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LOS TERRATENIENTES

DE LA PAMPA ARGENTINA

Una historia social y política, 1860-1945

por
Rov HoRA

SIGLO

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SIGLO

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Siglo XXI de España Editores S.A.
Siglo XXI Editora Iberoamericana S.A.

Hora, Rov
Los rer�a re nienres de la p amp :t argen t ina : una hiscoria soc ial y pol írica :
1860-1945- l a ed. la rcimp.- Buenos Aires: Siglo XXI E di rora
Iberoamericana, 2005.
432 p. ; 22x15 cm. (Hiscoria y pol ít ica dirigida por Juan Carlos Torre)

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ISBN 987-1013-14-0 JMI E TOS ........................
AGRADEC
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XI
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l. Hisroria Argenrina. l. Tírulo AS . . .
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lÓ CASTELLA
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CIE tC!A
A DE UNA CO
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Primera edición argenüna, abril de 2002
TERRATE TIE TE ...........................
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© SIGLO XXI EDITORA IBEROAMERICANA S.A. a. Los rcrrarememes
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as y la actividad
1225 Ciudad Aurónoma de Buenos Aires, Argemina
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década de 1880
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Telefax: 4381-5708 1 5878
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Primera edición en inglés:
DE U A NU EVA CLASE
© Oxford Universiry Press, 2001
11. LACO S TRUCCIÓ
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Diseño de rapa: Alejnndm Cortez


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Ll Od"t:n'a Rural
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60 RoyHoffl Il. LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA
CLASE TERRATENIENTE
do. Sin embargo, era claro incluso para él que, contra lo que habían
sido los presupuestos de los terratenientes modernizadores nudea­
dos en la Sociedad Rural, la acción colectiva de los estancieros había
contribuido muy poco a dar nacimiento a un orden de cosas "socia­
les y administrativas" que les era extremadamente favorable. Más
bien, el actor central de ese proceso había sido la coalición política
liderada por Roca, que impulsó el programa de reforzamiento de la
autoridad central, gracias al amplio sustento que encontró en el in­
terior del país y en el propio aparato estatal. El malestar con el que
los terratenientes de Buenos Aires asistieron a la implantadón de
este nuevo mundo político nunca desapareció del rodo en los años La llegada de Roca a la presidencia señala la emergencia de un Esta­
posteriores a 1880. Pero los empresarios rurales pronto advirtieron do más poderoso y más autónomo de la sociedad civil, y al mismo
que una relación más productiva entre terratenientes y Estado co­ tiempo mejor preparado para favorecer la acumulación de capital.
menzaba a definirse. Las pruebas de su efectividad estaban a la vista: Durante su administración, el nuevo mandatario puso su energía y
la paz había sido alcanzada, los indígenas habían sido aplastados, la del Estado que presidía al servicio de la expansión de la economía
nuevas tierras habían sido incorporadas a la producción, ferrocarri­ rural y de la consolidación de un marco institucional que asegurara
les y telégrafos cubrían cada vez más densamente el territorio. mejores condiciones y mayores incentivos para el desarrollo de la
Para los ruralistas, la afirmación de este nuevo orden significaba actividad empresarial. La así llamada Conquista del Desierto y la
que muchos de los objetivos que los habían lanzado a unirse en 1866 activa política de expansión del capital social básico que dominó a la
habían perdido relevancia. Por otra parte, las nuevas oporrunidades década de 1880 ayudaron a impulsar una veloz transformación de la
para acumular capital en el agro abiertas en la década de 1880 ha­ actividad rural en la pampa. En la provincia de Buenos Aires, cora­
cían que el programa que Uamaba a los terratenientes a desempeñar zón de la economía agraria argentina, la ganadería estuvo a la van­
un papel como líderes políticos y sociales de la campaña apareciese guardia de este proceso. Modernas técnicas agrícolas, que en esos
menos urgente y menos atractivo que dos décadas antes. No sor­ años -se volvieron más accesibles y menos costosas, hicieron que la
prende, entonces, que en la primera mitad de la década de ] 880, la rústica cultura ganadera pampeana, que se había modificado lenta­
Sociedad Rural contara con menos de 400 socios, muchos de los mente en décadas anteriores, acelerara su uansforma..:ión. La década
cuales, por cierto, eran particularmente pasivos. Todavía entonces, de 1880 asistió a un proceso de innovación técnica y especialización
los ruralistas deploraban el hecho de que la disposición para ejercer productiva cuya profundidad y extensión no tenía precedentes.
roles de liderazgo, que habían venido reclamando rodos esos años, Estos cambios hunden sus raíces en décadas anteriores. Al calor
no hubiese ganado la partida contra las actitudes más rutinarias y de la expansión ovina del tercer c'uarro del siglo XIX, se habían gene­
conservadoras de la mayor parte de los terratenientes. Un cambio de rado condiciones que prepararíJ. los progresos posteriores. Como
esta situación, que retrospectivamente sorprende por su profundi­ hemos señalado en el capítulo anterior, hacia la década de 1860 co­
menzó a percibiese la emergencia de un sentimiento de identidad co­
dad y rapidez, estaba a la vuelta de la esquina. Analizar cómo y por
qué en las décadas del cambio de siglo los hacendados de Buenos lectiva entre un pequeño grupo de propietarios territoriales que se en­
Aires se convirtieron en un grupo de productores más modernos y contraban a la vanguardia del proceso de mejoramiento en el agro. Fue
más conscientes de sí mismos, así como más orgullosos de sus raíces durante la década de 1880 que este nuevo espíritu ganó adeptos, y cre­
rurales -lo más parecido a una clase terrateniente que alguna vez c.ienteménte más y más estancieros/se sumaron a las filas de los moder­
tuvo la Argentina- es el tema del capítulo que sigue. nos emprc;:sarios rurales. Como cd'nsecuencia de los avances reali'lados
por la ganadería, d pesimismo �ue esta actividad solía wncitar dio

1
62 Ro_yHort� út conrtmcció n tlr unn mtrvn c/n;e urmtmimtr 63

ros
lugar a una muy extendida vena opcimisca. En los años ochenta, repe6.­ La comisión rechazada por Hernández recayó sobre dos estancie
por el Viejo y el N uevo Mundo ,
damente se señaló que la ganadería estaba superando su pasado bárbaro, de prestigio. Tras dos años de viaje .
y que las nuevas condiciones en las que se desenvolvía la actividad rural Ricardo Newton y Juan Uerena presentaron un largo mforme sobre
.2
invitaban como nunca antes a la práctica de la innovación empresarial. lo que habían observado en Inglaterra, Australia y Estados Unidos
Estos cambios favorecieron, en primer lugar, a los mayores propietarios. Estos hechos dan testimonio de una nueva actitud del Estado
pro­
Los grandes empresarios modernizadores fueron repetidamente cele­ hacia la problemática rural, pues ilustran el ingreso pleno de los
de cuestion es
brados como los constructores de una ganadería en veloz transforma­ blemas técnicos de la producción agraria en la agenda
gobernantes
ción que para fines de la década de 1880 era habitualmente descripta que preocupaba a las autoridades. El interés de las elites
producc ión vino a desplaza r una
corno una actividad moderna, y que para el cambio de siglo terminaría en la mejora de los métodos de
del suelo, la pe­
por conformar uno de los sistemas ganaderos más eficientes del mundo. preocupación anterior por la promoción del cultivo
las
En esos años, además, la elite económica se definió más plenamente queña propiedad y la reforma social de la campaña, visible ya en
corno un empresariado rural, y crecienremente concentró sus activos e auroridades del período colonial tardío, pero que fue primord ial ra ¡/a
intereses en este sector. Como veremos en ese capítulo, este proceso creó todos los gobiernos de la Argentina indepen diente, y que alcanzó
ur�­
condicione.� para la emergencia de una elite terrateniente no sólo más quizás su punto más alto con la ley de tierras de Avella,neda.3 ?
,
opulenta sino también más comprometida con la suerte del sector rural, te los años ochenta, esta tradición perdió gran parte de su vtgencta
a la vez que más moderna y progresista. l.a riqueza y el poder alcanzados pues el gobierno giró su atención desde los proyecto s de transfor ma­
por esta nueva y poderosa elite, y su capacidad para aparecer como eco­ ción social a los de � nómico. La concenrración de las po­
as en
nómicamente dinámica y socialmente prestigiosa, la colocaron en el líticas públicas en un arco más reducido de cuestiones, centrad
así a
centro de la clase alta argentina por muchas décadas. los problemas económicos y técnicos de la producción, vino
clausurar una larga y poco exitosa hisroria de proyect o� de reforma
más
A. lAS TRANSFORMACIONES DE LA GANADERfA rural impulsados por el Est ado. Hasta cierro punto, ello no era
la política a
HACIA LA Dl�CADA DE 1880 que un ejemplo de lo que entonces se llamaba el paso de
fuer­
la administración, que presidió la política más general del PAN, la
En 1 8 81, el gobierno de la provincia de Buenos Aires comisionó a .
za gobernante en los años ochenta
José Hernández para que viajara a Australia con el fin de redactar un de
Este paso de la política a la administración era un fenómeno
informe sobre los sistemas agrarios de esta colonia británica, que a de orden y
escala continental, visible por ejemplo en el program
entonces eran considerados como más avanzados que los vigentes en ­
progreso de la Regene ración colombiana y en el lema "más adminis
el Rlo de la Plata. Este proyecto tenía un fin eminentemente prácti­ de Porfirio Díaz Al igual que
tración y menos política" del México
co, ya que el análisis de la experiencia australiana debía servir de base
en este último país, en la Argentina de Roca el gobierno también
para la redacción de un manual capaz de satisfacer las necesidades de
impulsó un programa con acusados rasgos de desarrollismo autori-
asistencia técnica de los productores de la provincia. El auror del
Martín Fierro rechazó la propuesta de dc:splaza.rse hasta un lugar tan
lejano, y en cambio se ofreció para dar cuenta de sus saberes sobre eJ
negocio ganadero en un Tratado complt'tn cú La planeación y manejo ' Ricardo Newron v Juan Uerena, Via¡nJ �:trtdios dt Út romiuun dtf,t'•llltlll sobrt Út
agm 111mm J In gmlftd�;ín. orgnniZI.lrtOll )' rconomla mrnl m l nglnt<'T•tl rowdos Un idos J
de un estabúcimimto de campo, que dio c1 la prensa al año siguienre.1
Austra/i.1 ! Bu� nos Aires, 1 S82- 1884)
og ía y pulírica mmigra­
1 Tu1io Halperin Donghi. "¿Para qué la inmigración? Ideol
1 José HFrnándcz, lmtmcción dtd rstt�nciuo. lrntt1do rYimplrto dr {¡¡ plnnrnción y mnn�o
tOri .. tn la Argcmina ( 1 R 1 O· 1 Y 14)", �n 1: Halpt>rin Donghi, El t'spe¡o de In hirtoria.
dr un mnblecimiento de mmpo destinado n &1 rría ck l111cirndn vncw1n. lnnnr y mbnllnr (Bue­ s y pmprcttvar lnti•IOttmrricanns (Buenos Airt>$, 1 'JR7), PP· 1 �13·
Probltrur /J nrgrntino
nos Aires, 1882).
li l.

Ú1 ('01/SfTIIC'C'ÍtÍn dt' /11/fl llltt'L111 rfi7St' lf'TTO(�Tii(lllf' 65


64 RoyHurn

fue
la estancia fronteriza de los Virón, en Azul, la casa de adobe
cario. �orno 1�0 podía ser de otra manera, ciertos elementos esped­ reemplazada por otra construcción de catorce habitaciones en
1880.6
�cos smgulanzan el caso argentino. Así, por ejemplo, el novedoso os por prime­
Nuevos implementos de trabajo fueron comer cializad
mter�. s del Estado e� los aspeccos técnicos y económicos de la pro­
mecánicas
. ra vez en esos años, entre los que se cuentan esquiladoras
ducciÓn, a los que h1c1mos referencia en el párrafo anterior debe ser •
lo. Las bom­
más sofisticadas y bombas para extraer agua del subsue
contextua l.IZad o en el marco de las transformaciones rurales que en- introduci­
bas hidráulicas impulsadas por molinos de viento fueron
tonces tomaban cuerpo, y del mundo de representaciones que las Estos arte­
das por primera vez al país por Miguel Lanús en 1880.7
reflejaba y estimulaba. A fines de la década de 1870 y comienzos de
factos, junto con sus caracrerfsricos tanques, ayudar on a los produc­
la déc�da de 1880, el proceso de transformación económico se ace­ y a enfren­
tores a regularizar la provisión de agua para los animales
leró. En esos años, grandes extensiones de tierra arrancadas al indio
ría más inde­
tar mejor a las temibles sequías, volviendo a la ganade
s� volca?an sobr e el mercado y se hacían disponibles para la ganade­ agrícol a lA Agri­
. pendiente de los caprichos de la naturaleza. La revista
na, los ferrocarnles se expandían, y d capital ingresaba al sector ru­ 1890 su uso se
cultura afirmaba que para mediados de la década de
r�l en cant idades crecientes. Ello desató poderosas fuerzas de cam­
había vuelto corriente en la campaña. 8
�10. Como Godofredo Daireaux observaría en 1908 con la perspec­ "Entre las grandes reformas introducidas de algunos
años a esta
t�va �uf' �e otorgaban tres dé �a�as de acelerada transformación agra­ lizació n de los
. parte en los establecimientos de campo, la de la genera
na, . el ano 1878 marca el prmctpw de una era de evolución extraor­ ado", inform aba
cercados es tal vez la que mayores ventajas ha report
dinaria en la estancia argentina".4 No todos los observadores enfati­ de la déca­
acertadamente Alfredo Birabén en 1885.9 Todavía a fines
zaron de igual modo que Daireaux la importancia que el inicio de la a punto ral que ni
da de 1870, la cría a campo abierto era la norma ,
gran �ampaña de ext :rmi�ación de los indígenas había tenido para dades. 1
° Caro
. siquiera los mayores hacendados alambraban sus propie
la acttvtdad empresan . Sm embargo, los propios contemporáneos alamb re se ex­
y de uso muy limitado todavía en 1875, el cerco de

no tardaron en advernr la profundidad de los cambios entonces en 1 880. Nicolás y
pandió con rapidez a comienzos de la década de
mar �a, así como la creciente importancia que adquiría la mejora entre los mayores
Juan Anchorena, por ejemplo, que se contaban
técmca en la producción rural. Es por ello que la Sociedad Rural rar sus propiedades a
propietarios de la pampa, comenzaron a alamb
que s : pr �ponía incit �rl��· advertía en 1879 que "la época de lo � De acuerdo
fines de la década de 1870 y comienzos de la siguiente.11
ne �o�t ?s stmples o pr�mltlvos ha pasado ya. La más simple, la más ujeron 5,5
a los datos de Prudencia Mendoza, en 1876 se introd
pnmltlva �e todas las Industrias, la pascoril y ganadera, ya hoy eutre tación subió a
millones de kilos de alambre para cercos ; la impor
nosorr �� mtsrnos, que muy poco o nada tenemos de yankee ha comen­ afias, tambié n,
13,5 en 1880 y a 40 en 1889.12 A lo largo de estos
zado vtstb1emente su evolución transformista". 5
La Sociedad Rural estaba en lo cieno cuando afirmaba que la
gan � ena
�, �e encontraba en los prolegómenos de una gran transtor­ � Yu)'Ú Guzmán, Euancinr dt' Azztf (Azul, 1978), p. 22.
macl �n . D �ran te los años oche �ua, la inversión en el sectoJ ganade­ Nod H. S barra, Hittorin dt' las agundnr y da molino (La Plata, 1 %1), pp. 1 '>2-68.
l.a Agrintlmrn (en addame lA), 13 de abril de 1893. citado en Sb;ma, Hirtoria rk las
ro se mten stfko.,

s construccwnes de ladrillos, y ya no de simple

. ngwtdm. p. 169: Sociedad Rur.il Argentina, 7innpoJ ek rpoprya, 1866-1966 (Buenos Aires,
barro � pa¡a, se h1c1eron más habiruales, tanto en los c.:asco\ de las
1%6), p. 49.
estancias como en los puestos y demás con�trucciones. En algunos ., Alfredo Birabén, "La estam.ia refomaada", ASRA, XVlll:j ( 1 8H5), p. 4'1.
casos, ello coincidió con la desaparición de la amenaza indígena En "' Nt)t'l H. Sbarra, HisrotirJ d(/alombmdo rn In Argmtina (8ueno� Aires, 1964).
pp 7j, 87-89.
"Suce-sión Ni.:olás Anchorena, ACN.
4 Godolrf'du Oaireaux. "La estancia Mgennn.t', en C.áuo Agropt'czuuio Nat�nnnL " Mcndo1.a, Prudcncio de la Cruz. Hutorin df In gnnndrrí.r llrgrntmtl (Buenos
t. 111. Ln gr/1/adnJr/ J In t�grirulfllm rn 1908 1 Bu<'nús Am·s. IIJ08), p. 4 Aire\, 1928), p. 166. L.u cifr.ts qut otrect' Zcballos son algo disnnra\: 1 'i m il lo nes dl'
, ASRA XIJ:q ( 1 1!79). p. 154.
Ln mmtrucci!Ín de 111/fl nueva clase terrnteniellte 67
66 Roy Hora

aparecieron alambres de mejor calidad, más flexibles y de menor ron una gestión más centralizada. u Por todos estos motivos, un
peso,lo que permitió aumentar el área cercada por kilo de producto. observador informaba en 1 8 8 2 que "el alambrado es tan primordial
Gracias al alambrado, la pampa tuvo por primera vez un sistema en esta época, como anteriormente el buen campo. El alambrado
relativamente económico y eficiente para fijar con precisión el perí­ importa seguridad, economía de brazos,amanzamiento de las hacien­
metro de una propiedad, e impedir el paso de extraños y transeún­ das, y tranquilidad para el animal cuyo engorde viene fácilmente". 14
tes, contribuyendo así a asegurar y reforzar los derechos de propie­ Mayor productividad del trabajo, mejores técnicas de manejo
dad. También permitió contener a los animales, asegurando la de­ del rodeo, construcciones más sólidas y confortables, así co�o má­
fensa de las áreas cultiv ad as.
Al volver más sencilla la protección de quinas y herramientas más sofisticadas, caracterizan a la estancia alam­
árboles y plantas,el alambrado contribuyó de modo decisivo a cam­ brada y más centralizada de los años ochenta.' 'i Esa década asistió
biar el paisaje pampeano. Hasta entonces,las plantaciones se habían también al nacimiento de la moderna industria de exportación de
limitado a los alrededores de los puestos y cascos de las estancias y carne (un desarrollo que, a su vez, aceleraría otros cambios produc­
demás poblaciones, donde podían ser protegidos de los animales tivos). Durante la década de 1 870, los barcos de vapor y de casco de
mayores con menos cosws y dificultades que a distancias mayo­ acero entraron a servil las rutas del Atlántico Sur, reduciendo los
res. Gracias al alambrado, en esos años la agricultura encontró costos de transporte y tornando el servicio más económico, segúro y
mejores condiciones para expandirse. Al mismo tiempo, un con­ previsible. Ello estimuló diversos proyectos de transporte de carne
junto de especies exóticas, enrre las que por su resistencia a los enfriada a Europa. El primer intento serio de crear un sistema que
insectos y su veloz crecimienro destacaba el eucalipto, se convir­ preservase la carne en el largo viaje a través de los trópicos tuvo lugar
tieron en los típicos proveedores de sombra, leña y reparo en un en 1 876, cuando el buque Le Frigorifique zarpó del puerto de Ruan
medio hasta entonces muy pobre en árboles. hacia Buenos Aires,llevando un cargamento de este producto en sus
Más importante,el cercamiento de los campos ayudó a transfor­ bodegas refrigeradas. En 1 883, los progresos en las técnicas de refri­
mar a la ganadería. En primer lugar, porque redujo la necesidad de geración hicieron posible l a inauguración de la primera planta frigo­
trabajadores, haciendo más sencillo el manejo del ganado, y contri­ rífica en Buenos Aires. En los siguientes dos años se erigieron otros
buyendo además a amansar a las haciendas. En segundo lugar, por­ dos establecimientos de faenado y procesamiento de animales, que
que facilitó el cruzamiento controlado del ganado, puesto que gra­ pronro comenzaron a exportar al Reino Unido. 16 En esta etapa ini­
. cial del desarrollo de la industria frigorífica, la carne ovina capturó el
cias al alambrado los animales de distinta calidad pod.fan se1 aislados
o reunidos en forma permanente a muy bajo costo. Como resultado, nuevo mercado, pues era más fácil de congelar y procesar que la
la mezcla indiscriminada de ganados, que por décadas había consti­ vacuna y además se veía menos afectada en cuanto a presentación,
tuido un serio obstáculo a la mejora de las razas, podía superarse sin sabor y calidad yue la de los animales mayores. Tradicionalmente,
mayor dificultad. La eliminación del sistema de cría a campo abierto los ovinos en la pampa habían sido criados con vistas a la obtención
permitió un mejor aprovechamiento de todo el terreno de una pro­ de lana, pero ahora también debía ponerse especial énfasis en el ta­
piedad, y con ello la capacidad de carga de la tierra se incremen­ maño de la res,en el gusto de su carne, y en la velocidad con la que
tó. Gracias al cercado y el énfasis en la mejora del ganado que la incorporaba peso. En consecuencia,los criadores se lanzaron a adap-
acompañaba, las estancias, hasta entonces a veces no más que ---- -

unJ. colección de pues!O�> muy independientes entre sí, adopta- 1 1 Daireaux, "La csranc1a argt:mina··, pp. 21-23; Sbarra, Hwor111 dr!.t!Hmbrado.
1' ASRA. XV:11 ( 1 �82), p 180.
1; Hilda Sabara, L'optt,r/úmo y ganaduí11 m Bumw Aiw: !11 fiebrt del lm111r. 1850-
metros en 1877, 27,1 en 1879, .i7,6 m. <·n l8SO y 62,1 en 1881, momenro a rartir 1890 (Buenos Aire�. 1<>S9), pp. 1 S'í-<>.
1'
dd cual la importación se manciene en valores estables hasta mediados de la década. 1 Simon Hanwn, Arg(t�tine Mear rmd thr British Marku Chapt�r; in the History
Véase f:<.stanislao Zcballos, A trtwl.• dr /m C11baiim (Buenos Aires, 1 �88). pp. 25'i. ofrht Argmtine /o,üm lndurtry IStanford y Londres, 1 �138), pp. 5; ·4.
GH RoyHora Ln constmcción di! una nueva clase termunitnu 69

rar sus majadas a la demanda de las empresas frigoríficas (que desde estancieros se vieron tentados a desplazar de sus mejores tierra,s (en
ese momento pasaron a desempeñar un papel decisivo como orien­ especial las bien comunicadas por la red ferroviaria o las localizadas
tadoras de las tendencias predominantes en el mercado de carnes). Para cerca de la ciudad) a los animales criollos que todavía pastaban en
ello, desplazaron sus compras de reproductores desde el mercado de ellas, y a reemplazarlos con vacunos cruzados con reproductores
Europa continental hacia el británico. Desde entonces, los ovinos de importados, que producían más y mejor carne. 21 La expansión de la
raza Lincoln, mejor adaptados que los merino a producir tanto carne frontera hacía el sur y el oeste permitió el traslado del ganado cr!ollo
como lana, fueron introducidos en grandes cantidades, por lo que el hacía las nuevas tierras arrancadas al indio, donde solía hacer las
proceso de cruzamiento alcanzó una velocidad que no reconoda prece­ veces de "arado vivo", favoreciendo la eliminación de los duros pas­
dentes. El cambio de las razas merino a las multipropósíto fue sorpren­ tos naturales de la pampa, y preparando el suelo para la posterior
dentemente rápido, y se aceleró a fines de la década de 1880, cuando los llegada de las ovejas. En las tierras cercadas y más próximas a Buenos
frigoríficos comenzaron a reclamar una parte sustancial de la oferta ovi­ Aires, al iado de los rodeos de ovejas refinadas, los vacunos mejora­
na. En 1893, el ganadero y experto agrícola Herbert Gíbson señalaba dos eran criados y engordados para servir las necesidades de la ciu­
con sorpresa y admiración que "los años de 1888 a 1893 son testigos dad. Poderosos estancieros tomaron participación activa en este nego­
de la conversión de 50.000.000 de ovejas de un tipo al otro -una cio, conocido con el nombre de "invernada".22 Esta actividad (como
conversión probablemente sin paralelos en los anales de la cría lanar"Y más en general toda la cría de ganado) también resultaba atractiva
Para comienzos de la década de 1890, la carne de carnero congelado para estancieros de recursos más modestos o para personas de la ciu­
argentina en el mercado de Londres alcanzaba precios superiores a la dad sin mayor experiencia en el campo, pero con capital o conexiones
australiana y se acercaba a los obtenidos por la proveniente de Nueva para conseguido. A comienzos de la década de 1880, Hipólito Yrí­
Zelanda, que siempre dominó la franja superior del mercado.18 goyen, el futuro líder del Partido Radical, se contaba entre ellos. Su
La ganadería vacuna también experimentó un proceso de mejo­ designación como diputado oficíalísta y sus contactos en el mundo
ra. Antes de que la exportación de ganado en pie y congelado se político le abrieron el camino para que el Banco de la Provincia le
volviera rentable (hacía mediados de la década de 1890 y comienzos diera un crédito con el que inició su actividad como ínvernador. 23
de la de 1900, respectivamente), un mercado doméstico en expan­ La creciente importancia atribuida al refinamiento modificó la
sión y más exigente se convirtió en su principal estímulo por el lado situación de las cabañas. En décadas anteriores, "la falta de interés
de la demanda. La cría de ganado refinado para el mercado de Bue­ [en el mejoramiento del ganado] se advierte en el hecho de que por
nos Aires, que entonces consumía unas 600.000 reses al año, se vol­ un largo tiempo los ganaderos más progresistas habían tenido difi­
vió un negocio muy atractivo.19 La mejora del ganado vacuno fue cultades en vender los animales que criaban"Y En un período tan
más tardía que la del ovino, pero los cambios organizativos de la tardío como el que va de 187 1 a 1877, las importaciones de ganado
escancia en la década de 1880 también la estimularon. Entre 188 1 y proveniente de Gran Bretaña, que siempre (.;onformó la principal
1 888, el número de animales cruzados con razas extranjeras en la fuente de vacunos de raza, apenas alcanzaron a los 1 1 3 ejem piares. 25
provincia de Buenos Aires creció nueve veces, mientras que el gana­ En 1879, la Revista de Ganadería todavía se preguntaba sí las caba­
do criollo apenas aumentó un 50 por ciento. 20 En esos años, muchos ñas eran lo suficientemente rentables como para sobrevivir sin ayuda

