulla.

“Es que antes uno podía perder todo menos el honor –dictaminó Euclides-. Y don Hugo tienerazón,
el honor no solamente es desde este aspecto sexual o de relaciones de pareja. Es en todo.Pero yo
siento que eso está cambiando, eso también está cambiando. El honor cómo debíamostrarse antes:
respeto a la palabra. Yo empeño mi palabra y primero muerto, respeto la palabra. Pero es que
resulta que nos volvimos, nos estamos volviendo cada vez más una sociedad escrita y visual.
Entonces nosotros vamos viendo cada vez más eventos, nosotros somos es una serie deeventos y
eventos que son tan rápidos que vamos perdiendo hasta nuestra propia memoria. Peroantes, la
palabra era el centro del honor. Entonces un hombre o una mujer que no tuviera palabraera peor
vista o peor visto por ejemplo que un ladrón, o que alguien que tuviera una
enfermedadcatastrófica, de las llamadas catastróficas. Es decir una persona a la que hay que aislar.
Si ese hombre no tiene palabra, ese es capaz de todo , se decía antes. Eso está cambiando y hay
unacantidad de dichos y cosas que lo soportan. En el orden nacional papaya dada, papaya partida,
un buen colombiano es el que no da papaya pero aprovecha todas las que le den. Entonces ahí
la palabra se diluye y la palabra pasa a un plano muy distinto, de inferioridad, pierde valor.
Peroantes no era así. Por ejemplo en el comercio, muchísimos tratos, incluyendo en la
bonanzamarimbera, muchísimos tratos se arreglaban únicamente y exclusivamente con la palabra.
Nohabía que escribir nada, simplemente  fulano de tal, es que lo dijo fulano de tal y póngale la
firma, que eso se cumple, ese tipo no falla. Claro que la bonanza en ese sentido fue la que
terminóarrasando con la importancia de la palabra. Puso la facilidad, puso el escenario para
queapareciera la mentira, la tramoya y todas esas cosas. La bonanza fue una dinámica social
muyfuerte, los días, para verlo así más crudamente, los días de la bonanza eran días mucho
másrápidos, en el sentido que había muchas más cosas por hacer. Entonces los que estaban
metidos enel negocio se desplazaban con muchísima facilidad, tenían los vehículos, tenían el
dinero, viajaban...La sociedad adquirió una dinámica muy intensa, muy rápida, muy fuerte y eso
tambiéncreo yo, que tenía su correlato en el intelecto, en la mente colectiva, en el sentido de todo
es fácilque se olvide: andamos tan rápido que nadie se va a acordar de eso, nadie se va a dar
cuenta de loque pasa. Entonces todo aquello que estaba en el código del honor podía ser violado,
violentado,arrasado, porque eso se olvida. Y el otro elemento que podíamos ver como transversal
es eldinero. Entonces, si yo falté yo puedo pagar eso. Cualquier falta yo la puedo cubrir con
dinero”.

“Pero una cosa que es clara es que el honor del guajiro es el honor del macho -exclamó Chichi
conorgullo en su voz-. El guajiro es muy posesivo y muy machista. No tiene honor pelear contra
unamujer, la guerra es entre hombres. Las guerras entre familias eran el curso normal y correcto
pararesolver los problemas. Ahí no se metía la autoridad, la policía y el ejército sabían quienes
eranlos del pleito pero nunca se metían. El guajiro suele tener muchas mujeres. El tener más
mujereslo hace más hombre. Eso es lo normal. Incluso una amiga me dijo el otro día que a ella no
leimportaba que el man con quien está estuviera con otras hembras, siempre y cuando ella tuviera
su lugar”.

“Pero a nosotros nos contaron que en la guerra de los Cárdenas y Valdeblánquez se metieron
mujeres”, señalamos interrumpiendo la efusiva declaración de Chichi.

“Sí, había una cosa rarísima. En esa época las mujeres no se metían a la guerra y en esta
guerratodas las mujeres se metieron, todas andaban armadas –contestó Camilo mientras sacaba
unashojas de coca de su mochila y comenzaba a mambear  de nuevo-. Como yo les decía esta
mañana, aquí las guerras tienen mucho de wayúu, por eso de la influencia cultural wayúu en
Dibulla. Perola diferencia es que los dibulleros y en general la gente de aquí abajo no son
propensos a negociar y terminan muchas veces en guerras, en cambio arriba sí, por eso arriba no
hay casi guerras, por los palabreros, es una cosa tan grave la guerra que la aguantan de todas
maneras”.

“Claro, es que con el indígena es más fácil la guerra –comentó Cayo desde su mecedora-. Porque
como dice el doctor Camilo, ahí llega el palabrero y arregla por plata, como el wayúu vende a
lashijas como vender una panela, entonces allá es con plata o con chivos que se arreglan las
vainas. Cuando ya hay sangre, bueno, ahí no entra nadie, es difícil llegar a un arreglo. Claro que
ahora las vainas las arreglan más, sí, porque ya entonces llega la fiscalía y la vaina, los entregan.
En esaépoca, cuando los Cárdenas y los Valdeblánquez, en esa época no había ley, no había nada,
nohabía policía, no había un carajo, eran los mismos pueblos que arreglaban”.

“Yo creo que sí había ley Cayito, lo que no había era Estado –replicó Euclides-. Aquí más que una
tierra sin ley, es una tierra sin Estado. El Estado ha sido el verdadero ausente de acá, y las
familiasen últimas arreglan como pueden sus conflictos: al final de un derramamiento de sangre
largo, o alcomienzo, o en el medio. Mejor dicho, lo que no está presente es la ley del Estado,
aunque hayauna ley civil digamos entre comillas, que se cumple dentro de todo el desorden que
eso supone.Pero hay toda una lógica y unas estructuras mentales, unas creencias alrededor de
cómo arreglar los problemas por cuenta propia. Entonces hay que estar dentro y eso por tradición
oral semantiene y se recrea, se refuerza. En ese sentido es que se ha formado el estereotipo del
guajiroviolento y tantos otros que se han dado”.

“Es que parece que aquí en La Guajira hay como un síndrome –añadió Chichi-. Cuando existe
laautoridad, a la gente como que no le gusta. De pronto somos capaces, como herencia de
nuestroswayúu, capaces de arreglar por nosotros mismos nuestros problemas, como una tradición,
pero ahísi ya nos saldríamos del reglamento, de las normas, de las leyes. Pero de pronto seríamos
muyfelices aquí sin policía y sin nada de esas vainas, porque seríamos capaces nosotros mismos
deresolver los problemas”.

“¿Y cómo opera eso que llaman la ley wayúu y la mediación del palabrero?” preguntamos y fuedon
Hugo quien tomó la palabra.

“Sí, así funciona la ley en los indios. Les voy a explicar. El indio guajiro por lo menos va usted,usted
es indio y va a hacer un cobro. Usted le dice a su familia, vea, me pasa esto, esto. La familia, y los
que son mayores, los viejos, dicen vamos a proceder primero así, sí, porque el indio,a pesar de no
saber de letra y no ser letrado tiene disciplina. Sí, porque ellos primero van y cobran,con buena
palabra, usted por lo menos se lleva una de allá, de la familia tal, en tiempo de antes,eso se ha ido
borrando un poco. Hombre, usted se llevó una mujer de la familia Epieyú, entoncesdonde la familia
de parte de madre, sin hacer agresión primero, mandan un palabrero, de otracasta, allá donde
tiene usted su tribu, donde la familia de usted, parte madre, de su tío por lomenos, el hermano de
su mamá, mandan un palabrero: hombre, yo vengo acá, es que el sobrinotuyo.....y ellos quieren el
pago, y como eso es una ley, ellos cobran,entonces sí hombre, vamos areunir la familia acá para
recoger, para recoger, en esa época por lo menos, pagaba era conganado, vamos a recoger,
cuánto es que piden allá por esta muchacha por esta Joven; Hombre  pedimos 50 cabezas de
ganado, tantos collares de tumas, tantas mulas, de acuerdo a la categoríade ella le van a cobrar a
usted, porque esos bienes de ella ya van a representar cobro, porque los bienes de ella se los van a
entregar a usted, para que usted los maneje. Ese es el proceder de ellos,de los indios, que ellos
primero cobran, primero dialogan, primero hablan, no van a proceder como uno acá, que uno acá,
en ese sentido no tiene disciplina, no, que tú me diste un puño, ¡te voya matar!”.
Foto 22. Cementerio de Dibulla

“Yo no he hecho ningún trabajo al respecto pero puedo, de acuerdo con la experiencia y con
lasvivencias aquí, intuir que sí hay una influencia desde la cultura indígena, en este caso la wayúu,
ala cultura criolla o nacional, en el sentido de lo de la culpa colectiva –dijo Euclides-. Las
guerrasentre familias se resuelven a partir de una necesidad de restablecimiento del orden y
eserestablecimiento del orden se demanda, se presiona, se exige en la medida en que se resarza
laculpa. A nosotros, no solamente a mí, a algunos amigos, compañeros de trabajo y de
reflexionesacá, nos parece que hay una especie de perversión o especie de..., bueno en términos
bondadososde transformación de esa expresión cultural de los wayúu, que es la de la
indemnización, que entrelos wayúu es muy clara, es muy fuerte y que asegura la solución de un
conflicto para siempre. O por lo menos si las familias vuelven a entrar en conflicto no es por ese
punto después que seindemnice. Donde vemos el problema de la perversión o de la transformación
es que entrenosotros, en la cultura criolla, el elemento de la indemnización ya no es tan preciso,
tan marcado,tan serio. Fácilmente cualquier miembro de la familia que se erige como
interlocutor hace unatransacción y esa transacción puede que no tenga ninguna validez, porque
como individuo toma ladecisión de no llevar a feliz término al interior del núcleo familiar los
términos en los cuales seestableció el restablecimiento en un conflicto. Entonces se ve allí, nosotros
percibimos unainfluencia, este aparente ojo por ojo, diente por diente, aparece en primer lugar
como el punto másimportante. Tú me la hiciste, tú me la pagas , como persona, como individuo.
Pero resulta que eseindividuo, esa persona, huye y se desaparece por un tiempo, ¿qué pasa con los
otros miembros dela familia? Que ésta venganza cae sobre cualquier miembro de la familia. En
algún momento de lahistoria, eso no pasó con los Cárdenas y Valdeblánquez, recaía sólo en
varones mayores, envarones adultos, en varones con toda la capacidad productiva del caso, no
recaía en ancianos, norecaía en niños, no recaía en mujeres y mucho menos en mujeres madres de
familia. Entonces paranosotros reitero, sí hay una influencia desde la cultura wayúu en este punto,
con sus perversionesque también pueden estar del lado -se me ocurre- de una expresión cultural
que llega a unaorganización social que es distinta”.

“Pero con el tiempo todo ha cambiado –intervino don Hugo-. Ya no es el mismo esquema, no
esdigamos la misma práctica, ni vas a encontrar hace cincuenta años, la información que
hoytenemos. La de antes era una sociedad más cerrada, había unos parámetros como más
estrictos.Hace 30 años todavía había otra mentalidad, otro esquema social. Tienen que mirar esos
factores. Había muchas influencias, no del interior del país, influencias de otras partes, indígenas y
otrasgentes venidas de afuera. No teníamos ni carretera de Riohacha a los pueblos ni de Riohacha
aSanta Marta. Tocaba irse por el sur de la Guajira hasta llegar a Valledupar, en Valledupar
llegar  para irse a Fundación y coger el tren para llegar a Santa Marta. O irse por cayuco desde
Dibulla.Estamos hablando que aparentemente todo esto son 50 años antes, pero es ilógico pensar
que en el siglo XX, que fue el pasado, hace nada, hace tres años, sucedió aquello. Entonces la
formación, lacultura era muy distinta por la penetración de la información que tenemos ahora”.

Foto 23. Paisaje dibullero

“Bueno, como dicen por ahí, el tiempo en la radio es oro” dijo repentinamente Cote y anunció
quetenía que llegar a la emisora de Mingueo antes de las siete. Ya comenzaba a anochecer y las
dos botellas de chirrinche que habían amenizado la charla, yacían vacías en el suelo. A la iniciativa
deCote se sumaron Cayo, Victorongo y don Hugo y salieron juntos a coger un carrito desvencijado
yde placas venezolanas, que sirve como taxi hacia la Troncal. Chichi partió tambaleando
unosminutos después ante los gritos de mujer que llegaron de su casa, acusándolo de vagabundo
y buena vida y reclamando el pescado y los guineos de la comida. Euclides se despidió
moementosdespués, luego de leernos algunos apartes de sus trabajos inéditos sobre Dibulla y
mostrarnos parte de su archivo fotográfico de casas dibulleras que venía recopilando desde muchos
años atrás. Pronto oscureció y poco a poco las calles fueron enmudeciendo, mientras esporádicos
gritos de te voy a joder  y me jodiste, iban y venían de un lado para otro. Transcurrió un tiempo
indefinido ensilencio hasta que la voz de Camilo reapareció desde el fondo de su hamaca.

“Un día, eso fue por ahí 72 o 73, yo vivía en una casa que daba contra lasalineta que queda al
fondo de la playa –empezó a contarnos, mientras señalabacon su mano el lugar-. Y al final de la
salineta era donde ordeñaban losCárdenas las vacas, ellos pasaban todos los días a ordeñar. Ese
día yo melevanté, di tú a las cinco y media, estaba saliendo el sol apenas. Entonces yosalí con el
pelao, el  pelao mío tenía un año, apenas caminaba y como él siempre se iba para donde los pelaos
de los vecinos se fue para allá. Cuando elniño salió de la casa yo oí tiros,  pa pa pa pa, y comienzo
a ver que veníaadelante una persona corriendo y por la playa venían dos corriendo hacia ellado, y
detrás de él venían por ahí cinco o seis disparándole, tan tan tan tan, y él de pronto se volteaba,
disparaba y seguía. Entonces cuando él me vio a mí, aunos trescientos metros, empezó a gritarme
¡médico, médico, me matan mematan me matan!, entonces yo le dije venga, venga para acá. Era
Goyito, Goyo Cárdenas. Entonces empezaron a pegar tiros contra la casa, tan tan tan, de losque
venían por detrás, pero yo vi uno que estaba apuntándole directo, ahí parado, y tan, empezó a
dispararle, tran, y de pronto me grita Goyo médico me dieron…y después, me van a matar!
Entonces yo salí a cogerlo, avancé unos 15 metros de la casa y Goyo se vino, se vino. Yo lo agarré,
lo metí en la casa yél me entregó el revolver, el revolver vacío, y me dijo médico, si se van aentrar
me tiene que defender, y este hombre entra a la casa y sangre por todos lados. Entonces yo agarré
y lo metí al baño, un bañito todo de cemento, encerrado en el fondo de la casa, yo lo metí allá. Yo
cazaba mucho, a mí meenseñaron a cazar acá y tenía una escopeta, entonces saqué la escopeta,
lostiros. Pero la gente a Dios gracias no se metió, sino que se pararon por ahí aunos veinte metros
de la casa. Y los tipos agarraron a plomo la casa la cosa más berraca, yo después encontraba
plomo entre las ollas, volvieron mierda esacasa, el carro me lo volvieron mierda,   pan pan pan. Pero
entonces losdibulleros, los Cárdenas, se dieron cuenta del tiroteo y salieron detrás con
unaescopeta. Uno de ellos,  Pipe, les hizo un tiro con la escopeta y entonces lostipos se aguantaron
y salieron corriendo, ellos tenían carro por allá y se fueron.Cuando yo oí el tiro, se silenció el
tiroteo, yo estaba con Goyito en el baño, tapado de sangre, tenía un tiro en una mano.

Entonces ahí mismo llegó todo el pueblo, sacamos a Goyo, había que moverlo para Riohacha o
Santa Marta porque tenía un tiro feo en la mano, pero no lo podíamos mover porque nos estaban
esperando a la salida para joderlo.Entonces yo lo empecé a tratar ahí y toda la vaina. Después
empezó toda lavaina, empezó la fiesta, empezó a llegar todo el pueblo a mirar la casa, yempezaron
a decir uy médico, ahora si se jodió, porque esta gente, cuando unohace eso, se vuelve enemigo
de ellos, se jodió. Entonces yo le dije a la mujer mía, se van ya para Bogotá, los mandé para
Bogotá y me quedé yo allá solo,eso fue por ahí un mes de una angustia ni la más hijueputa.
Berraco, todos los días durmiendo acurrucado en el baño con la escopetita. Me prestaron
unrevolver y por las noches cuando me llamaban a consulta yo salía con elrevolver en el maletín de
las vainas médicas, no joda, una zozobra la cosa más berraca, y le van dar y ya dijeron que le van
a dar, y van a rematar a Goyo y lovan a matar a usted.

Yo era compadre de una de las hijas de Serafín Valdeblánquez, una comadremorena, una mujer
bellísima. Entonces escribí una carta a mi comadre morena, que vivía ahí antesitos de Palomino, y
en la carta decía que mire comadre, el   problema que tengo yo, sus hermanos me quieren matar,
yo pues, usted meconoce y si hubiera sido uno de sus hermanos hubiera hecho exactamente
lomismo, yo necesito que usted interceda por mí . Como a las dos semanas mellegó una carta de la
comadre morena: Compadrito, claro que yo sé todo el   problema, pero pues yo hablé con Serafín y
me dijo que tenía que ir a hablar   personalmente con él a La Punta. Ya para ese momento los
Valdeblánquez sehabían ido para La Punta, ellos tenían familia allá. Entonces empecé a preguntar
en Dibulla a ver quién me acompañaba, a los amigos, y todo elmundo me decía noooo médico, eso
es un peligro, nooo médico. Solamente un amigo que ya lo mataron dijo que me acompañaba, que
tenía medio entrada conSerafín. Me dio un revolver, el se encaletó otro revolver y vamos, salimos
en el renolito todo lleno de huecos, ta ta ta… y llegamos a La Punta, y en el corazónde La Punta en
una casa grandota sobre el barranco, ahí en la placita, estabantodos. Entonces me bajo yo del
carro y entro a la casa, había cuarenta hombres por lo menos, todo el mundo bebiendo y eso en el
piso eran armas de todos loscalibres, y en el fondo estaba Serafín, y cuando yo entré con Alberto,
silenciototal. Entonces me dice, opa médico, lo estaba esperando, ven, denle whisky al  médico, y
empezamos a conversar con el viejo Serafín, y yo a decirle que si hubiera sido su hijo hubiera
hecho la misma vaina, y él que vamos a seguir hablando, vamos a amanecer, y seguimos hablando
toda la noche. Yo me zampé quien sabe cuántas botellas de whisky y no me dio pero ni el más
mínimo temple.

Estuvimos toda la noche bebiendo y conversando. Como a las cinco de lamañana Serafín llamó a
los hijos y les dijo, vea este es el médico Camilo queevitó que matáramos a Goyo, pero él no tiene
que ver en esta guerra, demanera que me lo respetan, nadie se va a meter con él  …y había uno de
losmuchachos que se puso todo retrechero y lo paró de una. Después de esemomento yo podía
salir a las tres de la mañana, a cualquier hora y a cualquier lado, y ellos me cuidaban, no se metían
conmigo”.
La historia de Camilo nos regresó por un momento al Dibulla de la bonanza y de la guerra de los
Cárdenas y Valdeblánquez. Preguntamos entonces a Camilo cuál era el rumbo que había tomadola
guerra luego de sus primeros comienzos en Dibulla. La respuesta ya la conocíamos, ambasfamilias
habían abandonado Dibulla trasladándose unos a la Alta Guajira y otros a La Punta.Luego de un
corto pasó por allí finalmente habían ido a parar a Santa Marta y Barranquilla. Era allí a donde
nuestro viaje debía continuar.

1. En esta parte de la crónica nos basamos en entrevistas y conversaciones sostenidas en diferentes lugares de la Guajira
(Villanueva, Riohacha, Palomino y principalmente Dibulla) durante los meses de octubre y noviembre de 2003.

2. Cabuya utilizada para colgar las hamacas

CAPITULO 2

EL CONFLICTO DE LOS CARDENAS Y VALDEBLANQUEZ

ORIGENES Y CAUSAS

Como anotábamos al comienzo, consideramos que el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquezsólo


encuentra una explicación válida a partir del estudio del ser dibullero. En el primer capítulo
llevamos a cabo una exploración de sus orígenes a partir de un acercamiento a la historia
de poblamiento de Dibulla. Esta estuvo caracterizada por el contacto prolongado entre diferentes
grupos humanos, los cuales se vieron a su vez facilitados por constituirse Dibulla en un territorio de
frontera: los españoles establecieron allí encomiendas en el siglo XVI y por ese tiempo hubo
también palenques de cimarrones huidos de las pesquerías de perlas y de las haciendas cercanas a
Santa Marta; los wayúu venían esporádicamente desde la Alta Guajira con sus ganados en tiempos
de verano y los kogui bajaban de la Sierra con alguna frecuencia a recoger conchas en las playas
del litoral. Hacia mediados del siglo XIX llegaron también familias provenientes de otros lugares de
La Guajira y de la costa atlántica y se establecieron allí, dando paso a la fundación del municipio.
Años más tarde, los dibulleros colonizaron la zona de San Antonio en la Sierra Nevada y muchos se
establecieron allí, manteniendo relaciones de parentesco y padrinazgo con los kogui. Estas
relaciones también se dieron con los wayúu y todavía hoy encontramos familias dibulleras
emparentadas con estos indígenas. Una de las conclusiones que pudimos extraer de la memoria
oral de los dibulleros, así como de la revisión de fuentes bibliográficas que encontramos sobre el
lugar, es que el dibullero es un individuo cuya historia ha estado ligada a un territorio circunscrito
en la movilidad. No es muy difícil percibir esto al pasar por Dibulla. Allí se encuentra uno con un
pueblo pequeño de guajiros situado a orillas del mar Caribe, con la Sierra Nevada detrás y no muy
lejos al oriente la península de La Guajira. Es algo frecuente ver a los kogui bajar a comerciar sus
productos y a las mujeres wayúu visitando sus parientes en el pueblo. Hoy en día los dibulleros
suben muy poco a la Sierra pero algunos mantienen sus parcelas o “fincas” en las partes bajas.
Otros se dedican a la pesca y algunos al contrabando, viajando con frecuencia en sus mixtos a
Maicao, Riohacha y Santa Marta, donde muchos tienen parientes establecidos allí. La historia de los
Cárdenas y Valdeblánquez es a su vez un reflejo de la historia de Dibulla. Al igual que sucede con el
resto de familias dibulleras, sus primeras referencias las encontramos a mediados del siglo XIX,
cuando se establece en Dibulla una parroquia y comienzan a registrarselos nacimientos,
matrimonios y defunciones. Sin embargo, su genealogía familiar ha de remontarse mucho tiempo
atrás, siendo el resultado de los múltiples mestizajes que tuvieron lugar no sólo en Dibulla sino en
el resto de La Guajira. En la historia del “actual” Dibulla, encontramos a los Cárdenas y
Valdeblánquez como algunos de los pioneros en la colonización de la Sierra Nevada de Santa Marta,
donde se establecieron por muchos años dedicados a la agricultura y el intercambio con los kogui.
A pesar de vivir en la Sierra, mantenían vínculos permanentes con Dibulla, a la que bajaban
esporádicamente a comercializar productos de la Sierra, y algunos se establecieron allí y en
Mingueo dedicándose a la pesca y el contrabando. Años más tarde, hacia mediados de los setenta
del siglo pasado, con el auge de la bonanza marimbera, ambas familias se dedicaron al comercio de
marihuana y se dice que llegaron a controlar buena parte del tráfico en la zona de Dibulla, hasta
inmediaciones de Palomino. 1 Al lado de otros guajiros, los Cárdenas y Valdeblánquez ocuparon un
lugar importante durante la bonanza, llegando a ser conocidos bajo el nombre de marimberos en
Riohacha, Santa Marta, Barranquilla y otras ciudades de la Costa. Pero lo que los hizo famosos más
allá de ser marimberos destacados en la región, fue el enfrentamiento en el que se vieron
envueltos, dejando muchos muertos de lado y lado a lo largo de casi 20 años. Por ahora resulta
necesario referir la estructura de las familias en cuestión, para luego entrar a detallar las causas
que dieron origen alconflicto.

1. El parentesco en los Cárdenas y Valdeblánquez: familias extensas bilineales

Resulta de suma importancia para el estudio del conflicto entre los Cárdenas y los Valdeblánquez
abordar a grandes rasgos las principales características que asume el parentesco en ambas
familias. El parentesco es entendido por los antropólogos como “las relaciones entre ‘parientes’, es
decir, personas emparentadas por consanguinidad real, putativa o ficticia”. 2 Las dos
unciones básicas del parentesco, la   filiación y la alianza, marcan la distinción entre el  parentesco
consanguíneo y el  parentesco de afinidad. 3 De un lado se incluyen los parientes consanguíneos,el
hogar donde se nace - padres, hermanos, tíos, abuelos - y por otro, los parientes afines, el
hogar del matrimonio - esposos, suegros, cuñados, familia política -. Existen también otras
relaciones que permiten extender la alianza del parentesco a terceros, tal como sucede con la
figura del compadre. Junto a la consideración del parentesco como las relaciones entre parientes
consanguíneos, afines y ficticios, éste también constituye un conjunto de derechos y obligaciones
compartido por sus miembros. 4 En ese sentido el parentesco se ejerce como capital social,
entendido como “latotalidad de los recursos actuales y potenciales asociados con la posesión de
una red perdurablede relaciones más o menos institucionalizadas de conocimiento y reconocimiento
común o en otras palabras, de la calidad de ser miembro de un grupo”. 4 El parentesco, capital
social que seconfigura a partir de las obligaciones sociales, forma parte de los recursos con los que
dispone cada individuo y que se hacen aún más vitales en casos de conflicto 6. Con relación al
conflicto de los Cárdenas y Valeblánquez, junto al parentesco oficial donde prevalecen los lazos de
Consanguinidad, 7 se articularon y movilizaron otras formas de alianza - socios comerciales,
miembros del ejército y la policía, entre otros - bajo la coyuntura de la bonanza marimbera. Si bien
el acceso a los archivos parroquiales de Dibulla nos permitió reconstruir los árboles genealógicos y
la estructura de ambas familias (ver anexo 2), esta información no permite referir los distintos usos
prácticos de las relaciones de parentesco, es decir su movilización como capital social. Los
archivosparroquiales institucionalizan nacimientos, muertes y matrimonios, conformando un
parentesco oficial, que no siempre coincide con la forma práctica en que semoviliza el parentesco.
Muestra de ello son los casos de hijos, que por haber sido concebidos por fuera del matrimonio
católico, nosiempre eran bautizados. Al reconstruir los árboles genealógicos de las familias, resulta
posible revisar las fechas de nacimientos, matrimonios y muertes, así como la red de los miembros
unidos formalmente por vínculos de parentesco. Sin embargo, resulta difícil detallar elementos
específicos y prácticos de la cotidianidad familiar que, como la residencia o la crianza, denotan un
manejo particular del parentesco. En ese sentido los vacíos que pudieran contener los archivos
parroquiales, fueron complementados con los testimonios orales, así como con observaciones
recogidas en la investigación y algunos otros trabajos al respecto. En este apartado, la atención se
centra en las principales características del parentesco presente en los Cárdenas y los
Valdeblánquez, caracterizadas como dos familias dibulleras. Por ello consideramos conveniente
señalar las principales características del conjunto de la familia extensa para ambos casos, para
más adelante en el tercer capítulo, abordar la forma en que se movilizó el parentesco con relación
al conflicto.

1.1 Los matrimonios mixtos y la poliginia multiterritorial del hombre dibullero

 El parentesco consanguíneo se comparte por el vinculo de la sangre, consolidando grupos


defiliación cuyos miembros se consideran descendientes de un antepasado en común8. Estos
gruposde filiación varían de una cultura a otra y suelen estar fundados sobre el sexo de los
genitores, la padre y la madre. De ahí la distinción entre filiación matrilineal (por vía materna),
patrilineal (vía paterna) o bilineal (ambas ramas genitoras)9. Por ejemplo, la filiación matrilineal
en los wayúudetermina una mayor importancia de los parientes uterinos del individuo (apüshii) que
de los parientes por vía paterna (o’upayuu)10. Ello es producto de la noción al interior de este
grupoindígena del papel de la mujer en la procreación como la transmisora de la carne ( e’irruku) y
dela sangre de la menstruación (ashaa) que alimentan al niño durante la gestación; el aporte
masculino es la sangre activa a través del semen (awasain)11. Este hecho determina que lafiliación
uterina sea la base de la organización wayúu, fundada en clanes asociados a un animaltotémico,
divididos a su vez en matrilinajes que ocupan un territorio específico.12

Como hemos visto, el hombre dibullero se caracterizó por la movilidad y el tránsito entre
los poblados y ciudades vecinas, debido principalmente a sus actividades de contrabando, pesca
eintercambio de productos con la Sierra. Esto le permitió entablar uniones en lugares diversos13 e
incluso con grupos culturales distintos. En la parroquia de Dibulla se tienen registros dematrimonios
entre dibulleros y europeos; ejemplo de ello son los matrimonios de los franceses Roger Raul
Martiniere con Cilia Antonia Coronado el 18 de junio de 1941 y Eduardo CamiloMarchandet con
Carmen Segunda Almazo el 14 de enero de 1940.14 Entre los Valdeblánquez se recuerda el
matrimonio entre el italiano Antonio Ragonessi y Antonia Valdeblánquez Cordero.(ver árbol
genealógico 1) Al revisar los archivos parroquiales también se comprueba la existencia de uniones
con los indios wayúu y kogui. 15 A pesar de que éstos empiezan a escasear hacia 1930, ello no
significa quedejaran de presentarse. Goyo Cárdenas nos contaba que su padre José Francisco
(1905-1999), sabía la lengua ‘aruaca’ y que producto de su relación con una indígena, tuvo a su
hermano José María, quien “baja seguido acá a la casa, sabe el idioma, pero vive en la Sierra”.
Dado que los Cárdenas y los Valdeblánquez desarrollaron actividades en la Sierra, se podría
suponer que se presentaron con cierta regularidad uniones entre varones de las familias y mujeres
kogui. Sinembargo, es probable que no tuvieran un carácter ‘oficial’ consagrado bajo el sacramento
del matrimonio y de ahí que en muchas ocasiones no se tenga registro de ellas. Igual sucede con
las uniones con wayúu, en donde a pesar de comprobarse la existencia de matrimonios entre
dibulleros y wayúu, no se encontró ninguno presente en los antepasados de los Cárdenas y
Valdeblánquez. Sin embargo, ello tampoco descarta la existencia de uniones de hecho de miembros
de las familias con indígenas wayúu. Los archivos parroquiales no sólo permiten verificar la
existencia de matrimonios mixtos dedibulleros con europeos, wayúu o kogui. Un vistazo a los
árboles genealógicos de ambas familias permite comprobar la frecuente presencia de formas de
poliginia, en donde el hombre dibulleroentabla relaciones simultáneas con más de una mujer. En el
trabajo de campo se nos contaba que“de los Cárdenas dicen que fueron hombres que tenían
muchas mujeres, eran tipos que tenían siete y ocho mujeres y con todas tenían dos, tres hijos”.
Este fenómeno, en donde un mismohombre mantiene relaciones simultáneas con más de una
mujer, engloba al conjunto de la culturaguajira, ya que del guajiro se afirma que “suele tener
muchas mujeres” y que “el tener másmujeres lo hace más hombre”. Son varios los ejemplos sobre
relaciones políginicas presentes en los árboles genealógicos de lasfamilias. Tomemos el caso
de Francisco Eduardo Cárdenas, abuelo de Goyo, casado con María Engracia Valdeblánquez el 21
de mayo de 1903. 16 Considerando tan solo los datos consignadosen la parroquia de Dibulla, se
observa que tuvo seis hijos con cuatro mujeres distintas.

Árbol genealógico 1

Descendencia de Francisco Eduardo Cárdenas

 El tipo de poliginia más frecuente en la familia dibullera, es aquella que los antropólogos llaman
dispersa, donde las co-esposas viven en distintas unidades habitacionales. 17 Al mantener relaciones
con mujeres residenciadas en lugares distintos, el hombre dibullero conformó nuevas parentelas
extendiendo el parentesco mediante alianzas matrimoniales a poblados vecinos como La Punta de
los Remedios, Mingueo y Palomino. En el caso particular de los Cárdenas y Valdeblánquez, estas
relaciones se ampliaron al abandonar Dibulla y radicarse en ciudades como Santa Marta y
Barranquilla.

De ahí que Losonczy afirme que “las parentelas dibulleras asientan su multipolaridad sobre
la poligamia multiterritorial de los hombres”, donde el dibullero mantiene “relaciones simultáneas,
conocidas y reconocidas por todos con varias mujeres asentadas en lugares variados, tanto rurales
como urbanos, con las cuales totaliza decenas de hijos”. 18 En un sentido amplio ambas familias
conforman un grupo de filiación del tipo de familia denominada extensa bilineal, que comprende
más de dos generaciones y que considera los parientes colaterales por las dos líneas
dedescendencia. 19 

El hombre dibullero crea una descendencia numerosa, constituyéndose en el antepasado encomún


que articula las distintas parentelas dentro del conjunto de la familia extensa. Estas parentelas se
construyen alrededor de la residencia y de la crianza del grupo doméstico, por logeneral en torno a
la madre. Mientras que el hombre dibullero divide su tiempo recorriendo y visitando sus mujeres e
hijos, éstos suelen crecer en torno a los parientes por vía materna. La descripción del profesor
dibullero Euclides Moscote sirve para ilustrar la marcada división entrelos sexos, quienes asumen
roles sociales y productivos distintos:

“Seguido de Francisco Redondo Redondo, desarrollaron su vida marital Carlos CamiloCárdenas


Coronado “Camilito Cárdenas” y Mercedes Moscote Delprado “Mercedita” ymientras ella atendía a
sus hijos, el marido cuidaba el ganado de su padre Francisco Cárdenas Valdeblánquez “Pacho
Cárdenas” y de otras fincas de la localidad y sacrificaba la mismaespecie con el apoyo, como
matarife, de Emilio Quintero “Millo el de Emilia”.20

A pesar de que la filiación en la familia dibullera no sigue un patrón estricto en la medida en quese
consideran los parientes por ambas ramas genitoras (bilineal), la rama materna donde crece yse
socializa el individuo parece adquirir mayor importancia. En ese sentido,

“el grupo familiar local, construido alrededor de la madre y de los abuelos maternos, formasiempre
parte de una red paterna de parentela multilocal en la que los hijos pueden circular durante
algunos periodos. Así la socialización de éstos hasta la adolescencia se hace por losramos maternos
al incluirlos en la red local de ayuda cotidiana a familiares, préstamos de bienes, trabajo
intercambiado.”21

 La importancia de la rama materna dentro del parentesco guarda cierta semejanza con la
filiaciónmatrilineal en los wayúu. Sin embargo la rigurosidad matrilineal en el parentesco, aun
presente eneste grupo indígena, no se presenta de forma estricta en la familia dibullera. En un
nivel generalresulta posible caracterizar a los Cárdenas y los Valdeblánquez como dos familias
extensas y bilineales conformadas por distintas parentelas, que residenciadas alrededor del núcleo
materno, se articulan entre sí en torno a un hombre en común.

1.2 El Apellido y la autoridad en la familia dibullera

En la familia dibullera la transmisión del apellido bien puede ser por vía materna o paterna, talcomo
pudimos observar en los registros bautismales de las familias en la parroquia de Dibulla.22  Según
Losonczy, la transmisión del apellido materno entre los dibulleros “hace eco de lacostumbre
guajira”. Al lado de la influencia guajira, es posible afirmar que la transmisión delapellido materno
también obedece a consideraciones de legitimidad en el nacimiento. Bajo lasdoctrinas de la religión
católica, que concibe el matrimonio como un sacramento indisoluble, loshijos se consideraban
legítimos cuando eran concebidos bajo la unión sacramental e ilegítimos cuando no lo eran,
pasando a ser señalados como hijos naturales.23 En la familia dibullera loshijos que componían la
descendencia de una casa se distinguían entre “ “hijos de la casa”(descendientes de ambos
padres), “hijos de la calle” (del mismo padre con otras”), [e] “hijos criados” (sobrinos del lado
materno)”.24
 En algunas ocasiones, a los hijos ilegítimos no se les bautizaba con el apellido del padre sino conel
de la madre. Este parece ser el caso de Justa Valdeblánquez, nacida en 1880, quien tiene cincohijos
con tres hombres diferentes. Todos sus hijos, incluyendo dos de quienes no figura el nombredel
padre en el registro bautismal, reciben su apellido y no el del padre. Uno de ellos, Serafín  Pin
Valdeblánquez, transmitirá el apellido de su madre a sus hijos los Valdeblánquez Levette (véase
árbol genealógico 4).También resulta conveniente considerar la transmisión del apellido en casos
de conflicto. Según versiones orales, por seguridad y para evitar ser relacionado con los Cárdenas o
con los Valdeblánquez, miembros de las familias optaban por ponerle al hijo el apellido de la
madre.

Incluso en algunos casos, miembros de las familias se cambiaron sus apellidos. Tal es el caso
deRicardo Antonio Valdeblánquez Levette, quien según registro bautismal cambió su nombre a
Ricardo A. Arévalo Gualé en 1989. Junto al apellido, también es posible identificar nombres de pila
que se transmiten y repiten degeneración en generación. De esto dan cuenta nombres como José
Antonio, Francisco y Alcibíades entre los Cárdenas o como Serafín y Antonio entre los
Valdeblánquez. El parentesco determina la posición social del individuo y designa la persona sobre
quien reposala autoridad del grupo. Dentro de los wayúu, al ser la filiación matrilineal, se destaca la
figura deltío materno (a’laüla), quien remplaza el lugar que en otras culturas, como en la hispánica,
seasigna al padre. Las parentelas dibulleras se congregan alrededor de la figura de un hombre,
por lo general el padre, figura que articula a hijos y esposas. Aun así, dada la forma en que
elconflicto se transmitió entre primos hermanos, se hace evidente la posible influencia ejercida
por la figura del tío sobre la parentela.

El rol de la autoridad parece haber recaído en José Francisco   Pacho Cárdenas (1905) José Antonio
Malachía Valeblánquez (1910), Serafín  Pin Valdeblánquez (1918) y AlcibíadesCárdenas (1921),
quienes son recordados como los lideres naturales de las familiar, dado que eranlos hombres de
mayor edad en cada una de las familias. Asimismo eran los responsables de laeconomía del hogar,
principalmente obtenida de los cultivos y los negocios realizados desde la Sierra Nevada. Sin
embargo, la edad empezó a dejar de ser el criterio único de la autoridadfamiliar. La capacidad
económica pronto recayó en la generación siguiente, en cuyo seno sedesató el conflicto, hecho que
coincidió con la bonanza marimbera.25 El liderazgo familiar prontodejó de estar en cabeza de los
más viejos y pasó a estarlo en aquellos que se distinguieron por su poder económico y militar. Con
el paso del tiempo, fueron José Antonio Toño Cárdenas Ducad(1944), Enrique Coronado (1938) y
Francisco  Kiko Valdeblánquez (1950), quienes asumieron elliderazgo de las familias y
protagonizaron el conflicto.

1.3 De la unión de hecho a la unión legal

Es un hecho recurrente en ambas familias que el matrimonio católico sea posterior al nacimientode
los hijos. Ejemplo de ello son los Valdeblánquez Pereira, los Valdeblánquez Padilla, losCárdenas
Coronado y los Valdeblánquez Levette, cuyos hijos “son legitimados” por el matrimonio de sus
padres, tal como aparece consignado en los registros bautismales (véase anexo2). Por ejemplo, en
el registro bautismal de Carmen María Valdeblánquez Levette, nacida el 15de julio de 1949 e hija
de Serafín y Dolores, aparece una anotación posterior que señala“Legitimada por matrimonio de
sus padres, Dibulla, octubre 19, 1953”.26 En primera instancia las uniones de los dibulleros
parecían ser de hecho, bajo la modalidad de la unión libre, para luegoconstituirse en uniones
legales e institucionalizarse ante la sociedad, mediante el matrimoniocatólico. Ello muestra que
entre su nacimiento y el matrimonio católico de sus padrestranscurrieron cerca de cuatro años. El
esquema que se presenta a continuación reproduce laestructura de la familia Valdeblánquez
Levette, donde se comprueba que 6 de los 16 hijos, fueronanteriores al matrimonio de los padres.

Árbol genealógico 2

Matrimonio Valdeblánquez Levette

Resulta de igual forma significativo que por lo general aquellas uniones constituidas bajo


elmatrimonio católico, registran el mayor número de hijos. Tal es el caso de los
dieciséisValdeblánquez Levette, así como de diez Cárdenas Ducad, nueve Valdeblánquez Mena y
nueveGómez Ducad, quienes forman parte de la generación que participa activamente del conflicto.

Entre el hijo mayor y el menor de una misma generación se presentan diferencias de edad dehasta
23 años (véase anexo 2). El número amplio de hijos, con diferencias de edad de hasta veinteaños,
colaboró con la duración del conflicto, dado que los menores crecían con la responsabilidadde
vengar a sus parientes. Sin embargo, podrían pasar varios años hasta que éstos alcanzaran laedad
suficiente para participar en el conflicto, aumentando la zozobra ..Los distintos tipos de unión
(matrimonio católico, matrimonio civil, unión de hecho) generan untipo de poliginia desigual,
caracterizada por una jerarquización entre las esposas del hombre.27 Esta jerarquización puede
obedecer a distintos criterios.28 En primer lugar vale la pena considerar la mayor importancia que
detenta la esposa ‘oficial’ frente a las otras concubinas. Ante ello Losonczy afirma que “el padre
dibullero debe asistencia económica completa a su “primera casa”y aportes ocasionales a las
otras”,29 hecho que corrobora la idea de cierta jerarquía entre lasesposas y los hijos del hombre
dibullero. Al jerarquizar a sus cónyuges, el hombre dibulleroreconoce a una esposa principal, “la
propia”, y a las demás como sus concubinas o “queridas”,como son llamadas en el lenguaje
cotidiano.

En segunda instancia la residencia constituye un criterio importante que determina la jerarquización


entre las compañeras del hombre. El matrimonio católico no siempre determinauna mayor
importancia de la esposa, ya que si el hombre “saca a vivir” a otra mujer, le confier estatus ante los
demás y la convierte en “la propia”. La clase social de la mujer también actúa  como criterio que
determina su mayor o menor importancia frente a las otras co-esposas. En esesentido, la forma
como se relacionan los sexos y se ejerce la autoridad en la relación, determina la posición de la
mujer frente al hombre con relación a sus otras cónyuges.

Los dibulleros y en general los guajiros, se caracterizan por el frecuente empleo de


sobrenombres para referirse a las personas. En las familias se pueden referir algunos ejemplos
como Pacho (Francisco), Horte (Hortensio), Goyo (Gregorio) o Toño (José Antonio) Cárdenas, al
lado de Pin (Serafín),  Kiko (Francisco) o Malachía (Antonio) Valdeblánquez. Los sobrenombres
tambiénsirven para describir la relación entre esposos, ya que para referirse a alguien se hace
alusión a sucónyuge. Esto sucede con Rosa Coronado, apodada  Rosa la de Pacho o con Emilio
Quintero, Millo el de Emilia.30 Estas dos expresiones pueden denotar la forma como se ejerce la
autoridaden el hogar. En el primer caso parece ser el hombre quien tiene las riendas de la relación
(  Rosa la de Pacho), mientras en el segundo se podría entender que es la mujer quien tiene una
posicióndominante sobre el hombre (Millo el de Emilia).

1.4 El compadrazgo y los límites difusos del parentesco

 El compadrazgo se constituye en el parentesco ficticio que se establece a través de la


alianzaconsagrada en el rito sacramental del bautismo o del matrimonio. El padrino se convierte
deinmediato en compadre, término que también reviste gran uso en la cultura guajira. Allí
elcompadre es de frecuente alusión en canciones vallenatas, lo que lo relaciona con la fiesta y
la“parranda”. Existe otro tipo de compadre denominado compadre de agua, el cual se
presentacomo un padrino que bautiza personalmente al niño bendiciéndolo con agua, cuando no
haysacerdote disponible y éste se encuentra enfermo, de manera que los padres solicitan los
serviciosdel compadre para que en caso de morir su hijo “vaya bautizado”.31

 Losonczy refiere cómo el compadrazgo constituye una “estrategia que crea espacios
estabilizadosde alianza e intercambio preferencial de bienes y servicios”.32 Este hecho adquiere
mayor importancia en casos de conflicto, donde compadres y ahijados suelen respaldar a sus
parientes.Sin embargo, no siempre los compadres se alinean entre sí. Por ejemplo el padrino de
bautizo deEnrique Coronado, uno de los líderes de los Valdeblánquez, fue Francisco Eduardo
Cárdenas, abuelo de los Cárdenas implicados en el conflicto.33

 En Dibulla la palabra  primo suele ser empleada frecuentemente como saludo entre las personas.
Este fenómeno abarca al conjunto de la Guajira y al indagar por esto, se nos decía que “acá en la
Guajira todos somos primos o compadres”.34 Cabe suponer que se considera familia,  primo, atodo
aquel con quien se comparte algún tipo de parentesco real o ficticio. En su trabajo sobre
el parentesco, Joan Bestard afirma que “‘aquí todos somos parientes’ es una expresión muchas
veces repetida por las personas de estas comunidades [campesinas], que indican con ello una
extensión imprecisa del parentesco a partir de un origen común”.35 Es decir que el parentesco
sehace difuso y extensible a un amplio conjunto de personas allegadas, donde las parentelas
sesubdividen a partir de la distinción que realiza el individuo entre unos ‘parientes cercanos’ y unos
‘parientes lejanos’. Anteriormente se anotaba que en términos generales ambas familias puedenser
caracterizadas como familias extensas y bilineales. Sin embargo, no todos aquellos quecompartían
el mismo apellido o tenían un vínculo común con un antepasado, tomaron parte en el
conflicto. Sólo algunas parentelas, ante una mayor ‘cercanía’ con los protagonistas iniciales,José
Antonio Cárdenas e Hilario Valdeblánquez, fueron las que participaron activamente en elconflicto.

