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Corte India: Princesa India Majagua

Historia y Oraciones
por kenny

La princesa India Majagua es la esposa del Cacique Guarumo y Madre de la Princesa


India Mara.

(Leer ambas historias para comprender esta)

Historia del Cacique Guarumo

Historia de la Princesa Mara

Majagua no podía soportar que Mara se fuera y alejara de la tribu. Ella era su madre y
como toda madre le costaba desprenderse de la hija que tanto amaba.

Es así como Majagua promete encender una fogata frente a su hogar todas las noches para
que si Mara decidía regresar lograra guiarse por la luz del fuego y si lograba ser feliz en
libertad, la luz siempre guiara sus caminos a donde quiera que fuese…

Prometió a Mara la noche de su despedida que oraría a los Dioses del Fuego y de las
Aguas, a sus Dioses verdaderos, que la iluminarán eternamente, la protegieran y le
enseñaran el camino para que pudiera ser feliz…

Majagua ya en el nuevo poblado todas las noches hacía su ritual en silencio, llenando de
bendiciones a Mara para el logro de sus metas.

Es gracias a esta acción que los españoles se dan cuenta del peligro que Mara
representaba… La sed de libertad… Una noche del año 1766 una Nube de Palometas
Peludas asalta el poblado, causando grandes alergias.

La fogata de Majagua estaba encendida….

No tardaron mucho los españoles en decir que la Palometa Peluda era Mara que Maldita
por no haberse convertido traía desgracia al pueblo que apenas unos días después es
asaltado por un terremoto.

De allí nace la Fábula de Mara… Para evitar que el Pueblo Guarauno se lamentara de no
haberla seguido hacia la libertad.

Majagua en ese momento descubre que su hija estaba bien… Que se salvaba de tantos
contratiempos que el pueblo estaba viviendo y comienza a agradecer a Dios por proteger a
su hija…
Majagua enciende hasta el día de su muerte esta luz bendita que guiaba y protegia con
bendiciones las alegrías de su hija…

Poder

Majagua posee el poder de la gran madre protectora se le pide por la felicidad de los hijos
que están lejos, por su evolución y su protección. Guía a los hijos por el buen camino sin
quitarles su independencia.

Oración

Pido a la Santa Madre de Dios, luz positiva y superación para el alma de esta Gran Madre
India: La princesa Majagua!…

Majagua Princesa de la corte india recurro a ti suplicándote por cada uno de mis hijos
(nombrarlos) te pido les ilumines cada día para que sus pasos no tropiecen y puedan
alcanzar la felicidad en todos los sentidos…

Que sus enemigos no les alcancen… Que no puedan ser atacados ni perturbados… que
puedan vivir en libertad y se vean libres de males y precariedades.

Amén Majagua Amén!…

Cacique Guarumo Historia y Oraciones


por kenny

Corte India: Cacique Guarumo Historia y Oraciones

Del Cacique Guarumo, es muy poco lo que podemos encontrar en cuanto a datos
históricos. Aparece reseñado en una fábula (la fabula de Mara), lamentablemente creada
por los españoles para infundir temor y miedo a los indígenas que desobedezcan la
conversión al cristianismo.

Pensar en esto, quita veracidad a tan hermosa fábula que envuelve a la India Mara, a la
India Majagua (Madre de Mara y esposa de Guarumo) y al Cacique Guarumo.

Guarumo era el Cacique de los Guaraunos, habitaban en un clima de paz (no eran guerreros
propiamente) sino más bien cazadores y recolectores de las tierras fértiles de esa zona.

Para el la tradición, la cultura y la familia eran verdaderamente importantes, tanto así que
era capaz de sacrificarse por los suyos en medio de su rigidez. A su mano derecha un
piache (no veo reflejado su nombre tampoco en la data histórica) que tenía poderes de
premonición… Había ya anunciado al cacique la llegada de los hombres blancos a la tribu,
ya en sus manos podría verse la extinción de la raza Guarauna.
Guarumo pensó, pensó, pensó… Conocer los designios con antelación tenía una razón… Si
los dioses le habían avisado lo que sucedería (que los blancos llegarían y exterminarían su
tribu) era para algo… Guarumo era un gran estratega y asumió en contra de lo que pensaran
algunos en la tribu, que si le habían avisado era para que él pudiera hacer algo.

Quiso darle la vuelta al asunto y en un arrebato entendió que aliándose a quienes venían a
destruir a su pueblo, quizá podría evitar la extinción.

no pasó mucho tiempo cuando un hombre blanco apareció en la tribu: El Fraile Silvestre de
Zaragosa.

El piache (según la leyenda lo recibe con maldiciones, lanzando un maleficio de mucho


poder al Fraile Silvestre de zaragosa que llega a la zona en 1760).

Guarumo, entendiendo que si mataban al Fraile, los demonios blancos no tardarían en


aparecer para asesinar a su pueblo, dio la orden de tratarlo bien y aceptar sus palabras.

El sabía gracias a su gran conocimiento y estrategia que si los dioses habían pronosticado la
extinción a manos de los blancos, este era solo quien venía a dar el gran aviso.

Guarumo dio la orden de aceptar la religión que predicaba el Fraile y cede ante las
peticiones de re-fundar el pueblo en otro lugar…

Ante esto Mara se resiste, junto al Piache y el hijo del Piache (según la leyenda llamado
Ocumo)…

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Poder

Guarumo tiene el poder de encontrar una segunda opción ante lo que parecen designios que
no se pueden cambiar. Da inteligencia y estrategia y permite claridad a quienes le piden.

Oración

Pido al Padre Creador, a nuestra Señora del Rosario, Luz positiva y superación para el Gran
cacique Guarumo que supo salvar a su pueblo y su hija de la muerte propiciada por el Yugo
Invasor!…

Guarumo exaltando tu verdadera historia recurro a ti haciéndote honores por tu capacidad e


inteligencia.

Supiste encender la luz de la salvación a tu pueblo independientemente de los que parecía


ser un designio inexplorable e ineludible. Tu valentía y humildad pudo poner al pueblo por
encima de ti mismo y de lo que más amabas en el mundo tu hija y tu familia.
Te ruego mi cacique me des claridad para solventar cualquier contratiempo que se me
presente. Actúa con tu gran poder de mediación para encontrar la paz, en todo momento.

