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Revista OIKOS año 13, N° 27, junio de 2009 ISSN 0717-327 X • pp. 125 - 145

Calentamiento global antropogénico


Anthropogenic global warming
Luis Medina Ávila*

RESUMEN
El calentamiento global es un hecho ya indesmentible. El planeta se está calentando y sus consecuencias sobre la
vida que conocemos podrían a futuro ser catastróficas si es que no se adoptan con urgencia las medidas
adecuadas de prevención, mitigación y adaptación. El Protocolo de Kyoto constituye la iniciativa más
importante y creíble para hacer frente a este grave problema. Sin embargo, sus metas están aún lejos de
cumplirse. Además, existe una férrea oposición de parte de ciertos grupos de interés a la adopción de
iniciativas que afecten el uso intensivo de combustibles fósiles. El objetivo de este artículo es contribuir a la
reflexión colectiva sobre estos importantes temas, proporcionando conceptos y conocimientos básicos, y
evidencias sobre la realidad del fenómeno. Finalmente, se discuten los principales planteamientos de los
disidentes del cambio climático antropogénico.
Palabras clave: calentamiento global antropogénico, cambio climático, variabilidad del clima, efecto
invernadero, Protocolo de Kyoto.
ABSTRACT
Global warming is a well-known fact. Our planet is being warmed up and the consequences on the life
that we know could be catastrophic in the future if the suitable measures of prevention, mitigation and
adaptation are not adopted with the utmost urgency. 'The Kyoto Protocol stands as the most important
and credible initiative to put up with this serious problem. Nevertheless, their goals are still far from being
fulfilled. In addition, there is a fierce opposition from certain groups of interest to the adoption of initiatives
that affect the intensive use of fossil fuels. The objective of this article is to contribute to the collective
reflection on these important subjects, providing concepts and basic knowledge, and evidence on the
reality of the phenomenon. Finally, the main analyses of the dissidents of the anthropogenic climatic
change are discussed.
Keywords: anthropogenic global warming, climatic change, changeable weather conditions, greenhose
effect, Kyoto Protocol

* Chileno, Economista, Magíster en Ciencias Sociales y Doctor (C) en Economía, Académico de la


Universidad Católica Silva Henríquez, Chile. Correspondencia con el autor: Imedina@ucsh.c1
Serios y múltiples son los problemas ambientales que afectan al mundo en la actualidad, y aquellos de alcance
global parecen agudizase más que atenuarse. A pesar de que el mundo ha ido lentamente tomando conciencia
de la importancia de preservar el medio ambiente, muchos aún observan con lejanía esta realidad, y no son pocos
los que continúan considerando que la preocupación por el factor ambiental sólo constituye un impedimento
para la generación de riqueza y empleo. De cualquier modo, estos problemas requieren de toda nuestra atención.
La indiferencia o la pasividad podrían conducir, tarde o temprano, a un proceso progresivo de degradación del
entorno natural y a un punto de no retorno.

Todos los estudios científicos publicados en revistas especializadas dan cuenta de que el calentamiento global es ya una
realidad incuestionable. Ante esto, parte de la población mundial manifiesta una sensible preocupación y presiona de
alguna manera a sus gobernantes para que actúen en concordancia y se plieguen a las iniciativas que se levantan
para atacar sus causas y mitigar sus efectos. Pero también hay sectores que rechazan enérgicamente la idea de un
calentamiento global que tildan de apocalíptico y cuestionan sistemáticamente las evidencias científicas que se
proporcionan periódicamente.

Figura 1: El efecto invernadero

El reforzamiento de la atmósfera

El calentamiento global está indisolublemente vinculado al fenómeno del efecto invernadero. De un modo
natural, la fuerza de gravedad de nuestro planeta retiene en su superficie el aire y el agua de mar, elementos
vitales para nuestra subsistencia. Pero también la vida requiere de una fuente constante de calor para la atmósfera,
la que surge de la radiación solar cuando calienta la superficie de la Tierra. El efecto invernadero se produce
cuando las nubes y ciertos gases presentes en la atmósfera, llamados gases de efecto invernadero (GEI), reflejan
de vuelta parte de la radiación solar de onda corta que rebota en la superficie y se dirige hacia el espacio exterior en
longitudes de onda correspondientes a los rayos infrarrojos (Azqueta, 2002) (figura 1). Sin la existencia de tales
elementos, las temperaturas promedio alcanzarían los —18° C y no los 15° C (59° F) que hacen posible el
desarrollo de la vida humana (Rodríguez, 2004).

El calentamiento global no es más que la intensificación del efecto invernadero a causa de la acumulación
excesiva de los GEI. El origen de esta acumulación es fuente de encendidas controversias. Según algunos, es
producto de variaciones o ciclos naturales (variabilidad del clima). Para otros, en cambio, deriva de las
actividades humanas (cambio climático), teniendo el fenómeno un carácter antropogénico.
Los gases de efecto invernadero (GEI)
Aunque la atmósfera de la Tierra está constituida casi en su totalidad por oxígeno y nitrógeno, ninguno de estos
elementos químicos produce efecto invernadero. El porcentaje de calor que se devuelve a la superficie depende
de la concentración en el aire de otros compuestos, los cuales representan sólo el 1% de la composición
atmosférica. Entre ellos están los clorofluorocarbonos (CFC-11 y 12) ye! dióxido de carbono (CO2)'. Aunque son los
CFC los que absorben con mayor efectividad la radiación infrarroja, es el CO, el que se encuentra en mayor
proporción en la atmósfera, siendo el responsable de la mitad del calentamiento terrestre (Azqueta, 2002). El
1
dióxido de carbono (CO2) es producido por diversas fuentes, como la respiración de los seres vivos, la
destrucción y fermentación de sustancias orgánicas y la quema de combustibles fósiles, como el petróleo y el
carbón. Estas emisiones son compensadas en parte por las plantas terrestres y marinas, las que absorben grandes
cantidades.

