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ALBERTO CAMACHO, PALADÍN DE LA ARQUITECTURA MODERNA

María Victoria Zardoya Loureda


Mayo 2000

Alberto Camacho y Llovet nació en la ciudad de La Habana el 13 de enero de 1901. En 1918, a


la edad de 17 años, solicitó estudiar en la Escuela de Ingenieros y Arquitectos de la Facultad de
Ciencias y Letras en la Universidad de La Habana y el 4 de julio de 1922, después de una exitosa
vida estudiantil, recibió su título de arquitecto.
Cuando aún no había cumplido los dos años de graduado, el joven profesional se presentó a los
ejercicios de oposición para optar por la Cátedra de Profesor Auxiliar de Historia de la
Arquitectura en calidad de interino. El profesor Rodríguez Castells estaba ocupando la
responsabilidad de impartir esa materia pero el exceso de trabajo le impedía continuar en esa
tarea por lo que se convocaron en enero de 1926 las oposiciones para ocupar la plaza que
había quedado vacante al morir el Profesor Titular José Ramón García Font.
El tribunal estuvo compuesto por tres profesores de la Escuela, Félix Martín González de Mendoza,
Francisco González Rodríguez y Esteban Rodríguez Castells, además de los arquitectos Raoul
Otero y Enrique Coyado en representación de la Asociación de Ingenieros de Cuba y del
Colegio de Arquitectos de La Habana. Fue una reñida contienda a lo largo de tres jornadas, en
la que Alberto Camacho salió airoso frente a otros tres opositores. El primer ejercicio consistió en
exponer por escrito en un plazo de tres horas y media los principales elementos que
caracterizaron la arquitectura del Renacimiento en Roma. El tema era uno de los diez del
programa de la asignatura y fue seleccionado por sorteo. Al día siguiente se escogió de la misma
forma el tema para desarrollar un ejercicio gráfico en el que contando con ocho horas en este
caso debían comparar dos iglesias, una de estilo bizantino en Venecia y la otra en
Constantinopla. Al finalizar la jornada se seleccionó también por sorteo el tema que debían
defender al día siguiente en forma oral en una hora, un estudio comparativo entre el estilo gótico
francés y el inglés.
Alberto Camacho quedó en primer lugar y obtuvo la plaza de Profesor Auxiliar interino, que
pocos días después por decisión del Rector fue convertida a la de Titular, teniendo en cuenta
que la vacante era de esa categoría. A fines de ese mismo año se realizaron oposiciones oficiales
en las que ratificó definitivamente su plaza de Titular de la Cátedra “Q” de Historia de la
Arquitectura y así consta en decreto firmado por el presidente de la República el 12 de enero de
1927.
En poco tiempo Camacho gozó de gran prestigio. Fue seleccionado para desempeñar
numerosas responsabilidades en nombre de la Universidad de La Habana. En septiembre de 1927
viajó a los Estados Unidos con la encomienda del Rector de visitar y establecer vínculos con las
universidades de ese país. Estuvo encargado de la organización del Acto de Apertura de los
cursos 1927- 1928 y 1928- 1929.
En enero de 1928, junto a otros profesores del claustro, Alberto Camacho fue designado para la
atención a los participantes en la Conferencia Internacional del VI Congreso Panamericano. A
prensa capitalina reseñó la actividad de Camacho en la organización de la sesión solemne que
organizó la Universidad de La Habana en homenaje académico fraternal a los delegados al VI
Congreso Panamericano que fueran o hubieran sido profesores de este continente.
En el mes de febrero de ese mismo año Alberto Camacho formó parte de la comisión creada
con el objetivo de estudiar los procedimientos más adecuados para el establecimiento de
intercambios entre profesores y alumnos de universidades extranjeras. Al mes siguiente integró la
comisión encargada de la redacción del programa y del cuestionario relacionado con la
celebración de un Congreso Internacional de Universidades que se planificaba para fines de

