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Ariel Guiance
CoNicET, U n iv e r s id a d d e B u e n o s A ires
1 María Teresa Herrera (ed.), Historia de los Reyes Magos. M anuscrito 2037 de la Biblio
teca de la U niversidad de Salamanca, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1993. Una bre
ve historia acerca de este manuscrito puede verse en el estudio que antecede a esta edi
ción, pp. 13-14.
trascendencia que tuvieron estos personajes no guarda relación con esa
sucinta mención. Sin lugar a dudas, dicha trascendencia tiene su res
puesta, en primer lugar, en "el deseo de completar la narración nodal de
lo sagrado encarnado, la del Evangelio. Así se constituye un ciclo de le
yendas subsidiarias al silencio o a las lagunas de la Escritura".2Por otro
lado, los Reyes Magos también servirían para "manifestar el misterio de
la Encamación y designar al Niño Jesús, desde su nacimiento, como
dios y rey".3En efecto, el episodio de los Magos es una clara demostra
ción del carácter divino que se atribuía al recién nacido. Tal demos
tración -a juicio de Jean-Pierre Albert- tiene un matiz singular: "los Re
yes Magos son el espejo de la realeza de Cristo. Pero la relación que se
establece entre ellos y el Niño-Rey no es exclusivamente especular. Su
forma inmediata es la del don".4Así, los regalos que ellos entregan a Je
sús cumplen, por una parte, una función reveladora de la magnificencia
del personaje al que se adora y, por la otra, profetizan la misión celestial
que le estaba reservada al Hijo de Dios.
La necesidad de exaltar ese reconocimiento humano de la divinidad
de Cristo -y la demanda de milagros vinculados a los primeros años de
vida de Jesús- se visualiza claramente en los evangelios apócrifos. Cin
co de ellos hacen referencia a la visita de los Reyes Magos: el Protoevan-
gelio de Santiago -de manera muy escueta-, el Líber de infantia Salvatoris,
el Evangelio árabe de la infancia, el Evangelio del Pseudo Mateo y el Evangelio
armenio de la infancia.5 En el caso de los tres primeros, no figura dato al
guno que nos indique el número o la condición de estos personajes, a
quienes se cita simplemente como los "magos". Recordemos que la tra
dición oriental hablará de doce magos, en tanto la occidental indicará
2 Alain Boureau, L'événement sans fin. Récit et christianisme au M oyen Age, Pans, Les
Belles Lettres, 1993, p. 22.
3 Jean-Pierre Albert, Odeurs de sainteté. La mythologie chrétienne des aromates, Pans,
Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, 1990, p. 208.
4îbid., p. 209.
5 A excepción de los evangelios de la infancia, sigo la edición de Aurelio de Santos
Otero, Los evangelios apócrifos, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1979. En lo que
respecta los primeros, véase la edición de P. Peeters, Evangiles apocryphes, i l - L'Evangile de
l'Enfance, rédactions syriaques, arabe et arméniennes, Pans, Picard, 1914.
que sólo eran tres. Este número aparece en el Evangelio del Pseudo Mateo
y en el Evangelio armenio. Este último, además, señala el nombre y paren
tesco de estos fabulosos seres: eran los hermanos Melkon, rey de los per
sas; Baltasar, monarca de los indios; y Gaspar, soberano de los árabes.
Esta misma fuente, como vemos, individualiza a los magos como reyes
-cosa que tampoco figura en los otros apócrifos-, resaltando ese carác
ter revelador que antes indicáramos -el Rey de reyes adorado por re
yes-. Por último, se menciona que los Magos estaban reunidos en Per
sia, ya que este reino "dominaba sobre todos los reyes de Oriente por su
poder y sus victorias". A ese lugar, por ende, acudiría el ángel del Señor
para anunciar a estos personajes la llegada del recién nacido e instar a
los Magos a iniciar su viaje.