En la actualidad, Estados Unidos es el mayor emisor de CO2 en el mundo. A pesar de que su población
representa menos del 5% mundial, produce aproximadamente el 25% de todas las emisiones. Si consideramos en
conjunto a EEUU, la Unión Europea, Rusia, Canadá, Japón, China e India, cubrimos el 75% de las emisiones
globales (Lukor, 2005). En términos per ca'pita, las naciones desarrolladas (de altos ingresos) lideran ampliamente
las emanaciones de dióxido de carbono (figura 2). De aquí la importancia vital de que estos países asuman su
responsabilidad en la salud del planeta y adopten urgentes medidas para la reversibilidad del calentamiento
global.

1 También coexisten el óxido nitroso (N20), el metano (CH4), el ozono (03) y los halones.

Algunos estudios han señalado que, de seguir la tendencia actual de acumulación de gases de efecto
invernadero (GED en la atmósfera, en algún momento del siglo XXI la temperatura de la superficie terrestre
podría incrementarse hasta en 6° C. Aunque esta cifra pudiera parecer poco significativa, se debe considerar que,
para que el planeta haya abandonado la Edad de Hielo, el clima terrestre sólo debió haber aumentado en 5° C
(Ciencia Nasa, 2000).

La economía humana y los gases de efecto invernadero


Por millones de años, las cantidades existentes de gases de efecto invernadero (GED mantuvieron un equilibrio
global al ser emitidos naturalmente mediante la descomposición de materiales de plantas y animales, y
absorbidos por los océanos y bosques. Pero, a partir de la Revolución Industrial, cambiaron drásticamente las
fuentes de emisión. Las actividades productivas modernas condujeron a un enorme incremento en la
extracción de energía de combustibles fósiles, siendo primero el carbón, y luego el petróleo y el gas natural.

La economía humana insume continuamente parte de la energía de los ecosistemas. El permanente flujo de
materias primas y energía útil que es canalizado hacia las actividades económicas (transflujo) es transformado
por el proceso productivo y el consumo, y devuelto a la biosfera en forma de desperdicios, emisiones,
subproductos, basura y calor disipado. Aquí queda al descubierto la existencia de límites ecológicos al
crecimiento económico, ya que la economía no es un sistema cerrado (Quiroga & Van Hauwermeiren, 1996).
Cuando la capacidad de los ecosistemas para regenerarse o reponerse a sí mismos (resiliencia ecosistémica) es
sobrepasada por la expansión económica, la sustentabilidad de esta última queda ciertamente comprometida (Cha-
mochumbi, 2005).

Luego, la aceleración de las actividades económicas produce necesariamente consecuencias relevantes tanto en lo
que respecta a la extracción como a la producción de los diferentes tipos de desechos. También compromete la
capacidad de absorción natural de los ecosistemas. La deforestación es un claro ejemplo. Desde 1990, el 3% de
los bosques del planeta se han perdido y cada año son destruidas 13 millones de hectáreas, el equivalente a la
superficie de Grecia (Sohr, 2007). La multiplicación de la economía humana pone en peligro la viabilidad del
sistema si no se establecen límites.

Para identificar los factores claves que determinan, participan o refuerzan la producción mundial de dióxido de
carbono (CO2), así como para realizar una evaluación preliminar respecto de la viabilidad de reducir a corto plazo las
emanaciones de este contaminante, se puede utilizar la siguiente ecuación que descompone de manera
multiplicativa sus componentes (Field, 1995):

PTC = PM x PIBC x EUMP x CUEU

Donde PTC representa la producción total de CO2; PM la población mundial; PIBC el producto interno bruto
per cápita; EUMP la energía por unidad monetaria de producción y CUEU el CO2 producido por unidad de
energía utilizada. Esta ecuación pone de manifiesto la relevancia de las cuatro variables que participan en el proceso
de producción del contaminante y su fuerte interrelación. Se puede observar que un incremento o reducción de
cada factor tiene un efecto multiplicativo sobre sus emisiones.

De la ecuación anterior podemos deducir que los dos primeros factores, población y PIB mundial por
habitante, difícilmente pueden constituirse en objetivos de política pública de reducción de CO2 debido a que los
países se muestran renuentes a sacrificar desarrollo económico limitando el crecimiento del producto o aplicando
políticas de control de la población. Esto reduce las alternativas sólo a las dos últimas variables de la
ecuación: cantidad de energía por unidad monetaria de producción (indicador de eficiencia energética), y
CO2 producido por unidad de energía utilizada. Luego, para debilitar la importancia de estos factores, y
reducir la producción mundial de este contaminante, se requiere que las empresas utilicen tecnologías que
involucren cantidades menores de energía y que opten por combustibles menos intensivos en dióxido de
carbono.