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diciembre de 1929. Con vistas a ese evento el profesor Camacho fue miembro de la
Subcomisión de Relaciones Internacionales, de la de Organización y de la de Cortesía.
En Junio de 1929 Alberto Camacho recibió su última encomienda académica al ser designado
por el Rector para visitar Universidades de Francia, España, Italia y Alemania en las que además
de realizar los estudios pertinentes desde el punto de vista arquitectónico, debía llevar a cabo
una labor de propaganda para el Congreso de Universidades que se preparaba. Tan fructífera y
brillante carrera tocó a su fin inesperadamente.
La revista Colegio de Arquitectos en su sección Crónicas publicada en la última página del
número de junio de 1929 reseñó que el profesor Alberto Camacho partiría hacia Europa el día 28
de ese mes en funciones de trabajo y que desde allá enviaría a esa publicación sus impresiones
del viaje. La nota terminaba con el expreso deseo de que tuviese una estancia feliz.1
Sin embargo en la primera página del número siguiente apareció un editorial que comenzaba
diciendo...”El radio con su extremado laconismo nos trajo una noticia desesperante: “ALBERTO
CAMACHO, HA MUERTO.” 2
Resultaba difícil dar crédito a la penosa novedad. Con sólo 28 años el arquitecto Alberto
Camacho había fallecido. El ámbito arquitectónico cubano quedó abatido ante tan sensible
pérdida.
El 5 de julio de 1929 Alberto Camacho Llovet murió en misión oficial a bordo del vapor alemán
Seydlitz y su cadáver arribó a La Habana el 8 de agosto por el muelle de Ward Line. La
Universidad convocó al profesorado para que acompañase el féretro desde el edificio de la
Escuela de Ingenieros y Arquitectos, en el que fue expuesto en Capilla Ardiente, hasta el
Cementerio Colón donde se celebró el sepelio en esa misma jornada.
Dos días después de su muerte la prensa publicó la noticia. El Diario de la Marina en su primera
edición del 7 de julio publicaba la noticia. En la primera plana de la segunda edición del propio
día se le dedicó una columna con una foto. Varias esquelas mortuorias aparecieron en ese diario
a lo a largo del mes. entre ellas una a nombre del Colegio de Arquitectos firmada por Esteban
Rodríguez Castells y José Du Defaix, presidente y secretario respectivamente.3
Alberto Camacho llevó una activa vida dentro del Colegio de Arquitectos de La Habana. Al
morir desempeñaba la responsabilidad de director artístico de la revista del Colegio, además de
ser el bibliotecario, miembro de la Comisión Legal y representante de esa institución en la
subcomisión de Fomento Industrial. Asimismo era el delegado de Cuba en el Beaux Arts Institute
of Design y poco antes de morir fue designado miembro de la Academia Nacional de Artes y
Letras y arquitecto de la Escuela de Cirugía Dental y Veterinaria, responsabilidades que
lamentablemente no pudo acometer.
El prestigio de Alberto Camacho rebasó el marco nacional. En 1928 el arquitecto español T.
Calzada le solicitó que redactara el capítulo de “Arquitectura Colonial en América” para la obra
Historia de la Arquitectura de Banister and Fletcher en su versión en español.4 En esa misma fecha
recibió una felicitación por su defensa al Arte Moderno enviada desde París por el decorador
francés Henri Valette.5 En abril de 1936, años después de su muerte, el arquitecto argentino Mario
Buschiazzo se dirigió al arquitecto cubano Luis Bay Sevilla interesado en comunicarse con Alberto
Camacho para obtener información sobre la arquitectura colonial cubana. Como respuesta Bay

1
Revista Colegio de Arquitectos, jn. 1929, “Crónicas”, pág
2
Revista Colegio de Arquitectos, jl. 1929, Editorial pág 8-9.
3
Diario de La Marina, La Habana ,jl. ag. 1929.
4
Camacho Alberto, “Comentarios al Balance arquitectónico del año 1928, del Sr. Bens”, Colegio de
Arquitectos, La Habana, ene. 1929, pág. 22-23.
5
Revista Colegio de Arquitectos, La Habana, Sección “Crónicas”, feb. 1929, pág. 28