Por su parte, los primeros Padres de la Iglesia debatieron largamen
te en tomo a la figura de los Magos. En particular, su relación con la
estrella que les reveló el nacimiento de Cristo fue el punto más impug
nado, ya que -de aceptar literalmente las palabras de Mateo- ello impli
caba el reconocimiento de la capacidad astrológica de los Reyes Magos.
Entre los textos que se ocuparon del tema y que fueron largamente uti
lizados a lo largo de la Edad Media, se cuenta la sexta homilía de san
Juan Crisostomo sobre el evangelio de san Mateo.6En ella, el santo su
giere que "la estrella apareció a los Magos como una reflexión acerca de
los judíos, quienes habían rechazado profeta tras profeta, puesto que la
aparición de una simple estrella fue suficiente para llevar a los bárbaros
Magos a los pies de Cristo".7Por su parte, Dios quiso ayudar a los Ma
gos enviándoles un signo que, en su carácter de astrólogos, les era
familiar. Pese a que este último dato "pone [a Crisostomo] peligrosa
mente cerca de admitir, de manera tácita, [...] que las estrellas son sig
nos del futuro [...] [el mismo santo] niega esto abiertamente [...] aunque
no puede desembarazar su subconsciente de esta idea".8
9 Ibid., p. 476.
10 Ibid., p. 518.
La historia de los M a gos en la literatura castellana
11Edidón en la Biblioteca de autores españoles, t. l v ii, pp. 319-321. Reeditado por Gui
llermo Díaz-Plaja en su Antología mayor de la literatura española. /.- Edad M edia (siglos x-xv),
Barcelona, Labor, 1969, pp. 115-16 -a esta segunda edición haremos referencia en las citas
siguientes-.
12Ibid., p. 115.
13Para la definición de esta categoría véase Albert, op. á t., p. 173 y ss. Me he ocupa
do de este asunto en mi artículo -al que me permito remitir-, '"Mucha sangrue vertyda':
la sangre en el pensamiento castellano del siglo xin", Temas M edievales, 3 (1993), 205-222.
mano será Gestas-. La historia ha sido tomada, indudablemente, de uno
de los apócrifos, el Evangelio árabe de la infancia. Allí se cuentan, por un
lado, varias curaciones de niños leprosos y agonizantes que se reponen
tras haber sido bañados con el agua en que se había lavado a Cristo. Por
otra parte, también figura un pasaje en el que la Sagrada Familia es
apresada por unos ladrones. Uno de ellos, Tito, solicita a su compañero,
Dúmaco, que libere a Jesús y los suyos -entregándole a cambio una faja
que llevaba en la cintura-. Tras esto, el propio Cristo hace saber a su ma
dre que esos dos ladrones serían crucificados con él treinta años des
pués y que Tito estaría a su derecha, en tanto Dúmaco a su izquierda.
Tras esta referencia temprana -a la que podrían sumarse otras-, pa
semos ahora al texto que nos ocupa. Tal como ha sido indicado, no
conocemos al autor de la Historia de los Reyes Magos. Podemos suponer,
sin embargo, algunos datos acerca de su personalidad y de la fecha en
que redactó su obra. En este último sentido, elementos significativos
son la mención de los reyes Fernando e Isabel y del tribunal de la Santa
Inquisición, indicios que nos ubican en las dos últimas décadas del siglo
xv.14Más concretamente, al referirse a los errores de los judíos, el trata
dista señala que éstos "non miran con su ceguedad, que ay oy mili e
quatro Rentos e nouenta años qu'el [Cristo] nagió".15Por su parte, en lo
que respecta al primer punto, María Teresa Herrera ha supuesto que el
autor del libro debía ser un judío converso, deseoso de demostrar su
ortodoxia.16Algunos de los elementos que, a juicio de la editora, corro
boran esta suposición son la gran cantidad de citas del Antiguo Testa
mento que figuran en el relato -sobre todo, de carácter mesiánico-, una
