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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

ASIGNATURA:

Análisis de conducta

PARTICIPANTES:

FACILITADOR:

LUGAR:

Prov. María Trinidad Sánchez, Nagua, Rep. Dom.

Introducción
La modificación de conducta tiene como objetivo promover el cambio a través
de técnicas de intervención psicológicas para mejorar el comportamiento de las
personas, de forma que desarrollen sus potencialidades y las oportunidades
disponibles en su medio, optimicen su ambiente, y adopten actitudes
valoraciones y conductas útiles para adaptarse a lo que no puede cambiarse. El
área de la modificación de conducta es el diseño y aplicación de métodos de
intervención psicológicas que permitan el control de la conducta para producir
el bienestar, la satisfacción y la competencia personal.

Seleccionar un niño o una niña, para realizar con el/ella una


historia clínica,   observación de conducta, observación de  modificación de
conducta  que podría tener manifestaciones de conductas anormal. Deben
registrar la misma desde el inicio hasta el final y hacer las recomendaciones
pertinentes, para que se lleve a cabo dicha modificación con efectividad.
Presentación del caso

Este es el caso de la madre de Juan (nombre figurado), niño de 6,5 años cuando
llegaron a consulta. La madre estaba emocionalmente rota. En aquellos
momentos eran frecuentes los insultos graves hacia ella (“hija de puta”) y una
constante manipulación afectiva poniéndola a prueba a cada momento. Así era
frecuente que en determinadas situaciones sociales (aniversarios, encuentros
padres, actividades varias) su hijo la insultara o vejara en público con
verbalizaciones como “Vete de aquí” “No te quiero ver”. La madre además
había tenido que soportar los inevitables comentarios de terceras personas al
respecto de la educación de algunos niños lo que aún hacia estar más insegura
en cualquier situación con su hijo.
Las relaciones en casa con la madre eran muy complicadas con episodios
frecuentes de desobediencia y desafío a su autoridad. Con el padre estas
situaciones eran de menor intensidad, si bien, era la madre quien pasaba la
mayor parte del tiempo con Juan.
Juan, pese a ser hijo único, parecía alternar una gran necesidad de atención y
afecto por parte de su madre (preguntarle constantemente si le quería,
interrumpir conversaciones con otras personas, celos del padre, etc.) y al mismo
tiempo iban produciéndose episodios de menosprecio y agresividad verbal. En
algunos momentos, especialmente si la madre era capaz de mantener la calma,
los menosprecios podían volverse hacia el mismo, victimizándose de que era
“muy malo” “se le iba la cabeza” o “tengo ideas de bombero…”La madre solía
responder ante estas conductas con un gran temor e inseguridad hasta el punto
de ver a su hijo como un problema para su propia estabilidad emocional y
manifestaba haber perdido el amor de madre, llegando a odiar el período
vacacional porque suponía estar más tiempo con su hijo.

Era evidente que la familia estaba desbordada y necesitaban ayuda psicológica


para cambiar todo este panorama.
En el colegio se habían empezado a producir algunas conductas impulsivas
(pegar a algún compañero) por lo que había sido castigado. A Juan no le
gustaba contar estos episodios en casa y cuando lo hacía solía victimizarse (“no
me puedo controlar”, “todos los niños me van a odiar”).
Algunos antecedentes de interés:

Juan pertenece a una familia normal de clase media acomodada y nivel de


estudios universitario. La familia nuclear está compuesta por los padres y Juan.
Viven en el centro de la ciudad en un amplio piso. Ambos padres trabajaban en
el momento de la evaluación del caso.

Ho hay ningún otro factor de riesgo informado por la familia.


El padre obedecía a un perfil bastante rígido e impulsivo y el niño de pequeño
había presenciado ciertos episodios hostiles (verbales) del padre hacia la madre.
Estos episodios aumentaron a raíz de que el padre sufriera un accidente de
coche y estuviera dos meses reposando en casa. Esto había deteriorado las
relaciones de la pareja hasta el punto que se planteó por parte de la madre una
posible separación que no se produjo. Cuando llegaron a consulta el padre
estaba totalmente implicado en encontrar ayuda para corregir los
comportamientos de Juan, especialmente con su madre.

