Está en la página 1de 174

1

2
Locked - Reckless #1

Este libro llega a ustedes gracias a las pruebas de


traducción realizadas en
Simply Book
Durante el Año 2015

Colaboradoras:

Clau, Axcia, Yvonne, Kuami, Nelly Vanessa,


Cereziito24, Niki26, 3
JesMN y Mona

Diseño
Cereziito24
Índice
Sinopsis Capítulo 16
Prologo Capítulo 17
Capítulo 1 Capítulo 18
Capítulo 2 Capítulo 19
Capítulo 3 Capítulo 20
Capítulo 4 Capítulo 21
Capítulo 5 Capítulo 22
Capítulo 6 Capítulo 23
Capítulo 7 Capítulo 24 4
Capítulo 8 Capítulo 25
Capítulo 9 Capítulo 26
Capítulo 10 Capítulo 27
Capítulo 11 Capítulo 28
Capítulo 12 Capítulo 29
Capítulo 13 Capítulo 30
Capítulo 14 Capítulo 31
Capítulo 15 Capítulo 32
Capítulo 33 Capítulo 40
Capítulo 34 Capítulo 41
Capítulo 35 Capítulo 42
Capítulo 36 Capítulo 43
Capítulo 37 Próximo Libro
Capítulo 38 Sobre la Autora
Capítulo 39

5
Sinopsis
Contenido Sexual Adulto, Lenguaje explícito.

~Reece~

¿Alguna vez has encontrado a alguien y tenías la sensación de que la


habías conocido antes?

¿Alguna vez has sentido una inexplicable familiaridad cuándo miras a los
ojos de esa persona?

Lo hago. Cada vez que miro a Caydon, me siento de esa manera. Ojalá él
se sintiera del mismo modo hacia mí.

~Caydon~

Reece se mete bajo mi piel. Ella es la criatura más irritante en el mundo.


Y ella apenas habla.

Aunque me irrita, soy adicto a ella. Pierdo la cabeza cuando estoy cerca
de ella.
6
Tal vez, veo su miedo y este se parece al mío. Es como si lo hubiera visto
antes... en otro lugar... en otro tiempo. ¿Esto es loco, verdad?
Prólogo
“Si vas a abandonar a alguien al menos dile por qué,
porque más doloroso que el abandono;
es saber que no mereces una explicación.”

~ Desconocido~
La veo en la parada de autobús todos los días. Estoy a un lado de
la calle. Ella está en el otro. Nunca hablamos. Solamente nos miramos. Me
gusta la forma como me siento cuando ella está cerca. Mientras ella está
allí, puedo superar los largos días de sentirme tan solo.
La niña con la larga cola de caballo marrón, confía en mí tanto como
confío en ella. Somos adictos el uno al otro. Reconozcámoslo. Somos adictos
a todo lo que alivia el dolor. Y es lo que ella hace por mí. Día tras día.
Durante este día particular, el resto de sus compañeros de clase se
unieron a ella. Todos están engalanados con sus uniformes de escuela
privada y mocasines brillantes. Aunque ellos lleven el mismo uniforme, la
chica no luce como sus compañeros de clase. Mientras que sus compañeros
llevan el uniforme con orgullo, este parece asfixiarla.
Sus compañeros de clase raras veces la saludan. Hay un muchacho, 7
que reconozco de deportes recreativos, que trata de entablar conversación
con ella. Ella le sonríe débilmente, pero vuelve a pretender ser invisible.
Su silencio es ruidoso, atrayendo la atención del grupo de chicas
excluyéndola evidentemente de su grupo. La bonita chica rubia da un paso
adelante parándose delante de “mi chica”. Es claro por la expresión de “mi
chica” que lo que sea que dice la rubia no es agradable. Pero “mi chica”
sigue mirando abajo, rehusándose a responder.
Después, los empujones y empellones comienzan. Los amigos de la
chica rubia se turnan para lanzar insultos y empujar a “mi chica”. Pero ella
no hace nada en absoluto para detenerlos. Cayendo al piso, ella se queda
plantada, soportando el abuso.
Ahí fue cuando me di cuenta por primera vez de la rabia dentro de
mí. Esta se construyó y construyó desde dentro hasta que no pude
soportarlo más. Mi mente de diez años ataca a donde las chicas están
paradas. Una por una los empujo fuera del camino, abriéndome paso hacia
ella. Me encuentro con un montón de “heys” y “mira eso”, pero no me
importa. Tengo que levantar a “mi chica” del piso y dejarle saber que estaré
allí para ella… sin importar qué.
Extiendo mi mano a “mi chica” y limpio las lágrimas de sus ojos. Su
soledad coincide con la mía. Es nuestra conexión. Limpio la suciedad de
sus rodillas y rostro. Quiero herir a los idiotas que le hicieron esto.
Amenazo a cada uno de ellos diciéndoles que los lastimaré
independientemente de si son hombres o mujeres. Mi advertencia es
recibida con jadeos. ¿Qué es lo que esperas de un niño de una escuela
pública que defiende a la tranquila niña? Ellos ya están asustados de mí
porque no llevo uno de sus uniformes.
Finalmente, la multitud se dispersa y quedamos ella y yo. —Ellos
son estúpidos.
En una voz tímida, ella está de acuerdo. —Sí. No les caigo muy bien.
—¿Por qué no?
—No soy de su vecindad. No pertenezco allí. Mi abuelo antes era el
director. Esa es la única razón del por qué voy allí.
Su autobús se acerca. Ella va a dejarme. —¡Hey!, encuéntrame aquí
mañana. Podemos ir al patio de recreo. —Indico el área de juego diagonal
de mi escuela pública.
Ella sonríe por primera vez. —Sí, está bien. ¿A la misma hora?
¿Mañana?
Sonrío de vuelta. —Sí.
Ella sube la escalera del autobús y mira sobre su hombro. —¡Adiós!
Nos vemos mañana. Y… gracias.
Hago adiós con la mano y miro el autobús hasta que está fuera de
8
mi vista.
No puedo esperar hasta mañana. Esta es la primera vez que siento
esperanza. No estoy solo.
Nunca tuve la oportunidad de ver a “mi chica otra vez”. El director
de mi escuela descubrió que “asalté” a algunos de los niños de la escuela
privada el día anterior. El chico, Kevin, creo que es su nombre, me delató.
Se me ordenó detención después de la escuela. Para cuando salí de mi
castigo, ella se había ido.
Nunca perdonaré a ese chico que me delató. Nunca.
Capítulo 1

Caydon
Hasta este día, sigo pensando en ella. Sólo tenía diez años de edad,
pero sabía que me gustaba. Había algo en ella que me atraía. No me
sentía solo.
Daría cualquier cosa por sentirme de la forma en que la niña me
hizo sentir. De hecho, he estado buscando esa misma sensación toda mi
vida. Amar sin ser juzgado. Tal vez... sólo tal vez... un día le encontraré.
Mientras tanto, tengo a Hannah.
Abrumado por su belleza, me tomo un minuto para recuperar mi
aliento. La chica me deja jadeante. No es nada como la niña que conocí
cuando tenía diez años. Pero, aun así es lo suficientemente bonita.
La niña se ha ido. Tienes a Hannah. Ella te eligió.
Mis manos están temblando y no me atrevo a moverlas de mis
bolsillos. Insto a mis pies a caminar hacia ella, pero están más que
contentos quedándose clavados en el suelo.
No soy digno de estar aquí con ella.
El lago está inusualmente tranquilo para un día tan cálido. No me
9
sorprende. Todo el mundo se está preparando para regresar a sus
horarios de trabajo de otoño y algunos están por irse a la universidad por
primera vez, como Hannah.
Mientras mira desde el muelle sobre el lago, se asusta por el
alboroto que mis pies están haciendo.
—Hola, tú.
—Hola, tú —contesto.
Me dejo caer a su lado, llevándola a mis brazos. Con pereza, vemos
las pequeñas crestas de agua golpear el muelle.
—Te he echado de menos hoy. —Es un hecho. La extrañé. Cada
minuto del día que no estoy con ella, la extraño. Me hace sentir bien. La
necesito. Cuando estoy con ella, valgo algo.
—¿Lo hiciste? —Su mano se extiende más allá de ella para trazar
mi rostro.
Agarro su mano y la beso.
—Te echo de menos todo el tiempo. —Soy adicto a la forma en que
me hace sentir. ¿Qué voy a hacer cuando me deje?
Una risita tímida se desliza a través de sus labios. Hay un dejo de
tristeza en su voz.
—Cuando dices cosas como esas me dan ganas de abandonar la
escuela y permanecer aquí contigo para siempre.
No odio la idea. Pero no voy a ser el idiota que tome su futuro
porque quiero desesperadamente que se quede.
—Aww. Vamos. No estés triste. Irse es bueno. Voy a estar ocupado
con mi pasantía. Estaré tomando un montón de horas. Si te quedas,
estarás sola mucho tiempo. —Creo que la he convencido.
El tirante de su camiseta se resbala de su hombro y expone la
pequeña mariposa que esbocé en su piel hace apenas un mes. Beso la
obra. No es el más intrincado de los diseños, pero ella lo quería. Por lo
tanto, es la mayor obra de arte que jamás voy a diseñar y dibujar sobre
alguien.
—Caydon, ¿Dibujarías en las partes íntimas de las mujeres?
Ya odio esta conversación. Sabe que lo haré. Es parte del trabajo.
Los artistas del tatuaje ven de todo.
Apenas la semana pasada, tatué a mi primera desnudista. La
experiencia no fue del todo como esperaba. La desnudista quería una
rosa en su pecho izquierdo justo encima de su pezón. Cuando le dije que
tenía que quitarse la camisa y el sujetador, me miró como si tuviera tres
cabezas. Para una chica que se quita la ropa para ganarse la vida, era
terriblemente tímida. No hace falta decir, que le permití usar el baño de
10
la tienda para quitarse la ropa. Lo siguiente que vi fue a ella saliendo con
las manos sobre sus pechos. Sacudiendo la cabeza, le pedí que se
acostara con su espalda sobre la silla. Le di una toalla para cubrir su
pecho derecho y comencé a tatuar en su piel. Chica loca.
Ver el seno de la desnudista no hizo nada en mí. Es sólo una parte
del cuerpo que tenía que decorar.
—Hannah, veo al cuerpo casi como un médico examina el cuerpo
de su paciente. No son más que partes del cuerpo. Es un lienzo.
Sus ojos se encuentran con los míos. Veo un destello de malicia
asomándose detrás de sus ojos azules.
—¿Ves mi cuerpo y ves partes? —Joder no.
Trago. Veo más que partes. He tocado y besado el cuerpo de
Hannah en todas partes. Soy el único que ha tenido el privilegio de verla
desnuda. Su cuerpo es mío. Ella es mía.
Mis brazos se envuelven alrededor de su cintura deslizándola sobre
mi regazo. Con facilidad, se extiende a ambos lados de mi cintura. Sus
ojos azules se clavan en mis ojos oscuros.
—No, nena. Veo a mi todo cuando miro tu cuerpo. ¿Sabes eso? ¿O
no? Eres mi todo.
Hannah es mi todo. Es el sol. Es la luna. Es mi estrella. Sin
Hannah, todavía estaría bebiendo, fumando y peleando. No estaría
centrado en mi carrera. Sólo sería Caydon, desde el lado equivocado de
las vías. Sería Caydon, el niño cuyo padre abandonó.
Salir con Hannah me ha dado un propósito. La gente me ve
diferente. Soy importante.
Mis labios se lanzan por los de ella. Poco a poco, mi lengua entra
en su boca. Mis manos caen a su culo agarrando y amasando su carne.
Deslizando mi boca en la de ella, deslizo mi lengua perforada por su
cuello. Dejando escapar un suave gemido, me anima a seguir adelante.
Lamo y muerdo la piel casi dejando un chupetón.
Detrás de mí, escucho una tos destinada a interrumpir la sesión
de besos.
—Papi.
Jódeme. El papá de Hannah está detrás de nosotros en el muelle
con los brazos cruzados sobre el pecho. Esta es sólo una razón más que
añadir a su lista de por qué no me quiere. No me malinterpreten. Estaría
enojado si fuera mi hija besándose con su novio en mi muelle. Es algo
que no me gustaría ver. Sin embargo, los otros motivos por los que le
desagrado son absurdos.
La primera razón es que no estoy del lado de las vías de Hannah.
11
Mi madre y yo vivimos en un apartamento modesto cercano a la ciudad.
La mansión de Hannah bordea un campo de golf y un pequeño lago.
Strike uno.
En segundo lugar, no encajo con el molde de con quién espera el
Sr. Moore que su hija salga. Mi cabello negro tinta cuelga un poco por
debajo de las orejas y se apoya en la base de mi cuello. Sí, podría cortarlo
más a menudo, pero no lo hago. Mi lengua está perforada y tengo más
que un par de tatuajes corriendo por mis brazos. Sin embargo, eso va con
el territorio. Soy un aprendiz en una tienda de tatuajes en la ciudad.
Strike dos.
Y por último, no voy a ir a la universidad. Tengo un don dibujando
arte en los cuerpos de las personas. Y jodidamente lo amo. La idea de
poder hacer un poco de dinero haciendo lo que amo es mucho más
atractiva que sentarme en un salón de clases durante todo el día. Strike
tres.
Hannah es una chica inteligente. Libros y aprendizaje... es lo suyo.
Está entrando en su primer año de universidad al final del verano. Si todo
va bien, eventualmente irá a la escuela de leyes.
Sé que la unión parece muy poco probable. Pero nos amamos el
uno al otro. Eso es todo lo que importa. El amor lo conquista todo... ¿cierto?
—Sr. Moore. —Quito a Hannah de mi regazo. Tengo la repentina
urgencia de saltar en el lago justo para aplacar mi erección en agua fría.
Hannah se da cuenta de mi problema. Corre hacia su papá y
envuelve sus brazos alrededor de él. De repente, se olvida de la escena
con que se topó. Hannah es su mundo también. Su rostro se suaviza e
inmediatamente me recuerda que no es exclusivamente mía.
Con la cola entre las piernas, me acerco al padre y la hija. Su padre
suelta a su niña y me ve con disgusto.
—Caydon, veo que pudiste venir a la fiesta de Hannah, a pesar de
tus compromisos de trabajo. —Su padre está claramente infeliz que
limpiara mi horario para estar aquí—. Debemos volver con tus invitados,
Hannah.
—Sí, papá. —Hannah agarra mi mano.
El Sr. Moore atrapa el afecto entre Hannah y yo.
—Hannah, es de mala educación ignorar a los invitados que han
venido a pasar tiempo contigo. No quiero a Caydon monopolizando tu
tiempo mientras están aquí. Puedes ponerte al día con él después de la
fiesta. Estoy seguro que de todos modos, a Caydon le gustaría probar el
buffet.
El bastardo me mira sabiendo que estaría de acuerdo con lo que
sea por ver feliz a Hannah.
12
—Sí, Hannah. Ha sido un día largo. Voy a agarrar algo de comer y
pasar el rato en una de las mesas del fondo, mientras que saludas a
todos.
Hannah lo entiende. Al menos, creo que lo hace.
—Está bien, papi.
La tristeza llena sus ojos y yo haría cualquier cosa... cualquier cosa
para que su tristeza se fuera. De la mano, balanceamos nuestros brazos
hacia atrás y adelante y entramos en su fiesta de despedida.
Durante tres horas veo a Hannah mezclarse con los amigos de sus
padres. Mayormente, me ignoran. De vez en cuando, intercambian un
susurro o dos entre los invitados sobre mi apariencia. Me importa una
mierda porque Hannah la acepta. Sólo estoy interesado en complacerla a
ella. Además, nunca tengo ninguna queja de las mujeres. Claro, tengo
más de unos cuantos tatuajes aquí y allá. Sin embargo, me han dicho en
más de una ocasión lo bien parecido que soy. Me río de mí mismo
pensando cómo las amas de casa tratarían de meterme en el baño para
un discreto rapidito, si sus maridos no estuvieran alrededor. Ha sucedido
en más de una ocasión en las fiestas de los padres de Hannah. Soy lo
suficientemente bueno para follar pero no lo suficientemente bueno para
hablar.
Finalmente, el último invitado se ha ido y estoy solo con Hannah.
Cae sobre mi regazo envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello. Sin
decir una palabra, sus labios se encuentran con los míos, me acaricia
suavemente con besos ligeros. Apartándose, ajusta el maldito tirante en
su hombro que sigue cayéndose.
—Gracias por pasar el rato hasta que esto terminara.
Aunque fue un poco tortuoso, no fue insoportable.
—No hay problema, nena. —Beso su nariz.
La forma en que la luz está iluminando su largo cabello rubio la
hace parecer casi angelical. Incluso en la oscuridad del patio de su casa,
puedo ver sus brillantes ojos azules.
—Papá puede ser dominante a veces.
—Sí, bueno, papá se va a tener que aflojar un poco cuando se dé
cuenta de que no voy a ninguna parte —le advierto.
Hannah golpea juguetonamente mi hombro.
—Esto es difícil para él, Caydon. Soy su niña. Me voy a ir a la
escuela. Hay otro hombre que ocupa mi tiempo. Probablemente siente
como me le estoy escapando. Imagínate lo que sería como si tuvieras una
hija.
Hannah quiere a su papá. Siempre me ha dejado eso claro. Nunca
me interpondría en el camino del amor que le tiene. ¿Es demasiado pedir
13
el mismo tipo de respeto de su parte? Después de todo, tenemos un
interés mutuo.
—Lo siento, Hannah. En serio. Sólo quiero que me acepte. Quiero
que sepa que amo a su hija y nunca le haría daño.
Suspira.
—Lo sabe. Sólo va a tomar algún tiempo para que se acostumbre a
nosotros.
No estaba nervioso sobre Hannah yéndose a la escuela antes de
esta noche. Por alguna razón, siento el pánico asentarse ahora.
—Va a haber un nosotros. ¿Cierto? —Necesito que haya un
‘nosotros’.
Hannah me besa de nuevo, deslizando su lengua en mi boca. Gimo
cuando su lengua baila con la mía. Alejándose, se limpia la humedad de
la parte inferior de su labio.
—Siempre habrá un Hannah y Caydon.
Capítulo 2

Dos años después


—Ouch! —La chica en mi silla grita. Creo que le gusta escucharse
a sí misma. La aguja escarba en su piel dibujando un corazón negro al
lado de su pecho—. Mis padres van a matarme.
Desearía que cerrara la puta boca. En primer lugar, estimo que
debe tener unos diecinueve años. Dudo que sus padres hayan visto los
lados de su pecho en un muy largo tiempo. En segundo lugar, si hubiera
querido dejarse atrapar, hubiera elegido un lugar más obvio para hacerse
un tatuaje.
Me mantengo en silencio porque entablar una conversación con
esta perra fastidiosa solo lograría que pensara que me importa una
mierda si sus padres ven o no el tatuaje.
—Oye, te ves más o menos de mi edad ¿Lo eres?
Jesús, aquí vamos otra vez ¿Por qué siempre piensan que voy a
estar interesado sólo porque me dejan marcar sus pechos?
—Supongo. —Shorty siempre dice que debería hablar más. Piensa
14
que mi falta de interés es una cualidad atractiva para algunas chicas.
La aguja chirría un poco más fuerte. Espero que el dolor la
consuma y pierda el interés en mí. No lo hace. Mierda. —Bueno, pareces
tener diecinueve o veinte.
Intento la propuesta de Shorty. Tal vez si hablo más, se aburrirá y
me dejará jodidamente tranquilo. —Cumpliré veintiuno en dos semanas.
En su lugar, sus ojos se agrandan con entusiasmo. —¿Vas a salir
y ponerte completamente borracho o qué? ¿Es ese como, tu deseo de
cumpleaños? —Shorty nos mira disimuladamente desde la nalga del
trasero de la amiga de la chica. A él le toco la callada. Bastardo con
suerte.
Soy un artista de tatuajes en la tienda de Shorty. Él se ha
convertido en uno de mis mejores amigos. Levanto la mirada para verlo.
Tiene solamente veintiséis años pero ha sido dueño de la tienda desde
que tenía diecinueve. En los últimos dos años y medio nos hemos vuelto
muy unidos. Shorty sabe lo que deseo para mi cumpleaños número
veintiuno.
—No. Emborracharme no es lo mío. Espero que mi chica venga a
casa de la escuela. Una noche tranquila con ella, es todo lo que quiero.
—Es la verdad. La pregunta es; ¿Todavía es mi chica?
—Oh, tonto. Tienes novia. Realmente esperaba que estuvieras
soltero. —Deja caer la mano que estaba cubriendo su otro pecho—. Si no
funciona con tu novia, entonces puedes salir conmigo.
Involuntariamente, mis ojos se mueven a su otro pecho. —¿Voy a
tener que poner algo en esa?
Sonríe coquetamente y mira a su pecho expuesto. —No.
Por mucho que no quiera admitirlo, ella tiene un buen cuerpo. La
señorita “Tatúa mi pecho” lo sabe. La mayor parte del tiempo puedo ser
profesional cerca de chicas desnudas. Sin embargo, mi falta de vida
sexual es la culpable del pensamiento de sumergir mi cabeza para tomar
el brote rosado con mi boca.
Bastardo cachondo.
Sacudo rápidamente el pensamiento y me concentro en el pedazo
de piel que estoy apuñalando con mi pistola de tatuajes. Si, perra. Toma
eso por ponerme ansioso.
Finalmente, termino con la pequeña idiota. Probablemente debería
ser más amable con ella considerado que da buenas propinas. Sin
embargo, cuando promete que volverá por más tatuajes, no puedo evitar
poner los ojos en blanco.
Mientras Shorty ordena su área, puedo ver una sonrisa en su
15
rostro. —¿Qué? —Puede llegar a ser una perra presumida.
Me gustaría borrar esa sonrisa de mierda de su cara. —Nada.
— Mira, lo que sea que tengas que decir… Dilo. —Pongo los tintes
de nuevo en sus bandejas.
Deja salir una carcajada. —Pudiste haberla recostado sobre tu silla
y violarla de veinte maneras diferentes, si hubieras querido.
Desearía poder encontrarlo gracioso pero estoy demasiado molesto.
—Palabra clave. “Querido”. Yo no quiero eso.
Shorty asiente y se levanta. Se acerca hacia mí. Es como la maldita
roca. —No soy el tipo de persona a la que le importa una mierda la vida
amorosa de otra persona. Tú lo sabes. —Hace una pausa—. Lo que sea
que esté ocurriendo entre Hannah y tú, no es bueno.
Apretando los dientes, trato de contenerme para no perder la
cabeza. Amo a Shorty. Ha sido bueno conmigo. Pero Hannah es mi novia
y la amo. Al menos eso creo. Tenemos el tipo de relación que la gente
simplemente no entiende. Seguro… es un cliché. Soy el chico en el lado
equivocado de las vías. Ella es la niña rica cuyo padre ama odiarme.
Nuestro amor debe ser real. ¿Cierto?
—Shorty, sé que me estás cuidando. Hannah y yo vamos a superar
esto —Lo que sea que “esto” sea.
Hannah ha estado estudiando lejos durante los dos últimos años.
Vuelve a casa cuando puede. Últimamente, sus viajes a casa se han
vuelto menos y menos frecuentes. Su horario es agotador, o al menos eso
me dice. En estas circunstancias, estaría bien con las visitas infrecuentes
excepto porque sus llamadas telefónicas también se han vuelto pocas y
distantes entre ellas. Cuando finalmente podemos hablar nuestras
conversaciones son apresuradas.
El problema es que Hannah me mantiene en línea. Siempre lo ha
hecho. Cuando la conocí, paré de hacer la mayoría de las cosas
destructivas en mi vida. Solía pelear mucho. De hecho, cada vez que tenía
la oportunidad. Desde que conocí a Hannah, mi ira se ha apaciguado.
Seguro, todavía me molesto con facilidad. Sin embargo, no enloquezco
como solía hacerlo.
No hace falta decir que han pasado cuatro meses desde la última
vez que vi a Hannah. Esa visita en particular duró quince minutos. Ella
tenía una función a la que asistir con su familia y yo estaba trabajando
en la convención de motociclistas en el centro. La vez anterior a esa, fue
casi igual de corta.
Nuestra relación sexual es inexistente. Mi mano se está cansando.
La última vez que follamos fue hace como un año. La sorprendí
conduciendo hasta su escuela en nuestro segundo aniversario. Al
16
principio, estaba sorprendida de que la hubiera ido a ver. Una vez que
superó la sorpresa inicial me llevó a su dormitorio y se entretuvo conmigo
por una hora. Nuestro tiempo se vio interrumpido porque yo tenía que
conducir toda la noche para volver a tiempo para mi turno en la tienda
de Shorty. Además, Hannah en cierto modo me dio a entender que estaba
sobrecargada con cosas de la escuela por lo que no sería una buena idea
que me quedara.
—Si tú lo dices.
Me estoy poniendo jodidamente enojado. Los comentarios como ese
hacen que pierda la maldita paciencia. Tengo que tranquilizarme porque
Shorty es la única persona en mi vida, además de Hannah, que me
mantiene enfocado.
Me tomo un minuto para tranquilizarme. —Shorty, necesito a
Hannah… lo sabes. Ella es la única que puede evitar que vuelva a ser la
persona que era.
Shorty ríe. ―Estas equivocado. Tú eres la única persona que puede
evitar que te conviertas en alguien que no quieres ser. —Abre la mini
nevera de la tienda y me arroja una cerveza—. Sé que crees que todo lo
que brilla es oro. No lo es. El coño de platino no es mejor que el coño
ordinario. Seguro, Hannah es una buena chica. Me agrada. En serio. Sin
embargo, hay algo aquí que me parece sospechoso. Mira, todo lo que digo
es que no pongas tu vida en espera por Hannah. Todavía le queda un año
de universidad y luego la escuela de leyes. ¿Qué pasa después?
He pensado sobre esto. ¿Dónde mierda encajo? No lucho con la idea
de ser lo suficientemente bueno para Hannah. Sé que lo soy. Trabajo
duro, no tengo problemas con ser fiel y estoy orgulloso de lo que he
logrado personal y profesionalmente.
Ambos somos determinados. Tenemos metas y sueños que en
cierto modo, son distintas pero iguales. Ella siempre supo que quería ser
abogado. Yo siempre supe que quería ser artista. Ambos estamos
siguiendo nuestros sueños. Es el lugar donde encajamos en el sueño del
otro donde se vuelve un poco confuso. Creo que hemos logrado nuestros
objetivos juntos y nos necesitamos el uno al otro para seguir adelante.
—No sé.
Shorty se toma los últimos sorbos de cerveza de su botella y coge
otra. Me lanza otra cerveza pero apenas he tocado la primera. —Eres un
hombre joven. No hagas planes a futuro con Hannah todavía. —Shorty
da tragos al líquido burbujeante—. Tengo una idea. La prima de María se
mudó de nuevo en la zona hace unas pocas semanas. Realmente no
conoce a nadie. María quiere que salgamos con ella porque todo lo que
hace la chica es estudiar. Ven con nosotros.
17
Ahora, Shorty me tiene dándole sorbos a mi cerveza. —No estoy
buscando que me arreglen una cita.
Shorty sacude la cabeza. —No estoy intentando arreglarte una cita.
Salgamos de aquí y divirtámonos.
María y Shorty han estado juntos por un poco más de un año. He
visto a maría un montón de veces. Cada vez que la veo me cuesta
mantener mis jodidos, sucios pensamientos para mí mismo. Es más
caliente que el infierno… demasiado caliente para Shorty. Su oscuro y
largo pelo ondulado es salvaje pero sexy. Cada vez que mira a Shorty con
sus ojos color chocolate, me da un poco de envidia. María ama al chico.
Nunca entendí la conexión entre los dos. Shorty es aproximadamente
cinco años mayor que María y un gran cabeza hueca con bíceps
abultados y tatuajes repartidos por toda su piel. No es el tipo de chico
con el que te conviene joder. María parece una hormiga indefensa junto
a él.
Pienso en la oferta de Shorty. No creo que este intentando
engañarme. Si el realmente quisiera interponerse en mi relación con
Hannah, me hubiera dicho que me cogiera a la chica que estaba en mi
silla hace unos minutos. —Está bien. Iré siempre y cuando sea solo para
pasar un buen rato. Eso es todo.
Una gran sonrisa se extiende por su cara de Hulk. —Está bien.
Estamos progresando. Empezaremos la noche en la casa de Dallas. Él
siempre tiene algo. Tal vez después podemos intentar entrar en Palermo
para tomar unos tragos. No piden identificación después de cierto tiempo.
—Sí, está bien. Nos vemos aquí alrededor de las nueve. — Salgo al
frio aire y me dirijo a mi Mustang.

18
Capítulo 3

Decido llamar a Hannah. Necesito escuchar su voz. Si sólo escucho


un indicio en su voz de que me extraña, puedo pasar esta noche.
Me desplazo por los contactos en mi teléfono y pulso en el nombre
Bebé. El teléfono suena y siento el familiar aumento de ansiedad en mi
pecho. El nerviosismo que siento debería haber desaparecido hace mucho
tiempo. Hannah y yo deberíamos estar en una posición cómoda en este
momento de nuestra relación. Hemos estado juntos desde el penúltimo
año de la secundaria. En cambio, estoy casi tan inquieto como lo estaba
la primera vez que la invité a salir.
Ella contesta el teléfono y mi esperanza se eleva. —¿Hola?
La pregunta me molesta. Debería saber que estoy al otro lado de la
línea. Mi número no ha cambiado. ¿Por qué suena como que no sabe quién
está llamando? Mi número debería estar programado en su teléfono. —
Hola, bebé.
De repente, su voz se vuelve más suave, como si estuviera
susurrando:
—¿Caydon?
Abro la puerta de mi auto y me deslizo en él. —¿Quién más podría
19
ser? ¿Por qué suenas como si estuvieras susurrando?
Puedo oír sus pasos y una puerta cerrándose. —Estaba en la
biblioteca del campus.
—Oh —Me siento como un idiota interrogándola.
—Caydon, debo volver a estudiar. ¿Necesitas algo?
Sí. A ti. —Sólo quería escuchar tu voz.
—Bueno, eso es dulce.
—Tú eres dulce. Lo suficientemente dulce como para comer —
Imagino mi cabeza entre sus piernas—. ¿Quieres saber lo que estoy
pensando ahora?
—Caydon —advierte con un toque de diversión en su voz.
Involuntariamente, mi pene se eleva. —Estoy pensando en ti sobre
tu espalda, y mi lengua entre tus piernas.
Hannah traga saliva. —Caydon, tanto como me gusta ese
pensamiento, no puedo hacer esto ahora mismo. Estoy en un lugar
público. —Estoy un poco decepcionado. Estaba esperando que jugara por
un buen rato dándome algo para masturbarme cuando llegue a casa.
Dado que Hannah no mordió el anzuelo, tendré que buscar porno en
Internet con una chica que se le parezca.
—Está bien, bebé. Sólo hablar contigo es suficiente. Te extraño —
Maldita sea, lo hago. Realmente lo hago.
Hannah suspira. —También te extraño.
—¿Cuándo vuelves a casa? —Acción de Gracias es en pocas
semanas. Sé que ella estará en casa visitando a su familia. Tendrá que
verme también, ¿cierto?
Otro suspiro. —Voy a estar en casa cerca de Acción de Gracias.
—Genial. Podré verte entonces. —No puedo evitar que mi voz se
eleve con emoción.
—Ya veremos, Caydon —Vaya. No me esperaba eso. Son los
malditos días festivos y ¿no quiere ver a su novio?
—¿Qué diablos significa eso, Hannah? Es jodidamente Acción de
Gracias. —Golpeó con mi puño contra el volante.
—Lo sé. Lo sé, Caydon. Sabes que papi ha planeado mi agenda
antes de que vuelva a casa —Escucho el pesar en la voz de Hannah.
—Hannah, no me importa una mierda lo que papi ha planeado para
ti. ¡No he visto a mi chica en meses! —grito en el teléfono. El estrés de
nuestra relación me está alcanzando.
La voz de Hannah se estremece. —Caydon, por favor, cálmate. Eres
diferente ahora. No hay necesidad de enloquecer. Voy a hablar con papi.
¿De acuerdo?
20
Puedo oír, en su voz, que está a punto de llorar. Me hace sentir
bien. Quiero que llore. Quiero que sienta la frustración que he sentido en
los últimos dos años. —Sí, habla con papi. Dile que vas a reservar tiempo
para ver a tu maldito novio mientras estás en casa. ¿No quieres verme,
Hannah? —Sí, está llorando ahora y jodidamente me encanta. Sé que
debería sentirme mal por hacerla llorar. No puedo. Toleré demasiada
mierda de papi. Si Hannah realmente quiere estar conmigo, ella le dirá a
papi que se vaya a la mierda.
—Por supuesto que quiero.
—¡Entonces actúa malditamente de ese modo! Dile a tu papá que
vas a venir a verme. Ya tuve suficiente mierda, Hannah. Te necesito.
Quiero verte el tiempo suficiente para jodidamente lamer y chupar todo
tu cuerpo. ¿Entendido?
Está calmada. —Entendido. ¿Caydon? Realmente me tengo que ir.
Te llamaré en unos días para informarte cuándo podrás verme. Hasta
entonces, por favor, no hagas nada estúpido.
Sí... Hannah... gracias por anotarme en tu agenda. —Sí, lo que sea.
—Me tengo que ir. —Oigo el clic del teléfono y se ha ido.
Hannah no dice que me ama.
Y no tengo la oportunidad de decirle que la amo.
Golpeo con mis puños contra el tablero de mandos. —¡Mierda!
Desearía nunca haberla llamado.

21
Capítulo 4

Reece
Hace seis meses
Ella no ha ido a trabajar desde hace semanas. El día comienza con
vodka en su copa. A mediodía, se echa la siesta. Si no lo hace, se queda
dormida de todos modos. Las comidas han sido sustituidas por vino y una
copita de vodka o algún otro líquido transparente.
Su piel, antes hermosa, tiene un ligero matiz amarillento. Se ha
olvidado del mantenimiento básico de higiene.
Todas las responsabilidades de la casa están ahora sobre mí.
Los “buenos amigos” han desaparecido porque ella se desmaya
antes de poder llegar al bar.
De momento, piensa que puede tener la gripe o alguna otra
enfermedad. Cuando el médico le dice que no puede solucionarlo a menos
que se desintoxique, ella quiere una segunda opinión.
Su hígado ya no funciona y las toxinas no están siendo eliminadas 22
de su torrente sanguíneo. Sus riñones están dejando de funcionar. El ligero
matiz amarillento se ha profundizado y se ha extendido a sus ojos.
Está más allá de ser exigente e irracional. No puedo razonar con ella.
Les he pedido ayuda a mis abuelos, pero están disgustados por su
comportamiento.
Es cuestión de tiempo que la Muerte venga a tocar su puerta. A
veces, rezo para que esto ocurra rápidamente. Otras veces, ruego que se
pueda curar. No sé si esto me hace una buena o una mala persona.
Pienso en volver a casa con mi padre, dejando todo esto atrás.
Dejándola atrás. Después de todo, ella no cumplió la promesa que me hizo.
¿Por qué debería serle leal?
Ya es demasiado tarde. Soy todo lo que tiene.
Me aferro a algunos vagos recuerdos felices para tener algo bueno
que decir, cualquier cosa, en su funeral. Llevo trabajando en su obituario
desde hace semanas, y ella ni siquiera ha muerto aún. Pero lo hará.
Supongo que se ha estado muriendo desde hace bastante tiempo.
Hay días en que me siento sola, en la playa, y grito. Hoy es uno de
esos días. Me he permitido quince minutos a la semana para sentir lástima
por mí misma. Después junto mi mierda y vuelvo a nuestro condominio.
Hoy, camino un poco más lento. Sé que es egoísta, ella me está
esperando. Pero no me importa. Me permito el lujo de unos pocos minutos
de paz.
En el momento en que estoy frente a mi puerta, me siento un poco
más relajada. Ahora puedo entrar y cuidar de ella.
Entro a su habitación, sabiendo que voy a encontrarla tumbada
sobre su cama, completamente loca.
Hoy está tranquila. Toco su hombro. Aún nada.
El tinte amarillo de su piel es ahora una sombra gris azulada. Inclino
su cabeza hacia mí y noto que sus labios son del mismo tono de azul.
Parece estar durmiendo sin la habitual subida y bajada de su pecho.
La estudio por unos momentos. Descansa en paz. Y sé que finalmente
sucedió.
Mi madre se ha ido.
Me subo a la cama con ella y envuelvo mis brazos a su alrededor.
Silenciosamente, dejo que caigan las lágrimas. Me acurruco lo más cerca
que puedo, sabiendo que ésta es la última oportunidad que tendré de
abrazarla. La última oportunidad de decirle todas las cosas que siempre
he querido compartir con ella, pero no podía porque estaba muy borracha.
Es la única conversación madre―hija que alguna vez tendremos.
23
A través de cada dolor punzante, se lo cuento todo. A través de cada
lágrima, le doy todo lo que tengo. Mis secretos. Mis esperanzas. Mis
sueños.
—Mami, lo siento mucho. No eras la madre perfecta. Pero eras todo
lo que tenía. Te merecías una muerte mejor. —Un torrente de lágrimas cae
por mis mejillas—. Cuando era más joven, deseé que estuvieras muerta.
Tal vez Dios me escuchó. ¿Funciona así, mamá? ¿Él sólo contesta las
horribles plegarias después de ver el sufrimiento de la petición? ¿Esto es
sólo una conversación loca, verdad?
Me seco la humedad de mi rostro. —Nunca debería haber dejado a
papi. Al menos la abuela estaba allí cuidándome. No como aquí. Nadie
estaba cuidándome. —Por un segundo, me compadezco a mí misma.
Mis pensamientos son erráticos y vienen rápidamente.
—Tal vez así es como funciona. Nací para cuidar de ti. Ese era mi
trabajo.
Mientras gimoteo y me lamento, dejo salir la ira que había guardado
bajo llave. —El trabajo era duro… realmente duro. He visto a tus llamados
mejores amigos abandonarte en tus horas más oscuras. He visto a tus
padres mantenerse apartados y mirarte… a mí… pelear. —Alguien tenía
que ser la fuerte—. A veces, deseaba estar borracha para no ver las cosas
con tanta claridad. Al principio, pensaba que eras egoísta. Te culpé por tu
alcoholismo. La verdad es, tú eras la única torturada. Estabas mal.
Enferma.
—Prometo que no voy a ser como tú. Encontraré la luz. No
permaneceré en esta oscuridad. Voy a hacer algo con mi vida. Seré fuerte.
Te dejaré a ti y a esta horrible enfermedad en el pasado. —Sollozo por cada
promesa que hago.
Pongo mi cabeza sobre su pecho, fingiendo que soy una niña de
nuevo. Se siente bien estar tranquila, aunque sea por un momento.
Cuando termino, la almohada a su lado está empapada por mis
lágrimas. Me he purgado a mí misma, abriendo las puertas de mi corazón.
Mis manos acarician su cabello. Arreglo su camisón para que
parezca presentable cuando vengan y se la lleven. Quiero que sepan que
a pesar de que soy lo único que le queda, ella fue atendida. —Te amo,
mamá.
La media hora que prometí que me daría a mí misma se ha ido. De
mala gana, me deslizo de la cama y miro hacia atrás, a ella. Cierro la
puerta. Una vez más, la puerta ha sido bloqueada. Mi corazón está cerrado
con llave.
Antes de hacer la llamada, limpio mis lágrimas en el lavabo del baño.
Respiro profundamente y camino por el pasillo. Cojo el teléfono y marco tal
24
como lo practiqué en mi cabeza.
—911, ¿cuál es su emergencia?
—Mi nombre es Reece. Vivo en el 113 de Palm Tree Lane. Mi madre
está muerta.
Capítulo 5