Evita que en medio de las complicaciones yo tenga que perder lo que mas amo. Protégenos
Guarumo en tu luz ganada con tanta humildad.

Atrae unión, amor y claridad en todo momento a nuestros pasos.

Guarumo!… que permaneces vivo, tu nombre y tu raza aún hoy después de tantos siglos…

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“Nuestros Caciques d
AUTOR: ELIAD JHOSUE VILLARROEL
AÑO: 1990
LUGAR: Yaguaraparo del Municipio Cajigal
1. SINOPSIS

Cuando el fraile Silvestre de Zaragoza incursiona en las tierras realengas y


selváticas del Municipio Cajigal el 8 de junio del 1760, y funda la población de
Yaguaraparo el 12 de noviembre de 1760, una dulce joven indígena de la etnia
Guarauna decide no marcharse con sus padres lejos de los caños donde habitaba
para irse en pos del Fraile y de la nueva fundación de la Virgen del Rosario de
Yaguaraparo, Mara al desobedecer al cacique rompe con las leyes de la tribu y es
desterrada de su pueblo por su propio padre Guarumo, el cacique de la aldea
Guarauna.

Su amado Ocumo angustiado por el repentino infortunio confirma a Mara


que quiere marcharse con ella al destierro, pero en forma secreta y le entrega un
minúsculo cocuyo para que le guíe en el camino hasta la Isla Puntarenas donde la
dejaran abandonada hasta que muera de hambre o sed. Sin embargo, cuando
Mara es traslada por el piache en la curiara, ocurren imprevistos que no permiten
a Ocumo unirse a su amada Guarauna. Mara en la soledad del Golfo Triste y en la
penumbra de los caños se convierte en una Mariposa Alada, para volver donde
estaba lo más codiciado de su corazón, su madre Majagua y Ocumo. Convertida
en Mariposa peluda (palometa peluda o Hylepsia Metabus) hace un recorrido
sobre las turbias aguas del Golfo para llegar hasta su aldea, donde
inesperadamente le espera el más horrible destino.

LA FABULA DE MARA

Es el siglo XVII, 8 de agosto del año 1760, entre la espesura del golfo se
sienten unos pasos, palpitaciones aceleradas y cansancio bronquial, se nota la
angustia y el hambre, desesperanza y desolación, a veces un punto oscuro en la
lejanía halófila que luego se torna más definido. Es un hombre de piel blanca, un
español, un fraile, un visitante de las tierras de Aragón de España, su meta es
construir un nuevo poblado con la finalidad de inducir en los indígenas un nuevo
culto a su religión geopagana, Fray es un invasor del continente Europeo
internado en Golfo Triste para clonar indeleble su línea de influencia europea a los
Guaraunos y arraigar su transculturización o nuevas ideologías sociales a los
habitantes de una zona virgen y tranquila.

Suda mientras tácito camina enmudecido por la belleza natural que lo


trastoca y pierde por momentos, se siente aturdido y al no ver otra silueta humana
cae de rodilla, se persigna y reza, reza por encontrar almas perdidas. Piensa que
es un reto para la sacristía y se llena de emoción soñando despierto, sin embargo,
se levanta trajinando su desdicha, contempla el panorama, todo por igual lo
perturba, hojas, mas hojas y arboles de oblongos manglares, natura halófila que lo
arrumaba a buscar donde quizás no existía civilización alguna, vuelve a caer de
rodillas y tartamudea, se siente más solitario que nunca, solamente el trino de las
aves cantarinas lo hacen vivir, al final de los arboles ve el siseo de un punto de
fuga iluminado entre el inferior sotobosque y sigue la luz tratando de hallar camino,
mas todo sigue igual.

Por instantes se inclina a diversos pensamientos profusos, tan hondos que


siente penas por el mismo, el barro del golfo golpea sus sienes manchadas de
sudor acuoso, se vuelve a levantar hastiado sintiéndose pegajoso y salado como
el mismo salitre del fangal del caño, vuelve a caer de rodillas, se siente más
aturdido y le pide a Dios por Misericordia.
Un cazador indígena oculto entre la espesura del manglar lo descubre, es
de la etnia Guarauna, habitante de los caños, el indígena se impresiona, queda
absorto en breve, trata de identificar o enfocar con claridad lo que tiene ante sus
ojos, extrañado por aquella rara visión, piensa que es un Dios o demonio del
bosque y huye atemorizado.

El Fray sigue su angustiosa caminata, su “batola” pastoral se le pliega al


cuerpo como una segunda piel, siente calambres en el estomago y dolores en los
músculos de las piernas, los pies los siente entumecidos por la humedad del suelo
arcilloso, de légamos y de un color gris plomo, las raíces infinitos opérculos de los
mangles son como espinas suaves que al pisarlas una y otra vez le hacen daño,
las sandalias se vio en la obligación de abandonarlas,  porque se le rompieron en
el pegajoso chapucero del fangal.

Y siguió dando pestazos en aquella selva umbría, fría, pantanosa, igual en


todas partes, era como deambular en un laberinto que carecía de principio y de
final, parecía un universo de insomne misterio  traslucido. El exótico paisaje para
Fray silvestre de Zaragoza era espectacularmente hermoso, el contraste, el
verdor, el brillo prolongado del sol, aquellos inmensos arboles larguiruchos eran
como rabos oblongos que surgían ahítos de la madre tierra.

Fraile Silvestre se detuvo exhausto, dolido, angustiado, le dolían hasta la


punta de los cabellos, el pobre franciscano lleno de sudor y barro portaba una
mochila donde guardaba algunos asuntos de féminas para regalos de sorpresa a
las hembras indígenas, diría él, locas, alegres, juguetonas y alborotadas. Con este
trajín y ya casi para darse por vencido vio una luz en el punto de fuga, al final de la
línea horizontal, entre los árboles, en el perfil de su búsqueda imaginaria presintió
un movimiento, era un humano desnudo con algo en las manos que lo miraba
asustado,  se sintió feliz por primera vez y en señal de gracia levanto aquella
improvisada cruz, construida en manera rudimentaria para servirse de bastón y
signo religioso, fuente de apoyo, soporte y estímulo de fe para proseguir el camino
andrajoso.