,- Herberc Gibson, Th� History and Pmmt Stat� ofth� Shup-Brttding lndmtry in !t ASRA. XII:4 (1879), p. 154.
tht Argmtin� &public (Buenos Aires, 1893) p. 40. .!! ASRA. XXI: 18 ( 1 888), p. 460; EN. 19 de marzo d<' 1888.
" Hanson, Argmrin� M�at, p. 85. !J Manuel Gálvez, Vida d� Hipólito 'irigoym, en M l;álv.:z., BiOKTfl/ias CompluiU
, .. ASRA. Xl:IO ( 1 878), pp. 495-500; ASRA. Xll:5 (1 879). pp 166-7; ASRA. (Buenos Aires. 1962). v. 1, p. 67.
Xlll:l (1879), p. 7; ASRA. XXI:IIl (1888), p. 460. .!A Hanson, Argmtin� lvüat, p. 14.
!" Hanson, Argmtint Mtat, p. 1OO. !S
fbid, p. 14.

1
70 R�y Hor,1 La construcción rk tmn 111/t'VII clmt' tarnunit:mr 71

oficial, "debido a la limitada escala en que se hacen las operacio­ cenrros de compras más pretenciosos de la Argentina contemporá­
nes". 26 Pero para entonces la cría y venta de animales de raza comen­ nea, el Patio Bullrich, ocupe lo que previamente fuera la sede de la
zaba a tornarse rentable, en gran medida por el aumento de la de­ principal casa importadora de ganado de raza,que alcanzó gran im­
manda de sus productos. Con el fm de dar respuesta al incremento portancia precisamente en este período.
de los pedidos provenientes de los ganaderos, varias cabañas creadas El continuo alza del precio de la tierra es quizás el mejor indica­
en décadas anteriores para servir a las necesidades internas de cada
dor de las oportunidades para la acumulación de capital abiertas en
empresa empezaron a expandirse y a colocar regularmente sus pro­ el sector rural, así como de la confianza con que los empresarios
ductos en el mercado. La cabaña El Retiro, de Narciso Yivot, creada ru ral es se lanzaron a aprovecharlas. A pesar de que la Con quista del
en 1864,
comenzó a vender sus productos en 1878; El Venado, de Desierto púso en el mercado una gran cantidad de tierra nueva, que
los hermanos Senillosa, en 1879 Y Y en esos años varios estancieros la veloz expansión de la red de transportes pronto habría de incorpo­
sentaron las bases de sus propias cabañas: Bernardo de lrigoyen en rar para la producción ganadera, los precios del suelo no cayeron
1880, EstanislaoZeballos en 1883, Gregorio Yillafañe en 1885,Jor­ sino que, por el comrario, aumentaron a lo largo de toda la década
ge Bell en 1886.2H Los grandes ganaderos también gastaron enormes de 1880. De acuerdo con Gibson, ''tierra de buena calidad,situada
sumas en animales importados, adquiridos por medio de agentes o en la Provincia de Buenos Aires y ubicada convenienremente cerca
directamente por ellos mismos en las principales cabañas europeas. de· un ferrocarril, cambió de manos a alrededor de 12 chelines por
En 1883, Zeballos compró ovinos que habían obtenido primeros acre en 1882, 30 chelines t:n 1886, 45 chelines en 1889". 32 En esos
premios en la exposición de la Real Sociedad de Agricultura de In­ últimos años de la década, el precio del suelo siguió subiendo,ahora
glaterra; seis años más tarde, Felipe Senillosa adquirió Shorrhorns impulsado por una fiebre especulativa que terminó en una crisis,a la
premiados en la Exposición de París.29 Entre los mayores comprado­ que más adelante nos referiremos. Es importante recordar, más allá
res de vacunos estaba Domingo Frías, que fue el primer estanciero de lo sucedido a fines de los años ochenta, que fueron las optimistas
en llevar un detallado libro de registros genealógicos (un Herd Book) perspectivas bs que impulsaron la suba de los valores inmobiliarios.
en su cabaña Santa Catalina. A mediados de la década de 1880, Frías E.sta se tradujo en un awnenro de los impuestos territoriales. Sin embar­
importó 300 ejemplares en unos pocos años, una cifra que excedía go,_y a pesar de protestas breves y esporádicas de parte de algunos voce­
las importaciones totales realizadas hasta 1878.30 Y si bien es cierto ros de los propietarios rurales (como los que hemos mencionado en el
que la mayoría de los estancieros no realizó desembolsos tan �ignifi­ capítulo anterior), la disposición de los estancieros a pagar mayores
cativos como Zeballos o Frías, la práctica de comprar ejemplares impuestos sugiere tanto su optimismo como su solvencia. 33
importados se volvió habitual. De hc=cho, para 1886 los eslancieros Como advirtió José María Jurado en 1886, el aumento de los
argentinos se habían convertido en los mayores compradores de to­ precios de la tierra era consecuencia no sólo de l.t derrota de los
ros Shortborn británicos del mundo.31 No es casual que uno de los indígenas y de la expansión del ferrocarril sino tamhién del alza de la
rentabilidad agraria, hecha posible por los carnbios tecnológicos y
1" :
&uiun d� Cnnnd�rín, 1 9, 20 de septiembre de: 1879, p. 41. organizativos de la estancia reformada. 34 Y es que pa1 a producir ga­
l' Zeballos, A trnvls d� !m Cabnñm, pp.74. 91·1 OO. nado ovino y vacuno de mejor calidad, las estancias se estaban trans-
'"!bid., 122-134; 136-138; LA, 28 de febrero de 1895. p. 187; EC'i, 11 de agosto
de 1894, p. 2472.
---:;h;-c;i son. Th� Hirtor)' <md Pment 'ltnu tifth� S!Jap-Brt'fd!11Jf,l11dwtr)\ p. 96. Tam­
!-• Gibson, Th� Hisrory nnd Pment Srnu ofth<' 5hup-Bruding Imiii-Itry, p 1 'J'i; LA.
bién Robl!rW Corrés Cnnd<'. El progmo fllgerttino, 1880-191,1 (Buenos Airl!s, 1979).
21 de febrero de 1895, p. 16'>.
pp. 162-6; Jere rny Adclm.m, Frontier Dev�!IJpmrm: Lnnd. Ltbmu .md r:Opitnl on the
Ju ASRA, XVIII:5 ( 1885), pp. l 03-4: ASRA, XVllf: 13 (1885), pp. 2'18 9; A.�RA.
�'(lheotlanrls ofA rgmtina rmd Cannda, 1890-1914 (Oxtord, 1994 J. pp. B 1 -8.
XV!Il:l9 (1885). pp. 442-8.
;. ASRA. XVI:II (1883), p-243: XVI:I8 (l81l3). p. 41�.
;, ECS, 1 ') de;> enero de 1 R97, p. 83.
; . ASRA, XIX: 1 (188o), p 2.
/.11 amstmrción de t/1111 nii(Vn clase trrmtmimtl! 73
72 Roy Horn

mación estaba lejos de ser cierra (exce � to en las ti rras de fr� ntera
formando en unidades de producción dotadas de un sistema de ges­ �
recientemente incorporadas, donde s1empre hab1a predommado
tión más centralizado, del que el alambrado era un elemento funda­
un patrón de tenencia del suelo altamente co� cen trado), y que la
mental. De forma simultánea, el fuerte incremento de los saldos _ _
aparición de nuevas propiedades y nuevos prop1etanos, en gran me­
migratorios en la década de 1880 ayudó a los empresarios rurales a
dida producto de la partición hereditaria, seguía s� avance. Pero la
limitar las constricciones que les imponía la escasez de trabajadores. . da cuenta de
seguridad con la que Leonardi sacaba esta concluston
La inmigración neta, que pasó de registrar 90.000 ingresos en la
un clima de opinión generalizado, uno de cuyos presu� uestos era
década de 1870 a 650.000 en l a de 1880, erosionó la capacidad de
que se había iniciado el tiempo de los grandes empresanos Y tam­
negociación de las clases subalternas rurales.35 Como consecuencia, �
bién que había llegado a su fin la etapa en l� que los pequenos pro­
las distintas formas de aparcería y arrendamiento que en el pasado
ductores y las técnicas primitivas de producctón, al alcance de codos,
habían favorecido a los trabajadores, constituyéndose no pocas veces
si ngularizaban el paisaje de la ganadería pampeana. . , .
en los escalones iniciales de una carrera que podía llevar incluso has­ .
El incremento del precio de La tierra y la mayor segundad ¡un ­ �
ta el acceso a la gran propiedad, se redefinieron sensiblemente, siem­
ca de la propiedad del suelo eran una amenaza para los ocupantes sm
pre a favor de los dueños del suelo.36 _
título, y más en general para Los pequeños productores, especial­
El efecto acumulado de todos estos cambios fue consolidar a las
mente para aquellos que arrendaban. �n esta nueva era, �ayores
grandes estancias como Las unidades de producción más eficientes,
inversiones de capital se volvían necesanan para alcanzar estandares
modernas y rentables, y a los estancieros como los principales prota­
de producción más exigentes. Las economías de escala de � a gran
gonistas de esta nueva fase de desarroUo agrario. Como el senador
propiedad, la mayor facilidad relativa para acceder al crédito p� r
Baldés predijo en 1878, cuando aftrmó que "el tiempo en que los
parte de los productores de mayor tam�o, en fin, la mayor capac� ­
pobres poblaban las estancias se acabó", los grandes productores es­ _
dad para invertir e innovar que caractenzaba a los empresanos mas
taban mejor preparados que los pequeños para sacar partido de las
poderosos, parecía abrir una brecha entre st�s _Y los productores e
� �
nuevas y más exigentes condiciones de producción.37 Los ganaderos
menor tamaño, que era más profunda y mas vlstble que en cualquter
y agricultores menores, que habían logrado mantem:r un elevado
otro momento del pasado. Refiriéndose indirectamente a este pro­
grado de independencia desde los tiempos coloniales, que la expan­
blema, en 1882, el Periódico del Estanciero sefialaba que "una gran
sión de la gran estancia ganadera en las décadas que sucedieron a la
parte de nuestros hacendados se amedrentan de los fuertes d� sem­
independencia estuvo lejos de anular, se encontraban ahora en retro­
bolsos que, en la adquisición de buenos reproductores [ . . . ] nenen
ceso. En 189 1 , al volver su mirada sobre las dos décadas anteriores,
que hacer'' _ 39 y algo similar puede decirse sobre el alambrado o el
Charles Leonardi enfatizaba que tanto los momentos de auge como
molino, 0 para el caso, sobre todos los componentes del nuevo �a­
los de crisis que había atravesado el sector rural habían tenido el
quete tecnológico de la ganadería pampeana, pues todos e los ruvte­ �
mismo efecto en cuanto a la concentración del suelo: ambos habían
ron a los grandes terrate nientes p o r sus prtnc _t p ales
fortalecido la posición de los grandes terratenientes. "Durance los
impulsores.4° Como consecuencia, para la década �e 1880 L?s gran­
últimos 20 años se ha concentrado en grande escala" , sefialaba sin
des estancieros aparecían claramente a la vangu�dta del con¡ � nto de
hesitación.38 Una rápida comparación de los mapas catastrales con­
productores, impelidos por su superior capactda¿ � su mas clara
feccionados en las décadas de 1860 y de 1890 indica que esta aft r-
vocación para invertir en la mejora de sus establenmtentos.
,
Los procesos de cambio que tenían por centro a la economta
( Jrlos-E Olaz Alejandro, &rnyr on rh� Econo mic- HiJtory v{thr Arg�ntmr R�p11·
bft, (Nrw H¡vcn, 1970), p. 23
" '¡hacu, Ctpitalismo y ganadrrfa. pp. 1 1 1 · 25.
-"' PH, jO de diciembre de 1882. p. 28.
OS t:IJPBA ( 1 1178), p. IU45.
•" ASRA, XII:B (1 879) pp. 305 -6; Sbarra, HiJtori•t dtf alambrado. p. 74.
A\'RA, XXIV:1 ( 1 8 9 1 ) , p. l b .
Roy Hora La comtmccidn de una nueva clase termteniente 7)

ganadera afectaban también otros aspectos de la vida rural. Para Ju­ sición económica de los grandes estancieros se volvió más segura y
rado, ello era especialmente notable en la transformación de los p ue­ s6lida que en cualquier momento del pasado.
blos de la campaña en "verdaderas ciudades" y en la creciente seg uri­ Es por ello que la década de 1 880 representa un punto de in­
dad y confort de las propias estancias." La confianza con que los flexión en la historia de la ganadería en la pampa, en especial para las
terratenientes reflexionaron sobre la transformación de la campaña grandes estancias, que entonces se transformaban a una velocidad
en esa década merece ser resaltada. Los temores que algunos estan­ sin precedentes. Por los mismos motivos, en los años ochenta un
cieros habían expresado algunos años antes en torno a si la economía número creciente de poderosos estancieros que hasta el día anterior
de la estancia podía estar en condiciones de seguir el ritmo de expan­ formaban parte de aquella legión que había sido criticada por su
sión de la frontera habían desaparecido por completo a mediados de desidia y atraso, comenzó a ser percibida .:::omo un agente positivo
los años ochenta. Jurado, por ejemplo, advirtió que sus inquietudes en el desarrollo agrario en la pampa. El hecho de gue durante este
de algraws años atrás no tenían mayor fundamento. El fin de la leva, período de veloz transformación ganadera la pampa permaneciera
que sucedió a la eliminación de los indígenas, no les dio a las clases libre de conflictos sociales debe destacarse . En Uruguay, donde no
subalternas de la frontera la oportunidad de escapar al trabajo asala­ existía frontera abierta y donde prevalecía una ganadería más tradi­
riado. Los temores de este gran propietario de la frontera (que re­ cional, el alambramienro se convirtió en un instrumento de paupe­
cuerdan a los de Edward Wakefteld en Australia) de que una tierra rización y expulsión de la población rural, que contribuyó a sembrar
de nadie, poblada de "vagos y malentretenidos", podía emerger en las semillas de inestabilidad que alimentaron las guerras civiles orien­
las tierras recientemente arrebatadas al dominio indígena, rambién tales hasta bien entrado el nuevo siglo.44 En la pampa argentina, se
se reveló incorrecta. 42 Por algún tíempo, los ocupantes sin título fue­ advierte un cuadro de situación muy distinto, caracterizado por la
ron habituales en las nuevas tierras del oeste y el sur. En la estancia paz social. Efectivamente, en esos años terminó de forjarse una fuer­
del presidente Roca cerca de Guarniní, por ejemplo, varios ocupan­ za de trabajo más estable y disciplinada (a la que la expansión agríco­
tes hadan pastar sus rodeos, en parte porque ésta todavía no había la, aunque todavía modesta en la provincia de Buenos Aires, tam­
sido alambrada en roda su extensión. En 1 889, luego de que La bién colaboró). Ello se reflejó rápidamente en la literatura costum­
Larga contase con alambrado perimetral, algunos ocupantes todavía brista del período, por ejemplo en obras corno Calandria (1 896), de
vivían en rierra.s públicas vecinas a l a estancia.'13 Fenómenos de este Martiniano Leguizamón, que describe el cambio que "hizo del gau­
tipo no inquietaron a Roca, ni a la Sociedad Rural, ni (presumible­ cho alzado y pendenciero un buen criollo trabajador" ."
mente) a la mayoría de los estancieros. El creciente poder del Esta­ La ausencia de conf-líctos sociales abiertos seguramente reforzó la
do, la veloz transferencia de tierras públicas al dominio privado, y l a visión positiva de la modernización de la estancia. Esta se advierte
difusi6n del alambrado cercenaban todas las formas de acceder a la con claridad, por ejemplo, en los juicios de los funcionarios del De­
tierra gue no estuviesen sancionadas por el derecho de propiedad. partamento de Agricultura. Durante los años setenta, el agrónomo
Con grandes oleadas de inmigrantes volcándose sobre el país, con español Manuel Vázguez de la Morera había sido un duro crítico de
derechos de propiedad mejor asegurados, y con terratenientes gue la falta de vocación modernizante de los terratenientes. Pero en la
podían ejercer un control relativatnente estricto de las nuevas tierras, década siguiente es-re agrónomo, que luego alcanzó a dirigir esta re··
la t'scasez de fuerza de trabajo y la indisciplina laboral dejaron de ser partición, transformó ." 1.1S acusaciones en elogio.s. E.n varios artículos
pr¡_)hlernas relevantes para los empleadores. En este contexto, !a po- escritos en 1 886, descrtbió las cabañas de algunos de los principales
'' ASRA. XVIIU8 ( 1 885), p. 4 1 0 .
---¡.¡-·�� Barrán y Benjamín Nahum, Historia Rum! del lfrttguú.y Modmw (Monti"'Vi­
" ASRA, X•12. 1 1 877). pp. 476-7; ASRA. XIL6 1 1 879), pp. 2 1 0- 1 .
deo, 1 9 67), v. I, pp. 5'59-60.
,_ Ruca a Sastre, l �í de mayo de 1 13 8:3. y 2 1 dt·' febrero de !889, en José Arce
ti
Roberto Giusti, "H d.r<im,¡ dJral argentino", Nosotros, I'l:lO, novi.-:mbte de 1 937,
(edit,l!:l (Jr.igen dr "La !t�rga" con apénd1ct documental (Buenos Aires, 1 964), pp. ( 5, 34.
p, 2.46.
76 Ro.Y Hora
La construcción de una lllteWl clrue terrateniente 77

empresarios rurales del país, señalando que la provincia de Buenos


Durante las décadas de 1 860 y 1 870, todos los intentos de esta­
Aires podía presentar ''una nómina de ilustres criadores que haría
blecer escuelas agrícolas habían terminado en el fracaso. En l a déca­
honor a cualquier nación de las que se tienen por más adelanta­
da de 1 880, la complej idad creciente de la gestión de una gran em­
das"." Vázquez de la Morera consideraba que "acaudalados e ilus­
presa agraria, y la mayor conciencia de la importancia de la mejora
trados criadores" como Pereyra, Casares, Guerrero, Quirno, Chas,
de los métodos agrícolas, crearon condiciones propicias para el éxito
Frías, Saavedra, Irigoyen, Senillosa, Bosch, del Carril, Newton, Cam­
de un proyecto de estas características, y en 1 8 83 se inauguró el
baceres, Lozano, Guerrico, Zeballos "y tantos otros que podríamos
Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria. A diferencia de in­
citar, constituyen la lúcida y brillante falange que se ha lanzado de
tentos previos de crear escuelas de agricultura, en general orientados
lleno a la rarea de levantar la ganadería argentina a una altura tal que
.' a instruir a miembros de las clases subalternas, en este caso se trataba
no tenga que envidiar a ninguna nacwn del m undo . 47 ,

de una institución de educación superior. Pocos años más tarde, los


La prensa periódica fue un observador particularmente atento de
primeros agrónomos, provenientes de los sectores medios y altos de
este cambio en la imagen de los grandes propietarios, a quienes tampo­
la sociedad, desarrollaban su labor en las estancias argentinas. Para
co ahorró elogios. En 1 882 y comienzos de 1 883, La Prensa publicó
entonces, los estudios universitarios por primera vez eran considera­
varios artículos celebrando los progresos de la ganadería, e instando a los
dos necesarios para dirigir exitosamente una gran empresa agraria.
estancieros a seguir por ese camino. La Sociedad Rural vio estos artícu­
Felipe Senillosa, por ejemplo, les recordaba a sus colegas en 1 8 85
los como parte de "un cambio que en pro de nuestros intereses rurales,
. que "muy pronto los hacendados tendrán que ser, si no agrónomos,
se está operando en lo más serio e ilustrado de 1 a prensa d1ana" .'' En ·

por lo menos haber cursado los estudios preparatorios y haber prac­


1 886, este diario, quizás el de mayor importancia del pais, dio a conocer
ticado en establecimientos modelos".52 Siguiendo el ejemplo de Ber­
Wl artículo en el que señalaba que 'les maravilloso el movimiento que se
nardo de lrigoyen, que había contratado los servicios de un agróno­
manifestó en estos últimos años para dar incremento a todo lo que pue­
mo para administrar la cabaña que había establecido en 1 8 80, Seni­
de acrecentar o mejorar la cría. Se va propagando el estudio y la cultura
llosa también convocó a un profesional para dirigir su estancia El
teórica y práctica de los caracteres y cualidades de las razas."" Los elo­
Venado. El elegido fue Pedro Pagés, uno de los primeros graduados
gios a los estancieros no provenían sólo de La Prensa, y en rigor todos los
del Insti tuto. Pagés trabajó para Senillosa durante largos años, y lue­
grandes periódicos ofrecían una visión similar. La Nación, por ejemplo,
go de independizarse adquirió merecida fama como cabañero, e in­
observaba a comienzos de 1 886 que "hanse convencido nuestros hacen­
cluso alcanzó la presidencia de la Sociedad Ruca! en la década de
dados de la necesidad y de las ventajas del cruzamiento y de la aplicación
1 920. En 1 890, junto a dos jóvenes colegas -Carlos Girola y Enri­
de ciertos métodos modernos a la cría y cuidado de las especies. Hoy,
que Nelson-- Pagés abrió la primera firma que ofrecía servicios de
la reproducción de los ganados ya no se deja librada a la sola acción
consultoría sobre temas rurales .53
de la naturaleza, como sucedía antes [. . . ] El arte del cnador, del ha­
Este nuevo interés en la gestión de una en1presa agraria creó un
cendado, es un arte nuevo. "50 Y en la misma vena El lV.acional seña-
. clima propicio para la aparición de una prensa dedicada a abordar el
laba que ''han pasado los tiempos de1 pastoreo rudm1e:nta no" . 5 I .

