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Sábado – 4ta S. de Pascua.

Año Impar Ciclo B (Hech 13, 44-52; Jn 14, 7-14)


San José, obrero
INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención
de consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi
mente y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar,
sorprender, seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino
hacia la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú
estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo
pedimos a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu.
Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del
Padre. Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus
pequeños; hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la
intimidad de Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que
conversabas con Juan; recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce
en el Cenáculo..., lleno de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable
todavía de él y me enseñe a hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y
el resplandor de la llama (G. CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS: PIDO LA GRACIA QUE CADA ALMA TE ORE”
 «Jerusalén. Jesús dice –Luego del Lavatorio, revelar el traidor y que Pedro lo negará 3

veces-».

 «Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Entonces


Felipe le dijo: - Señor, muéstranos al Padre; eso nos basta».
 «Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y aún no me conoces, Felipe? El que
me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que os muestre al Padre?».
 «Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre
está en mí; En efecto, cualquier cosa que pidáis en mi Nombre os la
concederé, para que el Padre sea glorificado en el Hijo».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Cf. 1Pe 2, 9

Pueblo adquirido por Dios, anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz
maravillosa. Aleluya.
Antífona de entrada Cf. Sal 127, 1-2
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. Aleluya.
Monición de entrada
Conmemoramos a san José obrero, el carpintero de Nazaret, que con su laboriosidad
proveyó la subsistencia de María y de Jesús e inició al Hijo de Dios en los trabajos de los
hombres. Por esta razón, en el día de hoy, en que se celebra la fiesta del trabajo en
muchas partes del mundo, todos los obreros cristianos honran a san José como modelo
y patrono suyo.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Sábado o de la Memoria: Sábado de la IV semana de Pascua o san José obrero,


memoria libre. 01 de Mayo 2021
Directorio sobre la piedad popular y la liturgia
Los "meses de María"
190. Con respecto a la práctica de un "mes de María", extendida en varias Iglesias tanto
de Oriente como de Occidente, se pueden recordar algunas orientaciones
fundamentales.
En Occidente, los meses dedicados a la Virgen, nacidos en una época en la que no se
hacía mucha referencia a la Liturgia como forma normativa del culto cristiano, se han
desarrollado de manera paralela al culto litúrgico. Esto ha originado, y también hoy
origina, algunos problemas de índole litúrgico-pastoral que se deben estudiar
cuidadosamente.
191. En el caso de la costumbre occidental de celebrar un "mes de María" en Mayo (en
algunos países del hemisferio sur en Noviembre), será oportuno tener en cuenta las
exigencias de la Liturgia, las expectativas de los fieles, su maduración en la fe, y
estudiar el problema que suponen los "meses de María" en el ámbito de la pastoral de
conjunto de la Iglesia local, evitando situaciones de conflicto pastoral que desorienten a
los fieles, como sucedería, por ejemplo, si se tendiera a eliminar el "mes de Mayo".
Con frecuencia, la solución más oportuna será armonizar los contenidos del "mes de
María" con el tiempo del Año litúrgico. Así, por ejemplo, durante el mes de Mayo, que en
gran parte coincide con los cincuenta días de la Pascua, los ejercicios de piedad deberán
subrayar la participación de la Virgen en el misterio pascual (cfr. Jn 19,25-27) y en el
acontecimiento de Pentecostés (cfr. Hech 1,14), que inaugura el camino de la Iglesia: un
camino que ella, como partícipe de la novedad del Resucitado, recorre bajo la guía del
Espíritu. Y puesto que los "cincuenta días" son el tiempo propicio para la celebración y la
mistagogia de los sacramentos de la iniciación cristiana, los ejercicios de piedad del mes
de Mayo podrán poner de relieve la función que la Virgen, glorificada en el cielo,
desempeña en la tierra, "aquí y ahora", en la celebración de los sacramentos del
Bautismo, de la Confirmación y de la Eucaristía.
En definitiva, se deberá seguir con diligencia la directriz de la Constitución Sacrosanctum
Concilium sobre la necesidad de que "el espíritu de los fieles se dirija sobre todo, a las
fiestas del Señor, en las cuales se celebran los misterios de salvación durante el curso
del año", misterios a los cuales está ciertamente asociada santa María Virgen.
Una oportuna catequesis convencerá a los fieles de que el domingo, memoria semanal
de la Pascua, es "el día de fiesta primordial". Finalmente, teniendo presente que en la
Liturgia Romana las cuatro semanas de Adviento constituyen un tiempo mariano
armónicamente inscrito en el Año litúrgico, se deberá ayudar a los fieles a valorar
convenientemente las numerosas referencias a la Madre del Señor, presentes en todo
este periodo.
• La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• Gracias, Señor, por llamarme a estar contigo. Quiero acercarme a Ti con la confianza
que me da el saberme que me quieres, que buscas siempre mi bien y que siempre me
escuchas. Que este rato de oración me ayude a confiar más en Ti.
• En este día, Buen Jesús, quiero mostrarte mi amor y mi confianza. Deseo vivir cada
vez más cerca de Ti, porque nos has creado para la comunión y la amistad contigo y sé
que mi corazón está sediento de Ti. Que este momento de oración me ayude a nutrirme
de Ti, que eres el alimento que da la vida eterna.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Exclusión, no. (Hch 13, 44-52; Jn 14, 7-14)


A su manera muy peculiar, los judíos de Antioquía, en Pisidia, querían monopolizar la
salvación, quizás permitiendo más tarde a los paganos tomar parte en ella, a través de
sí mismos. Por esta razón rechazan a Cristo, a su evangelio y a sus misioneros. Pero,
ningún grupo particular puede monopolizar a Cristo. Él vino como Luz, para el mundo
entero. Viniendo a nosotros, Cristo aceptó a los hombres tal como son, en sus propios
términos, para salvarles en su propia situación, mentalidad y cultura. Así era también la
Iglesia de los apóstoles, dispuesta a acoger no solamente a los judíos, sino también a
los paganos. Así también hoy la Iglesia debe ser misionera, acogiendo y sirviendo a
todos. De este modo la Iglesia hará como hizo Cristo: ser el signo de salvación y
esperanza para el mundo, mostrar al Dios distante como muy cercano y presente en
nosotros y en medio de nosotros.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Padre Bueno y Misericordioso, sé que me has creado para la felicidad, pero muchas
veces tomo caminos equivocados que me alejan de Ti. Pero sé que tu perdón es más
grande que mis pecados. Te pido que me ayudes a saber perdonar y a vivir la auténtica
reconciliación que Tú me llamas a vivir.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

Oh, Dios, que en la solemnidad de la Pascua has dado al mundo los auxilios del cielo,
continúa dispensando el perdón a tu Iglesia, para que lo realizado en el tiempo nos sirva
para la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
Dios creador del universo, que has establecido la ley del trabajo para toda la
humanidad, concédenos con bondad, por el ejemplo y patrocinio de san José, que
llevemos a cabo lo que nos mandas y consigamos los premios que prometes. Por
nuestro Señor Jesucristo.
Señor Dios nuestro: Tú eres distante y desconocido, y sin embargo eres tan cercano e
íntimo a nosotros que nos conoces, nos amas y nos salvas por medio de tu Hijo
Jesucristo. Que Él esté presente en nosotros y en nuestras acciones para que podamos
realizar las mismas obras de justicia, verdad y amor servicial que Él realizó, y así llegar
a ser el signo para el mundo de que tu Hijo vive y de que tú eres un Dios Salvador,
ahora y por los siglos de los siglos.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
Esquema No. 2
Mayo 01. Memoria de San José, Obrero
[Memoria Opcional]
Lecturas del Día
Lectura: 1a.
Llenen la tierra y sométanla (Génesis 1, 26-31; 2, 1-3)
Salmo
Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. (Salmo 1)
O
Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.
Evangelio
¿No es éste el hijo del carpintero? (Mateo 13, 54-58)

✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13, 44-52

Sabed que nos dedicamos a los gentiles.


44 El sábado siguiente casi toda la ciudad se congregó para escuchar la Palabra del
Señor.
45 Los judíos, al ver la multitud, se llenaron de envidia y se pusieron a rebatir con
insultos las palabras de Pablo.
46 Entonces, Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía: - A vosotros había que
anunciaros antes que a nadie la Palabra de Dios, pero puesto que la rechazáis y vosotros
mismos no os consideráis dignos de la vida eterna, nos dirigiremos a los paganos.
47 Pues así nos lo mandó el Señor: Te he puesto como luz de las naciones para que
lleves la salvación hasta los confines de la tierra.
48 Los paganos, al oír esto, se alegraban y recibían con alabanzas el mensaje del Señor.
Y todos los que estaban destinados a la vida eterna creyeron.
49 La Palabra del Señor se difundió por toda aquella región.
50 Los judíos, sin embargo, sublevaron a las mujeres distinguidas que adoraban al
verdadero Dios, y a los principales de la ciudad, promovieron una persecución contra
Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio.
51 Ellos, en señal de protesta, se sacudieron el polvo de los pies y se fueron a Iconio.
52 Los discípulos, por su parte, estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

No hay Reflexión.
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• Se presenta aquí una problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva:
el rechazo del Evangelio por parte de los judíos y la consiguiente predicación a los
paganos. En nuestros días estamos menos interesados en este tipo de problemas
relacionados con el derecho de precedencia de Israel a la salvación. Sin embargo, en
aquella época estos problemas se consideraban con una gran seriedad y están
presentados con una gran frecuencia en los Hechos de los Apóstoles (13,46s; 18,6;
28,28) y en tres capítulos (9-11) de la Carta a los Romanos. Eran problemas que
planteaban interrogantes y producían angustia en la conciencia de los discípulos: ¿cómo
es posible que el pueblo de las promesas no las haya reconocido una vez cumplidas?
Aquí se subraya la alegría de los nuevos destinatarios, los efectos positivos de la
persecución, el clima de optimismo que invadía a los discípulos -«estaban llenos de gozo
y del Espíritu Santo»- en medio de unos acontecimientos que no se presentaban
ciertamente demasiado tranquilos.
La Palabra, rechazada por los judíos, es acogida con entusiasmo por los paganos. Los
apóstoles, rechazados en un lugar, se sacuden el polvo de los pies y difunden la Palabra
en otros lugares. La persecución les llena de la alegría que viene del Espíritu y da la
seguridad de seguir los pasos de Cristo, el justo rechazado por los hombres y exaltado
por Dios.
El libro de los Hechos de los Apóstoles rebosa de optimismo, de ese optimismo que no
procede de la carne, sino del Espíritu. La alegría no brota de los éxitos, sino de las
tribulaciones; no procede de las realizaciones humanas, sino de sentirse configurados
con Cristo, de sentirse encauzados por el camino hacia Dios.
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Imitación. Hechos 13,44-52. Momento dramático: Pablo acaba de dirigir a los judíos
una palabra de salvación. Ha anunciado que la resurrección de Cristo abría un futuro a
todo hombre creyente; ha recordado la antigua promesa de Yahvé a Abrahán: «En ti
serán bendecidas todas las razas de la tierra». Es la ruptura: una parte de los oyentes
no puede entender ese lenguaje, y se desata la indignación.
Con toda solemnidad y con la libertad del Espíritu, Pablo declara entonces: «Era
necesario anunciaros a vosotros en primer lugar la Palabra de Dios; pero, ya que la
rechazáis y vosotros mismos no os juzgáis dignos de la vida eterna, mirad que nos
volvemos a los gentiles». La decisión está cargada de sentido. Por una parte, revela un
fracaso provisional de la Palabra entre el pueblo de la Promesa; pero, por otra parte,
confirma que los paganos pueden aspirar legítimamente, junto con el Israel fiel, a la
herencia de la vida eterna. El amor de Dios no conoce fronteras.
El salmo 97 canta la alegría de los discípulos, que no conoce eclipse a pesar de las
dificultades de la misión. Es un himno a la universalidad de la salvación.
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1. ¿Qué detiene al Evangelio?


