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Documento elaborado por la Dra Martha Tarasco MD PhD y enriquecido con extracto de:
Guerra, R. (2013) “Bioética y racionalidad.” El personalismo al servicio de la ampliación del
horizonte de la razón en la fundamentación bioética” Cuadernos de Bioética XXIV2013/1ª
García J.J. (2013) ”Bioética Personalista y Bioética Principialista: Perspectivas” Cuadernos de
Bioética XXIV2013/1ª
Cortés J. y Martínez A. 1999 Diccionario de filosofía en CD-ROM. Copyright © Empresa Editorial
Herder S.A., Barcelona. ISBN 84-254-1991-3.
Juan Manuel Burgos, Introducción al personalismo, Palabra, Madrid, 2012.
Introducción
La bioética surge como una propuesta de la razón ante las graves violaciones a la
dignidad humana, que impone el poder autoritario.
La Persona Humana
En la edad media Boecio acuñó su famosa definición: «persona est naturae rationabilis
individua substantia». Santo Tomás, en la misma línea, dirá: «omne individuum
rationalis naturae dicitur persona». Se trata, sí, de alguien que posee la cualidad de la
"racionalidad". Pero no es su ejercicio o manifestación lo que determina que sea
persona, sino la posesión de la naturaleza racional.
Por tanto, es persona en su ser, no sólo en su obrar, aunque se deduzca por éste. Se
debe respetar aunque cesara de manifestarse como tal (ej: coma).
Historia
Inicialmente este término fue creado por Schleiermacher para oponerse al panteísmo y
enfatizar la creencia en un Dios personal. Actualmente designa una amplia corriente de
pensamiento caracterizada, en general, por dar una primacía al valor, la libertad y la
autonomía de la persona por encima de cualquier otra realidad. Es decir, que concibe a
la persona como el principio ontológico desde el que debe ser explicada la realidad, y a
la que ésta debe referirse. En este último sentido dicho término fue utilizado por vez
primera por C. Renouvier en su obra El personalismo (1903), y a él se remite el origen
del personalismo. No puede darse una definición unívoca de esta corriente, puesto que
el punto de partida es muy amplio y difuso, y también lo son sus diversas orientaciones.
A pesar de esto, pueden distinguirse dos corrientes diferenciadas en el personalismo
moderno:
Sus fuentes “tradicionales” son, entre otras: Platón, San Agustín, San Anselmo, Santo
Tomás de Aquino, San Buenaventura, Pascal, Kierkegaard, Rosmini. Otras fuentes del
personalismo son: Max Scheler, Edith Stein, Dietrich von Hildebrand, Maurice
Nedoncelle, Karol Wojtyla, Jean Marie Domenach, Josef Seifert, Carlos Díaz, y Juan
Manuel Burgos. Concepción en la que se subraya casi exclusivamente como consti-
tutiva de la persona la capacidad de autodecisión y de elección. Podríamos también
señalar que la impostación sgrecciana de la bioética y la de otros bioeticistas, como por
ejemplo la de Dioniggi Tettamanzi, radica en que aquella es de raíz más filosófica, apta
para el diálogo con el mundo plural, y la última es netamente teológica, de plena
comprensión en ambientes cristianos. Aquella profesa el personalismo ontológico. Este
el personalismo cristiano.
1. Principio de defensa de la vida física: destaca que la vida física, corpórea, es el valor
fundamental de la persona porque la persona no puede existir si no es en un cuerpo.
Tampoco la libertad puede darse sin la vida física: para ser libre es necesario ser
viviente. No se puede ser libre si no tenemos la vida. La vida llega anteriormente a la
libertad; por eso, cuando la libertad suprime la vida es una libertad que se suprime a sí
misma.
Las claves para la Subsidiaridad son el respeto a la dignidad de la persona (la persona
no puede ser tratada como medio, ni siquiera para “su propio bien”), la finalidad (por el
principio Antrópico: es bueno lo que es bueno para la persona; por lo tanto, todo aquello
que sirva para que las personas alcancen su finalidad propia legítima, no debe ser
obstaculizado, ni ellas deben ser sustituidas en el esfuerzo de alcanzarla) y la
autonomía (rectamente entendida, significa la inviolabilidad de la autodeterminación; no
se trata de tolerar sin medida el capricho individual, sino de no imponer un curso de
acción cuando hay varios posibles que sean válidos, debiendo quedar a la prudencia y
discreción de cada uno elegir cuál o explorar nuevos).
La Alianza Terapéutica implica que en la mayor parte de los casos –por los principios de
proporcionalidad y de virtud- hay situaciones en las que la revelación de la verdad
(sobre el padecimiento, o sobre sus posibilidades de ser tratado con éxito) deben ser
graduales y prudentes; también implica que el especialista se compromete de entrada a
un secreto con respecto de su paciente, secreto predeterminado y en algunos casos
expresamente pactado. Algunas situaciones muy arduas, en las que tendría un efecto
desproporcionadamente malo decir la verdad completa como respuesta a una pregunta
expresa, autorizan la restricción mental, que es la respuesta evasiva a o incompleta, de
manera temporal.
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1 Sgreccia, E. Manuale di Bioetica. Fondamenti ed etica biomedica, Vita e Pensiero, Milano, 19942, pag. 52
y pag 89.