Calentamiento global: carácter, evidencias, consecuencias

Es profusa la cantidad de antecedentes que se han proporcionado sobre la realidad del calentamiento global y la
producción excesiva de gases de efecto invernadero (GEI). También son muchos los estudios que advierten sobre
sus graves consecuencias. Se habla de aumentos del nivel del mar, rompimiento de las capas polares, derretimiento
de los glaciares, escasez de agua dulce, desplazamiento de millones de personas que habitan en los deltas bajos de
los ríos, desaparición de pequeños Estados insulares, perturbaciones en las actividades agrícolas y pesqueras,
reubicación de sequías e inundaciones, etc.
Pero no sólo se buscan evidencias acerca del aumento de la temperatura del planeta o proyectar sus consecuencias
futuras en diferentes escenarios, También se hacen grandes esfuerzos por determinar la incidencia de las
actividades humanas en el fenómeno. Todos estos importantes desafíos han sido asumidos por el Panel
Intergubernamental Sobre el Cambio Climático (IPCC, en su sigla en inglés).

Constituido por un grupo de más de 2.500 especialistas y científicos (meteorólogos, físicos, químicos, biólogos,
etc.), y organizado por Naciones Unidas, el Panel Intergubernamental es una agencia especializada creada en 1988 por
iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA). Desde 1990, ha publicado cuatro informes de sus investigaciones, siendo el último (4AR)
2
dado a conocer en París a principios de febrero de 2007 .

En el más reciente informe, la agencia concluye que el calentamiento global es ya un hecho indesmentible e
inevitable, y, aunque mañana mismo fuera eliminado el exceso de gases de efecto invernadero del planeta, sus
consecuencias continuarían su curso por siglos. El estudio advierte que si no se aplican medidas de mitigación y
la capacidad de adaptación no se refuerza, los resultados podrían llegar a ser catastróficos, no escapándose ningún
ámbito relacionado con la vida humana en el planeta: el clima, los recursos hídricos, los ecosistemas, la
agricultura, las zonas costeras, la industria, los asentamientos humanos, la vida en sociedad y la salud humana.
Además, la vulnerabilidad frente al calentamiento global se vería acentuada por una serie de factores que se
reforzarían con el paso del tiempo, como la pobreza, la contaminación ambiental, los conflictos y la inseguridad
(IPCC, 2007).

2 El IPCC consta de tres Grupos de trabajo. El Grupo I evalúa los aspectos científicos del sistema climático y el cambio
climático; el Grupo II, la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y naturales al cambio climático, las consecuencias
negativas y positivas de dicho cambio y las posibilidades de adaptación al mismo; y el Grupo III, las posibilidades de limitar las
emisiones de gases de efecto invernadero y de atenuar los efectos del cambio climático. El proceso de elaboración de un
informe se demora varios años y es sometido a una serie de rondas de revisión para garantizar su integridad científica (IPCC,
2007).
Aunque el informe de 2007 no pretende terminar con el debate sobre el cambio climático, expresa que existe
un gran consenso en la comunidad científica mundial con respecto a la incidencia humana en el calentamiento
terrestre, la amenaza que representa este fenómeno para la Humanidad y la urgencia de adoptar medidas
serias e inmediatas. Además, con respecto al anterior informe del Panel (2001), precisa aún más los
conocimientos sobre la variabilidad del clima y describe en detalle cómo han ido evolucionando sus efectos,
tanto a nivel regional como mundial.

El informe proporciona abundante información y evidencia. Señala que once de los doce años comprendidos
3
entre 1995 y 2006 están entre los 12 más calientes de la historia ; la temperatura media del océano se ha
incrementado; los hielos árticos han descendido y la Antártica ha perdido masa; han declinado en promedio los
glaciares de montañas y capas de nieve en ambos hemisferios4; se ha elevado el nivel del mar; las
precipitaciones son más variables, espacial y temporalmente; los días y las noches frías son menos frecuentes y
los días y las noches cálidas, al igual que las olas de calor, más habituales; y se observan alteraciones en el
comportamiento de plantas y animales. También ajusta al alza las proyecciones de temperaturas promedio para el
siglo XXI respecto del último anterior.
3 Desde que existen registros instrumentales de temperaturas promedio globales de superficie (1850).
4 El derretimiento de los glaciares es especialmente crítico. El 40% de la población mundial consume agua
potable de ríos y manantiales, los que a su vez son alimentados en un 50% por el agua que proviene de los
glaciares (Gore, 2006).
Fuente: IPCC (2007)

Un aspecto crucial del reciente informe es que las pruebas científicas recogidas por el Panel apuntan
a que el calentamiento global no respondería a la variabilidad natural del clima. En efecto, el
1PCC eleva, respecto del penúltimo informe, desde 67% (probable o alto) a 90% (muy probable o
muy alto) el nivel de certeza o de confianza de que la acción humana es la causante de la grave
alteración climática que afecta hoy al mundo. Sostiene, además, que el reforzamiento de los gases de
efecto invernadero (GEI) son los causantes del calentamiento observado en el mundo en los últimos
50 años, especialmente del dióxido de carbono (CO2), pero también del metano (CH4) y el óxido
de nitrógeno (1\120), los cuales se emiten básicamente por acción humana, principalmente por el
consumo de petróleo y las actividades agrícolas.

Aprovechando que la nieve, al caer, atrapa burbujas de la atmósfera, para medir qué concentración de
gases y temperatura había en ella hace cientos de miles de años, los científicos del Panel realizaron
perforaciones en el hielo antártico y extrajeron bloques de hasta 2.774 metros de profundidad. Esto
permitió descubrir que, actualmente, la concentración de dióxido de carbono (CO2), que en 2005 llegó a 379
partes por millón (ppm) (ver figura 4), excede largamente el rango de valores naturales de los últimos
650.000 años (180 a 300 ppm). La concentración global de metano experimenta el mismo patrón, estando
hoy mucho más alto que el ciclo natural. Por su parte, las concentraciones globales de óxido nitroso en la
atmósfera han crecido desde 270 partes por mil de millón (ppb, en su sigla en inglés) de la época
preindustrial hasta 319 ppb en 2005.