Seis meses después


Papá dijo que todo iba a sentirse familiar una vez que regresara. No
lo siento así. Finjo acordarme de todo para no herir sus sentimientos.
Todo es abrumador para mí... la casa de mi padre... el pequeño
pueblo. Apenas conozco este lugar. Lo único positivo es que me permite
concentrarme en la escuela. No hay amigos ni caras conocidas que me
distraigan de mi objetivo.
Pensé en permanecer en Florida pero no había manera de que
pudiera costearme vivir allí sola. Además, hay demasiados recuerdos. Y
los recuerdos solo son distracciones.
Es viernes por la noche. La mayoría de la gente mi edad salen a
pasárselo bien en los bares. Yo no. Estoy sentada ante mi escritorio
estudiando para un examen. Papá entra en mi habitación y se sienta en
el borde de mi cama. Giro la silla para mirarlo, golpeando mi rodilla con
mi escritorio. Grito de dolor y frustración. La fuerte mano de mi padre
inmediatamente está sobre mi rodilla tratando de mitigar el dolor. Mi
25
rodilla detiene su palpitación.
—Gracias Papá.
—Fue culpa mía. Te asusté. —Los ojos de papá son tristes.
Le doy un buen vistazo. Es joven, guapo, un tipo grande con un
corazón bondadoso. Sin embargo, también es un recordatorio de todo lo
que está mal en mi vida.
—Está bien, papá. Estoy bien. ¿Va todo bien? —le pregunto.
Mirando alrededor de mi habitación, dice:
—Hombre, me acuerdo de esta habitación cuando era una
guardería. Parece que fue ayer cuando naciste.
Mientras mi padre viaja al pasado, trato de bloquear sus palabras.
A la mayoría de la gente le gusta escuchar historias de cuando estaban
creciendo. Esas personas, lo más probable, es que tuvieran infancias
normales. Yo no. Por tanto, no me importa escuchar mis historias de
bebé.
Levanto una ceja con la esperanza de que capte el mensaje de que
he terminado con este tema. Lo hace.
—¿Vas a salir esta noche?
Me está tomando el pelo, ¿verdad? ¿Con quién demonios se supone
que voy a salir?
—No. Tengo que estudiar.
—María llamó. Dijo que ha estado tratando de enviarte un mensaje
pero que no le has respondido. Quiere que salgas con ella esta noche. —
Los ojos de mi padre se iluminan.
No quiero desilusionarlo. Pero no tengo ninguna intención de salir
con mi prima. Así pues, esa es la razón por la que los mensajes de mi
prima se han quedado sin respuesta.
—Oh. Yo... umm... tengo un montón de cosas que hacer para la
escuela.
Desde que tengo memoria, no recuerdo haber visto nunca a mi
padre enfadarse. Ahora, creo que en realidad puedo verle echar humo de
sus orejas.
—Vas a salir con María y con sus amigas.
¡Cómo se atreve a pedirme que salga!
Soy una mujer de veintiún años. Sí, vivo bajo su techo, pero no me
veré obligada a salir.
Después de pensarlo por un momento, me río.
—¿De qué te ríes?
Probablemente piensa que estoy loca.
—¿Alguna vez has oído hablar de un padre castigando a su hija por
no salir? —Sigo riendo.
26
Papá ríe un poco, pero su rostro parece triste de nuevo.
—Justo me recordaste a tu madre. Se las arreglaba para
encontrarle humor a todo.
—¿Estamos hablando de la misma persona? Porque la persona que
recuerdo no podía levantarse de la cama ni para tomar una ducha, y
mucho menos encontrar humor en algo —le respondo.
Papá se frota los ojos y luego aprieta el puente de su nariz.
—Siento que hayas tenido que lidiar con todo eso, Reece. No sabía
que ella estuviera tan mal.
No es su culpa. Solo soy una amargada porque me robaron mi
adolescencia. Mi madre era alcohólica y me vi obligada a cuidar de ella.
Parte de eso fue culpa mía. Cuando tenía diez años, mi madre vino a
visitarme a casa de mi abuela. Era tan malditamente genial y joven.
Quería a mi madre en mi vida. Les rogué a mi padre y a mi abuela que
me dejaran ir a Florida para vivir con ella. Al principio, mi padre luchó
conmigo ante esa idea. Finalmente, cedió porque mi madre lo convenció
de que era lo suficientemente madura como para cuidar de una niña y
que merecía tiempo conmigo.
Mis padres me tuvieron cuando tenían quince años. La madre de
papá reconoció que ninguno de mis padres podía criar solos a un bebé.
Aunque mi padre vivía en la casa con mi abuela, básicamente ella se
encargó de mí hasta que tuve diez años.
Mi mamá no se relacionó mucho conmigo después de que me
tuviera. Cuando tenía diecisiete años, sus padres se mudaron a Florida
y se fue con ellos. Mamá venía a casa dos veces al año a verme. En su
última visita a la casa, plantó la idea de que me fuera a Florida con ella
cuando ella regresara.
Para una niña de diez años y sin madre, la idea no era horrible.
Estaba pasando un momento difícil en la escuela con algunos niños.
Además, me encantaba la interacción con mi madre en sus visitas a casa.
Hacíamos cosas divertidas. Mamá peinaba mi cabello y me maquillaba.
Hacíamos actividades femeninas. Definitivamente fui persuadida por la
falta de influencia femenina en mi vida.
Además de eso, mi padre era un hombre soltero de veinticinco
años. De vez en cuando, permitía que sus amigas me conocieran. Siempre
que me encariñaba con alguna, después rompía con ella. Nunca lo
admitiría ante él, pero eso daba asco. Mis esperanzas subían y luego
bajaban con cada entrada y salida de una nueva novia.
En un primer momento, estar en Florida con mi madre fue genial.
Vivíamos en un pequeño apartamento junto al océano. Mis abuelos vivían
cerca y nos visitaban a menudo. Durante la semana, mamá, era la madre
27
perfecta. Los fines de semana, me enviada con mis abuelos para poder
salir de fiesta con sus amigos.
Con el tiempo, la fiesta se le fue de las manos. No le importaba si
era un día entre semana o fin de semana por la noche. Mis abuelos se
cansaron de verme cinco noches a la semana, igual que mi madre. Sus
padres querían que mi madre me enviara de vuelta a casa con mi padre.
Mi madre se negó.
Conforme pasó el tiempo, empecé a preparar las comidas y a hacer
la limpieza para mamá. La mayoría de las veces, llegaba a un
apartamento vacío. Cuando estaba en casa, estaba limpiando el vómito
inducido por el alcohol o expulsando a patadas a los tipos. Patear a los
tipos fue más difícil cuando me convertí en una adolescente. Cuando
mamá se desmayaba y no podía cumplir sus deseos, trataban de
hacérmelo a mí. Los hijos de puta nunca tuvieron una oportunidad. Mi
padre nunca me enseñó a rizar mi cabello, sino que me enseñó a pelear.
Ninguno de los "novios" de mamá se fue sin un ojo morado o un labio
hinchado.
Después de graduarme en la escuela secundaria, fui a una
universidad cercana para poder cuidar de mamá. Tuve la oportunidad de
tomar algunos cursos en línea aquí y allá antes que la situación se saliera
de control. Para el momento en el que me di cuenta de que mamá estaba
tocando fondo, ya era demasiado tarde. Mi mamá estaba desnutrida y su
hígado destrozado. Murió cuando tenía veinte años.
Intenté vivir con mis abuelos durante un breve tiempo. Parte de mí
sentía me culpaban por la desaparición de mi madre. Escuché a mi
abuelo decir que nadie debería ser madre en la adolescencia y que yo la
empujé al borde. Todo lo que podía pensar era que ella nunca fue una
madre.
Después de que la madre de papá falleció, mi padre me suplicó que
volviera a casa. Quería que regresara a para concentrarme en la
universidad, ya que me había perdido muchas cosas. Después de mucha
persuasión, acepté.
Le debía a mi padre una disculpa. No se merecía mi problema de
actitud. Podría haberlo llamado en cualquier momento mientras estaba
en Florida para volver a casa. No lo hice.
Mirando directamente a mi padre, no pude evitar pensar en lo difícil
que fue para él tener una hija a los quince años. Debí de haber sido un
freno para su vida amorosa. Pero hay esperanza para él todavía. A los
treinta y seis años, sigue siendo un tipo guapo. Su cabello oscuro y casi
rapado le cae elegantemente hacia adelante, complementando sus
28
grandes y tristes, ojos marrones. Los tatuajes tribales asoman bajo su
entallada, camiseta blanca.
Rara vez traigo amigos a casa de la escuela debido a la apariencia
de mi papá. La última vez que traje a casa una compañera de estudio,
intentó coquetear con mi padre todo el tiempo. Es un hombre bien
parecido, pero aun así es mi padre.
—Lo siento, papá —digo en serio.
—Reece sé que has pasado por algo realmente muy serio. Estás
libre de esa vida ahora. Pasa un buen rato esta noche. Vamos, haz que
tu viejo se sienta mejor.
Mi gran y rudo padre tiene algunas lágrimas en los ojos.
Maldita sea. Es difícil verlo vivir con la culpa de lo sucedido.
—Está bien. Iré.
—¡Sí! —Papá está también muy emocionado.
Me río de su respuesta y bromeo:
—¿Quieres que salga de la casa para poder traer un "bombón" a
casa?
Golpea juguetonamente su puño en mi barbilla suavemente
diciendo:
—Tengo una cita con el saco de boxeo en el sótano, chica.
Mi padre pertenece al equipo masculino de boxeo deportivo.
Entrena constantemente cuando no está trabajando en la construcción.
Me levanto de mi asiento para abrazar a mi padre. Él envuelve sus
brazos alrededor de mí.
—Te quiero, papá. Necesitas vivir también. Tú también deberías
salir.
Papá me da una sonrisa torcida.
—Tengo una pelea pronto. No necesito a una mujer que fastidie mi
suerte.
—Me preocupa tu reputación.
—Mi reputación está bien. Sal y pon en marcha tu encanto. Le diré
a María que te recoja en un rato.
Mi padre sale de mi habitación y me quedo con mis propios
pensamientos. Dios, siento como que tengo ochenta años. ¿Qué chica de
veintiún años, quiere quedarse un viernes por la noche?
Estoy justo acabando de prepararme para salir. Demonios, tal vez
si actúo como me siento, María nunca me pedirá que salir de nuevo.

29
Capítulo 6

María y yo parecemos hermanas. Eso tiene sentido. Mi padre y el


padre de María son hermanos. Somos sin duda las versiones jóvenes de
ambos. Podríamos ser gemelas. Las fiestas en el Dallas están
sobrecargadas con los chicos que están obsesionados con fetiches sobre
las gemelas. Eso está empezando a cansarme. Si preguntaran porque
realmente quisieran saberlo, estaría perfectamente de acuerdo con la
pregunta.
María no parece tan molesta como yo.
—Cuando Shorty llegue, toda la atención se detendrá.
—¿De verdad? ¿Por qué?
—Shorty es enorme... como tipo tu padre. Nadie se mete él —le
pregunto a María por qué Shorty llega tan tarde—. Tuvo que cerrar su
tienda y recoger a su amigo.
—No mencionaste nada de un amigo. —Mierda. Espero que esto no
sea una encerrona.
—Relájate, Reece. Caydon tiene una novia que suspira por él
constantemente. Están pasando por una mala racha. Shorty quiere que
salga a pasar un buen rato y distraerse.
30
Los músculos de mi cuerpo se aflojan. Lo último que necesito es a
mi prima jugando a casamentera. Además, por lo general estoy muy
incómoda alrededor de los chicos. No tengo un historial muy saludable
con los chicos. Mi primer beso fue con un tipo que mi madre trajo a casa
de un club. Tenía quince años. Era ocho años mayor que yo y unos siete
años más joven que mi madre. Por supuesto, el tipo quería estar con mi
madre. Cuando ella cayó inconsciente ante él, me encontró viendo la
televisión en la sala de estar.
Al principio, quería darle una patada como hacía con la mayoría
de los chicos que traía a casa. Después de pasar un rato con él, empecé
a encontrarlo atractivo. Era estudiante de medicina en Florida de
vacaciones de primavera. Para mi sorpresa, estaba coqueteando con él.
Desde que llegó al apartamento de mi madre buscando algo, él saltó sobre
la oportunidad.
Después de besarnos durante un rato en el sofá, quería hacer más.
Dejé que me hiciera cosas que nunca pensé que quisiera hacer. Dejé que
me metiera el dedo. Y que me instruyera sobre cómo masturbarlo. La
experiencia me dejó incomoda. Dos horas más tarde, se había ido y yo
estaba sola.
No tenía a nadie con quien hablar de él. Mi madre no se despertaría
hasta el día siguiente y no recordaría que trajo a alguien a casa. Con mi
cerebro de quince años, rebusqué en su bolso para ver si tenía su
número. Estúpida de mí. No me di cuenta hasta aproximadamente un
año más tarde que no signifiqué absolutamente nada para un turista de
vacaciones.
Cuando tenía diecisiete años, conocí a un chico en la playa que
estaba visitando a sus abuelos durante el verano. Cada vez que no estaba
cuidando de mi madre o que ella estaba fuera, pasábamos juntos un rato.
Austin era un tipo seguro. Era respetuoso, agradable y dulce. Me
gustaba porque era todo lo que mi vida no era. En ese momento, mi vida
era un caos. Austin me ofreció inocencia y comodidad. Austin me dio la
oportunidad de huir durante un rato de todo. Con Austin, nunca tuve
que preocuparme de que se aprovechara de mí.
Ese verano, exploramos juntos, nuestros cuerpos por pura
curiosidad. Al final del verano, teníamos planes de entregarnos la
virginidad el uno al otro. Antes de que Austin tuviera la oportunidad de
penetrarme, su abuela nos encontró. Después de eso, a Austin le
prohibieron verme. Debería haber estado triste por eso. No lo estuve. No
amaba a Austin. Iba a hacerlo sólo para llenar un vacío.
Poco después de Austin, me di cuenta de que tener novio no era
31
para mí. Hay demasiadas complicaciones cuando se trata del amor y del
sexo. Por ejemplo, yo misma era un producto del amor juvenil. Por lo que
mi padre me había contado, amaba a mi madre. Por supuesto, ahora
reconoce que sus sentimientos eran de enamoramiento. Pero jura, que
aunque él tenía quince años, lo habría hecho todo exactamente igual.
Creo que es una locura.
A los veintiún años, no puedo imaginar estar enamorada, y mucho
menos tener un hijo. Papá dice que no puedo ver lo bueno que es tener a
alguien a quien cuidar porque tuve que hacerme cargo de mi madre
cuando se suponía que era ella la debía estar allí para mí. Mi papá jura,
que cuando sea el momento adecuado, me enamoraré. Y cuando me
enamore, querré tener una familia con esa persona. Una vez más, mi
padre está gravemente pirado.
María sigue contándome los antecedentes de Caydon. Por lo que he
entendido, Caydon ha estado saliendo con la misma chica desde que
estaba en la escuela secundaria. Al parecer, su novia es muy inteligente
y está tratando de entrar en la Facultad de Derecho. Puesto que ella ha
estado ausente, ha habido cierta tensión en su relación.
Sin conocer a Caydon o a Hannah, eso no parece ser un gran
problema para mí. Hannah está en la universidad centrándose en su
futuro. Caydon está aquí haciendo lo que le gusta. En mi opinión, no es
un problema.
—Hola, hermosa.
Siento un par de fuertes manos en mi cintura desde detrás. Si me
dieran un dólar por cada chico que trató de seducirme esta noche,
fácilmente tendría cien dólares. Esto es diferente. El hijo de puta puso
sus manos sobre mí.
Quito los dedos que se estiran a cada lado de mi cintura y los
retuerzo. Escucho un grito de dolor.
—¡Mierda! ¿Qué demonios, María?
Mierda. Me vuelvo inmediatamente, dándole a quien me manoseó
una rápida mirada. Claramente, estaba buscando a mi prima.
—Mierda. —El gran hombre todavía está agarrándose los dedos que
le lastimé—.Tú debes ser Reece. Lo siento, pensé que eras mi chica.
Maldita sea.
—¿Shorty? Lo siento mucho. Pensé que eras uno de los chicos que
no me deja en paz.
—¿Quién no te deja en paz? —Shorty enciende su interruptor a
"perro guardián".
—Puedo cuidar de mí misma. —Tengo confianza en mis habilidades
de defensa. Mi padre me ha enseñado bien.
32
Shorty se ríe.
—Puedo ver eso. Tu padre es el luchador, ¿verdad?
Bajando la guardia, río.
—Sí.
—Recuérdame nunca meterme contigo.
—No es de ella de quien tienes que preocuparte. —María envuelve
sus brazos alrededor de su hombre. Shorty inmediatamente se convierte
en plastilina y el asalto se olvida fácilmente.
Detrás de Shorty, lo veo. No puedo dejar de mirar. Es guapo. Su
cabello negro como la tinta cae hacia la frente complementando su
bronceado y ojos marrones. La incipiente barba negra esboza su
mandíbula cuadrada. Sus carnosos labios de color cereza se fruncen
hacia mí. Me doy cuenta de los tatuajes que asoman de una manga de su
camiseta negra.
Siento como si me hubieran rociado con polvo de hadas. Mis
pensamientos no son míos. La reacción que mi cuerpo está teniendo es
excesivamente ajena a mí. Mi lengua está bailando en mi boca, deseando
conectarse con la suya. Siento un hormigueo por todas partes. Quiero
tocarlo.
Nuestros ojos se encuentran y permanecen el uno en el otro
durante un segundo. La oscuridad llena sus ojos y la conexión se pierde.
Mis oídos no parecen funcionar porque débilmente escucho a María
presentarme a este dios delante de mí. Al parecer, perdí todas mis
habilidades para hablar también, porque no puedo conseguir decir ni una
palabra.
María toca mi brazo para llamar mi atención.
—Reece, ¿estás bien? Quiero que conozcas a Caydon.
Caydon.

33
Capítulo 7

Caydon
Reece. Su nombre es Reece. Ella se parece a un ángel pero todos
sabemos que está disfrazada de buena cuando es realmente mala. Y...
aparentemente muda. El hecho de que no me reconozca me cabrea. En
realidad, toda su presencia me enfada. No puedo entender por qué, pero
puedo sentir la rabia creciendo en mi cuerpo.
Conozco el tipo. Asumo que no soy digno para hablar. Mi apariencia
le debe agobiar. Bueno, pues que le den. ―¿Eres una jodida muda? ―No
puedo evitarlo. Hannah me ha puesto de mal humor. Estoy lleno de odio
hacia cualquier pedazo de culo caliente. Aunque, ésta deliciosa diosa no
tiene la típica mirada de “fóllame”, aun así desquito toda mi ira sobre
ella. Claro que no ayuda que tomara unos tragos de Crown Royal antes
de llegar aquí.
―Caydon ya basta. ―María defiende a su prima.
Le doy a María una sonrisa arrogante. ―¿Qué? Tú nos presentaste,
como, hace diez minutos. ―Estoy exagerando―. Ella todavía no ha
34
jodidamente contestado. ¿Cuál es el problema, cariño, nunca has visto a
un chico lleno de tatuajes? ―Me pongo extremadamente cerca de ella.
Reece no se mueve.
Mi boca está a menos de una pulgada de su oreja. Sé que puede
sentir mi aliento contra la piel de su cuello. Siento su escalofrío. Dejo que
el whisky hable por mí. ―¿Te gusta lo que ves?
Hay una enorme mano en mi nuca tirándome hacia atrás. ―Voy a
traerle una bebida a este cabrón. Lo siento, Reece.
Me veo llevado lejos de Reece y su prima. Hay un poco de
resistencia por mi parte, pero no mucha. Giro mi cabeza sobre mi hombro
y le doy a Reece una sonrisa satisfecha mientras me alejo. La chica sigue
de pie con la boca abierta. Snob.
Supongo que debería sentirme mal. Reece no es la causa de mis
problemas con las chicas. Hannah lo es. Pero ella no está aquí para
soportar mi maltrato. Reece lo hará. Una chica como Reece utilizará su
belleza para arruinar a tipos como yo.
¿Por qué diablos debería importarme de todos modos? Dudo que
vuelva a ver a Reece. Pero o es mi polla o es el whisky diciéndome lo que
quiero.
Nunca engañé a Hannah. Amo a la chica. Por lo menos creo que la
amo. El pensamiento de follar a otra chica siempre me ha repelido...
hasta que vi a Reece. Mi polla se puso instantáneamente dura una vez
que puse los ojos en ella. Honestamente creo que mi sequía de sexo me
está molestando.
Estoy fantaseando con Reece subiendo y bajando en mi regazo
cuando Shorty me golpea en la parte de atrás de mi cabeza.
―¿Qué demonios? ―grito.
―No me vengas con “qué demonios”. Sé que tienes a Hannah en el
cerebro pero Reece es familia de María. Ten un poco de respeto, imbécil.
―Shorty me da una cerveza y estalla la tapa con la mía.
Tiene razón. No debería haber pagado mi frustración con Hannah
en Reece. Por otro lado, vi la forma en que Reece me miraba. Me desea.
La mayoría de las chicas lo hacen. Quieren follarme. No soy lo
suficientemente bueno para mamá y papá. Reece no es diferente a
Hannah.
―Perdona hombre. Me comportaré. ―Me río.
―Lo harás... O golpearé tu estúpido culo.
No dudo que lo hará. Hago una nota mental de, por lo menos,
intentarlo. Entonces, la maldita imagen de Hannah aparece en mi cabeza
35
y mi presión sanguínea se eleva. ―Estoy bien ahora. Coge otra cerveza,
eso te tranquiliza.
Shorty deja escapar un suspiro. ―Hombre, si Hannah es la mejor
en sacar lo peor de ti, ¿por qué diablos estás con ella todavía?
No lo sé. La idea de dejar ir a Hannah es aterradora. Creo que me
siento de esa manera porque hemos luchado mucho para estar juntos. Si
lo dejamos, su padre gana. No soy lo suficientemente bueno para
Hannah, lo que significa que... No soy bueno... Punto. ¿Cómo admitir eso
en voz alta? En cambio, respondo de manera segura. ―La amo.
―Sigue diciéndote eso, tío.
―No quiero hablar de Hannah. Vamos a emborracharnos de una
maldita vez. ―Estoy harto y cansado de hablar sobre Hannah.
―Esa es la jodida cosa más inteligente que has dicho en toda la
noche.
María pasa por detrás de Shorty envolviendo los brazos alrededor
de su cintura. Ella me mira a escondidas por detrás del gran cuerpo de
Shorty. ―¿Ya has terminado de ser un idiota?
Me gusta María. Parece como que la mantequilla se derrite en su
boca pero es una chica dura. Una sonrisa maliciosa se propaga a través
de mi rostro. ―Por ahora.
María pasa por delante de Shorty y antes de que pueda proteger mi
cuerpo, golpea mi brazo. ―¡Ouch! ―Me froto el brazo―. Shorty, ¿vas a
dejar que tu chica abuse de mí de esta manera?
Shorty toma un trago de su cerveza y sin dudarlo contesta: ―Sí.
Me doy cuenta de que Reece no está a la vista. Su ausencia me
preocupa. Para empezar, no quiero que se vaya solo porque fui un
imbécil. Segundo, los tipos de esta fiesta se abalanzan sobre las chicas
como Reece. ―¿A dónde ha ido Reece?
―Está con Nash. Él le está enseñando su motocicleta.
Maldito Nash.
Por supuesto, Reece saldría con el mayor gilipollas de esta fiesta.
Al tipo le encanta impresionar a las chicas con los regalos que le compran
su mamá y su papá.
En cierta época, Hannah estuvo encima de ese imbécil y su dinero
antes de que yo entrara en su vida. De vez en cuando, Hannah todavía
coquetea con él. Este incidente con Reece me recuerda porque odio tanto
al imbécil.
―Sí, apuesto a que le está mostrando algo, pero no su moto.
―¿Por qué te importa, Caydon? ―María tiene las manos en sus
caderas. Todavía está enfadada.
36
¿Por qué me importa?
Perezosamente me tomo mi cerveza. ―No lo hace.
―Estás actuando raro, Caydon. Cuando Reece regrese será mejor
que seas amable con ella.
―Si ella está con Nash, no va a volver, María. ―Es la verdad. Nash
tendrá a Reece en la parte delantera de su motocicleta en algún momento.
Si todo sale según lo planeado, tendrá a Reece sobre su espalda para el
final de la noche.
María está preocupada. Sus ojos son dardos que van de mí hacia
la puerta. Mierda. No quiero que se preocupe. Los ojos de Shorty se
dirigen hacia mí. ―¿Qué?
―Trata de redimirte. Ve por Reece ―demanda Shorty.
Casi escupo mi cerveza. ―Yo no soy su niñera.
―Ahora. ―La forma en que lo dice hace que ponga los ojos en
blanco. De mala gana empiezo a caminar hacia la puerta.
Reece está en mi vida por quince jodidos minutos y ya me tiene en
problemas con su prima y mi amigo.
Jodida mujer.
Salgo por la puerta que conduce al garaje. Me toma un poco más
de tiempo salir a la calle porque estoy esquivando a las parejas que están
besuqueándose fuera. Ojalá estuviera pegando mi lengua a la garganta
de alguien en este momento.
Una vez que llego a la calle, temo que haya perdido a Reece y Nash.
Entonces escucho a Nash acelerar el motor de su moto. Odio a los chicos
que hacen eso. Es una clara indicación de que tienen el síndrome de
“pene pequeño”. Mientras me acerco, el idiota lo hace otra vez.
Me acerco a Nash por detrás y sé que puede escucharme. ―¡Se
puede dañar el motor si lo haces demasiado! ―le grito.
Reece está sentada en la acera con aire aburrido. Sus ojos se
animan un poco cuando me ve.
Nash apaga el motor. Rápidamente miro a Reece. ―María te quiere
dentro ―digo rotundamente.
Reece se pone de pie. Se ve aliviada. Mientras intenta pasar por
delante de Nash, él la agarra del brazo. Me dan ganas de querer
arrancarle el brazo. ―Nena, no tienes que irte aún.
Hombre, odio a este capullo. ―Sí, tiene que hacerlo.
Sin soltar a Reece, Nash se echa a reír. ―Ella no es tu novia,
Caydon. Tú no puedes decirle qué hacer. Por cierto, hablé con Hannah el
otro día. Ella suena muy bien. —Sé que Hannah está en contacto con
Nash. Sus padres son buenos amigos. Nash está en la lista de “aceptable
para asociarse”. Lo que me molesta es que apenas tiene tiempo para
37
hablar conmigo pero puede hablar con este imbécil.
Aprieto los puños porque si no lo hago el hijo de puta estará en el
suelo. ―Deja a Hannah fuera de esto, Nash. Vete dentro, Reece. —Reece
está recelosa. Ella haría mi vida diez veces más fácil si caminara hacia la
maldita casa.
Finalmente, empieza a caminar pero Nash agarra su otro brazo.
Ahora, estoy más que cabreado. Si Reece no se hubiera presentado ésta
noche, yo no hubiera tenido este encuentro con Nash. No hubiera
recordado que mi Hannah todavía habla con él. Agarro el brazo de Nash
para coaccionarlo de dejar ir a Reece. Ella luce asustada. Y tengo el
repentino impulso de protegerla.
―¿Qué es lo que quieres hacer Reece? ―pregunta Nash.
Espero que hable. Si se queda en silencio otra vez, voy a tener que
dejar que Nash se aproveche de ella. ―Déjame ir, Nash. Quiero ir adentro.
No esperaba que su voz sonara tan fuerte. Es ronca, profunda y
sexy. Cuando la conocí, hace poco más de una hora, dio la impresión de
que ella era débil. El tono de su voz me dice que me equivoqué.
―Nena, nos estábamos divirtiendo ¿verdad? ¿Cuál es la prisa por
volver dentro?
Reece se carcajea. ―¿Divirtiendo? No, tú te estabas divirtiendo
contigo mismo.
No puedo dejar de reír.
Nash agarra su brazo con más fuerza. Puedo ver la piel de su brazo
cambiando a púrpura. La sonrisa que tengo se desvanece. Mentalmente
tomo la decisión de darle una patada en el culo. Pero llegó demasiado
tarde. Reece usa su brazo libre para darle un puñetazo en la mandíbula.
Nash suelta su brazo y se frota la cara. ―¡Maldita perra!
Una vez más trato de conseguir dar un golpe pero Reece lleva su
rodilla derecha arriba y hace crujir las bolas de Nash. Sus manos caen a
su polla y finalmente cae al suelo, retorciéndose de dolor. Con su picante
voz ronca, advierte a Nash. ―Tienes que aprender como jugar bien con
las chicas. Gilipollas. ―Se va caminando moviendo sus caderas
curvilíneas. No puedo sino estar sobrecogido y un poco encendido.
Me como con los ojos su culo mientras ella entra en la casa,
escucho el apagado sonido de notificación desde mi teléfono. Debo tener
un mensaje de voz. Excavo en mi bolsillo en busca de mi teléfono. Antes
de que pueda mirarlo, veo a Nash tratando de levantarse.
―Hazte un favor. Mantente alejado de Reece. Y permanece
jodidamente lejos de Hannah.
Nash se ríe de sí mismo. ―Yo disfruto cuando ellas se defienden,
38
Caydon. Por cierto, ¿has hablado con Hannah? ¿Crees que sigue siendo
tuya? ¿No sabes que nunca fue tuya para empezar?
Tengo un nudo en la garganta. No puedo hablar. Nash
probablemente está en lo correcto. Hannah nunca fue realmente mi
chica. Su padre se aseguró de ello. El hecho de que Nash sepa esto hace
que me cabree. ―Mantén la boca cerrada antes de que termine lo que
Reece empezó.
―Nop. He estado esperando este día desde que estábamos en la
escuela secundaria. Una vez que tuviste a Hannah, te pavoneabas
alrededor de esta ciudad como si fueras algo. La verdad es que no eres
más que un pedazo de basura blanca. Yo entiendo porque Hannah te
quería. Todas las chicas buenas quieren pocilga... Tener una probada de
un chico malo. Cuando consiguen eso, Caydon, las chicas buenas
vuelven con los de su clase.
Me temo que lo que está diciendo es cierto. Mi corazón está latiendo
con fuerza en mi pecho. Lo triste es que tiene razón. Yo amaba a Hannah
por todas las razones equivocadas. Estaba tratando de demostrar a todos
que merecía su atención. Esto no hace que sea menos hiriente lo que
dice. ―Sí, puede que tengas razón, Nash. También debes saber esto...
toda chica buena quiere un chico malo en su interior. Los tipos como tú
tienen que vivir con el conocimiento de que a pesar de que las están
follando, ellas están pensando en mí.
―Tal vez. Es para eso que están las ratas de barrio, Caydon. Puedo
tener a la esposa trofeo y a las putas, como Reece.
He terminado. Mi puño se encuentra con el lugar donde Reece
golpeó primero a Nash. Él cae al suelo por segunda vez y no se levanta.
Escupo en el suelo al lado de su cabeza. ―Tu nunca... Nunca te referirás
a ella como una rata de barrio o como una puta. Ni siquiera la vuelvas a
mirar.
Nash gime de dolor. Tres chicas que reconozco de fiestas anteriores
se acercan. Dos de ellas se dejan caer al suelo para ayudar a Nash. Me
fruncen el ceño mientras intentan conseguir que Nash se siente. La
tercera chica, Summer, se cierne a mí alrededor. Summer ha tenido una
cosa por mí desde que tengo uso de razón. Ella es una rubia guapa, como
de plástico. Si estuviera siendo honesto, me la follaría si no estuviera con
Hannah.
―¿Qué hizo él, Caydon? ―Summer está divertida.
Nash no tiene que hacer nada. Él es solo un imbécil. ―Ya sabes...
actuar como el típico Nash.
Summer me agarra del brazo y me lleva hacia la casa. ―Vamos,
vamos dentro. Hailey y Harper pueden hacerse cargo de Nash.
39
Cuando Summer y yo llegamos a la puerta, le digo que entre porque
quiero ver quien me ha dejado un mensaje de voz. Ella está decepcionada,
pero me importa una mierda. Cuando miro hacia bajo a mi teléfono, la
furia crece en el fondo de mi vientre. Ha sido Hannah. He perdido su
llamada por los malditos Reece y Nash.
―Hola Caydon, soy Hannah. Tenía unos minutos de sobra. Siento lo
de antes. Hablé con papá. Puedo encontrarme contigo un rato cuando vaya
a casa. Buenas noches, Caydon.
Por lo tanto, eso es todo. Voy a llegar a ver a Hannah por un rato.
Después de tres años, eso es todo lo que consigo. Si tuviera la
oportunidad de hablar con ella, podría haberla convencido de que me
diera más tiempo. Esto es todo por culpa de Reece.
Encuentro a Reece sentada con María en la esquina. No lucho por
más tiempo contra la rabia que hay dentro de mí. La halo hacia arriba de
la silla en la que está sentada. En el proceso, me choco contra el brazo
de María y su cerveza salpica la pared.
―¿Qué demonios estás haciendo, Caydon?
Una multitud se ha reunido alrededor de nosotros, incluidas
Summer y sus amigos. Los ojos marrones de Reece se amplían pero allí
no hay miedo. ―Gracias a ti, he perdido una llamada de mi novia y me
he metido en una pelea. ―Estoy actuando como el “viejo” yo. No soy él
nunca más.
La comisura de la boca de Reece se eriza. ―Creo que lo has
entendido mal, Caydon. Tú empezaste la pelea. Yo la terminé.
Descanso mis brazos a cada lado de la pared enjaulando a Reece.
―Escúchame. Conozco tu tipo. Eres la bonita chica universitaria que
juega a la tranquila y pequeña víctima para llamar la atención de un
hombre. Es solo una fachada para conseguir que tipos como yo y Nash
persigamos tu coño.
Una vez más, sonríe. ―Oh, Caydon. No es mi coño el que estás
persiguiendo. ¿Lo es? ―Reece empuja mis brazos hacia abajo y camina a
mí alrededor. Echa un vistazo por encima del hombro, bromea―. Buena
suerte con Hannah.

40
Capítulo 8

Reece

Desde aquella terrible noche con Caydon, no he salido de mi casa


excepto para ir a la universidad y a buscar empleo. María es un dolor
persistente en el trasero. Cada viernes por la noche me llama, rogándome
salir. Soy demasiado rápida en recordarle el fantástico momento que tuve
la última vez que salí con ella. No.
Hasta la fecha, todavía no sé qué hice para que Caydon se enojara
tanto conmigo. María me explicó que eran temas de su "novia". Sin
embargo, eso no aclaró nada. Caydon debe estar molesto con Hannah,
no conmigo.
Cuando paso por la puerta de la modesta casa de mi padre, hay
una atractiva mujer sentada en la mesa de la cocina. Parece ser de la
edad de mi padre. Su largo cabello llega hasta sus hombros, con rizos
castaños que tienen reflejos rubio-rojizos que acentúan su rostro. Hay
algo familiar en sus ojos marrones color miel.
41
Mi padre está sentado frente a ella riendo de algo que ella dijo. Es
agradable verlo reír de nuevo.
Dejo caer mi mochila en el suelo y camino hacia la cocina. Mi padre
se levanta y envuelve sus brazos alrededor de mis hombros. Sonrío a la
mujer sentada en la mesa.
—Reece, esta es mi amiga, Annalisa.
Annalisa está tan nerviosa como yo.
—Hola, Reece. He oído hablar mucho de ti.
Esto es incómodo. No he oído nada acerca de Annalisa.
—Me gustaría poder decir lo mismo.
Mi padre suelta mis hombros y deja escapar una risa nerviosa.
—Annalisa organizó una de las peleas en las que participé.
Decidimos almorzar hace unas semanas.
Los ojos de Annalisa son como dardos de mi padre a mí.
—Sí, reconocí a su padre de la escuela secundaria. Por supuesto,
era un estudiante de primer año cuando yo estaba en el último curso. Tu
padre solía pelear después de la escuela para ganar dinero extra. Eran
buenos tiempos.
Me pregunto si Annalisa conocía a mi madre. Decido que es una
pregunta que será mejor dejar para un momento posterior.
—¿En serio? —Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para ser lo más
agradable posible.
Flashbacks de novias anteriores de mi padre invaden mi mente. Es
cierto, mi papá es más maduro ahora, pero todavía me resulta difícil creer
que pueda sentar la cabeza.
La mujer está luchando por hablar conmigo. Mi padre interviene,
ahorrándonos a ambas un incómodo silencio.
—Annalisa tiene un hijo que es de tu edad, Reece. Estoy esperando
invitarlos para Acción de Gracias este año, ya que solo estaremos los dos.
Y yo esperaba que fuéramos solo nosotros dos.
—Suena muy bien —miento.
—Bien. Tenemos un par de semanas para planificarlo. Pero Reece
y yo podemos encargarnos de la mayor parte de la comida. Reece es una
excelente cocinera.
Yo aprendí a cocinar porque no tenía otra opción.
—Eso suena maravilloso, Mark. Y estoy deseando ayudar en la
cocina. —Annalisa se levanta de su silla—. Tengo que irme. Reece, fue
tan agradable conocerte. No puedo esperar hasta Acción de Gracias.
—Te acompañaré fuera —le ofrece mi papá.
Papá y Annalisa van hacia la puerta principal. Mis habilidades de
acecho se hacen cargo e inmediatamente corro hacia la ventana delantera
42
para ver qué está pasando fuera. Obvio, mi padre se inclina hacia
Annalisa para besarla. Una vez que Annalisa está en su auto y da marcha
atrás en el camino de entrada, mi padre entra de nuevo en la casa.
Me siento en la mesa de la cocina fingiendo que estaba a punto de
abrir un libro de texto. Papá abre la nevera y toma una cerveza. Su
mirada escéptica me está poniendo nerviosa.
—¿Qué piensas de Annalisa?
Me quedo mirando a mi padre un minuto.
—¿Realmente te importa lo que piense, papá?
—Sí. Lo es. Eres una parte importante de mi vida, Reece. Quiero
que seas feliz también.
Mi papá tiene un corazón de oro. Si le dijera que no quería que
tuviera citas en este momento, me escucharía. Eso no es lo que quiero.
No quiero que las mujeres entren y salgan de su vida. Pero no quiero que
esté solo tampoco.
—Está bien, papá. —Es todo lo que tengo que decir—. Y es bonita.
Sus ojos son muy hermosos. Sé que he visto ese color antes
simplemente no puedo ubicar dónde.
Hay una genuina sonrisa en el rostro de mi padre.
—Gracias, Reece Pieces. Sabía que te gustaría.
—¿Has pensado en salir con María de nuevo? —Mi padre trata
cambiar de tema.
No sucederá.
—Sí, eso nunca va a suceder de nuevo —resoplé.
—¿Por qué no?
—Sus amigos son hostiles —señalo.
—¿Hostiles? ¿Qué pasó?
—Es una larga historia. Todo lo que necesitas saber es que pateé
el trasero de uno de sus amigos. —Estoy un poco orgullosa de mí misma.
—¡Así se hace, Mike Tyson! —Me río de mi padre. Está obviamente,
satisfecho con sus métodos de crianza. Creo que aprendí cómo pelear
antes de aprender a caminar—. Esa es mi niña.
—Soy hija de mi padre —contesto.
—Por supuesto que lo eres, Reece Pieces. —Papá revuelve mi
cabello como solía hacer cuando era pequeña—. ¿Cómo van los estudios?
Miro el montículo de libros sobre la mesa. De repente, me siento
abrumada.
—Voy bien, supongo.
—Roma no se construyó en un día. Toma cada cosa a su vez. —Mi
padre es una persona optimista.
Me gustaría ser así.
43
—Gracias papá. Por cierto, me alegro de que conocieras a Annalisa.
Espero que funcione. —Realmente lo hago.
—Yo también. —Mi padre se aleja con una sonrisa en su rostro.
Capítulo 9

El tubo caliente del rizador de cabello se enrolla alrededor del


cabello de María, creando una onda suelta. Tomo otra hebra de cabello y
repito la misma acción. Mechón tras mechón, creo una masa de bucles
ondulados cayendo por la espalda de María.
―Gracias por ayudarme a prepararme para mi cita ―me agradece
María por millonésima vez.
―No hay problema ―Disfruto hacer cosas de chicas. Me hace
pensar en mamá antes de que perdiera el control. Ayudar a María a
arreglarse para su cena de aniversario de un año con Shorty es, de
hecho, un poco divertido.
―Lamento que no te hayas divertido en la fiesta, supongo que por
eso es que no has salido conmigo las últimas veces que te invité.
He estado haciendo un buen trabajo bloqueando el rostro de
Caydon de mi mente. De vez en cuando aparece. Mis pensamientos sobre
él deberían de ser más repulsivos. Ahora que María mencionó la fiesta de
anoche, la bonita cara de Caydon se materializa en mi mente. En vez de
enojada, me siento caliente e inquieta. Si María se enterara sería mi
condena. —Las fiestas nunca han sido lo mío. No es tu culpa que no me
44
divirtiera…
―Caydon es un imbécil, a veces no sé qué le pasa a ese chico.
―Él necesita un curso de manejo de la ira. ―Las palabras salen a
borbotones de mi boca.
―Caydon siempre ha sido fácil de enojar, pero agradable. Este
último año ha estado irritable.
―¿Por qué? Si ama a tanto a Hannah, ¿No debería estar feliz?
―Esa es una vieja pregunta. Creo que Caydon siempre querrá lo
que no puede tener porque lo deja buscando formas de conseguirlo. Si
llega a lograr lo que quiere, no tendrá una razón para pelear. Caydon
basa su valor en su relación con Hannah. No creo que esté enamorado
de ella. Pienso que está enamorado de la idea de que Hannah pueda
amarlo aunque vengan de diferentes ambientes. —María trata de darle
sentido a la relación sin sentido de Caydon.
―Nash y Caydon son los dos chicos que todos quieren.
Naturalmente, Caydon y Nash siempre están compitiendo entre sí.
Cuando Hannah eligió a Caydon en lugar de a Nash, por supuesto,
Caydon lo tomó como una victoria.
¿Salieron Nash y Hannah? Esta situación está más allá de lo jodido.
―Hannah solía salir con Nash. Y Nash y Caydon eran amigos, hasta
que Hannah apareció. Cuando Hannah vio a Caydon, terminó con Nash.
Al principio, Caydon se negó a salir con Hannah por su amistad con
Nash. ―La lata de spray para cabello se sacude violentamente en la mano
de María―. Esto no la detuvo de ir tras Caydon. Finalmente, Caydon se
rindió… solo porque Nash le dijo a Caydon que no la merecía.
María comienza a cubrir su nariz con polvo. ―No creo que Nash lo
dijera en serio. Creo que estaba herido por perder a Hannah. Se desquitó
con Caydon. Desde entonces han estado enfadados.
Hanna es una pequeña alborotadora. ―¿Conoces a Hannah
personalmente? ―pregunto.
María me mira. ―¿Por qué tantas preguntas sobre Caydon?― La
sonrisa en su rostro se extiende de oreja a oreja.
Mi cara se vuelve toda de un brillante color rojo. ―¿Qué puedo
decir? Estoy curiosa respecto al hombre que hizo todo lo posible porque
mi noche fuera tan malditamente miserable.
La sonrisa de María aún está presente. ―Debo admitir que está
caliente.
―Sí, es un regalo para los ojos. Es su interior lo que es feo.
―Desearía que lo hubieses conocido antes de que conociera a
Hannah. Y, para responder a tu pregunta, solo he salido en cita doble
con Hannah y Caydon unas cuantas veces. Creo que ella es muy exigente.
45
―María se deja caer en mi cama―. Tiene una relación espeluznante con
su padre.
―Suena como una relación adorable. ―No puedo ocultar mi
sarcasmo.
María ríe. ―Si… es una relación saludable. ―Recoge un vestido que
dejé para que se probara―. Deberías venir conmigo otra vez. La víspera
de acción de gracias es la más grande fiesta nocturna del año. Es el
cumpleaños veintiuno de Caydon. Será increíble.
Suelto el aire que estaba conteniendo. ―Gracias por la invitación,
pero creo que pasaré. Además, tengo que ayudar a mi papá a cocinar
para el día de acción de gracias. Tú y tus papás van a venir, ¿verdad?
—Solo iré si tú vienes conmigo la noche antes. ―María trata de
sobornarme.
Si conozco a mi papá, él querría que saliera. Annalisa viene a
ayudarlo con los preparativos. Ellos podrían pasar el tiempo juntos. ―No
te recuerdo siendo tan malcriada. Pero, bien, iré.
―Por favor. Siempre he sido una malcriada.
Tal vez podría tener suerte. Con suerte, Caydon estará con
Hannah. Sin embargo, también me hice enemiga de Nash. No hace falta
decir que será una noche interesante.