1.1 Cuando uno medita, como hacemos en tiempo de Pascua, en todas las riquezas,
bondades y bellezas del Evangelio de Cristo, no puede sino preguntarse por qué una
noticia tan llena de bondad para todos aún no llega a todos. La primera lectura de hoy
puede darnos claves de comprensión en este sentido.
1.2 Pablo y Bernabé tenían un modo de obrar muy claro en la difusión del Evangelio. No
iban simplemente de un lado a otro. ¿Qué hacían? Su punto de partida evidente son las
comunidades judías de la dispersión, o “diáspora”.
2. Historia de una dispersión
2.1 Y aquí hay algo admirable, que conviene conocer y meditar despacio. Los judíos,
según la promesa que Dios hizo a Abraham, habitaban la tierra que les fue prometida,
bien que con sobresaltos por los ataques de las naciones vecinas y con incoherencias por
sus propios pecados de injusticia e idolatría.
2.2 Acosados por los intereses de esos otros pueblos y debilitados interiormente por su
conciencia de infidelidad, terminaron siendo desterrados a comienzos del siglo VI a. C.
Tuvieron entonces que ir a Babilonia y a otras naciones. Esto dio origen a la
“dispersión”. Y aunque un número de ellos regresó a Jerusalén y a Judea cuando Ciro de
Persia lo permitió a finales del mismo siglo VI a. C., la mayor parte nunca regresó a la
tierra que Dios había prometido.
2.3 Las comunidades judías de la dispersión tuvieron como centro de vida espiritual ya
no el templo ni los sacrificios, sino la sinagoga, lugar de estudio y de oración en torno a
las Santas Escrituras, que correspondían entonces a lo que nosotros llamamos hoy el
Antiguo Testamento.
2.4 Cuando Pablo y Bernabé empiezan su misión de predicación del Evangelio no parten
de cero sino de su propia experiencia. Ellos como judíos han encontrado en Jesucristo
que Dios ha cumplido las promesas que fueron hechas a los patriarcas y pregonadas por
los profetas. Y es eso precisamente lo que llevan como noticia gozosa a las comunidades
de judíos de la dispersión. Era un ambiente que Pablo especialmente conocía bien,
porque él mismo había nacido en Tarso, en la actual Turquía, a cientos de kilómetros de
la amada Jerusalén.
3. ¿Demasiado tarde?
3.1 Así pues, enviados por el Espíritu Santo y acompañados del mandato y la oración de
la Iglesia, Bernabé y Pablo avanzan por el Asia Menor, la actual Turquía, con su noticia
feliz: ¡Dios ha enviado la redención a su pueblo! ¡Dios ha cumplido su promesa!
3.2 Esta noticia encuentra varios tipos de acogida. Hay alegría, pero también
perplejidad; alabanza a Dios, pero también dura oposición e incluso persecución. ¿Por
qué?
3.3 Una posible explicación es que la noticia, por decirlo así, llegó demasiado tarde para
algunos. Imaginemos un naufragio y pensemos que los marineros han llegado a
acostumbrarse tanto al bote salvavidas que luego no quieren buscar la playa ni subir al
barco que viene a rescatarlos. En ese bote salvavidas ya se han definido modos de
autoridad y posiciones sociales; ya hay una organización que resulta beneficiosa y
gratificante para los dirigentes. Lo que debía ser un modo temporal de superar un
momento trágico se ha convertido en un modo de vida. Ellos, pues, no quieren perder el
cargo de “General en Jefe del Bote Salvavidas” para convertirse en simples “náufragos”,
junto con sus compañeros de infortunio. Nace así la desconfianza en los líderes, que
pronto da paso a la envidia y luego a la sorna, la burla cruel, la intriga y la persecución
abierta. La consecuencia de todo esto: oposición al Evangelio entre los judíos.
3.4 ¡Atención! A nosotros nos puede suceder lo mismo. Esta vida, si la miramos en su
conjunto es también una estación, un momento de paso. Y todos los habitantes de esta
tierra somos como náufragos de una desventura que se llama el pecado.
3.5 Todo, pues, lo que hacemos en este bote salvavidas que es nuestra condición
temporal ha de ser visto como un recurso temporal, como algo que no debemos
apropiarnos. Desde la orilla, Cristo, el Cristo de la Pascua, nos aguarda a todos, pues
todos hemos sido salvos sólo por su gracia. Los cargos, los ministerios, las dignidades
eclesiásticas, los estudios avanzados, las experiencias pastorales no pueden ser barreras
que nos separan ni ganchos que nos amarran al bote salvavidas. Pasando el mar, en la
playa está Jesús, y allí, teniendo invitado a su pueblo de redimidos, prepara una fogata
de amor... con los maderos del bote salvavidas.
www.caminando-con-jesus.org

Pablo y Bernabé discuten con los judíos que no aceptan la Buena Nueva. Como ellos la
rechazan, se dirigen entonces a paganos o gentiles. La alegría y la alabanza surgen al
constatar que todos podemos ser parte del Pueblo escogido de Dios.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 97,1-2ab.2cd.3ab.3cd-4
R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la
victoria, su santo brazo.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia: se acordó de su
misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor,
tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios.
✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Jn 8, 31b-32
R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Si permanecéis en mi palabra –dice el Señor– seréis de verdad discípulos míos y
conoceréis la verdad.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Juan 14, 7-14

Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
7 Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis, pues
ya lo habéis visto.
8 Entonces Felipe le dijo: - Señor, muéstranos al Padre; eso nos basta.
9 Jesús le contestó: - Llevo tanto tiempo con vosotros, ¿y aún no me conoces, Felipe? El
que me ve a mí, ve al Padre. ¿Cómo me pides que os muestre al Padre?
10 ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que os digo no son palabras
mías. Es el Padre, que vive en mí, el que está realizando su obra.
11 Debéis creerme cuando afirmo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; si no
creéis en mis palabras, creed al menos en las obras que hago.
12 Os aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, e incluso
otras mayores, porque yo me voy al Padre.
13 En efecto, cualquier cosa que pidáis en mi nombre os la concederé, para que el Padre
sea glorificado en el Hijo.
14 Os concederé todo lo que pidáis en mi nombre.
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

Papa Benedicto XVI, Audiencia general 16-enero-2013


El deseo de conocer realmente a Dios, es decir, de ver el rostro de Dios es innato en
cada hombre, también en los ateos. Y nosotros tenemos, tal vez inconscientemente,
este deseo de ver sencillamente quién es Él, qué cosa es, quién es para nosotros. Pero
este deseo se realiza siguiendo a Cristo; así vemos su espalda y vemos en definitiva
también a Dios como amigo, su rostro en el rostro de Cristo. Lo importante es que
sigamos a Cristo no sólo en el momento en que tenemos necesidad y cuando
encontramos un espacio en nuestras ocupaciones cotidianas, sino con nuestra vida en
cuanto tal. Toda nuestra existencia debe estar orientada hacia el encuentro con
Jesucristo, al amor hacia Él; y, en ella, debe tener también un lugar central el amor al
prójimo, ese amor que, a la luz del Crucificado, nos hace reconocer el rostro de Jesús en
el pobre, en el débil, en el que sufre. Esto sólo es posible si el rostro auténtico de Jesús
ha llegado a ser familiar para nosotros en la escucha de su Palabra, al dialogar
interiormente, al entrar en esta Palabra de tal manera que realmente lo encontremos, y,
naturalmente, en el Misterio de la Eucaristía.
San Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa 55
José amó a Jesús como un padre ama a su hijo, le trató dándole todo lo mejor que
tenía. José, cuidando de aquel Niño, como le había sido ordenado, hizo de Jesús un
artesano: le transmitió su oficio. Por eso los vecinos de Nazaret hablarán de Jesús,
llamándole indistintamente faber y fabri filius [Mc 6, 3; Mt 13, 55]: artesano e hijo del
artesano. Jesús trabajó en el taller de José y junto a José. ¿Cómo sería José, cómo
habría obrado en él la gracia, para ser capaz de llevar a cabo la tarea de sacar adelante
en lo humano al Hijo de Dios?
Porque Jesús debía parecerse a José: en el modo de trabajar, en rasgos de su carácter,
en la manera de hablar. En el realismo de Jesús, en su espíritu de observación, en su
modo de sentarse a la mesa y de partir el pan, en su gusto por exponer la doctrina de
una manera concreta, tomando ejemplo de las cosas de la vida ordinaria, se refleja lo
que ha sido la infancia y la juventud de Jesús y, por tanto, su trato con José.
Lee con atención la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar el evangelio
¿No descubrimos tal vez en nuestra propia vida un poco —o mucho— de la cerrazón de
los parientes y amigos de Jesús? El Señor nos invita a examinarnos con franqueza y sin
miedo. No dejemos pasar la oportunidad y hagámoslo a la luz del Evangelio y en
presencia de Dios. Hoy el Señor Jesús está presente en nuestra vida de diversas
maneras, siempre buscando nuestra felicidad y salvación. Tal vez está actuando por
medio de personas conocidas y haciéndose presente en situaciones de las más cercanas
y cotidianas. Y justamente por eso no lo vemos. ¡Rompamos las anteojeras de la rutina!
Limpiemos nuestra vista con la luz de la fe.
Así podremos abrir los ojos del corazón y percibir el rostro del Señor. Así descubriremos
que Él está presente en nuestra vida, hoy. Y sobre todo seremos capaces de reconocerlo
y adorarlo realmente presente en la Eucaristía, de reconocerlo y acogerlo en la
proclamación de su Palabra. Una vez más, y no nos cansemos nunca, exclamemos con
humildad y confianza: ¡Creo, Señor, pero aumenta mi fe! Acudamos a Santa María, la
Mujer de la Fe, y por su intercesión pidámosle al Señor que nos conceda una fe preciosa
como la de su Madre y como la de los Apóstoles. Pongamos todo de nuestra parte para
vivir coherentemente con lo que creemos.
La incredulidad es un mal
No recibieron tantos milagros por incredulidad, y sigue pasando lo mismo en los que no
tienen fe, que no reciben de Dios los milagros que recibirían de creer, de tener fe, y orar
pidiendo, por Jesús, Dios Hijo, que Dios Padre les concediera el milagro de la fe, y con él
la alegría y todas las bendiciones que la fe misma pide libremente.
Amigos, la incredulidad es un mal, ya lo veis en el evangelio de hoy, que por su
incredulidad no recibieron de Jesús, Dios, los milagros que siempre, Dios, está dispuesto
a darlos por fe, esa fe que está llena de amor a Él, a Dios que ama hasta tal punto de
hacer milagros por amor a los que tienen fe y creen en Él.
Tú cree en Él, en que Jesús es Dios, y recibirás su amor, y con su amor, la fe, y por tu fe
pedirás a Dios, y Dios te concederá por ella, por tu fe, los milagros que su amor te
quiere dar.
Dios ama, pero tú necesitas amarlo para recibir sus milagros.
Apúntate a la fe, y cree y disfruta de la fe y de los milagros que vas a ver y ves en tu
vida. Amén.
P. Jesús