estudio de temas rurales. "4 Nuevos periódicos corrw la Revísta de


Ganadería de Huss y Shaw, la Revista Argentina de Ganaderia y Agri­
---- ·-;;,;-BOA:X ( t 886), pp. 394- í. Para críticas de Vázquez de la década anterior, véase cultura, El Noticiero Agrícola y el Periódico del E'tanciero vieron la luz
!!DA ( J 87g), pp. 1 59-76, y !!DA 1 1 879), pp. 4-.5 .
a fines de la década de 1 870 y comienzos de la siguiente. Los manua-
., BDA . X (1886), pp. 394- ). También BDA. X (1886), pp. 529--JJ y 78S 9 1 .
'" ASRA, XVU (1883). p . 1>: <ambii n XV1:2 ( 1 883), p. 27.
·l'• LP, 29 de abril de 1886.
·--;;;/isRA. XVliHi (1885), pp. 3 1 4·8.
'" L!v� 3 de enero de ! 886.
55 Pedro T. Pagés, Primerm bases científicas y tá:nicti! -id progrem ;Jgroperuarío del
p.aú (Buenos Aires, !937); ASRA, XXIII, (1890), p. 196
- , EN, 27 de abril de 1886.
""' María Sáem: <{uesada, Lm Mtwáeros (Buenos Aires, 1980), pp> 238-45.
L11 construcción de U/111 nuev11 rime terratenientf 79
Roy Hora

dente Roca en muestra de gratitud hacia el estadista que había traído


les también fueron ur,a novedad de ese momento. El de José Her­
la paz y el orden que los negocios rurales tanto necesitaban. Estos
nández, de 1 8 82, se encuentra entre los primeros en salir de la im­
trabajos fueron seguidos por el manual de Godofredo Daireaux titu­
prenta. Si bien notoriamente deficiente como guía para productores
lado La cría de ganado en la pampa ( 1 886), y por el de Carlos Lemée,
deseosos de obtener asesoramiento, el Tratado fue un hito por el
aparecido bajo el nombre de El estanciero argentino ( 1 8 8 7). El trata­
modo en que representaba la actividad productiva. En su Martín
do de zootecnia de Andrés Sauson también fue publicado, y reim­
Fierro (1 872), Hernández describió la campaña de Buenos Aires desde
preso en 1 890.57 El éxito de estas publicaciones, aunque modesto,
una perspectiva en la cual faltaba toda referencia a la empresa rural.
no pasó desapercibido. Un comentario de Miguel Lima sugiere bien
En ese texto que giraba en torno a las desdichas de un pequeño pro­
algunos elementos del nuevo ambiente. En un libro dado a conocer
ductor de ganado en tierras arrendadas que debía enfrentar las arbi­
en 1 8 8 8 , este prestigioso estanciero contrastaba la indiferencia que
trariedades de la maquinaria estatal, no había siquiera una mención
hasta la década de 1 8 70 esperaba a todo libro que abordara la temá­
a la figura del gran estanciero. El enfoque que dominaba su texto de
tica agraria, con el ambiente muy favorable que campeaba en la dé­
una década más tarde es notoriamente distinto, ya que, como el
cada siguiente. Este cambio, afirmaba, era especialmente notable entre
propio Hernández señalab 1 al introducirlo, Buenos Aires se encon­
los miembros de la elite política. Para Lima,
traba en camino de dar una solución definitiva a los problemas que
antes se había ocupado de denunciar. En su visión, la mejora de la Fuera de nuestro círculo no era bien ni de buen tono
ganadería se erigía como la principal tarea a la que la campaña bo­ ocuparse del modo de criar vacas, ovejas y demás ani­
naerense debía abocarse. Hernández formulaba estas apreciaciones des­ males, ni saber cómo se siembran las papas [ .. ] De cier­.

de una perspectiva que tornaba distancia de las visiones, muy comunes to tiempo a esta parte, todos leen tratados sobre gana­
en décadas anteriores, que enfatizaban el primitivismo de la ganadería y dería, agricultura, etc., etc., en el Club, en la prensa, y
de la campaña que la nutría. "tJna estancia es en nuestra época, en todo en las cámaras, se tratan estas saludables cuestiones
rigor, un grande establecimiento industrial", afirmaba Hernández, re­ con detención, y los diputados y senadores de la Pro­
chazando toda idea de superioridad de la agricultura o la manufactura vincia de Buenos Aires se encuentran hoy con sor­
sobre la ganadería." Para el autor del Martín Fierro, "hoy la industria presa de ellos mismos, obligados a saber cómo se mata
pastoril representa también civilización, empleo de métodos cientÍficos, el acarius, se siembra en pelos, o se ventean los linos,
inteligencia esmerada, y en nuestra época el estado de cultura industrial trigos, cebadas y avenas. 58
de una sociedad se prueba lo mismo por una obra de arte, por una
máquina, por un tejido o por un vellón". 56 A comienzos de la década de 1 890, Alois Fliess confirmaba las
El mediocre manual de Hernández pronto cayó en el olvido. opiniones de Lima: "en las clases elevadas de la sociedad s e ha
Pero las demandas de asistencia técnica creadas por las transforma­ desarrollado en los últimos años una fuerte incl.inación á los tra­
ciones en curso invitaron a otros autores a probar suerte. En 1 885, bajos rurales y al estudio de la agricultura, ante todo combinán­
fue finalmente editado un manual que llevaba por título Estudios dola con la ganadería. Los libreros que he consultado han deda·
prácticos sobre la cría y refinarniento del ganado lanar; escrito por un rada que toda obra ó publicación que versa sobre agricultura, es
conocido criador de ovejas llamado Juan Harrat. Esr.e trabajo había inmediatan1ente vendida". 59
permanecido inédito por décadas. En 1 8 85, Miguel Lima dio a co­
nucer su El hacendado dei porvenir, un trabajo que dedicó al presi-
5"' LP, 1 5 de agosto d�C 1 8 90.
5� Miguel A. lima, Los centroJ agrícolas (Buenos Aires, 1888). pp. 55-6.
5'' Alois E. Flie�s. Lt producción agrfcoia y gnnadem de la Reprtb!tá Argentina en rl
·," Hl'"rnández, fnstntdzÓn dd t:J'tt:rnciero, pp. 4, XI.
año 1891 (Buenos Aires, 1 893), p. 1 4 5 .
( Tb id, p. IX.
-, ,
RO R�y Hora
Ltz con.,;trucción dr: una nueva daJe termteniente 81

B. LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ESTANCIEROS


la provisión de crédito a mediano y largo plazo pata la producción.
Las transformaciones que hemos descripto en el apartado anterior En 1 880, por ejemplo, el Banco Hipotecario de la Provincia de Bue­
ofrecieron un nuevo marco para el desarrollo de la actividad empre­ nos Aires abandonó la cautelosa política crediticia que había mante­
sarial en el sector rural pampeano, que dio lugar a una profunda nido desde su fundación en 1 8 7 1 , y se dio una clara política de
metamorfosis de la clase propietaria, y a la aparición de nuevos tipos expansión, bajando además su tasa del 8 al 6 por ciento anual.60 Un
de empresarios. Para los hombres de negocios del medio siglo que año más tarde, abrió sus puertas la River Piare Trust, Loan and Agency
sucedió a la independencia, acostumbrados a desenvolverse en un Co. Ltd., la primera casa de origen británico que ofrecía préstamos
clima económico plagado de incertidumbres, afectado por guerras civi­ hipotecarios, cuyos créditos fueron utilizados de modo privilegia­
les, bloqueos comerciales, crisis políticas recurrentes, inestabilidad do por estancieros de Buenos Aires y Santa Fe para alambrar y
monetaria y gobiernos escasamente confiables, la diversificación de mejorar sus rodeos 6 1 Para fines de la década de 1 8 80, operaban
activos y la dispersión de riesgos tomaron primacía por sobre la apues­ en Buenos Aires alrededor de veinte bancos, muchos de los cua­
ta a largo plaw al crecimiento de un rubro particular de actividad. les estaban comprometidos con la financiación de la producción
En L s décadas que sucedieron al derrocamiento de Rosas, las pers­ agraria, ofreciendo crédito a largo plazo y a tasas sustancialmente
pecti ;as mejoraron, y el Estado crecientemente logró imponer su más bajas que las vigentes en décadas anteriores."
autoridad. Pero este cambio fue lento y nada sereno, y sólo se afirmó El otro cambio de relevancia se refiere a la comercialización de la
definitivamente en la década de 1 880. Es en ese momento que se producción. Al mismos tiempo que el crédito se institucionalizaba y
advierte con claridad un cambio fundamental en la estrategia econó­ se volvía más barato y accesible para los productores, los circuitos de
mica de los grandes empresarios de la pampa. Esta pasó de estar comercialización se tornaban más complejos y especializados. El
presidida por una lógica empresarial orientada a minimizar riesgos desarrollo del ferrocarril lentamente cercenó el campo de los nego­
diversificando las inversiones a otra signada por la profundización cios vinculados al transporte interno de mercancías (en el que Ra­
de la inversión en aquel rubro de actividad que prometía mayores món Santamarina, uno de los mayores terratenientes del cambio de
beneficios. En el último cuarto del siglo XIX y hasta el derrumbe de siglo, había iniciado su fortuna antes de moverse hacia la produc­
la economía agraria pampeana en la Depresión de la década de 1 930 �ión rural). Más importante, la creciente sofisticación de los merca­
-esto es, en una era de gran estabilidad y buenas perspectivas de dos locales e internacionales, así como el formidable aumento del
largo plazo- el patrón de inversiones dominante entre los empresa­ comercio de exportación, diercm lugar a la aparición de poderosas
rios rurales se caracterizó por la profundización sectorial. empresas, en su mayoría de capital extranjero, que alcanzaron una
Esta evolución fue impulsada por otras trañsformaciones que presencia dominante en rubros tales como la consignación y acopio
también maduraron en el último cuarto de siglo, y que invitaron a de ganados y frutos del país, la importación de productos manufac­
los empresarios a ceder espacios en los circuitos de financiación y turados extranjeros, la exportación de lanas y cueros, y un poco más
comercialización, en los que muchos de ellos habían tenido una par­
ticipa�ión tan destacada en el pasado. En esos años, terrninó por Gn
Sabato, Capitalúmo y ganadería, pp. 273-7.
consolidarse un sistema bancario y financiero institucionalizado, que ,;¡ Charles Jones, British Finttncial Imtitutions in Argentina, 1860�1914, tesis de
fue sin duda el más avanzado de América Latina. El desarrollo del doctorado inédita, Universidad de Cambridge, 1973, pp. 106-09.
"2 Cados Marichal, " Modelo5 y sistemas han(arios en América Larína en el �iglo
mismo redujo la importancia, y a veces incluso eliminó, los circuitos
pre-bancarios de crédito que habían servido (y explotado) las necesi­ XIX { 1 8 50-- 1880)", y Andrés M. Regalsky, "La evolución de la banca privada nacional
{;n Argentina (1 880.. 1 9 1 4). Una imroducción a su estudio", ambos en Pedro li::dde y
dades de financiación de la producción agraria. La expansión del
C_arlo.s Maxichal (editores), Laformación de !m banco• centrales en Espafía y América Latina
sistema bancario tomó impulso en la década 1 8 60, pero fue en los (siglos xrxy XXJ, V. 1 (Madrid, 1 (J9)). 1ambién André.s M . Regalsky, "Banca y capitalismo
años ochenta cuando alcanzó verdadera importancia, en especial en en la Argentina, 1850-1 930. Un ensayo crítico" , nclos, 9:1 8 ( 19 99), pp. :1_3.-14,
Roy Hom
Lt� conJtruccirín de uwl 1'11fi'Vrl dast' termtnúente 83

tarde, de carnes y granos. En el caso de la lana, todavía el principal


producto de exportación de la Argentina, el reemplazo de las ami­ La consolidación de un sistema institucional izado de crédito y la
guas y poco especializadas casas de importación y exportación por transformación de los circuitos de transporte y comercialización de
compradores directos subordinados a los industrializadores europeos la producción agraria indujeron a los empresarios nativos a modifi­
se produjo en las décadas de 1 870 y 1 8 80. Esta transformación con­ car sus patrones de inversión. Empresarios corno los Senillosa, que
tribuyó "a mejorar la posición de los productores vis-a-vis los circui­ habían actuado en el comercio internacional por medio siglo, se re­
tos de comercialización", beneficiando en especial a los grandes es­ tiraron de este terreno para concentrarse en la producción agraria,
tancieros que trataban directamente con los agentes de las casas me­ seguramente porque ya no podían competir con las grandes empre­
tropolitanas.63 Fenómenos similares se observan también para otros sas que comenzaban a operar en ese terreno. Sólo unos pocos terra­
productos de exportación, pues todos fueron afectados por lá trans­ tenientes, como los Santamarina o los Martínez de Hoz, con sus
formación de las redes de comercialización de la producción agraria. casas consignatarias, lograron mantener alguna presencia, aunque
En el proceso de especialización del comercio de granos tomaron muy menor, en el ámbito de la circulación, siempre limitada al mer­
parte poderosas empresas como Bunge y Born y Dreyfus, que a fines cado local. E incluso para empresarios como éstos, la actividad rural
de la década de 1 8 8 0 ingresaron de lleno en este negocio, desplazan­ pasó a conformar el corazón de sus emprendimientos. El caso de
do o subordinando las redes de comercialización existentes, hasta Ramón Santamarína ilustra esta evolución. Cuando murió, hacia
crear en pocos años un virtual monopolio del comercio de exporta­ mediados de la década de 1 900, sus 280.000 hectáreas en la p rovin­
ción. Otro tanto puede decirse sobre el comercio de carnes y demás cia de Buenos Aires, junto a sus 1 50.000 hectáreas en otras provin­
derivados del ganado, desde los años ochenta crecientemente con­ cias, representaban el 8 2 por ciento del valor de sus propios bienes y
troladas por un puñado de empresas que se ocupaban no sólo de la de los de la firma Santamarina e Hijos; sólo un 1 3 por ciento de su
faena sino también del transporte y la venta en los mercados de des­ patrimonio estaba compuesto por créditos, acciones y títulos.65 No
tino. En síntesis, para la década de 1 8 80, el aumento de volumen y todos los empresarios que se volcaron decididarnente hacia la tierra
la especialización de las transacciones internacionales sentó los ras­ fueron tan exitosos corno Santamarina, pero es probable que la ma­
gos básicos de una estructura de comercialización más compleja y yoría de los estancieros que en el último tercio de siglo se vieron
eficiente, ampliamente dominada por unas pocas empresas de capi­ obligados a ceder posiciones en los circuitos de comercialización y
tal mayoritariamente extranjero, cada una de las cuales tejió en su financiación viese este cambio sin mayor drarnatísmo: la alta renta­
terreno una densa red que le permitió controlar el grueso de la acti­ bilidad y las buenas perspectivas de largo plazo que ofrecía la pro­
vidad de comercialización (y en el caso de los granos, donde la pre­ ducción rural seguramente operaron como un incentivo para con­
sencia de productores más humildes, marginados del circuito de cré­ centrarse en este terreno.
dito institucional era grande, ingresar ta1nbién en la financiación) Los cambios económicos y políticos finiseculares, pues, imp ulsa­
de la producción agraria.61 ron a los grandes empresarios con intereses rurales a girar desde un
patrón de inversiones diversificado a uno especializado. Puede obte­
nerse una idea aproximada de la profundidad de esta transforma­
(,; Sabato, C'apitalismo y g<tnttderia. PP-- 224.
'''' Carlos Marichal, "l .a gran burgues_il comercial y financiera de fiuenos Aires, ción -que está en la base de la metamorfosis de la elite de negocios
" en una clase rnás plenamente terrateniente-, comparando el pa­
1 �60-- 1 9 1 4 : anawmía de cinco gJ upos , trabajo presentado en b� )(\/l Jom;tdas de
Hi!.tüiÜ Económica, Quilme�.. Argen tin?., 1998; Sobre el desarrollo dt: rmt:va� formas trón de inversion(';s dominante en la prin1na mitad del siglo XIX
de •:omen.:ialización de la producr:ión Lm era, véase Sabato, Crtpztalisrrw _1· g.madería, con el que caract.eriza a los mayores en1presario:-, rurales del último
pp. 2.0J.-5 1 , especialmente pp 2 1 8·-2':'. Para el caso de la producción dt crigo, James
cuarto del siglu XIX y comienzos del XX. Para ello nos referiremos a
Scobie, Re�·olución ¡-·n lar pamp11'J. HntontJ wriaf del trigo arg,•ntino, /860- l <J ft) (Buenos
Air,:s, 1 968}, f'P· 1 27-45. Sobn· b� drifJJ<;Sas frigorífic�t5, véase mis addame cap. IV
r.> Sucesíón H.arrn)n 5.antamarina, A[F
La Cl!ll.itruráríJJ rle 111/d /l!fe/itl dri'C rnTtltcllinltc'
¡.;!¡

operaron una profunda metamorfosis de la elite empresaria con in­


la composición del patrimonio de 26 grandes propietario � rurales
tereses rurales. Estas transformaciones favo recieron la constitución
fallecidos entre 1 8 80 y el fin de la Primera Guerra Mundtal. Esta
de un empresariado más especializado que en cualquier momento
muestra incluye a varios de los mayores terratenientes de la pampa.
del pasado, y más claramente comprometido con la suerte de un
Cotnprende, por una parte, a descendientes de poderosos etnpresa­
sector que, para el cambio de siglo, se había convertido en la fuente
rios de la primera mirad de siglo, que heredaron importantes fortu­
principal de sus ingresos y en el depositario de sus mayores acn�os.
nas . Entre ellos se cuentan Saturnino y Mariano Unzué, Nicolás
La orientación decidida de los recursos de este grupo hacra la
Anchorena, Leonardo l'ereyra, José Prudencia Guerrico, Benjamín
producción agraria constituye un dato relevante para explicar la ve­
Martínez de Hoz y l'élix de Álzaga. Incluye, también, a varios em­
locidad de las transformaciones que tuvieron lugar en el sector agra­
presarios que hicieron fortuna por sí mismos, como Emilio- Bunge,
rio en las últimas décadas del siglo, a las que nos hemos referido en
Diego de Alvear, Pedro Luro, Urbano Duhau, Julio Pueyrredón ,
la primera parte de este capítulo. La profundización de esta vocación
Tomás Duggan, Julio y Ataliva Roca, y Ramón Santamarina. ¿Qué
rural, a cuyo servicio parecen haberse puesto gran parte de los recur­
panorama nos presenta el análisis del patrimonio de estos empresa­
sos que estos hombres podían movilizar, resulta muy importante
rios? Rápidamente se advierte que la propiedad constituye la base
para comprender, también, el nuevo papel de los propietarios como
sobre la cual se fundan, sin excepción, todas estas fortunas. Sr bren el
líderes de la modernización de la producción agraria. Pues las trans­
peso de la inversión urbana es mayor entre las fo rtunas más anti­
formaciones que estamos considerando tuvieron consecuencias de la
guas, la estructura de todas ellas es, a grandes rasgos, muy similar.
mayor importancia no sólo desde la perspectiva que nos ofrece la
Para los 26 empresarios en consideración, la inversión en propiedad
historia económica. La profundización del perfil rural de la elrre de
y empresas rurales representa un 76 por ciento del patrimonio total.
negocios del país contribuyó a recomponer la identidad de este gru­
La inversión en propiedades urbanas y suburbanas alcanza al 1 6 por
po social. Como ahora veremos, la definición de un actor económi­
ciento del total. La inversión en activos líquidos (créditos, depósitos
co especializado en la actividad rural se acompañó por transforma­
bancarios, acciones, títulos públicos) y empresas comerciales y fi­
ciones igualmente marcadas en el mundo de representaciones de y
nancieras es notablemente reducida, y apenas comprende al 6 por
sobre los terratenientes.
ciento de sus activos totales.66
En la primera parte de la década de ! 880 se advierten los prime­
En síntesis, podemos concluir que las transformaciones políticas
ros síntomas de un cambio de envergadura en la forma en que los
y económicas del período final del siglo XIX, que pueden resumirse
terratenientes percibían su relación con el mundo rural . La prosperi­
en los procesos paralelos de consolidación del Estado y de madura­
dad del período y, más fundamentalmente, el deseo de profundizar
ción de un pacto neocolonial (que implicaba una división de tareas
sus raíces rurales, impulsó a muchos terratenientes a gastar con el
por la cual los empresarios nativos asumían un papel primordial en
objetivo de elevar la calidad de su vida rural. La primera Y más clara
el sector de exportación y dejaban en manos del capnal extran¡ero el
expresión de esta nueva actitud fue la construcción de cascos e es­ �
grueso de las actividades de transporte, comerc alización Y financia­

