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del vegetarianismo
© Editorial Central, 1985
© Fundación Editorial el perro y la rana, 2019 (digital)
© Mahatma Gandhi
Traducción de
Zohar Ramón del Campo
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Twitter: @perroyranalibro
Facebook: Fundación Editorial Escuela El perro y la rana
DISEÑO DE COLECCIÓN
Carina Falcone
Dileny Jiménez
I MAGEN DE PORTADA
Fundación Editorial El perro y la rana
La base moral
del vegetarianismo
P resentación
Con su nombre la colección Entreverado hace homenaje a uno de los platos más
ricos (por heterogéneo) de los llanos venezolanos; cuando se habla de heterogenei-
dad se alude directamente a universo, a mixtura, a lo abstracto y lo concreto en un
mismo horizonte. Esta colección admite lo diverso, desde el color a la textura, desde
el placer a lo reflexivo. Cada una de sus series se concreta en una unidad particu-
lar que contribuye a la consolidación del todo. Fogones abre espacio a los sabores
para que a través de su danza derritan paladares, es la feria de la cocina tradicional
venezolana, internacional, indígena y exótica. A Campo Abierto es una invita-
ción al deporte y al juego, en vista de facilitar la recreación y el bienestar del lector.
Parajes y Travesías se hace vehículo para llevarnos a diversos lugares del mundo
entero, acercándonos al viaje, al encuentro con lo otro. Umbrales dispone un espa-
cio donde comulgan la reflexión y el reconocimiento del ser desde una mirada
mística y subjetiva. Brújulas es la herramienta que brinda orientación y ayuda
técnica en diferentes materias, dispuesta en guías y manuales. De Cuerpo y Alma
nos lleva a los rincones de la salud física y mental. Saberes ancestrales recoge
aquellos textos que abordan temas referentes a tradiciones y religiones, siempre
enmarcados desde un punto de vista práctico e informativo evitando la distancia
generada por la perspectiva académica.
Se sabe pues que el caos es un nivel de orden superior, es en el caos donde interac-
túan las contradicciones y allí precisamente son más visibles los hilos que conectan
opuestos para hacer de ellos un absoluto, un conjunto de elementos que componen un
Entreverado exquisito.
Valores de los alimentos
Si bien es cierto que el hombre no puede vivir privado de agua y de aire, lo que
nutre al cuerpo es el alimento. De ahí el dicho que el alimento es vida.
La dieta vegetariana incluye además de los granos, las legumbres, las raíces
comestibles, los tubérculos y las hojas, a las frutas, tanto secas como frescas. La
fruta seca incluye las de cáscara dura tales como las almendras, el pistacho, las
avellanas, etc.
Los cereales deben ser molidos con una piedra de moler, y la harina que se
produce debe ser utilizada tal como queda. Debe evitarse tamizar la harina, pues es
probable que quede despojada del bhusi o cascarilla, que constituye una rica fuente
de sales y vitaminas, las que son sumamente valiosas del punto de vista de la nutri-
ción. El pericarpio también suministra una sustancia que colabora en la acción de
los intestinos. El grano de arroz, que es sumamente delicado, ha sido provisto por
la naturaleza de una cobertura externa, o epicarpio, que no es comestible. Para
poder despojarlo de esta sustancia no comestible, hay que golpearlo, lo que debe
hacerse sólo en la medida necesaria para remover el epicarpio o piel externa del
grano de arroz. Si este proceso se efectúa a máquina, no solamente se lo despoja
de la piel externa, sino que también se pule el grano al quitarle el pericarpio. La
Después de los cereales que nos proveen de almidón, vienen las legumbres
que suministran proteínas: las arvejas, lentejas, etc. La mayoría de la gente cree que
las legumbres son un componente esencial de la dieta. Hasta los consumidores
de carne deben comer legumbres. Es fácil entender que aquellas personas que
tienen que ejecutar pesadas tareas manuales y no están en condiciones de ingerir
leche, no pueden pasarse sin legumbres. Pero puedo afirmar, sin la menor vacila-
ción, que aquellos que desempeñan una ocupación sedentaria, como por ejemplo
empleados, hombres de negocios, abogados, médicos, maestros, y aquellos que
cuentan con medios para procurarse leche, no necesitan de las legumbres. Se cree
generalmente que estas son de digestión difícil, y se las consume en cantidades
mucho menores que los cereales. De las distintas variedades de legumbres, se
considera como las más difíciles de digerir a los guisantes y las habichuelas, y a
las lentejas como las mas fáciles.