46
Capítulo 10

Caydon
La noche antes de Acción de Gracias. En la noche de fiesta más
importante del año, celebraré mi vigésimo primer cumpleaños. Debería
ser una noche en la que disfrute del libertinaje antes de resguardarme y
atiborrarme de pastel de calabaza y disfunción familiar. En lugar de ello,
estoy parado en el muelle esperando a que Hannah aparezca. Está
retrasada. Me pregunto si aparecerá. Me prometo a mí mismo que me iré
en cinco minutos si no se presenta.
Arrojo mi cigarrillo al agua. A Hannah no le gustará que empezara
a fumar de nuevo. Oh, mierda, bien.
El lago trae recuerdos de momentos en los que las cosas no eran
tan complicadas entre Hannah y yo. Estábamos preocupados con las
cosas simples, como besarnos y fiestas. Ahora, estoy aquí
preguntándome en qué dirección va nuestra relación y si quiero que vaya
a algún lado en absoluto.
Estoy seguro de que si estuviera siendo honesto conmigo mismo,
47
estaría aliviado si Hannah y yo rompiéramos. Por otro lado, mi orgullo
podría contarte una historia diferente.
Nash tenía razón. Hannah nunca fue mía. Su papá se aseguró de
ello. Supongo que es la naturaleza humana creer en lo imposible. La sola
idea de que una chica como Hannah me querría por el resto de mi vida
es inconcebible.
¡La abogada y el artista del tatuaje… que jodida broma!
El olor del perfume de Hannah me llega antes que ella. No me doy
vuelta. Si todavía me quiere, sus brazos se envolverán alrededor de mi
cintura. No sucede. Está claro a dónde va esta reunión. Y no me importa.
Mi cuerpo gira enfrentándola. Como siempre, Hannah es
meticulosa. Ella se ve más madura. Parece que ha cambiado sus botas
y leggings por un cárdigan y mocasines.
—Te ves bien —miento. No puedo pensar en nada más que decir.
Ella ha cambiado. No me gusta realmente su nueva imagen.
—Tú también. —Hannah mira mi sudadera de “Sleeping with
Sirens” y jeans sueltos.
Esta no es una típica reunión de amantes. No nos abrazamos. No
nos besamos. Apenas nos reconocemos mutuamente. Todo se reduce a
que uno de nosotros tenga el valor de decir lo que hay que decir.
―Hablé con Nash. Dijo que le diste una paliza.
Por supuesto, ella estaría preocupada por el bienestar de Nash.
Marica.
La imagen de Reece pateándolo en las bolas ocupa mi mente. No
puedo evitar que mi polla encuentre la imagen excitante. Me río de mí
mismo. ―Sí ―le digo, sin dejar de reír―. Ese no era yo. Bueno, lo era. Pero
no hice la mayor parte del daño.
―Sí, también escuché eso. ¿Quién es Reece? ―Pues, estoy
asombrado. Hannah esta celosa. Interesante. Supongo que no le gusta
que Reece le haya robado la atención.
―Reece es la prima de María. Nash estaba demasiado cariñoso.
Solo digamos que recibió lo que se merecía.
Hannah cruza sus brazos sobre su pecho. Una señal de que no está
de acuerdo. Para decir la verdad, me importa una mierda lo que ella
piense. Vi lo que Nash le hizo a Reece. La violencia contra él estaba
justificada.
―No entiendo por qué tú estabas involucrado, Caydon. Hemos
trabajado muy duro en que puedas contener tu ira.
¿Hemos?
Infiernos si supiera por qué estaba involucrado. No importa. No he
48
visto a Reece desde esa noche. Tengo curiosidad de saber a dónde está
yendo Hannah con la información que le dio Nash. ―Hannah, ¿cuál es el
problema? Es una larga historia. No estamos aquí para hablar de Reece
o de Nash.
¿Qué carajos fue eso?
Un destello brillante me llama la atención. Viene del cuarto dedo
de Hannah, al lado de su meñique, en su mano izquierda.
Eso no es lo que yo creo que es. ¿Verdad?
Lentamente, camino hacia Hannah. Levanto la mano que tiene la
joya. Hannah permanece en silencio. ―¿Esto es lo que creo que es? ―Dejo
escapar un suspiro de incredulidad. Hannah está teniendo dificultad en
devolverme la mirada―. Bueno, ¿lo es?
Hannah todavía no contesta.
¿Qué pasa con las chicas sin voz?
―¿Hannah?
Una lágrima se desliza de su ojo. ―Lo es. ―Ahí está… el rechazo
que sabía que venía. Hannah está comprometida.
El sentimiento que tengo es como ningún otro. Un dolor lento y
sordo impregna mi pecho. Estoy respirando pero siento que estoy
conteniendo la respiración. El peso del cielo está sobre mis hombros. La
necesidad de sentarme y estar de pie al mismo tiempo confunde mis
habilidades motoras. El caos emocional me consume. Y finalmente, tengo
una comprensión de la necesidad de estar en silencio.
―¿Caydon? Di algo ―suplica Hannah. Suelto su mano y encaro al
agua. Niego con la cabeza porque las palabras son inútiles.
―Entiendo que estés molesto. Déjame explicarte. ―Echo un vistazo
por encima de mi hombro esperando la mierda que saldrá de su boca―.
Papi nos juntó.
Eso es todo lo que necesito escuchar. ―A la mierda tu papá,
Hannah. No lo culpes a él de esto. Eres una jodida adulta.
Responsabilízate de tu vida y deja de esconderte detrás de tu maldito
padre. Jesús.
―Es verdad. Conocí a Graham poco después de llegar a la facultad.
Sin estar enterada, papá le pidió a Graham que me mostrara los
alrededores del campus. Los padres de Graham son muy buenos amigos
de mi padre. Yo sabía de él, pero nunca lo conocí porque él vivía con sus
padres al otro lado del país. Tenemos mucho en común, Caydon ―Baja
la cabeza lentamente―. Lo siento.
―¿Por cuánto tiempo has estado comprometida?
―Un poco más de un año.
49
¿Qué carajos?
Me paso los dedos por el cabello. Hannah podría haberme puesto
en libertad hace más de un año... un maldito año. Trato de entender la
situación. Unos pocos hechos se juntan y me doy cuenta de que la follé
mientras estaba comprometida. Ella ha estado engañando a su prometido
y a mí. Con clase.
―Así que, ¿has estado engañándonos a mí y a Graham? ¿Él sabe
de mí?
―Pensé que lo que teníamos se desvanecería. Honestamente,
cuando me fui para la facultad, pensé que te cansarías de una relación a
distancia. Me sorprendió que llamaras tanto. Me imaginé que estabas
conociendo a personas estando en la industria en la que estás. Cuando
viniste de visita el año pasado, sólo tenía que tenerte una última vez,
Caydon ―explica Hannah.
La parte triste es que ella cree que no hizo nada malo. ―¿Qué pasó
con “siempre será Hannah y Caydon”?
Hannah trata de tomar mi mano. Rápidamente pongo mis manos
en los bolsillos. El destello de dolor en sus ojos me hace sentir bien.
―Aprecio el tiempo que tuvimos juntos. Tú fuiste mi primero. Nunca
olvidaré lo gentil que fuiste. Tú... tú fuiste mi primer enamoramiento.
Me rio. ―Un enamoramiento. Fui un jodido enamoramiento. Te
quité la virginidad, Hannah. Esperaría ser colocado en una categoría
diferente a “enamoramiento”. Cristo, ¿eso no significa nada para ti?
Está horrorizada. Nunca le había hablado con tanta dureza. ¿Por
qué mierda me importa? Ya se acabó de todas formas. ―Caydon, estás
haciendo esto más difícil de lo que debería. Me gusta pensar que impedí
que te metieras en problemas cuando eras más joven. ¿Eso no significa
nada para ti? A pesar de las protestas de mi familia, me quede contigo
para que te convirtieras en una mejor persona.
Froto mi barbilla. Parte de su afirmación es cierta. Cuando conocí
a Hannah, peleaba todo el tiempo. Solo pensar en alguien mirándome de
mala forma me hacía enojar. Hannah no me permitió pelear una vez que
fuimos pareja. Me convertí en una persona más calmada.
―¿Mejor? No… no mejor. Más calmado. No sabía que estaba
acordando ser tu caso de caridad cuando te convertiste en mi novia.
―Lo que sea, Caydon. No trates de hacerme sentir mal por querer
hacer algo bueno.
―¿Qué hay de ti, Hannah? ¿Eres una buena persona?
―Sí. Creo que lo soy
―Entonces, tú y yo no concordamos en el significado de bueno.
Cuando yo pienso en la palabra bueno, pienso en integridad, honestidad,
50
fidelidad y moral. Siempre fui honesto contigo. Te fui fiel. Por lo tanto soy
una buena persona ―trato de creer que tengo todas esas cualidades―. Tú
no me enseñaste nada acerca de ser una buena persona, Hannah. Pero
sí me enseñaste algo.
Sus ojos se iluminan. Ella está esperando que le dé un cumplido.
La realización de que Hannah es una puta que necesita llamar la atención
de repente me golpea. Su papá, Nash, y yo alimentamos el ego de
Hannah. A ella le encanta tener a cada uno de nosotros en la garganta
del otro.
―¿Qué te enseñé?
Rio para mí mismo. ―Me enseñaste el significado de la palabra
“perra”. Hannah, eres una egoísta. Mantenerme atado por un año es
injusto. Follarme, cuando aceptaste la propuesta de matrimonio de
Graham te hace una puta. Puedes tener todo el dinero del mundo, pero
actúas como una zorra. ―Escupo al lado de su mocasín. Al pasar al lado
de ella, trato de decidir si debo o no debo decir mucho más. La boca de
Hannah cuelga abierta en incredulidad.
Ella agarra mi brazo. Sus ojos se estrechan y la verdadera Hannah
aparece. ―Yo fui la mejor cosa que alguna vez te pasó, Caydon. Todas las
chicas te querían antes porque eras bien parecido. Ahora, mírate ¿Que
chica respetable te querría? Tienes más tatuajes de los necesarios. ¿Qué
clase de trabajo podrías obtener cuando seas mayor?
―El trabajo que tengo, dulzura. Si yo fuera tú, me sacaría de la
categoría de “chica respetable”. Las chicas respetables no engañan ni
mienten. Me pregunto ¿qué pensaría Graham de ti? ¿Él sabe que me
follaste justo después de que aceptaste casarte con él? Tal vez debería
iluminar al pobre tipo. ―No siento nada excepto lástima por el pobre
idiota que se casara con Hannah.
Hay pánico detrás de sus fríos ojos azules. ―Si lo haces, le diré a
mi papi y a Graham que tú me obligaste.
Vaya. Si, bueno… si tan solo tu prometido te hubiera escuchado
gritar mi jodido nombre mientras te venias.
―Sigue diciendo mentira egoísta tras mentira egoísta, Hannah.
Para que conste, tú no podrías pagarme para que te obligara. Dile a Papi
lo que quieras. No me importa una mierda. ―Esta vez, me alejo de
Hannah tanto como puedo.
Escucho a Hannah gritar detrás de mí. ―¡Feliz cumpleaños,
Caydon! ¡Lo siento!
―Jódete.
Una vez en mi auto, mi cuerpo colapsa contra el asiento. El único
51
sentimiento que Hannah me ha dejado es arrepentimiento. He permitido
que Hannah me retenga. Ella me engaño y yo caí en su mierda.
Completamente. Mi amistad con Nash se desintegró debido a Hannah.
Permití que su padre me hiciera sentir menos de lo que era. Infiernos, en
los últimos años he basado mi valor en estar con ella.
Quiero culpar a Hannah por todo. Pero no puedo. Me metí mucho
en tratar de ser algo que no soy para probar que soy digno de ella y de su
clase. Resulta que, Hannah fue la dudosa todo el tiempo. Así que, me
estaba comportando para impresionar a alguien que claramente carece
de mejores juicios y principios.
¿Qué carajos estaba pensando?
Tengo que juntar mi mierda y dejar de ser un marica. Era el marica
de Hannah.
Nunca dejaré que mi corazón sea roto de nuevo. A partir de ahora,
voy a mantener a esta perra que llamo corazón encerrada. Nadie obtendrá
la llave.
Reece viene a mi cabeza. ¿Por qué? ¿Quién carajos sabe? Mi
suposición es que mi polla sabe que es libre para hacer lo que sea que
quiera. Sabe que tuvo una reacción fuerte cuando Reece estaba cerca.
Por eso me alegro de pensar con mi cabeza en lugar de mi polla. Si dejo
que mi polla esté a cargo, se dirigiría directamente a Reece. Y Reece no
es una opción.
Solo porque mi polla quiera a Reece no significa que no pueda
satisfacerla con alguien más. Sé exactamente quién puede sustituirla.
Antes de buscar a Summer, necesito un trago. Mierda, necesito
varios tragos. Después de todo, es mi vigésimo primer cumpleaños.
Feliz jodido cumpleaños a mí.

52
Capítulo 11

El líquido claro quema la parte de atrás de mi garganta. No es tan


malo como las primeras cuatro veces que he vertido la sustancia por la
parte posterior de mi cuello. Debo estar entumecido. Estar entumecido
es agradable. Estar entumecida es como quiero estar.
—Es mejor que vayas más despacio. Vas acabar vomitando, joder.
Tienes al menos dieciséis tragos más que tomar, cumpleañero. —Shorty
se encuentra al otro lado de la barra sirviendo tragos a todo el mundo.
Cada año, la noche antes de Acción de Gracias, Matt López da una
gran fiesta. Antes de este año, venía una o dos horas y me iba. He estado
aquí por lo menos tres horas y voy por el trago cinco de veintiuno. Antes
de eso, acepté una cerveza y parece que todo el mundo está aquí. Decir
que estoy jodidamente borracho es un eufemismo.
Los rostros están empezando a desdibujarse y el tiempo no parece
existir. Hay una emoción cálida ardiendo en mi vientre. Siento como que
puedo volar. Todo es borroso pero todavía sé lo que está pasando
alrededor. Es una sensación muy agradable.
—Vamos pequeño, puedes hacerlo. —Summer está masajeando
53
mis hombros con sus manos, animándome.
Mi brazo se estira por encima de mi cabeza para acercar su boca
hacia la mía. Meto la lengua en su boca sin cuidado. El beso es chapucero
y desagradable. Se supone que debe serlo. Quiero que la gente sepa que
no soy más la zorra de Hannah. Me alejo limpiando la saliva de mi boca.
Hay otro trago delante de mí. En lugar de tomar el trago yo solo,
les pido a todos que se tomen uno conmigo. Poco después, todos en sus
manos tienen la bebida y están brindando por mí. El brindis se convierte
en una serenata. Mis oídos se llenan con la canción "Feliz Cumpleaños".
Por el rabillo de mi ojo, veo a la única persona que no tiene una
copa en la mano. Reece se mantiene cerca de María y de Shorty. De
hecho, parece que se esconde detrás de ellos. Mira a la gente en la
habitación. Una ligera mirada de repugnancia pende en su rostro.
El comentario alimentado por el alcohol se cuela sigilosamente
desde el fondo de mi garganta y antes de que tenga la oportunidad de
tragármelo lo dejo ir:
—Por el amor de Dios, Reece. Bebe algo. Me estás aburriendo hasta
la muerte.
Sus ojos se entrecierran formando una V. El intento de Reece para
no desentonar falla miserablemente. Por otra parte, una chica como
Reece nunca podría encajar en ningún lugar. Que me condenen si
alimento su ego. Pequeña zorra vanidosa.
La sonrisa sarcástica que vi cuando nos conocimos está de vuelta.
—No sabía que estaba aquí para tu entretenimiento.
Agarro el trasero de Summer tan fuerte como puedo. Summer
chilla en mi oreja. Si tuviera un cuchillo, apuñalaría mis tímpanos, para
no tener que escuchar nunca más ese sonido otra vez. Doy las gracias en
silencio el inventor del alcohol ya que los efectos están funcionando en
ahogar las molestas cualidades de Summer.
—Este es mi entretenimiento para esta noche. —Quiero irritar a
Reece. Quiero que se fije en mí.
Espera. ¿Qué? No.
Ella es indiferente o parece que lo es.
—Summer es una chica con suerte.
Summer muerde mi cuello en un intento de excitarme. No
funciona. Lo que me daba dar placer sólo me trae dolor. Me muerdo la
lengua y finjo disfrutar de los esfuerzos de Summer.
—¿Y? ¿Dónde está tu bebida?
No sé por qué estoy haciendo tanto alboroto de eso. Así que no está
bebiendo. Que gran putada.
Ella misma se está excluyendo de mí. Piensa que es mejor que yo.
54
María le da a Reece una mirada comprensiva. Se miran la una a la
otra más de lo que esperaba. Reece le guiña un ojo a María.
—El alcohol no se lleva bien con mi locura. Además... Me estoy
divirtiendo demasiado mirándote para emborracharme —bosteza.
—¿Te estoy aburriendo?
—Bastante.
—¿Siempre eres una perra?
—¿Siempre eres un idiota o solo cuando estoy cerca?
Hay "'oohs" y "ahhs" rodeándome.
Mi mejor amiga, la Ira, quiere salir a jugar. Hannah ha bloqueado
mi ira en un armario durante demasiado tiempo.
Shorty interviene antes de que las cosas se pongan feas.
—María, lleva a Reece a la otra habitación.
María alegremente toma a Reece por el brazo. Reece me da una
mirada astuta mientras se aleja.
Ahora que Reece ha desaparecido, echo a "La Mosquita muerta" de
mi cabeza y me concentro en los tragos delante de mí. La disputa entre
Reece y yo me ha dado el impulso para terminar el alcohol tan rápido
como puedo.
En el momento en que termino mi vigésimo primer trago, apenas
puedo ver con claridad. Trato de permanecer levantado, pero mis pies
parecen de gelatina. Tropiezo con Summer y ella me acoge con
satisfacción.
—Vamos cumpleañero, vayamos a algún lugar privado.
Una sonrisa tonta se muestra en mi rostro. Voy a echar un polvo.
Sin sentido, vacío, sexo rápido es exactamente lo que necesito. Dejo que
Summer me lleve por el pasillo hasta una de las habitaciones vacías. Ella
se apoya en la puerta. Mis brazos la enjaulan, sobre todo porque no
puedo sostenerme a mí mismo. Aprovechando la posición, Summer me
besa. Sacando su lengua de mi boca, cierra la puerta de una patada y me
arrastra hacia la cama. Caigo sobre en la cama y espero a que Summer
se suba a horcajadas. Sí, ella va a tener que hacer la mayor parte del
trabajo. Mis miembros no quieren moverse. Siento sus manos en la
cremallera de mis vaqueros. Para mi sorpresa, se las arregló para
quitarme los bóxers y vaqueros al mismo tiempo. Chica lista. Summer
muestra determinación. Tengo que reconocerlo.
Pobre chica va tener trabajo para rato. El alcohol me ha dejado con
una semi erección. Al darse cuenta del dilema, se asoma entre mis
piernas y dice:
—Feliz cumpleaños, Caydon. —Lo último que recuerdo es a
55
Summer entre mis piernas con sus labios sobre mi polla.
Capítulo 12

Reese
Es una maldita pena que Dios hiciera a Caydon tan
condenadamente hermoso, porque él es en verdad un idiota. Qué
desperdicio de hermoso cuerpo.
Imbécil.
Por ninguna buena razón, ha decidido odiarme. Bien. No me
importa. Tomó nuestro primer insignificante encuentro y lo sacó
completamente de proporción. Una llamada telefónica perdida es
difícilmente una buena razón para que alguien te disguste. Es una
ventana de oportunidad para justificar el odiarme. Evidentemente,
disparo alguna especie de profundo problema psicológico dentro de él.
Puedo ver porque Hannah lo dejó.
Sin embargo, mi monja interior siente compasión por Caydon. El
rumor es que Hannah estaba comprometida con alguien más mientras
supuestamente estaba con Caydon. Debe haber sido desgarrador saber
que Hannah lo estaba engañando. No tengo idea de cómo es darle a
56
alguien tu confianza y darte cuenta que nunca la merecieron. Historias
como la de Caydon me hacen sentir cómoda con mi decisión de no salir
con nadie. No puedo soportar la posibilidad de que alguien que me importa
me defraude.
Pienso que he consumido cada botella de agua en la casa. Tengo
tantas ganas de orinar que mis dientes están castañeando. Mi vejiga se
ha transformado en un buscador de baño. —Mar, tengo que orinar
realmente mal, ¿Dónde está el baño?
María está sentada a horcajadas sobre las piernas de Shorty. Me
siento horrible por haber interrumpido su sesión de besos. Pero me voy
a orinar encima si no encuentro ese baño. —Es por el pasillo a la
izquierda.
―Está bien, Volveré.
María agarra mi brazo. –Hey, si no estamos aquí cuando vuelvas,
no te preocupes. Iremos a la camioneta de Shorty por un rato.
Fantástico. Ella me está dejando para follarse a su novio.
Maravilloso.
―Está bien.
Esquivar gente de derecha a izquierda es la parte fácil de llegar al
baño. Una vez que llego allí, encuentro que hay una fila formada. Por
suerte, soy la segunda en la línea. Me apoyo contra la pared y me enfoco
en la puerta de la habitación frente a mí.
Hay quejidos y gemidos viniendo de detrás de la puerta. Asqueroso.
No hay nada peor que oír a otras personas teniendo sexo. Ya estoy
suficientemente asqueada por los gruñidos y chirridos de la cama.
Entonces, escucho a Summer gritar el nombre de Caydon.
Tengo una extraña sensación creciendo en mi interior. No puedo
descifrar si el sentimiento es rabia o anhelo. Sea lo que sea, está
corriendo por mis venas, haciéndome enfermar. Esta burbuja
autoimpuesta en la que estoy atascada me está sofocando. Hay un
pequeño miedo irracional de que Caydon se enamore de Summer. El
pensamiento me aterroriza y, al mismo tiempo alimenta la ira en mí.
La puerta del baño finalmente se abre. Me apresuro al lavabo y
salpico agua fría en mi cara. El calor en mis mejillas se desploma. Uso el
baño y me lavo las manos. Inhalo y exhalo. Mi cuerpo comienza a
responder al baño tranquilo y silencioso.
Alguien golpea la puerta. —¿En serio? Acabo de entrar aquí.
Hay más conmoción en la puerta. Estoy más allá de enojada.
Esperé por mi turno. La persona del otro lado de la puerta puede esperar
también.
Bang. Bang. Bang.
57
Mi frustración aumenta y cedo ante el gilipollas llamando a la
puerta. La puerta se abre. Summer está parada frente a mí llorando y
gritando. Está sin camisa. Vómito adorna el frente de su pecho. Hay
varias personas empujándola a través de mí hacia la ducha. Me dirijo
fuera del baño.
Una parte de mí está disfrutando el hecho de que Caydon haya
vomitado sobre Summer. Pero otra vez, mi monja secreta se siente mal
por ella. Realmente voy a tener que pensar de qué lado estoy… del bueno
o del malo.
La puerta de la habitación de donde Summer corrió está totalmente
abierta. Espero a ver a Caydon parado en la entrada listo para entregar
algún insulto en mi dirección. Sin embargo, no está allí. Comienzo a
caminar más allá de la puerta cuando veo a Caydon yaciendo en el piso.
Está desmayado asfixiándose en su propio vómito frío.
Recuerdos de mi madre borracha me ayudan a reconocer que
Caydon necesita ayuda. Miro alrededor para ver si alguien puede
ayudarlo. Más que nada, todos están ayudando a que Summer enjuague
el vómito de sus senos. Corro hacia él y caigo en mis rodillas.
Inmediatamente, hago lo mejor que puedo para girarlo de lado y trato de
doblar su rodilla más alta.
―¿Caydon? ¿Caydon, puedes oírme? ―Nada—. Vamos Caydon. Por
favor. Respóndeme. ―Limpio el vómito del lado de su cara con su camisa
descartada. Está completamente desmayado. Voy a necesitar que alguien
me ayude.
Corro a la puerta y miro por el pasillo. El único rostro familiar que
veo es Nash.
–¡Nash! ¡Nash! Ven aquí. Por favor. ―Desaparezco por el pasillo y
regreso a Caydon. Pongo algunas almohadas detrás de su espalda para
evitar que vuelva a girar.
―¿Qué demonios está pasando? ―Nash ahora está a mi lado. Es la
primera vez que lo he visto en toda la noche. No estuvo cerca cuando
Caydon estaba bebiendo hasta morir.
―No lo sé. Él estaba aquí con Summer. Lo siguiente que sé es que
ella está irrumpiendo a través de la puerta del baño cubierta con vómito.
Lo encontré así en el piso.
Nash golpea el rostro de Caydon tratando de despertarlo. ―¡Cay!
¡Cay! ¡Demonios despierta! ―Lo intenta un par de veces más. Finalmente,
Caydon hace un sonido arrastrando palabras. El sonido es música para
mis oídos–. Reese, tenemos que llevarlo a casa. No puedo llevarlo. Estoy
en mi moto.
―Tengo mi auto. Lo llevaré. Ayúdame a llevarlo a mi auto. Luego
58
puedes encontrarme en su apartamento.
―Está bien.
Encuentro extrañamente divertido que la misma gente que metió
los tragos a través de la garganta de Caydon no pueda ser localizada
mientras Nash y yo estamos luchando para llevarlo a mi auto.
Caydon ayuda arrastrando sus pies y teniendo arcadas en su
camino allí. No es necesario decir que algunas manos extras serían muy
apreciadas.
Con Caydon amontonado en la parte trasera de mi auto, me tomo
unos minutos para respirar. No he sentido esta impotencia en un largo
tiempo. Recuerdos de mi mamá yaciendo en su propio vomito atraviesa
mi mente. Las aterradoras y familiares sensaciones me instan a proteger
a Caydon.
Él no ha sido nada más que desagradable conmigo. Aun así, no
dejaré que nada malo le pase. Si no pude salvar a mi mamá. Puedo, al
menos, salvar a Caydon.
―¿Reese? ¿Estás bien? ―me pregunta Nash.
Salgo de mi estupor. —Si. Estoy bien. ¿Dónde vive Caydon?
―Vive en los apartamentos por la tienda de Shorty. Te encontraré
allí ―promete Nash.
―Ok. ―Nash comienza a alejarse. La realización de que él es el
único que me ayudó a pesar del hecho de que pateé su trasero me
golpea—. ¿Hey Nash?
―¿Si?
―Gracias por ayudarme.
―Sip. ―Sonríe y se aleja.

59
Capítulo 13

Reduzco la velocidad por la calle donde creo que está localizada la


tienda de Shorty. No veo apartamentos en ninguna parte. Cuando pienso
en llamar a Nash recuerdo que no le pedí su número de teléfono. Maldita
sea.
¿Qué diablos voy a hacer? Trato de preguntarle a Caydon pero es
inútil. Cada vez que lo despierto, gime y tiene arcadas.
Sin pensarlo, conduzco a mi casa. Mi papá no va a estar feliz de
que lleve a un desconocido borracho a casa. Sin embargo, necesito una
persona fuerte para ayudarme a sacarlo de mi auto. Caydon tiene que ser
vigilado toda la noche. ¿Cuál es la diferencia si lo hago en su apartamento
o en mi casa?
—¿Caydon? Tengo que dejarte aquí por un minuto. Volveré
enseguida, te prometo.
—Tú me dejarás. Igual que ella lo hizo. Igual que él lo hizo. Igual
que todo el mundo hace —murmura.
¿Qué demonios?
—¿Quién? ¿Quién te dejó? ¿Hannah? No vale la pena, Caydon.
60
—A la mierda Hannah. Ella no. Ella me dejó. Él me dejó. Tú me
dejaras, también.
—¿Quién es él? ¿Quién es ella?
—Es un maldito imbécil. Pero ella dijo que iba a estar allí. No
estuvo. No fue mi culpa. Traté de llegar allí. Lo intenté. Ella se había ido.
¿Quién es “ella”?
El alcohol debe confundir sus pensamientos. Tiene que estar
hablando de Hannah. —Hannah no te merece. Nadie merece ser
engañado, Caydon. Ni siquiera tú.
—Tú me dejarías también. No soy bueno.
—Hay bondad en todos. Quédate aquí. Volveré enseguida.
Por sólo unos minutos, dejo a Caydon en el auto para ir por mi
papá. Para mi sorpresa, él todavía está levantado viendo televisión. Debo
asustarlo porque salta cuando entro. Inmediatamente su cara cambia de
sorpresa a preocupación. —¿Qué pasa Reece?
—Papá, hay un problema.
—¿Qué está mal, nena? —Me examina. Debo lucir asustada.
—Hay un tipo en mi auto. Está realmente borracho. Lo encontré en
una habitación en la fiesta en la que estaba. Se ahogaba con su
vómito. Iba a llevarlo a casa pero no pude encontrar donde vive.
Divago y divago. No quiero que mi padre piense que estaba con
Caydon.
Él esta escéptico. Puedo verlo. —¿Tú lo encontraste en una
habitación?
Estoy un poco molesta por tener que explicarme. Nunca le he dado
a mi padre alguna razón para pensar que mentiría. —Papá, él estaba en
una habitación con otra persona. Ella salió corriendo con vómito sobre
toda ella. Mientras caminaba pasé por el dormitorio y lo vi en el suelo.
Mi padre suspira con alivio y comprende por qué lo ayudaría dado
mi historial. —Está bien, vamos a buscarlo.
Corro a mi auto con mi padre detrás. Abriendo la puerta de golpe,
intento despertar a Caydon. —¿Caydon? Suavemente lo toco en el rostro.
—Sal del camino, Reece. Lo voy a llevar a la ducha. Eso debería
despertarlo. —Doy un paso a un lado y dejo a mi papá tener acceso a mi
auto—. Santa mierda.
—¿Qué papá? —Hay más preocupación en su rostro. Él me
ignora. Usando toda su fuerza levanta a Caydon del auto—. Papá, ¿qué
está mal?
—Es Caydon. El hijo de Annalisa.
¡Oh, mierda! Todo acaba de volverse complicado.
61
—¿Quieres que la llame?
Mi papá está sin aliento pasando a Caydon a través de nuestra
puerta principal y luego se dirige por el pasillo hacia el baño. —
No. Todavía no.
—Está bien. —Ayudo a abrir la ducha. A partir de ahí, no sé qué
hacer. El siguiente paso es desnudarlo. Ver a Caydon desnudo por
primera vez, con mi padre en la habitación, no es mi idea de un buen
momento. Estoy incomoda y se nota.
—Reece, sal unos minutos hasta que consiga limpiarlo. Trae un
poco de ropa limpia de mi habitación. Tira algunas toallas en el sofá.
Asiento y lo hago cuando mi padre me dice qué hacer y espero junto
al sofá. A los pocos minutos un Caydon murmurando y mi papá enojado
dan traspiés hasta el sofá. Caydon pone su cabeza en la almohada y
empieza a roncar. Es una buena señal. Mi padre, en cambio, no esta tan
feliz.
Se hunde en su silla. —¿Qué pasó?
Encogiéndome de hombros, respondo. —Es su vigésimo primer
cumpleaños. Tomó veintiún tragos. Y sé que consumió antes de llegar
allí.
—Jesús, Reece. ¿Qué clase de amigos dejan que alguien beba
tanto? —Él está realmente enojado.
La clase de amigos que no necesitas. Pero, ¿quién soy yo para
juzgar?
—Caydon y yo no somos exactamente amigos. En realidad, él no
tiene interés por mí... lo que debería hacer un realmente interesante Día
de Acción de Gracias mañana. —Me río tratando de encontrar el humor
en todo esto.
Mi papá sonríe con superioridad. Tiene mi humor caustico. —¿Qué
demonios voy a decirle a su madre?
—La verdad. Su hijo es un desastre. Bebió demasiado. Sus amigos
son despreciables. Fin. —Me podría estar excediendo.
—Reece.
—Papá. —Ladeo mi cabeza hacia un lado.
—Ella está preocupada por él, Reese's Pieces1. Su novia lo engaña
cada vez que puede. Caydon tiene algunos problemas de autoestima. Su
padre se fue antes de que él naciera. Conozco a su papá de la escuela
secundaria... un verdadero imbécil —explica—. Era el quarterback del
equipo de fútbol. Annalisa era la capitana de animadoras. Ellos salían de
vez en cuando en la secundaria. El papá de Caydon obtuvo una beca para
62
jugar al fútbol. Annalisa se quedó aquí. Quedó embarazada de Caydon
cuando su padre era estudiante de segundo año en la universidad. Sobra
decir que el papá de Caydon no quería tener nada que ver con Annalisa
después de eso.
“Él me dejó”.
La imagen que mi papá describe me da una idea más clara acerca
de lo que estoy tratando.
—Annalisa no tiene que preocuparse por la novia de Caydon. Está
comprometida con otra persona.
Mi papá suelta una risita. —¿En serio?
—Sip. Él estaba con otra chica esta noche. Definitivamente no era
Hannah.
—¿Cómo te involucraste en todo esto, Reece?
—He visto a alguien que ha estado en peligro por beber
demasiado. No podía dejarlo ahí.

1
Reese's Pieces: Marca de caramelos de mantequilla de maní.
Sí, Caydon es lindo. Y cuando no habla, me encuentro pensando
en él de maneras que mi padre no aprobaría. No es por eso que elegí
ayudarlo. A decir verdad, decidí ayudarlo porque estaría condenada si
otra persona que conozco muere a causa de pasar un buen rato. Es una
egoísta manera de morir.
—Eres una buena niña, Reece. —En cuestión de segundos los
brazos de mi padre se envuelven alrededor de mí.
—Ya no soy una niña, papá.
Él me libera y deja escapar un suspiro. —Sí. Puedo ver eso. —Está
cansado. El incidente fue demasiado para él. Si no puede solucionarlo
utilizando sus puños, no se puede arreglar—. Tengo que llamar a
Annalisa. ¿Te importaría cuidar de él mientras hago la llamada?
—Papá, cuando termines descansa un poco. Yo lo cuido.
—¿Segura?
—Sip. Ve.
—Está bien. —Me da un cóctel de resaca para darle a Caydon
cuando se despierte. Luego se prepara para ir a la habitación e informarle
a Annalisa que su hijo es un borracho imbécil.
Pongo el brebaje sobre la mesa. Me pongo de pie y abrazo a mi
padre.
—Gracias, papá.
Él sonríe y me da un beso en la frente. El dulce gesto me hace sentir
como una pequeña niña otra vez. La sensación que tengo de ello es
63
reconfortante y me hace sentir segura.
Después que mi papá se marcha para llamar a Annalisa, me dejo
caer delante de Caydon. Puede parecer espeluznante pero me gusta
observarlo dormir. Además, ¿cuándo obtendré la oportunidad de volver a
disfrutar de sus oscuras pestañas y sus gruesos labios? Sin embargo, es
como si hubiese hecho esto antes. Observarlo.
Dios, sus pestañas son tan oscuras y largas que parece como que
está usando máscara de pestañas. Es injusto. Las chicas utilizan tubos
y tubos de maquillaje sólo para obtener pestañas así.
El ascenso y caída de su pecho me calman. Vacilante, toco la mata
de cabello negro como la tinta que cae sobre su frente. Mis manos no
están satisfechas. Como si tuviesen mente propia, suavemente tocan el
borde de su labio. Por un segundo parece que mi contacto le hace sonreír
en sueños.
—¿Por qué no te gusto? —susurro para mí misma. Si soy honesta
conmigo misma, su hostilidad hacia mí me molesta. Me pregunto por qué
me importa. Cuanto más pienso en ello, más exhausta me pongo. Mis
párpados se cierran sobre mis ojos.
Caydon se queja en sueños y estoy inmediatamente atenta de
nuevo. Sus ojos se abren lentamente. La confusión llena sus ojos
castaños. Su cabeza cae hacia la izquierda y estamos cara a cara. Caydon
me da una sonrisa borracha. Hipea y de inmediato pongo el cubo debajo
de él.
—¿Sientes como si vas a vomitar de nuevo? —pregunto.
Caydon se encuentra todavía en estado de ebriedad. Sus
movimientos son lentos y su habla es un poco mal articulada. —Na. Estoy
bien.
Sus ojos se cierran y creo que va a volver a dormir otra vez. Ellos
ligeramente se abren de nuevo y se centran en mí. —Eres tan bonita.
—Estás en tan mal estado. Vuelve a dormir —digo. La gente
borracha dice estupideces.
Caydon lentamente extiende su mano para tocar mi cabello. Al
“borracho” Caydon parezco gustarle. —Sí —murmura—. Estoy
jodidamente borracho como una cuba. —Se ríe de sí mismo. Y siento que
no estoy al tanto de lo que está pasando en su cabeza—. Pienso en ti...
ya sabes. Siempre estás desnuda cuando pienso en ti. —Entonces suelta
una risita de nuevo.
Hay un viejo refrán que dice: “Las acciones de un hombre ebrio son
los pensamientos de un hombre sobrio”. Me pregunto si es verdad. Mi
madre solía decirme todo tipo de cosas interesantes cuando estaba
borracha. Cuando estaba ebria, me dijo lo mucho que odiaba a sus
64
padres. Siempre que los padres de mi madre estaban presentes decía lo
mucho que los amaba. Mamá “ebria” se disculpó por ser una espantosa
madre. Mamá “sobria” evitó hablar conmigo por completo acerca de su
alcoholismo. La admisión de Caydon me confunde. No sé qué pensar.
—Caydon, tienes que beber esto. —Sostengo la cura para la resaca
de naranja en mi mano. Él asiente y trata de sentarse sin éxito. Con una
mano, lo impulso a una posición sentada. Se recuesta sobre una
almohada por apoyo. Mantengo la bebida en sus labios y le aconsejo
beber. Toma sorbos aquí y allá, deteniéndose para descansar su
cabeza. Estoy de rodillas delante de él, colocada entre sus piernas. Sus
piernas me aprietan. Mis ojos se encuentran con los suyos cuando hace
eso. No estoy esperando la diversión que resplandece detrás de
ellos. Toma otro sorbo y sus piernas me aprietan con más fuerza. No trato
de escapar. Pero me temo que voy a derramar lo que queda en el vaso
sobre los dos. —Cay, voy a derramar esto si no te detienes.
Caydon me da una sonrisa de lado. —¿Quieres que me detenga?
Sí... no. No lo sé.
—Estás borracho —afirmo lo obvio—. Ni siquiera sabes lo que tú
quieres.
Se ríe de nuevo. —No respondiste a mi pregunta. No creo que
quieras que me detenga. —Toma el vaso de mi mano y lo coloca en la
mesita auxiliar—. Ven acá.
Maldito. Maldito Caydon con sus largas pestañas y labios
bonitos. —Ni siquiera me gustas.
—Aquí estamos nosotros empezando de nuevo —dice
atropelladamente, tirando de mí hacia su pecho y cubriendo mi boca con
la suya. Él sabe a naranja y menta. Debe haber cepillado sus dientes
cuando estaba con mi papá porque no hay ni siquiera una pizca de sabor
a vómito.
A medida que nuestros labios se mueven al unísono, creo sentir la
tierra moverse.
El pensamiento de apartarme cruza por mi mente. Pero disfruto la
flotante, deslumbrante sensación que me da besar a Caydon. Chupa el
borde de mi labio y estoy perdida en él. Mi cuerpo se hace cargo y mis
piernas se levantan a horcajadas sobre él. A Caydon le gusta la nueva
posición y ahueca mi trasero llevando mi calor a su erección.
Lo que siento me emociona y me da miedo al mismo tiempo. Mi
mente está consciente de que soy inexperta. En cambio, mi cuerpo está
actuando como si supiera lo que estoy haciendo frotándome contra la
polla de Caydon. Por el sonido del mismo, a Caydon le gusta lo que estoy
65
haciendo. Entre cada respiración me dice que lo estoy volviendo loco.
Deja un sendero de besos a lo largo de mi mandíbula hasta el
lóbulo de mi oreja. —Maldita sea, te sientes tan bien. Mantente
moliéndote contra mí —susurra en mi oído.
Obedezco. Bueno, mi cuerpo lo hace. Mi mente no se ha puesto al
día con las reacciones de mi cuerpo. De hecho, mi cuerpo está haciendo
un trabajo bastante bueno pretendiendo que sabe lo que está
haciendo. Caydon y yo estamos prácticamente follando con la ropa
puesta. Y nunca he follado antes. Afortunadamente, él está todavía
borracho porque parece no darse cuenta de mi inexperiencia.
Desliza su mano por la parte delantera de mi camisa, ahuecando
mi pecho sobre mi sujetador. —Ah —exclamo.
—Te gusta eso, ¿no? —Muerde el borde de mi labio—. Quiero saber
más sobre lo que te gusta, Reece.
—Me gusta cómo se siente. —Me refiero a él tocando mi pecho.
—Dilo.
—Me gusta que me toques.
Para alguien que apenas podía caminar hace dos horas, me
sorprende cuan rápidamente Caydon quita mi sujetador. Mi camisa es
removida y siento la caliente, húmeda boca de Caydon en mi pezón. Él
lame y chupa ambos pechos hasta que estoy jadeando y moliéndome con
más fuerza contra él.
—Ah, joder —maldice Caydon. Siento sus caderas encontrarse con
las mías mientras nuestro ritmo se acelera.