1 Contexto. La palabra se ilumina.


www.sanJeronimo.Brown,Fitzmyer,Murphy

Jesús es el camino que conduce al Padre (14, 1-11). Esta sección está enmarcada
por dos vigorosas exhortaciones a creer en Dios y en Jesús (w. 1.11). Razonan que, si
las palabras de Jesús no son motivo suficiente de fe, entonces sus «obras» deberían
mostrar bien a las claras que Jesús y el Padre son uno (cf. 10,37-38).
7. La falta de comprensión por parte de los discípulos es tal, que Jesús puede repetir las
palabras que pronunció contra sus adversarios judíos, desde ahora le conocéis y le veis:
Con la glorificación de Cristo y la venida del Espíritu se hará perfecto, a pesar de todo,
su conocimiento.
8-9. La demanda de Felipe (cf. 1,43s) indica la misma incomprensión; constituye una
expresión de la espera insatisfecha del AT (1,18; cf. Ex 33,18s) que, sin embargo,
debería haber sido superada desde hacía tiempo por el trato continuo con Cristo (cf.
10,30; 12,45). Felipe pide alguna manifestación extraordinaria, pero ha de aprender que
la única visión de Dios concedida en este mundo es a través de Jesucristo.
9. el que me ve a mí, ve al Padre: La petición de Felipe de ver al Padre provoca una
nueva afirmación de la unidad de Padre e Hijo y deja claro que, cuando Juan describe a
Jesús como «el Camino», no se refiere a él como una simple figura celestial que conduce
a los hombres al reino del Padre o, a decir de los gnósticos, los introduce en el pleroma
(como en 1 Ap Sant 33.1-36.1). Jesús es la revelación de Dios (cf. 6,40, «todos los que
vean al Hijo y crean en él, tendrán vida eterna»; 12,45, «y el que me ve a mí, ve
también al que me envió»). La relación entre las palabras de Jesús y las del Padre que lo
ha enviado descansa en la imagen de Jesús como representante del Padre (p.ej., 3,34;
7,17-18; 8,28.47; 12,47-49).
El Paráclito y el retorno de Jesús (14,12-24). La atención se desplaza aquí hacia el
primer grupo de promesas que Jesús dirige a los creyentes.
10-11. Jesús repite casi palabra por palabra lo que ya había afirmado en otras
ocasiones acerca de su relación con el Padre (cf. 7,16; 8,28; especialmente 10,38). yo
estoy en el Padre y el Padre está en mí: Al recibir a Cristo, el cristiano recibe entera toda
la divinidad (cf. 17,21).
12. De aquí se sigue que también el cristiano realizará las obras de Dios, lo mismo que
Cristo y sobre idéntico principio. Estas palabras, por dirigirse a los primeros apóstoles,
se refieren no sólo al hecho de que las obras del fiel cristiano están realizadas dentro del
orden sobrenatural, sino, primero y ante todo, a la Iglesia como poseedora y
continuadora de los poderes divinos de Cristo en orden a la salvación (cf. 20,22s; Me
6,7; Mt 18, 17-20, etc.).
E incluso obras mayores, porque yo me voy al Padre: Esta afirmación
probablemente se refería en un principio a la posibilidad de que los discípulos obraran
milagros en el nombre de Jesús (p.ej., Lc 17,6; Mt 17,20).
• Esto no se refiere primariamente a los milagros, aunque seguirá habiéndolos (cf. Act 5,
12-16), sino al panorama mucho más amplio, geográfica y numéricamente, en el que la
Iglesia ejercerá sus poderes salvíficos; la naturaleza de estas obras mucho más grandes
ya ha sido sugerida por textos como 4,35-38; 10,16s; 11,52; 12,20s.
Porque yo voy al Padre: La condición de esta actividad es que Cristo sea glorificado y
que se otorgue el don del Espíritu.
13. cualquier cosa que pidáis en mi nombre, os la concederé: Esta afirmación
presenta numerosas variantes (Mt 7,7//Lc 9,9; Mt 7,8//Lc 9,10; Mt 18,19; 21,22). En
Juan, aparecen variantes de esta promesa en 14,13.14; 15,16 y 16,23; 16,24 y 15,7;
16,26 y 1 Jn 3,21-22; 5; 14- 15. A veces es Jesús quien responde a la petición; a veces
es el Padre, cuando se le pide en el nombre de Jesús; a veces la petición se dirige
directamente al Padre, y, finalmente, a veces no se especifica ni el Padre ni el Hijo, pero
se presume implícito al Padre. Se ha sugerido que quizás el evangelista añadió a la
afirmación sobre las «obras mayores» una referencia a la glorificación de Jesús y a la
necesidad de actuar en su nombre, a fin de contrarrestar la tendencia hacia la
identificación carismática con el Paráclito presente en la comunidad joánica. La única
significación atribuible a las «obras» de los discípulos es la significación propia de las
obras de Jesús: ser testimonio de la unidad entre Jesús y el Padre.
• Las grandes obras de la actividad cristiana son, a fin de cuentas, obras de Cristo, pues
es él quien otorga el poder para realizarlas. «En mi nombre» (cf. Comentario a 1,12) no
implica, por supuesto, que una oración tenga garantizado su efecto simplemente en
virtud de una invocación mecánica del nombre de Jesús. Orar «en el nombre» de Jesús
implica una comunidad de personas (cf. 14,26); la armonía con la voluntad de Dios y la
obediencia a sus mandamientos son las condiciones indispensables de una oración eficaz
(cf. 1 Jn 3,22; 5,14).
Para que el Padre sea glorificado en el Hijo: La gloria que el Padre recibe mediante
las obras del Hijo (7,18; 8,50.54) continúa en las obras de los seguidores del Hijo.
14-15. Se repite la promesa del v. 13; sin embargo, el v. 14 es el único versículo de Jn
en que se habla de una oración dirigida directamente a Cristo en vez de al Padre por
Cristo (quizá sea ésta la razón de que en algunos manuscritos se omita «me»). Las
condiciones de amor y obediencia que se exigen en la oración pidiendo el Espíritu (vv.
16s) valen también para la eficacia de toda otra oración, como se pone de relieve en el
v. 13.
• Las promesas de esta sección describen la manera en que Jesús permanecerá presente
en la comunidad. El pasaje consta de tres partes: (a) el amor a Jesús (14,15.21a.23a [y
24a, la falta de amor a Jesús]); (b) la recompensa prometida a este amor (14,1-17a.2 1
b.25-26), y (c) la oposición entre los discípulos y el mundo (14, 17bc, 18-29.22). La
inserción del mandamiento del amor en 13,34-35 conduce al lector a identificar la
exhortación de Jesús a «guardar los mandamientos» con el mandamiento del amor
mutuo. Sin embargo, la expresión paralela «obedecer las palabras» de Jesús había
aparecido ya en las primeras controversias a propósito de la condena de la falta de fe
(p.ej., 5,38; 8,51; 12,37). El lenguaje de la presencia íntima de Jesús quizás sea un
reflejo del lenguaje de «amor» y «odio» a Jesús que se desarrolló entre los cristianos
perseguidos por las autoridades judías. La pregunta de Judas en el v. 22: « ¿Cuál es la
razón de manifestarte sólo a nosotros, y no al mundo?» procede también del contexto
de las primeras polémicas cristianas (cf. Hch 10,40-41; se repite en los apologetas del s.
11; véase Orígenes, Contra Celsum 2.63-65).
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• El tema fundamental del pasaje es la relación entre Jesús y el Padre. El evangelista, a


la pregunta de por qué Jesús es el único mediador para llegar al Padre, responde que
sólo Cristo puede conducir a los hombres a la comunión con Dios. Jesús es el camino al
Padre porque conduce a él a través de su persona: él está en el Padre y el Padre en él. A
partir de esta mutua inmanencia entre Jesús y el Padre se hace comprensible que el
conocimiento de Jesús lleve al conocimiento del Padre (v. 7).
El lenguaje del Maestro resulta oscuro para los discípulos, y, por eso, Felipe pide ver la
gloria del Padre. No ha comprendido que se trata de ir al Padre a través de la persona
de Jesús. Los discípulos no han sabido reconocer en la presencia visible de su rabí las
palabras y las obras del Padre (v. 9). Para ver al Padre en el Hijo es preciso creer en la
unión recíproca entre el Padre y el Hijo.
Sólo mediante la fe es posible comprender la copresencia entre Jesús y el Padre. De ahí
que lo único que pueda pedir el hombre sea la fe y esperar con confianza ese don. El
Señor, en su llamada a la fe, fundamenta la verdad de su enseñanza en una doble
razón: su autoridad personal, que los discípulos han experimentado en otras ocasiones
al vivir con Jesús, y el testimonio de «las obras que hago» (v. 11).
La obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es sólo un comienzo. Los
discípulos proseguirán su misión de salvación. Más aún: harán obras semejantes a las
suyas e incluso mayores. Por último, el Maestro se ocupa de animar a los suyos y a
todos los que crean en él a participar en la obra de la evangelización y en su misma
misión.
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El camino para llegar al Padre. El lenguaje del Maestro es oscuro para los discipulos y
por eso Felipe pide ver la gloria del Padre. Para ver al Padre en el Hijo es preciso creer
en la unión recíproca entre el Padre y el Hijo. El Señor, en su llamada a la fe,
fundamenta la verdad de su enseñanza en una doble razón: su autoridad personal, que
los discipulos han experimentado ya en otras ocasiones junto a Jesús, y el testimonio de
sus obras (v. 11). La obra que Jesús ha inaugurado con su misión de revelador es solo
un comienzo. Los discipulos continuaran su misión de salvación; más aún, harán obras
semejantes a él e incluso mayores. El Maestro, por último, pretende animar a los suyos
y a todos los que creen en el a participar en la obra de evangelización y en su misma
misión.
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Juan 13-17. El discurso de despedida


En capítulo 13, Jesús reunió a los discípulos en el Cuarto de Arriba para la comida de la
Pascua. Los discípulos sabían del conflicto de Jesús con las autoridades judías y el
peligro que presentaba. Jesús comenzó por lavarles los pies a los discípulos, modelando
el ministerio de uno que sirve (13:1-20). Después, predijo su traición por parte de
Judas, mandándole que saliera a la noche para cumplir su maldad. Finalmente, habló de
su glorificación, la que significaba su muerte (13:31-33), les mandó a los discípulos que
se amaran uno al otro (13:34-35), y predijo la negación de Pedro (13:36-38). Ahora,
para contrarrestar la oscuridad de la situación, Jesús se dirige a sus discípulos. En una
noche que carece de esperanza, Jesús revela un futuro emocionante.
Más adelante, en capítulo 15, Jesús habla de sí mismo como la viña en que la rama debe
vivir para dar fruto (15:1-17), y les avisa a los discípulos que experimentarán el odio del
mundo (15:18-27). En capítulo 16, prometerá el regalo del Espíritu Santo (16:4-15) – la
tristeza se convertirá en alegría (16:16-24) – y tendrán paz (16:25-33). Capítulo 17 es
la oración sacerdotal en la que Jesús reza por sus discípulos. “Según nuestro
entendimiento, la escena de la cena continúa a lo largo de capítulo 17” (Smith, 262).
El autor de este Evangelio sigue un orden particular: Algo pasa – seguido por una
discusión – seguido por la explicación de Jesus. En capítulos 14-17, Jesús explica
eventos que han de ocurrir – su muerte, resurrección, y ascensión. “El Discurso de
Despedida, entonces, describe un evento antes de que ocurra, así variando el estilo
narrativo Johannino que conocemos” (O’Day, 735).
Sloyan avisa, “Predicar sobre Juan 14-17 es más fácil decir que hacer. Sus frases
sonoras de alguna manera despiertan lo corriente en nosotros e invitan al oyente al
aburrimiento…. La prosa necesita ser desmantelada, cada parte examinada y relacionada
a las otras. Después, todas se han de brillar y reunir como partes de un reloj si ha de
funcionar para el oyente” (Sloyan, 178). Esta llamada hacia una cuidadosa exégesis está
bien expresada. Estos capítulos cerrados son difíciles de comprender a un nivel más
profundo.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
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Juan 14:8-10. El que me ha visto ha visto al Padre