. tancia y parques más grandes y más lujosos. Los prím�ros surgteron
ción de la producción agraria), crearon incentivos y presiones que
en los años ochenta. A comienzos de esa década, los Ohvera constru­
yeron una importante mansión de estilo renacentista en su estancia
"1' Sucesiones: Nicolás Anchorena, Diego de Alvear, Félix de Álzaga, Carlos
de Los Remedios; en esos mismos años, los Ramos Mexía erigieron
c:�15,1res, Urbano Dnhau, [\·Jrf\ Lurt), Benjamín Martíncz de Huz, Saturnino Un­
una gran casa en sus tierras de Miraflores.1'- En Santa Fe, la segunda
zué, Cuillermo Ud.wndu, A CiN, y Pedro Anchorena, Dicgu Jl' Alvear, Alberto L.
Bllnge, Emilio Bunge, 'f( ml:Ís Duggan, José Prudencia Cucrril'o, )usé Manud Cuerri­
co, Sanriago Lum, Ambrmiu l )\mns, Leonardo Pcreyra, Julio Puevnedón, Eduardo Oli­ h- f.o.\ est1thkámímto-' l(ililtlclcro..- ele la _wcicclt1d rmú11i!ila La 0/iwm (Buenos Aires,
vera, Ataliva Roca, julio A. Roct, R. 11w'm Samamarina, Ramón s�mlamarina (hijo), _lpsé ] l) J l), pp. 71-4. C \'sa! Air.1, Al �í!/lflillrl. !.m (;¡;¡uJn Fu,nf(Ú.\ {Italia, 1 ')')4), p. 1 2 0 .
'l.ll1!'.lllnr·ma .v M;uiano Ln;ut< /!_/f.
Roy Hom La mnstruccir)n de 1111r1 llUeva clase terrateniente 87

provincia agraria argentina, las primeras residencias rurales de en­ nos años más tarde, otro observador de la campaña como Alois Flie­
vergadura también fueron construidas a lo largo de la década de ss también advertía los cambios culturales experimentados por los te­
1 8 8 0 68 Es por ello que hacia 1 8 84 Emilio Daireaux observaba que rratenientes de Buenos Aires. Es significativo que, al igual que Birabén,
"el lujo de las casas de campaña es enteramente moderno. Hace ape­ este observador proveniente del centro del continente europeo desta­
nas algunos años que ha nacido. En otro tiempo ateníase la gente a case la fuerte influencia británica en la modernización de las costurn­
la frescura del patio y se pensaba, no sin razón, que durante la esta­ bres de las clases propietarias rurales. Para Fliess, "el argentino de
ción cálida, de Noviembre a Febrero, se hallaba más frescura aun en buena familia que vive en el campo adquiere generalmente los mis­
las calles estrechas de la ciudad que en los campos casi desprovistos mos hábitos y costumbres de los ingleses" -"
de sombra y en las casas de campaña expuestas a todos los ardores El eco de las transformaciones económicas y culturales que ha­
del sol"." A comienzos de la década de 1 8 9 0, Fliess vio en la campa­ bían tenido lugar en la pampa en el lapso de unos pocos años puede
ña "hasta palacios y casas realmente grandiosas".70 Estos can1bios se advertirse claramente en la exhibición organizada por la Sociedad
reflejaron en la literatura naturalista del período, por ejemplo en autores Rural en 1 8 86. Esta exposición fue un verdadero punto de inflexión
como Eugenio Cambaceres. Su novela Sin rumbo, publicada en 1 885, en la historia de la asociación ruralista y, hasta cierto punto, de la
fue quizás la primera que describió la campaña desde una perspecti­ clase terrateniente. Después de los pobres resultados de la muestra
va positiva, y seguramente la primera que hizo de la gran casa rural de de 1 8 8 1 , la Sociedad Rural había preferido suspender la realización
su protagonista el escenario de parte de los sucesos de que se ocupa. de este tipo de eventos_74 Cinco años más tarde, quizás acicateados
La construcción de suntuosas residencias rurales indica que la por los cambios a los que hemos hecho referencia, los ruralistas se
campaña comenzaba a percibirse como un medio apropiado para el dispusieron a organizar su Primera Exposición Internacional. Un
despliegue de un nuevo y más sofisticado estilo de vida. Ello se ad­ formidable éxito coronó sus esfuerzos. "La exposición de 1 8 86 es
vierte, por ejemplo, en las observaciones que Alfredo Birabén dio a triple y quizás cuádruple por su importancia a las anteriores", obser­
publicidad en 1 8 82, cuando recorrió los partidos del norte de la vaba La l'rensa.75 Ello se advierte, por ejemplo, en la cantidad de
provincia de Buenos Aires. Estas descripciones de la zona de coloni­ animales exhibidos, que saltó de 224 en 1 8 8 1 a 894 en 1 886.76 Va­
zación más antigua de la provincia constituyen un punto de inflexión rios observadores advirtieron que existía una relación muy directa
en la percepción social de estancias y estancieros. En la estancia de entre el éxito de la exhibición y el cada vez más generalizado interés
los Güiraldes, a Birabén le llamó la atención el gran parque, de cin­ en la mejora de los métodos de cultivo y, en especial, de cría de
cuenta hectáreas. Este observador se vio aun rná.s gratamente sor­ animales 77 El Nacional señalaba que "los resultados de esta exposi­
prendido por el estilo de vida señorial de su dueño, una "vida del ción sobrepasan las esperanzas de sus organizadores [ . . .] ya ningún
gentilhomme campagrtard que va ganando poco a poco sobre los anti­ hacendado de cierta importancia se limita a dejar procrear los gana­
guos hábitos del Estanciero".'' Birabén describió el establecimiento de dos criollos, demostrada como está la ventaja que reportan las cruzas
Manuel Guerrico desde una perspectiva similar: éste también formaba con reproductores de buena sangre", 7 8
parte de la "categoría de las residencias de gentleman former"." Algu-

7J Fliess , Ltl producción agrícola y ganadera, p, 170,


r.� Ezequiel Gallo, l.d ¡xtmprt gringa. L{( colonización 11gdcofa n1 .'lrtnttt Fe, !870- �-i Emilio Frers, El.prvgreso agrícola de fa nación y la .Sociedad Rural Argentina (Bue·
JR95 (Bu en o s Aires, 1 9 f:.J ) . pp 1 8 8·9. nos Aires, 1 9 16), p. 88.
'") Emilio Oaireaux, llidd y costumbres en t1 Plata (Bueno.� t\in:s 1 8 R8), v. I, pp. - , LP 2 de mayo de 1 8 86.
133-4. �1' En las muestras antetiures, la cantidad de amma.les exhi bidos fue la siguiente:
"° Fliess, Ltt producáJr, agrícola y gnnadcm, p. 170. 1 875: \fJ8; 1 R 76: 270; 1 878: 3 1 3; 1880: 277. Véase Lf: 7 de mayo de 1 8 86.
• , ASRA. XV, 19 ( l 8B21. p. ZR.'. " LP, 29 de abril de 1 8 86. LN. 3 de enero de \886 .
- , !bid. p. 28). 'K EN, z�¡ de abril de 1 8 86.
88 Rr�y Hora
la cuwtrucción de ltllfl nuel'fl cÚTJe terrateniente

La exposición también sugiere cuán profundamente se estaba mo­


dificando la percepción que la propia elite socioeconómica tenía so­ cos que poseía el país. Este cambio, que señala la consolidación de la
bre los asuntos rurales. El prestigio de los modernos métodos de figura del moderno empresario rural en la Argentina, se basaba en la
trabajo rural, en particular de aquellos más directamente vincula dos asociación con una actividad ganadera que aparecía a la vez que como
a la innovación técnica y al dominio y transformación de la natur a­ rentable, prestigiosa y sofisticada. La Argentina de la década de ! 8 80
leza (entre los que destacaba la cría "científica" de animales) indica­ no sólo tenía un gran empresaríado rural más especializado y diná­
ban tanto el nuevo umbral alcanzado por la empresa rural como el mico que en cualquier momento de su pasado; ese mismo empresa­
interés que concitaba entre las clases altas. Para los años ochenta, la riada hacía de su definición como terrateniente un elemento central
cría de animales aparecía como una actividad tan rentable como pres­ de distinción social.
tigiosa, y por tanto capaz de atraer capitales pero también de convo­ En este contexto, no debe sorprender que el Club del Progreso
car la atención de aquellos que unas décadas antes la habían rechaza­ fuese desplazado por el Jockey Club como el principal centro de
do con indiferencia o desdén. Como advertía L a Prensa: sociabilidad de la clase propietaria. 80 La fundación de esta institu­
ción revela un cambio en la condición e intereses de las clases altas.
cada uno de los tipos expuestos indica que hay hom­ El Jockey Club fue fundado con la intención de contribuir a la for­
bres ilustrados dedicados al negocio. Los comerciantes, mación de una suerte de aristocracia republicana basada en el éxito y
los rentistas, los abogados, los médicos, los ingenieros el talento, y tenía por fin sensibilizar a la clase propietaria, nueva y
no desdeñan las labores pastoriles, a imitación de los vieja, hacía la alta cultura europea.81 Desde el inicio, el Jockey Club
lores y la alta nobleza inglesa [ . ] Antes se creía que la
. .
se identificó con los nuevos valores vinculados a la mejora de las
crianza era digna solamente del gaucho enlazador y las razas {equinas, en este caso). En décadas anteriores, la cría de caba­
mejores estancias tenían a su frente a un mayordomo in­ llos de raza no había despertado mayor entusiasmo, y había perma­
culto [. . ] Esa etapa de nuestra evolución pastoril pasó para
.
necido confinada a los miembros más prósperos de la comunidad
no volver, reemplazada por otra bajo la cual la industria se británica, que habían sido los primeros en importar regularmente
ennoblece, llamando al trabajo a los hombres estudiosos e padrillos en las décadas de 1 8 50 y 1 860. Por muchos años, los inten­
instruidos, miembros de la alta sociedad metropolitana.'" tos de crear asociaciones que prornoviesen las carreras de caballos no
habían logrado trascender los confines de esta comunidad de extran­
Visiones como ésta indican que nuevas y más sofisticadas fOrmas
jeros.8 2 Algunas peculiaridades del medio local ayudan a ent ender
de organización y gestión de una ernpresa rural estaban concitando
estas dificultades. En Europa, y especialmente en Gran Bretaña, el
el interés de las elites. Esta era una novedad cuyas consecuencias
caballo fue por siglos el verdadero emblema del mundo aristocráti­
sociales y culturales conviene remarcar. Corno la opinión del princi­
co, de su riqueza, poder y status, a punto tal que, en más de una lengua,
pal medio de prensa de este período lo sugiere, por primera vez en su
la palabra que designa al hombre que monta un equino también desig­
historia, la actividad rural estaba cambiando en una dirección tal
na una posición social expectable. En Europa, la cría de caballos de raza
que permitía que sus impulsores más visibles pudieran compararse
con la rica, poderosa y prestigiosa aristocracia territorial inglesa. Para
la década de ! 880, los terratenientes modernizadores, la verdadera �u H. J . Ifiigo Carrera, "[<1 Club del Progreso� de Caseros a la 'belle époque"', Todo
punta de lanza de la nueva cultura ganadera, comenzaban a asociarse n Hiftoritt, 57 (1 972).
Kt
El trabajo más pt"rspicaz sobre d Jockey Club es el de Francis Korn '-l.<t gente
con la modernidad económica y la distinción social, y a ser percibí­
distinguida", en José Luis Romero y Luis Alberto Romero (editore�), Bumof Aim.
dos, en tanto grupo, como los empresarios más modernos y dinámi-
Historia de Cuatro Siglos (Buenos Aires, 1980), v. H, pp. 4 5 � 5 5 . Véa�"' u.mbi�n [orge
Nt'wton y l.ily de Newton, Historia del }ocke.r Club de BuenOJ Aim (Buenm Aires,
"' l.P, 2 de mayo d<· 1 886. 1966), pp. 65-/5.
,. Newton y Newton, Histo,..ia del}orluy Club. pp. 31:!-50.
{ti (()//_ff n;ú ilin rlr IIJI(f rmeud elme tcrrtltCJI/ÓJtc ') 1
l){)

baratura de los caballos al generalizar su uso entre todas las clases


había s �do siempre una actividad esencialn1ente arisrocrática.B.'� En la
sociales, y por otra parte, la extensión del país haciéndole necesario,
Argentina , en cambio, los caballos no eran especialtnente relevantes
. han convertido la equitación en una costun1bre más que en un sport
com? í �diCes de posición social, lo que explica también por qué las
elegante"." Y es quizás por ello que durante varias décadas no fue
asooacwnes que tenían a las actividades hípicas por objeto aparecie­
posible determinar con certeza si los caballos de raza europeos eran
ron más ten1pranamente en otros países latinoamericanos como Chile
más veloces que los ejemplares criollos, a punto tal que las carreras
Brasil y México.81 Ello se debía, en parte, a que en la pampa no habí � entre exponentes de estos dos tipos no eran extrañas en las décadas
mayor distinción entre el caballo de silla, por definición elegante
distinguido, y el pesado caballo de tiro, típico de las sociedades agr Z de 1 860 y 1 8 70.88 Sólo cuando pudo co m probarse fehacientemente
que los pura sangre superaban a los ejemplares criollos, algunos po­
nas europeas; el carácter marginal del cultivo del suelo tornó opacas
derosos terratenientes mostraron un interés más abierto en las carre­
las d1ferenoas entre estos dos tipos de equino, usadas respectiva­
ras de equinos, lo que dio lugar a la creación de los primeros studs .
mente por el rico y el pobre, el hombre que ocupa su tiempo en
El primero de ellos, Ojo de Agua, de Santiago Luro, fue fundado en
cultivar su espíritu y mandar, y el trabajador manual. La abundancia
1 8 73; San Jacinto, de Saturnino ] . Unzué, lo siguió cuatro años más
de caballos, sin embargo, era aun más importante . De acuerdo al
tarde. El rurf sólo se volvió parte central de la vida de las clases altas
censo de 1 8 8 1 , unos 2.400.000 equinos pastaban en la provincia de
en las décadas siguientes (y algo similar puede decirse respecto del
Buenos Arres, donde vivían apenas 526.000 habitantes. La cifra de
polo) cuando la distinción entre el caballo popular y el de elite se
4,4 caballos por habitante contrasta no sólo con la de las sociedades
hizo más evidente." En el último cuatro de siglo, el desarrollo de
europeas que hacían del caballo un símbolo de distinción (Gran Breta­
nuevos medios de comunicación, como el tren y el tranvía, en espe­
ña y Alemania poseían O, 1 caballos por habitante) sino también con los
cial en la ciudad de Buenos Aires, contribuyó a limitar el uso de los
Estados Unidos, que también poseía su propio mito ecuestre (0,25
equinos como medio de transporte urbano y suburbano, haciendo
caballos por habitante).85
que su presencia se volviera menos omnipresente en la vida porteña.
El uso del caballo no podía conferir mayor prestigio en una so­
. En la campaña, empero, por largo tiempo el caballo no tuvo rivales
ciedad en la que se afirmaba que hasta los más menesterosos poseían
como medio de transporte local (lo que quizá contribuya a explicar
sus propias cabalgaduras, e incluso mendigaban a caballo, y en la
el muy temprano interés de muchos propietarios por llevar automó­
que ningún hombre que se tuviese por ral podía montar una yegua
viles a sus estancias) . 9°
(que eran mantenidas sólo con fines reproductivos). 86 En una de sus
El Jockey Club, fundado en 1 8 82 con la inrención de colocar a
agudas observaciones, Emilio Daireaux afirmaba que "la extrema
la mejora de los animales entre sus actividades principales, encontró
una cálida recepción entre la clase alta nativa. Para fines de esa déca­
�3 E M. L. Thompson, EngliJh Lttnded Society in the Nineteenth Century (Londres,
da, esta institución contaba con unos 700 miembros, y su nueva
1 9 63); p. l ; F. M. L Thompson, "Nineteenth Cencurv Hurse Sense", Ec n mic His­ oo
to�y Re[)iew 2da. serie, XXIX ( 1 976); David Cannadi ;1e, "Nobility and Mobiliry in
Modern Britain", en su Aspects ofArúrocary (Londres, 1 9 9 4 ) , p. '5 '5 .
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''' J. A. Be;wmunt, \.'¡,¡/(·_, )'or !5umo_f Airee, Filtre Hlo.> .J· /,¡ f-itnlda Uric�llril (J82ó­
dl' 1 ')() '), '\endh..,.l, .!.- (¡-(¡,
/h'.!-7) (Bl tl'nos Ain:s. ) 'J ) 7 l , p. 1 1 7.
La construcción de una nueva clase terrateniente 93
Roy Hora
n

y más en general por la actividad rural, hizo que "más de una vez los
pista de carreras en el barrio de Palermo la proveía de un ingreso
hombres políticos del país fueron a buscar popularidad o cuando
sustancial." Las carreras de caballos también le dieron a los miem­
menos notoriedad en sus filas". 94 La Sociedad Rural debe haber teni­
bros de la clase alta un destacado papel como centros de atenci ón
do cierto atractivo para hombres del mundo político que pertene­
popular, en tanto eran los propietarios, quizá tanto o más que los
cían a la oposición. Como hemos visto, en esos años la Sociedad se
jockeys, los protagonistas del espectáculo (un fenómeno que sólo
contó entre los críticos del gobierno de Juárez Celman. Así, no sor­
iba a modificarse radicalmente en el más democrático clima de la prende que Leandro Alem, que poco tiempo después lideraría al
er
entreguerra, que creó condiciones para la emergencia de verdad os Partido Radtcal, se afiliase en 1 889.95 Lisandro de la Torre, un activo
ídolos populares corno el uruguayo lrineo Leguisamo). La imagen
os participante en la Revolución del Noventa, y luego el conductor del
del estanciero sportsman (entre los que se destacan apellid corno Partido Demócrata Progresista, ya se había sumado un año antes.
a) condu ciendo de
Unzué, Mattínez de Hoz, Luro, Alvear y Aruch De todas maneras, esta vinculación entre el ruralismo y la oposición
ud se volvió
las bridas a su pura sangre entre los aplausos de la multit no debería exagerarse. Incluso en esos años, en los que la Sociedad
uno de los rituales del espectá culo turfísti co. 91
manifestó abiertamente su disgusto con el gobierno, la moderación
económica y
El cambio más notable en la actitud de los grupos y el equilibrio seguían marcando sus posiciones y pronunciamien­
el mundo rural se
socialmente predominantes de la Argentina hacia tos. En tanto intentaban permanecer al margen de roda identifica­
constituyó un
refiere a la Sociedad Rural. La exposición de 1 8 86 ción partidaria, los ruralistas estaban dispuestos a incorporar hom­
propie tarias percibí an a esta insti­
hito en la forma en que las clases bres de cualquier filiación polírica. Estanislao Zeballos, un cabañero
pudo finalm ente cosechar
tución. Desde ese momento, la Sociedad progresista) pero también un mitrista que se había acercado a Roca,
referid o a la
los frutos de su preocupación de larga data por todo lo alcanzó la presidencia de la Sociedad Rural en 1 8 88. Los nombres
agricultura moderna. La Exposición Internacional de
1 886 operó
de algunos nuevos socios indican, de modo aun rnás claro, no sólo
por los temas rurales que se veía
como un catalizador del interés que los miembros de la nueva elite política estaban interesados en
a la Socied ad Rural en
desarrollando en los años anteriores, y colocó a�ociarse, sino también que eran bien recibidos. Emilio Civit y Be­
que no había
el centro de la atención de las clases altas, de una forma ntto Vt!lanueva, por ejemplo, se contaban entre ellos. Villanueva,
a, afirnuba
sucedido en ningún momento de su pasado. La muestr tin e uyana de larga trayectoria política, se convirtió en esos años en
dirigen tes ruralis tas del período,
Emilio Frers, uno de los principales un reconocido estanciero y criador de caballos de raza, que llegó a
Rural Argen tina en el
"fue la consagración definitiva de la Sociedad prestdtr el Jockey Club. Ramón J . Cárcano, el hombre que el presi­
tiemp os sucedi ó
concepto público; a la mdiferencia de los anteriores dente Mtguel fuárez Celman había elegido para sucederlo en el car­
un movimiento de adhesión y creciente popularidad
[ . J La Exposi­
..

go, también se sumó a la Sociedad en el mismo año que Ale m -"


ción de 1 88 6 la puso de moda" 93 La incorporación de estas figuras ofrece indicios reveladores so­
Rural ape­
En 1 88 5 , después de dos décadas de vida, la Sociedad bre cómo algunos miembros de las elites del interior mediterráneo
; cuatro años más
nas había logrado reunir unos cuatrocientos socios fundían sus intereses económicos con los de las clases altas de la
nuevos asociados
tarde había doblado esa cifra. Gran parte de los pampa, Y a lo largo de ese proceso adoptaban los valores y estilos de
, vincu lados de una u otra
eran estancieros u hombres de la ciudad vtda que estaban transformando al segmento más rico de la da�;e
iones. En aque­
rnanera a la actividad rural, pero también había excepc propietaria argentina. Julio Argentino Roca estuvo entre los prime-
rnoditlcación en
llos años, como Frers advirtió bien, se produjo una
Sociedad Rural,
el perfil de los asociados. El prestigio adquirido por la
"4 !bid, p. 9L
--,11
Ne;t-;-n y Newton, Húmria de/jockey Club, pp. 6)-7), ''; ASRA, X.Xll (l 889), p. .133.
!bid, pp. 1 69-72, 31.4.-3JO; LSR, I V2 de julio
de 1 904. p. L)72.
''2 ')(, Agustín RivtrJ Asteugo, ]uárez C'elman (Buenos Aires, i 944), p. 326.
•n Frers, EL progreso, p� 91
94 La COIHtmcárJ¡¡ de w¡rf nue/la dtue terrateniente

ros hombres del interior en seguir este camino. El presidente Nicolás gran mansión en su estancia de Capitán Sarmiento, que fue a veces
Avellaneda ( 1 874-80), recordaría luego uno de sus nietos, "nació, considerada como "el primer casco de estancia de arquitectura europea
vivió y murió sin tener una sola legua de campo". 97 La acritud de su palaciega en la provincia". 100 Durante su presidencia, Juárez Celman
sucesor, así como el tiempo que le tocó vivir, fUeron distintos. Roca solía pasar los meses del estío en su residencia de La Elisa; allí se recluyó
era hijo de una familia tradicional de Tucumán, con más linaje que por largos períodos tras su renuncia en 1 8 90, y allí murió en 1909.
recursos económicos. La adquisición de una gran fortuna por parte Es quizás Ramón Cárcano el que nos ha dejado el testimonio
de los Roca estuvo estrechamente ligada a los éxitos de la carrera más explícito del atractivo que la figura del estanciero aristocrático y
política de Julio. En la década de 1 880, éste se convirri en un gran � modernizame ejerció sobre las elites del interior. Cárcano era hijo de
propietario rural en Buenos Aires gracias a una do na� ton de �1erras un profesor de música italiano, pobre pero educado, que arribó a
.
que le hicieron sus partidarios en la legislatura provmoal, a la que en Córdoba en 1 849, y que logró abrirse camino en esa tradicional
,
años sucesivos le siguieron nuevas compras . La generosrdad de los sociedad mediterránea. El joven Ramón dejó su provincia nativa en
miembros de la nueva elite política no se limitó al propio Roca. Su los años ochenta para seguir una carrera política en Buenos Aires, al
hermano Ataliva e Ignacio Sánchez, uno de sus hombres de .confian­ lado de su protector Juárez Celman. Fue en esta gran ciudad que esta
za, también recibieron grandes propiedades en el terntono de La criatura esencialmente urbana sintió la atracción de la vida rural, y
Pampa, "donadas por la Nación", mientras Julio ocupaba la prest­ donde descubrió su vocación por las tareas agropecuarias. "En el
dencia. 98 Cuando fallecieron a comienzos de la década de 1 9 1 O, Ju­ fondo de toda alma argentina hay un estanciero, y sigo virilmente, y
lio y su hermano Ataliva dejaron grandes fortunas, que superaban con profunda fe, la tendencia nativa'', escribiría más tarde en sus
en cada caso los diez millones de pesos, y que estaban compuestas en memorias. 1 0 1 Cárcano con1pró tierra (segurarnenre gracias a crédito
forma predominante por tierra. Inicialmente, Julio Roca no demos­ de l a banca oftcial al que accedió por su posición prominente en el
tró el tipo de disposición para invertir e innovar que los ruraltstas séquito presidencial) y en 1 8 8 6 estableció Ana María, en las ricas
gustaban elogiar. En breve, sin embargo, descubrió las ventajas de tierras del sur de Córdoba. Cárcano no poseía mayor experiencia
invertir en cercados, animales de raza y meJoras. En 1 887, tras ale­ previa en la gestión de una empresa ruraL De todas maneras, se tomó
jarse de la presidencia, viajó a Europa, y en su paso por Inglaterra se su nueva actividad con seriedad e interés: invirtió en mejoras, asistió
ocupó personalmente de recorrer cabañas y comprar antmales de a cursos de veterinaria mientras estaba en París1 intercambió ideas
raza. Una década más tarde se jactaba de que había hecho plantar sobre cómo alimentar sus toros de raza con algunos de los cabañeros
"más de medio millón de árboles".09 más prestigiosos de Argentina. 1 02 A pesar de la novedad de su posi·
La historia de Miguel Juárez Celman nos revela una trayectoria ción como empresario rural, la descripción que ofreció de su estan­
similar. A pesar de todo el desdén que muchos miembros de la clase cia como "taller de trabajo, centro de estudios y cultura, fuente de
propietaria de Buenos Aires pueden haber sentido por su figura, este serenidad y amor", podría haber salido de la boca de muchos pro-
abogado cordobéo se ganó un lugar entre los pr�Jtagomstas . de la
modernizacion rural del período. En 1 887 mando a construir una
111" Aira, ArgetJÚJ1tl, Las Gntndes Estancim, p" 66: Rivera Astengo, judrez Celma,1,
p. 562.
9" Diario de Sesione; de j,¡ Cdmara de Diputados de fa Provincia dF Buenos Aires (en lrll
Ramón J, Circano, /vfis prímeros ochenta afio; (Buenos Aires, 1 965), p. l 2Z;
Jdel.mtc DSCDPBA) , 7 de octubre de \942, p. 1786.
Rivera A�tengo, judnz C:lman, pp. 240, 306.
''H Romain Gaignard, La Pampa Argentina. Ocupación · Poblamiento - Explotación. H•l C:íF
:ano, /vfú primeros ochenta aríos, pp. [ 9Z- 97; Cárcano a bgés, 30 de julw
De fa Conquútrt a 1rt Clili> Mundial ( 1550- 1930) (Buenos Aires, 1 %9), PP· 258 -66.
de 1 90 2 , Pagé.'>, l 8 20-l 9 ! Z , no. 202. Agradez(-n a Cermoln Quaranta por haberme
Sáenz Quesada, Lm e;;ttmánm, pp. 233-8. También Roca a Sastre, 4 de novrem­
''"1
_
permitido .accede! -0\ j;¡ com:spondeucia de .�u hunilia. Sobre la e.stJncia de Cárcan¡_1,
bn: de 1 887, en Arce, Origt'fi dt "L.t l a rga", pp. 32-3; Rnca a Teadow de Rary, l '5 dt•
véase LA. 29 de abril de 1897, pp. 252-4, 6 de mayo de lk9?, pp. 264-5, y 20 de
marzo de 1 90 1 , en Archivo Türnquist.
mayu de 1397, pp- 2-94 5 .
La ronstruccidn de una mtel'tl clase termtenimte 97
Ruy Hora