Con respecto a las consecuencias futuras, el informe advierte que, si se duplican las concentraciones de
dióxido de carbono, es probable que la temperatura terrestre promedio de la superficie se eleve en un
rango que va entre 2 y 4,5 grados Celsius (con el valor más probable de 3), siendo muy improbable que
sea menor de 1,5 grados y que los valores sustancialmente mayores de 4,5 grados puedan excluirse.
Respecto de las proyecciones para el final del siglo XXI, el Panel estima que, si las concentraciones de
todos los GEI y aerosoles se mantuvieran constantes e iguales a los niveles del año 2000, al final del siglo
XXI la temperatura terrestre aumentaría en promedio 0,6 grados Celsius respecto de la media de 1980-1999.
Debido a que es altamente probable que esto no ocurra, las concentraciones serán superiores y las
temperaturas también. En cuadro adjunto, se muestran las proyecciones sobre el calentamiento promedio y
el aumento del nivel del mar para fines del siglo XXI en seis escenarios distintos, siendo el mejor el B1 y
5
el peor el Al FI .
5 Descripción básica de los escenarios. B 1: Mundo convergente. Población mundial alcanza su nivel más alto a
mediados de siglo para disminuir posteriormente. Cambios rápidos en las estructuras económicas hacia una economía
de la información y de servicios. Reducciones en el consumo de materiales e introducción de tecnologías limpias y
de recursos eficaces. Las soluciones globales tienen su énfasis en la sostenibilidad económica, social y ambiental.
Concentraciones de CO2 equivalentes a 600 ppm. Al T: Crecimiento económico futuro muy rápido. Énfasis tecnológico:
fuentes de energía intensivas de origen no fósil. Concentraciones de CO2 equivalentes a 700 ppm. B2: Se hace hincapié
en las soluciones locales a la sostenibilidad económica, social y ambiental. Población mundial crece continuamente,
pero a un ritmo menor que el escenario A2. Niveles medios de desarrollo económico. Cambios tecnológicos menos rápidos
y más variados que en BI y Al. Escenario orientado hacia la protección ambiental y la equidad social, pero centrado en los
niveles local y regional. Concentraciones de CO2 equivalentes a 800 ppm. Al B: Crecimiento económico futuro muy
rápido. Énfasis tecnológico: equilibrio entre todas las fuentes. Concentraciones de CO2 equivalentes a 850 ppm. A2:
Mundo muy heterogéneo. Aumento continuo y constante de la población. Desarrollo económico orientado hacia lo regional.
Crecimiento económico per cápita y cambio tecnológico más fragmentados y más lentos que en otros escenarios.
Concentraciones de CO2 equivalentes a 1.250 ppm. Al FI: Crecimiento económico futuro muy rápido. Énfasis
tecnológico: fuentes de energía intensivas de origen fósil. Concentraciones de CO2 equivalentes a 1.550 ppm.

Considerando el cuadro, si se da el mejor escenario (B1), descrito por un mundo que considera el cuidado del
medio ambiente y la contención del exceso de emisiones de gases de efecto invernadero, la temperatura al
final del siglo podría subir en 1,8° C respecto del promedio de 1980-1999. Pero, si el mundo no toma medidas y el
énfasis tecnológico se basa en fuentes de energía intensivas de origen fósil (escenario Al FI), el aumento
podría alcanzar incluso los 6,4° C al final del siglo. En cuanto al aumento del nivel del mar, en el caso del
mejor escenario, podría elevarse entre 0,18 y 0,38 metros. Si se da el peor, podría hacerlo hasta un poco más de
medio metro al cabo del siglo XXI. Aquí, cabe mencionar que aunque estas predicciones pueden ser tildadas de
catastrofistas por algunos sectores, otros señalan que son más bien conservadoras.
Cambio de Temperatura: Ascenso del nivel del mar: 2090-
2090-2099 con relación a 2099respectode1980-1999
1980-1999 (Grados Celsius) (metros)
Caso Mejor Rango probable Rango basado en modelo,
estimación excluyendocambiosdinámicos
rápidos en flujos de hielo
Concentraciones 0,6 0,3 - 0,9
constantesdelaño2000
Escenario*
B1 1,8 1,1 - 2,9 0,18 - 0,38
AIT 2,4 1,4 - 3,8 0,20 - 0,45
B2 2,4 1,4 - 3,8 0,20 - 0,43
AlB 2,8 1,7 4,4
- 0,21 0,48
-

A2 3,4 2,0 5,4


- 0,23 0,51
-

Al FI 4,0 2,4 6,4


- 0,26 0,59
-

Fuente: IPCC (2007)

A medida que la temperatura terrestre va creciendo, más dramáticas serían sus consecuencias. Según el escritor
6
inglés Mark Lynas , si aumenta en 1 grado Celsius la temperatura media del planeta, los cambios dejarían de ser
graduales. Con tres grados más, los índices de temperaturas extremas serían los normales; con cuatro, el nivel del
mar crecería de forma considerable; con cinco, las regiones templadas serían inhabitables y los seres humanos
combatirían por los recursos naturales restantes; y, con seis, los océanos se convertirían en basureros marinos,
los desiertos predominarían y las catástrofes naturales serían frecuentes.
6 Autor del libro Six negrees: ourfóture on a hotter planet (citado por Natgeo, 2007).