Vale la pena señalar que el parentesco determina entre otras cosas la herencia y la sucesión, loque
hace referencia a la transferencia de bienes y títulos, señalando aquellos miembros queconstituyen
principalmente el grupo de filiación.36 Los grupos de filiación – como la familia, elclan o el linaje-
están constituidos por la referencia a uno o más antepasados y por lo general seencuentran
asociados a una misma residencia. Antes que estar referido a un antepasado o unapellido en
común, el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez se transmitió a partir delreconocimiento de
cada individuo sobre aquellos a quienes consideraba y reconocía como parientes cercanos. Ello
pone en entredicho la consideración de los miembros que tomaron parteactiva en el conflicto como
familias extensas bilaterales. Se hace evidente que para caracterizar alos miembros que de una y
otra familia actuaron en el conflicto, resulta más conveniente sucaracterización como parentelas, ya
que “la parentela toma como centro de referencia alindividuo que reconoce a sus parientes por la
sangre y por la alianza hasta el agotamiento de loslazos genealógicos que su memoria o la de su
grupo parental puede retener”.37 En ese sentido,cuando se habla de ‘los Cárdenas’ o de ‘los
Valdeblánquez’ se está haciendo referencia a las parentelas que de una y otra familia tomaron
parte en el conflicto y no al conjunto de la familiaextensa. La descripción detallada de las formas en
que el conflicto se heredó entre estas parentelas se desarrolla en detalle en el tercer capítulo.

Cabe señalar que tanto la familia wayúu como el tipo de familia que aquí nos ocupa, han
tenidotransformaciones significativas en los últimos años. Frente a las familias y parentelas
numerosas,con un parentesco difuso, tipo Cárdenas y Valdeblánquez, se afirma que actualmente se
asiste auna transición hacia un tipo de familia nuclear y conyugal, con una notable disminución de
lasformas poligínicas.38 Hemos realizado un bosquejo breve y general de la estructura que
teníanambas familias. Un estudio integral de la estructura de las familias dibulleras y guajiras es
unalabor que está por hacerse. Lo que aquí nos interesa es tener presente la estructura de las
familiascon relación al conflicto desatado entre ellas, lo cual es fundamental para comprender
susorígenes y causas, que analizamos a continuación.

2. Los orígenes del conflicto

2.1 La maldición kogui

En Dibulla es común ver a los indígenas kogui llegar de la Sierra con sus costales de yuca, plátano
y malanga. Antes de llegar al pueblo paran por lo general en Mingueo, pues de este lugar  parte la
trocha hacia la mayoría de sus poblados. Muchos negocian allí parte de su carga y al llegar a
Dibulla ya traen una botella de chirrinche por mitad en una de sus mochilas. Esta situación es
aprovechada por los dibulleros, quienes acuden con algunos atados de pescado seco, más
chirrinche y otras mercancías, y en cuestión de minutos las intercambian con el indio por lo que
queda en su costal. Luego de permanecer deambulando un par de días por el pueblo, el kogui
recoge algunas conchas de mar usadas para elaborar la cal que mezcla con las hojas de coca
-el jayo- y emprende su camino de regreso. Este intercambio, casi siempre desigual, se repite
incesantemente. Los indígenas son vistos por la mayoría de los dibulleros como seres inferiores y la
actitud de desprecio y abuso hacia ellos es algo inmemorial. En los tiempos en que los Cárdenas y
Valdeblánquez se encontraban establecidos en la Sierra Nevada, es muy posible que la relación con
los kogui fuera similar a la que se puede ver hoy día, con la diferencia que parae sa época sus
tierras se encontraban ocupadas por dibulleros, quienes casi nunca les permitían bajar a la costa,
obligándolos a intercambiar su productos allí mismo.39  No obstante, es interesante observar que
entre los dibulleros, pese a su actitud de menosprecio hacia los kogui, existe cierto respeto o temor
hacia los mismos, como si estos estuviesen dotados de poderes sobrenaturales capaces de inflingir
daño a partir del uso de la magia y la invocación de maldiciones. Durante el trabajo de campo
pudimos constatar esto y también la costumbre, común entre los dibulleros, de consultar a los
indígenas para que estos los curen de algunas enfermedades a través de adivinación, rezos y el uso
de plantas tradicionales como medicinas.
La actitud de desprecio y temor hacia los kogui, también se remonta a épocas pasadas.
Por ejemplo, lo encontramos presente en su relación con los indígenas wayúu, la cual es referida
por el presbítero Rafael Celedón, quien visitó la población de San Antonio hacia 1875 y se refiere
alos wayúu o  goajiros y kogui –que llama kóggabas- en los siguientes términos:

“Rara vez se verá al Goajiro sin sus armas en al mano, símbolo de su carácter belicoso; y másrara,
si cabe, las manos del Arhuaco sin que estén manejando, con un dedo y donaire paravistos, el
palillo del poporo, que simboliza su índole pacífica. En cambio es proverbial lohospitalario del
Goajiro, y no menos proverbial lo inhospitalario del Arhuaco. Cobarde este yvaleroso aquél, cuando
llegan a encontrarse se estremecen ambos, no de amor sino de miedo:tiembla el Kógabba a la vista
de aquel carcax repleto de emponoñadas rayas; y el Goajiro alver aquella mochila de donde puede
salir un sapo ú otra sabandija para alojarse en susentrañas: De aquí la desabrida y tímida afabilidad
con que se tratan”.40

 Lo interesante de esta relación es que muestra que a pesar del carácter pacífico e indefenso
delkogui, éste logra causar temor al “belicoso” indio  goajiro a través de una superstición como la
delsapo oculto en su mochila. Entre dibulleros y koguis ha existido siempre una relación
parecida.Aquellos invadieron su territorio y ocuparon desde un comienzo una posición económica
y política dominante sobre los indígenas, pero éstos lograron a su vez ejercer cierto temor en
los primeros a partir de una influencia de algunas de sus creencias sobre los mismos. Esto nos
acerca a lo planteado por Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff en su libro The people of Aritama.41
Esta investigación, desarrollada en la población de Atánquez, sobre la vertiente oriental de la
Sierra Nevada, centra su análisis en los intercambios culturales, sociales y económicos -y su
variaciónen el tiempo- entre indígenas e inmigrantes criollos de las tierras bajas. A grandes rasgos,
laconclusión de los autores muestra cómo una población sujeta a contactos prolongados entre
dosculturas diferentes, una indígena y otra de orientación criolla o con raíces étnicas provenientes
de los primeros colonos españoles, se fue convirtiendo con el tiempo en una comunidad
mestiza,cuyos rasgos atestiguan una mezcla de elementos de ambas culturas:

“[En Aritama]....encontramos que, en el presente, la cultura Criolla es dominante en lasinstituciones


políticas, económicas y de educación formal, y que esta ejerce una fuerteinfluencia en la estructura
familiar y de parentesco. En estas instituciones podemos decir quetodos –o casi todos- los
individuos han adoptado, exitosamente o no, valores de las tierras bajas.....Sin embargo, en varios
órdenes institucionales diferentes, los valores tradicionaleslocales prevalecen: religión, magia,
ciencia, estética y recreación”.42

  No podemos decir que en San Antonio haya ocurrido lo mismo que en Atánquez, donde la
mezclade “criollos” e indígenas kankuámos dio origen a la cultura mestiza descrita por los
ReichelDolmatoff. Como vimos en el primer capítulo, pese a que algunos de los dibulleros
quecolonizaron San Antonio se emparentaron con mujeres kogui, los indígenas jamás
fueronabsorbidos en su totalidad por los dibulleros, prefiriendo huir a otros lugares y manteniendo
unatendencia a la endogamia. Lo importante a señalar aquí, es que los dibulleros, a pesar
deencontrarse culturalmente diferenciados de los kogui en muchos aspectos, debido a los
contactosculturales prolongados con éstos -los cuales se vieron reforzados por prácticas de
parentesco y padrinazgo-43 incorporaron en su sistema de creencias algunos elementos,
especialmente aquellosrelacionados con prácticas mágicas.44 Estas prácticas continúan vigentes y
operan como unmecanismo de defensa para los indígenas. En este sentido, sí se puede afirmar que
en Dibullasucedió algo similar al caso de Atánquez, donde según Reichel:
“...el sistema de creencias y prácticas religiosas, tanto colectivas como individuales,atestiguaba una
mezcla de elementos indígenas, españoles coloniales y formas urbanasrecientes, aceptadas y
profesadas por ambas castas, habiendo adoptado los “españoles”[criollos] muchas prácticas
mágicas de tipo indígena, mientras que los indios aceptarongeneralmente, por razones de prestigio,
muchas actitudes religiosas que ellos considerabancomo más‘ civilizadas’”. 45

 Creemos que esto ayuda a explicar uno de los orígenes del conflicto entre Cárdenas y
Valdeblánquez, atribuido al robo de objetos rituales sagrados pertenecientes a los kogui.
Lahipótesis de esta versión sostiene que el robo de una máscara de oro por parte de miembros de
ambas familias, generó una situación de tensión entre los indígenas y los dibulleros, quienes al

negarse a devolver la máscara recibieron una maldición de un mama kogui, que


terminódesencadenando una serie de tragedias en el pueblo y la desgracia sobre los que hurtaron
lamáscara. La poca precisión sobre el tiempo en que sucedieron los hechos y las
identidadesambiguas de los autores del robo –carecen de nombre propio-, dotan esta historia de un
carácter mítico. No queremos decir con esto que se trate de una historia falsa que nunca sucedió,
sino que pudo suceder en otro tiempo y en circunstancias distintas, e incluso los autores del robo
notuvieron que ser necesariamente los Cárdenas y Valdeblánquez. Un ejemplo es la versión
del profesor Euclides, quien ubica el suceso en una época anterior y aunque también refiere
losincendios en Dibulla, afirma que los objetos sagrados fueron devueltos, trayendo de
nuevotranquilidad al pueblo. Es muy posible que este tipo de robos fueran algo frecuente entre
losdibulleros establecidos en la Sierra Nevada, ya que Preuss, quien también pretendía
adquirir máscaras para sus colecciones durante su estadía allí hacia 1915, refiere que era algo muy
difícilentre los kogui, pues éstas habrían desaparecido durante incendios y por robos.46

 Es muy posible también que miembros de los Cárdenas y Valdeblánquez hubieran participado
enalgunas ocasiones de estos robos, dado que ambas familias permanecieron entre los kogui
por mucho tiempo. El hecho es que la usurpación de objetos sagrados y los muchos abusos de
quefueron víctimas los kogui por parte de los dibulleros, debieron crear una situación en que
los primeros optaron por proferir amenazas de futuras desgracias y maldiciones hacia los
segundos,como un mecanismo de defensa para evitar la prolongación indefinida de dichas
situaciones.47 Dado el temor que los dibulleros guardan a este tipo de maldiciones, es lógico que
muchosdesastres y desgracias, entre ellos el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez,
encontraran unaexplicación allí. La versión del robo de la máscara, en su connotación de suceso
ambiguo detiempos y actores indefinidos, no es contradictoria con otras versiones del origen del
conflicto,sino que sirve como una respuesta al tratar de explicar la desgracia desencadenada en
dosfamilias, al punto de llevarlas a su desaparición parcial.

2.2 Un lío de faldas, un conflicto de honor 

La explicación más aceptada y reivindicada por los dibulleros es la versión del origen delconflicto
por causa de una mujer. Tampoco aquí encontramos unanimidad en el discurso local.Las versiones
van desde un Cárdenas que se amancebó con una Valdeblánquez, lo que hizo quelos hermanos de
ésta amenazaran al Cárdenas de muerte si no accedía a casarse con ella; hastaaquellas que dicen
que un Cárdenas y un Valdeblánquez se encontraban sosteniendo relacionescon la misma mujer -
de nombre Rebeca Brito - siendo los celos el origen del conflicto. Lo que esun hecho incuestionable,
por una u otra de las causas mencionadas, es que las fricciones entreambas familias estallaron con
el asesinato de Hilario Valdeblánquez Mena, el 16 de agosto de1970 en Dibulla, por parte de José
Antonio Toño Cárdenas,48 dando inicio al conflicto entreambas familias. Al buscar una explicación
de por qué un problema iniciado a raíz en torno a unamujer llevó a la exterminación parcial de dos
familias, la discusión con los dibulleros comenzó a girar alrededor de elementos como el honor, la
venganza, la familia y la ley wayúu. Dichos elementos no explicaban exclusivamente el conflicto de
estas dos familias dibulleras, sino que se hacían extensibles a conflictos similares en otros lugares
de La Guajira, apareciendo ahora laidentidad del guajiro en el centro de la discusión. Es decir, que
los Cárdenas y los Valdeblánquezaparecían ahora como una familia arquetípica dibullera, y en
muchos aspectos guajira, cuyoanálisis resulta esencial para comprender un fenómeno como el
estudiado.

Aceptar un altercado de honor ligado a una mujer como el eje que permite explicar el conflictoentre
los Cárdenas y Valdeblánquez, no implica desconocer una tercera explicación sobre elorigen del
mismo. Junto al honor, distintas versiones encuentran explicación al conflicto en elhecho que
ambas familias se dedicaran al contrabando y a la marimba. La prensa escritaafirmaba que las dos
familias “se juraron venganza a muerte, a raíz del mal reparto de lasganancias de un
contrabando”.49 Bajo esta perspectiva el conflicto aparecía producto dediferencias y rivalidades
relacionadas con la actividad económica de las familias.

De manera tajante un miembro de los Cárdenas corrige esta versión. Se trata de


AlcibíadesCárdenas quien en carta dirigida al comandante de policía de Santa Marta y publicada por
undiario local en 1981, manifiesta de forma explicita los motivos que desencadenaron el conflicto:
“Debo hacerle claridad en el sentido que la guerra a muerte que nos han declarado los
señores citados [los Valdeblánquez] no tiene origen de tipo comercial. Se trata de
enemistadde carácter familiar (honor),50 exclusivamente”.51 Esta declaración es en
extremo importante, pues proviene de una de las familias involucradas en el conflicto, la cual
asegura que éste se debea problemas ligados al honor más que a rivalidades comerciales. En 1979
los comentarios de otromiembro de los Cárdenas, Euclides Gómez a un periodista, explican
la relación entre elconflicto y la bonanza: “si nos metimos en la bonanza marimbera, fue para
costear la guerra. Noteníamos otra salida porque la sangre de los nuestros la teníamos que vengar
a cualquier precio”.52  La bonanza marimbera no constituyó un fin económico perseguido por las
familias y por el cualcompetían: fue un medio utilizado por ambas familias para sostener una
cadena interminable devenganzas, en cuyo centro, tal y como corroboran las palabras de Alcibíades
Cárdenas, se encuentra el honor.

Como hipótesis sobre el conflicto entre los Cárdenas y los Valdeblánquez y tratando de conjugar la
información reunida en el trabajo de campo con aquella proveniente de diferentes
fuentes bibliográficas, plantemos lo siguiente: el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez fue
el  resultado de un altercado de honor, ligado a una mujer y entre dos familias dibulleras,
quedesembocó en un homicidio y éste a su vez en una cadena indefinida de venganzas de sangre,
lacual terminó en la exterminación parcial de ambas familias.

Del anterior planteamiento hipotético, se desprenden el honor y la venganza de sangre


comoconceptos fundamentales para el análisis que acá nos ocupa. Ambos conceptos se encuentran
muy relacionados, pero dado que es el honor el elemento que explica el origen del conflicto y la
venganza de sangre algo propio a la dinámica del mismo, hemos optado por ocuparnos aquí
del primero, dejando el análisis de la venganza para el tercer capítulo, donde se aborda a
profundidadel desarrollo del conflicto.
Antes de entrar a explorar el concepto del honor y para comprender su importancia en el caso
delos Cárdenas y Valdeblánquez, es necesario entenderlo con relación al contexto familiar
queencarnan los Cárdenas y los Valdeblánquez: familias extensas y bilaterales constituidas
por  parentelas, articuladas entre sí por un hombre en común. En ese sentido, el estudio de
VirginiaGutiérrez y Patricia Vila sobre el honor en la estructura patriarcal para el caso de
Santander constituye un buen punto de inicio.53 Allí se define el patriarcalismo como “una
estructura socialque relaciona los géneros en forma desigual y bajo principios diferentes de
apreciación y praxis”.54 Se sostiene que el código de honor en Santander se nutre de una doble
influencia. De unlado aquella que proviene de los aguerridos y desaparecidos indios guanes quienes
optan por elsuicidio antes que verse sometidos al dominio español y por otro, aquella proveniente
de España y Europa.55 Con relación a las familias dibulleras, es posible suponer que el código de
honor también se alimenta de una doble influencia: de un lado aquella derivada de los wayúu y
otra deorigen peninsular en estrecha alianza con la religión católica. 

No es nuestro propósito contribuir con los trabajos que suelen “invisibilizar” la influencia culturalde
origen africano.56 Como se vio en el primer capítulo, en el territorio comprendidoantiguamente por
Dibulla se establecieron palenques en donde el mestizaje con la población blanca pudo haber sido
limitado, al tiempo que facilitaba cierto desarrollo autónomo de formasculturales afroamericanas.57
Señal de esto es el rasgo distintivo de los dibulleros en el color de su piel, cuyo testimonio son las
descripciones que los denominan “mulatos negros”, como se registraen las anotaciones de Preuss.
58 En su estudio sobre la población descendiente de esclavos en lazona de Dibulla, Losonczy señala
que la fragmentación y la permeabilidad cultural se constituyenen algunas de sus principales
características. Los dibulleros se distinguen por la movilidad y eldesplazamiento, hecho que los
convirtió en "mediadores de prácticas y discursos locales”,59 cuyo resultado es una cultura mestiza
que integró de manera desigual elementos propios de lasculturas con quienes mantuvo y mantiene
contacto. Producto de sus encuentros con la familia en 1914, Preuss señala cómo entre los
Valdeblánquez “había una debilidad que toda la familiacompartía: querer aparecer más blancos de
lo que eran, aceptando por lo tanto sólo las fotos enlas que se veían pálidos”.60 Esto resulta
indicativo de la forma en la que se impuso el criteriohispánico de blanqueamiento socioracial, donde
aparecer “más blanco”, se consideraba garantíade ascenso social y de mejores oportunidades. Por
otro lado, Losonzcy afirma que

“El colectivo dibullero no participa ni se interesa en los nuevos estatus legislativos que
otorgandiversos derechos territoriales y recursos colectivos a los grupos reconocidos como
“negros”.El proceso de construcción territorial identitaria y de política cultural comunitaria etnicista
con visos de visibilización supralocal no ha tocado en absoluto este conjunto, que no
parecerepresentar el espacio nacional como interlocutor ”.61

 Esto no quiere decir que el elemento africano no se encuentre presente en la cultura


mestizadibullera. Por ejemplo, es muy común entre las familias dibulleras el profesar devoción a un
santomediante la adquisición de una estatuilla del mismo (San Antonio, San José, Virgen del
Carmen,etc.) y la construcción de un altar en la casa para poderle rezar y pedir favores. La
creenciageneral es que existe una relación recíproca con el santo, donde la devoción hacia el
mismo es proporcional a los favores y milagros que éste otorga a las súplicas de sus devotos. En la
iglesiadel pueblo se encuentran algunas estatuas de dichos santos, las cuales
permanecenesporádicamente en las casas de las mujeres mayores para prestarles cuidado y “darles
aire” y son sacadas a la calle en procesiones durante las fiestas religiosas. Sin embargo, entre los
santos de la iglesia figura un Cristo negro (un Cristo pintado de negro), que como menciona
Losonczy es elúnico que no es recibido por las mujeres en sus hogares porque es “demasiado
fuerte para unacasa”.62 Esto último, como es señalado por la misma autora, refleja un universo
religioso en queaspectos culturales de origen africano han sido reinterpretados a partir del idioma
católicotransmitido por la Iglesia. No obstante, no fue posible identificar elementos propios de la
culturanegra en el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez (lo cual no significa que no
estuvieran presentes), y en general las versiones orales tienden darle mayor importancia a la
influencia wayúu, siendo muy recurrente la afirmación de que el conflicto tuvo mucho que ver con
“leyes guajiras” propias de este grupo indígena.

Dado que como mencionamos más arriba, el honor se nutre tanto de la influencia hispánica comola
wayúu en la familia dibullera, e igualmente se encuentra presente en el conflicto, consideramosque
es necesario desarrollar este punto a profundidad. Hemos optado por abordar inicialmente elhonor
desde el punto de vista de la influencia hispánica, para luego explicar la influencia wayúu a partir
del concepto de reciprocidad  contenido en la denominada ley wayúu y su influencia sobrela cultura
mestiza.

3. El concepto del honor y su importancia en el conflicto

El honor es un término de origen europeo de amplia discusión en textos bíblicos, en la Grecia


clásica, en la Edad Media feudal y caballeresca, y en el renacimiento.63 Acorde con su larga
historia, el honor ha tomado distintas nociones. De Roma y la Edad Media, viene el legado delhonor
entendido en relación al patrimonio representado en la posesión territorial (honor como riqueza).64
Muy cerca de esta noción se encuentra la idea del honor que lo vincula con el status que hereda y
ocupa un hombre en la sociedad (honor como prestigio). El honor también seasocia con los actos
heroicos realizados por el hombre como muestra de su valor.65 Otra noción proviene de España,
que sirviéndose del credo cristiano, relaciona el honor con la pureza desangre y la legitimidad en el
nacimiento.66

Es precisamente el Mediterráneo uno de los lugares donde el honor registra mayor relevanciasiendo
objeto de frecuente reflexión y estudio por parte de los científicos sociales, quienes
hanincursionado en un terreno que se creía exclusivo de los moralistas.67 Un artículo sobre el
honor en el teatro español, lo define como una reverencia o una consideración que el hombre gana
por sus propios actos y por la estimación y la fama que le otorgan los demás.68 Así, el honor
comovalor, posee una doble dimensión. De una parte es el valor que un hombre posee ante sus
ojos y por otra el valor que posee ante la sociedad. En la medida que depende del reconocimiento
deotros, puede perderse producto de los actos ajenos. En ese sentido es significativo para el
códigode honor el conjunto de palabras y acciones que pretenden, conceden o niegan el honor.69
De ahíque una ofensa al honor cobra relevancia cuando se hace pública. Al respecto sostiene
JulianPitt-Rivers:

“El honor sólo queda irrevocablemente comprometido por actitudes expresadas en presencia
detestigos, representantes de la opinión pública. El problema del conocimiento público
comoingrediente esencial de una afrenta ha sido considerado como el verdaderamente importante
por distintos autores, e incluso se ha dudado si el honor puede quedar comprometido por
palabras proferidas en ausencia de testigos”.70
 El honor cobra mayor importancia en sociedades pequeñas, donde sus miembros
sostienendiariamente relaciones cara-a-cara y se conocen entre sí. Cuando entre las partes existe
unadisputa, ésta puede permanecer latente dada la preeminencia que allí tienen este tipo
derelaciones, mientras que en sociedades más numerosas los implicados casi nunca se ven la
caraluego de resueltos los conflictos.71 Ello tiene relevancia para el caso Santander72 y
consideramosque también lo tiene para el conflicto entre los Cárdenas y Valdeblánquez, siendo
Dibulla un pueblo que según sus habitantes, hacia la época de la bonanza constaba solamente de
unas pocascasas, y como nos contaban en la casa de Camilo, “todo el mundo se veía la cara a
diario”.Como veremos en el tercer capítulo, a las dos familias pronto se les hizo imposible
laconvivencia en Dibulla, trasladando sus enfrentamientos a ciudades y poblados vecinos.

Otro aspecto interesante del honor traído por varios autores, es que sólo tiende a operar
entreiguales. Como afirma Pitt-Rivers, “un hombre ha de responder por su honor sólo ante
susiguales sociales; es decir, ante aquellos con quienes puede competir conceptualmente”.73 Esto
sedebe según el autor a que el honor no sólo se estructura de acuerdo a las jerarquías existentes
enuna sociedad, sino que llega a poseer diferentes significados y grados de adhesión en lasdistintas
clases sociales.74 En su estudio sobre las relaciones entre honor y gracia en Sicilia, Maria Pia di
Bella menciona como allí la igualdad entre individuos o grupos familiares era unacondición
necesaria para aceptar desafíos de honor, los cuales tenían lugar entre personas delmismo rango o
status.75 Lo mismo encontramos para el caso de Santander, donde “una clase nose “codea” con
otra si no la considera su par social. No se rebaja a alternar socialmente con el inferior”.76 Por su
parte, Bourdieu señala que la igualdad en las disputas de honor deviene del principio de que el
honor es un juego de desafío y respuesta, donde el sólo hecho de desafiar aalguien implica
conferirle honor, ya que “aquel que desafía a un hombre incapaz de enfrentar eldesafío, es
decir, incapaz de continuar el intercambio, se deshonra a sí mismo”,77 igualmente,“únicamente un
desafío (u ofensa) venido de alguien igual en honor merece ser contestado; enotras palabras, para
que haya un desafío, el hombre desafiado debe considerar meritorio alhombre que lo desafía”.78  

En Dibulla, Losonczy señala cómo las relaciones de violencia entre familias operan como unaforma
de delimitación identitaria, ya que dicha violencia no suele desplegarse contra los koguini los wayúu
y los conflictos tienden a presentarse entre dibulleros.79 Esto ayuda a explicar elconflicto de los
Cárdenas y Valdeblánquez, familias en muchos aspectos similares, nacidas ycriadas en el mismo
lugar y dedicados a las mismas actividades económicas como el trabajo en la Sierra, el contrabando
y la marihuana. El que se consideraran como iguales los hacía más propensos a verse envueltos en
disputas de honor, como efectivamente sucedió, dando paso alconflicto entre ambas familias.

Sin embargo, la igualdad en términos de honor no debe interpretarse como una norma mecánicay
de carácter inflexible. Como señala Bourdieu, la lógica del honor presupone un ideal deigualdad
entre los actores, pero la conciencia popular no necesariamente tiene en cuenta dichaigualdad, y
hay casos en que el ofensor puede ser superior (en términos de fuerza física, prestigio o
importancia) a la persona ofendida.80 Esto se debe a que las conductas de honor nooperan en una
lógica abstracta sino que se encuentran inmersas en un campo de relacionessociales (que implican
relaciones de poder), donde interactúan actores con intereses definidos por circunstancias
cambiantes. En este sentido, el honor, más que una serie de conductasreguladas por una norma es
un capital simbólico81 que se traduce en redes de aliados yrelaciones, a través de deudas de
honor, compromisos, derechos y deberes acumulados a lo largode generaciones sucesivas, que
pueden ser movilizados en situaciones extraordinarias. El honor entendido como capital simbólico
es un crédito susceptible a transformarse en capitaleconómico y viceversa: por ejemplo, como
anota el sociólogo francés en su estudio sobreCabilia, la buena reputación de una persona
constituye la mejor garantía económica (a la hora derequerir préstamos, realizar transacciones,
etc.); de igual forma, las grandes familias organizanfrecuentemente exhibiciones de capital
simbólico (que implican un costo económico) como séquitos de parientes y aliados que se
reúnen ante la llegada o despedida de un pariente, losanimales ofrendados en las bodas y las
salvas disparadas en honor de los novios, ya que éstasdemostraciones se traducen en acumulación
de capital simbólico (honor, prestigio, credibilidad,etc.).82 En cuanto a los desafíos de honor,
sucede que no siempre hay una respuesta automática ymecánica por parte de los contendientes,
sino que por lo general hay una dilación temporal entreel desafío y la respuesta, que implica un
margen de incertidumbre y maniobra por parte de losactores que se materializan en estrategias. En
palabras de Bourdieu,

“El que no ha vengado un homicidio, no ha rescatado su tierra adquirida por una familia rival, noha
casado a sus hijas a tiempo, ve día a día mermado su capital por el tiempo que pasa; a menosque
sea capaz de transformar el retraso en una retardación estratégica: diferir la restitución deldon
puede ser una manera de mantener la incertidumbre sobre las propias intenciones, ya que nose
puede fijar el punto en el que la curva retrocede y la no respuesta deja de ser negligencia
paraconvertirse en rechazo despreciativo...”.83

 En el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, vemos cómo el conflicto es la expresión de


una práctica donde elementos como el honor y el parentesco no operan como estructuras
mecánicassino como un sistema de disposiciones o conductas susceptibles a modificarse en razón
acoyunturas específicas (en este caso la bonanza marimbera). Como veremos en el capítulo 3,
laafirmación muy común en La Guajira de que “la guerra es entre hombres” o “el honor delguajiro
es el honor del macho”, sólo se cumplió en el inicio del conflicto, ya que luego se
vieroninvolucrados mujeres y niños de ambas familias. Esto también explica por qué el
parentescoconsanguíneo no fue el único elemento articulador de las familias en conflicto sino que a
éstasse allegaron otro tipo de aliados (capital social) ligados al negocio de la marihuana. En
estesentido, es comprensible, como vimos más arriba, que el conflicto de los Cárdenas y
Valdeblánquez fuera calificado a veces como el resultado de rivalidades comercialesrelacionadas
con el contrabando y la marihuana. Es comprensible porque la relación dialécticade elementos
estructurales y coyunturales, reflejada en aliados comerciales, estrategias paraeliminar al
adversario e intereses económicos en juego, entre otros, disfrazaba las causassubyacentes del
conflicto, donde, como señalaba Alcibíades Cárdenas, se encontraba el honor.

3.1 El honor y los sexos: el hombre como guardián de la sexualidad femenina

Según Jon Elster, el honor suele ser considerado atributo exclusivo de los hombres libres, delcual
quedan marginados las mujeres, los esclavos y los sirvientes.84 Bourdieu sostiene que elhonor
establece unas relaciones de intercambio restringidas a los hombres, ya que:

“La división sexual está inscrita, por un lado, en la división de las actividades productivas alas que
asociamos la idea de trabajo, y en un sentido más amplio, en la división del trabajo
demantenimiento del capital social y del capital simbólico que atribuye a los hombres elmonopolio
de todas las actividades oficiales, públicas, de representación, y en especial detodos los
intercambios de honor, intercambios de palabras (en los encuentros cotidianos ysobre todo en la
asamblea), intercambios de regalos, intercambios de mujeres, intercambiosde desafíos y de
muertes (cuyo límite es la guerra)”.85 

 En el caso de la estructura patriarcal, el código del honor se estructura en función del género.86
El hombre tiene un papel dominante de representación, mientras que la mujer está subordinada
ysu papel sólo debe buscar guardar el honor del hombre mediante su conducta. Para dar
mayor ilustración al respecto, el ejemplo dado por Pitt-Rivers nos resulta útil:

“un hombre que exhiba timidez o rubor se convertirá seguramente en objeto de ridículo,mientras
que una mujer aficionada a la violencia física o que intente usurpar la prerrogativavaronil de la
autoridad, o aun mucho más, la libertad sexual del hombre pierde el derecho ala ‘vergüenza’.
Honor y vergüenza, pues, cuando no son equivalentes están exclusivamentevinculados a un sexo u
otro, y son opuestos”.87

 Para la mujer el equivalente del honor es la vergüenza (shame),88 asociada a su pureza


ycomportamiento sexual, cuya ausencia es señal de deshonra. El hombre a su vez debe
encargarsede la protección de la pureza sexual de la mujer, de ahí la gravedad del adulterio. Maria
Pia diBella considera que el honor en las sociedades mediterráneas deviene de dos
elementosfundamentales: la sangre, simbolizada en la castidad de la mujer y la pureza de su
genealogía,debiendo siempre llegar virgen al matrimonio y el nombre, que representa el valor de
loshombres en su capacidad para defender el honor de su grupo.89 Aquí es clara la
influenciahispánica de la religión católica, la cual se intentó implantar en los territorios
pertenecientes aEspaña durante el período colonial. Como lo señala Patricia Seed en su estudio
sobre losconflictos ligados al matrimonio en México colonial, el honor, en el caso de la mujer, era
vistocomo una virtud ligada a la conducta sexual. Antes del matrimonio, una conducta
honorableimplicaba la castidad y después, la fidelidad.90 Según la autora, a pesar de que el honor
sexual enla mujer era uno de los valores más promovidos por la Iglesia, la Corona y las familias,
cerca dela mitad de los conflictos prenupciales durante el siglo XVI y XVII en México tenían que
ver con la posible pérdida de la virginidad en las mujeres antes del matrimonio. Dado que la
pérdidade honor podía llevar a la vergüenza pública y la humillación, considerados en la época
algo peor que la muerte, las mismas autoridades eclesiásticas ayudaban a encubrir el deshonor de
lamujer, casando en secreto a mujeres que habían perdido la virginidad y que en algunos casos
seencontraban embarazadas.91 El honor como virtud era tan importante, que una familia debía
enalgunas ocasiones acceder a que un miembro contrajera matrimonio con alguien de menor
statussocial o económico, por el hecho de haber mantenido relaciones que pusieran en duda su
honor y por lo tanto el de la familia, pues era peor que el honor de alguien se cuestionara en
cuanto asu conducta que a su status o clase.92

 El honor en función a los géneros para el hombre, sería principalmente el valor que representa
lasexualidad femenina. La virginidad en la mujer en ese sentido sería “el concepto que condensael
honor femenino”, cuya salvaguarda es una tarea ejercida por la familia y especialmente por
el padre y los hermanos.93 Entre los wayúu, “la virginidad de la mujer guajira es
altamentevalorizada. El precio de la novia depende de esto en gran proporción. Si una mujer es
desflorada antes del matrimonio, la familia del culpable es obligada a pagar una indemnización”.94
La sexualidad femenina también representa un gran valor en la cultura guajira, reforzado por
losdictámenes religiosos, que señalan que la mujer debe llegar virgen al matrimonio y que
prohíbeel adulterio en uno de sus mandamientos. De ahí que sean frecuentes las historias referidas
enel trabajo de campo sobre casos de hombres obligados a casarse por la fuerza, instados bajo
laamenaza de “te casas con mi hermana o te casas conmigo”, en la medida en que se
ha“perjudicado” a la mujer, quien se casa “señora” y no “señorita”. Se nos comentaba en
Dibullaque en casos como estos, el hombre disponía de tres alternativas: se casaba con la
muchacha, ibaa la cárcel o se moría.95

 Junto a la vinculación del honor de la mujer con su conducta sexual, encontramos durante
eltrabajo de campo que el honor en el hombre tiene mucho que ver con el empeño y
elcumplimiento de su palabra.96 Esto se nos explicaba con la expresión “palabra de honor,
palabrade gallero”. En las riñas de gallo las apuestas se hacen de palabra y los participantes
laconsideran garantía suficiente para su cumplimiento. Sobre la época de la bonanza sonfrecuentes
las referencias a que los negocios se hacían de palabra, aún a pesar de que implicabanel
movimiento de gruesas sumas de dinero. La importancia de la palabra también era de
singular importancia en la sociedad hispánica durante el período colonial, donde los arreglos
ycompromisos verbales entre las personas eran algo bastante común, hecho que se vio
fortalecido por el analfabetismo generalizado de la época.97

 La fuerza de la palabra también se hace presente dentro de los wayúu. En un fallido acuerdoentre
dos grupos wayúu, “se deja constancia que los familiares de la parte agraviante nofirmaron
alegando que los compromisos entre wayúu se hacen de manera oral”.98 Fallar a la palabra se
constituye en una grave ofensa al honor que puede desencadenar en una cadenacontinua de
muertos. Sin embargo, la importancia de la palabra de honor ha cedido con eltranscurrir de los
años, lo que parece ser señal de una sociedad que empieza a ser regulada cadavez más por la
escritura.99 La palabra ya no es garantía de cumplimiento, ante lo que se hacenecesario que un
acuerdo entre dos partes vaya por escrito y con la firma de cada contratante.De igual forma
parecen ya no ser tan frecuentes los casos de hombres obligados a casarse o demujeres devueltas
por el esposo dado su estado no virginal, lo que marca una transición yflexibilización entre la
concepción que se tenía del honor –frente a la mujer y la palabra– enfamilias guajiras de hoy en
día.

3.2 La familia, ejército de protección. Las ofensas de honor y la culpa colectiva

Lo anterior nos sirve para comprender la importancia del honor como mecanismo de
regulaciónsocial. Como vimos, dado que el honor se construye tanto individual como socialmente,
éstecondiciona en muchos sentidos el comportamiento de una persona frente al grupo,
estableciendounos límites en la conducta –aunque estos límites no son del todo rígidos y se
adaptan acondiciones cambiantes-, cuya transgresión puede llevar a poner en duda el honor de
dicha persona e incluso el de su familia. En el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, como
vimosanteriormente, una de las versiones sostiene que todo comenzó porque José Antonio Toño
Cárdenas se amancebó con una Valdeblánquez, lo que llevó a los hermanos de ésta aamenazarlo
de muerte si no accedía a casarse con ella, pues era inaceptable que sostuvierarelaciones con ella
por fuera del matrimonio.

Esto plantea el origen de una disputa de honor entre ambas familias, pero no sabemos si fue
larazón que llevó al asesinato de Hilario Valdeblánquez. En todo caso, la muerte de Hilario sí dejaen
claro una ofensa de honor hacia esta familia, pues como anota Maria Pia di Bella, “Hay unaafrenta
al nombre del grupo cuando se comete un ultraje, ya sea de palabra o acto, contra uno desus
miembros”.100 Como afirma Pitt-Rivers, una afrenta física es una afrenta de honor querequiere
satisfacción por parte del agraviado o los agraviados, pues sólo así su honor serárestituido. Esta
satisfacción puede darse mediante las excusas del ofensor, lo que implica un actoverbal de
autohumillación por parte del agresor, o puede requerir venganza,101 como sucedió conlos
Cárdenas y Valdeblánquez. Otro camino para poner fin a los agravios, propio de
estructurasaristocráticas, es el duelo como la defensa y el reto al honor mancillado.102 También
encontramos la vía de la compensación material, que es el proceder dentro de los wayúu,
comoveremos más adelante.

Distintos autores describen el acto de “lavar”, “limpiar” o “vengar” las ofensas cometidas contrael
honor en estructuras sociales fundadas en familias y linajes.103 Los grupos sociales poseen
unhonor colectivo donde la conducta deshonrosa de uno repercute sobre el honor de todos.104 En
ese sentido, una ofensa a un miembro se considera como un daño a todo el grupo, quienes
estánobligados a vengar el perjuicio que ha mancillado el honor y el nombre familiar.

“Un hombre es siempre, pues, el guardián y arbitro de su propio honor, puesto que éste
estáestrechamente unido a su ser físico, su voluntad y su juicio, para que ningún otro asuma en
sulugar las responsabilidades (...) Cuando una persona reacciona a un desaire hecho al honor
deotro, sólo puede ser porque el suyo propio esté implicado. Así, según la antigua ley francesa,un
miembro de la familia o linaje de un hombre ofendido puede “recoger el guante”, o tambiénuno
que le estuviese obligado feudalmente, pero nadie más.”105

En su estudio sobre el honor en Cabilia Pierre Bourdieu señala que allí el honor “exige, enefecto,
que, como los dedos de la mano, cada miembro de la familia, sucesivamente, por ordende rango
de parentesco, se encargue, si es preciso, de cumplir la venganza”.106 El parentescoactúa como un
“frente solidario” cuando alguno de sus miembros ha sido victima de algunaofensa. Ello determina
que tanto la ofensa como la culpa se compartan a través del vínculo de lasangre. Para el caso de
Santander, Virginia Gutiérrez asegura que el individuo,

“comparte la deshonra que sufre un individuo en su grupo de parentesco, como a cualquier otro de


sus miembros. Complementariamente cobija, a cada adulto la honra que se le confierea un
miembro de su sistema de parentesco, como parte del mismo. El principio de sangre sehace
evidente en la defensa, la deshonra y la honra”.107

 Dentro de sus múltiples funciones, la familia patriarcal brinda protección y seguridad a


susmiembros. Es por eso que en Dibulla y otros lugares de La Guajira, se dice que la familia es
un“ejército de protección”: la ofensa cometida contra un miembro es considerada como un
desairecontra toda la familia. En el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, al ser el
parentesco bilateral, no parece haber un patrón estricto que determine los directamente implicados
en elconflicto. Lo que sí resulta claro es que el conflicto se transmitió por el parentesco de
sangre,haciendo que primos y hermanos de los protagonistas iniciales “recogieran el guante”
yreaccionaran a la deshonra recibida. Una descripción detallada de los actores del conflicto y
del parentesco que los moviliza hacia el mismo, será tema a tratar en el tercer capítulo.

3.3. La justicia por la propia mano. El conflicto entre honor y legalidad

Uno de los aspectos del honor, es que recurrir a un tercero para resolver un agravio,
implicarenunciar a la pretensión de resolver los problemas por sí mismo, o como se dice
comúnmente,“hacer justicia por la propia mano”. Como afirma Pitt-Rivers, “acudir a la ley es
confesar  públicamente que se ha errado, y la demostración de la vulnerabilidad de la posición
propia pone el honor en entredicho, un entredicho que apenas redime la satisfacción de
lacompensación legal por obra de la autoridad secular”.108 Para algunos autores, esto
encuentraexplicación en una tendencia de los individuos a hacer uso privado de la violencia. Según
estatesis, en la mayoría de los grupos sociales, la reputación de una persona depende en parte de
sucapacidad de ejercer sobre los demás una amenaza creíble de violencia, con el fin
de persuadirlos de que los costos de una ofensa o agravio por parte de estos, serían mayores
al beneficio recibido. Esta situación prevalece en lugares donde el Estado no detenta el
monopoliolegítimo de la fuerza, siendo incapaz asumir el papel de un tercero capaz de ser juez
neutral enuna diputa. Los individuos optan entonces por llevar a cabo las acciones punitivas hacia
susagresores por su propia cuenta, o lo hacen sus aliados o sus familiares, llevando el último de
loscasos a situaciones donde predomina la venganza de sangre.109

 Por su parte, Vila y Gutiérrez de Pineda sugieren que la cultura tiende a evolucionar en formamás
lenta que las estructuras institucionales, generando ambivalencias y conflictos entre lastradiciones
culturales de un grupo y las instituciones vigentes en un momento determinado.110

Para el caso de Santander, las autoras afirman que “primero se apela a la vindicta individual odel
grupo ante la ofensa y luego se va al Estado y si el ofendido se hace justicia por sí, ya noapela a la
solución normativa institucional, porque se satisface con la cultural y no totalmente ala inversa”.111

En el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez, es claro que ambas familias optaron por
“hacer  justicia por su propia mano”, generando una cadena sucesiva de venganzas de sangre por
cercade 20 años. Las autoridades políticas, judiciales y militares, como se verá en el tercer
capítulo,rara vez intervenían y en muchos casos lo hacían como simple espectador e incluso como
partede una u otra familia. Un reportaje realizado por una revista en la época de la
bonanzamarimbera, cuando ya el conflicto había cobrado dimensiones considerables, contaba que

“A pesar que desde hace más de dos años las familias Cárdenas y Valdeblánquez seencuentran
trenzadas en una prolongada vendetta, ni autoridades civiles ni militares hanosado siquiera
detenerlos a pesar de que todo el mundo saben donde viven. Poseen variosarsenales en el Barrio
Cundi, en 20 de julio, por el  Parque del Cementerio, en Machupichu  y otras partes. Mantienen
cada una de las familias ejércitos privados que periódicamentelibran batallas en plena calle...”.112

 Lo mismo encontramos en los diálogos sostenidos con distintas personas durante el trabajo
decampo, donde la respuesta más elocuente fue la de Cayo en la casa de Camilo: “en esa época
nohabía ley, no había nada, no había policía, no había un carajo, eran los mismos pueblos
quearreglaban los problemas”. Esta afirmación se sustenta, como vimos en el primer capítulo, con
la poca legitimidad del Estado en la zona durante la época de la bonanza, debido a los
frecuentescasos de corrupción de la policía y el ejército. Es decir, que el conflicto de los Cárdenas
yValdeblánquez se nutrió en este sentido en una doble dirección. Por un lado, al tratarse de
unconflicto de honor, los miembros de ambas familias se rehusaron a acudir a las autoridades
yoptaron por asumir por la propia mano la justicia, siendo el único medio capaz de restituir elhonor
perdido a las partes. Por el otro lado, esto se vio facilitado por la ausencia o debilidad delas
instituciones policivas y judiciales del Estado, incapaces de ejercer el papel de arbitraje en
elconflicto.El problema de la justicia con relación al Estado es tan amplio como complejo y aquí
hemostratado solamente de enfocarlo con relación a los conflictos de honor. Volveremos sobre éste
enel tercer capítulo al referirnos a la venganza de sangre en los Cárdenas y Valdeblánquez, pues
esallí donde se evidencia con mayor claridad el papel de los terceros en el conflicto de
ambasfamilias. Hasta ahora hemos intentado recoger algunos aportes teóricos en torno al honor
queresultan de utilidad para el caso particular que aquí nos ocupa. En ese sentido la
consideracióndel honor como valor, con una dimensión interna y externa resultan útiles, en tanto
que actúancomo mecanismos de regulación de la conducta individual y colectiva de las
personas,especialmente en sociedades pequeñas donde prevalecen las relaciones cara-a-cara.
Tambiénresulta importante la relación del honor con la sangre y el nombre, ya que ponen de
presente ladistinción del honor de acuerdo al género y la naturaleza colectiva en los conflictos o
afrentas dehonor. Igualmente, sus diferentes acepciones y grados de adhesión de acuerdo a las
jerarquíassociales, que hacen que se constituya en un código que opera principalmente entre
iguales. Perosobre todo, su consideración como capital simbólico, pues demuestra que este no se
rige por normas estructurales de carácter mecánico, sino que implica la existencia de un sistema
dedisposiciones estructuradas en forma de prácticas, que se adaptan constantemente a
coyunturasen las que intervienen actores que poseen intereses dirigidos a la acumulación de
capitalsimbólico.Por último, trataremos de describir el papel de la reciprocidad  en los wayúu, que
en muchosaspectos se encuentra vinculado al problema del honor, y finalmente analizaremos su
influenciasobre la cultura mestiza y los conflictos entre familias guajiras.