18
Los vegetales
Los vegetales y las frutas deben ocupar el tercer lugar en nuestra lista. Podría-
mos creer que son baratos y fáciles de hallar en la India, pero no es así. Se los consi-
dera en general como artículo de lujo destinado a los habitantes de las ciudades.
En las aldeas los vegetales frescos son una rareza, y en la mayoría de los lugares
también falta la fruta. La carencia de vegetales verdes y de fruta constituye un
baldón para la administración de la India. Los aldeanos pueden cultivar abundan-
cia de vegetales verdes si lo desean; la cuestión de la fruta no puede ser resuelta
con tanta facilidad. La legislación de la tierra es mala desde el punto de vista del
aldeano. Pero me estoy desviando.
De entre los vegetales frescos, debe ingerirse una cantidad suficiente de los
de hoja todos los días. No incluyo las patatas, las patatas dulces, etc., que proveen
principalmente almidón, entre los vegetales. Deben ser puestas en la misma cate-
goría que los cereales que suministren almidón. Una ración suficiente de vegetales
comunes frescos es muy aconsejable. Ciertas variedades como el pepino, el tomate,
la mostaza y el berro, como asimismo otras hojas tiernas, no deben servirse coci-
das. Hay que lavarlas a fondo e ingerirlas crudas en pequeñas cantidades.
En lo que se refiere a las frutas, nuestra dieta diaria debiera incluir frutas de
estación, tales como el mango, las uvas, la lima dulce o agria, naranjas, etc., todas
ellas dentro de su estación. El mejor momento para ingerir frutas es en las prime-
ras horas de la mañana. Un desayuno a base de frutas y leche tendría que resultar
plenamente satisfactorio, y aquellos que almuerzan temprano debieran confor-
marse con un desayuno a base de frutas solamente.
La banana es una fruta buena, pero como es muy rica en almidón toma el lugar
del pan. La leche con bananas constituye una comida perfecta.
20
Ghee y aceite
También hace falta una cierta cantidad de grasa, que puede tomarse en forma
de ghee o aceite. Si uno puede procurarse ghee, el aceite no es necesario. Es difí-
cil de digerir, y no resulta tan nutritivo como el ghee puro. Una onza y media
(cuarenta y tres gramos) de ghee por persona y por día, debe considerarse sufi-
ciente para satisfacer la necesidad del cuerpo. La leche integral es también una
fuente de ghee. Aquellos que no puedan procurársela, debieran tomar aceite en
cantidades suficientes para satisfacer las necesidades de grasas. Entre los acei-
tes, el dulce, el de nuez molida y el de coco son preferibles. El aceite tiene que ser
fresco, y si se puede conseguir, debe utilizarse el aceite exprimido a mano. El
aceite y el ghee que se venden en los almacenes son por lo general completamente
inútiles. Eso debiera producir pesar y vergüenza; pero en tanto que la honestidad
no se convierta en parte integrante de la moral en los negocios, sea por medio de
la legislación o de la educación, cada individuo tendrá que procurarse la merca-
dería pura con paciencia y diligencia. No debiéramos nunca sentirnos satisfechos
con tomar lo que podamos conseguir, sin tener en cuenta su calidad. Es muchí-
simo mejor pasarse sin ghee ni aceite que comer aceite rancio y ghee adulterado.
