Había una vez una flor.

Había una vez en un país muy lejano una flor llamada margarita.
Margarita blanca con pétalos grandes y era muy muy feliz viviendo en
su campo.
Un día Margarita se dio cuenta de que sus pétalos se estaban
cayendo.
-No puede ser mis pétalos se están cayendo. Dijo margarita.
Todos los animales del bosque quisieron ayudar a Margarita. El señor
lobo rego con agua a Margarita, la señora cebra le echó abono a
Margarita Día tras día, el señor sol brillo con más intensidad en las
tardes y la señora nube lanzo bocanadas de agua en las noches
Al pasar los días Margarita vio que cada vez sus pétalos se caían con
más frecuencia, ella no entendía porque le pasaba eso.
- No entiendo qué me pasa. Todos mis amigos y conocidos me
han ayudado he tomado mucha agua, he tomado mucho el sol.
debería estar Grande y fuerte dijo Margarita
Al día siguiente Antonio el recolector de flores vio a Margarita apagada
y triste.
- O qué flor tan marchita, está apunto de secarse por completo.
tengo que hacer algo para ayudarla.
Antonio le pidió a su papá una pala para sacar a Margarita de la tierra
y la puso en una maceta llena de abono fresco. Día tras día la rego
con amor y esfuerzo a margarita. Al pasar dos semanas Margarita
estaba grande, radiante, hermosa y llena de vida.
Cuánto Antonio vio el progreso de Margarita enseguida la volvió a
plantar en la tierra. Todos los animales quedaron sorprendidos al ver
Margarita de nuevo convertida en una flor Grande y fuerte.
Al pasar los días se la acercó la señora cebra y le pregunto:
¿Cómo fue que nosotros no te pudimos ayudar y ese niño en tan sólo
unos días te volvió a dejar como nueva?
Ustedes me querían ayudar porque me conocían de toda la vida, en
cambio Antonio nunca me había visto en la suya. Fue su generosidad
y su desinterés la que me salvó la vida.
Y así los animales del bosque comprendieron que no debemos ayudar
solamente a los que conocemos, que debe ayudar a todo aquel que lo
necesite así Nunca lo hayamos visto,
Colorín Colorado Este cuento ha terminado.