La Selva halófila fue testigo de aquel misterio de la cruz de Caña y mamure,


de las lágrimas de aquél hombre y su quejumbre pesada, ahora estaba alegre y
mientras sollozaba de felicidad le daba gracias a Dios, este hallazgo le hizo brotar
adrenalina en su desfallecido cuerpo, hundió con fe y fuerzas la punta inferior del
improvisado bastón en el barro en señal de victoria, con esto estaba marcaba un
nuevo territorio español y la pérdida de la soberanía de los pueblos nororientales
que pertenecían a los Guaraunos, desde ese día la etnia perdería los derechos de
sus manifestaciones, identidad y a su libertad socio cultural.

¡Gracias señor! ¡Gracias! Dijo aculebrado y se persigno de nuevo, sintiendo


un gran alivio interior.
El indígena corrió asustado y se encuentra con varios de sus hermanos
Guaraunos, están cazando cangrejos azules para alimentarse con ellos asados,
puestos sobre brazas o crudos como aun lo hacen los habitantes de Yaguaraparo.
La caza del cangrejo azul es una tradición de culinaria indígena de hace más de
300 años y actual se mantiene vigente en el pueblo, una cultura de la gastronomía
indígena consumida ancestral por la mayoría de los pobladores.

El indígena que parece ser el jefe de aquel grupo llega todo alborotado y
comienza a realizar una danza ligera, pegando saltos dislocados y gritos locos,
como poseído. No se sabe si eran de rebeldía o de agreste bienvenida, los demás
enmudecieron sin saber de aquella locura o demencia repentina y reconociendo la
jerarquía de aquel jovenete se apiñaron a su lado, algo sucedía pensaron y
esperaron lo inevitable.

El jovencito luego de varios giros y zancadas entre el chapoteo del barro


fangoso y oliente a azufre señalo su redescubrimiento con emocionante tertulia.
JU, JU, JU… grito enardecido, de admiración o de protesta comunitaria, ¿qué
diablos era aquello? quizás pensó perturbado, un hombre con algo oscuro puesto
encima, un enorme chichón en la cabeza y la piel clara color de los bagres
amarillos del golfo.

Los indígenas Guaraunos eran dóciles y no eran caníbales, propiamente


dicho eran recolectores marinos, de frutas y algo carnívoros pero de carne animal,
aves y otras cosas. ¿Conocían del fuego? Claro que si, en los estudios e
investigaciones que hemos realizado en el Municipio Cajigal del estado Sucre en
Venezuela, logramos reunir ciertos acopios de la vivencia de esta etnia que aún
permanece vigente en el tiempo, entre este aval tenemos partes de piezas, tiestos
o vestigios cerámicos que fueron cocidos en forma rudimentaria y sin ningún tipo
de técnica afín que determinara que sabían utilizar hornos para su cocimiento, la
manera de cocer sus tiestos de barro era extendiendo la pieza cerámica abajo o
encima de maderos encendidos, lo que denomino desde mi punto de vista:
quemado a la leña. Estas piezas no se quemaban en su punto alfarero, debido a
que las paredes quedaban crudas en el centro, las cuales con el tiempo se
tornaban negras y externamente se ponían de un rojo opaco causado por la
abrasión exterior del fuego, esta situación de cocimiento rudimentario era
procesado sin ningún tipo de presión o un cocido técnico integral.

Las piezas indígenas son porosas porque no las tamizaban, quedaban con
cierto grado de arenisca y de piedras pequeñas, esto nos dejó la manifestación
peculiar de la artesanía cerámica de los Guaraunos, piezas de origen
rudimentario, de estructura muy frágil e inestable, pero adorables y bellas para
aquel que logre conseguir una sola en buen estado. ("Es para el que entienda, el
que no logre entender mejor que se quede quieto o si no yo mismo lo pondré en
su lugar")

Después de haberte imbuido en toda esta trastada, que te hace reír o


quedarte sorprendido: El pobre Fraile Silvestre de Zaragoza se entusiasmo tanto
con aquellos jovencitos y niños de la tribu Guarauna y sin pensarlo dos veces se
acerco muy orondo, sabiendo bien que algunas tribus venezolanas como los
Guerreros y feroces Caribes, se habían a despachado en el amazonas a varios de
sus hermanos de religión, recordando esta barbarie en la masa gris a cien por
minuto, trago seco.

Los Guaraunos seguían la danza frenética, más bien parecía hostil que
amistosa. Las indiecitas se enculillaron y recularon un tanto impresionadas, otras
curiosas, pero en fin con el corazón que amenazaba saltar con violencias del
pecho.

Los indios levantaron sus lanzas en señal de amenaza, los gritos


irrumpieron el quietísimo desvelo de los vientos marinos del golfo muerto, el trinar
de las aves y el caminar de los cangrejos azules.

El trepidante canto de los desnudos era una música celestial para el


párroco y sin temor alguna, apoyándose fuerte en su mancomunada fe con Dios,
tomo fuerza su marcha y se adentro con bastante normalidad al centro de aquella
danza cantarina. Quizás exclamo con culillo: ¡Dios mío en que berenjenal me he
metido! Me imagino más bien en vez de berenjena menciono al plátano. Quizá le
mentó la madre a quien lo había encomendado para aquella dificilísima Misión.
¡Hasta yo por ser cristiano! ¿Imagínese si hubiese sido usted? Le hago una
preguntita ¿Qué hubiese hecho? De todas maneras no le estoy colocando un
serrucho en la garganta para que conteste.

Cuando Fray llego al centro de aquella ceremonia de hostil bienvenida se


acobardo un poco y se embutía en pensamientos dispares a cada embestida que
le hacia el jovencito indígena, en la primera revuelta el fraile reculo tres pasos,
después varios trancos entrecortados hasta que exhausto no lo hizo más, el joven
indígena se dio cuenta que Zaragoza no tenía miedo alguno y grito enardecido en
su lingüística algunas parrafeadas que el Fraile Aragonés no entendió ni chispa.

Seguro le mentó la madre, digo yo, y de paso quizá diría en su interno


enturbiado el chorreado cura, ¡la tuya por si acaso! o corroboraría en silencio el
angustiado Fray Silvestre, sin atrever a alborotar mas aquel avispero que estaba
esperando que se resbalara para ensartarlo como a un perro.