pietarios rurales menos improvisados.�<J3 Cárcano permaneció aso­ población de la ciudad) consideraron que valía la pena afrontar el
ciado a la Sociedad Rural toda su vida, e incluso ocupó un sillón en costo de la entrada para visitar la exposición, y en particular para ver
su comisión directiva a comienzos de siglo. el ganado de raza. Ello se advierte bien en el comentario del diario
Tras la muestra de 1 886, la exposición de 1 890 fue el otro gran Lfl Unión, entonces un vocero de la Unión Cívica. "Si un observador
evento en el que los progresos de la ganadería alcanzaron gran reso­ se detiene algunas horas a presenciar en el primer salón de la exposi­
nancia pública. Las tensiones con Juárez Celman entonces volvieron ción el gusto que prevalece en los visitantes, fácilmente podrá sacar
a notarse, pues el presidente prefirió no concurrir a la cere.monia de esta consecuencia: los animales son más visitados que las demás pro­
apertura. En esa ocasión, los discursos del presidente de la Sociedad ducciones que se exhiben. ¿Po r qué? La afición general se dirige más
Rural y los comentarios del público demostraron el desagrado hacia bien hacia los animales porque los niños, los jóvenes, las señoritas,
la gestión presidencial. 1 04 La reunión, sin embargo, fue algo más que todos en fin, suponen que es más elegante, más chic, decir que la
una excusa para criticar al gobierno. La exposición, se afirmó, "supe­ yegua tal es alta, que el caballo cual es delgado, que el toro aquel es
ra, sin dudas, a todas las anteriores juntas, pues desde 1 886 la im­ más grueso, que la vaca de más allá es de sangre entera." 1 09 De acuer­
portación de tipos selectores ha tomado un desarrollo inesperado".'0' do al redactor de La Unión, para la mayoría de estos habitantes de la
Para los redactores de El Diario, la ganadería era la actividad econó­ ciudad, el atractivo de los ejemplares de ganado de raza no resultaba
mica más moderna de la república, a punto tal que podía igualar los de ningún interés específico en la producción rural, ni tampoco de
logros de cualquier otro país ganadero. Y continuaba afirmando que un conocimiento directo de ese terreno, sino que era producto del
"Lozano, Newton, Frías, Bosch, Gibson, Olivera, Senillosa, Zeba­ nuevo clima de ideas que atribuía un valor especial a los emprendi­
llos, y cien más que sería prolijo enumerar son los que están al frente de mientos rurales. Es por ello que afirmaba que "lo más panicular es
este progreso industrial, el más sólido, aunque sea el más paulatino, de que esos mismos entendidos y adrniradores de animales no entien­
los que se operan en nuestro estado económico".106 Una perspectiva den nada, absolutamente nada, de lo que no tienen a menos alabar o
similar se encuentra en La Prensa, que describió la exposición como una criticar públicamente".110
expresión de una actividad que "va haciendo progresos enormes, incal­ Testimonios como éste sugieren que la ganadería, y e n particular
culables, asombrosos". 107 la cría de animales de raza, estaba ganando una posición particular­
Como en las exhibiciones anteriores, las ''razas d' elite" otra vez mente prestigiosa. Especialmente visible e intensa entre las clases
constituyeron la principal atracción del torneo. 1 08 Incluso segmen­ altas, también irradiaba su influencia hacia sectores mucho más vas­
tos muy amplios de la población urbana se sintieron seducidos por tos. Este fenómeno resulta muy peculiar de la Argentina. En Europa
el encanto de la cría moderna. La ganadería se había ganado un y América del Norre, las exposiciones (esos eventos donde Id civiliza­
lugar en el corazón de las clases propietarias, pero es de destacar que ción burguesa se festejaba a sí misma) solían ser grandes celebracio­
su influjo también se hacía sentir sobre un público mucho más am­ nes de los progresos de la manufactura y la producción industrial.
plio. Unas setenta mil personas (alrededor del diez por ciento de la En la Argentina del cambio de siglo, las exposiciones honraban los
triunfos de la ganadería y de los empresarios agrarios. Considerada
por La Prensa como "un gran hecho, no sólo desde el punto de vista
toJ Cárcano, Mis primeros mhenta afiw, pp. ! 22-'L
104
agrícola sino también bajo el de la Civilización de la República Ar­
La Unión, 6 de mayo de 1 8 90; LP, 6 de mayo de l K90; El Diario, 5 de mayo de
1 890.
gentina", 1 1 1 la exposición de 1 890 ponía de manifiesto que no eran
¡,,, ED, 3 de mayo de 1 890. los entpresarios urbanos :iino los grandes propietarios rurale.'> mo-
¡m, !bid.
1"' LP, .3 de mayo de 1 890. 111" f_.a Unión, 22 de mayo dJ;> t800
lli)
loH
ED, 3 de mayo d e ! 8 90. L1t Uni0n1 20 de mayo Jc 1 890. También 30 de !bid.
1 1 ! i.P, 3 de mayo de 1 890.
abril d e t 890.
Ro.Y Hom La construcción de una nueva clmt' terrateniente 99

dernizadores los que constituían el sector más renombrado y diná­ énfasis en el comercio y las finanzas, caracterizaba a la elite em­
mico de la burguesía argentina. Durante la década de 1 880, la eco­ presarial de este período, y constituía su rasgo más distintivo. 1 1 4
nomía se expandió a un ritmo febril, impulsada por el ingreso de Considerado e l problema con cierta atención, s e advierte q u e esta
migran tes y capital extranjero y por el aumento de las exportacion es visión resulta errada. En primer lugar, porque como ya hemos
rurales. Se ha estimado que a lo largo de esa década el producto indicado, al calor de la expansión agraria, en este período la elite
bruto interno creció a una tasa cercana al siete por ciento anuaL 1 12 argentina no dismin uyó sino que aumentó su especialización en
Los contemporáneos no conocían esas cifras, pero percibían bien la actividad rural. Pero también porque es fácil advertir que l a
que asistían a un formidable proceso de expan sió n económica. Los inversión simultánea en distintos campos estaba lejos de s e r pe­
hacendados constituían no el único pero sí el más visible motor de culiar del caso argentino. Las clases propietarias latinoamerica­
esa expansión, de una velocidad notable para el mundo pre-keyne­ nas, así como también las de otras partes del mundo, colocaron
siano, que ciertamente encuentra pocos paralelos en el mundo deci­ regularmente sus activos en distintos campos de actividad, con
monónico. Era el formidable dinamismo de esa economía agraria el fuerte énfasis en el comercio y las finanzas. Por cada Tornquist en
que autorizaba al presidente de la Sociedad Rural a afirmar que los Argentina encontramos un Prado o un Mayrink en Brasil, o un
principales terratenientes de la Argentina podían parangonarse con Gómez en México. 1 1 5 En Chile, Brasil, México y Colombia, las
la clase terrateniente británica, tenida por la más dinámica y augusta elites económicas invirtieron simultáneamente en producción
de cuantas habitaban el Viejo Continente. Para Zeballos, "la campa­ rural, comercio, industria y finanzas, haciendo gala de caracterís­
ña argentina se ennoblece bajo la influencia de las iniciativas distin­ ticas empresariales similares a las que Sábato considera típicas de
guidas y dd capital que realizan en ella su evolución trabajosa y len­ los empresarios argentinos. 1 1 6 El corazón de la Europa industrial
ta, pero edificante y segura. No de otra manera ha transformado y presenta un panorama en algunos aspectos similar. Como Eric
embellecido a la campaña de Inglaterra la acción personal de la aris­ Hobsbawm ha señalado apoyándose en las investigaciones de W.
tocracia británica" . 1 13 Rubinstein, "el comercio y las finanzas eran el corazón de la gran
Afirmaciones como ésta indican que los principales terratenien­ riqueza burguesa incluso cuando Gran Bretaña era 'el taller del
tes de la pampa del período finisecular podían reclamar reconoci­
miento como algo más que como los mayores detentadores de la 114
Jorge E Sábato, La clase domintmte en la ArgentiiW moderna. Formación y ca�
riqueza argentina. También habían logrado forjar una identidad maerúticas (Buenos Aires, 1991 ) , pp. 95- 1 1 3.
11;
empresarial progresista, y ello los volvía, al mismo tiempo que un Darell Levi, The Prados ofSao {}mio: an Elite Family and Social Change, 1840�
1930 (Athens, 1 987); Steven Top.ik, "Fr ancisco de Paula Mayrink ofBrazil: A Bourge­
poder econÓinico, una fuerza socio-cultural de primer orden. Para
ois Aristocrat", en Judith Ewcll y W illiam H. B eezley, The Human Tmditian in l.rttin
"
fines de la década de 1 8 80, el gran estanciero modernizante y arista··
Americrt: The Nineteenth Ccntury (Wi!mingdon, Delaware, 1 987); Larissa Adler I om­
crático se había colocado como la figura típica que coronaba la cima ni tz y Ma.tisol Pérez-Lizaur, A Mcxi((tn Elite Fmnily, 1820-1 980: Kimhip, Class, rmd
de la sociedad argentina. Culture (Princeton, 1 987).
Es preciso hacer algunas consideradones sobre este punto. En el 1
1 1' Rauer, Chilean Rural Sol"iery, p. l 08; Arnnld Bauer, "Landlord and Campesino
último cuarto del siglo XIX, la visibilidad y dinamisrno del gran ín the Chilean Road to Oemon·Ky", en Evelyne Huber y Frank SaffOrd (editores),

empresariado se hizo más clara que nunca. Este fenótneno corh.:itó la Agrarúm Slrttctttre ond Political PotJJt-:-· (Londres, 1995 ), pp .. 3 1 -2: \X?arren Dean, The
f11dustrúrlization ofSao Pauto, 1 880-..! 945 (Ausc in , 1 969), pp. �14-48: l::.mili:�. Viotti da
atención de Jorge Sábato, que en un conocido ensayo afirmó que la
c ·o-'>ld, The Brazílunn Empire: lvlyths :md Histof"ie; (Chicago, 1986), p. 200� Eugene
colocación de activo s en distintas esferas de inversión, con fu erte
Ridings, Busines1 lntnert Grou.p.,. Ú1 Ninetanth -Century Bmúl (C?.mbridge, ! 994), pp.
112 Jü-'13� Stephen Haber, !ndwt�y and l !nderdevdopment. The lndwt!útli.-wtion ofAiexi·
Rohenu Conés Conde, Ltt economía argentina en el largo plitzo (figfos XIX.Y){)()
co, 1"890--1 940 (StanfOrd, l lJI-\9), pp 63- 8:3; Marco Palacios, CbjjCe in Colombia,
.. 1R50·
(Buenos Aire�, UJ97), pp. 230- 1 .
111 ! 970. An eom,;mú:, Joda!, tmd pu!itiwl history (Cambridge, 1980), pp. j, 2�·30.
Citado en LP. 6 de mayo de 1 890.
lOO Roy Hom La construccíón de uua nueva clase terratenientr- 101

mundo"' . 1 " Y en la periferia agraria de Europa, por ejemplo en décadas del cambio de siglo fue, en lo esencial, una burguesía terra­
Hungría, "la amalgama de propiedad fundiaria, industria manufac­ teniente, y que los empresarios diversificados conformaron un apén­
turera, banca y comercio" era muy corriente en el estrato burgués dice significativo pero en definitiva secundario de este grupo.120
superior. 1 1 8 En Estados Unidos, antes de que la industrialización de Es preciso recordar, asimismo, que la actividad ruraL y en espe­
fines de siglo diera lugar a la aparición de una nueva elite plutocráti­ cial la ganadería, no sólo ofreció la fuente principal de ingreso para
ca, los grandes einpresarios solían tener simultáneamente intereses la clase propietaria argentina. También contribuyó decisivamente a
en distintos rubros de inversión. 1 19 la definición misma de este grupo corno una elite superior y privile­
Este rápido recorrido nos indica con claridad que lo que Sábaro giada. En esos años, la prensa una y otra vez presentó a los grandes
considera típico de la elite empresarial argenrina es en rigor un rasgo terratenientes progresistas como ejemplos de valores y conductas
muy generalizado entre las clases propietarias decimonónicas. Y es a juzgados positivamente -trabajo duro, talento empresarial, deter­
partir de esta constatación que parece inevitable concluir que, Cl!-an­ minación, capacidad para innovar- y como hombres que sacaban
do se coloca a la gran elite empresarial argentina en un contexto el mayor provecho posible de las oportunidades que les ofrecía la
comparativo, lo qUe debiera enfatizarse es, precisamente, la centrali­ economía. Este ethos del esfuerzo, típico de una sociedad nueva, de
dad que la tierra y la propiedad rural tuvieron para este grupo, para frontera, debe haber permitido que selfrnade rnen como los Luro,
la que es difícil hallar paralelos en otras partes del mundo en ese los Santamarina, los Duhau o los Duggan encontrasen avenidas de
período. Pues en pocos países el sector agrario tuvo la importancia ascenso social. que les permitieron alcanzar la cima de una clase alta
económica que poseyó en la Argentina, y es probable que en ningu­ todavía muy abierta. La fuerte identificación con la actividad rural,
no de ellos los mayores dueños del suelo alcanzasen un lugar tan sin embargo, no sólo puede advertirse en relación a la nueva riqueza;
preponderante en la captación del excedente agrario. Ello explica las fortunas más tradicionales se vieron igualmente transformadas
por qué la formidable fortuna de Ernesto Tornquisr (cercana a los por la profundización de sus raíces rurales. Esre proceso contribuyó
25 millones de pesos), siempre considerado como el más importan­ a dar origen a una clase empresaria tenida por más moderna y pro­
te de los grandes empresarios diversificados del cambio de siglo, fue­ gresista. Ello fue posible, al menos en parte, porque esta transforma­
se inferior a la de terratenientes como Mariano Unzué (35 millones ción se hizo visible en un momento en el que los grandes propieta­
de pesos) o Tomás Duggan (29 millones). Y mientras que la Argen­ rios ocupaban un lugar muy destacado como líderes de la moderni­
tina del período no parece haber producido ningún empresario di­ zación rural, que no habría de ser puesto en cuestión por conflictos
versificado de la talla de Tornquist, el número de grandes terrate­ con los grupos subalternos por cerca de un cuarto de siglo. Además
nientes de familias tales como Unzué, Díaz Vélez, Alvear, Ancho re­ de sus ventajas económicas -y el hecho de que la mayoría de los
na, Alzaga, Guerrero, Santarnarina o Pereyra que alcanzaron fortu­ empresarios más exirosos del período fuesen grandes terratenientes
nas que no estaban tan lejos de la de este zar de las finanzas se cuenta dice mucho al respecto-, los emprendimientos rurales se volvieron
por docenas. Ello indica bien que la elite propietaria argentina de las tan centrales a la visión que esros grupos estaban forjando de sí mis­
mos porque la organización y gestión de una moderna empresa rural
Eric Hobsbawm, "The Example of the English Middle Class", en Jürgen Koc­
1�'
validaba su imagen como una elite socioeconómica modernizan te y
ka y Allan Mitchell (editores), Bourgeois Society in Ninetewth--Ctentury E'urope (Provi­ progresista1 e:apaz no sólo de enriquecerse, sino también de impulsar
dence y Oxford, l 993), p. 1 29; W. O. Rubinstein, "The Vicrorian Middle Class. a la Argentina hacia una fase superior de desarrollo.
Wealth, Occupation and Geography", Economic HiJto�y Review, 30 ( 1 977). Teniendo en cuenta estos ele1nenros, podernos advertir algunas
11� G
y6rgi Ránki, "The Devdopment ofthe Hung.aria.B M_iddle Class: Sorne East­
West Comparisons, en Koe-ka y Mitchell (editores), Bourgeois Soáety, p. 444, IW
Par;¡_ un mayor desarrollo de esre punto, remito a. mi "Busine.ss bourgeoisi-. or
li<J Edward Pessen, "Wealth in Amcrica befare 1 865", en W. D. Rubinstein (edi­
landed bougt'oi.'lie? On the peculi<lrities uf theArgenrine econmic elite, 1880-1945 ", /lAS,
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La conirmcdUn de llflil nue vrt clase terrateniente 103
102 Roy Hom

atraía a los estancieros de la pampa. Al volver sobre esos testimonios,


peculiaridades de la clase propietaria del período. Muchas veces se se advierte que el prestigio y el poder sancionados por siglos de do­
ha insistido sobre las diferencias entre los terratenientes pampeanos minio señorial no eran lo que les resultaba especialmente atractivo "
y los productores rurales de otras regiones de poblamiento reciente los estancieros de la pampa, o lo que en su caso consideraban más
(Estados Unidos, Canadá, Australia). La concentración de tierra e relevante. Ello no se debía simplemente a que la mayoría de los gran­
ingreso de que disfrutaban los estancieros argentinos no encuentra des propietarios argentinos tenía dificultades para rastrear los oríge­
grandes paralelos en la historia de la agricultura del norte del conti­ nes rurales de sus antecesores más allá de una generación, o a que su
nente americano o de Australasia, y sólo puede compararse -en prosperidad era tal vez más reciente. Los estancieros de la pampa se
una escala mucho más reducida- con la de Uruguay. 12 1 Los mayo­ sentían particularmente atraídos por el ejemplo ofrecido por la clase
res ganaderos de los estados del oeste de Estados Unidos, que po­ terrateniente inglesa porque la veían como la más innovadora y pro­
seían propiedades en algunos casos más grandes (pero menos valio­ gresista de todas las clases propietarias europeas, nobles o plebeyas.
sas) que las de sus colegas argentinos, carecían de la centralidad que Corno lo sugiere el comentario de Zeballos que hemos citado más
éstos tenían en su propia sociedad, pues estaban lejos de rivalizar arriba, los estancieros progresistas argentinos veían que la preetni­
con las mucho más ricas y refinadas clases propietarias de los anti­ nencia social del señor inglés debía tanto a los poderes y privilegios
guos Estados de la costa esre. En este sentido, la posición de los que detentaban desde tiempo inmemorial, corno a su papel i mpul­
señores de la pampa se asemejaba más a la de las clases terratenientes sor de la innovación agrícola. Si bien resulta indudable que el terra­
europeas. Sin embargo, los terratenientes pampeanos diferían sus­ teniente británico estaba bastante lejos de ser la figura heroica del
tancialmente de las viejas clases rurales europeas, entre otras cosas, progreso rural que tantos victorianos alabaron (de hecho, durante el
debido a su reciente prosperidad, que no era sino un producto de la último cuarto del siglo XIX la agricultura alemana realizó avances
expansión del capitalismo a escala mundial. Los estancieros argenti­ más sustantivos en la incorporación de nuevas tecnologías a las acti­
nos del cambio de siglo también se distinguían de sus colegas euro­ vidades agrícolas) 1 22, la principal lección que los ruralistas intenta­
peos porque su preeminencia social le debía poco a la tradición. ban extraer del ejemplo inglés era precisamente ésta, en tanto era
Mientras que en Europa los terratenientes solían fUndar sus intentos una lección que se adecuaba perfectamente bien a los deseos y
de construir o mantener posiciones de poder en la ident"itlcación expectativas de aquellos que se veían a sí mismos como parte de
con antiguas tradiciones señoriales, en Argentina ello resultaba, en una aristocracia del mérito en proceso de construcción . En este
pritner lugar, de la acción de poderosas fuerzas económicas vincula­ sentido, la forn1a en que los terrarenientes argentinos describían
das a la expansión del sector agrario, de nuevos mercados y de nue­ a sus pares ingleses ofrece una perspectiva reveladora sobre sus
vas tecnologías. propias expect ativas y ambiciones. El lugar privilegiado que los
Si existía en Europa alguna clase terrateniente que los propieta­ grandes señores de la pampa ocupaban como rnodern1zadores de
rios argentinos dt:seaban emular, ella no era la conformada por los las ptácricas agrícolas conformaba la base a partir de la cual recla­
junkers de Prusia ni tan1poco ninguna otra elite agraria continental. maban para sí el papel de principal motor de la economía agraria
Como varias citas que hemos destacado en páginas anteriores sugie­ argentim, sobre el cual a su vez afirmaban la legitimidad de sm
ren, el ejemplo de la clase terrateniente británica era aquel que más reclamo� de preeminencia sociaL

