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Para mejorar la calidad de los profesores, se deben afrontar tres desafíos básicos: reclutar,
desarrollar y motivar mejores profesores. De estos desafíos, es probable que el
reclutamiento (elevar el nivel de los profesores al momento del reclutamiento) sea lo más
complicado para los países de América Latina y el Caribe, porque requiere que se
intensifique la selectividad de la enseñanza como profesión. Todas las investigaciones
internacionales referidas a los sistemas educativos de alto rendimiento señalan que la
capacidad de atraer a las personas de más talento hacia la enseñanza constituye un factor
subyacente clave, que permite que los sistemas educativos pasen de “buenos a excelentes”
(Barber y Mourshed, 2007). Pero para atraer a los individuos de gran talento hacia la
enseñanza, es necesario alinear un conjunto complejo e interrelacionado de factores cuya
modificación puede resultar una tarea difícil y lenta, entre los que figuran los salarios y la
estructura salarial, el prestigio de la profesión, la selectividad del ingreso en los programas
de formación docente y la calidad de dicha formación.
La experiencia internacional señala tres mecanismos principales para hacer más selectivo el
reclutamiento de los profesores:
• elevar los parámetros para el ingreso a los programas de educación docente;
• elevar la calidad de los institutos de educación docente;
• elevar los parámetros de contratación de los nuevos profesores.
Los estándares nacionales para la enseñanza, en los que se articula “lo que un profesor
debe saber y poder hacer”, constituyen un paso importante en el desarrollo de un cuerpo
docente más profesional. (…) Elaborar estándares nacionales para la enseñanza es una
tarea que lleva tiempo y esfuerzo, pero al establecer formalmente estándares exigentes, se
sientan las bases de la calidad educativa.
Una tercera estrategia dirigida a mejorar la calidad de los nuevos profesores consiste en
evitar por completo los institutos de educación de baja calidad y contratar profesores que se
hayan formado en otras disciplinas, práctica que se conoce como “certificación alternativa”.
(…) En diversos estudios rigurosos realizados en Estados Unidos se ha llegado en general
a la conclusión de que los alumnos de profesores con certificaciones alternativas, en
particular los del programa Teach for America (Enseña para América), tienen un desempeño
igual o mejor que los de profesores contratados por las vías normales.
Los sistemas educativos más importantes invierten mucho en la evaluación del desempeño
docente. Estas evaluaciones cumplen dos funciones fundamentales: mejorar la calidad de
los profesores y lograr que rindan cuentas por su desempeño. (…) Establecer un sistema de
evaluación docente sólido es una tarea costosa y un desafío desde el punto de vista
institucional, pero puede incrementar la eficiencia de otras funciones importantes del
sistema educativo. La información sobre el desempeño de los profesores puede hacer más
pertinentes las inversiones en la capacitación en servicio, contribuir a focalizarlas mejor e
incluso reducir los costos totales de esa capacitación. Un sistema de este tipo crea la base
de información necesaria para establecer incentivos al desempeño individual y las medidas
para exigir que los profesores rindan cuentas. Proporciona a los profesores comentarios
individualizados sobre su actuación que quizá sean más francos o más profundos que los
que provienen de sus supervisores directos y sus pares, y les genera mayor motivación
para capacitarse o mejorar profesionalmente. Si se logran estos beneficios, los costos netos
de contar con un buen sistema de evaluación docente pueden ser muy pequeños.