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COVIDIOTAS
INTRODUCCIÓN
1Los opuestos se atraen
2Robin Hood
3Ojo con el ajo
4Permiso para aterrizar
5IT´S RAINING… ¿Perros y gatos?
6Una para el camino
7¡Vaya rollo!
8Keep calm…. y bebe vodka
9Como cabras
10Me provocan
11Se montó el pollo
12Sobre railes
13Dos leones
14¡A las armas!
15Mujer con chispa
16El duro de Berlín
17Como peces en el agua
18Karma instantáneo
19Tecnofobia
20El Covisouvenir
21Parque confinásico
22Morder la mano que te cuida
23Sí, Primer Ministro
24¿Perro otra vez?
25Sin vergüenza
26No nos moverán
27Siguiendo al líder
28Falta personal
29Ministro de no defensa
30Dinero sucio
31Abrazos gratis
32Amor en tiempos de Coronavirus
33¡No puedes pasar!
34Haciendo La Pascua
35TRUMPeando
36No lo intentes en casa
Apéndice
INTRODUCCIÓN
Primeramente, nos gustaría aclarar que este libro no ha sido escrito con la
menor intención de causar ofensa alguna de ninguna clase.
La pandemia del coronavirus ha sido y todavía es, una crisis humanitaria
que ha costado la vida de miles de personas y la ruina a millones de ellas, tanto
directa como indirectamente. Nuestro más profundo cariño está con aquellos que
fallecieron o perdieron seres queridos y tantos sueños en esta terrible tragedia.
En los primeros meses de 2020, hemos visto y leído historias
desgarradoras sobre la lucha por la vida contra este enemigo invisible, la mayoría
de las cuales nos han conmovido profundamente. Cuando intentamos comprender
la magnitud de la situación nos dimos cuenta de que debíamos buscar un poco de
esperanza y buena cara en este momento tan oscuro y, por qué no, compartirlas.
Y así, encerrados en un apartamento en el norte de España en plena
cuarentena surgió la idea. Tras lograr llegar aquí por los pelos desde Nueva
Zelanda, unas horas antes tan solo de que cerraran las fronteras y tiraran la llave,
donde pasábamos por cierto nuestra luna de miel, y tratando de recuperarnos de
nuestro duro viaje de regreso, escribimos este sencillo libro que no tiene otra
pretensión que entretener dejando constancia de increíbles hechos que forman ya
parte de nuestra historia.
Huyendo un poco de tantas noticias tristes repletas de cifras de
contagiados y, por desgracia, cifras de muertos contados por millares, hemos
pasado nuestro tiempo buscando esas gemas ocultas que mantuvieran con ese
poquito de humor que se necesita para mirar hacia el futuro y que ha sido el escudo
para los seres humanos desde el principio de los tiempos. Otras noticias, aunque
poco graciosas, son lo suficientemente excepcionales para que nos asombre que no
sean fruto de la ficción.
Por otra parte, discúlpanos si parece haber una cierta inclinación hacia los
artículos de noticias de España, Gran Bretaña y Nueva Zelanda, ya que nuestros
estrechos vínculos con estos países nos hicieron seguir con avidez sus eventos, no
implica que haya más Covidiotas por metro cuadrado (o tal vez sí). Nuestras
disculpas, (o tal vez no) si no hemos incluido a los Covidiotas de tu país.
Q
ue el aislamiento puede inspirar grandes ideas a los
humanos es una gran verdad. Muchas creaciones son el
resultado de personas recluidas en sus casas por una u
otra razón.
“Frankestein” de Mary Shelly, sin ir más lejos, es un buen
ejemplo. Este libro se cree que fue escrito como consecuencia
del aislamiento de la autora por una erupción volcánica y sus
duraderas consecuencias.
Tampoco es coincidencia que países frecuentemente
golpeados por el clima, como son Escocia y Finlandia, puedan
reclamar un gran número de increíbles inventos a lo largo de la
historia.
Sin embargo, el astrofísico australiano Dr. Daniel Reardon
realmente no se encuadra en la categoría anterior.
Tras enterarse de que el COVID-19 podía ser transmitido
principalmente por las manos infectadas, el doctor Reardon
comenzó a aplicar sus conocimientos de pulsos y ondas
gravitacionales para inventar un dispositivo que ayudase a
prevenir el contagio del coronavirus.
Utilizando poderosos imanes de neodimio creó unas
pulseras que se pondrían en ambas muñecas y que,
combinadas con un collar, podrían convertirse en ese gran
descubrimiento. El mecanismo del collar reaccionaría
haciendo un ruido cuando se aproximasen cualquiera de las
manos, avisándonos así, de que están cerca de la cara. De esta
manera, si se evita el contacto, se evita el contagio.
La teoría podríamos reconocer que no está mal, pero
desgraciadamente, este invento no funcionó como su creador
esperaba y los hechos no le dejaron otro remedio que desechar
esta idea.
Entonces, ¿qué es lo siguiente que hace un altamente
cualificado inventor-astrofísico? Aunque su forma de
expresarse no está al nivel de sus conocimientos, queremos,
por eso mismo, que descubras lo acontecido a través de sus
palabras textuales:
“Todavía estaba yo un poco aburrido jugando con los imanes.