Las niñas y adolescentes hembras decidieron tomar aquel barro chapucero


y se lo arrojaron contundente a Zaragoza que trato de protegerse el rostro con las
manos. Después de un gran aventando de charco en su cuerpo el fraile se canso
de aquel maltrato y disponiéndose que no era bienvenido dijo: ¡Tranquilos,
tranquilos! con esta preposición los indígenas guardaron de súbito silencio, el
párroco siguió sus palabras inspirado como si de un discurso político se tratase:
he venido desde muy lejos, en nombre del señor le tengo buenas nuevas, solo
quiero que me llevan con su cacique, con su jefe. Los indígenas no comprendieron
el sabio castellano de aquel invasor español y creyendo que era una perorata
incuestionable o simple, una burla de aquel Dios o demonio blanco volvieron a
romper aquel silencio con su canto desbordante. Ju Ju ju ju…
Fraile Silvestre de Zaragoza había quedado un poco abatido después de su
corto discurso, detrás de los bastidores de un embajador de chicota, en igual
se sentía envalentonado por el primer silencio de los indígenas.

Sin embargo, aquel avispero se volvió alborotar y gritaron con más energía,
el Fray sintió una angustia deplorable y sintiéndose como mísero mártir expreso
solapado: ¡Tranquilos, tranquilos! ¡vengo en son de paz! Afincándose en su fe
volvió a balbucir en tono suplicante: en nombre del señor traigo buenas nuevas,
vengo en son de paz, en son de paz, sois amigo, ¡amigo!

El Fraile siente en la misma piel viejas circunstancias sociales, de identidad,


de lenguas, mundos distintos, dios y dioses, interrelaciones dispares sin
convergencias afines y deslumbrado por aquella inquietud se siente desplazado e
imposibilitado a cumplir su misión, viendo presto el final de su campaña religiosa,
de ornamentación, santos de madera, yeso y cartón, exclama en latín agonizando
en su estrepada evangelización; ¡en el nombre del espíritu santo!

Los Guaraunos que no entienden lo que dice aquel extraño hombre gritan a
coro una labia que enloquece al cura, Fray presintiendo su propio sancocho,
empalagado y pasado a candela pierde su fuerza emocional, se aterroriza y
gimotea: ¡no me matéis, no me matéis! como loro viejo vuelve a recaer en su
frugal mensaje para repetir lo mismo: he venido desde muy lejos, en nombre del
señor, traigo buenas nuevas, solo quiero que me llevan ante su jefe.

El indiecito se acerca chacarero y sintiéndose dueño de la escena aprieta


su lanza a similitud de una estaca y la aprieta con fuerza hasta que los nudillos se
tornan blancos como la leche…(Falta un tramo de historia)

CUATRO MESES MAS 4 DIAS DESPUES...

Yaguara o Río de los Corozos es un pueblo Guarauno, sus habitantes


Vivían en bohíos dispersos, e internados en los caños del golfo y en la Selva
Virgen. Fray Silvestre de Zaragoza ha Logrado reunir a varias familias en un lugar
estratégico para la formación de una nueva misión o pueblo. Sin embargo el
piache o brujo de la tribu no estaba de acuerdo con Fray silvestre de Zaragoza y
decidido trata de intimidarlo para que se retire de la tribu.

En la reunión toda la tradicional superstición del piache es patrimonio de la


tribu, quienes temen al hombre del embrujo, el cual, según sus creencias, tenía el
poder para lanzar un mal a distancia.
En un ceremonioso rito, junto al crepitante fuego y sujetando entre sus curtida
mano la maraca sagrada, en la cual guarda “los carezco” o espíritus tutelares se
preparaba para expresar con rebeldía la JOA ofensiva.
El piache irrumpe danzando y gritando en tono amenazante, moviendo
violentamente la lanza y maraca sagrada mientras grita con extraña rebeldía.
Después de varios giros y enloquecidas piruetas alrededor del fuego se detiene
bruscamente para decir en tono misterioso. “Yo soy el JOARATO, el mago guarao,
el hombre más temible de mi raza. Nadie sabe como yo, la DOAMATUMA, la jerga
piachera.

Yo soy el padre de la JOA ofensiva o libertadora, por eso también me


llaman JOA A RIMA.
Hay seres que tienen poder y hacen daño a otros y existe un mundo de los
agentes del mal físico o de lo que causa el mal.

Como toda “JOA” es mala yo soy su amigo que la ensalmo, para manejarla a mi
capricho, para que me obedezca no por la fuerza si no por la simpatía. TODOS
LOS WARAUNOS ME TEMEN. ME TEMEN…

Y ahora yo lanzaré un ensalme maléfico, una JOA ofensiva a mis enemigo y a ese
blanco que anda por allí.
(Con ira salvaje) ese blanco… Yo no lo he visto, pero mis dioses se enojan con su
presencia, Lo odio, lo odio…

Hace varios giros danzando y dando gritos, suelta ágilmente la lanza que tenía en
el suelo y se sienta en un tronco para fumar una guina (tabaco largo). Cuando se
siente como transportado, se levanta y lanza el estribillo de la JOA.

Dialecto Guarauno
miana miana
ano yabe sanuka tecore
mianan miana
utide yatarone
ji sabe naca to aye ine
yori guabayacuna
yori musenobarayacuna
yori boiboto yekuna
yori jauana yecuna
yori sinaka yakuna
yori inarebaka yekuna
yori tututu yekuna
Traducción
joa joa
con la llave pequeña por la cintura amaradle sin piedad.
joa joa
oh tu aunque lejos estas
alla te disparo mi joa
que te mueras
que te enfermes
que te debilites
que vivas en continuo temor
que te aflijas de tristeza
que vivas inmovilizado
y que siempre estés temblando
        Después de realizar varias cabriolas y morisquetas el piache danza sobre el
fuego, dando espeluznantes saltos para después retirarse cansado y sudoroso,
devorado por las penumbras de la noche.
La planicie se extiende inacabable desde el Valle de Yaguaraparo, revestida al sur
con una inmensa sabana que adorna sus adyacencias con la densidad
hermosísima de los Manglares y las aguas de un amarillo ocre en los fangales de
los Caños.

