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Etimología de «Arequipa»

Una tradición cuenta que el inca Mayta Cápac recibió una petición de sus súbditos al llegar al
valle del Chili. Estos le solicitaban el permiso de quedarse en la comarca para poblarla, pues
quedaron maravillados por la belleza del paisaje y la suavidad del clima. El inca respondió Ari
qipay (en quechua: Sí, quedaos); ésta fue la etimología que utilizó el padre Calancha y que fue
traducida por J. Ignacio Gamio.24

Otra versión del origen del nombre de la ciudad es la del padre Blas Valera y la del Inca
Garcilaso de la Vega que sostiene que el origen del antiguo nombre proviene de una antigua
voz aimara, «ari qquepan», debido a que los nativos llamaban así a un caracol marino cuya
concha usaban a «guisa de trompa bélica» y que en castellano significa «trompeta sonora».25

Otra etimología, expuesta por el quechuólogo cusqueño Juan de la Cruz Salas y Sánchez y el
historiador Ernst Middendorf,26 toma en cuenta el hecho que la región recibió un intenso
poblamiento de colonias de origen altiplánico y que el nombre proviene de la expresión aimara
«ari qhipaya» o «ariq qipa», de «ari» (agudo, filoso o puntiagudo) y «qhipaya» (detrás), que
significaría «detrás del pico», haciendo referencia al cono volcánico del Misti, que domina el
horizonte arequipeño.

Nombres y titulaciones

Arequipa fue una de las ciudades del Virreinato del Perú que recibió más intensos halagos.27
Entre las diferentes frases elogiosas encontradas en la literatura para con la ciudad se
encuentra una en la obra «La Galatea» del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra,
donde se menciona que el poeta español Diego Martínez de Rivera, al encontrarse en tierra
arequipeña, se hace referencia a la ciudad27 con la frase «En Arequipa, eterna primavera».28

Asimismo resalta manifiestamente las varias distinciones que mereció sucesivamente por
parte de la Corona Española, que concedió los títulos de Ciudad, Escudo de Armas, Muy Noble
y Muy Leal, Fidelísima, y el tratamiento de Excelencia.29

Fidelísima

Un aspecto que distinguía a Arequipa de otras localidades del Perú, y de Lima en especial, fue
la explícita adhesión pública de las clases gobernantes y dirigentes de la ciudad a la Corona
Española durante los siglos xvi y xvii. En el siglo xviii, al producirse los diferentes movimientos y
rebeliones indígenas y mestizas, Arequipa conservó un equilibrio político y seguimiento
cerrado de las directrices provenientes de los reyes de España fenómeno denominado
«fidelismo» que tuvo como notable defensores a Francisco de Paula Quiroz, Mariano de
Rivero, Nicólas Fernández, y José Miguel de Lastarria.30 En el levantamiento de Túpac Amaru II
se enfrenta la ciudad con una columna de tropas que armó a su costa, y ayudó a destruir el
asedio de la ciudad La Paz,31 lo que le vale el calificativo de «Provincia Restauradora de las del
Collao». Por estos servicios el Rey Carlos IV, expide una Real Cédula en la ciudad de San
Lorenzo el 5 de diciembre de 1805 en la que ordena se la llame e intitule Fidelísima.32

Excelencia

Por Real Cédula expedida en la ciudad de Madrid, el 16 de noviembre de 1818, se concede a la


ciudad el tratamiento de «Excelencia» a su Cabildo. Dicha distinción es concedida en atención
a los informes presentados por don Hipólito Unanue, diputado de la provincia de Arequipa, y
por el Ayuntamiento de dicha ciudad, sobre la participación de Arequipa en defensa de la
causa real cuando se produce el levantamiento de la ciudad de La Paz en 1809.32

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