Es la misma lógica que cuando pones pinzas en tus orejas –
los abroché a mis lóbulos (los imanes) y después los puse en
una de mis fosas nasales, y la situación empezó a ir cuesta
abajo bastante rápido cuando puse más imanes en mi otra
fosa nasal”.
Ciertamente, las cosas fueron cuesta abajo. El Dr.
Reardon puso dos imanes dentro de los orificios de su nariz y
otros dos por el lado de afuera. Cuando quitó los imanes del
exterior de sus narices, los dos interiores se pegaron
fuertemente.
“Después de luchar por 20 minutos, decidí consultar a
Google el problema y encontré que la solución era…¡más
imanes!. Debía ponerlos en el exterior para compensar el
tirón de los de dentro”.
Él mismo continuaba explicando la situación:
“Mientras estaba tirando hacia abajo para intentar
liberar los imanes, se abrocharon y perdí el agarre. Además,
estos dos imanes terminaron en la fosa nasal izquierda,
mientras otro estaba en el derecho. Y en este punto, agoté los
imanes”.
Sin más imanes para seguir intentando liberar a los
anteriores, pensó que debía recurrir a unos alicates para
separar los que estaban atascados en su nariz, entonces:
“Cada vez que acercaba los alicates cerca de mi nariz, mi
nariz entera se movía hacía los alicates y se pegaban a los
imanes”.
También comentó que:
“Era un poco doloroso en este momento”.
Finalmente, y pudiendo todos imaginarnos lo complicado
y doloroso de la situación, acudió al hospital más cercano en el
que, curiosamente, trabajaba su pareja. Después de risas y
burlas de los colegas de su mujer, consiguieron quitarle los
imanes, y declararon, extraoficialmente por supuesto, que el
incidente fue debido a un caso de “aislamiento y
aburrimiento”, suponemos que el comienzo de un nuevo
diagnóstico para la medicina mundial.
El informe médico oficial concluyó con las palabras
literales: “Niega dificultad para respirar, niega más imanes”.
2 ROBIN HOOD
Q
uizás deberíamos disculparnos por incluir tantas historias
de políticos, pero ¿qué podemos hacer nosotros si ellos
parece que simplemente no pueden evitarlo? Es tener
que hablar en público y soltar alguna covidiotez.
El siguiente en nuestro “salón de la fama”, es el ministro
de salud de Nueva Zelanda, el señor David Clark.
Nueva Zelanda entró en un estricto cierre de fronteras el 25
de marzo de 2020, y aparte de unos pocos surfistas y un grupo
de saltadores de puentes, la gente acató (más o menos) las
reglas durante el período inicial de cuatro semanas. Mientras,
el país permaneció relativamente indemne en comparación con
gran parte del resto del mundo.
El gobierno kiwi hizo grandes esfuerzos para enfatizar la
importancia de quedarse en casa y sólo salir para lo esencial y
hacer algo de ejercicio en su “burbuja familiar” y siempre en
su área local inmediata.
Vale, las reglas deberían aplicarse a todos, incluidos los
jóvenes surfistas que pueden sentir que no están haciendo
ningún daño al coger algunas olas, lo sabemos. Sin embargo,
algunas personas en particular deberían dar un gran ejemplo al
resto de la población.
David Clark ya había infringido las reglas de
confinamiento que incluían, de forma muy destacada, no
participar en actividades que pudiesen causar lesiones y, como
consecuencia, colocar una carga adicional a los hospitales en
momentos de una pandemia global, cuando el 2 de abril
condujo 2 km para empezar una ruta en bicicleta de montaña.
Curiosamente, él mismo fue parte responsable de las medidas
tomadas por su país en sus funciones como ministro, nada
menos, que de salud.
Ahora bien, se podría haber salido con la suya fácilmente
si su camioneta no hubiera estado estacionada completamente
sola en un aparcamiento y, créanme que es verdad, si no
hubiera tenido una llamativa fotografía de la campaña
electoral de un metro y medio con su rostro sonriente
estampado en el costado.
Con un firme tirón de orejas por la primera ministra
Jacinda Ardern tras este vergonzoso incidente, ¿qué hace el
señor Clark cuatro días después? Conduce, con toda su familia
en el coche, 20 km hasta la playa, apropiadamente llamada,
“Doctor´s Point” en OTRA violación de las reglas.
Una enojada señora Ardern inmediatamente se puso en
contacto con nuestro covidiota, despojándole de su papel de
ministro de Finanzas Asociado y degradándole al pie de la
clasificación del Gabinete.
Respecto al ministerio de salud, en un comunicado a la
prensa, Ardern declaró:
“En condiciones normales, despediría al ministro de salud.
Lo que hizo estuvo mal, y no hay excusas” … “Pero en este
momento, mi prioridad es nuestra lucha colectiva contra
COVID-19. No podemos permitirnos una interrupción masiva
en el sector de la salud ni en nuestra reacción. Por esa razón,
y sólo por esa razón, el Dr. Clark mantendrá su papel ” …
“Pero él tiene que pagar un precio. Él rompió las reglas “.
Clark, de quien se espera que pierda su papel como
Ministro de Salud cuando la crisis de COVID-19 llegue a su
fin, comentó curiosamente a la prensa cómo se sentía, y para
ser completamente fieles a la verdad, usaremos sus propias
palabras:
“Como un completo gilipollas, para ser honesto”.
30 DINERO SUCIO