Al igual que en caso de las grasas, también es necesario una cierta cantidad de
azúcar. Aun cuando las frutas frescas nos proveen de azúcar en abundancia, no
hace ningún daño ingerir entre treinta o cuarenta y cinco gramos de azúcar por
día, blanca o negra. Si no se puede obtener frutas frescas, el azúcar puede llegar
a convertirse en una necesidad; pero la preponderancia injustificada que se le da
hoy en día a las cosas dulces es un error. Los habitantes de las ciudades ingieren
22
Cuánto se debe comer y con qué frecuencia
Consideremos ahora con qué frecuencia debe uno alimentarse y en qué canti-
dad. La comida debe ingerirse como un deber –hasta como una medicina- para
sustentar el cuerpo, nunca para satisfacer el paladar; de este modo, sobreviene una
sensación agradable por la satisfacción de un apetito verdadero. Por lo tanto, pode-
mos decir que la sensación satisfactoria depende del apetito, y no se obtiene fuera de
él. Por causa de nuestras erradas costumbres y de nuestra forma artificial de vivir,
muy poca gente sabe cuáles son las necesidades de su sistema. Nuestros padres,
que nos traen a este mundo, no cultivan como norma el control de sí mismos. Sus
costumbres y formas de vivir influyen en cierta medida sobre los niños. La alimen-
tación de la madre durante el embarazo puede llegar a afectar al niño. Después
de esto, durante la infancia, la madre atosiga al niño con toda clase de alimentos
apetecibles. Le da un trocito de cada cosa que ella come, y el sistema digestivo del
niño queda sometido a un adiestramiento equivocado desde la infancia. Los hábi-
tos, una vez formados, son difíciles de abandonar. Existen muy pocas personas que
hayan sido capaces de librarse de ellos. Pero cuando el hombre llega a darse cuenta
de que es su propio custodio, y que su cuerpo ha sido destinado a ponerse a su servi-
cio, desea conocer las leyes tendientes a mantenerlo en buenas condiciones, y trata
con todo empeño de seguirlas.
Ahora bien: ¿con qué frecuencia debe uno alimentarse? Mucha gente ingiere
dos comidas por día. La regla general es ingerir tres comidas: desayuno por la
mañana temprano y antes de salir a trabajar, almuerzo al mediodía y cena al atar-
decer o por la noche. Hace falta tomar más de tres comidas. En las ciudades hay
gente que se la pasa “picando” a cada momento. Este hábito es dañoso; el aparato
digestivo requiere descanso.
24
Comidas no cocinadas
En el texto de una carta recibida de Coonoor y fechada el 26 de julio de 1929,
dirigida a Gandhi en relación con sus experimentaciones sobre dietética, el Dr. R.
McCarrison decía lo siguiente:
Uno de los grandes defectos de las dietas indias en los días actuales, es su deficiencia
de vitamina A, de proteínas adecuadas y de ciertas sales; y la más grande necesidad de
la India en materia de nutrición es la utilización más liberal de buena leche, y de sus
productos que suministran esos factores. No puede caber ninguna duda en las mentes
de aquellos de nosotros que hemos dedicado toda una vida al estudio de la nutrición,
que la leche es una de las más grandes bendiciones que han caído sobre la humanidad.
Y para alguien como yo, cuyo trabajo es conocer la verdad y esparcirla, la escasez de
este alimento en la India y la falta de apreciación de su valor, son asuntos que causan
seria preocupación. Yo le ruego: no lo censure públicamente; pues medio litro de leche
por día hará más por la Joven India que la mayoría de las cosas que conozco. Es, por
ejemplo, a la deficiencia de vitamina A a lo que debemos tantas enfermedades de los
intestinos y pulmones, tantas enfermedades de la vejiga (tales como las ‘piedras’), y
tanta anemia en este país. Me agrada saber que está usted interesándose en el asunto de
la alimentación, y estoy de acuerdo con usted en mucho de lo que dice. Pero permítame
asegurarle que un poquito más de ‘fortíssimo’ sobre el tema de ‘la leche y los productos
lácteos’ harán mucho bien cuando usted esté dirigiendo la orquesta de la Verdad.
