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De lo que nos trajeron en el XX1

Autora: Dra. Arq. María Victoria Zardoya Loureda

Resumen
La presencia de lo hispano es un elemento sustancial dentro de las múltiples influencias que han
ido conformando nuestra identidad en todas las esferas. Haber sido colonia española durante
cuatro siglos conllevó a la traslación de tradiciones constructivas que marcaron la concepción
de las ciudades y la arquitectura cubanas, dentro de una unidad continental caracterizada a
la vez por una gran variedad de soluciones en la medida en que los modelos ibéricos se
aclimataron a las circunstancias locales de cada región o nación colonizada.
La huella española en Cuba durante el período colonial resulta evidente y reconocida
unánimemente. Sin embargo resulta menos estudiada esa incidencia durante el período de la
República, la que se materializó no sólo por la continuidad de tradiciones y costumbres, sino
sobre todo, por la cuantiosa inmigración que se produjo desde España a Cuba a lo largo de
esos años, en particular durante las tres primeras décadas del siglo XX.
En este trabajo se analizan algunos aspectos relacionados con la repercusión de esa
inmigración en el ámbito urbano y arquitectónico habaneros.

DE LO QUE NOS TRAJERON EN EL XX


En las últimas décadas del período colonial se produjo un fuerte flujo migratorio de España a
Cuba que se continuó en el siglo XX por más de 30 años. Así, en la etapa comprendida
aproximadamente entre 1770 y 1930 viajó a Cuba poco más de un millón de españoles. Una
parte de estos permaneció sólo los meses que se correspondían con las zafras del tabaco o de
la caña, o por periodos más largos durante los cuales acumularon un capital con el que
regresaron a España. Pero otra gran parte de esos inmigrantes, aproximadamente un cuarto, se
radicó definitivamente Cuba. Según datos estadísticos durante las tres primeras décadas del
siglo XX, un décimo de la población de Cuba era natural de España2.
A diferencia de otros países latinoamericanos, hacia donde se desplazó una gran cantidad de
inmigrantes de otras regiones de Europa, a la Isla llegó mayoritariamente una inmigración de
origen español. Cuba se convirtió en el destino preferido para los españoles que buscaban
esperanzas económicas en el nuevo continente.
Estos inmigrantes, fundamentalmente hombres en edad laboral provenientes de zonas rurales,
constituyeron una fuerza de trabajo que desempeñó un papel muy significativo en diferentes
esferas de la vida del país. Inicialmente muchos de ellos se dirigieron hacia las tareas agrícolas.
En la zona central de Cuba se conformaron varias comunidades a partir del asentamiento
masivo de inmigrantes de origen canario. El peso mayoritario del sector masculino propició su
unión con mujeres cubanas y por lo tanto, que se quedasen en Cuba.
Otro grupo se radicó en las ciudades como pequeños propietarios o dependientes,
acaparando gran parte del sector comercial vinculado con las industrias menores, dentro del

1
Este trabajo es una versión corregida de la ponencia que con el mismo título se presentó en el Primer Congreso
Hispano Cubano de Arquitectura y Urbanismo. Vínculos hispano cubanos en la arquitectura y el urbanismo, que
sesionó en La Habana en dic. de 2007.
2
María del Carmen Barcia Zequeira: «Un modelo de emigración “favorecida”: el traslado masivo de españoles a
Cuba (1880-1930)», Catauro. Revista cubana de Antropología, año 2, no. 4, 2001, p. 16-59.
1
que se incluía la producción y comercialización de materiales y elementos constructivos. A
través de redes familiares establecieron grandes y pequeñas fábricas y talleres de producción
de cemento, mosaicos, tejas, losas para techos, azulejos, componentes decorativos, y
elementos constructivos en general.
Fue esta una de las vías a través de las que llegaron algunas de las múltiples influencias que
conformaron la arquitectura de las primeras décadas del siglo XX en Cuba, en particular el art
nouveau y años más tarde el neorrenacimiento español.
Durante ese período el sector comercial español desempeñó un importante papel dentro de la
estructura funcional de los barrios habaneros y en general de todo el país, pues acapararon las
llamadas bodegas. Esos comercios actuaban y aún actúan, como puntos de venta de
productos de consumo cotidiano y además como pequeños centros sociales de reunión y
socialización de la vida a la escala de cada barrio. La mayoría de esos comercios fueron
establecidos por inmigrantes españoles, denominados en Cuba “gallegos”, provinieran
realmente de Galicia, de Asturias, de Madrid, de Cataluña o de cualquier otra región de
España. De ahí que ese gallego, junto con la mulata y el negrito sea uno de los personajes
principales del teatro vernáculo cubano y que ese gallego, dueño de la bodega y su sobrino
hayan sido también protagonistas de programas humorísticos que años más tarde
rememoraban rasgos distintivos de la vida en Cuba durante esa época.
La inmigración española también estuvo relacionada con el negocio del inquilinato que tanto
auge tuvo en esos años. Los resultados de una investigación hecha en 19453, en 50 solares
habaneros, que comprendía un total de 1434 habitaciones, entre otros datos, informaron que los
dueños no vivían en esos inmuebles por lo que generalmente contrataban a un encargado que
subarrendaba a los inquilinos. En los 50 solares que fueron tomados como muestra, 26 de esos
encargados, más del 50%, eran españoles.