1 2 1 Al do Fcrrer, L1 tí'OIWmÍa argentina. LaJ· etapas de w dnttFrollo y roh!t-mas actua­


p - -·¡:2·[í;-�;1ic l.i¡;ven, The Aristom1cy in Eúr<Jpr. 18 {_')"- t !J 14 (Nueva York, l 9:1(f) ,
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drcs y Basin gstocke, I9R 1 ), pp. 63--90.
!04 Roy Hora
La construcción de una nueva dast' terrateníente 10)
C. CRISIS Y CONSOLIDACIÓN
da de capitales extranjeros. Durante su gestión se otorgaron más
Durante los años ochenta, la Argentina asistió a un período de ex­ concesiones para la instalación de líneas ferroviarias (muchas de ellas
pansión económica y de consolidación política. Ello permitió que en el interior) que durante toda la era ferroviaria argentina, que se
los estancieros mejoraran y expandieran sus establecimientos rura­ remontaba a más de un cuarto de siglo. Se ha calculado que entre
les, y también que reforzaran su posición en la sociedad argentina. 1 886 y 1 8 90 la inversión extranjera cuadruplicó la de la presidencia
Antes de que la década se cerrara, se produjo un abrupto cambio de de Roca. Los contratos que aseguraban una garantía oficial de ga­
escenario: una profunda crisis económica y el resquebrajamiento del nancias mínimas a las empresas ferroviarias, muchas de ellas fijadas
partido gobernant e pusieron en cuestión los parámetros generales en oro, incrementaron sustantivamente el costo del servicio de la
del orden que había asegurado cerca de diez años de prosperidad. deuda pública. El Estado no estaba en condiciones de servir st : ' obli­
Sobre la administración Juárez Celman llovieron fuertes críticas, a gaciones hasta tanto las nuevas obras entraran en plena operatoria y,
las que muchos terratenientes se sumaron. El clima de denuncia de en consecuencia, la capacidad económica del país se expandiera.
la irresponsabilidad de las elites políticas que caracterizó a los años Mientras tanto, el servicio de la deuda dependía del ingreso conti­
finales de la década se advierte bien en las palabras con las que en nuo de capital extranjero, con el que el gobierno afrontaba los venci­
1 8 89 el presidente de la Sociedad Rural manifestó su malestar con mientos que periódicamente se producían. Se trataba de una situa­
los hombres que se ocupaban de los asuntos públicos. Para Zeballos, ción particularmente riesgosa, pues la evolución de los mercados de
"ser cabañero es más importante que ser hombre de Estado". 1 23 capitales, por definición siempre volátiles, estaba en gran medida
Las palabras de Zeballos dan testimonio tanto del prestigio ad­ fuera del control de las autoridades de la Casa Rosada. Frente a una
quirido por las actividades agrarias corno de la insatisfacción terrate­ contracción del crédito externo, éstas no tenían respuesta alguna. La
niente hacia el gobierno de Juárez Celman. Hasta el momento, los crisis estalló a fines de 1 8 89, cuando Barings, una casa británica, fue
historiadores no han prestado mayor atención al conjunto de dile­ incapaz de atraer inversores para suscribir un nuevo empréstito. Este
mas políticos que inquietaron y rnovilizaron a los empresarios rura­ fracaso dio lugar a un pánico generalizado, y el flujo de inversiones
les en esa peculiar circunstancia histórica, que encontraban su ori­ hacia la Argentina cesó abruptamente. El gobierno, endeudado en
gen en el hecho de que el proceso de consolidación de la identidad exceso, pronto se encontró en grandes dificultades, ya que el oro
terrateniente, y la nueva confianza en su papel conw fuerzas orienta­ comenzó a salir del circuito financiero, y el papel moneda se depre­
doras de la sociedad argentina, los volvía más propensos a tomar un ció aceleradamente, creando fuertes presiones sobre la balanza de
papel más central en la vida política. Y ello adqui ría una particular pagos. Todos los intentos de la administración Juárez Celman para
urgencia precisamente porque el gobierno parecían incapaz de ase­ mantener bajo control el tipo de cambio (el "premio del oro") fraca·
gurar las condiciones que habían permitido la notable expansión de saron est.repitosatnente. La profundización de la crisis erosionó los
la década de 1 8 80. En el capítulo siguiente, que se ocupa de la posi­ apoyos políticos del presidente, incluso dentro de su propio partido,
ción política de los grandes propietarios en la Argentina del cambio La oposición, que había permanecido desarticulada y a la defensiva
de sig: J, abordaremos este problema. Lo que aquí debemos analizar a lo largo de toda la década de 1 8 80, comenzó a movilizarse, y de su
es c/:no la crisis económica de 1 8 90, y en particular el modo en que seno surgió un levantamiento armado en el invierno de 1 890. �a
fue re3uelta, tenninó por consolidar la posicíón de los grandes pro­ Revolución del Noventa fue vencida milit:armente, pero Juárez c�el-
.
pietarios en la cumbre de la sociedad argentina. roan se vto . tgado a ren unctar. 1 "-
. o bl'
Cuando juárez Celman asumió la presidencia en 1 8 86, lanzó un
ambicioso programa de obras públicas, financíado gracias a la llega- \J.tx f�rd, "Argentina and rhe Baring Crisis of 1 890'',
--"""7,71 Oxjbrd Economú t·,¡pm.
_
Vlll ( 1 9 )6); H�:nrv Ferm, Brítaín and A rgentm4 in th<' Nineteenth Cmtury {l_hfurd,
"' ASRA, XXII (1 88YI. p. 171, 1 960), pp. 4_i(Yi54, y del mi�mo autor, 'The Baring Crisi� Revisited'', .fl.A..'\, 24:2,
( 1 992), pp. 2·41 -7).
l Oó Roy Hom
[JI mrutntcáún de una l!uewt clase tcrmtenimte 107

La Crisis del Noventa constituyó la depresión económica más denominadas en oro, se vieron en serias dificultades. En 1 8 94, el
grave sufrida por la Argentina desde su incorporación plena al mer­ propio ex-presidente Roca se larnentaba porque una casa financiera
cando mundial. Durante la década de 1 8 80, la inversión extranjera le había negado un crédito hipotecario.'" Ezequiel Gallo ha obser­
en transportes, obras públicas y construcciones privadas, así como el vado que, en Santa Fe, varios grandes empresarios rurales no pudie­
crédito para la producción, habían alimentado la expansión de toda ron enfrentar la situación, y muchos de ellos fueron a la quiebra. 129
la econon1ía. Al contraerse la inversión extranjera, se inició un perío­
Los años finales de la década de 1 8 80 y la primera mitad de la
do plagado de dificultades. Para evitar la cesación de pagos, el go­
década de ! 890 fueron años partiwlarmente duros por otros moti­
bierno debió negociar una moratoria de la deuda en 1 8 9 1 , y renego­
vos, no vinculados directamente con la crisis financiera, pero que
ciarla otra vez en 1 893. Las grandes instituciones bancarias estatales, contribuyeron a volver más oscuro el panorama para el sector rural.
el Banco Nacional y el Banco de la Provincia de Buenos Aires, debie­
La sequía más aguda en rreinta años devastó la campaña en 1 8 93 y
ron cerrar sus puertas, y con ello el crédito se restringió aún inás. La ! 894. "" Si bien la difusión del molino de viento estaba atemperan­
crisis financiera se acompañó por una profunda depresión en la acti­
do algunos de sus efectos más dañinos, de todos modos la seca redu­
vidad comercial, que se extendió a todos los sectores de la economía,
jo los rendimientos de los cultivos, contrajo las pasturas, y obligó a
y cuyas consecuencias se sintieron por casi una década. El programa los estancieros a desprenderse de animales en condiciones poco ven­
de obras públicas se interrumpió. La construcción perdió impulso, y tajosas. Los precios agrarios también se contrajeron en esos años por
rodas las ac[ivida.dt'.s con ella vinculadas sintieron el impacto. Las razones ajenas a los sucesos en Argentina. Los precios de la lana,
importaciones se contrajeron, y sólo recuperaron el nivel de 1 889 entonces el principal producto de exportación del país, cayeron a la
quince años más tarde, en 1 904.125 La profundidad de la crisis se mitad entre 1 88 9 y ! 893. Los precios de los granos también se de­
advierte también cuando giramos la atención hacia el mercado de rrumbaron, y no se recuperaron hasta mediados de la década de
trabajo. En ! 8 89 ingresaron al país unos 200.000 inmigrantes; un 1 890. Como consecuencia de la baja de las cotizaciones, los p roduc­
año más rarde la llegada de extranjeros se había detenido y en ! 8 9 1 tores no pudieron cosechar los beneficios de la devaluación de la
arrojaba una pérdida neta de 30.000 hombres. moneda y de la baja de los costos laborales. Es razonable que enton­
Todavía carecfmos de estudios específicos sobre los efectos de ces se verificase una caída en la inversión. Las importaciones de alam­
esta deprt.'sión económica sobre el sector agrario. La crisis segura­ bre para cercos cayeron de 40 a lO millones de kilos entre 1 889 Y
mente debe haber tenido algún efecto positivo, pues la depreciación 1 890. ' " Las dificultades del sector se advierten claramente cuando
de la monerla y 18 caída de los costos labo rales aumentaron el ingreso consideramos la situación del mercado de tierra. Después de una
de los productores rurales. 12 6 Sin embargo, sabemos por distintos década de incren1enro sostenido, e! precio de la tierra se derrumbó.
testimonios que muchos terratenientes se vieron seriamente afecta­ De acuerdo a las estimaciones de Cibson, los precios cayeron más
dos por la crisis, en parte porgue la expansión de la década previa
del 60 por ciento entre ! 889 y 1 89 1 , y desde entonces permanecie­
había sido posible, entre otras cosas, por la expansión de la oferta de ron deprimidos por tres o cuatro años . 1 :12 La pronunciada baja de los
crédito, que después de ! 8 90 se contrajo bruscamente. "' Es por ello
que los terrateniente� endeudados, sobre todo los que tenían deudas -��;·C"\1��-!t:s jones, 'The state aud busines� practice in Atgentlna, l 1-\62-1 q !4", en

Christopher Abd y Colin Lewis (editores), Ldtin Amef'icr1, Economic lmperialúm n�d t/Je
xterrid/ ( .'oHw-r.drm ft'om !ndepemlena· to tht Frnent
State.' the f!obdnrl Economy ofthe E
. --¡�, Fcn�� Jo Rocdü. l?uiUúJg a Nation, Building a kfmka: b'!du�trial (áowth and {Londres, ( l):'J'}), p. J S ':i.
thr 1)omcstic Er·ono m} i.·i {úrn- �f-the-century Argentina. t1:SJ.s doctmal inédita, Univl'r­ 1}'' \�-1.\lo. la pt�mpa gringtt, p. 1 8 3-":l.
;;idad de Cal ifornia, 5an1:o! B.11b,ua, 1 9 97, c;�p. l . 1
w S barra, Nútorút del td ..rmbrado, p. 2.9 3 [ ,
1
''' Eduard ( . Míguez, 1 w tiaras de ioJ· ingleses en ¡,, Argentint1 (187(1- 1 914) (Buenos 1H
M>'� ndoz.J., Historia· de fa gmwdt'TÍtf dt;{ff!Ú111i, p . 166,
Al res, 1 �18 '5) 1'!
Gib<;un, Tbe History tmd Ptesr:!ll 5't,¡tr of rhe Shrep-Brceding !ndwtry p. 96;
12�
Addman, Fro"tN:• i.!t¡ dopment, pp. 82-3. Cortés Coruh, Fl pro¡;nw argrntino, p p . 1 611 -6.
La constmcádn de UIUI nuew1 ddfe taratenimte 109
108 RoyHom

Para ganar posiciones en este mercado, los productores argenti­


valores inmobiliarios redujo sensiblemente los patrimonios territoriales, nos debían producir un animal de mejor calidad. Para ello era nece­
e hizo muy poco atractiva la liquidación de activos en ese momento, sario, en primer lugar, aumentar la capacidad de carga de la tierra y
incluso para los que tenían fuertes deudas. "Gentes que uno suponía mejorar las pasturas. Ello lanzó a los empresarios rurales a experi­
muy rica están luchando para sostenerse un tiempo más, con la esperan­ mentar más decididamente con técnicas agrícolas mixtas, alternan­
za de que aumente el valor de las tierras o papeles, para liquidar sin tanto do la cría de animales con el cultivo de granos y forrajeras, entre las
desastre", le informaba entonces un corresponsal a Juárez Celrnan.133 que por su adaptabilidad al suelo pampeano pronto destacó la alfal­
Ante un panorama tan desolador como éste, la desesperanza y el fa. Si bien los costos laborales deben haber caído en la primera mitad
malestar se extendieron. En el largo plazo, sin embargo, la situación de los años noventa, muchos empresarios se mostraron reacios a ha­
estaba lejos de ser mala, y para mediados de la década de 1 8 90 el país cer fuertes desembolsos en salarios, y optaron por promover formas
se encontraba en camino a la plena recuperación. La Argentina to­ de asociación mediante las cuales intentaban acceder a trabajo a cam­
davía poseía una gran reserva de tierra fértil que en esos años estaba bio de la cesión de parte de la cosecha o de los beneficios. La asocia­
siendo puesta en producción gracias a la extensión de líneas férreas ción entre agentes económicos dotados de tierra y de trabajo (en
que habían sido concesionadas y parcialmente pagadas en años pre­ general familiar), que recorre toda la historia del agro pampeano
vios. Si bien varios proyectos ferroviarios fueron abandonados, entre desde el período colonial, alcanzó entonces una de sus formas más
1 8 90 y ! 8 92, en el momento más dramático de la depresión, la típicas. lradicionalmente se atribuye a Benigno del Carril la difu­
longitud total de vías creció más del 2 5 por ciento (lo que conforma sión de una de sus modalidades más conocidas. En 1 8 92, este estan­
un ejemplo típico de los rasgos inerciales de los grandes proyectos de ciero publicó en los Anales una carta en la que describía cómo había
infraestructura). Ello contribuyó a aumentar el volumen de las ex­ alfalfado sus tierras de pastoreo sin mayores desembolsos moneta­
portaciones. Y en esos años también aumentó el valor de las ventas al rios. Sus sugerencias rápidamente atrajeron la atención de sus cole­
exterior. Para mediados de la década, el precio de la lana se había gas. 1 54 Siguiendo su ejemplo, muchos propietarios se lanzaron a dividir
recuperado. Este período también asistió a la organización del nego­ parte de sus estancias en lotes cercados y a contratar con aparceros o
cio de exportación de ovinos en pie, que desvió los mejores ejempla­ arrendatarios la siembra de maiz, trigo o lino durante períodos de tres a
res fuera del circuito frigorífico y pagó mejores precios por ellos . De cinéo años, al cabo de los cuales estos últimos debían dejar el lote sem­
todas maneras, fueron la agricultura y la cría de vacunos las anivida­ brado con alfalfa. En ese momento, los cultivadores se movían hacia
des que más decidi�amente impulsaron la recuperación del sector otras tierras, y los lotes sembrados con forraje pasaban a tener un uso
ruraL y por su intermedio de la economía en su conjunto. La gana­ ganadero . Gracias a éste y otros sistemas, el cultivo granífero se ex­
dería bovina, que había mejorado sustancialmente en la década an­ pan dió rápidamente, y la expansión de los forrajes creciememente
terior gracias a la demanda doméstica, fue estimulada por la expan­ desplazó el viejo sistema que mejoraba lentamente la calidad de los
sión de las exportaciones de ganado en pie y, a comienzos del nuevo duros pastos pampeanos por medio de la acción del ganado mayor.
siglo, por el incremento de la demanda de las empresas frigoríficas. Entre 1 8 88 y 1 895, la cantidad de hectáreas alfalfadas saltó de menos de
Hasta entonces, Estados Unidos constituía el principal proveedor de 400.000 a 700.000 hectáreas. Para 1900, la superficie sembrada con
carne vacuna de Gran Bretaña, el principal mercado consunüdor de este alf�fa volvió a duplicarse.
producto. A mediados de la década de 1 R90, el aumento so; tenido La mejora del rodeo vacuno, irnpulsada por {a importación ma­
de la demanda interna estadounidense comenzó a pre::.ionar sobre siva de razas británicas, cornplernentó la expansión de los forrajes y
los saldos que se exportaban al mercado británico. Para entonces, la la rne_íora de las pasturas. La Argentina ya se habíJ constituido en el
producción del Rio de la Plata estaba en condiciones de compensarlos.
1 \0 Hoy Hora
{ti cfm.rtrur.'i'Í!Ín rlc 111/tl nueva clase terrateniente 111

principal comprado! de la producción de razas Shorthorn en la se­


gunda mitad de la década de 1 8 80. Después de la crisis, el número comie nzos de siglo, la exposición de Palermo era considerada el mayor
de reproductores in1porrados volvió a incrementarse (seis veces entre mercado de:' animales de raza del nuindo. Con motivo de la muestra
1 8 92 y 1 8 96).131 Entre 1 89 8 y 1 908, unos 9.000 vacunos de raza de 1 8 99, un periódico que servía a la comunidad británica de nego­
ingresaron al país: esta cifra contrasta fuertemente con los 1 77 in­ cios afirmaba que "los precios que aqní se pagan son suficientes para
gresos registrados entre 1 871 y 1877.136 La demanda de equipamiento demostrar que no hay en el mundo mercado para el ganado de raza
agrícola también creció de modo sostenido. como la república Argentina". 1 40
Entre 1 8 93 y 1 8 99, el valor de las exportaciones se duplicó. Para Las exposiciones rurales --quizá el símbolo más notable del po­
el cambio de siglo, la depresión había llegado a su fin, y el sector der del sector rnral, y de su centralidad en la vida argentina- pre­
rural se encontraba en vísperas de una nueva etapa de expansión. El sentaban a los grandes terratenientes como una fuerza particular­
éxito alcanzado por las exp osiciones de la Sociedad Rural en la se­ mente dinámica y progresista, y como los principales agentes de la
gunda mitad de los años 1 890 ofrece un testimonio elocuente sobre mejora de la ganadería pampeana. Sin embargo, estos grandes even­
este hecho, y sugiere bien que el clima de opinión entre los terrate­ tos, así como la institución que los organizaba, prosperaron no sólo
nientes era otra vez optimista. En esos años, las exposiciones anuales gracias a su contribución a la· mejora de los métodos de cría. En esos
de la Sociedad Rural alcanzaron gran importancia, en primer lugar, años, el sector agrario demostró su capacidad para sacar a la Argen­
porque se constituyeron en el principal orientador de un proceso de tina de la depresión económica en la que se había hundido en la
cambio ganadero de gran profundidad. 137 Las exposiciones, y las fe­ Crisis del Noventa. Ello ayudó a afirmar la posición de prestigio que las
rias que las sucedían, constituían un gran mercado para ganado de actividades agrarias habían alcanzado en la década anterior, y a la vez
raza, así corno un espacio donde se exhibían los mejores ejemplares tuvo profundas consecuencias para la consolidación del ideario te­
de la ganadería argentina y extranjera. Las exposiciones establecie­ rrateniente como uno de los rasgos que ddinían a la elite de la república.
ron "los cimientos del verdadero mercado de transacciones entre En los años noventa, las actividades rurales aparecían como una
exportadores, estancieros y cabañeros" - '" El valor del ganado de raza fuerza regeneradora. Para algunos, la gestión de una en1presa rural
vendido en las exhibiciones de la Sociedad Rural offece una buena prue­ podía aparecer como un refugio contra un mundo urbano hostil.
ba de la conciencia que los terratenientes tenían de este hecho. Entre Un prestigioso cabañero como Francisco l:\osch, que después de 1 890
1895 y 1 905, las transacciones saltaron de $ 1 50.000 a casi $3.000.000, debió pagar el precio de su cercanía a Juárez Celman, era de esta
y la ca.ntidad de animales exhibidos se multiplicó diez. veces. l." Para opinión. "Si no fueran rn{i s malditos co�1pror� isos me de ar ía �levar)
_
por mi inclinación y la <f abaña sería 1111 refugio. [En la Ciudad 1 hay
13° FCS, 1 9 de enero rk 1 k97, p. R 3 . Roberto Senillma a J - A. Chop itca, 13 de cierra atmósfera que no es nada agradable de respirar ¡y es tan puro
enero d.: l R:.>G, Senillosa, L-'1 · ! l . el campo!"141 Pero la actividad rural no era vista solamente, ni pre�
1 ;., Herbert Gibson, "La t:volución ganadera", en Cerno .AgropccMrio N. riona! (Bue­
<T dominantemenre, como un retiro del mundo. La Crisis del Noventa
nos Aires, 1 909), \\ III, p. 94. "ho-1bién Albeno B. MdrtÍna, "t.'unsideraciones sobre los fue percibida como un fenómeno esencialmente urbano, muchas
remltados Jcl censo ganadero·', Ct'IJ.JO Naciol!al de 19 !4, v. JV, Cí..·ns{J Ganrdao (Bueno s
veces como un producto de la especulación y la corrupción (moral
A.irt>s, 1 9 1 7), p. X:XXVIfJ.
para algunos, política para otros), que había dejado al sector rural
¡ ;· !.P, l O Jc marro ck l .S lJ), p . ti.
' ;� lA. 1 7 de enero d�.· lWJ'l, pp. 82-3. l3.mbién f:'CS, U dt '><-:ptiembre Je 1 R96,
muy dañado, pero con recursos suficientes como para renacer. El
p. ')j ),
¡ _:. , hcrs, Elprogreso, p. _2.20. lJn�J. muestra de la impunanc1�1 adquirid;¡_ pm la'i exposi­
.. l'i!)
<.::i.mó rurales la ofrece el l!cd-w de l.J_lle (:n las prime ros cinco rnueWd� ( 1 H75, 1 8 76, 1 878, 2:5 de )eptiembre de 1 899, p. 1 . También véase Gibson, "La evolución
RR?,
v
! N80 y 1 8 8 1 ) , sólo se cxhib�<c"Iun un prurncdio de 32 ac unm y !_ 2'1 ovinos, mientras que gaiiader;;" , p. 96: ASRA, XLVl:6 ( l 9 1 3) , pp. 'i l ) -8
lil F
entre l 81)5 y 1 899, d pr ,_,;-.¡,;,,]10 fu.: de 83) vacunos y 1 ,k 7 4 \JYJnqs rancisco Bosch' a Juárez Ce!man, 4 de sepciembre de !890, en Rivera Astengo,
juárez Cdman. p . '560.
f_a nmstruairín de 111/f/ llliCI'tl druc tt!Tr!lt!Úcl!tc 1 13