P.D. La próxima vez que usted haga un viaje por Andra, evite la ‘extrema debilidad’ que
lo atacó en el último, tomando medio litro de leche por día.
COMIDAS NO COCINADAS
Publico esta carta con mi agradecimiento, y quisiera que otros hombres versa-
dos en la ciencia médica se dignaran guiarme. Al hacer el experimento estoy
tratando de descubrir la verdad sobre los alimentos, en la medida que sea posible
para un lego lograr tal cosa.
Si una persona puede ingerir fruta madura sin cocinarla, no veo ninguna razón
por la que no se pueda ingerir también vegetales sin cocinarlos, siempre que uno
pueda digerirlos adecuadamente. Los dietistas opinan que la inclusión de una
pequeña cantidad de vegetales crudos como el pepino, zapallo, calabaza, etc., en
nuestro menú, es más beneficiosa para la salud que si uno come grandes cantida-
des de los mismos, cocinados. Pero la digestión de la mayoría de la gente está con
mucha frecuencia tan obstaculizada por un hartazgo de alimentos cocidos, que
no habría que sorprenderse si al principio no hacen debida justicia a los vegetales
crudos, aun cuando puedo decir, basado en mi experiencia personal, que ningún
efecto dañino tiene por qué ser secuela de ingerir una porción o dos de vegetales
crudos con cada comida, siempre que se los mastique a fondo. Es un hecho termi-
nantemente comprobado que se puede obtener una proporción muchísimo mayor
de nutrición de la misma cantidad de comida, si se la mastica bien. El hábito de
una adecuada masticación de la comida, motivada por el consumo de vegetales
crudos, si no consigue otra cosa, permite por lo menos que uno se satisfaga con
menos cantidad de alimento, y así no solo favorece la economía en el consumo sino
COMIDAS NO COCINADAS
que también reduce automáticamente la Himsa (6) dietética que uno comete para
conservar la vida. Por lo tanto, ya se la considere del punto de vista de la dietética
o del Ahimsa (7), el uso de vegetales sin cocinar no solo está libre de toda oposición,
Eso, por supuesto, hace que sean necesarias muchas investigaciones a fondo y
exámenes detallados de las propiedades nutricias de las innumerables hojas que se
encuentran ocultas entre los pastos que crecen en estado salvaje en la India.
34
Vegetarianismo
Un corresponsal mío ha nacido dentro de una familia carnívora, y ha resistido
triunfalmente la presión ejercida por sus padres para que vuelva a la olla de carne:
Pero —dice— en un libro que tengo delante de mí, leo la opinión del Swami Vivekananda
sobre el asunto, y siento que mi creencia sufre un fuerte sacudón. Sostiene el Swami
que para los indios en su estado actual, la dieta a base de carne es una necesidad, y
aconseja a sus amigos que coman carne sin restricciones. Llega hasta a decir: ‘Si uste-
des incurren en cualquier, pecado por ese motivo, échenlo sobre mí; yo habré de sopor-
tarlo’. Me encuentro ahora en un aprieto, sobre si debo comer carne o no.
En cuanto a la opinión del gran Swami, no he visto en realidad ese escrito, pero
me temo que mi corresponsal lo ha citado correctamente. Mi opinión es bien cono-
cida. No considero la alimentación carnívora necesaria para nosotros a ninguna
altura de la vida, ni bajo cualquier clima en que ordinariamente les sea posible
vivir a los seres humanos. Sostengo que la alimentación carnívora es inadecuada
para nuestra especie. Nos equivocamos al copiar al mundo animal inferior, si es que
somos superiores a él. La experiencia enseña que la comida animal es inapropiada
para aquellos que quieren poner freno a sus pasiones.