       El sol brilla intenso en la planicie, filtrándose entre la densa vegetación de


manglares, miles de cangrejos azules se pasean sobre el barro lagañoso del
manglar y en el aire planea el gavilán criollo, realizando espectaculares cabriolas
para cazarlos. Contrasta el paisaje con las Cidras rojas, tejiendo un vistoso matiz
con las garzas blancas, los gallitos laguneros y los patos silvestres cuyos
ennoblecen la magia de aquellas tierras vírgenes. Entre esa espesura, bordeando
pequeñas trochas se acerca extenuado y sudoroso el Padre Fraile Silvestre de
Zaragoza, quien es acompañado por el indio Yaco.

    El 12 de noviembre de 1.760 va ocultando sus rayos mortecinos y sobre la


verde campiña de Yaguaraparo flotan en el aire los ritmos Indígenas de la Tribu
Guarauna, mientras Fray Silvestre de Zaragoza les habla por primera vez se y se
inicia la fundación de un pueblo que será una noble endecha del oriente de la
Patria Venezolana.

Fray Silvestre de Zaragoza ha permanecido en silencio observando el desarrollo


de la ceremonia. Los indígenas Yaco y Yaguarú se han mezclado con los
bailarines. Terminando el baile, se anuncia el Cacique que avanza muy
ceremoniosamente.

       El Cacique: Silencio. Ha llegado hasta nosotros un blanco. Se llama Fray


Silvestre de Zaragoza. ¡Ha tratarlo como amigo!

Fray Silvestre: Te saludo, gran Cacique ¡vengo de muy lejos y quiero quedarme
contigo y tu tribu aquí. ¡Quiero ser tu amigo!

         El Cacique: (Receloso) ¿vienes de lejos hasta aquí? ¿Y que buscas?


Fray Silvestre: Traigo para ustedes el mensaje de amor de un Dios. Un Dios que
los ama, además quiero enseñarles muchas cosas que se, en vez de estar lejos
los uno de los otros, nos asentaremos todos allá, en aquella planicie, organizados
para formar una población y viviremos como una sola familia que se llamara el
pueblo de Yaguaraparo.

         El Cacique: ¿Qué dicen los hombres de mi tribu?


Los indios: Hacen una aligera inclinación de cabeza mientras uno habla en
nombre de todos. ¡Estamos a tus órdenes, Gran Cacique!

         El Cacique: Siéntense (luego se dirige a las mujeres) sirvan y traigan el


“cachirí” en señal de regocijo.
Fray Silvestre observa con profundo respeto la actividad socio cultural; mientras
continúa embelesado en aquella ceremonia indígena se le acercan unos niños
curiosos y le brindan el “cachirí” en una totumita.
         El Cacique: Bebe como nosotros el cachiri que emborracha a los indios y los
hace feliz.

Fray Silvestre: (Bebe un poco) les he dicho que vengo a vivir con ustedes. Ser uno
más aquí. (Disimuladamente deja a un lado el “cachiri” y con unos niños a su lado
eleva esta plegaria: Señor tu sabes con cuantos sacrificios he llegado hasta aquí.
Señor solo tu sabes lo que me espera, pero todo lo he dejado por ti, por estas
almas que redimiste con tu sangre y que no te conocen. ¡Señor ayúdame a lograr
estas almas para ti!

        Tienen fama de tercos y huraños pero en las manos de María coloco esta
tribu y estas tierras en la que San Rosario ofreció para triunfar contra la herejía de
los albigenses y triunfó, también vencerá algún día haciéndolos suyos, por eso la
pondré como Patrona de este pueblo.

EL Cacique: ¡indios de la tribu Guaraunos! En adelante llamaremos a este pueblo


Nuestra Señora Del Rosario de Yaguaraparo, pues lo doy como fundado hoy 12
de noviembre de 1.760 
         Los indígenas exclaman en plegaria ¡gracias, Señor!

La noche se acerca ligera y las aves diurnas comienzan a recogerse, mientras


siguen eufóricos los ritmos de los cantos, gritos y tambores Guaraunos.

       El piache regresa enfático con la entrada de la tribu a la planicie, se sienta


hostil y con la sangre de hirviente ira se enojaba una y otra vez al ver que el
Cacique y la Tribu han aceptado a Fray Silvestre, impotente se pierde entre la
densa oscuridad, sin antes vaticinar el futuro y de echar una horrible maldición: los
hombres guaraos no estarán mucho en estas tierra que serán malditas para
siempre, estas tierra serán signos de sangre, sudor, miseria y una plaga que
vendrá de tiempo en tiempo y no dejara vivir a sus habitantes. Terminando su
macabra acotación da rienda suelta a una carcajada cavernosa que se esfuma
con el viento lastimoso.

La tribu se llena de un espanto embutidos entre el misterio y la magia del


piache, el padre de Ocumo, el prometido de Mara.

SIETE DÍAS DESPUÉS

       Mara era una hermosa joven indígena de la tribu de los Guaraunos, hija del
cacique Guarumo y la cacica Majagua.

         Cuando decidieron marcharse de sus tierras que estaban ubicadas entre los
caños del Golfo para ir en pos del Fraile Silvestre, Mara la hermosa indígena les
dijo dulce a sus padres:
         Padres míos yo no quiero desobedecerles a ustedes, pero yo no quiero
marcharme de mis tierras, allá no es seguro y aquí nos protege el Dios de estas
aguas que son tan limpias como los ojos del cielo.                
-      Hija mía (le dijo el cacique tratando de convencerla) tu sabes que ese señor de piel
blanca ha venido a traernos buenas nuevas y nos ha prometido un Dios de verdad
que nos traerá paz, gozo y otras tierras donde podemos cultivar todo el maíz y la
yuca que queramos.
               Mara se entristeció mucho y enojándose con sus padres les dijo gritándoles.
- ¡           Eso es mentira! ese hombre es un demonio blanco que ha venido desde el
sol, disfrazado de Dios para engañarnos y robar nuestras almas, ¡no quiero irme!