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Sevilla trasladó tal solicitud a los arquitectos Joaquín Weiss, sucesor de Camacho como profesor
Titular de Historia de la Arquitectura y al arquitecto Alberto Prieto, que también se interesaba en
esa materia.
Alberto Camacho fue el iniciador de los estudios sobre arquitectura moderna en Cuba y a la vez
un apasionado defensor de la misma. El 3 de junio de 1928 dictó una conferencia antológica en
el Colegio de Arquitectos titulada “Las Nuevas Tendencias en Arquitectura” que fue trasmitida
por la estación de radio P.W.X . Por el enorme interés que despertó fue reseñada al día siguiente
en dos columnas del Diario de la Marina y publicada además en el número del mes siguiente de
la revista del Colegio de Arquitectos.6 A través de las páginas de esa revista continuó
defendiendo sus ideas con un verbo agresivo que se propuso demostrar la necesidad de un
viraje radical en las concepciones sobre la arquitectura de aquel entonces.
Los artículos publicados por Camacho sobre la arquitectura moderna revelan un alto nivel de
actualización acerca de lo que estaba pasando al respecto en el ámbito internacional, una
acertada concepción del futuro que se avecinaba y sobre todo una real comprensión de las
nuevas necesidades y demandas del siglo XX. Al emplear el término moderno aludía al
racionalismo y a la obra de los principales arquitectos que marchaban a la vanguardia en la
utilización de esos novedosos preceptos. Camacho fue capaz de imaginar la difusión de lo que
después se bautizaría como international style y así lo expuso cuando escribió:
“La arquitectura seguirá muy pronto la misma tendencia en todo el mundo, los medios de
comunicación unificarán los procedimientos de construcción, las necesidades del
hombre, las costumbres serán las mismas y su expresión será la que las necesidades
sociales pidan, la que los materiales nuevos exijan...”
Llama la atención que esas ideas tan revolucionarias hayan sido expuestas cuando apenas se
había divulgado en Cuba el conocido texto de Le Corbusier Hacia una Arquitectura convertido
a partir de su publicación en 1923 en manifiesto teórico de las ideales de la Arquitectura
Moderna y mucho antes de que se efectuase en el Museo de Arte Moderno de Nueva York la
exposición auspiciada por Philiph Jonhson que le abriera las puertas públicamente a esta
tendencia en los Estados Unidos en 1932. Resulta interesante además constatar que no por ser un
apasionado defensor de los preceptos modernos que tomaron auge en Europa a partir de la
Primera Guerra Mundial acataba pasivamente cualquier decisión foránea. Su pequeño trabajo
sobre el primer Congreso de Arquitectura Moderna celebrado en La Sarráz constituye una crítica
a la nefasta intención de algunos de participante de querer “normarlo todo”, precisamente uno
de los principales cuestionamientos que ha sufrido el racionalismo a partir de la segunda mitad
del siglo XX.7
Estas polémicas conferencias constituyeron hitos en el proceso de aceptación del nuevo
lenguaje arquitectónico. El arquitecto Juan O”Burke al comentar en 1932 la novedosa
modernidad del edificio Carrillo proyectado por el profesor Pedro Martínez Inclán, ubicado en el
cuchillo de las calles 23 y 21 del Vedado, comenzó diciendo
“Cuando el arquitecto Alberto Camacho (q.e.p.d.) nos ofreció en el año 1928 aquella
brillante serie de conferencias sobre “Arte Moderno”, en que demostró claramente la
necesidad de propiciar el nuevo arte, expresión de las nuevas necesidades de la vida, no
faltaron quienes lo atacaron rudamente...Y al calor de este convenciemiento sucedieronse
los largos debates y las acaloradas discusiones....8

6
Camacho Alberto, “Las nuevas tendencias arquitectónicas”, Colegio de Arquitectos, La Habana, jul.
1928, pág. 7-23.
7
Camacho Alberto, “El Congreso de Sarráz”, Colegio de Arquitectos, La Habana, sep. 1928, pág...22.
8
O’Burke Juan, “De la Nueva Arquitectura”, Arquitectura y Artes Decorativas, La Habana, página 24- 27