“Muéstranos el Padre, y nos basta” (v. 8). Mucho antes, Moisés rezó, “Ruégote que
me muestres tu gloria” (Éxodos 33:18), pero Dios respondió, “No podrás ver mi rostro:
porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodos 33:20. Véase también Job 9:11; 23:8-9;
Salmo 18:11; 97:2).
“El que me ha visto, ha visto al Padre” (v. 9). El prólogo de este Evangelio nos
preparó para esta manifestación diciendo, “A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo,
que está en el seno del Padre, él le declaró” (1:18).
• Antes, Jesús proclamó que sus obras y palabras eran ésas del Padre: “Cuando
levantareis al Hijo del hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí
mismo; mas como el Padre me enseñó, esto hablo” (8:28).
• También les pidió a sus discípulos que vieran la unión entre él y el Padre a través de
sus obras: “Si no hago obras de mi Padre, no me creáis. Más si las hago, aunque a mí
no creáis, creed a las obras; para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo
en el Padre” (10:37-38).
Ahora declara el asunto aún más claramente: “El que me ha visto ha visto al Padre.”
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?” (v. 10). Anote, de nuevo, el
énfasis en relación. La unión de Jesús con el Padre tiene raíces en el entendimiento judío
que el emisario lleva la identidad y habla con la autoridad del que le manda (Brown,
621; Moloney, 399; Vawter & Carl, 44). Esto solo funciona si el emisario tiene una fuerte
relación con el que le manda, comprende la mente y el corazón del que le manda, y es
fiel al cumplir la voluntad del que le manda.
“Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: más el Padre que
está en mí, él hace las obras” (v. 10). Este Evangelio se refiere a los milagros de
Jesús como señales (2:11; 4:54; 6:2; etc.). Estas señales confirmaban la autoridad
espiritual de Jesús, y señalan al Padre que vive en Jesús y cuyas obras Jesús cumple.
Juan 14:11-14. Lo que pidas en mi nombre
“Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí” (v. 11). La iglesia le pide a la
gente que crea un montón de doctrinas, pero en el corazón de la fe cristiana está creer
en una persona. Empezamos la vida de fe al creer en Jesús – que Jesús es el que está
con el Padre – que Jesús está en el Padre y el Padre en Jesús –que Jesús es el Hijo de
Dios. Si creemos esto, el resto de la doctrina cristiana se une fácilmente. Si no creemos
esto, el cristianismo no tiene ningún sentido.
Jesús hace dos grandes promesas aquí. Primero, “El que en mí cree, las obras que yo
hago también él las hará; y mayores que éstas hará” (v. 12). Dada la magnitud de
las señales que Jesús ha demostrado (capítulos 2-11), esta promesa es asombrosa. Sin
embargo, es fácil de comprender cuando consideramos que el ministerio terrenal de
Jesús fue limitado a unos pocos años en un lugar muy pequeño. Sus discípulos irán por
todo el mundo, con el poder del Espíritu. Lo harán por muchos siglos – por lo menos dos
milenios. El cumplimiento de esta promesa comenzará con la Pascua, cuando Pedro y los
discípulos bautizarán a tres mil personas (Hechos 2:41).
Segundo, Jesús promete, “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (v. 14 –
véase también Mateo 7:7-11; 18:19; 21:21; Marcos 16:17-18; 1 Juan 5:14-15). Esto
nos hace preguntar lo que significa ‘pedir’ en el nombre de Jesús. Para mucha gente,
simplemente significa pedir lo que quiera “en el nombre de Jesús, Amen” – una fórmula
para terminar una oración, esperando que garantice la complicidad de Jesús con sus
deseos.
Eso se aleja mucho de la intención de Jesús. De nuevo, el énfasis está en relación. Como
el emisario que habla con la autoridad del que le manda (véase arriba, vv. 8-10), el
rezar en el nombre de Jesús solo funciona cuando desarrollamos una fuerte relación con
él, cuando le comprendemos, y nos dejamos a su voluntad. Oraciones que piden
venganza, riqueza, poder, u otros motivos egoístas e insignificantes no están incluidas la
promesa de Jesús.
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Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, concédenos vivir siempre en plenitud el misterio pascual,
para que, renacidos en el bautismo, demos fruto abundante de vida cristiana y
alcancemos, finalmente, las alegrías eternas. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Juan 14,7-14
Reflexión
• Juan 14,7: Conocer a Jesús es conocer al Padre. El texto del evangelio de hoy es
una continuación del de ayer. Tomás había preguntado: "Señor, no sabemos a dónde
vas. ¿Cómo podemos saber el camino?" Jesús respondió: "Yo soy el camino, la verdad y
la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Y añadió: “Si me conocéis a mí, conoceréis
también al Padre. Desde ahora lo conocéis y lo habéis visto". Esta es la primera frase del
evangelio de hoy. Jesús habla siempre del Padre, pues todo lo que hablaba y hacía era
transparencia de la vida del Padre. Esta referencia constante al Padre provoca la
pregunta de Felipe.
• Juan 14,8-11: Felipe pregunta: "¡Muéstranos al Padre y nos basta!” Era el
deseo de los discípulos, el deseo de mucha gente en las comunidades del Discípulo
Amado y es el deseo de muchos de nosotros hoy: ¿cómo hace la gente para ver al Padre
del que Jesús habla tanto? La respuesta de Jesús es muy bonita y vale hasta hoy:
"¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y aún no me conoces, Felipe? ¡El que me ha
visto a mí ha visto al Padre!" La gente no debe pensar que Dios está lejos de nosotros,
como alguien distante y desconocido. Quien quiere saber cómo es y quién es Dios, basta
que le mire a Jesús. El lo ha revelado en las palabras y en los gestos de su vida. "¡El
Padre está en mí y yo estoy en el Padre!" A través de su obediencia, Jesús está
totalmente identificado con el Padre. En cada momento hacía lo que el Padre mostraba
que había que hacer (Jn 5,30; 8,28-29.38). Por esto, en Jesús, ¡todo es revelación del
Padre! Y las señales o las obras de Jesús ¡son obras del Padre! Como dice la gente:
"¡Este hijo le ha cortado la cara a su padre!" Por esto, en Jesús y por Jesús, Dios está en
medio de nosotros.
• Juan 14,12-14: Promesa de Jesús. Jesús hace una promesa para decir que la
intimidad que él tiene con el Padre no es un privilegio que sólo le pertenece a él, sino
que es posible para todos aquellos que creen en él. Nosotros también, a través de Jesús,
podemos llegar a hacer cosas bonitas para los demás como Jesús hacía para la gente de
su tiempo. Él va a interceder por nosotros. Todo lo que la gente le pide, él lo va a pedir
al Padre y lo va a conseguir, con tal que sea para servir. Jesús es nuestro defensor. El se
va, pero no nos deja sin defensa. Promete que va a pedir al Padre que envíe a otro
defensor o consolador, el Espíritu Santo. Jesús llega a decir que precisa irse ahora,
porque, de lo contrario, el Espíritu Santo no podrá venir (Jn 16,7). Es el Espíritu Santo el
que realizará las cosas de Jesús en nosotros, si actuamos en nombre de Jesús y
observamos el gran mandamiento de la práctica del amor.
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Felipe quiere ver al Padre, pero no ha sabido verlo en Jesús. Ha visto con los ojos la
realidad externa, pero no ha visto la realidad escondida con los ojos, mucho más
penetrantes, de la fe. Juan usa de una manera típica el verbo «ver» para indicar dos
tipos de realidades: la del signo visible y la de la gloria del Verbo o realidad
sobrenatural.
¿Y tú qué ves cuando contemplas las obras de Dios? ¿Ves sólo la realidad sensible, el
signo, o la acción de Dios, la realidad significada? Es bueno plantearse una pregunta
como ésta, porque el secularismo invasor no se preocupa más que de la realidad visible,
empírica, palpable. Aunque está dispuesto, a continuación, a correr detrás de «doctas
fábulas» de tipo astrológico o mágico o pseudorreligioso. El discípulo de Jesús debe
caminar entre el positivismo y la superstición, aceptando lo real de la realidad y
aguzando la mirada de la fe, que nos permite ver la acción -o la «gloria»- de Dios en los
acontecimientos humanos, a menudo intrincados, siempre misteriosos, nunca absurdos.
El Señor ha prometido a su Iglesia la posibilidad de hacer obras incluso mayores que las
que él ha hecho: la grandeza ha de ser medida en el orden de los valores proclamados
por él mismo, esto es, con el signo por excelencia que es la cruz. Se trata del signo del
martirio, de la entrega, del amor que se da, de consumir nuestra propia vida por el
prójimo: lo que exige ver y apreciar otro orden de valores distintos a los apreciados por
el mundo, un orden de valores que, al final, atrae todos a él.
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Juan 14,7-14. «Señor, no sabemos adónde vas; ¿cómo podemos conocer el camino?»
(14,5) ¡Verdaderamente, Tomás, eres de la misma raza que Nicodemo, que Felipe e
incluso que la samaritana! La ingenua pregunta que tú haces es en realidad nuestra
pregunta. ¿Cómo saber el camino? ¿Cómo saber adónde va Jesús?
Jesús va a fundar su Iglesia. Su muerte ya ha sido decidida, y él debe llegar hasta el
final. Entonces estallará el amor del Padre; entonces se verá que Dios ha dado a su Hijo
para la salvación del mundo.
Pero la obra de Cristo no se acaba con él. Los discípulos realizan las mismas obras que
él realizó, y aún mayores. Cristo muere, y los testigos se levantan. Habitados por el
Espíritu, proclaman la resurrección y confirman que el amor es más fuerte que la
muerte.
«Tanto tiempo hace que estoy con vosotros ¿y aún no me conocéis?». Se llamaba
«Emmanuel» (Dios con nosotros). Es el Hijo del Dios que se llama «Amor». Existía desde
el principio como Palabra que engendra los mundos. Pero el mundo enfermó de no saber
amar, y Emmanuel tuvo que conocer la carne del mundo, hasta el extremo de dar su
vida para que renaciera el amor. Y vivió el amor de los mil rostros de principio a fin.
Y nos enseñó la ternura, lenguaje oculto del verdadero amor. Con él, todas las cosas se
hacían nuevas y, sobre todo, el amor no acababa nunca de expresar su inalterable
novedad. Sus últimas palabras tienen el peso de un testamento único: «Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros». ¡Con una sola frase nos confía
la historia y el futuro del mundo! «Tanto tiempo hace que estoy con vosotros ¿y aún no
me conocéis?». Dios no tiene otro rostro que el amor, y el único camino que conduce a
la tierra de Dios es un corazón que se arriesga a amar.
«Creed al menos por mis obras». El amor no tiene más demostración que su propia
existencia. El rostro sólo se descubre cuando se acarician sus rasgos. La ley de la
resurrección no consiste sino en imitar los rasgos del Viviente. Y entonces, en el día del
encuentro, será él quien te diga: « ¡Hace tanto tiempo que estaba contigo...!».
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1. José, un trabajador
1.1 Existe la idea del trabajo como un castigo, debido a una interpretación pobre de
Génesis 3, que habla del pecado original y sus consecuencias. El verdadero sentido de
"ganarás el pan con el sudor de tu frente" (Génesis 3,17) es finalmente un camino de
redención, y no una especie de desquite de Dios.
1.2 En su Encíclica Laborem Exercens el Papa Juan Pablo II elabora dos sentidos
complementarios del trabajo: "objetivo" y "subjetivo." El primero se refiere a la
transformación que acontece en el mundo por virtud de la labor conjunta de aquellos
que trabajan. Es el mundo de la técnica. El segundo sentido, es más profundo, pues
alude a la manera como el acto de trabajar hace distinto al trabajador: obrando en el
mundo está también obrando en sí mismo y en cierto sentido esculpiendo su propia
figura, definiendo su propio ser.
2. Los pobres de Yahveh
2.1 Cuando pensamos en los obreros o la clase trabajadora, la idea de "masa" puede
visitarnos fácilmente. Quizás porque los trabajos más humildes requieren uniformes que
hacen desaparecer las particularidades de cada historia de cada obrero, cuando bajo un
manto de uniformidad es su labor la que brilla y no su vida, su familia o sus creencias y
convicciones.
2.2 La Biblia tiene una expresión favorita para referirse a esta clase de personas, las que
parecen relegadas al último renglón y cuya historia no parece interesar a nadie. A
menudo son ellos y ellas, los postergados, quienes tienen la más firme certeza de que
hay un Señor que está por encima de todos los señores que ellos han conocido. Por eso
la Biblia llama a estas personas los "Pobres de Yahveh," los Anawim.
2.3 Deberíamos recordar a menudo que José y María eran de estos Anawim. Lo extraño
y maravilloso no es que se hayan perdido muchos datos sobre sus vidas sino que se
recuerde alguno. El hecho de que el Hijo Unigénito de Dios venga a la casa del obrero y
se convierta en "hijo del artesano" muestra más que mil discursos cómo es gracia la
gracia y cómo es regalo la salvación.
3. Con los pobres de la tierra
3.1 Cada Eucaristía tiene muchas dimensiones. Existe la dimensión personal y son
importantes la devoción y el espíritu de adoración. Pero existe también la dimensión
social y no debe olvidarse la responsabilidad histórica.
3.2 Celebrar la Eucaristía es partir un pan que por todos y para todos se comparte. La
verdad del dolor de tantos desposeídos de nuestro tiempo no puede estar ausente del
altar en que Cristo renueva su sacrificio por todos ellos.
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Conversando con el amor