Por otro lado, los efectos del calentamiento global no serían planetariamente homogéneos. Así por ejemplo,
el Mediterráneo sería una de las zonas más susceptibles al cambio climático, calentándose y secándose más
que otras partes del mundo. Esto se plantea en un estudio de Diffenbaugh, Pal, Giorgi y Gao de junio de 2007
7
, en el cual se advierte, además, que, si se mantiene el actual ritmo de emisiones de GEI, los días más
calurosos de inicios del siglo XXI serán los más frescos cuando finalice, y las olas de calor serán cada día más
intensas y comunes a medida que la cifra de días calurosos se eleve entre 3 y 6 veces. Si este tipo de proyecciones
se concreta, frecuentes y descomunales serán los desplazamientos humanos.
7 Denominado Heat stress intensification in the Mediterranean climate change hotspot (citado en Herald Sun,
2007).

Pero los efectos del calentamiento global no son sólo atingentes al futuro. En el presente, nuestro planeta ya estaría
experimentando ciertas alteraciones. Por ejemplo, en septiembre de 2005, un artículo publicado en la revista
científica británica Science subraya la existencia de una correlación positiva entre la mayor actividad de los
huracanes en los años recientes y el calentamiento terrestre (Gardner, 2005). El autor principal del estudio señala
que los cambios en la intensidad de los huracanes estarían relacionados con el calentamiento de la superficie
del océano, la cual habría aumentado en cerca de medio grado desde 1970, ya que, cuando aumentan las
temperaturas marinas, la velocidad del viento crece, al igual que la humedad.

Al Gore, ex Vicepresidente de EEUU y ganador del Premio Nobel de la Paz 2007 en conjunto con el Panel
Intergubernamental Sobre el Cambio Climático, señaló que el calentamiento global es para la Humanidad una
amenaza peor que el terrorismo, las armas nucleares y la pobreza (Sohr, 2007).

El Protocolo de Kyoto
Poco a poco, el mundo ha ido tomando conciencia de la necesidad de adoptar políticas globales para limitar las
consecuencias medioambientales de la economía humana. Aunque también se toman algunas iniciativas
conducentes a potenciar la resiliencia de los ecosistemas (como la reforestación), el principal medio para impedir el
calentamiento global se ha centrado básicamente en la reducción de emisiones, en especial de CO2.

Para conducir políticamente al mundo en la dirección de contener las emisiones excesivas de gases de efecto
invernadero, las naciones más industrializadas del mundo se reunieron en diciembre de 2007 en la ciudad
japonesa de Kyoto, suscribiéndose un acuerdo internacional que hasta el momento ha constituido el mayor
esfuerzo global por controlar los efectos nocivos de la acción humana sobre el medio ambiente: el Protocolo
de Kyoto. Este tratado comprometía a los 39 países más desarrollados a reducir las emisiones de seis gases
que contribuyen al cambio climático (enumerados en el Anexo A del Protocolo): dióxido de carbono (CO2),
metano (CH4), óxido nitroso (N,0), hidrofluorocarburos (HFC), perfluorocarburos (PFC) y hexafluoruro de azufre
(SF6). Para que el Protocolo de Kyoto se pusiera efectivamente en vigor, se requería que fuera ratificado, a
partir de marzo de 1998, por el 55% de los países considerados como los principales emisores. Este acuerdo
consistía en que durante un período de compromiso, que se extendería entre el año 2008 y 2012, estas naciones
debían reducir en conjunto (aunque de manera diferenciada) la producción de estos gases de efecto invernadero en
8
5,2% con relación a lo que se producía en 1990 .

Uno de los grandes desafíos que ha tenido que enfrentar el Protocolo de Kyoto fue la deserción del mayor
productor de CO2 del mundo. En efecto, en marzo de 2001, el gobierno de EEUU se negó a ratificar los acuerdos
sobre el calentamiento global —posición que se ha mantenido hasta ahora— y declaró "muerto" el Protocolo. El
presidente estadounidense de la época, el republicano George W. Bush, justificó su negativa señalando que
imponer límites a las emisiones de CO2 no tenía sentido económico. Sectores afines a esta postura advertían que
la ratificación de estos acuerdos traería millonarias pérdidas en la economía norteamericana y millones de
9
puestos de trabajo eliminados .
A pesar de las dificultades y de la negativa de Estados Unidos a ratificar el acuerdo, el Protocolo de Kyoto entró en
vigor en febrero de 2005 después de que el gobierno ruso lo ratificara a fines de 2004. Los gigantes asiáticos, India y
China, apoyarían los compromisos del Protocolo, pero no estarían jurídicamente obligados a cumplir ninguna
meta.
Las expectativas de que se cumplan los objetivos de reducción de emisiones de GEI no son muy alentadoras. Y
este cierto pesimismo no sólo se basa en el hecho que Estados Unidos no haya suscrito el Protocolo, y que
incluso haya aumentado su producción de dióxido de carbono respecto de 1990, sino que los mismos Estados
miembros del acuerdo están en promedio muy lejos de cumplir las metas (figura 5).

Los disidentes del calentamiento global


Aunque las tesis del calentamiento global y su carácter antropogénico, sus evidencias y proyecciones se han impuesto
mayoritariamente en la opinión pública mundial, concitando una gran unanimidad, especialmente después de la
entrega en febrero de 2007 del cuarto informe del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de
Naciones Unidas (IPCC), hay diversos sectores, en especial de Estados Unidos y Gran Bretaña, que se muestran
escépticos y rechazan lo que ellos denominan el alarmismo imperante.

