En la actualidad, la humanidad enfrenta grandes retos, producto de diversas
problemáticas relacionadas con el crecimiento descontrolado de la población, así como la ambición por alcanzar un acelerado desarrollo en varios ámbitos que se encuentran alrededor de las civilizaciones modernas. Uno que últimamente ha tomado relevancia, por involucrar la estabilidad del planeta mismo, es el tema del cambio climático. Hablar de esta situación es colocarse frente a un desafío de proporciones inimaginables, pues los efectos ya son evidentes en prácticamente todo el orbe. Muchos aún se preguntarán, ¿qué es el cambio climático y qué tiene que ver conmigo? De acuerdo al portal de la Organización de las Naciones Unidas, “se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos” (ONU) (s.f). Esta alteración se ha producido durante la existencia de la Tierra, pero en la época moderna han sufrido una aceleración desproporcional y dañina para todo ser viviente, en el sentido de que el aumento desmedido de la temperatura genera fenómenos naturales devastadores como huracanes, inundaciones, sequías, incendios, deshielo en los polos y aumento en los niveles del mar, entre otros. La Organización Meteorológica Mundial señala que “el 2020 fue uno de los tres años más cálidos de los que se tiene constancia, a pesar del fenómeno de enfriamiento de La Niña” (cfr.) (OMM) (s.f), y apenas es el principio de un tema que pone en jaque la existencia. Esto se debe principalmente a la actividad del ser humano, así lo afirma el 97% de la comunidad científica especializada, según datos proporcionados por la Organización Amnistía Internacional. La emisión de los gases de efecto invernadero, cuyo parteaguas es la Revolución Industrial, ha generado un aumento de temperatura calculado en 1.1°C con altas probabilidades de que al finalizar este siglo pueda subir más. Este tipo de gases provienen de los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, utilizados para producir energía. Con estos datos alarmantes es posible predecir las crisis venideras, como repercusiones en la salud de los individuos, problemas para el cultivo de alimentos, viviendas azarosamente expuestas a su desaparición, falta de empleo, hambrunas extremas, desigualdades sociales al límite, extinción de especies, ruptura de cadenas alimenticias y más, afectando directamente los derechos humanos universales. Ante el panorama devastador, es momento de hacer un alto y comenzar a ejecutar acciones serias que frenen el cambio climático. La Organización Greenpeace invita a una revolución energética en manos de la ciudadanía, a través de la adopción de energías renovables para contrarrestar el uso de combustibles contaminantes, estimulando una transición organizada. Igual entra la duda de cómo hacer evitar esto desde su propio hogar. En realidad es simple: comenzar a apagar las luces que no se usan; usar productos ecológicos y reciclables; usar transporte público o bicicletas; cocinar los alimentos con tapa; consumir insumos de temporada; dejar de mantener encendido el piloto del boiler; y eliminar el plástico de un solo uso, son pequeñas acciones que asumidas con compromiso comenzarán a marcar la diferencia. Por otra parte, los gobiernos deben comprometerse de una forma diferente para frenar los efectos del cambio climático, empezando por financiamiento de proyectos e inversiones que coadyuven al respeto de los derechos humanos – vida, salud, vivienda, agua y saneamiento-; a la adaptación de quienes ya enfrentan las consecuencias de dicho cambio y a la protección de la integridad física de los habitantes. También las empresas deben sumarse a esta titánica tarea, tomando medidas decisivas para modificar los hábitos de consumo y, en el caso de las que se dedican a la producción de combustibles fósiles, hacer las adaptaciones necesarias para bajar la dispersión de gases de efecto invernadero e iniciar una transición hacia las energías renovables con transparencia y bajo estrictos estándares de calidad. ¿Estamos listos para asumir las consecuencias de nuestros actos y trabajar de inmediato anteponiendo el equilibrio y la justicia que merece nuestro planeta? La interrogante va más allá de los planteamientos, ya que nuestro hogar, el de todos los seres vivos, grita desesperado y se prepara para hacer frente a nuestro espíritu destructivo… el karma a punto de alcanzarnos.