66
Capítulo 14

Caydon
No sé cómo llegué aquí, pero seguro que me gusta. Reece se sienta
a horcajadas sobre mí y me monta como si su vida dependiera de ello. Y,
joder, me encanta.
Hay tres cosas de las cuales estoy absolutamente seguro: todavía
sigo bastante ebrio. Sé lo que estoy haciendo, pero todo parece un sueño;
y lo otro de lo que estoy seguro es que no tengo ni una maldita pista de
cómo terminé aquí con Reece. Pero también sé que no quiero estar en
ningún otro lugar que no sea aquí con ella.
Pongo mis manos firmemente en su trasero y la bajo, haciendo así
contacto con mi polla ¡Mierda! Si eso no hace que quiera disparar mi
carga no sé qué lo hará. Repito la acción una y otra vez mientras chupo
su carne.
Ella se detiene y puedo sentirla contener su respiración. Una vez
que la suelta, gime en mi oído. Y entonces me doy cuenta, me golpea
como una tonelada de ladrillos: se está corriendo. Estoy convencido de
67
que estoy soñando ya que es lo más hermoso que he visto alguna vez.
Guío su rostro hacia el mío para poder besarla, pero se separa de
pronto.
―Lo lamento. No puedo creer que eso haya ocurrido.
Reece está avergonzada. Eso, definitivamente, no es parte de mi
sueño.
― Oye, está bien. Ven aquí.
Intento acercarla nuevamente hacia mí, pero se resiste y salta fuera
de mi regazo.
¿De veras?
―Caydon, lo lamento. No puedo. Sencillamente no puedo.
―¿Qué sucede? Pensé que nos estábamos divirtiendo. ―Yo me
estaba divirtiendo un montón.
―Estás ebrio. Yo estoy sobria. Podrías acusarme de agresión sexual
por la mañana. ―Se ríe nerviosamente.
―Sí, bueno, eso no va a ser un problema. Deja de bromear y vuelve
a mí. ―Trato de tomar su mano.
―Caydon, por favor, detente ―me susurra.
No quiero detenerme. Veo cuánto la afecto. Imagina lo que podría
hacer si estuviera dentro de ella. Mi polla, llena de alcohol, podría darle
placer toda la noche. Agarro a Reece y la pongo nuevamente en mi regazo.
Levanto mi cadera así puede sentir mi polla a través de los jeans. Gime
con un “Ah” y comienza a frotarse de la misma manera que la llevó hasta
el orgasmo cinco minutos antes.
Desabrocho la parte superior de sus jeans y deslizo mis dedos en
su centro húmedo. Y ¡Joder! Está mojada. Comienza a refregarse contra
mi mano. No es suficiente. Quiero más. Deslizo con avaricia dos dedos
más en el lugar donde me gustaría que estuviera mi polla. Está bastante
apretada y la oigo inspirar fuertemente.
Mis ojos se abren completamente cuando lo comprendo: es virgen
¡Joder, sí!
No voy a ser un idiota y quitarle su virginidad. Esta noche. Pero
que me condenen si alguien intenta robarme ese premio. Saco mis manos
con renuencia de sus pantalones. La beso suavemente, apenas
succionando su labio inferior.
―Creo que es suficiente por esta noche ¿Te acostarías aquí
conmigo? ―le pregunto.
A pesar de lo doloroso que es dejar mi polla en estas condiciones,
no voy a presionarla para hacer algo para lo que no está preparada.
Está confundida por mi repentina falta de interés en su coño. Pero
está bien. También veo alivio en sus ojos.
68
―Mejor no. Puedo dormir en la silla. No quiero que mi papá me vea
durmiendo contigo. Puede que se enfade.
―¿Tu papá? ―De repente, aparecen algunos recuerdos ebrios: yo
siendo sacado de un auto a la fuerza por un hombre de gran tamaño.
Para empeorar las cosas, reconozco al hombre: es el nuevo novio de mi
mamá.
Intento darle sentido a esto. Él no es el papá de Reece ¿O sí? Podría
ser el hermano. No.
―¿El tipo que me ayudo? ―pregunto.
―Sip. Mi papá ―me responde como si me estuviera leyendo la
mente.
―El novio de mi mamá. Mierda. ―Gracias a Dios que no me atrapó
con las manos en el pantalón de Reece. Su papá podría aniquilarme.
―Sí. Incómodo ¿No? ―bromea.
Todavía estoy demasiado ebrio para lidiar con esto. Mi cara debe
decirlo todo ya que veo a Reece estudiándola.
―Caydon, relájate. No es como si fuéramos parientes. Quiero
decir… lo entiendo. Si se llegan a casar no quieres ser el tipo que se
enganchó con su hermanastra ―dice riéndose.
―¿Alguna vez te han dicho que tienes un humor seriamente
retorcido?
―Alguna que otra vez.
Mi cabeza comienza a latir. Culpo al alcohol. Me estremezco del
dolor. En tan solo unos minutos, Reece me tiende una aspirina y un vaso
de agua.
―Descansa, Caydon. Podemos lidiar con esto en la mañana. Y no
te preocupes, sé que lo que sea que haya pasado esta noche entre
nosotros mañana no será nada.
¿Qué carajo? No, sí es algo. ¿O no es nada?

69
Capítulo 15

Caydon
La luz entra por la ventana de adelante y cubre mi rostro. Es
jodidamente doloroso. Mi boca está tan seca como el desierto. Todo lo que
puedo pensar es en lo mucho que quiero agua. Tengo acidez y mi
garganta se siente como si hubiera tragado papel de lija.
Retazos de lo que sucedió anoche vienen a mi mente: la traición de
Hannah, tomar veintiún chupitos, vomitar sobre Summer, Reece encima
de mí. Corriéndose.
De lo único que me arrepiento es de lo que sucedió con Reece. No
debería haberla involucrado en mi mierda. Y mi vida, ahora, es
exactamente eso: mierda.
Es un misterio para mí el por qué Reece se enrolló conmigo. No he
sido nada más que un idiota con ella. Debería darse cuenta. Creo que ella
siente pena de mí. Fue una mala noche.
Sí, digamos eso.
Miro la silla donde se supone que debería estar durmiendo. En su 70
lugar, veo a su papá. Me está mirando fijamente. Supongo que ésta es la
parte en donde me golpea por haberme enrollado con su hija.
― ¿Te sientes mejor? ―me pregunta Mark.
―Supongo que debería sentirme muchísimo peor ―respondo
cuidadosamente.
―Puedes agradecerle a Reece por eso. Se aseguró de que tomaras
el remedio para la resaca que te preparé.
―Me aseguraré de hacerlo. ―Me levanto esperando salir
rápidamente―. Gracias por toda tu ayuda. Debo irme. ―Lo último que
necesito es que Mark sepa que estuve toqueteando las partes privadas de
su hija.
―Es Día de gracias, Caydon. Tu mamá está yendo a buscarte ropa
limpia. Vamos a cenar todos juntos. Pon tu culo en la silla.
―Genial. Le dijiste a mi mamá. No puedo esperar escuchar su
mierda. ―No quiero ser irrespetuoso. Amo a mi mamá, pero se vive
quejando por todo. Esa es la razón por la que me mudé cuando tenía
diecinueve años: todavía me trata como si tuviera nueve.
―Cuidado Caydon. Ella se preocupa por ti. Por suerte, Reece te
ayudó anoche. De lo contrario ¿Quién sabe qué habría pasado? ¿Veintiún
chupitos, Caydon? ¿De veras?
No debería crear problemas. Como dije, sé que Mark puede
romperme en cincuenta pedazos.
―Tengo veintiún años, Mark. ¿Qué coño esperaba mi mamá que
hiciera anoche?
Mark levanta sus manos.
―Hombre, lo entiendo. Todo lo que digo es que le des un descanso
a tu mamá cuando llegue. Di que lo lamentas. Dile que no volverá a pasar.
Deja que disfrute de la fiesta.
Asiento concordando.
Realmente no quiero quedarme a cenar. Va a ser un espectáculo
de mierda: mi mamá va a estar enfadada por haber hecho una terrible
primera impresión con su nuevo novio, va a haber tensión entre Reece y
yo y, joder, todavía tengo resaca.
―¿Quieres darte una ducha? Tu mamá debería llegar en unos
pocos minutos. Te dejé el cepillo de dientes que usaste en el lavabo.
―Sí, perfecto. Suena bien.
Mi cuerpo se siente como si un camión lo hubiera atropellado.
Tengo náuseas y hambre al mismo tiempo. Mi cabeza se siente como si
un auto la hubiese golpeado. Quiero arrastrarme hasta el baño. Hasta
ahora, no tengo nada de que estar agradecido.
71
Mientras camino por el pasillo, Reece sale del baño usando solo
una toalla ¡Solo una maldita toalla! Su cabello húmedo cuelga por su
espalda. No hay ni un solo rastro de maquillaje en esa belleza natural.
Hacemos contacto visual. Parece como si quisiera correr, pero me
doy cuenta de que no puede moverse. Tampoco yo.
Mis ojos la estudian minuciosamente, empezando desde sus pies y
subiendo todo el camino ¡Mierda! Realmente es una obra maestra. En lo
único que puedo pensar es en cómo mis dedos se sintieron entre sus
piernas.
Instantáneamente, se me pone dura y estoy bastante seguro de
que tengo la boca abierta. Tengo que decir algo.
―Necesito una ducha. ―¿Qué? Hijo de pu…
Se envuelve la toalla más firmemente al cuerpo. Ésta no es la
misma chica que anoche se refregaba contra mi polla. Pero, de nuevo, yo
tampoco soy el Caydon suertudo.
―Todo lo que necesitas debería estar en el baño. Hazme saber si
necesitas algo.
Te necesito a ti… en la ducha… desnuda… conmigo.
―De acuerdo.
Ésta va a ser la ducha más fría que he tomado alguna vez en mi
vida.

72
Capítulo 16

Mi mamá llega poco después de que salgo de la ducha. Reese y su


padre desaparecen dentro de la cocina para comenzar a cocinar,
dejándonos a mi mamá y a mí solos en la sala de estar. Ella
definitivamente no está feliz conmigo. No debería importarme…
simplemente me importa.
―Caydon, ¿te das cuenta de cuan embarazoso es esto?
Decido tomar el consejo de Mark. Es más fácil disculparse en vez
de escucharla seguir y seguir.
―Lo siento.
―¿Lo siento? ¿Tú lo sientes? ―Mamá suena peor de lo que lo hacía
antes. Fracaso épico. Gracias Mark por el consejo de mierda.
―Mamá, fue un accidente. Es un rito de iniciación. Todos lo hacen
cuando cumplen veintiuno. ¿Por qué debería ser diferente?
Mamá tiene una expresión pensativa dibujada sobre su rostro.
―Porque. Tú eres la única cosa que tengo en mi vida, Caydon. No
lo entenderás hasta que tengas tu propio hijo. Prométeme que no harás
algo así de estúpido otra vez. ―Toca mi cara―. Simplemente tengamos,
una cena agradable.
73
―Sí, acerca de eso. Solo quiero ir a casa y dormir, mamá. Tu y yo
podemos cenar mañana ―No necesito ser tentado por Reece durante todo
el tiempo que este comiendo la cena. Podría estar comiendo relleno y
pensando acerca de cuanto quiero rellenar a Reece con mi polla.
―Tú te vas a quedar Caydon. ―Mark se acerca a mi mamá y
comienza a frotar sus hombros.
Dejo salir una risa sarcástica.
―No eres mi padre.
Mark iguala mi risa. ―Tienes razón. No lo soy. Es Acción de Gracias
y deberías pasarlo con tu familia. Tu mamá es tu familia. ¿No significa
ella algo para ti?
Joder. Veo la mirada en sus ojos. Ella quiere esto
desesperadamente. ¿Realmente voy a ser el hijo gilipollas quién arruine
esto para ella?
Maldición.
―Bien. Me quedaré. ―Agarro mi chaqueta—. Voy a ir afuera a
fumar. ―Casi corro hacia la puerta del frente.
Malditamente increíble. Ahora tengo que actuar como el hijo
perfecto por el día entero. Tengo que pretender que no trate de follar a la
hija de Mark.
Oh, pero lo hice.
Mark es un tipo justo como yo. Se dará cuenta de la tensión sexual.
Jodidamente acabarán conmigo.
La puerta se cierra de golpe detrás de mí. Mi mamá resopla con
decepción. No sé por qué. Ella obtuvo su maldito deseo. Aquí estoy.
Respiro el frio aire fresco. Estoy empezando a sentirme
malditamente humano de nuevo. El aire se siente bien. Las pasadas
veinticuatro horas fueron como caminar dentro de la maldita Twilight
Zone2.
Hay agujeros en lo que recuerdo de la noche pasada. Recuerdo
recibir sexo oral de parte de Summer y entonces tratar de devolverle el
favor. Sí, eso no funciono. Tonteando con Summer, trate de ahogar el
dolor del rechazo de Hannah. En cambio, cada vez que me sumergía entre
sus piernas, escuchaba las palabras que siempre he pensado acerca de
mí mismo. Patético. Perdedor. Fracasado. Indigno. Eso fue lo que me hizo
vomitar sobre ella.
Entonces allí esta Reece. ¿De qué mierda se trata toda esto? Me
equivoqué con ella, también. Ella viene de una familia rota. Como yo. Aun
cuando soy un gilipollas para ella, aun así me ayudo.
¿Qué estás haciendo, Reece?
74
Ella podría estar jugando. Pero no luce como el tipo de chica que
pierde su tiempo. ¿O lo es? Dudo que una chica que luce así y aún tiene
su virginidad intacta me dejaría toquetearla. Ella parece del tipo de chica
que está esperando por “el indicado”. Nunca he sido “el indicado” de
ninguna chica.
Mi fiesta de lástima es tirada a la basura una vez que el padre de
Reece se une a mí en el porche.
―Si vienes a darme otro sermón, ahórratelo. ―Doy un sacudida a
mi cigarrillo fuera del escalón delantero―. Lo que vas a decirme,
probablemente ya me lo he dicho a mí mismo.
―¿Puedo gorrear un cigarrillo? ―pregunta.
Le doy uno encendido y se ilumina mientras lo aspira. Sopla el
humo fuera y sonríe. ―Maldición, eso se siente bien. ―Entonces, toma
otra calada—. No he fumado uno en diez años.
Sé que es una pregunta estúpida pero pregunto de todas formas.
―¿Por qué lo dejaste?

2
Twilight Zone: Dimensión Desconocida. Fue una serie de televisión estadounidense
especializada en el género de la ciencia ficción, la fantasía y el terror.
―Una chica. El boxeo. Tratar de limpiar mi conducta. Todo lo
anterior.
Asiento y disfruto de la tranquilidad. Esta no dura mucho.
―Fui como tú una vez.
Aquí vamos. Amo esta parte. El novio de mi mamá trata de
“relacionarse” conmigo. Tratan de meterse en mi cabeza así puede
meterse en sus pantalones.
―Pensé que habíamos cubierto esto más temprano. No eres mi
padre. No vamos a vincularnos solo porque te estas follando a mi mamá.
―¿Qué te parece si nos vinculamos acerca del hecho que tuve que
cuidarte anoche como si fueras un maldito niñito? No podías caminar,
hablar, o bañarte por ti mismo. ¿Piensas que Reece lo hizo todo por si
misma?
Joder. Había olvidado eso. ―Pensé que ya había dicho gracias.
―¿Qué pasa con la esquirla en tu hombro? ¿Es la novia infiel? ¿Es
dónde vives? ¿Es lo qué haces para vivir? ¿Es por el padre ausente?
Es por todo eso.
―Todos pueden joderse. ―Trato de actuar duro.
―Para el registro, no necesito “vincularme” con nadie para
conseguir acostarme con alguien. Cuida tu boca cuando se trate de tu
madre. La he conocido desde que estábamos en el instituto. Fuimos
amigos primero antes de ser algo más.
―¿Así que? ¿Qué sacas tú de esto?
75
―Ni una maldita cosa, Caydon. Reconozco la ira cuando la veo.
Infiernos, antes de hacer boxeo, golpeaba hasta el cansancio cualquier
cosa y todo en frente de mí. El boxeo me permitió controlar la ira.
Encerrar la ira. Veo ira en ti.
Está bien. Él me tiene. Estoy enojado. ¿Así que malditamente qué?
―Aún no has respondido mi pregunta. ¿Por qué malditamente te
importa?
―Tenia quince años cuando tuve a Reece. Quince. Pensé que mi
vida se había terminado. Cristo. Era un bebe por mismo. Pero la ira
estaba allí antes de que Reece naciera. ―Hace una pausa―. La mamá de
Reece era de la parte de la ciudad que daba al lago. Yo era el chico del
centro que se metía en peleas todo el tiempo. Ella me persiguió día tras
día. Me mantuve lejos de ella porque no era mi tipo. Las chicas de junto
al lago salían son chicos como yo por una razón y solo una razón. Para
enfadar a sus padres. La mamá de Reece siempre tenía que llevarlo un
paso más allá. Una noche después de una pelea, la encontré bajo las
gradas del campo de futbol de mi escuela, sin ropa interior y un paquete
de doce Natty Light3.
Mark se ríe para sí mismo. ―Podría haberme alejado. Pero, en
cambio, nos emborrachamos completamente y perdí mi virginidad. Fue
una de las mejores noches de mi vida. Mirando hacia atrás a mi relación
con la madre de Reece, puedo ver por qué estaba atraído por ella. Ella
podría haber tenido a cualquiera que quisiera. Pero me quería. Me eligió.
Si, conozco el sentimiento. ―Entonces, ¿Qué sucedió? Obviamente
ella tuvo a Reece.
―Justo después de que Reece nació, la verdadera personalidad de
su madre salió. Ella no quería nada que ver con Reece. Los abuelos de
Reece bien podrían haberse permitido darle a Reece una vida agradable
y echar una mano. Pero se negaron. La madre de Reece tenía intención
de deshonrar a sus padres. Tuvo éxito. Tuvo un bebé fuera del
matrimonio, a los quince años, con un punk de la calle. Ellos estaban tan
avergonzados que mudaron a la madre de Reece a Florida. Me dejo a mí
y a mi niña. ¿Qué demonios se suponía que hiciera? Mi madre se encargó
de Reece porque yo no sabía ni la primera cosa acerca de tener un niño.
Él fue abandonado también. Pobre bastardo. ―Así que ¿Fuiste un
padre soltero de quince años? Eso apesta.
―Sí, ella me uso y no lo supe a tiempo. Lo sé ahora. Pero por años,
luche con la ira acumulada. No ayudó que ella estuviera dentro y fuera
de mi vida por diez años. Nos visitaba dos veces al año… para ver a Reece.
76
Mark comparte la historia entera de lo que le sucedió a Reece. Me
siento como un tonto por darle un momento difícil. La chica ha pasado a
través de más mierda de la que merecía.
―Entonces, ¿Cómo lidiaste con ello? ―pregunto.
―¿Qué cosa?
―La ira
El rastrilla sus dedos a través de su recortado cabello negro. ―
Lucho. Sin embargo, lucho legítimamente ahora. Ya no hay necesidad de
ir en busca de una pelea. Ahora, es programada, entreno para ello. Estoy
concentrado. Nada se siente mejor que dejar tus emociones salir sobre
una bolsa pesada.
―Boxeo ―declaró. No es una pregunta.
―¿Estas interesado?
―Quizás.

3
Natty Light: Marca de Cerveza.
―Hazme saber sí y cuándo estés listo. ―Me da una palmadita en la
espalda―. Vamos a ir adentro y ver algo de fútbol. Mi hermano debería
estar aquí con su familia dentro de poco.
Mientras sigo a Mark adentro, pienso para mí mismo que él es un
buen tipo, espero que esté bien para mi mamá. Ella necesita a un tipo
que cuide de ella en el futuro.
Mi ansiedad llega al máximo cuando veo a Reece. La observo
agacharse colocando refrigerios en la mesa de café. Si ella solo se
mantuviera en esa posición…
Joder. No puedo tener pensamientos como estos. Tengo que pasar
el maldito día entero con ella. Si sigo mirándola así, tendré una erección
todo el maldito día.
―Caydon, ¿Puedo traerte algo para comer? ―pregunta actuando
como la perfecta anfitriona.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué me harías esa pregunta, tu
pequeña zorra?
Ahora estoy hambriento. Mi estómago ansia comida. ―Sí, podría
comer. ―Mi mamá y Mark se acomodan en el sofá para ver el juego de
fútbol—. Entraré y te ayudaré en la cocina.
Sigo a Reece a la cocina. Inmediatamente comienza a atenderme.
Recuerdo la historia de Mark. Reece ha estado cuidando de las personas
su vida entera. Prepararme algo para comer es como una segunda
naturaleza para ella. Tomo el cuchillo de su mano y tomo el control
77
extendiendo la mayonesa por el pan. ―Yo lo haré. Gracias
―¿Puedo traerte algo para tomar? ―pregunta.
―Reece, soy un chico grande. Lo tengo. Siéntate.
No lo hace. Maldita sea ella. En cambio, comienza a preparar algo
más para nuestra cena. Dejo caer el cuchillo en la encimera. Desde atrás
de ella, envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y tomo sus manos
permitiéndole dejar caer el utensilio que estaba en su mano.
―Relájate ―susurro en su oreja.
Siento su estremecimiento y toco la piel de gallina en su brazo.
Malditamente amo como su cuerpo reacciona a mi toque. Ya me he
puesto duro e involuntariamente me presiono a mí mismo contra su
trasero. Ella toma aliento. ―¿Cómo te estás sintiendo ahora?
―Si estás tratando de hacerme relajar, empujar tu polla contra mí
no va a lograrlo, Caydon.
Luchadora. Picante. Desafío aceptado.
―Dime, Reece. ¿Qué lo lograría? Yo tengo el truco si tú consigues
el trato. ―Mis labios están muy cerca de su oreja. Se curvan con mis
palabras.
Girando, se agarra a la encimera. Mis brazos se envuelven
alrededor de ella, restringiéndola en el espacio. Mierda, está
completamente nerviosa.
―Por favor, détente. Anoche fue un accidente. Tú estabas borracho
y molesto por Hannah. Quería hacerte sentir mejor. No era una invitación
para que me follaras y me dejaras. No soy Summer.
¿Quién dijo que yo quería irme? Eres mía. Espera… ¿Qué?
―Sé que no eres Summer. Además ¿Quién dijo que yo quiero irme?
―No soy la chica de despecho, Caydon.
―Nunca dije que lo fueras. Si quieres ser follada, puedo hacerlo. En
cualquier momento. En cualquier lugar. No te necesito para llenar ese
vacío, Reece.
―Ayer me odiabas. Hoy quieres follarme. ¿Por qué?
―Podría decir lo mismo de ti.
―Yo no tenía una novia ayer.
―¿Quieres una novia hoy? Porque estoy totalmente en contra de
eso.
―Caydon ―advierte—. Ponte en mis zapatos por un minuto. Te
conocí. Eras un cretino. Te vi de nuevo en tu cumpleaños. Aun eras un
cretino. Saliste con una puta. Ella te dejó consiguiendo que vomitaras
por todas partes. Cuidé de ti. Me besaste.
Sí, eso lo resume todo. Es loco, lo sé. Dicho esto, Reece se mete
sigilosamente bajo mi piel inmediatamente. Y creo que sé por qué. La
78
quiero. Estaba enojado con Hannah por mantenerme con una correa,
atado como un perro. Cuando vi a Reece, ella me recordó lo que no podía
tener.
Y, si, estaba borracho como la mierda anoche. Pero recuerdo a
Reece. Solamente a Reece. Incluso aunque tenga cada intención de
mantenerme alejado de ella, no creo que eso vaya a funcionar.
―No querías hablarme cuando te conocí. Pensé que eras una snob.
Y, aunque yo estaba con Hannah, te deseaba. Eras una tentación que no
necesitaba en ese entonces, Reece.
―Y, ¿qué? ¿Ahora lo haces?
―No sé lo que necesito en este momento. ―Te necesito.
―¿Qué te parece si empezamos como amigos?
Mis dedos estuvieron dentro de ti. Y, ¿Quieres que seamos amigos?
Aun la tengo confinada contra la encimera. ―Bien, amiga.
Cuéntame. ¿Cómo demonios terminé en tu casa anoche? ¿Fue ese tu
movimiento? —Sé que ella malditamente me quiere.
―No podía encontrar tu apartamento. Y sabía que no podía
levantarte. Así que, te traje hasta aquí. ―Sus ojos se escapan de los míos.
―¿Shorty no te dijo donde vivo? ¿Qué hizo? ¿Lanzar mi trasero en
el auto y dejarte conducir? ―Rio. Eso sería algo que él haría.
Reece deja escapar el aire que estaba conteniendo. ―Shorty no me
ayudó. Nash lo hizo.
Mis manos caen a mis lados. Nash. El único gilipollas que no
necesito en mi vida ayudándome. No puedo estar en deuda con él. ―¿Por
qué demonios dejaste que él me ayudara? ―escupo.
―Porque nadie más se ofreció de voluntario ―declara sin emoción.
―Jesús, Reece. ¿De toda la gente en la fiesta tú lo elegiste a él?
Maldito Nash ―Él sabe que soy débil. Usará esto contra mí. Él le dirá a
Hannah cuan jodido estaba. Ella creerá que yo aun malditamente me
intereso por ella, cuando no lo hago.
―¿Qué querías que hiciera, Caydon? Dejarte en tu propio vómito.
―¿Dónde estaba Shorty?
―Follando a su novia.
―Hazme un favor. La próxima vez que creas que necesito ayuda…
aléjate ―escupo. Debería estar agradecido de que me ayudara. Pero Nash
involucrado en mi mierda me jode.
Camino hacia la mesa y comienzo a rellenar mi cara con el
sándwich que hice. Necesito llenar mi boca con algo antes de decir algo
de lo que me arrepentiré.
Busco en mi cabeza buscando las razones por las estoy enojado
con Reece. Solo estaba tratando de ayudar. La ira que tengo por Nash y
79
Hannah absorbe mis pensamientos racionales. Ahora, estoy confundido.
Reece aún está de pie en la encimera de la cocina viéndome
ignorarla. Su boca cuelga abierta con incredulidad. Después de todo lo
que ha hecho por mí, lo entiendo. Pero aun así no me importa.
Nuestros ojos se encuentran por un breve segundo. Ella junta sus
cejas. ―De nada.
Nunca dije “Gracias”
Capítulo 17

Reece
Para mi sorpresa, la cena no es un desastre total. Caydon y yo nos
ignoramos mutuamente, lo cual pasa desapercibido porque la familia de
María está aquí. Ellos tienden a acaparar la conversación en la mesa de
la cena. María y Shorty son grandes amortiguadores, también.
Después de la desagradable respuesta de Caydon ante mi solicitud
de ayuda a Nash, me llené de frustración y tristeza. Si solo pudiera captar
la razón por la que le pedí ayuda a Nash, no estaría tan malditamente
molesto. ¿O lo estaría?
Ver a mi madre, inconsciente día tras día, ha generado miedos en
mí que no puedo superar. Seguro, Nash no era mi primera opción. Aun
así, era mi única opción. Hice lo correcto.
Pasamos el postre y cuento el tiempo que nos queda a Caydon y a
mí juntos. No es mucho, lo que es algo bueno. Mi mente alterna entre
querer golpearlo y querer besarlo.
Hay un golpe en la puerta delantera. Todos están en medio de una
80
conversación así que decido atender. Estoy casi segura de que es otra
ronda de cantantes de villancicos. Ellos comienzan temprano por estos
rumbos. Nunca oí de cantantes de villancicos en Acción de Gracias, pero
como sea. Es en cierto modo, lindo. Nunca escuché cantantes de
villancicos en Florida tampoco. Por otro lado, cantar en medio de un clima
de veintisiete grados acerca de una blanca navidad probablemente no
funcionaria.
Me preparo a mí misma para el ataque de mal canto y abro la
puerta. —¿Nash?
—Hola. Lamento si estas a mitad de la cena o algo. Solo estaba
preocupado por ti anoche cuando no te vi, o a Caydon en su casa.
Olvide que dejé a Nash anoche. —Lamento eso. No podía encontrar
su casa así que lo traje aquí. ¿Cómo supiste donde vivía?
—¿No me recuerdas verdad?
—¿Debería?
El ríe para sí mismo. —Hombre, es sorprendente lo que once años
le hacen a la memoria de alguien. Pero yo nunca te olvide.
—¿De qué demonios estás hablando?
—Reece, fuimos juntos a la escuela. ¿En verdad no te acuerdas de
ninguno de nosotros, cierto?
Las caras lucen familiares. Los nombres han sido olvidados. Nunca
tuve ningún amigo real además de María. Dado que fui a una escuela
privada con niños que no eran de mi vecindario, las citas para jugar
fueron pocas y muy lejanas entre sí. Mas como inexistentes.
—Algunas personas lucen familiares. Solo que no recuerdo cuándo
y dónde las he conocido. Pero, creo que recordaría tu nombre. No es como
si fuera Joe o Bob.
Pensarías que lo recordaría. Punto. Nash es caliente. Su cabello
rubio está corto y perfectamente estilizado. Sus ojos azules brillan cada
vez que sus labios se curvan en una sonrisa. Él debería tener una
estampilla en su espalda que dijera “Cuerpo de Gimnasio”. Solo he
notado un tatuaje en su antebrazo. Parece algo tribal.
—Es mi apellido. Mi nombre es Kevin. Nadie me ha llamado por mi
nombre desde la secundaria.
Me devano el cerebro una y otra vez tratando de recordar a Nash.
Finalmente, me golpea. Estuvo en mi clase en casi todos los años de la
primaria. Él siempre fue muy amable conmigo cuando la pequeña niña
rubia no estaba cerca.
En realidad, la pequeña rubia me torturaba más cuando Nash
trataba de jugar conmigo en el recreo. Para mantenerla lejos, siempre
rechazaba las invitaciones de Nash.
81
Nunca supe su nombre porque ella nunca estuvo en mi clase. Creo
que debe haber estado en un grado inferior al mío. —¿La pequeña niña
rubia? —Sé que el sabría de quien estaba hablando.
—Hannah.
Por supuesto, jodida Hannah. —Era una perra.
—Aún puede serlo. ¿Qué paso contigo? ¿A dónde fuiste?
—Me mude a Florida con mi madre. No es como si tuviera una vida
aquí.
El asiente en acuerdo. —Reece, le dije algunas cosas de ti a Caydon
que quiero que escuches de mi… a menos que ya te haya dicho.
Niego con la cabeza. —No lo ha hecho. Pero no es como si
tuviéramos charlas de corazón a corazón, Nash.
—Te llame una rata trepadora y una zorra. Lo dije en el calor del
momento. Quería herir a Caydon, no a ti. —Hay remordimiento en su
rostro.
—Caydon no se interesa por mí, Nash. Puedes decirme como sea
que quieras. —Dejo salir una risa nerviosa. Me sorprendo a mí misma.
Debería estar molesta porque Nash me insultó. En lugar de eso, estoy
más consternada porque a Caydon no le importa.
Nash se ríe de nuevo. —Oh, Reece. No podrías estar más
equivocada. Si piensas en el pasado lo suficiente, lo captarás.
¿Qué demonios? No. No podía ser. ¿Caydon es el pequeño niño de
ojos color miel?
—¿Qué?
—¿No lo recuerdas? —Nash rebota de una pierna a la otra
nerviosamente—. Caydon estaba ahí el día que Hannah y sus amigas te
empujaron al piso. Él fue el que las detuvo.
—Uh huh. —Estoy atónita.
Pensé en ese niño toda mi vida. Era mi protector. Pero también me
hizo una promesa que no mantuvo. Me prometió que estaría ahí al día
siguiente y nunca apareció. El chico que me cuido día tras día me dejo
sola para valerme por mi misma. Me abandonó. Eso fue cuando presioné
a mi padre para dejarme ir a Florida.
— ¿Reece? ¿Estás bien?
No.
Me siento como si alguien se robara el aire de mis pulmones.
¿Cómo podía un chico que me había cuidado y me había mantenido a
salvo ser tan idiota ahora? ¿Todo lo que mantuve sagrado se había vuelto
mierda? —Estoy bien.
Mis brazos se cruzan sobre mi pecho. El frio en el aire se vuelve
82
aún más frio. Mi corazón duele por la pequeña niña que solía ser y anhela
al pequeño niño en el que se apoyaba.
Y justo en ese momento, Caydon aparece detrás de mí. Se para
junto a mí y mira hacia abajo. Nuestros ojos se encuentran y siento que
estoy viendo al niño por primera vez en años. Se me llenan los ojos de
lágrimas, no porque sea débil, sino porque he sido fuerte por mucho
tiempo. Quiero decirle que había confiado en él… que él era la cosa más
confiable que alguna vez tuve en mi vida en ese entonces.
Sí, Caydon y yo solo nos miramos el uno al otro. No dijimos nada
en absoluto pero nuestras emociones eran muy intensas. El día que
Caydon empujó a todos alejándolos de mí, supe que él entendía. Las
palabras no podían expresar adecuadamente lo que ambos sentíamos en
nuestro interior.
Caydon me mira. Ahí está esa conexión de nuevo, el tintineante,
molesto sentimiento que comienza en la boca de mi estómago. Él aleja la
mirada a regañadientes.
—¿En el vecindario equivocado, Nash? —Caydon pone su brazo en
el marco de la puerta por encima de mi cabeza.
—Solo chequeando a Reece, Caydon. —Sus labios se curvan hacia
arriba como si la presencia de Caydon no le molestara—. Veo que te has
puesto cómodo. ¿Ya cenando con la familia?
Puedo sentir a Caydon a todo mí alrededor. Le doy la bienvenida a
la cercanía y le temo a la vez. —No es de tu incumbencia lo que hago con
Reece. Creí decirte que te alejaras de ella… que ni siquiera la miraras.
¿Que?
—Ella no podía arrastrar tu lamentable trasero. Y nadie se ofreció
a ayudarte a salir. Pero yo lo hice. —Nash mete las manos en su
sudadera—. Sin embargo, aquí estamos de nuevo, Caydon, atacándonos
el uno al otro. ¿Por qué? ¿Por una chica? Eres un bastardo egoísta.
Primero, Hannah. Ahora, Reece. ¿Es solo que no quieres que tenga a
ninguna de ellas?
Quiero escuchar esto. Si Hannah aún es importante para Caydon,
saldrá a la luz. —Hannah es una mujer libre. Oh, espera. No lo es. Como
sea, haz lo que quieras con ella. No me importa una mierda.
Esto tiene que parar. Las bromas de ida y vuelta sobre quién tiene
la polla más grande están comenzando a hacerse viejas. —Tanto como
amo escucharlos pelear por Hannah, me está aburriendo hasta la
muerte. —Me vuelvo hacia Caydon. Nuestros cuerpos están pecho a
pecho—. Nash solo estaba revisando para asegurarse de que llegamos
seguros a casa.
Caydon mantiene su pecho hacia mí. Voltea la cabeza hacia Nash.
83
—Estamos a salvo. Ahora, vete.
—¿Qué? ¿No hay un “gracias”? —Nash no se rendirá. Cualquiera
puede ver que cree que es una broma.
El pecho de Caydon sube y baja. Su paciencia con Nash se está
agotando. Está a punto de estallar. Hay mucho más dentro de Caydon
que lo está forzando a odiar a Nash.
Si no fuera por Nash, no habría salido del Shit´s Creek sin un
rasguño anoche. Él me ayudó. Y ayudó a Caydon. Eso tiene que contar
para algo.
— Gracias, Nash.
El cuerpo de Caydon se acerca más a mí presionándome con el
marco de la puerta. Su frente esta fruncida y deja salir un suspiro.
—Obtuviste tu maldita disculpa. Piérdete, Nash.
Vi esto en Discovery Channel una vez. Caydon está reteniendo un
animal salvaje enjaulado. Nash podría darle cualquier pobre excusa para
dejar salir al animal salvaje. Como los animales que vi en el programa,
Caydon está buscando una manera fácil de resolver el problema. Él va a
despedazar a Nash.
—Gracias, Nash. Deberías irte —le aconsejo.
Él asiente y hace contacto visual conmigo. —Si alguna vez
necesitas algo, no dudes en pedirlo. —Caydon y yo vemos a Nash caminar
hacia su motocicleta.
Caydon me mira a los ojos. Por un segundo creo que me reconoce.
¿Cómo podría? No me veo como cuando tenía diez años. Y, si me
reconoce, tal vez yo imaginé que el Caydon de “diez” años se preocupaba
por mí.
Los ojos de Caydon son suaves, pero solo por un momento. La
oscuridad llena sus ojos y está perdido de nuevo. —Nash es alguien de
quien necesitas mantenerte alejada, Reece.
—Caydon, yo no lo invite aquí. No me importa estar cerca o estar
lejos de él. ¿Por qué no me crees? ¿Por qué siempre crees que actúo para
molestarte? —Le disparo en respuesta. Quiero que lo sienta. Quiero que
recuerde.
Veo la oscuridad desvaneciéndose. Veo los músculos en sus brazos
tensarse alrededor del marco de la puerta. Esto es. Sus ojos vagan desde
mis pies todo el camino hacia mis ojos. Lo siento todo sobre mí, como
anoche. —Reece —dice suavemente mi nombre—. Tendría que
preocuparme por ti para que me molestaras. Y no me importas. Él
simplemente no es un buen chico. Aléjate de él.
Basta ya. Eso duele.
Está a punto de alejarse de mí, dejándome para lidiar con su
84
hiriente afirmación. Le agarro el brazo. —Cada vez que Nash es
mencionado o está cerca, te cierras. ¿Por qué?
Vamos. Recuerda.
Corriendo sus dedos a través de su cabello oscuro, suspira. —No
lo entenderías. —Se arrepiente de decirme que no le importa.
—Inténtalo.
—Es loco.
—Me especializo en lo loco.
—Reece, déjalo —susurra y me besa en la mejilla.
Caydon no me recuerda. Tengo que aceptarlo y seguir adelante.
Anoche fue una aventura de borrachos. No significo nada más. No
significo nada para él.
Capítulo 18

Caydon
Estaré condenado si dejo a otra chica meterse debajo de mi piel.
Hannah me arruinó. Diablos, yo estaba arruinado antes de eso.
Reece me hace ansiar por ella. Y eso es peligroso... muy peligroso.
Cuando estoy alrededor de ella, no puedo evitarlo. Es ya sea querer
herirla con mis palabras o ponerla sobre su espalda y follarla sin sentido.
Esta última no es una opción. Claro, no quiero que nadie más tenga lo
que siento en mi corazón que es mío. No creo que vayan a respetar su
virginidad como yo. Pero no puedo tener otra mujer convirtiéndome en
una zorra. No puedo. No lo haré. La furia es demasiada.
Desde Acción de Gracias, he estado ejercitando con Mark. Quitar
mi enojo en el saco de boxeo ha ayudado enormemente. Sin embargo, la
vehemencia aún está allí. Acechando.
Permanezco tranquilo mientras inyecto la tinta en la pantorrilla de
mi cliente. Es una pieza que he estado elaborando por un tiempo. He
completado el contorno y hoy lo está rellenando. Esta pieza es uno de mis
85
diseños favoritos. Es un gran lazo con el número dos en medio de ella.
Normalmente, no les pregunto a mis clientes lo que significan sus
tatuajes. Cada tatuaje es personal, a menos que estés obteniendo uno
sólo porque es la “cosa” por hacer. El tatuaje de este cliente me habla.
Necesito saber lo que significa para él.
―¿Te gusta el tatuaje, hombre?
Lo he tatuado antes. Me gusta este tipo. Es tranquilo y puedes verlo
pensar antes de hablar.
―Es uno de los mejores que has hecho para mí, Caydon.
―¿Qué significa?
―El lazo es un símbolo evidente. Pero el número y el símbolo juntos
representan el dolor y humillación de enamorarse dos veces y perder la
batalla. Quiero recordar el dolor y amor que soy capaz de sentir por
alguien.
No es la respuesta que estaba esperando. De hecho, la explicación
me ha afectado más de lo que mi cliente sabrá. El pobre bastardo ha
estado enamorado dos veces y perdió en ambas ocasiones.
―Así que supongo que has terminado... con el amor.
―Nah, hombre. Me voy a casar la próxima semana. Nunca he
estado más enamorado de lo que estoy ahora.
Bastardo loco.
―¿Qué carajo? ―pregunto.
Se ríe. ―Lo sé. Cada vez que le digo a alguien esta historia, piensan
que estoy loco.
Sip.
―Entonces, estoy sentado en esta cafetería y mi prometida, en ese
entonces, está diciéndome cuán infeliz es. Bla, bla, bla. Ella continúa
diciendo cómo Fred, sí, su nombre es jodidamente Fred, la hace sentir
como una mujer. Fred es algún imbécil con el que ella trabaja. Para hacer
una larga historia corta, me deja. ―El tipo está jodidamente riendo
mientras está contando esta historia. Estoy buscando el humor en ella―.
Estoy sentado en la mesa, dejando que mi café se enfríe. Mi corazón
acababa de ser arrancado de mi pecho en un lugar público. La camarera
que nos servía a mi prometida y mí se acerca a la mesa. Dice que está
fuera de su turno y pensó que podía necesitar a alguien con quien hablar.
La camarera vio toda la cosa irse al traste. Durante cuatro horas, me deja
desahogar mi corazón. Cada semana, visité la misma cafetería sólo
porque necesitaba a la camarera. Ella no hablaba mucho. A veces,
simplemente nos mirábamos el uno al otro.
Lleno la pistola con más tinta y escucho con atención. ―¿Y?
―Ella es la mejor cosa que alguna vez me ha pasado. La camarera
86
es “la única”. Nos vamos a casar. Si no fuera por mi primera prometida,
nunca habría conocido a mi prometida actual. El lazo es mi dependencia
en el amor. Dos personas han tenido el poder de tomar mi corazón. Lo
tomó la primera para llevarme a la segunda.
Sonrío para mis adentros. Sí, creo que el tipo está jodido pero lo
envidio por tener esperanza y fe. Durante la siguiente hora, vierto mi
corazón y alma en la pieza porque se lo merece. Demonios, puede
haberme convertido en un creyente.
Apenas se va; escucho la campana de la puerta de la tienda
tintinear. Shorty está en la parte de atrás preparando una plantilla para
su cliente así que me pide que ayude al próximo cliente.
Miro por encima de la pared de privacidad para ver a Summer.
Mierda. No la he visto desde mi cumpleaños. Y estoy agradecido de no
hacerlo. El rumor es que le hice sexo oral y luego procedí a vomitar por
todo su cuerpo desnudo. No fue mi mejor momento. Así, esta
conversación podría ir de varias diferentes maneras.
―¿Qué pasa? ―pregunto casualmente.
Summer toma un mechón de su falso cabello rubio y lo hace girar
a través de sus uñas artificiales. ―No he escuchado hablar de ti. Estaba
preocupada de que podrías haber perdido el interés.
Nunca estuve interesado en primer lugar.
―Sí, bueno, he estado ocupado. Lo siento. ―Es una débil excusa,
pero no tengo nada más para ofrecer.
―Desapareciste aquella noche. Regresé a la habitación, pero te
habías ido.
Sofoco la risa ahogada que está surgiendo desde mi garganta. No
recuerdo una pizca de nada sobre esa noche antes de terminar en la casa
de Reece. Sin embargo, lo que me han dicho de ella es jodidamente
hilarante. Dudo que Summer se sentirá de la misma manera.
―Sí, sobre esa noche, lo siento. Estaba borracho.
La disculpa funciona para Summer. Una enorme sonrisa se
extiende a través de su maquillado rostro.
―Yo estuve tan enojada por unos días. Estoy totalmente lejos de
ello ahora.
Oh, jodido infierno.
Como que deseo que todavía esté molesta. No quiero a Summer
pensando en ser otro enganche en el futuro.
―Supongo que estamos bien, entonces.
Summer se pavonea hasta mí y rastrilla su uña plástica por mi
pecho. Sus ojos azules se arrastran desde los míos hasta mis pies.
87
―Sí, Caydon. Seremos lo que quieras que seamos.
Nada. Quiero que seamos nada. Piensa, imbécil. Sácala de aquí.
―Summer, me divertí esa noche ―empiezo a explicar―. Pero no
estoy buscando una novia. Hannah y yo acabamos de romper. ―Hannah
no tiene nada que ver con Summer convirtiéndose en mi novia. No saldría
con Summer ni en un millón de años. Salir, no. Follar, sí. Infiernos,
follarla ni siquiera me atrae más. Cada vez que pienso en alguien para
follar, por lo general Reece aparece en mi cabeza.
―Cay. ―Usa mi apodo―. Hasta que encuentres a la chica adecuada
para ser tu novia, vas a necesitar compañía en el dormitorio. Soy
voluntaria. ―No va a permitirme que la deje fuera así de fácil.
―Voy a pensar en ello, Summer. ¿Hay algo más en lo que te pueda
ayudar?
¿Por qué mierda pregunté?
Sus labios se curvan alrededor de sus dientes blanqueados.
―Sí, quiero una estrella justo encima de mi cadera.
Mieeerda.
―Muy bien, súbete sobre mi silla y desabotónate los pantalones
vaqueros. Y sólo bájatelos justo sobre donde quieras el tatuaje. ―Summer
los obliga a bajar un poco más lejos de lo que le pedí. Preparo mi área y
me pongo a trabajar.
Ya casi termino cuando la maldita puerta tintinea de nuevo. No
levanto la mirada porque oigo a Shorty saludar a María. Ella no está sola.
―Oye, Reece ―dice Shorty.
Levanto la mirada y mis ojos se encuentran con los ojos de Reece.
No nos hemos visto en días. Maldita sea, ella se ve bien. Su apretada,
pequeña camiseta sin mangas está levantada y muestra su vientre. Su
franela cubre los lados de su estómago, pero cuelga sobre sus pantalones
vaqueros. Como de costumbre, su cabello oscuro cuelga naturalmente,
llegando a la mitad de su espalda.
Debo estar mirando embobado demasiado tiempo. El chillido de
Summer me trae de vuelta a la realidad. ―¿Caydon? ¿Cómo se ve?
Ella debe haberme notado mirar a Reece porque ve de mí a Reece
múltiples veces.
Respondo rápidamente. ―He terminado. Es lo que querías. ―Hago
algo para sacarla de aquí ahora mismo―. Son cincuenta. ―Tiendo mi
mano.
Debe captar la indirecta porque aplasta el dinero en mi mano y sale
furiosa por la puerta.
―Puedes vomitar y cagarte en ella. ―María se ríe―. Y ella sigue
88
volviendo por más.
No digo una palabra porque es verdad.
Reece no me ha dicho una palabra. Shorty se da cuenta de la
tensión. ―Reece, este es Caydon. Caydon, esta es Reece. Digan “hola”.
―Oye ―digo
―Hola ―susurra.
―María y yo tenemos algunas cosas que hacer en la parte posterior.
¿Podemos confiar en ustedes dos para estar solos? ―bromea Shorty
―Ella va a estar bien ―respondo.
Reece asiente, y observa a Shorty y María desaparecer.
―Sabes que ella va a estar allí por un tiempo, ¿verdad?
Reece rueda sus ojos. ―Ella dijo que tenía que recoger algo
rápidamente. Maldita sea.
―¿Condujiste tú?
―No.
―Casi término. Te puedo llevar a casa.
―No, sólo voy a pasar el rato. Podría forzar a Shorty a aplicarme un
tatuaje gratis por hacerme esperar. ―Sonríe.
Al diablo con eso. El pensamiento de otro hombre marcando su piel
me pone enfermo.
Mía. Ella es mía.
―¿Qué quieres? Puedo hacerlo. ―Mía.
―¿En serio?
―Sí, en serio.
―Quiero una cita de Bob Marley.
―Está bien. ―Le entrego un pedazo de papel. Ella garabatea unas
palabras sobre el papel. Lo coloca de vuelta en mi mano. Leo las palabras
y de forma inesperada veo a Reece. Quiero decir, realmente la veo por
quien ella es.
Inmediatamente, empiezo a hacer la plantilla y se la muestro para
que la apruebe. Ella sonríe para sí misma y lee la cita en voz alta.
―Nunca sabes cuán fuerte eres hasta que ser fuerte es la única
opción que tienes.
―¿Dónde lo quieres?
―Aquí. ―Apunta a la parte interior de su brazo derecho.
―Va a ser grande. La gente va a verlo ―le advierto.
―Ese es el punto. ―Buena chica.
En cuestión de minutos, ella está en mi silla.
Deberías estar encima de ella. Maldita sea. Detente.
Me siento frente a ella con una lámpara brillando sobre los dos. La
aguja toca su piel y espero a que se encoja de dolor. No lo hace. De hecho,
89
se ve serena.
―¿Estás bien?
―Estoy bien.
Sigo marcando su piel, trazando las palabras que significan algo
para ella y sólo ella. Cierra sus ojos como si el hecho de mí tatuándola
estuviera arrullándola hasta dormir. Nunca he visto nada igual.
¡Es tan condenadamente hermosa!
Capítulo 19