4. El principio de reciprocidad wayúu y su influencia en la cultura mestiza

Muchos autores coinciden en afirmar que los indígenas wayúu no sucumbieron al dominioespañol,
gracias a un carácter aguerrido e independiente que les permitió conservar suscostumbres y
preservarlas en muchos aspectos hasta la actualidad.113 Según el historiador Eduardo Barrera,
esto fue posible gracias a un principio denominado reciprocidad  , el cualconstituye el sistema
neurálgico de dicha sociedad indígena, al atravesar todas sus actividadeseconómicas, morales y de
derecho.114 Conforme a este principio, todos los dolores, ofensas ymales causados a alguien
deben implicar el pago de una compensación a la víctima, en lo posible equivalente a la magnitud
del daño. Cuando los ofensores no cumplen con la obligaciónde restituir el daño causado, se
pueden generar conflictos, definidos por Weildler Guerra como“oposiciones causadas por la
estructura misma de la organización social, las cuales generantensiones en el corazón mismo del
sistema”.115

Estos conflictos, según este antropólogo, hallan su explicación en factores como el control deáreas
territoriales y recursos naturales, el hurto de ganado y procesos locales de jerarquizaciónsocial.
Dichos factores pueden llegar a generar tensiones entre grupos familiares distintos, loscuales
establecen diferentes grados de responsabilidad y reciprocidad entre los parientes uterinosdel
ofendido. Cuando las partes –ofensor y ofendido- no llegan a un acuerdo, puedendesencadenarse
enfrentamientos armados o una situación de guerra, que “según el conceptoguajiro, es la situación
agresiva cuya tensión no puede ser eliminada por el sistema normal de pagos y entonces sólo la
destrucción completa de uno de los contendientes conduce a laeliminación del conflicto”.116 Los
wayúu tienen establecido un sistema de compensacionesmateriales como medio de pago de las
ofensas e intermediarios especializados o palabreros (pütchipu‘u) con el fin de evitar la guerra, y
antes de decidirse por esta opción, proceden a unminucioso cálculo de costos y beneficios, con lo
cual se desvirtúa la tendencia a calificar susconflictos como actos irracionales donde impera la “Ley
del Talión”, ojo por ojo, diente por  diente117 Según Saler, los wayúu pueden optar por a)
abstenerse de culpar o actuar contraalguien, b) adelantar una venganza violenta o c) exigir
compensación económica. En estesentido, como afirma Barrera, también se desvirtúa la imagen
colonial que trascendió a la república, “según la cual los wayúu poseen una sociedad de “no
civilizados”, “vengativos” y“violentos”. La ley wayúu es “efectiva”, tanto más, cuando produce bajos
niveles deimpunidad”.118  

De un tiempo para acá, oficinas gubernamentales de La Guajira han venido cumpliendo lasveces de
un tercero en los conflictos wayúu, empleando en algunas ocasiones genuinos palabreros.119 Su
intervención, sin embargo, no es siempre garantía de la consecución efectivade un arreglo. En un
caso, referido al conflicto entre dos castas wayúu, Ipuana e Ipuana-Epiayú,a raíz de la muerte del
niño Daniel Ipuana, no se logró acuerdo alguno. Una comunicación de laSecretaría de Asuntos
indígenas sostiene que “a pesar de la intermediación presentada en dosocasiones ante este
despacho no se llegó a ningún acuerdo satisfactorio entre las partes. Ya queno contamos con los
mecanismos coercitivos para seguir adelante con esta diligenciarecomendamos a la Justicia
Ordinaria tomar las previsiones legales al respecto”.120 Al preguntar  por el desenlace de ese caso
en particular, la respuesta fue tajante: “Están en guerra”. Elloevidencia la forma en que la
venganza de sangre entre los wayúu suele surgir como la últimainstancia de una negociación
fallida.

4.1 La importancia del parentesco en los conflictos wayúu

En los wayúu, al igual que en sociedades donde prevalece la solidaridad del parentesco, unaofensa
cometida a uno de sus miembros se considera dirigida contra todo el grupo familiar, elcual se
moviliza como un “frente solidario” que brinda respaldo al individuo.121 Es allí dondemás fuerza
adquiere el parentesco, que señala a aquellos quienes están obligados a respaldar alofendido.
Cuando sucede una muerte (daño a la carne) entre los wayúu, son los parientesuterinos de la
victima quienes están obligados a actuar, al ser la carne el vínculo que los une.122  Al mismo
tiempo, el parentesco determina quienes son los posibles blancos de un ataque comorepresalia a la
ofensa cometida:

“Al escoger la víctima potencial de sus ataques, los wayúu reflejan la lógica que gobiernasus
contiendas. Su conexión con las formas de parentesco y por ende con su organizaciónsocial
vigente. El tío materno de un homicida y los hermanos biológicos y clasificados deéste son los
blancos deseados de la represalia”.123

 Entre los wayúu, una sociedad marcadamente jerarquizada, “el individuo es visto, principalmente,
como un miembro de un grupo de parientes con una posición social determinada”.124 El valor del
individuo se fija con relación a la importancia y a la posición que lodistingue dentro del clan, hecho
que determina la gravedad de la ofensa y el monto exigidocomo compensación acorde con su
valor. La poliginia en relación al honor también juega unimportante papel como factor de propiedad
y prestigio, que puede convertirse en fuente decompetencia y rivalidad.125

  4.2  Blanco lo hizo, blanco lo paga. La reciprocidad entre wayúu y alijunas

 Los wayúu lograron imponer el código de reciprocidad a sus vecinos no wayúu –a los
cualesdenominaron alijunas,126 entre ellos a los colonos peninsulares, dando origen al
tradicionaldicho de “blanco lo hizo, blanco lo paga”.127 Estos últimos, quienes denominaron
“indiosguajiros” a los wayúu, no lograron conquistar y colonizar su territorio y tuvieron que
vivir replegados en Riohacha y otros poblados al sur del río Ranchería, convirtiéndose éste en
unalínea divisora entre ambos grupos.128 Sus relaciones dependieron en gran medida del principio
dereciprocidad, el cual terminaron adoptando los españoles en los conflictos con los indígenas,
alverse amenazados en muchas ocasiones estos, teniendo que llegar a hacer uso de palabreros
para buscar solución al conflicto.129

 Esta situación se prolongó durante el régimen republicano y ha logrado permanecer vigente enlas
relaciones wayúu-alijuna. El antropólogo Alberto Rivera, quien realizó un trabajo de campoen La
Guajira durante 1973, observaba que muchas instituciones wayúu operaban en lascomunidades
mestizas como Maicao, donde se encontraba generalizada la práctica del cobroderivada del
principio de reciprocidad.130 Por su lado, Hernán Darío Correa y Socorro Vásquez,refieren la
acuñación del  guajirización durante la época republicana, como una forma deaculturación de los
funcionarios nacionales por los wayúu, cuyo sistema de reciprocidad sesigue aplicando en sus
relaciones interétnicas con agentes de la sociedad nacional.131

 Podemos decir que la vigencia de las instituciones wayúu en La Guajira se debe también a
lasrelaciones de mestizaje. Según estudiosos del tema, el mestizaje entre wayúu y alijunas
haseguido un patrón caracterizado por matrimonios entre mujer india y hombre alijuna,
residiendola pareja en el lugar de residencia de la mujer,132 denominado apüshi.133 Gracias a
esto, los hijos aprenden la lengua materna y heredan costumbres propias wayúu. Como señala
Gloria Triana, “cuando este mestizo habita en la ranchería de su madre, vive, piensa y siente como
indígena,aunque lleve pantalones y camisa, y hable español con los extraños”.134 Este mestizo es
definido por Milciades Chaves en los siguiente términos:

“Hombre inteligente; de aristas psicológicas difíciles de captar; domina dos idiomas; esvaliente y
temerario; intrigante; siempre con dos cartas en la mano para jugar la que mejor le convenga; se
atiene al derecho colombiano o a la costumbre guajira, según lascircunstancias; conservador o
liberal en política según la filiación de su padre; colombianohasta el tuétano, ya que pesa en él la
solidaridad de grupo; vengativo como el guajiro yorgulloso de su estirpe...Es el mestizo el que ha
llevado la nacionalidad colombiana a laPenínsula y por lo mismo reclama mejor atención a la que
tiene sobrado derecho”.135

 Esta apreciación es un buen retrato de lo que podríamos llamar hoy en día guajiro, que comoanota
Pineda Giraldo, “a mediados de siglo era equivalente de indígena, de wayúu; guajiro, hoy,tiene una
connotación distinta: el habitante del departamento de La Guajira, sea indio, mestizo, blanco o
mulato”.136

  4.3. El conflicto mestizo

Lo anterior resulta fundamental para comprender el conflicto de los Cárdenas y


Valdeblánquez, pues diversas referencias al mismo, así como a otros sucedidos entre otras familias
guajiras,atribuyen su desenlace a “costumbres guajiras” propias de los indígenas wayúu.137
Algunos llegan incluso a afirmar que se deben a “leyes guajiras”, señalando que estas han
“mantenidouna cantidad de familias en guerra hasta el punto de que el nieto venga el asesinato del
abuelo,ya sea con el autor o con cualquier pariente suyo, y así sucesivamente sin encontrar un
final”.138 Esta afirmación resulta contradictoria, pues como hemos tratado de mostrar, la ley
guajira owayúu, basada en el principio de reciprocidad, busca precisamente reducir los riesgos
que puedan generar conflictos mayores, por medio del sistema de pagos y los
intermediariosespecializados o palabreros. Es cuando fallan estos mecanismos que altercados
menores puedendesatarse en conflictos de la larga duración. Como anota Pineda Giraldo:
“El palabrero no siempre logra su fin, por la codicia exagerada de los unos y la malavoluntad de los
otros. Llega así un momento en que el componedor no puede más y alquedarse el problema sin
solución pacífica, se fija la guerra como única fórmula aceptableentre los dos bandos enemistados,
guerra defensiva para los del clan ofensor, y ofensiva para los otros. Guerra a muerte, sin límites
de tiempo y de espacio, sin misericordia paranadie...”139

 En ese sentido el trabajo de Claudia Cáceres sobre el conflicto social en La Guajira, distingueentre
la guerra tradicional y la guerra mestiza.140 La primera, propia de los wayúu, se desarrolla después
de haber por instancia de negociación que busca la compensación y la conciliación. Laguerra
mestiza, por el contrario, no evoca mecanismo de conciliación y posterior a la ofensa busca la
venganza. En ese sentido se habla de una transculturación inversa, denominada“contraculturación”,
que se refiere a “la asimilación de patrones culturales indígenas por partede la población civilizada,
blanca o urbana”.141 Se ve cómo el problema de los conflictos entrefamilias guajiras no wayúu, es
precisamente que no existen este tipo de mecanismos, que en loswayúu conforman un complejo
denominado bajo el nombre de ley guajira o wayúu. En esesentido el conflicto entre los Cárdenas y
Valdeblánquez, al igual que otros entre familias demestizos guajiros, sería una transformación del
proceder wayúu, al no contemplar losmecanismos pacíficos para llegar a una solución capaz de
evitar el desencadenamiento de unconflicto violento.

“La operatividad automática de la ley indígena (“el que la hace la paga”) fue aprehendida por la
población “civilizada” con consecuencias desastrosas, debido a que, mientras en lamisma ley
indígena encontramos una mediatización de negociaciones que pueden terminar en feliz arreglo por
pago (en dinero, animales, prenda, etc.), este tipo de negociaciones nose dan, por regla general,
en el mundo “civilizado”, puesto que allí sí entran en juegofactores como el honor y la dignidad,
que para el indígena tiene una valoración diferente. Nos encontramos, entonces, con que la “ley
guajira” resultó siendo mucho más automática,directa e irracional en manos de los “civilizados”, lo
cual derivó en la institucionalizaciónde la ya legendaria y temible venganza guajira”.142

 Ni los Cárdenas ni los Valdeblánquez tienen ancestros wayúu que puedan ser ubicados en
susárboles genealógicos. Pero como anotábamos en el primer capítulo, los wayúu están
muy presentes en la historia de poblamiento de Dibulla. Este lugar fue por mucho tiempo sitio
de paso para ellos, quienes se desplazaban hasta allí desde su territorio en tiempos de
verano buscando agua y comida para sus ganados. Al lado de los wayúu, cimarrones, indígenas de
laSierra Nevada y colonos españoles, estuvieron presentes en el proceso de poblamiento
delterritorio comprendido en la actualidad por Dibulla. De los contactos culturales y biológicos
quesostuvieron estos grupos humanos por varios siglos, fue surgiendo poco a poco el
dibullero,cuya identidad local sólo encuentra una explicación en la suma de diversos elementos,
algunosde los cuales pudimos identificar en la investigación.

Al rastrear los orígenes y las causas del conflicto entre los Cárdenas y Valdeblánquez,encontramos
que las distintas versiones que sobre éste nos proporcionaron los dibulleros,describían un
fenómeno que no hallaba una única respuesta, sino que, por el contrario, era laarticulación de
muchas respuestas o explicaciones en distintos órdenes a una misma historia. Eltrabajo consistió
entonces en ordenar las piezas de un intrincado y espinoso rompecabezas. Estonos llevó a concluir
que así como en el dibullero se funden rasgos de orígenes culturalesdistintos, el conflicto es
también un fenómeno que revela a profundidad algunos de estos rasgos.Sólo de esta manera
podemos explicar por ejemplo el hecho de que se vinculen dos orígenesdistintos al conflicto, uno
ligado al robo de objetos sagrados de los kogui por parte de miembrosde ambas familias y un lío de
faldas, relatado de formas variadas y poco precisas, que dio paso aun conflicto de honor entre
ambas familias. Por otro lado, la referencia al honor nos llevó aexaminar este concepto, analizando
su importancia en las sociedades mediterráneas y la vigencia del mismo en las estructuras sociales
de lugares como La Guajira, donde todavía opera como uncódigo regulador de las relaciones entre
individuos y familias. Con el honor, tratamos dedescribir algunos aspectos del código de
reciprocidad wayúu y su influencia en La Guajira,donde la “ley guajira” todavía juega un importante
papel, no sólo en las relaciones wayúu-alijuna, sino entre los mismos guajiros, como es el caso de
los Cárdenas y Valdeblánquez.

Sin embargo, lo que articula tanto el honor como la reciprocidad y su relación con los conflictos,es
el parentesco. El parentesco representa la estructura social que regula la manera en que
losindividuos se organizan, al tiempo que constituye un capital social conformado a partir de
lasobligaciones que implican ser miembro de un grupo. Resultaba obligatorio presentar un
breveacercamiento a la estructura que asume el parentesco en la familia dibullera de ese
entonces.Este tipo de familia se caracterizaba por su extensión y por la frecuente presencia de
formas de poliginia, donde el hombre mantenía uniones en lugares diversos e incluso con grupos
culturalesdistintos (indígenas kogui, wayúu y europeos). Este hecho le permitía al dibullero
extender el parentesco a poblados y ciudades vecinas, asegurándose una descendencia numerosa
productode los hijos que tenía con mujeres distintas. En esa medida el hombre era la figura que
congregaba a su alrededor el conjunto de la familia extensa y en quien reposaba la
autoridadfamiliar. Este hecho cambiará con la bonanza y con el conflicto, ya que la edad dejará de
ser elcriterio único de la autoridad familiar, en donde empiezan a tener mayor importancia
lacapacidad económica y militar, como elementos que hacen que en torno suyo se congregue la
familia.

Se refirieron algunas particularidades de la familia dibullera tales como la manera en que elapellido
se transmite principalmente por vía paterna acorde con la forma hispánica, perotambién por vía
materna siguiendo el esquema wayúu. De igual forma se pudo comprobar cómoel matrimonio
católico es posterior a la unión de hecho y al nacimiento de los hijos. Asimismola importancia del
compadrazgo que permite extender el parentesco a terceros mediante el bautismo. La afirmación
“aquí en la Guajira todos somos primos, compadres”, muestra cómo ensociedades pequeñas el
parentesco es difuso y extensible a un amplio conjunto de personasallegadas.

Las relaciones de parentesco consanguíneo, afín y de compadrazgo se constituyen en el


capitalsocial con el que cuenta el individuo, hecho que cobra una importancia significativa en casos
deconflicto. Esto refleja la referencia que pudimos constatar durante el trabajo de campo frente a
laactuación de la familia como un ejército de protección. El honor en su dimensión
colectivainvolucró a distintas y determinadas parentelas, no a todos aquellos que portaban uno u
otroapellido, ni tampoco a aquellos que compartían un mismo vinculo con un antepasado
común.Como se verá en el tercer capítulo, estas parentelas se movilizaron y respaldaron a
los protagonistas iniciales debido a una mayor ‘cercanía’ con éstos, integrándose al conflicto através
de distintas líneas de parentesco. Es el momento de pasar a revisar el desarrollo delconflicto, de la
‘guerra’, tal y como la rememoran las narraciones orales.

1. Carlos Alberto Uribe, “La etnografía de la Sierra Nevada de Santa Marta y las tierras bajas adyacentes”, Op.cit., p.70.
2. Robin Fox, Sistemas de parentesco y matrimonio, Madrid, Alianza Editorial, 1985 (1967), p. 31. La filiación putativa hace
referencia, por ejemplo, a los hijos adoptados o de crianza. Sobre el parentesco de crianza, véaseVirginia Gutiérrez de
Pineda, Familia y Cultura en Colombia, Medellín, Universidad de Antioquia, 1994 (1975), p.317

3. Ira Buchler, Estudios de Parentesco, Barcelona, Editorial Anagrama, 1982 (1980), p. 11.

4. Robin Fox, Sistemas de parentesco y matrimonio , Op. cit., p. 21.

5. Pierre Bourdieu, “The Forms of Capital”, Op.cit., p. 248. “Social capital is the aggregate of the actual or potentialresources
which are linked to possession of a durable network of more or less institutionalized relationships of mutualacquaintance and
recognition -- or in other words, to membership in a group”.

6. Bourdieu sostiene que el “capital social [se encuentra] conformado por obligaciones sociales (“conecciones”),


esconvertible, bajo ciertas condiciones, en capital económico y puede ser institucionalizado en títulos de nobleza.”
(“socialcapital, made up of social obligations (“connections”), which is convertible, in certain conditions, into economic
capitaland may be institutionalized in the forms of a title of nobility”. Pierre Bourdieu, “The Forms of Capital”, Op.cit., p. 243

7. Pierre Bourdieu, Outline of a theory of practice, Op.cit., pp. 33-38. El autor realiza una distinción entre el
parentescooficial (oficial kinship), como la representación formal de las relaciones genealógicas y el parentesco práctico
(practicalkinship) que denota la estructura de las relaciones genealógicas movilizadas estratégicamente por parte de los
agentesimplicados, según propósitos específicos en situaciones particulares.

8. Robin Fox, Sistemas de parentesco y matrimonio, Op. cit., p. 38.

9. Ibid, pp. 40-47.

10. Weildler Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., p. 76. En este libro se encuentra un juicioso estudio sobre
laorganización social wayúu. Véase el capítulo “Organización socio-política wayuu”, pp. 63-81.

11. Weildler Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., p. 76.

12. “Los miembros de un clan, por ejemplo, comparten el mismo apellido, pero la mayor parte de las veces estas personas
no son parientes entre sí y están asociados a territorios diferentes”, principalmente determinados por laubicación del
cementerio del matrilinaje. “Hoy día, los clanes no conforman territorios propios, y han perdido su importancia sociológica y
política. Sin embargo, esto no implica que en otro tiempo sí existieran tales divisiones”.Otto Vergara González, “Los Wayú.
Hombres del desierto”, Op.cit., p.141. 

13. En un trabajo de campo que se ocupa de la estructura del parentesco en Taganga, pueblo de pescadores cercano
aSanta Marta, se señala la frecuente presencia de hombres dibulleros: “En Taganga la gente distingue entre guajiro
ydibuyeros. Ellos dicen que aquí llega gente de todas partes de La Guajira, pero lo que más llega es dibuyero (...)Según
parece, antiguamente, cuando llegaban dibuyeros los padres no dejaban que sus hijas tuvieran trato con ellos,hoy esto ha
cambiado y hay bastante muchachas de Taganga casadas con dibulleros que se han ido de Taganga”.Consuelo Mariño,
“Estructura de parentesco en Taganga”, (manuscrito trabajo de campo), Bogotá, Departamento deAntropología, Universidad
Nacional de Colombia, 1974, p. 16. 

14. Archivo Parroquial de Dibulla, Matrimonios, Tomo 1, junio 16 de 1970 a marzo 11 de 1967.

15. Esto también en señalado por Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p. 234.

16 Archivo Parroquial de Dibulla, Matrimonios, Tomo 1, junio 16 de 1970 a marzo 11 de 1967.

17 Virginia Gutiérrez de Pineda, La Familia en Colombia Trasfondo Histórico, Op.cit., p. 150.

18 Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p. 235.

19 Ligia Echeverri de Ferrufino, La familia de hecho en Colombia, Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1984, p. 136.

20. Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla Laboriosos del Pasado”, Op.cit., p. 16.

21. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.236.


22. Esto lo pudimos observar durante el trabajo de campo y también es recogido por la antropóloga Anne-MarieLosonczy,
durante su trabajo allí hacia 1993. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”,Op.cit., p.235.

23. Los hijos naturales se refieren a los hijos habidos por fuera del matrimonio, cuyos padres podían contraer matrimonio.
Otra categoría alude a los hijos espurios, dentro de los que se consideran los adulterinos (madre casada), bastardos
(concubinato), nefarios (entre padre e hija), incestuosos (entre hermanos), sacrílegos (habidos por religiosos)
y manceres (habidos con prostitutas). Virginia Gutiérrez de Pineda, La Familia en Colombia Trasfondo Histórico, Op.cit., pp.
160-161.

24. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.236.

25. Claudia Cáceres, “Tácticas y Estrategias en el Conflicto Social de La Guajira”, Bogotá, Tesis de Antropología,Universidad
de los Andes, 1997, p. 50.

26. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 4, fl. 361, registro no. 1086.

27. Virginia Gutiérrez de Pineda, La Familia en Colombia Trasfondo Histórico, Op.cit., p. 138.

28. Este análisis se nutre de los aportes concedidos por Giangina Orsini, “Poligamia y contrabando: nociones de legalidad
ylegitimidad en la frontera Guajira”, tesis de maestría en Antropología Social, Universidad de los Andes, Observatorio
delCaribe Colombiano, Bogotá, 2005.

29. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.236.

30. Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla Laboriosos del Pasado”, Op.cit., pp. 39, 150.

31. Comunicación personal Laureano David, Riohacha, noviembre 24, 2003.

32. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.236.

33. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 3, fl. 266, registro no. 803.

34. Comunicación personal Laureano David, administrador de empresas, Riohacha, noviembre 24, 2003.

35. Joan Bestard, Parentesco y Modernidad, Barcelona, Paidós, 1998, pp. 117-118.

36. Robin Fox, Sistemas de parentesco y matrimonio, Op. cit., p. 16.

37. Martine Segalen,  Antropología histórica de la Familia, Madrid, Taurus Ediciones, 1997, p. 62.

38. Julio Cesar Montoya, Ovidio Tamayo y Azucena Vélez, Ayer y hoy de la familia en Colombia , Medellín, centro
deInvestigaciones Sociales, 1985, pp. 131-134.

39. Esta referencia con respecto a que no los dejaban descender a la Costa es traída por Konrad Theodor Preuss,Visitaa los
indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.32.

40. Rafael Celedón, Gramática de la lengua Kóggaba, p.XIII.

41. Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff, The people of Aritama.

42. “....we find that, at present, Creole culture is dominant in the political, economic, and formal educationalinstitutions and
that it exercises a strong influence on family structure and kinship. In these institutions we can saythat all –or almost all-
individuals involved have adopted, successfully or not, lowland values.....However, in anumber of other institutional orders,
the traditional local values prevail: religion, magic, science, aesthetics, andrecreation”. Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff,
The people of Aritama, Op.cit., p.456 (traducción de los autores).

43. Como lo señala Losonczy, entre dibulleros y koguis se presentan casos de compadrazgo, que según la autora poseenun
carácter asimétrico, pues siempre son los últimos quienes solicitan un padrino dibullero, mientras que estos nohacen lo
mismo con los indígenas. Sucede diferente con los wayúu, donde las relaciones de compadrazgo sonrecíprocas e igualitarias,
garantizando a los indígenas un trato hospitalario en Dibulla, a cambio de hospedaje y ayudaen el tráfico de contrabando
para los dibulleros en sitios como Maicao y Maracaibo, donde habitan muchos wayúu.Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones
a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.235.

44. Las prácticas mágicas, como señala Reichel Dolmatoff, hacen parte de lo que él denomina  Dimensiones de lo
Sobrenatural  en una cultura, las cuales se constituyen por el sistema de creencias hacia lo sagrado o religioso y larelación
del hombre con estos elementos. Véase Gerardo y Alicia Reichel Dolmatoff, The people of Aritama, Op.cit., pp.337-412.

45. Gerardo Reichel Dolmatoff, “Casta, clase y aculturación en una población de Colombia”,  Estudios Antropológicos, México,
D.F., 1956, pp.435-446, p.443.

46. Konrad Theodor Preuss,Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p.52.

47. Es interesante por su similitud con Dibulla lo señalado por Reichel para el caso de Atánquez, donde el autor sugiereque
es posible que la magia como medio de agresión fuera adoptada por los indígenas de la Sierra, como unmecanismo de
defensa para contrarrestar las amenazas externas, pues estas prácticas no hacían parte de su culturatradicional. Gerardo
and Alicia Reichel Dolmatoff, The people of Aritama, Op.cit., p.397.

48. Archivo Parroquial de Dibulla, Defunciones, Tomo único, fl. 400, registro no. 101.

49. “Vendetta entre familias guajiras en Santa Marta”, El Heraldo Barranquilla, agosto 17, 1974, pp. 1-2, p. 2.

50. El paréntesis “(honor)” es de Alcibíades Cárdenas.

51. “Los Cárdenas habían pedido protección”, El Informador , Santa Marta, febrero 4 de 1981, p. 1-2, p. 2.

52. Laura Restrepo y Fernando Alvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p. 31.

53. Al respecto véase: Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad en la estructura patriarcal. El
caso de Santander  , Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1992 (1988); Virginia Gutiérrez dePineda, “El código de
honor y la estructura patriarcal”, Myriam Jimeno Gloria Ocampo, Miguel Angel Roldán(comp.),Memorias del Simposio
Identidad Étnica, Identidad Regional, Identidad Nacional  , Villa de Leyva, ICFES-COLCIENCIAS-ICANH, 1989, pp. 369-378.

54. Virginia Gutiérrez de Pineda, “El código de honor y la estructura patriarcal”, Op.cit., p. 369.

55. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad ,Op.cit., p. 40.

56. Nina S. de Friedman, “África y los negros en la construcción de América”, Carlos Alberto Uribe (ed.),  Laconstrucción de
las Américas, Memorias del VI Congreso de antropología en Colombia , Bogotá, Universidad de losAndes, 1992, pp. 131-140,
p. 135.

57. Peter Wade, Gente negra nación mestiza, Bogotá, Siglo del Hombre Editores, Uniandes, 1997 (1993), p. 124.

58. Konrad Theodor Preuss, Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta, Op.cit., p. 33.

59. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.215.

60. Konrad Theodor Preuss,Visita a los indígenas Kágaba de la Sierra Nevada de Santa Marta , Op.cit., p. 33. p. 33.

61. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., pp.240-241.

62. Ibid., p.230.

63. Alfonso del Toro, De las similitudes y diferencias, Honor y Drama de los siglos XVI y XVII en Italia y España, Madrid,
Iberoamericana, 1998, p. 57.

64. Virginia Gutiérrez de Pineda, “El código de honor y la estructura patriarcal”, Op.cit., pp. 369-378, p. 371.

65. Ibid, p. 371.

66. Ibid, p. 371


67. Dentro de los trabajos que se dedican al estudio del honor en el mediterráneo vale la pena destacar: Jean G.Peristiany
(comp.), El concepto del honor en la sociedad mediterránea, Barcelona, Editorial Labor, 1968; JulianPitt-Rivers y Jean G.
Peristiany (comp.), Honor y gracia, Madrid, Alianza Editorial, 1993; Julian Pitt-Rivers, Antropología del honor o política de
los sexos, Barcelona, Editorial Crítica, 1979 (1977).

68. Ramón Menéndez Pidal, “Del honor en el teatro español”, España y su Historia, Tomo 2, Madrid, EdicionesMinotauro,
1957. pp. 357-371, p. 358

69. Julian Pitts-Rivers , “Honor y categoría social”; Jean G. Peristiany,  El concepto de honor en la sociedad mediterránea,
Op.cit., pp. 21-75, p. 27.

70. Ibid, p. 27.

71. Simon Roberts, Order and dispute, Op.cit., p. 51.

72. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad ,Op.cit., pp. 51-52. “Donde el Código delHonor
constituye elementos estructurales básicos es en sociedades donde subsisten y dominan las relaciones cara acara entre sus
miembros”.

73. Julian Pitt Rivers, “Honor y Categoría Social”, Op.cit., pp. 31-32.

74. Julian Pitt Rivers, “Honor y Gracia”, Op.cit., p.20.

75. Maria Pia Di Bella, “El nombre, la sangre y los milagros: derecho al renombre en la Sicilia tradicional”, Pitt-Rivers Julian,
Peristiany J.G., Honor y gracia, Op.cit. pp.201-220, p. 218.

76. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad , Op.cit., p. 57.

77. “He who challenges a man incapable of taking up the challenge, that is, incapable of pursuing de exchange,
dishonourshimself” Pierre Bourdieu, Outline of a theory of practice , Op.cit., p.11.

78. “Only a challenge (or offence) coming from an equal in honour deserves to be taking up; in other words, for there to
bea challenge, the man who receives it must consider the man who makes it worthy of making it” Ibid., p.12.

79. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p.238.

80. Pierre Bourdieu, Outline of a theory of practice, Op.cit, p.13.

81. Bourdieu define el capital simbólico como el “capital negado [denié], reconocido como legítimo, es decir, noreconocido


[méconnu] como capital”. Pierre Bourdieu, El Sentido Práctico, Op.cit., p.198.

82. Ibid., pp.200, 201.

83. Ibid., p.179.

84. Jon Elster, “Norms on revenge”, Ethics, Vol. 100, No. 4, Chicago, julio 1990, pp. 862-885, p 867.

85. Pierre Bourdieu, La dominación masculina, Op.cit., 2000, p.64

86. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad, Op.cit., p. 44.

87. Julian Pitts-Rivers , “Honor y categoría social”, Op.cit., p. 42.

88. Jon Elster, “Norms on revenge”, Op.cit., p. 867.

89. Maria Pia Di Bella, “El nombre, la sangre y los milagros”, Op.cit., p. 203.

90. Patricia Seed, To love, honor and obey in colonial Mexico. Conflicts over marriage choice, 1574-1821,
Standford,Standford University Press, 1988.

91. Ibid., pp.63-64.


92. Ibid., p.70.

93. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad, Op.cit., pp. 71-72.

94. Michel Perrin y José F. Uliyuu Machado, “La “Ley Guajira”, Justicia y venganza entre los guajiros”, Op.cit., p.91.

95. Comunicación personal Hernán Cotes, periodista, Dibulla, noviembre 18, 2003.

96. Esto es válido para el caso santandereano, así como para La Guajira según versiones orales recogidas en el trabajode
campo. Sobre Santander, véase: Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad, Op.cit., p. 65.

97. Patricia Seed, To love, honor and obey in colonial Mexico, Op.cit., p.65.

98. Constancia Oficina de Legales y Tierras de la Secretaría de Asuntos Indígenas del departamento de La Guajira ,Riohacha,
mayo 9, 2002.

99. Comunicación personal, Francisco Justo Pérez Van-Leenden, etnolingüista, docente Universidad de La Guajira, noviembre
20, 2003.

100. Maria Pia di Bella, “El nombre, la sangre y los milagros”, Op.cit., p.206.

101. Julian Pitts-Rivers , “Honor y categoría social”, Op.cit., p.26.

102. Para un estudio sobre el duelo en Europa, véase: V.G. Kiernan,  El duelo en la historia de Europa, Honor y privilegio de
la aristocracia,Madrid, Alianza Editorial, 1992 (1988).

103. Julio Caro Baroja , “Honor y vergüenza”, J.G. Peristiany, El concepto de honor en la sociedad mediterránea ,Op.cit.,
pp.77-126, p. 85; Trevor Dean, “Marriage and mutilación: Vendetta in late medieval Italy”,  Past and  present  , No. 157,
Oxford University Press, noviembre, 1997, pp. 3-36, p. 3.

104. Julian Pitt Rivers, “Honor y Categoría Social”, Op.cit., pp. 35-36. “El honor pertenece a grupos sociales decualquier
tamaño, desde el núcleo familiar, cuya cabeza es responsable del honor de todos sus miembros, hasta lanación, el honor de
cuyos miembros está ligado por su fidelidad al soberano”.

105. Ibid., p. 28.

106. Pierre Bourdieu, “El sentimiento del honor en la sociedad de Cabilia”, Op.cit., p. 189.

107. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad, Op.cit., p. 61.

108. Julian Pitt Rivers, “Honor y Categoría Social”, Op.cit., p.30.

109. Daly Martín y Margo Wilson, Homicide, New York, Aldine de Gruyter, 1988, p. 128.

110. Virginia Gutiérrez de Pineda y Patricia Vila, Honor, familia y sociedad, Op.cit., p. 45.

111. Ibid., p.62.

112. “Oligarquía y mafia: una llave indisoluble”, Revista Alternativa No.49, septiembre 1-8, 1975, pp.8-9.

113. Al respecto véase los trabajos de: Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia; Milciades Chaves,“La
Guajira: una región y una cultura de Colombia”,  Revista colombiana de antropología, vol.1, no.1, Bogotá, junio1953, pp.123-
195; Gloria Triana, “El Mestizaje”; Hernán Darío Correa, “Los wayúu: pastoreando el siglo XXI”; Alberto Rivera, “La metáfora
de la carne sobre los wayúu en la península de La Guajira”; Roberto Pineda Giraldo,“¿Dos Guajiras?”.

114. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.45.

115. Weildler Guerra, “Los conflictos interfamiliares wayúu”, Op.cit., p.82.


116. Milciades Chaves, “La Guajira: una región y una cultura de Colombia”, Op.cit., p.168.

117. Benson Saler, Principios de compensación, Op.cit., p.5.

118. Eduardo Barrera Monroy,Mestizaje, comercio y resistencia., Op.cit., p.49.

119. En visita del 5 de noviembre del 2003 a la Oficina de Asuntos Indígenas con sede en Riohacha, se revisaroncasos de
conciliación referidos a quejas presentadas a la oficina. Estas se referían principalmente a ofensas verbalesy físicas,
problemas conyugales, accidentes de tránsito, homicidio, problemas de tierras, deudas y hurto de ganado.Ver: Weildler
Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., pp. 197-202.

120. Constancia Oficina de Legales y Tierras de la Secretaría de Asuntos Indígenas del departamento de La Guajira ,
Riohacha, mayo 9, 2002.

 121. Virginia Gutiérrez de Pineda, La Familia en Colombia Trasfondo Histórico, Op.cit., pp. 40, 53-55.

122. Weildler Guerra, La disputa y la palabra, Op.cit., p. 76-77. “Las obligaciones con los parientes uterinos del padre
(o‘upayuu) pueden comprender el derecho a solicitar compensación económica por las lágrimas derramadas a causade la
muerte de su hijo, a recibir el precio de la novia y percibir compensación económica sobre un tipo de lesionesespecíficas
como las heridas, puesto que en ellas se produce derramamiento de sangre. La sangre, es dentro delconjunto de creencias
wayúu el aporte masculino en la procreación...”, p. 76.

123 Ibid., p. 77.

124. Ibid., p. 175.

125. Daly Martín y Margo Wilson, Homicide, Op.cit., pp. 132-133.

126. El término Alijuna  permanece vigente en la actualidad y como anota Michel Perrin, “designa a los blancos en general y,
más específicamente, a los representantes venezolanos o colombianos de la sociedad occidental, mestizajes variados de
blancos, negros e indios, a los que se llama “criollos”, “civilizados” o “mestizos”, según la posición del que habla”. Michel
Perrin, “Creaciones míticas y representación del mundo: el hombre blanco en la simbología Guajiro”, Antropológica, no. 72,
1989, Caracas, pp.41-60. p.43.

127. Milciades Chaves, “La Guajira: una región y una cultura de Colombia”, Op.cit., p.188.

128. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.74.

129. Ibid., p.49.

130. Alberto Rivera, “La metáfora de la carne sobre los wayúu en la península de La Guajira”, Op.cit., p.110.

131. Hernán Darío Correa y Socorro Vásquez, “Los wayuu. Entre juya (“el que llueve”), Mma (“la tierra”) y el
desarrollourbano regional”, Op.cit., p.244.

132. Roberto Pineda Giraldo, “Informe preliminar sobre aspectos sociales y económicos de La Guajira”, Op.cit.,
p.534;Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, Op.cit., p.44.

133. El apüshi hace alusión a un asentamiento wayúu más que a una unidad política, social y económica
independiente,donde residen miembros vinculados entre sí por lazos de consanguinidad o afinidad. Otto Vergara González,
“Los Wayú.Hombres del desierto”, Gerardo Ardila (ed.), La Guajira, Op.cit., pp.139-161, p.151.

134. Gloria Triana, “El Mestizaje”, Op.cit., p.118.

135. Milciades Chaves, “La Guajira: una región y una cultura de Colombia”, Op.cit., p.191.

136. Roberto Pineda Giraldo, “¿Dos guajiras?”, Op.cit., p.271.

137. Véase por ejemplo: Guillermo Rodríguez Navarro, et.al., Mapa cultural del caribe colombiano, Op.cit., p.125; Milciades
Chaves, “La Guajira: una región y una cultura de Colombia”, Op.cit., p.163; José Daza Sierra,“Marihuana, Sociedad y Estado
en La Guajira”, Tesis de grado de sociología, Bogotá, Universidad Nacional deColombia, 1988, p.113; Alfredo Molano,
Contribución a una historia oral de la colonización de la Sierra Nevadade Santa Marta, Op.cit., p.7.

138. Darío Betancourt y Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Op.cit., p.65.

139. Roberto Pineda Giraldo, “El indio guajiro. Bosquejo etnográfico”, Op.cit., p.77.

140. Claudia Cáceres, “Tácticas y Estrategias en el Conflicto Social de La Guajira”, Op.cit., p. 49.

141. Ángel Acosta Medina, “El hombre guajiro: descubrimiento y ‘nacionalización’ ”,  La Guajira 35 años.
Premio Departamental de Ensayos, Bogotá, Fondo Mixto para la promoción de la Cultura, Imprenta Nacional: 2000, pp. 57-
76, p. 73.

 142. Ibid., p. 74.

III. LA GUERRA1

 Los días en Dibulla fueron más que agradables. Nuestro paso por allí nos ha representado
una buena cantidad de información recopilada y gratos recuerdos. El refrescante baño matutino
deagua salada y dulce en el mar Caribe y en el río Jerez. Las deliciosas arepas de queso
aldesayuno, la bandeja de pescado frito donde Fátima y los grasientos pastelitos en la esquina
caliente por la noche. Ya es hora sin embargo, que este par de cachacos sigan su camino.
Tan pronto llegamos a Casa Aluminio2, tomamos un bus que cubre la ruta Riohacha - Santa Marta.
Avanzamos por la Troncal al compás de videos vallenatos proyectados en el televisor del bus
y pronto Mingueo y Palomino quedaron atrás, al tiempo que incursionamos en el departamento del
Magdalena. Deambulamos por las calles samarias, sumidos en la búsqueda de personas claves,
todo el mundo oyó o vio algo, tiene algo que contar. Sin embargo las voces son dispersas, retazos
aislados que construyen una historia llena de parches y recuerdos imprecisos.

Foto 24. Parque San Miguel, Santa Marta

Foto 25. Esquina de la Candela (calle 20 con Cra. 8ª) Santa Marta

Ya habíamos tenido una cita cancelada. Un sujeto afín a los Valdeblánquez se disculpa por
elteléfono, confesando que para él resulta difícil hablar al respecto. No hallamos otro lugar
másadecuado para entablar una nueva conversación que el Parque San Miguel en el centro de
SantaMarta, donde esperamos a un profesor samario que amablemente ha aceptado entrevistarse
connosotros. Diagonal al cementerio vemos de reojo la casa de los Cárdenas. Nos acompaña
Memo,el taxista que nos llevó a nuestra cita y a quien hemos invitado a una cerveza. El calor nos
obligaa apresurar cada sorbo, una vez que la cerveza se caliente, tomársela es una labor digna
deelogios. Preguntamos a Memo qué recuerda de esa historia que en ocasiones se desarrolló
dondenos encontramos e hizo de este parque escenario de bombas, balas, muertos y heridos. En
aquella época este sitio era llamado la esquina de la candela, nombre que iba a llevar la telenovela
de RTI  que nunca se realizó. Cerveza en mano, escuchamos lo que nos dice Memo:

“Lo que sé es que ellos inician para solventar la guerra con el contrabando, con un mixto. Un mixto
es uno de esos camiones que tú vas a ver mañana temprano, que salen de los pueblos de la troncal
con plátano y pasajeros hasta Santa Marta, hasta el mercado de Santa Marta. Ellos loutilizaban
para llevar cigarrillo y whisky, de allí era que ellos se costeaban todo, las armas y las vainas.
Después es que entra la bonanza. Pero primero, el fuerte era el contrabando,   ya. La marihuana
entra en los setenta y pico. Después cuando empieza, cuando crea el liderazgo

1. Esta parte se elaboró a partir de diferentes entrevistas realizadas en Santa Marta, Barranquilla, Riohacha, Villanueva y la
Sierra Nevada de Santa Marta (alto Guachaca) entre octubre y diciembre de 2003.

2. Casa Aluminio es el paradero sobre la Troncal del Caribe que sirve como punto de entrada y salida de Dibulla.

 Enrique Coronado, entonces empiezan a meter marihuana en el mismo mixto,  ya, inclusive
lametían ahí por la casa; los patios, eso llevaban los bultos y de frente parqueaban, metían,
porquehabía mucho lote desocupado, una casa aquí, la otra aquí, la otra aquí. Entonces metían
elcamión por la parte de atrás del patio y por ahí tiraban los bultos, cha cha cha, ya, y eso era a
laluz pública, los grupos manejaban las autoridades”.

Mientras Memo hablaba, llega a la hora fijada el profesor, quien se incorpora en silencio a
laconversación. Después de los saludos de rigor, le ofrecemos una cerveza, la cual acepta gustosoy
da paso a una prosa elocuente que con gran interés en el tema, complementa lo dicho por Memo:

  “Claro compadre. Creo que eso es por allá en el setenta, cuando están inaugurando la Troncal,
escuando se viene para acá toda esa masa guajira, es cuando se entroniza la violencia,
porquenosotros ese tipo de violencia no la conocíamos. Antes del boom de la marihuana no
conocíamoseso. Los guajiros comienzan a eliminar al comerciante gringo, entonces después el
gringo tienemiedo de venir y aquí obligan a que hagan contrato directo, nosotros sembramos, te
lamandamos y tú nos pagas a nosotros, ya tú no tienes nada que ver , y aceptan esa cuestión.
Claro, y por eso los gringos no quisieron venir más aquí y buscar la plata, porque es que el gringo
venía para exhibir su mercancía, lo mataban, se le quedaban con la mercancía y con la plata. Así
fuecomo hizo el marimbero criollo para quedarse y los más poderosos fueron los guajiros”.“

¡No jodaaaa!  profe, que el Guajiro fue temido, los guajiros eran tan temidos en los años setentas,
no más te comento”, exclama Memo, sin siquiera parpadear.
Los Guajiros en la bonanza marimbera

Foto 26. Foto 27. Foto 28. Foto 29. Foto 30. Foto 31.