112

trm ciao sefíalaba que "hoy que la crisis llega a su apogeo, que la
sector agrario, se argumentó repetidas veces, sacaría al país de la cri­ situación se oscurece momento por momento l. . . ] hoy que el des­
sis en la que se debatÍa. No sorprende que los ruralistas estuviesen aliento cunde [ . . . ] creemos el momento más apropiado para h ablar
entre los más enfáticos defensores de este punto de vista. Diego Bau­ de todo lo referente a la agricultura y ganadería, único tópico verda­
drix, un dirigente de la Sociedad Rural, argumentaba en 1 8 9 1 que deramente rico, que anima y retempla el espíritu del más pesimis­
"es indudable que una gran parte de los capitales que se salven de la ta". w. La solución de los problemas de la Argentina, afirmaba Char­
catástrofe de la presente crisis, desengaií.ados de los resultados ruino­ les Leonardi en las páginas de Tribuna en la primavera de 1 892,
sos de las especulaciones ilusorias, buscarán su aplicación en el cam­ vendría del sector rural, "única y esencial esperanza solucionado­
po fecundo y positivon I'Íl de las actividades rurales. Argumentos como ra" . 1 "' Algún tiempo antes, Ángel Silva había percibido con agudeza
éste fueron amplificados por la prensa. El Periódico del E¡tanciero, el humor dominante. A fines de 1 8 9 1 observaba que "se nota un
por ejemplo, señalaba ese mismo año que "interrumpidas las espe­ convencin1iento general en todas las esferas sociales respecto de que
' ] " i'íR
culaciones de la Bolsa y los negocios fáciles, hechas con sólo d cam­ nuestro ro do esta en e can1po .
bio de palabras, disminuido considerablemente el número de em­ Ello dirigió la atención hacia el mundo de la producción agrícola
pleados en las reparticiones nacionales como en las casas de negocio, pa mpeana, lo que posibilitó la emergencia de una nueva r más desa­
no queda más porvenir que cultivar la tierra, que criar ganados, que rrollada prensa especializada. La década de 1 890 as!StlO_ a la apan­
establecer nuevas industrias, y descubrir y explorar minas". 145 ción de varias publicaciones periódicas, que se ocupaban de modo
Gracias a una moneda nacional depreciada y a impuestos adua­ preferencial del sector rural, de mayor densidad y envergadura que
neros más elevados, el sector industrial creció de modo sostenido en las revistas publicadas antes de la cr!SIS. El Economzsta Argentmo
los años noventa, a una tasa cercana al diez por ciento anual. 141¡ Sin ( 1 8 9 1 ) , El Campo y el Sport ( 1 8 92), La Agriwltura ( 1 892), La Sema­
embargo, a nadie se le ocultaba que la suerte de la industria depen­ na Rural ( 1 894), Gaceta Rural ( 1 896) y La Producción Argentina
día de lo que sucediese con el sector agroexportador. Incluso la pro­ ( 1 896) se cuentan entre los más importantes. Estos periódicos cons­
pia Unión Industrial Argentina, el principal representante de los in­ tituyen una fuente de enorme valor para el estudio de la economía
tereses manufactureros, reconocía que la industria a lo sumo podía rural y del mundo de representaciones que éste contribuyó a crear.
desempeñar un papel secundario en la recuperación de la economía, No puede sorprender que E! Ct1mpo y el Sport hablase en términos
puesto que su orientación hacia el mercado interno no ayudaba al francamente elogiosos del papel de los grandes terratenientes como
país a servir sus pesadas deudas externas. En 1 8 9 1 , su voz oficial líderes de la mejora de la cultura productiva del sector. De hecho,
reconocía que "la riqueza agrícola y ganadera son el cuerno de la este revista (descripta positivamente como "un periódico para el agn­
abundancia para derramar el oro al esterior", y que "las industrias cultor amateur y deportista, más que para el hombre que trabaja
propias" sólo "reducirán esa necesidad". 1 45 La búsqueda de metales duro"J/¡9), que se propuso contribuir a definir un sistema de disposi­
preciosos con las que afrontar las obligaciones externas de la repúbli­ ciones culturales que educase a los estancieros argentinos, una y otra
ca no era una alternativa realista, por lo que las referencias a la mine­ vez celebró la figura del ganadero aristocrático que emulaba al terra­
ría pronto perdieron peso. Es entendible, entonces, que el énfasis se teniente británico. Otras revistas 1nenos pretensiosas, como La Agri-
pusiese en destacar el dinamismo del sector rural, cuyas potenciali­
dades :-olían contrastarse con la aguda depresión que afectaba a mu­ 1"'' flJ:", ucwbn: de 1 89 1 , p. /Í'L
chos sr'Ctores de la economía urban::J. En 1 8 9 1 , el Periódico del E1- li"i(mna, 23 de septiembre de 1 ¡.;c)2.
1 '" flJ:·, n oviembre de 1 8 ') l , p. '1(J. � l :unbién consúltt-.�e r�\'R, 2 1 de ,tgusto de 1 8')4 ·
142 ASRA, XXIV:? ( 1 8 9 1 ) , p. I G O . p. "i ':i ; E1bdn Pabcios a Roca, 2� de fchrno de 1 8 9 2 , Archivo Roca, Archivo
C�.:neral
I·H p/;·, (J(l.
agosto d e 1 8 9 1 , pp. l , 4 - R . '' 11F, septiembre d e 1 8 9 1 , p p . 22-4. de'],¡ NJCÍ\Í n , \' 1 1 (en aJd .ullL' Rot:l ) , uqxta
' " Cortés Cunde, La tcononlia mxc11thw. pp. 2:1 0. l . 1 .. , ( :iladu en L\R., 7 de ,\f.(hl'l de 1 ,'{ •)!¡, p. 50.
' B UlA, lV: J lJ7, 1 ) de enero tk· I ,<jt) 1 . f'· 1 .
114 Rr�y Hora ! 1S
La constnrcárin de lliM lltlfl'tl dme terrt7!!'JÚcl/te

cultura o La Semana Rural, no eran sin embargo menos entusiastas ía


rurales menos sofisticadas que �<lS que predominaban en la ganader
cuando juzgaban a los grandes terratenientes progresistas, a punto reformada.
tal que dedicaron secciones enteras a trazar estilizados perfiles bio­ En efecto, la pampa presentaba un caso particularmente curiosu
gráficos de muchos de ellos, a poner de manifiesto sus logros, y a ía en­
de una agricultura técnicamente más sencilla que la ganader
describir sus estancias. Esras publicaciones siguieron con atención la entonces sucedía en las
tonces existente, lo que contrasta con lo que
expansión de la producción granífera . Pero es indudable que todo lo
principales comarcas agrícolas de Europa Occidental y América del
relacionado con la ganadería conformaba el principal foco de interés
Norte. La agricultura pampeana, muy mecantzada pero que reque­
de sus editores, que a veces eran ellos mismos productores ganaderos poco
ría de trabajos culturales muy superficiales y sumarios, ofrecía
y que, en l a mayor parte de los casos, tendían a identificarse con los que carecían de
margen para la innovación técnica. Para aquellos
capital o de conocinüentos, resultaba más se�1cdlo mgres�r en
puntos de vista manifestados por los terratenientes progre�istas. el ne�
En este punto, es preciso hacer una breve aclaración. Durante los , hacer valer su
gocio agrícola que en el ganade ro, pues allt podtan
años del cambio de siglo, !. producción granífera creció a un ritmo consec encta, los pnnctp a­
principal recurso: el trabajo familiar. En �
notable. En 1 89 5 la superficie cultivada en la provincia de Buenos tma fueron
les protagonistas de la agncultura de exportacwn arge�
Aires rondaba el millón de hectáreas; para 1 907 había alcanzado los ta­
pequeños productores de escasos medws, e� su �;ayona arrend �
tres millones, y se acercaba a los cinco en 19 1 3 . Gracias a este avan­
rios, que ingresaron en relacion es de subord 1nacton con los d u � �os
ce, en vísperas de la Primera Guerra Mundial la agricultura había provee dores de credtto
de la tierra, las compañías colonizadoras, los
desplazado a la producción ganadera como l a fuente principal de las e vanas
e insurnos, etc. Muchos de ellos eran inmigrantes. Durant
exportaciones argentinas. A pesar de esta gran expansión, que modi­ eci­
décadas' la agricultura ofreció grandes oportunidades de enriqu
ficó sustancialmente el perfil productivo de la pampa, la fuerte iden­ rnas, ero e tanto apar cía como
miento para estas figuras subalte � � �
tificación entre clase alta y producción ganadera se nuntuvo , crista­ ada por
técnicamente poco sofisticada y al mtsmo nempo domm
lizada en sus rasgos básicos. Ello no se debía solamente a que en esos
sujetos sociale s ajenos al mundo de la elite, nun�a l�gr �constit �irse
años la ganadería también atravesó un período de rápido desarrollo la agncul­
como una actividad presrigiosa. En consecuencia, s1 b1en
y soflsticación. En esos años) la dite también comenzó a observar la ante en la canasta de produc tos de
tura se tornó cada vez más import
expansión del cultivo y el nuevo mundo que ésta contribuia a crear de renta para los r r�­
exportación, así corno también como fuente .
con cierta ambivalencia . Desde los tiempos coloniale-s, siempre se una acnvt­
pietarios rurales, éstos terminaron por rechazarla como_
había considerado a la agricultura como una actividad cuhuralrnen­ c lru­
dad inferior, propia de agricultores incultos, y permanecieron �
te superior a la ganadería. f\1uchas veces se había argumentado que ganade ría, en especia l con la cna de
ralmente identificados con la
iba J ser el cultivo del suelo, y no la cría de ganado, la que permitiría fue un gran terra­
animales de raza. E.l "Rey del Trigo" argentino no
civi !izar la pampa. Durante las décadas de 1 870 y 1 880, esra creen­ one, que
teniente modernizador sino un inmigrante, Giuseppe Guazz
ClJ .fue horadada, pues entonces una ganadería reformada .se reveló grandes
nunca se insertó en la elite local. De hecho, hubo pocas
como el agente más efectivo de transformación rural de la pampa as por sus duefto s como
unidades de producci6n agrícola operad
(con la excepción de los distritos de frontera de Santa Fe, donde la agri­ empresas centralizadas. Tras una etapa inicial en � l que los t �rrate­
cultura dio lugar a la aparición de un nuevo mundo de pequehü'l pro­ culnvo de
nientes dirigieron activamente la introducción masrva del
piet.arios). De este modo, la supuesta superioridad de la agrictJ.lt ura co­ ellos se ha­
granos en la pampa, para el cambio de siglo muchm de
menzó a ser de hecho cuestionada. Ello se reafirmó en los arios noventa, tores de renG\ de nenas arrenda­
bían convertido en simples percep
t:u;;�ndo la producción cereale·ra avanzó rápidamente en la pr-ovinciJ. de �
das a pequeños y rnedia os cultivadores. Pero l a ausen �:� a de �n gru­
Buenos Aires y en o eros distritos agrícolas. El cuadro qut' entonces; t.omó · ,. gramfe .
po de grandes empresarios ligado a la produccLO.n
ra, asJ �omo
brma indicaba que esa expam;ión irnpetuos:a daba lugar a prác.rica."> cul-
su sirnplicidad tér.nica, irnpidió que el
lugar de los terratententes
1 1 Cl Roy Hom La constmcción de una nueva cl.ase temtteniente 1 17

progresisras como líderes de la modernización rural fuese desafiado ces con todo lo que saque se compre una casa central
por la expansión agrícola. En síntesis, la expansión agrícola que su­ para vivir y con todo centavo que le caiga a la mano
cedió a la Crisis del Noventa contribuyó a incorporar un nuevo ru­ ensanche su campo en Mercedes, pero él no cede: "¡ven­
bro de actividad de la mayor importancia económica y a mejorar las der tierra es un pecado!", y de ahi no lo saca nadie _� 53
finanzas de muchos terratenientes, pero no modificó sustancialmen­
ata
te su identificación primordial con la tierra y con el mundo de la De hecho, Felipe se describía a sí mismo como "rnás fisiócr
"la tierra se
ganadería afirmada en la década de 1 8 80, y que desde entonces con­ [sic] que el buen [David] Ricardo", y argumentaba que
ras, pues que la
formó un rasgo definitorio de lo que algunas visiones críticas poste­ compra pero no se vende, aun a riesgo de comer cásca
riores caliHcaron como una "aristocracia con olor a bosta".J;o renta no está en proporción con el capital que repres entan los cam­
s c?.nvenct o
pos ni muchísimo menos".1�1 Su padre no estaba meno
Para el cambio de siglo, la confianza en el potencial del sector
¿
cualqu1er
rural se tornó sentido común. Ello se advierte, por ejemplo, al ob­ de las ventajas de adquirir tierra, y en 1906 observaba que
ahora no produ jese renta es
servar la evolución de los precios del suelo. Después de la crisis de la capital empleado en tierra aunque por
se encue ntra en el
primera mitad de los años noventa, la expansión agrícola y ganadera un gran negocio. A la vuelta de un par de años
cia" . 1 55 Para
impulsó un alza sostenida de las cotizaciones de la tierra. Se ha esti­ valor de ella acumulado los intereses y una pingüe ganan
tierra era "una
mado que en la provincia de Buenos Aires éstas se triplicaron entre Pastor Senillosa, como luego recordaría su viuda, la
1 8 94 y 1 903, y luego continuaron subiendo a un ritmo igualmente mina, la vaca lechera".'" Para 1 9 1 0 , la opinió n de un gran terrate­
. ,
. l o, los contemporaneos os son los que
vel oz. 1 5 1 para comienzos d el nuevo stg
.
no niente que insistía en que "en Argentina los cuerd
que las ven­
abrigaban duda alguna sobre el valor de la tierra, que se había vuelto conservan sus tierras y compran nuevas; los locos los
otra vez una inversión segura y rentable (para muchos de ellos, por den"1 17 era tenida por una verdad de sentido común.
ser arren­
lejos la más segura y rentable en el largo plazo). Los Senillosa, a La tierra era una inversión segura y rentable, que podía
para ob;ener
quien Jorge Sábato ha retratado erróneamente corno miembros tipi­ dada a productores ganaderos o agricolas, o hipotecada
valonzacwn en
cos de una elite económica diversificada, no podrían haber tenido crédito. Por sobre todas las cosas, la tierra aseguraba
nte con lo
mayor confianza en las ventajas económicas que reportaba la tierra, el largo plazo (un fenómeno que contrasta marcadame .
dond e los activo s stem­
a la que se aferraron con tenacidad.15' Así, en 1 904, Eduardo le rela­ que sucede en otros sectores de la economía,
que no debe
taba a su tío que su herrnano pre tienden a depreciarse con el tiemp o). Es por ello
y � pesar del
sorprender que en una fecha tan tardía corno 1 905,
Felipe aün tiene a Santa Isabel sin arrendar pero ya le rural tmpulsada
continuo proceso de fragmentación de la propiedad
ofrecen el doble de lo que antes le pagaban. Por su cam­ ico y por la legisla­
por un mercado de tierras partícula unen te dinám
po en La Pampa le han ofrecido el triple de lo que le onio de modo
ción argentina que obligaba a h división del patrim
costó, por los del Chubut le han querido dar $ 1 0.000 en la provmCla
igualitario entre los herederos, un cuarto de la tierra
la legua. Tü sabes corno es Felipe, nada quiere vender.
Yo le digo que venda todo menos Santa Isabel y en ton- de noviembre de 1 904, Senillosa, 2-6�1 .
·-·-�--;�¡ Ed��;t{o Senillosa a J. A. Chopitea, 21
Senillosa, 27 de julio de l905,
h·l Felipf.' G. Senillosa a J . A, Eduard y Julio
o

1011 Senillosa, 2-6-7.


Sobre (·ste punto, me permito remitit � mi "Un ;¡specro de la racionalidad sa, 9 de abril de t <JQ'), SeniHos.a,
l'iS Pastor Senillosa a J. A., Eduardo y Julio Senillo
corporatÍV;_i. de b Sociedad RuraJ Argentina: el ptobkma di;' la agricultura (1866 ... 1 930)",
:l-6-l.
B!R, lll: 1 0 1 1 994), pp. 43.. 59, osa, 2 de enero de l 9 l S , Senillosa,
151
1 , r, Emilia ( '.hopitea de Senitlosa a Julio Seni.ll
Cortés Conde, El progreso argentino, pp. [64�6. También Adelman, Frontier
1 5 4 6.
al Gran Chaco (Buen os Aire.5,
Jules Huret, La Argen tina. Dt' BuenoJ Aim
Devefopnwnt. pp. 84,8.
1'2 ¡-;7
Sábatu, La rime dominante, pp. 195-6.
¡ 9 l .l), p. '76.
Hoy Hrmr L11 mlrrn·¡¡ccftí;¡ dt· lt!/11 1111fl'!l dasc tcrr!lteniellti' 119
1 1S

de Buenos Aires todavía se encontraba concentrada en unidades de ma de valores de los sectores económica y socialmente predominan­
más de 1 0.000 hectáreas (la situación en otras provincias pampeanas res. Hasta los afios ochenta, el verano solía pasarse en las quintas que:
era similar). 1 18 Las ventajas económicas de la propiedad rural eran rodeaban a la ciudad, o en la ciudad m.isma.16 2 Emilio Oaireaux se­
grandes, y explican bien por qué, en este período, los empresarios ñalaba en 1 8 84 que "es muy escaso el número de personas que dejan
rurales siguieron apostando por la tierra, y también por qué aquellos la ciudad para pasar en el campo la estación cálida que no es acaso'la
que habían hecho dinero en otras actividades, como la industria, más bella" . 16j En los noventa, veranear en la estancia se volvió distin­
solían invertir parte de sus excedentes en propiedad fundiaria. La guido, por lo que a partir de esos años las descripciones de estancias
tie rra también tenía un plusvalot cultural, al que pocos miembros suelen hacer referencia a este nuevo aspecto de la sociabilidad de
de la elite (o de los que aspiraban a integrarla) podían permanecer elite. Para que las estancias pudieran alojar a dueño s . cada vtiz más
indiferentes. Ni los Bunge, la dinastía intelectual más prominente prósperos y exigentes, la realización de importantes n1ejoras ilicias ��
de la Argentina del período, fue indiferente al llamado de la tierra; el se tornó necesaria. La estancia de Vicente Casares fue transformada
propio Augusto, un destacado intelectual y líder socialista, parece en esos años. En 1 892, tenía un "grandioso parque de 5 0 cuadras,
n" . 1 64 -r
·
, ·

haber sentido especial aprecio por la vida rural. En esos años, Au­ enteramente trazado, b1en
, que estado de s1mp1 e rormacw
r Hes
gusto le escribía a su hermana Delfina que "estoy en una estancia años más tarde, los trabajos estaban muy avanzados, y· la estancia,
muy modesta pero el trato encantador que se recibe y la paz del con su "extenso parque" y sus "hermosos jardines", era descripta por
campo la h acen deliciosa para mí, que adoro el campo". 1 '" La Agricultura como "alegrada en tiempos del estío y de las vacacio-
En este contexto, es comprensible que, después de los años más nes por un grupo encantador de frescas y preoosas cnaturas " . 165 En · ·

severos de la depresión de comienzos de la década de 1 890, muchos esos mismos años, Manuel Guerrero edificó una casa y un gfan par­
terratenientes recon1enzaran los proyectos de ampliación o mejora que en La Raquel, sobre el Río Salado, que l uego ampliaría en 1 905.
" ·
" r 1
Al!,1 1 os G uerrero pasa ban Cinco meses enteros" a1 ano. 1 6 Raue
-
de sus residencias rurales. La expansión de los sistemas de comunica­
ción y el alza de los ingresos rurales empujó este proceso. 1 60 Para Herrera Vegas, un venezolano que se int�gró en la clase alta argenti­
entonces, la gran ola de construcción de líneas telegráficas y ferro­ na y fue por décadas uno de sus médicos más prestigiosos, invirtió
viarias de fines de los ochenta y comienzos de los noventa había parte de su ingreso en la compra de tierra y para la década de 1 89 0 se
vuelto más sencillo el acceso, incluso a los distritos más remotos de encontraba retirado, pasando "muchos meses del año" en s u Cabaña
la pampa. 1 6 1 Todo ello hizo que los propietarios rurales se vieran im­ Luján. 167 Para entonces, los Sansinena veraneaban regularmente en
pulsados a invertir más dinero y a gastar más tiempo, en panicular, la residencia que habían edificado en Los Dos Talas . 1 68 En la década
tiempo de ocio, en sus establecimientos rurales. de 1 890, 'Iomás Severino de Anchorena seguía viviendo, como era
El uso de la estancia como residencia veraniega formaba parte de habitual algunas décadas antes, en el piso superior de Lma casa de
un nuevo estilo de vida, que revela un profundo cambio en el siste- altos de su propiedad, cuya planta baja, ocupada por un almacén, lo
proveía de una renta urbana. Pero ya había hecho construir una im­
15H
BMA ( 1 906), p. 470. TJ.mbién véase !SR, J o de julio de 1 9 0 5 , pp. 1 4 68-9;
portante residencia en su Tres Lomas. En esta estancia de 24.000
Adelman, Fromier Devefoprnent, pp. 88-94.
l'i'J Augusto Bunge a Delfina Bunge, slf, citado en Eduardo José Cárdenas y Carlos
1'•c
ST 1 o de marw de 1 882; 16 de enero de 1 886. Hogg, Yahil uúja,
p. 194.
Payá, I.rr Argmtintl de lo.-; herman os Bu11ge (Buenos Aires, 1 9 9 7 ) , pp. 24 , 203.
11'" Al.[!tllH JS ejemplos en ECS, 17 de septiembre Je 1 .S92, p. 27: 24 de septiembre ,,,; Daireaux, Vida y ctHtllm/;res, v. I . 1 3 0 .
de l .S')2, p. 43; 1 K de marzo de 1 8 93, pp. 693-4. Ta mbién LA, 8 de julio de 1 R 9 5 , p. ''" ECS. 2 4 de septiembre d e 181)2, p. 43.
)57: 5 de septiembre de J K 9 5 , p. lí79; J O de octubrt' de 1 8 9 5 , p. 795; 28 de noviem­ 1 "1 LA, 18 de abril de 1 8 9 5 , p. 3 1 6.
1 1'" Yuyú Cuzmjn, El paú de !m e_(fancim (Buenos Aires, 1 9 99), p. 'i lJ .
bre de ! 8 95, p. ! 52 , y 28 de enero de 1 8 97, pp. 58-9.
-
''' 1 C :olin M. Lewis. Hritish RailuM._vJ in Argmtiflrl, 1857-]!)14. A (j., Stlf{{v 1{ • 1 " lA, 3 0 d e junio d e 1 8 98, pp. 3 8 'i - ó.
. , ' Fernando Eliz:aldc, L11 /J('redad { Buenos Aires, 1 1)8 0 ) , p p . 1 (1-7
, ---:'7-!:i.
hnng¡¡ /Jfi!C.,tJI!cnt {Londres, 1 9R3), p. 4'i-72.
120 La constmcciórl de urld nueva clase terrateniente 1 21
Roy Hom

hectáreas que había sido el "generador de todos los bienes [de An­ tor, le escribía a su hermano.171 Para el cambio de siglo, la casa
chorena] y de la amplia vida llevada en todo momento" por su fami­ contaba con línea telefónica y un equipo generador de electnCJdad,
lia, este Anchorena había mandado edificar "una casa habitación de un gran parque, capilla, cancha de tenis, y llegó � albergar (mclurdo
2 pisos, construida de materiales de p rimera calidad", con diez dor­ el personal doméstico que acompañaba a las vrsrtas) unos cuarenta
mitorios.169 La profundización, a veces incluso la creación de las raí­ huéspedes. m Para entonces, los Senillosa creían que su San Fehpe
.
"se puede contar entre las estancias de mayor em bell ectmtento " 1 74 . ·
ces rurales de la elite en este período, se advierte también en guías
sociales como la Guía de Familias de 1 8 99, que ofrecía información Formar parte de este grupo selecto no era sencillo y de hecho la
tanto sobre las residencias urbanas como sobre las rurales de las fa­ estancia de los Senillosa no se hallaba entre las más impactantes. La
milias de clase alta. notable prosperidad de la década y media que precedió a la Gr�n
La construcción de una residencia confortable y espaciosa en la Guerra hizo que el gasto en la ampliación y mejora de las resrdencras
estancia de Pastor Senillosa, en el partido de Ayacucho, ofrece un de la elite se volviera habitual. Al igual que otras clases propretanas
buen ejemplo de esta transformación, algunos de cuyos detalles po­ latinoamericanas, los grandes terratenientes del cambio de srglo se
demos seguir gracias a la abundante correspondencia de la familia lanzaron a edificar fastuosas mansiones en el nuevo Barno Norte Y
en Buenos Aires con los jóvenes que se educaban en Estados Unidos. en Palermo. Lo que llama la atención, sin embargo, es 1� �onstruc­
Hasta comienzos de la década de 1 890, San Felipe no tenía una casa ción de residencias rurales no menos extravagantes. Cast stn excep­
en la que los Senillosa pudieran alojarse, y de hecho sólo era visitada ción, las grandes casas rurales de la pa pa fu ron edi cadas (o pro­ �
� �
por miembros masculinos adultos de la familia por motivos siempre fundamente remodeladas) en este penado: Vrlla Mana, de Celedo­
vinculados a su funcionamiento como ernpresa. 170 A comienzos de nio Pereda; La Biznaga, de los Blaquier; 1-luetel, de Concepción Unzué
la década de 1 890, la estancia sufrió un gran cambio, pues entonces de Casares· La Candelaria, de los Piñeiro; y Chapadmalal, de Mr­
fueron construidos un gran parque y una casa confortable, donde guel A. M rtínez de Hoz, se cuentan entre las más magníficas, y
� .
por p�imera vez los Senillosa pasaron la estación estival en 1 89 5 . constituyen verdaderos testimonros de la exrstencra dorada que lleva­
Para ellos, como para muchos otros terratenientes, se trataba de una ban sus dueños. Estas y otras grandes casas de campo se erigiera� en
experiencia novedosa. ''A mamá y los nenes 1es ha sentado divina­ medio de parques y jardines no menos impactantes, como el que "on­ :
mente el campo. Van ya tres meses que están y no han sentido ni un cepción Unzué hizo construir en Huerel. En esta esrancra de m s de

resfrío siquiera, así que están contenrísimos con la estancia, pensan­ 65.000 hectáreas su dueña mandó hacer un parque de 400 hectareas,
do en volver el verano próximo, con más cornodidades , puesto que donde plantó unos 400.000 árboles. Muchos de estos parques fueron
estarán listos los chalets y el nuevo parque", escribía uno de ellos diseñados por Charles Thays, el gran paisajista del período.'"'
cuando el primer verano de estancia llegaba a su fin. 1 7 1 Después de
--¡;;-Emilia-Chopitea de Senillosa a J. A. Chopitea, 9 de abril de 1896, Scnillosa 2--5-
1 8 9 5 , los Senillosa se desprendieron de su quinta suburbana y :
concurrieron regularmente a San Felipe de diciembre a abril (sal­

l l . También Hortensia Senillosa a Emilia Chopitea, 26 de septiembre de 891, ,�emUosa,
2.- 5 1 1, Mabd Senillosa a J. A. y Julio Senillosa, 9 de enero de 1 907, Semll sa, 2-6 ·-4-
e

vo cuando se encontraban en Europa). El veraneo en la estancia �


¡-'' Pastor Senillosa a J. A. y Julio Senillosa, 3 de febrero de 1 907, Semllosa, 2·6-4,
no atraía sólo a los varones de l a familia; las tnujeres no eran Roberto Senillosa a J. A. Senillosa, 4 de marzo de 1 906, Senillosa, 2 " --3-
17i �
i"o
menos entusiastas al respecto. "Estamos ya en abril y no permito Para desnipciones de estas y otras estancias, consúltese Air , Argenttntt.