cierta influencia rabínica en lo que respecta al cálculo numerológico que
figura en el texto y varios pasajes del mismo en los que -como ya vere
mos- aparece Satanás tentando a los Magos, tentaciones que "son las
mismas que el alma judía sentía a la hora de su conversión".17
Ahora bien, pese a que puede compartirse que el autor de la narra
ción haya sido un converso o alguien vinculado al ambiente judío -ya
L a CONDENA AL JUDAÍSMO
aquellos pastores judios eran, y en la misma ora fueron a Belén [...] Y quan-
do los pastores fueron a Bethlem dizen que fallaron a Santa María virgen y
a Josep e a Jhesucristo rrecién nacido, enbuelto en pobres paños y echado
en vn pesebre [...] Asy es que los judios non pueden con verdad negar que
non fueron sabidores del nasgimiento del verdadero Mexias [...] que los
pastores dixeron que los ángeles gelo auían dicho.18
non pueden con verdad negar [a Cristo] diziendo: non sopimos qu'el
Mexías que Dios prometió en la ley es venido. Pues claramente paresge su
falsedad que, o ellos niegan a los santos profetas, que en virtud de Dios y
en su boz profetizaron o los otorgan. Sy los niegan, meresgen pena de
hereges y sy non los niegan y los otorgan porqué pues desconosgen al ver
dadero rrey Mexías [...]19
todos los acontecimientos que a su venida fueron puestos que es maior di
ferencia de cuento que non faltar de correr aquellos quarenta años que fue
antes su venida en la qual se conplió todo el bien que estaua prometido al
mundo y que desde entonces acá non ovo más profetas ni visyones ni pro
fecías como lo certificó el ángel a Daniel.
Por cierto, todo este tipo de cálculo era común en la literatura caste
llana medieval, tanto cristiana como judía. De hecho, una disquisición
similar -verificando también esos cuatrocientos noventa años del calen
dario hebreo- la llevó a cabo san Jerónimo (una de las fuentes del autor)
en sus Comentarii in Danielem (m, 9). Por lo demás, la determinación y
comprobación de fechas se vinculaban, entre otras cosas, con las espe
ranzas mesiánicas y apocalípticas, vigentes en todos los tiempos.20A jui
cio del autor, dicha comprobación temporal está suficientemente verifi
cada en lo que respecta a la venida de Cristo, con lo cual la condena de
los judíos y demás herejes es absoluta.
Ahora bien, dicha condena no era igual para las dos categorías
recién mencionadas de opositores de la fe. Judíos y herejes pecaban de
distinta manera: si los hebreos lo hacían por obstinación, mantenién
dose "giegos y fuera de la luz verdadera", los herejes -término que alu
de, principalmente, a los judíos convertidos que luego volvieron a su
antigua religión- pecaban blasfemando contra el Señor. Con estas pala
bras, el autor se aproxima notablemente a lo que sostenía otro tratadista
del siglo xv castellano, el también converso Alonso de Cartagena. Este
último indicaba, en su Defensorium Unitatis Christianae, que los hebreos
"con razón pueden ser llamados ciegos, pertinaces, tercos, malvados e
impíos pero no apóstatas o herejes, pues entre infieles y apóstatas o
22 Historia, p. 24.
23Jerónimo, Comentarii in Danielem, i, 2. Idéntica referencia aparece en otra fuente ci
tada por el autor castellano, la Historia scholastica de Pedro Comestor: "quos enim Graeci
philosophos, Persae magos appellant" -Patrología Latina, cxcvm, col. 1541—.Sobre el de
sarrollo de esta idea en Alberto Magno y Tomás de Aquino, véase Thomdike, op. cit., II,
p. 553 y ss. y 611 y ss., respectivamente. Desde un punto de vista más general, Jean-Clau-
de Schmitt, "Les 'superstitions'", en Jacques Le Goff (dir.), Histoire de la France religieuse.
/.- Des dieux de la Gaule a la papauté d'Avignon, París, Seuil, 1988, p. 485.