VEGETARIANISMO
debe descuidarse. Pero reducir toda religión a términos de dieta, como a menudo se
hace en la India, es tan erróneo como dejar de lado toda restricción en materia de
dieta y dar rienda suelta al apetito. El vegetarianismo es uno de los inapreciables
dones del hinduismo. No hay que dejarlo fácilmente de lado. Es necesario, por lo
tanto, corregir el error de que el vegetarianismo nos ha hecho débiles de mente y 37
cuerpo, o pasivos, o inertes en la acción. Los más grandes reformadores hindúes
han sido los más activos de su generación, e invariablemente fueron vegetarianos.
¿Quién pudo desplegar mayor actividad que Shankara o Dayananda, por ejemplo,
en sus tiempos?
Uno debiera comer, no con el fin de agradar al paladar, sino para mantener en
funcionamiento al cuerpo. Cuando cada órgano de los sentidos somete al cuerpo,
y a través de este al alma, su goce especial desaparece y sólo entonces comienza a
funcionar en la forma en que la naturaleza se propuso que lo hiciera.
Siento que el progreso espiritual exige a cierta altura que dejemos de matar a
las criaturas con quienes convivimos, para satisfacción de nuestras necesidades
corporales. Acuden a mi mente las hermosas frases de Goldsmith en apoyo de mi
pasión vegetariana:
VEGETARIANISMO
39
No es un fin en sí mismo
Abstenerse de todas las bebidas y drogas embriagantes y de toda clase de
alimentos, especialmente de la carne, constituye sin la menor duda una gran ayuda
para la evolución del espíritu, pero no es en modo alguno un fin en sí mismo. Más
de un consumidor de carne y que hace de todo, pero vive temeroso de Dios, está
más cerca de la liberación que otro hombre que se abstiene religiosamente de la
carne y muchas otras cosas, pero blasfema contra Dios en cada una de sus acciones.
Destierre los brinjals y las patatas sea como sea, si quiere, pero por amor de Dios,
no comience a sentirse justiciero ni se halague a sí mismo por el hecho de estar prac-
ticando el Ahimsa. La simple idea de tal cosa es suficiente para hacerme ruborizar.
Ahimsa no es simple cuestión de dietética, sino que la trasciende. Importa poco lo
que un hombre coma o beba; es la autonegación, la autorestricción que está detrás
de la acción lo que importa. Practique en cualquier forma tanta restricción como
se le antoje en la elección de los componentes de su dieta. La restricción es reco-
mendable y hasta necesaria, pero solo roza el borde del Ahimsa. Un hombre puede
permitirse a sí mismo una actitud muy amplia en materia de Ahimsa y ser hasta una
verdadera personificación de Ahimsa, obligando a nuestro respeto, si su corazón
desborda de amor y se derrite ante la desgracia ajena, habiéndose purgado de toda
clase de pasiones. Por otra parte, un hombre constantemente escrupuloso en exceso
en materia de dieta es enteramente ajeno al Ahimsa y un lamentable desgraciado, si
es esclavo del egoísmo y las pasiones, y duro de corazón.
NO ES UN FIN EN SÍ MISMO
Young India, 6 de septiembre de 1928.
44
La base moral del vegetarianismo
Conferencia pronunciada ante la Sociedad
Vegetariana de Londres el 20 de noviembre de 1931 (8)
(8) Durante sus días de estudiante en Inglaterra, Gandhiji se había inscrito como miembro de esta
Sociedad, y fue electo con posterioridad secretario de la misma. Era su presidente el Dr. Oldfield. En
1931, cuando Gandhiji llegó a Inglaterra para participar de la conferencia de la Mesa Redonda sobre
la India, fue invitado a dar su disertación en la Sociedad. 47
también que los vegetarianos que luchaban para mantenerse firmes en su vege-
tarianismo, encontraban difícil su práctica del punto de vista de la salud. No sé si
hoy en día ustedes mantienen debates como esos, pero en aquellos tiempos yo acos-
tumbraba concurrir a discusiones que sostenían vegetarianos y no vegetarianos.