Reece
El dolor es relativo. Cada uno tiene diferente tolerancia al dolor. El
dolor físico no se compara con el dolor emocional. Preferiría sentir una
hoja de afeitar o una aguja en mi piel que sentir el dolor que he sentido
en mi corazón. Al menos, una vez que el corte está hecho, la herida
comienza a sangrar. Entonces comienza el proceso de sanado. Con dolor
emocional, no hay corte. Sin alivio. Sin curación.
Había escuchado que obtener un tatuaje es doloroso.
Extrañamente, para mí, se siente bien. Solo estoy concentrándome en la
vibración de la pluma.
La ola de endorfinas está induciendo una mediana euforia que es
solo… adorable. La sensación me está dando tal subidón que no me
puedo concentrar en Caydon. Necesito cerrar mis ojos. Caydon está tan
cerca. Toda la vibración está atravesando cada parte de mí, y mi piel.
Tengo que recordarme respirar tan normal como sea posible.
La experiencia es catártica y lo vale por completo. Es simbólico para
90
mí porque creo que nada bueno viene sin un poco de dolor. El ritual es
casi espiritual. Ahora veo porque las personas se hacen múltiples
tatuajes. Es una sensación adictiva. Seguro, duele, pero es un dolor
bueno.
Mientras Caydon trabaja, las endorfinas y la adrenalina comienzan
a desvanecerse. Como sea, aun me siento asombrosa. Las palabras que
he escogido usar significan tanto para mí.
Caydon se endereza, mirándome a los ojos. Limpia algo de la tinta.
—¿Qué te parece hasta ahora?
Le doy a la pieza un vistazo rápido. La escritura de un profundo
negro es curvada y romántica. —Es hermoso. —Él me da una sonrisa de
lado, como la que solía darme cuando éramos niños—. ¿Caydon?
—¿Si? —No levanta la vista de su trabajo.
—¿Arreglaste las cosas con Summer?
El da un bufido. —No había nada que arreglar.
—Oh.
Ya casi acaba. No quiero que se detenga. El acto es tan íntimo. Me
asusta que nunca sienta nada tan real como esto.
Mi cabello está colgando en mi cara y mi nariz comienza a picar.
No tengo elección más que alejarlo de mi rostro. Le pido a Caydon
detenerse por un minuto para amarrar mi cabello en una coleta. Caydon
toma la oportunidad para acomodar algunas de las cosas que puso en su
bandeja. Cuando termina espero que continúe, pero en su lugar me mira
boquiabierto. Sus ojos se amplían, como si hubiera visto un fantasma.
— ¿Cay? ¿Estás bien? —Toco su brazo.
—¡Jodida mierda! Eres tú. —Caydon finalmente se da cuenta de
que soy la pequeña niña del otro lado de la calle. Originalmente, pensé
que saltaría a sus brazos. En su lugar, estoy congelada, esperando a que
diga más—. Eres tú ¿verdad? Sabes quién soy. Dime que lo haces.
Asiento, tratando de detener las lágrimas. —Lo he sabido desde
hace un tiempo, Caydon. Solo he estado esperando a que tú lo
descubrieras.
La sorpresa llena su rostro. —¿Qué? ¿Lo sabías y no dijiste nada?
—Nash me lo dijo la noche de acción de gracias. No sabía qué hacer.
Éramos niños Caydon. Nunca creí que me recordarías. Pensé que era algo
que yo había imaginado cuando era niña. Tú sabes… ¿el enfrentamiento?
—confieso.
El pasa sus dedos a través de su oscuro cabello. Está luchando por
aire. —¿Recordarte? Cristo Reece, he tenido tu imagen en mi cabeza por
la década pasada. ¡Por supuesto, no lucias así! —Sus brazos salen
apuntando hacia mi cuerpo—. ¿Por qué no dijiste jodidamente nada?
91
Me aterro. El “Malvado” Caydon ha vuelto. No me gusta Caydon
cuando está enojado. Salto de la silla. No me importa que el trabajo de
mi brazo no esté terminado. La necesidad de salir de aquí es más fuerte.
Me enderezo y miro a Caydon. Él aun esta encorvado contra su silla
ponderando las cosas en su cabeza. Eso me enoja. Tuve que lidiar con
las mismas noticias… por mí misma.
—¿Cuál es el problema Reece? Puedo ver que quieres decir algo.
Dilo —ordena Caydon.
Caydon me está empujando. Lo siento. No puedo sacudirme el
sentimiento de que está reviviendo algo a través de nuestra interacción.
Lo que sea, estoy pagando por el error de alguien más.
—Caydon… eres malvado. La gente malvada apesta. Cada vez que
pronuncias una palabra, mi dedo medio tiene que luchar para no
levantarse. —Muerdo mi labio inferior en frustración.
Los grandes ojos de cachorro y de color café de Caydon se enfocan
en mis labios. —Deja de hacer eso. Ahora.
—¿Qué? —digo en voz alta y muerdo mi labio un poco más.
Caydon se mueve enfrente de mí. No sé porque pero su acción me
quita el aliento. Se acerca más y más hasta que su rostro está frente al
mío. —Esto. —Caydon toma mi labio inferior dentro de su boca y
gentilmente lo jala con sus dientes. Su lengua pasa por encima de él en
un intento de calmarlo. Deseo que no hubiera hecho eso. Me doy cuenta
de que disfruté sentir el piquete de su mordida… en más de una manera.
Dejo salir un gemido. Ahora, su lengua está en mi boca. Su boca
está cubriendo la mía. Su cuerpo me está empujando de regreso a la silla
de la que estaba tratando de escapar. No lo empujo de regreso. Mientras
me recuesto en mi espalda, le permito a Caydon asentarse entre mis
piernas. Enredo los brazos alrededor de su cintura pasando mi mano por
debajo de su playera para sentir la calidez de su piel.
Él retira sus labios de los míos. Respirando pesadamente, me mira
como si quisiera decir algo. Yo no quiero hablar justo ahora. Si este es el
único momento que va a darme, no quiero que lo arruine con palabras.
Sujeto la parte de atrás de su cabeza y traigo sus labios a los míos.
Mi lengua divide sus labios y exploro su boca. A él le gusta. Gimotea
y su mitad inferior comienza a moverse en mi contra. Encuentro cada
estocada que me da. Sus labios se mueven a mi cuello y su lengua se
desliza arriba y abajo por mi cuello en un movimiento lento y metódico.
—Uh —gimo.
—Sabes tan jodidamente bien. Tan jodidamente bien, Reece —
jadea en mi oído.
92
Es loco pensarlo, pero lo quiero… todo de él. Lo quiero dentro de
mí. Quiero que él sea mi primero. No estoy asustada. No estoy asqueada.
Mis manos instintivamente se mueven de su espalda a su trasero para
guiarlo a empujar en mi contra.
Él desliza su mano bajo mi camisa y ligeramente acaricia mi pecho
a través de mi sujetador. Baja la tela y mi busto queda expuesto.
Inmediatamente, su boca está succionando donde lo quiero más. Me agito
en su contra en desesperada necesidad.
—Ah, joder —murmura. Su boca cambia de lado y mis sentidos
despiertan de nuevo.
Para mi consternación, quita su boca. Sus entrecerrados ojos se
bloquean con los míos. Nuestros labios chocan contra los del otro.
Apretadamente envuelvo mis piernas en su cintura, tratando de
acercarme más a él. Su mano se desliza entre nosotros y siento el botón
superior de mis pantalones deslizarse abierto. El calor de sus dedos toca
mi interior acariciando el húmedo capullo. Él rodea y circunda mm sus
dedos en ese punto y creo que estoy escalando mi camino al cielo.
Comienzo a moverme con su ritmo, igualando cada simple toque. Todo lo
que quiero es sentir y escalar. Más y más alto sus dedos me toman hasta
que gimoteo su nombre.
Demasiado rápido, su mano esta fuera de mis pantalones. Él
planta suaves besos sobre mis labios donde solo minutos antes los estaba
mordiendo. Mi mano serpentea hacia abajo entre nosotros e intento el
mismo movimiento que él hizo conmigo. Detiene mi mano.
—¿Por qué no me dejarías? —Odio que rechace mi oferta de darle
placer.
La sonrisa de Caydon ha vuelto. Luce bien en él. —Amaría que me
tocaras. Es solo que… Shorty y María vendrán pronto. Y la tienda aún
está abierta. Además, no he terminado tu pieza…
Bajando la mirada al incompleto trabajo de arte, dejo salir un
suspiro. —Tienes razón. No estaba pensando.
—Ninguno de los dos estaba pensando.
¿Es arrepentimiento lo que escucho?
Caydon vuelve a los negocios como siempre. Las tintas están
ordenadas y tiene la aguja lista para comenzar de nuevo. Toma mi brazo
y lo asegura en el reposabrazos. El zumbido es ensordecedor. En lugar
de placer, se siente como si mi piel estuviera en llamas.
Miro a Caydon por cualquier tipo de reconocimiento de lo que acaba
de pasar. Pero no hay ninguno. En su lugar, me deja con más preguntas
de las que tenía antes y un bulto en la garganta. 93
Capítulo 20

Caydon

Aquí esta ella. La chica a la que he estado buscando desde que era
un niño. Sabía que había algún tipo de conexión en el momento en que
la conocí. He estado luchando y luchando contra eso por causa de
Hannah.
Gracioso… siempre me siento como si estuviera luchando contra
alguien o contra algo. ¿Cuándo termina?
Estoy molesto de que Reece no me dijera en el momento quién era.
Cuando lo descubrió, debió haber dicho algo. Quiero castigarla tan mal
por no decirme. Infiernos, quiero castigarla por dejarme ese día.
No es su culpa. Ella se mudó. Teníamos diez. Pero, es como si mi
alma dijera “Oh, oye, ahí estás. Te necesito”. Entonces desaparece.
Estaba en un punto de mi vida donde pensaba que todos estaban
ahí para decepcionarme. Los maestros me odiaban. Los consejeros
culpaban de mis desafíos a la falta de una figura paterna. Sentía que
94
todos estaban empeñados en atraparme.
Entonces, ahí estaba ella parada al otro lado de la calle en su
uniforme escolar. La había mirado. Ella había apartado la mirada. Pero,
luego, me había mirado de nuevo. Acababa de entender la idea de que no
deberías molestar o golpear a las chicas porque pensabas que eran
bonitas. Así que no sabía qué hacer.
Cada día, por meses, la había observado. Ella se volvió el sol de mi
cielo. Me había comportado en la escuela solo para no meterme en
problemas y quedarme en detención. Si me quedaba en detención, no
sería capaz de verla.
Durante las vacaciones de la escuela, me había deprimido. Fue
entonces cuando realmente armé la grande. Iría en busca de alguna
pelea. Sabía que ella se preguntaba de dónde venían los ojos negros
porque me miraría con interés y preocupación.
Sin necesidad de decirlo, era una nena en ese entonces. Sin
importar lo duro que traté, nunca tuve el valor de hablarle. Tal vez si lo
hubiera hecho antes, las cosas habrían sido diferentes, o tal vez peores.
Después de todo, ella se había mudado.
Aquí estoy yo culpándola por no revelar que ella era mi estúpido
enamoramiento de la niñez cuando ella enterró a su madre hace algunos
meses. Soy un bastardo egoísta. No es como si su adolescencia fuera una
caminata por el parque. Y aquí estoy, gimoteando acerca de la mía.
Cuando tomé su labio en mi boca esta noche, supe que no había
vuelta atrás. Demonios, aún estoy jodidamente duro por ella tratando de
hacerme un trabajo manual. Es solo que mi cerebro necesita ponerse al
día con mi polla.
Veo la confusión en su rostro. Está matándome. ¿Cómo le explico
que hay mucho más en nuestra historia?
—Caydon, desearía que hablaras conmigo —susurra.
Termino con la última letra de su brazo y froto algo de Aquafor en
toda la pieza y la cubro con plástico.
¿Qué mierda se supone que diga? ¿Lamento casi tomar tu
virginidad en una jodida silla de tatuar?
No soy bueno con toda esa mierda. Hannah no me pedía que
hablara de las cosas. Siempre que me mostrara de su brazo en las fiestas
y la follara al final de la noche, estábamos bien.
Mierda. ¿Era nuestra relación así de superficial?
No quiero que sea así con Reece, ella merece más.
—Hay un montón de mierda que decir Reece. Solo no sé cómo o
dónde decirlo —admito—. Y parece que no puedo mantener mis jodidas
manos alejadas de ti. No sé si estar a solas contigo es una buena idea en
95
este momento.
Ella está haciendo un mohín. Mientras lo habría encontrado
molesto en otras chicas, es jodidamente adorable en ella.
—Creo que lo que sea que necesitas decir, es importante.
Sí, es importante. Pero si comienzo a hablar, voy a tener que decirle
todo.
Que se joda eso.
—¿Qué esperas de mi Reece? Esta no es alguna película de
“Lifetime for women”. ¿Esperabas que corriera en tus brazos y declarara
mi amor eterno por ti cuando finalmente me dijeras? No funciona de ese
modo. Te besé porque quedé atrapado en el momento. Eres una chica
jodidamente caliente. Soy un chico con una polla —me burlo.
Buen trabajo alejándola, idiota.
Esta vez, ella salta fuera de la silla y se dirige a la puerta. Reece
mira sobre su hombro. —Nop, Caydon. Solo eres una polla.
Justo así, ella está fuera y corriendo por la calle.
Lindo. ¿Qué carajos está mal contigo?
Tengo que alcanzarla y traerla de regreso.
Si, tráela de vuelta a ti, cabeza de mierda.
Corro detrás de ella. Empujo a las personas golpeando sus brazos
y otras extremidades tratando de obtener un vistazo de donde está Reece.
La localizo y acelero hacia ella.
Cuando la alcanzo envuelvo mis brazos a su alrededor previniendo
que siga adelante. Ella está luchando contra mí. —¡Suéltame!
No. Va. A. Pasar.
—¡Demonios Caydon, detente! —grita. Las personas ahora han
comenzado a mirarnos. La escena se está poniendo fea.
—No. —Firmemente mantengo mi punto agarrándola más
apretadamente. La levanto y la giro en la dirección de la que venía.
—No voy a volver a la tienda. Bájame. —Balancea su pierna derecha
hacia atrás y me patea en la espinilla.
Intrépida pequeña…
—¿Quieres terminar como Nash? Bájame Caydon.
Hombre, ella es de verdad algo. No tengo dudas de que está a cerca
de dos segundos de patear mi trasero. Pero tengo que admitirlo, también
me está encendiendo. Además, estoy tratando de hacer esto bien. ¿Cómo?
No lo sé. No tengo habilidades para “hablar” de mis sentimientos. Lo que
sé es que no quiero que se vaya. —Primero que nada, no te voy a llevar
de regreso a la tienda. Te voy a llevar a mi departamento —rechino.
—¿Por qué? ¿Así puedes terminar lo que comenzaste en la silla?
¡No! ¡No va a pasar! —Reece me da otra patada en la espinilla.
96
Jodeeeer. Eso duele. Me aguanto el dolor porque no le daré la
satisfacción de saber que me lastimó.
—Reece, vamos a volver a mi departamento para hablar. Además,
estamos haciendo una escena —susurro en su oído. Mi nariz está
atrapada en su cabello. Respiro profundamente de la esencia. Demonios,
su cabello huele bien… como menta y vainilla. Ella mira alrededor de
nosotros notando a todas las personas que nos miran. La siento relajarse
en mis brazos. Gentilmente la deslizo hacia abajo por mi cuerpo hasta
que sus pies tocan el suelo. Lentamente, tomo su mano—. Vamos.
Prometo que voy a tratar de no arruinar esto, como lo hago siempre.
Solo… por favor… ven conmigo. Y… si decides que todavía estoy jodido
después de hablar conmigo, voy a dejarte en paz.
No dice una palabra, pero asiente. Lo tomo como una buena señal.
Ella ha dejado de atacarme y me está permitiendo llevarla por la calle
mano con mano.
Capítulo 21

Mi apartamento no está muy lejos de la tienda de Shorty. El edificio


en el que vivo casi parece el frente de una tienda. Desde mi balcón se ven
todas las tiendas y restaurantes de la calle principal. Elegí el apartamento
por la ubicación. Está cerca de todo.
Reece y yo hemos permanecido en silencio. Todavía tomados de la
mano mientras la guío a mí ascensor. Hay tantas imágenes inapropiadas
corriendo por mi mente de lo que me gustaría hacerle aquí dentro. Tengo
que calmarme. Le prometí que iba tratar de no joder esto.
Ascensor. Reece. Mente pornográfica.
En vez de echarla contra la pared del ascensor, paso mi pulgar por
su mano. Finalmente, me mira, pero rápidamente vuelve a mirar al suelo.
Afortunadamente, una pareja de ancianos entra en el ascensor. Mi mente
está en paz durante unos dos segundos.
Una vez fuera del ascensor, la guío a la puerta de mi apartamento
y la dejo entrar.
Me río en voz baja al pensar que es la primera chica que he traído
a mi apartamento. Siempre pensé que habría sido Hannah.
Le digo que se ponga cómoda mientras le escribo a Shorty para
97
decirle que no cerré la tienda. Mientras estoy enviando el mensaje de
texto, tomo dos cervezas de la nevera y me dirijo al sofá donde Reece está
sentada. Abro la cerveza y se la entrego a Reece mientras tomo un trago
de la mía.
Toma la cerveza y la pone en la mesa que está junto a mi sofá. ―Tu
lugar es agradable.
Me dejo caer a su lado. ―Sí, está bien por ahora.
―Esperaba calcetines sucios y cajas viejas de pizza dispersas por
todas partes. ―Se ríe. No se ríe mucho. Desearía que lo hiciera más a
menudo.
Sonrío. ―Trabajo por lo que tengo. Así que, tiendo a cuidar de mi
mierda, supongo. ―Se ve incómoda, como que no sabe qué hacer ni qué
decir a continuación―. Oye, todo va a estar bien. No te traje aquí para
emborracharte y aprovecharme de ti.
Forzando una sonrisa, dice:
―Gracias. Es tan obvio, ¿eh?
―¿Qué?
―Que no sé cómo actuar alrededor de los chicos... que soy una
especie de inexperta. ―Se da una palmada en la frente―. Dios, soy un
fracaso.
Me río de ella. ―Un ¿qué?
―Un fracaso, una perdedora, un bicho raro. ¿Debo continuar?
―pregunta avergonzada.
Dejo mi cerveza y tomo sus manos entre las mías. Mirándola
directamente a los ojos, le digo:
―Reece, no eres ninguna de esas cosas. Cuando te miro, veo una
sexy, dulce, luchadora como el infierno… maldita… diosa. ―No puedo
jodidamente dejar de mirarla―. Y no es una frase para conquistarte. Es
sólo lo que veo.
―¿Una diosa? Chico, ¿te he hecho perder la razón? ―bromea.
―Entonces, soy un loco. ―Le doy un rápido beso en los labios. Noto
que no ha tomado ni un sorbo de su cerveza―. ¿Hay algo malo con la
cerveza? ¿Está caliente?
―No. Es sólo que. ―Hace una pausa―. Yo no bebo. ―Reece exhala
y mira hacia otro lado.
Mis dedos, en su barbilla, guían su rostro de nuevo hacia el mío.
―¿Es por tu mamá?
― Sí.
Muevo mi cabeza de arriba abajo en compresión.
―¿Quieres hablar de ello?
98
―Quiero hablar, pero no de ella. Sé que mi papá te puso al corriente
de lo que le pasó a mi mamá. No es necesario volver a tocar el tema.
―Bueno. ¿De qué quieres hablar? ―Apesto en esto.
―¿Qué te pasó? Se suponía que ibas a encontrarte conmigo
después de la escuela. Nunca apareciste. ―Reece parece estar herida―.
Sé que sólo éramos niños y no debía haber esperado nada de ti. Sólo
quiero saber por qué nunca viniste.
Ah, ese fatídico día que puso en marcha una serie de eventos
desafortunados. Tengo que revivir toda esa mierda sólo para aferrarme a
ella. Y todavía no he descubierto por qué siquiera quiero hacerlo.
Sólo dile, imbécil.
―Fui a detención por agredir a esas chicas que te empujaron al
suelo. El “chico” fue el único que jodió todo. ―Ahí está.
―Nash no me empujó o hirió. Él fue la razón por la cual Hannah y
sus amigos me molestaban. Pero siempre fue amable conmigo. ¿Sabes
que era Hannah? ¿Verdad? ―Lo dice como si no quisiera creer que sabía
que era Hannah.
Hombre, esta chica todavía no lo entiende. Voy a tener que
explicárselo. ―Déjame aclararte las cosas, Reece. Nash te alejó de mí.
Entonces, lo aleje de Hannah. Me tomó más de cinco años vengarme de
él. Pero lo hice.
Luce confundida. ―Pensé que amabas a Hannah. ¿No fue por eso
que me hiciste pasar momentos tan difíciles cuando me mudé de regreso
aquí?
La parte difícil es que tengo que admitirlo todo. Tengo que decirlo
en voz alta. ―Me gustó la forma en la que la gente me miraba cuando
estaba con ella. Me gustó el hecho de que se la robé a Nash. Me gustó
que fuera mía. Y, sí, me preocupaba por ella.
―Entonces, ¿qué? ¿Sólo saliste con ella para vengarte de ellos por
algo que sucedió cuando teníamos diez? ¿Y luego te enamoraste de ella?
―Su rostro muestra incredulidad.
Suelto un largo suspiro. Esto va a ser más difícil de lo que pensaba.
―Sip. Y, ¿la amaba? Algo así. ―Me río nerviosamente―. Estuve con ella
desde que tenía quince años. Empecé a tener sexo cuando tenía trece
años con chicas al azar. La mayoría del tiempo, ni siquiera sabía sus
nombres. No recuerdo disfrutarlo. Hannah tomó ese vacío y lo llenó con
un propósito, supongo. ―Reece mira hacia otro lado. Desearía saber qué
demonios está pensando―. ¿Qué hay en esa cabeza tuya, Reece?
―No quieres saber. Es una estupidez. ―Hay duda en su voz.
―Pruébame.
99
―Nadie encuentra a su alma gemela a los diez. Quiero decir, ¿dónde
está la diversión en eso?, ¿verdad? ―dice Reece y ríe en voz baja para sí
misma.
―¿Qué?
Se seca algo de su ojo. Parece una lágrima, pero no estoy seguro.
―Viste. Te dije que no querías saber. Es una frase de una película que
solía ver todo el tiempo. Es una de mis favoritas.
¿Qué de...?
―Tuve un mal momento con mi mamá, Caydon. Me ocupé de ella
todos los días de mi vida. Necesitaba escapar. Las películas y libros me
ayudaron a despejarme. A veces, vi la misma película una y otra vez. Esa
película en particular me recordaba a ti. ―Su respiración se acelera y su
voz tiembla―. Mis padres eran jóvenes y egoístas. Por supuesto, me
cuidaban. Pero no como a otros niños. Todos tenían una mamá y un
papá. Tal vez, un hermano o hermana con quien pelear... pero les
encantaba. Mis padres, especialmente mi mamá, estaban preocupados
de sí mismos. No creo que a ella le importara si estaba o no cerca. Pero
tú... tú me mirabas todos los días. No era invisible cuando me estabas
viendo. Importaba para ti.
Importaba.
―Todavía importas, Reece. ¿Sabes qué hiciste la misma cosa por
mí? Siempre fui el lindo, pobre chico. Nadie quería jugar conmigo debido
a mi mal genio. Los profesores me odiaban. Los padres de mis “amigos”
no permitían que fueran a jugar a mi casa por el sitio donde vivía.
Entonces, un día, allí estabas. ―Recuerdo el primer día que la vi―. Dios,
pensé que eras tan bonita. Y, cuando te miré, nunca me diste la espalda.
Finalmente, su boca se curva en una genuina sonrisa. Pone su
cabeza en mi pecho. Dejo que mi brazo cubra su hombro. Me siento
relajado. Bien. El acto en sí es tan inocente. Me sorprendo a mí mismo,
porque se trata de simplemente reconectar con ella y no sobre lo mucho
que quiero estar dentro de ella.
En un suave susurro, dice:
―Bésame.

100
Capítulo 22

Reece
Siento sus labios en mi mandíbula dejando roces como plumas a
través de mi piel. Las sensaciones que me deja son indescriptibles. Ni
siquiera ha llegado a mi boca todavía y estoy lista. ¿Para qué? No lo sé.
Mi cuerpo ya me ha traicionado múltiples veces cuando Caydon
está cerca. Al igual que, en este momento. El dolor entre mis piernas está
diciéndome que lo deje entrar. Mi mente está diciéndome que no estoy
lista.
Al inicio del beso, está vacilante. Cuando Caydon finalmente toca
mis labios, gimo en su boca. Todo lo que hace es lento, sensual, y
deliberado. Es absolutamente impresionante.
Me encanta la forma en que su lengua mágicamente explora mi
boca. Nuestros labios se rozan unos contra otros tan inocente y tan
tentativamente. Tengo miedo de que la perfección delante de mí, no sea
real. Es como un hermoso sueño del que nunca quiero despertar.
Demasiado rápido, él se aleja dejando su sabor persistente en mis
101
labios. Toca su frente con la mía. Nuestros labios están muy cerca unos
de los otros, pero no se tocan. Siento su dulce aliento en mi rostro. Sus
labios suavemente vuelven a tocar los míos brevemente. Continúa el
contacto de sus labios con los míos demorándose en ambas partes
cuando se tocan. Es como si estuviera tomando el tiempo de memorizar
la sensación antes de separar nuestros labios.
Sus manos se deslizan de las mías todo el camino hasta mis
hombros. Los empuja de manera que mi espalda desciende sobre la
suavidad del sofá. Caydon se instala entre mis piernas. Aprovecho la
oportunidad para envolverme alrededor de su cintura.
Su beso se ha desplazado de mis labios a mi cuello. Sin prisa,
Caydon lame y chupa la piel de mi cuello despertando cada terminación
nerviosa que tengo en esa área. Ligeramente rozando sus labios debajo
de mi oreja y luego por mi cuello deja que su aliento produzca cosquillas
en la piel.
A estas alturas, ha despertado el frenesí dentro de mí. El pálpito
entre mis piernas se está volviendo más y más fuerte.
Quiero hacerle saber lo que me está haciendo, pero todo lo que
puedo decir es su nombre. ―Caydon.
Sus manos guían mi espalda a unos centímetros del sofá y levanta
mi camisa sobre mi cabeza y desabrocha mi sujetador. Cuando mis
pechos saltan libres, Caydon presiona nuevamente mi espalda al sofá. Su
lengua está de nuevo en mi cuello deslizándose hacia mi pecho. Justo
antes de que tome mi pezón en su boca, me mira con ojos entornados.
Su boca hace contacto con el capullo rosa. Muevo mis piernas
alrededor de sus caderas para molerme contra él. Haría cualquier cosa
para deshacerme del dolor entre mis piernas. Cualquier cosa. Cubre el
otro seno con su otra mano y siento mi cuerpo perderlo. Entre moler,
chupar y lamer, simplemente no puedo soportarlo.
Sentir la polla dura como una roca de Caydon contra mí, no está
ayudando. Me imagino lo que él sentiría dentro de mí y gimo en
respiraciones cortas. Su lengua deja mi pecho y se desplaza hasta mi
ombligo.
¿A dónde diablos está yendo con esto?
Justo antes de que su lengua alcance la parte superior de mis
jeans, mira hacia arriba y me da una sonrisa maliciosa. Sus cálidos dedos
desabrochan mis jeans. Rápidamente, mi pantalón y ropa interior son
descartados y Caydon está de vuelta entre mis piernas nuevamente. A
toda prisa, me da un beso en los labios. Me da una ladeada sonrisa de
superioridad. ―Vuelvo enseguida.
102
Al principio, no sé lo que quiere decir, porque no me ha dejado.
Entonces, lo entiendo. Su cabeza se encuentra entre mis piernas y está
besando el interior de mis muslos. Santa mierda.
No estoy muy segura de qué hacer, así que agarro los hombros de
Caydon. Entierra su rostro entre mis piernas y ligeramente lame la parte
superior del interior de mis piernas. Grito:
―¡Oh!
Siento las vibraciones de la risa entre dientes de Caydon en sus
hombros. Creo que pudo haber dicho: “Sí, eso es lo que estaba buscando”
pero no estoy tan segura porque las sensaciones abajo son tan intensas
que no puedo dar sentido a las palabras.
Su lengua se mueve del capullo y casi halo su cabeza de vuelta a
ese lugar. Está bien porque donde pone su lengua a continuación es igual
de bueno. Lo siento asaltar mi núcleo como si realmente me estuviera
follando.
Suspiro y jadeo mientras me trabaja con su boca. No sé lo que me
excita más... ¿lo que me está haciendo, o el hecho de que está disfrutando
cada minuto de ello?
―Tu sabor es tan jodidamente bueno ―susurra.
―Uh huh. ―Jadeo por aire. ¿Qué dijo?
Entonces siento que... el calor aumenta. Me voy a venir. Y lo hago.
Duro. Tan duro, que tiro de los cabellos de Caydon empujándolo a donde
lo necesito... sí, lo necesito... más.
No estoy segura de cuándo me recupero. Cuando vuelvo en mí, la
boca de Caydon está de vuelta en mi pecho. Esta vez, es él quien está sin
aliento.
Caydon me ha hecho sentir como una mierda. Sin embargo,
también me ha dado una probada del cielo en tres ocasiones hasta ahora.
Sus ojos están parcialmente ocultos bajo sus pestañas. Inclino su
barbilla para que pueda verme. ―He decidido que ya no odio tu boca. Nos
contentamos ―bromeo.
Caydon deja escapar una risita ronca. ―Estoy muy contento de que
la disculpa por parte de mi boca esté a la altura.
Siento la polla de Caydon contra mi pierna desnuda. Está tan dura.
Él también necesita una liberación.
Estoy indecisa de empezar algo que no tengo idea de cómo
terminar. Aquí vamos.
Esta vez, yo inicio el beso. Caydon gruñe en mi boca. Mis manos
alcanzan debajo de su camiseta para retirarla de su cuerpo. Está ansioso
por quitarla. Mis uñas delicadamente rasguñan su espalda desnuda. Él
se aleja. ―Me estás jodidamente matando ahora mismo.
103
Muevo mi mano a la parte delantera de sus pantalones vaqueros y
desabrocho el botón superior. Lentamente, bajo el cierre. Mis manos se
deslizan al interior de su bóxer. Me detengo. ―Quiero estos fuera. Ahora
―ordeno.
Caydon no pierde un segundo. Sus pantalones y él están de vuelta
encima de mí. Puedo verlo pensando. —¿Qué?
―Estaba pensando en lo mucho que te deseo. Quiero decir,
realmente jodidamente te deseo. Pero sé que eres virgen. Por mucho que
quiera, no voy a tomarte hasta que sepa con certeza que realmente tú
también me deseas. ―Empiezo a decir que también lo quiero, cuando
pone su dedo sobre mi boca―. No lo digas. No lo quieres decir. Confía en
mí.
Me enojo por un minuto o dos, pero me doy cuenta de que tiene
razón. ―¿Me dejarás tocarte?
―Sí. ―Su voz es ronca y baja.
Desnudos. Piel con piel. Mis pensamientos están corriendo. Tengo
que pensar lo que voy a hacer a continuación. Decido mantenerlo simple.
Le dije a Caydon que voy a tocarlo. Así que lo hago.
Deslizo mis manos arriba y abajo por su pecho y luego por su
espalda. Mi mano derecha se escabulle alrededor de su parte delantera.
Lo agarro y siento su polla sacudirse en mi mano. Involuntariamente, su
pene se mueve hacia atrás y hacia delante en mi mano. Doy la bienvenida
a la acción sabiendo que no sé muy bien lo que estoy haciendo.
Mi mano encuentra su ritmo y coincide con todos sus movimientos.
Muy pronto, Caydon se está empujando fervientemente en mi mano. Mi
cuerpo está reaccionando a él de nuevo. Dejo escapar un gemido gutural.
Caydon comienza a morderme el cuello y lo siento palmear mi sexo. Su
dedo se desliza sobre el brote que me hizo perder el control anteriormente.
En ningún momento, estoy a la par con el movimiento de Caydon. Sus
embestidas se hacen más rápidas, y desliza dos dedos dentro de mí. Esta
vez no me duele... en absoluto. Sus dedos se mueven al mismo ritmo que
su polla.
―Reece, voy a... ―Sus palabras se cortan con un fuerte gruñido.
Siento que un líquido caliente se derrama en mi estómago. Apenas
proceso lo que está pasando porque me vengo de nuevo causado por el
movimiento los dedos de Caydon dentro de mí.
No queda nada por purgar... palabras u otra cosa. Nuestra
respiración es el único sonido en la habitación.
―¿Te he hecho daño esta vez? ―pregunta con preocupación en su
voz.
―No, en lo absoluto. ―Toma su camisa descartada y limpia mi
104
estómago―. Gracias.
Él sonríe. ―No. Gracias a ti. ― Se acuesta a mi lado jalando una
manta de la parte superior del sofá para cubrirnos.
―¿Quieres que me vaya? ―pregunto.
Caydon me mira como si hubiera perdido la cabeza. ―No. ¿Por qué
preguntarías eso?
―Esto es nuevo para mí. No sé lo que estoy haciendo ―contesto con
honestidad.
Caydon ríe. ―Bueno, para ser una novata, yo diría que lo estás
haciendo muy bien.
Le devuelvo la sonrisa. Mis ojos se vuelven pesados. El ascenso y
la caída del pecho de Caydon está adormeciéndome. No lucho contra ello.
Se siente bien, ser sostenida... ser cuidada.
Capítulo 23

Caydon
No me duermo de inmediato. En vez de dormir, elijo ver a Reece.
Maldita sea. Ella es tan peculiar. Podría observarla toda la noche.
El sostenerla me da tanta satisfacción. Se siente tan tranquilo.
Nunca me sentí así antes. Nunca. Empiezo a preguntarme si ella siente
lo mismo por mí.
Lo que sí sé es que voy a hacer todo lo que pueda para hacerla
feliz. La felicidad se nos escapó toda nuestra vida. Nos tenemos el uno al
otro ahora. No puedo joder esto. No quiero joder esto.
Mi mano se extiende para acariciar su cabello. En sueños, ella se
acurruca cerca de mi pecho. Me deja por la comodidad de su sueño. La
envidio. Yo me quedo con mis pensamientos caóticos.
Algunas personas usan un mantra o sonido para afectar a su
psique humana. Diferentes oraciones o cantos, los usan para calmar sus
nervios o llevarlos a un lugar en el que están libres del miedo. Me aferré
a la imagen de ella en mi vida. Cuando me sentía mal conmigo mismo,
105
pensaba en Reece cuando era pequeña. Ella era mi oración... mi mantra.
Nunca en mis sueños más salvajes pensé volver a verla de nuevo.
Supongo que alguien o algo más alto que yo me está escuchando desde
arriba.
Mierda. Mírame. Soy un creyente.