Señor, Tú eres mi roca, de quien recibo las bendiciones para salir adelante y quien
mueve corazón con rumbo a tus consuelos. Eres mi Rey, Quien pone a vibrar mi espíritu
bajo tu poderoso consuelo. Nunca me dejes. Amén.
Evangelio de hoy. Santo Evangelio del IV Sábado de Pascua
Reflexión del Papa Francisco.
En el Evangelio de hoy, Jesús dijo que quien lo veía a Él, veía al Padre. Dice
precisamente: "Sí, Padre, porque así te ha parecido bien". Y "nadie conoce quién es el
Hijo sino el Padre; ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar".
Al Padre, sólo el Hijo lo conoce: Jesús conoce al Padre. Y así, cuando Felipe fue hacia
Jesús y dijo: "muéstranos al Padre", el Señor le responde: "Felipe, quien me ve a mí, ve
al Padre".
En efecto, es muy grande la unión entre ellos: Él es la imagen del Padre; es la cercanía
de la ternura del Padre a nosotros. Y el Padre se acerca a nosotros en Jesús.
En el discurso de despedida, tras la Cena, Jesús repitió muchas veces: "Padre, que todos
sean uno, como tú en mí y yo en ti".
Y prometió el Espíritu Santo, porque precisamente el Espíritu Santo es quien hace esta
unidad, como la hace entre el Padre y el Hijo.
Esto es un poco para acercarnos a este misterio de Jesús. Pero este misterio no quedó
solamente entre ellos, se nos reveló a nosotros.
El Padre, por lo tanto, fue revelado por Jesús: Él nos hace conocer al Padre; nos hace
conocer esta vida interior que Él tiene. Y ¿a quién revela esto, el Padre?, ¿a quién da
esta gracia?
La respuesta la da Jesús mismo, como dice san Lucas en su Evangelio: «Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y las has revelado a los pequeños».
Por ello sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta
revelación. Sólo el corazón humilde, manso, que siente la necesidad de rezar, de abrirse
a Dios, que se siente pobre. En una palabra, sólo quien camina con la primera
bienaventuranza: los pobres de espíritu. (Homilía del Evangelio de hoy. Santa Marta, 02
de diciembre de 2014)
Oración para el Evangelio de hoy.
Señor, gracias por tu Palabra porque a través de ella, llenas de fuerza mi vida para
seguir firme y para cumplir con la voluntad del Padre que me ama.
Tú pasaste haciendo el bien y me mostraste al Padre en las obras que realizaste,
asegurándome que nada podrá apartarme de su amor compasivo.
Creo que el Padre está en Ti y Tú en el Padre, y que junto al Espíritu Santo me hiciste
partícipe de las bondades celestiales y de la fuerza de tu amor.
Ven y dame la gracia de la conversión verdadera que empuja al corazón a donarse en
amor y a librarme de instintos egoístas y deseos de vanaglorias.
Sé que me amas y lo haces en extremo, es por ello que recurro a ese amor para que me
libres de miedos que me atan a noches frías y desconsoladas.
Me entrego con confianza a tu providencia, a tu amor de Padre que actúa con poder en
mi corazón y lo prepara ante los nuevos desafíos de la vida.
Que pueda desde ya sentir tu protección y que la fuerza de tu Espíritu Santo se vea
derramada en mi vida y sea el motor de todas mis acciones.
Gracias Señor, por el regalo de la vida, porque en Ti me veo libre y feliz, por las
bendiciones que me das para lograr los sueños propuestos. Amén
Propósito para hoy.
Esforzarme por ser discreto y respetuoso en mis conversaciones y acciones, haciendo el
bien sin esperar recompensa y sin limitarme por el qué dirán de los demás.
Frase de reflexión.
"Que el Señor nos dé la gracia de enviarnos siempre un profeta, un amigo, el confesor,
el hijo, la mamá, que nos advierta cuando estamos resbalando hacia un ambiente en el
que parece que todo está permitido porque hemos perdido el sentido del pecado". Papa
Francisco
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En estas pocas líneas Jesús revela el misterio más profundo de toda la existencia
cristiana, la realidad de la Santísima Trinidad. Jesús en el Padre y el Padre en Jesús,
pero lo más asombroso es que, con la fe en este misterio, aceptando que Jesús es
realmente Dios, consustancial con el Padre, podemos nosotros hacer obras incluso
mayores a las que él hizo.
Esto realmente nos sonaría increíble, pero si realmente reconocemos que Jesús es Dios
y que, por lo tanto, su palabra es infalible, por lo que cualquier cosa que pidamos en su
nombre, él la hará. Qué maravilla tener un Dios que todo lo puede y que basta con que
pidamos para que él esté atento a nuestras peticiones. Sin embargo, quizás me dirás:
"Yo ya he pedido mucho en su nombre, y nada se me ha concedido".
Yo te respondo: Es posible que lo hayas recibido de una manera que no esperabas, pues
Dios conoce tu corazón y tu vida y sabe cómo y cuándo darnos lo que pedimos, pues
también es Padre. Recuerda que "todo conviene para los que aman al Señor", de
manera que aun eso que no has recibido se convierte ya en un don de Dios que vela
siempre por nosotros, y que nos da más allá de lo que podemos pensar o necesitar.
www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini

Que no se inquiete tu corazón, me dice Jesús también a mí. Tú lo sabías, Señor, sabías
que también habría de llegar para ml el momento de la inquietud. Para mí y para
muchos junto conmigo. ¿Cómo es posible que haya tantos odios y venganzas? ¿Tanta
corrupción e indiferencia? ¿Tanta hambre de dinero y de poder? ¿Tanta violencia y tanta
prepotencia? Mira cómo nuestras ciudades se han vuelto semejantes a Sodoma y
Gomorra: ¿cómo es posible no inquietarse?
Jesus responde a mi inquietud asegurándome que hay un lugar también para mí allí
donde está el, un lugar preparado para quien, a pesar de la inquietud, persevera con él
en las pruebas y en la tormenta. Porque, en definitiva, también en el siglo XXI sigue
siendo él el camino, la verdad y la vida: con él es cómo podemos y debemos atravesar
los ciclones de la avidez y de la sensualidad sin límites y los vientos gélidos de la
injusticia y del cinismo. Hacer frente a las fuerzas desviadoras, a las tendencias
arrolladoras, requiere permanecer firmemente aferrados a él.
¿Quieren llevarte por otros caminos? Acuérdate de que él es el camino. ¿Quieren
indicarte soluciones más avanzadas, más dignas del nuevo milenio? Acuérdate de que él
es la verdad. ¿Quieren enseñarte cómo vivir de una manera más intensa y más libre?
Acuérdate de que él es la vida. Acuérdate de que con él puedes iniciar una
reconstrucción que no es ilusoria, aunque tampoco fácil.
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Conocer para amar. Si conociéramos plenamente el amor de Dios, ¿qué sería de


nosotros? ¿Qué haríamos o qué dejaríamos de hacer? O mejor dicho, ¿qué seríamos o
qué dejaríamos de ser?
Conocer a Dios no sólo consiste en leer libros u oír palabras referidas a Él. Tener un
conocimiento personal es más que sentir o no sentir, es más que una vana creencia; es
llegar a tener la certeza vital de que alguien tuvo el valor de amar sin medida al
entregar radicalmente toda su persona.
Cada uno de nosotros, con espíritu sobrenatural, estamos en la búsqueda de Cristo para
encontrar, bajo la luz del Espíritu Santo, el rostro del Padre. Con Él, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, hemos pasado momentos duros o placenteros, momentos de confusión o
iluminación, momentos… ésta es la clave: tener momentos con Dios, tener un tiempo
para Dios.
El corazón mundano dice "perder el tiempo en el sagrario" al momento de buscar a Dios
en el tabernáculo. Mientras el alma, con un espíritu de fe, defiende la certeza de que es
la mejor inversión, pues el fruto llega a ser de un valor que no se puede comprar ni
vender, sino sólo ganar con una actitud que Dios, en su infinita bondad y misericordia,
se digna mirar.
Sentir la mirada de Dios provoca una experiencia que aumenta nuestra relación
personal. Es necesario tener ésta viva experiencia del misterio que sólo se entiende
desde el amor.
• ¡Qué difícil es dejarse amar verdaderamente! Siempre nos gustaría que algo de
nosotros no esté obligado a la gratitud, cuando en realidad estamos en deuda por todo,
porque Dios es el primero y nos salva completamente, con amor.
Pidamos ahora al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos
nuestros pecados.
Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero. (Homilía de S.S.
Francisco, 9 de marzo de 2018).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees
que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Buscaré conocer a Dios buscándolo en un lugar donde me cueste verle.
www.BibliaStraubinger

