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ACLARACIÓN: Existe “otro” Korikoto, Kari Koto o Keri Koto que es masculino y
compañero de Orishaoko. Él es quien rompe las piedras que Orishaoko saca
mientras ara los surcos en la tierra y usa esas piedras para construir muros que
protejan las cosechas de aves y otros animales. Es el espantapájaros que aleja
a los invasores que tratan de comerse los sembradíos. En Cuba se dice que
Orishaoko tiene dos aspectos: hombre puro y perfecto de día y que de noche
se disfraza de la muerte. Este espectro nocturno y espiritual es al que se le
llama Korikoto en su aspecto masculino. Se confunden ambos Korikotos
porque ambos llevan en sus atributos caracoles tirabuzones a los que se les
llaman Kori Koto también, de ahí viene la confusión. De hecho para sumar más
a la confusión del nombre de Korikoto, un patakí de 16-16 nos habla de un
caracol de tierra que son llamados Korokotos y de vistosos colores (especie
polymita picta) y que en el patakí se manifiestan como vasallos de Ikú. Son
ellos los que en realidad le dan el disfraz de la muerte que utiliza Orisha Oko de
noche y que se llama Ikú Afefé Orogodo.
Por eso si vamos a darle un nombre correcto a este espíritu no debe ser
Korikoto sino Iwi que se desprende del yoruba Iwir (espectro o fantasma).
Como vemos Korikoto como Orisha nada tiene que ver con Orisha Oko, ni sus
secretos, sino que tratan de dos deidades muy diferentes, una tiene que ver
con el nacimiento y la juventud, mientras que el de Orishaoko tiene que ver con
la muerte y los efectos que esto produce en los seres vivos.
Korikoto lleva:
- 1 tazón azul oscuro
- 1 piedra negra
- 1 mano de caracoles
- 1 tarro de buey
- 2 argollas de buey
- 1 narigón
- 1 maza de hierro de 7 puntas
- 7 caracoles polímitas
Animales:
- 1 pollón blanco
Collar:
7 rojas, 7 azul oscuro, 7 verdes y 7 caracoles
Patakí:
Hace mucho tiempo, en un país habitado por numerosas tribus, el río Oshún
fluía rápida e impacientemente para llegar al mar, y con el próspero río Obba,
formaban remolinos marinos que devoraban todo lo que a ellos llegaba. Un día
los niños se estaban bañando cerca del río, acercándose más y más sin
conocer el peligro. Korikoto, vio la contagiosa felicidad de sus risas y juegos,
pero también se percató que no sabían cuán cerca se estaban aproximando al
peligroso choque de estas dos corrientes tan poderosas. En un instante los
niños se desaparecieron en el agua. Korikoto como un pájaro o como un pez,
se sumergió en el agua para buscar uno a uno los niños perdidos. Fue tan
agotador que usando toda su energía, se rindió ante la tranquilidad del agua y
lo infinito del mundo. Su espíritu se elevó en una espiral de cristalinas gotas,
convirtiéndose en fragmentos de multicolor imaginación. Desde ese día, fue
adorada por las personas por su valentía.
Cantos de Korikoto: