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LECTURA 2

CONVERSIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

Tomado de: LEÓN ALVAREZ, José Guillermo. La vivencia de la minoridad según San Francisco. 1997
De esta manera llegamos al momento de su conversión 1 tal como lo narran sus biógrafos, donde nos dicen que fue
precisamente un día en que pidió que le explicasen el pasaje evangélico escuchado durante la Misa en la capilla de la
Porciúncula (probablemente en la fiesta de san Matías el 24 de febrero de 1208 ó 1209).

Pero cierto día se leía en esta iglesia (Santa María de la Porciúncula) el evangelio que narra cómo el Señor
había enviado a sus discípulos a predicar; presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las
palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le explicase el evangelio.
Como el sacerdote le fuese explicando todo ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no
debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener
calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante saltando de gozo, lleno del
Espíritu del Señor, exclamó: “Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo
del corazón anhelo poner en práctica”. Rebosando de alegría, se apresura inmediatamente el santo Padre
a cumplir la doctrina saludable que acaba de escuchar... Al punto desata el calzado de sus pies, hecha por
tierra el bastón y, gozoso con una túnica, se pone una cuerda en lugar de la correa.... Todo lo demás que
había escuchado se esfuerza en realizarlo con la mayor diligencia y con suma reverencia. 2

Pobreza, oración, conversión, misión y servicio se convierten en los conceptos centrales de la espiritualidad franciscana.
De esta manera Francisco, sin saberlo, conecta con los ideales de su tiempo, partiendo únicamente del Evangelio. El ideal
de pobreza de Francisco no surgió, por consiguiente, de una reacción contra las condiciones o circunstancias sociales; su
conversión fue solo un retorno a Dios, una renuncia a la tierra; después de lo cual, y basándose únicamente en el
Evangelio, se entregó a una vida de extrema pobreza y de predicación. Francisco coincidía, aunque solo en parte, con los
movimientos pauperísticos de su tiempo, porque la fuerza motriz que lo impulsaba a él e impulsaba a aquéllos era distinta.
Los movimientos pauperísticos partían de la contestación y de la crítica contra unos abusos realmente existentes en
aquella Iglesia y en aquella sociedad. Francisco, en cambio, parte única y exclusivamente del deseo de vivir el Evangelio.
3

Podemos ver que Francisco en este acontecimiento se muestra como un hijo perfecto de su tiempo, el carácter de
reacción contra la sociedad estuvo completamente ausente en la conversión y en todos los otros aspectos públicos de
Francisco.4 Contrariamente a los otros movimientos religiosos, Francisco no parte jamás de una reacción contra las
instituciones sociales o eclesiales defectuosas, ni tampoco de una teoría sobre las clases sociales; sino que parte de la
sola llamada del Evangelio al retorno personal de Dios. Por eso dice: nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el
Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. (Test. 14)

1 Se debe tener en cuenta las tres fechas que el mismo Francisco subraya al final de su vida., respecto a su proceso vocacional. 1. “Cuando
yo estaba en pecados...el Señor me condujo en medio de los leprosos y practiqué con ellos la misericordia” (Test 1). 2. “Poco después
salí del siglo” (Test 3). 3. “Y después que el Señor me dio hermanos el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del
santo Evangelio” (Test 14). Para analizar este aspecto recomiendo el estudio de CORNET, León. Origenes de la pobreza Franciscana.
En: Selecciones de Franciscanismo No. 37. 1984; p.81.
2 I Cel. 22. A partir de aquí, las citas que hablan sobre las Fuentes franciscanas, se tomarán Del libro: San Francisco de Asís. Escritos,

Biografías, Documentos de la época. Edición preparada por GUERRA, José Antonio. Madrid: BAC., 1985.
3 ALVAREZ GOMEZ, J. Presencia de San Francisco en la vida religiosa. En: Selecciones de Franciscanismo. No. 33. 1982; p. 449.
4 Según expresa Roggen, “Lo que llama inmediatamente la atención es que Francisco no parece haberse inspirado jamás en los

movimientos de su tiempo, al menos, no directamente, pues las corrientes de ideas estaban ciertamente “en el ambiente” y no pretendemos
hacer de Francisco un “self-made man” en el plano espiritual. Cada uno, en cuanto a su propia fisonomía espiritual, es deudor de su
tiempo. El hecho de leer y escuchar el pasaje del Evangelio en la Porciuncula al estilo de los predicadores itinerantes, es ya una prueba
de ello”. ¿Hizo Francisco una opción de clase?. En: Selecciones de Franciscanismo. No. 9. 1974; p.288.