La luz del sol se filtra a través de mi ventana. Una desnuda Recee


sigue en mis brazos. Vuelvo a dormirme calmado sabiendo que la noche
anterior no fue un sueño.
Estoy despierto muy pronto por un contundente golpe en la
puerta. Echo un vistazo al reloj encima de mi televisión. Son las nueve
en punto de la mañana. ¿Quién carajo podría ser?
Reece sigue dormida o inconsciente. Ruedo a su alrededor para
levantarme. Agarro rápidamente mis jeans del suelo y me los pongo.
Cuando me tropiezo con la puerta, maldigo a la persona detrás de
ella. ―Hijo de puta―, me digo a mí mismo.
Abro la puerta y una vez que veo quien está detrás de ella, quiero
cerrarla enseguida. El papá de Reece está en la puerta con su bolsa de
deporte en la mano. No me jodas. Me olvidé de que estaba trabajando con
él de nuevo hoy. Mierda. Tengo que deshacerme de él antes de que vea a
Reece.
―Hey hombre. Consigue tu ropa de entrenamiento. ¿Qué? ¿Se te
olvidó? ―No hay diversión en su voz.
Resoplo. ―Sí, en realidad. ―Miro detrás de mí para asegurarme de
que Reece no es visible desde la puerta. A pesar de lo mucho que me
encanta verla desnuda.
Mark ladea su ceja. ―No hay excusas. Ve por tus cosas, Voy a estar
esperando en el auto.
Casi me salía con la mía. Mi plan era cerrar la puerta, tomar mi
ropa de gimnasia, y decirle a Reece que estaría de vuelta dentro de poco.
Iba a decirle que se quedara desnuda un tiempo más así podríamos jugar
un poco.
Por desgracia, eso no sucedió. Justo cuando estaba a punto de
cerrar la puerta, ella me llamo.
―¿Caydon? ―Su voz suave y adormilada.
Mis ojos se mueven a Mark. Puedo ver por la mirada en su cara
que la oyó. Mierda. Estoy muerto.
Bloqueo la puerta parado frente a ella. Mark usa su enorme brazo
para empujar el resto de la puerta abierta. Él no pide permiso para pasar
106
adelante. Un hombre de su tamaño no tiene por qué.
Nunca he tenido la tentación de huir de una pelea. De hecho,
siempre las empiezo. Esta es una pelea y apostaría contra mí mismo en
un instante. Y quiero huir. Rápido. Sin embargo, no puedo hacerle eso a
Reece.
―Mark? ―Trato de detenerlo.
Empuja mi pecho contra el marco de la puerta. Nunca he visto
nada más aterrador que un padre protector. Nunca he tenido miedo de
nada en mi vida. ―No te atrevas a moverte ―gruñó.
Hijo de perra.
―¿Reece? ―Mark encuentra a Recee tumbada en mi sofá envuelta
sólo en una manta.
Estoy tan jodido.
―¿Papá? ―La mirada en su rostro es espeluznante.
El rostro de Mark cae. Sí, el mío sería igual si yo fuera su padre.
No me gustaría encontrar a mi hija con un tipo como yo.
No soy lo suficientemente bueno para ella.
―Reece’s Pieces ― sisea.
Mi cabeza da vuela en dirección a Reece. Le digo:
―Lo siento.
Ella asiente con la cabeza y luego se centra en su papá. ―Papi, soy
un adulto. No te asustes.
¿Cómo alguien puede ser tomado en serio como un adulto cuando
todavía llaman a su padre: ''Papi''?
Mark se vuelve a mí. ―Te voy a matar.
―Papi, sé razonable. Caydon no hizo nada que yo no quisiera
hacer.
Oh, mierda. Cállate, Reece. Él no quiere escuchar eso.
―Señor, si yo puedo de…
Mark me interrumpe antes de que pueda terminar. ―Oh. Ahora
soy señor. He sido 'Mark' todo este tiempo. ¿Ahora que estás follando a
mi hija, soy “señor”?
Me quejo. ¿Tenía que decirlo de esa manera?
―No lo estoy. —Dos palabras. Dejó que dijeras dos palabras
completas.
―Es seguro como el infierno que lo estás ―acusa Mark—. Reece,
consigue tu ropa. Nos vamos.
―¡No me voy! ―La luchadora Reece se hace cargo―. Tú no me dices
qué hacer. He estado cuidando de mí toda mi vida. No necesito permiso
de nadie para hacer nada.
―Consigue. Tu. Ropa. Ahora. ―Mark se fastidia.
107
Di algo. Él va a llevarla lejos de ti, gilipollas.
―Mark, sé que esto se ve mal. Y no voy a mentir y decir que no hay
nada entre Reece y yo. Pero me estoy tomando las cosas muy lentas...
dolorosamente lentas con tu hija. Y me gustaría tu permiso para seguir
viéndola. ―Hago mi súplica.
―Caydon, ella está desnuda. Inténtalo de nuevo ―dice Mark,
bromeando.
Reece rueda los ojos. ―Caydon, puedes estar tranquilo. No
necesito explicar nada ahora mismo a mi padre.
Ambos Mark y yo miramos a Recee al mismo tiempo, y le decimos
—Cállate.
―Su boca se abre un poco. Haré las paces con ella más tarde.
―Te juro que no voy a hacerle daño. ―Lo digo en serio. No lo hare,
tengo esto.
Mark se pellizca la nariz, mira al piso y luego a mí. Deja escapar
una risa sarcástica. ―Sí, bueno, vas a tener que convencerme. Tú y
Hannah acaban de romper... qué... ¿hace como dos semanas? Estoy
teniendo problemas para procesar esto, Caydon.
―¿Crees que estoy usando a Reece? Porque te aseguro que no
necesito usar a ninguna chica ―jadeo.
―Estoy aquí —interviene Reece.
Echo un vistazo a donde Reece está sentada. Todavía está envuelta
en la manta. Estoy seguro de que no se siente cómoda en este momento.
―Nena, ve a mi habitación y vístete…
Ella asiente en acuerdo. La veo recoger su ropa y caminar hacia
mi habitación.
―Oh, ¿lo escuchas? —dice Mark. Reece arruga la cara y echa una
mala mirada encima de su hombro mientras se aleja.
Señalo a la silla en la esquina de la habitación. ―¿Quieres
sentarte? ―No me atrevo a pedirle que se siente en el sofá.
En silencio, él se pasea hasta el otro lado de la habitación y se deja
caer en la silla. Me siento en el sofá donde hice a Reece venir dos veces.
Maldita sea, me gustaría poder sacar las imágenes de ella desnuda de mi
cabeza.
¡Hombre!
―No la estoy usando. Hay una historia entre nosotros… —empiezo
a explicar.
―¿Una historia? Divertido... No te recuerdo ser parte de nuestras
vidas hasta que empecé a salir con tu mamá. ¿Es eso de lo que se trata?
―Mark tiene todavía la guardia alta.
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por mantener la calma. ―Me
108
importa una mierda que salgas con mi mamá. Me dejó de importar
cuando tenía trece años. Dame un poco más de crédito que eso. ―Mi
pierna empieza a temblar involuntariamente. ―Traté de permanecer lejos
de ella. Lo hice…
Observo a Mark. Él está pensando. ―Ella es mi pequeña niña,
Caydon. Yo no fui un muy buen padre. Debí haber luchado con su madre
con más fuerza. Debí haberla protegido. Es mi trabajo, Caydon...
protegerla.
Yo no soy un padre. No sé lo que es tener un niño. Sólo puedo
imaginar el desamparo que Mark debió haber sentido cuando la mamá
de Reece la tomó de él. También estoy un poco celoso. Mi padre nunca
llegó al hospital para ver cómo me veía cuando nací. Él no luchó por mí.
Punto.
―No es necesario protegerla de mí.
―Tengo que protegerla de todo el mundo ―admite Mark con un
poco de pesar en su voz.
―Tú y yo somos del mismo equipo. ¿Prefieres que salga con un
extraño?
Mark sonríe. ―Prefiero que no salga con nadie.
Me río. ―¿Qué vas a hacer? ¿Encerrarla?
―No es mala idea.
Estoy cansado de ir y venir bromeando. ―Mark, ¿tengo tu
bendición para salir con tu hija?
―Si yo te digo que no, ¿seguirías adelante?
―No es una opción.
―Buena respuesta. ―Mark se levanta del sofá―. Todavía no me
gusta lo que vi cuando entré. Ve más despacio.
―Me estoy tomando las cosas con calma. Te lo juro ―insisto.
―No es lo suficientemente lento. Solo pregúntanos a tu mamá y a
mí sobre ir lento. Ve mucho más lento de lo que nosotros lo hicimos.
Me rio. ―Entiendo.
Reece entra en la sala de estar y se interpone entre su papá y yo.
―¿Se besaron e hicieron las paces?
Sabelotodo.
Su padre le da un beso en la frente. ―Ten cuidado. Te amo. ―Mark
se ahoga con algo en la garganta.
―¿A dónde vas? —pregunta con preocupación.
―A golpear una bolsa. Necesito golpear algo. ―Mark me mira. Sé
que va a imaginar mi rostro en esa bolsa.
Sé agradecido de que es la bolsa y no tú.
―Está bien ―Reece camina con su padre a la puerta―. Te amo,
109
papá. Todo va a estar bien.
Mark asiente rápidamente. Una última vez, frunce el ceño en mi
dirección. ―Caydon, te veré mañana por la mañana para nuestro
entrenamiento.
Impresionante.
Reece cierra la puerta después de que su padre se va. Apoyándose
en la puerta, finge que ella está golpeando su cabeza contra ella. —¡El.
Momento. Más. Vergonzoso. Del. Mundo! ―Reece hace su mejor
interpretación de una chica de campo.
Ella lo hace mucho. Bromear, quiero decir. Parece que lo hace
cuando la situación se vuelve incómoda o tensa. Envuelvo mis brazos
alrededor de su cintura y la beso hasta que los dos estamos sin aliento.
Toco mi nariz con la de ella. ―Sabes que no tienes que hacer eso conmigo.
Reece ladea la ceja. ―¿Hacer qué?
―Bromear cuando estás nerviosa.
―No lo hago.
―Sí, lo haces.
Suspira. ―Es un hábito.
―Los hábitos pueden romperse.
Dolor se muestra en su rostro. ―¿No te gusta cuando bromeo?
Creo que es bastante gracioso a veces. Yo sólo quiero que ella sea
honesta conmigo. ―Me gusta. Es sólo que cuando estés nerviosa o
asustada, quiero saberlo.
Quiero saberlo todo sobre ti.
Las comisuras de sus labios se curvan en una sonrisa débil.
―Bueno.
Mis ojos se mueven a su boca. Quiero besarla. Ella se da cuenta en
donde se centra mi atención y se queda sin aliento. ―¿Puedo besarte otra
vez? ―le susurro.
―No necesitas preguntar, Caydon. Soy tuya ahora.
Oh infierno santo.
Estoy perdido.

110
Capítulo 24

Reece
Estoy con Caydon, se siente bien decirlo. Estoy con Caydon.
Al principio mi papá me regañó por pasar algunas noches en la
casa de Caydon. Cuando no lo dejó pasar, decidí darle demasiada
información para que me dejara en paz. Básicamente le dije en muchas
palabras que todavía mi virginidad estaba intacta. Una vez que engulló
esa información, se relajó un poco.
Caydon también puso de su parte manteniendo su entrenamiento
de boxeo con mi papá. Eso les da tiempo juntos para conocerse el uno al
otro. La mamá de Caydon está más que entusiasmada. Soy la niña que
nunca tuvo. Cuando Caydon y mi papá están en el gimnasio, voy de
compras o al salón con ella.
Acabo de terminar mis exámenes finales y estoy de vacaciones de
invierno. Ahora puedo concentrarme en encontrar un regalo para
Caydon. Es nuestra primera navidad juntos y apenas hemos estado
saliendo por poco tiempo. No tengo ni idea de qué regalarle. Su mamá
111
dice que él estaría feliz con cualquier cosa que le dé. Pero quiero darle
algo que no tenga.
Creo que él tiene el mismo problema. Unos días atrás me preguntó
que si solo fuera a recibir un regalo para navidad, qué sería. Le dije la
verdad. Nieve.
Cuando vivía en Florida nunca tuve una blanca navidad. La
navidad nunca se sintió de verdad festiva. Pero de nuevo, mi mamá
usualmente ya estaba borracha a las 10 de la mañana. Yo terminaría
teniendo una tensa cena con mis abuelos. Para el final de la noche mi
mamá usualmente estaba vomitándose encima y yo estaba limpiando la
alfombra. Navidad apestaba.
Este es el primer año sin ella. Tan egoísta como puede ser, quiero
sentir el espíritu navideño. Quiero una navidad tradicional con mi familia
y Caydon. Y si no es mucho pedir… quiero nieve
Chequeo todos los días el clima. No. Nada de nieve. Qué pena.
Es el día antes de noche buena. He estado dentro y fuera de todas
las tiendas que puedas imaginar buscando mi último regalo. El de
Caydon.
Derrotada, salgo de una tienda que no tenía nada que Caydon
quisiera. Mi teléfono suena con “Love Hurts” de Incubus. El tono que
Caydon escogió para sí mismo. ―Hola —digo.
—¿Qué estás haciendo? —me pregunta
—Buscando un regalo de último minuto para mi novio. Es
realmente difícil encontrarte algo —admití.
Lo oigo suspirar
—Reece, podrías envolverte solo con un moño rojo. Ese sería el
regalo perfecto.
—Cuando piensas en mí, ¿siempre estoy desnuda? ―Me burlo de
él.
—En mi fantasía estas usando el moño. Eso no es desnuda.
—Si tú lo dices.
—Lo hago. De todas formas no llamé para hablar de ti estando
desnuda. Te llamé porque quiero que vengas hoy en la noche. Pero no
puedes venir hasta las 8 pm. ―Está siendo muy evasivo.
—Voy todas las noches. ¿Por qué no puedo ir antes?
Lo escucho exhalando irritado.
—Porque te daré tu regalo esta noche y no estará listo hasta esa
hora.
—¡Tú no dijiste que estaríamos intercambiando regalos esta noche!
―digo con pánico.
—Reece, estamos con nuestros padres por los próximos dos días.
112
Esta es nuestra noche para celebrar. No quiero ni necesito nada más que
a ti. Trae tu culo aquí a las 8 pm. ―Me cuelga.
Maldito, si me lo hubiera dicho más temprano ya tendría su regalo.
Pienso en cualquier pista que Caydon me habría dado.
Finalmente, corro a la tienda que me puede ayudar con mi
problema. Más le vale que lo aprecie.
Capítulo 25

Llego al apartamento de Caydon a tiempo. Cuando llego a su piso,


está parado en el pasillo. El chico me quita el aliento. Su cabello negro
llega hasta la línea de su cuello. Sus jeans cuelgan en sus caderas
aunque tiene puesto un cinturón negro. La camiseta negra que está
usando se adhiere a los músculos en sus brazos. Los ejercicios
definitivamente están funcionando.
Si este fuera mi regalo, sería una chica feliz. Solo lo necesito a él.
Él parece estar muy nervioso. Cuando nuestros ojos se encuentran,
sonríe. —Llegas justo a tiempo. ―Sus brazos me atraen a un abrazo y
roza mis labios con los suyos. Quiero más que eso. Mis manos traen su
cara hacia la mía y lo beso ferozmente, cuando finalmente lo dejo ir, los
dos estamos sin aire.
—Oye, pensé que era yo el que estaba dando un regalo ―bromea—
. Ese beso fue fabuloso.
—Bueno, quería darte un indicio de tu regalo, considera ese beso
una probada.
Caydon todavía está agarrando mis caderas. —Yo voy primero,
tienes que cerrar tus ojos.
113
—¿Qué? ¿Por qué?
—Solo hazlo, puedes ser un verdadero dolor en el culo. —Maldice,
agarrando mi mano y tirando de mí hacia la puerta.
Los ojos de Caydon brillan con entusiasmo, puedo decir que puso
mucho esfuerzo en este regalo, solo espero que a él le guste el regalo que
planeo darle.
Cierro los ojos y aprieto su brazo. Respiro profundamente. —Ok...
Estoy lista.
Tomados de la mano, Caydon me guía a través de la puerta. Siento
el aire silbando por la puerta siendo cerrada detrás de mí. Caydon está
detrás de mí ahora con sus brazos alrededor de mi cintura. Su barbilla
está en mi hombro. Acercándose, susurra en mi oído:
—Feliz navidad, Reece. Abre tus ojos.
Mis ojos parpadean al abrirse. La visión delante de mí es como un
sueño. Estoy tan abrumada por la emoción de que alguien se tomara el
tiempo de hacer algo así por mí que empiezo a llorar. Mi mano vuela a mi
boca para ahogar mi llanto. Pero mis rodillas ceden y ahora estoy
arrodillada.
—Nena ¿estás bien? —Caydon está preocupado, se mantiene
conmigo cayendo al suelo y arrodillándose detrás de mí.
—Caydon, es hermoso. —No le faltó nada, pensó en absolutamente
todo.
Estamos arrodillados en un escenario falso, nieve amontonada no
solo adornando el piso sino todas las mesas, sillones y los marcos de las
ventanas. Parece que hay un millón de velas blancas en envases que
están decoradas con falsa escarcha por fuera del vidrio. Todo lo que no
tiene nieve está decorado con adornos de hielo. Copos de nieves de papel
cuelgan del techo. Parece que pulverizó su ventana para que parezca que
hay escarcha en ellas también. Para agregar a la sorpresa, Caydon uso
globos blancos, plateados, y azules esparcidos alrededor de la nieve falsa
mezclada con brillo. La parte que más amo son las luces blancas
brillantes colgando de las vigas del techo.
—Tu deseo de navidad fue que nevara. Créeme, le rece a los reyes
de la nieve pidiendo un milagro. Como puedes imaginar están muy
ocupados en otros lugares del país en estos momentos. Entonces tuve
que tomar el asunto en mis propias manos. Te doy el “Paisaje Invernal de
Reece”. —Caydon me ayuda a pararme del suelo. Tomo su mano entre
las mías. Me mira a los ojos—. ¿Te gusta?
Mis ojos están pegados a los suyos. ¿Está bromeando? Nadie nunca
se ha puesto a pensar tanto en lo que yo quiero. Nadie. Caydon me
escuchó. Escuchó mi sueño y pasó un infierno para hacerlo realidad.
114
—Esta es la mejor navidad que he tenido alguna vez. —Y lo es.
Hay entusiasmo tras los ojos de Caydon. —Bien. Pero hay más.
—¿Más?
—Demonios sí, no pensaras que olvide la mejor parte ¿cierto? —Se
escabulle a su cocina y trae una bandeja. En la bandeja hay chocolate
caliente con malvavisco.
—¿Cómo hiciste todo esto? —pregunto asombrada.
El suspira. —Ojalá pudiera decir que hice todo esto por mi cuenta.
Pero no lo hice. Mi mamá, tu papá, María y Shorty, todos me ayudaron a
hacer esto posible para ti. Ellos querían que tú tuvieras tu blanca
navidad. Créeme cuando digo que quería hacer esto el día de navidad.
Solo que quería que lo disfrutaras sin tener que ir corriendo a la casa de
tu papá para la cena. —Baja la bandeja en un motón de nieve y me atrae
hacia su pecho—. Te tengo toda para mi hasta mañana en la noche.
Hay lágrimas en mis ojos. —Gracias —susurro.
—Te mereces más. ―Con los ojos ardiendo, busco en sus ojos por
más―. Desearía poder darte cualquier cosa que quieras.
Acuno su rostro y deslizo mi mano detrás de su cuello.
—Ya me has dado tanto. Estoy feliz, Caydon. Verdaderamente feliz.
Entonces me concentro en sus labios. Lentamente, me acerco y
agarro su labio inferior con mis dientes. Caydon me agarra más fuerte.
Siento su aliento en mis labios pero no me besa. En vez de eso, roza
suavemente sus labios con los míos, burlándose. Sus labios se mueven a
mi oído y hacen lo mismo.
—Dime todos tus sueños —susurra en mi oído–. Para poder
hacerlos realidad.
Mi corazón deja de latir. No puedo pensar. Todo lo que quiero es
tener a Caydon... hacerlo parte de mí. Mi boca se lanza hacia la de él.
Toma tanto aire como puede. Bien. Va a necesitarlo porque mi boca no
se moverá de la de él. No es suficiente. Necesito más. —Te necesito.
Su boca reclama la mía. Sus brazos encierran completamente mi
cuerpo. Siento la necesidad de sucumbir… de ofrecerme a mí misma a
Caydon. Su mano va debajo de mi camiseta y empieza a quemar mi piel
con su toque. Nos baja al piso y estamos envueltos en nieve. Las manos
de Caydon se están moviendo más y más arriba. Me sacudo de la niebla
en la que estoy.
El regalo de Caydon está debajo de mi ropa. Él dijo que me quería
envuelta en un moño rojo. Me las arreglé para encontrar un sostén rojo
con unas bragas a juego en la tienda de lencería. Me apure a la tienda de
artesanía y compre lentejuelas rojas y cinta roja transparente. Decoré la
lencería para que se viera como un paquete de cinta roja que Caydon
115
puede desenvolver.
—¡Espera! —Lo detengo antes que vaya más allá.
—¿Qué? ¿No quieres? —Cierra sus ojos desilusionado
Toco su rostro. ―Si quiero. Pero estas a punto de arruinar tu
regalo.
Caydon se recuesta de lado y apoya la cabeza en su mano. —
Interesante.
—¿Quieres tu regalo ahora? —pregunto seductoramente.
El ríe. —Me impide tocarte. Entonces, si no te importa, me gustaría
mi regalo ahora. Por favor.
—Tan educado —me burlo.
—He sido un niño bueno este año —bromea.
—Por supuesto que lo has sido. Solo relájate y disfruta del
espectáculo. —Me pongo de pie.
—Nena, ya lo estoy disfrutando. Eres jodidamente hermosa. —Su
respiración se engancha.
Estoy tan malditamente nerviosa ahora mismo. Nunca me he
desnudado para nadie. No sé cómo hacer esto verse sexy y placentero
para él. En mi mente, tengo toda una rutina planeada. Pararme frente a
él hace que mi mente se quede en blanco. Decido ir con lo que se siente
correcto. Si me estanco, le pediré ayuda.
Mis manos rozan el primer botón de mi camisa antes de que la
levante un poco para mostrar mi estómago. Los ojos de Caydon están
puestos en mí. Él está haciendo un agujero en mi piel con sus ojos.
Centímetro a centímetro, levanto el tejido hasta que descansa debajo del
sujetador que hice. —Dime qué quieres, Caydon.
Él traga con anticipación. —Quiero que te deshagas de la camisa.
Me agacho y en mi mejor voz baja y sexy, susurro:
—Di por favor.
—Por favor. —Se ahoga. La camisa vuela sobre mi cabeza y espero
por la reacción de Caydon. No me decepciona—. Maldita sea. —Las
esquinas de mi boca se curvan en una sonrisa.
—Ven aquí.
—No —me burlo—. Hay más por ver.
Caydon deja caer su pecho en el suelo y golpea su cabeza en el
suelo bromeando. Cuando levanto su cabeza, está cubierto con nieve. Se
ve bien en él… la clara nieve contra su cabello oscuro. Cuando termina
de sobreactuar, me mira.
—Voy a explotar ahora mismo. Por favor… por favor déjame
jodidamente tocarte.
—Deja de hacer berrinche. Hay más que ver. —Deja caer de nuevo
116
su cabeza cuando escucha mi declaración.
Deliberadamente me tomo mi tiempo desabotonando mis jeans.
Torturo a Caydon pasando mi mano arriba y abajo por mi estómago, justo
sobre donde mis jeans empiezan. Ocasionalmente, dejo que mis dedos
bajen un poco más para dar la ilusión de que desaparecen. Me estoy
excitando. Mirar a Caydon observándome es muy erótico. Nunca pensé
que mi cuerpo reaccionaría así alguna vez.
Pienso que nos he torturado lo suficiente a los dos. Mis jeans se
sienten muy apretados en mi piel. Quiero quitármelos y lo hago. Me
quedo con unas bragas con un moño a cada lado de mis caderas. Es
tiempo de involucrar a Caydon en el espectáculo.
—Caydon, ven a desatarme —ruego.
Caydon se levanta de un salto y está frente a mí en segundos.
—Demonios, sí.
Capítulo 26

Caydon
Estoy a punto de desatar mi regalo. Es el mejor maldito regalo que
he recibido en mi vida. Reece.
La cinta brillante está burlándose de mí. El lazo rojo es de una
mezcla carmesí de fuego y hielo… como la personalidad de Recee. Pongo
cuidadosamente mis manos en sus caderas, permitiendo que mis dedos
se claven en su piel. Quiero que sienta cuánto me estoy restringiendo de
rasgar el material de su cuerpo. Una vez que obtengo control, deslizo mis
manos por cada lado de sus caderas, ligeramente tocando los lazos. En
un rápido, intencional movimiento, tiro de las cintas y observo las bragas
descender por sus piernas.
Con los ojos muy abiertos, Recee examina mi rostro, esperando por
mi siguiente movimiento. Ella está nerviosa y mira a otro lado rompiendo
el contacto visual. Tiro su largo cabello atrás así que tiene que mirarme.
Cubro su boca con la mía en un intento de suprimir el miedo. Ella traza
sus dedos por mi mejilla, todo el camino hasta mi pecho. Continúo
117
explorando su boca con mi lengua.
Un gemido se escapa de su boca. Yo aplasto mi pecho contra el
suyo. Estoy prácticamente gruñendo en su boca. Ambos estamos
quedándonos sin aliento. Mis manos se deslizan detrás de su espalda y
desabrocho su sujetador. Me aparto de Recee sosteniendo la prenda en
mi mano. Tomo dos pasos atrás, así puedo admirar mi presente.
Mi presente es una jodida diosa. Y quiero hacerla sentir como una.
Permito que el deseo por ella tome el control. La agarro y cierro el
espacio entre nosotros. Me presiono contra ella así puede ver lo mucho
que jodidamente la deseo. —¿Me sientes? —pregunto.
—Sí —contesta sin aliento.
—Si no quieres esto, por favor dime ahora. Porque cuando
comencemos, no voy a ser capaz de detenerme —le advierto.
No digas no.
—Sí, quiero esto.
Verde significa adelante.
—Túmbate en la nieve —le ordeno. Ella de buena manera obedece.
Recee se mezcla justo ahí. Lo único que resalta es el contraste en su
cabello oscuro—. Eres jodidamente perfecta.
Rápidamente, quito mi camiseta y pantalones. Antes de lanzar mis
pantalones a un lado, agarro el condón del bolsillo de atrás que coloqué
allí más temprano. Desciendo sobre el suelo. Recee separa sus piernas
para que pueda acomodarme entre ellas. Le doy un beso rápido. —Tu
regalo es absolutamente mejor que el mío.
Mi lengua está de vuelta entre sus labios. Me tomo mi tiempo
jugando con su lengua y mordisqueando sus labios. Moviendo mis labios
de los suyos, me desplazo hacia su escote, plantando besos en las curvas.
No me detengo allí.
Comienzo mi recorrido hacia abajo lamiendo hasta llegar a sus
pechos. Levanto mi cabeza para ver lo que estoy haciendo. Agarro un
pecho con mi mano presionándolo hasta mi boca. Sin dudarlo, tomo su
pezón en mi boca e inmediatamente chupo.
—Caydon —dice con un jadeo. Eso solo me hace chupar y lamer
más duro.
Mientras saboreo su pecho, mi mano se desliza entre sus piernas.
Froto su clítoris en movimientos circulares usando la humedad que se
escapa de su núcleo. Ella comienza a follar mi mano de vuelta. —Joder…
Me aparto de sus pechos, no perdiendo tiempo metiéndome entre
sus piernas. Mi boca y lengua reemplazan mi dedo en su clítoris. Hago
118
círculos con mi lengua alrededor de su brote y ocasionalmente chupo
duro urgiendo a Recee a empujar mi cabeza contra ella. Mi lengua nunca
deja su clítoris mientras deslizo dos dedos dentro de ella. Mis dedos la
follan a un ritmo constante, igualando el ritmo de mi lengua.
Recee está retorciéndose y arañando mis hombros. Su reacción a
lo que estoy haciéndole me está volviendo loco. Obligo a su pierna a subir
más, doblándola por la rodilla. Así tengo mejor acceso para chasquear mi
lengua donde ella lo quiere más.
—Santa mierda, Caydon —grita.
Diablos, sí.
Le doy una última lamida desde donde mis dedos están dentro de
ella todo el camino hasta su clítoris. Luego, me detengo. Sus dedos
entrelazan mi cabello y tira mientras lloriquea:
—¡Caydon!
Amo el sonido de Recee viniéndose, nunca pasa de moda.
Dejándola recuperarse, apoyo mi cabeza en la parte interna de su
muslo solo por un momento porque tengo que conseguir estar dentro de
ella.
—Caydon, te necesito en mí. Por favor. Por favor —suplica.
Jesús.
—Aquí voy, bebe. —Me enfundo con un condón y extiendo sus
piernas abiertas. En lo único que puedo pensar es en cuán bien esto se
sentirá.
Levanto su pierna para doblar su rodilla y posiciono mi polla en su
entrada, mis brazos se elevan a cada lado de su cabeza. Bajando la
mirada hacia ella, puedo ver que está tensa. —Solo di la palabra y me
detendré ahora mismo. —Dejo escapar un suspiro tembloroso.
Sacudiendo su cabeza, dice:
—Tengo más miedo de que te detengas. Caydon, quiero ser tuya.
Tómalo.
Oh, joder.
Mi polla empuja en su mojada abertura y cuidadosamente me
deslizo en ella. Hogar.
—Ahh… —grita. Su cuerpo se siente como si estuviera tratando de
arrastrarse lejos de mí.
Su dolor es mi placer. Juro que ella se siente jodidamente increíble.
Ganar el control de cualquier movimiento es difícil. Pero lo hago, porque
puedo sentir su tensión con cada lento movimiento. —Solo respira. Voy
a hacer que se sienta mejor. Para hacer eso, tengo que entrar más.
Ella me da la aprobación y me empujo dentro otra vez. Sus uñas
se clavan en mi espalda haciéndome desear golpear en su húmedo calor.
119
Empujando dos veces más, deslizo mi mano entre nosotros. Encuentro
su clítoris y comienzo a frotar mientras me empujo dentro de ella.
Es más fácil moverse ahora y su cuerpo empareja mi esfuerzo, los
gruñidos de dolor se convierten en gemidos entrecortados. Ella está
comenzando a disfrutarlo. Por mucho que quiera liberarme en este
momento, estaré condenado si término así. Ella se va a venir primero.
Mi boca chupa el surco de su cuello entre su oreja y su clavícula.
Hablo con ella, dejándole saber cuánto amo la forma en que se siente. —
Estás tan jodidamente apretada y húmeda.
Sus manos se deslizan de mi espalda a mi culo. Se extienden y
agarran la carne, empujándome más dentro de ella. —Más rápido —
jadea.
—Eso es, bebe. Dime lo que te hace sentir bien —le ordeno.
—Tócame más duro con tus dedos. —Ella lo tiene.
Presiono mis dedos contra su clítoris, masajeándola más duro,
como pidió. —Oh…
Sip, ella le está encontrando el truco a esto. Eso es algo bueno
porque estoy cerca. Tan… jodidamente… cerca.
Sus piernas se aprietan alrededor de mi cintura y sus caderas
empujan contra las mías en tres, largos, interminables movimientos. Ella
se viene. Duro. No en la forma que se vino antes. El sentimiento se origina
desde el interior e irradia hacia el exterior. Estoy deseando sentir lo
mismo.
Mis impulsos son más precipitados, más rápidos, y más duros.
Gruño contra ella sintiendo mi propio orgasmo construirse dentro de mí.
Estoy jadeando, sudando y maldiciendo. Dejo que se apodere de mí y
gruño cuando me consume. —Joder.
Santa mierda. Jodidamente increíble.
Me quedo sobre ella y colapso encima de ella en puro agotamiento.
Mi cuerpo se pega al suyo por el dulce sudor generado por hacerle el
amor. La nieve artificial también está pegada a lugares donde no debería
estar. No pienso mucho sobre esto. Debería haberla llevado a mi cama.
Sin embargo, ella parece perfectamente contenta recostada en el medio
de ella.
—¿Estás bien? —pregunto.
Una amplia sonrisa se extiende por su rostro. —Es exactamente
como fantaseaba que sería mi primera vez. —Puedo morir feliz ahora.
Cumplí otro sueño que ha tenido—. En la nieve, con un alto, oscuro, y
guapo chico.
—¿Te lastimé? —Por mucho que me mata oírlo, necesito saber.
—El inicio apestó. El final fue increíble. —Ella es honesta conmigo.
120
—Lo siento. —No hay absolutamente nada que podría haber hecho
de otra manera para que fuera más cómodo para ella. Pero me hace sentir
terrible que mi inicio fuera tan diferente al suyo.
Ella ataca mi boca para aliviar mi pesar, y luego se aleja. —Amé
cada minuto de ello.
Suspiro con satisfacción y amor no adulterado en mi corazón.
Capítulo 27

Reece
Estar tumbada en la silla de Caydon trae nada más que alegría a
mi corazón. Caydon trabaja esbozando un diseño sobre mi pecho con su
pistola. Es una sorpresa, dice. Es algo que ha pensado en tatuar sobre
mi cuerpo por un tiempo. La única opción que yo tenía era decidir en
donde lo haría. Escogí un lugar en mi pecho, justo encima de mi pecho
izquierdo. Cuando elegí la zona, Caydon resplandecía de alegría. Dijo que
era “perfecto”.
El amor es perfecto. Caydon es perfecto. Mi papa es perfecto. Todo
es perfecto. Mi vida es perfecta.
La pistola roza contra mi piel. Me estremezco del dolor. –¿Estás
bien, cariño?
―Bien ―miento―. Quema un poco.
―Casi termino —promete―. Sigue hablando, eso ayuda. Mantiene
tu mente lejos del dolor.
Busco un tema en mi mente. Mi mente está llena de sexo. Desde
121
que Caydon tomó mi virginidad, es todo lo que quiero hacer y hablar.
Quiero experimentar sexo con Caydon en todas las posiciones y lugares.
Hasta ahora, él no me ha decepcionado.
Exhalo. ―No puedo hablar. Todo lo que quiero decir es atrevido. No
quiero que te distraigas y arruines mi pecho. —Caydon ríe. Puedo sentir
su aliento sobre mi pecho y excitarse.
―Confía en mí, no haría nada para dañar a estas chicas malas. —
Continua riendo―. Me traen mucha alegría. Ya que eres una persona
lasciva, tendré que hacerme cargo de esta conversación.
Me clava la aguja de nuevo. —Ah…
―Lo sé… ¿Qué tal la pelea de tu padre anoche? Molió a ese tipo.
Nada mata el momento como mencionar a tu padre. Está bien,
pagará por eso luego. ―Estoy muy orgullosa de él. Estuvo muy nervioso
por la pelea. Su oponente es conocido por ser un peleador sucio.
Caydon ríe disimuladamente. ―Sí, ¿viste su séquito? Qué ridículo.
Me rio con él. ―Los tipos así solamente lo piden. Mi papá dice que
debes respetar el boxeo como disciplina. No es un espectáculo. El siempre
cita a John Cena: “Un verdadero campeón no es juzgado por como él o ella
es admirado, sino de cómo pueden mantenerse durante la adversidad”.
―Caydon sonríe mientras escucha―. ¿Qué?
―Tu papá me dijo lo mismo a mí. Él es un buen maestro. Me agrada
—confiesa.
―Me alegro de que ya no quiera matarte. Realmente me preocupaba
por eso ―bromeo.
―También yo. —Caydon limpia el trabajo terminado sobre mi pecho
con una sustancia como la jalea—. Está terminado. Míralo antes de que
lo cubra.
Me levanto de la silla y camino hacia el espejo. Sobre mi pecho
izquierdo esta un hermoso diseño de un corazón con forma de cerradura.
Está abierto. Es el diseño más complejo que he visto para una cerradura.
―Hermoso —susurro. Me giro, cierro mis brazos alrededor del cuello de
Caydon―. Solo falta algo, ¿dónde está la llave que la abre? —Caydon
gentilmente baja mis brazos. Da unos pasos atrás y se quita la camisa.
En el mismo lugar, sobre su cuerpo, está la llave que hace juego―.
¿Shorty hizo eso?
―Sí.
—¿Qué piensa él acerca de nuestros tatuajes? —No puedo esperar
para escuchar esto.
―Lo hacemos enfermar. —Caydon ríe.
Sonrío con satisfacción y miro hacia atrás en el espejo para ver de
nuevo mi tatuaje. ―Te apuesto lo que sea que María y Shorty tienen
122
tatuajes a juego en sus traseros.
Caydon deja salir una ruidosa risa. ―Lo creo.
Las campanas de la puerta suenan. Tanto Caydon como yo giramos
nuestra atención al nuevo cliente. Me cubro rápidamente y Caydon busca
su camisa.
―¿Qué puedo hacer por ti, Nash? ―Caydon está menos que
divertido.
―Esta es una tienda de tatuajes. Vengo a conseguir un tatuaje. —
Nash se desliza en la silla que acabo de estar. Se pone cómodo colocando
sus manos detrás de su cabeza.
Caydon desliza su camisa sobre su cabeza. Intencionadamente, se
toma su tiempo para responder. ―Shorty no está aquí. Tendrás que volver
después.
Nash cruza sus piernas. ―Estás en tu horario, ¿correcto?
Las cejas de Caydon se aprietan. ―¿Viniste aquí a joderme?
―A pesar de lo que piensas, Caydon, no salgo de mi camino solo
para joderte. Simplemente quiero unas palabras tatuadas en mi
antebrazo. —La actitud de Nash es pasiva y calmada.
Caydon deja salir un soplido. ―Bien. Tienes que ser una especie de
idiota para que me dejes tatuarte. ¿No tienes miedo de que podría
tatuarte “pendejo” o “cretino” en el brazo?
―Caydon, ambos sabemos que no eres ese tipo de persona. —Nash
mira con ojos apagados a Caydon por un segundo. Él echa una ojeada
alrededor de Caydon y se dirige a mí―. ¿Te quedaras por aquí, Reece?
Desde que Caydon y yo estamos juntos, tengo una tendencia a
postergar mis estudios. Mientras él trabaja, yo debería tomar el tiempo
para conseguir terminarlos. ―¿Puedo confiar en ustedes dos estando
solos?
Al unísono, ambos responden. ―Sí.
Les doy a ambos una mirada desconfiada y camino lentamente
hacia la puerta, mirando por encima de mi hombro. Giro mi cuerpo
alrededor y les doy un sermón a ambos. ―Afortunadamente para ustedes
me marcho, tengo un montón de mierda que hacer. Pero sepan esto… si
me entero de que ustedes pelearon, voy a patear sus traseros.
¿Entendido? —amenazo. Miro directamente a Caydon y señalo:
—Y que Dios me ayude, si tatúas algo inapropiado en su cuerpo,
porque tendrás que vértelas conmigo.
La sonrisa de medio lado de Caydon derrite mi dureza. Antes de
que salga por la puerta, me hala contra él en un impresionante beso y ya
no estoy inquieta.
Toca la punta de mi nariz con su dedo. ―Te amo.
123
Es la primera vez que me dice eso. Es genuino y significativo. Y
perfecto. ―Yo también te amo.
Muerdo su labio rápidamente para salir por la puerta y regresar a
casa.
Capítulo 28

Caydon
―Ella es una guardiana. —El tono de Nash es sarcástico―. Da un
paso fuera de la línea y ella te hará una llave.
Limpio el área para preparar el tatuaje de Nash. ―Si sigues
hablando de ella, te voy a sostener hacia abajo y tatuaré “hijo de puta”
en tu frente. —Le entrego el papel a Nash para que escriba las palabras
que se quiere tatuar en el brazo para así poder hacer la plantilla. Con
una sonrisa en su rostro, escribe las palabras y me devuelve el papel. Ni
siquiera miro el papel mientras camino hacia el área donde hago mis
plantillas―. Déjame trabajar en esto. No debería ser difícil tatuar “soy un
coño” en tu brazo.
Nash no dice una palabra. Se recuesta de nuevo en mi silla con
una sonrisa come mierda en su rostro. Me hace pensar que está
tramando algo. Tal vez, solo estoy jodidamente paranoico.
Coloco todos mis materiales en orden y presiono la plantilla en su
brazo. En silencio, comienzo a trabajar. La mayor parte del tiempo, Nash
124
esta callado. De vez en cuando, escucho su respiración volverse un poco
pesada cuando presiono la aguja en su brazo. A medio camino de
terminar, le pido que lo mire para asegurarse de que es lo que estaba
pidiendo.
―Luce bien, hombre. Has recorrido un largo camino. Recuerdo
cuando hacías tatuajes de garaje en las fiestas de la escuela secundaria.
Fueron buenos tiempos. —Nash recuerda los días que pretendía que no
lo odiaba.
―Fue hace mucho tiempo ―digo. Aquellos eran los días donde luché
por el gusto de hacerlo. Me cogí perras porque era algo para hacer. Esos
eran los días que me odiaba a mí mismo―. Asumo que te gusta y debería
seguir haciéndolo.
Nash niega con la cabeza. ―Éramos amigos en ese entonces. —Una
simple declaración, pero significa mucho.
Sí, me hice amigo de Nash para estar cerca de Hannah. Claro,
quería arruinarlo por lo que me hizo cuando teníamos diez. Pero,
mientras yo confabulaba, crecía cerca del él. Tan cerca, que para cuando
finalmente gané la atención de Hannah, no actué sobre ello. Para ser
honesto, me sentí como la mierda alejando a Hannah de él. ¿Qué carajo
importó? En aquel entonces siempre me sentí como la mierda. ¿Qué era
un enemigo más? Al final, conseguí lo que merecía… un engaño, una
puta por novia.
―Como dije, fue hace mucho tiempo atrás.
―Entonces, ¿fue tan fácil para ti perderme como amigo? Porque,
me dolió más perderte como amigo que perder a Hannah. —Los ojos de
Nash solo demuestran sinceridad.
Lanzo mi pistola hacia la bandeja y me levanto. La conmoción agita
los objetos sobre ella y algunos caen al suelo. ―¿Es por eso que viniste
aquí, hombre? ¿Para recordarme la mierda que nos hicimos el uno al
otro? ¿Por qué? ¿Porque ves que ahora soy feliz? Estamos jodiendo
incluso ahora. Tomaste a Reece de mí. Tome a Hannah de ti. No es mi
culpa que Hannah resultara ser una puta. Si ella quería joder contigo,
debió elegirte a ti. Pero no lo hizo. La perra vino después a mí ―escupí—
. Y, recuerdo que me decías que no me la merecía. Bueno, ¿alguna vez
pensaste que tal vez ella no me merecía a mí?
―No lo hacía. Quiero decir, no te merecía ―confiesa Nash―. Hannah
me mantuvo a su entera disposición también, Caydon. Ella no solo
dormía contigo. Sé que no quieres escuchar esto. Pero es la verdad.
¿Qué carajo?
Eso explica un montón de mierda. ―¿Te acostaste con ella?
―Debería molestarme. No lo hace.
125
Nash lentamente asiente. ―Que conste que, me sentí horrible
después del acto.
―Bueno, supongo que ella jugo con los dos. Ya no importa, al final
conseguí lo que realmente quería… Reece.
Nash rasca su barbilla. Está sumido en sus pensamientos. ―Sí, lo
hiciste. Yo no. Perdí a Hannah por Griffin o Greg… cualquiera sea su
nombre. Apenas puedes soportar estar en la misma habitación que yo.
Es jodidamente grandioso ser yo.
Me compadezco por él. Al menos, conseguí el final feliz. Tengo a la
mujer de mis sueños. ―¿Amas a Hannah?
―Pensé que lo hacía. Quiero decir, tenía que ser amor para soportar
toda la mierda que me hizo, ¿verdad? ―le pregunta al tipo equivocado.
―No soy el más apropiado para darte un consejo. Pensé que amaba
a Hannah también. Lo que tengo con Reece ni siquiera está en la misma
categoría. Así que, dudo que amara a Hannah. ―Me siento de nuevo en
la silla frente a él―. Te puedo decir esto… Hannah solo se preocupa por
ella misma. Si estuviera realmente preocupada por alguno de los dos, nos
habría dejado en paz. Nuestra amistad habría sobrevivido y ella se habría
ido a la universidad para casarse con alguien como su papá.
Nash mira el suelo para evitar el contacto. El chico está roto por
Hannah. No sé qué promesas le habrá hecho la perra. No lo quiero saber.
Lo que realmente sé, es que es tiempo de seguir adelante y seguir más
allá de… bueno…el pasado. ―Hombre, lo siento sobre Hannah. Siento
haberme involucrado con ella, para empezar. Siento haberte herido.
―Podría conseguir sacar todo de mi pecho―. Lo siento porque te culpé
por meterme en problemas en la escuela primaria. Y, siento no haberte
dado las gracias por ayudar a Reece cuando llegué tan malditamente
borracho en mi cumpleaños.
Toda la basura fuera. Hombre, esto se siente realmente bien.
Hay una pequeña mejora en el estado de ánimo de Nash. ―Gracias,
Cay.
―Ahora, ¿terminó nuestra pequeña charla de chicas? Me gustaría
terminarla. —Me rio.
―Bueno, pensaba que podríamos hablar sobre nuestro cabello.
¿Cómo haces para tener el tuyo tan brillante? ―bromea.
―Eres un maldito enfermo. ―Echaba de menos a Nash y a sus
bromas.
Durante la siguiente hora, Nash y yo nos pusimos al día en la vida
del otro. Después de un tiempo, no se siente como si perdimos muchos
años estando enojados. Cuando por fin termino, Nash me pregunta lo
126
que me debe.
―Nada, va por mi cuenta.
―Gracias, hombre. —Sonríe.
―Ni lo menciones. ―Eso es lo que hacen los amigos.
Capítulo 29

Reece
—¿Nos acompañará Caydon para la cena? —pregunta mi papá.
—No esta noche. Está cerrando la tienda.
—Lástima. —Yo sé que mi padre esta secretamente eufórico.
Sonrío para mis adentros conociendo cómo mi padre se siente
realmente. En mi corazón, sé que le gusta Caydon. De lo contrario, no
habría pasado tiempo con él. Mi papá tampoco habría ayudado a Caydon
a darme mi invierno en el país de las maravillas. Él confía en Caydon.
Algunas veces, un padre necesita a su pequeña niña para sí mismo.
Coloco los platos sobre la mesa y el juego de cubiertos junto a cada
plato. Mi papá trae nuestra cena a la mesa y se sienta a mi lado.
—¿Dónde está Annalisa? —Ella ha estado aquí tanto como yo he
estado en donde Caydon.
—Le dije que me gustaría pasar algún tiempo contigo dado que
Caydon te tiene toda para él, la mayor parte del tiempo. Estuvo de
acuerdo. —Mi papá sirve la comida en mi plato.
127
—Actúas como si nunca estuviera aquí —digo con la boca llena de
comida.
—No estás. Y no hables con tu boca llena. Es grosero —me
reprende.
Hago lo que mi padre dice, sonriendo todo el tiempo. Él disfruta
esto. Puedo verlo. Está aprovechando la oportunidad de ser mi padre.
Ahora me doy cuenta de que al tomar la decisión de vivir con mi mamá,
le quité momentos como este a mi papá. Ahora me doy cuenta que mi
papá es un emblema de lo que es decente y bueno en un hombre.
Lo que más amo de mi padre, es que él me haga cumplidos a diario
por mi inteligencia, fuerza y belleza. Él me hace creer en mí misma. Él
me enseñó el significado del respeto. Sin mi papá, no estaría donde estoy
hoy.
En el pasado, sé que le di a mi papá duros momentos por ser un
padre soltero. Mirando hacia atrás, puedo ver que trató de ser el hombre
que yo sé que es. Es paternal y ofrece amor incondicional. Depende de mí
aceptar ese amor y aprender cómo dar amor. Por mucho tiempo, mi
corazón estuvo encadenado. Cada día, trabajo en dejarlo entrar en mi
corazón.
—A Caydon tampoco le gusta. Él cae cada vez que le pregunto si le
gusta la comida de mar4. Siempre responde que sí. Así que, saco mi
lengua cuando estoy comiendo. —Rió nerviosamente—. Uno pensaría que
entendería a estas alturas. Ver comida.
Mi papá arquea sus cejas.
—¿En serio? Eso es desagradable.
—Es impresionante. Eso es lo que es —bromeo.
El pie de mi papá está golpeteando. Hay sudor a través de su frente.
Está nervioso como el infierno. Estoy un poco asustada porque su
expresión facial ha cambiado de divertida a sería tan rápidamente.
—¿Papá, estás bien? —Me estoy asustando un poco.
Coloca su palma en la frente y se frota. Cuando termina de frotarse,
me mira fijamente por un segundo.
—Tengo algo que preguntarte y quiero que seas completamente
honesta conmigo.
Oh, mierda.
Pido a Dios que no vaya a hacer preguntas personales sobre
Caydon y yo.
—Está bien —suelto.
Él estrecha sus manos.
–Annalisa es muy importante para mí. Ella me hace feliz. —Mi papá
128
está sudando más ahora–. La amo, Reece, quiero pedirle que se case
conmigo. —Una gran sonrisa se extiende a través de mi rostro. Mi papá
no está prestando atención. Está muy nervioso—. Por supuesto, tú
significas el mundo para mí y si dices que no quieres, entonces yo
tampoco.
—Papá, yo amo a Annalisa. —Me levanto de mi silla para
abrazarlo—. Estoy tan feliz por ti.
Mi papá me devuelve el abrazo.
–Gracias Reece’s Pieces. Te amo.
—¿Cuándo es el gran día? —pregunto
—Voy a preguntárselo mañana durante el día. ¿Pueden tú y
Caydon reunirse con nosotros más tarde en el pub para celebrar? —me
pregunta.
—Claro. ¿Caydon sabe? —pregunto.
—Pedí su permiso. Él sabe —dice tranquilamente.
Él nunca me dijo. Demonios.

4
Comida de mar: En original Seafood. Hace un juego de palabras con See Food (ver
comida)
—Hmmm… lo mantuvo en secreto.
—Yo se lo pedí, Reece. Quería preguntarte a ti antes de proponerle
matrimonio. —Hay algo más que mi papá quiere decir. Hace una pausa
por un segundo y ríe—. ¿Esto va a ser raro para ti? Quiero decir… Caydon
va a ser tu hermanastro.
Quiero responder con un comentario sarcástico. Pero no. En su
lugar, respondo con mi corazón.
—Annalisa va a ser tu esposa. No va a ser mi mamá. Yo tuve una
madre. Ella tal vez no haya sido una buena mamá pero era la mía. Y dudo
que Caydon vaya a verte como a su papá. Además, no quiero compartirte
con él de esa manera.
Mi papá está perdido en sus pensamientos por un segundo.
–Bien dicho.
—Papi, te amo. Se feliz. Te lo mereces. Es tiempo de tus felices para
siempre.
Estoy muy segura de ver lágrimas en los ojos de mi padre.
–Gracias, bebé.

129
Capítulo 30

Caydon
Estoy contentísimo de que mi mamá finalmente haya encontrado
alguien que cuide de ella. Mark va a ser un gran esposo. No podría pedir
un mejor hombre que esté allí para mi mamá. No tengo que preocuparme
por ella nunca más.
Le doy un vistazo a Reece, tomando un descanso de una pieza en
la que llevo trabajando durante más de una hora. Le digo al chico en mi
silla que me tomaré un descanso.
―Me fumaré un cigarrillo entonces ―dice.
―Muy bien hombre, fúmate diez. ―Me escondo detrás de Reece
mientras ella está haciendo su tarea. Beso su cuello, justo detrás de su
oreja.
―Mmm... ¿Cómo diablos se supone que pueda concentrarme
cuando haces cosas como esas?
Concéntrate en mí.
—Lo siento. No te volveré a besar. —Pretendo retirarme.
130
Escucho la silla arrastrarse y siento los brazos de Reece enrollarse
alrededor de mi cintura. Es tan fácil.
—Nunca vuelvas a decir eso. No puedo vivir sin tus besos. —
Realmente lo dice en serio.
Giro mi cuerpo para estar frente a ella, envolviendo mis brazos
alrededor de los suyos. —Es bueno que tenga un monto ilimitado de
besos que dar. —La beso tan suavemente en los labios que casi ni siento
la chispa de anticipación.
Shorty tose para recordarnos que todavía está aquí. —Chicos,
¿Cuándo van a superar esta mierda cursi?
Hecho un vistazo por encima de mí brazo y lo miro. —Oh, como si
hubiera sido un paseo en el parque para mí cuando tú y María están
juntos.
―Touche5. —Shorty se rinde fácilmente—. Reece, ¿a qué hora
tenemos que estar en el Pub esta noche para la fiesta de compromiso de
tu papá?

5 Touche: expresión francesa utilizada en esgrima para decir “tocado”, fuera de


combate.
Reece mira más allá de mí para ver a Shorty. —Mi papá dijo que
alrededor de las siete. Le está preguntando mientras hablamos.
―Será mejor que terminemos, Caydon, si queremos llegar a tiempo.
Shorty comienza a limpiar la tienda.
―Me faltan unos quince minutos para terminar la pieza. ―Mientras
hablo, un caballero camina dentro de la tienda. Me resulta familiar.
―¿Puedo ayudarte, hombre? ―Shorty se dirige a él.
El hombre no se ve como el tipo que busca un tatuaje. Es
demasiado limpio y atlético. Creo que debe estar en sus treintas. Su
cabello oscuro está recortado y empujado hacia delante. Su mentón se
distingue. Es fuerte como el mío.
El hombre continúa en el medio de la tienda mirando alrededor con
intensa curiosidad. —Estoy buscando a Caydon.
Libero a Reece. —Yo soy Caydon. —Los ojos del caballero me
penetran. Él se empapa con mi imagen de pies a cabeza. Luego, se centra
en Reece. Sus ojos la miran de arriba abajo con deseo.
Oh no, no lo haces.
―¿Qué es lo que quieres? ―le pregunto un poco más fuerte de lo
necesario. No me gusta que la gente que no conozco pregunte por mí.
El hombre sonríe. —El tono sarcástico me recuerda a mí cuando
tenía tu edad.
Mi cliente camina desde el exterior. —Escucha hombre. Estoy
trabajando en alguien ahora mismo. No tengo tiempo para que dispares
131
mierda respecto a mi tono. Te lo voy a preguntar una vez más… ¿qué es
lo que quieres?
Creeper6.
Shorty nos interrumpe. ―Yo me ocupare de tu cliente, Cay. Ten
esta conversación en el fondo.
El creeper se endereza, con diversión en su rostro. —Estoy seguro
de que vas a querer tener esta conversación en privado.
Veo preocupación en los ojos de Reece. Es como si ella estuviera
viendo algo que yo no puedo ver. —Muy bien. Reece, quédate aquí. —No
quiero los ojos del creeper follándola mientras estoy tratando de
descubrir qué es lo que quiere
―No ―me desafía.
Hijo de puta.
No hay necesidad de pelear con ella en este momento. Los guío
hacia el cuarto de atrás. Me enfrento al creeper. —Muy bien, me tienes
solo. Ahora, ¿qué carajo quieres?

6
Creeper: criatura hostil que explota cuando te le acercas.
El creeper señala hacia Reece. ―¿Eso es tuyo?
Continua, imbécil. Dame una razón para arrancarte la maldita
cabeza.
—Ella no es asunto tuyo.
Creo que recibió el mensaje. —Vamos al grano. Tu madre es una
vieja amiga mía. De hecho, no la he visto desde que estaba embarazada
de ti.
Él no es. No puede ser.
―Cuando dices amiga, ¿quieres decir novia? ―pregunto. Estoy
seguro de lo que este idiota va a decirme.
Se burla: ―Vamos Caydon, suma dos más dos. ¿Realmente tengo
que decírtelo?
Él no es mi padre.
Todos los años de resentimiento se acumulan dentro de mí. Hay un
millón y una cosas que quiero decirle a este extraño parado enfrente de
mí. Coincidentemente, es la ausencia de una conexión instantánea lo que
me impide hacerlo. Estoy congelado. Solo puedo hacer salir una palabra,
—No.
Él es un idiota condescendiente. ―¿No qué? ¿No decir que soy tu
padre? ¿Por qué no?
Lo miro fijamente a los ojos. —Porque no lo eres. Yo no tengo padre.
El hijo de puta tiene una sonrisa de satisfacción en su rostro. —
Mírate en el espejo. Te ves como yo. Dile a esa bonita pequeña cosa que
132
se siente aquí y nos compare. —Mira directo a Reece. Puedo verlo
explorando su cuerpo con sus ojos.
Joder, no
―No la mires. No hables con ella ―le advierto–. En lo que a mi
concierne, eres un jodido donante de esperma. Eres ADN caminando. Eso
es todo. Ahora, lárgate. ―Siento las manos de Reece sobre mí,
apoyándome.
La necesito
Supongo que él esperaba que yo estuviera muy contento con la
noticia de que es mi padre. Ciertamente, no lo estoy.
Niega con la cabeza. –Le dije a Sadie que esto no era una buena
idea.
―¿Quién carajo es Sadie? —escupo
―Ella es mi prometida. Tengo que atar todos los cabos sueltos antes
de casarnos. ―Su fría actitud es insultante.
―¿Soy un cabo suelto? Tengo veintiún jodidos años. Nunca te he
buscado. Nunca te he pedido nada. Mi madre nunca te pidió una mierda.
¿Ella pensaba que llegaría y arruinaría su boda? ―No me detengo—.
Envíale este mensaje a tu futura esposa… me importa una mierda lo que
haces. No te conozco. No quiero conocerte. No eres mi padre. Ve a
comenzar una jodida familia propia.
Mi arrebato hace que el hombre enfrente de mí se ría. —De seguro
que me recuerdas a mí cuando tenía tu edad. —De nuevo, mira a Reece,
lamiendo sus labios—. Incluso tienes mí mismo gusto por las jóvenes
bonitas.
Reece salta delante de mí. Tiene esa mirada en su rostro. Yo he
visto esa mirada en su cara. Ella está buscando sangre.
Oh mierda.
Antes de tener la oportunidad de detenerla, ella está dándole un
rodillazo en sus nueces7. Duro. Cuando él se encoge, ella toma su cabeza
tirando de su cabello para que pueda mirarla. —Mírame bien ¿te gusta lo
que ves? quiero que recuerdes cada detalle de mi rostro. ―Reece debe
estar realmente tirando de su cabello porque él está haciendo una mueca
de dolor. Puedo ver el sudor formándose en su frente por el esfuerzo—.
Si vuelves otra vez por aquí, te voy a arrancar los ojos. Y cuando tu mujer
me pregunte por qué lo hice, le voy a decir que tú me violaste con la
mirada todo el tiempo que estuviste aquí.
Mis manos vuelan a mi boca para cubrir mi risa. Ella le tira una
vez más del cabello y deja que mi padre caiga al piso. —Reece, un paso
atrás. Yo lo tengo. ―Reemplazo las manos de Reece por las mías y tiro de
su cabello―. Hemos terminado. Como puedes ver, aquí no hay nada para
133
ti. No hay ningún cabo suelto. No me busques y yo no voy a buscarte.
¿Entendiste?
―Misión cumplida ―murmura.
Esto era lo que él estaba buscando desde el principio. Quería estar
seguro de que yo no iría a buscarlo y joderle la vida. Estúpido.
Lo ayudo a levantarse y lo empujo a la salida. ―Saca tú sucio
trasero de aquí.
Todas las preguntas que alguna vez tuve sobre él fueron
respondidas. Verdaderamente es un gilipollas. No hay ninguna duda en
mi mente de que estuve mejor sin él. Puedo lucir como él, pero mi madre
jugó un enorme rol en quien soy hoy.
Una vez que estoy seguro de que se fue, llevo a Reece hacia mis
brazos. —Eres mortal.

7 Nut: En inglés original (nueces) hace referencia a los testículos


Ella toma sus manos y las coloca a cada lado de mi rostro. Reece
tira de mí hacia ella y me besa. Roba todo el aliento de mi interior. —
Nadie jode con la gente que amo.
―¿Tenemos tiempo de pasar a mi casa por un rapidito? ―Tengo
esperanzas.
Reece mira su reloj. ―Creo que podemos hacer una parada en los
pits.
―Te amo bebe.
—Yo también.

134
Capítulo 31

No estamos en mi puerta ni cinco minutos y ya tengo a Reece


desnuda y en mi cama. Reece está mordisqueando mis labios haciéndome
querer tomarla rápidamente. Esta chica puede hacerme entrar en dos
punto cinco segundos.
—Te deseo. —Se fuerza a decir entre jadeos.
—Ya me tienes. —Me entierro a mí mismo en sus pechos. Luego de
cada lamida y mordisco de mi lengua, siento a sus pezones crecer duros.
Ella sí… me tiene. Todo de mí. Reece me ha arrastrado dentro de
un torbellino de emociones que nunca he tenido. He saltado dentro de un
mundo donde mi amor por Reece engulle todo lo negativo, dejando
positivismo y belleza en su lugar.
Mis manos se deslizan hacia abajo, hacia la redondez de su trasero.
Sus manos se deslizan por mi pecho arañando suavemente a través de
mi piel. La beso profundamente y ella gime en mi boca cuando escurro
mis dedos dentro de ella. Me cierno sobre ella trabajando de forma 135
constante mis dedos con todo lo que tengo en mí, llenándola con mi amor.
Ella se arquea contra la pared de mi pecho y se aferra a mis hombros.
En cuestión de segundos siento su interior tensarse contra mis
dedos. Dejo a su orgasmo rodar gentilmente a través de su cuerpo entero
antes de mover mi cuerpo sobre ella sosteniéndome sobre mis codos.
Planto mi rodilla entre sus muslos para extenderla abierta. Antes de
empujarme dentro de ella, encuentro sus ojos. Ellos están llenos con
tanto. Amor. Deseo. Confianza.
Embestida tras embestida, le doy todo de mí a Reece. Le digo
cuanto la amo mientras le hago promesas de mantenerla feliz.
Tan feliz como lo soy ahora.
Mientras me muevo dentro de ella, me doy cuenta de que esto es
mucho más que un acto sexual. Es nuestra habilidad de volvernos tan
cercanos como nos es posible el uno del otro. Estamos tan conectados y
cómodos que es casi demasiado para sentir.
La acumulación de la intensidad es abrumadora. Golpeo dentro de
ella con un movimiento constante, completamente perdido en las
sensaciones. Siento a Reece alcanzar su límite y venirse otra vez.
Siguiendo justo detrás de ella, liberándome dentro de ella con un fuerte
gruñido.
Descansando mi cabeza en su pecho, pienso en todas las cosas que
podría decirle para hacer este momento tan perfecto como se siente.
Busco en mi cabeza las palabras correctas. Mi mente me falla. Buscando
en mi corazón, encuentro exactamente lo que quiero decirle. Levanto mi
cabeza y la observo en la relajación postcoital. Y mi corazón se desborda
con las palabras que quiero decirle.
—Reece, sería tan simple decirte que te amo. Y sí te amo. Aun así,
es mucho más que eso. La palabra ―A― es lanzada tan fácilmente. Soy
culpable de eso, yo mismo —admito. Una vez, le juré amor a Hannah.
Veo ahora, que eso era deseo—, así que, me pregunté por qué te amo.
Reece ladea su cabeza hacia un lado analizando cada palabra que
viene de mi boca. —Continúa.
Aquí vamos.1
—No fue una dura pregunta de responder. Aquí están todas las
razones de por qué te amo. Me haces orgulloso. Como te pegaste a mí
esta noche cuando mi padre apareció. Eres amable. Cuidaste de mi
cuando estaba borracho hasta mi trasero incluso cuando fui un total
idiota contigo. Tú perdonas. Perdonaste a tu padre por algunos errores
que él hizo como padre. Tú aceptas. Aceptaste a mi madre dentro de tu
vida con brazos abiertos. Y eres increíble. —Me ruborizo. Verter mi
corazón no es lo mío. No es una cosa que hacen los machos. Pero, con
136
Reece, siento que necesito desnudarle mi alma.
Ella lleva mi rostro al suyo y me besa con pasión intensa. Muy
rápido, ella se separa. —Te amo, Caydon —susurra.
Capítulo 32

Nos quedamos en la cama por un par de minutos más.


Eventualmente, nos tenemos que levantar con el fin de llegar a la fiesta
de compromiso de nuestros padres. Mientras Reece está en el baño, hay
un golpe urgente en mi puerta.
Abro la puerta para ver a Nash parado en la entrada. Sus ojos están
grandes y temerosos. Parece como si hubiese corrido una maratón. Hay
tanto sudor saliendo de su frente. —Gracias a Dios que estás aquí. —
Está sin aliento. Su voz está temblorosa.
Estoy sorprendido por la apariencia de Nash. Él es normalmente
genial, calmado y sereno. —¿Qué pasa hombre? Entra.
Él entra a mi apartamento y frenéticamente mira a su alrededor. —
¿Dónde está Reece?
Nash está empezando a asustarme un poco. —En el baño. ¿Qué
coño está pasando?
Él coloca sus manos en mis hombros. —Escúchame. Hubo una
pelea en el pub hace más o menos cuarenta y cinco minutos. El padre de
Reece fue atacado. Había al menos seis o siete tipos golpeándolo en el
137
estacionamiento. Para cuando alguien se dio cuenta de lo que estaba
pasando, el padre de Reece ya estaba en mal estado.
—¿Qué coños estás diciendo? —Estoy en shock. El padre de Reece
es el hombre más fuerte que conozco. Él siempre pareció invencible.
—Estoy diciendo que tú y Reece tienen que ir al jodido hospital.
¡Ahora! —ordena Nash.
No. Esto no está pasando. Ella no necesita esto.
El momento es malo. Reece entra a la habitación mientras que
Nash me ordena ir al hospital. —Hey, Nash. —Sonríe—. No te ves bien.
¿Estás enfermo?
Mis ojos son como un ciervo frente a las luces delanteras de un
auto. Solo por mirarme, ella puede saber que algo está mal. Por el bien
de Reece, tengo que mantener la calma. —Reece, nena, algo salió mal —
tartamudeo—. Es tu padre. Él está en el hospital.
—¿Qué pasó? —pregunta inocentemente—. ¿Él está bien, verdad?
Nash habla porque las palabras se me escapan. —Reece, él fue
atacado. Ese chico con el que peleó un par de semanas atrás estaba en
el pub. Él estaba con sus amigos. Tu padre no pudo con todos ellos.
Tienes que ir al hospital —dice suavemente.
Reece no habla. Una sola lágrima se escapa de su ojo y corre por
su mejilla. La tomo entre mis brazos y susurro en su oído:
—Estoy aquí. Estoy contigo. Vamos. —Ella asiente y me permite
dirigirla fuera de la puerta.

He tratado de mandarle mensajes a mi madre un millón de veces.


Ella no ha contestado. Solo puedo imaginarme qué es lo que está
sintiendo justo ahora. Si esto pasara con Reece, yo sería un caos
absoluto.
Mientras conduzco a Reece al hospital, le miro de reojo. Ella está
tan malditamente callada. Me está asustando. Es como si estuviera
completamente cerrada. Imagino que esta es la forma en que maneja las
cosas que la asustan. Es un mecanismo de defensa. Por ahora, lo dejaré
estar. ¿Qué infiernos se supone que tengo que hacer? No puedo obligarla
a que me diga lo que está sintiendo.
La escena en el hospital es caótica. La sala de emergencias está
llena de personas que están lastimadas y enfermas. Reece parece como
en casa en este ambiente. Inmediatamente, ella va al mostrador y pide 138
información. Sus movimientos son robóticos y practicados, como si ella
hubiese hecho esto múltiples veces antes.
Ella lo ha hecho, estúpido, con su madre.
La sigo, sosteniendo su mano porque es la única cosa que puedo
hacer por ella justo ahora.
Llegamos al final del corredor donde hay una sala de espera. Mi
madre está encorvada, en los brazos de María. Sus ojos están inyectados
en sangre. El lado de su camisa está desgarrada. Hay manchas de
suciedad en su piel. Decir que ella se ve como el infierno es una sutileza.
Reece deja ir mi mano y se sienta al lado de mi madre, envolviendo
sus brazos alrededor de ella. —¿Cómo está él?
Mi madre toca a Reece en cada lado de su rostro. —Oh, cariño. Lo
siento tanto. —Otro conjunto de lágrimas fluyen por su rostro—. Están
trabajando en él ahora. No sé nada.
—¿Qué pasó? —pregunto.
Mi madre se estira por mi mano. La dejo tomarla. —Mark me
propuso matrimonio donde nos conocimos por primera vez, en
secundaria. —Mi madre respira fuertemente—. Dado que es una noche
tan hermosa, decidimos caminar hasta el bar para encontrarnos con
todos ustedes. Pero antes de que llegáramos a la puerta, Mark fue tirado
de mi mano. Cuando miré hacia atrás, vi al luchador con el que perdió…
tú sabes, el de la última pelea. Había al menos ocho tipos sobre él…
pateando y golpeando. Traté de ayudarlo pero me empujaron al piso.
Voy a encontrarlos.
La ira se expone en mi rostro. Cualquiera puede ver la furia
subiendo dentro de mí.
Shorty se mueve de la pared en la que estaba plantado. En cuestión
de segundos, él está a mi lado. —Camina conmigo, hermano.
—No ahora —escupo.
—Sí, ahora. —Shorty agarra mi brazo y me dirige afuera.
Hirviendo con ferocidad, arremeto contra Shorty. —¿Qué?
Me empuja contra la pared de ladrillo con su único brazo. —No vas
a ir tras ellos.
Sacudo mi cabeza. —No me digas qué hacer, hombre.
—Caydon, tu madre te necesita. Reece te necesita. Déjalo estar.
Has lo correcto, hombre.
Yo las necesito.
—Esta es una jodida mierda, Shorty. Mark tiene a su trasero
vencido. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Una pelea? —Trato de procesar la
situación en mi cabeza. Acabo con la mente jodida—. La memoria de mi
madre de su día de compromiso está arruinada. Y, Reece… joder… ella
ya perdió un padre. Ella no puede perder a Mark.
139
Shorty se pellizca el puente de la nariz. —Sabemos quién hizo esto.
Vamos a dejar que los policías lo manejen. Tú… no vas a hacer nada más
que ser un buen hijo y un novio. Eso es —me advierte—, ¿Caydon? ¿Lo
entiendes?
Me pongo de mal humor durante unos minutos. Sobre todo,
necesito un tiempo fuera. —Bien. ¿Ahora qué?
—Ve adentro. Sostén la mano de tu novia. Pregúntale a tu madre
si necesita algo. —Inclina su espalda contra la pared de ladrillo—. Sé el
hombre que yo sé que eres.
Suavemente golpeo la pared de ladrillos con mis nudillos. Quiero
golpearla tan fuerte como pueda. Pero no puedo. Shorty tiene razón.
Necesito estar ahí para mis chicas. Estaré allí para mis chicas.
Capítulo 33

Reece
Horas. Muchas horas han pasado. Estoy exhausta por el estrés de
esperar noticias. Cualquier noticia.
El hospital diseñó la sala de espera con tranquilizantes colores y
una cascada. No es tranquilizante para aquellos que tienen un ser
querido lastimado. El sonido del agua corriendo es irritante. Quiero
rasgar las paredes que me rodean. Nadie pronuncia una palabra,
contribuyendo al silencio de la sala. Incluso una tos puede compensarte
y abrir tus oídos.
La única presencia tranquilizante que tengo es Caydon. El me
sostiene más cerca que nunca desde que llegamos. Me ha dejado apretar
su mano fuertemente cuando siento que mis emociones me dominan. Y
es la única persona que no me ha mentido diciéndome que todo va a estar
bien.
Finalmente, el doctor entra en la sala buscándome:
—¿Reece?
140
—Esa soy yo —respondo tranquilamente.
—Ah —dice el doctor. Camina hacia mí y se presenta. Quiere ir a
su oficina para hablar de la condición de mi padre en privado.
Mira a las personas en la sala… mi tío, mi primo, Annalisa,
Pequeñin, Caydon y los numerosos amigos de mi padre. Todos quieren y
se preocupan por mi padre tanto como yo. —Puede decirme lo que
necesite decirme aquí.
—¿Estás segura?
—Absolutamente. —Veo alivio en el rostro de todos. Están felices
de que los haya incluido.
Puedo decir por el rostro del doctor que las noticias no son lo que
quiero oír. Me dice lo esencial. El personal del hospital piensa que lo
mejor para mi padre es ponerlo en un coma inducido por su daño
cerebral. Quieren controlar la hinchazón y prevenir un daño futuro al
cerebro. Controlándolo, piensan que el cerebro puede sanar. Otra razón
para el coma es mantener sus puños e ira bajo control.
La presión intracraneal de mi padre va a ser una cifra importante
que vigilar en caso de evaluar si está listo para ser ‘‘despertado’’ del
‘‘coma’’. Mientras sea menos tiempo mejor estará. Pero a veces hay
complicaciones por el tratamiento. Un efecto secundario puede ser el
agotamiento nervioso del sistema cardiovascular. Otros efectos
secundarios incluyen respuesta inmunológica alterada e infección. Mi
padre podría contraer neumonía o coágulos de sangre.
Hay un gran riesgo para él si optamos por este tratamiento. Y el
doctor quiere que tome una decisión. Si no opto por este tratamiento, él
podría sufrir más daño en el cerebro. Sin presiones.
Tomo las manos de Annalisa. No hay duda de que ella debe ser
parte de esta decisión también. Después de todo, ella va a ser su esposa
algún día. Depende de mí asegurarme que suceda. —Annalisa, ¿tú qué
piensas?
Me da una sonrisa débil. —Reece, debemos hacer lo que sea que
nos lo devuelva.
Volteo y miro al doctor. —Hagámoslo.
—Buena decisión. Hay algunos formularios de autorización que
necesito que firmes. Y si gustas, puedes ver a tu padre. No está muy
responsivo ahora. Pero puedes hablarle —informa el doctor.
—A su prometida le gustaría verlo también. —Me aseguro de que
Annalisa consiga verlo también.
El doctor nos mira a Annalisa y a mí. —Mientras le des tu permiso,
Reece, está bien.
—Gracias, Reece por incluirme. Es muy importante para mí. —Me
141
agradece Annalisa.
—Ni lo menciones. Además, vas a ser su esposa. Deberías tomar
estas decisiones. —Ahogó las palabras.
Si sobrevive.
Annalisa me abraza y susurra en mi oído. —Te amo, Reece.
—También te amo.
Capítulo 34

Reece
Consigo ir primero. Qué suerte la mía.
Caydon me espera en la sala de espera. Solo una persona puede
visitar a la vez. Ahora mismo, solo Annalisa y yo estamos aprobadas como
visitantes. Y nuestro tiempo está limitado a intervalos de 15 minutos.
Nada puede prepararte para lo que ves cuando un ser querido está
en estado crítico. La cantidad de dispositivos médicos que salen de su
cuerpo es abrumadora. Hay un tubo de respiración de oxígeno por su
garganta. Otro tubo está sobresaliendo de su garganta. Está conectado a
un monitor del corazón. Mi corazón se rompe al mirarlo.
Cuando era pequeña, pensé que mi padre era Súperman. Mi padre
estaba hecho de acero. Viéndolo, en este momento. Solo puedo ver a un
humano derrotado. Las lágrimas caen por mi rostro porque ahora es un
prisionero de su cuerpo.
Rezo para que no sepa lo que está pasando. Al mismo tiempo, rezo
para que sepa que estoy aquí.
142
Me siento junto a su cabecera y tomo su mano. No digo nada al
principio. Es minutos antes de que pueda controlar mis sollozos y
agitación. A penas puedo formar una oración. Todo lo que puedo hacer
ahora es ser una presencia en la habitación.
Pero le debo más que eso. ¿Verdad?
Respiro profundamente y abro mi corazón. Lo que sale de mi boca
me deja totalmente sorprendida.
—Sabes que eres mi superhéroe, papi. Lo eres. Nunca te lo dije.
Estaba muy ocupada estando molesta conmigo misma por abandonarte
para vivir con mamá. Trataste de decirme que no vaya. Incluso peleaste
con ella por mí. Al final querías que fuera feliz. Sacrificaste tu felicidad
para que pudiera tratar de encontrar la mía. Y te amo por eso. —Sollozo
y recuesto mi cabeza en su pecho—. Mi indestructible padre, ¿qué haría
sin ti? Hay tantas cosas para las que necesito que estés. Tiene que casarte
con Annalisa. Tienes que verme graduarme de la universidad. Tienes que
llevarme al altar algún día. No hay nadie que pueda ocupar tu lugar. —
Exhalo.
—Eres el mejor papi que cualquiera podría querer y me siento tan
afortunada, orgullosa y honrada de ser llamada tu hija. Eres el hombre
más honesto, fiel e inteligente que he conocido y todavía estoy asombrada
de lo maravilloso que eres. Eres mi héroe…mi Súperman —admito. Eres
tan valiente, agradecido, pensativo, amable y considerado. Siempre te he
apreciado, amado y admirado tremendamente. Y sé que estas son todas
las cosas que debo decirte cuando estés despierto. —Las lágrimas caen
libremente ahora—. Estoy tan decepcionada de que nunca me haya
tomado el tiempo de decirte estas cosas. Ahora, tal vez nunca tenga la
oportunidad. Por eso, soy una horrible hija. Incluso aunque no te
merezca en mi vida. No puedo seguir sin ti. No puedes dejarme, papi.
Simplemente no puede. Te acabo de recuperar —ruego.
Tocan la puerta. Grito a quien sea que sea que ya casi acabo. —Me
están echando, papi. Así que tengo que hablar rápido. No tengo derecho
a pedirte favores. Pero necesito uno desesperadamente. —Me detengo—.
Necesito que pelees…tal y como siempre me dijiste que haga. Pelea. Pelea
por mí. Sé que siempre lo has hecho pero necesito que sigas. Porque,
papi, no puedo vivir sin ti. —Me inclino y lo beso en la frente—. Estaré
justo aquí, papi. Te amo.

143
Capítulo 35

Caydon
Nunca nadie me había enseñado a ser un hombre. Dado que mi
madre me crió, siempre he dependido de ella para que me diera la guía
que necesitaba para ser un buen tipo. Mi madre me educó bien. No me
puedo quejar. Tuvo que ser padre y madre a la vez.
En su esfuerzo por enseñarme como ser un hombre, siempre se
centró en lo que no debería hacer. He pasado toda mi vida tratando de
no ser mi padre. Pasé toda mi vida intentando no ser alguien en vez de
tratar de ser alguien.
Ahora lo entiendo. Tengo que ser alguien para ayudar a Reece.
―Cariño, ¿en qué estás pensando? ―pregunta mi madre.
Aún estamos en la sala de espera. Hemos estado aquí al menos
dieciocho horas. Estoy jodidamente agotado de pensar y preocuparme.
Me enfrentó a mi madre y respondo de la manera más honesta que
puedo. ―Mamá, ¿Cómo la ayudo? ¿Cómo te ayudo?
Mi madre me da una sonrisa llorosa. ―Oh, Caydon, desearía poder
144
responder eso. No puedo. No sé qué necesita Reece y te aseguro que no
sé lo que yo necesito en este momento.
Le sonrió. Por lo menos es honesta. Rápidamente me recuerdo a mí
mismo que ella está recién comprometida y ni siquiera lo hemos hablado.
Tomo su mano en la mía y examino el anillo. El diamante es modesto y
claro. El diseño es sencillo pero bonito. Es totalmente mi madre. Mark
acertó. Él le dio un anillo que claramente captura la esencia de mi madre.
―Es un buen tipo, Ma ―le digo.
Mi madre empieza a llorar de nuevo mientras retuerce el anillo. ―Sí,
el mejor. Caydon, no sé qué voy a hacer si no lo consigue. Nunca he tenido
a un hombre cuidándome de la forma en que él lo hace. Realmente lo
amo.
Mi mente se desvía de nuevo a horas antes, cuando mi padre
biológico me visitó. Dudo que haya cambiado mucho con los años. Es la
clase de tipo al que mi madre está acostumbrada. ―Mi padre vino de
visita hoy. Te lo iba a decir pero sucedió todo esto. Él define la palabra
estúpido.
Conmoción llena sus ojos. ―¿Qué? ¿Qué quería?
Me río. ―Atar cabos sueltos. En vez de eso, consiguió que le pateara
el trasero.
―Caydon, ¿Por qué lo golpeaste? ―pregunta con preocupación.
Una enorme sonrisa se propaga a través de mi rostro. ―Oh, yo no
lo hice. Lo hizo Reece.
Reece se acerca hacia donde estamos sentados. ―¿Reece hizo qué?
Tomo su mano en la mía. ―Le decía a mi madre cómo golpeaste el
trasero de mi padre esta tarde. ―La cara de Reece está colorada. Sus ojos
están inyectados de sangre. Maldita sea, ella ha estado llorando. Me
siento impotente.
Nos da a mi madre y a mí una sonrisa cansada. ―Sí, se lo merecía.
Mi madre la abraza. ―No lo dudo. ―El rostro de mi madre se
ensombrece―. ¿Cómo está nuestro chico Reece?
El rostro de Reece cae. Escucho su llanto silencioso. Me está
matando porque no hay nada que pueda hacer para mejorar esto. ―Hay
muchos cables y tubos, Annalisa. Es muy difícil decirlo. No parece mi
padre. ―Mi madre tapa su boca con la mano para ahogar el llanto―. Es
tu turno para verlo. Dejarán que uno de nosotros se quede con él.
Mi madre sorbe la nariz. ―Vete a casa con Caydon y duerme un
poco. Si no te importa, me gustaría quedarme con él primero.
―No quiero irme ―dice Reece al principio.
Mi madre acaricia el rostro de Reece. Besa su frente. ―Vamos a
estar aquí por un par de días, Reece. Tenemos que cuidar de nosotros
145
mismos también. ―Mira a Reece a los ojos―. Estaré con él hasta que
vuelvas. Descansa. Come. Dúchate. Después, puedes relevarme.
Suavemente, Reece asiente. ―De acuerdo. Pero si hay algún
cambio, por favor házmelo saber inmediatamente.
Mi madre asiente y nos abraza antes de moverse para sentarse al
lado de su futuro marido.

No pasa mucho tiempo antes de que los dos estemos


profundamente dormidos en mi cama. Sólo unas pocas horas después,
mi sueño es interrumpido. Me acurruco cerca de Reece aferrándome a
ella tan fuerte como puedo. Mi estómago se aprieta cuando la veo dormir.
Su cara normalmente pacífica está trastornada con los trágicos
acontecimientos. Y no hay nada que pueda hacer para cambiar eso.
Su dolor es mi dolor. El sentimiento de impotencia está de vuelta.
El aire entra y sale de mis pulmones, pero aún estoy luchando por
respirar. Así que, esto es lo que realmente se siente al amar a alguien.
Hijo de puta.
Ella se mueve hacia mí. Al instante, estoy duro. Mal momento, lo
sé. Es solo que cada vez que ella está cerca estoy excitado. Me separo una
pulgada para que no piense que soy un imbécil insensible.
―¿Caydon? ―susurra.
―Si cariño. Estoy aquí.
Su espalda está contra mi pecho. No puedo ver su rostro, pero sé
que está llorando. Escucho sus jadeos. Mis entrañas se retuercen. ―Me
duele el corazón.
Joder
―Si pudiera arreglarlo, lo haría. Dime qué hacer Reece. ―Me abro
con ella.
Gira su cuerpo hasta estar de cara a mí. ―Hazme el amor.
―¿Estás segura? Has pasado por mucho. Deberías descansar.
Haz lo correcto.
Sacudiendo la cabeza, me mira fijamente a los ojos. ―Te necesito,
por favor.
Reece empieza a besar mi pecho y mueve sus labios hacia los míos.
La beso como si mi vida dependiera de ello. Y lo hace. Mi vida depende
de ella. Ella es todo lo que me importa.
Todo sucede muy rápidamente. Las ropas desaparecen en un
suspiro. Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, Reece está
encima, a horcajadas sobre mí.
146
Guío mi polla dentro de su calidez. Ambos jadeamos al unirnos.
Guio sus caderas con mis manos, pero recupera el mando al momento.
Una vez que siento que ella esta cómoda, me empujo más profundo
dentro de ella.
Estoy perdido. Perdido en ella. Perdido en su amor.
No sé dónde estoy cuando estoy dentro de ella, pero es un lugar
que nunca quiero dejar. Imagino que a esto se parece el cielo. Tiene que
ser así. Mi corazón rebosa de amor por esta chica. Verla moverse encima
de mí es como ver a un ángel.
Su movimiento se vuelve irregular y sus cejas se fruncen. Siento
sus paredes contraerse en torno a mí. Mis ojos se abren sumergiéndose
en su bella imagen encima de mí.
Empujo mi polla, profundizando en su húmedo calor. Agarrándome
a sus muslos, me muevo contra ella como un animal salvaje. Exploto
dentro de ella.
Se desploma sobre mi pecho. Respirando pesadamente, acaricio la
ligera capa de sudor en su espalda. Si pudiera quedarme así para
siempre, lo haría. Me gustaría mantenerla aquí en este momento de
felicidad.
En vez de eso, sé que voy a tener a llevar a Reece de vuelta a la
realidad de un mundo cruel, donde la gente que amamos nos deja, es
herida o muere. La sola idea hace que el estómago se me revuelva.
―Te amo ―le susurro.
―Tengo miedo de decirte que te amo, Caydon. Todos los que quiero
me dejan. Mueren o se van. Si te vas me moriré por dentro. Eres lo único
que me queda.
Maldita sea. Esto es lo que me temía. Se está culpando a sí misma.
Sé lo que se siente el estar en un lugar donde sientes que no tienes a
nadie… como si hubieras expulsado a todo el mundo para mantener tu
corazón a salvo. No puedo soportar la idea de que ella se sienta así…
como si estuviera observando a todos los que ama desaparecer
lentamente.
No te derrumbes, bebé.
―Los milagros ocurren. Míranos. Nos perdimos el uno al otro. Pero
nos encontramos de nuevo. Tu padre va a luchar para volver a ti. ―Sujeto
su barbilla para que me mire―. Se esto. ¿Cómo? Porqué te ama tanto
como yo. Y ese tipo de amor te convence para continuar.
Se desplaza hacia arriba, así me puede besar. Me besa más duro
de lo que esperaba. Me muerde el labio inferior y lo libera lentamente.
―Gracias.
147
En cualquier momento.
Capítulo 36

Reece
Día tres. Todavía no hay cambios en la condición de mi padre. A
medida que pasan los días, más pierdo la esperanza. Cuanto más tiempo
esté en coma, es peor para él.
Trato de seguir siendo positiva por Annalisa. Cuanto más tiempo
paso con ella, más comprendo que sus sentimientos por mi padre son
tan fuertes como mis sentimientos por Caydon. Ver su dolor es peor que
sentir mi propio dolor.
Hice que Caydon volviera al trabajo. No quería hacerlo pero le
aseguré que su madre y yo estaríamos bien. Además, el hermano de mi
padre y su familia también han estado aquí día y noche.
No puedo dejar de pensar que si mi madre hubiera tenido la mitad
del apoyo que mi padre tiene tal vez lo hubiera conseguido. Sin embargo,
no puedo pensar de esa manera.
Tengo una relación de amor-odio con la silla de la habitación de mi
padre. Hoy la odio. Me irrita. Creo que solo estoy ansiosa. Quiero que las
148
cosas cambien. Ya que no puedo desahogar mi frustración con nadie, la
silla tendrá que sufrir mi ira.
Me levanto y empujo la inútil pieza de mierda hacia la esquina. ―No
te necesito. Estúpida silla. Muy pronto, no te necesitaré más. Porque él
va a luchar y dejar este maldito hospital. Y tu amiga mía, te quedarás
atrás. Le ofrecerás tu consuelo a otro pobre desgraciado.
No puedo creer que estoy teniendo una discusión con una silla.
Debería estar hablando con mi padre… animándolo.
Avergonzada de mi conversación con la silla, me centró en mi
padre. La ira me llena. Maldita sea, ¿Por qué no está luchando? ¿Por qué?
Es malditamente fuerte, ¿no?
―Todo ese entrenamiento del gimnasio no te está ayudando ahora.
¿Valió la pena, papá? ―pregunto sarcásticamente―.Todos esos días que
pasaste en el gimnasio no hacen ninguna diferencia. Aquí estás…
consumiéndote en una jodida cama de hospital. ―Me acerco todo lo que
puedo a su oreja―. Estás dejándote ganar, papi. Esos hombres que te
golpearon están vivos y caminando por ahí. Tú no. Estás aquí acostado
como un vegetal.
―¡Levántate! ―grito―. ¡Maldita sea levántate!
No siento las lágrimas corriendo por mi rostro. No siento las manos
apretando los barrotes de la cama. Apenas me oigo gritar. ―Lucha por
mí, maldición. Lucha por tu niña.
Mis sollozos deben haber llegado hasta el personal de enfermería.
Fuertes manos me están separando de mi padre. Brazos se envuelven
alrededor de mi cuerpo. Alguien me está diciendo que me calme.
Una vez que estoy en la sala de espera, caigo de rodillas. Me cubro
el rostro con las manos y me dejo caer al suelo. Al estar agachada en el
suelo, mis gritos se vuelven más tranquilos. En cierto modo me mezo
hacia adelante y atrás tratando de ganar un poco de control de nuevo.
Hay un brazo envuelto alrededor de mi hombro. Realmente no me
importa mirar quién es.
―¿Reece? Vamos, Reece. Mírame. ―Es el hermano de mi padre,
Eddie. Mis ojos inyectados en sangre lo miran―. Bien. Esa es mi niña.
Miro sus ojos en busca de censura. No hay ninguna. —Lo siento.
Lo siento mucho ―sollozo.
Me frota la espalda. ―Hey, no te disculpes. Estás asustada. Lo
entiendo. Todos lo estamos, Reece.
Me siento en mis piernas, todavía en el suelo. ―Estoy tan cansada
de ser fuerte.
―Entonces déjanos ser fuertes por ti. No tienes que hacer esto sola.
Todos estamos aquí contigo. ―El hermano de mi padre sonríe
149
amablemente.
Asiento. ―Tengo que salir de aquí un rato.
―Buena idea. Te llamaremos si pasa algo ―dice.
No contendré la respiración.
Capítulo 37

Reece
Camino por horas tratando de aclarar mi mente. Al final del paseo,
he llegado a algunas conclusiones. La primera conclusión es que no
puedo soportar la idea de que podría tener que escribir otro discurso
fúnebre para alguien que amo. La segunda conclusión es que estoy
petrificada.
No es solo que estoy asustada de perder a mi papá. Estoy asustada
de perder todo lo que he ganado nuevamente. La felicidad que he
experimentado estos últimos meses ha sido como un nivel más alto para
mí. No quiero venirme a bajo de nuevo.
Mi cuerpo se despierta, mientras me acerco. Sólo necesito que él
me toque y estaré bien. Puedo pasar este día si puedo llegar a él.
Desde afuera, la tienda parece vacía. Es algo bueno. Significa que
no tendré que esperar demasiado para que Caydon termine con su
cliente. Me acerco al escaparate de cristal con anticipación. Miro hacia
adentro. No.
150
No puede ser. Hannah. Hannah está en la tienda con Caydon. Me
acerco más para ver mejor. Caydon está sentado en su silla enfrentándola
mientras ella está de pie. De repente, ella se mueve detrás de él y arrastra
su brazo a través de su espalda de una forma lenta, seductora.
Corre.
Necesito correr. Por lo tanto, lo hago. Huyo de todo. Huyo de mi
enfermo padre. Huyo de mi madre muerta. Huyo de Caydon.