  “Y tú recordarás, estaban  Lucky Cotes, estaban los  Padilla,


los Roy, todos guajiros- insiste el profesor-. Aquí comienza a ser un gran señor de la marihuana
Maracas, de apellido Aarón, Rafael Aarón. Empieza a ser importante Luis Quesada, alias  Lucho
Barranquilla, lo conocídesde niño porque vivió frente a mi casa; siendo barranquillero era turrero, el
turrero era la persona que se metía a un barco, compraba allá dólares, compraba cigarrillos y salía
a venderlosen la calle, eso fue Lucho. Entonces, qué sucede, que la primera plata que entra, los
culupuyús que llamaban, empiezan a permear la sociedad samaria. Entonces empiezan los Dávila,
losmismos Vives, familias samarias. Todo eso permeó, el que menos tú te imaginas. Aquí habíatipos
estudiando agronomía y tú los veías, eran los pequeños eslabones de la economía de lamarihuana.
Pero el problema fue que a nosotros nos tocó el marimbero de baja calidadempresarial, nos tocó.
Esos se dedicaron a tener todas las mujeres posibles, a comprar casa, darlelos muebles, tener taxi
y matar gente”.

“¿Culupu...yú?”, balbuceamos la palabra sin poder digerirla del todo.

“Yo a los culupuyú les tenía miedo, -confiesa Memo, a lo que continúa explicando-,
culupuyú significa aquel que se la quiere tirar de don Juan, aquel que se quiere hacer célebre a
costa dellevarse hasta los derechos de los demás, a través de las armas. A raíz de eso es que hay
un grupoque le llaman el combo de los cacha fuera, que usaban las armas atrás y a esos les decían
los culupuyú, porque la parte larga del revolver iba a dar allá, al ano, que uno llama culo. Se
lometían en el rabo”.

“Entonces vamos a aterrizar ahora sí en la parte de la marihuana, -interviene el profesor-. Si


bienhubo pelea entre grupos dedicados a la cuestión de la marihuana, no siempre fue por el
negociode la marihuana, fue por cualquier otra cosa, peleas de borracheras, peleas de no se qué.
Lacuestión de los Cárdenas tampoco fue por marihuana, fue una pelea familiar. Eso fue una
guerraque no tuvo nada que ver con la marimba. El negocio era el que les daba el billete”.

“Lo que pasa es que lo que diferenciaba mucho a los traquetos como el Mono Abello -exponeMemo
-, era que el Mono Abello era samario y el samario es más abierto, no eran tan celosos conlas
mujeres, si me explico, así se diferenciaba la vaina. Los guajiros son muy celosos porque alláes
matriarcado, el hombre depende de la mujer, la pone como número uno y pide respeto”.
Pedimos otra ronda de cervezas. Dos nuevos miembros se unen a nuestra conversación. Un
embolador y su cliente de turno, escuchan lo que hablamos desde la banca de enfrente. El hombre,
cuyos zapatos blancos están recibiendo brillo y betún, se presenta: es de apellido Cotes y natural
de Dibulla. La cara, las facciones y el acento del embolador lo delatan, es cachaco. Memo parece
haber olvidado que le espera un día de trabajo en el taxi y amañado con la cerveza prosigue:

“De los Cárdenas dicen que fueron hombres que tenían muchas mujeres, muchas mujeres, el poder
del dinero y toda esa cuestión. Eran tipos que tenían siete y ocho mujeres y con todastenían dos,
tres hijos, y entonces de pronto por seguridad para sus hijos, siempre tienen elapellido de la
mamá”.

“También porque antes a un hijo natural se le ponía el apellido de su mamá -reflexiona el profesor-.
Ahora no porque hay igualdad de condiciones”.

“Allá en Dibulla dicen que uno se echa el apellido que quiera: el del papá o el de la mamáadelante
-confiesa el señor Cotes-, son como los rezagos de la estructura matrilineal. Muchagente se echa el
apellido de la mamá y como sucede que los hombres tienen varias mujeres,como entre los wayúu,
entonces muchos pelaos se echan el apellido de la mamá”.

“¿Pero los Valdeblánquez y los Cárdenas eran indios?”, -inquirimos inocentemente como sifuéramos
una sola voz-.

Memo se dispone a contestar, cuando es el señor Cotes quien lo interrumpe y


respondetajantemente: “No”.

“Pero de descendencia sí -argumenta Memo a la par que limpia el sudor de su frente-, tú


mirastodos sus ancestros y si tú miras quién fue la mamá de ellos y de qué familia venían, verás
quetoda esas raíces vienen de las raíces esas indígenas, wayúu. De pronto la idiosincrasia de
laforma como fueron criados, verdad, esa sed de venganza, porque allá en La Guajira hay una
leyque viene desde los indios, que la sangre de ellos se paga es con sangre…”

“Pero ellos no eran indios. Ellos eran este, personas como yo -nos explica el Señor Cotes-, ellos no
sabían ni el idioma. Somos guajiros pero no sabemos el idioma. No eran hijos de indios ninada,
nada de eso. Ya los indios parten de Maramaña para arriba”.

“Hasta donde yo tenía entendido los Cárdenas son indios -declara el profesor-, tienen hijosindios,
los Barros, los Barniza, los Pimienta, ellos vienen de esos clanes wayúu, Epinayú. Es queallá en La
Guajira se iba la parte tribal, lo que pasa es que los indios arreglan mejor los problemas, tienen un
palabrero que intercede entre las partes. El proceso de transculturaciónwayúu ha sido marcado,
muy fuerte y como allá también hay enormes procesos de mestizaje quetodavía marcan más el
asunto, es muy difícil que una familia allá no tenga una familia de origenwayúu”.

“No profe, estas familias no –replica el señor Cotes pausadamente-. Yo soy Cotes por ejemplo,que


hay unos Cotes que están unidos con los indios, pero nosotros en sí no, aunque yo tengo
descendencia india. Tengo una mujer que es india y es de los Cotes, esos hijos de ella llevan los
mismos apellidos míos. Nosotros por ejemplo no somos familia con los Cárdenas. Nos
vimosenvueltos en ese problema por el lado de los Cotes, un apellido que ya ellos no llevan, los
Cárdenas”.
“Sí, puede que estas familias no tuvieran ancestros indios –reconoce el profesor-, pero no podemos
negar esa influencia cultural de lo wayúu. Entonces cuando nos encontramos con lafamilia
Cárdenas y la familia Valdeblánquez, que no son familias nucleares sino familiasextensas, había
todavía más primos metidos y eso pasó a ser una guerra tribal, que afectó amuchos miembros de
esas dos familias”

“Es verdad –concede el señor Cotes-. Eso se trasladó de un núcleo a otro, sí, de un núcleofamiliar a
otro. De dónde empieza el problema, de dónde empieza la raíz del problema, de eso seapersonan
otros familiares y la imagen de la situación, digamos dramática, se traslada a ellos; yson los que le
dan más trascendencia porque fueron afectados también, el problema se lestraslada prácticamente
a unos primos de donde nace la situación”.

“Cuando hay muerto compadre, ahí es cuando se viene el problema...”, exclama Memo y
actoseguido bebe un trago de cerveza.

“Así es –asiente de nuevo el señor Cotes-. Es que los afectados del muerto no entienden el porqué
tuvo que habérsele sacrificado. De pronto ellos sí lo miraron por una cosa que se pudoarreglar,
pero que no se arregló, hubo un muerto. Eso ya cuando hay un muerto en nuestracultura no es
fácil arreglar ese problema, aquí ya no hay plata, aquí ya no hay acuerdo, ya hayque matar a otro.
Y si hubo un muerto hay que vengarlo, el problema de la venganza que de pronto lo heredamos de
las raíces indígenas, como dice el profesor. Después del primer muertohubo muertos de este lado,
otro muerto de allá. Estos de aquí, los parientes míos, se fueron parala Alta Guajira, pero venían.
Venían, iban a Santa Marta, venían, se iban para allá. En ese terrenohubo otro muerto de ese lado,
el segundo de la pelea”.

“¿Quién fue el segundo muerto?”, preguntamos de la manera más casual, intentando


disimular nuestra curiosidad.

“Fue el señor Emiro Cárdenas –sentencia el señor Cotes con una mueca de fastidio en su rostro-.El
primero fue del lado de los Valdeblánquez, Hilario. Y ahí siguió”.

Es evidente que no le resulta para nada grato hablar al respecto. Hablar sobre Cárdenas y
Valdeblánquez pronto se traduce en una larga secuencia de muertos desatada con la
sangrederramada de Hilario Valdeblánquez, el primer muerto en contienda. Dibulla pronto se
queda pequeña para las dos familias. El silencio que ha invadido la conversación nos hace mirar
hacia la casa de los Cárdenas. Sus tejas de barro, su reja negra y su silencio la muestran como
unvestigio mudo de la historia.

“Los Cárdenas decidieron venirse para Santa Marta y cogieron aquella casa –comenta el
señor Cotes rompiendo con su letargo y señalando con su mirada-. Ahí establecieron el cuartel
generaly empezaron a hacer unos disparates, porque andaban súper paranoicos. Cualquier persona
queellos no conocieran que pasara dos veces por la calle lo mataban. Los Valdeblánquez se
vinieronde La Punta y se aliaron con la brigada de Barranquilla....”

Casa de los Cárdenas, ayer y hoy


Foto 32.

Foto 33.

 “Yo conozco algo de esa historia –cuenta Memo con los cachetes colorados producto de lacerveza
y el calor-. Los Valdeblánquez llegan a Santa Marta a un barrio que se llama Veinte de  julio. Ellos
vivieron casi todos por la misma zona”.

“Esa gente se adueñaron de Barranquilla y de Santa Marta, a Cartagena no los dejaron entrar
– evoca jocosamente Chucho, el embolador-. Y eso era échese plomo, tanto allá como acá, y
elgentío acá armado, esa gente. En la entrada de Cartagena había un retén, y cuando iban
entrandolos carros  señor la cédula, Valdeblánquez, se va pa tras, Cárdenas...recuerdo...”

“Era bastante invivible Santa Marta –dictamina Memo-. Santa Marta por ser una ciudad en
eseentonces más bien pequeña y dos familias tan grandes, porque eran familias grandes. Tú veías
enuna casa de ellos viviendo tres primos, cuatro sobrinos, dos tíos, entonces ya esos otros
ibantrayendo el primo, el hermano, eso iba creciendo. Yo recuerdo que en la casa les arrendamos
una pieza. Una pieza, y ahí vivieron dos hermanos y fueron asesinados. Hubo una emboscada en
todala avenida del Libertador, ellos venían para acá para Riohacha y ellos iban en unToyota, de
esosviejos, esos camperos. Y yendo por la avenida del Libertador como con 22, 22 o 23, allí se les
atraviesa un carro y masacran a todos los seis que iban dentro del carro. Ahí muere un chofer, que
no era nada de ellos, un cachaco, que era la conexión al negocio que se iba a hacer y
cuatrofamiliares, entre esos dos hermanos, que quedan abrazados en la parte de atrás del carro.
Uno de ellos se llamaba Sabita, era un tipo muy bueno, tuvo mucha fama, como un berraco”.

Foto 34. El Informador, noviembre 13, 1974

“Era que esos Valdeblánquez eran dibulleros y esos manes no joda era que se daban cajeta, eso
era todos los días que los Valdeblánquez mataban a los Cárdenas y los Cárdenas mataban a los
Valdeblánquez”, alega el embolador 
“Ya ves –comienza a disertar el profesor-, aquí ya inició la alimentación de la bonanzamarimbera y
ya muchos de los Cárdenas estaban aquí, frente al parque del Hugo Jota, al lado delcementerio que
era la zona de ellos y ya también habían comenzado a marimbear”.

Con las palabras del profesor dirigimos nuestra mirada hacia el Hugo J. Bermúdez, el colegioque
queda al otro extremo del parque. Los samarios lo llaman sencillamente el  Hugo Jota. En una
cancha construida hace unos años, niños y niñas juegan micro fútbol, parece ser la hora delrecreo.

“Sí, ellos empezaron ese negocio, se hicieron poderosos y gastaron el poder en destruirse el unoal
otro –asegura el señor Cotes, cuyos zapatos blancos, brillan a más no poder-. Después de tanto
muerto del uno y del otro lado y tal, particulares en cantidad, más particulares que familia...”

En lo que habíamos indagado no había un número establecido de los muertos en la guerra. En


loque todos los testimonios coincidían era que la cuenta era de cien para arriba. Incluso Camilo nos
había comentado que fácilmente había dejado más de trescientos muertos. Un conflicto de
dimensiones desproporcionadas, en donde cayeron propios y extraños.

Foto 35. El Informador, Agosto 17, 1974

Foto 36. El Heraldo, Septiembre 10, 1974

“Cayeron inocentes porque muchas familias –explica el profesor-, muchas personas, que es
muydado en este medio, se dedicaron a desinformar, a mal informar, a crear conflicto. Lo que
unodice aquí a encender el mallal, a echarle leña al fuego, a encender el mallal. A decirse cosas
por simple suposición, ni siquiera ciertas, a fin de ver siempre la disputa, la situación entre las
dosfamilias y aún se sigue dando en nuestro medio, se sigue dando”.

“Muy dado eso –advierte el señor Cotes-. Parece que es un paradigma que afecta a gente,
porquehay mucha gente aquí dada a buscar información para llevársela al otro, para que de ahí
elconflicto se acrecienta. Mira fulano dijo, mira perenceno dijo, oye ellos dicen que los van
aacabar...”

“Es cierto -asiente el profesor-. Yo a veces percibo porque nosotros somos mamadores de
gallocomo cultura, que a veces no era que la gente influyera de una manera directa para que
realmentese mataran, sino que aquí, por ejemplo, tú y yo estamos gozando la misma  pelaíta y éste
se entera, y me dice, el cachaco dijo no se qué, comienza a bromear y a mí me molesta. Y así
secrece eso y se generó eso. Aquí se bromea así”.
“ Aja, que eres un cornudo, un no se qué...”, dice el señor Cotes.

“Aquí se bromea así -señala el profesor, a lo que toma un trago de cerveza-. Yo creo que contodo
se bromea así. Culturalmente no hemos sabido racionalizar nuestras afectividades y sobre todo
nuestras emociones. Están bromeando y tú sabes que es cultural, nos estamos bromeando ycuando
menos nos estamos matando. Porque no se sabe en que momento se encendió la chispa de la
cólera, eso es típico. Yo creo que en algo tuvo que ver un asunto parecido a eso. Que lagente
insistió, insistió, vinieron, te reclamaron, te dijeron y hasta ahí, ahí comenzó el asunto. Se fueron
las cosas a mayores y el germen puede ser eso, pero cuya causa puede ser por otras cosas, pero
esas cosas solo la sabrían los protagonistas. Hay personas que bromean y todo, pero quesienten lo
que nosotros llamamos aquí la rasquiñita y aquí eso es típico”.

“A uno le tocaba esconderse – rememora el embolador, quien gustoso disfruta el sabor de


lacerveza en su paladar-. A mí precisamente me tocó esconderme por ser Cárdenas. Esos
Valdeblánquez buscaban esa gente mejor dicho, donde veían un Cárdenas allá le caían, pero
esoseran guajiros y yo soy cachaco. Sino que un día me cogió un man de esos, un Valdeblánquez
de esos, yo estaba tomando por allá me dijo usted puede ser cachaco pero los Cárdenas vienen
deorigen cachaco porque el abuelo de los Cárdenas era cachaco y crecieron en el interior
del   país...”

Entre los dos cachacos investigadores también hay un Cárdenas. Por fortuna ya el tiempo
ha pasado desde ese entonces y portar uno u otro apellido ha dejado de ser una sentencia de
muerte.En nuestro paso por Riohacha habíamos consultado el archivo de la gobernación, donde
figuraba una carpeta que reunía los distintos pactos de paz celebrados entre familias guajiras indias
y no indias. Los pactos hacían énfasis en la necesidad de no hacer caso a los rumores callejeros ni
al chisme, detonantes instantáneos del conflicto.

A pesar del calor, el fresco de la sombra nos permite mantener nuestra mente activa y dirigir
con preguntas el destino de la conversación: “¿Pero entonces no había gente que mediara entre
lasdos familias?”

“Más que todo atizaban –responde el señor Cotes-. Atizaban para ver qué ganaban entre el uno yel
otro...No para calmar los ánimos, sino para alborotarlos...”

Al hablar de mediadores pronto recordamos la entrevista que habíamos sostenido el día


anterior con la ex alcaldesa de Santa Marta, Anita Sánchez de Dávila, quien había sido noticia en el
país por haber expulsado a ambas familias de la ciudad. De aquella charla un tanto evasiva en
suapartamento ubicado en el centro de Santa Marta, se nos quedaron grabadas las
siguientes palabras:

“Es que yo con esa gente nunca tuve nada que ver, ni la conocí ni nada. En esa época todo el
mundo tenía un temor, porque eran personas que se cogían a tiros en la mitad de la calle, pero en
realidad ellos no eran parte de Santa Marta sinode las afueras, sobre todo hacia La Guajira. El
problema era que se habían creado dos bandos y se mataron entre ellos, se mataron en la mitad
de la calle, entonces herían a la gente, mataban a uno, mataban a otro. Entonces me dijeron tú
tienes que hablar con ellos, porque si uno no habla entonces qué, no puedehacer nada, mandar a
los policías a  que se la pasen  detrás de ellos, lo que hayque hacer es conversar con ellos y sacarlos
de Santa Marta. Y así fue. Y sefueron, ellos me avisaron, nos vamos tal día, tal fecha. Los hice
sentar, uno aquí y otro ahí, y el secretario de gobierno en frente, sin policía ni ejército,nada. Yo les
fui diciendo y ellos contestaban sí señora, sí señora, sí lo hacemos, sí lo hacemos . Yo no estaba
muerta de miedo porque sabía que no iba a dejar salir una palabra insultante, fue lo que me
propuse, ninguna palabra de insulto ni de grosería ni de nada, sino muy cordialmente les pedí que
se fuerany que yo les daba toda la protección para que se fuera cada uno a su sitio. Ycuando ellos
se levantaron y se fueron le dí gracias a Dios. El compromiso fue mandarles el ejército para que los
escoltar a hasta fuera de la ciudad, hasta elsitio donde se fueran. Y yo cumplí. Se fueron todos, con
toda la familia.Gracias a Dios que ya pasó, como si fuera una película. De todas maneras, Santa
Marta perdió el temor de que todos los días mataran gente. Unoscogieron para Fundación, tenían
familia allá, y los otros a La Guajira. Sefueron, yo no volví a oír nada de ellos. Eso era un disparate,
porque Santa Marta era una ciudad tan tranquila que jamás oía uno un disparo y resulta quede
pronto se acaban de tirar, mataron a no sé cuantos. Eso era una locura, entonces cómo se controla
eso. Ayer me decía alguien, pues fuiste guapa, pero si uno no es guapo es que está fregado. Eso
fue en el 74 me parece...”

Foto 37. Revista Cromos, Septiembre 18-24, 1974

Foto 38. Diario del Caribe, Septiembre 9, 1974

Rápidamente fuimos despachados por la alcaldesa, quien no recordaba con mucho agrado aquel


episodio de su gestión en relación con las dos familias guajiras. Ni los nombres de las dos familias
parecía querer recordar. De regreso en el Parque San Miguel sube el calor y reina un poco de
silencio. Parece haber terminado el descanso de los estudiantes del Hugo Jota.Referimos lo que nos
contó la alcaldesa el día anterior y preguntamos por ello.

“Yo pienso que fue a raíz de eso del temor de toda la gente que veían como caían –responde Memo
quien con cada cerveza empezaba a ganar una desbordada elocuencia-. Creo que una vez cayeron
tres muchachos de un mismo almacén, porque ellos iban por toda la quinta, por un almacén, el
007. Estaban comprando dentro del almacén y estos pasaron y soltaron la ráfaga y
desafortunadamente los que cayeron fueron todos empleados del almacén, porque creo que esedía
ni siquiera cayó uno de ellos. Por la presión de la misma gente es que llega una alcaldesa, no tengo
muy bien la seguridad si ella era alcaldesa o gobernadora, Sarita Valencia de Abdala.Entonces con
un acuerdo con el ejército les dan cierto tiempo para desocupar la ciudad y escuando una familia se
va para Barranquilla y la otra para Riohacha, pero que igual al poquito tiempo ya estaban otra vez
en Santa Marta…”

“Algo así es lo que sucede, pero permíteme darte mayor claridad y exactitud -interviene el profesor
para iluminarnos con su explicación-. En los sesenta y pico, en el setenta, estaba dealcaldesa, una
mujer que ha luchado mucho por la cultura acá, que es doña Anita Sánchez deDávila. Ella buscó un
decreto que había por allá de 1920 o 1910 y lo cogió y aplicó la ley, y lossacó a los dos. Hasta que
llegaron y se sentaron e hicieron un pacto, pero qué va…Después cómo resultó, se metió Maracas,
que vivía en Gaira, se metió dizque a mediar y le puso cita a los dos,y a uno registró y le quitó los
revólveres y al otro no, y estando ahí, el uno llegó y mató al otro,en la casa de Maracas. Eso le
costó la muerte, porque después lo cazaron y lo mataron en lamisma casa. Para que no te
extrañes,Maracas, Rafael Aarón, por orden alfabético llegó a ser  presidente en el Concejo de Santa
Marta, y lo velaron en el mismo concejo. El único periódicoque dijo, velado narcotraficante en el
Concejo de Santa Marta, fue El Tiempo, el único que tuvo los cojones  para decir eso; en  El
Informador  salió asesinado impunemente el comerciante Rafael   Aarón”.

Foto 39. Diario del Caribe, noviembre 21, 1974

“¿Entonces sí hicieron pactos de paz?”, preguntamos antes que la rica prosa del profesor
nosconduciera a otros temas.

“Antes de que las cosas tuvieran el matiz que tomaron, hubieron muchos acuerdos –responde
elseñor Cotes, al tiempo que rasca su barbilla-. Se hicieron, se firmaron fianzas, vuelvo y te
lorepito. Pero había intereses creados de gente que estaba alrededor, que les interesaba mantener
elconflicto. Si había guerra, eran guardaespaldas, gatilleros, gente de baja ralea, perdían su
trabajosi se acababa la guerra. Después de la muerte de Emiro eso se calma un poco, se buscó la
formade hacer la paz. La hicieron, pero la rompieron de aquel lado, a ellos de pronto una fianza no
lesservía y en una reunión en una gallera crearon de pronto algún hostigamiento allá y dañaron
un pacto. Y varias veces sucedió, hubieron pactos, acuerdos...”

Foto 40. El Bogotano, Octubre 4, 1979

Foto 41. El Bogotano, Mayo 27, 1980

En nuestro fugaz paso por Villanueva, en el sur de La Guajira, aquel evento en la gallera nos
lohabía contado Ezequiela, una reconocida gallera que en los años setenta se hizo famosa por su
gallo La Mecedora. Con nostalgia nos mostró un recorte en el que ella aparecía como figura deldía
en  El Espectador  junto con su gallo  La Mecedora, que recientemente había sido muerto
enSincelejo. La nota presentaba a  La Voladora, criado exclusivamente para vengar la muerte de
su padre. “Y así fue”,  nos contó Ezequiela con un brillo de orgullo en sus ojos. Aquella tarde
delluvia, truenos y relámpagos en Villanueva, al pie de la Serranía del Perijá, sus
palabrasdescribieron aquel episodio ambientado entre gallos y apuestas:

  “Yo fui amiga de las dos familias. Muy amiga, muy, pero muy amiga. Tengo tres ahijado en este,
tres ahijado en este. El marido mío tenía cuatro ahijado en este, cuatro ahijado en este. Yo jugaba
gallos en todas partes. Ellosvivieron en Riohacha y después en Barranquilla. Unos en Barranquilla
yotros en Santa Marta, y ahí siguió la guerra. La vida mía era coger un avión e ir al entierro de uno,
al entierro de otro.

Una vez hubo concentración gallera en Riohacha. Yo llevé cinco gallos, ellosllevaron cinco gallos.
Los Valdeblánquez a mí me apoyaban lo que era lalista, se apostaba caro,   ya. Eran los tiempos de
la marihuana. A ellos les decían los culupuyú y yo fui a pesar de todo. Yo tenía un gallero que era
el Piña y yo le decía, echa los gallos a los mejores gallos que haya porque a mí  no me interesa con
un pedazo ‘e gallo, pero que sea gente bien, no me vayasa enredar con los
marimberos. Yo todavía no decía los marimberos, ninada. Me dijo No, que allá está un tipo de
Dibulla, que dice que él le echa su gallo con cuatro libras de billetes, pesados por el peso. Yo fui
allá, ahíestaba Pacho y yo vi a Tomasito, muy teso, Yo no puedo echarte el gallo a ticon
cuatro libras de  billetes,  porque yo no soy marihuanera,  Yo tampoco  soy marihuanero, Tú eres
marihuanero porque vendes marihuana, No, serámarimbero, Bueno, entonces me perdonas, yo no
sabía, pues...”

El era un primo de ellos. Entonces Tomasito vio a Pacho. Tomás Valdeblánquez y  Pacho.  Pacho
era Francisco Cárdenas, muerto por Tomásen la gallera de Riohacha, estando yo ahí. Tenía un
pantalón cremita, unacamisa cremita y una corbata roja, ojos verdes, bien bonito. Entonces llegó y
pam pam pam, en plena gallera, en medio de todo el mundo. ¡Yo puyé el burro!, estaba bajada
donde los Valdeblánquez, donde Idael, hermano de Kiko. Y de ahí me fui y fui a templar a la
gobernación, allá dormí. Entoncesestando en la gobernación sentí el boom. Ellos les metieron una
bomba a la casa y la volaron, mataron al papá, la mamá y a un hermano. Eso hace bastante, hace
como veinte años. Quizá hace como veintitrés. Eso fue comoen el 78. Yo tenía unos gallos en
Sincelejo, el gallo que se llamaba  La Mecedora y ahí me vino la fama con la prensa y con todo.

Esa gente no entendía de acuerdos. Sí hicieron un acuerdo con el presidentey se siguieron matando
como si nada. Yo les decía, ustedes son unos animales, no me decían nada. Ante ellos yo soy una
autoridad, me respetanmucho. Yo les decía: Ustedes son unos diablos, unos animales, parece
queno fueran gente, no les duele el cuero, no les duele nada, no les duelen loshijos, como van a
matar a un muchacho que no tiene ná que ver saliendo dela universidad ya graduado en ingeniería.
Ambas familias eran marimberas  y por eso hubo tanto muerto, por tanta plata. Si no hubiera
habido tanta plata, no hay tanto muerto, de a dónde...”

Foto 42. Diario del Caribe, Febrero 4, 1977

Foto 43. Diario del Caribe, Marzo 3, 1977


Luego de recordar la narración de Ezequiela y la muerte de  Pacho Cárdenas en la gallera
deRiohacha, pedimos otra ronda de cervezas. El señor Cotes pide un tinto a un vendedor
ambulanteque pasa por el parque y sostiene mientras agrega el azúcar:

“Sí. Hubo conciliación. Hubo conciliación pero fue rota por el lado de allá, del lado de los
Valdeblánquez. Después siguió y tal. Después ellos, inclusive, hicieron más dinero, entonces
utilizaron hasta las autoridades. Los policías, el ejército, el terrorismo, abiertamente. Es
lacorrupción de este país que no la aguanta nadie. Cooperaban con los dos, con todo el que les
diera dinero, ahí estaban ellos”.

“Como sicarios -anota el profesor, mientras limpia los lentes con su camisa-. Ellos sirvieron como
sicarios. El ejército, la policía y el DAS sirvió en esos conflictos como sicarios, ellos los contrataban.
En algunas ocasiones llegaron a ser grandes amigos con capitanes, coroneles y tenientes, eran
amigos muy personales y eran de la casa. Después terminaban comprados por el otro y además de
ser amigos, se convertían en asesinos. Es que los Valdeblánquez tenían otro primo, que es tan
inteligente, ese era el que manejaba la marimba en Barranquilla, era tan inteligente que puso su
casa frente a la Brigada y todos lo sábados entraban los coroneles a bailar y todo, y era el gran
marimbero, pero él estaba aliado con los Valdeblánquez”.

“Enrique Coronado –afirma Memo-. El jefe de los Valdeblánquez se llamaba Enrique Coronado,
todavía vive creo. Enrique creo que es casado si no estoy mal con una Valdeblánquez, sí, una delas
mayores, no tengo muy claro eso, no recuerdo muy bien. Pero en ese grupo habían dos apellidos,
los Valdeblánquez y los Coronado,  ya, porque tenían un vínculo familiar. Lo mismo sucedió con los
Cárdenas. Los Cárdenas eran Gómez Ducad y Cárdenas Ducad.”

El embolador, con cliente nuevo a bordo comenta: “Los Cárdenas, ¡no joda!, esos manes si hicieron
historia”. Luego de un breve silencio, donde con seguridad desfilaron imágenes yrecuerdos en la
memoria de los concurrentes, Memo comenta:

Foto 44. El Nacional, Mayo 25, 1977

Foto 45. El Bogotano, Marzo 4, 1981

“Dicen que esta gente de los Cárdenas tenían mucho más poder acá en Santa Marta,
manejabanmás billete por medio de los Gómez, los Ducad. Uno se llamó Leonel y el otro se llamó
Euclides.Todos dos los mataron, murió primero Leonel y después murió Euclides, inclusive eran
hastacompositores de música vallenata. Esos manes manejaban mucho billete, no sé si era
por herencia o ya porque estaban metidos en el negocio, pero eran los dueños. Estos Gómez
Ducaderan claros, ojos verdes, y los Cárdenas eran negros, de contextura guajira, gruesos, altos”.

“Los Gómez Ducad, son de ascendencia francesa, las mujeres bellísimas y los manes bien parados,
parecían unos artistas porque eran franceses, todos se acabaron”, advierte el profesor altiempo que
revisa su reloj de bolsillo, en la tarde debe dictar una de sus clases.
“¿Ustedes no conocen discos de esa época? – pregunta Memo dirigiéndose a nosotros-. Es queellos
eran compositores. Por ejemplo tú coges un longplay del Binomio de Oro y encuentras, en un
longplay, dos y tres temas de Euclides Gómez. Allá en Dibulla hacen el Festival del Plátano anombre
del man. Pero ese man sí componía, ese man sí compuso canciones. Hay una canción del Binomio
que yo me acuerdo, como eres la mujer que a mi me inspira, vengo a cantarte esa canción, la
compuso el man. Y a pesar que estos manes vivían en Barranquilla, el Binomio deOro, siempre el
man les daba canciones a ellos. Y coges música de Oñate y encuentras músicahecha por Lácides
Redondo, que era de los Valdeblánquez, y de  Kiko,   Kiko Valdeblánquez”.

“ Kiko Valdeblánquez, ese man tiene una historia –comenta el embolador, poniéndonos al tantode
sus conocimiento musicales-. Dicen que el man fue el que paró a Joe, a Joe Arroyo. O sea, Joe
Arroyo estaba consumido en la droga, perdido, y ese man lo cogió, lo mandó a una clínica de vaina
de esas. El man estaba perdido porque no ve que en todos los discos eso dice,  Kiko Valdeblánquez
el guajiro de oro. Joge Oñate también le sacó un disco a este man, le sacó a la esposa, después le
sacó a él, a los hijos...”

Foto 46. Serafín Valdeblánquez

Foto 47. Enrique Coronado

Foto 48. Francisco  Kiko Valdeblánquez

Hay un tema que es la insignia de la Virgen del Carmen y hace honor también a esa familia, donde
los Zuleta dicen,  yo fui invitado a la casa de Enrique Coronado a ver la virgen y es el disco que
suena para el día de la Virgen del Carmen en toda la costa –refiere Memo emocionado con el
rumbo musical que ha tomado la conversación-. Y ese tipo hacía parrandas el día de la Virgen,
llevaba los mejores conjuntos vallenatos y la gente podía ir a cantarle a la virgen ahí, ya”.

 El nuevo cliente del embolador, para fortuna nuestra, resulta ser un periodista radicado en
Barranquilla, quien pronto se une a la conversación:

“Claro, la casa de los Valdeblánquez era un búnker  que llamaban entonces. El tapaba la cuadra en
la época de la virgen del Carmen, era devoto de la virgen del Carmen, que los hermanos Zuleta
tienen el disco del que tú hablas, ese famoso disco que suena todos los dieciséis de julio. Los
hermanos Zuleta eran muy llaves de los dos combos, esos sí no  peliaban, le cantaban a los
Cárdenas y le cantaban a los Valdeblánquez. Enrique Coronado cerraba toda esa vía ahí y hacía
festejo, regalaba la imagen, porque él siguió más que todo a Julio Nasser3 en manera de la
genteque metía más marihuana por acá. Ellos la traían desde La Guajira y se concentraron allá
enBarranquilla, y la sacaban por el puerto de Las Flores y ya cuando estaba en alta mar se
laentregaban a otras embarcaciones para los Estados Unidos. Ahí es cuando ellos programan
muchos asesinatos. ¿Ya les contaron sobre la muerte del Toto Cárdenas?”

Foto 49. Euclides Gómez Ducad

Foto 50. Jorge Toto Gómez Ducad

Foto 51. Ivan Gómez Ducad

“Más recuerdo la parte de Euclides, que fue por la parte de atrás del Liceo Celedón, en el barrio el
Cundí –le responde Memo al tiempo que le pasa una cerveza-. Euclides va al Cundí, dondetenía una
novia, un amante. Entonces se baja de un intercontinental, un automóvil de esosvenezolanos
larguísimos, y le tiran una granada, al tipo lo destrozó. Y en ese momento él andabasolo, solo, él
cayó solo. Y después cayeron Toto y Toño, que eran dos hermanos, eran Cárdenas,esos sí eran
Cárdenas, Cárdenas Ducad, y llegaron a tener una fama como malos, en manos deellos cayó
mucha gente inocente porque eran atravesados”.

3. Reconocido narcotraficante de la Costa Atlántica ya fallecido, entre cuyas propiedades se encontraba el Hotel del Pradode
Barranquilla, avaluado en más de 16 mil millones de pesos. Fiscalía General de la Nación, “Fiscalía solicita extinguir dominio
a fortuna de familia Nasser Arana”, Bogotá, Oficina de Divulgación y Prensa, Boletín No. 437, diciembre 12,2003.

  “Yo recuerdo del Toto que ocurría algo en el 76 por ahí, que ellos salían por la noche a
apostar quién mataba más –interviene el profesor tras haber permanecido largo rato en
silencio-.Entonces la ciudad a partir de las seis de la tarde nadie salía, se acabaron los cines y se
acabaronlos teatros. El que encontraban le disparaban y se reían. Entonces se inventaron el famoso
hombre blanco, que era el mismo Toto Cárdenas, vestía de blanco y apostaba a ver quién pegaba
más”.

Foto 52. Entrada cementerio San Miguel, Santa Marta


Foto 53. Mausoleo Familia Gómez Ducadt

Al llegar a Santa Marta, habíamos estado en el cementerio y después de caminar casi una
horadimos de frente con el impresionante mausoleo de la familia Gómez Ducatd, ya que cerrado
conllave y de un gris marmóreo, parecía una jaula hecha para quienes no tienen descanso después
demuertos y siguen amenazados eternamente. Aprovechando la presencia del periodista,
le preguntamos sobre el desarrollo de la historia en Barranquilla. Con gran cantidad deinformación
mezclada en la cabeza, donde se confunden nombres y rostros, el periodista inicia surelato:

“Como se sabe los Valdeblánquez cogieron para Barranquilla. Ahí capitalizaron lo que fueEnrique,
Serafín y Kiko, y ahí desaparecieron, parece que no más quedó Enrique, EnriqueCoronado.
Directamente en Barranquilla, te voy a decir, hubo tiroteos pero esporádicos. Allá símataron,
mataron a un Cárdenas, lo que pasa es que los nombres no te los puedo relacionar ahora. Pero sí,
allá también hubo guerra, que yo sepa hubo como unos tres enfrentamientos. Por cierto, de uno de
ellos sí me acuerdo, fue en el año 85, el 13 de julio, que estos manes ya estaban concentrados, los
Valdeblánquez. Hubo un tiroteo en el norte por el barrio Paraíso, ahí se dieron plomo ellos,
entonces parece que ahí iba un Cárdenas, pero salieron libres, no más hubodisparos. Allá llamaban
la Alta Guajira, no joda, iba de la 42a, 42b, con la calle ochenta subiendo, ahí era donde vivían los
mafiosos, si se dan un paseíto por ahí, ven  zipotes caserones abandonados. Ahí no se podía meter
cualquier man, al que veían sospechoso lo mataban. Pero los enfrentamientos más feroces entre
esas dos familias se concentraban era acá, en Santa Marta”.

“Lo que pasó fue lo siguiente –explica el profesor -. De pronto el conflicto familiar llegó a
unmomento en que aquellos, los Valdeblánquez, lograron un mayor auge económico con relación
ala droga. Pudiera decirse que ellos llegaron en un momento a ser los capos número uno de
ladroga en Barranquilla. Además de eso, no sé si eran mucho más estrategas militares pero,
¿dónde hicieron su casa? La hicieron al frente de la Segunda Brigada de los militares en
Barranquilla, al lado quedaba la universidad Simón Bolívar, todavía queda. Algunos siguen viviendo
allí. Generaron mucho dinero, eran mucho más protegidos también desde el punto de vista militar,
estaban mejor protegidos. Estos, los Cárdenas, estaban trabajando aquí pero de pronto no fueron
demasiado estratégicos. Vivían en una zona mucho más residencial, el cementerio, el parque, el
colegio Hugo Jota. Yo vivía acá en Santa Marta y obviamente conocía a algunos de ellos y
lossaludaba. Pero como ellos mismos de pronto decían, como amigos buena gente y como
enemigosunos berracos”.

Pronto empiezan a aparecer los recuerdos relacionados con tiroteos, balaceras y bombas. EsMemo
quien empieza con el recuento:

“Hay una historia que acá, en todo el parque del colegio Hugo Jota, en toda la esquina, un tipo
montó un kiosco de gaseosa, de juguito y de papitas. Y el tipo los estaba acabando, de nochesalía
y pam pam pam, mataba uno, dos y después se encaletaba ahí. Se dieron cuenta y loquebraron, el
man era un contratado de los Valdeblánquez. Yo no sé si primero matan a Toño o a Toto, sí sé que
la muerte de uno de los dos fue una vaina espectacular, fue una vaina de película. Los manes
pasan en una volqueta, un volteo viejísimo, en el vagón del volteo con unas palasagarradas. Los
manes van sin camisa, con la camiseta como paleros, detrás en el volteo con las palas, y en el
momento que van pasando sueltan las palas, se agachan y trrrrrrrrr, sueltan laráfaga y ahí caen un
poco y entre ellos cae uno de ellos, el jefe. Pero fue una vaina de película,que se armaron toda esa
película para pasar inapercibidos porque ellos ni siquiera se escamosearon de un volteo todo viejo.
Y la muerte del otro, dicen, no me consta, que fue desdeuna patrulla. El man lo llevan a una
patrulla, tuc y le dan”.

“Yo recuerdo un suceso que fue exactamente en el año 81 -toma la palabra el profesor, ansioso por
intervenir-. Una vez en una renoleta iban unos sicarios a poner una bomba pero les explotóen el
cementerio. Explotó esa vaina, que fue donde yo supe por primera vez como queda una persona
que muere por una explosión. Queda como sancochada, pedazo de cosa y todo eso. La renoleta no
llegó donde los Cárdenas, pero iba para ellos y explotó ahí, eso fue terrible. Unas personas que
estaban en el parque fueron heridos. La casualidad es que los únicos muertosfueron los que iban
en la renoleta. El bus donde yo iba, que por ahí pasaba el bus, eso brincó,  pan y cayó. Salí a correr
al Hugo J. Vimos pedazos de carne encima de las lápidas delcementerio, terrible toda esa vaina, y
el choque que eso causaba a nivel de Santa Marta. Quésucedió, que de pronto la guerra se
degeneró...”

Ese episodio es el de la bomba que  Kike ya nos había referido, eso sí, no con la explicitez que
ostentan las palabras del profesor. “Pero al principio, ¿ellos sí respetaban niños, ancianos ymujeres,
o no?”, indagamos.

“Sí. Al principio se respetaba mucho la vida de las mujeres y de los niños -nos explica Memo-.Y esa
regla se rompió después de la muerte de Briceida. Y fue declarado públicamente porque enuna
declaración Kiko Valdeblánquez lo dijo, de ahora en adelante no voy a respetar mujeres niniños. Y
la muestra está que en Santa Marta mataron varios pelados montándose y bajándose delos buses
de los colegios, familia de ellos. Ahí en la calle catorce asesinaron un pelaito como decatorce años”.

Foto 54. Serafín Segundo Valdeblánquez

Foto 55. Briceida Parra de Valdeblánquez

“Esa vaina llegó a un extremo de pérdida de la que ni siquiera un animal hace eso, que lo últimofue
un pelaito, un niñito que había de 8 años, estaba cogiendo el bus y lo mataron –recuerda
el profesor con un marcado gesto de indignación-. Se incivilizó aquí. Eso la ciudad se paró, hubo
vaina cívica acá y la gente salió a protestar. Eso fue en el 89 por allá, el  pelao estudiaba en el
Seminario, el Padre Bedoya hizo la marcha cívica, eso conmocionó todo. Un niño de 8 años
no joda, el último que quedaba”.

Recordamos la historia de Hugo Nelson Cárdenas relatada por Kike aquella tarde lluviosa en
Bogotá. Ahora hace calor. Memo toma un trago de cerveza e interviene:

“El último no, porque todavía hay muchos pelaos...”


“Eso vino fue porque los Cárdenas le mataron a la mamá y el papá, le metieron una bomba en
Dibulla. Ahí comenzaron, después los Cárdenas se vinieron  pacá y esos man es también se
vinieron pacá” , señala el embolador con el cepillo embadurnado de betún negro.

“Eso se respetó en algunos momentos –señala el señor Cotes, quien se encontraba concentradoen
la dura tarea de tomarse un café con tremendo calor que hace-. Desafortunadamente en
algúnmomento el niño pasó por ahí, pero nadie dijo voy a matar un niño. Un hombre, un niño
decatorce o quince años te puede matar, de pronto tú, aunque no lo quieras, lo sacrificas.”

Algo sorprendidos con sus palabras, le escrutamos: “¿A partir de los cuántos años se considera aun
niño hombre?”

“Mira yo quiero que esto no lo tomes sin acotación, pero yo tomo un niño hombre cuando tengala
capacidad de matarme -responde el señor Cotes con algo de inquietud-. Se metieron
mujerestambién en el conflicto. Yo me acuerdo una sobrina también se metió, pero ella también
era dearmas tomar y salió por eso. De los otros bandos no. Pero ella era de armas tomar y llevaba
yarrastraba. Ese es el motivo de esa guerra. A raíz de la intervención de las mujeres se deja
derespetar eso. Sobre todo la intervención de esa sobrina mía que era muy violenta”.

  Algo nos había comentado Chichi sobre un personaje que apodaban la muda, esa mujer erabrava
con el balín, nos aseguró. Pensando que el señor Cotes hablaba del mismo personaje,
le preguntamos, “¿ella era la que llamaban la muda?”

“No. Ella es hija de una prima que se metió con un hermano mío y el hermano mío la crió. Esfamilia
de todas maneras porque es hija de una prima. Ella usaba y llevaba y transportaba armas, toda esa
vaina. Pero otras mujeres no se vieron, que yo sepa”.

“ La muda sí daba plomo –recuerda el embolador casi gritando-, esa hijueputa sí daba
plomo, bonita esa muda, yo la conocí, como que se fue para Miami, de pronto hasta se casaría allá,
usté  sabe que los mudos también ahora se están casando…Listo patrón…”

El embolador le indica a su cliente que ya ha terminado la faena de brillo y betún en el zapato


derecho.

Foto 56. Carlos Castillo Monterrosa

Foto 57. El Tiempo, Julio 6, 1979


“Ustedes recordarán, un colega mío fue sacrificado en eso –comienza a decir el periodista,mientras
se remanga la bota del pantalón-. Son cuestiones que vamos a obviar un poco porque noconviene
ahora sacar a relucirlas, ya eso está muy trajinado y a raíz de eso muchoscomunicadores perdieron
la vida porque eran amigos de un bando o eran amigos del otro bando,como le pasó a Carlos
Castillo Monterrosa. Hoy en día tendría cincuenta años, si no le hubierantruncado de pronto la
carrera a través de la plumonía. Sí, porque él era amigo de un bando y elotro bando pensó que era
un enemigo potencial, se imaginaron y dijeron este vamos a quitarlodel medio porque...