24En el pensamiento del citado Alonso de Cartagena, la anunciación a las pastores y
el arribo de los Magos también tiene un sentido propio, no de relevancia personal -como
en nuestra fuente- sino de realización temporal. Así, se indica que Cristo quiso estable
cer -entre judíos y gentiles- un orden en lo referente a la adoración de Su persona: "por
medio de los pastores se representan a los apóstoles y a aquellos judíos que en aquel en
tonces creyeron y a los que se les manifestó la fe de Cristo en primer lugar [...]; la fe llegó,
en segundo lugar, a la plenitud de las gentes [en referencia a los Magos]; la fe habría de
recibir, en tercer lugar, la plenitud de los judíos [...] Así pues, las primicias del pueblo is
raelita figuradas en los pastores se anticiparon a las primicias de los gentiles en la recep
ción de la fe católica, mas la plenitud de las gentes representada por los Magos se an
ticipó a la plenitud israelita en la fe" -Verdín-Díaz, op. cit., p. 182-.
Así, los Magos "ouieron conosgimiento que en la estrella paresia gran
des y marauillosos secretos de sygnificagiones que suelen denotar de las
cometas en las quales segund rregla de astrólogos suelen sygnificar
alguno de tress misterios l..]" 25 Tales misterios guardaban un paralelo
con la Santísima Trinidad y simbolizaban la gran "admiración o ma-
rauillamiento de gentes, mouimientos de grandes huestes, grand derra
mamiento de sangres". Este último significado aludía, claro está, a la ma
tanza de los Inocentes, episodio que permite al narrador desarrollar una
semblanza de la figura de Herodes y de los pecados de la monarquía.
Ajuicio de aquél, el citado monarca había caído en cuatro errores: la
soberbia, "de non querer que ninguno fuese su ygual, quando más que
rregelaua que fuese mayor";26 la envidia, "de oyr dezir qu'el rrey por
quien preguntaua era rrey de Ysrael"; la ira, "para le cobdigiar matar";
y la avaricia, "pensó que sy non le podiese matar que con el poder que
él tenía se tomaría el rreyno". Como vemos, se trata de un auténtico re
pertorio de pecados capitales, doblemente graves dado que quien los
comete es el rector de la sociedad. Así, Herodes "mandó matar todos
los niños de aquellas partidas donde morieron giento e quarenta e qua-
tro mili niños".27
Tras esta introducción, el autor desarrolla lo que, sin dudas, es la
parte más significativa de su obra: un relato acerca de las tentaciones
que Satanás hizo a cada uno de los Reyes Magos, instándolos a aban
donar su propósito. El primero en caer en tales argucias fue Gaspar, a
quien el diablo se le presentó como "gran sabio filósofo o ansy mágico
commo él". La magia, una vez más, no es condenada sino que se la si
gue interpretando según la acepción caldea del término. La cuestión
que el diablo presenta a Gaspar es cómo, siendo Dios encarnado, Cristo
podía llorar: "porque yo sé que el que es nasgido [...] es vn niño que na-
£ió llorando lo qual seyendo él Dios lo ha escusado, que llorar non es
28Historia..., p. 26.
29 Tal es el subtítulo del libro de Albert, citado en nota 3.
30 Ibid., p. 172.
31 Historia, p. 27.
32 Jacques Le Goff, "Une enquête sur le rire", Annales ( h s s ), 1997,449-55 (la cita co
rresponde a la p. 450).