Recuerdo una de esas discusiones entre el Dr. Denmore y el difunto Dr. T. R. Allinson.
En esos tiempos, los vegetarianos tenían la costumbre de no hablar de otra cosa que
no fuera de alimentación y las enfermedades. Pienso que esa es la peor forma de enca-
rar la cuestión. He notado también que son aquellas personas que se hacen vegetaria-
nas porque sufren de una enfermedad u otra —es decir, puramente del punto de vista
de la salud—, las que en mayor parte abandonan. He descubierto que para mantenerse
fiel al vegetarianismo, un hombre requiere tener una base moral.
Lo que quiero hacerles notar es que los vegetarianos tienen que ser tolerantes si
es que desean convertir a otros al vegetarianismo. Adopten un poco de humildad.
Debemos de apelar al sentido moral de la gente que no ve las cosas como las vemos
nosotros. Si un vegetariano se enferma y un médico le receta caldo de carne, yo no
lo consideraría un vegetariano. Un vegetariano está hecho de material más resis-
tente. ¿Por qué? Porque lo es para la construcción del espíritu y no del cuerpo. El
hombre es algo más que carne. Es el espíritu lo que nos interesa en el hombre. Por lo
tanto, los vegetarianos debieran tener esa base moral: la de que el hombre no nació
como animal carnívoro, sino para vivir de las frutas y las hierbas que nos da la
tierra. Sé que todos tenemos que equivocarnos. Yo abandonaría la leche si pudiera,
pero no puedo. He hecho ese experimento innumerables veces. No podría, después
de una seria enfermedad, recuperar mi fuerza a menos que volviera a la leche. Esa
ha sido la tragedia de mi vida. Pero la base de mi vegetarianismo no es física, sino
moral. Si alguien dijera que voy a morirme si no ingiero caldo de carne o cordero,
aun bajo prescripción médica, preferiría la muerte. Esa es la base de mi vegeta-
rianismo. Me agradaría mucho poder creer que todos nosotros que nos llamamos
vegetarianos tenemos esa base. Ha habido miles de comedores de carne que no han
Por lo tanto, creo que lo que los vegetarianos debieran hacer es no acentuar las
consecuencias físicas del vegetarianismo, sino investigar las consecuencias morales.
Mientras que aun no hemos olvidado que tenemos mucho en común con las bestias,
no nos damos bastante cuenta de que hay ciertas otras cosas que nos diferencian
de ellas. Por supuesto, tenemos vegetarianos en la vaca y el toro –que son mejores
que nosotros como vegetarianos- pero hay algo mucho más elevado que nos atrae al
vegetarianismo. Es por ello que pensé que en los pocos minutos de que dispongo para
dirigirme a ustedes, debía acentuar la base moral del vegetarianismo. Y agregaría
que he descubierto, por mi propia experiencia y las experiencias de centenares de
amigos y compañeros, que ellos encuentran satisfacción, en lo que concierne al vege-
tarianismo, en la base moral que han elegido para fundamentarlo.
Para concluir, agradezco a todos ustedes que hayan venido aquí permitiéndome
así verme cara a cara con vegetarianos. No puedo decir que los haya visto hace
cuarenta o cuarenta y dos años atrás. Supongo que las caras dentro de la Socie-
dad Vegetariana de Londres han cambiado. Existen muy pocos miembros que, al
igual que Mr. Salt, pueden afirmar que su afiliación con la Sociedad data de más
de cuarenta años. Me gustaría que ustedes, si quieren, me hagan preguntas, pues
dispongo de algunos minutos para concederlas.