Sociedades regionales y centros de beneficencia


Dentro del sector más culto de esa inmigración surgieron las sociedades regionales y de
beneficencia dedicadas a actividades culturales, educativas, benéficas y de recreo. De estos
centros de desprendieron sociedades comarcales que desarrollaron proyectos a diferentes
escalas. La actividad de estas entidades se dirigían a los grupos de inmigrantes en búsqueda de
unión y protección mutua y también para ayudar a las comunidades y aldeas de origen. Fueron
instituciones mutualistas que desempeñaron una significativa labor en pro de la asistencia
médica y hospitalaria de sus asociados.
La primera sociedad de beneficencia fue la catalana, fundada en 1841. Le siguió la gallega en
1871 y la asturiana en 18774. Con posterioridad los naturales de otras regiones fueron fundando
las suyas. Estas sociedades comenzaron a brindar asistencia en clínicas ya existentes y con el
tiempo se plantearon la necesidad de contar con clínicas propias.
Para una Habana que se descompactaba a inicios del siglo XX, las quintas constituyeron
espacios abiertos, con parques urbanos interiores, que fueron causa y efecto a la vez del
progresivo crecimiento urbano que tuvo la ciudad en la dirección sur.
Por sus valores urbanos y arquitectónicos las más importantes de estas quintas fueron La
Covadonga, La Purísima Concepción (La Dependiente), La Benéfica y Nuestra Señora de la
Candelaria (Quinta Canaria), consideradas entre las instalaciones de salud más importantes de

3
Juan Chailloux Cardona: Síntesis histórica de la vivienda popular. Los horrores del solar habanero, Ed. Jesús
Montero, La Habana, 1945.
4
El libro del Centro Asturiano de La Habana, 1886-1929, Imp. P. Fdez, La Habana, 1927.
2
Cuba desde el punto de vista de la calidad de sus edificaciones durante las tres primeras
décadas del siglo XX5.