La mayoría de los disidentes del cambio climático aceptan que el planeta está experimentando un alza de sus
temperaturas en las recientes décadas, pero rechazan el carácter antropogénico que se le confiere. Con esto ponen en
duda las pruebas, conclusiones y recomendaciones del Panel Intergubernamental en tal sentido. Otros van
más allá y cuestionan abiertamente la integridad científica del informe de 2007, afirmando que muchos de
los que colaboraron realmente no son científicos, o que, detrás de las "verdades científicas" expuestas sólo hay
intereses económicos, como la búsqueda de recursos para investigaciones. Sostienen que la influencia humana
realmente no se comprueba en ningún lado y que proporcionar evidencias etiquetadas con la palabra
"probablemente" no es hacer ciencia. La disidencia más radical niega inclusive la existencia del calentamiento
global 10.
10 Curiosamente, algunos disidentes del cambio climático manifiestan que la versión antropogénica pasó a ser la
ultraortodoxia imperante, por lo que su posición discrepante se ha vuelto arriesgada y hasta peligrosa, queriendo dar una
imagen de verdaderos mártires modernos, a la altura incluso de un Copérnico o un Galileo.
La tesis de los disidentes del calentamiento global antropogénico (AGW, por su sigla en inglés) afirma que el
aumento de la temperatura terrestre no es fruto de las mayores emisiones de dióxido de carbono provenientes de las
actividades humanas, sino que responde a la variabilidad natural del clima. Por ejemplo, Timothy Ball, climatólogo
canadiense y doctor de la Universidad de Londres, sostiene que argumentar lo contrario ha sido la mayor
decepción de la ciencia. Por su parte, Richard Lindzen, físico atmosférico y docente del MIT, señala que los
cambios climáticos se explican fácilmente por las alteraciones en el sol.

Fred Singer, físico atmosférico estadounidense, doctor en física y profesor emérito de la Universidad de
Virginia, el cual también se ha desempeñado como consultor de importantes instituciones y agencias estatales,
además de empresas privadas como Exxon, Shell y Sun Oil, asegura, en respuesta al informe del IPCC, que el
calentamiento global deriva de causas naturales, formando parte posiblemente de un ciclo solar de 1.500 años de
enfriamiento y calentamiento (Fundación Vida Sostenible, 2007). Asimismo, aludiendo a un documental emitido
por un canal británico, denominado 7he Great GlobalWarrning Swindle (marzo de 2007), sostiene que no existe
prueba de que el calentamiento actual tenga su origen en el aumento de los GEI provenientes de las actividades
humanas, sino, por el contrario, las observaciones en núcleos de hielo demostrarían que la mayor temperatura
terrestre es anterior, y no posterior, a los incrementos de CO„ sugiriendo que la presencia ascendente de este
elemento en la atmósfera derivaría de la elevación de la temperatura de los océanos. Es decir, el aumento de
dióxido de carbono sería una consecuencia y no una causa. Tampoco cree que se pueda demostrar que un clima más
cálido produzca impactos negativos. Por tanto, su conclusión es clara: dado que lo más probable es que el cambio
climático tenga un origen natural, resulta irrelevante, inútil e insensatamente costoso controlar las emisiones de
CO, o producir o utilizar energías alternativas como el etanol (Singer, 2007).

Joel Kauffman, PhD, químico y profesor emérito de la Universidad de Filadelfia, tampoco comparte la hipótesis
del AGW, e intenta demostrar que no existe realmente un vínculo entre los niveles de dióxido de carbono y el
calentamiento global. Sin embargo, a diferencia de otros disidentes como Singer, señala que este tipo de
planteamiento no debe considerarse como una excusa para el uso dispendioso de los combustibles fósiles e
hidrocarburos. De hecho, recomienda que, por razones económicas, éstos debieran ser conservados o
sustituidos cuando sea posible (Kauffman, 2007).

Aunque los disidentes del cambio climático son minoritarios en número y hacen sentir con fuerza su voz, su
presencia en revistas científicas es prácticamente inexistente. Luego, cuando se revisan los diversos artículos de años
recientes sobre el calentamiento terrestre en publicaciones especializadas, no se percibe un desacuerdo sobre el origen
humano del fenómeno. En 2004, la revista Science examinó 928 papers sobre el tema publicados en revistas
científicas, cubriendo el 10% del total. Concluyó que ninguno de ellos estaba en desacuerdo acerca de que el
aumento de la temperatura atmosférica era producido por las actividades humanas y de que constituía un
problema serio (Krugman, 2006). A su vez, otro estudio tomó una muestra de 636 artículos publicados en la
prensa en los últimos 14 años. El 53% de ellos dudaba sobre el origen antropogénico del calentamiento global
(Gore, 2006). Sin embargo, después se descubrió que no sólo se concedía a los escépticos más o menos la misma
atención que a las del consenso científico, sino que los primeros, la mayoría, si no es que todos, recibían apoyo
financiero directo o indirecto de Exxon Mobil (Krugman, 2006).