mo- constituyó uno de los puntos claves de la literatura castellana de
fines del siglo xv.33
Tras Gaspar, el diablo se dirige a Melchor, esta vez bajo la aparien
cia de un médico. En este caso, Satanás sugiere que, a su juicio, Cristo
"non es más onbre commo otro onbre. E verlo has porque él ha andado
encerrado nueve meses en el vientre de vna muger y allí ha seydo no-
drido de sangre o de su substancia y agora nasgido será con leche [...]//34
Aparece aquí el elemento simbolizador de Jesús por excelencia: la san
gre. En este caso, más que de la sangre divina que se derramará en la
Pasión -sangre que las leyendas medievales suponían perfumada y
recogida en el Santo Grial-,35 se trata de la sangre menstrual, corrupta
y reveladora de la debilidad humana. Rechazada por las tradiciones ve-
terotestamentarias, la sangre femenina es impura y, por lo mismo, total
mente contraria a la naturaleza de Cristo.36 Sin embargo, esta sangre
femenina no es común sino que tiene un carácter particular: proviene de
un ser perfectamente puro como es la Virgen María. Dentro de la litera
tura castellana del siglo xv, ella "era el único ser humano concebido sin
pecado".37 En términos del autor del tratado, "que en muchas fenbras
syn cuento ay varón metido mas non cercado commo fue este varón en
el vientre d'esta doncella seyendo virgen [...J"38 Por lo demás, al igual
que la sangre, la leche -que tradicionalmente fue entendida como "san
gre blanqueada, sangre menstrual que ha dejado de manar durante el
embarazo y se ha dirigido hacia los senos de las mujeres encintas"-39
también tenía un matiz de corrupción. Sin embargo, Melchor responde
a Satanás que "la sangre de aquel entero vientre y la leche de aquella
51 Historia, p. 34.
52 Ibid., p. 36. Trece días "super dromedarios" es el lapso que también señala la
Historia scholastica de Pedro Comestor.
El primero en hablar es Melchor quien, entregando a la Virgen "una
copa de oro llena de en^ienso que a Dios eterno pertenesge tal semidio
en señal de ofrenda espiritual", declara solemnemente la virginidad de
María. Recordemos que la tradición de este y los otros dones ya está
contenida en el Evangelio armenio de la infancia, que la retoma del lla
mado Libro de la caverna de los tesoros, la narración oriental más antigua
acerca de la historia de los Magos.53Según dicha tradición, los tres rega
los que los Magos hicieron al Niño Jesús fueron los dones que Adán
llevó a la "caverna de los tesoros" después de su expulsión del Edén. Ta
les obsequios fueron transmitidos de padres a hijos desde entonces
hasta que los Magos los entregaron a Jesús. Así, a través de dichos rega
los, se "cierra el tiempo doloroso de la separación", identificando a
Jesús como un nuevo Adán.54 El citado Evangelio armenio agrega que,
junto a esos presentes, Melchor hizo entrega de un texto que Dios le
había dado a Adán al expulsarlo del Paraíso terrenal -el llamado Libro
de Set -, en el que se leía que "en el año seis mil, el día sexto de la semana
(que es el mismo en que te creé) y a la hora sexta, enviaré a mi Hijo
unigénito [...]"
La ofrenda de los demás dones continúa, en el texto castellano, con
la misma vocación profètica que señalamos. Así, Gaspar hace entrega de
una "caxa de oro llena de mirra", que interpreta -apelando como siem
pre a los comentarios de los profetas bíblicos- en el sentido de que "tu
santísima carne humana ha de ser atormentada y muerta y que tu pre
cioso cuerpo será guardado de toda corrubgión en el sepulcro donde
estará junto con tu alta diuinidad".55Baltasar, por su parte, da al Niño
una "caxa llena de oro diziendo Con las sygnificaciones de mi ofrenda
demuestro criatura diuinal la alteza e pureza de tu magestad que tú eres
rrey perpetuo".56 Por último, los tres reyes anuncian en conjunto que
Cristo sería crucificado -"y desde allí él comentará a hedificar su santa
casa y será llamada santa madre yglesia"-,57que reconocen al recién na
vn notable varón en memoria del apóstol [...] que en lo spiritual los ynstru-
yesse, al qual commo a Santo Padre obedes<;iesen en todo. Y vno muerto
otro elegían perpetuamente [...] [A fin de seguir con el ejemplo de los Reyes
Magos], toda la gente de aquellas tierras a enxemplo de sus vidas quedaron
ansy do trinados [...] que otro muy noble e virtuoso varón eligieron que
también en lo tenporal commo en lo spiritual los rrigiese y gouernase y
fuese soberano de todos syn tener nonbre de rrey nin de enperador mas llá
mase prete Juan [...]