”Empieza a llegar el medio día, la hora del almuerzo, y pronto el calor y el hambre nos
sacaránespantados. “¿Sí se puede decir que ese conflicto se acabó?”, preguntamos con la intención
deempezar a cerrar la charla.

“Sí claro, eso ya –responde el señor Cotes sin dejar ver duda alguna en su rostro-. Yo puedo decir
que sí. No hay un interés en continuarla. Ya se reconoció el error, desafortunadamente no va a
levantar a los muertos, pero los que hoy viven y fueron participes de eso no se enorgullecende
aquello, pero aja, desafortunadamente les toca vivir su novela y seguir. Pero no tienen interésen
continuar, ni que los miren como hombres de guerra. Simplemente mantienen su respeto,lógico”.

“Hay supresión de materia de ambos bandos, por supresión de materia -ratifica el


profesor-.Primero, los que quedan de ambos bandos no quieren volverse a meter en eso...”

“No quieren ni hablar de eso”, interrumpe el señor Cotes.

“Ni hablar de eso -continúa el profesor-. Segundo, no hay inversión económica para eso, no hay
recursos. Porque la bonanza, el derroche de dinero que ellos tenían, ya ahora no lo tienen. Miraque
me dicen que esa casa ya no es la misma, la misma estructura de la casa. Esa era una casa,
enestos momentos se hace con mil, dos mil millones de pesos. Gente dice que la virgen de oro
quetenían ahí, ya hasta la vendieron, y pusieron fue otra de mármol, de yeso”.

Era claro que la gran mayoría de las personas con quienes habíamos hablado consideraban a los
Valdeblánquez como los ganadores de la guerra. De los Cárdenas decían que solo quedaban
lasmujeres. “¿Muchos dicen que los Valdeblánquez ganaron la guerra, ustedes que opinan?”

“Los Valdeblánquez acabaron con los Cárdenas –afirma el embolador sin tapujos.- Ahí lo
quequedaron fueron puras viejas, puras viudas y huérfanos...

“Para mi que ahí no hubo ganadores, porque hoy no es un honor para los que están vivos, no esun
honor haber peleado en eso –responde el señor Cotes-. Fue un sacrificio que yo personalmente veo
que no hubo la necesidad de que llegaran las cosas hasta allá. Pero ganadores hoy por hoy, nadie
dice yo soy un ganador, ni los mismos ganadores. O sea, yo creo queganadores no hubo y que los
que ayer fueron sacrificados, simplemente se fueron primero, perono fueron perdedores tampoco.
Las guerras no son buenas ni ganándolas...”

“Recuerda que lo último que sucede, el último impacto que sucedió con relación a los Cárdenas,
como les contaba, es que mataron niños que iban para el colegio –recalca el profesor-. Vea
hastadonde llegó. Ahora, ¿qué fue lo que sucedió? Que de pronto en ese sentido pudiera decirte
que sia eso llegamos, aquellos pudieron haber ganado la guerra, porque se metieron en una
cuestiónsistematizada, muchacho que iba creciendo, muchacho que iban matando. Mientras que
estos perdieron el poder económico, perdieron a sus hombres en la guerra y llegó un momento en
quelos Cárdenas eran sobretodo un montón de mujeres, un  pocotón de mujeres. Después como
quese le fue echando tierra, olvido al asunto y ya ahí ellos no se movilizaban. ¿Qué sucedió
conaquellos? Que es otro asunto, aquellos comenzaron a tener guerras, ya no familiar, sino guerra
a partir de la droga y obviamente eso les trajo consecuencias nefastas, pero ya no en relación
conlos Cárdenas sino con su proceso de droga. Ellos pagaron cárcel por narcotráfico...”

Foto 58. Mujeres Cárdenas

“Es correcto, después de buscar el no quedar con enemigos quedaron con más enemigos”,
corrobora el señor Cotes.

“Hay otra versión que es que hay una familia que es una banda -interviene Memo-  , que tengo
entendido que todavía existe, se llamaba la contraguerrilla. Esa familia trabaja para
losValdeblánquez asesinando a esta gente. Trabajó o creo que todavía trabaja, los Maestres. Esos
Maestres son una familia que eran una cantidad de primos, tíos, sobrinos y vivían del secuestro yel
boleteo, y esos manes empezaron a trabajar con esta gente y les vendían las personas. Son
vallenatos, son del Cesar”.

“Claro -señala el periodista mientras refresca su frente con la botella de cerveza helada-. A   Kiko
Valdeblánquez fue el que secuestraron y mataron, que lo encontraron enterrado en una finca de
Piojó. Piojó es un municipio que queda en la parte sur occidental del departamento del Atlántico. Lo
que pasa es que los Valdeblánquez quedaron en la ruina cuando decayó la marihuana, entonces se
dedicaron más que todo a la piratería y al secuestro. Entonces a Kiko Valdeblánquez, quien estaba
ahí y dicen que era el que organizaba a veces, lo secuestraron otros mafiosos de aquí. Al man lo
mataron y lo enterraron, ese tipo estuvo enterrado casi tres meses, eso fue en el90, sí, más o
menos en el 90”.

Foto 59. El Heraldo, Diciembre 4, 1994


Foto 60.   El Heraldo, Marzo 2, 1995

Dicho esto el periodista verifica el nuevo estado de sus zapatos, arregla la bota del pantalón,
setoma lo que le queda de la cerveza de un trago y se despide. En este país siempre hay
noticias por cubrir, más si se es periodista de un diario de crónica roja. El profesor, quien de nuevo
echaun vistazo a su reloj da por terminada su lección: 

 “Como decía el señor, muchos de esos marimberos quedaron en la ruina una vez que se
fueacabando el boom de la marimba, porque de la coca no podían. La coca ya tenía toda
unainfraestructura administrativa y de poder que venía de la vaina de Medellín, estaba la parte
deGacha, la parte central, estaba la parte del cartel del norte, con los Rodríguez Orejuela y
todoeso, los Urdinola y estaba el grupo de Medellín con Pablo Escobar. Entonces esos sí
hicierontoda una estructura administrativa y la gente que estaba por fuera y quería comenzar, esos
sívenían y los mataban acá, eso sí pasó. Entonces qué pasó, una vez que termina el boom de la
marihuana, se acaba la plata, ellos empiezan a ser atracadores, se vuelven piratas. Ya eso dio paso
a la guerrilla, a las autodefensas, a los paramilitares, a la violencia que hoy nos tocavivir...Me
disculpan pero tengo clase en la universidad, hablamos, para cualquier cosa que se les ofrezca...”

Foto 61.   El Bogotano, Febrero 6, 1984

Foto 62. Diario del Caribe, Abril 13, 1989

Ya sólo nos acompaña Memo. Chucho, el embolador, y el señor Cotes han desaparecido como por
arte de magia. Es medio día, hora del almuerzo y de una siesta obligada. Las calles están vacías, es
la hora en que la ciudad se paraliza, en la que el tiempo se detiene. Le decimos a Memo que nos
lleve a un almorzadero sabroso y barato. Ya en el taxi, al pasar por laenigmáticamente calma que
rodea la casa de los Cárdenas, Memo parece recordar con nostalgiala violencia de ayer:

“Antes sí se sabía quienes eran los que se enfrentaban y se sabía de pronto quienes iban a morir
yse sabía quienes iban a matar a ese que se iba a morir. De pronto tú vislumbrabas que uno de
losdos bandos estaba mejor armado que el otro y había hasta cierta competencia. Pero eso ya
pasóde moda, ya viene un tipo en una bicicleta y te saluda y cuando te saluda por segunda vez ya
escon una nueve milímetros y te levanta a tiros y te mata. Y nadie lo conoció, nadie supo.
Ysobretodo nadie investigó, que eso es lo peor de todo, ya eso quedó así. Pero antes no,
anteshabían enfrentamientos de hombres...”

Estrechamos nuestras manos, agradeciendo su deferencia hacia nosotros. Pronto nos enfrentamosa
un suculento pescado. Luego de eso será la siesta. Las conversaciones sobre Cárdenas y
Valdeblánquez son así, voces dispersas que en un momento dado se reúnen y recuerdan demanera
parcial la bonanza, las familias y su guerra.
CAPÍTULO 3

EL DESARROLLO DEL CONFLICTO

1. La venganza de sangre entre los Cárdenas y Valdeblánquez

“Eso fue la guerra más cruel que hemos vivido en La Guajira”

Las versiones orales recuerdan y reconstruyen de manera parcial, fragmentada y dispersa


elconflicto, donde las fechas, los nombres y los lugares se tornan imprecisos. Dado que fue
unfenómeno de violencia, cruel y desgarrador, fue un tema cuya conversación exigió la
penosaevocación de muertos, sangre y dolor, de una guerra de ingrata recordación, aún más para
las personas que la vivieron de cerca. Muchos con quienes hablamos, tenían mayor
‘cercanía’(parentesco, crianza, residencia) con una u otra familia, por lo que en su relato
aparecenexpresiones como ‘los de este lado’ o ‘los de aquel lado’, frente a ‘aquellos’ o ‘estos’,
denotandola posición de quién habla frente a las partes en conflicto. Las versiones orales recuerdan
congestos de desaprobación la radicalidad a la que ambas familias llevaron el conflicto, en
operacierta sanción social hacia el tinte desmesurado que tomó el conflicto. Quien fuera amiga
deambas familias, la gallera Ezequiela Sánchez, nos contaba en Villanueva: “yo les decía,
ustedesson unos animales, no me decían nada. Ustedes son unos diablos, unos animales, parece
que nofueran gente, no les duele el cuero, no les duele nada, no les duelen los hijos...”1

Junto a las versiones orales que a partir de la experiencia personal recuerdan e incluso
desaprueban el conflicto, la prensa nacional y regional se constituye casi que en la única fuente que
permite reconstruir su desarrollo y dinámicas particulares.2 Allí fue relatado como una de las
muchas guerras,venganzas ovendettas entre familias guajiras que se hicieron famosas yfrecuentes
en la época de la bonanza marimbera. Fue un tema propio para las secciones judicialesde los
periódicos, que incluso capturó la atención de las revistas sensacionalistas.3 Lo que sucediócon
este conflicto en particular fue que dada su espectacularidad y ferocidad, quedó consignado
enmedios escritos y en la historia oral como el de mayor resonancia y recordación. La cadena
devenganzas de sangre se prolongó por cerca de veinte años, desde el 17 de agosto de 1970
cuandofue ultimado “por tiros de revolver” Hilario Valdeblánquez, hasta el 11 de abril de 1989
cuandocayó asesinado en Santa Marta, el niño Hugo Nelson Cárdenas.4 Al final se incluye
unacronología abreviada del conflicto, que resulta de utilidad para confrontar los hechos
presentadosen este capítulo (ver anexo 3).

  René Girard en su análisis sobre la violencia y su relación con lo sagrado presenta la venganza
desangre como un “proceso infinito e interminable”, que amenaza la existencia de sociedades en
lascuales no existe un tercero.5 Es decir, que el problema no es la ausencia de ley, sino de
unaautoridad soberana, neutral y especializada en esta materia. Una autoridad que tenga la
ultima  palabra en los conflictos, limitando –aunque no eliminando- la venganza por medio de
sancionesque se aceptan por ambas partes en disputa, pues la decisión final reposa en las manos
de untercero ajeno al conflicto. Al respecto, el autor sostiene lo siguiente:

“¿Por qué la venganza de la sangre constituye una amenaza insoportable en todas partes por donde aparece?
Ante la sangre derramada, la única venganza satisfactoria consiste enderramar a su vez la sangre del criminal.
No existe una clara diferencia entre el actocastigado por la venganza y la propia venganza. La venganza se
presenta como represalia, ytoda represalia provoca nuevas represalias”.6

 Tras la muerte de Hilario Valdeblánquez en 1970, se desató por cerca de 20 años una
prolongadavenganza de sangre, en donde cada hecho de sangre correspondió a uno anterior. Se
nos explicabaen la Guajira que “cuando hay muerto compadre, ahí es cuando se viene el
problema”,7 ya quetodo derramamiento de sangre exige como compensación un nuevo
derramamiento de sangre, por lo que allí impera la ley del ojo por ojo y diente por diente. Con ello
se acumularon odios, sufrimientos y culpas que hicieron cada vez menos plausible un posible
arreglo entre las partes.

La exigencia de que “la sangre, se paga con sangre”, está íntimamente relacionada con la ley
delTalión, la ley del ojo por ojo, diente por diente. De esta ley se tienen registros desde los
primeroscódigos de la humanidad, como el Código de Hammurabi en la antigua Mesopotamia, la
Ley delas XII tablas en Roma, la Ley Mosaica entre los judíos y el Corán entre los musulmanes.8
Allí se establece el principio de proporcionalidad material frente al daño infringido, bajo la premisa
deque aquel que ha hecho daño a otro “tendrá que sufrir en carne propia el mismo daño que
hayacausado”.9 Sin embargo el Talión es sólo aplicable entre iguales, ya que por ejemplo “Si un
señor ha reventado el ojo de (otro) señor, se le reventará su ojo”, mientras que “si ha reventado el
ojo deun subalterno o ha roto el hueso de un subalterno, pesará una minade plata”.10 Entre
quienes noson iguales, se establece la compensación económica como medio para resarcir el daño.
Quien procuró alejarse de la noción del Talión fue Jesús, quien rectifica lo dicho por la ley del
AntiguoTestamento y recomienda un nuevo proceder: “Ustedes han oído que antes se dijo: ‘Ojo por
ojo ydiente por diente’ Pero yo les digo: No resistan al que te haga algún mal; al contrario si
alguien te pega en una mejilla, ofrécele también la otra”.11 Fue un hecho que sus predicaciones no
fuerontomadas muy en cuenta ni por los Cárdenas, ni por los Valdeblánquez, quienes lejos de
“poner laotra mejilla”, vengaron sangre con sangre e hicieron justicia  por su propia mano.

  Junto a la proporcionalidad del daño infringido, el Talión determina que éste solo es válido
entreiguales. En ese sentido resulta útil el concepto de rivalidad mimética propuesto por Girard,
segúnel cual dos personas pueden volverse enemigas por el hecho de ser similares. Las partes
tienden adesear un mismo objeto aunque al final sólo uno puede alcanzarlo, creando para el caso
de lavenganza una violencia circular y perpetua. La rivalidad mimética impone que “todo es
siempreigual entre gemelos; hay conflicto porque hay competencia y rivalidad. El conflicto es
causado no por la diferencia sino por su ausencia”.12 Una crónica periodística de 1984 sobre los
Cárdenas yValdeblánquez dejaba ver hasta qué punto ambas familias se asemejaban: criados
juntos y de lamisma filiación política, conservadores.

“Los niños de una casa eran tratados como hijos en la otra, todos se criaron juntos yalgunos se casaron entre
sí. Las dos familias eran conservadoras, así que ni siquiera habíadiferencias políticas que los distanciaran.La
relación era tan estrecha, que el día en que José Antonio Cárdenas mató a su primo yamigo Hilario
Valdeblánquez, el victimario llevaba puesta la ropa que la víctima le había prestado unas horas antes”.13

Una de las versiones acerca del origen del conflicto, es que Hilario y José Antonio se
encontrabancompitiendo en torno a una misma mujer, Rebeca Brito, siendo ésta la causa que
produjo elenfrentamiento entre ambos individuos y posteriormente entre ambas familias. Esto
plantearíacierta rivalidad mimética, al desear los dos hombres a la misma mujer, aunque sólo uno
pudieraquedarse con ella. En el caso de la venganza, su carácter circular también encuentra
explicaciónen el hecho que la aniquilación del adversario se vuelve el objetivo prioritario de
amboscontendientes, condenando a ambas familias a su exterminación.

El conflicto no puede ser considerado como una venganza de sangre en donde imperó la ley del
Talión de forma mecánica. Por el contrario, el conflicto estaba en estrecha relación con unarealidad
social específica como Dibulla y se encontraba articulado al parentesco y al honor, capitalsocial y
simbólico respectivamente, que no operan como una estructura rígida, sino que forman unsistema
de esquemas estructurados en forma de prácticas (como lo es el conflicto). Estas prácticasse
adaptan constantemente a coyunturas donde intervienen los intereses de los actores
socialesmediante el uso de estrategias encaminadas a la acumulación de distintos tipos de capital.
Suestudio permite referir los cambios que la bonanza marimbera –una coyuntura
socioeconómica–,suscitó sobre el conflicto – una práctica específica –, articulada en torno a
capitales y a unarealidad social concreta. En ese sentido, al tiempo que se reconstruye la cadena de
sangre, interesaobservar la manera en que las nuevas estrategias desplegadas por los actores en
conflicto, producto de los cambios introducidos por la coyuntura de la bonanza,
produjerontransformaciones en el desarrollo mismo de la violencia circular, marcando el tránsito
entreformas diferentes de ejercer violencia.

Por su duración – aproximadamente veinte años – y por el número indeterminado de muertos


quetrajo consigo, el conflicto entre Cárdenas y Valdeblánquez se convirtió en una larga,
desgarradora y “famosa” venganza de sangre. El conflicto rápidamente se convirtió en tema de
discusión regional y nacional que muy pronto encontró explicación en el hecho que ambas familias
eran“guajiras” y “mafiosas” que participaban de la bonanza marimbera.

2. El culupuyú o marimbero guajiro

2.1 La naturaleza violenta del guajiro: “A un guajiro no se le pita”

“Como buen guajiro yo, mi falta la pagaré...”

 Ay hombe, Jorge Celedón

Uno de los aspectos que llama la atención de la bonanza marimbera y de los conflictos
entrefamilias guajiras fue que contribuyeron a reforzar un estereotipo del “guajiro” – indio o no
indio -como individuo de naturaleza violenta. Esta imagen del guajiro ha existido desde los tiempos
de la colonia, cuando los wayúu eran asociados con el contrabando como su principal
actividadeconómica y con la venganza como el ejercicio de justicia privada que
desencadenaba“sangrientos enfrentamientos entre familias enteras”.14 Algunos testimonios de
épocas anteriores ala bonanza, cuando el término “guajiro” se utilizaba exclusivamente para
referirse a los indioswayúu, ayudan a ilustrar esa situación. A fines del siglo XIX, el Prefecto de la
Provincia dePadilla decía de los guajiros que:

“Son por naturaleza vengativos y de mala índole, como también inclinados al robo, a lamatanza y a la
inmoralidad, por lo cual se hace difícil gobernarlos, a menos que sea conleyes especiales y fuertes, de manera
que se les infunda miedo y terror, único móvil de sudocilización....”.15

 De igual forma el viajero francés Henri Candelier, quien se aventuró a finales del siglo XIX por La
Guajira señalaba:

“El guajiro tiene tres defectos capitales: es borrachín, vindicativo, interesado. Esos tresdefectos constituyen la
característica de su raza (...) ¿Cómo quiere que el indio no seavengativo e interesado cuando la venganza y el
interés son la base de sus leyes y se leenseña al niño, tan pronto alcanza la edad de la razón a vengar a su
padre, indicándole elnombre del asesino?”16

 Años más tarde, un visitante que recorrió toda la península, escribía que al guajiro “dos cosas
leson sagradas: la sangre y la muerte. Quien derrama su sangre, la paga; quien profana la única
paz posible en la vida, morir, paga también”.17 Los múltiples casos de conflictos entre
familiasguajiras, que cobraron mayor sonoridad con la bonanza marimbera, corroboraron
lacaracterización de los guajiros como personajes violentos y vindicativos.18

  La aparición y participación de los guajiros -en este caso dibulleros- en la bonanza
marimbera,facilitada gracias a sus vínculos con el contrabando, ayudó a reforzar la imagen violenta
delguajiro. Fueron clasificados como una categoría específica de “marimbero”, que gracias a
susvínculos con prácticas de contrabando conocía a “la perfección las rutas y caletas del Caribe y
las Antillas”.19 El marimbero guajiro era descrito en los siguientes términos:

“Es su mayoría se iniciaron en el negocio de la marihuana en las fases de producción ycomercio o como
peones o guardianes de caletas. Se caracterizaron por su agresividad, explotando el ser guajiro como una
característica que infunde respeto. Este tipo demarimbero hizo alarde de agresividad, arrogancia y machismo,
lo que le llevó a protagonizar acciones espectaculares, extravagancias y derroches”.20

 El marimbero guajiro llegó incluso a ser clasificado bajo una serie de características específicas,
como puede verse en una tesis de grado de la Universidad del Magdalena sobre la época de
la bonanza:

“En Santa Marta, se capta rápidamente la presencia de un guajiro:1.Individuos que acostumbran a la


venganza2.Fantoche, beben en cantinas, van en carro, disparan al aire preferiblemente desde losmismos.3.No
tienen jefes visibles, pero cumplen consignas precisas en la mayoría de sus actuaciones.4.Viven del
contrabando, tráfico de estupefacientes y robos de vehículos.5.Respetan la palabra y castigan con la muerte a
quienes incumplen sus compromisos”.21

 Las narraciones orales hablaban sobre los culupuyú, los ‘marimberos rurales’, a quienes
“lesgustaba andar armados y lucir cadenas y otras alhajas de oro”.22 Este fue un personaje que
viviócambios acelerados, alimentados por los recursos producto del negocio de la marihuana.
Esoscambios fueron sintetizados en la popular expresión “pasaron del burro a la Ranger, sin
pasar   por la bicicleta”, para referir la manera en que su enriquecimiento y movilidad social se dio
en unabrir y cerrar de ojos, por lo que pasaron a ser llamados una “clase emergente” de “nuevos
ricos”.Fueron personajes caracterizados por su machismo y derroche. Buscaban proyectar una
imagen deriqueza y respetabilidad representada en carros, armas, ropa costosa y cadenas
atiborradas con piedras preciosas e imágenes religiosas. Gustaban de los juegos de azar, ya que
“marimbero quese respetara mantenía su propia cuerda de gallos”23 , e incluso se cuenta que las
apuestas se hacían por el peso de los billetes, no por su valor. Sus recursos contribuyeron con el
aumento de la construcción en ciudades como Riohacha, Santa Marta o Barranquilla, donde
sus casas se asemejaban a un ‘búnker’, dado el diseño arquitectónico que reflejaba su ostentación,
vanidad y las fuertes medidas de seguridad.24 Su devoción religiosa quedó reflejada en gestos
como las ofrendas y el dinero que aportaban para la adquisición de finas lámparas para la Catedral
de Nuestra Señora de los Remedios en Riohacha.25

 Cuando un embarque llegaba a su destino final, se celebraba la fiesta del ‘corone’. Se


cerrabancuadras enteras y se disfrutaba al son del whisky y el vallenato, cuyas canciones hablaban
demarimberos poderosos, como se escucha en “El gavilán mayor” de Diomedes Díaz o “Lucky”
delos Hermanos Zuleta, con relación al marimbero Lucky Cotes.26 Frente al ocaso del marimbero,
seseñala que “ya es recuerdo la experiencia de elaborar organigramas de los carteles de la droga
consólo escuchar el último larga duración de Jorge Oñate, Diomedes Díaz o los Hermanos
Zuleta”.27  Así como el corone y el culupuyú, la bonanza trajo consigo un conjunto de nuevas
expresiones.Ejemplo curioso es la manera en que los billetes de más alta denominación, los de
$500 y $200 pesos, eran llamados dada su apariencia: pargo rojo y cafetero.28 Incluso algunas
expresiones como caleta, usada para referir el lugar donde se guardaba la marihuana, se han
incorporado al vocabulario nacional.29

 Producto de las andanzas de los guajiros en la época de la bonanza, fueron comunes


lasreferencias a éstos como individuos violentos y peligrosos, quienes representaban una
amenaza para los habitantes del resto de la costa y el país.30 La gobernadora Lola de la Cruz
Pastrana sequejaba en 1977 de la mala imagen que de La Guajira habían construido los medios
como una‘tierra sin ley’.31 Un estereotipo fue erigido alrededor de toda una región, donde ‘guajiro’
serelacionaba de inmediato con muerte, armas, marihuana, contrabando y venganza.
Losenfrentamientos entre los Cárdenas y los Valdeblánquez fueron reseñados por la prensa
como“tiroteos guajiros”, descritos como “espectaculares”, con escenas propias de “una
cintacinematográfica al estilo mejicano” o del “legendario y lejano oeste norteamericano”.32

 Un reportaje periodístico sobre las mafias en la costa, afirmaba que “los barranquilleros saben
quees poco aconsejable para la salud pitarle al vehículo del frente delante de un semáforo. El
primeroque tuvo esta osadía fue obligado a decir 50 veces en voz alta no debo pitarle a un
guajiro,  mientras sentía en la punta de su nariz la fría punta de un revolver”.33 El gobernador de
LaGuajira en 1978, Rafael Iguarán Mendoza advertía en el mismo sentido: “Ya no podemos ir
aCartagena, porque si saben que somos guajiros nos detienen: inclusive pusieron un letrero a
laentrada de la ciudad que dice “se prohíbe la entrada de guajiros”, y eso sucede porque
cualquier  persona que aparece muerta en Barranquilla nos la achacan a nosotros”.34

 Los guajiros que empezaron a contar con los recursos de la bonanza marimbera eran señal
deamenaza y peligro. Era tal el temor que rodeaba a los guajiros que se decía que algunos
jugabantiro al blanco con los transeúntes.35 Como “campeón” de este macabro juego era
nombrado Agustín Tin Sánchez Cotes, “controvertido hombre” quien según versiones trabajaba
como pistolero de los Valdeblánquez y cuyo final no pudo ser otro que caer acribillado por
múltiples balas.36 Frente al aura violenta e irracional que adquirió el guajiro, el profesor guajiro
Justo PérezVan Leenden nos explicaba:

“Cuando estaba la bonanza marimbera nosotros sentíamos que estábamos siendoestigmatizados por todo el
país, como si estuviéramos haciendo alguna cosa, como sifuéramos unos fenómenos, unos anormales en el
sentido de seres maléficos, malvados, etc.Frente a lo que años después pasó con Pablo Escobar y con todo lo
que sabemos que haseguido pasando, el estigma es de otro corte. El estigma no es a una zona, no son los
deMedellín los responsables. En Medellín eran Escobar y los de su combito.En torno a esto del estereotipo eso
se siente, pero también se siente una cosa en relación con elguajiro y es si usted le pregunta a un guajiro de
dónde es, el guajiro le dice yo soy de La Guajira. Si usted le pregunta a cualquier persona de cualquier otro
lugar de la costa, le diceinicialmente  yo soy costeño. Entonces tiene que venir la otra pregunta, ¿de qué parte
de lacosta? De pronto hay una identidad más regional de Palomino para allá y una identidad máslocal de
Palomino para acá. El guajiro tiende de una a decir, soy de La Guajira”.37

 Resulta interesante observar la manera en que la bonanza marimbera y los conflictos entrefamilias
contribuyeron a reforzar la imagen del guajiro como un personaje venido de una ‘tierrasin ley’,
violento y peligroso. El sangriento y sonoro conflicto entre los Cárdenas y losValdeblánquez también
favoreció a la consolidación de este estereotipo violento, cuya amenaza sehizo latente a medida
que el conflicto se fue propagando por ciudades vecinas. Esto generó ciertahostilidad hacia los
guajiros, particularmente por parte de los samarios, cuya prensa se quejaba delos “actos de
salvajismo cavernario” que esta “tropa de forajidos” protagonizaba, por lo que“nadie se siente
seguro ni en su propia casa”.38 Paradójicamente, este estereotipo negativo pudohaber contribuido
a fortalecer una identidad regional compartida por los habitantes deldepartamento de La Guajira,
quienes con orgullo se reconocen ante todo como guajiros.

2.2 “Una vendetta guajira a la siciliana” 

Los Cárdenas y Valdeblánquez nos fueron referidos principalmente como guajiros e incluso como
“indios” en la historia oral. En la prensa su caracterización como “clanes”, contribuyó a relacionarlos
con los clanes wayúu - también compuestos por un gran número de miembros - ycon los conflictos
librados entre éstos. Además de considerar a las familias como “clanesguajiros”, éstas empezaron a
ser tratadas de “mafiosas” dados sus vínculos con las actividadesilícitas del contrabando, la piratería
terrestre y la marihuana. La prensa contribuyó con laconsideración de ambas familias como
mafiosas a partir de alusiones permanentes a La Guajiracomo “la Sicilia colombiana”, refiriendo el
conflicto como una “vendetta guajira a la siciliana”.39  La Revista Alternativa hablaba de las dos
familias como “lo que en Santa Marta se ha denominadola “mafia proleta”. Se ocupan del cultivo
y/o la compra a los cultivadores de la Sierra Nevada dela marihuana llamada “Santa Marta Gold” y
de la traída y distribución de Maicao y Venezuela delcontrabando...”.40

 Estudios sobre la mafia suelen hacer especial énfasis en que este fenómeno no puede ser
reducidoa una simple dimensión criminal y que en sentido estricto corresponde a la isla de Sicilia y
a su posterior adaptación en Norteamérica, producto de las masivas migraciones de italianos hacia
losEstados Unidos.

“Las otras mafias que han proliferado por las diferentes regiones, a menudo muy distantesentre sí (las
cercanas constituidas por la ‘ndrangheta calabresa y por la camorra napolitana,y un poco más lejos, la clásica
marsellesa y, ahora, la turca, la colombiana, la japonesa y larusa), son fenómenos de fundamental y casi
exclusiva naturaleza criminal, de las que se pueden destacar –sólo en relación con ciertos aspectos comunes
de la organización y delejercicio de actividades criminales -las afinidades con la mafia siciliana”.41
En Colombia el uso del término mafia ha sido frecuente para hacer alusión a los esmeralderos,
asícomo a los marimberos y los traficantes de cocaína.42 Hay quienes consideran que no es
posibleasimilar la mafia con el narcotráfico, en tanto que la mafia obedece a una lógica de
poder (política) y el narcotráfico a una lógica de mercado (económica).43 Darío Betancourt sostiene
queen Colombia sólo se configuró una mafia en torno a la cocaína, ya que tanto la producción en
Colombia y su distribución en los Estados Unidos estaba bajo el control de colombianos.44 Caso
distinto sucedió con la marihuana, en donde eran los norteamericanos quienes controlaban
sucomercialización en los Estados Unidos:

“Ahora bien, aun cuando en La Guajira, había las condiciones favorables para el desarrollode una mafia en
torno a la marihuana, tanto el control de la distribución en manos de losamericanos como el carácter efímero
del negocio (menos de 10 años), solamente posibilitóel surgimiento de los marimberos y los capos, los cuales,
aunque asumieron actitudes y actuaciones que los asimilarían a ciertos comportamientos de la mafia,
mostraron granincapacidad para construir un poder paralelo al Estado. Además de gastar la mayor parte desus
capitales y esfuerzos en el derroche y la ostentación sin lograr constituir un núcleo deuna “familia”, una
“organización” alrededor del negocio de la marihuana, el posterior traslado de sus cultivos a USA, y el
decaimiento de la bonanza cortaron de forma abruptael negocio, iniciándose así (salvo contados capitales que
se trasladaron a la cocaína) ladesbandada de marimberos y capos.”45

 La mafia como fenómeno de delincuencia, cohesionada por lazos familiares que se remontan
por varias generaciones, representa principalmente una actitud frente al Estado y a su
ordenamiento jurídico. Actitud que implica que sus asuntos se resuelven sin invocar al Estado, en
donde la únicaobligación se limita a seguir su código de honor, la omertá (hombría), que obliga a
una ley delsilencio, al prohibir dar información a las autoridades públicas.

“El mafioso no acudía al Estado o a la Ley en sus diferencias privadas con los demás, sinoque se hacía
respetar y aseguraba su propia seguridad, rodeándose de una fama de duro yvaleroso, a la vez que resolvía
las aludidas diferencias en la lucha. No se sentía obligadocon nadie ni reconocía más imperativos que los
propios del código del honor o de la omertá (hombría), cuyo artículo fundamental prohibía que se diese
información a lasautoridades públicas”.46

De igual forma la mafia persigue el control social, económico y político sobre las actividades licitas e
ilícitas dentro de su territorio, en donde el control se traduce en protección y extorsión, adquiriendo
un carácter paraestatal.47 Esta tiende a formarse en sociedades con un orden público permisivo y
débil, en donde los poderes locales se fortalecen y se congregan en torno a un padrino, quien
ejerce cierta protección paternalista a los miembros de la hermandad  o  familia. Dentro de la
mafia existía un credo de cinco puntos en cuyo tercer numeral se señalaba que “unmafioso debe
considerar una ofensa hecha por un forastero a un hermano como hecha contra él personalmente,
y toda la hermandad debe estar dispuesta a vengarla a toda costa”.48 A pesar de que no todos los
miembros de la hermandad se conocían entre sí, una ofensa a uno de ellos eraconsiderada como
una ofensa a toda la colectividad que debía ser vengada, hecho que se asemejaa la ofensa de
honor que se comparte por el parentesco.

Al rechazar y suprimir la mediación del Estado y sus leyes, los mafiosos, hombres de honor,
aceptaban la venganza como forma adecuada para resolver los conflictos. En ese sentido, “por
estecódigo, un siciliano “honorable”, mantenía un silencio inquebrantable concerniente a todas
lasactividades ilegales. Para corregir el abuso, podía acudir a la enemistad y la venganza. Pero
nuncaaceptaría hacer uso de una agencia gubernamental”.49 Ello también guarda semejanzas con
losconflictos de honor, ya que como se vio en el segundo capítulo, recurrir a un tercero se traduce
enrenunciar a limpiar el honor propio.

Los marimberos no pueden ser catalogados como mafiosos en sentido estricto. Si biencompitieron
con el Estado en distintos campos (militar, jurídico, económico), no persiguieron laconstrucción de
un poder paralelo al Estado (político).50 Su corriente caracterización como mafias,se debió
principalmente a que los recursos obtenidos de la producción y comercialización demarihuana, les
permitieron generar comportamientos similares a la mafia tradicional. Uno de ellos por ejemplo, es
que los marimberos, así como la mafia clásica, consolidaron su organizaciónsocio-económica en
torno a las relaciones de parentesco y compadrazgo.51 De igual forma y a pesar de declaraciones
de las familias, donde solicitan la intervención de las autoridades en elconflicto, éstas se guiaron
por la ley del silencio. Daza Sierra afirma del marimbero guajiro que“aparte de la llamada ley del
silencio, el código de conducta de su organización mafiosa se regía por la observancia estricta del
honor, es decir, el empeño de la palabra dada, cuya transgresiónequivalía a la muerte”.52 Según
este autor, su comportamiento violento no era “patológico” sino“normal” dentro de la cultura
guajira, pues estos marimberos, a pesar de ser “guajiros civilizados”, conservaban algunos vínculos
sociales con su “comunidad de origen”.53

 Esta afirmación hace evidente que no resulta posible explicar el conflicto entre los Cárdenas y
Valdeblánquez como un comportamiento exclusivo de estructuras similares a las mafias, ya
que puede resultar equivocado asignarle valoraciones que no le son propias. De igual forma
puedeconducir a que se ignoren otros elementos, como bien podría ser la influencia cultural wayúu.
Almismo tiempo, desconoce la especificidad de la práctica, articulada en torno a capitales
dinámicoscomo el honor y el parentesco, y suscitada en una coyuntura socioeconómica particular
como la bonanza marimbera. Producto de su participación en esta coyuntura ambas familias
fueroncaracterizadas como guajiras, marimberas y mafiosas, lo que contribuyó a reforzar el
estereotipodel guajiro como individuo de naturaleza violenta. Al igual que la mafia tradicional,
losmarimberos instauraron su organización socioeconómica en torno a las relaciones de
parentesco.Este hecho hizo que el conflicto se articulara inicialmente a partir de mecanismos
propios del parentesco, señalando a aquellos quienes estaban obligados a movilizarse hacia el
conflicto, tal ycomo veremos a continuación.

3. El parentesco y el conflicto:

“el problema prácticamente se les traslada a unos primos”

Bien fueran guajiros, contrabandistas, marimberos o mafiosos, la forma más usual para referirse a
los protagonistas del conflicto era a través de sus apellidos: Cárdenas y Valdeblánquez. Hemosvisto
que el conflicto se desató como una venganza de sangre, hecho que pone de relieve la importancia
del vínculo de la sangre, en donde el parentesco señaló aquellos quienes se constituían en actores
y blancos del conflicto. Cuando se referían en el segundo capítulo las principales características del
parentesco presente en ambas familias, se afirmaba que no todosquienes portaban uno u otro
apellido tomaron parte en el conflicto. Tampoco lo hicieron todosaquellos que compartían un
vínculo con un antepasado en común. En ese sentido el conflicto sólo se transmitió entre algunas
parentelas cuya ‘cercanía’, con el victimario José Antonio CárdenasDucad o con la víctima Hilario
Valdeblánquez Mena, significó su respaldo y activa participaciónen el conflicto. Esta ‘cercanía’ se
basó en el mutuo reconocimiento como parientes, que pudoobedecer a criterios tales como la
proximidad en los vínculos de parentesco, así como a otrosfactores como la residencia o la
crianza. Fue así como el conflicto se transmitió de forma pocouniforme entre parentelas allegadas a
los protagonistas iniciales. Para cada caso consideramos las principales y más significativas
parentelas que tomaron parten en el conflicto, cuya revisiónresulta fundamental para verificar las
distintas formas en que el conflicto fue heredado.

3.1 Los Cárdenas y los Gómez Ducad

José Antonio Toño Cárdenas Ducad (1944-1981) fue el responsable de la primera muerte que
desencadenó el conflicto. Ello involucró directamente a sus hermanos, los hijos de Alcibíades
Cárdenas Meriño (1921) y Digna Petronila Ducad Cotes. Casi todos los varones Cárdenas Ducad,
dentro de los que se encontraban Emiro, el segundo muerto en la contienda, Roberto Enrique,
Francisco Eduardo, Ulises Rafael, Albenis y Alcibíades, murieron en el desarrollo del conflicto. En
primera instancia los hermanos del ofensor resultaron ser los blancos de la confrontación.

Árbol genealógico 3

Los Cárdenas Ducad

Junto a los Cárdenas Ducad lucharon sus primos hermanos, los Gómez Ducad, hijos de
MaximinoGómez Ávila y Elda Ducad Cotes (1922), hermana de Digna. En este caso, la transmisión
delconflicto se dio entre primos hermanos, hijos de dos hermanas (los dos círculos negros),
siguiendoestrictamente la vía matrilineal.

Árbol genealógico 4

Los Gómez Ducad


Leonel (1949-1978) y Euclides Gómez Ducad (1952-1979) son recordados como
célebrescompositores vallenatos. “Juro que te amo”, “Amor profundo” y “Mis sueños de amor”
fueronalgunos de los temas compuestos por Euclides y grabados por el Binomio de Oro,
famosoconjunto vallenato radicado en Barranquilla.54 Al referir la noticia sobre su muerte, la
prensaseñalaba que Euclides Gómez hacía vida marital con tres jóvenes” y que la muerte lo
habíasorprendido visitando una de ellas55 . Vale recordar las anotaciones que se realizaron en el
capitulo2 sobre el tipo de familia presente, en donde el hombre es quien entabla múltiples
relaciones con más de una mujer.

Jorge Toto Gómez Ducad (1954-1980) es recordado en la historia oral por sus fechorías, ya que era
“conocido en todo Santa Marta por sus frecuentes atropellos a mujeres y sus sangrientas grescas
callejeras”.56 De él cuentan las versiones orales que “vestía de blanco” y que “salía por la noche a
apostar quién mataba más”. El menor de los Gómez Ducad, Iván (1961-1984), “a quienuna extraña
mezcla de razas lo hacía sorprendentemente buen mozo” participó en la fase final delconflicto como
cabeza de la familia. Con su muerte en 1984 fue señalado como “el último varóndel clan
Cárdenas”.57 La revista Semana refiere que en total murieron 18 hijos de las hermanasDucad
Cotes: Digna, Elda y Aminta.

Los Cárdenas Coronado, como Goyo (1939), también se vieron involucrados en el conflicto. Ellos
son primos hermanos de los Cárdenas Ducad, ya que su padre José Francisco
CárdenasValdeblánquez (1905) era hijo de Francisco Eduardo, padre a su vez de Alcibíades
Cárdenas(1921). Ello hizo que el conflicto también se transmitiera por vía patrilineal entre primos,
hijos dedos hermanos de padre. Este padre, Francisco Eduardo Cárdenas, es el antepasado en
común queune formalmente ambas parentelas. De él se recuerda su actividad en la Pueblo Viejo,
en dondeaprendió la lengua kogui y tuvo descendencia indígena, encarnada en su hijo José María
Cárdenas.

Árbol genealógico 6

Los Valdeblánquez Mena


Quienes asumieron un papel decisivo y protagónico en el conflicto fueron los hijos de Dolores   Lola
Levette y Serafín Pin Valdeblánquez, hijo de Justa Valdeblánquez (1880) y primo de José Antonio
Valdeblánquez. Vale la pena recordar el testimonio de Serafín Valdeblánquez (1918) a la prensa, en
donde a pesar de imprecisiones en nombres y fechas, se muestra la cercanía de sufamilia con los
Cárdenas:

“Yo recuerdo que tanto los Cárdenas como nosotros, éramos dos familias muy allegadas.Todos crecimos
unidos allá en el municipio de San Antonio, por las estribaciones de laSierra Nevada de Santa Marta y
prácticamente compartimos nuestras penas y alegrías,hasta que en un mal día del año 1966 [1970], los
Cárdenas dieron muerte a Alirio [Hilario]Valdeblánquez y desde ese momento se desató la cadena de
venganzas que han costadomuchas vidas...”.58

Árbol genealógico 7

Los Valdeblánquez Levette y Enrique Coronado

De sus hijos, los Valdeblánquez Levette, son recordados Francisco  Kiko (1950), Enrique
Eduardo(1952) y Serafín Segundo (1953), quienes con el transcurso del tiempo fueron reseñados
comoalgunos de los más importantes y reconocidos narcotraficantes de la Costa Atlántica.59 Quien
también fue un famoso narcotraficante era Enrique Coronado Aragón (1938), hijo de María de los
Remedios Aragón (1912), hermana de madre de Serafín Valdeblánquez. Enrique Coronado se
convirtió progresivamente en el estratega principal de los Valdeblánquez, cuando la familia se
radica en Barranquilla y fija su residencia junto a la Segunda Brigada del Ejército. De él se decía
que “según la costumbre guajira, tiene dos mujeres oficiales y un número indeterminado de hijos”
y era referido como “el que ganó la guerra”.60 Debido al parentesco con Enrique Coronado,
losAragón también participaron en el conflicto, como sucedió con Alcides Aragón quien en 1984
erareferido por la revista Semana como el mayor del clan.

 Kiko Valdeblánquez y Enrique Coronado son referidos en la historia oral como los
líderes principales de los Valdeblánquez, caracterizados por ser “manes tesos”, jugadores de gallos
y por su devoción a la virgen del Carmen. De esa época queda el registro de las fiestas en
Barranquilla y de la fe a la virgen del Carmen, en cuyo día, el 16 de julio, aún se escucha como
tradición la canción de Los Hermanos Zuleta:

“Enrique Coronado nos ha mandado una carta, desde Barrranquilla pa los hermanos Zuleta, el 16 de julio yo
voy a hacer una fiesta, pa que vean la virgen en la sala de mi casa, porque esa virgen divina para mi familia sí
representa, el cariño mas puro pa mi mujer y pa toda mi raza”.61

 Al revisar la transmisión del conflicto entre las principales parentelas, se observa que ésta no
seguió de manera estricta por vínculos de parentesco tal como funciona la matrilinealidad en
loswayúu. Sin embargo, existen ciertas regularidades que varían entre ambas familias. Primero
seencuentra que la ofensa y la culpa recayeron directamente sobre los hermanos de los
protagonistas iniciales, los Cárdenas Ducad y los Valdeblánquez Mena. De igual forma, el conflicto
setransmitió entre primos hermanos, bien a través de la vía materna – como ocurrió con los Gómez
Ducad – o paterna – como sucedió con los Cárdenas Coronado –. El conflicto también se extendió a
los hijos de primos colaterales, como aconteció con los Valdeblánquez Levette yEnrique Coronado,
quienes respaldaron de manera decisiva a los Valdeblánquez Mena. Fue asícomo inicialmente el
conflicto se articuló en torno a criterios propios del parentesco como laalianza y la filiación, hecho
que muy pronto se empezaría a transformar.

4. Las ciudades escenarios del conflicto

“Unos en Barranquilla y otros en Santa Marta, y ahí siguió la guerra”

El 16 de agosto de 1970 marcó el inicio de una larga y sucesiva cadena de venganzas de


sangreentre ambas familias, cuando se produjo la muerte de Hilario Valdeblánquez Mena cometida
por Toño Cárdenas en Dibulla. Emiro Cárdenas Ducad, hermano de Toño, se convirtió en la
segundavíctima de la violencia circular que recién empezaba a formarse. Son alrededor de
tres años en loscuales no se encontró registro alguno del conflicto en la prensa. Es de suponer que
en este periodoambas familias se trasladaron de Dibulla a la Alta Guajira y a pueblos y ciudades
vecinas como La Punta de los Remedios, Riohacha y Santa Marta. A ello en definitiva contribuyeron
los recursosadquiridos mediante el contrabando y la producción y comercialización de marihuana,
que les permitió a las familias fijar residencia inicialmente en Santa Marta. Con ello el conflicto
traspasólos límites rurales de Dibulla y se extendió por toda la región, incorporando principalmente
lasciudades de Riohacha, Santa Marta y Barranquilla como nuevos escenarios del conflicto.