Sociedades regionales
La diversificación de las actividades recreativas ciudad que se produjo en La Habana desde
inicios del siglo XIX, aumentó considerablemente durante las primeras décadas del XX y por
tanto, la construcción de edificios destinados a esos fines, entre los que se destacan por su
protagonismo las sedes de las sociedades regionales españolas.
Las sociedades regionales surgieron desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando aún Cuba
era colonia de España. La primera fue el Centro Gallego, fundado en 1879. Poco tiempo
después nacieron sucesivamente otros centros que aglutinaban a los naturales de otras
regiones. Su existencia se mantuvo con la proclamación de la República, pero asumieron una
nueva connotación como expresión de su poder económico, tras haber perdido el poder
político. Esto trajo como consecuencia la aparición de nuevas edificaciones destinadas a ese
fin.
Estos edificios surgieron cronológicamente en paralelo con clubes y otras entidades vinculadas
a costumbres y actividades recreativas de ascendencia norteamericana que desde finales del
siglo XIX habían comenzado a introducirse en Cuba y que en los inicios del XX ganaron mayor
cantidad de adeptos. No obstante, el protagonismo de los edificios sedes de los centros
regionales españoles en el primer cuarto del siglo XX fue superior. De hecho, los edificios
públicos más significativos de La Habana antes de la terminación del Capitolio Nacional en
1929, compitiendo con el Palacio Presidencial, fueron precisamente estos espléndidos palacios
que se ubicaron en la zona del Paseo del Prado y del Parque Central, afianzando el
importancia de este nuevo centro de la capital, edificaciones que se destacan aún hoy por sus
dimensiones y sobre todo por su magnificencia.
En el tratamiento de los espacios interiores se produjeron soluciones inéditas en cuanto a escala,
complejidad y boato. El vestíbulo y la escalera del Centro de Dependientes del Comercio, del
Casino Español, los del Centro Gallego y sobre todo, los del Centro Asturiano superaron en
monumentalidad y esplendor lo hecho hasta entonces y se convirtieron en referencia e
inspiración para otros edificios públicos y también para suntuosas residencias que repitieron en
menor tamaño algunos de sus elementos característicos.

El edificio de la Asociación de Dependientes del Comercio


Esta sociedad era básicamente española, pero a diferencia de otras, por reglamento no excluía
a los no nacidos en España. El edificio de la Asociación de Dependientes del Comercio
comenzó a construirse en 1903 y se terminó en 1907, casi al mismo tiempo que el Hotel Sevilla
muy próximo a él, en la acera este de ese eje, lo que coadyuvó a enfatizar la jerarquía del
Paseo del Prado a inicios del siglo XX. Se concibió como un edificio polifuncional para uso de sus
30 000 socios, que albergaba en su interior un suntuoso salón de fiestas, sala de billar, gimnasio,
sala de esgrima con duchas y baños, salón de juegos biblioteca, entre otras espacios para
actividades afines. Esta edificación fue una de las pioneras en el uso del hormigón armado en

5
Susel Zardoya y Eillén Vázquez: «Trascendencia urbana y arquitectónica de las quintas de las sociedades
regionales españolas en La Habana», Trabajo de Diploma, Facultad de Arquitectura, CUJAE, curso 2007-2008,
tutora María Victoria Zardoya.
3
Cuba. Inicialmente ocupó solo una parte de la manzana y con posterioridad se amplió
abarcando así todo el frente hacia la calle Prado6.
Sus fachadas aluden directamente a los palacios del renacimiento italiano, con la uniforme
repetición de la ventana geminada como motivo esencial de su decoración y el énfasis
horizontal de las cornisas de sus tres niveles. La amplitud de sus salones, su decoración y el
diseño de la escalera introdujeron una nueva escala y elementos novedosos en el tratamiento
de los espacios interiores de las construcciones capitalinas.
En 1945 se realizó una adaptación en sus locales de la planta baja para crear un teatro que una
década más tarde, en 1956 se convirtió en cine con el nombre de Negrete.7

El Centro Gallego
Las posibilidades económicas de la comunidad gallega recababan la construcción de una
nueva edificación como sede, para lo cual compraron un emplazamiento privilegiado frente al
Parque Central. A tal fin fue convocado en 1908 un concurso para las fachadas del Centro
Gallego, edificación que contendría el teatro lírico, antiguo teatro de Tacón y la sociedad
regional de beneficencia, instrucción y recreo. Los cinco proyectos presentados respondían a la
intención de construir un edificio monumental, tratados en diferentes variantes del eclecticismo
que comenzó reinar desde los inicios del siglo. La fachada finalista fue la proyectada por los
arquitectos y profesores de la recién creada carrera de Arquitectura en la Universidad de La
Habana, Eugenio Raynieri, Aurelio Sandoval y Andrés Castellá, con elementos del Renacimiento
italiano combinados con motivos Luis XIV. El edificio que se construyó no fue ninguno de esos,
sino el proyectado por el arquitecto belga Paul Belau, caracterizado por el intenso movimiento
de su fachada que reelaboró los juegos cóncavos convexos de la arquitectura barroca
cubana, ceñidos dentro del empaque de una estructura compacta que pesar de sus
dinámicos frentes, cumplía con lo establecido en las Ordenanzas de Construcción vigentes. Fue
concluido en 1915.
La zona del vestíbulo y la escalera son espacios monumentales, que en cierta medida
trasladaron al ámbito cubano la magnificencia que se asoció a esos espacios a partir de la
construcción de la Ópera de París, terminada en 1898.
El Centro Gallego es un edificio majestuoso que se sumó a los Hoteles Inglaterra y Telégrafo
como marco urbano apropiado a la envoltura del Parque Central por su costado oeste. La
posterior construcción del Capitolio en las manzanas contiguas no logró opacar su excelsitud y
fastuosidad.