- El cacique molesto por aquella afirmación de Mara endureció la cerviz y levanta la


mano para azotar a su hija, pero se contuvo, porque la amaba mucho. Su esposa
la cacica Majagua le dijo, mirando fijamente el suelo.
- Y  o se que nuestra hija esta desobedeciendo y eso atenta en contra de nuestras
costumbres, me duele mucho el alma y se me parte en pedazos mi corazón. (Al
susurrar esto se abraza al cacique para luego terminar diciendo) nuestra hija debe
ser castigada con el destierro, si no lo hacemos seremos castigados por el Dios de
las aguas y vendrán los dioses de la tierra de los muertos a castigarnos. Nuestra
aldea pagará las consecuencias de nuestra desobediencia.

-               Guarumo se abraza dolido a su esposa y mirando por última vez a su hija


Mara dice: desde esta noche haremos una velada que durará tres días y tres
noches. Anda ve y dile a la tribu que no reuniremos cuando la luna raye las copas
de los árboles y le hablas al piache y le da mis instrucciones para que haga los
preparativos, mañana antes que despunte el sol deberá de llevarse a nuestra hija
con destino al destierro, allá en la isla Punta de Arena, donde permanecerá hasta
que el dios de las almas y del mas allá venga en su búsqueda.

-            Al escuchar las toscas palabras de Guarumo, su padre el cacique, la tierna


Mara se puso muy triste, sintió que el corazón se le desgarraba en pedazo y
acurrucándose en el chinchorro donde dormía lloró desconsoladamente.

                Su madre cuando se despidió de Mara le dijo con ternura:


-               Hija mía te llevas mi corazón, aunque te voy a perder para siempre estarás a
mi lado. Todas las noches te prenderé una fogata frente de mi Choza, allá en las
tierras de los blancos para iluminarte el camino en la distancia y que algún día
puedas volver a casa, pero si regresas traerás una maldición contigo, son los
designios de nuestras costumbres.

               Todos en la tribu se pusieron muy tristes al saber la amarga verdad de Mara.


Las mujeres de la tribu fueron hasta la choza de Mara y la consolaron con sus
lágrimas, se desgarraron los guayucos del cuerpo, se auto mordieron y aruñaron
las carnes y se halaron los cabellos en señal de duelo. Después buscaron las
mejores flores de los mangles y tejieron largos collares y vistieron con ellos a
Mara, le ungieron con aceite de coco sus cabellos y se lo untaron en su adosada
piel juvenil, para protegerla de los mosquitos de los caños, trajeron perlas y le
hicieron un cintillo y se lo pusieron como corona, la cubrieron de besos, de
palabras retorcidas por la penas y la humedecieron repetidamente con lágrimas de
dolor. 
    
-               En la aldea el Piache tenía un hijo que lo llamaban Ocumo, era un joven
guerrero de noble procedencia que estaba enamorado de la hermosa Mara, al
saber la noticia se acercó hasta la choza de Mara y esperó que las mujeres se
fueran para entrar.

                Amada mía le dijo, he sabido de tu dolor y he venido acompañarte si es


posible hasta la muerte.
-               Mara le dijo algo confusa, ¡Amor mío, Déjame! estoy desgraciada para toda
la vida, si te ven conmigo sufrirás las consecuencias y tú y tu querido padre, el
piache, serán echados a las aguas como sacrificio por tu atrevimiento. Estas en la
choza de una doncella.

-              Entristecido se acerca con ternura a Mara, le besa tiernamente los labios


temblorosos y le susurra al oído. Mara eres lo único que me sustenta en esta vida,
sin ti no podría vivir, yo mismo me tiraría al agua para sacrificarme por tu amor,
pero déjame decirte algo. Cuando te lleven en la madrugada y aun no se vea el
sol, quiero que me guíes donde te llevan, para eso te traje este cocuyo, cuando
estés en la curiara lo tomas fuerte en tus manos, lo pones en alto, hazlo que mi
padre no te vea, entonces podría seguirte en la oscuridad y llegare donde tú vas a
llegar. Allá nos uniremos y haremos muchos hijos, nos multiplicaremos en todo los
manglares para que nadie sea desterrado en estas tierras.

          Mara asienta con la cabeza y tomando el cocuyo la aprieta contra su pecho y le


dice a Ocumo emocionada. Lo haría así nunca me sigas. Ocumo la abraza con
fuerza y mara le corresponde con tierna pasión, ocumo herido de dolor le estampa
un beso emocionado y le expresa con orgullo. Déjame marchar, voy a preparar mi
cayuco, las vituallas y algo de seco con casabe y agua para llevar.

-               Esa noche el Cacique Guarumo y la Cacica anunciaron la velada y cuando


salía la luna resplandeciente e ilumina las copas de los árboles y el calor enfurecía
la tierra, la aldea se reunía a orillas de las aguas para llorar el destierro de mara.

-             En la madrugada, todavía en la oscuridad reinante, el piache vestido con su


atuendo de costumbre, tomando a Mara le amarra por los pies y manos y
tapándole los ojos con un buhito le dijo amargado. Mara perdóname! pero tengo
que taparte los ojos para que no veas la luz del camino y te guíes por ella y
regreses de vuelta a la aldea.

- Ocumo se monta en su curiara y seguía un tanto lejano a la curiara del piache, sin
embargo la oscuridad era poca por la claridad de la luna y ocumo distinguí a a los
viajeros, mientras escuchaba el vaivén de las olas y el canto de las aves
nocturnas. Para su desgracia una nube negra oculta la luna y una oscuridad se
abatía sobre los caños. Ocumo trata de apresurar su canoa pero ya no veía nada,
solo esperaba la señal de Mara, el cocuyo que él le había entregado en la Choza.

-              Mara pensó en su amado pero iba amarrada de pies y manos en el fondo de


la curiara y no pudo hacer nada por darle la señal a Ocumo. Gruesas lágrimas le
partieron el espíritu quebrantado.
-                           Ocumo se extravió en la oscuridad y no lo vieron más.

Durante tres días y tres noches El Cacique Guarumo y la Cacica Majagua en


compañía de toda la tribu lloraron sin parar que convirtieron aquellas hermosas
tierras en un barro azulado y pegajoso y las aguas se tornaron turbias y terrosas,
por eso es que todas las tierras de los caños son barrosas y las aguas turbias.

        Mara en su destierro quería convertirse en una mariposa para volar en busca


de su madre, pues todas las noches veía la señal que ella le hacía en la aldea.
Fueron tan fuertes sus sueños y su embargable tristeza que se convirtió en una
oruga pequeña y peluda y comenzó alimentarse de las hojas de los mangles.