1
Después se le unirán a Francisco los primeros hermanos 5 (laicos de todas las categorías sociales y sacerdotes que
aceptaban vivir como laicos entre ellos); las fuentes (1 Cel 23; 30; 31; L 3 Comp. 54 etc.) franciscanas señalan este
acontecimiento en torno a la figura de Francisco. 6

Desde entonces comenzó el bienaventurado Francisco a predicar más y mejor en sus correrías por ciudades
y castros; no lo hacía con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino que anunciaba con confianza el
reino de Dios con la doctrina y fuerza del Espíritu Santo... Así comenzaron muchos, nobles y plebeyos,
clérigos y seglares, impelidos por inspiración divina, a seguir los pasos del bienaventurado Francisco y,
abandonando los cuidados y vanidades del siglo, a vivir el mismo tenor de vida bajo su dirección.7

Si se quiere determinar la procedencia social de los primeros hermanos se encuentra que sus miembros provienen de
todos los estados y clases sin excepción, aunque en su mayoría proceden de la rica burguesía, de la nobleza y del clero;
no de los gremios pobres del artesanado o de las clases más pobres. Francisco y sus hermanos por lo tanto no son una
reacción de desheredados, de empobrecidos, contra las clases dirigentes de la Iglesia, de la sociedad o de la economía
de su tiempo; al contrario ellos son una reacción religiosa de esas mismas clases dirigentes.

Así, Francisco, a diferencia de los Cátaros, no considera la pobreza como una ayuda ascética, para la liberación del mundo
material y a diferencia de los Valdenses, no la considera como una protesta contra la riqueza de una Iglesia y clero
cargados de posesiones. Francisco considera la pobreza desde un sentido estrictamente religioso. Por eso su modelo será
Cristo, cuyas palabras y ejemplo ambicionará siempre. Esto lo constatamos leyendo la Regla que Francisco escribió para
sus hermanos:

Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino: ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia,
ni bastón. Y en toda casa en que entren digan primero: Paz a esta casa. Y, permaneciendo en la misma casa,
coman y beban lo que hay en ella. No resistan al mal, sino a quien les pegue en una mejilla, vuélvanle
también la otra. Y a quien les quitara la capa, no le impidan que se lleve también la túnica. Den a todo el
que les pida; y a quien les quita sus cosas, no se las reclamen. (1R. 14.)

De modo que las palabras de la misión de Cristo, según las cuales los apóstoles no debían tomar nada para el camino (ni
dinero, ni alforja, ni bastón, ni sandalias, ni dos vestidos) y debían predicar el Reino de Dios, constituyeron para Francisco
su propia misión y esencia. En esta actitud de partida se intuye como el movimiento original de los hermanos empieza,
por así decirlo, desde cero, tomando únicamente en consideración el evangelio y prescindiendo de los modelos
preexistentes.

Francisco se percató de que la única manera posible para que su movimiento religioso fuese eficaz, consistía en
permanecer dentro de la Iglesia, ya que esta es el único ámbito donde se puede estar seguros de que el Evangelio es
interpretado según el sentir de Cristo, y en la cual el poder puede encauzarse adecuadamente en favor de los humildes
y de los pequeños de este mundo. Así quedó expresado en la primera Regla.

Los hermanos, dondequiera que se encuentren sirviendo o trabajando en casa de otros, no sean
mayordomos ni cancilleres ni estén al frente en las casas que sirven; ni acepten ningún oficio que engendre
escándalo o cause perjuicio a su alma, sino sean menores y estén sujetos a todos los que se hallan en la
misma casa. (1 R. 7,1)

Francisco de Asís vio agruparse en torno suyo a compañeros; viviendo religiosamente, pero fuera de todo modelo
monástico tradicional; sin embargo, al ver por propia experiencia cómo se afirmaba su estabilidad y su crecimiento,
deciden que se haga aprobar su género de vida, para confirmar su catolicismo 8 y también su seguridad.

5 Para una mejor profundización sobre la primera generación de hermanos, veáse el artículo de CLASEN, Sophronius. Francisco de
Asís y la cuestión social. En: Selecciones de Franciscanismo. No.9. 1974; p.264-266.
6 “La fraternidad franciscana no brotó de un proyecto bien definido, sino que creció en torno a la persona de Francisco: nació, pues,

como servicio en el amor, concepto este ciertamente opuesto al feudalismo, pero que no surgió contra él, sino con seguridad del
Evangelio. Un concepto, por consiguiente, que corresponde a las exigencias del hombre”. POMPEI, Alfonso. La influencia religioso-
social de San Francisco y de su primitiva fraternidad en el siglo XIII. En: Selecciones de Franciscanismo. No. 9. 1974; p. 332.
7 T C. n. 54.
8 “La forma de vida franciscana constituyó efectivamente aun sin quererlo, una reacción ante la forma eclesiástica de la vida religiosa

que había sido impuesta por el sistema feudal y por el espíritu burgués de los nuevos comunes. En el franciscanismo tenemos, sí, una
piedad eclesial y jerárquica, pero toma en consideración al mismo tiempo el valor del laico, subrayando adecuadamente su valor como

2
Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo
me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio. Y yo lo hice escribir en pocas palabras y
sencillamente y el señor papa me lo confirmó.
Y los que venían a tomar esta vida, daban a los pobres todo lo podían tener, y se contentaban con una
túnica, remendada por dentro y por fuera; con el cordón y los calzones. Y no queríamos tener más: El oficio
lo decíamos los clérigos al modo de los otros clérigos, y los laicos decían padrenuestros; y bien gustosamente
permanecíamos en iglesias.
Y éramos indoctos y estábamos sometidos a todos. (Test. 14-19)

La forma de vida franciscana se dirigió, en su piedad, sobre todo al pueblo sencillo. Este pueblo se iba constituyendo en
los comunes como entidad social diversa y opuesta al espíritu feudal; pues bien, en la vida franciscana originaria
encontramos muchos elementos y virtudes que respondían, en materia religiosa, al espíritu comunal. Por eso mismo,
Francisco elige para sí y para sus frailes el lugar de los menores, porque la condición social de los menores es la única en
la que todavía se puede hacer realidad la sumisión evangélica a todos.9

Y ya que son hermanos menores, también sus trabajos deben ser “menores” : “Ningún hermano, que en cualquier parte
permanezca con otros para trabajar o servirles, sea tesorero o bodegero, o tenga otro oficio de presidencia en las casas
de aquellos a quienes sirven” (1R. 7), tampoco deben aspirar, por lo mismo, a los trabajos más delicados: “Aquellos
hermanos, que no tienen una formación científica, no deben preocuparse por adquirirla” (2R.10). “Menor” debe ser
también la remuneración del trabajo: “Y como remuneración del trabajo acepten, para sí y para sus hermanos, las cosas
necesarias para la vida corporal, pero no dinero o pecunia; y esto háganlo humildemente, como corresponde a quienes
son siervos de Dios y seguidores de la santísima pobreza.” (2R. 5)

Francisco propone la vivencia de la minoridad y el “ser menor” como piedra fundamental de su Orden. Desde entonces,
sus hermanos, los frailes serán los menores en el doble sentido de la palabra: -Formarán parte de la categoría social del
pueblo menudo, que no goza de privilegio alguno. - Pero serán también “menores” en el sentido evangélico más puro:
los pobres, los pequeños, los humildes sometidos a todos.10 Y expresarán el valor positivo de la minoridad en varias
actitudes:
Primera actitud: que cada uno se humille ante Dios por cuanto Él es el origen de toda obra buena: “humillaos también
vosotros, para ser enaltecidos por El. Nada de vosotros retengáis para vosotros mismos a fin de que enteros os reciba el
que todo entero se os entrega” (Cta. O. 29)
Segunda actitud: que sean sumisos unos a otros en estima y veneración: “Y, dondequiera que estén o en cualquier lugar
que se encuentren unos con otros, los hermanos deben tratarse espiritualmente y con amor y honrarse mutuamente sin
murmuración” (1R 7; Testamento).
Tercera actitud: que se piense en las propias equivocaciones: “Por eso es grandemente vergonzoso para nosotros los
siervos de Dios que los santos hicieron las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir gloria y honor” ( Adm. 6) “Por
el contrario, es en esto en lo que podemos gloriarnos: en nuestras flaquezas” Adm. 5)

personalidad religiosa. Si bien los primeros hermanos no fueron todos laicos, la fraternidad tenía, no obstante un carácter laical, sea
porque su piedad era una expresión típica de la piedad laical que entonces iba afirmándose, sea porque su realización externa se
presentaba como un grupo de laicos. Así, pues, la forma de vida franciscana estaba en armonía con los tiempos, y era además una
expresión de las tentativas que se hacían en aquel tiempo para dar una respuesta a las necesidades religiosas de entonces e infundir nueva
vida a las formas inspiradas por el feudalismo”. POMPEI, Alfonso. Op. Cit., p.334.
9 Cf. nota 9.
10 “La nueva fraternidad instituida por Francisco nació en oposición no solo al sistema feudal, sino también, y mucho más contra el

espíritu burgués de los comunes. Otros movimientos religiosos del s. XIII se metieron contra la Iglesia y contra la sociedad, contra el
creciente individualismo religioso y contra el ordenamiento social eclesiástico y feudal. La reacción antifeudal de estos movimientos
abarco también el campo religioso, pues tanto la Iglesia como su vida religiosa eran estructuralmente feudales. La nueva concepción
ética de la propiedad, que venía abriéndose camino en oposición a la feudal, había subordinado el individuo a las posesiones, llevando a
una forma social burguesa, fuertemente egoísta y materialista, que creó graves problemas a la vida religiosa.” POMPEI, Alfonso Op.
Cit. P. 329.

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