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El profesor Weiss al escribir su “Balance de la arquitectura contemporánea” en 193 también
aludiendo a la significación de aquellas memorables exposiciones comenzó su articulo diciendo:
“No hace tanto tiempo que nuestro infortunado compañero Alberto Camacho (Q.E.P.D.)
nos refirió - primero en una conferencia en el Colegio de Arquitectos, y luego en las
páginas de esta Revista- las primeras manifestaciones de lo que él muy apropiadamente
llamaba “las nuevas tendencias arquitectónicas”....”
Alberto Camacho fue un defensor de la arquitectura moderna que no basó su alegato en negar
rabiosamente los valores de la arquitectura precedente sino en tratar de demostrar que cada
época y cada lugar ofrecen un contexto diferente y demandan por tanto de una respuesta
distinta. En 1928 escribió:
... “Hay que darse cuenta que el arte de hoy no es que sea mejor ni peor que el clásico,
sino una diferente selección en las formas de que se valen los artistas para traducir su
realidad interior”.9
A partir de esas ideas abogó por la necesidad de los conocimientos de historia de la
arquitectura, no para asumirla como catálogo de selección de motivos ornamentales sino como
herramienta de diseño del presente a partir del análisis de la relación entre cada época y su
arquitectura.
Dentro del ámbito arquitectónico cubano Alberto Camacho era el símbolo de las ideas de
avanzada, de una nueva mentalidad a tono con el siglo XX y la modernidad que este imponía.
En una simpática dramatización titulada “Lo nuevo y lo viejo” el arquitecto Gustavo Botet
imagina una conversación entre los profesores Alberto Camacho y Enrique Luis Varela. A pesar
de contaban con la misma edad, Camacho irradia en sus frases amor al presente y optimismo en
relación con las vastas posibilidades del mundo moderno, mientras Varela trasmite una
romántica visión decimonónica de la vida, anquilosada en la sobrevaloración de las obras del
pasado. 10
Sin embargo, su interés por la nueva arquitectura no le impidió a Camacho valorar las buenas
realizaciones concebidas bajo preceptos academicistas. La revista del Colegio de Arquitectos
dedicó un número monográfico al Capitolio Nacional cuyo texto fue redactado íntegramente
por Alberto Camacho y en él elogia las buenas cualidades de este edificio. El trabajo es una
interesante reseña histórica sobre el Capitolio desde que fue concebido en 1910 hasta ese
momento, cuando ya casi se terminaba esa emblemática construcción capitalina.11
Alberto Camacho fue uno de los precursores de los estudios de la arquitectura del período
colonial. Como Profesor Titular de la Cátedra de Historia de la Arquitectura de la Universidad de
La Habana dirigió el levantamiento, realizado por los alumnos como trabajos de verano, de los
principales edificios habaneros del período colonial. Asimismo incluyó esta temática en la versión
en español de la obra inglesa History of Arquitecture on the Comparative Method de Fletcher. Al
afirmar el arquitecto José Ma. Bens en su balance arquitectónico del año 1928 que en la
Universidad no se habían ocupado del Colonial en Cuba, Camacho respondió airadamente a
través de las páginas de la revista Colegio de Arquitectos y además de esos elementos
argumentó que su ayudante, el profesor Joaquín Weiss contaba con un álbum fotográfico de

9
Camacho Alberto, “...la falsa visión del arte moderno.”, Colegio de Arquitectos, La Habana, oct. 1928,
pág. 7-13.
10
Botet Gustavo, “Lo nuevo y lo viejo”, Colegio de Arquitectos, La Habana, Mar. 1929, pág. 26-27.
11
Camacho Alberto, “El Capitolio Nacional”, Colegio de Arquitectos, La Habana, may. 1929, pág. 9.

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más de 200 imágenes de esa temática y que además el profesor Martínez Inclán y él la tenían
incluida en su programa y la explicaban in situ a los estudiantes.12
Si bien los mayores aportes de este arquitecto estuvieron en el plano teórico y académico, su
obra como proyectista, prácticamente desconocida, reviste un gran interés. Sus realizaciones son
un reflejo de lo acontecido en la década del 20 pues se movieron en el marco de un
eclecticismo de ascendencia neoclásica y corte académico en el que se anuncian ya algunos
cuestionamientos a la ortodoxia de este leguaje hechos a través de la asimilación de elementos
neocolonial.
En una primera mirada sorprende que Camacho no haya proyectado en el lenguaje moderno
que se encargó de divulgar en Cuba. Habría que preguntarse qué deseaban los comitentes de
entonces y qué opinaban los clientes de ese vocabulario. Pero hay un aspecto más importante a
tener en cuenta al enjuiciar su obra. Alberto Camacho tuvo una corta vida profesional en la que
no contó con tiempo de madurar en la práctica sus concepciones sobre la arquitectura
moderna que tanto defendió en el plano teórico. Hacer conjeturas sobre qué hubiera pasado de
no haber muerto prematuramente serían solo especulaciones innecesarias. Sumémonos al
maestro Joaquín Weiss quien dedicó su trabajo “Balance de la arquitectura contemporánea”:

IN MEMORIAN
PROF. ALBERTO CAMACHO Y LLOVET.
PALADÍN DE LAS “NUEVAS TENDENCIAS ARQUITECTÓNICAS” CUANDO ESTAS
TODAVÍA NECESITABAN DEFENSA...13

12
Camacho Alberto, “Comentarios al Balance arquitectónico del año 1928, del Sr. Bens”, Colegio de
Arquitectos, La Habana, ene 1929, pág 22-23.
13
Weiss Joaquín, “Balance de la arquitectura contemporánea”, Arquitectura y Artes Decorativas, La
Habana, oct-nov 193 pág. 9 - 21.

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