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  CONCLUSIÓN: Amados oyentes, la reforma que actualmente nos corresponde, no


se logra solamente con saber los nombres de los reformadores del siglo XVI que cada
año los predicadores nos recuerdan.  No se logra con solamente escuchar, y conocer
los nombres, fundamentos, argumentos, y contenido total de las doctrinas emanadas
del tiempo de la reforma como la serie de cinco doctrinas conocidas como Las Cinco
Solas: Sola Escritura, Sola Gracia, Sola Fe, Solo Cristo, y Solo a Dios la Gloria.  No se
logra con solo asistir a una iglesia suscrita a la doctrina reformada.  La reforma que
ahora nos corresponde, se da no clavando o pegando propuestas doctrinales en las
puertas o tableros de avisos de los templos.  Tampoco se da en creando nuevas
doctrinas o escribiendo apologías contra aquellos que se desvían de la palabra de
Dios.  La reforma que ahora nos corresponde, se da en la vida personal, y no es
asunto solamente de los oficiales de la iglesia, sino de todas las personas,
especialmente de usted que es cristiano.  Pero, no importa cuál sea su edad la
reforma puede llevarse a cabo, ya sea en el infante que va entre los dos y los seis
años, pues recuerden que el niño nació cargando en sí mismo la naturaleza
pecaminosa, y desde esta edad necesita mucha, pero mucha reforma.  El niño entre
los 6 años que todavía no es un adolescente; el adolescente también; el joven; y
también el adulto; todos tenemos siempre algún aspecto que tiene que ser reformado
para la gloria de Dios.  Recuerden: Somos personas reformadas, siempre
reformándose por medio de Cristo.

Las reformas de Josías Ya hicimos un resumen de lo que Josías hizo en sus reformas. En esencia, la
reforma abordó dos aspectos importantes: reafirmar o renovar el pacto nacional con Dios, y
erradicar la idolatría diseminada por toda la nación. El pueblo entero, los sacerdotes, los reyes
anteriores, los príncipes, se habían entregado al estúpido hábito de adorar un trozo de materia
inerte, o los astros que tampoco tienen vida, menos al Dios que los había sacado de Egipto y
establecido en Canaán. Habían llegado demasiado lejos. Lógicamente, detrás de todo esto estaba
Satanás y sus agentes, trabajando con denuedo para llevar a la nación a apartarse de Dios y su
derrota total, a su extinción. Todavía hoy, y más que en aquellos tiempos, Satanás desea
desvirtuar a la iglesia, especialmente cuando se inicia un reavivamiento. Lo hace a través de dos
estrategias generales: el liberalismo (facilidad de vivir igual al mundo) y el fanatismo (atender a las
exigencias por encima de lo necesario). Josías promovió la celebración de la Pascua tal como
nunca antes se había hecho desde los tiempos de Salomón. Fue una enorme convocación nacional
en Jerusalén, hacia donde todo el pueblo fue convocado, y recordaron juntos la salida de Egipto.
En las reformas anteriores habían sido incentivados a realizar esta celebración en los hogares. Pero
en esta ocasión, Josías deseaba provocar un impacto en toda la nación, tal vez para revertir para
siempre la fuerte tendencia a la idolatría. Hizo lo máximo posible. Pactaron entonces la adoración
al Dios verdadero, Aquél que había sido capaz de sacarlos de Egipto con brazo fuerte, con las diez
plagas, con el maná y el agua en el desierto, con el poder de derrotar a los enemigos a lo largo del
camino. Fueron llevados, por el propio rey, a reconocer que el verdadero Dios no son los ídolos,
sino el Dios vivo y poderoso, el que también los amaba incondicionalmente. En nuestros días
también debemos tener el celo del rey Josías. Notemos que la iniciativa de la reforma vino del rey,
no fue un profeta que lo incentivó para hacerlo. Tomó la iniciativa de buscar a la profetisa Hulda.
Debió haber sido bueno ser profeta en tiempos de Josías. Nosotros no debemos esperar llamados,
reavivamientos oficiales o pruebas para hacer un nuevo pacto con Dios. Especialmente en cada
familia se debería tomar la decisión de ser más fieles a Dios, de apartarnos de la mundanalidad y
de dar un buen ejemplo a nuestros semejantes, sean de la iglesia o no. Recursos Escuela Sabática
© Por gentileza del Pr. João Augusto Cesar, recibí un bosquejo de los últimos cinco reyes de Judá.
Se trata de una tabla muy bien elaborada, que decidí publicar aquí, pues ayuda a organizar el
pensamiento acerca de aquellos años finales en Judá.

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