Casino Español
El Casino Español fue fundado en 1869 con un carácter clasista. Los miembros en este caso no
se cohesionaban por su procedencia, sino por sus recursos económicos. Era un club de élite,
asociado al sector español más conservador.
Su sede también se construyó en el privilegiado Paseo del Prado. En el expediente de
construcción se declaró como proyectista al Maestro de Obras José Matos8. Es un edificio
majestuoso con una profusa decoración plateresca derramada en las monumentales pilastras y
en el pretil. Su fachada es casi cuadrada, pues el ancho se corresponde aproximadamente con

6
«La Asociación de Dependientes», Cuba Ilustrada, no. 1, 1910, La Habana, p. 11.
7
Expedientes 6570 y 14959, legajo 72 M, Fondo de Urbanismo, Archivo Nacional de Cuba.
8
Expediente 40048, legajo 72 M, Fondo de Urbanismo, Archivo Nacional de Cuba.
4
la altura hasta el escudo ubicado sobre el frontón curvo, elemento que contribuye a enfatizar el
acceso único. Las pequeñas torres laterales constituyen acentos verticales mínimos, en una
composición marcadamente simétrica, en la que se contraponen énfasis horizontales creados
por las cornisas, los balcones y el pretil y énfasis verticales a partir de la presencia de pilastras
que abarcan el segundo y tercer nivel de la edificación. En la fachada por la calle Ánimas se
repiten los mismos recursos compositivos y formales, destacándose de nuevo el eje central con
un acceso lateral rematado también con un escudo.
En el primer piso de este palacio se ubicaron salas de tertulias a ambos lados del vestíbulo
emplazado al centro, un gimnasio, sala de billar, sala de armas, una barbería y baños públicos.
El segundo nivel se destinó a la sala de juntas directivas, secretaría, biblioteca, cantina, sala de
juegos, archivo y otros servicios sanitarios, quedando el tercer nivel en su totalidad para el
majestuoso salón de fiestas y los tocadores. La solemne escalera se descompone en dos ramas
simétricas a lo largo de su recorrido.
Este emblemático edificio, concluido 1914, aunque de menores dimensiones que los otros
comentados, también desempeñó un importante papel en la renovación de La Habana
durante esos años.

Centro Asturiano
El último de los grandes palacios construidos para sede de una sociedad regional española fue
el Centro Asturiano, terminado en 1927.
En 1887, poco después de haber constituido su sociedad de beneficencia, los asturianos
compraron el Palacio del Marqués de Anzo9, ubicado en la manzana comprendida entre las
calles Zulueta, Monserrate, San José y Obispo, del Reparto Las Murallas, en la que encontraba el
Teatro Albizu. En 1918 esa sede fue destruida por el fuego, por lo que fue necesario construir una
nueva edificación. Se mantuvo el mismo emplazamiento y se lanzó un concurso, en el que se
estableció como requisito el empleo del estilo renacimiento español. El proyecto ganador fue el
concebido por Manuel del Busto.
El edificio abarca la manzana completa y está envuelto por portales. Las esquinas se enfatizan
con un mayor grosor de los pilares de la arcada y con el uso de torres, de ellas la más
significativa es la que da al Parque Central por contar con una base y ser mucho más alta. Esta
torre tenía similitud con la que remata la Compañía de Teléfonos, construida en la misma fecha
por la firma de Leonardo Morales, también haciendo uso de los motivos del renacimiento
español.
El acceso principal del edificio se produce por la calle Obispo y no hacia el Parque Central
como su vecino, el Centro Gallego. Sus espacios interiores son extraordinariamente notables por
su amplitud y la calidad de la decoración. El majestuoso vestíbulo con la monumental escalera
y su espectacular lucernario sobrepasaron en magnificencia a sus antecesores.