�.m
se hable de viaje a la ciudad", Emilia Chopitea, la esposa de Pas- Grandes httmdas; Francisco Scardin, La t·standa drgentina (Buenos Aires, 1 90S); C r

los BlaquíCl, Ltr anpre.ra agraria argentina. Biografta df' un establecimien�o de la prol'111
era de Buenor; Airer (Buenos Aires, 1 9 67) ; Nuestras Estancu1J. 50 estanc:as representatt·
_
lm Sucesión TOmás S. de Anchorena, ff. 9 1 , 64.
vas dr !tt Rep1íblica Argentina (Buenos Aires, 19?3); Regioald Uoyd (editor), Twentuth
1"0 Sobre San Fdipe, véase ECS, 18 de abril de 189 .3 , pp. 808··9, y LA, 25 de julio
de 1895, p. 57 1 . Céntwy lmpresstons
- · of·Argentma
· (Lon don, !"7 1 1 ), PP· 548-52·' W· H· Koebel. Mmüm

1 ' 1 Ricardo Seniliosa a J. A. Chopirea, 30 de mar:z.n de 1 8 9 1 , Scnillosa, 2 .. 5-1 1 . Argentina (London, \ 9 1 0), p. 194.
l.tl rOimrm-riún d� 111/il nu�t•a rlo� ll'mllrnimu· 123
122

Un establecimienro modelo, sin embargo, era algo más que un gente, introduciendo los métodos más moJemos de
lugar de recreo. Para una elite socioeconómica tan orienrada hacia el cultivo de los campos, así como los sistemas más per­
mundo de los negocios como la argentina, lo que volvía a un terrare­ feccionados de crianza del ganado y de su mesrización,
nienre prestigioso era, en primer lugar, el éxito empresarial, en espe­ hasra llegar a la pureza [ . . .] La vida que llevábamos en
cial (y esro segurameme valía más para los encendidos en los asuntos esos veraneos [. . . ] era casi de chateatt; de sala, corredor y
rurales) si éste era obtenido en el terreno más exigenre, costoso y parque; a la bombacha y la bota las reemplazaban los
técnicamente sofisticado: el de la cría de reproducrores. 1 76 Una des­ bruches y polainas, al pañuelo al cuello la corbata a doble
cripción contemporánea de la producción de animales finos sugiere vuelta, al chambergo la gorra jockey.181
bien qué imágenes evocaba la cría de animales de raza. De acuerdo a
Miraflores era una de aquellas estancias en las que, como Paul
EL Campo y fl Sport, se rearaba de "un negocio; y mucho más que eso
Groussac había observado con aprobación algunos años antes, todo
todavía l . . .j escuelas de trabajo; y mucho más aun [ . . . ] campos de
lo que recordaba el pasado primitivo de la pampa había desapareci­
honor. De allf está surgiendo la aristocracia argenrina, la noble raza
do, y en las que la vestimenta de etiqueta era de rigor a la hora de la
del terrateniente ganadero y agricul ror".177 Para Pastor Senillosa, esta
cena.182 En ese mundo, señalaba con orgullo Ramos Mexía, "¡ando
actividad tamhién tenía un atractivo particular: "Papá obtuvo pri­
como pez en el agua!"183 Este prominente miembro de la clase rerra­
mer premio en la Feria Exposición con una yunra y una porrilla de la
renienre argen tina, destacado productor agrícola, varias veces secre­
estancia ganó d 14 una carrera en el Hipódromo. Te lo digo por si
tario de Estado y abogado de diversas empresas ferroviarias británi­
cuando e�cribes quieres halagarlo", le recordaban a su cuñado en
cas, fue el primer latinoamericano en ser aceptado como miembro
1 899. 178 Los comenrarios de James Bryce sugieren que lo que grati­
de la Real Sociedad de Agricultura de Gran Bretaña. Ramos Mexía
ficaba a Senillosa no era menos importante para muchos de sus cole­
también presidió la Sociedad Rural por varios años en la década de
gas. Este miembro de la aristocracia británica observaba que "tener
1 900, cuando no era raro que ésta fuese descripta como "la sociedad
animales de primer orden es aquí una cuestión de orgullo, quizás
más poderosa en esta parte del rnundo".181 En 1 9 10, cuando la Ar­
más que una cuesrión de negocios". 1 79 Desde la perspectiva de mu­
gemina se preparaba para celebrar su centenario, esta instituc ión re­
chos rerrarenienres, orgullo y negocios, prestigio y ganancias, quizás
unía unos tres mil asociados, entre los cuales hallamos a cas1. rodos
no entraban en conrradicción. La descripción de Miraflores, la es­
�nmo a
aqu<'llos que disfruraban de riqueza y prestigio social, así
tancia de Ezequiel Ramos Mexía, sugiere la "ínrima unión de la reo­ .
muchos otros que deseaban imitarlos. Para entonces, su gran exposi­
ría con la prácric.t, de lo positivo con lo agradable, de lo ideal con el
ción anual, se había convenido "quizá en el evento más importanre
negocio", al que muchos terrarenienres aspiraban.180 El joven Adolfo
del calendario argenrino".185
Bioy, que pasó largas temporadas en la estancia de Ramos Mexía a
El ascenso de la Sociedad Rural no es más que un aspe< ro de un
comienzos de siglo, recordaba que
proceso de cambio mucho m.tyor: aquel que impulsó la tramforma­
Miraflores era la estancia modelo que Ezequiel Ramos ción de la anividad rural en la pampa, y que creó las condi< iones
Mexia había realizado en treinta años de trabajo inteli-
- �Adolfo Bioy, Años dr modrdad !Buen m Aires, 1 96:5), pp. 47-S J . Air.t, Arxrnti­
J/•1. L.tj gr:mdn I'Stanria., p. 1 20.
•·• Hurcr 1 a Arg, ntina, pp. 131 -l. 1 N. 23 de oc.tubre d.: 1 893.
• - Er .:�. 1 3 de: ,epuembre de 1898, p. 71'J. �zcquid Ramos Mcxia a José L 1-a�e:., 1 (, de diciembre t.l,· 1 '.lll4, hl¡!.c,
•·• Fdipe l ; , Sen illnsa a J . A. Chopi1c.t, 17 de ma) o d. 1 8 99, �cnillosa, 2-'i- 1 l . • RRR 2.9 dt. febrero de 1909. p. 309.
,.,, Jam-:5 Bryre .\outh A muir,/. Objuvatiom and lmprrt>iom ( l .ondon, I 'J 1 2.), p. ''' 1 ;ordon Rns�. Argmti11n tmd Umt,uay (Loud res, 1 '> 1 7), p. X9. T;unhi,.n WaJ rt>r
32 1 ; Koeb�l. Modm1 Argentina . p. l 'J3. 1 .trdcn Fsr.mci,, Ufr. Agrim/mral. f.ioMmu. 1tnd C.rt!turnl As¡wtJ oJAr�mtt"' hn
"" ECS, )A U• >epricmbrr de I X 92, p. 43. ltiÍIIg ( l .ondres, l lJ l l , r.:cdic..ión Deuoit J ' P4l. p. 4 1 .
1 24 Ru_y Hom
125
La conJtrttccüín de lllltl nueva clase terrateniente

que hicieron posible la identificación de la elite argentina con los en


valores del mundo rural y ganadero. En el grupo económica y social­ ca que el ingreso per cápita fuese casi cinco veces más alto que
países de po­
mente predominante del cambio de siglo ya no quedan rastros de las Brasil, y que, si bien estaba bastante lejos del de otros
encima
visiones, todavía comunes en las décadas de 1 8 60 y 1 870, que des­ blamiento reciente como Canadá o Australia, se ubicase por
que la
cribían a la cría de ganado corno un obstáculo para el desarrollo del promedio de Francia 1 90 Datos como este confirmaban
Argentina podía calificarse con cierta justicia como una nación exi­
e�o �ómico y la vida civilizada, y a la agricultura con1o una empresa
tosa. Los grandes terratenientes habían presidido sobre una impe­
tecmca y culturalmente superior a la ganadería. Cuando en 1 908 ura
Herbert Gibson y Godofredo Daireaux trazaron un panorama de tuosa expansión rural, que había permitido diversificar la estruct
su dinarn ismo a otros sector es de
los cambios que la pampa había atravesado en menos de medio si­ productiva, que había trasmitido
a nueva s fortu­
glo, ambos sefialaron que la construcción de una nueva civilización actividad y a otras regiones, y que había dado lugar
. De
rural no se había fundado sobre el arado. Por el contrario, afirma­ nas, construidas en el sector rural pero ran1bién en otras esferas
a largo
ban, ésta había sido impulsada, en primer lugar, por la transforma­ rodas maneras, varias décadas de incremento desigual pero
habían dejado por legado una
ción de la ganadería. "6 Habían sido los grandes estancieros moder­ plazo sostenido del precio de la tierra
ad (en el co­
nizadores los que habían constituido la cara más visible de ese nota­ situación en la que el éxito en otros terrenos de activid
r una
ble proceso de cambio rural. Ello había hecho a la ganadería tan mercio, las finanzas, la industria), difícilmente podía genera
los niveles de consum o conspi cuo
central a la definición misma de la clase propietaria que la Sociedad masa de riqueza capaz de emular
menos permi tir com­
Rural podía por fin vanagloriarse de que "nada hay más netamente de los mayores señores de la pampa> mucho
pal y
nacional, en este país L . ] que la ganadería, cuya culminación entre
.
pras masivas de tierra con1o las que confOrmaron la base princi
s. Es
nosotros es ya evidente". 1 8 7 más sólida de las fortunas de las grandes familias terrateniente
apenas treinta o cuaren ta años antes
Como resultado de este proceso, una clase terrateniente profun­ por ello que una clase alta que
arina,
damente renovada se había colocado en el centro mismo de la vida había perrnitido que inmigrantes exitosos como los Sanram
los Duggan, los Duhau o los Luro ingresaran en sus estrato s más
nacional. Desde esa augusta posición, dictaba el tono de la sociabili­ se estaba
dad de clase alta, extendía su poderosa influencia más allá de las filas selectos gracias al puro poder del dinero, para el nuevo siglo
y elitista. Conw varios observ adores
de los mayores privilegiados de ese orden, y ejercía una considerable tornando crecientemente exclusiva
s se estaba n separa ndo
influencia sobre la elite política que regía los destinos de la repúbli­ entonces percibieron! los grandes terrateniente
en cualqu ier
ca . Durante la década que precedió a la Gran Guerra, la economía del resto de la sociedad argentina más claramente que
terrate·
argentina creció a unct tasa que ha sido estimada en cercana al ocho momento del pasado .1 91 Los estratos superiores de la clase
europ eas much o más recepti­
por ciento anual, una cifra que pocos países del momento podían niente incluso encontraban a las elites
. Algun os ya
emula r. 1 8 8 Para 1 9 1 3 , las exportaciones argentinas, compuestas casi vas a la nueva riqueza proveniente de esta parte del mundo
rado su
_
exclusivamente por productos de la pampa, representaban cerca de se educaban en colegios como Eran, e incluso habían comp
19 2
un tercio de las ventas al exterior de roda Arnérica Latina. No era un ingreso en el mercado n1atrimonial de la nobleza continental.
logro menor para un país que, como la Argentina de entonces, tenía I'!U
!bid, p, j_ 5 l .
Julio Monzó, "Las clases dirigentes", RACP, v. VI
menos del diez por ciento de la población de la región. 18'' Ello expli- ( 1 913), pp. 392�4; Ross,
l'll

3.-4; Tulio Halperin Donghi , "La integración de los inmi­


Argentina and Umguay, pp.
a. Un comenta rio", en Ferna.nd o Devoto y GianEmsto Rosoii
1�'· Daireaux, "La e.'.talkia ;.ugemina"; Gibson, "La evoluci,ín gan<1deH". grantes italianos en Argentin
lsc (editores) , La inmigración italiana en lo Argentina (Buenw;
Aire�, 1985 ), pp. 'J0-3.
Citado en Frers, El progrew, pp. 1 9 0 ·1 .
lsK H!
Lloyd, Tiventieth Century lmpressiom, p. ))"l: RRI? 1 4 de junio de 1935, 9; Diana
Cortés Conde, La e,·o!lomfrt ,rrgenti1w, pp. 230- 1 .
19th ( .'entury A rgentina, tesis docwral
lwJv·tctor
- Bu1me!·· T'Iwm,,- �_
- __ · History
.1,hr· Econonuc
· ofL,uin Amenm since lndepen- Hernando, Cas-a }' f'dmilia: Sp11tial Biogm phiu in
ia, Los Angeles, ! 97 J, pp. 336, 5 1 7; Sáenz Quesada, LJi
dence (Cambridge, l lJ94), p. () ! . inédita, Universidad de CalifOrn
estancíeros, p. 290
127
La comtruccián rlt /1/'/rl nw:1Jr1 clase terrateniente

12<1 Rr�y Hora


por ello que , com o afirmaba Mabel
tierra eran cosa del pasado\Y es
os caballo�; buena casa confor­
Para los argentinos de comienzos del siglo veinte, la clase terrate­ Senillosa en 1 907 , "un lacayiro, lind
de r�cr�o eran necesanas para
niente aparecía como un elemento particularmente sólido y estable table" junto a "un a agradab le est�ncia
Ello md1ca que, par a entonces,
del orden socioeconómico. El hecho de que la llegada a la cima de la atisfacer "las vanidades sociales _!'l7
aria urbana que por décadas había
sociedad implicara casi obligatoriamente la compra de una estancia a recreaci ón de una clase propiet
o actividades poco meno : que
;
indica bien la seducción que la tierra ejercía sobre aquellos que de­ considerado a las tareas rurales com
en los años en. que la SoCiedad
seaban integrarse plenamente a la elite argentina. Incluso los líderes denigrantes, laboriosamente iniciada
alcanzada. S1 fuese necesano
de la Unión Industrial, que entonces ya era reconocida como la más Rural había sido fundada, había sido
ce la comunión final �ntre la
import�nte asociación de empresarios manufactureros del país, acep­ buscar un acontecimiento que simboli
_ ser la elección de un m1embro
taban sm nmguna reserva que los grandes terratenientes conforma­ elite y la tierra, quizás éste debería
stía prop1etana argentma del
ban "el exponente más alto de la cultura ciudadana, la cúspide de la muy prominente de la más famosa dina
iedad Rural. En 1 866, los An­
pirámide social, el punto de mira hacia el cual convergen las miradas siglo XIX como presidente de la SoC
la Sociedad Rural con not ona
de las capas inferiores". 193 Invariablemente, los que visitaban la Ar­ chorena asistieron a la creación de _
más tarde algunos m1e mb ros de
gentina a comienzos de siglo destacaban la centralidad de los terrate­ indiferencia, y sólo algunos año s
ante largas décadas, muchos
nientes en la vida nacional, que muchas veces consideraban, erró­ esta fam ilia se sumaron a sus filas. Dur
plos dpicos del terrateniente au­
neamente, como un dato presente desde tiernpos inmemoriales. de ellos permanecieron como ejem
transfo rmar. Cuando Juan An­
Georges Clemenceau, por ejemplo, observaba en 1 9 1 O que Argenti­ sentisra que los ruralistas deseaban
rdó como uno de los hom bres
na era "un país donde todo hombre que se respete se debe a sí mismo chorena falleció en 1 895 , se lo reco
nio se contaba la p ropiedad de
poseer algunas leguas cuadradas". 194 La inclinación por imitar rasgos más ricos del país (en su patrimo
muerte no fue lamentada por
de este grupo social era también señalada por James Bryce, que se cerca de un millón de hectáreas). Su
anciano era considerado como
vio igualmente sorprendido por la importancia que los emprendi­ muchos, en gran medida porque este
tiempo oscuro, de una era que
mientos rurales tenían en la vida de las clases propietarias. Para este uno de lo� últimos exponentes de un
ir. Uno de los obituarios que le
observador, no era la participación en la vida pública, o la actividad estaba fatalmente condenada a mor
ca hostilidad, que "no podríam� s
financiera o industrial, sino "la estancia, sus ganados y sus cosechas, dedicó la prensa afirmaba, con fran
btenestar de sus �ontempnr � K
y las carreras de caballos, con sus apuestas, las que están siempre en afirmar que sus acciones en pro del -
estuviesen en. :el �c1on con la �1-
la mente y las conversaciones, y las que moldean e.l carácter de la
clase más adinerada".195
neos, 0 sus propios compatriotas,
queza que d paú le confió, o �l. rr,1e �
os le perm
_itlO n�tar. Í �en?��� � �
. Dos decad ,
una de ellas .
"Todos los 'grandes argentinos' con quienes he tenido el honor de muchas estancias, nnnca vtslto nwg
horena fue ungido presidente de
de conversar me han hablado de sus estancias con un lujo de detalles más tarde, joaquín Samuel de Anc
primer Anchorena en ocupar la
que rnostraba su atención siempre presente y su actividad en busca la Sociedad Rural. Este hombre, el
enecía a un tipo hum � no muy
.
de nleJOras ". ' " Estas afiJrmacwnes de ese gran hombre de mundo
. presidencia de e�ta asociación, pert
un modelo de estanoero � ro·
q11e fue Georges Clemenceau sugieren bien que, para 1 9 1 0, todas distinto. Un cabafiero de renombre,
de la Fac�ltad de Agr� nomta ;'
las ambigüedades propias de la relación entre la elite argentina y la gresista, por largo tiempo decano
Jockey Clu b \Y tamlHen su, pr;­
Veterinaria, miembro destacado del
uctpal, A.nt.horena fue eltgK.tO
1'" BUlA, XXIII:49 1 , 1 5 de noviembre de 1909, p. 2, sidente), �lgun;a vez mtendente rnur
1')'' Georges Clemenceau, Notm de ¡iitlJe por América del Stit <Buenos Aires, l SJ86),
P· 96. También Huret, La krge ntina, p. 223; Adolfo Posada, la República Argentina. 4.
t."mbrt de !. 907, Se:-nill os<.l, 2-ú-
·-;:;::·r;,:.¡��;�:j �eniUo�a a Julio Senillosa, 30 d\"
�epti
!mpresiones y comentarim (Madrid, l �Jl2), p. 420.
1 1.
I'J' Bryc{,, South America, p. J4 ) . H� RRR 26 de nt.tubre dt 1 8�>5. p.
l'h· Clemenceau, Nott!S df viaje, p. 97.
128

IJI. TERRATENIENTES Y POLÍTICA


par a ocupar la presidencia .
de la Sociedad Rural en
· ·
tres ocaswnes EN EL CAMBIO DE SIGLO
consecuttvas. E�ste ¡ ogro ¡)ar . ,
' a el que no exis tlan antecedentes da
. nt
cue _a_de l transformación del
� dan terrateniente más fJro
de la lust ona rnin;.tlte
. de la repu'bl'tca. (....o
' . 1ocado en un con texto má
,
. n tlustra la s am )lio ,
tambJe metamorfosis de una elite
, que elig ió a un h orn¡ bte
.
com o Joa . q uin de Anchorena --··s
ímbolo de riq ueza y pre · ·

dición y modernidad- . . sug w, tra­


. P ara regn los destino
. . ., s de la más prestigiosa
mst nucwn terrateniente en '
su momento de apogeo.

La profundidad y la velocidad de la transformación social impulsa­


da por la expansión agraria que alcanzó su momento de rnayor dina­
mismo desde la década de 1 8 80, produjo una diferencia cuali tativa
en la historia del proceso de formación de clases en la Argentina. En
esos años, la economía de mercado terminó de con.solidarse y los
contornos de la sociedad capitalista se volvieron más nítidos. El de­
sarrollo de una clase terrateniente más poderosa, y también rnás cons­
ciente de sí rnisma, fue un producto típico de este período. Por un
tiempo, sin embargo, algunas consecuencias políticas de este cam­
bio permanecieron ocultas, A lo largo de la década de 1 880, los
estancieros mantuvieron una notable unidad de miras: cualesquiera
háyan sido sus sentimientos personales hacia la adrninisrración del
PAN, todos parecían advertir muy bien que desafiar al gobierno era
una tarea que estaba más allá de sus posibilidades. Si bien las críticas
al gobierno no faltaron en esos años, los estancieros nune<:l mostra­
ron -interés en adoptar una actitud rnás comprometida en la vida
pública. Las razones son comprensibles. El orden estatal nacido en
1 8 80 no sólo era demasiado poderoso como para ser desafiado; el
clima particularmente favorable para el desarrollo de la actividad
rural c¡ue el PAN babia colaborado decisivamente a crear también
hada que el activismo ruralista resultara menos urgente que en el
�asado. Como m uchos e�tanderos entonces percibieron con clari­
dad, los años ochenta fueron una década particularrnt'nte buena para
hacer negocios, y parti<-:ularmente mala para irnpuLsar cLtaJqu1_er pro­
yt>cto de activismo político
Durante esos años de creónüento y estabilidad, es"i:e modo de
n�lación entre rerratenien r.e:; y EsL:tdo produjo beneHcios para drn-

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