La Cacica Majagua durante todas las noches en la nueva Misión de Capuchinos


aragoneses de      Yaguaraparo, frente a su choza encendía una hoguera como le
había prometido a su hija Mara, para que ella lograra ver el camino y regresara a
casa.

        Mara convertida en oruga tejía su manare de noche para salir de la pupa en


horas nocturnas, quería convertirse en una mariposa nocturna para llegar hasta su
casa y ver a su madre querida. Y así sucedió, Mara nació una noche como una
hermosa mariposa y viendo la luz de la fogata de su madre que le alumbraba el
camino, voló hasta la aldea, cuando logré llegar a la nueva misión de capuchinos
aragoneses y la aldea de guarauna, sus hermanos no la reconocieron como la
hermosa Mara y la identificaron como una paloma nocturna de mal agüero y
trataron de matarla. Mara al ver esta acción de sus hermanos juró volver para
vengarse de todos sus hermanos y descendencia.

        Huyendo de los indígenas se encontró en la oscuridad y no podía ver nada,


presa del pánico vio a una lucecita y comenzó a seguirla, dándose cuenta que una
mariposa igual a ella también seguía el cocuyo, era ocumo convertido en una
mariposa que siguiendo al cocuyo, estaba tratando aun de hallar a Mara.

Mara y Ocumo se emparentaron y han poblado los caños de con miles de sus
hijos cumpliendo la promesa de Ocumo, para evitar el destierro. Mara regresa
buscando siempre la antorcha de su madre en el pueblo de Yaguaraparo
acompañada por miles de sus hijos para vengarse de los descendientes de sus
hermanos, la maldición que vaticinó su madre, la Cacica Majagua se había
cumplido.

        Por eso es que las Palometas peludas, buscan siempre la luz y sueltan sus
vellos envenenados para vengarse de sus hermanos, la gente del pueblo de
Yaguaraparo, y aunque siempre tratan de extinguirla, aun no han podido lograrlo.
                                                                              FIN.

India Mara

La Princesa Mara era una hermosa joven indígena de la tribu


de los Guaraunos, hija del cacique Guarumo y la cacica
Majagua.
Cuando decidieron marcharse de sus tierras que estaban
ubicadas entre los caños del Golfo para ir en pos del el fraile
Silvestre de Zaragoza incursiona en las tierras realengas y
selváticas del Municipio Cajigal el 8 de junio del 1760, y
funda la población de Yaguaraparo el 12 de noviembre de
1760, una dulce joven indígena de la etnia Guarauna decide
no marcharse con sus padres lejos de los caños donde
habitaba para irse en pos del Fraile y de la nueva fundación
de la Virgen del Rosario de Yaguaraparo, Mara al
desobedece r al cacique rompe con las leyes de la tribu y es
desterrada de su pueblo por su propio padre Guarumo, el
cacique de la aldea GuaraunaMara la hermosa indígena les
dijo dulce a sus padres: Padres míos yo no quiero
desobedecerles a ustedes, pero yo no quiero marcharme de
mis tierras, allá no es seguro y aquí nos protege el Dios de
estas aguas que son tan limpias como los ojos del cielo.

- Hija mía (le dijo el cacique tratando de convencerla) tu


sabes que ese señor de piel blanca ha venido a traernos
buenas nuevas y nos ha prometido un Dios de verdad que
nos traerá paz, gozo y otras tierras donde podemos cultivar
todo el maíz y la yuca que queramos.
Mara se entristeció mucho y enojándose con sus padres les
dijo gritándoles.
- ¡ Eso es mentira! ese hombre es un demonio blanco que ha
venido desde el sol, disfrazado de Dios para engañarnos y
robar nuestras almas, ¡no quiero irme!

- El cacique molesto por aquella afirmación de Mara


endureció la cerviz y levanta la mano para azotar a su hija,
pero se contuvo, porque la amaba mucho. Su esposa la
cacica Majagua le dijo, mirando fijamente el suelo.
- Y lo se que nuestra hija esta desobedeciendo y eso atenta
en contra de nuestras costumbres, me duele mucho el alma y
se me parte en pedazos mi corazón. (Al susurrar esto se
abraza al cacique para luego terminar diciendo) nuestra hija
debe ser castigada con el destierro, si no lo hacemos seremos
castigados por el Dios de las aguas y vendrán los dioses de la
tierra de los muertos a castigarnos. Nuestra aldea pagará las
consecuencias de nuestra desobediencia.
- Guarumo se abraza dolido a su esposa y mirando por
última vez a su hija Mara dice: desde esta noche haremos
una velada que durará tres días y tres noches. Anda ve y dile
a la tribu que no reuniremos cuando la luna raye las copas de
los árboles y le hablas al piache y le da mis instrucciones
para que haga los preparativos, mañana antes que despunte el
sol deberá de llevarse a nuestra hija con destino al destierro,
allá en la isla Punta de Arena, donde permanecerá hasta que
el dios de las almas y del mas allá venga en su búsqueda.

- Al escuchar las toscas palabras de Guarumo, su padre el


cacique, la tierna Mara se puso muy triste, sintió que el
corazón se le desgarraba en pedazo y acurrucándose en el
chinchorro donde dormía lloró desconsoladamente.
Su madre cuando se despidió de Mara le dijo con ternura:
- Hija mía te llevas mi corazón, aunque te voy a perder para
siempre estarás a mi lado. Todas las noches te prenderé una
fogata frente de mi Choza, allá en las tierras de los blancos
para iluminarte el camino en la distancia y que algún día
puedas volver a casa, pero si regresas traerás una maldición
contigo, son los designios de nuestras costumbres.

Todos en la tribu se pusieron muy tristes al saber la amarga


verdad de Mara. Las mujeres de la tribu fueron hasta la
choza de Mara y la consolaron con sus lágrimas, se
desgarraron los guayucos del cuerpo, se auto mordieron y
aruñaron las carnes y se halaron los cabellos en señal de
duelo. Después buscaron las mejores flores de los mangles y
tejieron largos collares y vistieron con ellos a Mara, le
ungieron con aceite de coco sus cabellos y se lo untaron en
su adosada piel juvenil, para protegerla de los mosquitos de
los caños, trajeron perlas y le hicieron un cintillo y se lo
pusieron como corona, la cubrieron de besos, de palabras
retorcidas por la penas y la humedecieron repetidamente con
lágrimas de dolor.
- En la aldea el Piache tenía un hijo que lo llamaban Ocumo,
era un joven guerrero de noble procedencia que estaba
enamorado de la hermosa Mara, al saber la noticia se acercó
hasta la choza de Mara y esperó que las mujeres se fueran
para entrar.