A modo de conclusión
La incidencia de las sociedades españolas se hizo sentir en todo el país. Con el nombre de
Casino Español o de Colonia Española, se erigieron en todas las capitales de provincias y en un
gran número de otras ciudades importantes, edificios destinados a aglutinar a los naturales de

9
Emilio Roig de Leuchsenring: La Habana. Apuntes históricos, Consejo Nacional de Cultura, La Habana, 1963, t.
II, p. 311.

5
España en centros dedicados al esparcimiento cultural de sus afiliados. El eclecticismo propio
de los años en que fueron construidos, resulto idóneo como lenguaje formal para el tratamiento
distintivo de estas construcciones que, en todos los casos, pasaron formar parte de las
edificaciones más importantes de cada región, y una importante expresión del poder
económico de este sector.
Al analizar el emplazamiento de estas edificaciones, se vuelve casi una regularidad su
privilegiada ubicación frente a parques, plazas o ejes importantes, lo que coadyuvó a que esos
palacios formasen parte de los edificios más relevantes de cada localidad. Esto es una
consecuencia del poder económico que llegaron a alcanzar los inmigrantes españoles tanto en
La Habana como en otras capitales y ciudades importantes. Como consecuencia de lo
establecido en las Ordenanzas de Construcción vigentes desde 186110, esa ubicación en calles
de primer orden condicionó la presencia de pórticos en sus fachadas, elementos que
contribuyeron a su realce.
Llama la atención además, que sus céntricas localizaciones estuvieron asociadas a actividades
recreativas de carácter urbano en un período en el que comenzaron a fomentarse en el país,
sobre todo en La Habana, las actividades náuticas11. Solo el Casino Español se construyó un
balneario en 1937, en las Playas de Marianao.12
Las principales actividades que se realizadas en esos centros, bailes, subastas, matinés, entre
otras, eran divulgadas en las publicaciones periódicas de entonces, lo que contribuía a su
exaltación de su papel como centros culturales regionales.
En la capital se produjo una sectorización de esas construcciones según las diferentes regiones
de España de la que provenían los inmigrantes, que se materializó no solo en la construcción de
estas sedes regionales de esparcimiento, sino también en quintas de salud y hasta en
panteones en el Cementerio Colón.
El comienzo del siglo XX, coincidió con el cese de la dominación española en Cuba y a la vez
con el inicio de una explosión urbana que modificó sustancialmente la imagen de La Habana y
de la mayoría de las ciudades del país. Este crecimiento fue la consecuencia, entre otros
factores, del aumento demográfico que sufrieron las ciudades13, de la aparición de nuevas
técnicas y materiales constructivos y del florecimiento que tuvo el negocio de la especulación y
venta de terrenos. Desde muchos ángulos la inmigración española estuvo estrechamente
relacionada con el vertiginoso afán constructivo que caracterizó a esa etapa.
En el presente la mayoría de esas edificaciones cumplen funciones diferentes, pero siguen
siendo importantes edificios públicos identificadores de nuestras ciudades. La presencia de los
inmigrantes españoles en el ámbito urbano y arquitectónico de las primeras décadas del siglo
XX fue muy significativa.
Realmente nos legaron mucho más que mulatas y alpargatas.

10
Ordenanzas de Construcción para la Ciudad de La Habana y pueblos de su término municipal, Rambla, Bauza y
Co., La Habana, 1922.
11
No obstante en La Habana se programaban excursiones para los asociados a las Playas de Marianao.
12
Gustavo Botet: «El balneario de Casino Español de Colete», Arquitectura, abril de 1937, p. 10-15.
13
En el período comprendido entre 1899 y 1930 la población urbana de Cuba ascendió de un 77% a un 84%. María
Antonia Marqués Dolz: Las industrias menores: empresarios y empresas en Cuba (1880-1920), Ed. Ciencias
Sociales, La Habana, 2006, p. 17.
6
Bibliografía

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