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Túpac Amaru

(José Gabriel Condorcanqui o Quivicanqui; Surimaná, 1741 - Cuzco, 1781) Revolucionario peruano
descendiente de los incas. Cacique de Surimaná, Tungasuca y Pampamarca, era bisnieto de Juana
Pilco-Huaco, la hija del último soberano inca, Túpac Amaru I, que había sido ejecutado por los
españoles dos siglos antes, en 1572.

Túpac Amaru II [José Gabriel Condorcanqui]

Se educó con los jesuitas de Cuzco e hizo fortuna en negocios de transporte, minería y tierras. Su
prestigio entre los indios y mestizos le permitió encabezar una rebelión contra las autoridades
españolas del Perú en 1780; dicha rebelión (precedida por otras similares) estalló por el
descontento de la población contra los tributos y prestaciones obligatorias de trabajo que imponían
los españoles (mitas, obrajes, repartimientos, servicios) y contra los abusos de los corregidores.
Comenzó con la ejecución del corregidor de Tinta, sin que al parecer existiera un plan premeditado
de insurrección.

Condorcanqui adoptó el nombre de su ancestro Túpac Amaru (razón por la que sería conocido
como Túpac Amaru II) como símbolo de rebeldía contra los colonizadores. Se presentó como
restaurador y legítimo heredero de la dinastía inca y envió emisarios para extender la rebelión por
todo el Perú. No obstante, su rebeldía se dirigía contra las autoridades españolas locales,
manteniendo la ficción de lealtad al rey Carlos III.

El primer destacamento enviado a reprimir la rebelión fue derrotado por Túpac Amaru en 1780. Se
dirigió entonces hacia Cuzco, pero fue rechazado por los españoles en las inmediaciones de la
antigua capital. Entretanto, el virrey Agustín de Jáuregui mandó contra él un ejército de 17.000
hombres, al tiempo que desalentaba la rebeldía haciendo concesiones a los indios (como crear en
la Audiencia una sala especial para atender sus quejas o limitar los poderes de los corregidores).

Túpac Amaru fue vencido en la batalla de Checacupe (1781), entregado por algunos de los suyos a
los españoles, y trasladado por éstos a Cuzco, donde le juzgaron y ejecutaron. La gravedad de la
amenaza que esta rebelión había representado para el imperio español en América se tradujo en la
crueldad del virrey, que descuartizó a Túpac Amaru y envió cada parte de su cuerpo a un pueblo
de la zona rebelde para dar a la ejecución un valor ejemplarizante y sofocar la rebelión, la cual
continuó sin embargo durante algún tiempo más, encabezada por un primo y un sobrino de Túpac
Amaru.

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