Donde definitivamente no hay un mayor desacuerdo global es que los informes del Panel Intergubernamental
y el Protocolo de Kyoto constituyen serias amenazas para los poderosos intereses económicos de la industria
petrolera mundial. Una de las empresas más vapuleadas a este respecto es justamente Exxon Mobil, corporación
estadounidense fundada como Standard Oil Company en 1889, y cuyas actividades se extienden por más de 40
países. Se le acusa de ser enemiga del planeta, de asumir intensas campañas para destruir el Protocolo de Kyoto en
Europa y de pagar generosas donaciones para financiar una especie de universo intelectual alternativo de
escépticos del cambio climático.
Paul Krugman, destacado economista y Premio Nobel estadounidense —para quien ignorar el consenso sobre el
calentamiento global antropogénico significa creer que existe una vasta conspiración para desinformar al público, en
la cual ciertamente estarían participando los científicos de todo el mundo— sostiene que Exxon Mobil es un villano
ambiental peor que otras compañías petroleras. Como parte de sus argumentos, cita un memorando filtrado de una
reunión del American Petroleum Institute en 1998 en la que Exxon (antes de la fusión con Mobil) describía la
estrategia de proporcionar apoyo logístico y moral a los disidentes del calentamiento global antropogénico,
haciendo dudar acerca del conocimiento científico prevaleciente y socavarlo (Krugman, 2006).

En enero de 2005, el diario británico 7he Guardian denunciaba que la petrolera Exxon Mobil financiaba a un
prestigioso grupo de científicos para que elaborara informes que minimizaran la importancia del cambio climático.
El mismo diario, poco después de conocerse el cuarto Informe del IPCC de febrero de 2007, volvía a denunciar
que la multinacional estadounidense había ofrecido US$ 10.000, además de otros beneficios, a determinados científicos
y economistas para que se opusieran tenazmente al informe del Panel presentado en París. Dichos ofrecimientos
de dinero se habrían hecho mediante cartas enviadas por el American Enterprise Institute (AEI), think tank
financiado por Exxon Mobil, el que además habría mantenido estrechos vínculos con la administración del
presidente de EE UU, George Bush (El Mundo, 2005, 2007).

Entre los disidentes del calentamiento global antropogénico (AGW), también se encuentra un amplio grupo de
economistas, especialmente de Estados Unidos, o que se desempeñan en Universidades de ese país. Entre estos
últimos, está el destacado catedrático de la Universidad de Columbia, Xavier Sala i Martín, quien en 2007
originó un encendido debate en la prensa española al cuestionar el último informe del IPCC y descalificar las
principales afirmaciones de Al Gore sobre el calentamiento global dadas a conocer en el documental An
Inconvenient Truth (2006).

Al referirse a la cruzada del ex Vicepresidente estadounidense, Sala i Martín equiparó su contribución cinematográfica a
la de Michael Moore, tildándolos a ambos de simples propagandistas con una preocupante falta de respecto por la
verdad. Para justificar sus dichos, el economista español desmintió parte de las afirmaciones que expone Al Gore en
su documental contrastándolas con el mismo informe de 2007 del Panel. Así, por ejemplo, afirmó que los
planteamientos de Gore respecto de que la Antártica se estaba descongelando y que el deshielo de Groenlandia
provocaría una nueva glaciación en Europa no encontraron sustento alguno en el estudio del IPCC, ya que en
éste no hubo mención de un calentamiento del continente antártico y se consideró improbable una glaciación.

Respecto al trabajo mismo del Panel, cuyo equipo de científicos Sala i Martín reconoció como gente seria, el
economista español comenzó su cuestionamiento recordando que la gran conclusión del Informe de 2001, en
cuanto a que la última década del siglo XX había sido la más caliente del último milenio, cambiando el debate
mundial sobre el calentamiento global, se había basado en una estimación sobre la evolución de la temperatura de
los últimos 1.000 años realizada por el climatólogo estadounidense Michael Mann, la cual posteriormente fue
desmentida y desacreditada, provocando que el Panel dejara de lado dicha conclusión y el gráfico de Mann,
conocido como "hockey stick", del Informe de 2007. También refutó las evidencias entregadas por el IPCC
respecto del origen antropogénico del calentamiento terrestre. Argumentó que dado que existe incertidumbre
acerca de si los complejos modelos matemáticos utilizados en el informe son los correctos y que no se
especificó sobre qué proporción de los 0,74 grados de aumento de la temperatura media del planeta estaba
causada por la acción humana, en el fondo lo que se estaba diciendo es que de lo que hay un 90% de certeza es
que sabe muy poco 11.
11 De todas maneras, Sala i Martín expresó después que aunque los modelos aplicados hubieran sido los correctos, esto no
basta, ya que para predecir adecuadamente la temperatura del siglo XXI también se precisa del conocimiento de cómo
evolucionará el nivel de GEI en la atmósfera. Según él, el Panel no resolvió adecuadamente este tema, ya que no basta con
establecer distintos escenarios posibles, también se requería que éstos fueran realistas, lo que, según él, no se consiguió.

En cuanto a las medidas que se proponen para frenar el calentamiento global, destinadas a contener los gases de
efecto invernadero (GEI), Sala i Martín las justificó sólo si las lejanas consecuencias catastróficas esperadas fueran
extraordinariamente costosas. Aquí, el economista partió del supuesto de que la bomba del cambio climático no
estallará gradualmente, sino en un futuro lejano (100 años), por lo que el importante sacrificio de dinero
presente que significa adoptar propuestas, como el Protocolo de Kyoto, sólo tiene sentido económico si los
costos del cambio climático se prevén descomunales. Sala i Martín sustentó este planteamiento acudiendo al
principio económico del valor del dinero en el tiempo: si el valor presente de los beneficios de evitar las
consecuencias del cambio climático de fines del siglo XXI son inferiores al elevado costo económico que se
debe asumir hoy, resulta evidente que es mejor no hacerlo. Con esto, el académico de la Universidad de
Columbia discrepó de aquellos que defienden la aplicación de una tasa de descuento de 0%, ya que, según él,
no resulta realmente injusto dar menor valor a las generaciones futuras. Si los que apelan a tomar medidas hoy
otorgan a las regiones más pobres del planeta un peso mayor, resulta justo que la generación actual, que es más
pobre que las futuras, reciba también un peso mayor, señaló (Sala i Martín, 2007a, b, c, d, e, f).