Hacia 1973 las familias aparecieron protagonizando abaleos y tiroteos “cinematográficos”


y“espectaculares” en las calles de Santa Marta. Para ese entonces los Cárdenas ya vivían en la
casaubicada en la calle 20 con carrera 8ª, a pocos metros del parque del Cementerio San Miguel,
sitiofrecuente de las encuentros. Según versiones orales, debido a la residencia que
establecieron los Cárdenas en el sector, éste también era llamado   Parque de los Cárdenas. Heridos
de uno y otro bando, junto a inocentes muertos, fueron los resultados de los primeros
enfrentamientos queempezaban a ser referidos en la prensa.62 Incluso cuando moría alguna
persona de apellidoCárdenas o Valdeblánquez pero que nada tenía que ver con el conflicto, se
relacionaba con las dosfamilias guajiras.63

Fue con la muerte de Roberto Cárdenas Ducad en mayo de 1974 que el conflicto retomó unimpulso
decisivo. Hermano de Toño, Roberto se había casado en 1966 con Carmen MaríaValdeblánquez
Levette, cuatro años antes que las familias se enemistaran a muerte.64 Según versiones se dice
que murió traicionado por sus cuñados al asistir a una reunión para lograr un acuerdo que pusiera
fin al conflicto.65 La respuesta a la muerte de Roberto no se hizo esperar. El 16 de agosto de 1974,
en una balacera en Santa Marta murieron asesinadas cuatro personas, dentro de los que se
encontraban un oficial retirado, un informante del ejército y dos hermanos, Moisés y Sabas
Valdeblánquez Levette, éste último “uno de los principales jefes de la familia Valdeblánquez”.66
Desde ese momento y tal como fue frecuente en las alusiones de la prensa, seafirmaba que este
nuevo enfrentamiento había dado por terminado el conflicto, “ya que estas dosfamilias, señaladas
de mafiosas, se han destruido casi totalmente, pues los Valdeblánquez yahabían, de antemano,
dado muerte a miembros de la familia Cárdenas.”67

 Contrario a lo que se pensó, el conflicto estaba lejos de llegar a su final. A los pocos días
fueasesinado José Ducad Cotes, tío de los Cárdenas y se registraron nuevos tiroteos y abaleos,
queempezaban a hacer critica la situación de orden público en la ciudad. Se comentaba que
“estamañana se produjo un hecho singular que alarmó el sector donde residen los Cárdenas,
cuando se presentaron varios miembros de los Valdeblánquez a impedir el entierro de José Ducad
Torres.Testigos presenciales aseguraron que varios elementos fuertemente armados trataron de
impedir que fuera sacado el cadáver ya dispuesto para ser sepultado”.68

 La prensa samaria describía una situación que “parece que se viviera en el Oeste levantisco de
losEstados Unidos” y criticaba la inoperancia de las autoridades ante “esos brotes de
salvajismocavernario”.69 Se lamentaba que una “tropa de forajidos que por motivos que sólo a
ellos interesa,sin responsabilidad ninguna esgriman armas y disparan a troche y moche sin importar
lasconsecuencias que pueden traer a los transeúntes ni a los habitantes de casas situadas
eninmediaciones de la balacera, es algo que solo ocurre en zonas salvajes”. Resulta elocuente,
comose anotó anteriormente, la manera en que el conflicto contribuyó a fortalecer una imagen
delguajiro como ser violento, que encarnado en los Cárdenas y los Valdeblánquez constituía
unaamenaza creciente para los samarios.

4.1. Expulsión de Santa Marta:

“fue a raíz del temor de toda la gente”

En septiembre de 1974 la opinión pública y la prensa escrita empezaron a exigir la actuación de las
autoridades frente a los desmanes protagonizados por las dos familias guajiras, quienes en agosto
habían protagonizado “tiroteos casi a diario”. Un editorial del diario samario El
Informador   denunciaba:
“Nuevamente las calles samarias fueron teñidas con la sangre de los mafiosos. No sabemoshasta cuando las
autoridades permitan estos desafueros, porque si se tratara de gente de Santa Marta, hasta podríamos tolerar
un poco los insucesos porque pertenecen a esta tierra; pero es el caso que quienes tienen en ascuas a la
ciudad y sus habitantes son personas quehan venido a refugiarse entre nosotros, porque de dónde son, no
tienen cabida”.70

La alcaldesa de la ciudad, Ana Sánchez de Dávila, tomó cartas en el asunto. Reunió a las
dosfamilias y mediante la resolución 114 del 5 de septiembre de 1974, ordenó el extrañamiento de
losmiembros de las familias Cárdenas y Valdeblánquez a más de 100 kilómetros de los
límitesmunicipales.71 La disposición se basaba en un “viejo código del siglo XIX”, que “autorizaba a
losalcaldes para expulsar de sus territorios a las personas o familias que causaran
“escándalo público” o “temor a la población”.72 Los Cárdenas abandonaron escoltados la ciudad
con rumbo aFundación, Magdalena, donde tenían familiares, mientras que los Valdeblánquez se
resistieron aabandonar la ciudad y en allanamiento a su residencia se encontró numeroso
armamento.73

Sólo pasó un mes para mostrar que el destierro de ambas familias no era más que una ilusión, pese
a que la en ese entonces alcaldesa, nos afirmó: “yo no volví a oír nada de ellos”.74 A los pocos días
se registró un nuevo “tiroteo guajiro en Santa Marta”, en el que murió Orlando Isaac Valdeblánquez
Levette y Jesús Fernández, éste último ajeno al conflicto.75 Fueron detenidos trece personas, en su
mayoría miembros de los Cárdenas acusados de porte ilegal de armas y JoséValdeblánquez Mena, a
quien se le encontró un rifle con mira telescópica. Se aseguraba que “eltiroteo del sábado se
esperaba de un momento a otro, ya que ambas familias (según decirescallejeros) se habían citado
a echarse plomo en cualquier sitio de la ciudad”.76 Santa Martaamaneció empapelada, se exigía la
expulsión de las familias guajiras que habían creado una psicosis y un terror permanente en
la ciudad.77

4.2 “La vendetta guajira se trasladó a Barranquilla”

Con la expulsión formal de Santa Marta, los Valdeblánquez progresivamente abandonaron laciudad,
radicándose unos en Riohacha y otros en Barranquilla. Hicieron de Barranquilla su centrode
operaciones, estableciendo residencia en cercanías a las instalaciones de la Segunda Brigadadel
Ejército.78 Se señala que los Valdeblánquez y los Cárdenas, “partieron los unos haciaBarranquilla y
los otros hacia Santa Marta. Establecieron entre ellas un tratado de límitesterritoriales: quien
traspasara un punto intermedio fijado en Ciénaga, sería hombre muerto”.79 Muy pronto los
titulares de prensa daban cuenta de la manera en que el conflicto se había trasladado a la capital
del departamento del Atlántico.80 Tiroteos sucedidos desde finales de 1974 y a lo largo de 1975
tuvieron como escenario permanente las ciudades de Barranquilla y SantaMarta, aumentando la
alarma y el temor hacia los guajiros que se habían tomado las dos ciudades.81

 En este momento ya resultaban evidentes los efectos generados por los recursos de la
marimba,los cuales cambiaron progresivamente la dinámica del conflicto. De un lado brindaron
la posibilidad a ambas familias de establecerse en las ciudades, lo que fijó territorios específicos
y propios para cada una de las partes en conflicto. De igual forma la prensa empezó a
referir incautaciones de numerosas armas y municiones, hecho que sólo era posible entender a
partir delalto caudal de dinero que financiaba el conflicto.

En febrero de 1975 se registró un tiroteo entre el F-2 y una “banda de guajiros”,


mientras serealizaba un allanamiento a las residencias Boston en Barranquilla. Allí se
encontraron “cinco revólveres marca Mane, cinco granadas tipo piña, dos placas con idéntica
numeración, además denumerosos proyectiles”. Fueron detenidos los miembros de la “banda de
guajiros”, quienesaparecían además vinculados con la muerte de un estudiante.82 Lo que las
autoridades y la prensa ignoraban inicialmente era que aquella “banda de guajiros” eran los
Valdeblánquez. Pocos días después se daba la noticia que los 18 detenidos “resultaron ser
miembros de la familia Valdeblánquez, aquellos que en las principales calles de Santa Marta se
batieron a tiros con susrivales los Cárdenas”, añadiendo que “la noticia ha causado revuelo en
Barranquilla, ya que enningún momento se pensó que estos sujetos peligrosos en el momento de
ser sorprendidos y preguntados por sus nombres, ninguno respondió a ese apellido”.83 En las
informaciones inicialesel apellido Valdeblánquez no figuraba, revelando la intención de los detenidos
de evitar ser relacionados como miembros del “clan” Valdeblánquez. Ello era señal que portar uno u
otroapellido empezaba a tener una connotación negativa.

Ante cualquier suceso de carácter violento que se presentaba en Barranquilla, la prensa


se preguntaba “¿Vendetta entre guajiros?”, así no existiera certeza de que el hecho hubiera
sido protagonizado por Cárdenas y Valdeblánquez.84 Se comentaba en la prensa que los
“guajirosamenazan de muerte a un juez”, para referirse a “los comerciantes de apellido
Valdeblánquez y lafamilia Cárdenas quienes han venido sosteniendo durante varios años viejas
rencillas queestallaron en frecuentes tiroteos (...), llevando la peor parte los Valdeblánquez”.85
Hasta allí los Cárdenas aparecen como los supuestos “ganadores” del conflicto.

A lo largo de 1975 se registraron tiroteos y enfrentamientos de manera esporádica. En agosto


murió un vendedor del almacén 007  en Santa Marta, donde se encontraban de compras los
Cárdenas.86

En septiembre se describía que como resultado de una llamada anónima, la policíahabía logrado
impedir un tiroteo entre las dos familias “quienes se encontraron en la esquina de lacalle 60 con la
carrera 46 de Barranquilla y se disponían batirse a bala”.87 Luego del registro deun nuevo tiroteo
en octubre de 1975,88 el conflicto pareció calmarse, como si un pacto de pazhubiera silenciado los
revólveres por todo el año de 1976.

5. Los mediadores y los pactos de paz:“más que todo a atizar, a  encender el mallal”

Retomando las ideas de Girard sobre la venganza de sangre, se señalaba como ésta suele
generarseante la ausencia de un tercero que tenga la última palabra en la enemistad desatada
entre dosiguales, y que mediante un pacto o un acuerdo, logre dar por terminado el proceso de
violenciacircular. En el caso de los conflictos entre familias no indias, la gobernación del
departamento deLa Guajira fijó como política de paz hacia el año de 1992 servir como intermediario
para la firmade pactos de paz.89 Dicha política no cobijó a los Cárdenas y Valdeblánquez pero sirve
a manerade ejemplo de cómo los rumores y chismes callejeros cumplen las veces de un mediador
quealimenta y enciende los conflictos.

En la celebración de dichos pactos, junto a los representantes de las familias, actúan


comomediadores el gobernador, sacerdotes y veedores elegidos por ambas familias. Los pactos de
paz dejan consignados el compromiso a cesar las agresiones verbales y físicas, a permitir el
libretránsito y se establece una fianza representada en dinero en caso de una violación
al acuerdo. Las familias Pinto y Gómez, conocidos popularmente como los Gavilanes, fueron
protagonistas deotro cruento y sonado conflicto entre familias ocurrido en Riohacha. En reunión de
enero 29 de1992, buscaban la firma de un pacto de no agresión. Daniel Gómez, representante de
los Gavilanes, sostiene:

“Yo me acogí a este pacto de paz pensando en los niños y en toda la familia. Quiero detodo corazón que este
sea un acuerdo serio que perdure para siempre. Que los cuentos y losrumores callejeros no lo rompan, si
escuchan algún chisme debemos aclararlo con lostestigos comprometidos en el pacto”.90

 En el caso de los Cárdenas y Valdeblánquez sucedió lo mismo, ya que la participación de untercero
en el conflicto era asociado con su intención por acrecentarlo y atizarlo. Inicialmente elconflicto
tenía un carácter directo, en tanto eran los miembros de las distintas parentelas los que seatacaban
mutuamente. Los recursos de la bonanza posibilitaron que ambas familias contrataran sicarios
(como el Tin Sánchez), mercenarios, informantes e incluso miembros de la policía, elejército y la
guerrilla91. Con ello el conflicto se convirtió en fuente importante de empleo, lo quehizo que
también existieran intereses en mantenerlo. De igual forma sufrió una transformaciónsustancial, ya
que el conflicto dejó de estar articulado exclusivamente a partir de relaciones de parentesco, lo que
hizo que creciera de forma desmedida y que resulte difícil determinar elnúmero de muertos que
trajo consigo.

Fue así como debido a que las familias en disputa eran numerosas y extensas, apoyadas por
unejército de trabajadores, pistoleros y guardaespaldas, no hay unanimidad sobre la cantidad
demuertes desatadas con el conflicto. De igual forma solían ser más los inocentes muertos en
losenfrentamientos que los miembros de una u otra familia. Alfredo Molano y et al. hablan de 500
muertos,92 mientras José Cervantes Angulo refiere la cifra de 125 muertos en 5 años según datos
de la policía y añade que “Cárdenas y Valdeblánquez no combaten solos, a ellos se unieron otras
familias por vínculos de negocio o parentesco”.93 En 1984 se indica que 11 muertos pertenecen
alos Valdeblánquez y 30 a los Cárdenas, mientras versiones orales hablan de 87 muertos de los
Valdeblánquez y 77 de los Cárdenas, “porque era una familia más corta”.94 Ni los mismosafectados
en el conflicto, como Serafín Valdeblánquez parecen tener certeza sobre el número demuertos:

“Al preguntarle sobre la cantidad de muertos, el anciano expresó no tener conocimiento exacto. Sin
embargo, por las averiguaciones hechas y por los numerosos detalles se ha podido establecer que durante 14
años deguerra entre los dos grupos familiares, más de cien personas, tanto de un lado como del otro,
incluyendoamigos y trabajadores han caído bajo las balas”.95

La primera referencia encontrada sobre un intento por concluir el conflicto entre ambas familias
esel relato de la muerte de Roberto Enrique Cárdenas Ducad, quien murió al atender un llamado
delos Valdeblánquez para sellar la paz.96 Sin embargo, fueron pocos los mediadores que la
historiaoral refiere entre los Cárdenas y los Valdeblánquez. Algunas escuetas versiones apuntan a
señalar al abogado y ex parlamentario por el M19, Ricardo Villa, quien habría prestado sus
servicioscomo intermediario entre ambas familias97. Villa resultó asesinado el 23 de diciembre de
1992, al parecer por su actividad como abogado en la defensa de unos terrenos en Pozos
Colorados.

Maracas, Rafael Arón Manjarres, es también reseñado como uno de los mediadores entre ambas
familias. Este marimbero riohachero construyó el alcantarillado del barrio samario de Gaira y logró
salir elegido concejal de Santa Marta. Es recordado también por la aplicación del talión, pues ante
el secuestro de su hija respondió con el secuestro de la hija del secuestrador. Se dice que Maracas
“había sido condenado por sus propios colegas”, en donde a pesar de que se conocíansus asesinos,
se impuso “la Ley del Silencio, muy en boga entre mafiosos”.98   Alternativa señala que Maracas
murió acribillado en los primeros días de marzo de 1979, como resultado de lasdisputas entre los
Cárdenas y Valdeblánquez.99

5.1 El Estado en el conflicto:“Utilizaron hasta las autoridades”

Lejos de cumplir el papel de un tercero en el conflicto, el Estado representado en las


autoridades políticas, judiciales y militares actuó como espectador e incluso como parte en el
conflicto. La única intervención directa se refiere al destierro simbólico de las dos familias de Santa
Marta por  parte de la alcaldesa en septiembre de 1974. En cada ocasión que la prensa reseñaba
unenfrentamiento entre las dos familias, incluía un apartado final en donde las
autoridadesdeclaraban que tomarían “medidas especiales” y que se encontraban adelantando una
“exhaustiva investigación”. Aun cuando se sabía quienes eran los agresores y los agredidos, no se
encontraronregistros sobre detenciones de miembros de una u otra familia producto de los
enfrentamientos.Aquellos quienes eran detenidos, lo eran bajo cargos por porte ilegal de armas y
más adelante, enel caso de los Valdeblánquez, fueron encarcelados bajo cargos por
narcotráfico.100

 Como mencionamos, el dinero producto de la bonanza le permitió a las dos familias hacerse a los
servicios de las autoridades policiales y militares. Se decía que “José Antonio Cárdenas ha sidovisto
repetidos veces vestido de civil con varios policías, haciendo requisas en el retén a la salida a
Barranquilla”.101 El poderío logrado por los Valdeblánquez y Enrique Coronado en Barranquillaera
relacionado en las narraciones orales con el establecimiento de su residencia en cercanías a la
Segunda Brigada del Ejército. Mientras los Cárdenas fijaron su residencia al lado de uncementerio
en Santa Marta, los Valdeblánquez vivían junto a los militares en Barranquilla, casaque los taxistas
llamaban “la tercera brigada”.102 Algunas versiones sostienen que la estrechacolaboración entre
los Valdeblánquez y la Brigada, era producto en cierta medida de la relaciónsostenida entre el
general y una mujer de los Valdeblánquez.103 Este hecho acrecentó el número dealiados, en este
caso militares, que participaron del conflicto del lado de los Valdeblánquez. Unarticulo de prensa de
1977 criticaba los vínculos entre los “guajiros” y la Segunda Brigada:

“En toda la costa y de manera especial en Barranquilla se comenta que es la misma Segunda Brigada, con
sede en esta ciudad y que tiene a su cargo el control militar de los departamentos costeños, incluyendo La
Guajira, la que concede salvoconductos especiales para el porte de armas a toda clase elementos oriundos de
ese departamento y muchos de loscuales no tiene antecedentes muy claros o sirven como ‘guarda espaldas’
de otros elementosde quienes se sabe en la propia Brigada, por que necesitan sus famosos
‘guardaespaldas’”.104

Además de proveer armas a las familias, las autoridades se vieron implicadas en escándalos
decorrupción y complicidad. El caso más dramático lo constituyeron las dos ocasiones en
quemiembros de los Cárdenas murieron asesinados mientras se encontraban en la cárcel de
SantaMarta cumpliendo condena por porte ilegal de armas.105 Las autoridades incluso se prestaron
paracometer asesinatos, como sucedió con José Antonio Cárdenas, quien recibió tiros
disparadosdesde una patrulla policial en 1981. También con su hermano Alcibíades Cárdenas Ducad
quienfue asesinado en Boyacá en 1983 y como responsable fue detenido un cabo del ejército
adscrito ala Segunda Brigada con sede en Barranquilla. De igual forma aconteció, Iván Gómez
Ducad, cuyo asesino fue un cabo del F-2 de la policía.106
 “La muerte del último de los miembros del clan, Iván Gómez, tuvo similitud con la muerte de Antonio Toño
Cárdenas Ducad, acaecida en marzo del 81 y en la cual estuvo involucradoel teniente Rivera, de la Policía
Nacional, y quien en ese entonces era comandante de laEstación de Policía de El Rodadero”.107

 Antes que mediar entre las partes, las autoridades del Estado tomaron parte activa en el
conflicto,actuando bajo las órdenes y el dinero de ambas familias. Lejos de contribuir a solucionar
y dar  por terminado el conflicto mediante el diálogo o la aplicación de la ley, las autoridades
fueronespectadores partícipes de la confrontación. En ese sentido, se hace evidente que en el
conflictoentre los Cárdenas y los Valdeblánquez, la autoridad soberana no reposaba en un tercero –
unmediador o el Estado - sino en las familias y sus aliados, quienes se movilizaron en un
círculocontinuo donde hacer justicia por la propia mano se consideró el mecanismo adecuado
ytradicional para defender y restablecer el honor familiar.

5.2 La muerte de Pacho Cárdenas:

“En una reunión en una gallera rompieron un pacto” 

Fueron diversas las declaraciones en donde una y otra familia manifestaba su deseo por alcanzar la
paz y terminar con el derramamiento de sangre.108 En tales declaraciones se proponía al
Comandante de la Segunda Brigada y los obispos de Santa Marta y Barranquilla como garantes.
A pesar de ello, es necesario señalar que nunca se logró un acuerdo definitivo y que los
celebradosfueron violados. Unos y otros se culparon mutuamente de ello. Iván Gómez Ducad
declaraba en 1979 que los Valdeblánquez “son los primeros en romper los pactos de no agresión
que hemoshecho, y prueba de ello fue que dieron muerte a Francisco Cárdenas en Riohacha”.109

Luego de un silencio noticioso sobre las familias y sus enfrentamientos durante todo 1976, se dioun
hecho que constituye según la historia oral y los registros periodísticos, una violación a unacuerdo
por parte de los Valdeblánquez. El 2 de febrero de 1977, día de la virgen de los Remedios, patrona
de los riohacheros, fue asesinado en la gallera Monche Castro en Riohacha,Francisco Eduardo
Cárdenas Ducad.110 La respuesta de los Cárdenas se presentó exactamente unmes después, el 2
de marzo, cuando fue lanzado un petardo contra la residencia del matrimonioValdeblánquez Mena
en Riohacha, los padres ya “ancianos” de Hilario.111 Producto del estallido murió Corina Mena de
67 años y Antonio Malachía Valdeblánquez de 78, recibió heridas por las cuales murió poco tiempo
después. Después de la aparente tregua de 1976, las muertes de Francisco   Pacho Cárdenas y
Corina Mena, primera mujer muerta en el conflicto, desnudaron laradicalización del conflicto, que
muy pronto se empezó a tornar en un conflicto indiscriminado.

6. El recrudecimiento del conflicto:“Eso fue muerto de uno y otro lado” 

 Los ataques solían realizarse en situaciones donde se garantizaba la reunión de un buen número
delos miembros de la otra familia, como bien podía ser los actos fúnebres. Ello fue lo que sucedió
en junio de 1978, cuando “un grupo de desconocidos” aprovechó la concurrencia de miembros de
losGómez Ducad al sepelio de la señora dibullera Teotiste del Prado y disparó desde una
camionetacontra el cortejo fúnebre. Luego de resultar herido, murió Leonel Gómez Ducad de 29
años, elmayor entre sus hermanos varones.112 En octubre de 1978 resultó asesinado en un bus de
Rápido Ochoa que se dirigía a Barranquilla, Elainer Moscote Mena “de 26 años de edad y natural de
LaGuajira” quien “es familia de los Valdeblánquez”, ante lo que la prensa advierte que “se
recrudecela rivalidad”.113
 Con el asesinato del periodista Carlos Castillo Monterrosa, allegado a los Cárdenas, el conflicto
empezó a ser noticia reseñada en los principales medios nacionales. Este “conocido periodista
deportivo y farandulero” era además representante del conjunto vallenato Binomio de Oro.114
Castillo Monterrosa fue asesinado por sicarios frente a su casa en Barranquilla el 30 de junio
de1979. Los miembros de los Cárdenas en carta enviada al diario  El Tiempo acusaron del crimen
alos Valdeblánquez y explicaban las razones del mismo:

“En la carta se asegura que Castillo había viajado a Santa Marta la semana anterior con elfin de asistir a los
actos conmemorativos de la muerte de Leonel Gómez Ducad, jefe del

109. “Dicen los Cárdenas: no queremos más sangre, anhelamos la paz”,  El Informador, Santa
Marta, Octubre 30, 1979, pp. 1-6, p. 6.

110. “Ultimado en pelea de gallos en Riohacha”, Diario del Caribe, Barranquilla, febrero 4, 1977, p.
2.

111. “Dan muerte a padres de los Valdeblánquez”, Diario del Caribe, Barranquilla, Marzo 3, 1977,
p. 1.

112. “Violencia en Santa Marta”, Diario del Caribe, Barranquilla, junio 28, 1978, pp. 1-2. “Cuatro
muertos por granadasen un entierro. Cárdenas y Valdeblánquez reinician guerra”,  El Heraldo,Junio
28, 1978, pp. 1-5A; “A cinco subió elnúmero de muertos en Santa Marta”,   Diario del Caribe, junio
29, 1978, p. 2.

113. “Asesinado a bala en bus de Ochoa. La victima era familia de los Valdeblánquez. Se recrudece
rivalidad”,  El   Nacional, Barranquilla octubre 17, 1978, pp. 1-4.114 “La mafia también
censura”, Revista Alternativa, Bogotá, No. 22, julio 5-12, 1979, p. 26.

 clan de los Cárdenas y quien murió durante el funeral de la señora Teotiste del Prado. Los Cárdenas aseguran
que la asistencia de Castillo a este acto, le vino a causar la muerte”.115

La muerte del periodista generó indignación en medios nacionales y regionales, quienes en señalde
protesta adelantaron una marcha del silencio con un paro de emisoras y periódicos. A
lasacusaciones formuladas por los Cárdenas, los Valdeblánquez respondieron que no eran “ni
amigosni enemigos del periodista Castillo”. A su vez aprovechaban para culpar a los Cárdenas
“quieneshan matado en lo que va corrido del año a tres taxistas, dos conductores de buses, y piden
que seinvestiguen las muertes del edil Rafael Aarón, alias “Maracas” y un alto ejecutivo de la
cadenaArdila Lulle, porque ‘en Santa Marta se dice que fueron ellos’”.116

 En publicación del diario  El Bogotano se afirmaba que los Cárdenas y Valdeblánquez habían
acordado firmar la paz.

“La guerra entre estas dos familias fue aprovechada por las mafias organizadas de laCosta Atlántica, para
actuar y acribillar a sus enemigos a plena luz del día y para despuéshacer que la culpa recayera sobre los
Valdeblánquez o los Cárdenas. Se dijo que esto fueuno de los principales motivos que los obligó a pactar la
paz definitivamente.”117

Sin embargo allí solo aparecía la versión de los Valdeblánquez. A los pocos días los diarioshablaban
sobre “otro miembro del clan de los Cárdenas” que caía bajo las balas.118 Se trataba deEuclides
Gómez Ducad de 27 años, asesinado en el momento de abordar un lujoso vehículoLincoln en el
parque  El Cundí  de Santa Marta. Quien fuera recordado por sus canciones vallenatasy hacía “vida
marital con tres jóvenes”, recibió veinte impactos de bala, a lo que fue rematado conuna granada.
Los Cárdenas negaron las informaciones aparecidas en El Bogotano frente a la firmade un pacto de
paz, al tiempo que lamentaban lo sucedido con Euclides, “todo se debió a un descuido de él
mismo”, comentaban. Diez días después aparecieron declaraciones de los Cárdenas en El
Informador  donde expresaban: “no queremos más sangre, anhelamos la paz” y acogían
la propuesta de Enrique Coronado, “cabeza visible del clan de los Valdeblánquez”, quien promovíala
firma de un nuevo pacto de paz.119 Sin embargo, se formulaban nuevas acusaciones contra
losCárdenas. Enrique Coronado los acusó de la muerte de cinco hombres ultimados en un bus
deRápido Ochoa que viajaba entre Riohacha y Barranquilla.120 Estos hombres, oriundos del
interior del país, al parecer eran trabajadores de Enrique Coronado y su muerte evidencia la forma
en queel parentesco había dejado de ser el mecanismo selectivo para elegir las víctimas.

6.1 Las “zetas” y “la guerra entre hombres”

Aun cuando no existía un código que reglamentara el conflicto y se afirmara que ambas familias“se
daban donde se encontraban”, se pueden ubicar ciertos patrones que marcaron algunastendencias.
El tiempo y los aniversarios de muertes marcan cierta regularidad en el desarrollo del

115. “Barranquilla sin prensa y radio por paro”,  El Tiempo,Bogotá, julio 4, 1979, pp. 1-11A

116. “Por muerte de periodista. Éxito en marcha del silencio”,  El Tiempo, Bogotá, julio 5, 1979, p.
8A.

117. “Firman la paz”, El Bogotano, Bogotá, octubre 4, 1979, p. 7.

118. “Cae otro miembro del clan de los Cárdenas. Una Granada y varias ráfagas de metralleta
acabaron con la vida deEuclides Gómez Ducat”, El Informador, Santa Marta, Octubre 20, 1979, pp.
1-6.

119. “Dicen los Cárdenas: no queremos más sangre, anhelamos la paz”,  El Informador,Santa
Marta, Octubre 30, 1979, pp. 1-6.

120. “Matanza en bus de Rápido Ochoa”, El Heraldo, Barranquilla, octubre 27, 1979, pp. 1-5.

conflicto. Los ataques y las muertes suelen repetirse en los mismos días y meses de años
distintos,lo que podría permitir hablar que el conflicto se desarrollaba de acuerdo a fechas y
periodos detiempo específicos, lo que algunos llaman “zetas”. Como ejemplo de lo anterior, véase
el siguiente cuadro:

Fecha Decesos y atentados  Lugar


 Agosto 16, 1970 Hilario Valdeblánquez Mena  Dibulla
Agosto 16, 1974  Sabas y Moisés Valdeblánquez Levette  Santa Marta
Agosto 16, 1983  Atentado fallido contra Iván Gómez Ducad  Santa Marta
Febrero 2, 1975  Atentado fallido contra Ulises Cárdenas D.  Santa Marta
Febrero 2, 1977  Francisco Cárdenas Ducad  Riohacha
Febrero 3, 1981  Atentado fallido con carro bomba contra la Santa Marta
residencia de los Cárdenas
Febrero 4, 1984 Iván Gómez Ducad  Santa Marta
Marzo 2, 1977  Corina Mena  Riohacha
Marzo, 2, 1981  José Antonio Toño Cárdenas  Santa Marta
Junio 28, 1978  Leonel Gómez Ducad  Santa Marta
Junio 30, 1979  Carlos Castillo Monterrosa  Barranquilla

El 16 de agosto de 1974, exactamente 4 años después de la muerte de Hilario, fueron


asesinadosMoisés y Sabas Valdeblánquez. La respuesta a la muerte de Pacho Cárdenas ocurrida el
2 defebrero, se registró un mes después con la muerte de Corina Mena el 2 de marzo de 1977.
Enfallido atentado con una bomba a Toño Cárdenas, se advertía que sus autores “tenían previsto
elhecho para el día lunes dos de febrero fecha en la cual se cumplía el tercer aniversario de
lamuerte de Francisco “Pachito” Cárdenas Ducad, ocurrida en la gallera de Riohacha”.121 Cuando
Toño fue asesinado un mes después, el 2 de marzo, la prensa afirma que “esta fecha
conmemorabael 4º. Aniversario de la muerte de Corina Mena de Valdeblánquez que fue volada en
la residenciade ésta en Riohacha (...) Ambos bandos siempre han buscado la fechas en que ha
caído muertouno de sus miembros para vengarse. Eso ocurría con mucha frecuencia con el Clan
Cárdenas deacuerdo a la estadística que lleva la policía”.122 Carlos Castillo Monterrosa fue
asesinado despuésde asistir a la misa que conmemoraba un año de la muerte de Leonel Gómez
Ducad, lo que popularmente se llama como el “cabo de año”. Este hecho dejó de presentarse con
el paso de los años, ya que la radicalización a la que llegó el conflicto, hizo que las muertes
sucedieran independientemente de fechas o aniversarios de muertes anteriores.

En el segundo capítulo se vio la manera en que hombres y mujeres ocupan lugares y roles distintos
dentro de la estructura familiar. Lo mismo sucede con relación al conflicto, donde la diferencia de
géneros determina roles específicos. Distintas referencias en la historia oral comentan que “no tiene
honor pelear contra una mujer, la guerra es entre hombres”, lo que manifiesta cierta regla que
excluye a ancianos, mujeres y niños del conflicto. En cuestiones dehonor, la mujer alimenta y exige
la venganza. La descripción de Pia di Bella, sobre elcomportamiento de las mujeres cuando se
presentaba una afrenta al honor en Sicilia, guardaelocuentes semejanzas con los Cárdenas y
Valdeblánquez:

121. “Fracasó atentado a los Cárdenas. Los autores murieron al estallar antes de tiempo una
bomba”,  El Informador, SantaMarta, febrero 4, 1981, pp. 1-2.

122. “Asesinado el único miembro del clan Cárdenas”,   El Informador, Santa Marta, marzo 6, 1981,
p. 5.

 “La vergüenza que ello acarrea es sentida intensamente por las mujeres, que alientan a sushombres con
palabras, canciones o actos a recuperar el honor de la familia. Tras lasinterminables vendettas sicilianas o
sardas se halla invariablemente al menos una mujer que se asegura de que los hombres se venguen de un
asesinato. Cuando el ataúd de lavíctima es expuesto al público, la mujer canta, como una attitadora,
denunciando la muertede su hermano, padre o marido, proclamando que pronto será vengado”.123

 En el entierro de uno de los últimos Cárdenas muerto producto del conflicto, se señala que en su
sepelio se escuchaban gritos de mujeres Cárdenas: “¡Era tan joven, porqué me lo mataron!,  Habrá
castigo para los asesinos de nuestros hijos!”.124 Anne-Marie Losonczy señala incluso que“la
intercesión fracasa muchas veces debido a la intervención de las mujeres mayores queexteriorizan
el conflicto, llamando a gritos a la venganza en la calle”.125 Los hombres figuraroncomo los actores
que toman parte en el conflicto, mientras las mujeres alimentaron el odio con susexigencias de
vengar la muerte violenta de hijos, padres, tíos y esposos. Las mujeres fueronquienes deben
sobrellevar la carga y el sufrimiento de los muertos, como se lo explicaba ElimelecGómez Ducad a
la prensa en 1984: “Esto es el infierno, le juro, pero uno se endurece. A mí ya nome arrancan una
lágrima”126. Cuando se observan las parentelas que tomaron parte en el conflicto,se confirma que
los muertos correspondieron principalmente a los hombres adultos de cada una delas partes.

Sin embargo, fue tal el radicalismo entre los Cárdenas y Valdeblánquez que no hay que olvidar
las palabras de Camilo el médico, quien señalaba que “había una cosa rarísima, en esa época
lasmujeres no se metían a la guerra y en esta guerra todas las mujeres se metieron, todas
andabanarmadas”. Ello es recordado en las narraciones orales encarnado en personajes como ‘La
Muda’,“quien sí daba plomo”. Este hecho hizo que las mujeres se convirtieran en blancos posibles
de losataques, lo cual marcó la transformación y radicalización del conflicto.

En marzo de 1979 se registraba que por primera vez había sido victima de un atentado el joven
de18 años Iván Gómez Ducad. Al respecto se comentaba que “el joven Iván Gómez
Ducad proyectaba viajar en los próximos días a Europa con el fin de seguir estudios de derecho.
Estenunca había sido objeto de atentado por parte sus enemigos personales”.127 Ello podría
significar que un niño se considera hombre y entra a participar en el conflicto una vez cumple los
18 años. No obstante, no hay que olvidar aquella voz dentro de las narraciones orales que
comentaba sintapujos que un niño se considera hombre “cuando tenga la capacidad de matarme”.
Dejar crecer alos niños era por tanto permitir que enemigos potenciales crecieran y vengaran su
sangre. Con la bonanza y los cambios introducidos por esta coyuntura en la estrategia emprendida
por los actoresen conflicto, la edad, así como el sexo o tiempos específicos, dejaron de ser criterios
que de ciertaforma regulaban el conflicto. Este empezó a tener un carácter indiscriminado y se
degradó aniveles tales que la última muerte de la que se tiene registro es la de Hugo Nelson
Cárdenas de tansolo 12 años.

123. Maria Pia Di Bella , “El nombre, la sangre y los milagros”, Op.cit., p. 206.

124. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p.28.

125. Anne-Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p. 237.

126. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p.28.

127. “Otro atentado contra los Cárdenas. Herido joven de 18 años cuando se encontraba en un
Bronco”, El Informador,Santa Marta, marzo 13, 1979, p. 3.

6.2 “Esa regla se rompió después de la muerte de Briceida” 

La muerte de Corina Mena (1977) significó una violación al principio de mantener al margen a
mujeres y ancianos. Con este hecho se empezó a marcar la radicalización del conflicto. Sinembargo
fue en mayo de 1980, con la muerte de Briceida Parra de Valdeblánquez esposa de Serafín
Valdeblánquez Levette, donde ya no pareció haber regla que fijara criterio alguno. La joven de 23
años fue asesinada en un taxi que la llevaba de Barranquilla a Santa Marta, donde se proponía
visitar a su padre enfermo. Junto con ella muere el taxista Miguel Villa.

“De acuerdo con la versión de Enrique Coronado, los Cárdenas se han dedicado a patrullar el sector de la
Troncal del Caribe entre Ciénaga y Mamatoco con el objeto de “cazar”Valdeblánquez. En los últimos 60 días,
han muerto un total de siete miembros del Clan delos Valdeblánquez o personas vinculadas a ellos. En la
cruenta guerra de exterminio quesostienen Cárdenas y Valdeblánquez, ni las mujeres se escapan. Estas
también sonvictimas del odio y la venganza”.128

 Las acusaciones ya eran directas y con nombre propio. En rueda de prensa con los medios,
“inicialmente tomó la palabra Enrique Eduardo Valdeblánquez para decir: “Los Cárdenas matarona
Briceida desde la camioneta gris plomo de Mariano Vidal. Nosotros estamos acusando públicamente
a Carlos Rivas, José Antonio Cárdenas y Jorge ‘El Toto’ Gómez Ducad de haber matado a la esposa
de Serafín”.129 Aparecía allí el nombre de Mariano Vidal, quien era referidocomo “el segundo jefe
del “clan” de los Cárdenas”. Esto es indicativo de la manera en que el parentesco había dejado de
ser la estructura social que articulaba el conflicto, ya que incluso elliderazgo también recaía en los
socios comerciales de las familias.

A las acusaciones formuladas por los Valdeblánquez, los Cárdenas respondieron negando laautoría
del asesinato, al tiempo que manifestaban sus deseos de suscribir un pacto de paz. Es IvánGómez
Ducad quien señala,

“Nosotros queremos la paz y no queremos que nuestros hijos crezcan con la idea del gallo ,sino como
personas estructuradas. Sindicarnos de tal crimen es una vil calumnia y por eso hoy elevamos denuncia penal.
Hay terceras personas interesadas en que esta guerra no cesey dan muerte a miembros de la familia
Valdeblánquez para que ellos a la vez nosresponsabilicen de esos crímenes”.130

Enrique Coronado, en comunicación con RCN, acogió la propuesta de un nuevo pacto de paz.131
A pesar de su declaración, Enrique Coronado aclaraba que iba a entablar “denuncia por el delito
dehomicidio en la persona de Briceida Parra de Valdeblánquez contra la familia Cárdenas”.

128. “Párroco de la Catedral mediador en “vendetta” ”, El Heraldo, Barranquilla, mayo 26, 1980,
pp. 1-5.

129. Fernando Castillo, “Vuelve la guerra a la Costa”, Op.cit, p. 7.

130. “Los Cárdenas niegan autoría de asesinato. También queremos la paz, dijeron ayer a EL
HERALDO”,  El Heraldo, Barranquilla, mayo 27, 1980, pp. 1-5.

131. “Los Valdeblánquez proponen nuevo pacto de no agresión a los Cárdenas”,  El


Informador,Santa Marta, mayo 28,1980, pp. 1-6.

6.3 1980: hasta en prisión mueren los Cárdenas

Los mutuos deseos por firmar un tercer pacto de paz entre las dos familias pronto se
vieronfrustrados. La muerte de Briceida significó una guerra abierta e indiscriminada que trajo
consigonuevas muertes que fueron noticia a lo largo de todo el año de 1980. La madrugada del 21
de junio de 1980,

“en un cinematográfico asalto a la cárcel judicial de Santa Marta, (primero que se presentaen la historia de
esta ciudad) un grupo de elementos que en principio se hizo pasar comoguardianes de la dirección general de
prisiones y posteriormente como miembros del M-19asesinaron a sangre fría dos miembros del clan de los
Cárdenas”.132
 Se trataba de Jairo Gómez Gómez de 26 años y Orlando Cotes González de 25 años, quienes
“seencontraban pagando condena de dos años por porte ilegal de armas”. Albenis Cárdenas Ducad,
también en prisión, milagrosamente se salvó de morir.133 En carta firmada por Toño Cárdenas e
Iván Gómez Ducad, los Cárdenas culparon a Enrique Coronado, Francisco   Kiko y Serafín
Valdeblánquez, por la muerte de sus familiares en la cárcel.134 Las autoridades
adelantaroninvestigaciones con los guardianes y procedieron a militarizar el penal.135

A los pocos días de estos hechos fue “asesinado otro miembro de la familia Cárdenas”.136
Desdeuna Ranger blanca tres sujetos dispararon más de cuarenta veces y dieron muerte al temido
Jorge Toto Gómez Ducad y a una mujer que lo acompañaba. Debido a los recientes hechos de
sangre, las autoridades municipales de Santa Marta aplazaron el Reinado Internacional del Mar, que
se proponía celebrar el aniversario 455 de la fundación de la ciudad.137 Al día siguiente aparecía
lanoticia que luego de haber asistido al sepelio de Toto Gómez Ducad, son “acribillados a balas”
por “sujetos desconocidos” dos antioqueños.138 El conflicto adquirió un carácter indiscriminado,
endonde todo aquel que tuviera un vinculo o hubiera sido visto con la otra familia, se convertía
deinmediato en un enemigo que debía ser aniquilado. 

Nuevamente en un “episodio espectacular” murieron en septiembre de 1980 dos miembros de los


Cárdenas en la cárcel de Santa Marta.139 Albenis Cárdenas Ducad, quien se había salvado
del primer ataque a la cárcel y Enrique Cárdenas Coronado, fueron asesinados por otros dos
presos.Luego de cometer el crimen, los sicarios fueron linchados por los reclusos del
penal.Aprovechando el permiso para asistir al sepelio de sus familiares, se escapó de la cárcel
William

132. En asalto a la cárcel: Asesinan a 2 miembros del clan de los Cárdenas. Un tercero se salvo
milagrosamente dice ladirección del penal”, El Informador, Santa Marta, junio 24, 1980, p. 3.

133. “En Santa Marta. Asaltan cárcel y matan a dos Cárdenas”,   El Heraldo,Barranquilla, junio
23, 1980, pp. 1-16.

134. “El asalto a la cárcel: Se iba a cometer el martes 17. los vehículos que fueron abandonados
ese día iban a ser utilizados para poder huir. La familia Cárdenas dio a conocer comunicado
ayer”,  El Informador, Santa Marta, junio 25,1980, p. 3.

135. “Militarizan Cárcel de Santa Marta asaltada por 20 encapuchados”,   Diario del Caribe,
Barranquilla, junio 23, 1980, p. 1.

136. “Asesinado otro miembro de la familia Cárdenas”,  El Heraldo, Barranquilla, julio 8, 1980, pp.
1-5.

137. “Asesinadas 2 personas en Santa Marta ayer. Suspenden Reinado Internacional del
Mar”, Diario del Caribe, Barranquilla, julio 8, 1980, p. 1.

138. “Doble crimen ayer en el velorio de Gómez Ducat”,  Diario del  Caribe, Barranquilla, julio 9,
1980, p. 1-5B.

139. “Masacre en cárcel samaria. 4 asesinados, 2 eran del clan Cárdenas”,  Diario del Caribe,
Barranquilla, septiembre11, 1980, pp. 1-5B.
el Cachaco Salcedo, cuñado de Albenis Cárdenas, de quien se dice que se fugó “por temor a
morir masacrado”. Esta nueva masacre trajo consigo la renuncia del director de la cárcel y la
decisión deentregar la vigilancia de algunas cárceles a la Policía Nacional.140 El director de la cárcel
DámasoTorres Rosado y los guardias se formularon acusaciones mutuas. Mientras los
guardianesdenunciaban la existencia de empleados, visitantes y reclusos privilegiados,141 el
director culpaba alos guardianes, al tiempo que lamentaba su suerte: “Para mi desgracia, fui
nombrado Director dela Cárcel de aquí, donde de nada valieron mis antecedentes ni mi conducta,
pues al fin y al cabohe resultado ser el chivo expiatorio de la guerra entre dos familias guajiras”.142
En noviembre de1980, desconocidos que simulaban ser trabajadores, atacaron desde una volqueta
con ráfagas demetralleta la residencia de los Cárdenas Ducad. En el acto murió Pedro Tafur y luego
de resultar herido, falleció Ulises Cárdenas Ducad.143 Con él ya eran cinco los Cárdenas Ducad que
habían fallecido.

7. La cacería a Toño Cárdenas: ¿el final de la guerra?

Las distintas muertes de miembros de los Cárdenas a lo largo de 1980 conducen a que en
medios periodísticos se afirme que estos estaban seriamente diezmados ya que “el único
sobreviviente es precisamente el jefe de esta familia y se llama José Antonio Cárdenas Ducad”.144
Surgía lasensación que mientras Toño Cárdenas, el primer victimario, no muriera, el conflicto
estaba lejosde terminar.