4- Historia evolutiva

Nacido de parto natural pero con ayuda de fórceps. Primeras palabras a los 14-
15 meses. Empezó a andar al año y medio. Percentiles de peso y talla siempre
por encima de su edad. No hay enfermedades relevantes ni ningún tipo de
intervención o accidente. Control de esfínter nocturno no asumido hasta los 6
años. Alergia a algunos alimentos (algunos tipos de fruta).
Cuidadores habituales los padres hasta los 7 meses que empezó en la guardería.

Juan tiene cierta torpeza motriz.

Patrón de sueño bastante normalizado si bien hay días que parece muy inquieto
con despertares nocturnos.
Los primeros informes escolares (P-4, P-5) determinan una buena adaptación a
la escuela y la consecución sin ningún tipo de problema de los objetivos de
aprendizaje. Actualmente está en el ciclo de Primaria y no hay ningún tipo de
problema o retraso en su aprendizaje.

Los padres definen a Juan como desafiante e impulsivo (primero hace, luego
piensa). A nivel emocional como muy sensible y baja autoestima, si bien, puede
mostrarse también alegre en muchas ocasiones.

5- Plan de Evaluación

Tras la recogida de datos en entrevista personal a la familia y efectuado el


cuestionario evolutivo, nos planteamos evaluar el nivel de inteligencia y obtener
el perfil cognitivo. Aunque, en principio, no teníamos problemas de aprendizaje,
sí creíamos necesario determinar su CI y observar su patrón de funcionamiento
durante las pruebas estructuradas. Escogimos por edad el WPPSI-III. Aunque se
trata básicamente de un test de inteligencia nos permite observar a través de la
ejecución del niño, la posible presencia de déficit de atención, impulsividad y/o
hiperactividad. Estos factores también fueron evaluados mediante los criterios
diagnósticos recogidos en el DSM-IV y posteriores.

Complementamos la recogida de información con el BASC (Padres) y


aplicamos diferentes test proyectivos (familia, árbol, casa). También el Test de
Bender y el A-EP (autoestima).

6- Resultados evaluación

Los resultados con esta prueba determinan un elevado CI Total (120) lo que lo
sitúa en una franja superior respecto a su grupo normativo. No hay diferencias
significativas interescalas aunque sí intra escalas (en Cubos p.e.=7 y Conceptos
p.e.=16, dentro de la escala Manipulativa). La mala puntuación en Cubos se
explica en parte por una alta precipitación e impulsividad. También por una
tendencia a rotar las diferentes figuras. Al ver sus dificultades en la ubicación en
el espacio pasamos a comprobar su lateralidad, mostrando una lateralidad
cruzada (diestro de mano y pie pero con dominancia ocular izquierda). Es muy
habitual encontrar niños del colectivo TDAH o con impulsividad elevada
presentando mala lateralización o lateralidad cruzada.
Pese a ser precipitado en su ejecución, Juan puntúa alto en Velocidad de
Procesamiento (p.e.=15 en Bs y Cl.) con un CI en esta escala de 130. De hecho
se tomó la prueba como un reto y no paró de dar golpes con el pie al suelo
mientras duró la prueba.