10. Es notable que ya en el Antiguo Testamento el Padre (Yahvé) habla del Mesías
llamándolo “el Varón unido conmigo” (Za. 13, 7). Cf. 16, 32.
12. Una de las promesas más asombrosas que Jesús hace a la fe viva, Desde el cielo Él
la cumplirá.
13. En este v. y en el siguiente promete el Salvador que será oída la oración que
hagamos en su nombre. Esta promesa se cumple siempre cuando confiados en los
méritos de Jesucristo y animados por su espíritu nos dirigimos al Padre. Es la oración
dominical la que mejor nos enseña el recto espíritu y, por eso, garantiza los mejores
frutos (Mt. 6, 9 ss.; Lc. 11, 2 ss.).
http://www.ciudadredonda.org

Queridos amigos y amigas:


En el texto de los Hechos de los Apóstoles, en la primera lectura, se nos presenta una
problemática muy sentida por la comunidad cristiana primitiva: el rechazo del Evangelio
por parte de los judíos y la predicación posterior a los paganos. Esta experiencia de la
primera comunidad nos ofrece también a nosotros elementos que siguen siendo válidos
para la misión de la Iglesia hoy. En primer lugar, debemos ser conscientes de la
contradicción que genera la predicación del Evangelio.
Si bien es cierto que muchos se convirtieron con la predicación de los apóstoles, muchos
también rechazaron fuertemente este anuncio. Esto nos consuela a nosotros hoy. Porque
el anuncio de la Buena Noticia sigue chocando con la incredulidad, la indiferencia, la
hostilidad. El texto de los Hechos de los Apóstoles nos hace ver que es normal que la
predicación del Evangelio encuentre obstáculos y dificultades, ante los cuales no
podemos desanimarnos. Llama fuertemente la atención cómo en medio de la
persecución y del rechazo los discípulos del Señor se llenan de la alegría que viene del
Espíritu Santo, por la certeza de seguir las huellas de Jesús, el justo rechazado por la
humanidad y exaltado por Dios.
El tema fundamental del texto del evangelio es la relación entre Jesús y el Padre. El
evangelista nos presenta que Jesús es el mediador que nos conduce a la comunión con
el Padre. Jesús es el camino al Padre porque nos lleva a través de su misma persona: él
está en el Padre y el Padre en él. De esta comunión recíproca entre Jesús y el Padre se
comprende que el conocimiento de Jesús nos lleva al conocimiento del Padre (v.7). Para
los discípulos el lenguaje del Maestro es confuso. Felipe le pide: «Señor, muéstranos al
Padre y nos basta».
Hasta ese momento los discípulos no comprendían que se trataba de llegar al Padre en
la persona de Jesús. Los discípulos no lograban reconocer en la presencia visible de su
Maestro las palabras y las obras del Padre. Esta es una gracia a pedir: descubrir en
Jesús el rostro del Padre. Solo mediante la fe llegamos a conocer y vivir desde está
experiencia de comunión. Y esto es lo que permite a sus discípulos continuar la misión
iniciada por Jesús. Jesús quiere animar a todos los que creerán en Él a participar de su
misma comunión con el Padre y de su obra de salvación.
http://www.aqplink.com/roguemos

Juan 14, 7-14 – El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.


¡Cómo habrían de sonar estas palabras a los oídos de los judíos! Les sonaba a blasfemia,
igual que debe sonarnos a nosotros que alguien se refiere a Jesucristo como un buen
tipo, un revolucionario, incluso un hombre excelente portador de una doctrina ejemplar.
Todas estos calificativos parecen para muchos generosos, incluso selectos, pues son
compartidos por muy pocos. Sin embargo cuidémonos de caer en esta simplificación
engañosa, ya que ninguno de ellos alcanza para definir a Jesús y sin embargo lo reducen
a una de sus características y sin duda no la más importante. Eh ahí la piedra de molino,
con la que no debemos comulgar, porque nos conduce al error y la perdición. ¿Qué es lo
que nos dice aquí Jesús a través de Felipe y sus discípulos? Nos está revelando por
enésima vez algo que es fundamental y sin lo cual no existe el pleno reconocimiento de
quién es Jesús…Por eso debemos prestar mucha atención en lo que dice, a fin de no ir
por ahí como un relativista moderno más, distorsionando la imagen de Jesús, que tan
bien calza para otros fines. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Jesús no es como el Che Guevara, no es como San Martín, Castilla, Lincoln, Lenin o Mao.
Ni si quiera como San Agustín, San Francisco, Santa Teresa o San Ignacio. Tampoco
como Moisés, Mahoma o Buda. Jesús no es un revolucionario, ni un luchador social, ni
alguien que sorpresivamente alcanzó la iluminación. Aun cuando algunas de sus
enseñanzas podrían satisfacer perfectamente las aspiraciones de justicia de los pueblos
oprimidos, los pobres, los desposeídos y los más humildes, ninguna de estas figuras
alcanza, porque Jesús es mucho más que eso. Jesús es en Primer lugar, Hijo de Dios y
comparte con Él su Divinidad en una forma misteriosa, que no alcanzamos a
comprender, aun cuando inevitablemente tratamos de imaginarlo…Por eso nos dice que
quien conoce a Él, conoce al Padre. ¿Por qué nos diría eso, sino para que no vayamos
especulando, haciendo distinciones y poniendo rangos? Jesús es el mismísimo Dios
hecho hombre. Entonces, mal hacemos en equipararlo a cualquiera de nuestros próceres
o héroes, ya sea legendarios o mitológicos por más buenos que nos parezcan. Entre
cualquiera de ellos y Dios, hay una abismo de distancia. El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre.
En Segundo lugar, Jesús es nuestro Salvador. Él ha venido enviado por el Padre a
Salvarnos y hay tal compenetración, tal unión, tal comunión entre ellos, que Jesús viene
en cumplimiento de la Voluntad del Padre y la ejecuta sin saltarse una coma, hasta el
final. No estamos frente a un liberal que hace lo que le parece, que se pasa sobre las
normas, que improvisa y actúa según el capricho de nadie, ni si quiera el propio. Jesús
es el Hijo de Dios y como tal es Dios también, por lo tanto procede con esa dignidad, esa
perfección y esa sabiduría. Jesús es la Verdad, es decir que no tiene que mantener
parangón con nadie…Son las demás cosas, los demás hechos, las demás personas las
que deben sujetarse y compararse a Él, a lo que nos enseña y revela. El que me ha visto
a mí, ha visto al Padre.
Jesús ha venido a Salvarnos, revelándonos el sentido de la Vida. Esto es algo muy serio
y trascendente. Es fundamental. Con ello no se juega ni improvisa. Jesús es la Verdad,
es el Mesías esperado y ofrecido por siglos…El primer antecedente que nos revela su
Divinidad y su punto de partida aquí entre nosotros, es su concepción y nacimiento a
través de una muchacha virgen, de pureza sin igual, la Santísima Virgen María… ¡Madre
de Dios y Madre nuestra! Así, haciéndose hombre, no nace sin embargo como
cualquiera, del mismo modo que su vida y muerte no serían como las de cualquiera…
Siendo el Único que ha Resucitado, venciendo a la muerte y sellando de este modo
nuestra Salvación.
Siendo la Verdad, es obvio que su proceder está sujeto a un Plan Perfectamente trazado
con antelación, aun cuando para nosotros se nos antoje a veces incomprensible. Nos
toca seguirlo, no enjuiciarlo, porque no está en nuestra capacidad. Por eso el Señor
procura por todos los medios que le conozcamos y creamos en Él. Por eso se preocupa
por suscitar en nosotros la FE, como la única respuesta a su Plan de Salvación, FE que
nos lleve a optar. Nosotros podemos alcanzar la Verdad, decidiendo por Él y siguiéndole
con FE; por eso nos dice que Él es el Camino, y que no ha venido a juzgar, sino a
Salvar. Es actuando y haciendo lo que Él nos dice –transitando por el Camino-, que
alcanzaremos la Verdad y con ella, lo que Dios Padre nos tiene reservado desde siempre
y para siempre: la Vida Eterna. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
Oremos: Padre Santo, ayúdanos a entender a Jesús, a fin que evitemos reducirlo a
nuestras categorías, a nuestros prejuicios, a nuestra capacidad de comprender. Que
sepamos responder con FE al llamado que Él nos hace, poniéndonos en Camino, y que
perseveremos en él, hasta alcanzar la Verdad y con ella la Vida Eterna. Te lo pedimos
por el mismo Jesucristo, nuestro Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo pedimos
Señor.
http://www.caminando-con-jesus.org

