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5 rasgos de las personas


emocionalmente inmaduras
Las cuestiones de madurez e inmadurez tienen mucho de mito. Las personas no

admiten que se les instale en una sola casilla, ni que se les adjudiquen una ú nica

etiqueta. Cada uno de nosotros es un crisol en el que se entremezclan distintas

formas de conciencia . Somos ignorantes y sabios, niños y ancianos, infantiles y

concienzudos. Todo al mismo tiempo, aunque dependiendo del momento alguna

característica destaque má s que el resto.

La inmadurez  emocional podría definirse como una condición en la que las personas

no han renunciado a los deseos o fantasías de la infancia. Deseos y fantasías que

tienen que ver con que el mundo gire en torno a sí, o que la realidad se doblegue en

funció n de lo que quieren. Así mismo, la madurez emocional podría definirse como

un estado de fortaleza y templanza que conduce a actuaciones realistas y

equilibradas.

“Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es

mayor por los demás que por nosotros mismos”

-Albert Einstein-

Más que por una definición en abstracto, la madurez o inmadurez se muestra a

través de rasgos de comportamiento . Enseguida te hacemos una lista de cinco

características que son propias de las personas emocionalmente inmaduras.

1. Las personas que son egocéntricas


Buena parte del proceso de maduración en las personas consiste en entender que el

mundo no gira alrededor de ellas. El bebé no lo sabe. Por eso, pide comida a las 2 de

la mañ ana y le tiene sin cuidado si esto afecta el sueñ o de sus padres. A medida que

crece, aprende a reconocer que no siempre se obtiene todo lo que se desea, y que

otras personas y sus necesidades tambié n habitan el universo.

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Madurar implica salir de la cárcel del yo. Significa perder esa ilusión que rodea la

vida del bebé: basta con pedir para que una necesidad o un deseo sea

satisfecho. Cuando poco a poco vamos renunciando a esa fantasía, tambié n nos

vamos haciendo conscientes de una hermosa posibilidad: la aventura de explorar el

universo de los demá s. Si todo sale bien, aprendemos a preservar el yo y a alcanzar

el tú .

2. Dificultad para asumir compromisos


Una señal inequívoca de inmadurez en las personas es la dificultad para asumir

compromisos. Al niñ o le cuesta renunciar a lo que quiere en ese momento para

conseguir un objetivo mayor a largo plazo. Si le damos una golosina y le prometemos

que si no se la come durante un tiempo le daremos otra, el deseo de comerse la que

tiene en la mano se impondrá .

Con el proceso de maduración se va comprendiendo que los sacrificios y las

restricciones son necesarios para alcanzar logros. Y que comprometerse con un

objetivo, o con una persona, no es una limitació n de la libertad, sino una condició n

para proyectarse mejor y a má s largo plazo.

3. Tendencia a culpar a los demás


Los niñ os se asumen a sí mismos como seres dirigidos por otros, que no actú an

a voluntad. En gran medida lo son, en tanto está n en un proceso de formació n y de

inserció n en la cultura. Mientras son pequeños, creen que el error debe llevar a la

culpa. No les importa tanto el daño que hicieron, sino el castigo o la sanción que

puedan imponerles.

Crecer es salir de ese estado de dulce irresponsabilidad. Madurar es ir entendiendo

que somos los únicos responsables de lo que hacemos o dejamos de hacer. Aprender

a reconocer los errores y sacar de ellos nuevos aprendizajes. Saber reparar los

dañ os. Saber pedir perdó n.

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4. Establecer lazos de dependencia


Para las personas inmaduras, los demás son un medio y no un fin en sí mismos. Así,

como medios que son, en su óptica, los necesitan. No necesitan a los demá s porque

los quieren, sino que los quieren porque los necesitan. De ahí que suelan construir

lazos en los que hay fuertes dependencias.

ara poder establecer vínculos basados en la libertad, se requiere que haya

autonomía. Sin embargo, las personas inmaduras no tienen claro el concepto

de autonomía. A veces piensan que hacer su voluntad es un comportamiento

autó nomo. Pero a la hora de asumir las consecuencias de los actos, necesitan de los

demás para que amortigüen, oculten o aligeren la responsabilidad.

5. Irresponsabilidad en el manejo del


dinero
La impulsividad es uno de los rasgos más salientes de las personas inmaduras. Una

impulsividad que se expresa muchas veces en la forma que tienen de administrar sus

recursos, como el dinero. Así, con el fin de satisfacer sus deseos, y satisfacerlos ya,

no tienen problema en comprar lo que no necesitan con el dinero que no tienen.


A veces se embarcan en aventuras financieras descabelladas. No evalú an con

objetividad las inversiones y les cuesta proyectarse a medio y largo plazo. Por eso  es

frecuente que vivan endeudados, todo por satisfacer caprichos.

Todos estos rasgos de inmadurez no surgen o se mantienen por decisión consciente

de las personas. Casi siempre obedecen a vacíos o grietas durante

la crianza . Tambié n pueden ser una consecuencia de experiencias

desafortunadas que les han impedido evolucionar. Si eres así, o conoces a alguien

así, no se trata de que le señ ales. En realidad lo importante es tomar conciencia de

que impulsar tu propio crecimiento puede conducirte a una vida mejor.

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