Caydon
La veo entrar por la puerta mientras estoy terminando con mi
cliente.
¿Qué demonios?
Le digo que tome asiento. Tanto como quiero decirle a Hannah que
jodidamente se vaya, no puedo.
Mi cliente se va y limpio silenciosamente. No la miro cuando digo:
—¿Qué demonios quieres, Hannah?
Sus piernas están cruzadas y ella tiene una sonrisa en su rostro.
—Estoy en casa por un corto tiempo, así que pensé que podría venir
y visitar —dijo.
Ahora ella quiere pasar tiempo conmigo. Qué jodida broma.
Resoplo.
—No podía conseguir que me visitaras cuando estábamos juntos,
Hannah. Y realmente no te quiero visitándome ahora.
—Caydon, dejemos de pelear. Lo odio.
Sí, no me importa.
—Muy mal, Hannah. No me podría preocupar acerca de lo que te
gusta o no. Es problema de tu prometido ahora. ¿O es problema de Nash?
—La mirada en su cara no tenía precio.
Ja, ja, ja, perra.
—¿Qué dijiste? —Se incorporó en shock.
—Oh, ¿no pensaste que sabía sobre Nash y tú? —Rio.
Ella está en pánico ahora.
—Puedo explicarlo —tartamudea.
Todavía no me importa.
—No quiero una explicación. No me importa con quién follaste o no
follaste cuando estábamos juntos. —No lo hace. No importa ahora. De
hecho, me parece trivial. La única persona por la cual estoy preocupado
151
es Reece.
Hannah se levanta de su silla y camina hacia mí. Continúo
limpiando la bandeja en frente de mí, ignorándola. Pienso que va a salir,
comprendiendo la indirecta de que no quiero hablar con ella.
Subestimo a Hannah. Se desliza detrás de mí y pasa su mano a
través de mi espalda. La acción me hace encogerme. Sigo mirando al
frente, sin responderle. Mi voz se mantiene calmada y baja.
—Nunca he lastimado a una chica antes, Hannah. Pero, tócame de
nuevo, y te lastimaré. —Lo haré. Sólo quiero una chica tocándome y su
nombre es Reece.
Giro mi silla y la enfrento. Ella luce como si la hubiese abofeteado.
—Caydon. —Su voz tiembla.
Levanto mi mano para evitar que hable. Su voz lastima mis oídos.
Quiero decir, es jodidamente molesto escucharla.
—Hannah, ve a casa a estar con tu prometido. Además, si das una
mierda por Nash, déjalo en paz. Él no merece tu mierda.
Hay lágrimas en sus ojos.
—Los amo a ustedes dos. No amo a Graham.
Perra, tú no sabes qué es el amor.
—No puedo hablar por Nash. Sin embargo, yo no me siento de esa
manera por ti. Pensé que lo hacía, pero no era nada. Sé lo que es el amor
verdadero ahora —confesé—. Y deja de ser tan malditamente egoísta.
¿Quién te dio permiso de joder la vida de otras personas? No puedes
controlar a las personas de la manera en que tu padre te controla. No es
justo.
—Soy tan infeliz, Caydon.
Bien.
—No te puedo ayudar. Nadie puede. Ayúdate a ti misma.
—Es Reece, ¿no? ¿Ella es la chica de la que estás enamorado? —
Hannah pregunta con curiosidad.
No digas su nombre.
No me gusta. Recuerdo cómo Hannah torturaba a Reece cuando
éramos niños. Mi estómago se revuelve sólo pensando en ello. No hay
duda en mi mente de que a Hannah le gustaría retomarlo donde lo dejó.
Estaría maldito si dejo a Hannah hacer cualquier cosa para lastimar a
Reece.
—Mi vida amorosa no es de tu incumbencia. Ahora, voy a decirte
una vez más que vayas a casa. Y si escucho que si quiera la miraste de
mala manera, te arruinaré. ¿Entiendes?
Me da una mirada en blanco. —No puedo escucharte, Hannah. Di
que entiendes, o algo —advierto.
152
—Sí, entiendo. —El temblor en su voz es fuerte.
Volteo mi silla así mi espalda está hacia ella.
—Lárgate de aquí.
—Adiós, Caydon —susurra.
—Vete a la mierda, Hannah —digo bajo mi aliento.
Capítulo 38

Llego tarde. Mi pequeña conversación con Hannah me hizo perder


tiempo. Mierda.
Corro a toda velocidad hacia la puerta de Reece y toco antes de
permitirme entrar. La llamó, pero ella no responde. Estoy un poco
preocupado, así que me dirijo a su habitación.
—¿Reece? —La puerta de su habitación está ligeramente
entreabierta y la escucho llorar. Está recostada en su cama con su
espalda hacia la puerta.
—¿Reece? —Empujo la puerta y enciendo las luces.
Hay una sensación extraña en la habitación. No puedo precisarlo.
Todo lo que sé es que estoy algo asustado.
Más quejidos llenan la habitación. Me apresuro hacia su cama y
trato de recostarme junto a ella y envolver mis brazos a su alrededor.
—¡Jodidamente no me toques! —grita.
¿Bebé?
—Lo digo en serio, acércate a mí y te cortaré. —Reece mueve su
cuerpo a una posición sentada.
153
Sé que llego tarde y ella ha estado bajo mucha presión, pero esto
es completamente loco. Mis manos se levantan frente a mí en una
posición cautelosa. Su lenguaje corporal es cauto.
—Bebé, no sé qué está pasando. ¿Sucedió algo con tu papá? —Voy
a tocarla, pero ella arroja mi mano lejos de ella.
—Te vi con ella —gruñe.
Hannah.
Nada sucedió. De hecho, estoy bastante seguro de que fue nuestra
última conversación.
—¿Bien? —Alargo—. Ella se detuvo en la tienda. La eché.
Sarcásticamente, ella responde.
—Sí, eso no fue lo que yo vi. La vi tocándote, Caydon.
¿Tocándome? Cuándo demonios ella hizo… oh.
—Nada sucedió, lo juro. Ella estaba allí en la tienda, pero no es lo
que piensas.
—Dime qué estoy pensando, Caydon —Reece escupe.
—Me estás acusando de engañarte con Hannah. Eso no es lo que
pasó. —Me defendí.
—La vi deslizando su mano a lo largo de tu espalda. Y no vi que la
detuvieras. —Me acusa.
Me moví hacia ella de nuevo, pero lentamente.
—Reece… le dije que no me tocara. Tienes que creerme.
Su rostro se retuerce con dolor. Está indecisa. No sé si eso es bueno
o malo.
—Quizá te creo, Caydon. De cualquier manera, eso todavía no
cambia el hecho de que ella aún está en mi vida. No cambia el hecho de
que ella está tratando de tomar lo que es mío.
Mi estómago cae. Esto es acerca de más que sólo Hannah. Reece
está en un lugar inalcanzable. Puedo ver la desesperación en sus ojos.
Hay una buena posibilidad de que podría no ser capaz de arreglar esto.
—¿Confías en mí? —Es una pregunta simple.
—No. —La respuesta es veraz, y dolorosa—. No creo que me
engañaste. Pero la vida es frágil e impredecible. No puedo confiar en que
tú no serás alejado de mí. No puedo confiar en que serás mío mientras
viva. Al final, me abandonarás. Si encuentras a alguien más, enfermas o
mueres, o sólo te cansas de mí teniendo miedo.
Trato de hablar. Mi pecho duele con la compresión de que ella está
perdida en la desesperación y el miedo.
—Reece, yo…
Ella me interrumpe.
—No, Caydon. No trates de razonar conmigo. He estado pensando
154
acerca de esto todo el día. Todos a quienes amo me abandonan. Mi mamá
murió. Mi abuela murió. Mi papá está luchando por su vida. Tú…
Bueno… Tú serás llevado de mí. Por alguna razón, el universo no permite
que me aferre a lo que más amo. Y no puedo alejar el pensamiento de que
algo malo te pasará.
Oh, mierda. Esto no es bueno.
—Te estás culpando a ti misma. ¿Piensas que si rompes conmigo
nada malo me sucederá?
—Sí. —Su voz se rompe.
Esto es mierda.
—Reece, tienes que parar de pensar de esa manera. No voy a ir a
ninguna parte. Estoy contigo. —Me siento en la cama a su lado,
envolviéndola en mis brazos con la necesidad de tocarla.
Sus ojos se llenan de lágrimas.
—Caydon, lo siento… No puedo.
Estoy paralizado con temor.
—No hagas esto. —Ahora, mis ojos parpadean alejando las
lágrimas.
—No hagas esto más difícil de lo que ya es. Por favor, sólo vete. —
Ella empujó mi pecho… fuerte. Eso jodidamente duele—. Vete.
Mi voz tiembla mientras trato de impedirme llorar en frente de ella.
—No.
Consíguelo, idiota. Convéncela.
Reece salta fuera de la cama y comienza a gritar.
—¡Vete! ¡Jodidamente, vete! No te quiero más. —Trato de
alcanzarla, pero ella salta hacia atrás—. No, Caydon. ¡Fuera! ¡Lárgate! —
Ella se está derrumbando ante mis ojos y no hay nada que pueda hacer.
No me miraría. Sus brazos están cruzados sobre su pecho.
—Bebé, te amo —susurro―. Detén esto. No jodas mi corazón.
Reece se deja caer al suelo sollozando.
—Te lo suplico —jadea—. Déjame en paz.
Mi cuerpo no puede soportar más. El dolor es insoportable. Me
consume. Si pudiera llegar dentro de mi pecho y arrancar mi corazón, lo
haría. Estaba lentamente, jodidamente destruyéndome. Vacilante, me
dirijo a la puerta recogiendo los fragmentos de mi corazón. No hay mucho.
—Sólo vete, Caydon. —Apenas la escucho. Sollozos llenan la
habitación pero no estoy seguro de si es su llanto o el mío.
Te amo.
Eso es todo. La última pieza de mi corazón se desintegra mientras
camino fuera de su habitación, dejándola llorar en el suelo frío.
De repente, mi mundo está vacío. Una vez más, estoy solo.
155
Mi cabeza duele. Camino hacia mi auto en una neblina. Soy
incapaz de ver o pensar correctamente.
Sé que una vez que estoy en mi auto, conduzco. De alguna manera,
termino en mi apartamento, a pesar de que no puedo recordar cómo
llegué allí.
Estoy de pie en frente del armario donde guardo mi alcohol. Lo abro
y tomo una botella.
Tomo el primer trago y permito que el oscuro licor se deslice hacia
la parte posterior de mi garganta. Con el segundo trago, dejo ir todas las
crudas emociones que están envenenando mi cuerpo. Las lágrimas fluyen
libremente ahora. Con cada lágrima, tomo otro trago y luego otro,
tratando de ahogarlas.
Toma eso, cabrón.
No pasa demasiado tiempo antes de que no pueda permanecer en
pie. Me tiendo en el suelo en una incómoda posición esperando la
agitación. Al menos, cuando comience a marearme, no seré capaz de
enfocarme en el dolor en mi pecho. Rezo para que venga rápidamente.
Capítulo 39

Reece
Necesitaba hacerse. Es la única manera de asegurarme que
Caydon estará seguro. La idea de vivir sin él es insoportable. Pero la idea
de que deje mi mundo para siempre es peor.
Mi familia está preocupada por mi bien. Piensan que mi razón para
terminar con Caydon es absurda. No lo es para mí.
Ninguno de ellos ha experimentado el abandono. No son
perseguidos por la muerte y espantosos pensamientos de que aquellos
que aman sean lastimados. Yo lo he sentido todo y ha causado estragos
en mi vida. Ahora todo es por sobrevivir. No la mía, pero si la de todos los
que amo.
La ausencia de Caydon está matando mi corazón lentamente. Me
molesto más con cada día que pasa. Sin embargo, mi cólera abastece de
combustible mi misión. Parece estar funcionando porque la hinchazón
en el cerebro de mi papá está bajando. Planean despertarlo pronto. El
universo está reconociendo mis esfuerzos y me recompense.
156
Annalisa no ha mencionado a Caydon. Estoy agradecida por eso.
No creo poder soportar escuchar su nombre en estos momentos.
Su espíritu se ha elevado con la buena noticia acerca de mi papá
poniéndose mejor. Es todo lo que puedo pedir en este momento.
La sala de espera esta silenciosa hoy. La mayoría de los familiares
de mi padre han regresado al trabajo y a la escuela. Saben que aún no
está fuera de peligro, pero al menos saben que lo va a lograr.
Annalisa está sentada a mi lado leyendo la misma revista que leyó
el día anterior. Pienso que solo la observa para no hablar conmigo. Entro
en un poco pánico cuando pone la revista en la mesa y me observa.
—¿Estás lista para esto? —me pregunta―. Los doctores están
preocupados porque él podría enloquecer cuando lo despierten
—No creo que nadie pueda estar listo para esto. —Mi voz es baja—
. O sea, sus últimos recuerdos antes de que todo esto sucediera son de
un montón de tipos golpeándolo. Creo que se despertará peleando.
Sus ojos tristes me examinan.
—Reece, ellos lo detendrán. Los doctores lo dijeron, así no se hará
daño.
—¿Y? ―pregunto a la defensiva
—Y eres frágil Ahora. Quiero asegurarme que estarás calmada
cuando te permitan verlo.
—Estaré bien –suelto.
Huh. Ella cree que también estoy loca. Tal vez lo estoy.
Antes de que pueda llevar la discusión más lejos, uno de los
doctores entra en la sala de espera. Se sienta a mi lado y de Annalisa.
Deja salir como un suspiro.
—Fue como esperábamos.
Annalisa responde en seguida.
—¿Eso qué quiere decir? ―Hay preocupación en su rostro.
—Esta agitado y un poco desorientado. ―El doctor habla y habla
acerca de exámenes cognitivos que deben realizarle y la medicación que
le será suministrada.
Al final de la conversación, estoy desesperada por saber una cosa.
—¿Recuerda la pelea?
Dios, Espero que no.
El doctor sonríe suavemente.
—Algunas veces, un paciente que ha sido inducido al coma tendrá
sueños vívidos mientras se encuentra dormido. Lo que puedo decir es
que tu padre tuvo algunos sueños que se veían bastante reales para él.
La mayoría de los pacientes experimentan flashbacks, mientras que otros
olvidan por completo el trauma y la experiencia en el hospital. La buena
157
noticia es que está preocupado por ti y Annalisa ―explica.
—¿Podemos verlo? ―pregunto.
—En pocas horas —responde mientras se aleja.
Annalisa está prácticamente saltando en la silla de la emoción.
—Tengo que llamar a todos. ―Vuela de su silla y camina afuera
para hacer sus llamadas.
Todos.
—Annalisa, espera. —Corro tras ella y agarro su brazo—. Con
todos, ¿quieres decir que Caydon también?
Ella coloca su mano sobre su cadera y con la otra agarra su
teléfono.
—El ama a tu padre. Debería estar aquí con nosotros.
Mis manos alcanzan mi cabello.
—Es demasiado pronto. No puedo verlo Annalisa. —Sé que es
injusto pedirlo.
Annalisa está desconcertada. Lo noto en su expresión.
—¿Cómo te atreves? Esto no es acerca de ti, Reece. Es acerca de
todas las personas que han estado al lado de tu padre… a nuestro lado…
desde el primer día. Caydon ha preguntado por él cada maldito día. Ha
estado desesperado por venir. Pero no lo ha hecho. ¿Por qué? —suelta las
palabras—. Por tu culpa.
Empiezo a llorar dándome cuenta cuán egoísta he sido.
—Annalisa…
—No. —Me corta—. Entiendo que has pasado por un infierno y
regresado. Lo hago. Y también sé todo lo que está pasando en tu cabeza
Desearía que el miedo no existiera. Si no lo hiciera, regresaría a
Caydon en un latido.
Annalisa deja caer sus defensas y agarra mis hombros.
—Estás herida. No dejes que el miedo te gobierne. —Me deja de pie
allí sola.
Solo quiero mantener a todos a quienes amo seguros.
Manteniéndolos alejados de mi parece ser la única manera de lograrlo. O
tal vez solo intento mantener seguro mi corazón. Si alejo a todos, estoy
eliminando la posibilidad de salir lastimada.
Suena más como eso.
La parte triste es que no sé cómo repararme. No sé cómo dejar ir el
miedo.

158
Capítulo 40

Mi papá está muy agitado hoy, incluso más que los dos últimos
días en que ha estado despierto.
Está mayormente frustrado porque no puede hacer cosas simples,
como ir al baño por su cuenta. Durante la última hora, he visto como
lanza cosas a través de la habitación y gritando a las enfermeras.
Algo positivo, se está recuperando bien. Tiene que ir a
rehabilitación por cerca de dos semanas. Después que complete su
tiempo en rehabilitación. Le será permitido volver a casa.
Él ha convencido a Annalisa de mudarse y vender su condominio.
Es firme acerca de mí concentrándome en mis estudios y no
idolatrándolo. En cambio, Annalisa se ha ofrecido como voluntaria para
ese papel. Para ser honestos, parece feliz al respecto. Cuando le pregunté
acerca de cómo se sentía cuidando a mi padre, me dijo que no hay otro
lugar en el que preferiría estar.
Amor Verdadero.
Caydon ha hecho apariciones esporádicas en el hospital. Es cordial
conmigo. Y aprecio eso. Usualmente, se queda con mi padre por media
159
hora y se marcha.
Hoy, sucede que entra cuando mi padre Necesitaba ayuda para ir
al baño. Mi papá está a medio camino de agarrar el trasero de la
enfermera cuando veo a Caydon.
—¿Cómo está todo? —me pregunta.
Me remuevo incomoda en la silla. Se ve cansado pero delicioso.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Salgo de mi estupor. —Está un poco molesto de que una enfermera
tenga que llevarlo al baño. No quiere mi ayuda y tu madre está en la
cafetería.
Lo ayudaré —dice. Solo así, se ofrece voluntario.
—Gracias a Dios. —Mi papá esta emocionado.
Caydon pestañea sus grandes ojos cafés hacia la enfermera. —Hey,
gracias por la ayuda. Pero yo lo ayudaré. —Su voz es suave y sedosa.
Demonios. ¿Usó alguna vez esa voz conmigo?
Mi papá se apoya en el brazo de Caydon
—Gracias hombre. Estoy harto de todas las enfermeras estando
sobre mi trasero.
Caydon se ríe disimuladamente mientras lleva a mi papá al baño
—Sí, imagino que envejecerías bastante rápido. —Una vez que mi
papá está seguro dentro del baño, Caydon se para fuera de la puerta.
No es mi intención observarlo. Pero no puedo evitarlo. Dios, quiero
correr hacia él y envolverme a su alrededor.
Se queda quieto y no hace contacto visual conmigo. Duele que no
me hablará.
—Gracias Caydon —digo rápidamente.
—Sip. —Saca teléfono de su bolsillo y lo observa
Quiero decirle un millón de cosas. Todas las palabras están
atoradas en mi garganta. Finalmente, suelto las palabras
—¿Eso es todo lo que me puedes decir?
Caydon se recuesta contra la puerta, dejando caer su cabeza hacia
atrás.
—Estoy respetando tus deseos.
—Nunca deseé que actuases como si no existiera —resoplo.
Usa su pie para separarse de la puerta. —Me querías lejos de ti, me
estoy manteniendo alejado.
—Caydon… ―Comienzo, pero me corta
—No juegues con mi maldita cabeza, Reece. Has aclarado tu punto
de que no me quieres por cualquiera maldita razón que está en tu cabeza.
Pero no actúes como si pudiéramos ser amigos.
160
Se acerca a mí. Pone sus brazos a cado lado de mi silla. Aleja mi
cabello de mi oreja. Sus labios están cerca de mi oído y mi cuerpo
reacciona inmediatamente. —No actúes así… como si fuéramos
amistosos. Recuerda, he estado dentro de ti —susurra.
Tiemblo a causa de sus palabras. Soy sacada de mi trance cuando
escucho a mi padre tocar la puerta, señalando que ha terminado en el
baño. Caydon se aleja de mi silla y se dirige hacia la puerta del baño. Me
echa una ojeada sobre su hombro y me da una sonrisa ladeada.
—Por cierto, si Dios me diera un solo día contigo en vez de un millón
de días sin ti, valdría la pena.
Bien jugado. Maldición.
Capítulo 41

Caydon
Mentiría si dijera que no estaba roto. Lo estoy. Verla todos los días
no está ayudando a que mi corazón sane.
La mayoría de los días Reece me ignora. Maldita sea si eso no duele
como el infierno.
Estoy orgulloso de mi mismo. Cuando dejé la casa de Reece. Fui a
casa y me emborraché hasta la inconsciencia. Al día siguiente me levanté
avergonzado de mí mismo. En lugar de emborracharme hasta la muerte
tendría que haber canalizado mi dolor en luchar por Reece. Todos los días
después de eso pienso en formas constructivas de traerla de vuelta. Ese
era mi objetivo.
En lugar de decirle a Reece que está dejando que el miedo se
apodere de ella, he decidido enseñarle que tiene mi apoyo. Voy al centro
de rehabilitación y la ayudo con su padre. He estado ayudando a mi
madre a hacer los arreglos para vender su condominio. Le he llevado
donuts y café a su familia cuando estaban acampados fuera de la clínica
de rehabilitación.
161
No está sola y todo el peso no está sobre ella.
Me tomó un tiempo comprender que era lo que le pasó exactamente
a Reece en Florida. Sus abuelos repudiaron a Reece y a su madre. Ellos
dejaron que Reece viera morir a su madre.
Ahora Reece cree que tiene que hacer lo mismo con su padre. Y que
si elimina a las personas de las que se preocupa, ella no tendrá que ver
a todos a los que ama morir.
Sé que está mal, pero espero que sus abuelos se estén pudriendo
en el infierno. Coños.
No soy un coño. Voy a pelear por ella. La amo y la voy a enseñar
que ella jamás volverá a estar sola. Su padre está ahora mismo con el
terapeuta físico. Le están dando un plan a seguir en casa para cuando le
den de alta hoy. Mi madre y Reece están reuniendo sus objetos
personales para llevarlo a casa. Yo estoy detrás preparado para seguir
cualquier orden que me den.
Es un espacio pequeño. Ocasionalmente, Reece me golpea. Eso la
aturde. A mí también me aturde pero de forma distinta.
Ella choca conmigo otra vez. —Lo siento.
Le sonrío. —Yo no.
Reece me sonríe. Ha pasado mucho tiempo desde que vi eso. ―
Gracias por venir y ayudarme.
Mis brazos la alcanzan para un rápido abrazo. ―Te lo digo, estoy
contigo. No estás sola en esto ―murmuro. Ella me aprieta de vuelta.
Infiernos, sí.
Sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura. —No lo estoy
¿verdad?
Mirando hacia abajo a su precioso rostro digo:
—Nop. Nunca lo estarás otra vez. Tomo su rostro entre mis manos.
—Caydon… no. —Ella intenta apartarme.
No me apartes, nena.
—En serio no quiero. ―¿Por qué ella es tan malditamente difícil?
Sus ojos se llenan de lágrimas. En lugar de apegarse y hablar
conmigo, ella mete más cosas de su padre en la bolsa. Sus paredes se
han levantado otra vez. Hijo de puta.
Mi madre pasa por mi lado y agarra mi brazo. En voz baja dice:
—No te rindas.
Yo asiento y salgo de la habitación. Necesito pasar al plan B.

162
Capítulo 42

Reece
Mi padre está finalmente establecido y descansando. Annalisa está
en la cocina dándole la comida a mi padre. Tengo que decir, que ella será
una esposa genial. Ella adora cuidar de mi padre. Y mi padre ama tenerla
alrededor.
Estoy tratando acabar algunos de mis deberes mientras estoy
sentada en la silla de mi padre mientras descansa. No pasan ni quince
minutos haciendo mi tarea y mi padre se sienta y gime un poco. Bajo mis
libros y pregunto:
—¿Necesitas algo, papi?
—Solamente estoy agarrotado, eso es todo. ¿Estás bien Reece’s
Pieces? —No debería de haberle preguntado eso—. Háblame.
—¿Sobre qué?
—Hay algo de lo que quieras hablar. —Sé lo que está tratando de
hacer. Él debe saber que Caydon y yo nos separamos.
Giro mi cabeza al otro lado y le doy una mirada cómplice.
163
—No eres disimulado papá. Deberías sentirte mejor.
Él acaricia la cama animándome a sentarme en ese lado. —¿Estoy
perdiendo el juego?
—Ya lo has perdido, viejo —bromeo.
Él se ríe fuertemente. —¿Viejo? Tengo 36 años.
Me siento sobre el lado de su cama y juguetonamente lo golpeo en
el hombro. —Sí, bueno, eso es viejo para mí.
—Sabelotodo.
—Gracias, mi padre me enseñó a ser uno. —Soy bastante
inteligente.
—Sí, lo hizo. Él también te enseñó a ser una luchadora. —Su tono
es serio.
—Papá, no. No es buen momento digo en voz alta.
Muchas cosas pasaron cuando mi padre estuvo en el hospital.
Ahora que está fuera sintiéndose mejor, he tenido mucho tiempo para
pensar. En su mayoría. Estoy cuestionando las decisiones que he
tomado. Mi familia, Caydon y Annalisa han estado demostrándome
diariamente lo equivocada que estoy. Todos ellos han estado a mi lado
ayudándome a tratar con esta crisis. A veces recibo tanta ayuda que
pienso que no estoy haciendo nada.
Estaba en un mal momento la noche en la que vi a Hannah con
Caydon. Estaba asustada de perder a mi padre. Y dejé que el miedo se
apoderase de mí. Cada día, con todo el apoyo que tengo, mis miedos se
están apaciguando.
Ver a mi padre luchar por su vida me ha dado esperanza. Sin
embargo sigo estando asustada de mis sentimientos por Caydon. Ellos
son malditamente fuertes. Apagarlos es la única manera que conozco
para tratar con ello.
—Reece ¿sabes qué es lo que me ha hecho sentir mejor las últimas
semanas? —él dice rápido—. ¿Lo sabes?
Sacudo mi cabeza. —No
—El amor que he tenido por parte tuya y de Annalisa. Las amo
mucho a las dos. Y nadie va a quitarme eso. Ni siquiera un grupo de
chicos que conspiran contra mí. —Él lanza.
Mi cuerpo tiembla con enfado. Odio a esos bastardos que hicieron
daño a mi padre. El fuego del odio no acaba ahí. Ellos trajeron malos
sentimientos dentro de mí que creía haber enterrado con mi madre.
Quiero que ellos paguen.
—¿Vas a dejar que ellos te lo quiten? —Él está sombrío ahora.
Estoy llorando. Solo necesito que mi padre me sostenga. Él tiene que
decirme qué hacer. Descanso mi cabeza en su pecho y él pone sus brazos
164
a mí alrededor—. Tienes que luchar por lo que amas o lo perderás.
Nosotros no somos perdedores, Reece.
No digo nada. Solo descanso con mi padre tanto tiempo como
pueda. En algún momento, Annalisa trae una bandeja de comida a la
habitación y papá y yo salimos de la cama. Él me enseña mi teléfono.
—Ha estado vibrando. A lo mejor quieres mirarlo.
Asiento. Me levanto de la cama. Miro a mi teléfono. Hay dos
mensajes de Caydon. En el primer mensaje me pide que lo llame. En el
segundo me dice que me reúna con él en una dirección que me resulta
familiar en quince minutos.
Annalisa y mi padre observan mi reacción. Creo que ellos saben
algo que yo no. Y odio que me estén ocultando algo.
—¿De qué va todo esto?
Mi padre agarra a Annalisa y la arrastra a su cama. —Se trata de
tomar decisiones. ¿Vas a rechazar tus miedos y luchar por lo que es
importante? ¿O vas a ser una cobarde y dárselo a ellos?
Lo sentí en mi corazón. La adrenalina alimenta mi deseo de
reclamar mi vida. Nunca había sido tan feliz que cuando estaba con
Caydon. Incluso cuando me volvió loca, seguía siendo feliz. Quiero que
ese sentimiento vuelva. Quiero a Caydon de vuelta.
Con lágrimas en mis ojos, enfrento a mi papá y a su futura esposa.
—Voy a luchar —digo convencida.
Ellos se sonríen con amor en sus ojos. Mi padre me mira de nuevo.
—Bueno, será mejor que vayas. No te quieres perder esta oportunidad.
Agarrando mi chaqueta miro hacia ellos y es como si yo no
estuviera en la habitación con ellos. Solo se miran el uno al otro. Y
entonces fue cuando me di cuenta.
Maldita sea, quiero eso.

165
Capítulo 43

Caydon

Estoy extremadamente nervioso. Es posible que ella no aparezca.


Entonces todo lo que podré hacer es enfrentar el hecho de que nunca
podría haberme amado, para empezar.
Termina la fiesta de lástima, imbécil. Sabes que es real.
La pregunta es cuánto tiempo debo esperar por ella. ¿Quince
minutos? ¿Treinta? ¿Cuánto tiempo es demasiado?
Esperar una eternidad no sería suficiente, estúpido.
Los coches pasan, Las personas van y vienen. Mi teléfono suena.
Rápidamente miro el mensaje y comienzo a sonreír. El plan B está en
funcionamiento.
Gracias, Jesús.
Frenéticamente, escaneo la zona. No la veo de inmediato. Pero
cuando finalmente lo hago, dejo escapar un suspiro de exasperación.
Estamos de buena racha.
166
Como era mi intención, ella toma su lugar en el lado de la calle en
donde todo comenzó. Me quedo, por el momento, en el lugar donde se
supone que debo estar.
Traje a Reece de vuelta a nuestra vieja escuela primaria. Quiero la
oportunidad de revivir algunos pocos minutos. Solo esta vez, anhelo
hacer las cosas diferentes. De la manera correcta.
La miro fijamente. Ella me devuelve la mirada.
Cuando era niño, todo lo que hice fue mirar a Reece. Ya no soy un
niño. Tengo la intención de hacer lo que debería haber hecho hace diez
años.
Es una calle muy transitada. Los micros y autos aceleran sin tener
en cuenta mi seguridad. Podría morir llegando a ella, pero sabrá que lo
intenté.
Esquivo los autos ilesos. Solo unos pocos imbéciles no reducen la
velocidad. ¡Menos mal! Esa no es siquiera la parte difícil.
Eso es. De pie frente a una temblorosa Reece, tomo sus manos en
las mías. Sus ojos están grandes y se ve insegura de si incluso debería
estar aquí. Miro hacia nuestras manos entrelazadas. Froto los pulgares
sobre sus dedos. —¿Ves nuestras manos? Están juntas. Y eso es lo que
quiero para nosotros que estemos. Juntos.
—Caydon…
No lo hagas.
La interrumpo. —Escúchame. Y entonces, si decides que quieres
irte, te dejaré libre.
Danos una oportunidad.
Ella me da el visto bueno, por lo que empiezo. —Fui tu primer amor,
como tú fuiste el mío. Quiero que seas mi último amor. —Exhalo
lentamente tratando de obtener control sobre lo que quiero decir—.
Alguien me dijo una vez que el destino controla quien entra en tu vida.
Olvidé como sigue, pero sé que ellos dicen que tú tienes el control de
quién sale de tu vida. —La suelto y paso mis dedos por mi cabello—. Este
soy yo… de pie ante ti… diciéndote que te quiero en mi vida. Así que te
traje de vuelta a donde sentí por primera vez que me enamoré de ti.
Reece toma mi rostro en sus manos e inclina su cabeza hacia mi
frente. Le beso el cabello rápidamente así puedo sacarlo todo. —El
destino nos ha juntado dos veces. Me temo que si no tomamos esta
segunda oportunidad, se enojará y nunca nos ofrecerá una nueva
oportunidad.
Ahora ella está llorando. No llores, por favor.
—Reece, nuestra historia comenzó aquí hace once años. Y tengo
una pregunta que hacerte. Antes de que respondas, esta pregunta me
167
dirá todo lo que necesito saber. —Contengo la respiración—. ¿Vendrás
aquí mañana y podremos ir a ese patio de recreo? —Señalo a la zona de
juegos al igual que lo hice cuando tenía diez años.
Reece mira el patio y luego a mí. Parece como si estuviese
congelada.
Estoy tan jodido. Fue una mala idea.
Mis esperanzas comienzan a caer. El pulso en mi garganta
comienza a palpitar. Cierro los ojos temiendo lo inevitable. Ella se ha dado
por vencida.
—No —afirma Reece rotundamente.
Whoomp! Ahí está. Rechazo.
Me alejo de ella para darle espacio. En cuestión de segundos, ella
cierra los puños en mi camisa y me da un tirón hacia ella. Sus labios
curvados en una sonrisa. —Mañana es demasiado tarde. Quiero ir ahora.
Jesús, pensé que habíamos terminado. Mi corazón late con fuerza.
El sudor de mi frente es visible.
Voy a tener que castigarla más tarde por hacerme pensar que me
iba a dejar de nuevo. Antes de que tenga la oportunidad de decir algo,
sus labios están en los míos.
La mantengo agarrada de su cintura, tirando de ella lo más cerca
que puedo a mi cuerpo. Ajeno al mundo que nos rodea, nuestras lenguas
entrelazadas moviéndose al unísono. Los autos resuenan sus bocinas en
apreciación al espectáculo que les estamos dando.
Finalmente, nos alejamos uno del otro tratando de recuperar el
aliento. —Te amo —le susurro.
—Te amo, también.
—No te decepcionaré.
—Gracias por luchar por los dos, Caydon. Si no hubieses tomado
las riendas, te habría perdido en este mundo tan solitario. —Sus ojos se
remontan a un lugar oscuro durante un segundo.
—Reece, tú luchaste. Yo solo te ofrecí opciones. Siempre he tenido
fe en nosotros. —Es verdad. No hay manera que el destino juntaría a dos
personas dos veces en una vida a no ser que ellos estuviesen destinados
a estar juntos.
—Vamos, te echo una carrera a los columpios —le digo—, a la
cuenta de tres… dos… uno. —Reece sale como un murciélago salido del
infierno. Tramposa.
Estoy sin aliento para el momento que la alcanzo. Frena cerca de
los columpio. Su cabeza asoma por encima de su hombro. —¿Qué te tomó
168
tanto tiempo?
—No juegas limpio. —Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura.
El sol se está poniendo y el tráfico en las calles comienza a ser
escaso. Todos los niños han abandonado el patio de recreo.
—¿Caydon? —Utiliza una voz suave.
—¿Si, bebé?
—No quiero jugar con los columpios.
Estoy un poco decepcionado. El punto de traerla aquí era hacer las
cosas que nunca tuvimos la oportunidad de hacer. —Bueno, ¿Qué
quieres hacer?
Reece apunta a una estructura con tubos entrelazados. —Quiero
jugar allí.
Una risa ronca escapa de mi garganta. Esta vez me muevo hacia el
tubo verde a la espera de Reece me alcance. Una vez que alcanzo el tubo,
la ayudo a alzarse en el interior. La sigo. No hay mucho espacio para
trabajar. Me acuesto permitiendo que Reece mueva su cuerpo sobre el
mío. —¿Qué ocurre luego? —pregunto con anticipación.
—Esto es cuando te digo que continúo asustada. Es una sensación
en la que tendré que trabajar. Dicho esto, el tiempo que estuve separada
de ti. —Su voz se quiebra—. Me mató.
—A mí también —admito.
Su boca se tuerce en una sonrisa triste. —Lamento haberte hecho
pasar un infierno. Estaba en un mal lugar Caydon. Tenía miedo de que
mi padre no lograra salir de ese maldito hospital.
—Viajaría a través de las profundidades del infierno con tal de que
me lleve de nuevo contigo. Quiero decir, lo haría. —Sueno cursi.
Jodidamente no me importa. Amo a esta chica. Y quiero que sepa que
todo lo que ella reparte, puedo aguantarlo.
Estoy bastante seguro que hay lágrimas de felicidad corriendo por
su rostro ahora. —¿Qué pasaría si te dijera que no soy digna?
—Entonces te diría que te equivocas. Y entonces te lo probaría.
—Su cuerpo cubre completamente el mío ahora. —Te amo Caydon.
Le doy una sonrisa de medio lado. —Me encanta cuando dices eso.
Siento su dulce aliento en mi rostro. —Te amo. Te amo. Te amo.
En lugar de decirle, le demuestro cuánto la amo. Mis manos se
mueven a la parte posterior de su cabeza y empujo su boca hacia la mía.
Mi lengua hace una violenta intrusión dentro de la suya, desesperado por
saborearla.
Después de unos segundos, ella se aleja. —Guau.
—No quiero parar —le digo.
169
Ella me da una sonrisa traviesa y un rápido beso. —Yo Tampoco.
—Solía pasar por esta zona de juegos con tristeza y pesar. Algo me
dice que lo que está por suceder va a cambiar mis sentimientos sobre
este lugar. —Me río.
—Puedes apostar tu culo a que sí. —Ella se quita a camisa
deslizándola sobre su cuerpo y tirándola por encima de su cabeza.
Mierda.
—¿Estás segura? Podemos ser atrapados. —Comienzo a ponerme
nervioso.
—Bueno, será mejor que te desnudes rápido. Vamos a hacer
recuerdos, Caydon… comenzando ahora. —Ella está siendo convincente
y eso jodidamente me calienta.
Sí, no tengo otra opción. En cuestión de segundos, nuestras ropas
están fuera y estoy dentro de ella. Esto no va a tomar mucho tiempo
porque es jodidamente caliente.
Pero es más que eso. Es el amor que siento por Reece, ella es
perfecta. Cicatrices… miedos… todo de ella.
A medida de que mi cuerpo se mueve en su interior, me siento
conectado a ella. Y quiero esto para siempre. La conexión. La sensación
de que somos uno.
Llegamos juntos como pretendía. Es algo más que el clímax sexual.
Es el final y el inicio de nuevos momentos y recuerdos.
Nos acostamos juntos jadeando y sudorosos. Me quito el cabello de
la frente y susurro:
—Para siempre.
—Sí, para siempre.

Fin.

170
Reckless (Reckless #2)

Nadie nunca te enseña sobre el amor, de sus consecuencias y de la


oscuridad que puede traer. Mi corazón está roto y estoy profundamente
171
perdido en la depresión y confusión.
Este tipo de dolor viene de la profundidad del corazón, cuando más
duele, cuando estás tan enamorado y luego se rompe.
Me dije a mi mismo una y otra vez que Caydon, mi mejor amigo,
nunca haría un movimiento sobre Hannah.
Nunca esperé la traición.
Perdón, dice. Perdonar setenta veces siete. ¿Perdonar a mi mejor
amigo… a mi hermano por lo que ha hecho?
No debería haber límites sobre cuantas veces perdonas una
persona.
¿En serio?
¿Entonces por qué quiero matar a Caydon como solo un mejor
amigo podría?
Ser herido por alguien que amas es intenso, y la ira que viene con
ello es intensa.
Dicen que no puedes odiar a alguien a menos que lo hayas amado
primero.
Debe haber sido amor porque el odio que siento está
consumiéndome.
Estas dos emociones completamente diferentes mezclándose en
una, está confundiendo el infierno fuera de mí.
Cada vez que pienso en Hannah me siento traicionado. Cada vez
que pienso en Caydon siento odio. Pero de algún modo… los amo a
muerte.

172
Sobre la Autora

173

Guau... es todo lo que una chica puede decir. En julio del 2013
decidí publicar en una pequeña historia llamada Save.
Yo no sabía lo que iba a ocurrir a continuación. Empecé a tener
críticas... cartas de admiradoras... solicitudes de amistad en Facebook y
Twitter.
Decir que estaba desconcertada es un eufemismo.
Estoy tan conmovida por la respuesta acogedora. Más que nada,
me siento halagada por el pensamiento de que... sí... ustedes han
descargado mi trabajo y les gustó.
Claro, no puedo complacer a todos.
Dicho esto, el hecho de que les haya gustado mi historia/historias
significa mucho más para mí.
Me gustaría poder pasar el rato con todos y cada uno de ustedes y
hacer que entiendan todo lo que esto significa para mí.
Por ahora... Voy a decir “Gracias”.
Y, yo haré todo lo posible para seguir haciendo libros, mientras
ustedes sigan leyéndolos.
Con amor, Ella.
174

También podría gustarte