Este último argumento, utilizado por Sala i Martín para sostener que es antieconómico el uso de recursos para
combatir en el presente un fenómeno cuyas consecuencias principales aparecerán en un futuro lejano, aunque
parezca muy razonable, resulta difícil de digerir. La valoración real de los costos de las medidas actuales debe
ir más allá de una simple contrastación económica entre un sacrificio presente y un beneficio futuro, ya que el
flujo efectivo está conformado por muchos montos. Hay que tomar en cuenta que los sacrificios serían
limitados en el tiempo y los beneficios ulteriores a perpetuidad. Además, el uso de una tasa de descuento
positiva impone la sentencia de que la vida humana en la Tierra a partir de algún punto en el futuro no tiene
valor alguno, lo que nos induce a pensar que no tiene sentido preocuparse por el tipo de mundo que dejaremos
por herencia a las generaciones posteriores.

Surgen también otros cuestionamientos respecto de los planteamientos de los disidentes del cambio climático. Uno
de los más básicos se relaciona con el mismo fenómeno del efecto invernadero. Dado que la acción de los GEI
sobre la atmósfera es una realidad palpable, porque si no fuera así el planeta tendría temperaturas promedio que
bordearían los 18° C bajo cero, resulta evidente que la descomunal expansión de las emisiones de CO,
derivada de la economía humana (figura 6), no es inocua. Sólo por el uso de combustibles fósiles, se han
liberado a la atmósfera 234.558 millones de toneladas desde 196012 (CDIAC, 2007).
12 Según el Carbon Dioxide Information Análisis Cerner (CDIAC), agencia del Departamento de Energía de Estados
Unidos, los combustibles líquidos y sólidos representaron globalmente en 2004 el 77,5% del total de emisiones
provenientes de la quema de combustibles fósiles. La combustión de otros combustibles, como el gas natural, dieron
cuenta del 18,1%. La producción de cemento y otros son responsables del otro 4,4% (CDIAC, 2007).

Conclusiones
El efecto invernadero, al retener parte de la energía que la superficie terrestre emite después de ser calentada por
la radiación solar, constituye un fenómeno natural esencial para la vida humana en el planeta. Lamentablemente,
los patrones de emisión de gases de efecto invernadero (GEI) han sido sustancialmente alterados, especialmente
por el uso de combustibles fósiles en las actividades humanas. La consecuencia ha sido el fortalecimiento de la
atmósfera terrestre y la consiguiente alza de la temperatura global.

Los países desarrollados son los grandes emisores de los gases de efecto invernadero, especialmente del dióxido de
carbono, y por tanto, son los principales responsables de adoptar las medidas correspondientes. Sin embargo,
aunque en general han mostrado gran inquietud por este problema y se han alarmado de sus posibles
consecuencias, no han mostrado grandes resultados en cuanto a la disminución de sus emisiones.

Múltiples estudios e investigaciones se han llevado a cabo sobre el calentamiento global. Los más importantes
provienen del Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático (IPCC), el cual, desde su creación, ha dado
a conocer cuatro informes, el último de los cuales salió a la luz pública en febrero de 2007 en París. En éste se
sostiene que el cambio climático es un hecho indesmentible e inevitable por siglos y afirma, con un 90% de
certeza, que detrás de este grave desequilibrio ambiental está el hombre. Advierte, además, que si los grandes
emisores no refuerzan su compromiso con el Planeta, los efectos en el futuro podrían ser catastróficos para la
vida humana.

Diversas iniciativas se han generado para enfrentar el cambio climático. A nivel global, la más importante y
creíble es el Protocolo de Kyoto, suscrito en 1997 por los 39 países más desarrollados del mundo. El compromiso
asumido fue la reducción de las emisiones de GEI en un determinado porcentaje entre los años 2008 y 2012
respecto de los niveles existentes en 1990. Lamentablemente, los resultados no han sido muy satisfactorios.
Además, el mayor emisor mundial de CO, se negó finalmente a ratificar el acuerdo.

El calentamiento global parece avanzar a paso seguro. A la falta de un compromiso sólido de los principales
responsables del reforzamiento de la atmósfera terrestre, hay que sumar también a los disidentes, los cuales
proporcionan su granito de arena al rechazar las evidencias sobre el carácter antropogénico del fenómeno. De
todas maneras, aunque los planteamientos de estos últimos han recibido bastante atención en algunos medios de
comunicación, no han tenido una respuesta similar de parte del público. Tal vez sus esfuerzos serían más
efectivos si no hubiera fundadas sospechas de que tras algunos o muchos de ellos hay poderosas compañías
petroleras alentando pecuniariamente sus intervenciones.

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Cómo citar este artículo:

Medina, Luis (2009): "El calentamiento global antropogénico", Oikos N° 27, 125 145, Escuela de

Administración y Economía, Universidad Católica Silva Henríquez (UCSH), Santiago de Chile.


[http://edicionesucsh.cl/oikos/]
Fecha de recepción: 25/ 04 / 2009
Fecha de aprobación: 12 / 06 /2009

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