[Le pidieron entonces a Gandhiji que expusiera las razones que tenía para limi-
tar su dieta diaria a sólo cinco productos, y contestó]:
Eso no tiene relación con el vegetarianismo... Hubo otra razón. Por natura-
leza había sido un chico que comía hasta el hartazgo. Había adquirido entonces
una fama tan grande, que cuando me invitaban amigos, colocaban delante de mí
fuentes repletas de comida. Yo les decía que había ido allí para servir, y que perso-
50 nalmente sentiría que me iría muriendo lentamente si me permitía a mí mismo
hartarme de esa forma. De este modo, al limitarme a cinco ingredientes de comida,
cumplía un doble propósito. Además debía terminar todas mis comidas antes de la
caída del sol. Me he salvado de muchos inconvenientes en esa forma. En relación
con eso, he descubierto muchas cosas concernientes a la salud. Dicen los dietistas
que vamos tendiendo cada vez más a la simplificación de la dieta, y que si uno quiere
vivir saludable debe ingerir una sola cosa por vez y evitar combinaciones. Prefiero
el proceso de exclusión al de agregación, porque no hay dos médicos que sean de la
misma opinión. Creo entonces que la limitación a cinco elementos comestibles, me
ha ayudado moral y materialmente; materialmente porque en un país pobre como
la India no siempre es posible procurarse leche de cabra, y es cosa difícil producir
frutas y uvas. Entonces, voy a visitar a gente pobre, y si yo esperara que me recibie-
ran con uvas de invernadero, con seguridad me rechazarían. De este modo, limi-
tándome a cinco cosas para comer, también sirvo a las leyes de la economía.
La harina (de trigo) sin cáscara es tan mala como el arroz pulido, según el testi-
monio universal de los médicos. La harina de trigo integral molida en nuestros
propios chakkis es siempre superior a la harina fina que se encuentra en los nego-
cios, y más barata. Es más barata porque se ahorra el gasto del molido. Agreguemos
que en la harina integral no hay pérdida de peso. La parte más rica del trigo está
contenida en la cáscara, y existe una enorme pérdida de valor nutritivo cuando se
separa la cáscara del trigo. Los aldeanos y otras personas que comen harina integral
molida en sus propios chakkis ahorran su dinero y, lo que es más importante, prote-
gen su salud. Una gran parte de lo que los molinos de harina elaboran, quedará en
poder de los pobres y circulará entre ellos cuando se reactive el proceso de molido
en las aldeas.
Estoy firmemente convencido de que el hombre no tiene por qué ingerir leche
en absoluto, aparte de la que tomó de su madre cuando era niño. Su dieta no debiera
consistir de otras cosas que frutas maduradas por el sol y nueces. Puede extraer
suficientes elementos nutritivos, tanto para los tejidos como para los nervios, de
frutas frescas como las uvas, y secas como las almendras. A un hombre que vive
con esa clase de alimentos, le resulta fácil resistir las pasiones tanto sexuales como
de otra especie. Mis colaboradores y yo hemos comprobado, por la experiencia
que existe, muchísima verdad en el proverbio indio que dice que lo que coma un
hombre, en eso se convertirá.
58
La miel
Mi propia experiencia de tomar miel mezclada con agua caliente data de más
de cuatro años. No he experimentado efectos nocivos de ninguna clase. También se
han formulado objeciones contra el uso de la miel basadas en razones humanitarias.
Esta objeción tiene, lo confieso, considerable fuerza, aunque el método occidental
para recolectar la miel es más limpio y menos vulnerable a las objeciones. Temo que
si actúo en forma estrictamente lógica, tendré que privarme de muchas cosas que
ingiero o utilizo; pero la vida no está gobernada por la lógica estricta. Es un creci-
miento orgánico, aparentemente irregular, crecimiento que sigue su propia ley y
su propia lógica... Los médicos occidentales le hacen grandes elogios, y muchos de
ellos que condenan el uso del azúcar en términos exagerados, hablan egoístamente
de la miel, de la que dicen que no irrita como el azúcar refinada, o el mismo gur.