Destacar también la buena ejecución, dentro de la Escala Manipulativa, en


Matrices y Conceptos (p.e.=15 y 16 respectivamente). Juan es capaz de
relacionar la información visual y ordenarla según categorías lógicas con un
nivel significativamente más alto que lo esperado por su edad.
En definitiva, Juan tiene un buen potencial de aprendizaje, no obstante tiene
algunas dificultades para situarse en las coordenadas espaciales y esto puede
acarrearle ciertas dificultades en las tareas de coordinación viso motriz como la
escritura. De hecho en el Test de Bender presentó muchas dificultades con mala
distribución de los elementos, rotaciones, distorsiones y elementos mal
integrados. Curiosamente el tamaño de los diferentes dibujos era pequeño
respecto a la muestra, lo cual no era esperable en un niño impulsivo
caracterizado, en general, por el agrandamiento de las formas. Esto podría
explicarse por el hecho de que Juan intentó hacerlo bien y para ello le era más
fácil controlar una representación de figura pequeña que no hacerlas más
grandes. Contrariamente en el dibujo libre, Juan se expresaba utilizando todo el
espacio.
En los test proyectivos, Juan presentó unos dibujos muy desestructurados donde
abundaban líneas expansivas sin finalidad aparente, también elementos extraños
y violentos (guerra, peleas, etc.).

En el BASC aparecían como elementos clínicamente relevantes la Agresividad


(T=78); Problemas de Conducta (T=72); Depresión (T=83). Las escalas de
control estaban dentro de la normalidad. Estas escalas, basadas en información
proporcionada por los padres, ponían en evidencia la presencia conjunta de
manifestaciones conductuales (agresividad) pero también emocionales (celos,
conductas de victimización, desesperanza: “no puedo cambiar”, “soy malo”…).
En la escala AE-P (Autoestima) obtuvo un percentil de 64 y, por tanto, según
esta prueba, Juan no estaría en un nivel bajo de autoestima, si bien, suele
suceder con los niños (especialmente los más listos) que tengan una tendencia a
sesgar las respuestas en el sentido de la deseabilidad social y respondiendo más
conforme a lo que ellos saben que tienen que hacer que no a lo que realmente
sienten o hacen. Juan, muchas veces, se negaba a hablar de lo que le pasaba o de
lo que había hecho, especialmente con su madre. Podríamos decir que había una
especie de recelo y necesidad de guardar los hechos de los que era consciente de
que eran negativos y podían dañar su imagen. Frecuentemente alegaba que
formaba parte de un secreto con su madre y no quería traicionarla.

Evidentemente Juan sabía manipular muy bien los hechos para parecer más
normalizado.
Curiosamente en el colegio parecía controlarse, si bien pronto empezaron a
aparecer conductas de baja tolerancia a la frustración, especialmente a perder en
juegos con sus compañeros. En un episodio llegó a lanzar un cuaderno sobre la
cabeza a un compañero suyo que lo acababa de ganar en un juego.

Evaluados los criterios diagnósticos para el TDAH, Juan cumplía con los
requisitos formulados en el DSM-IV, si bien predominaban los factores de
impulsividad e hiperactividad versus los de atención. También apuntaba cierto
oposicionismo o desafío pero, de momento, muy centrado con la madre.

No obstante, se observan también muchos factores de tipo emocional


implicados en el caso lo que nos hizo sospechar de un posible Trastorno del
vínculo.

Especialmente en Psicología infantil, debemos ser muy prudentes con los


diagnósticos prematuros y centrar nuestros esfuerzos en la persona, sus
características y entorno familiar, antes de intentar explicarlo todo mediante una
"etiqueta".

7- Esquema propuesto de intervención


Una vez recogida toda la información y desde el conocimiento que siempre nos
aportan los diferentes datos y las observaciones efectuadas in situ, pasamos a
desarrollar el programa de intervención. El primer punto lo centramos en la
madre. Era evidente que estaba desbordada por los hechos, se sentía insegura y,
lo que es peor, veía a su hijo como un problema que le impedía funcionar
normalmente y ser feliz. Juan percibía esa inseguridad y se aprovechaba de ello,
estableciendo con la madre un vínculo patológico por el que la reclamaba
constantemente y solicitaba su atención, al mismo tiempo que podía resultar
muy ofensivo con insultos muy graves. Respecto al padre no se producían este
tipo de conductas, limitándose a interrumpir constantemente cuando madre y
padre hablaban. Había pues que empezar a trabajar con la madre para dotarla de
nuevos recursos para hacer frente las conductas agresivas de Juan.

