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En 

Derecho laboral, el Principio de Primacía de la Realidad significa que en


caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que surge de los
documentos o acuerdos, debe darse preferencia a lo primero, es decir, a lo que
sucede en el terreno de los hechos.1(siempre que sea en beneficio del
trabajador) o
Este criterio se fundamenta en la inferioridad del trabajador, quien puede ser
objeto de abusos que solo pueden subsanarse con la primacía de los hechos
sobre las formas, las formalidades. La principal manifestación de este criterio
se da cuando se trata de disimular a un trabajador subordinado baja la
apariencia de ser un trabajador independiente contratado a honorarios. Los
desajustes entre los hechos y la forma pueden tener distintas causas:
a)Intención deliberada de fingir o simular una situación jurídica distinta de la
real.
b)Provenir de un error.
c)Por falta de actualización de datos.
d)Falta de cumplimiento de requisitos formales.
Este criterio opera a favor del trabajador. La primacía de la
realidad no puede justificar, disculpar u homologar el incumplimiento del
derecho invocando la efectividad de la infracción por parte del empleador.
La primacía de la realidad limita con la buena fe contractual. Por ende, si se ha
celebrado un contrato de fachada con fines ilícitos, el trabajador difícilmente va
a poder invocar el contrato celebrado con fines espurios.
Una norma imperativa o prohibitiva puede infringirse de modo directo (franco
incumplimiento o infracción abierta) caso en el cual el acto podrá ser
inexistente o nulo, o podrá ser sancionado el infractor. Pero también dichas
normas pueden transgredirse en forma hipócrita, con malicia y engaño,
buscando el apoyo del otra u otras normas con el objetivo de evadir
mañosamente el cumplimiento de la primera, que, por lo mismo, es
denominada ley defraudada, en tanto la que se usa como apoyo y de
apariencia para la evasión se llama ley de cobertura, en este caso estamos
frente al fraude a la ley.
El fraude a la ley no es lo mismo que el ejercicio abusivo de los derechos, caso
en el cual se ejercita con desviación o exceso un derecho del cual se es titular.
Sin embargo, se puede tener problemas con la aplicación de estas normas,
toda vez que la doctrina civil, en el caso del fraude a la ley, discute sobre la
necesidad de probar la intención, lo que en materia laboral es un obstáculo
prácticamente insalvable. Por el contrario, la primacía de la realidad es objetiva
en su aplicación, respetando dos elementos, que se base en la potestad de
mando del empleador, donde se “inserta” el trabajador, lo que conlleva que la
“realidad del contrato de trabajo” jamás se produzca a “espaldas del
empleador”, ya que la ley le otorga. Poderes jerárquicos al interior de su
empresa. Por eso su aplicación es objetiva y no requiere probar la intención del
empleador. Que en el fraude a la ley se exija intencionalidad es lógico, ya que
se aplica a las relaciones civiles, de suyo más horizontales (además, en el
Código Civil, se consagra, en reglas generales, un sistema subjetivo de
responsabilidad). El derecho del trabajo, en cambio, las relaciones son
verticales o, cuando más, diagonales, lo que sitúa en una gran desventaja al
trabajador.
Por lo anterior, se disiente de la teoría que postula un “fraude a la ley laboral”
incluso en su versión objetiva ya que solo bastaría el resultado defraudatorio
para algunos.

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