60
Las frutas
Nadie quizá, según lo que sé, ha comido tanta fruta como yo; he vivido seis
años enteramente de frutas, frescas y secas, y he tenido siempre una provisión
bien abundante de fruta como parte de mi dieta corriente. Pero tengo en cuenta
al escribir, las condiciones especiales de la India. Su pueblo debiera contar, en
razón de su extensión y variedad de clima, con una provisión sumamente libe-
ral de frutas, vegetales y leche. Sin embargo es el país más pobre en este sentido.
Por lo tanto, sugerí lo que a mi entender era una cosa factible; pero apoyo de todo
corazón la propuesta de que para conservar la salud, las frutas y los vegetales
frescos tienen que constituir la parte primordial de nuestra dieta. Corresponde a la
profesión médica estudiar las condiciones peculiares de la India e indicar la lista
de vegetales que existen, o que pueden ser cultivados en forma barata y fácil en las
aldeas, para su consumo local. Las bayas silvestres, por ejemplo, crecen en abun-
dancia. No deben llevarse para su venta a los mercados, pero pueden recogerse.
Este es un campo de investigación muy amplio. No habrá de proporcionar dinero
ni quizás fama, pero puede provocar la gratitud de millones de personas pasivas y
calladas.
62
Los condimentos
La sal común puede ser correctamente considerada como el rey entre los condi-
mentos. Mucha gente no puede comer sus alimentos sin ella. El cuerpo requiere
ciertas sales, y la sal común es una de ellas. Estas sales existen en forma natural
en los distintos alimentos, pero cuando la comida se cocina en forma anticientí-
fica, o sea, tirando el agua en la que el arroz, las patatas u otros vegetales han sido
hervidos, la provisión se hace insuficiente. La deficiencia tiene que ser compensada
entonces por medio de una agregación adicional de sales. Como la sal común es una
de las más esenciales para el cuerpo, tendría que ser suplementada en pequeñas
cantidades.
Pero hay varios condimentos que no son requeridos por el cuerpo como regla
general, tales como picantes secos o frescos, pimienta, cúrcuma, culantro, alcar-
avea, mostaza, methi, asafétida, etc. Estos solo se usan para satisfacción del pala-
dar. Mi opinión, basada en mi experiencia personal de cincuenta años, es que
ninguno de ellos es necesario para mantenerse perfectamente saludable. Aquellos
cuya digestión se ha debilitado mucho, podrían tomar esas cosas como medicina
por cierto tiempo, si lo consideran necesario; pero uno debiera proponerse evitar
su uso con el solo fin de satisfacer el paladar. Todos los condimentos, hasta la sal
misma, destruyen el sabor natural de los vegetales, los cereales, etc. Aquellos cuyo
paladar no se ha viciado disfrutan del sabor natural de los alimentos mucho más
que cuando les agregan sal u otros condimentos. Es por eso que he dicho que la
sal debiera ser utilizada cuando es necesaria, como complemento. En cuanto a los
picantes, queman la boca e irritan el estómago. Aquellos que no están acostumbra-
Los platos dulces deben ser eliminados del todo. En lugar de ellos puede tomarse
gur en pequeñas cantidades con leche, pan o solo.
La fruta fresca es buena para comer, pero basta con un poco para entonar el
sistema. Es un artículo caro, y su utilización excesiva por los que cuentan con más
medios, ha privado a los pobres y a los enfermos de un artículo que necesitan más que
los pudientes.
LA DIETA MÍNIMA
Harijan, 25 de enero de 1942.
67
Índice
Valores de los alimentos 9
La leche 13
Los cereales 16
Las legumbres 18
Los vegetales 19
Las frutas 20
Ghee y aceite 21
Cuánto se debe comer y con qué frecuencia 23
Comidas no cocinadas 25
La necesidad vital de investigar 31
Vegetarianismo 35
No es un fin en sí mismo 41
La base moral del vegetarianismo 45
Conferencia pronunciada ante la Sociedad Vegetariana de Londres
el 20 de noviembre de 1931 47
La dieta mínima 65
EDICIÓN DIGITAL
enero de 2019
C aracas, Venezuela