La cacería a Toño Cárdenas se evidenció con un evento que causó conmoción en Santa Marta yque
es recordado con asombro por la historia oral. El 3 de febrero de 1981, explotó una bomba enel
parque San Miguel, muy cerca de la casa de los Cárdenas. El atentado fracasó ya que el
carroestalló antes de tiempo provocando múltiples heridos, en donde los únicos muertos fueron los
dossicarios, quienes habían traicionado a los Cárdenas, ya que meses atrás habían establecido
amistadcon ellos:

“Estos individuos llegaron a la residencia de los Cárdenas Ducad afirmando que eranfamiliares de Pedro Tafur
Maestre, un ciudadano que murió en la tarde del 20 denoviembre del año pasado en otro atentado criminal
que se cometió contra los Cárdenas yen donde murió Ulises Rafael Cárdenas Ducad. Alcibíades Cárdenas,
reveló que Juan Dazay Edgar Enrique Romero se ofrecieron gratuitamente para eliminar a su enemigos
enBarranquilla –Los Valdeblánquez–. Los dos sujetos mostraron confianza en la residenciade los Cárdenas y
fue así como estuvieron departiendo varios días en la residencia deestos”.145

140. “Policía Nacional asume vigilancia en cárceles de 3 departamentos. Entre ellas las de
Barranquilla, Santa Marta yRiohacha”,  El Heraldo, Barranquilla, septiembre 14, 1980, pp. 1-13A;
“Destituido director de la Cárcel”,  Diario del  Caribe,Barranquilla, septiembre 12, 1980, p. 5B.

141. “Existen empleados visitantes y reclusos privilegiados”,   El Informador, Santa Marta,


septiembre 23, 1980, p. 3.

142. “La mayor parte de guardianes adolecía de calidades morales y responsabilidad”, El


Informador, Santa Marta,octubre 1, 1980, p. 3.

143. “Muere un Cárdenas Ducatt”, El Heraldo, Barranquilla, noviembre 22, 1980, pp. 1-5A.

144. “Masacre en cárcel de Santa Marta, Asesinados dos Cárdenas y linchados los autores”,   El
Heraldo, Barranquilla,septiembre 11, 1980, pp. 1A – 5A.
145. “Fracasó atentado a los Cárdenas. Los autores murieron al estallar antes de tiempo una
bomba”, El Informador, SantaMarta, febrero 4, 1981, pp. 1-2.

 En carta de Alcibíades Cárdenas -padre de Toño- al comandante de la policía, se


solicitaba protección y se denunciaba a Enrique Coronado y Francisco Kiko Valdeblánquez
comoresponsables de lo sucedido. A pesar de la “exhaustiva investigación” que anunciaron
lasautoridades,146 se presentó un nuevo hecho de sangre en Dibulla, donde fueron muertos
dosamigos de los Cárdenas. “Ernesto Padilla Sierra y Sol Ángel Villar fueron abaleados al
parecer  por ser amigos de José Antonio Cárdenas y de todos los integrantes del Clan Cárdenas, ya
quetodo parece indicar que los sujetos que dispararon contra ellos los seguían desde hacia
algúntiempo”.147 El 19 de febrero de 1981, Toño Cárdenas lograba repeler un nuevo ataque de
sicarios,los cuales habían alquilado previamente un kiosco de gaseosas Postobón ubicado en el
Parque delCementerio San Miguel para cometer el atentado.148

Finalmente, el 2 marzo de 1981, luego de tres atentados en lo que iba corrido del año, fue
acribillado a tiros Toño Cárdenas desde una patrulla de la policía. Con su muerte se rompió la
creencia que afirmaba que estaba rezado para evitar las balas, ya que “todos los ataques siempre
resultaban fallidos, por lo cual se decía que estaba “asegurado” especialmente para escapar de
las balas”.149 Se decía que “para matarlo se necesitaron once años y dos mil balas” y se aseguraba
que“los Cárdenas han llevado la peor parte, pues están prácticamente diezmados”.150

Uno de los pocos varones que quedaba vivos y ahora “jefe del clan”, Iván Gómez Ducad,afirmaba
que “este crimen como otros similares han quedado impunes por la ineficacia policial yahora
quedará más impune porque por lo menos dos de los implicados pertenecen a esainstitución”.151
Aprovechando la visita del presidente de la república Julio César Turbay, las mujeres del clan
Cárdenas se tomaron el sector del puente de la Platina con pancartas. Allí solicitaban protección, al
tiempo que formulaban sus denuncias:

“Señor Presidente, La Policía no está para matar, está para cuidar. En otra se leía lo siguiente: Señor
Presidente, exigimos investigador especial por la Muerte de Toño Cárdenas (...) Hay que anotar que en el
desfile de ayer no participó ningún hombre ya que la mayoría de estos han sido asesinados en esta
ciudad”.152

  7.1“Esa guerra se acabó por sustracción de materia” 

 “La venganza es un plato que sabe mejor si está frío”

Palabras de Vito Corleone a su hijo Michael 

El Padrino, Mario Puzo

Con la muerte de Toño Cárdenas el conflicto pareció frenarse en un letargo que podría
confundir con su final. El 30 diciembre de 1983, en la laguna de Tota en Boyacá, cayó abatido
Alcibíades Cárdenas Ducad de 16 años. Su muerte señalaba de un lado, que los más jóvenes ya
empezaban a
146. “Por atentado a los Cárdenas: Exhaustiva investigación y operación desarme anuncian
autoridades civiles ymilitares”,  Diario del Caribe,Barranquilla, febrero 5, 1981, p. 5B.

147. “Venganza implacable: Matan a 2 amigos de los Cárdenas”, Diario del Caribe, Barranquilla,
febrero 6, 1981, pp. 1-2.

148. “Otro atentado a los Cárdenas: Asesinos a sueldos alquilan kiosko para eliminar a Toño”,   El
Informador, SantaMarta, febrero 20 de 1981, p. 3.

149. “Acribillado el jefe del clan de los Cárdenas”,  El Tiempo, Bogotá, marzo 3, 1981, pp. 1-6A.

150. “Para matarlo se necesitaron once años y dos mil balas”, El Heraldo, Barranquilla, marzo 5,
1981, p. 12A;“Acribillado el jefe del clan de los Cárdenas”, El Tiempo, Bogotá, marzo 3, 1981, pp.
1-6A.

151. “El ‘clan’ Cárdenas culpa a teniente de la policía”, El Tiempo, Bogotá, marzo 4, 1981, p. 2A.

152. “Mujeres de los Cárdenas pidieron investigador”,   El Informador  , Santa Marta, marzo 10,
1981, p. 3.

ser blancos en el conflicto. Asi mismo indicaba que las hostilidades ya no sólo se limitaban a
losescenarios en los cuales se había venido desarrollando el conflicto – Dibulla, Santa
Marta,Barranquilla, Riohacha -, sino que éste se empezaba a desplazar a aquellos lugares donde
unos yotros, buscasen refugio. Con el propósito de esconder su identidad, Alcibíades Cárdenas “se
hacíallamar Carlos Alberto González”. Sin embargo hasta allí llegaron personas contratadas en la
CostaAtlántica como sicarios, entre quienes se detuvo a un cabo adscrito a la Segunda Brigada
delEjército en Barranquilla, como se recordará vecina a la residencia Valdeblánquez. Las
autoridadesaprovecharon que los sucesos habían acontecido en plenas fiestas de año nuevo, para
tender una“cerrada cortina de mutismo sobre los hechos y la identidad de las víctimas. E
inicialmentehicieron aparecer los hechos como simple accidente de tránsito”. Sin embargo, en los
primero díasde enero se conoció que se trataba “de una de las últimas personas que integraban el
clan de losCárdenas de Santa Marta”153

.Ante la muerte de la mayoría de los hombres Cárdenas pertenecientes a la generación de la


guerra, Ivan Gómez Ducad pasó a ser la cabeza visible de la familia, quien “vivía rodeado de
loscuidados y la obediencia de su madres, sus tías y sus hermanas”154. Luego de haber
sufridodiversos atentados, fue “asesinado el último del clan de los Cárdenas” - como llamaba la
prensa aIván - el 5 de febrero de 1984. Se afirmaba que “con la muerte de Iván Gómez, de 21
años deedad, se extingue el último reducto del clan que durante más de una década libró una
encarnizaday sangrienta lucha a muerte con los Valdeblánquez, radicados ahora en
Barranquilla”.155 Del crimen de Iván, como con la muerte deToño, fue sindicado un miembro de la
policía de Santa Marta., el cabo Gregorio Meneses.

Es poco lo que se conoce a partir de la muerte de Iván Gómez Ducad en 1984. Los años
han pasado y los Cárdenas que mueren han dejado de ser noticia frecuente en los diarios. Luego
decinco años de una tregua aparente, en abril de 1989 desde una motocicleta dos sicarios “matan
niño que esperaba bus”, quien resultó ser “hijo del legendario Antonio Cárdenas Ducad, jefe del
extinto clan Cárdenas”.156
 “La muerte del niño Hugo Nelson Cárdenas de 13 años de edad había sido planeada por partede los sicarios
que en otras épocas se enfrentaron con el padre y los tíos de la víctima, y lainvestigación se encuentra
encaminada a identificar a los autores materiales e intelectuales delcrimen, dijo la policía del Magdalena que
para este caso ha desplegado a los másespecializados agentes de su grupo de homicidios de la Sijín”.157

 La investigación dio con los sicarios que participaron en el crimen. Francisco  Kiko
Valdeblánquez pedía que se esclareciera la muerte del niño:

“Los problemas con los Cárdenas – dijo – son asunto del pasado. Por el contrario, nosduele la muerte de una criatura
inocente. Su muerte no tiene sentido. Queremos que seidentifique y se sancione a los culpables. Somos gente de bien y
rechazamoscategóricamente un crimen de esa naturaleza. Creemos, dijo finalmente Francisco

153. “En Boyacá, Asesinado otro de los Cárdenas”,   Diario del Caribe, Barranquilla, enero 7, 1983,
p. 1

154. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p.28.

155. “En Santa Marta, Asesinado el último del clan de los Cárdenas”,  El Tiempo,Bogotá, febrero 4,
1984, p. 2A.

156. “En Santa Marta, Matan niño que esperaba bus”, El Heraldo, Barranquilla, abril 12, 1989, p. 1.

157. “El asesinato del menor en Santa Marta, Policía identificó a los dos sicarios”,   El
Heraldo,Barranquilla, abril 13,1989, p. 6C

Valdeblánquez, que existen personas interesadas en hacernos daño y en atribuirnos la responsabilidad de


hechos que censuramos y descalificamos públicamente.”158

La muerte de Hugo Nelson Cárdenas pareció marcar el final de una triste cadena de venganzas
desangre. Se trataba de un niño de doce años quien según las palabras de un amigo de
infancia “yano tenía rencor, Hugo andaba en otro paseo, sabroso, o sea, él nunca pensaba en
vengar la muertedel papá o cosas así (...) pero Hugo era el último de los Cárdenas, el último, que
lo estabandejando crecer para que le doliera más a la mujer...”

7.2 “Las guerras no son buenas ni ganándolas” 

 En 1975, cuando recién empezaba el conflicto, se afirmaba que “los Valdeblánquez están llevando
la peor parte”. Sin embargo y con el paso de los años, los Valdeblánquez son considerados en la
historia oral como los ganadores del conflicto, mientras que de los Cárdenas sólo quedaron “un
pocotón de mujeres”. El “triunfo” de los Valdeblánquez se puede explicar en la medida en que su
estrategia en cabeza de Enrique Coronado, tuvo mayor éxito.De una parte aumentaron su capital
económico, asociado a una participación más efectiva en la bonanza y a su posterior intervención
en el tráfico de cocaína, así como en el secuestro y la piratería terrestre. Por otra parte la alianza
que establecieron con la Segunda Brigada del Ejército en Barranquilla, les permitió aumentar su
capacidad militar e imponerse sobre sus rivales.

Los Valdeblánquez ya no sólo aparecían en la prensa vinculados con relación al conflicto. La


marihuana había dado paso a productos más ventajosos como la cocaína. En 1984, producto de
la persecución de la que eran blanco los narcotraficantes en el país a raíz del asesinato del
ministrode justicia Rodrigo Lara Bonilla, se allanaron residencias y propiedades de
SerafínValdeblánquez, Enrique Coronado y Francisco  Kiko Valdeblánquez.159 En Cartagena se
decomisóun yate de Enrique Coronado y en 1985 se registró la “detención de integrantes del Clan
de losValdeblánquez Coronado en allanamiento realizado en Barranquilla”.160

 En 1992, Serafín y  Kiko rindieron indagatoria por el secuestro del ganadero Jesús Amín
Malkun.161 Serafín fue condenado a 26 años de prisión, pero terminó siendo absuelto en agosto de
1996. 162 En diciembre de 1994, al salir de la Clínica del Caribe, donde visitaba a “su amigo
Enrique Coronado” (quien se “encuentra procesado por el decomiso de varias toneladas de
marihuana halladas en una finca de Puerto Velero”) fue plagiado el “comerciante y ganadero
guajiro”Francisco Kiko Valdeblánquez.163 Kiko y su guardaespaldas fueron obligados por hombres
fuertemente armados a abandonar el vehículo donde se transportaban. Una hora después los
dosvehículos fueron encontrados incinerados en la vía al mar. En carta del día siguiente, Enrique

158. “Pide Valdeblánquez. Investigar al sicario detenido”,   Diario del Caribe, Barranquilla, abril 21,
1989, p. 1.

159. “Embargo de bienes de narcotraficantes. Allanadas 12 residencias y 2 fincas en el


Atlántico”,  Diario del Caribe, Barranquilla, mayo 8, 1984, pp. 1-4A.

160. “La guerra al narcotráfico. Decomisados yates y éter en Cartagena”,  El  Espectador, Bogotá,
mayo 11, 1984, p. 1.

161. “El secuestro de Malkun. Fiscalía ordenó libertad de “Kiko” Valdeblánquez”,  El
Heraldo,Barranquilla, octubre 17,1992, p. 12A.

162. “Absuelto Serafín Valdeblánquez por secuestro de Malkun Malkun”,  El Heraldo, Barranquilla,
Agosto 27, 1996, p.13A.

163. “Cuando salía de la Clínica del Caribe. Secuestrado Francisco “Kiko” Valdeblánquez”, El
Heraldo, Barranquilla,diciembre 7, 1994, pp. 1-15A.

Coronado aclaraba que no eran sólo amigos, destacando que los “vínculos entre los señoresEnrique
Coronado y Francisco Valdeblánquez son de carácter familiar, pues entre ellos existeconsanguinidad
en segundo grado. Lo que implica algo más que amistad como lo destaca esa casa periodística”.164
El cuerpo de Kiko Valdeblánquez fue hallado tres meses después en estado dedescomposición,
enterrado junto a su guardaespaldas en cercanías a Barranquilla.165 Su muerte fue producto, al
parecer, de su participación en actividades de piratería y secuestro terrestre, en el caso particular
del ganadero Malkun. Sus enemigos ya no eran los Cárdenas. Queda la sentencia de unade las
muchas voces recogidas en el trabajo de campo, “después de buscar no quedar conenemigos
quedaron con más”.

La violencia no ha desaparecido de la región, sus protagonistas son quienes han


cambiado. Narcotraficantes, guerrilleros y paramilitares aún hoy se disputan el control territorial y
el negocio de la cocaína. Los “espectaculares” y “cinematográficos” episodios protagonizados
por los Cárdenas y Valdeblánquez pronto quedaron en el recuerdo. Para reconstruir su historia,
recurrimos a las narraciones orales que nos relataron datos, nombres y fechas de
manerasobrepuesta y confusa. Estas narraciones, que exhiben una posición personal e incluso
gestos dedesaprobación frente al exagerado y desmedido proceder de ambas familias, se
complementaroncon los registros encontrados en la prensa, que permitieron reconstruir
parcialmente el desarrollodel conflicto.
Lo que resulta esencial poner de presente fue la forma en que el conflicto se acrecentó y se tornó
irreversible, producto de una continúa y permanente cadena de actos de sangre. Como se puede
constatar, cada muerte se constituyó en un acto que debía ser y era vengado. Esta venganza
desangre obedecía a un contexto particular encarnado en Dibulla, donde primaban capitales como
elhonor y el parentesco. Estas condiciones se enfrentaron a la coyuntura de la bonanza marimbera,
cuyos efectos generaron cambios visibles en la estrategia que inicialmente mediaba la práctica del
conflicto.

En primer lugar cabe señalar que los recursos de la bonanza les permitieron a ambas familias
abandonar el entorno rural de Dibulla y residenciarse en Riohacha, Barranquilla y Santa Marta,
loque estableció territorios específicos de las partes en conflicto. Inicialmente el conflicto
setransmitió de forma poco uniforme entre las parentelas más ‘cercanas’ a los protagonistas
iniciales. El patrimonio que ambas familias acumularon, también les permitió financiar la guerra, lo
que se tradujo en la adquisición de moderno armamento, incluso con poder de destrucción agran
escala como granadas y explosivos. El dinero de la marimba posibilitó que se sumaran unaamplia
red de socios, trabajadores, militares, policías y empleados que alimentaron el conflicto deforma
decisiva, donde la participación en éste ya no estaba motivada exclusivamente por criterios propios
del parentesco.

Las autoridades del Estado, antes que mediar entre las partes, tomaron parte y contribuyeron conel
desarrollo del conflicto. La ausencia de un tercero -encarnado en un mediador o en el
Estado-,determinó que la autoridad soberana reposara en las familias y en sus aliados, quienes se

164. “Sin rastro de plagiarios de “Kiko” Valdeblánquez”,  El Heraldo, Barranquilla, diciembre 8, 1994,
p. 12A.

165. “En cercanías a Puerto Velero. Hallan el cadáver de Kiko Valdeblánquez”,  El Heraldo,
Barranquilla, marzo 2, 1995, pp. 1-11A.

 movilizaron en un círculo de violencia continuo, que se mantuvo por cerca de veinte años y
quetrajo consigo un número indeterminado de muertos.

En la medida en que el conflicto se convirtió en fuente de empleo, también existían intereses


enmantenerlo, por lo que los rumores y los chismes callejeros lo alimentaron y avivaron. La
muertede Francisco Cárdenas Ducad en 1977 significó la violación a un pacto de paz celebrado
entre ambas familias. Una nueva ofensa de honor, encarnada en el incumplimiento de la palabra
comprometida, que radicalizó y transformó el conflicto en un confrontación indiscriminada. Enun
comienzo eran los hombres adultos los actores exclusivos del conflicto. En su desarrollo severifica la
manera en que ancianos, mujeres y niños fueron involucrados en el conflicto. Tambiénes posible
señalar que inicialmente los homicidios se registraban en fechas comunes en el tiempo, que
permitían considerar que la práctica estaba mediada por tiempos específicos (zetas). Sin embargo,
esto también cambió significativamente, ya que con la radicalización del conflicto novalieron
criterios de edad, género o tiempo que pudieran llegar a regular la práctica.

En la fase final del conflicto, se hizo evidente la desigualdad entre ambas familias, en donde los
Cárdenas llevaron la peor parte, ya que sus miembros empezaron a caer abatidos unos tras
otros. Ni siquiera la muerte de Toño Cárdenas en 1981, el primer matador, fue garantía del final del
conflicto. Hasta 1984 aparecen registros de muertes violentas de sus hermanos y primos, hasta
quecinco años después, cuando todo parecía haber acabado, muere asesinado por dos sicarios su
hijoHugo Nelson. Ello corrobora la manera en que la venganza se presenta como un proceso
“infinito e interminable”, cuya terminación es siempre incierta.

La estrategia emprendida por los Valdeblánquez resultó ser más ‘efectiva’, en tanto les permitió
acumular más capital económico y una mayor capacidad militar. Resulta posible afirmar que el
conflicto se acabó principalmente por la muerte de casi todos los hombres Cárdenas o como dicen
las versiones orales, por “sustracción de materia”. De igual forma el ocaso de la bonanza
marimbera, cortó el flujo de recursos que permitía financiar de manera desmedida el conflicto. No
es posible afirmar, sin embargo, que ambas familias se hubieran exterminado por completo.
Muchos parientes cercanos y lejanos sobrevivieron el conflicto y por lo general opera en ellosuna
sombra De los Cárdenas que participaron del conflicto, murieron la mayoría de los varones
implicados en el conflicto. Algunos Valdeblánquez cumplieron condenas por narcotráfico y
finalmente otros, envueltos en oscuros casos de secuestro, murieron ajusticiados por nuevos y
distintos enemigos. Ante esto, no parece haber expresión más adecuada que aquella que sentencia
que señala que “las guerras no son buenas ni ganándolas”.

1. Comunicación personal Ezequiela Sánchez, Villanueva, La Guajira, octubre 29, 2003. Ezequiela
Sánchez es recordada por sus participación destacada en las peleas de gallos en los años setenta.

2. Se realizó una revisión de los diarios regionales  El Heraldo, el  Diario del Caribe y El Nacional  de
Barranquilla y  El   Informador  de Santa Marta. A su vez se consultaron los diarios nacionales El
Tiempo, El Espectador, El Espacio y El   Bogotano editados en Bogotá. Para ello se utilizaron los
servicios de la Hemeroteca Nacional Manuel Socorro Rodríguez  de la Biblioteca Nacional de
Colombia en Bogotá y los archivos de  El Informador  en Santa Marta.

3. Castillo, Fernando, “Vuelve la guerra a la Costa: A pesar de las promesas de paz siguen
matándose”,  Revista VEA, Bogotá, No. 450, Año 9, junio 3, 1980, pp. 6-8; Castillo, Fernando, “En
Santa Marta: Agoniza el “clan” de los cárdenasdiezmado por sus enemigos y la actividad de las
tropas”,  Revista VEA, Bogotá, No. 462, Año 9, agosto 26, 1980, 1980, pp. 6-8.

4. Sobre Hilario: Archivo Parroquial de Dibulla, Libro de Defunciones, no. 1, fl.


400, registro no. 101. Sobre Hugo:“Un niño de escasos 12 años baleado en la cabeza cuando iba al
colegio. Asesinado otro de los Cárdenas”,  Diario del  Caribe, Barranquilla, abril 12, 1989, pp. 1-6A.

5. René Girard, La violencia y lo sagrado, Op.cit., p.22.

6. Ibid., p. 22.

7. Comunicación personal Laureano David, administrador de empresas, Riohacha, noviembre 24,


2003.

8. Véase al respecto: Federico Lara Peinado, Código de Hammurabi, Estudio preliminar, traducción
y comentarios, Madrid, Editorial Tecnos, 1986;  Ley de las Doce Tablas, Madrid, Editorial Tecnos,
1993;  La Biblia, México,Sociedades Bíblicas Unidas, 1991; El Corán, Barcelona, Planeta, 2003.

9. Levítico 24, 17-21. Otros versículos bíblicos que hablan sobre la ley del ojo por ojo, diente por
diente, son:Deuteronomio 19, 16-21 y Éxodo 21, 22-27.

10. Código de Hammurabi, numerales 196-197.


11. Mateo, 5, 38-39; Véase también, Lucas 6, 27-31.

12. “Everything is always equal between twins; there is conflict because there is competition and
rivalry. The conflict iscaused not by difference but by its absence....”. René Girard, The Scapegoat,
Baltimore, Johns Hopkins UniversityPress, 1986, p.92.

13. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p. 32.

14. Véase: Weildler Guerra, “Los conflictos interfamiliares wayúu”, Op.cit., p. 81.

15. Informe del prefecto de la Provincia de Padilla sobre los usos y costumbres de los indígenas
guajiros y arhuacos, Santa Marta, Imprenta de Juan B. Cevallos, 1889, p.4.

16. Henri Candelier, Riohacha y los indios guajiros (1893), Editorial Presencia, Bogotá, ECOE
Ediciones, 1994. pp. 154-156.

17. José Ramón Lanao Loaiza, Las pampas escandalosas, Manizales, Casa editorial y talleres
gráficos Arturo Zapata,1936, p.34.

18. En el trabajo de campo resultaron frecuentes las referencias que las narraciones orales refieren
sobre conflictos entredistintas familias guajiras no indias. Algunos ejemplos de ello se encuentran
en la prensa, como sucede con el conflictode los Pinto y los Gavilanes (Gómez) en Riohacha, los
Pinto y los Orozco en Barrancas y los Ibarra y los López en El Molino. Véase: “Toque de queda y ley
seca en el Molino”, El Informador,Santa Marta, Noviembre 28, 1976, p. 1; “Hoy juzgarán a Carlos
Pinto P.”,  El Informador, Santa Marta, Marzo 28, 1973, p. 3.

19. Darío Betancourt, “Los cinco focos de la mafia colombiana (1968-1988), elementos para una
historia”, Folios de Literatura e Idiomas, No. 2, Bogotá, Universidad Pedagógica Nacional, enero-
junio, 1991, pp. 13-30, p. 19.

20. Darío Betancourt y Martha García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Op.cit., p.62. Los


autores distinguenlos capos, personajes quienes dominan las rutas y distribución de marihuana con
los contactos norteamericanos, de los marimberos, los cultivadores que vendían o trabajaban en
asociación con el capo (p. 67).

21. Betty Solórzano y Frida Dangond, “Implicaciones socioeconómicas de la cannabiscultura en los


departamentos delMagdalena y de La Guajira”, Santa Marta, Tesis de Grado, Universidad del
Magdalena, Facultad de economía agrícola,1978, pp.49-50.

22. Vladimir Daza Villar,  La Guajira: el tortuoso camino a la legalidad , Bogotá, Dirección Nacional
de Estupefacientes, Naciones Unidas, Oficina contra la droga y el delito, Bogotá, 2003, pp. 16-37,
p. 30.

23. Abel Medina Sierra, “El Cachafuera, Radiografía de un estilo de vida”, Jepiriana Revista de
Educación y Cultura, Riohacha, Año 2, Número 2, 1999, pp. 8-12, p. 11.

24. Yoleida Mercado, Seili Quintero y Yenis Sierra, “Riohacha en tiempos de marimba”
(manuscrito), Tesis de gradoPrograma de Etnoeducación y Proyecto Social, Riohacha, Universidad
de La Guajira, 2003, pp. 44-45.
25. Yoleida Mercado et.al., “Riohacha en tiempos de marimba”, Op.cit., p. 44.

26. José Daza Sierra, “Marihuana, Sociedad y Estado en La Guajira”, Op.cit., pp. 71-73.

27. Abel Medina Sierra, “El Cachafuera, Radiografía de un estilo de vida”, Op.cit., p. 11.

28. Yoleida Mercado,et.al., “Riohacha en tiempos de marimba”, Op.cit., pp. 53-56. En esta tesis de
grado, se presenta unvocabulario correspondiente a las palabras empleadas en los años de la
bonanza marimbera, pp. 54-56.

29. Comunicación personal Justo Pérez Van Leenden, etnolingüísta, docente Universidad de La
Guajira, Riohacha,noviembre 20, 2003.

30. Estos son algunos titulares que ilustran de forma elocuente esta caracterización: “Guajiros
abalean pasajeros de bus porque el conductor no quería dar la vía”,  El Nacional, Barranquilla,
junio 15, 1977, p. 1; “Guajiros matan serenatero porque les cobró el toque”,  El Heraldo,
Barranquilla, junio 17, 1977, p. 10; “Asesinado un menor por arrojar agua aguajiro”,  El Nacional,
Barranquilla, febrero 9, 1978, p. 8.

31. “La gobernadora culpa a periodistas”, El Espectador, Bogotá, marzo 27, 1977, p. 13A.

32. “Los Valdeblánquez y los Cárdenas se enfrentaron”,  El Heraldo, Barranquilla, agosto 17, 1974,
pp. 1-2; “Muertoscuatro guajiros en vendetta”,   Diario del Caribe, Barranquilla, agosto 17, 1974, p.
2.

33. “Mafia en la costa. Un fantasma con nombres y apellidos”, Bogotá, Revista Alternativa No.205,
marzo 26-abril 2,1979, pp. 12-13; Véase también: “Alarma en Santa Marta”,  El Espectador, Bogotá,
julio 11, 1977, p. 2 A.

34. “La Guajira Militarizada. La bonanza en peligro”, Bogotá, Revista Alternativa, No. 189,
Noviembre 20-27, 1978, pp.2-5, p. 4.

35. Betancourt y García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos, Op.cit., p. 62.

36. “47 balazos acabaron con “Tin” Sánchez”, El Nacional, Barranquilla, octubre 2, 1978, p. 4;

37. Comunicación personal, Justo Pérez Van Leenden, etnolingüísta, docente Universidad de La
Guajira, Riohacha,noviembre 20, 2003.

38. Enrique Brugés Avendaño, “Como en el Oeste”,  El Informador, Santa Marta, octubre 18, 1973,
p. 2.

39. “En Santa Marta Vendettas a la Siciliana”,  El Heraldo, Barranquilla, Septiembre 10, 1974, pp. 1-
4.

40. “Oligarquía y mafia: una llave indisoluble”, Bogotá,   Revista Alternativa, No.49, septiembre 1-8,
1975.

41. Guiseppe Carlo Marino, Historia de la Mafia un poder en las sombras, Barcelona, Vergara Grupo
Zeta, 2002 (1998), pp. 24-27, p. 25.
42. Fabio Castillo,  Los jinetes de la cocaína, Bogotá, Editorial Documentos Periodísticos, 1987.
Sobre la relación de losCárdenas con el contrabando de café, véase pp. 23-24.

43. Ciro Krauthausen, “Poder y mercado: El narcotráfico colombiano y la mafia italiana”,  Nueva
Sociedad, Caracas,marzo-abril, 1994, pp. 112-125, p. 115.

44. Darío Betancourt,“  Los Cinco Focos de la Mafia Colombiana”, Op.cit., pp. 14-15.

45. Darío Betancourt Echeverri,“  Los Cinco Focos de la Mafia Colombiana”, pp. 14-15.

46. Eric J. Hobsbawn, Rebeldes Primitivos, Barcelona, Ediciones Arial, 1968 (1959), p. 51.

47. Ciro Krauthausen, “Poder y mercado: El narcotráfico colombiano y la mafia italiana”, Op.cit., p.
115.

48. Joseph Reag, Biografía de la mafia, Barcelona, Editorial Petronio, 1968, p. 33.

49. Robert T. Anderson, “From Mafia to Cosa Nostra”, T he American Journal of Sociology, Vol. 71,
No. 3, Chicago,noviembre, 1955, pp. 302-310, p. 302. “By this code, an “honorable” Sicilian,
maintained unbreakeable silenceconcerning all ilegal activities. To correct abuse, he might resort to
feud and vendetta. But never would avail himself of a governmental agency”.

50. Caso contrario sucedió, por ejemplo, con la mafia articulada en torno a la cocaína, que como en
el caso de PabloEscobar buscó una amplia figuración en el campo político.

51. Al igual que la mafia clásica, la mafia colombiana se fue consolidando sobre, el núcleo familiar
(padres, hermanos, primos, tíos, sobrinos, ahijados, etc.), hasta penetrar otros niveles sociales”.
Darío Betancourt,“  Los Cinco Focos de laMafia Colombiana”, Op.cit., p. 15.

52. José Daza Sierra, “Marihuana, Sociedad y Estado”, Op.cit., p.65.

53. Ibid., pp.108-1k09.

54. Las canciones de Euclides Gómez Ducat se encuentran en los siguientes discos del Binomio de
Oro:  Enamorado como siempre(1978), Los elegidos (1978) y Súper Vallenatos (1979).

55. “Cae otro miembro del clan de los Cárdenas. Una Granada y varias ráfagas de metralleta
acabaron con la vida deEuclides Gómez Ducat”, El Informador, Santa Marta, Octubre 20, 1979, pp.
1-6.

56. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p. 29.

57. “En Santa Marta, Asesinado el último del clan de los Cárdenas”,  El Tiempo, Bogotá, febrero 4,
1984, p. 2A.

 58. “El pacto de paz de las familias Guajiras. “No queremos más muertes” Hablan los
Valdeblánquez: deseamos vivir ymorir tranquilos”,  El Bogotano, Bogotá, octubre 8, 1979, p. 7.

59. Fabio Castillo presenta un anexo en su libro que incluye una lista de narcotraficantes según el
Grupo de InteligenciaAntinarcóticos de Santa Marta. En los numerales 243, 244 y 245 figuran
respectivamente: Valdeblánquez LebetteEnrique (Alias El Primo), Valdeblánquez Lebette Francisco
(Alias Divino Negro) y Valdeblánquez Levette Serafín. En el numeral 69 aparece en mayúsculas
Enrique Coronado. Fabio Castillo, Los jinetes de la cocaína, Op.cit, pp. 259-263.

60. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit, p. 31.

61. Los Hermanos Zuleta  ,“La Virgen del Carmen”, en Tierra de Cantores, Sony Music.

62. “Herido a bala un Guajiro”,  El Informador, Santa Marta, Abril 7, 1973, p. 3; “Siguen Huyendo
Heridores de Ulises Cárdenas Ducat”, El Informador, Santa Marta, Septiembre 9, 1973, p. 7; "En
Balacera dan Muerte a la Sra. MarinaRamos. Causa alarma en la Ciudad los continuos hechos de
sangre donde han perecido varias personas inocentes ”,  El   Informador,Santa Marta, Octubre 16,
1973, pp. 1-6; “Tres heridos dejó el abaleo de ayer. La policía evitó una tragediamayor. Varias
armas fueron decomisadas – Más de 300 tiros se dispararon en 45 minutos”, El Informador, Santa
Marta, marzo 15, 1974, pp. 7-8.

63. “Muerto a tiros Julio C. Cárdenas.”,  El Informador, Santa Marta, junio 11, 1974, p. 7. “A pesar
de las versiones, lamuerte del joven de 23 años, no tiene nada que ver con la familia Cárdenas
Ducat, oriundos de La Guajira”, p. 7.

64. Archivo Parroquial de Dibulla, Bautismos, Tomo 4, fl.361, registro no.1086.

65 “Última Hora. Ultimado anoche Roberto Cárdenas. 10 disparos le hicieron desde un carro”,  El
Informador, SantaMarta, mayo 8, 1974, p. 1-7; “Anita le puso el cascabel al gato de la guerra
guajira”,  Revista Cromos, No. 2957,septiembre 18-24, Bogotá, 1974, pp. 60-64, p 63.

66. “Muertos cuatro guajiros en vendetta”, Diario del Caribe, Barranquilla, agosto 17, 1974, p. 2.

67. “4 muertos en balacera, dos familias se exterminan por odios”, El Nacional,Barranquilla, agosto


16, 1974 , pp. 1-4.

68. “Otro muerto por la vendetta entre guajiros en Santa Marta”,  Diario del Caribe, Barranquilla,
agosto 24, 1974, p. 2;“Balacera en Santa Marta”, Diario del  Caribe, Barranquilla, Septiembre 5,
1974, p. 6.

69. Enrique Brugés Avendaño, “Como en el oeste” (editorial)  El Informador  , Santa Marta, octubre
18, 1973, p. 2.

70. “En Santa Marta rechazan a forasteros mafiosos” (editorial),   El Informador, reproducida en El
Heraldo, Barranquilla,agosto 20, 1974, p. 16.

71. “Alcaldesa de Santa Marta expulsó familias guajira”,   Diario del Caribe, Barranquilla, septiembre
9, 1974, p. 9.

72. “Anita le puso el cascabel al gato de la guerra guajira”, Op.cit, p. 64.

73. “Familia guajira se niega abandonar a Santa Marta”, Diario del Caribe, septiembre 26, 1974, p.
3. “Cárdenas se vande S. Marta”, El Nacional, Barranquilla, Septiembre 28, 1974, pp. 1-4.

74. Comunicación personal Ana Sánchez de Dávila, Santa Marta, octubre 31, 2003.
75. “Tiroteo guajiro en Santa Marta 2 muertos, 4 heridos, 13 presos”,   El Heraldo,Barranquilla,
noviembre 11, 1974, pp.1-4.

76. “Zozobra por los enfrentamiento entre Cárdenas y Valdeblánquez. Más de dos horas duro el
tiroteo”,  El Informador, noviembre 13, 1974, pp. 1-7.

77. “Santa Marta exige expulsión de guajiros”, El Heraldo, Barranquilla, noviembre 15, 1974, p. 5

78. José Cervantes, La noche de las luciérnagas, Op.cit., p. 72

79. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit, p. 32.

80. “La vendetta guajira se trasladó a Barranquilla”, Diario del Caribe,Barranquilla, noviembre 21,


1974, p. 2. “Tiroteoen las Calles, guajiros habrían trasladado vendetta aquí”, El Nacional,
Barranquilla, noviembre 21, 1974, p. 1-4.

81. “Tiroteo en B´quilla y anoche aquí. Alarma y peligro de muchas personas en ambas
ciudades”,  El Informador, SantaMarta, noviembre 21 de 1974, p. 1-6; “Más plomo en Santa Marta.
Nueva balacera entre las dos familias guajiras”,  Diario del Caribe, Barranquilla, febrero 3, 1975, p.
2.

82. “Feroz balacera entre Guajiros y Agentes del F-2”,  El Nacional, Barranquilla, febrero 6, 1975,
pp. 1-4; “El Crimendel Estudiante. Por ofender a los guajiros mataron a Jainer Fandiño. Intensa
búsqueda de los asesinos”, El Nacional, Barranquilla, febrero 6, 1975, pp. 1-6.

83. “Los Valdeblánquez detenidos en el allanamiento de ‘Boston’ ”, Diario del Caribe, Barranquilla,
febrero 21, 1975, p.2.

84. “Vendeta entre guajiros? Violento abaleo frente al cementerio Universal”, El Nacional,
Barranquilla, julio 26, 1975, p. 8.

85. “Guajiros amenazan de muerte a un juez”,  El Nacional, Barranquilla, marzo 13, 1975, pp. 1-4.

86. “Un muerto en nueva vendeta de guajiros en santa Marta”,   Diario del Caribe, Barranquilla,
agosto 23, 1975, p. 3. “Unmuerto y tres heridos en abaleo de los Cárdenas y los Valdeblánquez”,   El
Nacional, Barranquilla, agosto 22, 1975, pp.1-4.

87. “Cárdenas y Valdeblánquez iban a batirse ayer aquí”,  Diario del Caribe, Barranquilla, agosto 23,
1975, p. 3.

88. “Nuevo tiroteo entre guajiros”,  Diario del Caribe, Barranquilla, octubre 16, 1975, pp. 1-6.

89. En visita del 6 de noviembre del 2003 a la gobernación de La Guajira en Riohacha se revisó la
carpeta de los pactosse paz celebrados con la intermediación de la gobernación. El primer pacto
data del 29 de enero de 1992 en Riohachaentre las familias Gómez y Pinto. El acuerdo más reciente
es del 18 de enero del 2003, celebrado en Fonseca entre 12familias en disputa por más de 30 años.

90.   Pacto de no agresión entre los señores Danilo Gómez Catrillón y el señor Miguel Pinto Muñiz  ,
Centro Pastoral LivioReginaldo, Riohacha, Enero 29, 1992.
91. Al parecer los Valdeblánquez utilizaron como sicario a un desertor de la guerrilla del Ejército de
Liberación Nacional (ELN). Comunicación personal Hernando Corral, periodista, Bogotá, octubre 15,
2003.

92. Alfredo Molano, Fernando Rozo, Juana Escobar y Omayra Mendiola, “Aproximación a una
historia oral”, Op.cit., p.160.

93. José Cervantes Angulo,  La noche de las luciérnagas, Op.cit., p. 71.

94. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit., p. 32; Comunicación
personal EzequielaSánchez, Villanueva, La Guajira, octubre 29, 2003.

95. “El pacto de paz de las familias Guajiras. “No queremos más muertes” Hablan los
Valdeblánquez: deseamos vivir ymorir tranquilos”,  El Bogotano, Bogotá, octubre 8, 1979, p. 7.

96. “Anita le puso el cascabel al gato de la guerra guajira”, Op.cit, p. 64.

97. Comunicación personal Laura Restrepo, septiembre 8, 2003; “Asesinado ex – senador”   El


Heraldo, diciembre 24,1992.

98. José Cervantes Angulo,  La Noche de las Luciérnagas, Op.cit, p. 68.

99. “Un fantasma con nombre y apellidos”,   Revista Alternativa, No. 205, Bogotá, Marzo 26-Abril 2,
1979, pp. 12-13.

100. “Tiroteo guajiro en Santa Marta 2 muertos, 4 heridos, 13 presos”,  El Heraldo,Barranquilla,
noviembre 11, 1974, pp.1-4; “La operación limpieza contra el narcotráfico. Allanada la hacienda del
“clan” Valdeblánquez”,  El  Espectador,Bogotá, mayo 8, 1984, p. 11-A.

101. Castillo, Fernando, “Vuelve la guerra a la Costa: A pesar de las promesas de paz siguen
matándose”, Op. cit., p. 8.

102. Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit, p. 29.

103. Comunicación personal Hernando Corral, periodista, Bogotá, octubre 15, 2003.

104. Brigada da armas a los guajiros. Les dan salvoconducto para el porte especial de
armas”, El   Nacional, Barranquilla,mayo 25, 1977, pp. 1-6, p. 1.

CONCLUSIONES

Aquellos días durante los cuales se originó y se desarrolló el conflicto entre los Cárdenas y
losValdeblánquez son cosa del pasado. Tal y como recuerdan las narraciones orales y se registra
enla prensa, estas familias dibulleras protagonizaron uno de los conflictos más famosos
ysangrientos sucedidos en la época de la bonanza marimbera. Ante la masacre sucedida en
laGuajira en abril de 2004, un columnista evocaba el conflicto para afirmar que la violencia
actualcontiene una dinámica muy distinta a la de ese entonces.

Con el declive de la bonanza y de lasfamilias, actividades como el tráfico de cocaína, el secuestro,


la extorsión, junto a actores comolas guerrillas, el ejército y los grupos de autodefensa, dieron paso
a nuevas y distintas formas deviolencia asociadas al control territorial de la Sierra Nevada y de la
península Guajira.Si consideramos que las distintas violencias funcionan de manera conjunta, pero
con dinámicas propias, desglosar sus particularidades constituye un aporte vital para el
entendimiento enconjunto de la violencia actual. En ese sentido, el estudio del conflicto entre los
Cárdenas y losValdeblánquez se perfila como una contribución a la comprensión de la violencia que
actualmenteazota a la región, ya que aún hoy, constituye un referente de una forma de violencia
específica,que obedeció a condiciones y circunstancias particulares. A pesar de que este trabajo
contribuyecon el entendimiento de este tipo de violencia, encarnado en los conflictos familiares,
posee particularidades que restringen su alcance, por lo que un estudio integral que explore
los principales casos sucedidos en la Guajira es una labor que aún está por hacerse y que bien
valdríala pena realizar.La investigación del conflicto se nutrió principalmente de las versiones orales
recogidas en eltrabajo de campo, así como de las fuentes secundarias que resultaban pertinentes
para lacomprensión del fenómeno en cuestión. Para abordar su estudio fue vital la
naturalezainterdisciplinaria de la ciencia política, bajo cuya perspectiva resulta fundamental y
necesario eluso de herramientas y conceptos de otras disciplinas, que permitan profundizar y
complementar las maneras de abordar un objeto de estudio. Ante estas circunstancias, el ensamble
del texto finalse constituyó en un reto para los autores, bajo la firme intención por conciliar los
rigores técnicosque exige la investigación académica, con la cualidad narrativa que demanda relatar
una historia. Nuestro propósito fue entonces articular en un texto de fácil lectura, las versiones
orales y escritasencaminadas a la comprensión del objeto de estudio. Por esta razón optamos por
intercalarlas a lolargo de los seis capítulos que conforman el trabajo. De una parte presentamos las
fuentes oralesreunidas como una crónica que recrea el diálogo entre las voces escuchadas en el
trabajo decampo, lo que posibilitó confrontar distintas versiones sobre un mismo fenómeno. Por
otra parteaparecen las fuentes secundarias cuyos contenidos permitieron contrastar y
complementar lainformación en torno al conflicto. El diseño de la estructura del trabajo no resulta
fortuito, ya queaspirábamos a crear una estructura narrativa que nos permitiera conjugar y
complementar lo oralcon lo escrito, con la esperanza de contribuir con los diversos usos que desde
las ciencias socialesse pueden hacer de ambos tipos de fuentes. El uso de herramientas
etnográficas e historiográficas,

Alfredo Molano, “La Masacre no fue guerra”,

 El Espectador, Bogotá,

semana del 6 a 12 de junio, 2004, p. 16A. Elautor comenta el asesinato de 13 personas, la


desaparición de 30 y el desplazamiento de 300 familias wayúu, ocurrido el18 de abril del 2004 en el
puerto de Bahía Portete
validan las posibilidades de la ciencia política como una ciencia social que no sólo se debe limitar a
la producción de conocimiento, sino a la aplicación de dicho conocimiento en pos de
latransformación de realidades.

I.

El parentesco y su importancia en Dibulla

La aspiración por entender el conflicto de los Cárdenas y Valdeblánquez nos obligó a


estudiar algunos aspectos de la cultura dibullera.