Jesús continúa con su discurso de despedida motivando a los discípulos a dar otro paso:
aprender a convivir de una manera distinta con Él, luego de su Pascua. Se hizo hombre
para que viéramos en Él al Padre; de igual forma, al volver al Padre, Jesús nos abre el
camino a Casa.
1. Nadie va al Padre, sino por Mí
Al comienzo del capítulo catorce, (Jn 14,1), Jesús dice: “Crean en Dios y crean también
en mi”. Puesto que ya creen en Dios, que crean también en El; que esa fe en Él se
mantenga y aumente en su ausencia, a pesar de que van a presenciar su muerte de
cruz; que crean en El cómo en el Hijo de Dios, tema del evangelio de san Juan.
En este fragmento de hoy, esta sección se enlaza con este versículo, en el que les habla
de la fe en el Padre y en El. Si va al Padre, lógicamente surge el hablar de quién sea:
que conozcan el término adónde va. A lo que se une la frase del último versículo, Nadie
va al Padre, sino por mí, ya que nadie puede venir al Padre sino por Jesús.
2. "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre”
Dice Jesús: "Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Es decir nos
promete para el futuro que sabremos de un conocimiento especial del Padre. ¿Es para
cuando estén en las moradas que va a prepararles? Pero, dice el Señor: “Ya desde ahora
lo conocen”, es decir, desde el tiempo en que Él, durante su ministerio público, les hizo
la gran revelación de Dios Padre, que envió a los seres humanos a su Hijo verdadero.
Por eso, al conocer al Hijo, se conoce al Padre, en el sentido de que lo engendra,
comunicándole su misma naturaleza divina, lo mismo que por comunicarle las obras que
hace.
La insistencia de Jesús en tratar el tema del Padre, ha suscitado en algunos de ellos el
deseo de un conocimiento más profundo y más experimental, es así como Felipe le dijo:
“Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta” La pregunta de Felipe que pide les
muestre al Padre, pensando que Jesús, que hizo tantos milagros, se lo manifestase
ahora con una maravillosa teofanía, al estilo de lo que se pensaba de Moisés o Isaías,
que habían visto a Dios, hace ver, una vez más, la rudeza e incomprensión de los
apóstoles hasta la gran iluminación de Pentecostés.
3. El Padre está presente en Él
De ese conocer al Padre y al Hijo se sigue que también han de saber que están el uno en
el otro. ¿Cómo? Podría pensarse que por la unión vital e inmanencia del uno en el otro,
por razón de la persona divina de Jesús; Pero seguramente se refiere al Verbo
encarnado, como San Juan lo considera en el evangelio. Y así el Padre está presente en
El, aparte de otras presencias, por las obras que le da a hacer. Dice en un texto, que es
la mejor interpretación de éste: Si no me creéis a mí, creed a las obras (milagros), para
que sepáis y conozcáis que el Padre está en mí y Yo en el Padre (Jn 10:38; cf. Jn
14:20). El Padre está por la comunicación que le hace, y Él está en el Padre por la
dependencia que su humanidad tiene de El para realizar los milagros y el mensaje.
Por último, para la garantía de esta mutua presencia y de la verdad de que quien lo ve a
Él ve al Padre, remite a las obras que el Padre hace en El.
4. Les aseguro que el que cree en Mí hará también las obras que Yo hago
Luego Jesús nos hace una promesa, dice: Les aseguro que el que cree en mí hará
también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre La primera
promesa que nos hace es que no sólo harán las obras que Yo hago sino que aún las hará
mayores. Y la razón es porque Él va al Padre.
La palabra obras, a las que Jesús se remite, es la garantía de su verdad. Ya el anuncio
que Jesús hace a los suyos es de optimismo: su ausencia no los dejará en el fracaso,
porque harán aún obras mayores que las que El hizo. ¿Qué obras son éstas?
5. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré
Cristo dice en otro pasaje: Las obras que el Padre me dio a hacer, esas obran dan
testimonio en favor mío de que el Padre me ha enviado (Jn 5:36). Es toda su obra
mesiánica: su actividad, su enseñanza de las cuales los milagros son signos.
En esta misma línea mesiánica están estas obras que les promete hacer. Son la obra
mayor de la expansión mesiánica, que Jesús tenía circunscrita a Palestina y que ellos
llevarán hasta los confines de la tierra (Hech. 1:8). Harán las obras que El hizo, enseñar
el mensaje y confirmarlo con milagros, y las harán mayores, por la extensión de ese
mensaje y milagros por todo el mundo.
Es la interpretación que ya daba San Agustín: Con la predicación de los discípulos
creyeron no unos pocos, como eran ellos, sino pueblos enteros. Y éstas son, sin duda,
obras mayores. Y esta obra que van a hacer se debe a que Él va al Padre. Es El quien,
por ellos, va a realizar y confirmar su obra de expansión mesiánica.
6. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, Yo lo haré
Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré". Lo que pidan al Padre en nombre
de Cristo, eso lo hará Cristo. Podría pensarse que Jesús lo haría como un instrumento
del Padre. Pero parece acusarse deliberadamente la divinidad del Verbo encarnado al
ponerse en una misma línea. Así dijo: Yo y el Padre somos una misma cosa ---san Juan
10:30 --- los judíos consideran que con ello se hacía Dios (Jn 10:33).
A esto mismo lleva el que lo que le pidan a él en su nombre, por él mismo: Yo lo haré.
Se pone en una esfera trascendente, en paralelismo con el Padre. Se acusa en ello la
divinidad del Verbo encarnado
¿Qué significa pedir en mi nombre? Puede tener varios sentidos, ya que, conforme al uso
semita, nombre está por la misma persona. Así podría significar: alegar al Padre que es
su Hijo (Jn 16:23-24); ponerlo por intercesor (Jn 11:12); alegar su poder o autoridad
(Hech 3:6-12); pedir unidos vitalmente a Él (Jn 15:5); o como representantes suyos y
encargados de continuar su obra (Jn 15:16).
7. Una forma de quedarse con nosotros
El contexto inmediato se refiere a las obras mayores, que es su obra de enviados de
Jesús a continuarla. Por eso, el sentido preferente aquí de en mi nombre se refiere a los
apóstoles, que unidos a Él (Jn 14:12; 15:5), le piden a El todo lo que necesitan, como
continuadores de su obra.
Dijo Jesús: Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi nombre, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Siempre es Jesucristo continuando su obra, a través de sus
apóstoles, para cumplir su misión: glorificar al Padre.
Jesús nos prometió: “Si ustedes me piden algo en mi nombre, yo lo haré.” Esta fue una
forma de quedarse con nosotros, y que sintiéramos su presencia, ya que rezar, es
ponerse en contacto íntimo con Jesús. Nada se resiste a la fuerza de la oración, pero hay
que hacerla como Él nos dijo, en su nombre, es decir en su espíritu, en sus méritos y
sus promesas, y aceptando su voluntad.
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
5.- Conocer a Jesús es conocer al Padre. En la Biblia “conocer a una persona” no es una
compensación intelectual, sino que implica también una profunda experiencia de la
presencia de esta persona en la vida. ¿Conozco a Jesús?
6.- ¿Conozco al Padre?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 Dios santo, nadie te ha visto jamás, sino tu Hijo amado, Palabra encerrada en nuestra
carne que desvela tu proyecto a los pequeños y les da a conocer tu nombre. Invocando
ese nombre, te pedimos que nos glorifiques en él, pues él dio su vida por nosotros.
Consuma, Señor, lo que has comenzado en nosotros: ¡revélanos al Padre! Haz que,
siguiéndote y escuchando tu palabra, accedamos al conocimiento del amor eterno,
donde vives resucitado, con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

2 Me doy cuenta, Señor, de que soy un buen compañero de Felipe, es decir, que soy un
poco miope para ver tu acción en el mundo. Ayer me lamentaba de la debilidad de tu
Iglesia, y quizás no consiga vislumbrar tu posible mensaje. Me lamentaba asimismo, con
acentos de nostalgia, del hundimiento de esta «cristiandad», sin lograr ver lo nuevo que
estás haciendo brotar. Me lamento de verte ausente de la historia y no consigo verte allí
donde antes no estabas presente y ahora, en cambio, lo estás.
Veo que no sé leer los «signos de los tiempos», dejándome ir unas veces hacia el
pesimismo y otras hacia el optimismo, es decir, leyendo los acontecimientos humanos o
bien mirando exclusivamente las debilidades de los hombres, o bien abandonándome a
un providencialismo milagrero.
Enséñame tú el arte del discernimiento, concédeme el don de verte allí donde actúas y
el modo en que lo haces. Purifica mi corazón para no sean mis estados de ánimo, sino tu
luz la que me guíe para descubrirte y encontrarte allí donde actúas, para colaborar
contigo, pero, sobre todo, para amarte como tú quieres. www.santaclaradeestella.es
3 Los confines de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. ¡Aclama a Yahvé, tierra
entera, gritad alegres, gozosos, cantad! (Sal 98,3-4) www.ocarm.org
4 ¡Padre en Cristo Jesús! Desde ya te conocemos y te hemos visto, porque Jesús mismo
nos lo ha revelado, y en especial en todas sus obras y palabras. Concédeme Oh Dios
eterno muchísima fe, para creer, confiar y esperar en lo que el Divino Maestro nos
asegura, pues es Él verdad infalible. Y como Él nos enseñó, te lo pido en el Nombre
Santo de Cristo Salvador, para gloria tuya y para la obra redentora de Jesús. Oh Madre
mia intercede por nuestras necesidades y misericordia ante Jesús, que es el mismo Dios.
Amén www.dario.res
5 Me doy cuenta, Señor, de que soy un buen compañero de Felipe, es decir, que soy un
tanto miope con respecto a tu acción en el mundo. Me lamento de la debilidad de tu
Iglesia, del hundimiento de una «cristiandad», y no veo lo nuevo que estás haciendo
surgir entre nosotros. Me lamento de que estás ausente en la historia y veo que no sé
leer los «signos de los tiempos», dejándome llevar unas veces por el pesimismo y otras
por el optimismo, interpretando así los acontecimientos humanos unas veces con las
debilidades de los hombres y otras abandonándome a un providencialismo milagrero.
Señor, enséñame el arte del discernimiento, concédeme el don de ver dónde actúas y
cómo lo haces. Purifica mi corazón con la luz de tu sabiduría. www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
En medio de las tinieblas de la vida presente, la Escritura se ha vuelto la luz para
nuestro camino. Por eso dice Pedro: «Hacéis bien en prestar [le] atención, como a
lámpara que luce en lugar oscuro» (2 Pe 1,19). Y, a su vez, dice el salmista: «Lámpara
es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero» (Sal 118,105).
Sabemos, sin embargo, que esta misma lámpara es oscura para nosotros si la Verdad no
la hace brillar en nuestras almas. Por eso dice aún el salmista: «Tú, Señor, eres mi
lámpara, mi Dios que alumbra mis tinieblas» (Sal 18,29). ¿De qué sirve una luz que
arde y no da luz? Pero la luz creada no brilla para nosotros si no es iluminada por la luz
increada. Ahora bien, el Dios omnipotente, que ha creado las palabras de ambos
Testamentos para nuestra salvación, él mismo es el intérprete (Gregorio Magno,
Homilías sobre Ezequiel, 1, 7,17). www.santaclaradeestella.es
Quien está lleno de fervor y de solicitud en la acción de gracias debe meditar ante todo
en el más grande y más excelente de todos los beneficios divinos y dar gracias con toda
la devoción y todo el fervor por el hecho de que, mediante el santísimo misterio de la
encarnación y de la Pasión de Cristo, hayamos sido salvados de la muerte eterna y se
nos haya hecho renacer para ella. En Cristo, efectivamente, ha venido la misma
Salvación a los enfermos, la misma Misericordia a los míseros, la misma Sabiduría a los
insensatos, la misma Vida a los muertos, el mismo Camino para los que yerran, la
misma Verdad a los que simulan, el mismo Redentor a los prisioneros, el mismo Dios a
los hombres.
El altísimo Unigénito del altísimo Padre no tuvo un lugar más bajo al que descender
humillándose que morir como culpable y como condenado a la muerte más infame en
aquel mismo hombre al que se había unido en una sola persona. Del mismo modo,
nuestra naturaleza no ha tenido un lugar en el que ser más ensalzada por el hecho de
tener, al sentarse en Cristo a la derecha del Padre, un nombre que está por encima de
todo nombre y ante el cual se dobla toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los
infiernos (cf. Flp 2,6s). Y él nos ha dado la firmísima esperanza de que si nos adherimos
fielmente a Él, le seguiremos allí donde nos ha precedido (Jn 17,24). ¿Quién puede
pensar de una manera digna una gracia tan grande? (Juan de Montemedio, «Lettera a
Ugo sul rendimento di grazie», en Padres cartujos, Una parola dal silenzio, Magnano
1997, 226-228). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Muéstrame, Señor, tus caminos» (Sal
24,4a).
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Yo soy el camino, la verdad y la vida»
(v. 6).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
Te revelaste, Señor, como invisible; eres un Dios escondido e inefable. Pero te haces
visible en cada ser: la criatura es la flor de tu mirada. Tu mirada confiere el ser, Dios
mío, tú te haces visible en la criatura.
Soy incapaz de darte un nombre, estás más allá del límite de toda definición humana.
Socorre a los hijos de los hombres: ellos te veneran en figuras diferentes y eres para
ellos causa de guerras religiosas. Sin embargo, ellos te desean, Bien único, oh Inefable y
Sin Nombre.
No sigas oculto aún, manifiesta tu rostro: así seremos salvos. Responde a nuestra
oración: desaparecerán la espada y el odio, encontraremos la unidad en la diversidad.
Aplácate, Señor, tu justicia es misericordia: ten piedad de nosotros, frágiles criaturas
(Nicolás de Cusa, cit. en G. Vannucci, 1/ libro della preghiera universale, Florencia,
1985, p. 367). www.santaclaradeestella.es
Jesús dice adiós: sabe que ha llegado la hora de su paso al Padre. La palabra «adiós» —
todo el mundo lo sabe— en su significado primigenio significa «a Dios». Este es el
sentido con el que Jesús saluda a sus discípulos. Revela a dónde va y dónde podrán
encontrarle: en la casa del Padre. Y no sólo eso: revela también que en la casa del
Padre, que él demuestra conocer, hay muchos sitios. En consecuencia, no hay ninguna
razón para que los discípulos estén tristes. Y tampoco la hay para que lo estemos
nosotros. Nuestro malestar interior (hablo de ese malestar profundo, existencial) nace,
sobre todo, de la falta de sentido, orientación, dirección. ¿A dónde vamos? ¿Hacia la
nada o hacia otra vida? ¿Hacia un juicio temible o hacia un abrazo de ternura? A esto se
añade, a continuación, que, mientras no sepamos si existe para nosotros un sitio
después de la muerte, a veces se nos niega también un sitio más acá de la muerte, en la
vida de todos los días. No ser aceptados, no ser amados, no encontrar sitio en la estima
y en el acto de quien tenemos al lado, ¿no es acaso uno de los mayores sufrimientos?
Sucede incluso que no encontramos sitio en la estima de alguien que se considera
cristiano y que, en nombre de su fe, se siente autorizado a excluir y a condenar. Jesús
desliza hoy sobre toda esta tristeza, como una mano que acaricia, su Palabra
tranquilizadora. ¿A dónde vamos? Vamos hacia el amor del Padre, que no excluye a
nadie. Ni siquiera a los publicanos y a las prostitutas, ni siquiera al ladrón crucificado.
«En la casa de mi Padre hay muchas estancia»: incluso para aquellos a los que nos
gustaría relegar a otro sitio; incluso para nosotros, si es que hubiera alguien incapaz de
hospedarnos en su corazón (L. Pozzoli, Dio ii grande seduttore, Milan 1998, 138-142,
passim). www.evangeliodeJuan.GiorgioZevini
*****
www.fundacionpane.org