En resumen, los puntos clave de la intervención se centraron en:

Dar a los padres, especialmente a la madre, pautas de actuación concretas


delante los comportamientos agresivos de su hijo tratando de explicarle las
posibles causas de tal conducta y su mantenimiento.

Trabajo individual con el niño centrado en la detección y control de su


impulsividad.

Trabajo a nivel emocional con todos los miembros de la familia para que
incorporaran nuevos espacios de comunicación y fomento de la expresión de
emociones.

Coordinación con la escuela (bajo autorización de la familia) para explicar


resultados de la evaluación, marcar pautas de actuación y efectuar seguimiento.

Tratamiento farmacológico.

Orientaciones padres

En el trabajo inicial nos centramos especialmente en la madre. Explicamos que


si queríamos reducir las conductas más desafiantes de su hijo hacia ella,
deberíamos cambiar algunos aspectos de su propio funcionamiento con él.
Necesitábamos una madre fuerte y que no se dejara manipular o coaccionar por
su hijo. Lo que le pedimos fue que ante conductas de provocación se mostrara
serena y firme no entrando en discusiones ni argumentaciones en ese momento.
Ante el primer insulto había que hacerle saber nuestra desaprobación hacia su
conducta (no hacia él) e inmediatamente imponer una consecuencia (pérdida de
algún privilegio, reponer alguna cosa, etc.). Insistimos a la madre que más
importante que el posible castigo es que ella se mostrara tranquila y segura de sí
misma y que fuera capaz de marcar inmediatamente después una cierta distancia
emocional con su hijo: “estoy decepcionada con tu comportamiento y ahora no
me apetece hablar contigo hasta que no estés tranquilo”. 

De esta manera Juan percibía que por un lado ya no tenía el control de


manipularla afectivamente (la madre no se mostraba con inseguridad o temor y
era capaz de seguir haciendo vida normal sin que aparentemente la conducta de
su hijo no le afectara emocionalmente). De esta forma Juan percibía a su madre
más segura de sí misma y menos manipulable. Además Juan perdía algo que
realmente buscaba activamente que era la atención de su madre.

Todo ello se complementó con más tiempo de ocio y juegos juntos cuando Juan
era capaz de comportarse adecuadamente.
Suele suceder que cuando los padres se mueven en el sentido señalado, los
niños también lo hacen y, en este caso, Juan tras los primeros intentos de su
madre subió el tono de sus insultos al no encontrar la respuesta habitual.
Algunos de estos niños si la amenaza hacia los padres ya no surte efecto pueden
dirigir sus ataques hacia ellos en un intento de recuperar su fuerza sobre
nosotros. Pueden llegar incluso a amenazarse con que se harán ellos mismos
daño.

La madre pero fue constante en nuestras indicaciones y fue capaz en un


momento dado de encarase a su hijo que amenazaba de hacerse daño
diciéndole: “si no paras de decir tonterías te daré un bofetón…”.
El padre también recibió las mismas orientaciones y se pidió su complicidad
con la madre y los diferentes castigos o consecuencias que se pactaran.
Dado que uno de los objetivos que debemos conseguir con estos niños es que
aprendan por ellos mismos a auto controlarse es necesario que tanto en casa
como en la escuela puedan recibir algún tipo de feedback antes de ser
castigados. Para ello en casa establecimos además la técnica del semáforo para
irle indicando la evolución de su conducta y la disponibilidad o pérdida del
premio.
Conclusión

Entiendo que para manejar la conducta del niño o del joven al que entenderlo
ya que es el primer pasó para aceptar y poner remedio a sus dificultades.

Uno de los motivos más importantes que hacen que un niño se porte mal es la
búsqueda de atención.

Como la ansiedad es una reacción normal, el objetivo no es hacer que


desaparezca, sino aprender a controlarla y reducirla a niveles manejables y
adaptativos.

Ya para culminar entiendo que la ansiedad al que trabajarla porque entiendo


que puede destruir la vida de las personas que la padecen siempre y cuando
estas no pueda controlarla. O cuando nos lleva hay extremo de la inseguridad
y la incapacidad para ser uno mismo.

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