Amada mía le dijo, he sabido de tu dolor y he venido


acompañarte si es posible hasta la muerte.
- Mara le dijo algo confusa, ¡Amor mío, Déjame! estoy
desgraciada para toda la vida, si te ven conmigo sufrirás las
consecuencias y tú y tu querido padre, el piache, serán
echados a las aguas como sacrificio por tu atrevimiento.
Estas en la choza de una doncella.

- Entristecido se acerca con ternura a Mara, le besa


tiernamente los labios temblorosos y le susurra al oído. Mara
eres lo único que me sustenta en esta vida, sin ti no podrì-a
vivir, yo mismo me tirarí-a al agua para sacrificarme por tu
amor, pero déjame decirte algo. Cuando te lleven en la
madrugada y aun no se vea el sol, quiero que me guíes donde
te llevan, para eso te traje este cocuyo, cuando estés en la
curiara lo tomas fuerte en tus manos, lo pones en alto, hazlo
que mi padre no te vea, entonces podría seguirte en la
oscuridad y llegare donde tú vas a llegar. Allá nos uniremos
y haremos muchos hijos, nos multiplicaremos en todo los
manglares para que nadie sea desterrado en estas tierras.

 Mara asienta con la cabeza y tomando el cocuyo la aprieta


contra su pecho y le dice a Ocumo emocionada. Lo haría así
nunca me sigas. Ocumo la abraza con fuerza y mara le
corresponde con tierna pasión, ocumo herido de dolor le
estampa un beso emocionado y le expresa con orgullo.
Déjame marchar, voy a preparar mi cayuco, las vituallas y
algo de seco con casabe y agua para llevar.

- Esa noche el Cacique Guarumo y la Cacica anunciaron la


velada y cuando salía la luna resplandeciente e ilumina las
copas de los árboles y el calor enfurecía la tierra, la aldea se
reunía a orillas de las aguas para llorar el destierro de mara.

- En la madrugada, todavía en la oscuridad reinante, el


piache vestido con su atuendo de costumbre, tomando a
Mara le amarra por los pies y manos y tapándole los ojos con
un buhito le dijo amargado. Mara perdóname! pero tengo
que taparte los ojos para que no veas la luz del camino y te
guíes por ella y regreses de vuelta a la aldea.

- Ocumo se monta en su curiara y seguí-a un tanto lejano a la


curiara del piache, sin embargo la oscuridad era poca por la
claridad de la luna y ocumo distingui-a a los viajeros,
mientras escuchaba el vaivén de las olas y el canto de las
aves nocturnas. Para su desgracia una nube negra oculta la
luna y una oscuridad se abatía sobre los caños. Ocumo trata
de apresurar su canoa pero ya no veía nada, solo esperaba la
señal de Mara, el cocuyo que él le había entregado en la
Choza.

- Mara pensó en su amado pero iba amarrada de pies y


manos en el fondo de la curiara y no pudo hacer nada por
darle la señal a Ocumo. Gruesas lágrimas le partieron el
espiritu quebrantado.
- Ocumo se extravió en la oscuridad y no lo vieron más.

Durante tres días y tres noches El Cacique Guarumo y la


Cacica Majagua en compañí-a de toda la tribu lloraron sin
parar que convirtieron aquellas hermosas tierras en un barro
azulado y pegajoso y las aguas se tornaron turbias y terrosas,
por eso es que todas las tierras de los caños son barrosas y
las aguas turbias.

Mara en su destierro quería convertirse en una mariposa para


volar en busca de su madre, pues todas las noches veía la
señal que ella le hacía en la aldea. Fueron tan fuertes sus
sueños y su embargable tristeza que se convirtió en una
oruga pequeña y peluda y comenzó alimentarse de las hojas
de los mangles.
La Cacica Majagua durante todas las noches en la nueva
Misión de Capuchinos aragoneses de Yaguaraparo, frente a
su choza encendía una hoguera como le había prometido a su
hija Mara, para que ella lograra ver el camino y regresara a
casa.

 Mara convertida en oruga tejía su manare de noche para


salir de la pupa en horas nocturnas, quería convertirse en una
mariposa nocturna para llegar hasta su casa y ver a su madre
querida. Y así sucedió, Mara nació una noche como una
hermosa mariposa y viendo la luz de la fogata de su madre
que le alumbraba el camino, voló hasta la aldea, cuando
logré llegar a la nueva misión de capuchinos aragoneses y la
aldea de guarauna, sus hermanos no la reconocieron como la
hermosa Mara y la identificaron como una paloma nocturna
de mal agüero y trataron de matarla. Mara al ver esta acción
de sus hermanos juró volver para vengarse de todos sus
hermanos y descendencia.

 Huyendo de los indígenas se encontró en la oscuridad y no


podía ver nada, presa del pánico vio a una lucecita y
comenzó a seguirla, dándose cuenta que una mariposa igual
a ella también seguía el cocuyo, era ocumo convertido en
una mariposa que siguiendo al cocuyo, estaba tratando aun
de hallar a Mara.

Mara y Ocumo se emparentaron y han poblado los caños de


con miles de sus hijos cumpliendo la promesa de Ocumo,
para evitar el destierro. Mara regresa buscando siempre la
antorcha de su madre en el pueblo de Yaguaraparo
acompañada por miles de sus hijos para vengarse de los
descendientes de sus hermanos, la maldición que vaticinó su
madre, la Cacica Majagua se había cumplido.

 Por eso es que las Palometas peludas, buscan siempre la luz


y sueltan sus vellos envenenados para vengarse de sus
hermanos, la gente del pueblo de Yaguaraparo, y aunque
siempre tratan de extinguirla, aun no han podido lograrlo.

FIN.
Fuentes Lengua indígena Guraunos: Escritos de los Frailes
Capuchinos Aragoneses de la Misión de Cumaná (1760 -
1771).

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