Se trataba de detallar la especificidad de Dibulla, asícomo de las relaciones sociales allí presentes,
con el propósito de caracterizar los principalesrasgos de los actores del conflicto y su entorno
social. Pudimos constatar la manera en que Dibullase había formado como lugar de paso que
representaba la confluencia de múltiples fronteras yculturas. En medio de ese complejo proceso de
intercambios culturales se gestó el dibullero,distinguido por el cruce de diversos grupos humanos,
así como por la movilidad y eldesplazamiento permanente entre la Sierra Nevada de Santa Marta, el
mar Caribe y la penínsulade la Guajira.En este entorno el parentesco constituía la estructura social
más relevante, ya que la familiaextensa regía la vida social y económica. Al mismo tiempo se
consideraba y valoraba a losindividuos como parte de un grupo social más amplio. Era
comprensible entender por qué elconflicto se había desatado entre dos familias, dos grupos sociales
compuestos por un conjunto deindividuos congregados entre sí, a partir de criterios propios del
parentesco como la sangre y lafiliación.

Al examinar los árboles genealógicos de ambas familias, éstos despliegan a simplevista un rasgo
ineludible: se trataba de familias extensas y numerosas. Son comunes allí los casosde hombres que
tenían hijos con más de una mujer, que junto a las versiones orales, atestiguan lanaturaleza
políginica del hombre dibullero. Debido a que éste mantiene relaciones simultáneascon distintas
mujeres, las familias dibulleras se caracterizan generalmente por congregarse entorno a un
hombre, el cual se encuentra ligado a mujeres que habitan residencias e incluso pueblosdistintos
(multipolar).Mientras que el hombre dibullero divide su tiempo recorriendo y visitando sus mujeres
e hijos,éstos suelen crecer en torno al núcleo materno. Esta descendencia numerosa y multipolar,
seconfigura como un importante apoyo para el hombre dibullero, quien en casos de tensiones
yconflictos con otras familias, recibe el respaldo de hermanos, hijos, primos, ahijados y
compadres.El parentesco se torna difuso y extensible a un amplio conjunto de personas
allegadas,corroborado con la afirmación que “acá en la Guajira todos somos primos”. En ese
contexto lafamilia se subdivide a partir de la distinción que realiza el individuo entre unos
‘parientescercanos’ y unos ‘parientes lejanos’. Ello hizo que sólo algunas parentelas, ante
una mayor ‘cercanía’ con los protagonistas iniciales, José Antonio Cárdenas e Hilario Valdeblánquez,
fueronlas que participaron activamente en el conflicto.

2
Para este propósito resultaron fundamentales las versiones orales y los trabajos de: Anne Marie
Losonczy, “Decimarrones a colonos y contrabandistas”; Euclides Moscote Arregocés, “Dibulla
Laboriosos del Pasado” y ElsyCaballos Hernández, “Reconstrucción histórica de Dibulla a través de
la memoria oral”.

Sobre el parentesco, véanse entre otros: Robin Fox,

Sistemas de parentesco y matrimonio

; Ira Buchler,

 Estudios de  Parentesco

; Joan Bestard,

 Parentesco y Modernidad 

; Martine Segalen,

 Antropología histórica de la Familia

 De esta forma, el parentesco además de ser un elemento que condiciona la estructura
social,también se constituye en un capital social.

Ello implica que no opera como una estructura rígida,sino que forma un sistema de disposiciones
estructuradas en forma de prácticas, las cuales seajustan constantemente a coyunturas donde
intervienen los intereses de los actores socialesmediante el uso de estrategias.

Bourdieu considera que las

 prácticas

, antes que ser una ejecuciónmecánica de reglas, son el producto de una situación específica
socialmente estructurada(

coyuntura

) y de un sistema de disposiciones duraderas (

habitus

), que hace que los fundamentosde la acción sean


estrategias

con principios prácticos flexibles y adaptables a condiciones que,como la bonanza marimbera,


evidencian el cambio.

En ese sentido el estudio del conflicto comouna práctica permitió verificar las transformaciones que
presentaba una estructura aparentementerígida como el parentesco, producto de su adaptación a
una coyuntura específica.

II. Un conflicto mestizo: La maldición kogui, la “ley guajira” y el honor

 Algunas versiones relatan que el conflicto fue consecuencia del robo de objetos sagrados de
loskogui, cometido por miembros de las familias Cárdenas y Valdeblánquez. El castigo impuesto
por los kogui se tradujo en una maldición que condenó a ambas familias a enfrascarse en un
conflictoque les trajo sangre y muerte. Bajo esa perspectiva, el conflicto desbordaba la voluntad de
sus protagonistas, ya que representaba una sanción por parte de un grupo cultural, los kogui,
sobreotro que encarnaban ambas familias, los dibulleros. Esto en la medida en que desde
tiemposremotos, los dibulleros se relacionaron de manera desigual con los kogui pese a entablar
con ellosrelaciones de compadrazgo, parentesco e intercambio comercial. De un lado los
dibullerosinvadieron su territorio y ocuparon una posición económica y política dominante sobre
losindígenas. Los kogui a su vez, lograron ejercer cierto temor en los dibulleros mediante
lautilización de la magia como escarmiento contra sus atropellos.Bajo esta óptica el conflicto
representa un castigo ejemplar de los kogui a los dibulleros comorespuesta al largo historial de
atropellos, abusos y fechorías a los cuales estuvieron sometidos. Fueasí como “para los dibulleros,
la obligación reciente de dejar las tierras serranas se deriva de lasacciones de los Cárdenas y los
Valdeblánquez”,

 por lo que se podría suponer que la sanción koguituvo éxito y que el conflicto formó parte de un
proceso correctivo que buscaba restablecer el

En ese sentido se sigue la contribución teórica de Pierre Bourdieu sobre las formas del capital (que
se presentan principalmente en la forma de capital social, económico, cultural y simbólico), en
donde el capital social se entiendecomo “la posesión de una red de relaciones sociales, asociados
con la posesión de una red perdurable de relaciones máso menos institucionalizadas de
conocimiento y reconocimiento común o en otras palabras, de la calidad de ser miembrode un
grupo”. Pierre Bourdieu, “The Forms of Capital”, Op.cit., p. 248.

Victor W. Turner propone la noción de

comunitas
, “de naturaleza espontánea, concreta e inmediata en oposición a lanaturaleza regida por la norma,
institucionalizada y abstracta de la estructura”. En ese sentido este aspecto existencial y potencial
de la vida humana se caracteriza por una fase

liminal 

que representa el punto intermedio de una transiciónentre dos posiciones, “por lo que los estudios
sobre la estructura social

como tal 

son irrelevantes [y] equivocados en su premisa básica, ya que no existe tal cosa como una ‘acción
estática’”; (“...and for this reason studies of social structure

as such

are irrelevant. They are erroneous in basic premise because there is no such thing as “static
action”.) Victor W.Turner, “Liminalidad y

Comunitas”, El proceso Ritual Estructura y Antiestructura

, Madrid, Taurus, 1996, pp. 101-136, p. 133. La segunda cita fue extraída de

 Dramas Fields and Metaphors, Symbolic action in Human Society

, Nueva York,Cornell University Press, 1994 (1974), pp. 23-59, p. 24.

Pierre Bourdieu,

Outline of a Theory of Practice

, Op.cit., p.72. Bourdieu sostiene que el

habitus

depende de unase

 structuras objetivas

(economía, lenguaje, etc.), que definen las condiciones en que dicho

habitus

es producido,mientras que la

coyuntura

determina las condiciones en que éste opera. Ibid., pp.79-87.

7
Anne Marie Losonczy, “De cimarrones a colonos y contrabandistas”, Op.cit., p. 228.

 equilibrio entre ambos grupos culturales. La versión del robo de la máscara, en su connotación
desuceso ambiguo de tiempos y actores indefinidos, no es contradictoria con otras versiones
delorigen del conflicto, ya que sirve como respuesta al tratar de explicar la desgracia
desencadenadaentre dos familias dibulleras.Las versiones que gozan de mayor aceptación en torno
a las causas del conflicto giran alrededor de una mujer. Indagando la razones de por qué resulta
frecuente que familias enteras de dibullerosy guajiros se maten por diferencias en torno a una
mujer, se nos explicaba que por 

honor 

y por elarraigo que tiene la “ley guajira” entre guajiros indios y no indios. Fue por esto que
consideramosnecesario abordar y analizar algunos elementos de relevancia para el estudio del
conflicto como la“ley guajira” por un lado y el honor, por otro. Es por esto que optamos por definir
el conflicto delos Cárdenas y los Valdeblánquez como un

conflicto mestizo

, queriendo decir con esto que no es posible atribuirle una única respuesta y afirmar, por ejemplo,
que se trató de un conflicto quesiguió estrictamente patrones culturales de origen wayúu, kogui,
africano o español; por elcontrario, su estudio revela elementos estructurales subyacentes y
permite identificar al interior deéstos influencias culturales presentes en la cultura dibullera, ya
fuesen wayúu, kogui, africanas ohispánicas. Es necesario señalar que el concepto

mestizo

es tan amplio como complejo y como tal,excede los propósitos del presente trabajo. Sin embargo,
esta investigación, aunque no pretendeconstituirse en un estudio sobre el mestizaje en La Guajira,
sí busca servir como incentivo afuturas investigaciones en este campo, de reducida exploración en
Colombia.El conflicto entre los Cárdenas y los Valdeblánquez, así como otros sucedidos entre
familiasguajiras no indígenas, guarda abiertas similitudes con los conflictos interfamiliares
wayúuregulados por la llamada “ley guajira”, ya que en ambos casos se trata de conflictos
articulados principalmente por el parentesco. Sin embargo, en los conflictos wayúu regidos por el
código dereciprocidad y basados en la filiación matrilineal, el enfrentamiento violento se constituye
en laúltima fase de una negociación fallida, cuyo mediador es el palabrero.

Mientras tanto, conflictoscomo el de los Cárdenas y los Valdeblánquez suelen caracterizarse en que
no acuden a unainstancia de conciliación previa al enfrentamiento violento. Se suele afirmar que
este tipo deconflictos constituyen una transformación del proceder wayúu.

9
Esta consideración, si bien aportaimportantes elementos comparativos entre uno y otro tipo de
conflictos, corre el riesgo en que alrealizar generalizaciones, desconoce la complejidad y
particularidad del fenómeno e ignora otras posibles explicaciones. Lo que vale la pena señalar es
que a pesar de que ni los Cárdenas ni losValdeblánquez tenían ancestros wayúu que puedan ser
ubicados en sus árboles genealógicos, éstosestuvieron muy presentes en la historia de poblamiento
de Dibulla. Esto permite asegurar queciertos elementos propios de la cultura wayúu, como el
contrabando, las alianzas familiares y elalto valor social de la mujer como transmisora del
parentesco, fueron asimilados por el dibullero yen general por los habitantes de la Guajira.

Véase: Weildler Guerra,

 La disputa y la palabra

y “Los conflictos interfamiliares wayúu”; Benson Saler,

 Principios decompensación

; Federico Guzmán, “Venganzas de sangre entre los wayú frente al derecho penal colombiano”;
MichelPerrin y José F. Uliyuu Machado, “La “Ley Guajira”, Justicia y venganza entre los guajiros”.

Este desarrollo se encuentra presente en Ángel Acosta Medina, “El hombre guajiro” y Claudia
Cáceres, “Tácticas yEstrategias en el Conflicto Social de La Guajira”.

Para aproximarnos al concepto del honor resultaron de gran utilidad distintos trabajos que
lodesarrollan desde la antropología.

10

En ese proceso fue vital aprehender la noción del honor comocapital simbólico, cuyo valor reside en
la representación que éste tiene ante el individuo y losdemás.

11

En esa medida, una ofensa de honor constituye un perjuicio al capital simbólico delofendido, quien
está obligado a actuar para restablecerlo. De ahí la tendencia a ejercer la justicia privada en los
conflictos de honor, pues recurrir a terceros es renunciar a limpiar el honor propio.Restaba
entender qué consideraban los dibulleros como una ofensa al honor. De un lado, el honor se
encontraba en estrecha relación con la mujer, su sexualidad y virginidad. Ello señala la
evidentediferencia en los roles sociales según el género, donde el hombre aparecía como el
guardián y elresponsable de la sexualidad femenina, cuya transgresión equivalía a la pérdida de su
honor y elde su familia, expresada en la humillación y la vergüenza pública. Por otra parte el honor
serelacionaba con la palabra empeñada, cuyo incumplimiento se constituía en una delicada
ofensa.Finalmente se consideraba que el derramamiento de sangre y la muerte constituían la más
graveofensa al honor. Las ofensas al honor, referidas a la mujer, a la palabra o al derramamiento
desangre, constituían eventos en los cuales el orden social era infringido y se veía comprometido
elcapital simbólico de los afectados.El honor se articuló a partir de las relaciones de parentesco,
hecho que evidencia su naturalezacolectiva, ya que si se ponía en entredicho el honor de un
individuo, esto implicaba hacerlo encontra de todo el grupo al cual éste pertenecía. En este caso se
trataba de dos familias, en donde el parentesco fue inicialmente la norma que estableció y señaló a
aquellos quienes participaron en elconflicto. La revisión de los caminos por los cuales se transmitió
el conflicto a través del parentesco, no permitió establecer una única tendencia. La transmisión se
dio entre hermanos, asícomo entre primos hermanos por vía materna o paterna y entre primos en
segundo grado de los protagonistas iniciales. Los involucrados en el conflicto fueron parientes por
ambas líneas dedescendencia, permitiendo distinguir cierta influencia en el sistema de filiación
tanto wayúu(matrilineal) como hispánico (bilineal), lo que revela la naturaleza mestiza del
conflicto.Este hecho determinó que sólo fueron algunas parentelas, dentro del conjunto de la
familiaextensa, las que al respaldar a las partes implicadas, tomaron parte activa en el conflicto.
A estas parentelas guiadas por el parentesco consanguíneo, se sumó el respaldo de un extenso
número decompadres y ahijados, quienes se consideraban y se reconocían parientes a partir del
sacramentodel bautismo.El honor es un capital simbólico que se transmite, comparte y defiende. En
el caso de losCárdenas y los Valdeblánquez la institución que se movilizó en torno a la defensa del
honor fue lafamilia. Sin embargo, defender el honor familiar implicó implementar estrategias
encaminadas aafectar el capital simbólico de la contraparte

12

. Una de las estrategias empleadas por ambas

10

Al respecto véase: Jean G. Peristiany (comp.),

 El concepto del honor en la sociedad mediterránea

; Julian Pitt-Riversy Jean G. Peristiany (comp.),

 Honor y gracia

; Julian Pitt-Rivers,

 Antropología del honor o política de los sexos

11

El capital simbólico sólo existe en la medida en que es percibido por los demás como valor, ya que
no tiene un valor real, sino una existencia efectiva que se basa en el reconocimiento que le otorgan
los demás. Bourdieu lo define como el“capital negado [denié], reconocido como legítimo, es decir,
no reconocido [méconnu] como capital”. Pierre Bourdieu,

 El Sentido Práctico

, Op.cit., p.198.
12

Las estrategias, según Bourdieu, constituyen un sistema de principios generadores y organizadores


flexibles yadaptables a condiciones cambiantes. Francisco Vázquez García,

 Pierre Bourdieu,

Op.cit., p.76.

 Con ello podemos señalar que el conflicto de los Cárdenas y los Valdeblánquez fue un conflictode
honor sucedido por fuera de las regulaciones de la justicia ordinaria, ya que las partes noacudieron
al sistema judicial del Estado y por el contrario optaron por ejercer de forma privada la justicia a
través de la venganza. A pesar de su carácter ilegal ante los ojos del Estado, la venganzase
constituía en el elemento tradicional y legítimo de hacer justicia, que se impuso a la hora deresolver
este conflicto en particular.La consideración de que el honor sólo está en juego entre iguales
resultó vital para entender elconflicto, ya que eran familias en muchos aspectos similares, incluso
con parientes en común,cuyos capitales se encontraban inicialmente en equilibrio. Las partes en
conflicto se enfrascaronen una

rivalidad mimética

15

según la cual dos personas pueden volverse enemigas por el hecho deser similares. Sus fuerzas en
equilibrio y tensión sólo encontraron salida en la violencia circular dela venganza de sangre, ya que
todo derramamiento de sangre exigía como compensación un nuevoderramamiento de sangre,
donde imperaba la

ley del ojo por ojo y diente por diente

. Con ello seacumularon odios, sufrimientos y culpas que hicieron cada vez menos plausible que se
llegara aun acuerdo, ya que el único fin probable parecía ser la eliminación de una de las dos
partes.Sin embargo, hemos venido insistiendo en la especificidad y particularidad del conflicto entre
losCárdenas y los Valdeblánquez, que hace que elementos como el parentesco y el honor no
seconstituyan en una serie de normas mecánicas e inflexibles. Esta característica
obedece básicamente a que si bien el conflicto se suscitó con anterioridad a la bonanza marimbera,
sedesarrolló bajo esta coyuntura socioeconómica.

16

En ese sentido, el estudio del conflicto permitíareferir los cambios que la bonanza marimbera –una


coyuntura socioeconómica–, había generadosobre el conflicto – una práctica específica –, la cual se
encontraba articulada a una realidad social particular – Dibulla –, en donde ciertos capitales
dinámicos –como el parentesco y el honor–  primaban y regulaban la vida de los individuos. Las
nuevas estrategias desplegadas por los actoresen conflicto, producto de los cambios introducidos
por la coyuntura de la bonanza, produjerontransformaciones en la dinámica de la violencia circular
que hasta ese momento se había desatado.Al tiempo que el conflicto ponía de relieve la
importancia de aspectos subyacentes yfundamentales de la vida social como el honor, la mujer o el
parentesco, permitía ubicar transformaciones evidentes producto de las relaciones que sus actores
entablaron en aquellos díasde bonanza.

17

En otras palabras, el estudio del conflicto permitía evidenciar el cambio, ya que allíera donde más
claramente se podía observar la dialéctica entre las formas estructurales y una

15

Tomamos el término de René Girard,

The Scapegoat 

, Op.cit., p.92.

16

Sobre la bonanza marimbera y sus múltiples implicaciones, véase: Alfredo Molano,

et.al 

, “Aproximación a unahistoria oral”; Alfredo Molano,

 Diagnóstico del orden social en la región del Caribe

; Alfredo Molano, “Contribución auna historia oral de la colonización de la Sierra Nevada de Santa
Marta”; Darío Betancourt y Martha García,

Contrabandistas, marimberos y mafiosos

; Guillermo Rodríguez Navarro,

et.al 

.,

Mapa cultural del caribe colombiano.

17

Victor Turner utiliza el concepto de “drama social” como un proceso que consta de cuatro fases (la
brecha, la crisis, laacción redirigida y la reintegración) para explicar y analizar los episodios que
manifiestan situaciones de conflicto.Sostiene el autor que los conflictos hacen relevantes aspectos
fundamentales de la vida social que normalmente seencuentran cubiertos por las costumbres y los
hábitos del diario vivir. En ese sentido, “los dramas sociales y lasempresas sociales –así como otros
tipos de unidades procesuales– representan secuencias de eventos sociales, que
vistosretrospectivamente por un observador, pueden demostrar que tienen una estructura” y “tal
estructura “temporal”, […]se organiza principalmente a través de relaciones en el tiempo más que
en el espacio...” (“Social dramas and socialentreprises –as well as other kinds of procesual units–
represent sequences of social events, which, seen retrospectively by an observer, can be shown to
have structure [and] such “temporal” structure, […] is organized primarily throughrelations in time
rather than in space…”). Victor Turner, “Social dramas and ritual metaphors”, Op.cit., p. 35.

 coyuntura específica. El conflicto articula factores estructurales y coyunturales que evidencian


quela estructura y la coyuntura no son esferas aisladas, sino que por el contrario se encuentran
en permanente intercambio, transformándose y adaptándose mutuamente y de forma continua.La
bonanza significó principalmente un aumento en el capital económico de ambas familias, producto
de las descomunales ganancias que éstas obtuvieron del cultivo y de la comercializaciónde la
marihuana. El aumento de capital económico tuvo repercusiones evidentes para la
estrategiaemprendida por los actores, lo que generó cambios en la dinámica misma del conflicto.
Eso posibilitó que ambas familias financiarán la

 guerra

a través del aprovisionamiento constante dearmamento y munición; asimismo, los nuevos recursos
les permitieron a ambas familiastrasladarse de Dibulla a las ciudades vecinas. Este hecho marcó el
tránsito del escenario rural endónde se había originado el conflicto, a un entorno urbano
caracterizado por una territorialidaddiferenciada de las partes: mientras los Cárdenas se afincaron
en Santa Marta, los Valdeblánquezhicieron lo propio en Barranquilla y “establecieron entre ellas un
tratado de límites territoriales:quien traspasara un punto intermedio fijado en Ciénaga, sería
hombre muerto”.

18

Como se anotó, la venganza de sangre involucró inicialmente a los parientes, compadres y


amigosmás cercanos a las partes en conflicto. Constituía un conflicto de honor que se articulaba a
partir de mecanismos propios del parentesco y que por ende tenía un carácter directo entre los
miembrosque componían las parentelas en conflicto. Posteriormente, la bonanza les permitió
contratar sicarios, mercenarios, informantes e incluso miembros de la policía y el ejército. Con ello
elconflicto sufrió una transformación sustancial, ya que no sólo fallecieron parientes y
compadres,sino trabajadores, socios comerciales e inocentes ajenos a la disputa. Esto hizo que
creciera deforma desmedida y que resulte difícil determinar el número de muertos que
trajo consigo.En la medida en que el conflicto se convirtió en fuente de empleo, también existían
intereses enmantenerlo, por lo que los rumores y los chismes callejeros alimentaban y atizaban el
conflicto.La muerte de Francisco Cárdenas Ducad en 1977 significó la violación a un pacto de
pazcelebrado entre ambas familias, hecho que lo radicalizó y lo transformó en un
conflictoindiscriminado. Con ello cada acto de violencia se convirtió en un despliegue del
capitalsimbólico de las partes, en una demostración de los niveles de violencia hacia los cuales
sedegradaría la confrontación. Fue posible ubicar eventos como la muerte de Euclides
GómezDucad en octubre de 1979, quien recibió veinte tiros de metralla y fue rematado con una
granadade fragmentación; la muerte de Jorge

Toto

Gómez Ducad en julio de 1980 quien recibió treintaimpactos de pistola o la bomba con explosivos
que pretendía volar la casa de los Cárdenas enfebrero de 1980. Estos sucesos manifiestan la forma
en que la violencia se tornó atroz eindiscriminada; ya no parecía ser suficiente dar muerte a los
enemigos, sino hacer de ese acto undespliegue del capital simbólico y militar de las partes en
conflicto.Si bien en un comienzo eran los hombres adultos los actores exclusivos del conflicto, con
sudesarrollo, ancianos, mujeres y niños entraron a engrosar las listas de víctimas y muertos. Señal
deesto fueron las muertes de dos ancianos Valdeblánquez en 1977, el asesinato de Briceida Parra
deValdeblánquez en 1980 y el último homicidio del que se tiene registro cometido contra el
niñoHugo Cárdenas en 1989. También es posible señalar que inicialmente los homicidios
seregistraban en fechas que coincidían y que permitían sostener que la práctica estaba mediada
por 

18

Laura Restrepo y Fernando Álvarez, “La maldición de una estirpe”, Op.cit, p. 32.

tiempos específicos (zetas). Sin embargo, esto también cambió significativamente, ya que con
laradicalización del conflicto no parecía haber una tendencia que regulara sus tiempos.Ya para
inicios de los años ochenta resultó evidente el desequilibrio entre los capitales quedetentaban las
dos familias. Luego de la muerte de Briceida, los Valdeblánquez se volcarondecididamente contra
sus enemigos los Cárdenas, quienes empezaron a resultar seriamentediezmados. Aun cuando para
algunas personas no resulta posible hablar de ganadores en una

 guerra

, muchas versiones suelen afirmar que los Valdeblánquez fueron quienes vencieron,mientras que de
los Cárdenas se dice que tan solo quedó una tropa de huérfanos y viudas. Eltriunfo relativo de los
Valdeblánquez se puede explicar en la medida en que su estrategia encabeza de Enrique Coronado,
tuvo mayores dividendos. Por un lado aumentaron de formasignificativa su capital económico,
asociado a una participación más efectiva en la bonanza y a su posterior intervención en el tráfico
de cocaína, el secuestro y la piratería terrestre. Por otra parte laalianza que establecieron con la
Segunda Brigada del Ejército en Barranquilla, les permitióaumentar su capacidad militar e
imponerse sobre sus rivales. Para ello incluso movilizaron personal contratado hacia otras regiones
del país, como sucedió con la muerte de AlcibíadesCárdenas Ducad (1983), acaecida en
inmediaciones de la laguna de Tota en el departamento deBoyacá y en donde fue sindicado como
responsable un militar vinculado a la Segunda Brigada.El conflicto no sólo experimentó cambios en
su accionar, sino que tuvo efectos en la forma como posteriormente se manejaron los conflictos en
Dibulla y en la Guajira. Mientras hacerelativamente poco el hacer justicia por cuenta propia era el
curso predecible y esperable de losconflictos, se nos contaba que con el paso del tiempo es cada
vez más común acudir a un tercerorepresentado por la autoridad estatal.

19
Sin embargo no podemos decir que hoy en día losdibulleros consideren que el honor y la amenaza
de la venganza hayan perdido vigencia en lasrelaciones sociales. Tampoco que

la ley

, como son referidos por los dibulleros los organismos delEstado como el ejército y la policía, gocen
de plena legitimidad en un lugar como Dibulla, dondeson vistos más con desconfianza que
cualquier otra cosa. Sin embargo, la opinión general es quela

 guerra

de los Cárdenas y Valdeblánquez fue una locura que acabó con dos familias, al puntoque hoy nadie
habla de perdedores o ganadores. Por otro lado, los tiempos cambian y con ellos losconflictos y sus
actores, con lo que el conflicto entre los Cárdenas y los Valdeblánquez quedó enel pasado y poco a
poco empieza a convertirse en “historia”. Lo paradójico es que muchosextrañan una época en que
la violencia tenía caras, en que “se sabía quienes eran los que seenfrentaban y se sabía quienes
iban a morir y quienes iban a matar a ese que se iba a morir”.

19

La gobernación del departamento de La Guajira fijó como política de paz hacia el año de 1992
servir comointermediario en conflictos entre familias no indígenas, en busca de la firma de pactos
de paz. Estos pactos de paz seencuentran disponibles para consulta en la secretaría de Gobierno de
la Gobernación de La Guajira con sede enRiohacha. El primer pacto data del 29 de enero de 1992
en Riohacha entre las familias Gómez y Pinto. El acuerdo másreciente es del 18 de enero del 2003,
celebrado en Fonseca entre 12 familias en disputa por más de 30 años.

EPÍLOGO

Algún tiempo después de concluida esta investigación regresamos a Dibulla y permanecimos allí por
un par de meses, en esta ocasión con el fin de llevar a cabo un proyecto de carácter histórico con
un grupo de estudiantes del bachillerato de Mingueo.

 Aunque la naturaleza del trabajo exigía una presencia casi permanente en este lugar, preferimos
establecernos en Dibulla, donde habíamos establecido vínculos de amistad conalgunas personas
durante nuestra primera estadía. Sin embargo, todos los días salíamostemprano hacia Mingueo en
uno de los carros que a diario recorren los cerca de 15kilómetros que separan estas dos
poblaciones. Un día, haciendo nuestra ruta habitual haciaMingueo, vimos a dos personas
asesinadas que horas antes habían sido arrojadas al lado dela carretera. Más que la escena de un
par de cuerpos insepultos y con varios impactos de bala en el cuerpo, nos impactó la reacción de
las personas en Mingueo. Aparentementenadie conocía a las víctimas y todos con quienes
comentamos el episodio parecían asumirlocomo un hecho cotidiano cuyo motivo se resumía en un
“ajuste de cuentas” sobre el cual novalía la pena indagar mucho. Al lado del incidente se
comentaban otros cuantos que habíantenido lugar días atrás en el pueblo y sus alrededores, pero
que por la manera indiferente enque se narraban daban la impresión de haber sucedido en un
espacio y tiempo muy lejano.Sin embargo, detrás de esta aparente indiferencia era posible percibir
en las miradas de lagente la presencia abrumadora del miedo. Era como si esa violencia implacable
que duranteaños ha dominado buena parte de la región se manifestara de cuando en cuando
pararecordar a todos que seguía más vigente que nunca.Esa tarde, de regreso a Dibulla, vimos que
el lugar de los hechos se encontraba vacío y sóloquedaban allí diseminadas unas cuantas láminas
de cartón que habían sido usadas paracubrir los cuerpos de las víctimas. Aunque ninguno de los
que iba en el carro pudo evitar volver la mirada sobre el lugar, nadie comentó absolutamente nada
y tras un breve silenciotodos retomaron lo que habían interrumpido por un instante: una
conversación, laentonación del vallenato que sonaba en el radio o simplemente la siesta de rigor.
Fueentonces cuando nos vino a la memoria aquella frase concluyente sobre los
Cárdenas yValdeblánquez, cuando alguien decía al referirse a la violencia de ayer que “antes sí
sesabía quienes eran los que se enfrentaban y se sabía de pronto quienes iban a morir y sesabía
quienes iban a matar a ese que se iba a morir”.Anotábamos en el trabajo que el conflicto de los
Cárdenas y Valdeblánquez marcó dealguna manera la transición entre dos violencias muy
diferentes. La primera fue el objeto deesta investigación y estuvo caracterizada por seguir unos
patrones culturales muy locales,ligados a elementos como el parentesco y el honor. No podemos
decir que esta violenciahaya tenido un principio y un fin, pues esto sería como afirmar que las
estructuras socialessobre las cuales se sustenta también son susceptibles a desaparecer en
cualquier momento.Lo que es innegable es que esta violencia tuvo un auge inusitado durante el
período de la bonanza marimbera y su manifestación más clara fue quizá la guerra de los Cárdenas
yValdeblánquez, al punto que en la costa la gente se refiere a ésta comúnmente como una“época”,
dando a entender que fue una violencia que dominó la historia de la región durante

Fundación Pro-Sierra Nevada de Santa Marta, INERAM, “Mingueo, Guajira”, Santa Marta, 2005.
(Cartilla yvideo).

varios años. Sin embargo, al lado de este conflicto se fue gestando otra violencia deorígenes
igualmente complejos que es precisamente aquella que hoy en día predomina nosólo en la Costa
sino en todo el país.La bonanza marimbera no sólo hizo posible que un conflicto entre dos familias
dibullerasse extendiera de una pequeña población al escenario regional y nacional. En general se
tratóde una coyuntura socioeconómica que tuvo profundas repercusiones sobre cada aspecto dela
vida de la región. En zonas como Dibulla y los pueblos de la Troncal la gente abandonósus
actividades económicas tradicionales y se vinculó a un negocio que prometía ingresosabundantes
en el corto plazo. El hecho de que se tratara de una actividad ilegal, facilitadano sólo por una
presencia muy precaria del Estado sino por la frecuente vinculación delejército y la policía a la
misma, favoreció el surgimiento de poderes locales que sedisputaban el control del negocio.
Surgieron los famosos “combos” de sicarios yguardaespaldas articulados alrededor de pequeños
capos que se enfrentaban a diario ydejaban semanalmente decenas de muertos. Uno de estos
grupos llegó a controlar una partede la Sierra Nevada entre los ríos Guachaca y Buritaca,
apoderándose no sólo del tráfico demarihuana en la zona sino de vastas extensiones de tierra,
muchas de las cuales habían sidoabandonadas por colonos e indígenas a raíz de la violencia.
Posteriormente, con la crisis dela bonanza, este grupo de marimberos se vinculó al negocio de la
coca, que ya paraentonces comenzaba a sembrarse en la zona y con el tiempo llegó a controlar
toda la zonade colonización campesina de la Sierra Nevada entre Santa Marta y Mingueo. Este
grupo seconvirtió en el principal antecedente de paramilitarismo en la región y mantuvo su
dominiohasta el año 2002, cuando tras una larga serie de enfrentamientos con las
AutodefensasUnidas de Colombia (AUC) quedó subordinado a su control, entonces bajo el mando
deCarlos Castaño.

 Al lado de los paramilitares y aprovechando la profunda crisis económica en que quedósumido el
campesinado tras el fin de la bonanza marinera, hizo su aparición la guerrilla, lacual continúa en la
actualidad teniendo una amplia zona de influencia en la Sierra Nevada,especialmente en las
vertientes nororiental, suroriental y occidental.

Surgió entonces unconflicto cuyas raíces y orígenes se manifiestan especialmente en una lucha por
el control

Recientemente se produjo la desmovilización de los paramilitares en la Sierra Nevada, los cuales


hacían parte del denominado Bloque Norte de las AUC. Sin embargo, sus jefes Hernán Giraldo y
Jorge Cuarenta,optaron por permanecer en la zona junto con muchos de los desmovilizados.
Actualmente es incierto el futurode este proceso y muchas personas en la zona temen un
resurgimiento de nuevos grupos paramilitares. Es elcaso de Mingueo, donde algunas personas
señalan que algunos desmovilizados se han vuelto a armar ynuevamente han formado bandas.
Comunicación personal, Mingueo, julio 30, 2006. Sobre los grupos paramilitares en la Sierra Nevada
de Santa Marta, véase: Observatorio del programa presidencial de DerechosHumanos y DIH,
Vicepresidencia de la República “Dinámica reciente de la confrontación armada en la Sierra Nevada
de Santa Marta”, Imprenta Nacional, Bogotá, 2005; Alfredo Rangel (comp.),

 El poder paramilitar 

,Planeta, Fundación Seguridad y Democracia, Bogotá, 2005.

No es nuestro propósito extendernos aquí sobre este proceso, el cual da para una o varias
investigaciones ysólo nos limitamos a describirlo brevemente. Para mayor información véase:
Alfredo Molano, et.al.,“Aproximación a una historia oral de la colonización de la Sierra Nevada de
Santa Marta. Descripcióntestimonial” (inédito), Bogotá, Fundación Pro-Sierra Nevada de Santa
Marta, 1988; Alfredo Molano,

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 Nordeste indígena
, Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1993.

político, económico y militar del territorio. Este conflicto fue el que precisamente dio pasoa esa
“otra violencia” que continúa vigente en toda la región. La guerra de los Cárdenas yValdeblánquez
asistió en su última etapa al auge de esta violencia y el desenlace mismo delconflicto evidenció
transformaciones en su interior que reflejaron esta transición. Lainclusión de mujeres y niños y la
incorporación de terceros sin ningún tipo de parentescocon las familias y actuando únicamente
como asesinos a sueldo, dejaron en claro que almenos en su forma el conflicto comenzaba a
evidenciar una lógica más cercana a unaviolencia indiscriminada, donde el fin es la eliminación del
adversario sin importar losmedios, que a esa “guerra entre hombres” que seguía unos principios
muy definidos basados en el honor y el parentesco. Sin embargo, y pese a las transformaciones
que pudohaber sufrido el conflicto a lo largo del tiempo, jamás dejó de ser una disputa cuyo
centroera el honor. Por eso nadie dudó que el asesinato Hugo Nelson Cárdenas el 11 de abril
de1989, un niño de doce años y que nada tenía que ver con una guerra que además todo elmundo
creía terminada, formaba parte de una venganza que había tenido su origen 29 añosatrás cuando
su padre, José Antonio, asesinara a Hilario Valdeblánquez.Días después del incidente que
comentábamos al comienzo, nos encontrábamos enMingueo con un grupo de estudiantes
realizando el registro en video en el parque del pueblo. Llevábamos ahí un rato cuando nos
abordaron dos personas vestidas de civil, unade las cuales se presentó como el inspector de policía.
Nos preguntaron de manera directa yun tanto agresiva qué hacíamos ahí y para qué estábamos
filmando. Luego de explicarlesque se trataba de un trabajo de recuperación histórica del lugar con
estudiantes de colegioque contaba con el respaldo de la institución, nos hicieron saber que lo
primero quedebíamos haber hecho era presentarnos en la estación de policía y explicar cuáles
erannuestros propósitos, ya que al pueblo entraba mucha gente “extraña” y no se sabía “quienera
quien”. Luego de este episodio recordamos lo que había sido nuestra llegada a Dibullacasi dos años
atrás: habíamos llegado por recomendación de Camilo –el médico- a la casade una ahijada suya
llamada

Mama

, quien nos acogió de inmediato. Desde ese día nosconvertimos en “la gente de Camilo” y muchos
nos adjudicaron un parentesco con él que jamás tuvimos, pero que se convirtió en una condición
esencial para dejar de ser “extraños”en el pueblo. Este parentesco ficticio nos otorgaba una
protección al interior de Dibulla, dela cual carecíamos en Mingueo, pues a pesar de contar con un
respaldo institucional, paramuchos en el pueblo no pasábamos de ser unos “extraños” cachacos
que a diario iban de unlado para otro cargando cámaras de video y haciendo
entrevistas.Paradójicamente, la vigencia en Dibulla de elementos como el parentesco, la familia,
loscódigos de honor y su profunda influencia sobre cada aspecto de la vida política, social
yeconómica del lugar, ayudan a explicar no sólo un conflicto como el de los Cárdenas
yValdeblánquez sino en cierta medida el porqué Dibulla ha logrado mantenerserelativamente al
margen de esa “otra violencia” que se extiende hasta unos pocoskilómetros de distancia. En efecto,
los grupos paramilitares que desde años atrás habíanlogrado controlar todos los pueblos de la
Troncal desde Santa Marta hasta Mingueo, no han podido ampliar su zona de influencia a Dibulla,
aunque en repetidas ocasiones hanintentado establecerse allí.

Estas incursiones comenzaron hacia el año 2001, cuando un


4

Nos referimos aquí a la cabecera municipal, pues como anotábamos en el trabajo Dibulla pasó a
ser municipio en 1996, quedando conformada por los corregimientos de Palomino, Mingueo, Las
Flores, Puente

grupo de personas de La Punta de los Remedios -comandado al parecer por un dibullero – asaltó
una lancha cargada con droga, la cual pertenecía a los paramilitares.

La respuesta deestos no se hizo esperar y pocos días después de este incidente comenzaron a
entrar esporádicamente a Dibulla y La Punta en busca de los presuntos responsables.
Estodesembocó en una masacre cometida por los paramilitares en La Punta en septiembre delaño
2002, que dejó a cuatro personas muertas y a otras cinco desaparecidas.

 Aunque esta masacre fue entendida como un “ajuste de cuentas” por el atraco de la lancha,era
evidente que detrás de todo existía un claro interés por parte de los paramilitares decontrolar a
Dibulla y la población vecina de La Punta. En efecto, las incursionescontinuaron y para los
dibulleros se volvió un hecho cotidiano el ver deambular a grupos devarias personas vestidas de
civil que permanecían en el pueblo desde las primeras horas deldía hasta el anochecer.
Posteriormente llegaron a alquilar un par de casas en el pueblo o aocupar una que otra que se
encontraba abandonada, estableciendo así una presencia másefectiva en el lugar. Al parecer hubo
inicialmente cierta aceptación por una parte de la población, pues algunos dibulleros comenzaron a
acudir a los paramilitares con el fin dedenunciar delitos menores como robos a sus casas. Llegaron
a ser comunes las acusaciones públicas entre los mismos dibulleros por cualquier motivo, que
terminaban en amenazasmutuas de “sapear” o delatar al otro con los “paracos”. Algunas de estas
acusacionestuvieron efecto y terminaron en el asesinato de un par de dibulleros que desde tiempo
atrástenían fama de ladrones. Estos hechos y el que los paramilitares comenzaran a
cobrar “impuestos” sobre los negocios de la gente, comenzó a generar una reacción de rechazo
enla población. De cierta forma la comunidad sintió que le estaba siendo arrebatado elderecho a
decidir sobre asuntos tan trascendentales como la justicia, pues a pesar que desdehace varios años
hay presencia permanente de la fuerza pública en Dibulla, la gente nosiempre acude a ella y en
muchos casos subsiste el principio de “tomarse la justicia por la propia mano” para resolver los
conflictos. La gente comenzó entonces a denunciar  permanentemente ante organismos como el
Gaula y la Sijin la presencia de estos grupos yaparentemente las denuncias surtieron algún efecto,
pues luego de un tiempo los paramilitares se retiraron del pueblo y desde mediados del año 2005
su presencia allí hadisminuido.Es muy difícil afirmar que la retirada de los paramilitares de Dibulla
es definitiva, como esigualmente difícil pronosticar el futuro del proceso de desmovilización que
actualmente seadelanta en la región. Sin embargo, es de esperar que mientras persista un orden
socialarticulado alrededor de principios como el honor y el parentesco, así sean estos
mismos principios los que expliquen el origen de un conflicto tan doloroso como el de los
Cárdenasy Valdeblánquez, las posibilidades de lugares como Dibulla y La Punta de mantenerse al

Bomba, San Antonio, Campana y La Punta de los Remedios. De estas poblaciones sólo La Punta y
Dibullahan logrado mantenerse relativamente al margen de la influencia paramilitar en la zona, lo
que sin duda estárelacionado con el carácter cerrado de estas dos comunidades, el cual se ha
reflejado en el rechazo de sus pobladores hacia personas venidas de otras partes y especialmente
hacia los “cachacos”, cuya colonización seextiende en casi todos los pueblos de la Troncal.

Comunicación personal, Dibulla, julio 29 de 2006. El relato que sigue sobre la incursión de
paramilitares enDibulla es basado en esta comunicación. No citamos el nombre el entrevistado por
razones de seguridad.

“Masacre en La Punta, Guajira. Grupo armado mató a 4 y se llevó a 5”,

 El Informador 

, Santa Marta,septiembre 19, 2002, p. 8.

margen del conflicto actual son considerables. No sólo frente a las que tienen poblacionescomo
Mingueo, sino a buena parte del país, cuya historia de principio a fin ha estadoirremediablemente
ligada a la violencia.

 Dibulla y Bogotá, agosto, 2006 

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Revistas y periódicos

 Diario del Caribe

, Barranquilla, 1970-1989.-

 El Bogotano

, Bogotá, 1979-1984.-

 El Espacio

, Bogotá, 1981-1989.-

 El Espectador 

, Bogotá, 1970-1996.-

 El Heraldo

, Barranquilla, 1970-1996.-

 El Informador 

, Santa Marta, 1970-1996.-


 El Nacional 

, Barranquilla, 1974-1978.-

 El Tiempo

, Bogotá, 1970-1996.-

 Revista Alternativa

, Bogotá, 1975-1979.-

 Revista VEA

, Bogotá, 1980.-

 Revista Cromos

, Bogotá, 1974.

NEXO 1ENTREVISTAS REALIZADAS

Bogotá

Laura Restrepo, escritora. Septiembre 8, 2003.Enrique Egurrola, músico. Septiembre 26,


2003.Hernando Corral, periodista. Octubre 15, 2003.

Villanueva

Oswaldo Díaz, algodonero. Octubre 26, 2003Azael de Jesús Ramírez, odontólogo. Octubre 27,
2003.Ezequiela Sánchez, criadora de gallos. Octubre 29, 2003.Juana Bautista Baleta, profesora de
colegio. Octubre 29, 2003.Pablo Cesar Cuadrado, estudiante universitario. Octubre 30, 2003.

Distracción

Hermilde Peñalver Epiñayú, profesora de colegio. Octubre 26, 2003.

Riohacha

Hugo Carrillo, empleado público. Noviembre 19, 2003.Euclides Moscote, profesor universitario.
Noviembre 20, 2003.Justo Pérez-Van Leenden, profesor universitario. Noviembre 20, 2003.Plinio
Gómez Cotes, comerciante. Noviembre 24, 2003.Eider Fajardo, profesor universitario. Noviembre
24, 2003.Laureano David Plata, administrador de empresas. Noviembre 24, 2003.

Dibulla

Sixta Arévalo de Redondo, ex corregidora. Noviembre 3, 2003.Elsy Hernández, profesora de


colegio. Noviembre 3, 2003.Juan Díaz, agricultor. Noviembre 5, 2003.Arilis de Jesús Pereira,
enfermera. Noviembre 6, 2003.Carmelo Márquez, sacerdote. Noviembre 7, 2003.Robert Pereira,
arbitro de fútbol. Noviembre 13.Gregorio Cárdenas, comerciante. Noviembre 15, 2003Socorro
Redondo, empleado público. Noviembre 16, 2003.Hernan Cotes, periodista. Noviembre 18, 2003.
Palomino

 Carlos Fernández, líder comunitario. Noviembre 20, 2003.

Santa Marta

 Camilo Arbeláez, médico. Octubre 25, 2003.Orlando, celador. Octubre 28, 2003.Ana Sánchez de
Dávila, ex alcaldesa de Santa Marta. Octubre 31, 2003.Armando Lacera Rúa, profesor universitario.
Noviembre 1, 2003.Guillermo, conductor. Noviembre 2, 2003.

Sierra Nevada (alto río Guachaca)

Jesús Cárdenas, arriero. Diciembre 15, 2003.Alfonso, agricultor. Diciembre 15, 2003.

Barranquilla

Manuel Pérez, periodista. Diciembre 8, 2003.

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