📕 Lectura, ¿Qué dice el texto?

Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras.
Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aún mayores,
porque yo me voy al Padre.”
Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en
el Hijo.
Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré.”

🙋 ‍Siguiendo este texto, ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu
atención, tu interés?

📗 Meditación, ¿Qué nos dice Dios en el texto?


Muchas veces somos como Tomás, hasta no ver no creer, eso es muy humano y
entendible, de todo queremos estar seguros porque así lo perciben nuestros sentidos,
pero hay otras formas de percibir que van mucho más allá de lo humano, de lo cual
tenemos capacidad, pero por la naturaleza humana, lo que nos van enseñando,
conforme nos vamos adaptando al mundo vamos perdiendo esa sensibilidad de percibir
a Dios más fácilmente, pero como dice Jesús, hay obras, acciones, actitudes que no son
muy comunes, es ahí donde creemos y vemos que Dios está presente, ¿Alguna vez he
sentido que puedo percibir a Dios o puedo verlo a través de alguna obra o acción y no
tenemos alguna explicación para ello?; Jesús nos dice que cuando dejamos que entre
completamente en nuestros corazones, en nuestra mente y vida podemos hacer cosas
como las que él hace y aún mucho más, ¿Cómo puede suceder esto?, ¿Porque cuando el
amor que es limpio y verdadero, se puede hacer cosas maravillosas?, ¿Porque se hace
en nombre del Señor?, ¿Porque creo en el Señor, y el percibe nuestro deseo, nuestro
amor en su nombre?

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

📘 Oración, ¿Qué le decimos a Dios?

Yo sé qué creer en ti no sólo implica percibirte y recibirte desde lo que yo pueda sentir
humanamente, es mucho más allá, es algo que no tiene explicación; en muchos
momentos te siento, que vives en mí, que actúas en mí y me dejas con mucha alegría,
lleno de ti, de tu amor con el deseo de pedir en tu Nombre, porque tu amor me llena y
lo puede todo, así mi Señor, pido en tu Nombre por las necesidades de todos nosotros,
por los enfermos, quienes están en situaciones difíciles, por los perseguidos, los
necesitados, abandonados, y por todo aquel que te busca.
Que deje a un lado mi humanidad, mi mundanidad y deje que actué más mi espíritu,
que así logre solamente dejar que tu amor, que tú fuerza sean las únicas guías de mi
diario andar.

🙋 ‍Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu oración personal?

Cada uno pone sus intenciones. -Amén-

📙 Contemplación, ¿Cómo interiorizamos la Palabra de Dios?

“Crean por las mismas obras“ (Repetimos)

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que
te ayuda a recordar este texto?

🏃 ⛪ Acción, ¿A qué me comprometo con Dios?

Todo cuanto queramos y deseemos, llevémoslo a nuestro corazón, a nuestro cuerpo,


mente, alma y espíritu y pidamos al Señor para que se cumpla según su voluntad. Esto
es lo que Él nos pide.

🙋 Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a


realizar?
**********************************************************************

✞ ✞ ✞ Profesión de Fe
Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

Oremos a Dios, nuestro Padre, con la certeza de que Jesucristo resucitado intercede por
nosotros.
- Para que Cristo, luz y salvación de todos los pueblos, derrame el fuego del Espíritu
Santo sobre toda la Iglesia. Roguemos al Señor.
- Para que todos los que tienen autoridad en el mundo la ejerciten con espíritu de
servicio a los hombres. Roguemos al Señor.
- Para que la caridad y entrega de los cristianos manifieste a los que sufren el amor que
Dios les tiene. Roguemos al Señor.
- Para que conceda el don de la fe a los que aún no reconocen a Cristo como Hijo de
Dios y Salvador de los hombres. Roguemos al Señor.
- Por la Iglesia -que somos nosotros-, para que escuchemos siempre la palabra de Dios
con atención y alegría, y así lleguemos a conocer mejor al Señor, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que no guardemos de modo egoísta al Señor Jesús sólo para
nosotros mismos, sino que lo demos a conocer a otros, sobre todo por la forma cómo
vivimos su Buena Nueva, el evangelio. Roguemos al Señor.
- Por nuestras comunidades cristianas, para que seamos fervientes en la oración y
pidamos insistentemente, en nombre de Jesús, más unidad y amor, roguemos al Señor.
Escucha, Padre Santo, las oraciones que te presentamos en el nombre de Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
• Oremos, hermanos, a Dios Padre, que nos llama a todos a colaborar en su obra
creadora.
- Por la Iglesia, para que reciba la abundancia del Espíritu y sepa expresar su solidaridad
con el mundo del trabajo y anuncie el Evangelio a los trabajadores y los pobres.
Roguemos al Señor.
- Por todos los cristianos, para que cobren conciencia de su vocación al apostolado y
lleven a su trabajo el testimonio de una fe viva y el servicio de una caridad sincera.
Roguemos al Señor
- Por los que dirigen y organizan el mundo del trabajo y de la economía, para que
procedan siempre con sabiduría y justicia, respetando los derechos de todos los
hombres. Roguemos al Señor.
- Por los que sufren por falta de empleo o a causa de la dureza de su trabajo, por los
trabajadores que están en peligro o reciben un salario injusto, para que no se sientan
desesperados y reciban la ayuda que necesitan. Roguemos al Señor.
- Por nosotros, por nuestras familias y por nuestros compañeros de trabajo, para que
encontremos satisfacción en los quehaceres cotidianos y trabajemos siempre como
servidores del Señor. Roguemos al Señor.
Escucha, Señor, la oración de tu Iglesia que san José obrero te recomienda. Por
Jesucristo, nuestro Señor

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Te pedimos, Señor, que, en tu bondad, santifiques estos dones, aceptes la ofrenda de


este sacrificio espiritual y nos transformes en oblación perenne. Por Jesucristo, nuestro
Señor.
Oh, Dios, fuente de toda misericordia, mira las ofrendas que presentamos a tu majestad
en la conmemoración de san José, y concede, con bondad, que los dones ofrecidos se
transformen en ayuda para los que te invocan. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: En estos signos de pan y vino que ahora te ofrecemos, tú nos das a
tu Hijo como luz para todos; pero sólo si creemos podremos ver la luz. Danos esos ojos
de fe, y que la luz de tu Hijo brille en las obras que hacemos, para que, al verlas,
nuestros hermanos te alaben. Te lo pedimos en nombre de Jesús, que vive y reina
contigo por los siglos de los siglos.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de
consagración. El sentido de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo
en el reconocimiento de las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio .

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Plegaria Eucarística IV.
En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú
eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz
sobre toda luz.
Porque tú solo eres bueno y fuente de vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus
bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te
sirven siempre y te glorifican sin cesar.
• Gracias Jesús por ayudarme a conocerte a Ti y al Padre cada día más. Gracias por
mostrarme cómo tu Padre es también mi Padre y escucha mis suplicas. Te pido que me
ayudes a responder con generosidad a su amor infinito, amando a mi prójimo, así como
Tú y Él me han amado. Gracias Jesús. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz, las demás criaturas,
aclamamos tu nombre cantando:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita las alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera
que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que
nos mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se
realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa;
es la transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y
Divinidad de Cristo. Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el
Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él,
porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi
Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por
muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de
Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando
principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno
de los participantes.
Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su
admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al
mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu
servidor, el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y
diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con
toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros,
vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Padre eterno, te ofrecemos la Preciosísima Sangre de Jesús, con todas las
Misas celebradas en el mundo en éste día, por las benditas Almas del
Purgatorio. Y Concédeles, Señor, el descanso eterno y brille para ellas la luz
perpetua. Amén.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen
del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de
nosotros y de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a
cada persona de la tierra.
• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la gracia de creer que Cristo está
en Tí, y Tú, Padre estás en Él.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan
mutuamente la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda
perturbación, y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no
tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Les aseguro que el que cree en mí hará
también las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre ".
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la
comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Jn 17, 24
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y
contemplen mi gloria, la que me diste. Aleluya.
Antífona de comunión Cf. Col 3, 17
Todo lo que de palabra o de obra realicéis sea todo en Nombre del Señor, dando gracias
a Dios. Aleluya.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Señor, después de recibir el don sagrado del sacramento, te pedimos humildemente que
nos haga crecer en el amor lo que tu Hijo nos mandó realizar en memoria suya. Él, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
Saciados con los alimentos celestiales te pedimos humildemente, Señor, que, a ejemplo
de san José, gustemos continuamente el fruto de una paz perpetua, dando testimonio de
la caridad que infundes en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Señor Dios nuestro: Por medio de tu Hijo Jesucristo tú viniste a nuestro mundo para
salvar a los hombres en su situación y mentalidad concretas. Por medio de Jesucristo,
que está con nosotros ahora, abre a tu Iglesia, a los misioneros y a todos nosotros para
que sepamos acoger con amor a todos los hombres, hermanas y hermanos nuestros, y
para acompañarlos con humildad desde dentro de su cultura y mentalidad por el camino
que conduce a ti. Estamos seguros, oh Dios Padre, de que escucharás nuestra oración,
ya que te lo pedimos en el nombre de Jesús el Señor.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea,
para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya, porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya. Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad
y acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición
Hermanos: Si creemos en Dios y le amamos profundamente, desearíamos verle para
conocerle mejor. Quizás podamos mostrar a los que nos rodean algo del rostro de Dios
por medio de nuestra bondad y amor.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda
sobre nosotros y permanezca para siempre.
R/ Amén
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en
Cristo, ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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